Post on 28-Dec-2015
1
Resistir a la Nakba Joseph Massad, profesor asociado de Historia Política Moderna del Mundo Arabe en la Universidad de Columbia, New York
1881 es la fecha exacta en que dio comienzo la colonización de Palestina un proceso, como todo el mundo sabe, que todavía no ha terminado. De manera que, por mucho que se intente presentar a los Palestinos como un pueblo post-Nakba, todos nosotros seguimos inmersos en ella. Lo que se está celebrando este año no es, en absoluto, una conmemoración sino el testimonio de que la Nakba es un proceso diseñado para destruir Palestina y a los palestinos, que sigue su marcha
Traducción: Pilar Salamanca Al-Ahram, Kana'an on line
Lo mas difícil de entender en la moderna historia de Palestina y de los palestinos es el
significado de la Nakba. ¿Es la Nakba un acontecimiento puntual que tuvo lugar, y terminó,
en 1948, o es algo más? ¿Qué significan los intentos políticos de cosificar la Nakba y
convertirla en un acontecimiento del pasado que se conmemora anualmente y ante cuyo
formidable simbolismo nos inclinamos? ¿Cuáles son los efectos de la Nakba, episodio
histórico que lamentamos pero que, en última instancia, terminamos aceptando como algo
perteneciente al pasado?
Me atrevo a sugerir que convertir la Nakba en un acontecimiento del pasado, en un hecho
consumado que no podemos sino aceptar, admitir y, finalmente trascender (por más que
sea cierto que para ir hacia delante no podemos sino dejar la Nakba atrás), es una
decisión que tiene también otras lecturas. Se ha llegado incluso a sugerir que si Israel
reconoce y pide perdón por la Nakba, los palestinos perdonarían y olvidarían y los efectos
2
de la Nakba que, a su vez, serían relegados a conmemoraciones históricas no muy
diferentes a las que han tenido lugar este año.
En mi opinión, el significado de la Nakba es completamente diferente y el esfuerzo por
limitarla este año a un 60 aniversario, constituye un grave error. Porque, en efecto, la
Nakba es mucho más antigua que esos 60 años y sigue además, a pleno rendimiento,
recorriendo la historia al tiempo que acumula sobre las espaldas del pueblo palestino más
y mayores calamidades cada día. Sostengo por tanto que la Nakba es un acontecimiento
que dura ya 127 años y que no ha terminado todavía. 1881 es la fecha exacta en que dio
comienzo la colonización de Palestina un proceso, como todo el mundo sabe, que todavía
no ha terminado. De manera que, por mucho que se intente presentar a los Palestinos
como un pueblo post-Nakba, todos nosotros seguimos inmersos en ella. Lo que se está
celebrando este año no es, en absoluto, una conmemoración sino el testimonio de que
la Nakba es un proceso diseñado para destruir Palestina y a los palestinos, que sigue su
marcha. Insisto por tanto, que este año no se conmemora el 60 aniversario de la Nakba
sino el año más que nos toca soportar su brutalidad; insisto también en que la historia de
la Nakba nunca fue un hecho histórico limitado solo a nuestro pasado sino, decididamente, la única y verdadera historia de nuestro presente.
El significado de NAKBA
Aunque la Nakba sea una palabra traducida al Inglés con el significado de catástrofe,
desastre o calamidad, estas traducciones no consiguen abarcar todas las ramificaciones y
matices de su significado en lengua árabe. La Nakba es un acto perpetrado por el
Sionismo y sus colaboradores contra Palestina y los Palestinos que ha convertido a este
pueblo en mankubin (1) Ni la lengua inglesa ni la española tienen una buena traducción
para esta palabra, a menos que la forcemos un poco para calificar a los palestinos como
“pueblo sometido a la catástrofe, a la calamidad”. Pero a diferencia del significado griego
de la palabra catástrofe que significa cataclismo producido por la Naturaleza o del latino
desastre, que significa accidente calamitoso que se produce cuando las estrellas no se
encuentran en el alineamiento correcto, Nakba es un acto de destrucción deliberada
ejercido sobre todo un país y su gente. La palabra fue acuñada por el intelectual árabe
Constantino Zureik en su breve libro AGOSTO 1948 acerca de una Nakba que se estaba
produciendo en el mismo momento en el que él se encontraba escribiendo aquellas
3
paginas, de la misma manera que se está produciendo ahora, en el mismo momento en
que yo escribo estas líneas.
Hay que decir también que, desde el primer momento, los Palestinos se resistieron a la
lógica racista y colonial de la Nakba, luchando contra los colonialistas, primero desde 1880
a1890 y, después, en 1910, 20, 30, 50, 60 y hasta nuestros días. Si la resistencia
palestina fue incapaz de prevenir la expulsión masiva de más de la mitad de su pueblo y
no pudo impedir tampoco el descarado robo de la mayor parte de sus tierras, tuvo sin
embargo más éxito por lo que se refiere a la derrota de la memoria oficial sionista. En
efecto, la memoria ha sido siempre un componente clave en la resistencia Palestina.
Cuando los palestinos insisten en nombrar a su país, a sus ciudades y sus pueblos con
sus nombres originales, no sólo están rechazando los vulgares nombres con los que el
Sionismo ha ido re-nombrando su tierra, sino que están construyendo una memoria
geográfica que Israel se ha empeñado en hacer desaparecer incluso, físicamente. La
crueldad sionista ha sido tal que, durante los 50 primeros años después su creación, Israel
ha seguido insistiendo no sólo en que los palestinos no existían como pueblo sino, ni
siquiera, como nombre y que incluso este nombre PALESTINOS no debería siquiera
pronunciarse.
Y es que para los sionistas, esta palabra funciona como una suerte de encantamiento que
tendría el poder de hacerlos desaparecer. No andan muy equivocados pues esta palabra,
en si misma, la mejor forma de resistencia contra la memoria oficial, se constituye a sí
misma en fuente de resistencia, tanto en la vida como en la cultura palestina, en su
identidad y en su sentido de la nacionalidad, cosas que Israel había creído erradicar para
siempre y cuya simple supervivencia constituye una amenaza para esa operación de la
memoria basada en la invención ficticia de una no-Palestina o de unos no-Palestinos.
La contra-memoria Palestina está en directa confrontación con los logros de una Nakba
diseñada para hacer olvidar el nombre de Palestina como nombre geográfico y una
ofensa a los esfuerzos de la Nakba actual y pretende hacernos olvidar que los palestinos son una nación al poner el énfasis en una historia pre-Nakba. La supervivencia de los
palestinos desde que comenzó la Nakba, y a pesar de los continuos esfuerzos que se han
hecho para acabar con ellos, convierte la Nakba en una victoria sionista muy poco
rentable. Es en este contexto es donde se comprende mejor la insistencia israelí de dar a
los ciudadanos palestinos de Israel el nombre de árabes israelíes burdo intento de
4
condenar su “palestinidad” al silencio. La insistencia sionista en que los refugiados
palestinos se establezcan en sus actuales ligares de acogida haciendo que esos países
les concedan su nacionalidad, es otro intento más de erradicar su nombre de la faz de la
tierra.
Que hace una década, Israel admitiera finalmente la existencia de un pueblo Palestino, fue
sólo al precio de reducir su número a un tercio del total. Al firmar los Acuerdos de Oslo,
Israel acordó con los colaboracionistas palestinos y sus líderes, el precio que la Autoridad Palestina tendría que pagar para que Israel empezara a llamar a Cisjordania y a Gaza
por sus verdaderos nombres. El precio fue, nada menos que la despalestinización del
resto del pueblo palestino. A cambio, los líderes colaboracionistas palestinos, bajo el
disfraz de los Acuerdos de Génova, aceptarían que se triplicara el número de habitantes
de un Israel reconocido públicamente como el Estado de TODOS los judíos del mundo
(2) excluyendo, eso sí, a los ciudadanos palestinos que han vivido siempre ahí y
sobre los que el Estado de Israel, por supuesto, gobierna.
Pero este acuerdo doloso no ha tenido éxito. Por mucho que la Autoridad Palestina haya
intentado legitimarse a si misma, siempre ha sido vista como lo que en realidad es: a
saber, un engendro del ocupante israelí no muy diferente a todos esos regimenes de
marionetas que existen en Asia y África al servicio de sus antiguos amos colonialistas; la
misma función que, por otra parte, cumplieron los Judenraete o Consejos Judíos creados
por los nazis en los getos de la Polonia ocupada y que tenían la misión de controlar la vida
de los judíos a través de los impuestos o de servicios públicos tales como Correos; o,
también, como en los Batustans que la Sud-Africa del apartheid creó como sustitutos de
las tribus. El intento de la Autoridad Palestina de monopolizar el poder de nombrar a los
palestinos o a los judíos, fracasó igual que fracasaron los numerosos intentos que los
precedieron. Y es que los Palestinos insisten en seguir utilizando su nombre dentro de su
propio país y, por otra parte, los Judíos no-israelíes insisten en que están bien donde
están y no quieren adquirir la nacionalidad israelí no importa cuanta ayuda pudiera
prestarles el Gobierno de Israel. Es decir, las políticas de los nombres son las políticas del poder y la resistencia. El poder de nombrar es capaz de crear falsas historias o
ficciones que pudieran ir en contra de la estricta realidad. Mientras que Israel ha
conseguido imponer un cierto número de realidades físicas y geográficas sobre el
5
terreno, su esfuerzo por erradicar la memoria histórica, ha fracasado. Los palestinos
siguen estando ahí para impedirlo.
La Nakba es ahora.
Ha existido siempre, es decir desde que el término Nakba empezó a utilizarse para
denominar las tumultuosas acciones de 1948, un esfuerzo subterráneo que intenta
redefinir su significado como algo perteneciente al pasado y no como un acontecimiento todavía en curso. No se trata de un esfuerzo epistemológico sino estrictamente elegido
desde el punto de vista político. Identificar la Nakba como un hecho pasado y acabado es,
a todas luces, declararle irreversible. Es insistir en el matiz de que no se podrá volver a
hacer ningún esfuerzo por redefinirlo, que no existirá posibilidad alguna de levantar ningún
obstáculo a su paso. Es garantizar su legitimidad histórica y política y aceptar todas sus consecuencias como algo perfectamente natural. De esta manera, la resistencia de los
ciudadanos palestinos de Israel, de acuerdo con la versión sionista, no sería una
verdadera resistencia anticolonialista o una que persiguiera legítimos derechos civiles
nacionales sino, más bien una lucha absurda que propondría nada menos que revisar el
significado de la Nakba.
Que Israel haya aprobado, en distintos campos, más de 20 leyes cuyo único objetivo es
institucionalizar de alguna manera los privilegios raciales y religiosos de los judíos y
sus deberes sobre los ciudadanos no-judíos, es un hecho que se nos presenta como una
consagración de la normalidad de la Nakba, algo que, por su parte, los Palestinos
continúan negándose a aceptar. En realidad, algunos líderes israelíes, Tzip Livni entre
ellos, han sugerido que los ciudadanos palestinos de Israel deberían emigrar a países
que pudieran garantizarles sus derechos nacionales en lugar de seguir dentro de Israel
donde NUNCA podrán conseguirlos como consecuencia directa del desarrollo de la Nakba
actual. Muy a menudo se dice que “pueblos más importantes que ellos” optaron en
otros tiempos por auto-desplazarse de unos países que se negaban a reconocer sus
derechos y emigraron a otros que se comprometieron a respetarlos. Puede que haga
referencia, sin ir más lejos, a esos judíos europeos en su día responsables de la Nakba
palestina. Según esta teoría, si los Palestinos de Israel quieren seguir dentro de Israel, se
verán forzados a aceptar la normalidad de la Nakba y, por lo tanto, su nuevo status como
mankubin por lo que nunca podrían acceder a los mismos derechos de los Judíos. El
rechazo de estos palestinos a las consecuencias de la Nakba es, precisamente, lo que
6
hace que quieran revertir sus efectos exigiendo a Israel que renuncie a sus leyes racistas para que, de esta forma, pueda llegar a transformarse en un verdadero estado israelí, que no judío. Israel siempre y ahora también el Presidente Bush, ha insistido en
que las consecuencias de la Nakba tienen que ser aceptadas por todos los palestinos.
Estas consecuencias son, en primer lugar, que fue la Nakba la que transformó a
Palestina en un “Estado Judío” (y no al revés); En segundo lugar, que se trata de una
situación NO reversible y, por último, que no importa cuanto trabajen los movimientos
civiles por los derechos humanos o lo que pueda conseguir la Resistencia, esta situación no tiene ya vuelta de hoja. Sin embargo, los ciudadanos palestinos de Israel siguen
negándose a aceptar este planteamiento y continúan resistiendo el mero concepto de reversibilidad. Por lo tanto, su difícil situación, dice Israel, no es consecuencia de la
Nakba, sino de su irreductible empeño en resistirse a ella.
Se dice también que los refugiados palestinos que languidecen en los campos desde
hace 60 años tienen las mismas características de otros refugiados que, como
consecuencia de las guerras, llenan el mundo del siglo XX-XXI. Que sus problemas, por
tanto, no tienen relación alguna con las acciones sionistas llevadas a cabo en 1947-1948 y
que son la causa directa de su expulsión. Pero Israel sigue insistiendo que la causa directa
de estas desgracias fue, en primer lugar, su negativa a asentarse en esos lugares de
exilio así como la negativa de los países árabes que los acogieron a darles su
nacionalidad. Los refugiados, siguen insistiendo los sionistas, sufren no a causa de la
Nakba, sino por su negativa a aceptar la Nakba y a ellos mismos como mankubin.
Esto mismo ocurre con los palestinos de Cisjordania, Gaza y Jerusalem Oriental. Sus
problemas, dicen los sionistas, surgieron a raíz de una guerra internacional que tuvo lugar
en 1967 y cuya causa fue, precisamente que los árabes seguían negándose a aceptar la
Nakba de 1948 como un hecho permanente. Si los Palestinos y sus aliados se hubieran
limitado a aceptarla, las calamidades que les afligen hubieran terminado.
Insistir en que la Nakba es un acto de destrucción en presente continuo es negarse a
reconocer que sus objetivos han sido alcanzados. La resistencia palestina es lo único
que, por tanto, explica el incompleto trabajo de la Nakba y su brutalidad siempre creciente.
Israel y sus partidarios internacionales siguen insistiendo en que los Palestinos tienen la
obligación de reconocer la Nakba y aceptar su derrota. Aceptar también su expulsión, su
ciudadanía de tercera dentro del Estado de Israel, aceptar la conquista de 1967…y que,
7
una vez aceptadas estas cosas, sus calamidades habrían terminado. El único problema,
según Israel, es que a los palestinos no les da la gana de dejar de luchar contra ella.
En 1880, cuando los colonos europeos judíos les expulsaron de las tierras que habían
adquirido de los grandes propietarios absentistas y que ellos habían venido cultivando
hacía siglos, los campesinos palestinos se resistieron como pudieron a la Nakba. En 1930
la resistencia palestina adoptó la forma de una gran sublevación que, durante tres años se
enfrentó no sólo a las fuerzas sionistas sino también a los británicos que les apoyaban. En
1947/48 cuando la mayor parte de su país fue conquistado y confiscado por las leyes
racistas del Estado Judío, los palestinos siguieron luchando. Todavía hoy, según Israel y
el New York Times, la resistencia a la Nakba continúa tanto en Cisjordania como en Gaza
lo que, de hecho, ha ido creado un gran número de Nakbas. Si los palestinos aceptaran de
una vez la permanente situación de sitio que Israel ha montado sobre ellos en Gaza, la
mayor prisión del mundo al aire libre, el estado sionista de Israel no se vería forzada a
bombardearles y a matar sus hijos y a destruir sus casas, se limitaría, simplemente a
matarlos de hambre pero manteniéndolos a salvo dentro de los reducidos límites de ese
cómodo apartheid.
Si los palestinos aceptaran de una vez por todas su status de mankubin, la Nakba, un
proceso todavía en marcha, podría, al fin, considerarse acabado. Este visión colonial del
concepto conquista no resulta desde luego excepcional, ni se ve limitado a los israelíes.
¿No fue, ahora hace cinco años, cuando la resistencia iraquí hizo frente a los planes
americanos de inavasión de Iraq que el Presidente Bush proclamó como “misión
cumplida”? También aquí la resistencia iraquí al proceso de destrucción desencadenado
por los americanos sería la verdadera causa de esta destrucción y lo que, en realidad,
impediría que la misión de ejército USA se diese por terminada.
¿Qué es entonces lo que mueve a los palestinos a resistirse a la Nakba impuesta por
Israel? Moshe Dayan dio, hace tiempo, una elocuente descripción de los hechos:”Todos y
cada uno de nuestros pueblos ha sido construida sobre los antiguas pueblos árabes.
Nadie recuerda cómo se llamaban estos pueblos y yo no se lo reprocho, porque los libros
de geografía que incluían esos nombres tampoco existen ya. Y no sólo han desaparecido
los libros: la NAHALAL judía se levantó sobre MAHLUL; GVAT sobre JIBTA, SARID sobre
HANEIFA y KFAR-JEHOSHUA sobre TEL-SHAMAN. No hay un solo lugar en este país
que no tuviera antes alguna población árabe.”
8
El éxito de la resistencia palestina a la Nakba ha forzado a un proceso semejante que ha
obligado a dar un nombre a las victorias israelíes y sionistas. Y ese nombre es el nombre
por el que se las conoce hoy día en casi todo el mundo y también, aunque de manera
mucho más limitada, en Estados Unidos. De manera que, haciéndonos eco de las
palabras de M. Dayan, podríamos decir que: La resistencia palestina y su victimización
ha venido a reemplazar el sentido de cada una de las conquistas y victorias sionistas.
Probablemente ninguno de ustedes recuerde ya el nombre de estas victorias y tampoco
nosotros podríamos reprochárselo ya que los libros de historia sionistas y la misma
propaganda que una vez les confirió su legitimidad, ya no las considera legítimas. Y no
solamente han perdido legitimidad estos libros o esta propaganda, sino que las victorias
sionistas e israelíes que reseñaban tampoco son ya reconocidas como tales. El concepto
Nakba ha venido así a ocupar el de guerra de Independencia Israelí; apartheid
reemplazó al de soberanía israelí; expulsión de los palestinos al Plan Dalet o incluso al
de regreso de los judíos a su hogar ancestral; racismo institucionalizado y legal en
Israel ha venido a sustituir al de democracia israelí; el de ciudadanos palestinos de Israel
reemplazó al de Arabes Israelíes; Pueblo palestino al de comunidades-no judías de Pâlestina” tal y como la Declaración de Balfour se había atrevido a describirlas y, last but
not least, el maftul palestino sustituó al cus-cus israelí que, por su parte, continua
intentando reemplazar al maftul palestino original. (3) En fin, que se podría decir que no
hay una sola victoria en este país a la que los palestinos no sigan desafiando,
resistiéndose contra ella.
Como de forma inquebrantable continúan también resistiéndose a la Nakba y negándose a
abandonar sus tierras; con huelgas, manifestaciones y desobediencia civil; a través del
arte, la música y la danza; de la poesía, el teatro y la novela; escribiendo su propia historia
y reafirmando su propia geografía; con denuncias ante los tribunales internaciones y a las
Naciones Unidas. Y también, con piedras y armas. La no aceptación del derecho de
resistencia q ue les acoge (y que está garantizado y legalizado por la ley
internacional) no se limita por supuesto al uso de las armas sino que afecta igualmente, al
arte, los libros, la música, a sus manifestaciones o incluso a sus reclamaciones, en todos
los foros de la ONU, para que se enseñe su historia, se cuente la Nakba, se la recuerde e
incluso, se la rememore.
9
La Nakba que, a finales del siglo XIX, planificaron los sionistas planificaron incluía la
ocupación de toda Palestina, la expulsión de la población árabe nativa silgue siendo una
realidad incontestable que, todavía, continua su andadura. Pero mientras que las
adquisiciones de tierra dieron comienzo en 1880 y el saqueo masivo tuvo lugar en 1948,
Israel, a día de hoy, no ha conseguido todavía hacerse con la totalidad de Palestina. La
confiscación permanente de tierras en la Jerusalen Oriental y Cisjordania constituyen una
parte muy importante de la Nakba actual. Los planes sionistas para convertir a la población
de árabes palestinos de Israel en ARABREIN, también. Si de acuerdo con las leyes
internacionales Israel no ha podido todavía expulsar a todos los palestinos ha planeado sin
embargo una astuta alternativa con el objetivo, primero, de esconder detrás de un muro a
todos aquellos a los que no ha podido expulsar, acotando así un espacio al que
denominaría “estado palestino” y, en segundo lugar, confinar dentro de los limites
acotados por ese muro a todos aquellos palestinos que residen “fuera” y, en primer lugar,
a los ciudadanos palestinos residentes en Israel. El resultado, por supuesto, sería la
creación de un ARABREIN ISRAEL incontaminado protegido al otro lado del muro. Hoy
día, la resistencia a esta nueva Nakba esta siendo activamente castigada por Israel con la
colaboración de la Autoridad Palestina y la de los gobiernos árabes patrocinados por los
EEEUU.
La destrucción de más de 500 pueblos palestinos no se produjo, de repente, en 1948. Se
trata de un proceso continuo que se ha venido desarrollando a lo largo de todos los años
que siguieron a la conquista sionista. La expulsión de los palestinos dio comienzo en 1880,
en el terrible mes de Noviembre de 1947 pero es indispensable recordar que los sionistas
habían expulsado a 400.000 palestinos antes del 14 de Mayo de 1948. Muchos cientos de
miles más serían expulsados en los meses y años que siguieron, a lo largo de toda la
década de los 50 y de nuevo a partir de 1967. Pero las expulsiones aún no han terminado.
La sola presencia de los palestinos es la razón principal de que Israel pretenda
deshacerse de ellos. Si los palestinos aceptasen abandonar Palestina por su propia
voluntad, Israel ha asegurado que no habría más expulsiones. Me gustaría señalar que la
insistencia sionista en este tipo de auto-desplazamiento no se dirige sólo contra los
palestinos. Desde su nacimiento hasta nuestros días, el sionismo e Israel han pedido
encarecidamente y siguen pidiéndolo, que toda la Judería del mundo se traslade a Israel.
Igual que los palestinos, la mayoría de los judíos que viven fuera de Israel siguen
resistiéndose a abandonar sus hogares. Mientras que Israel ya no puede atraer a los
10
judíos que viven fuera (y hubo tiempos en que si pudo) sigue sin embargo siendo
perfectamente capaz de expulsar a los palestinos no importa cuanto se le puedan resistir.
La resistencia es ahora
La resistencia palestina, ya lo hemos mencionado, es activa en muchos frentes. Una de
las más importantes campañas organizada por los palestinos de Israel se propone la
abolición de todas sus leyes racistas. En este sentido las organizaciones palestinas dentro
de Israel han publicado numerosas propuestas y documentos. Pero esta campaña debería
internacionalizarse. Las Naciones Unidas, y otro tipo de organizaciones y foros
internacionales, tendrían que presionar a Israel para que se deshiciera de ellas. Esta
propuesta, para nada demagógica no como la que se propuso en la ONU en 1975 que
intentaba igualar la definición de sionismo y racismo) intenta demostrar que Israel es un
estado institucionalmente racista que gobierna a través de unas leyes racistas que han de
ser abolidas.
De igual manera, los palestinos y sus aliados han organizado una campaña internacional
para que no se invierta en Israel y se boicoteen sus proyectos y que habrá de durar, al
menos, hasta que cese en sus violaciones de la ley internacional y deje de ocupar
Cisjordania y Gaza. Esta es otra campaña en marcha que ha obtenido, hasta ahora, un
buen número de victorias.
Pero nada de esto quiere decir que los palestinos no sigan soportando grandes
penalidades. El sufrimiento de los Gazawis no ha hecho sino crecer a lo largo de estos
últimos años puesto que Israel los castiga por negarse a aceptar no sólo el estado de
hecho del PALESTINENSERRAT ISRAEL sino también el que los colaboracionistas
palestinos han impuesto en Cisjordania e intentan con todas sus fuerzas imponer en Gaza
en un esfuerzo ilegítimo por derrotar al gobierno democráticamente elegido por todos los
palestinos. Los crímenes de guerra de Israel contra la población de Gaza son el pan
nuestro de cada día. A los Gazawis, no les queda otra salida que no sea resistir.
Al resistirse a la Nakba, los Palestinos han dado en el clavo del proyecto sionista que se
ha esforzado tanto en transformar la Nakba en un recuerdo. Al resistirse a Israel, los
palestinos han obligado al mundo a ser testigos de la Nakba como una realidad presente;
un hecho que, contrariamente a lo que dicen los sionistas, sigue siendo algo reversible. Y
11
esto es precisamente lo que amarga a Israel y al Sionismo: su incapacidad manifiesta para
completar su misión de colonizar toda Palestina, expulsar a sus pobladores palestinos y
reunir en esta colonia a todos los judíos del mundo. Y esto también lo que mantiene a
los sionistas y a su proyecto en estado de continua inquietud y, también, en presente
continuo.
Aunque Israel utilice esta situación para proyectarse a si misma como una víctima de sus
propias víctimas, no le ha quedado otro remedio que ir aceptando, inconsciente pero
también conscientemente, que el proyecto sionista no es irreversible. La crueldad que
ha demostrado, y continúa demostrando, con la población palestina es directamente
proporcional a su convencimiento de que los árabes palestinos siguen siendo capaces de
acabar con los logros obtenidos hasta ahora y reinvertir su proyecto colonial. El problema
de Israel no es que sepa que, en todo ese país de colonos, no existe un solo lugar que no
estuviera antes habitado por palestinos, sino que esta convencido de que, hoy por hoy. no
existe tampoco un sólo lugar en ese imaginario “estado judío” que haya conseguido
librarse de sus habitantes árabes palestinos que, además, piensan seguir reclamando por
lo que es suyo
Que la Nakba sea un proceso inacabado se debe a que los palestinos se han negado
siempre a convertirse en mankubines. Lo que estamos viendo en las conmemoraciones de
este año no es solamente un año mas de la Nakba sino las conmemoraciones de un año
mas en ese esfuerzo de resistir a la Nakba. Aquellos que aconsejan a nuestro pueblo que
acepte la Nakba saben bien que aceptarla sería precisamente lo que les obligaría a tragar
con todas sus consecuencias sin restricción alguna. Pero los palestinos no son tontos y
están convencidos de que la única forma de acabar con la Nakba, es seguir resistiendo.
NOTAS:
1. Transposición fonética de una palabra árabe formada a partir de la raíz NAKBA y que aquí
se traduce como desposeídos. (Nota de la traductora).
2. es decir, no sólo de los judíos que VIVEN YA dentro de él, sino también, de cualquier otro
ciudadano del mundo cuya religión sea la religión judía.