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Viacrucis de Gerardo Diego
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Presentacin El Va Crucis de Gerardo Diego Reproductor de audio Texto del Va Crucis
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Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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Presentacin Un buen da de hace unos aos --al salir del archivo de la catedral de San-tander-- se me ocurri preguntar por D. Jos Manuel Fernndez Gmez y me acerqu a las oficinas del entonces Canciller-Secretario del Obispado. All estaba l, que fue nuestro prefecto de Humanidades en Corbn. Nos saludamos hablamos un largo rato. Cuando me estaba despidiendo, busc entre sus libros y me tendi un pequeo folleto. Slo me quedan estos po-cos ejemplares --me dijo--. Seguro que a ti te gustar su poesa. Me en-canta lo que he ledo, ms bien suelto --le dije--, pero el Viacrucis no lo conozco.
No s si fue el atolondramiento de la despedida o aquel sentido abrazo que nos dimos, lo que me hizo olvidar el libro. El caso es que, cuando iba yo caminando ya por la calle Burgos hacia Perines, record que haba deja-do mi regalo sobre la mesa de don Jo-s Manuel: un ejemplar impreso del Viacrucis de Gerardo Diego. No re-troced ya para recogerlo, y cuando en mi ltima visita a Santander tuve in-tencin y ocasin de pasar a recoger-lo, ya no estaba mi prefecto; nos dej
en 4 de febrero del pasado ao 2014 (Q.E.P.D.). No me fij en la edicin ni en el ao de mi regalo olvidado. S que el poeta lo escribi en 1924 y se public en 1930, en La Revista de Santander1; que en la primera mitad del siglo XX tuvo ediciones en Santander (1. ed., Aldus, 1931, 31 hh. sin pg. en 4 menor), en Mxico (2. ed., Polis, 1938, 18 x 12 cm. 48 p.) y en Ma-drid (ed. gora, 1956, 13 x 20, 57 p.); de las que no hace mucho vi la ofer-ta de ejemplares usados en Internet. En la Librera Estudio de Santander me dijeron no hace mucho que la obra estaba agotada, y me resign a descar-garme una versin digital. Obviamente, el Viacrucis se recoge en las Obras completas del poeta montas2. Ahora, llevo ya unos aos haciendo uso individual de esa versin del texto, y ms de una vez he pensado en la conveniencia de llevarlo a la iglesia pa- 1 Gerardo Diego: Viacrucis a la memoria de mi madre. La Revista de Santander 3(1930)97-110. 2 Gerardo Diego: Obras Completas. Tomo I Poesa. Dez de Revenga, F. J. (Edit.). 1. ed. Madrid: Alfaguara (Col. Los clsicos Alfaguara), 1989 [1032 p.]; donde el Viacrucis ocupa el puesto IX. Tambin se recoge en la obra de Gerardo Diego: Versos divinos, alforjas para la poesa espaola. Madrid: Fundacin Conrado Blanco, 1971 [216 p.] y en las antologas del poeta. [Gerardo Diego: Primera antologa de sus versos. 5 ed. Ma-drid: Espasa-Calpe (Col. Austral), 1958. Gerardo Diego: Versos escogidos. Madrid: Gredos (Biblioteca Romnica Hispnica), 1970].
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rroquial para su uso en la Semana Santa3. Y cuando me he encontrado con los archivos de audio con la recitacin de ese poema, he tomado de inme-diato la decisin de difundirlo entre mis compaeros, familiares y amigos. Y lo hago expresamente en homenaje a don Jos Manuel4.
*** *** *** El ncleo del Viacrucis del santanderino est constituido por las catorce estaciones tradicionales. Como ha observado Francisco Javier Dez de Re-venga5,
Una de las virtudes ms apreciadas de este Viacrucis es la que se consigue con el ritmo que preside todo el librito. El mismo poeta ha explicado su intencin: Cada estacin consta de dos dcimas: una evocando en sntesis rtmica la esce-na y su movimiento, y la segunda, con la confesin del orante que extrae del pa-so su leccin, provecho y ansia de gracia. [Versos escogidos, pg. 52].
Pero ese ncleo viene arropado por tres poemas6: dos que le preceden --el romance La oracin en el huerto y la Ofrenda a la Virgen-- ms el poema final de cierre, A la Resurreccin del Seor. En palabras de Fr. ngel Martn (OFM),
Gerardo Diego, en el Propsito escrito para acompaar su edicin de 1931, re-nueva el contenido de su Va crucis con un romance de apertura y otro de cierre con el ttulo que precede [Jess resucita de entre los muertos]. Se trata de un romancillo heptasilbico estructurado en cuartetas, a la resurreccin del Seor, al margen del Va crucis, pero dndole un muy superior sentido: no cabra validez salvfica alguna en la Pasin, si no culminara tan elaborada muerte con la Resu-rreccin del Seor. Su muerte exclusiva le hubiera convertido en un hombre ms con un grado de eminencia mayor o menor. Es su ascenso hasta la derecha del Padre lo que nos trasciende de muerte a vida liberadora y amistad con Dios. No
3 El mismo Gerardo Diego seal que el Viacrucis lo haba escrito para uso de cuantos devotos de esa devocin cristiana quisieran usarlo al recorrer las estaciones (Versos escogidos, p. 52). 4 Jos Manuel Fernndez Gmez. Religioso. (Santoa 1924). Comenz los estudios eclesisticos en el Seminario de San Jernimo de Burgos (1937-39) y, terminado el con-flicto blico, concluy las Humanidades en 1944 en el Seminario de Comillas. Licen-ciado en Filosofa y en Teologa, se orden sacerdote en 1951. Imparti en el Seminario de Corbn clases de humanidades (1950-53) y ha sido prefecto del Seminario Menor (1950-63), profesor de Ciencias Fsico-qumicas y Naturales (1953-64), director espiri-tual del Instituto Masculino de Enseanza Media (1963-65), capelln del Internado Te-resiano de Menndez Pelayo (desde 1965), capelln del Asilo de San Cndido de Cajo (1967-69), vicecanciller del Obispado (1969-78), director espiritual de la Legin de Mara (desde 1973), cannigo archivero de la Catedral (desde 1978), canciller-secretario general del Obispado (desde 1978), juez prosinodal (1980-84), delegado episcopal de Liturgia (1984-86), miembro del Consejo Presbiteral en el trienio 1979-82... Entre sus publicaciones cabe destacar Iglesia en Santander: Gua Diocesana. (Fuente: Gran Enci-clopedia de Cantabria) (En esta URL). 5 Gerardo Diego y sus Versos Divinos, pg. 103. 6 Cfr. F. J. Dez de Revenga, pg. cit.
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desentona, con todo, la nueva composicin, a pesar del cambio mtrico; su es-tructura repite la de las estaciones previas: un motivo, aqu glorioso, en tercera persona, esta vez cantando con entusiasmo, porque "todo en torno se afirma / se deslumbra, se ciega", en gracia a este "cuerpo armonioso", al punto que la natu-raleza renace con l: "las brisas le acarician, / la tierra le sustenta, / y la luz que de l mana / le cie y le modela". En el desarrollo personalizado despus, en se-gunda persona, el poeta se satisface con la certeza tranquila que le otorga la nue-va primavera prevista ya "para despus del tiempo".
( En esta URL ) Es ese poema final lo que confiere coherencia a la inclusin, por nuestra parte, de una eventual Dcimoquinta estacin --introducida en 1991 bajo el magisterio de San Juan Pablo II7, tal y como se recoge en el llamado Viacrucis misionero--. Pero hay que observar que esa Dcimoquinta esta-cin no aparece en ninguna de las versiones vaticanas del Viacrucis en el Coliseo, conforme a las celebraciones de los ltimos papas. En los archivos adjuntos contenidos en el panel izquierdo de este PDF dinmico encontrars informacin complementaria.
Gerardo Diego Cendoya (1896-1987)
7 El Viernes Santo de 1991 y, bajo el auspicio de Juan Pablo II, se cre un nuevo Via-crucis con 15 estaciones (el Papa aadi una nueva estacin) basadas todas ellas en momentos del Nuevo Testamento, ya que el anterior recoga muchos pasajes de los Evangelios apcrifos y escenas tradicionales, entre los que se encontraban el en-cuentro de Jess con Mara, su madre y el acto en el que la Santa Mujer Vernica le enjuga el rostro a Jess. Este nuevo viacrucis comienza con la oracin de Jess en el huerto de Getseman y finaliza con la Resurreccin de Cristo. Fue un intento de acercar ecumnicamente a todas las confesiones cristianas, y aunque se usa alternativamente al tradicional, en ningn caso lo ha sustituido. (En esta URL).
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El Va Crucis de Gerardo Diego El poeta santanderino Gerardo Diego Cendoya escribi, en 1924, un hermoso Va Crucis en verso. Era entonces un joven profesor, con 28 aos, que ejerca su docencia como titular de la ctedra de Literatura en el Real Instituto Jovellanos de Gijn. Puerta frente a puerta del templo del Sagrado Corazn de Jess, inaugurado aquel mismo ao, y en el que ejerca su ministerio sacerdotal su hermano el P. Diego, S.J. Sin du-da Gerardo Diego conoci la Semana Santa gijonesa, y tal vez algunas de sus imgenes y devociones pudieron inspirarle sus sentidos versos del Va Crucis.
( En esta URL )
Estatua de Gerardo Diego en Santander
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Reproductor de audio
Puedes escuchar y descargar completa la recitacin de este Viacrucis de Gerardo Diego en la URL de ivoox.com. Se ha extrado el audio e inserta-do en el siguiente reproductor:
viacrucissignificadopractica-liturgia-ivoox1906157 El audio viene integrado por las 14 estaciones, cada una de las cuales cons-ta de cuatro elementos: 1 ttulo; 2 Te adoramos, Cristo; 3 TEXTO recitado de Gerardo Diego; y 4 Seor, pequ. Adems, las estaciones 1, 7 y 10 aaden: 5 la cancin Pueblo mo, mientras que la 13, aade en su lugar 5 el canto Tarde de Viernes Santo. Todo ello viene precedido de una intro-duccin oral ms la cancin Pedro te neg tres veces. Nosotros hemos realizado catorce clips de audio en sendas estaciones y los hemos insertado en sendos reproductores de esas estaciones. A ello hemos aadido la recitacin de los tres restantes fragmentos del Viacrucis arriba mencionados: La oracin en el huerto, la Ofrenda a la Virgen y el poema final de cierre, A la Resurreccin del Seor.
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Texto del Va Crucis En el siguiente ndice encontrars acceso al texto del Viacrucis de Gerardo Diego y a los reproductores de audio que contienen su recitacin.
La oracin en el huerto Ofrenda I estacin II estacin III estacin IV estacin V estacin VI estacin VII estacin VIII estacin IX estacin X estacin XI estacin XII estacin XIII estacin XIV estacin XV estacin (A la Resurreccin del Seor)
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La oracin en el huerto Terminada la ltima Cena, dicen los evangelios, Jess y once de sus apsto-les --Judas se haba ido a ultimar los detalles de la entrega de su Maestro--, salieron de la ciudad de Jerusaln, atravesaron el torrente Cedrn y entraron en el huerto de Getseman (="molino de aceite"), al pie del Monte de los Oli-vos. Jess, que ya les haba advertido que uno de ellos lo entregara, les dijo por el camino que aquella noche todos le abandonaran, porque escrito est: Herir al pastor y se dispersarn las ovejas. Jess se apart del grupo, to-mando consigo a Pedro, Santiago y Juan, a quienes les confi, lleno de pavor y angustia: Mi alma est triste hasta el punto de morir; quedaos aqu y velad conmigo. Pero ni siquiera estos escogidos fueron capaces de acompaarle velando y orando. A solas, muy a solas, cay rostro en tierra, y suplicaba as: Padre mo, si es posible, que pase de m esta copa; pero no se haga mi vo-luntad, sino la tuya. Entonces, se le apareci un ngel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agona, insista ms en su oracin. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caan en tierra. Finalmente, se levant de la oracin, fue donde los discpulos y les dijo: Levantaos, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado. Todava estaba hablando, cuando lleg Judas acompaado de un grupo numeroso con espadas y palos. Y al instante se acerc a Jess y le dijo: Salve, Rabb!, y le dio un beso. Jess le dijo: Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre! Entonces aqullos se acercaron, echaron mano a Jess y le prendieron. Los discpulos le abandonaron todos y huyeron..
( En esta URL )
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La oracin del huerto (El Greco) Reproductor V0003A
Gerardo-Diego_viacrucis_La oracin en el huerto_izarro
Por la puerta de la Fuente fueron saliendo los once. En medio viene Jess abriendo un surco en la noche.
Aguas negras del Cedrn, de su tnica recogen espumas de luna blanca batida en brisas de torres.
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Jess viene comprobando, Pastor, sus ovejas nobles, y se le nublan los ojos al no poder contar doce.
Pues la Escritura lo dice, me negaris esta noche. Herido el Pastor, la grey dispersa le desconoce.
Entre los mantos, relmpagos de dos espadas relumbran. La luna afila sus hielos en las piedras de las tumbas.
Ya las chumberas, las pitas erizan sienes de agujas y quisieran llorar sangre por sus coronadas puntas.
Ya entraron al huerto donde las aceitunas se estrujan, Getseman de los leos, hoy almazara de angustias.
Ya Pedro, Juan y Santiago bajo un olivo se agrupan, como un da en el Tabor, aunque hoy sin lumbre sus tnicas.
La noche sigue volando --alas de palma y de juncia-- y, llena de s, derrama su triste ltex la luna.
Se oye el rumor a lo lejos de cortejos y cohortes. Y el sueo pesa en los prpados de los tres fieles mejores.
Jess, solo, abandonado, hurfano, pavesa, Hombre, macera su corazn en hiel de olvido y traiciones.
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Padre, aprtame este cliz. Slo el silencio le oye. La misma naturaleza que le ve, no le conoce.
Hgase tu voluntad. Y, aunque lleno hasta los bordes, un corazn bebe y bebe sin que nadie le conforte.
El sudor cuaja en diamantes sus helados esplendores, diamantes que son rubes cuando las venas se rompen.
Por fin, un ngel desciende, mensajero de dulzuras, y con un lienzo de nube la mustia cabeza enjuga.
Ya la luz de las antorchas encharca en movibles fugas y acuchilla de siniestras sombras el huerto de luna.
Los discpulos despiertan. Huye, ciega, la lechuza. Y Jess, lvido y manso, se ofrece al beso de Judas.
( En esta URL )
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La presentacin con que Gerardo Diego abre la serie de poe-mas del va-crucis, es una oracin a la Dolorosa. Se suceden las frases breves, firmes, con que, desde la compasin, inter-pela a Mara en amoroso acompaamiento, en forma de rue-gos imperativos: Dame tu mano, Clvame tus espadas, Djame, Permite... La tcnica cambiante de afectos en-contrados que se agolpan, rompe el presente de la proximidad para recuperar, en desordenado recuento de escenas familia-res, los momentos histricos en que la Madre gozaba de su presencia viva: el nio dormido en su cuna, el gozo de verlo nacido en Beln, la llamarada de Gabriel anunciante de la Encarnacin... La vuelta al presente es indicativa de la presencia del Hijo que pasa ya ante Ella, engarzando con una plegaria final, llena de invocaciones, a manera de ofrenda de las dolorosas jornadas que vienen a continuacin.
[Fr. ngel Martn, o.f.m.]
OFRENDA
Reproductor V0003B1
Gerardo-Diego_viacrucis_Ofrenda_otro-recitador Cfr. Recitacin de JAQUN DE LA BUELGA en la URL1. Y URL2.
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Dame tu mano, Mara, la de las tocas moradas. Clvame tus siete espadas en esta carne balda. Quiero ir contigo en la impa tarde negra y amarilla. Aqu en mi torpe mejilla quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lgrima que brilla. Djame que te restae ese llanto cristalino, y a la vera del camino permite que te acompae. Deja que en lgrimas bae la orla negra de tu manto a los pies del rbol santo donde tu fruto se mustia. Capitana de la angustia: no quiero que sufras tanto. Qu lejos, Madre, la cuna y tus gozos de Beln: - No, mi Nio. No, no hay quien de mis brazos te desuna. Y rayos tibios de luna entre las pajas de miel le acariciaban la piel sin despertarle. Qu larga es la distancia y qu amarga de Jess muerto a Emmanuel. Dnde est ya el medioda luminoso en que Gabriel desde el marco del dintel te salud: -Ave, Mara? Virgen ya de la agona, tu Hijo es el que cruza ah. Djame hacer junto a ti ese augusto itinerario. Para ir al monte Calvario, ctame en Getseman.
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A ti, doncella graciosa, hoy maestra de dolores, playa de los pecadores, nido en que el alma reposa. A ti, ofrezco, pulcra rosa, las jornadas de esta va. A ti, Madre, a quien quera cumplir mi humilde promesa. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada Mara.
www.franciscanos.org/.../viacrucis01.html
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PRIMERA ESTACIN
"El Consejo en pleno se levant y llevaron a Jess ante Pilato. All em-pezaron con sus acusaciones: Hemos comprobado que este hombre es un agitador. Se opone a que se paguen los impuestos al Csar y pretende ser el rey enviado por Dios." (Lc 23, 1-2)
Reproductor V0103
Viacrucis-GD_1-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 Jess sentenciado a muerte. No bastan sudor, desvelo, cliz, corona, flagelo, todo un pueblo a escarnecerte. Condenan tu cuerpo inerte, manso Jess de mi olvido, a que, abierto y exprimido, derrame toda su esencia. Y a tan cobarde sentencia prestas en silencio odo. Y soy yo mismo quien dicto esa sentencia villana. De mis propios labios mana ese negro veredicto. Yo me declaro convicto. Yo te negu con Simn. Te vend y te hice traicin, con Pilatos y con Judas. Y an mis culpas desanudas y me brindas el perdn.
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SEGUNDA ESTACIN
"As fue como se llevaron a Jess. Cargando con su propia cruz, sali de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se dice Glgota." (Jn 19, 17)
Reproductor V0203
Viacrucis-GD_2-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157
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Jerusaln arde en fiestas. Qu tremenda diversin ver al Justo de Sin cargar con la cruz a cuestas. Sus espaldas curva, prestas a tan sobrehumano exceso y, olvidndose del peso que sobre su hombro gravita, con caridad infinita imprime en la cruz un beso. T el suplicio y yo el regalo. Yo la gloria y T la afrenta abrazado a la violenta carga de una cruz de palo. Y as, sin un intervalo, sin una pausa siquiera, tal vivo mi vida entera que por m te has alistado voluntario abanderado de esa maciza bandera.
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TERCERA ESTACIN
"Luego Jess llam a sus discpulos y a toda la gente y les dijo: El que quiera seguirme, que renuncie a s mismo, tome su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perder, y el que sacrifique su vida (por m y) por el Evangelio, la salvar." (Mt 16, 24-25)
Reproductor V0303
Viacrucis-GD_3-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 A tan brbara congoja y pesadumbre declinas, y tus rodillas divinas se hincan en la tierra roja. Ya no hay nadie que te acoja. En vano un auxilio imploras. Vibra en rfagas sonoras el ltigo del blasfemo. Y en un esfuerzo supremo lentamente te incorporas. Como el cordero que viera Juan, el dulce evangelista, as ests ante mi vista tendido con tu bandera. Tu mansedumbre a una fiera venciera y humillara. Ya el Cordero se ofreca por el mundo y sus pecados. Con mis pies atropellados como a un estorbo le hera.
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CUARTA ESTACIN
"Tambin estaban all, observndolo todo, algunas mujeres que desde Galilea haban seguido a Jess para servirlo." (Mt 27, 55)
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Se ha abierto paso en las filas una doliente Mujer. Tu Madre te quiere ver retratado en sus pupilas. Lento, tu mirar destilas y le hablas y la consuelas. Cmo se rasgan las telas de ese doble corazn! Quin medir la pasin de esas dos almas gemelas! Cundo en el mundo se ha visto tal escena de agona? Cristo llora por Mara. Mara llora por Cristo. Y yo, firme, lo resisto? Mi alma ha de quedar ajena? Nazareno, Nazarena, dadme, siquiera, una poca de esa doble pena loca, que quiero penar mi pena.
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QUINTA ESTACIN
"Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simn de Cirene que volva del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrs de Je-ss." (Lc 23,26)
Reproductor V0503
Viacrucis-GD_5-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 Ya no es posible que siga Jess el arduo sendero. Le rinde el plmbeo madero. Le acongoja la fatiga. Mas la muchedumbre obliga a que prosiga el cortejo. Dure hasta el fin del festejo. Y la muerte se detiene ante Simn de Cirene, que acude tardo y perplejo. Pudiendo, Jess, morir, por qu apoyo solicitas? Sin duda es que necesitas vivir an para sufrir. Yo tambin quise vivir, vivir siempre, vivir fuerte. Y grit: - Aljate, muerte. Ven T, Jess cireneo. Aydame, que en Ti creo y an es tiempo de ofenderte.
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SEXTA ESTACIN
"Muchos quedaron espantados al verlo, pues estaba tan desfigurado, que ya no pareca un ser humano. Despreciado por los hombres y margina-do, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de l. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que l llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban." (Is 52, 14; 53, 3-42)
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Fluye sangre de tus sienes hasta cegarte los ojos. Cubierto de hilillos rojos el morado rostro tienes. Y al contemplar cmo vienes, una mujer se atraviesa, te enjuga el rostro y te besa. La llamaban la Vernica. Y exacta tu faz agnica en el lienzo queda impresa. Si a imagen y semejanza tuya, Seor, nos hiciste, de tu imagen me reviste firme a olvido y a mudanza. Ser mayor mi confianza si en mi alma dejas la huella de tu boca que nos sella blancas promesas de paz, de tu dolorida faz, de tu mirada de estrella.
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SPTIMA ESTACIN
"... eran nuestras faltas por las que era destruido; nuestros pecados, por los que era aplastado. El soport el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados". (Is 53, 5)
Reproductor V0703
Viacrucis-GD_7-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 Largo es el camino y lento, y el Cireneo se rinde. l se ha trazado una linde en su oscuro pensamiento. Mientras disputa violento, deja que la cruz se hunda total, maciza, profunda, sobre aquel nico hombro. Y como un humano escombro cae Jess, por vez segunda. Otra vez, Seor, en tierra, abrazado a tu estandarte? Ese insistente postrarte qu oculto sentido encierra? Mas ya te entiendo. En la guerra por Ti luchando, transido caer en tierra malherido, y no he de alzarme ya ms? Yo s que T me dars la mano, si te la pido.
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OCTAVA ESTACIN
"Lo segua muchsima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por l. Jess, volvindose hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusaln, no lloris por m. Llorad ms bien por vosotras mismas y por vuestros hijos." (Lc 23, 27-28)
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Viacrucis-GD_8-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157
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Qu vivo dolor aflige a estas mujeres piadosas, madres, hermanas, esposas, sin culpa del "crucifige". Jess a ellas se dirige. Sus palabras odlas bien: - Hijas de Jerusaln. Llorad vuestro llanto, s, por vosotras, no por m. Por vuestros hijos tambin. Por nosotros mismos, cierto. Pero quin por Ti no llora? Haz que llore hora tras hora por m tibio y por Ti yerto. Rigame este estril huerto. Quibrame esta torva frente. breme una vena ardiente de dulce y amargo llanto, y espanta de m este espanto de hallar cegada mi frente.
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NOVENA ESTACIN
"Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mt 5, 10)
Reproductor V0903
Viacrucis-GD_9-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 Ya caste una, dos veces, la rota tnica pisas y an entre mofas y risas tendido a mis pies te ofreces. Ya no s a quin me pareces, a quin me aludes as. No s que haces junto a m, derribado con tu leo. Yo no s si ha sido un sueo, o si es verdad que te vi. Y yo caigo una, dos, tres, y otra vez ms, y otra, y tantas. Siempre tus espaldas santas me sirvieron de pavs. Ahora siento bien cul es la razn de tus cadas. S. Porque nuestras vencidas almas no te tengan miedo caes, oh humilde remedo, y a abrazarte las convidas.
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DCIMA ESTACIN
"Despus de clavar a Jess en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la tnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron:No la rompamos, echmosla ms bien a suertes, a ver a quin le toca. As se cumpli la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suertes mi tnica. Esto es lo que hicieron los solda-dos." (Jn 19, 23-24)
Reproductor V1003
Viacrucis-GD_10-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157
Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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Ya desnudan al que viene a las rosas y a los lirios. Martirio entre los martirios y entre las tristezas triste. Qu sonrojo te reviste, cmo tu rostro demudas ante aquellas manos rudas que te arrancan los vestidos de sangre y sudor teidos sobre tus carnes desnudas. Bella leccin de pudores la que en este trance dictas, tus candideces invictas coloridas de rubores. T, que has teido las flores de tintas tan sonrosadas, que en las castas alboradas las nubes vistes de oro, ay, devulveme el tesoro de mis flores marchitadas.
Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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UNDCIMA ESTACIN
"Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron all, y con l a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda." (Lc 23, 33)
Reproductor V1103
Viacrucis-GD_11-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 Por fin en la cruz te acuestas. Te abren una y otra mano, y un pie y otro soberano, y a todo, manso, te prestas. Luego entre Dimas y Gestas, desencajado por crueles distensiones de cordeles, te clavan crucificado y te punzan el costado y te refrescan de hieles. Y que esto llegue es preciso y as todo se consuma, y, a la carga que te abruma, el cuello inclinas sumiso. - Conmigo en el paraso sers hoy - al buen ladrn prometes. Tierna leccin la de tus palabras ciertas. Toma mis manos abiertas. Toma mis pies: tuyos son.
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DUODCIMA ESTACIN
"Desde el medioda hasta las tres de la tarde todo el pas se cubri de ti-nieblas. A eso de las tres, Jess grit con fuerza: El, El, lam sabacta-ni, que quiere decir: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandona-do? Pero nuevamente Jess dio un fuerte grito y entreg su espritu." (Mt 27, 45-46.50)
Reproductor V1203
Viacrucis-GD_12-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157
Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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Al pie de la cruz Mara llora con la Magdalena, y aquel a quien en la Cena sobre todos prefera. Ya palmo a palmo se enfra el dcil torso entreabierto. Ya pende el cadver yerto como de la rama el fruto. Cbrete, cielo, de luto porque ya la Vida ha muerto. Profundo misterio- El Hijo del Hombre, el que era la Luz y la Vida, muere en cruz, en una cruz crucifijo. Ya desde ahora te elijo mi modelo en el estrecho trnsito. Baja a mi lecho el da que yo me muera, y que mis manos de cera te estrechen sobre mi pecho.
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PENLTIMA ESTACIN
"Cerca de la cruz de Jess estaba su madre, con Mara, la hermana de su madre, esposa de Cleofs, y Mara de Magdala." (Jn 19,25)
Reproductor V1303
Viacrucis-GD_13-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157 He aqu helados, cristalinos sobre el virginal regazo, muertos ya para el abrazo, aquellos miembros divinos. Huyeron los asesinos. Qu soledad sin colores. Oh, Madre ma, no llores. Cmo lloraba Mara. La llaman desde aquel da la Virgen de los Dolores. Quin fue el escultor que pudo dar morbidez al marfil?. Quin apur su buril en el prodigio desnudo?. Yo, Madre ma, fui el rudo artfice, fui el profano que model con mi mano ese triunfo de la muerte sobre el cual tu piedad vierte clidas perlas en vano.
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LTIMA ESTACIN
"Estaban tan asustadas que no se atrevan a levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: Por qu buscis entre los muertos al que vi-ve?.No est aqu. Resucit. Acordaos de lo que les dijo cuando todava estaba en Galilea." (Lc 24, 5-6)
Reproductor V1403
Viacrucis-GD_14-estacin_TEXTO_Corte_ivoox1906157
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Fue Jos el primer varn que a Jess tom en sus brazos, y otro Jos en tiernos lazos le estrecha de compasin. Con grave, infinita uncin el sagrado cuerpo baja y en un lienzo le amortaja. Luego le da sepultura y una piedra en la abertura de la roca viva encaja. Como pstuma jornada de ti va de amargura, admiro en la sepultura tu heroica carne sellada. Seor, ya no queda nada por hacer. Seor, permite que humildemente te imite, que contigo viva y muera, y en luz no perecedera, que como T resucite.
Gerardo Diego www.emma-arvo.net/poesias_otr_diego_1.htm
(En URL1) Cfr. URL2, URL3,
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[ DCIMOQUINTA ESTACIN ]
A la Resurreccin del Seor Reproductor V1503
Gerardo-Diego_viacrucis_A la Resurreccin del Seor_izarro
Es de ingrvido sueo, aire o magia refleja este resplandor sbito, esta erguida presencia? Todo en torno se afirma, se deslumbra, se ciega. La piedra es ms que nunca piedra, gozosa piedra; la humana piel confusa de oscuros centinelas, taida del prodigio, centellea evidencias, y el alba, el alba tmida tan mojada y tan tierna, confirma de rubores su inocencia perfecta. Otra vez sobre el mundo la Verdad se hace cierta, cierta con certidumbre transverberada, cntrica. No el aire, no, ni el sueo ni la magia espejean este cuerpo armonioso que fulgura y destella.
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Las brisas le acarician, la tierra le sustenta y la luz que de l mana le cie y le modela. Pudiendo ser ms leve que plumas o humaredas, humana, humildemente pisa la hierba, y pesa, y al goce del suavsimo tacto, contacto, prenda, invita -branse flores- a las yemas incrdulas. Resurreccin. Oh gloria taladrada y tan nuestra, tan de hueso y de carne firme, caliente, fresca. Por Ti, Jess, tan nuevo hoy con tus cinco estrellas que en cifra dibujada tu caridad constelan, por Ti, Seor, devuelto a la luz que te estrecha, al amor que te cie, al aura que te besa, por ti, todo nos canta, oh divina certeza para despus del tiempo, quieta ya primavera.
( En la URL1)
Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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Archivos adjuntos Con un simple clic en el interior del recuadro rojo que bordea la captura de abajo, podrs conmutar la vista/ocultacin del panel izquierdo de este PDF dinmico. Dicho panel contiene los archivos adjuntos cuyos titula-res y descripcin mnima muestra la siguiente imagen.
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Viacrucis Gerardo Diego (1924) Murcia - Enero 2015
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Cfr. Recitacin de JAQUN DE LA BUELGA en la URL1. Y URL2.
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Oracin cristianaSeor, ensanos a orar. Lc 11, 1
VIERNES, 19 DE FEBRERO DE 2010
Va Crucis - Gerardo DiegoEl Va Crucis, o Camino de la Cruz, es un camino de oracin quenos sirve para meditar sobre la Pasin de Nuestro SeorJesucristo camino del Calvario. Os ofrezco hoy uno, hermossimo,que escribi Gerardo Diego en 1924, cuanto slo contaba 28aos. Es un impresionante recorrido potico a travs de lascatorce estaciones del Va Crucis, a cada una de las cualesdedica dos dcimas. La obra, compuesta por 330 versosoctoslabos, agrupados en 33 dcimas la edad de Cristo cuandoes crucificado-, se abre con una Ofrenda a la Virgen Mara, en 5dcimas, a las que siguen las otras 28 que constituyenpropiamente el Va Crucis. Acompaemos a Jess y a su MadreDolorosa en este recorrido.
OFRENDA
Dame tu mano, Mara,la de las tocas moradas,clvame tus siete espadasen esta carne balda.Quiero ir contigo a la impatarde negra y amarilla.Aqu, en mi torpe mejilla
Jess
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febrero (33)Domingo 2 de Cuaresma (C)
Sbado 1 de Cuaresma
Viernes 1 de Cuaresma
Jueves 1 de Cuaresma
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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quiero ver si se retrataesa lividez de plata,esa lgrima que brilla.
Djame que te restaeese llanto cristalinoy a la vera del caminopermite que te acompae.Deja que en lgrimas baela orla negra de tu mantoa los pies del camposantodonde tu fruto se mustia.Capitana de la angustia,no quiero que sufras tanto.
Qu lejos, Madre, la cunay tus gozos de Beln!No, mi Nio, no habr quiende mis brazos te desuna.Y rayos tibios de lunay tus dos manos de mielle acariciaban la pielsin despertarle. Qu largaes la distancia -y qu amarga-de Jess muerto a Emanuel!
Dnde est ya el mediodaluminoso en que Gabriel,desde el marco del dintel,te salud Ave Mara?Virgen ya de la agona,tu hijo es el que cruza ah;djame hacer junto a tiese augusto itinerario:Para ir al monte Calvario,ctame en Getseman.
A ti, doncella graciosa,hoy maestra de dolores,playa de los pecadores,nido en que el alma reposa;a ti ofrezco, pulcra rosa,las jornadas de esta va,a ti, Madre, a quien queracumplir mi humilde promesa,a ti, celestial princesa,Virgen sagrada Mara.
PRIMERA ESTACIN
Mircoles 1 de Cuaresma
Martes 1 de Cuaresma
Fiesta de la Ctedra de San Pedro
Domingo 1 de Cuaresma (C)
Sbado despus de Ceniza
Va Crucis - Gerardo Diego
Viernes despus de Ceniza
Jueves despus de Ceniza
Mircoles de Ceniza
Martes 6 del tiempo ordinario
Lunes 6 del tiempo ordinario
Domingo 6 del tiempo ordinario
Sbado 5 del tiempo ordinario
Viernes 5 del tiempo ordinario
Oracin para pedir la salud de losenfermos
Oracin a Nuestra Seora deLourdes
Nuestra Seora de Lourdes
Jueves 5 del tiempo ordinario
Mircoles 5 del tiempo ordinario
Martes 5 del tiempo ordinario
Lunes 5 del tiempo ordinario
Domingo 5 del tiempo ordinario(C)
Sbado 4 del tiempo ordinario
Viernes 4 del tiempo ordinario
Jueves 4 del tiempo ordinario
Mircoles 4 del tiempo ordinario
Martes 4 del tiempo ordinario
Oracin a Juan Pablo II
Lunes 4 del tiempo ordinario
enero (3)
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Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Jess sentenciado a muerte.No bastan sudor, desvelo,cliz, corona, flagelo...,todo un pueblo a escarnecerte.Condenan tu cuerpo inerte,manso Jess de mi olvido,a que, abierto y exprimido,derrame toda su esencia;y a tan cobarde sentenciaprestas en silencio odo.
Y soy yo mismo quien dictoesa sentencia villana,de mis propios labios manaese negro veredicto.Yo me declaro convicto.Yo te negu con Simn,te vend y te hice traicincon Pilatos y con Judas.Y an mis culpas desanudasy me brindas el perdn.
SEGUNDA ESTACIN
Oraciones difuntos (5)Oraciones santos y beatos (33)Oraciones siervos de Dios (1)Oraciones tradicionales (2)Oraciones varias (12)Oraciones Virgen Mara (34)Oraciones ngeles (4)Semana Santa (9)Tiempo Pascual (76)Virgen Mara (43)Va Crucis (2)
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Jerusaln arde en fiestas.Qu tremenda diversinver al justo de Sincargar con la Cruz a cuestas!Sus espaldas curva, prestasa tan sobrehumano exceso;y, olvidndose del pesoque sobre su hombro gravita,con caridad infinita,imprime en la Cruz un beso.
T el suplicio y yo el regalo,yo la gloria y T la afrentaabrazado a la violentacarga de una cruz de palo.Y as, sin un intervalo,sin una pausa siquiera:tal vivo la vida enteraque por m te has alistadovoluntario abanderadode esa maciza bandera.
TERCERA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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A tan brbara congojay pesadumbre declinas,y tus rodillas divinasse hunden en la tierra roja.Y no hay nadie que te acoja.En vano un auxilio imploras.Vibra en rfagas sonorasel ltigo del blasfemo,y, en un esfuerzo supremo,lentamente te incorporas.
Como el cordero que vieraJuan, el dulce evangelista,as ests ante mi vistatendido con tu bandera.Tu mansedumbre a una fieravenciera y humillara.Ya el Cordero se ofrecapor el mundo y sus pecados;con mis pies atropelladoscomo a un estorbo le hera.
CUARTA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Se ha abierto paso en las filasuna doliente mujer:tu madre te quiere verretratado en sus pupilas.Lento, tu mirar destilas;y le hablas y la consuelas...Cmo se rasgan las telasde ese doble corazn!Quin medir la pasinde esas dos almas gemelas!
Cundo en el mundo se ha vistotal escena de agona?Cristo llora por Mara.Mara llora por Cristo.Y yo, firme, lo resisto?Mi alma ha de quedar ajena?Nazareno, Nazarena,dadme siquiera una pocade esa doble pena loca,que quiero penar mi pena.
QUINTA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Ya no es posible que sigaJess el arduo sendero:le rinde el plmbeo madero,le acongoja la fatiga.Mas la muchedumbre obligaa que prosiga el cortejo:dure hasta el fin el festejo.Y la muerte se detieneante Simn de Cireneque acude, tardo y perplejo.
Pudiendo Jess morir,por qu apoyo solicitas?Sin duda es que necesitasvivir an para sufrir.Yo tambin quise vivir,vivir siempre, vivir fuerte;y grit: Aljate, muerte;ven t, Jess cirineo;aydame que en Ti creoy an es tiempo de ofenderte.
SEXTA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Fluye sangre de tus sieneshasta cegarte los ojos.Cubierto de hilillos rojosel morado rostro tienes.Al contemplar cmo vienes,una mujer se atraviesa,te enjuga el rostro y te besa.La llamaban la Vernicay exacta tu faz agnicaen el rostro queda impresa.
Si a imagen y semejanzatuya, Seor, nos hiciste,de tu imagen me reviste,firme a olvido y a mudanza.Ser mayor mi confianzasi en mi alma dejas la huellade tu boca, que nos sellablancas promesas de pazde tu dolorida faz,de tu mirada de estrella.
SPTIMA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Largo es el camino y lento,y el cirineo de rinde:l se ha trazado una lindeen su oscuro pensamiento.Mientras disputa violentodeja que la Cruz se hundatotal, maciza, profundasobre aquel nico hombro,y como un humano escombrocae Jess por vez segunda.
Otra vez, Seor, en tierra,abrazado a tu estandarte.Ese insistente postrartequ oculto sentido encierra?Mas ya te entiendo: En la guerra,por Ti luchando, transidocaer en tierra y malherido.Y no he de alzarme ya ms?Yo s que T me darsla mano si te la pido.
OCTAVA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Qu vivo dolor afligea estas mujeres piadosasmadres, hermanas, esposas-sin culpa del crucifige?Jess a ellas se dirige.Sus palabras odlas bien:"Hijas de Jerusaln:Llorad vuestro llanto, s;por vosotras, no por m;por vuestros hijos tambin."
Por nosotros mismos, cierto;pero quin por Ti no llora?Haz que llore hora tras hora,por m tibio y por Ti yerto.Rigame este estril huerto.Quibrame esta torva frente.breme una vena ardientede dulce y amargo llantoy espanta de m este espantode hallar cegada mi fuente.
NOVENA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Ya caste una, dos veces...La rota tnica pisas;y an, entre mofas y risas,tendido a mis pies te ofreces.Yo no s a quin me pareces,a quin me aludes as.No s qu haces junto a mderribado con tu leo:Yo no s si ha sido un sueoo si es verdad que te vi.
Y yo caigo una, dos, tres...Y otra vez ms... Y otra... Y tantas...Siempre tus espaldas santasme sirvieron de pavs.Ahora siento bien cul esla razn de tus cadas:S; porque nuestras vencidasalmas no te tengan miedo,caes, oh, humilde remedo,y a abrazarte las convidas.
DCIMA ESTACIN
Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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Ya desnudan al que vistea las rosas y a los lirios:martirio entre los martiriosy entre las tristezas triste.Qu sonrojo te reviste!Cmo tu rostro demudasante aquellas manos rudasque te arrancan los vestidosde sangre y sudor teidossobre tus carnes desnudas!
Bella leccin de pudoresla que en este trance dictas:tus candideces invictascoloridas de rubores.T que has teido las floresde tintas tan sonrosadas,que en las castas alboradaslas nubes vistes de oro,ay, devulveme el tesorode mis flores marchitadas.
UNDCIMA ESTACIN
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Por fin en la Cruz te acuestas:Te abren una y otra mano,y un pie y otro soberano,y a todo, manso, te prestas.Luego, entre Dimas y Gestas,desencajado por cruelesdistorsiones de cordeles,te clavan crucificado,y te punzan el costado,y te refrescan de hieles.
Y que esto llegue es preciso;y as todo se consuma.Y a la carga que te abrumael cuello inclinas sumiso.Conmigo en el parasosers hoy, al buen ladrnprometes, tierna leccinla de tus palabras ciertas:Toma mis manos abiertas.Toma mis pies, tuyos son.
DUODCIMA ESTACIN
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Al pie de la Cruz, Maraest con la Magdalenay aquel en quien en la cenasobre todos prefera.Ya, palmo a palmo, se enfrael dcil torso entreabierto.Ya pende el cadver yerto,como de la rama el fruto:Cbrete, cielo, de lutoporque ya la Vida ha muerto!
Profundo misterio: El Hijodel hombre, el que era la Luzy la Vida, muere en cruz,y en una Cruz, Crucifijo.Ya desde ahora te elijomi modelo en el estrechotrnsito. Baja a mi lechoel da que yo me muera,y que mis manos de cerate estrechen sobre mi pecho.
PENLTIMA ESTACIN
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He aqu , helados, cristalinos,sobre el virginal regazo,muertos ya para el abrazo,aquellos miembros divinos.Huyeron los asesinos.Qu soledad sin colores!No llores, Madre, no llores...Cmo lloraba Mara!La llaman desde aquel dala Virgen de los Dolores.
Quin fue el escultor que pudodar morbidez al marfil?Quin apur su burilen el prodigio desnudo?Yo, Madre ma, fui el rudoartfice, fui el profanoque model con mi manoese triunfo de la muertesobre el cual tu piedad vierteclidas perlas en vano.
LTIMA ESTACIN
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Fue un Jos el primer varnque a Jess tuvo en sus brazos,y otro Jos, en tiernos lazos,le estrecha de compasin.Con grave, infinita uncin,el sagrado cuerpo baja,y en un lienzo le amortaja.Luego le da sepultura;y una piedra en la aberturade la roca viva encaja.
Como pstuma jornadade tu va de amargura,admiro en la sepulturatu heroica carne sellada.Seor, ya no queda nadapor hacer. Seor, permiteque humildemente te imite;que contigo viva y muera;y, en luz no perecedera,que, como T, resucite.
Etiquetas: Cuaresma,
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Oracin cristiana: Va Crucis - Gerardo Diego
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form1:
q:
input2:
Editorial CEPSA EL VA CRUCIS 2011
1
OFRECEMOS NUESTRO HUMILDE APORTE PARA
TODOS LOS PIADOSOS SEGUIDORES DE LA
PASIN DE JESS, Y QUE AL PEDIR EN ELLA LA
PURIFICACIN DE NUESTRO MUNDO Y DE
NOSOTROS MISMOS.
EN ESTE ESFUERZO EDITORIALCEPSA LES
OFRECE TRES DOCUMENTOS.
- EL VIA CRUCIS HECHO JUAN PABLO II EN EL AO 2000.
- EL VA CRUCIS EN VERSION FRANCISCANA - Y EL POEMA DEL VA CRUCIS HECHO POR EL
POETA ESPAOL GERARDO DIEGO.
ESPERAMOS QUE LOS DISFRUTEN
Editorial CEPSA EL VA CRUCIS 2011
2
El Va crucis es una devocin centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se
meditan y contemplan caminando y detenindose en las estaciones que, del Pretorio al
Calvario, representan los episodios ms notables de la Pasin.
La difusin del ejercicio del Va crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana.
Pero no fue San Francisco quien lo instituy tal como lo conocemos, si bien el
Pobrecillo de Ass acentu y desarroll grandemente la devocin a la humanidad de
Cristo y en particular a los misterios de Beln y del Calvario, que culminaron en su
experiencia mstica en la estigmatizacin del Alverna; ms an, San Francisco compuso
un Oficio de la Pasin de marcado carcter bblico, que es como un va crucis
franciscano, y que rezaba a diario, enmarcando cada hora en una antfona dedicada a la
Virgen. En todo caso, fue la Orden francisana la que, fiel al espritu de su fundador,
propag esta devocin, tarea en la que destac especialmente San Leonardo de Porto
Maurizio.
El Va crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o
episodio de la Pasin del Seor. A veces se aade una decimaquinta, dedicada a la
resurreccin de Cristo. En la prctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un
ncleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradicin
cristiana, que propone a la meditacin y contemplacin uno de los momentos
importantes de la Pasin de Jess. Puede seguirle la exposicin del acontecimiento
propuesto o la predicacin sobre el mismo, as como la meditacin silenciosa. Ese
ncleo central suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, segn las
costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales. En la
prctica comunitaria del Va crucis, al principio y al final, y mientas se va de una
estacin a otra, suelen introducirse cantos adecuados.
Aqu ofrecemos el Va crucis con textos e imgenes que ayuden a meditar y contemplar
los excesos del amor de Cristo. Los fieles y las comunidades sabrn escoger lo que
les sea ms til en sus circunstancias y lo que mejor les ayude a seguir a Cristo,
acompaando a Mara y acompaados de ella.
Editorial CEPSA EL VA CRUCIS 2011
3
Via Crucis Texto de las meditaciones escritas en el ao 2000 por
Juan Pablo II
ORACION INICIAL.
Si alguno quiere venir en pos de m, niguese as mismo, tome su cruz y sgame (Mt 16,24).
Viernes Santo por la tarde. Desde hace veinte siglos, la Iglesia se rene esta tarde para recordar y revivir los
acontecimientos de la ltima etapa del camino terreno del Hijo de Dios. Hoy, como
cada ao, la Iglesia que est en Roma se congrega en el Coliseo para seguir las
huellas de Jess que, cargando con su cruz, sali hacia el lugar llamado Calvario,
que en hebreo se flama Glgota (Jn 19, 17).
Estamos aqu, conscientes de que el Via crucis del Hijo de Dios no fue simplemente
el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del Condenado, cada
gesto o palabra suya, as como lo que han visto y hecho todos aquellos que han
tomado parte este, drama, nos hablan continuamente. En su pasin y en su muerte, Cristo nos revela tambin la verdad sobre Dios y
sobre el hombre.
En este ao jubilar queremos reflexionar con particular intensidad sobre el
contenido de aquellos acontecimientos, para que nos hablen con renovado vigor a
la mente y al corazn, y sean as origen de la gracia de una autntica participacin.
Participar significa tener parte. Qu quiere decir tener parte en la cruz de Cristo? Quiere decir experimentar en el Espritu Santo el amor que esconde tras de s la
cruz de Cristo. Quiere decir reconocer, a la luz de este amor, la propia cruz. Quiere decir cargarla sobre la propia espalda y, movidos cada vez ms por este
amor, caminar... Caminar a travs de la vida, imitando a Aquel que soport la cruz sin miedo a la
ignominia y est sentado a la diestra del trono de Dios (Hb 12, 2).
Oremos.
Seor Jesucristo,
colma nuestros corazones con la luz de tu Espritu Santo, para que, siguindote en
tu ltimo camino,sepamos cul es el precio de nuestra redencin y seamos dignos
de participar en los frutos de tu pasin, muerte y resurreccin.
T que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amn.
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PRIMERA ESTACIN:
JESS ES CONDENADO A MUERTE.
Eres t el Rey de los judos? (Jn 18, 33)
Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habra
combatido para que no fuese entregado a los judos: pero mi Reino no es de aqu (Jn 18, 36).
Entonces Pilato le dijo: Luego, t eres Rey?.
Respondi Jess: S, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi
voz. Le dice Pilato: Qu es la verdad?
Con esto, el procurador romano consider terminado el interrogatorio.
Volvi a salir donde los judos y les dijo: Yo no encuentro ningn delito en l (cf. Jn 18, 37-38)
El drama de Pilato se oculta tras la pregunta: qu es la verdad?.
No era una cuestin filosfica sobre la naturaleza de la verdad, sino una pregunta
existencial sobre la propia relacin con la verdad. Era un intento de escapar a la voz
de la conciencia, que ordenaba reconocer la verdad y seguirla. El hombre que no se
deja guiar por la verdad, llega a ser capaz incluso de emitir una sentencia de condena de un inocente.
Los acusadores intuyen esta debilidad de Pilato y por eso no ceden. Reclaman con
obstinacin la muerte en cruz. La decisiones a medias, a las que recurre Pilato, no
le sirven de nada. No es suficiente infligir al acusado la pena cruel de la flagelacin.
Cuando el Procurador presenta a la muchedumbre a un Jess flagelado y coronado
de espinas, parece como si con ello quisiera decir algo que, a su entender, debera
doblegar la intransigencia de la plaza. Sealando a Jess, dice: Ecce homo!. Aqu tenis al hombre.
Pero la respuesta es: Crucifcalo, crucifcalo!.
Pilato intenta entonces negociar: Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo
ningn delito encuentro en l (cf. Jn 19, 5-7).
Est cada vez ms convencido de que el imputado es inocente, pero esto no le
basta para emitir una sentencia absolutoria. Entonces, los acusadores recurren a un
argumento decisivo: Si sueltas a se, no eres amigo del Csar; todo el que se
hace rey se enfrenta al Csar. (Jn 19, 12). Es una amenaza muy clara. Intuyendo
el peligro, Pilato cede definitivamente y emite la sentencia, si bien con el gesto
ostentoso de lavarse las manos: Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros
veris (Mt 27, 24). As fue condenado la muerte en cruz Jess, el Hijo de Dios vivo, el Redentor del mundo.
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A lo largo de los siglos, la negacin de la verdad ha generado sufrimiento y muerte.
Son los inocentes los que pagan el precio de la hipocresa humana. No bastan
decisiones a medias. No es suficiente lavarse las manos. Queda siempre la
responsabilidad por la sangre de los inocentes. Por ello Cristo implor con tanto
fervor por sus discpulos de todos los tiempos: Padre, Santificalos en la verdad: tu
Palabra es verdad (Jn 17, 17).
ORACION
Cristo, qu aceptas una condena injusta, concdenos, a nosotros y a los hombres
de todos los tiempos,
la gracia de ser fieles a la verdad y no permitas que caiga sobre nosotros y sobre
los que vendrn despus de nosotros el peso de la responsabilidad por el sufrimiento de los inocentes.
A ti, Jess, Juez justo, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R/.Amn.
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SEGUNDA ESTACIN:
JESS CARGA CON LA CRUZ A CUESTAS.
La cruz. Instrumento de una muerte infame.
No era lcito condenar a la muerte en cruz a un ciudadano romano: era demasiado
humillante. Pero el momento en que Jess de Nazaret carg con la cruz para
llevarla al Calvario. marc un cambio en la historia de la cruz. De ser signo de
muerte infame, reservada a las personas de baja categora, se convierte en llave
maestra. Con su ayuda, de ahora en adelante, el hombre abrir la puerta de las
profundidades del misterio de Dios. Por medio de Cristo, que acepta la cruz, instrumento del propio despojo, los hombres sabrn que Dios es amor.
Amor inconmensurable: Porque tanto am Dios al mundo que dio a su Hijo nico,
para que todo el que crea en l no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3, 16).
Esta verdad sobre Dios se ha revelado a travs de la cruz. No poda revelarse de
otro modo?
Tal vez s. Sin embargo, Dios ha elegido la cruz. El Padre ha elegido la cruz para su
Hijo, y el Hijo la ha cargado sobre sus hombros, la ha llevado hasta al monte
Calvario y en ella ha ofrecido su vida. En la cruz est el sufrimiento, en la cruz
est la salvacin, en la cruz hay una leccin de amor. Oh Dios, quien te ha
comprendido una vez, ya no desea ni busca ninguna otra cosa (Canto cuaresmal polaco) La Cruz es signo de un amor sin lmites.
ORACION
Cristo, que aceptas la cruz de las manos de los hombres para hacer de ella un signo
del amor salvfico de Dios por el hombre, concdenos, a nosotros y a los hombres
de nuestro tiempo la gracia de la fe en este infinito amor, para que, transmitiendo
al nuevo milenio el signo de la cruz, seamos autnticos testigos de la Redencin. A ti. Jess, Sacerdote y Vctima, alabanza y gloria por los siglos de los siglos
R/.Amn.
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TERCERA ESTACIN:
JESS CAE POR LA PRIMERA VEZ
Dios carg sobre l los pecados de todos nosotros (cf. Is 53, 6).
Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno march por su camino, y el Seor
descarg sobre l la culpa de todos nosotros (Is 53, 6).
Jess cae bajo el peso de la cruz. Suceder tres veces durante el camino
relativamente corto de la va dolorosa. Cae por agotamiento. Tiene el cuerpo
ensangrentado por la flagelacin, la cabeza coronada de espinas Le faltan las fuerzas.Cae, pues, y la cruz lo aplasta con su peso contra la tierra.
Hay que volver a las palabras del profeta, que siglos antes ha previsto esta cada,
casi como si la estuviera viendo con sus propios ojos: ante el Siervo del Seor,
entierra bajo el peso de la cruz, manifiesta el verdadero motivo de la cada: Dios
carg sobre l los pecados de todos nosotros.Han sido los pecados los que han
aplastado contra la tierra al divino Condenado. Han sido ellos los que determinan el peso de la cruz que l lleva a sus espaldas.
Han sido los pecados los que han ocasionado su cada.Cristo se levanta a duras penas para proseguir el amino.
Los soldados que lo escoltan intentan instigarle con gritos y golpes. Tras un momento, el cortejo prosigue.
Jess cae y se levanta.
De este modo, el Redentor del mundo se dirige sin palabras a todos los que caen.
Les exhorta a levantarse.
El mismo que, sobre el madero, llev nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que,
muertos a nuestros pecados, viviramos para la justicia; con cuyas heridas habis
sido curados (1 Pe 2, 24).
ORACION
Cristo, que caes bajo el peso de nuestras culpas y te levantas para nuestra
justificacin,
te rogamos que ayudes a cuantos estn bajo el peso del pecado a volverse a poner
en pie y reanudar el camino. Danos la fuerza del Espritu, para llevar contigo la cruz de nuestra debilidad.
A ti, Jess, aplastado por el peso de nuestras culpas, nuestro amor y alabanza por
los siglos de los siglos R/.Amn.
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CUARTA ESTACIN:
JESS ENCUENTRA A SU MADRE.
No temas, Mara, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirs en tu
vientre y dars a luz un hijo, y le pondrs por nombre Jess. Ser grande, se
llamar Hijo del Altsimo, el Seor Dios le dar el trono de David, su padre, reinar sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendr fin (Lc 1,30-33).
Mara recordaba estas palabras. Las consideraba a menudo en la intimidad de su
corazn.
Cuando en el camino hacia la cruz encontr a su Hijo, quizs le vinieron a la mente precisamente estas palabras. Con una fuerza particular.
Reinar.... Su reino no tendr fin, haba dicho el mensajero celestial.
Ahora, al ver que su Hijo, condenado a muerte, lleva la cruz en la que habra de
morir, podra preguntarse, humanamente hablando: Cmo se cumplirn aquellas
palabras? De qu modo reinar en la casa de David?
Cmo ser que su reino no tendr fin?
Son preguntas humanamente comprensibles.
Mara, sin embargo, recuerda que tiempo atrs, al or el anuncio del ngel, haba
contestado:
Aqu est la esclava del Seor; hgase en m segn tu palabra (Lc 1,38).
Ahora ve que aquellas palabras se estn cumpliendo como palabra de la cruz.
Porque es madre, Mara sufre profundamente. No obstante, responde tambin
ahora como respondi entonces, en la anunciacin: Hgase en m segn tu palabra.
De este modo, maternalmente, abraza la cruz junto con el divino Condenado.
En el camino hacia la cruz. Mara se manifiesta como Madre del Redentor del mundo.
Vosotros, todos los que pasis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante
al dolor que me atormenta (Lm 1,12).
Es la Madre Dolorosa la que habla, la Sierva obediente hasta el final, la Madre del Redentor del inundo.
ORACION
Oh Mara, t que has recorrido el camino de la cruz junto con tu Hijo, quebrantada
por el dolor en tu corazn de madre, pero recordando siempre el fiat e
ntimamente confiada en que Aqul para quien ada es imposible cumplira sus
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promesas, suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la
gracia del abandono en el amor de Dios. Haz que, ante el sufrimiento, cl rechazo y
la prueba, por dura y larga que sea, jams dudemos de su amor. A Jess, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/.Amn.
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QUINTA ESTACIN:
SIMN DE CIRENE LLEVA LA CRUZ DE JESS.
Obligaron a Simn (cf. Mt 15, 21).
Los soldados romanos lo hicieron temiendo que el Condenado, agotado, no lograra
llevar la cruz hasta el Glgota. No habran podido ejecutar en l la sentencia, de la crucifixin.
Buscaban a un hombre que lo ayudase a llevar la cruz.
Su mirada se detuvo en Simn. Lo obligaron a cargar aquel peso. Se puede uno
imaginar que l no estuviera de acuerdo y se opusiera. Llevar la cruz junto con un
condenado poda considerarse un acto ofensivo de la dignidad de un hombre libre.
Aunque de mala gana, Simn tom la cruz para ayudar a Jess.
En un canto de cuaresma se escuchan estas palabras: Bajo el peso de la cruz
Jess acoge al Cireneo. Son palabras que dejan entrever un cambio total de
perspectiva: el divino Condenado aparece como alguien que, en cierto modo, hace
don de la cruz. Acaso no fue El quien dijo: El que no toma su cruz y me sigue
detrs no es digno de m? (Mt 10,38).
Simn recibe un don.
Se ha hecho digno de l.
Lo que a los ojos de la gente poda ofender su dignidad, en la perspectiva de la
redencin, en cambio, le ha otorgado una nueva dignidad. El Hijo de Dios le ha convertido, de manera singular, en copartcipe de su obra salvfica.
Simn, es consciente de ello?
El evangelista Marcos identifica a Simn de Cirene como padre de Alejandro y de
Rufo (15, 21). Si los hijos de Simn de Cirene eran conocidos en la primitiva
comunidad cristiana, se puede pensar tambin l haya credo en Cristo,
precisamente mientras llevaba la cruz. Pas libremente de la constriccin a la disponibilidad, como si hubieran llegado a su corazn aquellas palabras:
El que no lleva su cruz conmigo, no es digno de m.
Llevando la cruz, fue introducido en el conocimiento del evangelio de la cruz.
Desde entonces este evangelio habla a muchos, a innumerables cireneos, llamados a lo largo de la historia a llevar la cruz junto con Jess.
ORACION
Cristo, que has concedido a Simn de Cirene la dignidad de llevar tu cruz, acgenos
tambin a nosotros bajo su peso, acoge a todos los hombres y concede a cada uno
la gracia de la disponibilidad. Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes
estn oprimidos por la cruz de la enfermedad, de la soledad, el hambre y de la
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injusticia. Haz que, llevando las cargas los unos de los otros, seamos testigos del
vangelio de la cruz y testigos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/.Amn.
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SEXTA ESTACION:
LA VERNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESS
La Vernica no aparece en los Evangelios. No se menciona este nombre, aunque se
citan los nombres de diversas mujeres que aparecen junto a Jess. Puede ser,
pues, que este nombre exprese ms bien lo que esa mujer hizo. En efecto, segn la
tradicin, en el camino del calvario una mujer se abri paso entre los soldados que
escoltaban a Jess y enjug con un velo l sudor y la sangre del rostro del Seor.
Aquel rostro qued impreso en el velo; un reflejo fiel, un verdadero icono. A eso
se referira el nombre mismo de Vernica. Si es as, este nombre, que ha hecho
memorable el gesto de aquella mujer, expresa mismo tiempo la ms profunda verdad sobre ella.
Un da, ante la crtica de los presentes, Jess defendi a una mujer pecadora que
haba derramado aceite perfumado sobre sus pies y los haba enjugado con. sus
cabellos. A la objecin que se le hizo en aquella circunstancia, respondi: Por qu
molestis a esta mujer? Pues una obra buena ha hecho conmigo (...). Al derramar
este ungento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho (Mt
26,10.12). Las mismas palabras podran aplicarse tambin a la Vernica.Se
manifiesta as la profunda elocuencia de este episodio.El Redentor del mundo da a
Vernica una imagen autntica de su rostro.
El velo, sobre el que queda impreso el rostro de Cristo, es un mensaje para
nosotros. En cierto modo nos dice: He aqu cmo todo acto bueno, todo gesto de
verdadero amor hacia el prjimo aumenta en quien lo realiza la semejanza con el Redentor del mundo.
Los actos de amor no pasan. Cualquier gesto de bondad, de comprensin y de
servicio deja en el corazn del hombre una seal indeleble, que lo asemeja un poco
ms a Aqul que se despoj de s mismo tomando condicin de siervo (Flp 2,7).
As se forma la identidad, el verdadero nombre del ser humano.
ORACION
Seor Jesucristo, t que aceptaste el gesto desinteresado de amor de una mujer y,
a cambio, has hecho que las generaciones la recuerden con el nombre de tu rostro,
haz que nuestra obras, y las de todos los que vendrn despus de nosotros, nos
hagan semejantes a ti y dejen al mundo el reflejo de tu infinito amor. Para ti, Jess, esplendor de la gloria del Padre, alabanza y gloria por los siglos.
R/.Amn.
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SPTIMA ESTACIN:
JESS CAE POR SEGUNDA VEZ
Y yo gusano, que no hombre, vergenza del vulgo, asco del pueblo (Sal 22[21]
11,7). Vienen a la mente estas palabras del salmo mientras contemplamos a Jess,
que cae por segunda vez bajo la cruz.
En el polvo de la tierra est el Condenado. Aplastado por el peso de su cruz. Cada
vez ms le fallan sus fuerzas. Pero, aunque con gran esfuerzo, se levanta para
seguir el camino:Qu nos dice a nosotros, hombres pecadores, esta segunda
cada? Ms an que de la primera, parece exhortarnos a levantarnos, levantarnos
otra vez en nuestro camino de la cruz. Cyprian Norwid escribe: No detrs de s
mismos con la cruz del Salvador, sino detrs del Salvador con la propia cruz.
Sentencia breve pero que dice mucho. Explica en qu sentido el cristianismo es la
religin de la cruz.Deja entender que cada hombre encuentra en este mundo a
Cristo que lleva la cruz y cae bajo su peso.A su vez, Cristo, en el camino del
Calvario, encuentra a cada hombre y, cayendo bajo el peso de la cruz, no deja de
anunciar la buena nueva.
Desde hace dos mil aos el evangelio de la cruz habla al hombre.Desde hace veinte
siglos Cristo, que se levanta de la cada, encuentra al hombre que cae. A lo largo de
estos dos milenios, muchos han experimentado que la cada no significa el final del
camino. Encontrando al Salvador, se han sentido sosegados por l: Te basta mi
gracia: la fuerza se realiza en la debilidad (2 Co 12,9). Se han levantado
confortados y han transmitido al mundo la palabra de la esperanza que brota de la
cruz. Hoy, cruzado el umbral del nuevo milenio, estamos llamados a profundizar el
contenido de este encuentro. Es necesario que nuestra generacin lleve a los siglos venideros la buena nueva de nuestro volver a levantarnos en Cristo.
ORACION
Seor Jesucristo, que caes bajo el peso del pecado del hombre y te levantas para
tomarlo sobre ti y borrarlo, concdenos a nosotros, hombres dbiles, la fuerza de
llevar la cruz de cada da y de levantarnos de nuestras cadas, para llevar a las
generaciones que vendrn el Evangelio de tu poder salvfico. A ti, Jess, soporte de nuestra debilidad, la alabanza y la gloria por los siglos.
R/.Amn.
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OCTAVA ESTACION:
JESS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALN
Hijas de Jerusaln, no lloris por m; llorad ms bien por vosotras y por vuestros
hijos. Porque llegarn das en que se dir: Dichosas las estriles, las entraas que
no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrn a decir a los
montes: Caed sobre nosotros! Y a las colinas: Cubridnos! Porque si en el leo
verde hacen esto, en el seco qu se har? (Lc 23, 28-3 1)
Son las palabras de Jess a las mujeres, que lloraban mostrando compasin por el
Condenado. No lloris por m; llorad ms bien por vosotras y por vuestros hijos.
Entonces era verdaderamente difcil entender el sentido de estas palabras.
Contenan una profeca que pronto habra de cumplirse. Poco antes, Jess haba
llorado por Jerusaln, anunciando la horrenda suerte que le iba a tocar. Ahora, l
parece remitirse a esa prediccin: Llorad por vuestros hijos.... Llorad, porque
ellos, precisamente ellos, sern testigos y partcipes de la destruccin de Jerusaln,
de esa Jerusaln que no ha sabido reconocer el tiempo de la visita (Lc 19,44). Si,
mientras seguimos a Cristo en el camino de la cruz, se despierta en nuestros
corazones la compasin por su sufrimiento, no podemos olvidar esta advertencia.
Si en el leo verde hacen esto, en el seco qu se har?.
Para nuestra generacin, que deja atrs un milenio, ms que de llorar por Cristo
martirizado, es la hora de reconocer el tiempo de la visita. Ya resplandece la
aurora de la resurreccin. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el da de salvacin (2 Co 6, 2).
Cristo dirige a cada uno de nosotros estas palabras del Apocalipsis: Mira que estoy
a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entrar en su casa y
cenar con l y l conmigo. Al vencedor le conceder sentarse conmigo en mi trono, como yo tambin venc y me sent con mi Padre en su trono (3, 20-2 1).
ORACION
Cristo, que has venido a este mundo para visitar a todos los que esperan la
salvacin, haz que nuestra generacin reconozca el tiempo de tu visita y tenga
parte en los frutos de tu redencin. No permitas que por nosotros y por los
hombres del nuevo siglo se tenga que llorar porque hayamos rechazado la mano
del Padre misericordioso. A ti, Jess, nacido de la Virgen, Hija de Sin, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R/.Amn
.
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NOVENA ESTACION:
JESS CAE POR TERCERA VEZ
Cristo se desploma de nuevo a tierra bajo el peso de la cruz. La muchedumbre que
observa, est curiosa por saber si an tendr fuerza para levantarse. San Pablo
escribe: El cual, siendo de condicin divina, no retuvo vidamente el ser igual a
Dios. Sino que se despoj de s mismo tomando condicin de siervo hacindose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humill a s mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz? (Flp 2,6-8).
La tercera cada parece manifestar precisamente esto: El despojo, la kenosis del
Hijo de Dios, la humillacin bajo la cruz: Jess haba dicho a los discpulos que
haba venido no para ser servido, sino para servir (cf. Mt 20,28).
En el Cenculo, inclinndose en tierra y lavndoles los pies, parece como si hubiera
querido habituarlos a esta humillacin suya. Cayendo a tierra por tercera vez en el
camino de la cruz, de nuevo proclama
a gritos su misterio. Escuchemos su voz! Este condenado, en tierra, bajo el peso
de la cruz, ya en las cercanas del lugar del suplicio, nos dice: Yo soy el camino, la
verdad y la vida (Jn 14, 6). El que me siga no caminar en la oscuridad, sino que tendr la luz de la vida (Jn 8, 12).
Que no nos asuste la vista de un condenado que cae a tierra extenuado bajo la
cruz.
Esta manifestacin externa de la muerte, que ya se acerca, esconde en s misma la luz de la vida.
ORACION
Seor Jesucristo, que por tu humillacin bajo la cruz has revelado al mundo el
precio de su redencin, concede a los hombres del tercer milenio la luz de la fe,
para que reconociendo en ti al Siervo sufriente de Dios y del hombre, tengamos la
valenta de seguir el mismo camino, que a travs de la cruz y el despojo, lleva a la
vida que no tendr fin. A ti, Jess, apoyo en nuestra debilidad, honor y gloria por
los siglos. R/. Amn.
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DCIMA ESTACION:
JESS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS, LE DAN A BEBER HIEL Y
VINAGRE.
Despus de probarlo, no quiso beberlo (Mt 27,34). No quiso calmantes, que le
habran nublado la conciencia durante la agona. Quera agonizar en la cruz
conscientemente, cumpliendo la misin recibida del Padre. Esto era contrario a los
mtodos usados por los soldados encargados de la ejecucin. Debiendo clavar en la
cruz al condenado, trataban de amortiguar su sensibilidad y consciencia. En el caso
de Cristo no poda ser as. Jess sabe que su muerte en la cruz debe ser un
sacrificio de expiacin. Por eso quiere mantener despierta la consciencia hasta el
final. Sin sta no podra aceptar, de un modo completamente libre, la plena medida del sufrimiento.
En efecto, l debe subir a la cruz para ofrecer el sacrificio d la Nueva Alianza. l es
Sacerdote. Debe entrar mediante su propia sangre en la morada eterna, despus
de haber realizado la redencin del mundo (cf. Hb 9, 12).
Consciencia y libertad: son los requisitos imprescindibles del actuar plenamente
humano. El mundo conoce tantos medios para debilitar la voluntad y. ofuscar la
consciencia. Es necesario defenderlas celosamente de todas las violencias. Incluso
el esfuerzo legtimo por atenuar el dolor debe realizarse siempre respetando la
dignidad humana.
Hay que comprender profundamente el sacrificio de Cristo, es necesario unirse a l para o rendirse, para no permitir que la vida y la muerte pierdan su valor.
ORACION
Seor Jess, que con total entrega has aceptado la muerte de cruz por nuestra
salvacin,haznos a nosotros y a todos los hombres del mundo partcipes de tu
sacrificio en la cruz, para que nuestro existir y nuestro obrar tengan la forma de
una participacin libre y consciente en tu obra de salvacin. A ti, Jess, sacerdote y vctima, honor y gloria por los siglos.
R/.Amn.
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DECIMOPRIMERA ESTACIN:
JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Han taladrado mis manos y mis pies, puedo contar todos mis huesos (Sal 21
[22], 17-18). Se cumplen las palabras del profeta. Comienza la ejecucin. Los
golpes de los soldados aplastan contra el madero de la cruz las manos y los pies del
condenado. En las muecas de las manos, los clavos penetran con fuerza. Esos
clavos sostendrn al condenado entre los indescriptibles tormentos de la agona.
En su cuerpo y en su espritu de gran sensibilidad. Cristo sufre lo indecible. Junto a
l son crucificados dos verdaderos malhechores, uno a su derecha y el otro a su
izquierda. Se cumple as la profeca: con los rebeldes fue contado (Is 53,12).
Cuando los soldados levanten la cruz, comenzar una agona que durar tres horas.
Es necesario que se cumpla tambin esta palabra: Y yo cuando sea levantado de
la tierra, atraer a todos hacia m (Jn 12, 32). Qu es lo que atrae de este
condenado agonizante en la cruz? Ciertamente, la vista de un sufrimiento tan
intenso despierta compasin. Pero la compasin es demasiado poco para mover a unir la propia vida a Aqul que est suspendido en la cruz.
Cmo explicar que, generacin tras generacin, esta terrible visin haya atrado a
una multitud incontable de personas, que han hecho de la cruz el distintivo de su
fe? De hombres y mujeres que durante siglos han vivido y dado la vida mirando
este signo?
Cristo atrae desde la cruz con la fuerza del amor, del Amor divino, que ha llegado
hasta el don total de s mismo; del Amor infinito, que en la cruz ha levantado de la
tierra el peso del cuerpo de Cristo, para contrarrestar el peso de la culpa antigua;
del Amor ilimitado, que ha colmado toda ausencia de amor y ha permitido que el
hombre nuevamente encuentre refugio entre los brazos del Padre misericordioso.
Que Cristo elevado en la cruz nos atraiga tambin a nosotros, hombres y mujeres
del nuevo milenio! Bajo la sombra de la cruz, vivimos en el amor como Cristo nos am y se entreg por nosotros como oblacin y vctima de suave aroma (Ef 5,2).
ORACION
Cristo elevado, Amor crucificado, llena nuestros corazones de tu amor, para que
reconozcamos en tu cruz el signo de nuestra redencin y, atrados por tus heridas,
vivamos y muramos contigo, que vives y reinas con el Padre y el Espritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.
R/.Amn.
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DECIMOSEGUNDA ESTACION:
JESS MUERE EN LA CRUZ
Padre, perdnalos porque no saben lo que hacen (Lc 23,34). En el culmen de la
Pasin, Cristo no olvida al hombre, no olvida en especial a los que son la causa de
su sufrimiento. El sabe que el hombre. ms que de cualquier otra cosa, tiene
necesidad de amor: tiene necesidad de la misericordia que en este momento se
derrama en el mundo.
Yo te aseguro: hoy estars conmigo en el paraso (Lc 23,43). As responde Jess
a la peticin del malhechor que estaba a su derecha: Jess, acurdate de m
cuando ests en tu Reino (Lc 23,42) La promesa de una nueva vida. Este es el
primer fruto de la pasin y de la inminente muerte de Cristo. Una palabra de
esperanza para el hombre.
A los pies de la cruz estaba la madre, y a su lado el discpulo, Juan evangelista.
Jess dice: Mujer, ah tienes a tu hijo. Luego dice al discpulo: Ah tienes a tu
madre (Jn 19,26-27). Y desde aquella hora el discpulo la acogi en su casa (Jn
19,27). Es el testamento para las personas que ms amaba. El testamento para la
Iglesia. Jess al morir quiere que el amor maternal de Mara abrace a todos por los que l da la vida, a toda la humanidad.
Poco despus, Jess exclama: Tengo sed (Jn 19,28). Palabra que deja ver la sed
ardiente que quema todo su cuerpo.Es la nica palabra que manifiesta
directamente su sufrimiento fsico.
Despus Jess aade: Dios mio, Dios mo! por qu me has abandonado? (Mt
27,46; cf. Sal 21 [22], 2); son las palabras del Salmo con el que Jess ora. La
frase, no obstante la apariencia, manifiesta su unin profunda con el Padre En los
ltimos instantes de su vida terrena, Jess dirige su pensamiento al Padre. El
dilogo se desarrollar ya slo entre el Hijo que muere y el Padre que acepta su
sacrificio de amor.
Cuando llega la hora de nona, Jess grita: Todo est cumplido! (Jn 19,30). Ha
llevado a cumplimiento la obra de la redencin. La misin, para la que vino a la
tierra, ha alcanzado su propsito.
Lo dems pertenece al Padre: Padre, a tus manos encomiendo mi espritu (Lc
23,46). Dicho esto, expir. El velo del Templo se rasg en dos... (Mt 27,51). El
santo de los santos en el templo de Jerusaln se abre en el momento en que entra el Sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza.
ORACIN
Seor Jesucristo, T que en el momento de la. agona no has permanecido
indiferente a la suerte del hombre y con tu ltimo respiro has confiado con amor a
la misericordia del Padre a los hombres y mujeres de todos los tiempos con sus
debilidades y pecados, llnanos a nosotros y a las generaciones futuras de tu
Espritu de amor, para que nuestra indiferencia no haga vanos en nosotros los
frutos de tu muerte. A ti, Jess crucificado, sabidura y poder de Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. R/.Amn.
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DECIMOTERCERA ESTACIN:
JESS ES BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A LA MADRE
Han devuelto a las manos de la Madre el cuerpo sin vida del Hijo. Los Evangelios no
hablan de lo que ella experiment en aquel instante. Es como si los Evangelistas,
con el silencio, quisieran respetar su dolor, sus sentimientos y sus recuerdos. O,
simplemente, como si no se considerasen capaces de expresarlos. Slo la devocin
multisecular ha conservado la imagen de la Piedad, grabando de ese modo en la
memoria del pueblo cristiano la expresin ms dolorosa de aquel inefable vnculo
de amor nacido en el corazn de la Madre el da de la anunciacin y madurado en la
espera del nacimiento de su divino Hijo. Ese amor se revel en la gruta de Beln,
fue sometido a prueba ya durante la presentacin en el. Templo, se profundiz con
los acontecimientos conservados y meditados en su corazn (cfr. Lc 2, 51). Ahora
este ntimo vnculo de amor debe transformarse en una unin que supera los confines de la vida y de la muerte.
Y ser as a lo largo de los siglos: los hombres se detienen junto a la estatua de la
Piedad de Miguel ngel, se arrodillan delante de la imagen de la Melanclica
Benefactora (Smetna Dobrodziejka) en la iglesia de los Franciscanos, en
Cracovia, ante la Madre de los Siete Dolores, Patrona de Eslovaquia; veneran a la
Dolorosa en tantos santuarios en todas las partes del mundo. De este modo
aprenden el
difcil amor que no huye ante el sufrimiento, sino que se abandona confiadamente a la ternura de Dios, para el cual nada es imposible (cf. Lc 1, 37).
ORACIN
Salve, Regina, Mater misericordiae; vita dulcedo el spes nostra, salve. Ad te
clamamus... illos tuos misericordes oculos ad nos converte et Iesum,
benedictumfructunz ventris tui, nobis post hoc exilium ostende. Alcnzanos la
gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad, para que tambin nosotros, como
t, sepamos perseverar bajo la cruz hasta al ltimo suspiro. A tu Hijo, Jess,
nuestro Salvador, con el Padre y el Espritu Santo, todo honor y toda gloria por los
siglos de los siglos
R/.Amn.
Editorial CEPSA EL VA CRUCIS 2011
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DECIMOCUARTA ESTACIN:
EL CUERPO DE JESS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Fue crucificado, muerto y sepultado.... El cuerpo sin vida de Cristo fue
depositado en el sepulcro. La piedra sepulcral, sin embargo, no es el sello definitivo
de su obra. La ltima palabra no pertenece a la falsedad, al odio y al atropello. La
ltima palabra ser pronunciada por el Amor, que es ms fuerte que la muerte.
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda l solo; pero si muere, da
mucho fruto ( Jn 12, 24). El sepulcro es la ltima etapa del morir de Cristo en el
curso de su vida terrena; es signo de su sacrificio supremo por nosotros y por
nuestra salvacin.
Muy pronto este sepulcro se convertir en el primer anuncio de alabanza y
exaltacin del Hijo de Dios en la gloria del Padre, Fue crucificado, muerto y
sepultado (....) al tercer da resucit de entre los muertos. Con la deposicin del
cuerpo sin vida de Jess en el sepulcro, a los pies del Glgota, la Iglesia inicia la
vigilia del Sbado Santo. Mara conserva en lo profundo de su corazn y medita la
pasin del Hijo;las mujeres se dan cita para la maana del da siguiente del sbado,
para ungir con aromas el cuerpo de Cristo; los discpulos se renen, ocultos en el
Cenculo, hasta que no haya pasado el sbado. Esta vigilia acabar con el
encuentro en el sepulcro, el sepulcro vaco del Salvador. Entonces el sepulcro,
testigo mudo de la resurreccin, hablar. La losa levantada, el interior vaco, las
vendas por tierra, ser lo que ver Juan, llegado al sepulcro junto con Pedro: Vio y
crey (Jn 20, 8). Y, con l, crey la Iglesia, que desde aquel momento no se cansa
de transmitir al mundo esta verdad fundamental de su fe: Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicia de todos los que han muerto (1 Co 15, 20).
El sepulcro vaco es signo de la victoria definitiva, de la verdad sobre la mentira, del
bien sobre el mal, de la misericordia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte. El
sepulcro vaco es signo de la esperanza que no defrauda (Rm 5, 5). Nuestra esperanza est llena de inmortalidad (Sb 3, 4).
ORACIN
Seor Jesucristo, que por el Padre, con la potencia del Espritu Santo, fuiste llevado
desde las tinieblas de la muerte a la luz de una nueva vida en la gloria, haz que el
signo del sepulcro vaco nos hable a nosotros y a las generaciones futuras y se
convierta en fuente viva de fe, de caridad generosa y de firmsima esperanza. A ti