Post on 04-Aug-2015
Humildad Psicólogo
Adán Domínguez
Admitimos que éramos impotentes ante el
alcohol, y que nuestras vidas se habían
vuelto ingobernables
Al principio sacrificamos al alcohol. Tuvimos que
hacerlo, o él hubiera acabado con nosotros. Pero no
podríamos liberarnos del alcohol si no hacíamos otros
sacrificios. La vanidad y la pomposa mentalidad tuvieron
que desaparecer. Tuvimos que echar por la ventana la
justificación propia, la autocompasión y la ira. Tuvimos
que retirarnos de la desatinada competencia por el
prestigio personal y los enormes saldos bancarios.
Tuvimos que asumir la responsabilidad por nuestro
lamentable estado y dejar de culpar a otros por ello.
¿Fueron aquellos realmente sacrificios? Sí, lo fueron.
Para obtener la humildad y el respeto propio, suficiente
siquiera para permanecer vivos, tuvimos que desechar
aquello que había sido nuestra más cara posesión:
nuestras ambiciones y nuestro ilegitimo orgullo.
“La verdad os hará libres”. Esto es algo que un AA
entiende muy bien, se libera de las cadenas del
alcohol, de sus conflictos y aflicciones cuando está
dispuesto a ver de frente la verdad acerca de sí mismo.
Con humildad, elige examinarse a sí mismo, a los
demás. Pero ¿Qué significa esta humildad?
Curiosamente es algo es algo que no parece brotar en
el ser humano hasta que se ve totalmente derrotado.
El logro de un mayor grado de humildad es
ciertamente la base de cada uno de los doce pasos de
AA, porque sin cierto grado de humildad, ningún
alcohólico podría conservarse sobrio.
Bill W.
La humildad es la herramienta fundamental para
la recuperación y, sin embargo, el carácter
alcohólico que ya hemos descrito parece carecer
por completo de ella. Es por esto que en AA se
habla tanto de que el alcohólico debe “tocar
fondo”, no como un castigo sino como camino
seguro para adquirir esta humildad necesaria.
A través del fracaso aprendemos la lección de
humildad que es necesaria, por dolorosa que
resulte.
La humildad puede resultar dolorosa al principio,
pero en realidad es una gran liberación. Sólo con
ella podremos liberarnos de la ambición, el orgullo,
la autojustificación, la autocompasión y la cólera.
Y digo liberarnos porque son cadenas que nos
arrastran. Sólo a través de la humildad podemos
darnos cuenta de que estas posesiones que tanto
valoramos y apreciábamos nos estaban
aniquilando; y al ser concientes de esta realidad,
podemos estar dispuestos a renunciar a ellas.
Toda nuestra querida filosofía de
autosuficiencia ha tenido que ser desechada.
La humildad significa un claro
reconocimiento de lo que en realidad somos
en lo que podríamos ser. Pero hacer esto no
es fácil. Cuando se hace un examen de las
propias fallas por primera vez, no todas
salen a la luz. Se requiere de una gran
honestidad y disposición para encontrar los
motivos ocultos de nuestras actitudes, como
la de juzgar a los demás para sentirnos
falsamente superiores a ellos y evitar
examinar nuestros propios defectos
Pero aún reconociendo las fallas, no es tan
fácil deshacerse de ellas. Cuando uno piensa
que ha superado cierta actitud, resulta que
ésta brinca de la nada y se apodera de
nosotros. Debemos también reconocer que
no s regocijamos con algunos de nuestros
defectos. La ira virtuosa puede ser muy
amena. Pero no podemos renunciar sólo a
una parte de nuestro orgullo y conservar
otra.
MI HISTORIAL, NO EL DE LOS DEMÁS
Pero no estamos hablando aquí de lograr un
acto de humildad, sino de conseguir el
estado de humildad, esto es, entender y
aceptar que todos los poderes físicos y
mentales dependen de un Poder Superior.
Este estado de humildad no tiene nada que
ver con la humillación, es un estado de
grandeza porque el individuo reconoce que
no es un ser independiente y está contenido
en el creador.
Una mejor percepción de la humildad inicia un
cambio revolucionario en la actitud. Nuestros ojos
empiezan abrirse para ver las inmensos valores que
han surgido del doloroso desinflamiento del ego.
Mientras poníamos en primer lugar la conciencia de
nosotros mismos, no era posible tener confianza
genuina en un Poder Superior. Uno de los
ingredientes básicos de la humildad es el deseo de
hacer la Voluntad de Dios, y este deseo conlleva la
confianza de que su Voluntad es perfecta.
La humildad perfecta sería la completa libertad de mí mismo,
libertad de todo lo que mis defectos de carácter exigen. La
humildad perfecta sería la buena voluntad para, a todas horas
y en todas partes, encontrar la Voluntad de Dios.
La humildad y el intelecto pueden ser compatibles, siempre que
coloquemos en primer término la humildad. El estado de
humildad es una forma de vida en la que nos vamos interesando
cada vez menos en nosotros mismos, en nuestros pequeños
proyectos y planes; y cada vez más nos vamos interesando en
ver que contribución podemos darle a la vida.
Mientras estuviéramos convencidos de que podamos vivir
exclusivamente a base de nuestra inteligencia y de nuestras fuerzas
individuales, sería imposible tener una fe operante en un Poder
Superior. Esto fue cierto hasta cuando creímos en la existencia de
Dios. En realidad, podíamos tener creencias religiosas fervorosas,
pero resultaban estériles porque todavía no creíamos en la existencia
de El.
Mientras poníamos en primer lugar la confianza en nosotros
mismos, no era posible tener confianza genuina en un Poder
Superior. Faltaba uno de los ingredientes básicos de la humildad: el
deseo de hacer la voluntad de Dios.
Bill W.
En AA se sabe que no es posible encontrar
una fortaleza duradera hasta que uno la
derrota totalmente. La admisión humilde
sobre la impotencia ante el alcohol es el
primer paso hacia la liberación de un poder
paralizante. De modo que al principio se
ve la humildad como una necesidad. Un
alcohólico en recuperación busca la
humildad en todos sus actos las 24 horas
porque la necesita. Sin embargo, esto
puede tomarle mucho tiempo; toda una
vida dirigida hacia el egocentrismo no
puede ser cambiada repentinamente.
Como todo camino espiritual, aquí se corre el peligro de caer en la
soberbia espiritual y la arrogancia en los que se pierde la tan
valiosa humildad. El individuo puede convertirse en maestro y
predicador, ser alguien superior que hará el favor, a los que no
saben, de darles sus conocimientos. En AA se sabe muy bien de
este peligro, y ésta es la razón principal del anonimato. Tal vez
muchos piensan que el anonimato se debe a un estado de
vergüenza, y al principio puede ser así, pero al percibir los
resultados del sistema, el cambio favorable en todos los aspectos
de la vida, uno puede olvidar que fue precisamente un Poder
Superior quien concedió todo, uno puede engañarse y creer que es
el héroe de la película, sentirse superior a los demás, investirse de
autoridad y caer en la trampa de la soberbia espiritual creyendo
que es “el elegido” de Dios. Entonces todo se derrumba, la
humildad ha desaparecido y la luz se apaga. Del mismo modo en
que el alcohólico había exagerado lo poco que había logrado con
la soberbia, ahora exagera sus logros y hasta presume de
humildad. El anonimato y su diario recordatorio cumple la
finalidad principal de alertar al alcohólico para que no se permita
caer en esta trampa terrible en la que se cae de muy alto.
Los alcohólicos somos los más grandes racionalistas del mundo; que
fortificados con la excusa de que estamos haciendo grandes cosas
por el bien de AA podemos, al romper el anonimato, continuar en
nuestra antigua y desastrosa búsqueda de poder, prestigio personal,
honores públicos y dinero, las mismas ambiciones implacables, que
cuando vimos frustradas una vez, nos condujeron a la bebida.
El Dr. Bob fue en esencia una persona más humilde que yo. En
algunos aspectos él tuvo una clase de espiritualidad “natural” y este
tema del anonimato lo entendió muy fácilmente. Cuando se supo con
seguridad que el Dr. Bob tenía una afección mortal, algunos de sus
amigos sugirieron que se erigiese un monumento o mausoleo en su
honor y en el de su esposa Anne, algo digno de su fundador y su
esposa. Contándome esto, el Dr. Bob se sonrió ampliamente y dijo:
“Dios los bendiga. Tienen buena intención. Pero por Dios Santo.
Bill, que nos entierren a ti y a mi como cualquier hijo de vecino”
Un año después de su muerte visité el cementerio de Akron donde
yacen el Dr. Bob y Anne. La lápida sencilla no dice ni una palabra
acerca de AA. Este ejemplo conmovedor y definitivo de modestia
tiene un valor mayor y más permanente para AA que cualquier
cantidad de promoción pública o cualquier grandioso monumento.