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Clase No. 7

LA SOCIOLOGÍA DE WRIGHT MILLS

Vamos a tomar como eje de reflexión de este curso, al menos

inicialmente, el libro de Wright Mills La imaginación sociológica (1975).

Queremos presentar dos de las más importantes tendencias del debate

sociológico de todos los tiempos, como es el contraste entre el teoricismo y el empirismo. Mills, a partir de una reflexión sobre la

sociología norteamericana de su época, nos ofrece una excelente

descripción de las tendencias que imperan en ese momento en los

Estados Unidos a partir de lo que llama, en expresiones que hoy en día se han consagrado, la "gran teoría" y el "empirismo abstracto". Sin

embargo, debemos entender que no se trata simplemente de dos

tendencias propias de un momento histórico particular en los Estados

Unidos, sino de dos problemas eternos de la sociología y de las ciencias sociales, que podemos observar en cualquier momento de su desarrollo

que tomemos como punto de referencia y en cualquier tipo de contexto.

Vida y obra

El libro de Mills fue publicado por primera vez en su versión inglesa en el

año 1959 tres años antes de la muerte de su autor, el 20 de marzo de

1962, y 11 años después de la aparición de su primer libro en 1948,

The new men of power: America’s Labor Leaders (traducido al español como El poder de los sindicatos). Su producción intelectual, pues, se

desarrolló en un período breve, pero nos dejó un importante legado.

Vamos a tratar de explorar dos problemas básicos en esta obra: el

problema de la relación entre la teoría y la investigación empírica; y el problema de la manera como Mills entiende la sociología y el trabajo del

sociólogo. Plantearemos una serie de ideas inicialmente en el libro La

imaginación sociológica, pero luego estudiaremos la manera como trata

el poder en La élite del poder (1975).

Mills corresponde a la que se podría llamar la generación crítica de la

sociología norteamericana, en la línea de ese otro gran rebelde llamado

llamado Thosrsthein Veblen (1857-1929), autor del famoso libro “ Teoría

de la clase ociosa” publicado en 1899, en los albores mismos del desarrollo de las ciencias sociales. (Jorge Luis Borges escogió este libro

como uno de los cien libros más importantes que había leído en su vida

y lo incluyó en su biblioteca personal). O de David Riesman, un

contemporáneo suyo, autor de otra célebre obra La muchedumbre solitaria (publicada alrededor de 1950). Mills es el eterno defensor del

compromiso social del investigador y del sociólogo, que a través de sus

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trabajos trata de incidir en las corrientes fundamentales de su época. De

allí proviene su dimensión crítica.

Su fallecimiento prematuro a los 46 años (había nacido en 1916) malogró en una buena medida la realización de su proyecto, pero nos

dejó obras de gran importancia como White Collor. Las clases medias en

América (1951), Carácter y estructura social (1953), La élite del poder

(1956). Estos libros son una expresión clara de la manera como entiende Mills el trabajo empírico en sociología, a partir de la utilización

de datos de encuestas o de datos estadísticos, pero con base en

problemas, es decir, como veremos más adelante, su orientación no se

puede considerar como una orientación simplemente empirista. Uno los aportes más importantes de Mills consiste precisamente en reivindicar la

importancia de la metodología, pero sin limitarse simplemente al diseño

metodológico, con el costo de descuidar problemas fundamentales.

Mills también escribió una serie de libros, que no se basan directamente

en datos empíricos, sino que se trata de ensayos polémicos. En 1960,

después de visitar Cuba, escribe un libro de difusión sobre lo que estaba

sucediendo en ese momento con la revolución cubana llamado Listen

Yankee The revolution in Cuba. Fidel Castro, y sus muchachos de la Sierra Maestra, dijeron una vez a una periodista que el libro más

importante que tuvieron como compañía durante su “exilio montañoso”

en el oriente de Cuba, antes de tomarse el poder, fue precisamente La

élite del poder (Caroll).

Vamos a tratar de explorar dos problemas básicos en esta obra: el

problema de la relación entre la teoría y le investigación empírica; y el

problema de la manera como Mills entiende la sociología y el trabajo del sociólogo. Plantearemos una serie de ideas inicialmente en el libro La

imaginación sociológica, pero luego estudiaremos algunas de las ideas

planteadas en La élite del poder (1975).

Los teóricos sociales más importantes para Mills son sin lugar a dudas Marx y Weber, en lo que tiene que ver con la sociología propiamente

dicha, y Freud y Mead, en lo que tiene que ver con la psicología social,

aunque el énfasis mayor se encuentra en los dos primeros autores. No

obstante, su obra de ninguna una manera puede ser considerada como una continuación simple de la tradición de estos autores. Por el

contrario, lo que nos encontramos es con un intento de recrear la

sociología. Asumió ampliamente las críticas de Weber a Marx: el rechazo

del determinismo económico, la importancia del elemento puramente político tal como se expresa en su obra La élite del poder, la adición al

concepto de clase del concepto de estatus basado en el prestigio. Mills

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no compartió el papel que Marx había asignado al proletariado, la fe en

el papel revolucionario de la clase obrera. Su obra es un excelente

ejemplo de asimilación crítica y creativa de la influencia de los grandes

autores.

Vamos a comenzar el estudio de la obra de este autor con La

imaginación sociológica, que es el libro ensayístico más importante en lo

que tiene que ver con el desarrollo de las ciencias sociales en los Estados Unidos. Ubiquemos, para comenzar, los dos extremos entre los

cuales se organiza el libro. El primer capítulo, llamado ‘La promesa’ y el

apéndice final llamado ‘Sobre artesanía intelectual’. La promesa, es un

capítulo en el cual se establece claramente la concepción que tiene Mills de la sociología y el trabajo sociológico. Enseguida, aparecen en el libro

una serie de capítulos en los cuales se lleva a cabo la crítica de las

tendencias (o de las deformaciones) de la sociología norteamericana

(capítulos II a VI); y finalmente, aparece un desarrollo de lo que serían las posibilidades de esa sociología (capítulos VII a X). El Apéndice

llamado ‘Sobre artesanía intelectual’, constituye de alguna manera la

solución final que el autor aporta: la ciencia social es la práctica de un

oficio. Vamos entonces a proceder de esta manera.

La comprensión de un texto implica muchas veces salir del propio texto

para poder entender de qué se trata. En el caso del libro de Mills

tenemos que establecer permanentemente comparaciones con otras

perspectivas sociológicas, o suministrar la información debida sobre la sociología norteamericana, para poder entender claramente de qué

estamos hablando. El lector del libro de Mills podría considerar que todo

está muy bien formulado; pero no entiende claramente lo que nos

quiere decir el autor si no establece comparaciones con otras perspectivas.

La imaginación sociológica

El nombre del libro (La imaginación sociológica) ya de hecho merecería algún tipo de explicación. Podríamos afirmar que la expresión

"imaginación sociológica" es simplemente la manera como Mills

denomina el trabajo sociológico, cuando se asume como un oficio, como

una "artesanía intelectual". No obstante, trataremos de preguntarle al autor que entiende exactamente por "imaginación sociológica" y qué

quiere decir la imaginación sociológica como una promesa.

En primer lugar, Mills establece la idea de que “Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender

ambas cosas”. ¿Qué quiere decir con esto? Quiere decir que es

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necesario establecer un vínculo que habitualmente no establecemos. Es

decir, habitualmente no relacionamos lo que nos ocurre en el ámbito

particular de nuestra vida, para bien o para mal, con el contexto social e

histórico en que estamos inscritos. No tenemos por lo general conciencia de esta conexión. No vinculamos biografía e historia, el yo y el mundo,

el sujeto singular con la sociedad. Es decir vivimos la vida en una

especie de alienación. No es improbable que Mills, con esta idea de que

vivimos abstraídos del contexto en que se desarrolla nuestra vida, esté haciendo referencia al concepto marxista de alienación.

Vivimos una época de grandes cambios. Y parte fundamental de esa

alienación es que no somos conscientes precisamente de los grandes cambios que hemos vivido. Mills está hablando en ese momento de la

época de la segunda posguerra y nos hace una descripción de esos

grandes cambios en la segunda página del texto.

Cada vez es más difícil hacerse conscientes de lo que significan para

nosotros, y del sentido que tiene la época con relación a la propia vida.

Y peor aún, como defensa de esos grandes cambios, se produce una

especie de insensibilidad moral, que obliga a muchos a esforzarse por

refugiarse en su vida privada y particular. El problema que se encuentra detrás de esa alienación, no consiste solamente en la falta de

información, sino en la carencia de una cierta "cualidad mental" que nos

permita entender el nexo entre lo que ocurre en el mundo y lo que

ocurre en la vida de cada cual. Esta cualidad es la que denomina Mills la imaginación sociológica.

Otra tarea muy importante de la "imaginación sociológica" tiene que ver

con el hecho de que los individuos, en el tráfago de la experiencia cotidiana, son por lo general falsamente conscientes de sus posiciones

sociales. La "imaginación sociológica" debe partir del hecho de que no

solamente no establecemos el nexo entre la biografía y el mundo

externo, sino que muchas veces somos falsamente conscientes de lo

que nos pasa. Vemos aquí una idea también de origen claramente marxista relacionada con el problema de la ideología: la falsa

representación que tenemos del mundo y de nuestra posición en la

estructura social. La primera exigencia que debe cumplir la "imaginación

sociológica" es contribuir a que el individuo aprenda a localizar su vida en su época. Y así pueda entonces valorar sus propios posibilidades.

La segunda exigencia es que el individuo entienda que esa época, que le

ha tocado vivir, hace parte de una sucesión histórica. En otros términos, que las instituciones y las prácticas de su época no son eternas; que su

época no es más que una entre otras; que sus manera de vivir y de

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pensar son relativas al tipo de sociedad que le ha tocado vivir. Y como

corolario, al conocer la época, el individuo tiene que adquirir conciencia

de que los límites de la "naturaleza humana" son enormemente

grandes, es decir, que los seres humanos tienen múltiples posibilidades de ser y de existir. Supongo que Mills está haciendo referencia a lo que

significaron en su momento las dos guerras mundiales como formas de

la barbarie.

La tercera exigencia de la "imaginación sociológica" es que el individuo

entienda que por el hecho de vivir en una sociedad contribuye, así sea

en una pequeña medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de la

historia, aun cuando él mismo está formado por la sociedad y por su impulso histórico. Esta es una idea fundamental del pensamiento de

Mills. Los miembros singulares de la sociedad no son simples autómatas

que responden de manera directa a las exigencias y a las

determinaciones del medio en que les ha tocado vivir. No son simples ventrílocuos a través de los cuales se expresa la estructura social en que

están inscritos. No son entes pasivos moldeados de manera total por la

influencia del medio.

Mills no desconoce la importancia del determinismo social, a la manera de Durkheim, pero reivindica la posición activa de los miembros de una

sociedad. Dicho en otros términos, los hombres no se limitan

simplemente a ser efecto de las circunstancias sino que, como lo dice

Marx, "los hombres hacen la historia”, es decir, sus actos inciden de manera creativa y original sobre la marcha de sus vidas y del contexto

en que están inscritos. El gran aporte que nos hace Mills es mostrar que

de todas maneras, si bien los hombres hacen la historia, no todos la

hacen en la misma medida. Unos la hacen más que otros, pero de todas maneras todos la hacen a su manera. En el libro La élite del poder nos

va a mostrar precisamente, que los que "hacen la historia más que

otros" son las élites, es decir, los que tienen en sus manos, gracias al

monopolio de unos medios de poder, las grandes decisiones.

En síntesis, pues, una característica fundamental de la imaginación

sociológica es aprender a vincular lo privado (Mills lo llama "las

inquietudes personales del medio”) y lo público (Mills lo llama "los

problemas públicos de la estructura social”). Un individuo, en términos privados, tiene un carácter, tiene unas relaciones con otras personas y

con una serie de áreas limitadas de la vida social a las a las que tiene

acceso de manera directa y personal. Lo público, tiene que ver con

materias que trascienden el ámbito local del individuo y de su vida privada: el funcionamiento de las instituciones, la estructura de la vida

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social. Ser capaz de establecer este vínculo entre lo público y lo privado

es propio de la imaginación sociológica.

Mills nos ilustra esto con una serie de ejemplos: el desempleo, la guerra, el matrimonio, las grandes ciudades (ver páginas 28 a 30). El

desempleo, o el matrimonio, pueden pertenecer estrictamente al ámbito

privado de un individuo o pueden ser, en otras ocasiones, una inquietud

que trasciende ese ámbito y toca a la estructura social global. Esto ocurre por ejemplo, cuandoel 20% de la sociedad está desempleada o

cuando la tasa de divorcio se eleva enormemente. La guerra puede

enfocarse, o desde el ámbito puramente privado o desde el ámbito

público. Igual cosa ocurre con la ciudad.

Mills circunscribe, entonces, en la página 14, en tres ámbitos las

preguntas fundamentales que deben plantearse las ciencias sociales: en

primer lugar la pregunta por la estructura de la sociedad particular en su conjunto; en segundo lugar, el lugar que ocupa esta sociedad en la

historia humana; y en tercer lugar cuales el tipo de hombre y de mujer

que conocemos en esta sociedad y en este período (en qué consisten,

cuál es su sensibilidad, cuál es la "naturaleza humana" que existe ahora,

etc.).

Observemos con cuidado que estas tres preguntas, que parecen obvias,

no lo son tanto. Algunas perspectivas sociológicas están orientadas

solamente a indagar por la estructura social (primera pregunta), descuidando el estudio de los actores sociales concretos que ocupan

esas posiciones en la estructura social (tercera pregunta). Muchas veces

el estudio de la estructura social está desconectado de la historia, es

decir, de la manera como esa estructura social se inscribe en una secuencia (segunda pregunta). E igualmente el estudio en los actores

sociales se suelen desligar de una referencia a la estructura social, como

ocurre, en lo que él va a llamar más adelante el "empirismo abstracto”.

Lo que intenta hacer aquí Mills es combinar tres perspectivas: la estructura social, la historia y la biografía particular de actores sociales

concretos. Así entiende Mills la sociología. Una característica

fundamental de esa imaginación sociológica es su versatilidad, es decir,

la capacidad de pasar de una perspectiva a otra, de una institución a otra y de las transformaciones más impersonales a las características

más íntimas del yo humano. E igualmente es la recuperación de la

capacidad del asombro.

La "imaginación sociológica "es una invitación a entender y conocer el

vínculo de nuestra biografía particular con las características de la

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estructura social en que estamos inscritos". Detrás de esta invitación se

encuentra de hecho un diagnóstico con respecto a las tendencias de la

sociología norteamericana de su momento. Por una parte, existen una

serie de perspectivas que ponen el énfasis en la estructura social global, pero que no logran bajar al ámbito local, estrecho y privado de los

individuos (caso Talcott Parsons). Pero por otra parte, existen

perspectivas que se quedan estrictamente dentro del marco individual,

para conocer sus motivaciones o sus preferencias, pero sin establecer el nexo con la estructura social global (caso "empirismo abstracto"). Lo

que busca Mills es poder establecer una síntesis entre ambas

perspectivas, pero no por adición de una perspectiva a la otra, sino con

base en la construcción de problemas sustantivos. Sobre las características de esta "síntesis" ver página 91.

Según Mills, las grandes contribuciones de autores como Spencer, Ross,

Comte, Durkheim, Manheim, Marx, Veblen, Schumpeter, Weber, se pueden encontrar en la solución a estos problemas. Y esa es la señal de

todo lo mejor de los estudios contemporáneos sobre el hombre y la

sociedad. La tarea fundamental de las ciencias sociales es resolver los

problemas de la biografía, de la historia y de su relaciones dentro de la

sociedad. Éste es el sentido fundamental de su libro. Como lo dice en la página 50: “ ¿De qué tratan las ciencias sociales? Deben tratar del

hombre y de la sociedad, y alguna vez lo hacen. Son intentos para

ayudarnos a comprender la biografía y la historia y las conexiones entre

las dos en diversidad de estructuras sociales”. Éste es el punto fundamental de su contribución.

Mills es un gran crítico de su sociedad y del momento que le tocó vivir.

Considera que en el presente de la sociedad que tiene ante sus ojos (su momento histórico) impera una especie de “racionalidad sin razón”, es

decir, se emplean medios racionales para fines básicamente irracionales.

Allí podemos observar una muy clara redefinición de la famosa

racionalidad weberiana. La racionalidad ya no produce libertad, como en

su momento en los siglos XVIII y XIX lo creyeron el marxismo y el liberalismo, ideologías que, según Mills ya son insuficientes para

entender el mundo moderno. Igualmente, los llamados "intelectuales

libres" han fracasado relativamente al asumir su responsabilidad social.

Ese fracaso está muy vinculado precisamente en la manera inadecuada como se ha definido el papel de la teoría y la metodología en la

investigación de las ciencias sociales. Mills se oponía por igual al

monismo o al pluralismo considerados como principios. Por ejemplo, el

famoso determinismo económico, debía perfeccionarse también con un determinismo político o militar. La obra de Mills es un buen ejemplo de

lo que sería la función crítica de un intelectual en la sociedad moderna.

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Mills elabora un diagnóstico de su tiempo como una época en que existe

un malestar (no hay estimación por algún valor pero se percibe

amenaza) y una indiferencia (no hay estimación por algún valor ni se percibe amenaza); pero ni el malestar ni la indiferencia se formulan de

tal manera que sea posible un trabajo racional y un "juego de

sensibilidad". Lo que existe es un malestar vago: no hay problemas

explícitos sino un sentimiento de que nada marcha bien; no se sabe cuáles son los valores amenazados ni quién los amenaza. No se plantea

la situación de tal manera que se puedan tomar decisiones y tampoco la

ciencia social ha logrado plantear esa situación de malestar e

indiferencia como un problema. Esto se puede ver claramente cuando se compara la situación posterior a la Segunda Guerra Mundial con los años

30 durante la crisis económica. En esta última época los valores

amenazados eran fácilmente discernibles y eran estimados por todos.

Además se podía fácilmente ver claramente cuáles eran las contradicciones estructurales que los amenazaban. Después de la

Guerra Mundial los valores amenazados no son reconocidos, no se

advierte que están amenazados. Además, ni los problemas personales ni

los problemas públicos son formulados.

El malestar y la indiferencia constituyen el signo distintivo de nuestro

tiempo. Mills otorga al científico social una función muy importante con

respecto a las características de la época en que vive. Por eso afirma

que una de las tareas fundamentales del científico social, además de las ya mencionadas, es poner en claro cuáles son los elementos que

constituyen el malestar y la indiferencia contemporáneas. Esta tipo de

demanda convierte a la ciencias sociales en elementos indispensables de

la actualidad.

Otro de los diagnósticos importantes de Mills tiene que ver con la crisis

de las ciencias, pero en particular con la crisis de las ciencias naturales,

como elementos fundamentales que sirven de referencia en el mundo

moderno. El pensamiento de la física y de la biología ha sido la referencia fundamental del pensamiento y de la metafísica popular en

las sociedades de Occidente. Los hombres aprendieron a formular sus

convicciones según estos términos. Sin embargo, el significado cultural

de la ciencia física ha ido disminuyendo, y ha pasado a ser considerado insuficiente. Los progresos de la física ya no se sienten como solución de

ninguno de los problemas actuales. Esos progresos, resultado de

investigaciones altamente especializadas, han producido más problemas

que los que han resuelto. Los problemas ahora se plantean en el mundo social no en el mundo físico. El problema ahora es como modificar y

transformar la sociedad.

Y aquí es donde interviene la imaginación sociológica que se está

convirtiendo en el principal común denominador de la vida cultural, no

sólo en las ciencias sociales sino mucho más allá de ellas, en el ámbito social y político. Según Mills existe una demanda importante con

respecto a unas disciplinas que deben contribuir a darle significado a los

hechos de tal manera que los hombres puedan comprenderse a si

mismos. Hay una demanda por valores orientadores y por formas apropiadas de sentir y por estilos de emoción y por un vocabulario de

motivación. La ciencia y el arte, ante la falta de una ciencia social

adecuada, han sido los principales, e incluso los únicos, formuladores de

inquietudes individuales y de problemas públicos. Ahora le toca el turno a la imaginación sociológica. Este diagnóstico es interesante cuando se

piensa en lo que significan las ciencias sociales en los Estados Unidos,

pero más en particular la sociología, en el momento en que Mills escribe

esta obra. En ese momento el interés que se presta a las ciencias sociales es enorme.

Mills establece que el propósito del libro La imaginación sociológica

consiste en dos cosas: (1) definir el significado que las ciencias sociales

deben tener para cumplir con las tareas de nuestro tiempo (37) tanto en el plano político como cultural; y (2) aclarar la naturaleza y los usos de

las ciencias sociales en la actualidad, pero más en particular en los

Estados Unidos. La reorientación de las ciencias sociales debe estar

acorde con las tareas que le toca asumir.

Existe entre los cultivadores de las ciencias sociales un malestar

generalizado. La idea de la Mills es contribuir a "aumentar ese

malestar", definir sus fuentes, contribuir a transformarlo para poder comprender las posibilidades de desarrollo de las ciencias sociales. Se

trata de definir cuáles son las tareas que hay que hacer y los medios de

que se dispone para llevarlas a cabo. Mills se opone a varias tendencias:

la difusión de un ethos burocrático, las pretensiones metodológicas

consideradas como un fin en sí mismo, la elaboración de problemas que no tienen que ver con los problemas importantes. Existe en su momento

una crisis de los estudios sociales sin que aparezca claramente el

camino para salir de la crisis.

-Frente a la crisis de las ciencias sociales se han ensayado diferentes

salidas en los Estados Unidos: construcción de "equipos técnicos de

investigación", refinamiento de los métodos y técnicas de investigación,

el desarrollo de un formalismo de la teoría muy elevado, oscilación entre la micro sociología y el estudio de las grandes estructura sociales, el

estudio de comunidades por fuera de toda comparación, etc.

-Sin embargo, Mills no considera satisfactorias estas soluciones y para

ello elabora una síntesis de las tres principales tendencias de la

sociología y de las deformaciones que se producen en cada una de ellas:

Primera tendencia: una teoría de la historia. Se concibe la sociología

como una empresa enciclopédica, relacionada con la totalidad de la vida

social del hombre: Marx, Weber, Spencer. Deformación: establecer un molde transhistórico dentro del cual meter a la fuerza los materiales de

la historia humana: Arnold Toynbee (Estudio de la historia, obra en 12

tomos publicada entre 1930 y 1960) y Spengler (La decadencia de

occidente, célebre obra de la década del 30).

Segunda tendencia: una teoría sistemática de la naturaleza del hombre

y de la sociedad orientada a elaborar conceptos que permitan clasificar

las relaciones sociales e identificar sus características invariables. Se trata de una concepción estática y abstracta de la estructura social cuyo

principal exponente sería precisamente Simmel. Deformación: convertir

la teoría en un formalismo consistente en la descomposición de

conceptos, que se recomponen y se combinan de manera interminable.

El ejemplo por excelencia sería Parsons.

Tercera tendencia: el estudio empírico de los hechos y los problemas

sociales contemporáneos. La sociología es definida como el estudio de

algún sector especial de la sociedad. Se estudian pequeñas cosas (ciudades, familias, relaciones raciales y étnicas, pequeños grupos,

etc.). A esto lo llama Mills la "practicidad liberal". Deformación: estudios

basados en datos sin relación entre sí e insignificantes. Los sociólogos se

vuelven especialistas en la técnica de la investigación. Los sociólogos se convierten en metodólogos. Se dispersa la atención y se cultiva el

método por el método. Los cultores de esta deformación serían George

Lunderg, Samuel Stouffer (el estudio sobre los soldados

norteamericanos en la guerra), Stuart Dodd y Paul F. Lazarsfeld.

Todos estos elementos configuran pues el proyecto que Mills desarrolla

en su libro La imaginación sociológica. Vamos a comenzar entonces por

entender en qué consisten dos de esas orientaciones (la "gran teoría" y

el "empirismo abstracto"). Comenzaremos por suministrar la información que el estudiante necesita tener para poder entender de

qué está hablando el autor.