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IV: Siglo xx
1.1. La política desde una perspectiva sociológica
Georg Jellinek (1851-1911) marca la transición del positivismo jurídico a una concepción sociológica de la política. La política es para él una de las dos dimensiones que tiene el análisis del Estado, siendo la otra dimensión la jurídica. La perspectiva jurídica, que había sido central, y única, en los teóricos del positivismo jurídico, está contenida en su Teoría general del Estado (1900), en donde trata efectivamente al Estado como una forma jurídica. La política, sin embargo, la considera como la ciencia del Estado práctica, que estudia los aspectos políticos, sociales y económicos del ordenamiento público1• Al calificar Jellinek a la política como «ciencia práctica», la sitúa en el ámbito de los fines de la acción estatal, y consiguientemente analiza las instituciones del Estado desde el punto de vista de los valores o de las concepciones del mundo, una perspectiva que estaba excluida de su teoría del Estad02
• Político, por tanto, siempre es en él sinónimo de valorativo, de juicio de valor, de toma de posición. Dicho de otra manera, a la ciencia política, práctica, no le afecta la prohibición de hacer juicios de valor, no es una ciencia que se abstenga de hacer juicios de valor3 .
El contenido del análisis que se efectúa desde esta perspectiva «práctica» de la teoría del Estado gira en
1. Georg Jellinek, Allgemeine Staatslehre (1900). Berlin, 1922,3: ed., pág. 13. La segunda edición, en 1905, tenía claramente estas dos partes: «Allgemeine Soziallehre des Staates» (Teoría social general del Estado) y <<Allgemeine Staatsrechtslehre» (Teoría jurídica del Estado). 2. Georg Jellinek, op. cit., pág. 13. 3. GeorgJellinek, op. cit., págs. 24-25.
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torno al poder y a las fuerzas políticas concretas, que «actúan independientemente de la forma jurídica»4. Y el «poder» (Herrschaft) lo define como «el poder (Macht) de imponer sin condiciones la propia voluntad frente a la voluntad de los otros». Desde esta perspectiva, el Estado aparece como una agrupación de personas en donde unos mandan y otros obedecen, y la acción política es entendida como la aspiración a conseguir el poder y asegurarl05•
Max Weher conceptualiza, en esta misma dirección, la política como la lucha por el poder, tal como escribe al comienzo de La política como profesión (1919): la política es la «aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre distintos Estados o, dentro de un Estado, entre los distintos grupos humanos que éste comprende»6, entendiendo por Estado
aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio ... reclama para sí (con éxito) el monopolio de la violencia física legítima. Pues lo específico de nuestro tiempo es que a todas las otras asociaciones o individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado, por su parte, lo permita: él es la única fuente del «derecho» a la violencia7•
4. Georg Jellinek, Ver/assungsiinderung und Ver/assungswandlung. Eine staatsrechtlich-politische Abhandlung. Berlín, 1906, pág. 72. 5. Georg J ellinek, AIIgemeine Staatslehre, pág. 15. 6. Max Weber, La política como profesión. Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, pág. 57. 7. Max Weber, op. cit., págs. 56-57.
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Entendida la política como lucha por el poder en el Estado, la política es para Max Weber un ámbito de libertad y de riesgo, que él contrapone a la burocratización en el mundo contemporáneo. Frente a este fenómeno de la bucrocratización, que observaba en toda la sociedad -tanto en el Estado como en los partidos políticos o en la empresa capitalista- y que, por otro lado, consideraba inevitableS, Max Weber reivindica un espacio político como un espacio de características distintas a las que adornan la «dominación» burocrática9• Al político, a diferencia del funcionario, yen este punto coincidiendo con el empresario, 10 caracteriza Weber por la independencia en la toma de sus decisiones y por tener que responder de sus acciones, mientras que el comportamiento típico del funcionario es obedecer las órdenes de su superior. El cumplimiento de las órdenes que el funcionario recibe es para éste un honor y tiene que sacrificar sus propias convicciones al deber de obediencia. En cambio, un dirigente político que actuara de esa misma manera sólo merecería desprecio1o. El político que lucha por ganarse aliados y seguidores busca el poder con la responsabilidad política que conlleva, mientras
8. Max Weber, <<Parlamento y Gobierno en una Alemania reorganizada» (1917-1918), en: Escritos políticos. Edición de]. Abellán. Madrid, Alianza Editorial, 2008, pág. 97, pág. 112. 9. Véase a este respecto su interpretación del papel de liberalismo en Rusia para combatir «el centralismo burocrático y jacobino» a favor del individualismo, de los derechos humanos y la democracia en Max Weber, «Zur Lage der Demokratie in RusslanID>, en: Gesammelte Politische Schri/ten. Ed. deJohannes Winckelmann. Tubinga, Mohr, 1988,5." ed., págs. 62 y ss. 10. Max Weber, <<Parlamento y Gobierno ... », en: op. cit., pág. 184.
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que el gobernante cuyo espíritu de trabajo sea el del funcionario se desvincula de la responsabilidad de sus accionesll
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La política constituye una de las esferas de la vida en las que se ha diferenciado funcionalmente la sociedad moderna y, como las otras esferas de la sociedad moderna -la economía, la ciencia, la estética, el ámbito de la vida erótica-, se ha diferenciado de la religión en el largo proceso de racionalización occidental, logrando su autonomía, su propia «legalidad». Y al caracterizar la esfera de la política como la del establecimiento de objetivos o fines a conseguir a través de una toma de decisiones libres, Max Weber la está entendiendo como un ámbito marcado por la contingencia. Y aunque en realidad este carácter contingente no es exclusivo de la política, pues afecta a toda la acción humana, en la política está especialmente acentuado por su vinculación directa con la lucha.
La peculiaridad que la lucha por el poder confiere a la esfera de la política le lleva a Max Weber a afirmar que la acción política no puede guiarse, precisamerite, por su autonomía, por una moral de principios absolutos, es decir, una moral que no tenga en cuenta las consecuencias de las acciones. De las dos maneras como se pueden orientar las acciones humanas -por convicciones que no tengan en cuenta las consecuencias de las acciones o por la toma en consideración de sus resultados-, Max Weber cree que la de guiar las acciones por convicciones de carácter absoluto no es adecuada para la política por no
11. MaxWeber, op. cit., págs. 131-132.
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ser coherente con la realidad de nuestro mundo. Nuestro mundo racionalizado, «desmagificado», presenta, como consecuencia precisamente de ese proceso de racionalización, dos importantes características: la existencia de un pluralismo de valores, que no se puede superar racionalmente, y la ausencia de una racionalidad moral, pues la experiencia muestra que de acciones buenas pueden surgir consecuencias malas, y viceversa.
La aceptación de la pluralidad de valores y de la irracionalidad moral del mundo implica aceptar que los otros tienen ideales tan dignos y sagrados como los de uno mismo, lo cual implica a su vez que no se opere en la lucha política con valores de carácter absoluto, es decir, que no se lleven al ámbito de la política los criterios de actuación propios de otras esferas como la religión. El político, por muy convencido que esté de sus ideales, no puede pretender llevarlos a la práctica «aunque pe~ rezca el mundo». Por ello, la ética de la responsabilidad --:-es decir, la adopción de decisiones tomando en cuenta las consecuencias que pueden tener las acciones- se convierte para Weber en la única moral que resulta adecuada a la realidad del mundo. Y por ello, una de las cualidades esenciales del político es su responsabilidad por los resultados, aunque señala de nuevo Weber que tampoco aquí cabe establecer cuándo uno tiene que actuar por convicciones o cuándo pensando en los resultados. Pero la responsabilidad por los resultados de las acciones es la única moralidad que resulta compatible con un mundo racionalizado, «desmagificado».
Entendida la política como una lucha por el poder, para Max Weber no cabe una ciencia de la política,
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pues no cabe establecer valores y tomar decisiones sobre un fundamento racional evidente. La ciencia social, tal como la concibe Weber, no puede suministrar esa fundamentación de los valores u objetivos políticos ni llegar a formnlar juicios de valor evidentes. La tesis central de Max Weber sobre la naturaleza de la ciencia social es la diferenciación radical entre juicios de hecho y juicios de valor, teniéndose que limitar la ciencia social a la explicación causal de los hechos y renunciar a formular o producir desde sí misma juicios de valor:
El destino de una civilización que ha probado del árbol del conocimiento es tener que saber que no podemos deducir el sentido del mundo a partir de los resultados de la investigación del mundo, por muy completa que ésta fuera, sino que debemos ser capaces de crearlo por nosotros mismos; y
que las «concepciones del mundo» nunca pueden ser el resultado de un progresivo conocimiento empírico; y, por tan
to, que los ideales supremos que más nos conmueven siempre actúan en lucha con otros ideales, que son tan sagrados
como los nuestros12•
Si la ciencia social no puede generar juicios de valor, la política, por el contrario, se mueve dentro del ámbito del destino, es decir, dentro de un ámbito en el que no puede reinar la ciencia porque se trata precisamente del esta-
12. Max Weber, La «objetividad» del conocimiento en la ciencia social y en la política social. Madrid, Alianza Editorial, 2009, págs. 79-80. Sí cabe para Weber un análisis racional de los juicios de valor, para el que e! esboza un esquema: Max Weber, Por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología yen la economía. Madrid, Alianza Editorial, 2011, págs. 106-109.
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blecimiento y de la lucha entre distintos juicios de valor e ideales.
Para Hermann Heller (1891-1933) la política es una esfera relativamente independiente de otras esferas, una esfera de la que necesita una sociedad con conflictos. El objeto de la política es la integración de la sociedad, siendo por ello aquí los conceptos fundamentales los de la representación y la soberanía, entendidos ámbos como las condiciones de posibilidad del funcionamiento de instituciones políticas.
Según él, las instituciones políticas no se pueden deducir de una macroteoría sObre la historia de la sociedad, y por ello la política como tal tampoco necesita de una metafísica que le permitiera la ilusión de situarse como exenta de los conflictos sociales. La política tiene que ver con la tarea de hacer posible una democracia en una sociedad conflictiva y por encima de los conflictos sociales13 •
En la línea conceptual-sociológica- de Max Weber, Heller se pregunta qué impulsa a los hombres a obedecer, pues lo decisivo en las leyes es la cuestión de la obediencia real de las personas para quienes se dictan las normas. Es la obediencia la que traslada los postulados normativos a la realidad social. Y es precisamente la negación, o al menos la infravoloración de este aspecto de la relación entre norma y realidad, lo que le
13. Puede verse Marcus Lhinque, «Politik und republikanisches Denken: Hermann HelleD>, en: Hans J. Lietzmann (ed.), Moderne Politik. Politikverstlindnisse im 20. Jahrhundert. Opladen, Leske+Budrich 2001 págs. 37-61. ' ,
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critica especialmente a Hans Kelsen. Por eso, para Heller herrschen [mandar, gobernar] significa encontrar obediencia, mandar con efectividad. El que la decisión del mando sea un requisito para su efectividad, para que se pueda imponer, tiene también una significación jurídica esencial. La efectividad de los mandados es esencialmente necesaria para la Herrschaft [poder, autoridad] en su conjunto, pero no para una orden en concreto. Nunca todos y en todo momento obedecen a la autoridad; pero la autoridad desaparece en el momento en que no pueda contar con su reconocimiento como una unidad a un nivel sociológico relevante, es decir, cuando no pueda contar con un reconocimiento para imponerse. Por esto, la coacción física sólo es necesaria para la Herrschaft como complemento, para que se dé la obediencia. Sólo para hacer cumplir actos de sumisión de los individuos es imprescindible la coacción14
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Su concepto de lo politico lo deriva
sólo de la función que la política cumple dentro del conjunto de la vida social. La peculiaridad de lo político sólo se puede diferenciar de otras funciones sociales por el hecho de que la política, por un lado, es un conjunto de relaciones que surge y existe según unas leyes relativamente propias, y, por otra parte, le corresponde, como parte, una determinada significación para el conjunto de la vida social [ ... ]. Sólo
14. Hermann Heller, Gesammelte Schriften, 3 voIs. Leiden, 1971, vol. II, págs. 62 y s., en: Marcus Llanque, «Politik und republikanisches Denken: Hermann HelleD>, en: Hans J. Lietzmann (ed.), Moderne Politik. Politikverstandnisse im 20. Jahrhundert. OpIaden, Leske+Budrich, 2001, págs. 58-59.
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