Post on 04-Jan-2016
description
E S C R I T O R E S M E X I C A N ( ) S
C O N T E M P O R Á N E O S
V I C T O R I A N O A G Ü E R O S
M É X I C O
I M P R E N T A D E I G N A C I O E S C A L A N T E
l j ; i j o s de S . A g u s t i n n. i
I S S o
A L A M E M O R I A
de l i lus t re escr i to r e s p a ñ o l
D. A N S E L M O DE LA P O R T I L L A
H o m e n a j e c a r i ñ o s o d e g r a t i t u d .
V. A.
P R O L O G O
A S biografías de Escritores Mexicanos Con-¿et?iporá?icos contenidas en este volumen,
forman parte de un libro que me propongo publicar más tarde con el título de ESCRITORES MEXICANOS D E L SIGLO XIX; y salen hoy á luz, con
el fin únicamente de complacer á diversas personas respetables, que habiendo leído algunas en La Ilustración Española y Americana de Madrid, han deseado verlas reunidas en un cuerpo.
Creo que la acogida que el público ilustrado de México se digne dispensar á estas humildes muestras que le ofrezco, me indicará con seguridad la que á su tiempo pueda conceder á los demás trabajos del mismo género que preparo, relativos á otras de nuestras notabilidades literarias; y así, séame permitido reclamar desde ahora su generosa benevolencia.
Corta es la galería biográfica que aparece en el presente tomo, —primera serie tal vez de las que pienso formar con nuestros literatos;— y en ella se echarán menos muchos nombres que gozan de merecida reputación; pero sin embargo, espero que bastará para dar idea del progreso de las letras en México, y de algunos de los escritores que más honran á nuestra patria en la actualidad.—Casi todas las ramas de la literatura tienen sus representantes, por decirlo así, en las personas de quienes trato en este libro; y nadie podrá negar que es respetable y escogido el grupo que ellas forman. Poetas y periodistas, críticos y filólogos, cultivadores de los estudios clásicos y escritores de historia: de todo encontrará algo en estas páginas, quien quiera formarse juicio de la literatura mexicana contemporánea.
Por lo demás, habría yo querido que la Introducción que va después de este Prólogo, llenase las condiciones que su objeto exige; pero todos saben que la historia de nuestra literatura está todavía por escribir, y que no tenemos ni aun los materiales que se necesitan para empezar la tarea.—Hace tres años formé unos apuntes sobre esta materia, incorrectísimos, incompletos y desordenados, que no obstante su falta de interés, me animé á sacar á luz en mis Cartas Literarias publicadas en 1877. Posteriormente los incluí en las Correspondencias literarias de
México que, para dará conocer algo en el extranjero el estado de nuestra literatura, remití al Sr. D. Abelardo de Carlos, Director propietario de La Ilustración Española y Americana; las cuales tuvo la bondad de recibir y publicar de una manera que ha obligado profundamente mi gratitud.—Hoy me veo en la necesidad de hacer otra vez uso de aquellos mismos apuntes, aunque suprimiéndoles algo y agregándoles nuevos nombres y noticias. De buena gana, como decia antes, habría yo procurado dar mayor extensión á este pobre trabajo, entrando en estudios y en investigaciones minuciosas; pero ni he tenido el tiempo suficiente para ello, ni (lo que es más grave) cuento con los materiales)' los conocimientos necesarios para este género de labores.—El lector me perdonará, por lo mismo, lo defectuoso é incompleto de la mencionada Introducción.
Y para que me perdone también la aridez y monotonía de estos artículos biográficos, ¿habré menester ponerle á la vista las dificultades con que he tenido que luchar, y que más de una vez me han desalentado?—Trabajos de esta índole son de suyo laboriosos, por lo escondidas que suelen estar las noticias; y los trabajos aumentan, por más que parezca raro, cuando viven todavía las personas de que aquellos son objeto, pues generalmente son ellas las primeras en escasear al biógrafo los datos que necesita. En el
presente caso, he tenido que batallar con la modestia de unos, con la humildad de otros, y aun hubo quienes al fin no me dieron una sola noticia de su vida ó de sus obras: tuve que buscarlas en otra parte. Sirva esto de disculpa á la pobreza que se notará en algunas biografías, y sirva también de explicación á las personas que hallen incompletas ó equivocadas mis palabras.
Las apreciaciones literarias sobre escritores contemporáneos, sobre todo cuando aún están vivos y los encontramos á cada paso, suelen ser espinosas para quien desea revelarlas al público: debo decir que para mí no lo han sido. Y o he escrito aquí lo que he juzgado por mí mismo, con entera independencia, con libertad, sin pasión, y sin dejarme llevar de las simpatías ó de la gratitud.
Diré, por último, que al dedicar este libro á la memoria del Sr. Portilla, no solo satisfago un deseo de mi corazón agradecido, por los lazos de cariño que á él me unieron y los favores que al comenzar mi humilde carrera literaria le debí, sino que cumplo también con un deber, poniendo su nombre al frente de una obra que fué el primero en aprobar y apoyar con la influencia de su nombre, de su talento y de su bondad.
M é x i c o , J u n i o 1 5 de 1880 .
I N T R O D U C C I Ó N
I .
L G U N O S de nuestros escritores antiguos, y no pocos de los modernos, al hablar de las cosas de lo que fué imperio azteca, ponderan el g r a d o de cul
tura intelectual que habían a lcanzado los mexicanos á la l l e g a d a de los conquistadores ; y se refieren pr incipalmente á ciertos cantares ó composiciones literarias que, y a por la tradición, y a por los s ignos gerogl í í icos conservados , pudieron conocer los e s p a ñ o l e s . — E l P. S a h a g u n , en su His
toria general ilclas cosas de A'//e7,a España, y F r . Gerón imo de Mendieta en l a Historia Eclesiástica Indiana, citan y trascriben detenidamente a lgunos discursos, exhortaciones ó consejos que los antiguos mexicanos acostumbraban recitar en ocasiones solemnes, c o m o el nacimiento de un prín-pe, l a coronación de un rey, el casamiento de una hija, e tc . ; notables todos por sus sanas doctrinas, su sencillez y pinto-
I í
resco lengua je , i I joturini dice 2 que h a b i a poetas que en
metro heroico referían los hechos gloriosos de los guerreros ;
historiadores que l l evaban memor ia de los acontecimientos
notables por medio de cordones y nudos diferentemente
combinados ; 3 fabulistas que , val iéndose de matáforas é in
geniosas a legor ías , d a b a n lecciones útiles al pueblo, y a ri
dicul izando ó crit icando las costumbres y los vicios, y a elo
g i a n d o las virtudes de los buenos c iudadanos . L o s cantares
de los poetas, según el mismo autor, se div idían en " p r i n
cipalmente históricos, aunque tal vez mezclados de fábulas
divinas, y en otros meramente p o é t i c o s ; " pudiéndose clasi
ficar, por consiguiente, entre unos y otros, los himnos que
se cantaban en las fiestas de los dioses, pues también á las
divinidades las hacían objeto de entusiastas c á n t i c o s . — L a
c iudad donde seña ladamente floreció l a poesía , dicen los
historiadores C l a v i g c r o y V e y t i a , fué T e x c o c o , la A t e n a s
de l N u e v o Mundo , como l a l l amaron entonces: al l í existió
una A c a d e m i a ó Co leg io en que se cult ivaban las artes y
en que se l l a m a b a á públ ico certamen á los hombres de cla
ro entendimiento ; a l l í estaba el g r a n d e é inmortal Netza
hualcóyot l , una de las más bel las figuras de nuestra histo
ria ant igua , d a n d o ca lor y v ida á aquel hermoso centro de
i lustración; a l l í se ent regaba él á sus contemplaciones as
tronómicas, y se recreaba dulcemente en los magníf icos
espectáculos que le ofrecían el Popocatepet l y el Ix tac ihuat l ,
coronados de resplandeciente nieve, los mansos y bri l lantes
l agos , sus márgenes pobladas de pintorescas a ldeas y de ri-
1 V é a s e la no ta d e la pág. 1 72 .
2 htva de ana nueva Historia General de la América Septen
trional, par. X V . 3 I Jotur ini , i n d u d a b l e m e n t e , c o m e t i ó en esto un e r r o r , p u e s n in
g ú n o t r o c r o n i s t a h a c e m e n c i ó n d e los ta l es c o r d o n e s . fc\ inca G a r -c i laso d e la V e g a , h i s t o r i a d o r de l P e r ú , d i c e q u e los u s a r o n los ind ios d e a q u e l i m p e r i o .
1 1 1
sueños jardines. Ante naturaleza tan florida y majestuosa,
preciso era, en efecto, que no solo Netzahualcóyot l , sino
cuantos habitaban aquel las fecundas regiones, prorumpie-
sen en arrebatados cantos de admirac ión. C u a n d o aquel
ilustre soberano, en medio de sus silenciosas meditaciones,
l legó á comprender que existia un solo Cr iador y Soberano
de todo el Universo , y se propuso tributarle adoración y
sincero a m o r , compuso en honor suyo sesenta cánticos, se
gún refieren los historiadores, de los cuales no nos que
dan sino a lgunos fragmentos sa lvados dichosamente de los
borrascosos tiempos de la conquista, ó trasmitidos por la
tradición. E n el los, lo mismo que en otro que se conserva ,
y (¡ue trata de la volubi l idad de la v ida h u m a n a , no solo
se descubre lo que era la poesía azteca, sino que se pueden
admirar también las pr iv i leg iadas dotes morales de Netza
hualcóyot l , y su a l m a e levada y pensadora . A u n q u e es se
guro que esos fragmentos han venido sufriendo alteraciones
con el t iempo, y los traductores, por otra parte, les han co
municado nuevas bellezas, y o creo, sin e m b a r g o , que con
servan todavía a l g o de su forma pr imera , a l g o de su natu
ral sencillez, de su perfume nat ivo, pues la verdad es que
nos admiran y nos encantan. T ienen cierta dulce y apaci
ble melancol ía , propia de una a l m a que ha sufrido y es
visitada por recuerdos dolorosos, por pensamientos tristes:
las imágenes , por lo genera l , son agradables y modestas ,
l lenas de la e m b a l s a m a d a frescura de los c a m p o s ; encier
ran verdad a lgunas reflexiones, y es profunda y espontánea
su filosofía. L a s g a l a s de esos cantares las tomaba su autor
de los verjeles del va l l e ; sus armonías , de los bosques y las
montañas ; su dulzura , de la bondad de nuestro c l i m a ; y
las ideas, en fin, venían g a l l a r d a s y libres, al suave ca lor
de la inspiración ó de la medi tac ión .—Conv iene a g r e g a r
también en e log io de este rey, y á propósito del asunto que
nos ocupa , que no era su a m o r á la poesía el único mérito
r v
que le a d o r n a b a y que hoy hace tan s impát ica su m e m o r i a ,
sino que, a d e m á s , se dist inguía por l a benevolencia y el
cariño con que trataba á los que , c o m o él , se ded icaban á
cul t ivar la . Uoturini refiere, 4 que habiendo sido condenado
á muerte un reo en cierta ocasión, éste compuso en poco
t iempo un be l lo , sentido y conmovedor p o e m a de despedi
d a , que fué escuchado por el m o n a r c a : prendado de su be
lleza, y en premio á la feliz inspiración del poeta, le per
donó gustoso la v ida .
A h o r a bien: cuanto queda dicho acerca de la poesía az
teca, de Netzahualcóyot l y sus cantares , lo m i s m o que de
la importancia l iteraria de T e x c o c o , es n e g a d o en nuestros
dias por respetables escritores, quienes j u z g a n que no de
bemos d a r entero crédito á lo que sobre este punto nos di
cen los antiguos historiadores y cronistas. F u n d a n su dic
tamen, en pr imer lugar , en l a falta de aquel los medios ,
indispensables y necesarios p a r a crear una l iteratura, en que
se encontraban los aztecas, — c o m o el conocimiento del al
fabeto, la escritura, e t c . ; — y después, en lo sospechosísimo
de la fuente en que todos los ant iguos escritores bebieran las
noticias relat ivas á la cultura intelectual de los vencidos.
A q u e l l a fuente fué Ixt l i lxóchit l , escritor ind ígena que flore
ció mucho t iempo después de l a conquista, quien conside
rándose, c o m o es sabido, descendiente de la familia real de
T e x c o c o , no hizo otra cosa en sus obras , sino ensalzar á su
patr ia , ponderar su civi l ización y su g r a n d e z a , poner la su
perior á Méx ico en ilustración y en todo género de ade lan
tos, y trazar, en fin, la a p o l o g í a de sus antepasados , de sus
conciudadanos y de las obras que d e j a r o n . — S e a de esto lo
que fuere, y sin detenerme m á s en una cuestión qtie solo
nuestros eruditos deben resolver (yo la he tocado aquí úni
camente c o m o un punto curioso), lo cierto es que aquel la
4 O b r a y par. c i t a d o s .
V
r a m a J e la civil ización azteca se secó por completo , y nin
g u n a inñuencia piulo tener en el nacimiento, desarrol lo y
formación de lo que más tarde vino á ser l i teratura me
x icana .
I I .
T e r m i n a d a la conquista , y c u a n d o se trató de p o n e r los
primeros cimientos de la sociedad que iba á formarse, p a
saron á N u e v a E s p a ñ a los soldados de la cruz, los misione
ros encargados de sembrar en el pa ís l a semil la de la civi
lización e v a n g é l i c a : al estruendo de los combates , s iguieron
las pacíficas tareas de la enseñanza ; al ruido de las armas ,
el suave murmul lo de los niños indios que se instruían y re
citaban sus pr imeras oraciones ; y el horizonte, poco antes
c a r g a d o de vapores sangrientos, se i l u m i n a b a ahora con la
luz que venia á disipar las sombras de l a barbar ie y de la
ignorancia . Y unas veces entre las ruinas, otras bajo la som
bra de frondosos árboles ; y a en las ori l las de los lagos ó en
medio de los j a rd ines ; y a en humildes c a b a n a s ó bajo el
rústico techo de improvisados templos, los G a n t e , los J I o -
tolinía, los S a h a g u n , y otros beneméritos varones , doc
trinaban á los infelices aztecas, quienes sorprendidos del
poder que h a l l a b a n en la p a l a b r a de aquel los hombres ve
nerables, cobraban a m o r á la instrucción, á las letras, á los
preceptos de salud que los consolaban y fortalecían. H a
biendo luego aprendido con infinita abnegac ión los idiomas
indígenas , 5 comenzaron á predicar en el los, c ircularon
5 A l p e n s a r en la m a r a v i l l o s a p r o n t i t u d c o n q u e a q u e l l o s santos v a r o n e s a p r e n d i e r o n los c o m p l i c a d o s i d i o m a s d e los indios , t a m o m á s d i f íc i les p a r a e l los c u a n t o q u e c a r e c í a n d e m a e s t r o s q u e se los e n s e ñ a r a n con m é t o d o , no p u e d e u n o m e n o s d e t r a e r á la m e m o r i a l a s p a l a b r a s q u e J e s u c r i s t o d i r i g i ó á sus a p ó s t o l e s al m a n d a r l o s d p r e d i c a r su d o c t r i n a p o r el m u n d o . " I d — l e s d i j o ; — p r e d i c a d el
Y [
manuscritas a lgunas oraciones traducidas, y cosecharon de
este modo tan preciosos y abundantes frutos, que en breve
tuvieron necesidad de auxi l iares poderosísimos que los se
cundaran . L a Providencia les m a n d ó entonces la imprenta,
y en tan oportuna sazón l legó á Méx ico , C> que pronto pu
dieron imprimir los numerosos vocabular ios , catecismos,
artes, etc . , que usaban en sus tareas ; método que dio ma
ravil losos resultados, pues merced á él , creció extraordina
riamente en todas partes el número de los indios converti
dos'. L o s neófitos fueron á su vez predicadores y misioneros,
y a y u d a n d o á los frailes que á ellos los habian sa lvado , la
N u e v a E s p a ñ a pudo estar al fin bajo el imperio de la Cruz
y de la paz.
L o s religiosos, cumpl ido este pr imer y pr incipal ís imo
deber, no permanecieron ociosos, antes sus admirables tra
bajos filológicos les sirvieron de estímulo para emprender
otros nuevos, sin que por esto dejaran desatendida su obra
m á s gloriosa y meritoria. Quisieron escribir las memor ias
del país conquistado, y aun se empeñaron en que tomaran
parte en esta labor , los indios que por sus dotes y cir
cunstancias part iculares, eran capaces de desempeñar la :
E v a n g e l i o á t o d a s las c r i a t u r a s A los q u e c r e y e r e n , a c o m p a ñ a r á n estos m i l a g r o s : en mi n o m b r e l a n z a r á n los d e m o n i o s ; h a b l a r á n n u e v a s l e n g u a s . " (S. M a r c o s , X V I , 15 y 1 7 . ) — ¿ N o p o d r e m o s c r e e r , q u e e n t r e las m a r a v i l l a s q u e se r e a l i z a r o n en A m é r i c a en a q u e l sig l o , h u b o l a d e q u e el Espí r i tu S a n t o b a j a r a s o b r e es tos h o m b r e s h u m i l d e s , p a r a in fund i r l e s la v i r t u d d e c o n o c e r unas l e n g u a s e x t r a ñ a s q u e j a m á s h a b i a n o í d o n o m b r a r ? — E l P . M e n d i e t a d e c í a : q u e al a p r e n d e r la l e n g u a m e x i c a n a , " q u e j a m á s h a b l a sab ido , l e i d o 111
o í d o , se le v e n i a á la m e m o r i a per qnodam reiuinisci, p o r un p a r t i c u l a r r e c u e r d o , c o m o d e cosa q u e h a b í a s a b i d o o t r a v e z y v o l v í a á la m e m o r i a p o r p a r t i c u l a r a c t o d e r e c o r d a c i ó n . " [l'orq neniada,
"Monarquía Indiana.")
6 F u é m a n d a d a t r a e r p o r el v i r e y D . A n t o n i o d e M e n d o z a , á p e t ición d e los ob i spos : s i e n d o N u e v a E s p a ñ a la p r i m e r a nación d e A m é r i c a q u e la t u v o .
V I I
unos y otros, en efecto, se dedicaron con heroico y loable
afán, con infatigable y detenida di l igencia , á reunir datos y
noticias, y á escribir la historia ant igua de nuestro país : es
tudiaron los monumentos , recogieron empeñosamente cu
riosas tradiciones, descifraron a lgunos g e r o g l í í k o s y pintu
ras, y trazaron interesantísimas pág inas que todavía hoy son
consultadas por eruditos y anticuarios. E l P . Bernardina*
de S a h a g u n pudo por esto dejarnos sus libros sobre las an
tigüedades de la tierra, 7 E r . Tor ib io de B e n a v e n t e su in
apreciable Historia de los Indios de Nueva España, S Pe
dro Mártir de A n g l e r í a , sus Décadas, r iquísimas en curiosas
noticias; Ov iedo , una Historia de las ludias Occidentales,
y así otros muchos , c o m o los frailes misioneros, A l o n s o de
Mol ina , Maturino Gi lbert i , A n d r é s de Olmos , 9 F ranc isco
Zcpeda , J u a n de C ó r d o b a , J u a n de G a o n a , A l o n s o de la
Veracruz, Benito Fer n ández , J u a n de la Anunc iac ión , y
cien más, que escribieron é imprimieron, p a r a enseñanza
de los indios, Vocabularios, Gramáticas, Arles de lenguas ,
Doctrinas, Catecismos, Sermonarios, en los diferentes idio
mas que se h a b l a b a n en el p a í s . — A l g u n o s hijos de la tier-
7 Historia general de tas cosas de A'uei>a España ti Historia de
ta Conquista de México. F u e r o n p u b l i c a d a s p o r L o r d K i n s b o r o u g h un su fa.nio.sa. c o l e c c i ó n ¿Intitjuitics oj Me.vico ( 1 8 3 0 - 1 8 4 8 , 9 vo l . g r . ful,}, y D . C a r l o s M a r í a d e J j u s u u n a n t e las diú á luz con n o t a s y sup l e m e n t o s en 1 8 2 9 - 1 S 3 0 .
8 L a p u b l i c ó t a m b i é n p o r p r i m e r a v e z , t r u n c a , L o r d K i n s b o r o u g h . El S r . G a r c í a I c a z b a l e e t a , el a u t o r m á s e r u d i t o y e m p e ñ o s o q u e t e n e m o s , l a i m p r i m i ó c o m p l e t a en su Colección de Documen
tes para ta Historia de México ( 1 8 5 8 - 1 8 0 6 , 2 v o l . 4. 0 ) p r e c e d i d a d e unas Noticias de la zuda y escritos de T'r. Toribio de Uenaventet
ó Motolinia, p o r el S r . D . J o s é F e r n a n d o R a m í r e z .
9 L o s escr i tos d e es te r e l ig ioso n o h a n l l e g a d o á nosot ros , a u n q u e el Sr. ( Jarcia I c a z b a l e e t a c r e e q u e a l g ú n d i a se l o g r a r a el h a l l a z g o d e e l los , p o r h a b e r s e e n v i a d o á F s p a n a en su t i e m p o tres ó cuatro
copias. {Hist. Kcl. Ind. d e M e n d i e t a , Introducción.)
V I I I
ra, por su parte , escribieron también, ba jo la dirección y
consejo de aquel los sabios maestros, diversas crónicas , rela
ciones y memorias que pueden mencionarse con honor, á
pesar de que pocas se imprimieron y muchas quedaron iné
ditas, ó se perdieron. F e r n a n d o de A l v a Ixt l i lxóchit l , tex-
cucano , l l a m a d o por Prescott el T i t o L i v i o del A n á h u a c ,
compuso una Historia Chichimeca, 10 la Relación histórica
de la Nación tulleca, un Compendio histórico del reino de
Texcoco, y otras obras igua lmente apreciables : los t laxca l
tecas T a d e o de N i z a y D i e g o Muñoz C a m a r g o , escribieron
respect ivamente una Historia de la- Conquista de México y
una Historia de Tlaxcala; F e r n a n d o de A l v a r a d o Tezozo-
m o c , escribió su Crónica Mexicana; n J u a n Baut i s ta P o
m a r , u n a Relación de la ciudad de Texcoco; 12 Gabr ie l
A y a l a , unos Apuntes históricos de la Nación mexicana; Cris
tóbal del Cast i l lo , un Viaje de los Aztecas al país del Aná
huac; Hui tz imengar i , unas Me/norias del Reino de Michoa-
can; Z a p a t a , u n a Crónica de Tlaxcala; e tc . , e tc . : conjunto
a d m i r a b l e que revela el espíritu de investigación y laboriosi
d a d de los misioneros, hábi lmente comunicado á los indí
genas , y en el cual indudablemente puede decirse que tuvo
or igen y nacimiento la l i teratura m e x i c a n a .
M á s tarde, esto es, á fines del s iglo X V I y principios del
X V I I , s iguiendo aquel e jemplo y val iéndose en g r a n parte
de las noticias cons ignadas en manuscritos, ó en a l g u n a s
de las obras anteriores que se habían impreso, vinieron otros
1 0 L a p u b l i c ó L o r d K i n s b o r o u g h en su c o l e c c i ó n c i t a d a . M r . T e r -n a i t x - C o m p a n s la t r a d u j o al í r a n e e s , y la incluye» en sus Viajes, Re
laciones y Memorias 07-Íginales para la Historia de América.
( P a r i s , 1 8 3 7 - 1 8 4 1 , 20 t o m . 8 o )
1 1 T a m b i é n la p u b l i c ó L o r d K i n s b o r o u g h en su c o l e c c i ó n , y M r . T e r n a u x - C o m p a n s la t r a d u j o ( P a r í s , 1 8 4 7 - 1 8 4 9 , 2 t o m . 8 o . ; A c t u a l m e n t e s a l e á luz en la Biblioteca Histórica de l S r . V i g i l , con una Int r o d u c c i ó n d e I.). M a n u e l O r o z c o y P e r r a .
12 M a n u s c r i t o en p o d e r d e l S r . G a r c í a l e a z b a l c e t a .
I X
escritores más hábi les y entendidos, que compusieron di
versos libros sobre diferentes materias . K m re ellos merecen
citarse: Kr . G e r ó n i m o de Mendieta , autor de la Historia
Eclesiástica indiana; 1 3 Kr . J u a n de T o r q u e m a d a , que es
cribió su Monarquía Indiana; 14 el P . A c o s t a , que formó
una Historia Naturaly Moral de las Indias; D á v i l a Pa
di l la , autor de la Historia de la Fundación y Discurso de
la Provincia de Santiago de México; F r . D i e g o D u r a n , que
por 1 5 8 1 redactaba una Historia de las indias de A'nei'a
España c Islas adyacentes; 15 Kr . Agust in Karfan, autor de
un Tratado de Medicina, y otros muchos que seria l a rgo
citar, pero que dan ventajosa idea del extraordinario movi
miento literario del s ig lo X V I , a l imentado , sostenido y di
r igido únicamente por los humildes rel igiosos. A ellos se
deben los más importantes anales de nuestra historia ; á
ellos la conservación de tradiciones y datos para escr ibir la ;
á ellos el conocimiento de las l enguas de los indios, de sus
usos, costumbres y rel ig iones; á ellos se debe , en fin, cuan
to en los siglos pasados ha serv ido, y en los futuros ser
virá, á los sabios, á los historiadores, á los arqueólogos , á
los l ingüistas, p a r a emprender invest igaciones y escribir
obras sobre l a historia ant igua de Méx ico .
1 3 E s t a o b r a ú t i l í s ima y c o m p l e t a , q u e se c o n s i d e r a b a p e r d i d a , fué p u b l i c a d a en 1870 p o r el S r . G a r c í a l c a z b a l c e t a con una e r u d i t a luir adúcelo n.
14 L a p r i m e r a ed ic ión es d e S e v i l l a , 1 6 1 5 , 3 tom. en ful. [A'ota
del Sr. García lea Calceta.)
1 5 El p r i m e r t o m o d e es ta i m p o r t a n t í s i m a o b r a fué p u b l i c a d " en 1867 por el S r . D . J o s é F e r n a n d o R a m í r e z . — H:>y se i m p r i m e el Lo
m o s e g u n d o p o r c u e n t a de l M u s e o N a c i o n a l .
b
X
I I I .
N o se crea por lo dicho hasta aquí , que á las labores his
tóricas y á los l ibros de esta especie, quedó reducido única
mente por entonces el cult ivo de las letras en N u e v a E s p a ñ a .
Un insigne escritor, honra de nuestra patr ia y de nuestro
episcopado, dec ia en ocasión so lemne: 1 0 " I m p o s i b l e pare
cería , si no fuera un hecho tan manifiesto, que México , ape
nas conquistado, contr ibuyera á la g lor ia l iteraria de E s p a
ña, con tan copioso y dist inguido contingente. Cua lqu ie ra
creería que el fragor de l a s a r m a s habr ía impedido que las
letras floreciesen en las nuevas colonias , y que la sed de
riquezas no podría hermanarse con la ciencia. Y , sin em
b a r g o , no fué así. L a s letras, y el saber , y las artes, vinie
ron juntamente con las máquinas de g u e r r a ; y no solo fué
México el teatro de las hazañas mayores que h a y a n visto
los siglos, sino también la palestra donde desde luego se
ejercitaron los ingenios más bril lantes que produjera esa
época , tan gloriosa p a r a las l e t r a s . "
E n efecto, aparte de las innumerables escuelas y colegios
fundados por los rel igiosos, c o m o los de T l a l t e l o l c o , de
San J u a n de Le t ran y la Concepc ión , México tuvo Univer
sidad casi al mismo tiempo que se establecía definitivamen
te el Gobierno vireinal , y á esa fuente de las ciencias y de
los estudios pudieron pronto acudir los que a m a b a n y de
seaban los trabajos intelectuales. 17 E n poco t iempo se for-
16 El l i m o . Sr . O b i s p o M o n t e s d e O c a , Oración fúnebre.
17 C a r l o s V , p o r c é d u l a d e 2 1 d e S e t i e m b r e d e 1 5 5 1 , o r d e n ó la fundac ión d e la U n i v e r s i d a d d e M é x i c o , d o t á n d o l a c o n v e n i e n t e m e n t e y c o n c e d i é n d o l e los p r i v i l e g i o s y f r anqu ic ias d e q u e g o z a b a la d e S a l a m a n c a . El 3 d e J u n i o d e 1 5 5 3 se a t i r i e ron los es tudios , s i e n d o las m a t e r i a s d e e n s e ñ a n z a las s i g u i e n t e s ; l ' r i m a d e Teo log ía ,
X [
marón en aquel plantel hombres aprovechados , de vastos
conocimientos literarios, doctos, famil iarizados con los clá
sicos y los autores modernos , y de s ingular aptitud p a r a
seguir su huel las , acomet iendo y l l evando á cabo obras de
e levado mérito . 18
Estudiando aquel la época , se observa q u e , hija nuestra
literatura de la española , no era en real idad más que un
reflejo exact ís imo de e l l a ; pues los poetas y escritores solo
tenían, para imitar , á los que venían de la P e n í n s u l a . — Y co
mo á la sazón estuviesen en su m a y o r popular idad en E s p a ñ a
las representaciones dramático-rel ig iosas , hubo naturalmen
te aquí quien se dedicara á aquel género de l i teratura, á fin
de que los indios pudieran tomar parte en e l las , y regoci
jarse viendo las p o m p a s y el aparato de las fiestas de la nue
va religión que profesaban. A l principio, los misioneros
" s e vieron obl igados á componer ellos mismos las piezas
que habian de representarse, ó por lo menos , á traducir las
y acomodar las á la capac idad de los oyentes ; tarea en que
más adelante les ayudaron los colegia les indios de T l a l t e -
S a g r a d a E s c r i t u r a , P r i m a d e C á n o n e s , D e c r e t o , Ins t i tu ía , A r t e s , R e t ó r i c a y G r a m á t i c a . L a s c á t e d r a s s e fueron a u m e n t a n d o con el t i e m p o , y a l c o m e n z a r el s ig lo a c t u a l h a b i a v e i n t i c u a t r o , e n t r e e l l a s las d e i d i o m a s m e x i c a n o y o tomí , f u n d a d a s en 1640. ( H á l l a n s e é s t a s y o t ras n o t i c i a s s o b r e la U n i v e r s i d a d , en el cur ios í s imo l i b r o M'¿Lv/-
co en 15^4, d e l S r G a r c i a I c a z b a l c e t u . — Introducción al Diálogo
Primero.)
18 l?.l S r . G a r c i a I c a z b a l c e t a . en su l ib ro c i t a d o México en 1 554 ,
renueva, c o m o él d i c e , la memoria de algunos fenómenos de eru
dición q u e se v i e r o n en la U n i v e r s i d a d , c o m o el P . S o l i s y H a r o , q u e á los catorce afios p u d o se r a b o g a d o d e la R e a l A u d i e n c i a , á los diez y seis y medio l i c e n c i a d o y d o c t o r en c á n o n e s , c a t e d r á t i c o v a r i a s v e c e s , y a l fin r e c t o r d e la m i s m a U n i v e r s i d a d ; D. P e d r o d e P a z V a s c o n c e l o s , m e x i c a n o y ciego de nacimiento, q u e con so lo la as i s tenc ia á las c á t e d r a s , a p r e n d i ó g r a m á t i c a , r e t ó r i c a , filosofía y teo log ía , m á s t a r d e j u r i s p r u d e n c i a en el e s tud io p a r t i c u l a r d e un
X I I
l o l c o . " 19 Después, hubo otros poetas que escribieran e^tas
piezas; y el que más se distinguió entre todos el los , fué el
Presbítero F e r n á n Gonzá lez de l is ia va , autor de diez y seis
Coloquios Espirituales y Sacramentales, escritos entre los
años de 1 5 6 7 y 1 5 9 9 ó i ó o o , notables é interesantes todos
por su mérito l iterario: en ellos se nota fac i l idad, l impieza
y buen lenguaje . Este mismo poeta , uno de los pocos del
s iglo X V I que conocemos por completo , merced al Sr . G a r
cía Icazbalceta , 20 escribió también multitud de canciones,
changonetas y villancicos sobre diversos asuntos, especial
mente re l ig iosos .—Diego Mej ía , que floreció en este t iempo,
merece igua lmente citarse: de él nos quedan a lgunas tra
ducciones de Ovidio , entre otras, l a de la Epístola de Safo
á Eaou, 21 bastante buena.
a b o g a d o , y á los diez y nueve años d e e d a d se opuso á la c á t e d r a d e V í s p e r a s d e Fi losof ía ; D . A n t o n i o C a l d e r ó n , q u e l u e g o q u e le ía un l ib ro le v e n d í a , p u e s no v o l v í a á n e c e s i t a r d e él p o r q u e d a r l e f i rmes las m a t e r i a s q u e t r a t a b a ; F r . F r a n c i s c o N a r a n j o , q u e en c i e r t a ocas ión d i c t ó a l t e r n a t i v a m e n t e á c u a t r o e sc r ib ien tes , sin d e t e n e r s e ni p r e g u n t a r n a d a , c u a t r o d i s e r t a c i o n e s p e r f e c t a s , c a d a u n a d e d i v e r s a m a t e r i a , y p o r ú l t i m o , el Dr. D . A n t o n i o L o r e n z o L ó p e z P o r t i l l o y G a l i n d o , q u e sus tentó d u r a n t e seis d í a s s e g u i d o s o t ros t a n tos a c t o s d i s t in tos , o b t e n i e n d o d e la U n i v e r s i d a d l a s c u a t r o b o r l a s d e M a e s t r o d e A r t e s , y d e D o c t o r en T e o l o g í a , C á n o n e s y L e y e s .
19 G a r c . I c a z b . — I n t r o d . á los Coloquios d e E s l a v a . 20 Es te b e n e m é r i t o e s c r i t o r , á q u i e n n u e s t r a l i t e r a t u r a d e b e s in
g u l a r e s é i m p o r t a n t í s i m o s s e r v i c i o s , p u b l i c ó en 1877 , con u n a Intro
ducción tan i n t e r e s a n t e c o m o b e l l a m e n t e e s c r i t a , los Coloquios Es
pirituales y Sacramentales y Poesías Sagradas de l P . E s l a v a , d e d i c a n d o la e d i c i ó n á la R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a .
21 Y o l a s h e v i s to en el Parnaso Mexicano, c o l e c c i ó n d e p o e s í a s e s c o g i d a s d e s d e los a n t i g u o s a z t e c a s h a s t a p r i n c i p i o s de l s ig lo p r e s e n t e , q u e el S r . D . J o s é J o a q u í n P e s a d o p u b l i c ó en 1 8 5 5 (1 t om. 4 0 } — Q u e d ó i n c o m p l e t a .
X I I I
I V .
E n el s iglo X V I I , el movimiento literario de Méx ico si
guió siendo extraordinario y a n i m a d o . " S e continuó, — d i
ce un escritor, 2 2 — la impresión de l ibros en lenguas indí
genas , y comenzó l a de crónicas de las diversas órdenes
religiosas. H á l l a n s e libros piadosos y edificantes, v idas de
varones e jemplares , sermones y tratados de c iencia , en es
pecial de teología y mora l , y a l g u n a s obras de recreación
y a m e n a l iteratura. E n este mismo s ig lo puede fijarse el
principio de las publ icaciones periódicas en M é x i c o . " E n
tre las crónicas que se escribieron en aquel t iempo (aunque
no todas se publ icaron) mencionaré las s iguientes: Reperto
rio de los tiempos, de E n r i c o Mart ínez ; Historia de Ckiapas
y Guatemala, de R e m e s a l ; Crónica de la Orden de San
Agustín en ¿Viteva España, de Kr. J u a n de G r i j a l v a ; Cró
nica de la Orden de San Francisco en Alichoacan, de L a
R e a ; Palestra historial, de l i u r g o a ; Historia de Michoa-
can y Crónica de Michoacan, de Basa lenque la pr imera y de
Beaumont la s e g u n d a ; el Teatro Mexicano, del que forma
parte el Menologio Franciscano, célebres obras de F r a y
xVgustin de V e t a n c u r t ; Crónica de la Provincia de San Die
go, con vidas de ilustres y venerables varones, de M e d i n a ;
Historia de la Provincia de la Compañía de "Jesús, de F l o
rencia ; una Vida del Apóstol Santiago, de L e z a m i s , e t c . ; li
bros todos útilísimos á l a historia patr ia , por los datos de
que están llenos, y porque son documentos importantes para
la l iteratura ant igua de Méx ico .
P o r lo demás , los que entonces acudian á los estableci-
22 G a r c . Icazb . , a r t . Tipografía Mexicana, en el Dice. Univ. de
llist. y Gcogr.
X I V
mientos de instrucción públ ica , se dedicaban con ardor á
todo género de estudios; eran frecuentes en la Univers idad
los actos y certámenes ; cult ivábanse con esmero las ciencias
y las letras, así sagradas como profanas, y se enriquecian
los anales de la nación con bril lantes y elocuentes pág inas .
De aquellos Coleg ios sal ían profundos teólogos, literatos-
insignes, prelados eminentes y humanistas notables, que
después de ser el asombro de sus maestros y condiscípulos,
iban á ocupar altos lugares en la sociedad de su patr ia y
aun en la de la metrópol i . F i g u r a b a n con lucimiento en la
corte vireinal , como observó ya el erudito D . Luis Fernán
dez Guerra y Orbe, en su libro sobre A l a r c o n : el Dr . J u a n
M i j a n g o s ; el jesuita J u a n de T o v a r , l l a m a d o por sus con
temporáneos el Cicerón Mexicano, quien ademñs de cono
cer a lgunos idiomas indígenas , era también e legante histo
r iador ; D . R o d r i g o de A g u i a r y A c u ñ a , " á quien, por su
dominio en la especial legislación amer icana , l l a m a b a n el
T r i b o n i a n o del N u e v o M u n d o ; " los indígenas Pedro J u á
rez, autor de un Memorial; C h i m a l p a i n , Antonio de T o v a r
Moctezuma IxtHlxóchit l ; F r . J u a n Bautista , que tradujo al
náhuat l el K'empis, y-escribió para recreación y enseñanza
de los indios, tiernos Dramas Espirituales; y finalmente,
F r . Martin de A c e v e d o , autor de Dramas Alegóricos en
l e n g u a chocha , y Autos Sacramentales en l e n g u a misteca.
E n cuanto á los poetas, fueron tantos los que hubo en
N u e v a E s p a ñ a en aque l la época , según es sabido, que , á
uno de los certámenes en que triunfó Ra lbuena , acudieron
m á s de trescientos. 23 — E s t a b a aquí á la sazón nuestro gran
poeta dramát ico Ruiz de Alarcon y Mendoza , que después
de frecuentar las aulas de S a l a m a n c a y a b o g a r en los tri
bunales de Sev i l l a , hab ia regresado á su patria en 1 6 0 8 .
Un año después, á 2 1 de Febrero de 1 6 0 9 , habíase gradua-
23 G u e r r a y O r b e . Atar<o)¡.
X V
(lo ele l icenciado en leyes en la Univers idad , entrando lue
go á la vida act iva, y mezclándose en la florida y rica ju
ventud que manten ia en ca lor las letras nacionales . T a m b i é n
lucia, con indecible resplandor, el v i rgüiano B e r n a r d o de
l ía lbuena , poeta insigne que cantó la Grandeza Mexicana,
y que en los desiertos de Cul iacan compuso su Siglo de Oro
y su poema del Bernardo.
Pero es fuerza decir que la genera l idad de aquel los poe
tas, aunque estaban dotados de numen, de imaginación y
de otras buenas cual idades , se ha l l aban muy Icios de me
recer que la posteridad recogiera sus nombres y los admi
rara ; porque aquí , lo mismo que en E s p a ñ a , el mal gusto
marchitaba los ingenios y los l levaba por un camino extra
v iado y verdaderamente fatal : los vates mexicanos , en sus
composiciones, eran por lo común a m a n e r a d o s y confusos,
se ha l laban viciados en las ex t ravaganc ias introducidas por
G ó n g o r a en la poesía española , y de sus liras no podían
salir , por lo mismo, aquel los angél icos acentos que se ha
bían oído en E s p a ñ a en época no muy le jana. A b u n d a b a n
entonces las Exequias, Arcos triunfales, Entradas, Cano
nizaciones, yuras, Certámenes, e tc . , en que " s e nota — d i c e
el S r . G a r c í a I c a z b a l c e t a — cómo esta r a m a m e x i c a n a , aun
que tan apar tada del tronco (la l iteratura española) , seguia la
misma suerte de éste, y le i g u a l a b a , ó acaso le superaba, en
decadencia . V e r d a d e r a m e n t e espanta ver en esos libros las
hazañas que ejecutaban aquel los poetas en laberintos, rue
das , estrellas, acrósticos y qué sé y o cuántas otras combina
ciones increíbles, caste l lanas , latinas y hasta gr iegas , pro
duciendo al fin unas composiciones tan laboriosas c o m o in
inteligibles, que causan pena al lector, por aquel lastimoso
despilfarro de ingenio en tan absurda y estéril gimnasia del
entendimiento como la l l a m a un escritor moderno, y al mis
mo tiempo le asombran por la copia de estudios que reve
l a n . " Pero , sin e m b a r g o , diré con otro est imable escritor
X V I
mexicano , 24 esa l iteratura fué grande por la pureza de sus
sentimientos y las enérgicas vibraciones de su p i e d a d , en
México , que vivia tan solo de su fe r e l i g i o s a . — R a z ó n ha-
bía , por otra parte , p a r a que aquí la l iteratura careciese de
v igor y magnif icencia : la española , modelo de las colonia-
les en A m é r i c a , estaba á la sazón en igual g r a d o de pobre-
za ; habia l l egado para el la una época de terrible decaden-
cia. Los ingenios del siglo X V [ , Garc i l a so y "Francisco de
la T o r r e ; Kr. Luis de León, Herrera y R i o j a ; los A r g e n s o l a ,
Cervantes y L o p e de V e g a , habían pasado y a , dejando al
mundo embelesado y al parecer atónito, y á sus discípulos
sin ánimo ni fuerzas p a r a lanzarse á los espacios en que
ellos habían buscado la inspiración. — Los poetas españoles ,
posteriores á ellos, no imitaron aquel las composiciones sen-
ci l las , correctas y ga lanas , con que a c a b a b a de enriquecerse
la poesía castel lana, ni cuidaron de h e r m a n a r á una forma
severa y l impia un pensamiento g r a n d i o s o ; sino que cor-
rompieron el gusto, el estilo y el lenguaie con el cultera-
nismo de G ó n g o r a , falsearon los atavíos l iterarios, y hasta
el idioma y la significación propia de las p a l a b r a s . — E n
México , pues, c u y a l i teratura, c o m o y a he dicho, se al imen-
taba únicamente de la española , no podía dejar de sentirse
una influencia tan l amentab le .
Sin e m b a r g o , por dicha nuestra y p a r a honor de nuestra
patria, un grande ingenio, un verdadero portento, marav i -
l la del s ig lo X V I I , se abrió paso por entre los humildes
poetas de la colonia, p a r a d a r vida, animación y v igor á la
poesía m e x i c a n a : la célebre monja Si ж J U A N A I X K S 1>K L A
C R U Z . 25 — E s t a inmortal poetisa, l l a m a d a por sus contem-
24 F.l S r . Тле. D . J o s é d e J e s ú s C u e v a s , Discurso sobre Sor Jua
na f/it's de la Cruz,
25 N a c i ó el a ñ o d e 1651 en S a n M i g u e l N e p a n l l a , p u e b l o á a l g u
nas l e g u a s al S. E. d e M é x i c o , v m u r i ó el 17 d e A b r i l d e 1695 en
el C o n v e n t o d e S a n G e r ó n i m o d e esta c u i d a d .
X V I r
pora neos la décima /misa, bri l la desde entonces con encen
dido esplendor en el cielo literario de M é x i c o , por su genio
incomparable , su vast ís imaerudic iou y sus magní f i casobras .
E d u c a d a en el claustro, y entregada all í á su amoroso ca
lor, á los apacibles goces del estudio, supo elevarse en
alas de su imaginación pr iv i leg iada y poderosa, á las regio
nes de la sabidur ía , para escribir después aquel las admira
bles, profundas y eruditas páginas que todav ía hoy leemos
con a s o m b r o . — S o r J u a n a es la madre de nuestra poesía,
la fundadora de nuestra l i teratura, l a única que s iguiendo
su inspiración propia fué la pr imera en dotar la de obras que
la enriquecieran y la h o n r a r a n ; pues aunque antes de e l la ,
según hemos visto, había habido innumerables poetas de
inspiración ó numen, l a verdad es que todos estaban domi
nados por el mal gusto de la época , y sus vibraciones solo
eran eco de las liras de la Penínsu la ; e m p a p a d a s aquel las
vibraciones, es cierto también, en la m á s ardiente piedad
religiosa, pero faltas absolutamente de aquel las g a l a s de
pensamiento y de forma, de aquel los enérgicos y vigorosos
atavíos, que hacen imperecederas las creaciones de l verda
dero g e n i o . — N o son perfectas las obras de Sor J u a n a , ni
creo y o que puedan servir de modelo á la juventud estudio
sa ; pues aunque en el las h a y fluidez, novedad y no pocas
bellezas del lenguaje , la verdad es que incurrió también en
las faltas del gongor is ino, siendo á veces sobrado artificiosa,
y á veces sutil, confusa é in inte l ig ib le .—Su colosal ta lento,
sin e m b a r g o , hace desaparecer estos defectos; su inspira
ción' enérg ica y viril no de ja t iempo de observarlos, y de
igual manera pone admirac ión la escogida riqueza de sus
conocimientos, discretamente diseminados en sus obras,
con oportunidad y sin pedanter ía . 26 J \ r
0 ha habido en
26 Fe i j . ' o d e c i a : " S o n m u c h o s los p o e t a s e s p a ñ o l e s q u e la h a c e n v e n t a j a en el n u m e n ; pero ninguno acaso la igualó en la univer
salidad de noticias de todas facultades.''1
X V I I I
M é x i c o desde entonces un talento que iguale al de S o r
J u a n a .
A p a r t e de l a poes ía , cu l t ivada ca lurosamente por otros
autores, aunque con m a l resultado, otros ramos importan
tes del saljer h u m a n o eran objeto de los desvelos de distin
guidos sabios, lo cual h a b l a en favor de aquellos t iempos
l l a m a d o s de oscurantismo por la ignoranc ia ó la m a l a fe:
citaré solo á D . C a r l o s de S igüenza y G ó n g o r a , sabio pro
fundo y erudito, que escribió numerosas obras sobre todas
materias , historia, ant igüedades , matemát icas , poesía , crí
tica, e tc . ; s iendo él una de las autor idades l iterarias m á s
respetables de su t iempo.
V .
E n el s ig lo pasado , s iglo de oro de la l i teratura mexica
na, según a lgunos le han l l a m a d o , ésta se alzó v igorosa y
br i l lante, impulsada por los esfuerzos y trabajos de talen
tos i lustrados. A d e m á s de muchos escritores anónimos que
siguieron explotando el rico venero de l a historia nac iona l ,
aparec ieron: D . J u a n J o s é de E g u i a r a , teólogo, canonista ,
jurisconsulto, filósofo, orador y matemát ico , que escribió
en latín su famosa Biblioteca Mexicana, la pr imera que se
registra en nuestros anales l i terarios; el poeta F r a n c i s c o
Kuiz de L e ó n , autor de un precioso poemita religioso titu
lado Mirra dulce; 27 de La Tebaida Indiana, (descripción
del Desierto de los P P . Carmel i tas Descalzos de M é x i c o ) ;
de un p o e m a épico La Hernaiidia, ó Conquista de México,
por J/ern/m Cortés, 28 y de dos tomos de Poesías varias
27 S e i m p r i m i ó en S a n t a F e d e B o g o t á , a ñ o 1 7 9 1 .
28 P u b l i c a d o en M a d r i d , 1 7 5 5 .
X I X
que quedaron manuscr i tas ; 29 el P . Franc isco J a v i e r A l e g r e ,
jesuíta, que tradujo la /liada de P lomero en exámetros la
tinos, y de quien conozco también u n a de l icada traducción
libre de la o d a de H o r a c i o que empieza : Bcatus Ule; D o n
Manue l C a l d e r ó n de l a B a r c a , que dejó una Oda, b u e n a
por cierto, en la coronado/i de Carlos IV; D o n F r a n c i s c o
Bustos, e legante y feliz traductor del p o e m a La Gracia, de
Lu i s R a c i n e ; y también A m a b l e , S o t o m a y o r , Sartorio , y
A r r i ó l a , este último inspirado poeta guana jua tense ; V e l á z -
quez de L e ó n , G a m b o a y L a r d i z á b a l ; C l a v i g e r o , 3 o V e y t i a
y L e ó n y G a m a ; benemérito el pr imero de la miner ía en
Méx ico y famoso matemát ico , 3 1 y los dos siguientes hábi
les escritores de jur isprudencia , notables historiadores y an
ticuarios los últ imos; el P. A n d r é s C a v o , autor de Los tres
siglos de México; 32 el instruido y laborioso Berista in, que
redactó y formó con perseverancia inaudita , su inestimable
cuanto important ís ima Biblioteca- Ilispano-Aiuericana Sep
tentrional, 33 d a n d o en e l la noticias de cerca de cuatro mil
escritores; y f inalmente, el sabio naturalista B u s t a m a n t e ,
29 B e r i s t a i n , Biblioteca.
30 D . F r a n c i s c o J a v i e r C l a v i g e r o , j e s u i t a ins igne , n a c i ó en V e r a -c r u z el 9 d e S e t i e m b r e d e 1 7 3 1 , y fué e x p u l s a d o de l país en 1767,
en v i r t u d d e l a o r d e n f u l m i n a d a c o n t r a la C o m p a ñ í a p o r C a r l o s I I I . E s c r i b i ó en B o l o n i a su Historia Antigua de México ( en i t a l i a n o ; , o b r a c l á s i c a m u y e b t i m a d a p o r n u e s t r o s e sc r i to res , en la c u a l se n o ta s u m a l a b o r i o s i d a d y u n a c r i t i c a s a n a é i l u s t r a d a . M u r i ó en la m i s m a c i u d a d d e B o l o n i a el 2 d e A b r i l d e 1 7 8 7 .
3 1 " V e l á z q u e z d e L e ó n h izo p o r si so lo la o b s e r v a c i ó n de l p a s o d e V e n u s p o r el d i sco d e l sol, q u e t u v o l u g a r el 5 d e J u n i o d e 1 7 6 9 . "
—Dice. Univ. de Hist. y Geogr.
32 E s t a o b r a , q u e fué e s c r i t a en R o m a , l a p u b l i c ó en M é x i c o D . C a r l o s M . d e B u s t a m a n t e ( 183Ó-1838, 4 t om. en 4. 0 )
33 S a l i ó á luz el t o m o 1 en 1 8 1 7 , en c u y o a ñ o (23 d e M a r z o ) m u r i ó el a u t o r . C o n c l u y ó s e la i m p r e s i ó n en 1 S 2 1 , f o r m a n d o la o b r a t r e s t o m o s .
X X
D. J o s é Rafae l R a r r a ñ a g a que tradujo todas las obras de
Virg i l io , y otros muchos que y a es inútil citar.
Dist inguióse, sobre todo, en este t iempo, el P. D . J o s é
Antonio Álzate , que con su Diario Literario, sus Gacetas de
liti-ratura y otras obras, mantuvo y an imó el movimiento
intelectual de la época . " L a s Gacetas — d i c e el Sr . G a r c í a
Icazbaleeta — bastarían p a r a crear la reputación de un sa
bio: su lectura es muy interesante á pesar de su desa l iñado
esti lo; defecto que se o lv ida p a r a admirar el ardiente deseo
de ser útil á la patria y á la h u m a n i d a d que todas aquel las
pág inas r e s p i r a n . " 34
A u n q u e á mediados del s iglo pasado , L u z a n , I r iarte ,
C a d a l s o , y después Meléndcz y los dos Moratin, trabajaron
con empeño para levantar la l iteratura de su patria de ¡a
postración en que se h a l l a b a ; en México no se sintió, sin
e m b a r g o , n inguna influencia favorable al desarrol lo y me
joramiento de la nuestra: los que aquí se dedicaban á ta
reas literarias siguieron imitando los malos modelos espa
ñoles y sirviéndose de las reg las que acaso ellos mismos se
d a b a n ; por consiguiente, ningún poeta notable y extraor
dinario sobresalió en esta época .
V a á principios del s iglo actual , comenzaron á oírse nue
vos acentos poéticos, preludios de una época mejor, y can
tos que prometían animación y v ida . L a dulce y tierna lira
del P . N a v a r r e t e ; 35 á poco las de Ochoa , 36 Sánchez de
T a g l e , y Ortega , dieron el feliz anuncio de que iba á l l e g a r
34 T a m b i é n D . M a n u e l A n t o n i o V a l d é s p u b l i c ó d e s d e 1784 h a s t a 1809 u n a Gaceta de Mé.vico, q u e a c a s o p u e d a r e p u t a r s e c o m o el p r i m e r o d e los p e r i ó d i c o s o f ic ia les d e n u e s t r o pa ís .
35 R e l i g i o s o f ranc i scano q u e n a c i ó en Z a m o r a ; M i c h o a c a n ) el 18
d e J u n i o d e 1768: fué un p o e t a d e g r a n e n t o n a c i ó n y s e n t i m i e n t o , y su p o e m a , lil alma privada de la gloria, es d e m u c h o m é r i t o . M u r i ó el 17 d e J u l i o d e 1S09: sus o b r a s se p u b l i c a r o n en M é x i c o en 1823 y d e s p u é s en P a r i s en 1 8 3 5 .
36 P r e s b í t e r o A n a s t a s i o M a r í a O c h o a , p o e t a s a t í r i c o d e e x c e l e n -
X X 1
una era bri l lante y verdaderamente magníf ica p a r a nuestra
l iteratura. Notóse, por otra parte, cierto entusiasmo inusi
tado y vehementís imos deseos de ensanchar los horizontes
en que hasta entonces había g i r a d o la poesía : se fundó la
Anadia literaria mexicana, asociación de amigos aficiona
dos á las letras, en la cual se estudiaba, se discutia y se juz
g a b a n las composiciones presentadas por los socios; se es
tableció también El Diario de México que las publ icaba ,
y hubo, en fin, gran entusiasmo por la lectura y el estudio.
— E s t a animación, sin e m b a r g o , acabó muy pronto, por
falta de los indispensables elementos de v i d a : la guerra de
la Independencia se encendió, y desaparecieron con este
motivo la tranqui l idad, el sosiego de espíritu, los medios
todos que se necesitan para las empresas l iterarias.
V í .
E m p e r o , aquel era el momento en que podia vigorizarse
y enriquecerse verdaderamente nuestra l i teratura: consu
m a d a la independencia , humeantes aún los campos de ba
tal la , y resonando por todas partes entusiastas himnos de
regocijo y de victoria, era de esperarse que aquí hubie
sen aparec ido obras de inmenso va lor , semejantes á las que
los mismos acontecimientos inspiraron á los poetas s u d
amer icanos : los nuestros debieron ver entonces ante sí m a g
níficos é infinitos horizontes. L a s heroicas hazañas de nues
tros guerreros, los triunfos de nuestros ejércitos, y sobre
todo, las nobles esperanzas de un pueblo y a l ibre, eran ma
nantiales fecundos de hermosa y enérg ica poesía ; pero des
grac iadamente , las continuas guerras y agitaciones polít icas
tes do tes y a b u n d a n t e v e n a : n a c i ó en H u i c h a p a n el 27 d e A b r i l d e 1783 y m u r i ó el 4 d e S e t i e m b r e d e 1833 . 'Tradujo Las Hervidas, d e O v i d i o .
X X I I
que siguieron á aquel g rande acontecimiento, fueron insu
perable obstáculo que impidió á los amantes de las letras
dedicarse tranqui la y sosegadamente á l a g ra ta tarea de
c u l t i v a r l a s . — N o se crea , sin e m b a r g o , que fué estéril y po
bre aquel la época de nuestra l i teratura: ésta registra en los
modestos anales de su historia muchos nombres de poetas
y escritores dist inguidos que reanimaron con su enseñanza
y su e jemplo el anterior entusiasmo; aunque a lgunos de
el los, por una fatal idad deplorable , fallecieron antes de que
el completo desarrol lo de sus dotes hubiera d a d o m a y o r
g lor ia á la patr ia é impulsos más eficaces á las letras, — c o
m o sucedió con el m a l o g r a d o R o d r í g u e z G a l v a n , muerto
en tierra extranjera, cuando todav ía se esperaban de sus
excelentes disposiciones obras de importanc ia . 37 E l y 1).
Manue l E d u a r d o de Gorostiza, el Bretón Mexicano, c o m o
le h a l l a m a d o un escritor, que h a b í a vuelto de E s p a ñ a por
entonces ; 3 3 y más tarde P e s a d o , y C a r p i ó , dieron inequí
voco testimonio de su ingenio é inspiración, escribiendo los
pr imeros obras p a r a el teatro, y haciéndose notar los se
gundos c o m o sentidísimos poetas . A n t i c i p a d a m e n t e habían
aparec ido D . A n d r é s Quintana R o o , que por su saber y el
aliento de a lgunas de sus composiciones, se asemejaba a l g o
al Quintana español su contemporáneo ; l o s S r e s . L a c u n z a ,
Olaguíbe l y D . F e r n a n d o C a l d e r ó n ; D . Manue l de la Peña
y P e ñ a , jurisconsulto eminente ; U . J o s é B e r n a r d o C o u t o ,
D . J o s é M a r í a l i e r a d i a , poeta nac ido en C u b a ; D . L u i s G .
C u e v a s ; y a lgunos años después D . A l e j a n d r o A r a n g o y
E s c a n d o n , D . G u i l l e r m o Pr ieto , D . J o s é M a r í a L a f r a g u a ,
37 N a c i ó el 22 cíe M a r z o d e 1 8 1 6 y m u r i ó en la H a b a n a el 25 d e J u l i o de 1842.
38 Kl S r . G o r o s t i z a . h i jo d e V e r a c r u z , [nació el 13 d e o c t u b r e d e 1798; se d i s t i n g u i ó n o t a b l e m e n t e en M a d r i d p o r sus p r o d u c c i o n e s d r a m á t i c a s , y r e g r e s ó á su p a t r i a en 1 S 3 3 . — M u r i ó el 23 d e O c t u b r e d e 1 8 5 1 .
X X I I I
etc. , e l e ; y continuaron a l l a d o de estos literatos, prestan
do sus luces y su a y u d a al progreso de nuestra poesía a l g u
nos de los escritores que en el período anterior se habían dis
t inguido, á saber : U c h o a , Ortega y Sánchez de T a g l e . 39 —
Entre todos sobresal ía , c o m o observa el Sr . Contó , el céle
bre I l e r e d i a , que t raba jaba y estudiaba con ahinco, publ i
cando al mismo tiempo en su periódico La Miscelánea,
herniosas composiciones poéticas, que alentaban fructuosa
mente á la juventud : su fe, su espontáneo entusiasmo, su
a m o r á nuestro país y sus deseos y esfuerzos p a r a que pro
gresara , hacen de H e r e d i a u n a figura s i m p á t i c a . q u e se
recordará s iempre en Méx ico con grat i tud.
¿V cuál era entonces el estado de nuestra l iteratura, es
pecialmente el de nuestra poesía? L a s composiciones de
fines del s ig lo X V I I I y las de principios de l actual , a d e m á s
de los defectos propios de toda imitación, abundaban en
incorrecciones de l engua je , sobre todo en lo que se referia
á la prosodia : la inobservancia de las reglas de ésta (muy
disimttlable por otra par le ) , hac ia que los versos fuesen en
extremo defectuosos, desiguales , pesados y de poca ó nin
g u n a a rmonía . Vinieron á desterrar este g rave mal , prime
ro las Lecciones de Ortología, de Sic i l ia , y después l a Poética
Española, de Mart ínez de l a R o s a ; obras ardientemente
recomendadas por (Quintana R o o , y que produjeron una re
volución eficaz entre los literatos y los poetas, a l u m b r a n d o
39 L a m a y o r p a r t e d e los p o e t a s y e s c r i t o r e s c i t a d o s , fueron m i e m b r o s f u n d a d o r e s d e la Academia de Lelran ( 1 S 3 6 — 1 8 5 6 ; , S o c i e d a d l i t e r a r i a f a m o s a en los a n a l e s d e n u e s t r a s l e t r a s . — C o r r e s p o n d e n t a m b i é n á e sa é p o c a : I ) . J o s é J o a q u í n F e r n á n d e z d e L i -zard i , c o n o c i d o con el s e u d ó n i m o d e El Pe asador Mexicano, a u t o r d e El Periquillo y d e o t r a s o b r a s p o p u l a r e s , y b u e n f a bu l i s t a ; el Dr. D . J o s é L u i s M o r a , e s c r i t o r p o l í t i c o ; D . L o r e n z o d e Z a v a l a , h i s t o r i a d o r ; D . C a r l o s M a r í a d e B u s t a m a n t e , q u e se d e b e c o n s i d e r a r c o m o a u t o r y e d i t o r d e d i v e r s a s o b r a s h i s tó r i cas , e tc .
X X I V
el camino que debían seguir . Desde entonces, el gusto del
públ ico y de la juventud literaria comenzó á ser puro, el
lenguaje correcto, la locución c la ra y hasta e legante . I-as
composiciones se seña laban y a por su sencil lez, su natural
frescura, su sobriedad y su l impieza; de manera que la poe
sía m e x i c a n a pareció entrar en una senda feliz que de per
feccionamiento en perfeccionamiento deber ía conducir la
á un esplendor sin igua l . Sin e m b a r g o , no sucedió así :
detuvo estos progresos el romantic ismo, introducido bacín
poco en A l e m a n i a por Goethe , en F r a n c i a por Víctor M u g o
y en E s p a ñ a por el Duque de R i v a s , el ce lebrado autor
de D. Alvaro y de los Romances históricos. A q u e l l a secta
literaria hal ló entre nosotros dos ardientes partidarios, R o
dríguez C a l v a n y D . F e r n a n d o C a l d e r ó n , quienes siguie
ron sus huel las en a lgunas obras d r a m á t i c a s . — E l buen gus
to sufrió mucho con tal n o v e d a d ; y al poco t iempo, c o m o
era natural que sucediese, la poesía fué d e c a y e n d o hasta
verse en un estado verdaderamente lamentable . H a b l a n d o
de esto el Sr . D . B e r n a r d o Couto , y refiriéndose al resta
blecimiento del arte poético entre nosotros, se expresa de
este m o d o : "Neces i tábase p a r a eso abrir nuevos caminos ;
tocar asuntos nobles ; unir el entusiasmo y la entonación
con la corrección y el gus to ; enriquecer la r i m a ; hacer mues
tra de la magnif icencia del hab la caste l lana . Afor tunada
mente vinieron á t iempo dos hombres capaces de ejecutar
lo : Pesado y C a r p i ó . A l e jemplo de ambos deben las letras
el renacimiento de la poesía en M é x i c o ; l a sociedad y la
rel igión les deben el que sus hermosos versos h a y a n servicio
de vehículo p a r a que se propaguen pensamientos e levados y
afectos p u r o s . " 4 0 — K n efecto, ¿qué habria sido de la poe
sía m e x i c a n a sin los esfuerzos, sin el e jemplo , sin las luces
de aquellos dos poetas insignes? Ciertamente no habria pe-
40 Biografía ¡te P. Manuel Carpió.
X X V
reculo, porque e l la , como todos los sentimientos que la
inspiran, es inmortal y eternamente be l l a ; pero sin d u d a
se habría retardado mucho su progreso, y hoy la juventud
no tendría los excelentes y clásicos modelos que ellos deja
ron en sus obras . Hi r iendo las de l icadas fibras del senti
miento rel igioso, cantando con inspirados acentos las excel
sas bellezas del crist ianismo, y trasportándonos, ora á los
primitivos tiempos de nuestro culto, ora al imperecedero
teatro de las escenas de la redención h u m a n a , C a r p i ó y
Pesado despertaron y reanimaron poderosamente en la so
c iedad el a m o r á todo lo bel lo , á lo bueno y á lo g r a n d e .
¡Bendi ta sea su memoria ! 41
V I I .
L a historia de la l i teratura m e x i c a n a durante aquel pe
ríodo (desde 1 S 4 0 hasta la revolución de Ayut la ) se en
cuentra toda entera en los periódicos religiosos y literarios
que sal ian á luz en la cap i ta l : a l l í están las muestras de la
laborios idad de unos, de los estudios de otros, de las dis
posiciones de todos; al l í se puede conocer el movimiento
intelectual y l iterario de la época , l a importancia que tenia,
sus tendencias, y también, el espíritu que en él d o m i n a b a
y las personas que lo sostenían; pues no existiendo los me
dios ni los estímulos indispensables p a r a presentar al pú
blico las producciones en libros bien ordenados y completos ,
todos acudían al periodismo deseosos de tener un desahogo
41 N a c i ó D . M a n u e l C a r p i ó en C o s a m a l o a p a n , E s t a d o d e V e r a -cruz , el 1. 0 d e M a r z o d e 1 7 9 1 ; m u r i ó en M é x i c o el ir d e F e b r e r o d e 1 8 6 0 . — D . J o s é J o a q u i n P e s a d o n a c i ó en S a n A g u s t í n de l P a l m a r , E s t a d o d e P u e b l a , el 9 d e F e b r e r o d e 1801 , y m u r i ó el 3 d e M a y o d e 18Ó1. F u é m i e m b r o C o r r e s p o n d i e n t e d e la R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a .
d
X X V I
y un teatro donde ejercitar su entendimiento; cosa que su
cede todavía hoy .
En los últimos meses de 1 S 4 0 , por iniciativa del C o n d e
de la Cort ina y de I ) . Á n g e l Ca lderón de la b a r c a , minis
tro de E s p a ñ a en M é x i c o ; —-estos mismos señores, y el D r .
D . Migue l Valentín, D. Franc isco Ortega , L i c . D. J u a n
G ó m e z de Navarre te , D . Luis G . Cuevas , Quintana R o o ,
Moreno y J o v e , y otros, concibieron el proyecto de formar
una reunión amistosa, en la que, proporcionándose al pue
blo los medios de instruirse sin gastos, se fomentase el es
píritu de asociación. 42 Se organizó , en efecto, la reunión
con el título de Ateneo Mexicano; tuvo una buena biblio
teca, estableció cátedras , dio lecturas públicas y fundó un
semanar io , ó r g a n o suyo , l l a m a d o también El Ateneo. E n
él se publ icaron los discursos, poesías y artículos leídos en
las juntas de la corporación, por personas tan i lustradas y
entendidas c o m o D . J o s é Mar ía L a fragua, D . Cas imiro
C o l l a d o , D . Mar iano Otero (sobre jur isprudencia) , Lacul i
za D. J o s é M a r í a (sobre historia), ambos N a v a r r o , ( D . J u a n
y D , J o a q u í n ) , Cor t ina , A r a n g o y Escandon , C a r p i ó , a m
bos Ortega ( D . Franc isco y D . Kula l io) , A l c a r á z , E s c a l a n
te, T o r n e l , Díaz Mirón, Prieto, P a y n o , y otros muchos .
Aparec ie ron también El Ario Nuevo, El Recreo de las
familias, El J¡fusco Popular, El Repertorio, El Semanario
de las Señoritas, El Apuntador, El Panorama, El Liceo
Mexicano, y muchos que sucesivamente iban sal iendo de
las prensas de D , I g n a c i o C u m p l i d o , c o m o El Museo Me-
42 L o s a u t o r e s d e es ta i d e a , q u e a c a b a b a n d e l l e g a r d e E s p a ñ a , se insp i ra ron s e g u r a m e n t e en el b r i l l a n t e é x i t o q u e b a b i a a l c a n z a d o el Ateneo de Madrid, i n a u g u r a d o con t o d a s o l e m n i d a d el 6 d e D i c i e m b r e d e 1 8 3 5 , y al cua l p e r t e n e c i e r o n ' l i t e r a t o s y p o e t a s c o m o A l c a l á G a l i a n o , D u q u e d e R i v a s , O l ó z a g a , M e s o n e r o R o m a n o s , M a r t í n e z d e la R o s a , D o n o s o C o r t é s , G a l l e g o , Q u i n t a n a , E s p r o n -c e d a , B r e t ó n d e los H e r r e r o s , e tc .
X X V 1 I
xicauo, El Mosaico Mexicano, El Álbum Mexicano, La
Ilustración Mexicana, e tc . : publicaciones todas importan
tísimas y curiosas que recogían una cantidad inmensa y ver
daderamente prodigiosa de versos, leyendas , novelas , artí
culos de costumbres, relaciones de viajes, biograf ías , crít icas,
historias, estudios arqueológicos , de jur isprudencia , de lite
ratura, etc . , etc . , firmados por muchos de los que después
han l l egado á ser g a l a , ornamento y g lor ia de las letras
mexicanas . 4 3 — E n los Estados , el movimiento literario se
guía al de la C a p i t a l : en J a l a p a existia una Sociedad de
Amigos, á que perlenecian R o a B a r c e n a y D . Franc isco
de P. C é s a r ; en Veracruz figuraban D . J o s é de Je sús Diaz ,
I ) . Manuel Diaz Mirón y D . J o s é M a r í a E s t e v a , sentidos
y ga lanos poetas los primeros, y el últ imo, feliz pintor
de las costumbres de la costa, m u y semejantes á las an
da luzas ; en Morel ia había una Academia que se u fanaba
de contar entre sus miembros al sabio M u n g u í a y al inteli
gente A g u i l a r y M a r o c h o ; en P u e b l a , los dos Orozco y
B e r r a (T). Manuel y D . F e r n a n d o ) ; D. Manuel M. de Z a .
m a c o n a y D . Manuel Pérez S a l a z a r eran d ignos miembros
de otra Sociedad Literaria, y así en otras muchas c iudades
del país .
V o l v i e n d o á Méx ico , encontramos á nuestro grande his
tor iador A l a m á n , que escribe y publ ica ( 1 8 4 4 y 1 8 5 2 ) sus
Disertaciones sobre la Historia de. ta República Mexicana,
y su Historia de México desde los primeros movimientos que
prepararon su independencia; el célebre y ameri tado Conde
de la Cort ina , consumado habl ista , que arreg la un Diccio-
43 A d e m á s d e los e s c r i t o r e s c i t a d o s an tes , figuraban t a m b i é n poloste t i e m p o : D . J o s é M a r i a T o r n e ! , n o b l e v g e n e r o s o p r o t e c t o r d e R o d r í g u e z C a l v a n ; D. F r a n c i s c o Z a r c o , q u e v i n o á se r con el t i e m po u n a v e r d a d e r a n o t a b i l i d a d en el p e r i o d i s m o ; 13. A l e j a n d r o R i -v e r o y D . F e d e r i c o l í e l l o , p o e t a s e s p a ñ o l e s d e g r a n m é r i t o ; D . A g u s t í n A . F r a n c o , D . J u a n 13. M o r a l e s \Pl Gallo Pitagórico), e t c .
X X V I I T
na rio de sinónimos castellanos, y que en su inolv idable pe
riódico El Zurriago ejerce con aplauso genera l y p r o v e c h o
de muchos el difícil y escabroso magister io de la c r í t i ca :
G r a n a d o s M a l d o n a d o , poeta que sabe sentir y pintar, y t ra
duce los poemas de üss ian y El Paraíso Perdido, de M ü t o n ;
Ürozco y Berra ( D . M a n u e l ) , A n d r a d e , Bassoco, G a r c í a
I cazba lce la , Pesado , D . F e r n a n d o R a m í r e z , D . M a r i a n o
D á v i l a , que enriquecen el Diccionario Universal de His
toria y Geografía publ icado por A n d r a d e con m u y intere
santes artículos sobre M é x i c o ; el citado Sr . G a r c í a I cazba l -
ceta que traduce e legantemente é ilustra con curiosas notas
la Historia de la Conquista del Perú, de Prescott ; 1). J o a
quín N a v a r r o , que traduce también la Conquista de México
del mismo autor, y la d a á luz con unas importantes y eru
ditas Xotasy Esclarecimientos del sabio anticuario L>. J o s é
F e r n a n d o R a m í r e z ; I ) . Manue l C a r p i ó , que d o m i n a d o por
su humi ldad y su modest ia , seguía d a n d o á conocer sus
composiciones sin f irma de autor en los Calendarios de
C a l v a n . 4 4 — E n el teatro f iguraban 1). J o s é I g n a c i o de A m e -
vas , D. Panta leon T o v a r , D . Car los Hipó l i to Serán , autor
de la notable pieza dramát ica Los Ceros sociales, y D . F r a n
cisco Gonzá lez B o c a n e g r a , que también dejó un d r a m a ca
bal leresco, Vasco iVúuez de Balboa; y en cuanto á la novela ,
entre todos los que la cu l t ivaban , sobresal ían F lorencio
M a r í a del Cast i l lo , talento melancól ico y s impático que
anal izaba los sentimientos del corazón ; J u a n Diaz C a v a r -
rúbias, E m i l i o R e y , quizá más notable c o m o poeta , M a n u e l
44 El S r . P e s a d o f o r m ó u n a c o l e c c i ó n con las o b r a s p o é t i c a s d e C a r p i ó , y l a p u b l i c ó en un t o m o en 1849 con p r ó l o g o s u y o . — P o r a q u e l l a é p o c a s a l i e r o n t a m b i é n c o l e c c i o n a d a s las poes ías d e l m i s m o P e s a d o , y las o b r a s c o m p l e t a s d e R o d r í g u e z C a l v a n , D . F e r n a n d o C a l d e r ó n , G r a n a d o s M a l d o n a d o , y o t ros . H o y son m u y r a r a s esas e d i c i o n e s .
X X I X
P a y n o y F e m a n d o Orozco y Perra , el infortuiuulo autor ele
La Guerra de Ire'uita a/los.—Todos contr ibuyeron de un
modo brillante y eficaz á mantener vivo en el público el
entusiasmo por las letras, el a m o r al buen gusto, y la afi
ción, creciente a u l a dia , a l a s distracciones y deleites de la
lectura.
V I I I .
L a guerra civil l l a m a d a de l a Re forma , pr imero ; y des
pués l a q u e siguió con motivo del establecimiento en Méx ico
del Imper io de M a x i m i l i a n o , impidieron que continuase
aquel provechoso movimiento l iterario, pues el huracán de
la pol ít ica dispersó en poco t iempo los elementos que ha
bían venido reuniéndose para robustecer nuestra l iteratura.
Encendidas las pasiones, vivos los odios de part ido, ag i ta
dos los ánimos con lo extraordinario de los sucesos y las
ardientes discusiones de la tribuna y de la prensa ; en fin,
sin sosiego ni ca l ina aquel la época de t remendas luchas ,
— t o d o hizo que enmudecieran por más de diez años las l i
ras de los poetas, y que de jaran de oírse en las academias
y liceos tranquilas conversaciones sobre artes, c iencias ó
l iteratura: tan solo h a l l a b a el público p a r a su distracción
partes de batal las , proc lamas , discursos en los clubs, ó cró
nicas de las sesiones del Congreso . L o s sabios no comuni
caban y a á la juventud el fruto de sus estudios y de sus
meditaciones ; sino que, retirados unos al fondo de sus ho
gares y otros tomando parte en el combate , se abstenían de
poner su a y u d a en favor / de nuestro progreso l iterario. Si
a l g ú n trabajo d a b a n á luz, era porque lo ex ig ían las cir
cunstancias, porque se servia con él á determinada causa ;
s iendo d igno de notar , que la sociedad mex icana recibía
s iempre con seña ladas muestras de a g r a d o estas obras de l
X X X
espíritu, y se complac ía y se dele i taba en las creaciones de
la fantasía poética. ¡ E r a n c o m o frescas flores cuyo perfume
se desea en medio de los desastres y los espesos vapores de
un c a m p o de bata l la !
L o s conflictos que en esta época estallan entre l a Ig les ia
y el E s t a d o , sacan á luz ante la nación á un verdadero por
tento de nuestros dias, á un prelado insigne c u y o solo nom
bre es una g lor ia p a r a Méx ico , y que entregado humilde
mente á las tareas de la enseñanza en lejano Seminar io , no
habia tenido ocasión de hacer resonar su nombre por toda
la Repúb l i ca . " N o m b r a d o Obispo, — d i c e el Sr . Montes de
O c a 4 5 — j u z g a no deberse prestar al principio á cierta fór
mula de j u r a m e n t o , que cree atentatoria á los derechos de
l a Ig les ia , y con sorprendente fecundidad publ ica n a d a me
nos que un volumen en apo log ía de su conducta . R e c i b i d a
la consagración episcopal , no se contenta con dirigir á los
fieles una que otra pastoral a is lada, sino que compi la va
rios tomos de instrucciones sobre casi todos los puntos del
d o g m a catól ico, y ded ica á sus seminaristas unos volumino
sos P r o l e g ó m e n o s á la Teología Moral. E n t r a en conflicto
el E s t a d o con la Ig les ia , y de la p l u m a del doctís imo Pre
l a d o salen las protestas y defensas, que y a á nombre suyo
propio, y a al de todo el E p i s c o p a d o , contienen el torrente
y ponen en salvo las c o n c i e n c i a s . " — T a l fué el I I . M O . S u .
D . C L E M E N T E D E J E S Ú S M U N G U I A , Arzobispo de Michoa-
can , que publ icó , y a en esta C i u d a d , y a en More l ia , obras
muy notables sobre filosofía, m o r a l , re l igión, teología , ju
risprudencia, l iteratura, crít ica, oratoria , etc . , capaces por
sí solas de suplir una bibl ioteca. P o r su vasto y profun
do saber ; por l a ac i ca lada corrección de sus escritos; pol
los servicios inmensos que con ellos prestó á l a religión y á
la Ig les ia , y por la g rande influencia que ejerció en la mar-
45 Oración fiiliebre
X X X I
cha de las ideas, de las letras y de la educac ión , este me
xicano ilustre fué al mismo tiempo un sabio dist inguido
en toda clase de conocimientos, un literato erudito y de
buen gusto, inspirado filósofo, notabi l idad en la cátedra , y
lumbrera de la Ig les ia catól ica en nuestra patr ia . Con so
brado acierto, pues, un escritor español , de g ra ta é inolvi
dable memor ia para México , 46 l l a m ó al S r . M u n g u í a el
P A L M E S M E X I C A N O , a g r e g a n d o que, si hubiera sido bien
conocido en la Península , tal vez nadie habría vac i lado en
apel l idar al autor de El Protestantismo comparado con
el Catolicismo, el M U N G U Í A E S P A Ñ O L . N O cabe hacer ma
yor e log io del Pastor de M i c h o a c a n .
Otros astros bril lantes y magníf icos giraron al derredor
de aquel sol, sal iendo á la defensa de la doctr ina catól ica
tan combat ida por la impiedad y la revolución de la época .
En La Voz de la Religión escribían 1.). Manue l A n d r a d e
y D . A n s e l m o de la Port i l la ; en / : / Católico, El Observa
dor, El Universal y Iji Sociedad, D. L ú e a s A l a m a n , D .
Manuel Diez de B o n i l l a , D . I g n a c i o A g u i l a r y M a r o c h o ,
I ) . Rafae l Ra fae l , D . J o s é M a r í a R o a B a r c e n a ; y en La
Cruz, el más importante de todos, el de m a y o r brío en las
polémicas , el que á su p r o g r a m a de combate unia la más
escogida amenidad literaria, se dist inguía la importante y
respetable figura de D . J o s é J o a q u í n Pesado , controversista
incansable , expositor y defensor ardiente de l a verdad y de
la justicia. 47 E l y el Sr . R o a B a r c e n a , eficazmente a y u d a
dos por escritores dist inguidos, enriquecieron las p á g i n a s
de aquel semanar io con trabajos de inestimable va lor , como
los siguientes: el p o e m a épico Alaría, de P e s a d o ; un folle
to sobre Cristóbal C o l o n , un estudio biográfico acerca del
P. E r . J u n í p e r o S e n a , otro histórico sobre Antonio Pérez ,
46 D . A n s e l m o d e la P o r t i l l a .
47 V é a s e a d e l a n t e la b iogra f í a de l S r . R o a B a r c e n a , p a r . V .
X X X I í
y varias l eyendas y poesías l íricas de R o a B a r c e n a ; el En
sayo histórico sobre Fr. Luis de Icón, debido á l a docta
p l u m a del Sr . L i c . P . A l e j a n d r o A r a n g o ; 4 8 e l Discurso
sobre la. Constitución de la Iglesia, de D . J o s é B e r n a r d o
Couto , pieza p a r a la cual todos los e logios son pál idos ; y
en fin, el Examen de los ^'Apuntamientos sobre derecho pú
blico eclesiástico, del lie. D. Manuel Baranda,'''' por el sabio
magis t rado D . José J u l i á n T o r n e l .
E n 1 S 5 8 y 1866 el Sr . D . J o a q u í n G a r c í a Tcnzbalceta dio
á luz su rica é inapreciable Colección de Documentos para la
Historia de México, más rica aún por las introducciones y
notas de que la adornó. 49 E n 1 S 6 2 el Sr . R o a B a r c e n a
presentó al público un tomo de leyendas Mexicanas y áten
los y baladas del ¿Voris de Europa, en verso ; y aparecieron
también en este mismo a ñ o : el Cuadro descriptivo y compa
rativo de las lenguas indígenas de México, por D . F r a n c i s c o
P i m e n t e l ; l a Geografía de las lenguas y Carta etnográfica
de México, Memoria para la Carta hidrográfica del Valle
de México y Memoria para el plano de la Ciudad de México,
por D . Manuel Orozco y B e r r a ; diversas obras de literatu
ra y jur isprudencia , de D . R a f a e l R o a B a r c e n a , h e r m a n o
de D . J o s é M a r í a ; aparte de otra multitud de escritos de
po lémica por a lgunos periodistas.
L a l l e g a d a al país de M a x i m i l i a n o y de su esposa, y la
presencia en México del gran poeta T). J o s é Zorr i l la , saca
ron á los nuestros del silencio que g u a r d a b a n , y les hicie
ron prorumpir en entusiastas cantos : muchos de ellos fue-
48 Este i m p o r t a n t e e s tud io v a l i ó á su a u t o r el se r n o m b r a d o m i e m b r o C o r r e s p o n d i e n t e d e la R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a . ( V é a s e a d e l a n t e su b i o g r a f í a ) .
49 T a m b i é n se p u b l i c ó en es ta c o l e c c i ó n un t r a b a j o o r i g i n a l de l S r . D J o s é F e r n a n d o R a m í r e z s o b r e la í'/da y Escritos de /'V. To-
ribio de Benavente [Motolinia\, según se d i j o en la n o t a S, p á g i n a V i l .
X X X I I I
ron notables por su inspiración y va lent ía .—Г,a guerra , sin
e m b a r g o , aca l ló una vez más á la musa m e x i c a n a .
I X .
Pasados aquel los años de fiebre revolucionaria y de san-
grientos rencores, y al restablecerse la R e p ú b l i c a en 1 S 6 7 ,
se despertó en todos de un modo extraordinario el a m o r y
la afición á la l i teratura; pero el movimiento que esto pro-
dujo, no estaba y a presidido, c o m o en años anteriores, por
poetas c o m o Pesado y C a r p i ó ; por literatos doctos c o m o el
Sr . Couto y el Sr . M u n g u í a ; por publicistas c o m o los insig-
nes A l a m a n , C u e v a s y L a r e s : todos habian muerto, ó esta-
ban ausentes, proscritos, condenados al retraimiento y la
oscuridad.
Otros escritores, los del partido l iberal triunfante, entre
los cuales-se contaban guerreros de las últimas c a m p a ñ a s ,
ocuparon el lugar de aquel los , y comenzaron á introducir
l ibremente en el periodismo, en la poesía, en las novelas y
hasta en el teatro, con el entusiasmo que infunde la victo-
ria, otras ideas y otras tendencias, distintas de las que hasta
entonces habian d o m i n a d o en nuestra l i teratura. F u n d a -
ron diversos periódicos políticos y l i terarios; se establecie-
ron a l g u n a s sociedades, y aun se dieron lecturas públicas
en casas par t i cu lares .—Poco t iempo después, diversos escri-
tores del partido opuesto comenzaron á salir de su encogi-
miento, y á medida que las pasiones políticas se c a l m a b a n ,
iban d a n d o á luz obras notables que merecen citarse con
aprecio en esta imperfectís ima revista. D . Cas imiro d e l
C o l l a d o dio á la es tampa sus Poesías; D . J o a q u i n Arróniz
(hijo) escribió una Historia de Orizaba, y en G u a n a j u a t o
el Sr . D . I g n a c i o Montes de O c a , hoy dignís imo Obispo de
Linares , publ icó una magníf ica traducción de los Idilios de
X X- X I V
Bion de Sminiti, y D. J o s é M a r i a de L i c é a g a sus Apuntes
y rectificaciones d la "Historia de Mexico" de D. Lucas
A/amau. lin los periódicos literarios aparec ieron: una tra
ducción del poema Mazepa, de L o r d B y r o n , por el Sr . R o a
B a r c e n a ; otra de El Canto fúnebre de Bion, idilio de Mos-
cho de Siracusa, por el entendido helenista Ipandro A c a i c o
(el Sr . Obispo Montes de O c a ) ; otra de las /'arábalas, del
poeta a lemán K r u m i n a c h e r , por el Sr . D. J o s é Sebast ian
S e g u r a ; otra de a lgunos idilios de Gessner, por I ) . I g n a c i o
M. A l t a mir a n o , y diversos artículos biográficos, críticos y
literarios, y también a lgunas novelas , del m i s m o ; la Bio
grafía y Critica de los principales poetas mexicanos, de D .
Francisco l ' imentel ; un Estudio sobre Sor Juana Inés tu
la Cruz, del Sr . D. J o s é de Je sús C u e v a s ; numerosas críti
cas teatrales del Sr . D. Manue l I 'eredo; estudios arqueoló
gicos é históricos de I ) . Manuel Orozco y Ber ra y del P.
D . Manuel Herrera y Pérez ; una traducción de La Jéru
salem Libertada, por el S r . D . Francisco G ó m e z del P a l a
c io ; una serie de artículos sobre los Grandes Historiadores
(Salustio, T á c i t o , J u l i o César , X e n o f o n t e , etc . ) , por D . J u
lio Z a r a t e ; y en tomos separados salieron á luz : la Histo
ria Eclesiástica Indiana, de F r . G e r ó n i m o de M e n d i e l a ,
publ icada por primera vez, con una important ís ima intro
ducción, por el Sr . G a r c í a Icazba lceta ; las Rimas, del S r .
A l t a m i r a n o ; las Poesías y los Romances históricos Mexica
nos, de D . J o s é Peón y Contreras : un Diálogo sobre la his
toria de la Pintura en México, e legantemente escrito por
el S r . D . J o s é B e r n a r d o C o u t o ; 5 o el p o e m a Nezahualpilli
50 F u é " o b r a p o s t u m a de l a u t o r , p u b l i c a d a p o r su s e ñ o r a v i u d a . L i b r o i n t e r e s a n t e , y b e l l a ed ic ión , d e q u e se t i r a r o n m u y p o c o s e j e m p l a r e s , y n i n g u n o se puso en v e n t a . " [ATota tomada del Sr.
García Icazbalceta.)—Kl S r . C o u t o f a l l ec ió el ri d e N o v i e m b r e d e 1 8 6 2 : fué m i e m b r o C o r r e s p o n d i e n t e d e la A c a d e m i a E s p a ñ o l a .
X X X V
(imitación de Los Mártires, de Chateaubr iand) , por Don
José L u i s T e r c e r o ; el Arpa Bíblica, canLos religiosos, de
D . Nicanor Contreras E l i z a l d e ; Poesías de varios autores ,
entre cuyas colecciones son d ignas de especial mención las
de D . A l e j a n d r o A r a n g o , por su esmerado c las ic i smo;
las del l i m o . S r . Montes de Oca , de D . J o s é M a r í a R o a Bar
cena, D . J o s é Sebast ian S e g u r a , D . Manuel Pérez S a l a z a r
y Venegas , D . T i rso R a f a e l C ó r d o b a , D . Manuel L lores ,
D . J o s é R o s a s , 51 D . fosé T . de C u e l l a r , y otros muchos.
N o debo o lv idar t ampoco las eruditas y nunca bastante
a l a b a d a s publicaciones del Sr . G a r c í a Icazbalceta . M I Í X I C O
E N 1^54 (tres, diálogos latinos, de Francisco Cervantes Sa-
lazar) y C O L O Q U I O S E S I«I R I T U A L E S Y S A C R A M E N T A L E S ,
Y P O E S Í A S S A G R A D A S , del P. Fernán González de Eslava,
enriquecidas con introducciones y notas del g rande escri
tor ; las Biografías de D . J o s é J o a q u í n Pesado y de Don
Manue l E d u a r d o de Gorost iza , por el Sr . R o a B a r c e n a ; la
traducción completa de los Bucólicos Griegos, con notas
expl icat ivas , crít icas y f i lológicas, por Tpandro A c a i c o , y a
menc ionado antes ; y por últ imo, las Me/norias de la Aca
demia Mexicana Correspondiente, estimables por los traba
jos que se registran en el las . 5=
51 U n o d e los p o e t a s más i n s p i r a d o s q u e t e n e m o s . En estos ú l t i
mos a ñ o s h a escr i to y p u b l i c a d o u n a v a l i o s í s i m a s e r i e d e o b r i t a s
p a r a los n iños , en q u e r e s p l a n d e c e n la más p u r a m o r a l i d a d y las
g a l a s l i t e r a r i a s m á s e x q u i s i t a s , r e a l z a d a s p o r u n a e n c a n t a d o r a t e r
n u r a . El Sr . R o s a s d e b i a h a b e r s ido o b j e t o d e un a r t í c u l o p a r a es ta
primera serie d e e s c r i t o r e s c o n t e m p o r á n e o s ; p e r o no fué p o s i b l e
l o g r a r d e él los d a t o s ni las o b r a s q u e y o n e c e s i t a b a , y le pedí p o r
c o n d u c t o d e uno d e sus a m i g o s . Q u i z á t e n g a m e j o r é x i t o mi e m p e
ñ o c u a n d o d é á luz la Segunda serie.
52 D e j o d e m e n c i o n a r aqu í , con g r a n s e n t i m i e n t o , p o r no a l a r g a r
más es te t r a b a j o , o t r a m u l t i t u d d e p r o d u c c i o n e s l i t e r a r i a s , — n o v e
las , l e y e n d a s , v e r s o s , es tudios c r í t icos , b iogra f ías , e t c . . — q u e h a n
a p a r e c i d o en M é x i c o d e 1867 á la f echa .
E n el teatro, donde antes se representaban exc lus ivamen
te obras de autores españoles, c o m o Bretón de los Herreros ,
T a m a y o y B a u s , G a s p a r , A y a l a , h a sobresal ido de un mo
do notable el Sr . Peón y Contreras , poeta l ír ico de g r a n
al iento. Este escritor dist inguido, con sus d r a m a s cabal le
rescos é interesantes, con sus hermosos cuadros, su r ica fan
tasía, sus g a l l a r d a s figuras, e n g a l a n a d o y realzado todo con
una versificación espléndida , ha restaurado en momento feliz
la escena m e x i c a n a , recordando los tiempos en que Rodr í
guez C a l v a n y F e r n a n d o C a l d e r ó n ensayaban la formación
de un T e a t r o esencialmente nac iona l .—Otros ingenios, si
gu iendo el e jemplo del Sr . Peón y Contreras , y estimula
dos acaso por la gloria que él ha a lcanzado con sus obras ,
le siguen en su camino y presentan al público nuevas pro
ducciones dramát icas .
X .
Si se atiende á la r iqueza de nuestros elementos literarios,
y á lo poco que , re lat ivamente h a b l a n d o , han producido
nuestros escritores, acaso se podrá decir que l a l i teratura
m e x i c a n a ha tenido escasos progresos en todo el t iempo
que l l e v a m o s de ser independientes, y lo que es m á s triste
todav ía , que su porvenir no es muy ha lagüeño ni muy con
solador . Y esto, no porque h a y a n faltado en M é x i c o hom
bres de intel igencia bien cu l t i vada , de talento c la ro , de
natural y e scog ida apt i tud; sino porque desgrac iadamente
las continuas turbulencias en que hemos v iv ido , el m a l gus
to del públ ico , la falta de estímulos, y más que de éstos,
de elementos p a r a publ icar , han puesto s iempre obstáculos
al desarrol lo natural y lento, pero ordenado y seguro, de
l a l i teratura m e x i c a n a . L o cua l ha hecho también que di
versos trabajos de importancia no se h a y a n publ i cado á su
X X X V I I
t iempo ni con oportunidad, y que otros vean ia luz públ ica ,
no en libros c o m o debiera ser, sino en las hojas sueltas del
per iódico, exponiéndose así á perderse y á olv idarse , c o m o
se pierden y se o lv idan las fugitivas producciones del pe
r iodismo. Y en la actua l idad , triste es decir lo, éste tiene la
predilección de autores y lectores: el que escribe se siente
atra ído por las fáciles g lor ias con que le conv ida , por la
popular idad que le ofrece, por los triunfos tan vanos c o m o
pasajeros que le da en c a m b i o de un art ículo ó de unos
versos; el que lee , h a l l a ep el periódico ventajas que no
tiene el l ibro, y en él encuentra un género de escritos que
se avienen perfectamente al t iempo de que dispone, á su
gusto, y quizá á sus inc l inac iones .—El periodismo es, pues,
por esta razón, el m a y o r enemigo de la buena l i teratura,
el que impide todo. ade lanto y perfeccionamiento, el que
no consiente estudio, meditación ni c a l m a en los escritores.
E l periodismo es también el que difunde y sostiene conti
nuamente el m a l gusto g e n e r a l , este otro antagonista de
todo adelanto l iterario.
L a juventud, de quien en todas partes se espera el reme
dio de los males , debe ser aquí igua lmente la l l a m a d a á
producir u n a reacción favorab le ; mas , p a r a que la l leve
á buen término, es fuerza que se penetre bien de las necesi
dades de nuestra l iteratura, y que estudie y se dedique á
e l l a con empeño . E l sistema de educación l iteraria, seguido
hoy en las aulas , en el cual faltan casi por completo las
tareas de humanidades , el ex t rav ío de gusto é incl inaciones,
tan extendido por ciertas obras francesas ; los modelos que
genera lmente se tienen en las manos y se quieren seguir ,
con exclusión absoluta de nuestros antiguos c lás icos ; las
a labanzas prod igadas con la rgueza por los per iódicos , y
que tanto h a l a g a n el a m o r propio, son lodos obstáculos que
es necesario combat i r y vencer p a r a preparar dias de ver
d a d e r a g lor ia á l a l i teratura nac ional . Porque si esto no se
X X X V [ 1 I
hace , ¿qué contingente podremos l l evar á la urna de nues
tros tesoros literarios? ¿Qué género de impulso v a m o s á d a r
más tarde á nuestro movimiento inte lectua l?—Por otra par
te, la tendencia á imitar las l iteraturas extranjeras , hace es
tériles completamente las fuerzas y el brío de una i m a g i n a
ción poderosa, los sentimientos d e un corazón apas ionado ,
el anhelo de un ingenio c laro y o r ig ina l ; y quita , por consi
guiente, á las obras , l a espontaneidad, la frescura, el encanto
nat ivo que de otra m a n e r a podr ían t e n e r . — C o n v i e n e que
la juventud medite todo esto, y que se convenza de que no
h a menester acudir á tierras extrañas p a r a ejercitar sus fuer
zas: tenemos terreno propio, r ico, extenso, magní f ico , que
permanece todav ía v i rgen, c o m o nuestro territorio; y en el
cual se encuentran objetos nobles, asuntos e levados y subli
mes, d ignos de la poesía y aun de la e p o p e y a . l'ensar alto,
sentir hondo, hablar claro, c o m o decía el poeta español : 53
hé aquí lo que debe hacer nuestra j u v e n t u d ; h é aquí el ca
mino que debe seguir , el único seguro y recto, si quiere ser
un dia la regenadora de nuestra l iteratura, y desea engran
decer la con sus trabajos .
Concluiré este l a rgo y pesado escrito, d a n d o una noticia
histórica de la A c a d e m i a Mex icana Correspondiente , y a
que la m a y o r parte de los escritores de quienes trato en este
l ibro , son de el la d ignís imos m i e m b r o s . — L a R e a l A c a d e u . i a
E s p a ñ o l a , en junta de 24 de N o v i e m b r e de 1 8 7 0 , y á pro
puesta de los Sres. Marqués de Molins, su Director entonces ;
D . Patricio de l a E s c o s u r a , D . J u a n E u g e n i o I i a r tzenbusch ,
D . F e r m í n de la Puente y A p e z e c h e a , y a lgunos otros seño
res A c a d é m i c o s , acordó la creación de A c a d e m i a s Corres
pondientes A m e r i c a n a s . 54 Propúsose con esto, según e l la
53 El D u q u e d e R i v a s . 54 El v e r d a d e r o i n i c i a d o r y más e n t u s i a s t a c o o p e r a d o r de l e s t a
b l e c i m i e n t o d e Acadcaiiaa .kmi'ticaiias, íué el S r . d e la P u e n t e y
X X X I X
misma dijo, " r e a l i z a r fácilmente lo que para las a rmas y aun
p a r a la misma d ip lomac ia es y a completamente i m p o s i b l e , "
es toes , " r e a n u d a r los v iolentamente rotos vínculos de la fra
ternidad entre amer icanos y españoles ; restablecer la man
c o m u n i d a d de g lor ia y de intereses literarios, que nunca hu
biera debido de jar de existir entre nosotros; y por lin, opo
ner un dique, más poderoso tal vez que las bayonetas
mismas, al espíritu invasor de la raza a n g l o - s a j o n a en el
mundo por Colon d e s c u b i e r t o . " L a celosa y di l igente C o r
poración manifestó desde luego deseos de que se es tab le
cieran A c a d e m i a s en C o l o m b i a , Venezuela y E c u a d o r ,
Centro A m é r i c a , l 'erú, B o l i v i a , Ch i l e , R e p ú b l i c a Argent ina
y U r u g u a y , y M é x i c o ; siendo de sentir que la de nuestro
país no quedase formal y definit ivamente insta lada sino
hasta el I I de Set iembre de 1875. L o s académicos corres
pondientes de -México, n o m b r a d o s por l a R e a l E s p a ñ o l a
p a r a formarla , fueron los Señores D . A l e j a n d r o A r a n g o y
E s c a n d o n ; D. J o a q u í n G a r c í a I c a z b a l c e t a ; D . J u a n Bau
tista O r m a e c h e a , Obispo de T u l a n c i n g o ; I ) . Sebastian Ler
d o de T e j a d a ; D . J o s é M a r í a de B a s s o c o ; O. Cas imiro
C o l l a d o ; D . Manue l -Moreno y J o v e ; 1). J o s é Sebast ian S e
g u r a ; 1). J o a q u i n C a r d o s o y D . J o s é F e r n a n d o R a m í r e z .
X o todos asistieron á las juntas previas ni á la insta lac ión,
pues a lgunos habian fallecido y otros estaban ausentes ; de
manera que p a r a completar el número de A c a d é m i c o s
prevenido por el R e g l a m e n t o , que por término medio se
acordó fuera el de 12, los presentes nombraron á los Sres^
D. Franc isco Pimentel , D. J o s é M a r í a R o a B a r c e n a , I ) . R a
fael Á n g e l de la P e ñ a , D . Manue l Peredo y D . M a n u e l
Orozco y B e r r a . Estos nombramientos fueron a p r o b a d o s
por la R e a l A c a d e m i a Españo la . E n la junta de 25 de Se-
A p e z e c h e a , m e x i c a n o , c u y a m u e r t e l a m e n t a n t o d a v í a y l a m e n t a r á n s i e m p r e las l e t r a s e s p a ñ o l a s .
X I .
t iembre del mismo año de 1 8 7 5 , quedaron electos : Direc
tor, S r . I ) . J o s é Mar ía de B a s s o c o : Secretario, S r . D . J o a
quín G a r c í a I c a z b a l c e t a ; Bibliotecario, S r . D . A l e j a n d r o
A r a n g o y E s c a n d o n ; Censor, Sr . D . Manuel Peredo , y Te
sorero, Sr . D . J o s é M a r í a R o a B a r c e n a . P o r muerte del S r .
Bassoco , acaec ida el 18 de N o v i e m b r e de 1 S 7 7 , fué electo
Director el Sr . A r a n g o . E l Sr . D . A n s e l m o de la Port i l la ,
que ocupó aquel la vacante el 28 de E n e r o de 1 8 7 8 , falle
ció también un año después , e l 3 de Marzo del año próxi
m o pasado .—Poster iormente han sido l l amados al seno d e
l a A c a d e m i a M e x i c a n a , otros escritores distinguidos, y en
la ac tua l idad la forman los señores:
A C A D É M I C O S D E N U M E R O : — L i c . D . A l e j a n d r o A r a n g o
y E s c a n d o n , Director; D . J o a q u í n G a r c í a Icazbalceta , Se
cretario; l i m o . Sr . Obispo de T u l a n c i n g o , D . J u a n Bautis
ta O r m a e c h e a , ausente de la capital; L i c . D . Sebast ian L e r
do de T e j a d a , amenté; O . J o s é M a r í a R o a B a r c e n a , D .
R a f a e l Á n g e l de la P e ñ a , L i c . D . Manue l Orozco y B e r r a ;
Ingeniero , D . J o s é Sebast ian S e g u r a , D. Cas imiro C o l l a d o ,
ausente; 55 D r . D . Manuel Peredo, Censor; D . F ranc i sco
P imente l , L i e s . D . Franc isco de P. G u z m a n y D . J o a q u í n
Cardoso .
C O R R E S P O N D I E N T E S M E X I C A N O S : — l i m o . Sr . Obispo de
L inares , D . I g n a c i o Montes de Oca y Obregon , que es tam
bién Correspondiente extranjero de la E s p a ñ o l a , residente
en Montcrey; Presb . D . Melesio de J . V á z q u e z , residente en
Tulancingo.
A C A D É M I C O S H O N O R A R I O S : — S r . D . Migue l Antonio C a
ro, Director de la A c a d e m i a C o l o m b i a n a ( B o g o t á ) ; Sr . D .
Rufino J o s é C u e r v o (también de B o g o t á ) , y S r . D . Al fonso
H e r r e r a , de M é x i c o .
55 A c t u a l m e n t e está en M a d r i d , en d o n d e a c a b a d e p u b l i c a r u n a s e g u n d a ed ic ión d e sus Poesías ( c o r r e g i d a s y a u m e n t a d a s ) , con p r ó logo del S r . D . M a r c e l i n o M e n é n d e z P e l a y o .
X I , T
El trabajo principal á que ha estado dedicada esta res
petable Corporac ión, y que sigue ocupándola en sus jun
tas, es el estudio del Diccionario de la Lengua, á fin.de con
tribuir con adiciones y enmiendas para la nueva edición
que la Rea l A c a d e m i a prepara . De tales estudios ha remi
tido y a á ésta los artículos correspondientes hasta una par
te de la letra E, muchos de ellos a c o m p a ñ a d o s de etimo
logías y autoridades, y a españolas , y a mex icanas . - -En las
Memorias que anualmente publ ica , ha d a d o á luz trabajos
importantís imos de sus miembros , y a relativos al idioma
castel lano y su g r a m á t i c a , como varias disertaciones de los
Señores Peña y Bassoco, y a dest inados á servir más tarde
de material para escribir la historia de la l iteratura mexica
na. E n este último caso se encuentran: un estudio biográ
fico y crítico sobre nuestro poeta Gorosl iza , del Sr . R o a
B a r c e n a ; la Biografía de D. ¡Manuel Carpió, por el Sr . D .
J o s é B e r n a r d o Couto , y un notabil ís imo discurso sobre Las
'•'-Bibliotecas,'''' de Kgttiara y Berislaiu, por el Sr . G a r c í a
Icazbalceta .
Estos trabajos, otros que se han le ído en las juntas, y las
obras que separadamente han publ i cado a lgunos Señores
académicos , dan segura garant ía de los valiosos servicios y
del sólido progreso que puede esperar de ellos la literatura
mex icana .
I E M O . S E Ñ O R
D O N I G N A C I O M O N T E S D E OCA.
I N S I G N E S prelados han honrado en todas épocas
el episcopado mex icano , d a n d o lustre á l a patr ia
y g lor ia imperecedera á su nombre , no sólo por la
magnif icencia y alteza de sus virtudes apostól icas, sino tam
bién por las bri l lantes luces de su inte l igencia , su copioso
y universal saber y las sobresalientes dotes l iterarias que á
a lgunos adornaron. Ocupa hoy m u y dist inguido l u g a r
entre todos los respetables Pastores de la Ig les ia m e x i c a n a ,
por su juventud y temprana sabidur ía , sus marav i l losas y
excelsas facultades poéticas, los numerosos laureles de g l o
ria que y a cubren sus sienes, el l i m o . Sr . D . I g n a c i o Montes
de Oca y O b r e g o n , Obispo que fué de T a m a u l i p a s y pre
conizado últ imamente p a r a la Diócesis de l i n a r e s .
Vio la pr imera luz en la c iudad de G u a n a j u a t o , capi ta l
del E s a t d o del mismo nombre en esta R e p ú b l i c a , el 26 de
ro J u n i o de 1 S 4 0 , s iendo sus padres I X Demetr io Montes d e
Oca , sabio jurisconsulto y honradís imo a b o g a d o , y D ! 1 M a
ría de la Luz- O b r e g o n . A los doce años fué env iado á In
g laterra , y al l í hizo, con extraordinario aprovechamiento ,
sus estudios preparatorios , terminados los cuales regresó á
su patr ia en busca de a l g ú n descanso en el seno de la fa
mil ia . Es tuvo por este t iempo, 1 S 5 6 , pocos meses en el S e
minario Conc i l i a r de Méx ico . V o l v i ó en seguida á E u r o p a ,
y en R o m a cursó las mater ias eclesiásticas, graduándose d e
Doctor en T e o l o g í a en 1 8 6 2 y ordenándole de subdiácono
el l i m o . Sr . M u n g u í a , pr imer Arzobispo de M i c h o a c a m
una de las intel igencias m á s pr iv i leg iadas que ha produci
do la nación mex icana en el presente s ig lo . L a dedicación
del Sr . Montes de O c a era tal , y tan g rande también su
aptitud para los estudios superiores, que con razón fué e l
asombro de sus maestros y condiscípulos, complac iéndose
todos en profesarle cordial y sincera est imación. E n poco
t iempo conc luyó sus cursos de la m a n e r a más bri l lante y
satisfactoria. Rec ib ió el orden del presbiterado el 28 de
Eebrero de 1 8 6 3 , en la basí l ica de S a n J u a n de L e t r a n , d e
manos del cardenal Patrizzi, vicario de Su S a n t i d a d , y en
1S65 obtuvo el g r a d o de doctor en ambos derechos. E u é
cura párroco de Ipswich (Inglaterra) , y m á s tarde de G u a -
na juato , su ciudad nata l : tuvo también el nombramiento
de C a p e l l á n de las tropas pontificias y de P r o m o t o r fiscal
de la curia de Méx ico . E l e m p e r a d o r M a x i m i l i a n o le hizo
su C a p e l l á n de honor, y el Santo Padre Pió I X , su C a m a
rero secreto en 1 8 C 3 ; cargos todos que demuestran el g ran
de aprecio en que era tenido el S r . Montes de Oca, así en
su patria como en R o m a , y la seña lada distinción que se
hac ia de sus relevantes méritos.
E l inmortal Pontífice P ió I X , c u y a muerte l lora todavía
y l lorará siempre la crist iandad, tuvo al Sr . Montes de Oca-
part icular y cariñosís imo afecto; de manera que al asignar
I I
á Tamaidipas un prelado propio y elevarla al rango de las
demás diócesis de la- República mexicana,*' no pudo o lv idar
se de é l ; ¡oven eclesiástico, en cuyos ojos ardia el más ve
hemente celo apostólico, intel igencia nutrida de la alta e n
señanza de los Santos Padres , corazón tierno y generoso
que derramar ía copiosos torrentes de p iedad y de a m o r
evangé l i co sobre los que hablan de ser sus hijos en J e s u
cristo. F u é , pues, e leg ido , p a r a ocupar la sil la episcopal
de T a m a u l i p a s . " N o s h a l l á b a m o s entonces en la Eterna
C i u d a d — d e c í a el señor Obispo á sus diocesanos con en
cantadora sencillez en su Primera- Caria, pastoral,— pre
senciando el más g rande acontecimiento de este s ig lo : la
celebración del Conci l io E c u m é n i c o V a t i c a n o . Diversas
causas retardaron nuestra preconización; entre otras, la caí
da de R o m a en poder de los enemigos de la Ig les ia , y la
prisión á que tuvo en consecuencia que sujetarse nuestro
augusto Pontífice desde el 2 0 de Setiembre del año s iempre
infausto de 1 8 7 0 . Este funesto suceso nos hizo ir á buscar
en el C a l v a r i o los consuelos que y a no nos suministraban
los sepulcros de los mártires, hol lados por sacr i legas p lan
tas. Part imos p a r a T i e r r a Santa , y sepultamos nuestro do
lor entre los puros goces de Be lén y la dulce a m a r g u r a de
Getsemaní . Recorr imos más de una vez las a ldeas y pue
blos por donde Nuestro Divino S a l v a d o r pasó d e r r a m a n d o
beneficios, anunciando el E v a n g e l i o á los pobres y ense*
fiando sus santísimas doctrinas. ¡Cuántas fuerzas adquiri
mos meditando la Pasión de Nuestro Redentor en los mis
mos lugares regados por su S a n g r e preciosa! ¡Cuánto v a
lor nos infundieron las l a r g a s horas pasadas en santa con
templación dentro del sepulcro glorioso del triunfante J e
sus! E l deber nos l l a m ó otra vez á la esc lavizada R o m a , y
el 6 de M a r z o del presente año ( 1 8 7 1 ) , penetrando por en
* A n t e s e r a V i c a r i a t o a p o s t ó l i c o .
1 2
medio de las guard ias que c i r cundan el que fué pa lac io , y
hoy es cárcel del Soberano Pontífice, fuimos revestidos por
el gran P ió I X con el roquete de candido l ino, e m b l e m a
de nuestra jurisdicción, después ele haber sido so lemnemen
te preconizado pr imer Obispo de T a m a u l i p a s . U n alt ís imo
honor, una nueva d icha , un insigne favor nos a g u a r d a b a ,
de que antes que Nos ningún compatr iota h a b i a g o z a d o ,
con que, fuera de Nos, solo uno nac ido en el continente
amer icano ha sido dist inguido. N o contento P ió I X con
las grac ias que y a h a b i a a c u m u l a d o en nuestra humilde
persona, no satisfecho con los dones esparcidos sobre los
mexicanos , quiso honrarnos , ¡oh hermanos é hijos nuestros!
y honrarnos á N o s mismo, por vosotros y p a r a vosotros,
consagrando con sus propias augustas manos al pr imer P a s
tor de T a m a u l i p a s , y confiriéndole él mismo directamente
la plenitud del sacerdocio. N o podemos dis imularos, her
manos é hijos nuestros, el inefable gozo que inundó nues
tra a l m a l a inolv idable m a ñ a n a del 1 2 de Marzo, fiesta de l
g r a n Pontífice San G r e g o r i o M a g n o . E n el oratorio parti
cular de l a habitación del P a p a prisionero, se verificó pri
v a d a m e n t e la majestuosa ceremonia de nuestra consagra
ción episcopal . Si s iempre es imponente, sea quien fuere el
Obispo que derrame el óleo sacrosanto, sean cuales fueren
las c ircunstancias , la época y el lugar en que el nuevo Pas -
tor recibe la unción sacramenta] , figuraos la indeleble im
presión que dejaría en Nos y los pocos que fueron admiti
dos á presenciar lo , el acto en que el Pontífice caut ivo im
puso las manos sobre el Obispo misionero y le entregó las
insignias de su autoridad y jur i sd icc ión. "
T a m a u l i p a s es una región del territorio mexicano, situa
d a al Nor te , bastante extensa, en muchas partes despobla
d a y l lena de g r a n d e s bel lezas naturales . E n espaciosas
l l anuras encuéntranse diseminadas solitarias a ldeas , pobres
cortijos y a lgunas c iudades de escasa importanc ia ; el c l ima
1 3
es ardiente y enfermizo, malsanas las costas, y tan difíciles
como pel igrosas las comunicaciones . Mas , sin e m b a r g o de
estas circunstancias, el S r . Montes de O c a aceptó gustosísi
mo el gobierno espiritual de aquel la tierra que el Santo
Padre le e n c o m e n d a b a . L a novedad del l u g a r , lo desco
nocido de las costumbres y del carácter del pueblo , las fati
gas apostólicas, las peregrinaciones , todo presentaba p a r a
él misteriosos y dulces atract ivos ; de manera que no es de
extrañar , que más de una vez se soñara evange l i zando á la
multitud en las oril las de los pintorescos rios y u n g i é n d o l a
con el cr isma de sa lvación bajo los frondosos árboles de
las escarpadas sierras.
C o n s a g r a d o Obispo el Sr . Montes de Oca , y sin aprove
charse de los cien dias que aun le era permitido peruuine-
cer junto á la tiunba del Principe de los apóstoles, partió sin
dilación, rumbo á su diócesis, como él mismo d ice , toman
do posesión de el la el 8 de J u n i o del propio año de 1 8 7 1 .
Dedicóse desde luego , con u n a constancia, un celo y un ar
dor sin igua l , al desempeño de su santo ministerio, dir igien
do pr imeramente á sus diocesanos una paternal y tierna
salutación. Su carácter manso y bondadoso , su amante so
licitud para satisfacer pronta y eficazmente las necesida
des espirituales, su p a l a b r a fácil, cariñosa y persuasiva , hi
cieron que en poco t iempo el j o v e n Obispo fuese el ídolo
de los fieles de T a m a u l i p a s . Su lozana y fresca constitu
ción, embe l l ec ida aún por las g rac ias de la juventud , y su
v igor y perfecta sa lud, le permitieron visitar con deteni
miento sus vastos dominios, conocer todos los pueblos , y
derramar en todas partes los tesoros de la predicación evan
gél ica y las ricas mercedes del cristianismo. H a vis i tado
las c iudades y v i l las , ha penetrado en los bosques, ascen
dido á las montañas y cruzado las corrientes de impetuosos
rios: por donde quiera h a ido, por donde quiera ha resona
do su v o z ; y ora ba jo la sombra de las pa lmeras y de los
naranjos, ora en sencillos y humildes templos de a l d e a ; y a
en las p l a y a s del mar , y a en las silenciosas florestas de l a
costa, h a adminis t rado con celoso fervor los Santos S a c r a
mentos.
L o s sueños que en R o m a acar ic ió el preconizado Obispo,
han tenido, pues, su más exacto cumpl imiento ; y y a hoy
puede glor iarse el l i m o . Sr . Montes de O c a de haber l le
nado su misión, d a n d o c ima á sus sagrados deberes. E l
movimiento religioso de T a m a u ü p a s , en la actua l idad , es
asombroso ; hánse a v i v a d o la fe y la p iedad de los fieles,
se han mejorado las costumbres, y la instrucción públi
ca , sobre todo, ha adquir ido un desarrol lo y una importan
cia notables, fecundos en consoladoras esperanzas. Y cuen
ta que el Obispado se fundó en medio de las circunstan
cias más difíciles y azarosas, siendo suma l a escasez de
recursos y de colaboradores en las tareas apostól icas . P e r o
el c laro talento, la abnegac ión y ardiente celo del señor
Obispo, han suplido con venta ja aquel las y otras faltas: su
act iv idad infatigable le ha l l evado donde quiera que ha s ido
necesaria su presencia p a r a remediar males , instruir y en
señar, fomentar obras buenas y levantar instituciones pia
dosas. " G r a n d e s han sido — e x c l a m a con emoción y rego
cijo el pastor cr i s t iano— los frutos que hemos recogido, y
abundantes las bendiciones que el Señor h a d e r r a m a d o so
bre Nos y sobre nuestro pueblo . C u a n d o consideramos los
innumerables beneficios que el Dios de las misericordias ha
querido dispensar por nuestras manos pecadoras , no pode
mos menos que deshacernos en l á g r i m a s de confusión y de
g r a t i t u d . " ¡Cuántas conversiones h a hecho al l í la inspirada
pa labra del Sr . Montes de O c a ; c ó m o ha huido el c i sma de
entre sus diocesanos; c ó m o , los que antes eran indiferentes
ó escépticos, se han tornado en piadosos creyentes y en hu
mildes y buenos hijos de l a Ig les ia !
A p a r t e de estos inapreciables bienes, T a m a u l i p a s debe á
*5 su Pre lado otros que harán por siempre quer ida y venerada
su memor ia : él ha levantado desde los cimientos el Co leg io
Seminar io del Obispado en la capita l de l a Diócesis , C iu
dad Victoria, y actualmente construye la C a t e d r a l ; n u m e
rosas iglesias han sido restauradas y e n g r a n d e c i d a s ; el cul
to ha adquir ido g r a n p o m p a y majestad, y hasta parece que
se ha redoblado el celo de los párrocos: todo lo cua l es de
bido al e jemplo , á la car idad , y á la constante dedicación
del virtuoso Sr. Montes de Oca. ¡Dichosos los pueblos que
tienen tales pastores!
Este es el Obispo. V e a m o s ahora al poeta , al orador , a l
l iterato.
I I
Pocos ingenios han podido atesorar, á la edad del l i m o .
Sr . Montes de Oca , los profundos y vastos conocimientos
que él revela en sus obras , y pocos también podrán glor iar
se de haber hecho en corto t iempo una carrera tan bri l lan
te y magní f ica c o m o la suya . " O c u p a d o desde niño en es
tudios serios y en el extranjero, — c o m o dice en el pró logo
de sus p o e s í a s ; — encerrado m u y j o v e n en austero S e m i n a
rio, y ordenado sacerdote á los veintidós a ñ o s , " — nuestro
insigne Pre lado ha sabido adquirir , con marav i l losa pron-
tihid, una selecta educación l iteraria. Distinguióse en el
colegio de Ing la terra entre los más aprovechados discípu
los; pues á su s ingular talento, su rica imaginac ión , su in
genio c laro y peregrino, uníanse una apl icación y empeño
extraordinarios, acreditados á c a d a momento con los triun
fos que obtenía en las aulas . F o r m ó all í su buen gusto, le
yendo y estudiando detenidamente los autores c lás icos ; y
ora ejercitaba su entendimiento en las labores de la crít ica,
ó vertia á nuestro id ioma las bel lezas de la poesía g r i e g a y
lat ina; ora se ensayaba en la l ira p a r a modular sentidos y
1 6
armoniosos cantos. Sus estudios de R o m a le l levaron á
otros horizontes, ampl ios y l lenos de atract ivo p a r a una in
tel igencia juveni l dest inada á ejercer espiritual jur isdicc ión:
al l í otras fuentes :!e enseñanza, otros estímulos y otros triun
fos le a g u a r d a b a n al l ado mismo del venerable J e f e de l a
cr ist iandad. Abriéronsele las copiosas y sa ludables p á g i n a s
de los teólogos y los doctores, de los Santos Padres y los
apologistas ; su a l m a se sumergió , por decirlo así, en aque l
océano de sabiduría , y conoció luego todas las r a m a s de las
ciencias s a g r a d a s : tan alta lectura dio á su espíritu el v i g o r
y la energ ía de l verdadero s a b e r . — Y a hemos visto an
tes cuan rico y val ioso fué el premio que por sus crecidos
afanes recogió el Sr . Montes de O c a : el Santo Padre P i ó I X
le dist inguió con su car iño, le e levó á la a l ta d i g n i d a d epis
copal en los frescos años de su juventud, y le consagró con
sus propias augustas /nanos primer Pastor de Tamaulipas,
precisamente c u a n d o el Soberano Pontífice se h a l l a b a más
afligido y contr istado: merced s ingular í s ima que no á m u
chos es d a d o a lcanzar . A l saberse en Méx ico cuántos hono
res conquistaba el Sr . Montes de O c a y c ó m o h o n r a b a á la
patr ia en el extranjero, todas las s impatías fueron p a r a él ,
cobrándole , los que conocían sus triunfos, el más entusiasta
y cordial afecto. Sus glor ias se reflejaban en el país que le
h a b í a visto nacer , y éste se sentía orgul loso con just ic ia ,
l i é aquí ahora las obras del ilustre Obispo :
E n 1 8 6 S fundó en G u a n a j u a l o una Revista Católica, que
redactó él solo, durante dos años, y de l a cual l l egaron á
salir dos tomos. P o r ese mismo a ñ o , el 1 9 de J u l i o , predi
có en S a n L u i s Potosí un Panegírico de San Vicente de J\nd
l leno de unción y fervor evangé l i co , con cuadros interesan
tes y v ivamente dibujados , sembrado de juic ios y reflexio
nes oportunas, y e n g a l a n a d o de exquisitas flores. E n Octu
bre pronunció , en l a parroquia de su c iudad na ta l , el Elo
gio fúnebre de la Sra. Doña Francisca de Paula Pérez Gal-
1 7
vez y Obregon, virtuosa d a m a , que prod igó los tesoros de su
ardiente piedad y crecido patr imonio en favor de los des
graciados . A m b a s piezas son dos c a n t o s a la ca r idad .
H a b i e n d o m a r c h a d o á R o m a en 1 S 6 9 , á presenciar lo
que él l l a m a con justicia el m a y o r acontecimiento de este
s iglo, — e l Santo Conci l io E c u m é n i c o Vat icano,—- remitió
con regular idad al periódico La Revista Universal, de esta
c iudad, unas Correspondencias interesantísimas relat ivas á
las del iberaciones y trabajos de aquel la A s a m b l e a cristiana
y a cuantos sucesos se l i gaban con e l la .
E n 1 8 7 7 apareció su version métrica de los Poetas Bu
cólicos Griegos, obra admirab le , a c o m p a ñ a d a de eruditas y
curiosas notas expl icat ivas , críticas y f i lológicas, que a lcan
zó el honor de que la A c a d e m i a Mex icana , correspondien
te de la R e a l E s p a ñ o l a , hiciese suya la edición. F o r m a un
lujoso volumen de más de cuatrocientas pág inas de impre
sión l impia y correcta, y comprende : veintisiete idilios de
Teócr i to , nueve de l í ion de Sinirna, y otros tantos de Mos
co de S iracusa . L a s notas ocupan unas ochenta y seis pá
ginas, y todas convidan á leerlas por su g rande interés his
tórico y l i t e ra r io .—Incapaz y o de j u z g a r tan concienzudo
trabajo, me contentaré con manifestar la admirac ión que
me causa. L o s inteligentes dicen que es l a vers ion 'castel la
na más completa y e legante que se ha hecho de los bucó
licos gr iegos , y a g r e g a n que n inguna otra ha reproducido
con tanta v e r d a d , la innata belleza, el de l icado adorno,
los primores poéticos del or ig ina l . C o m p a r a n d o , en efecto,
la traduccioiü del sabio P r e l a d o m e x i c a n o , con otras que
existen de diversos autores, se notan desde luego diferen
cias esenciales que realzan notablemente el mérito de la
pr imera : así, por e jemplo , no encontramos en ésta, ni los
pasajes, ni los idilios que ofenden el pudor ; y por lo demás ,
todo en el la es sencil lo é inocente: los cuadros respiran
aquel a m a b l e candor de los pastores, aquel la frescura de las
i8
costumbres primitivas, aquel la inefable delicia de las esce
nas de l a natura leza ; y la grac iosa ingenuidad , l a r iqueza
de lenguaje y la magnif icencia de descripción que caracte
rizan á T e ó c r i t o , parecen conservarse con toda propiedad .
Por últ imo, de esta magní f ica obra de l S r . Montes de Oca ,
útil ísima á la juventud l iteraria de nuestro t iempo, porque
con e l la trata de restaurar los buenos estudios sobre su an
t igua y sól ida base, c o m o dice un escritor d is t inguido; de
esta obra puede repetirse lo que su mismo autor di jo, no h á
mucho , del Siglo de Oro de B a l b u e n a : " N o solo quitó cui
dadosamente los abrojos de las rosas espléndidas que nos
ofrecía c o m o aconseja San Bas i l io , sino que s iguió aun más
escrupulosamente sus instrucciones. " ¿ N o veis , dice este
" P a d r e , no veis á las abe jas c ó m o escogen el zumo de las
" f iores de que han de formar su dulc í s ima miel? N i á to
a d a s vuelan, ni en todas se paran , ni en todas igua lmente
" s e detienen. D e unas beben más , de otras m e n o s ; y cuan-
" d o han l ibado el j u g o de que han menester p a r a formar
" s u pana l , tornan sin tardanza á l a co lmena . A s í es fuer
z a que h a g a m o s nosotros, si tenemos juicio y asp i ramos
" á la verdadera sabiduría , con los libros de los g e n t i l e s . "
— V así lo ha hecho el S r . Obispo de T a m a u l i p a s : no se
contentó ion traducir, ni aun arrancando las espinas de in
moralidad de que están erizadas las rosas que se ha l l an en
los poetas bucólicos gr iegos . Tomó de ellos cuanto necesi
taba- para formar una colección de poemas pastoriles, dul
ces, gratos y mora les ; y si cantó los sencillos afectos de apa
sionados pastorcillos, procuró no apartarse de las huellas
que Salomón nos trazara en su Cántico y expresarlos con
frases pulcras que no hirieran oídos del icados . * S i , pues,
* Estas f rases q u e y o a p l i c o a l l i m o . S r . M o n t e s d e O c a , las d e
d icó él al a u t o r de l Bernardo y d e La Grandeza mexicana en la
Oración fúnebre d e q u e a d e l a n t e m e o c u p o .
1 9
nuestro P r e l a d o - p o e t a no hubiese conquistado antes con
otras obras fama y renombre imperecederos, sin d u d a ha
bría bastado para asegurárselos esta espléndida versión de
los Bucól icos Gr iegos .
E n el ejercicio de su s a g r a d o ministerio en T a m a u l i p a ^ ,
el l i m o . Sr . Montes de Oca ha publ icado tres Carlas Pas
torales (una de el las sobre la f rancmasoner ía) ; multitud de
Car/as á los Párrocos, haciéndoles eficaces recomendacio
nes acerca de asuntos religiosos, y especialmente acerca de
la educación de la niñez; varios Discursos; una //omitía
bell ís ima, pred icada en la iglesia de C i u d a d Victor ia con
• motivo ele la apertura del Co leg io Seminar io del O b i s p a d o ;
dos Edictos; un Sermón sobre el Sagrado Corazón de Je-
sus, predicado en la iglesia de S a n Lorenzo de México , el
3 0 de Set iembre de 1 8 7 7 ; otro Discurso, pronunciado en la
solemne consagrac ión del a ltar m a y o r de la iglesia matriz
de T a m p i c o ; y por últ imo, El Elogio fúnebre de nuestro
Santísimo Padre el Papa Pió IX, que oyeron los fieles de
la misma c iudad el 8 de Marzo de 1 8 7 8 , en las solemnes exe
quias ce lebradas en honor del inmortal Pontíf ice. Y mere
cen también citarse otras dos H o m i l í a s , ricas en bel lezas li
terarias, sobre La Tempestad en el Lago de Tiberiades y En
la ordenación de un joven Sacerdote.
E l S r . Montes de O c a , que es poeta de a l ta inspiración,
cantando apacienta su rebaño (*); pues en medio de sus
tareas apostólicas no a b a n d o n a sus aficiones l iterarias ni deja
de pulsar l a l ira. Antes , al contrario, cult iva aquel las con
más ca lor que nunca en sus horas de soledad y de aisla
miento, p a r a dulce y pacífica distracción de su ánimo: y si
el Obispo de P u e r t o - R i c o , D . B e r n a r d o de B a l b u e n a , ein-
* El m i s m o S r . M o n t e s d e O c a se a p l i c a es tas p a l a b r a s , q u e s e h a l l a n en el Id i l io I II d e M o s c o , i n t i t u l a d o Canto fúnebre de Bion,
t r a d u c i d o p o r él .
20
p i c a b a el t iempo <¡ue le quedaba libre en escribir sus cantos
del Bernardo y del Siglo de Oro, el Obispo de T a m a u l i p a s
ocupa el suyo cantando en caste l lano los apas ionados afec
tos de los antiguos pastorci l los de l a G r e c i a , para d a r á la
juventud m e x i c a n a buenos modelos que formen su gusto.
Úl t imamente h a d a d o á luz un precioso tomito que contiene
sus composiciones poéticas, y que él , modestamente , califica
de Ocios. Es tá div idido en cuatro l ibros; el pr imero com
prende diez sonetos, escritos antes de los veinte años, y no
venta, escritos después de los treinta y c inco ; el segundo ,
una Epístola moral; el tercero, un pequeño poema heroico
intitulado Fiesco, trazado á los diez y nueve años ; y por úl
t imo, el cuarto, una colección de odas, himnos y canciones,
cuyos títulos, asuntos y estilo •—-dice el a u t o r — " r e v e l a n que
son producion de un e s t u d i a n t e . " E n un cuaderno suelto
aparec ió después la sentida Elegía que escribió con motivo
de la muerte del l i m o Sr . Obispo de OÍ inda (Brasi l ) .
Uno de los m a y o r e s y más bri l lantes triunfos que se re
gistran en la v ida l iteraria del l i m o . Sr . Montes de Oca , es
sin d u d a el que obtuvo el dia 3 del últ imo A g o s t o ( 1 S 7 8 ) ,
en la ig les ia de la Profesa de esta capi ta l . C o n motivo de
las honras ce lebradas por l a A c a d e m i a M e x i c a n a en me
moria de D . J u a n R u i z de A l a r c o n y Mendoza , y demás
ingenios nacionales y españoles que en ambos mundos cul
tivaron las letras castel lanas, aquel la docta Corporac ión en
c o m e n d ó al l i m o . Sr . Obispo la oración fúnebre que debia
decirse en dicha fiesta rel igiosa y l i teraria . L o más selecto
de nuestra sociedad, l a prensa de todos los part idos, las ce
lebr idades m á s notables de Méx ico , se agruparon a l rededor
de la cátedra s a g r a d a p a r a oir al que es honra y g lor ia de
nuestra l iteratura y de nuestro respetable episcopado. Su
p a l a b r a caut ivó durante hora y media al escogido auditorio,
presentándole bajo e legant ís ima forma una serie de admi
rables juicios y de g a l l a r d o s pensamientos, de fundadas sen-
2 Í
tundas y maravi l losos panegír icos ; " e n l a z a d o s todos, c o m o
dijo un escritor, con cadena de oro y de ñores, expresados
con puro y correcto l engua je , sin afectación y sin miedo,
sin aparato y sin pretens iones . " Después de un magníf ico y
oportuno exordio , el eminente orador hizo el e logio de D .
luán Ruiz de A l a r c o n y Mendoza , de Sor J u a n a Inés de la
Cruz y del célebre cantor de la Grandeza ¿Mexicana D. ber
nardo de R a l b u e n a , d ibu jando rápidamente con rasgos
maestros y vigorosos la historia de su v ida y de sus obras.
Viniendo á los tiempos modernos, hab ló con una erudición,
una prudencia y tacto asombrosos, de nuestro gran histo
riador A l a m a n , de nuestro insigne literato y poeta Pesado,
y de D. C lemente de Je sús M u n g u í a , i lustrísimo y eminen
tísimo Arzobispo de M i c h o a c a n . Y h a y que notar que la
posición del orador era difícil : pronunciar un discurso lite
rario en un templo, dar le forma a d e c u a d a , revestirlo de
ga la s que lo hiciesen d igno del pulpito y de un recinto aca
démico al mismo t iempo, eran dificultades grav í s imas que
solo á los talentos superiores es d a d o v e n c e r ; pero el Sr .
Montes de O c a las venció todas con facil idad sorprendente;
supo dar á su oración fúnebre, atractivos que de igual ma
nera cautivaron a l literato y al poeta, al historiador v al
crítico, al cristiano y al filósofo. S u lenguaje fué pulcro y
castizo, exento enteramente de inútiles adornos, é incon
table el número de sus bellezas l iterarias y de pensamiento .
I.a A c a d e m i a M e x i c a n a , á propuesta de su Director el S r .
A r a n g o y E s c a n d o n , dirigió a lgunos dias después al insigne
Obispo un honrosís imo oficio, que era p r e n d a s e g u r a de l
entusiasmo que causó entre sus miembros el inspirado dis
curso, y del júbi lo y complacenc ia con que vieron el acer
tado desempeño del e n c a r g o del orador .
Nuestro dist inguido pre lado es miembro de l a A r c a d i a de
R o m a desde 1 8 6 5 , ba jo el nombre de Ipandro Acaico (con
el cual quiere ser conocido en el m u n d o literario), y lo fué
2 2
de la A c a d e m i a de Ciencias y L i teratura de Méx ico , fun
d a d a por el emperador M a x i m i l i a n o . Pertenece igua lmente
á ia Soc iedad M e x i c a n a de G e o g r a f í a y Estadíst ica , y en
1 8 7 7 fué n o m b r a d o a c a d é m i c o correspondiente de la Mexi
cana y de la R e a l E s p a ñ o l a de Madr id .
C o n c l u y o este art ículo insertando el juic io que del Sr .
Montes de O c a formó D . A n s e l m o de l a Port i l la , el inol
v idable escritor á quien nuestra literatura debió grandes é
importantísimos servicios.*
" E l .Sr. Montes de Oca — d i c e — c o m o Obispo, c o m o
orador y como poeta, es una de las figuras más s impáticas
de esta R e p ú b l i c a . L a naturaleza le ha dotado de todas las
cual idades que requiere el feliz desempeño de este triple
pape l , y el arte h a comple tado á m a r a v i l l a en su persona la
obra de la naturaleza.
" Obispo de una comarca inmensa, mal p o b l a d a á trechos
por gentes casi bárbaras , y solo en pequeña parte por otras
civi l izadas y cultas, tiene la constancia y sabiduría necesarias
para infundir la luz del E v a n g e l i o á las pr imeras ; la filosofía
y el prestigio indispensables p a r a convertir en creyentes á
los descreídos, que a b u n d a n entre las segundas ; y tiene tam
bién l a robustez y el v igor que h a menester para soportar
los rudos trabajos de su v ida pastoral por los desiertos de
su diócesis. E s un apóstol del t iempo ant iguo, sin el sem
blante d e m a c r a d o , ni el hábito ra ído , ni las arrugas de la
frente; antes bien, con las e legantes y at i ldadas formas ex
teriores de l a sociedad m á s refinada de nuestro t iempo.
T i e n e el entusiasmo de su apostolado, y hasta l a vocac ión
del mart ir io , como lo da á entender en a l g u n a de sus com
posiciones poéticas, lo cual no impide que su noble faz anun
cie con perenne sonrisa l a serenidad y el contento de su a l m a .
* F u é esc r i to e x p r e s a m e n t e á pe t i c ión de l a u t o r , p a r a i n s e r t a r l o
en es ta b iogra f í a .
2 3
" C o m o orador s a g r a d o , posee las dotes de espíritu que
la oratoria requiere: c larís imo talento, vasta y a m e n a eru
dición, exquisito gusto l i terario; y con estas dotes del es
píritu junta en felicísimo consorcio las condiciones físicas
que sirven para rea lzar las : g a l l a r d a presencia, noble ade
man, meta l de voz que parece música, todo aquel lo , en lin,
que constituye el encanto irresistible de la e locuencia. T o
das estas cua l idades br i l laron con nunca visto fulgor en su
famosa Oración fúnebre de los literatos difuntos; magníf ica
novedad , que hará época en los anales de la oratoria sa
g r a d a de M é x i c o .
" E l Sr . Montes de Oca escribe tan e legantemente en pro
sa como en verso, y de él se puede decir lo que Chateau
briand decia de D e Font.anes, que tiene las dos l iras. Dé
la e leganc ia de su prosa dan testimonio, a d e m á s de otros
escritos literarios y de po lémica , sus pastorales y sus ser
mones. D e la excelencia de sus versos serán testigos irrecu
sables su traducción de los bucólicos gr iegos y la colección
de poesías originales que a c a b a de dar á luz con el título
de Ocios poéticos. E l estro del Sr . Montes de O c a es fácil,
abundante y florido. N o h a y ciegos arrebatos en su poesía,
ni pasiones ardientes, ni pel igrosas intemperancias . T i e n e
la sencillez g r i e g a , la g rac ia ant igua , el sel lo clásico y la
entonación g r a v e . Se revela en sus composiciones el poeta
e n a m o r a d o de la ant igüedad clásica y el pastor de la I g l e
sia. -Son notables , además , por lo correcto del l engua je , pol
lo castizo de la dicción, sin afectaciones de a rca í smo, y pol
la alteza de los pensamientos, impregnados siempre de un
ción piadosa y filosofía cristiana. E s t a colección de poesías
asegura al Sr . Montes de Oca , dist inguido l u g a r entre los
mejores poetas de nuestro t iempo.
" E l Obispo de T a m a u l i p a s está en l a fuerza y en la ma
durez de la e d a d , y ha de hacer m u c h o todav ía p a r a honra
y g lor ia de su clase, de las letras y de su p a t r i a . "
D O N
A L E J A N D R O A R A N G O Y E S C A N D O N .
L actual Director de l a A c a d e m i a M e x i c a n a nació
en l a c iudad de P u e b l a de los A n g e l e s el dia i o de
J u l i o de 1 8 2 1 . Fueron sus padres D . A l e j a n d r o Mar ía A r a n g o , sargento m a y o r del R e g i m i e n t o de Estre-niadura y nac ido en el pueb lo de Cudi l lero (pr incipado de Asturias), y D * G u a d a l u p e E s c a n d o n , natura l de Orizaba en esta R e p ú b l i c a . E n 1 8 3 1 fué env iado á E s p a ñ a , y en el R e a l C o l e g i o de H u m a n i d a d e s de M a d r i d , situado en l a cal le de l a M a d e r a ba ja , estudió g r a m á t i c a lat ina y filosofía, habiendo tenido el honor de que en uno de sus exámenes fuese s inodal suyo el insigne poeta D . J u a n Nicas io G a l l e g o . — E n esta m i s m a época , las relaciones y b u e n a amistad que le unieron con su condiscípulo D . Eustaquio Fernandez de N a v a r r e t e , nieto de l célebre D . Mart in F e r nandez de N a v a r r e t e , y que tanto se dist inguió después pbr
1
26
sus trabajos históricos y críticos, permitieron al Sr . A r a n g o
conocer personalmente á varios de los literatos y poetas m á s
notables de aquel t iempo, c o m o L i s t a , Quintana , Bre tón
de los Herreros y otros.
E n 1 8 3 6 se trasladó á Par is p a r a continuar a l l í sus estu
dios ; pero en Set iembre del año siguiente regresó á Méx i
co, entrando desde luego a l Seminar io Conci l iar de esta
capita l . E n él cursó las cátedras de ambos derechos, c i v i l -
r o m a n o y c a n ó n i c o . — L a Academia de Leirán, asociación
l iteraria de que formaban parte muchos de los que después
han l l e g a d o á ser rico ornamento de la l i teratura m e x i c a n a ,
l l a m ó con gusto á su seno al S r . A r a n g o ; y a l l í se distin
guió siempre por su instrucción, de l icado gusto y entusias
mo por las letras. H i z o sus estudios de derecho públ ico
con el célebre jurisconsulto IX M a n u e l de l a P e ñ a y P e ñ a ,
y su práct ica de foro con el D r . D . J o s é B e r n a r d o Couto ,
uno de los sabios más eminentes que ha tenido nuestra pa
tria. H e oído referir que el Sr . P e ñ a y P e ñ a e n c a r g ó en
cierta ocasión á c a d a uno de sus discípulos que hiciese u n a
disertación sobre diversos puntos tratados en cátedra , á fin
de que reunidas todas formasen un Curso completo de De
recho Pilblico Mexicano. Cumpl ie ron todos, y el Sr . A r a n
go tuvo l a honra de que su maestro le comis ionara p a r a
enlazar y corregir los trabajos , s iendo preferido á sus com
pañeros , que los tenia m u y dist inguidos. T a m b i é n por este
t iempo dióle el S r . Couto seña lado testimonio del aprecio
en que y a tenia su instrucción y gusto l iterario, p a s a n d o á
su e x a m e n una traducción del Dies Irte del poeta m e x i c a
no Sánchez de T a g l e ; la cual no podia revisar el S r . C o u t o
por sus muchas ocupaciones . T a n feliz y acertado estuvo
el S r D . A l e j a n d r o en las correcciones que hizo, que me
recieron todas la aprobac ión de su sabio maestro , y el mis
m o Sánchez de T a g l e las ap laud ió , j u z g á n d o l a s obra del
Sr . Couto .
2 7
Esto no es de extrañar en quien habia recibido una edu
cación r igurosamente c lás ica , bajo la dirección de entendi
dos y severos maestros, ni en quien á los doce años sabia
de memoria todas las obras poéticas de E r a y Lu i s de L e ó n ,
de Garc i l aso , de A r g e n s o l a y otros ingenios españoles del
siglo X V I .
I I .
Previos los exámenes de ley , sustentados con extraordi
nario lucimiento, el Sr . A r a n g o y E s c a n d o n recibió el título
de a b o g a d o en A g o s t o de 1 8 4 4 . — D e s d e entonces comenzó
á desempeñar diversos cargos públicos de importancia , así
en el orden político y administrat ivo, como en el jud ic ia l ,
á saber : dos veces fué n o m b r a d o S índico pr imero del A y u n
tamiento de esta capita l y otras tantas Presidente de la
misma C o r p o r a c i ó n ; tuvo á su ca rgo la cátedra de h u m a
nidades de l a Univers idad ; formó parte del S u p r e m o T r i
bunal de Just ic ia , y fué Secretario de la A s a m b l e a de N o
tables reunida en México p a r a decidir la forma de gobierno
que debería adoptar la n a c i ó n . — E n el último per íodo del
imperio de M a x i m i l i a n o , que fué el más difícil y pel igroso
para cuantos de buena fe rodeaban al monarca , el Sr .
A r a n g o era miembro del Consejo de E s t a d o , y con este
carácter se distinguió por sus rasgos de energ ía y de va lor .
Sabido es que c u a n d o los E s t a d o s - U n i d o s del Norte obli
garon á N a p o l e ó n I I I á retirar de Méx ico sus ejércitos,
quiso éste que Max imi l i ano abd icara , á fin de cubrir así la
verdadera causa de l embarque de sus tropas: Baza ine y
Caste lnau trabajaron aquí p a r a que se cumpl iera l a volun
tad del emperador de los franceses. E l proyecto de abdi
cación, á haberse real izado, habr ía deshonrado al imperio
y á Max imi l i ano m i s m o : por eso su ministerio y su Consejo
28
ele Es tado se opusieron á é l . — E l Sr . A r a n g o , al d a r su voto
contra la abdicación, pronunció un breve discurso, cuyos
conceptos le hacen d i g n o del sincero aprecio de todos los
hombres honrados, porque demuestran sus cabal lerosos y
nobles sentimientos, y la firmeza de su espíritu. E n la junta
que discutía el proyecto , y de la cual formaba parte el mis
mo mariscal Baza ine , el S r . A r a n g o d i j o :
" M e gustan, Señores, las reminiscencias históricas.
" E n el siglo X V I el P a p a Pau lo I V dec laró l a guerra á
Fe l ipe I I . T r a t a b a de hacer va ler ciertos derechos en el
reino de Ñapóles , en posesión del cual estaba el R e y C a t ó
lico, á quien no era en verdad fácil hacer prescindir de nin
g u n a de sus adquisiciones. E l P a p a se buscó auxi l iares , y
los hal ló en F r a n c i a . L a cuestión interesaba v ivamente ,
como saben todos, á esta nac ión ; y su rey Enr ique I I , com
prendiéndolo así, envió á I ta l ia buen go lpe de gente . M a n
d á b a l a el D u q u e de G u i s a , noble , entendido, val iente ca
pitán, y además de esto, señor Mar i sca l , * m u y catól ico . Pero
el D u q u e de A l b a , que va l i a tanto al menos como el gene
ral S h e r m a n , m a n d a b a los tercios españoles , que v a h a n a l g o
m á s que los filibusteros que han ocupado á Matamoros . L a
suerte fué adversa á los a l iados del Pontífice: el D u q u e de
A l b a , de victoria en victoria, l l egó á p lantar sus reales á
las puertas de R o m a .
" S a b é i s , Reñores, c ó m o se formaban entonces los ejérci
tos: a l rededor de un pequeño grupo de tropas regulares y
discipl inadas se reunía tupido en jambre de aventureros,
cuyas p a g a s a n d a b a n siempre atrasadas , y que no se pro
ponían más que enriquecerse con el botín y los despojos
de los pueblos que tenían l a desgrac ia de recibirlos. G e n t e
sin Dios y sin ley , ra ra vez respetaba á sus jefes. R o m a y a
los conocía , y el terror se apoderó de sus moradores . P a u l o
* I íaza ine . Y a s e d i jo q u e e s t a b a p r e s e n t e .
2 9
IV , sin e m b a r g o , descansaba tranquilo, esperando mucho
t ¡dav ía de sus bravos auxil iares y sobre todo de los trata
dos. ¡Pobre P a p a !
" L a s cosas, entretanto, se habían compl icado en el Norte
de F r a n c i a , y Enr ique TI ordenó al D u q u e de ( lu isa , que,
abandonando al Pontífice, viniese presto en su propio auxi
lio. E l D u q u e comunicó la noticia al P a p a , y se dispuso á
ejecutar la o rden ; y la historia no le culpa por esto, señor
Mariscal , pues que no le tocaba más que obedecer ; aunque
agrega que no pesaba al D u q u e de poner término á una
campaña , como aquel la , muy escasa de laureles p a r a él.
" E n aquel los terribles momentos , P a u l o I V , t o m a n d o
consejo de su ira, que nadie negará fuese justís ima, dir igió
al general francés estas memorables pa labras , que y o , en
nombre del m o n a r c a ofendido de México , en nombre de
esta nación que , c o m o P a u l o I V , no tiene tampoco más
culpa que la de haber fiado demas iado en el extranjero, me
creo autorizado á repetir ahora á V . E . : Idos: nada impor
ta. Habéis hecho muy poco por 7/uestro soberano; menos aún
por la Iglesia; nada, absolutamente nada por vuestra honra.
" Señor Mar i sca l : los que hemos hecho cuanto hemos po
dido por el a ltar , cuanto hemos podido por el trono, y es
tamos ciertos de que conservamos ileso el honor : los que en
la lucha presente hemos compromet ido la fortuna, l a v ida ,
dando así una prueba de que a m a m o s á nuestra patria con
un ardor igual á la magni tud de sus desdichas, tenemos de
recho á proc lamar , que no es á nosotros á quienes ni ahora
ni en el porvenir podrán aplicarse esas p a l a b r a s . "
I I I .
C a y ó al fin el imperio de l infortunado M a x i m i l i a n o , y
entonces el S r . A r a n g o , después de sufrir una prisión de
tres meses, y l a pérd ida de no pequeña parte de sus bienes,
sal ió desterrado p a r a el extranjero, en donde vivió un a ñ o .
D e s d e su vuelta á la patr ia en 1868 ha v iv ido completa
mente a le jado de los negocios públ icos ; y debo decir aquí
en cumpl ido e logio de tan ilustre m e x i c a n o , que en todos
los importantes puestos que h a ocupado , j a m á s h a cobrado
sueldo a l g u n o : cosa rara hoy d ia , y que le honra sobrema
n e r a .
. E l S r . A r a n g o sal ió de su carrera públ ica con l a con
ciencia l impia , a d m i r a d o de sus compañeros en polít ica,
considerado y respetado profundamente por sus adversarios .
N a d i e h a tenido p a r a él una p a l a b r a de censura, porque
todos reconocen la buena fe y la rectitud de sus conviccio
nes, y el noble patriotismo que le ha g u i a d o en todos sus
actos.
H a escrito m u y poco , y por un sentimiento de timidez y
de modest ia , natura l en todos los hombres de verdadero
va ler , y que m á s realza su mérito, h a de jado de publ icar
muchos trabajos importantes sobre diversos puntos de his
toria, crít ica y l i teratura que permanecen inéditos. Su ins
trucción es vast ís ima, su gusto fino y de l i cado , y conoce
c o m o pocos las l i teraturas c lás icas de todos los pueblos ; es
su bibl ioteca una de las m á s ricas y escogidas del país . H a
tenido siempre part icular e m p e ñ o en que se cultiven en M é
xico los estudios orientales, y tal vez puede decirse que él
es el único que ha puesto los medios p a r a introducirlos;
porque en 1867 publ icó á su costa una Gramática Hebrea,
y a y u d ó á que saliese á luz otra del id ioma gr iego , contri-
3 i
huyendo Hberalmente p a r a los gastos de impresión. Puso
también p r ó l o g o á un Oficio Parvo de la V i r g e n M a r í a pu
bl icado en 1 8 7 0 por D . J o s é M a r i a n o L a r a , en ocho i d i o .
mas: hebreo, g r iego , lat ín , i tal iano, inglés , francés, a l e m á n
y español. T r a d u j o en verso c a s t e l l a n o / ? / OV/de C o m e d i e
y La Conjuración de los Pazzi, de Al f ier i ; mas no h a d a d o
á la estampa sino fragmentos de una y otra versión.
E n el periódico catól ico La Cruz publ icó por pr imera
vez su importantís imo trabajo sobre F r a y Lu i s de L e ó n ,
que en 1 8 6 6 sal ió de nuevo en un vo lumen, correg ido y
notablemente a u m e n t a d o . — N o es este l u g a r oportuno, ni
cabria t ampoco en los cortos límites de que puedo disponer ,
estampar el juic io que l a obra del Sr . A r a n g o ha merec ido
de personas competentes ; básteme decir que las R e a l e s A c a
demias de la Histor ia y de la L e n g u a , hac iendo justicia á
la erudición y diligencia que en su estimable trabajo acredita
el autor* abrieron á éste sus puertas, l a u n a con fecha 28
de Nov iembre de 1 8 5 7 y la otra el I O de J u l i o de 1 8 7 0 . —
En efecto, br i l lan en las pág inas de l l ibro, según decia el
Señor Marqués de Morante , " t a n t o el estudio profundo que
el Sr . A r a n g o hizo de las obras y de la época del insigne
F r a y Lu i s de L e ó n , y l a imparc ia l idad y sana crítica, cuanto
el estilo correcto y la modestia con que asienta sus opinio
n e s . " — P r o p ó n e s e el S r . D . A l e j a n d r o en su obra , después
de e x a m i n a r detenida y concienzudamente el proceso del
autor de La vida del campo, p robar " q u e ni el maestro León
careció de culpa , ni se g u a r d ó por sus jueces la deb ida pro
porción entre esa cu lpa y l a pena que por e l la le hicieron
sufr ir ; " y creo que lo consigue, pues la abundanc ia y peso
de sus razones hacen que el lector aprecie del mismo modo
* Son p a l a b r a s d e l E x c m o . S r . D . M a n u e l Br ton d e los H e r r e ros , S e c r e t a r i o q u e fué d e la A c a d e m i a E s p a ñ o l a , en oficio q u e por a c u e r d o d e la m i s m a d i r i g i ó el 6 d e F e b r e r o d e 1S57 el E x c m o . S r . M a r q u é s d e M o r a n t e , q u e p r e s e n t ó la o b r a .
3 2
que él aquel los memorables acontecimientos. Antes que el
Sr . A r a n g o , n inguno habia j u z g a d o así A F r a y L u i s de
L e ó n ; y es de notar que en esto ha tenido l a aprobac ión
de personas respetables por su carácter y sever idad de doc
trina. B a j o el punto de vista meramente l iterario, el Ensa
yo histórico sobre Eray Luis de León, es mode lo de l engua je :
su pureza, e l eganc ia é intachable corrección lo hacen d i g n o
del m a y o r e log io .
E l Sr . A r a n g o ha d a d o también á luz un tomo de Versos,
magníf icos todos, y ricos por los nobles sentimientos de pie
d a d y de fe que los inspiraron. A l g ú n escritor español ha
d icho que parecen escritos en el s ig lo de oro de la poesía
caste l lana , y es l a v e r d a d . — Sus odas tienen todo el sabor
de las de F r a y L u i s , l a m i s m a entonación, i gua l l impieza
y sobr iedad; sus traducciones del i tal iano Til Caballo de
Estreinadura y La venganza (dos l e y e n d a s de L u i s Carrer )
conservan l a g rac ia y l a frescura del or ig ina l , y de esto es
tán revestidas también sus l indas poesías eróticas, c o m o El
l^aje y Rosaura. E n cuanto á sus sonetos de sátira pol í t i
ca , son notables por l a a m a r g a censura y l a a g u d a inten
ción que se esconden bajo una forma castiza y e legante .
I V .
L a justicia de la historia debe á nuestro autor un impor
tante servicio.
Posee la c iudad de México , desde h a c e tres años, en uno
de sus más hermosos paseos, merced á l a generosa munifi
cencia del capital ista mex icano Sr . D . A n t o n i o E s c a n d o n ,
un grandioso monumento ded icado á Cr is tóbal C o l o n .
Compónese de dos cuerpos pr incipales : el superior es un
pedestal en que descansa l a estatua del inmortal Descubr i
dor de l N u e v o - M u n d o , y el inferior, un g r a n basamento
3 3
cuadrado, en cuyos ángulos aparecen cuatro figuras deco
rativas que representan á los religiosos F r a y Juan Pérez de
Marchena , el inolvidable guard ián del Convento de la R á
bida, el a m i g o de C o l o n , único que le consoló y a l iv ió en
sus advers idades ; F r a y D i e g o de Deza , varón docto que
defendió los proyectos del genovés en el celebre consejo de
S a l a m a n c a , comisionado por el rey para e x a m i n a r l o s ; F r a y
Bartolomé de las Casas y F r a y Tor ib io de B c n a v e n t e (¿Mo-
¿o/uiia), protectores y amigos de los indios, que pueden y
deben considerarse c o m o los más celosos y ardientes após
toles de l a civi l ización cristiana en el mundo a m e r i c a n o . *
L a elección de estas cuatro figuras (pie d ignamente acom
pañan a l a de Co lon en ese soberbio monumento l evantado
á su g lor ia ; elección acertadís ima, como pueden compren
derlo todos los que estén versados en l a historia de estas
tierras, corresponde al S r . A r a n g o , sobrino del Sr . E s c a n -
don, por quien fué consul tado; y e l la prueba su g r a n d e
amor á la justicia y á las g lor ias de E s p a ñ a , y su grat i tud
á los santos misioneros que sembraron aquí la semil la del
catol icismo.
E l S r . A r a n g o ha pertenecido á todas las sociedades li
terarias m á s importantes de México , y ha obtenido de cor
poraciones extranjeras distinciones tan honrosas c o m o me
r e c i d a s . — Y a dije antes que es A c a d é m i c o correspondiente
de las de la L e n g u a y de l a Histor ia , y Director de l a M e
xicana. Pertenece también á los A r c a d e s de R o m a , entre
los cuales es conocido con el nombre de Secta Neocosmco.
E s miembro honorar io de l a Soc iedad M e x i c a n a de G e o
grafía y Estadíst ica y de l L i c e o - H i d a l g o de esta c a p i t a l ;
* El P. M o t o l i n i a fué el f u n d a d o r d e la c i u d a d d e P u e b l a d e los A n g e l e s , p a t r i a de l S r . A r a n g o . — E l p r o y e c t o p r i m i t i v o de l S r . E s -c a n d o n i n d i c a b a q u e las e s t a t u a s d e c o r a t i v a s d e l m o n u m e n t o r e p r e s e n t a s e n c u a t r o d e los p r i n c i p a l e s r ios d e A m é r i c a ; p e r o el S r . A r a n g o lo r e f o r m ó en el s e n t i d o q u e q u e d a d i c h o .
4
3 4
fué oficial de l a Imper ia l Orden de G u a d a l u p e , establecida
por M a x i m i l i a n o , y Su Sant idad el Sr . P ió I X le n o m b r ó
Caba l l e ro de segunda clase de la Orden de San G r e g o r i o
M^igno, con fecha 5 de Set iembre de 1 8 6 5 ; y más tarde
C o m e n d a d o r de su propia Orden .
E l S r . A r a n g o es de carácter afable y bondadoso , pro
tege y estimula á la juventud , la a l ienta con sus consejos,
y su corazón está s iempre abierto p a r a oír las quejas del
desgrac iado, y consolarle y remediar le . V i v e pací f icamente
entregado al estudio, s irviéndole de c o m p a ñ í a su est imable
esposa D * L e o c a d i a Mol inos del C a m p o , señora de gran
des virtudes y v i v a p iedad , que casó con él en 1 8 5 1 . — E n
l a actua l idad , el Sr . A r a n g o prepara u n a tercera edición
de su Fray Luis de I_eon, enr iqueciéndola con piezas y do
cumentos de sumo interés que ha puesto en sus manos la
R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a .
D O N
J O A Q U I N G A R C I A I C A Z B A L C E T A .
IA importancia de los estudios históricos amer icanos no puede desconocerse ni ser n e g a d a por nadie .
' Descubierto un m u n d o nuevo por C o l o n ; conquistado después por u n a raza de héroes ; c ivi l izado en seguida , engrandecido y c a m b i a d o totalmente en su ser m o r a l por unos cuantos misioneros que serán la perpetua admirac ión de la h u m a n i d a d ; convert idas luego las fuentes de b a r b a rie y de l a más repugnante idolatr ía en sa ludables veneros de paz y bienestar ; modif icadas las costumbres, destruidas las monstruosas creencias ; organizadas en famil ias las tribus antes separadas por el odio y el rencor ; formada una sola nación con los diversos pueblos diseminados en territorios inmensos ; confundidos, por últ imo, en un solo interés los intereses de todos, con leyes y costumbres nuevas, con grandes y nobles aspiraciones p a r a el porvenir , el
3<3
mundo americano despierta y despertará s iempre en todos
ansia inextinguible de conocer su historia. Desea estudiarla
el estadista p a r a saber d a r leyes convenientes y eficaces á
estos países, donde todav ía se cuentan mil lones de indíge
nas, descendientes de los primitivos habitantes del conti
nente, y que conservan aun a l g o de los instintos de su raza,
de la noble y alt iva independencia de su carácter . Desean
estudiarla también el poeta y el artista, p a r a inspirarse en
aquellos sucesos interesantísimos, en aquel las luchas heroi
cas entre una rel igión suave y de paz , y otras l lenas de ab
surdos y ritos horrorosos; entre los apóstoles de la car idad
y el amor , y los sacerdotes que inmolaban v íct imas huma
n a s ; entre los albores v irg inales y purís imos de u n a época
que el cristianismo har ia dichosa, y las negras sombras del
error en que hab ían estado envueltos hasta entonces los
pintorescos países de los Moctezumas y los Incas . Y al his
toriador, g r a v e y profundo siempre en sus meditaciones,
¡ qué c a m p o tan rico, generoso y fecundo se le presen 'a en
la historia de estos pueblos p a r a emprender provechosísimos
t raba jos ! ¡Cuántos episodios tiene que referir, y a con la sen
ci l la y candorosa p l u m a del cronista, y a con el buril severo
del g r a n T á c i t o ; episodios y sucesos que a l mismo t iempo
que pueden recrear a l lector frivolo y v a n o , pueden hacer
meditar al filósofo ! ¡ Cuántas cuestiones de trascendental
importancia le convidan á examinar las detenidamente, á
descifrar manuscritos , á interpretar códices, á estudiar y leer
u n a y cien veces crónicas ant iguas ! Porque todo lo que en
tonces se hizo fué raíz de la sociedad actual , y n a d a hubo
en aquel t iempo que p u e d a h o y ser indiferente al que trate
de descubrir la v e r d a d . — L a fundación de una ig les ia ó de
un convento, de una escuela ó de un hospital , estaban ín
t imamente l i g a d a s al porvenir y engrandec imiento de la
raza conquistada : no eran manifestaciones del fanatismo de
la época , como creen a lgunos l levados de su ignorancia ,
37
ingratitud ó m a l a fé; no significaban tampoco a lardes va
nos de la r iqueza y poderío de los vencedores : no. E r a n ,
por el contrario, asilos santos donde se enseñaba al indio á
buscar el consuelo de sus penas, donde se le acos tumbraba
al trabajo, donde se le d a b a el sabroso pan y la benéfica
luz de la instrucción, donde se le curaba de sus dolencias
con una b landura y suav idad que no habia conocido. C a s a s
de bendición eran aquel las que sucesivamente iban d a n d o
á la patria varones sabios, prez y honra de la A m é r i c a ; pre
lados insignes, que se extendían por la tierra l lenos de ar
dor apostólico, p a r a l levar á sus hermanos los tesoros pre
ciosos de la piedad y de l a fé; hombres de paz, en fin, que
h a l l a b a n dulce deleite en l a práctica del bien, que discutían
en los consejos de gobierno, que d a b a n leyes y reg lamen
tos, y que atentos s iempre á la felicidad de todos, indicaban
prontamente las disposiciones que debían tomarse.
Sin d u d a los primitivos misioneros, y más tarde todos los
gobernantes de la A m é r i c a E s p a ñ o l a , comprendieron el
sumo interés que para el historiador futuro tendrían tales
trabajos, pues quisieron que quedase memor ia de el los, no
s implemente para mostrar el car iño y predilección que es
tos pueblos les merecieron, sino también, y en especial , p a r a
facilitar su conocimiento y el de sus necesidades. l i é aquí
por qué en aquellos siglos, y sobre todo en el X V I , en que
se trató de dar forma, y se dio , á numerosos pueblos que no
la tenían ni la habían tenido acaso, se escribieron tantas
crónicas é historias: hé aquí por qué fué éste el pr imer ra
rao de l iteratura que se cult ivó en el N u e v o M u n d o . T o c a
á la bibl iograf ía formar una noticia exacta y completa de
todo lo que entonces se escribió; y en cuanto á Méx ico , bas
tará recordar a lgunos nombres de los que pr incipalmente
se distinguieron por sus o b r a s . — O c u p a n el primer l u g a r los
cronistas, que los hubo entre los mismos conquistadores, y
entre los santos varones que luego vinieron á consumar la
3 §
victoria por medio de la cruz y la p a l a b r a e v a n g é l i c a ; c o m o
Bernal Diaz del Cast i l lo , G o m a r a , Oviedo , el P a d r e D u r a n ,
S a h a g u n , Motol inia , L a s Casas , e tc . ; y mult itud de cronis
tas part iculares : L a r r e a , A r l e g u i , Esp inosa , Arr ic iv i ta , M e
dina , D á v i l a P a d i l l a , R e m e s a l , B e a u m o n t y Mota P a d i l l a .
- - H u b o otros escritores, cuyas obras demuestran más orden
y cu idado : T o r q u e m a d a , Betancourt , A c o s t a , Pedro M á r
tir de A n g l e r í a , e tc . ; y a l l l egar á siglos posteriores, obsér
vase con pena que no fué y a tan v ivo ni tan ardiente el en
tusiasmo por los estudios históricos: tan solo D . Car los de
S igüenza y G ó n g o r a , D . Mar iano V e y t i a , C l a v i g e r o , C a v o ,
L e ó n y G a m a , y a lgunos otros, volv ieron á emprender la
boriosas investigaciones, de jando var ios manuscritos nota-
liles. V e y t i a escribió u n a Historia de México, que dejó sin
concluir , pero que muchos años después completé y publ i
có el literato mex icano D . Franc isco O r t e g a ; y L e ó n y G a m a
dio á luz en 1 7 9 2 , una erudita disertación histórica á propó
sito de ' ' d o s piedras que se hal laron en l a p laza pr incipal
de Méx ico el año de 1 7 9 0 . " ( * ) — D i s t i n g t ü ó s e también, y
mucho , el Sr . D e a n de la Catedra l de Méx ico , D . J o s é M a
riano Beristain de Souza , c u y a famosa Biblioteca Hispano-
Ama-icana, p u b l i c a d a en esta c iudad el año 1 8 1 6 , es hasta
hoy el único ca tá logo de escritores que tenemos, y que, no
obstante sus defectos, puede calificarse de precioso por la
r iqueza y lo raro de sus noticias. D . C a r l o s M a r í a de B u s -
tamante v ino después ; publ icó manuscritos hasta entonces
inéditos, y re impr imió obras y a pub l i cadas , anotándo las ;
pero por desgrac ia , su extraño carácter , mezc la incompren
sible de c a n d o r y de mal i c ia , unido á ciertas preocupac io
nes que le a p a r t a b a n de l a serena imparc ia l idad del histo
r iador , hicieron que sus trabajos no tuvieran l a importan -
* U n a d e estas p i e d r a s fué la q u e g e n e r a l m e n t e se c o n o c e con el n o m b r e d e C a l e n d a r i o A z t e c a .
39
cia que era de desearse : han venido á ser completamente
inútiles y aun perjudiciales, porque todo lo desarreg ló y
confundió, cortando los textos ó adulterándolos donde me
jor le p a r e c í a . — E n 1 8 4 4 y 1 8 4 9 1 ) . L ú e a s A l a m á n dio á
la e s tampa sus Disertaciones sobre la- Historia de la Repú
blica Mexicana, hasta la independencia ; y en 1 8 4 9 y 1 S 5 2 ,
su Historia de México desde 1 S 0 S hasta 1 8 2 1 ; } ' aunque
a lgunos no conceden autor idad á estas obras, fundados en
que el autor es m u y parc ia l en favor de E s p a ñ a , y o creo
que la tienen m u y g r a n d e , y que con el las el Sr . A l a m á n
hizo adelantar mucho entre nosotros los conocimientos his
tóricos. L a di l igencia que pone en rectificar errores, la
ab un da n c ia de los documentos nuevos .que presenta y exa
mina , y otras c ircunstancias que recomiendan a m b a s His
torias, las hacen d ignas , á mi juic io , del estudio y de las
consultas del sabio.
Antes de las guerras civiles de la R e f o r m a , a b u n d a b a n
en Méx ico elementos para emprender obras acerca de la
historia patr ia : las bibliotecas de los conventos eran riquí
simas en manuscritos, códices, l ibros impresos en los pri
meros años de la dominación española en A m é r i c a , verda
deros tesoros bibliográficos que solo al l í se encontraban : y
si bien existían en E u r o p a , d iseminados en bibliotecas pú
blicas y part iculares otros muchos preciosos materiales que
nuestra historia r e c l a m a b a , l a verdad era que los que aquí
poseíamos bastaban p a r a satisfacer, hasta cierto punto, el
afán del más celoso, di l igente y curioso invest igador . Pres-
cott, en efecto, no dejó de aprovecharse de el los p a r a escri
bir su ce lebrada Historia de la Conquista de México, aun
que 110 ignoro que consultó también los principales archivos
de la P e n í n s u l a . — S u p r i m i d o s los conventos por las leyes
de R e f o r m a , confiscados los bienes del clero y cerradas sus
bibliotecas, natural e ra que lo más est imable de el las pere
ciera en el naufragio , y que muchas obras se perdieran pa-
40
ra s iempre ; cíe manera que si antes encontraban dificulta
des p a r a sus consultas los aficionados á los estudios histó
ricos, hoy , debido á aquel la circunstancia, tienen que tro
pezar con otras verdaderamente insuperables. Muchos ma
nuscritos de nuestros cronistas primitivos, y diversas obras
de que solo se tenia noticia, pasaron desde su t iempo al
A r c h i v o de Indias , al de S imancas , á las Bibl iotecas de
V i e n a , del V a t i c a n o y de L o n d r e s ; y a lgunos de los que
m á s tarde se descubrieron en A m é r i c a pasaron también á
manos extranjeras ; y hoy , p a r a d a r con ellos y servirse de
sus noticias, tienen que emplearse trabajos, invest igacio
nes y gastos enormes, muchas veces inúti lmente.
A h o r a bien; sin e m b a r g o de estas dificultades, tenemos
en México un sabio dist inguido, que ha l o g r a d o vencer g r a n
des obstáculos, y que ha i lustrado, c o m o nadie lo h a b i a
hecho hasta hoy, los interesantes anales de la A m é r i c a , ora
enriqueciéndolos con preciosos descubrimientos, ora tra
y e n d o noticias enteramente desconocidas y curiosas; y a
a c l a r a n d o puntos oscuros y difíciles de la bibl iograf ía , y a
presentando á nuestra admirac ión , hombres , sucesos y cir
cunstancias gloriosas que r e c l a m a n p a r a esta tierra las ben
diciones del c i e l o . — E s t e ilustre mex icano es el S r . D . J o a
quín G a r c í a Icazba lceta .
I I .
N a c i ó en esta c iudad de Méx ico , el 2 1 de A g o s t o de 1 8 2 5 ,
hiio de los Sres. D . Ensebio G a r c í a , natural de la R i o j a
y honradís imo comerciante , y D * A n a Icazba lceta , m e
x i c a n a , hi ja de padres vizcaínos. F u é el menor de cinco
hermanos y cinco hermanas . — E m a n c i p a d a hac ia poco
nuestra patr ia de su a n t i g u a Metrópol i , y confiados á sus
propios hijos sus destinos, no estaba por entonces el pa í s
4 1
muy en sosiego, pues aquel los disputábanse frecuentemente
los asientos del gobierno. D e aquí que los padres de nues
tro D . J o a q u í n decidieran e m i g r a r , h u y e n d o de las turbu
lencias polít icas que amenazaban ser c a d a dia más pel igro
sas ; y , en efecto, pasó la familia á los E s t a d o s - U n i d o s , de
donde se trasladó á E s p a ñ a , después de una corta perma
nencia a l l í , en E n e r o de 1 8 2 9 . R a d i c ó s e en C á d i z hasta
1 8 3 6 , en que regresó á la R e p ú b l i c a .
" N u n c a he estudiado en parte a l g u n a , ni aun he pisado
una escuela de pr imeras l e t r a s , " — m e dice el Si*, l c a z b a b
ceta en los apuntes que á ruegos y repetidas instancias mias
ha tenido la bondad de d a r m e ; — " n a d a aproveché tam-'
poco con los maestros que me proporcionaron mis buenos
padres . Después , arrepentido de mi pereza, procuré apren
der a lgunos idiomas en los ratos que me de jaban libres mis
ocupaciones, y desde 1 S 4 6 me dediqué al estudio de la his
toria de M é x i c o . " — M u c h a y muy d e l i c a d a modest ia reve
lan estas p a l a b r a s ; pero lo cierto es, que quien las dice es
tuvo del todo consagrado , desde (pie vo lv ió de E s p a ñ a , á
los trabajos de escritorio, consumiendo casi todo su t iempo
en los negocios de su señor padre . Q u e d á b a n l e p a r a el des
canso solo a lgunas horas de la m a ñ a n a y de la noche ; y
cuando, est imulado por un afecto purís imo que nació en su
corazón, decidió aprovechar el t iempo en otro género de
quehaceres, empleó aquel las horas en el estudio del inglés,
con notable y s ingular aprovechamiento , á tal g r a d o , que
pudo _ traducir a lgunos años después, correcta y e legante
mente, l a Historia de la Conquista del Peni, de W i l l i a m
l í . Prescott. L o s profundos conocimientos que acerca de
tan interesante mater ia h a b i a adquir ido en poco t iempo el
Sr . I cazba lceta , merced á su infatigable constancia en el es
tudio, le permitieron a g r e g a r á esta obra un val iosís imo
Apéndice, rico en erudición y en e leganc ia de estilo, en que
se continúa la narrac ión interrumpida por Prescott en l a
5
42
pacificación del Perú por el presidente G a s e a . L o s capítu
los a g r e g a d o s por el inteligente traductor comprenden des:
de el regreso de aquel á la Península , h a s t a la muerte del
últ imo I n c a . S igue después otro Apéndice con la relación
de Pedro S a n c h o , t raducida del i tal iano, de R a m u s i o , y
concluye con una curiosa tab la a l fabét ica de todo el l ibro.
— Ant ic ipadamente habia publ i cado nuestro autor en el
periódico El Álbum iMcxicano un razonado juicio crítico de
esta obra , ocultándose modestamente bajo las iniciales K.
M . ; y nótase en este trabajo desde luego un raro talento
p a r a la investigación y el anális is ; g r a n entusiasmo por los
estudios americanos , y sobresaliente aptitud p a r a mane jar
con maestr ía la p l u m a del historiador imparc ia l y concien
z u d o ; cual idades que , robustecidas con el t iempo, han d a d o
al Sr . I cazba lceta , de parte de todos los bibl iógrafos del
mundo , el d ictado de pr imera autoridad que en asuntos de
A m é r i c a se conoce .
E l Sr . G a r c í a Icazba lceta tomó parte después en la pu
blicación de un g r a n Diccionario Universal de Historia y
Geografía (México , 1 S 5 2 - 1 8 5 6 , 1 0 tomos 4 . ° m a y o r ) , reim
preso por el S r . D . J o s é M a r í a A n d r a d e , i lustrado l ibrero á
quien la l i teratura m e x i c a n a debe m u y importantes servi
cios, que quiso que la obra se completara con noticias refe
rentes á este país . Puede decirse con entera exactitud que
los artículos del S r . G a r c í a fueron de los más estimables é
interesantes, por la n o v e d a d , l a g a l a n u r a de estilo y la g r a n
modest ia que reve laba el autor a l manifestar t ímidamente
sus opiniones, no obstante que todas eran fruto de constan
tes y afanosas v igi l ias . Sus Biografías pueden calificarse
de excelentes m o d e l o s ; n a d a hay en e l las que esté de
más , n a d a que distraiga la atención del lector, y s iempre
se refieren á los m á s insignes é inolvidables personajes de
A m é r i c a y E s p a ñ a . H é aquí a l g u n a s : A l a r c o n ( H e r n a n d o ) ,
A l b o r n o z ( R o d r i g o de) , A l c e d o ( D . Anton io) , A l c e d o ( D .
43
Dionisio) , A l va rado (Pedro), A n g l e r í a (P. Mártir) , A n z a
( D . J u a n J íautista), A t a h u a l p a , B a l b o a (Miguel C a b e l l o ) ,
B a l b o a (Vasco Núfiez), B a l b u e n a ( D . B ernardo) , B a r c i a
( D . Andrés ) , Ber is la in , Bustamante (1). Car los M a r í a ) ,
Cervantes Sa lazar , Co lon ( D . B a r t o l o m é ) , Colon ( D . Cris
tóbal) , B e m a l D i a z del Cast i l lo , "Estrada (Fr . J u a n ) , F e r
nandez (Alonso) , Fernandez (Diego) , F i g u e r o a (Fr . F r a n
cisco), Fonte (Fr . B a r t o l o m é ) , F u c a ( J u a n ) , ( ¡ornara ,
CUenies ( R e v i l l a g i g e d o ) , I l a k l u y t , Her re ra ( A n t o n i o ) ,
Histor iadores de M é x i c o , Martínez de Castro ( L u i s ) ,
Mendoza ( D . A n t o n i o d e ) , Mota Pad i l l a , Muñoz C a -
m a r g o , M é x i c o (ar t í cu lo Tipografía mexicana), y otros
m u c h o s . — ¡ C u á n t a di l igencia demuestran estos trabajos !
¡Cuánto a m o r á la justicia y á la historia! L a biograf ía de
Cristóbal Co lon es una obra l lena de atractivo y de cre
ciente y vivo interés; y en cuanto á su historia de la im
prenta en Méx ico ( sabido es que aquí se estableció la pri
mera que v ino al N u e v o - M u n d o ) , me bastará decir que es
uno de los trabajos más est imados de nuestro autor, así en
E u r o p a como en A m é r i c a ; pues en él no se l imitó al asunto
que expresa su título, sino que se extendió á tratar de las
primeras publ icaciones que se hicieron, su objeto, su im
portancia , su destino, y otrai noticias bibliográficas tan cu
riosas como interesantes. U n escritor a lemán asegura que
ha visto c i tada y usada frecuentemente esta disertación pol
los autores extranjeros más acreditados .en la materia . ¡V
sin e m b a r g o , el Sr . Tcazbalceta dice en los apuntes de que
hab lé antes, que quisiera borrar todos los artículos que es
cribió para este Diccionario, cal i f icándolos de malos y atra
sados . . . . !
44
I I T .
E n pocos años logró reunir una copiosa biblioteca, for
m a d a , en su m a y o r parte , de obras ant iguas relativas á la
historia de A m é r i c a , manuscritos y documentos rar ís imos;
s iendo por esto su colección una de las más completas y
abundantes (pie existen. Su marav i l loso talento crítico,
unido al más de l icado tino y notable s a g a c i d a d , le han he
cho aprec iar s iempre en su justo va lor los mater ia les que
l legan á sus manos ; de manera que el acopio que de el los
posee es verdaderamente selecto y r i co .—Deseoso de con
tribuir al mejor cult ivo de nuestra historia con el resultado
de sus investigaciones de muchos años, el Sr . G a r c í a I caz -
balceta emprendió la publ icación de una Colección de Do
cumentos para la Historia de México (2 tomos, 4 . 0 m a y o r ,
185S- - 1866) . E n e l la , según él mismo dice, fué colector ,
copista, corrector, y en mucha parte caj ista; pues aquí hay
que advert ir que desde m u y joven tuvo g r a n d e afición al
arte tipográfico, el cual aprendió sólo, y que l l egó á tener
en su propia casa una pequeña imprenta p a r a distracción.
Más tarde le sirvió también para ejecutar a lgunas de sus pu
blicaciones. A c a d a uno de los tomos de que consta esta
Colección de Documentos, puso el Sr , Teazbaleeta una eru
dita y notable introducción con el sencil lo título de Noti
cias de las piezas contenidas en este volumen; pero que, en
rea l idad , según h a dicho con acierto el escritor á que an
tes he a ludido, " s o n n a d a menos que u n a serie de juicios
críticos y disertaciones histórico- l i terar ias , que tratan con
profundo saber, y ba jo puntos de vista en muchos casos en
teramente nuevos, el rico material de esta c o l e c c i ó n . " —
Y o diré que no hal lo qué admirar más en las Noticias, si la
act iv idad y conocimientos que el Sr . I cazba lceta demuestra
45
ene-l las , ó el orden, c lar idad y pr imores de dicción de que
supo e n g a l a n a r l a s . ¡OLIÓ oportunas reflexiones, qué a t i n a
dos pareceres, qué cuidado en elegir las autor idades y d a r
á sus pa labras el valor que realmente tienen!—-El pr imer
tomo de esta colección comprende : la Historia de los in
dios de Nueva -España, por E r a y Tor ib io de Renave n te
conocido genera lmente por Motolinia, precedida de u n a
magníf ica y comple ta noticia de la v ida y escritos del au
tor, por el insigne sabio mex icano , IX [osé F e r n a n d o R a
mírez. S iguen después D O C U M E N T O S D K L S I C I . O x v i : Iti
nerario de Grij-iha y Relación del Conquistador Anónimo,
traducidas a m b a s piezas del i ta l iano, y a c o m p a ñ a d a s del
texto or ig ina l ; una Vida de Hernán Cortés ( fragmento anó
nimo) , t raducida del latin y a c o m p a ñ a d a también del texto
or ig ina l ; diversas Cartas del L i c . Zua/.o, de D i e g o Y e l a z -
quez, del ejército de Cortés al E m p e r a d o r , p idiéndole que
no quitase a l Conquistador la gobernac ión, e tc . ; un /'roce-
so y Pesquisa, de la Real Audiencia de la Española; u n a
J^robanza hecha en la villa Segura de la Frontera, por [uan
Ochoa de L e j a i d e á nombre de Cortés ; l a Demanda de
Ceballos contra el mismo H e r n á n Cortés ; las Ordenanzas
militares y civiles mandadas pregonar por el Conquistador
en Flaxcala, e tc . ; y una Carta inédita de C o r t é s . — " E n t r e
los manuscritos que he reunido, dice nuestro autor, ningu
n o estimo tanto c o i u u ul original de esta carta . Consta de
cuatro fojas en folio, de las que hay escritas siete p á g i n a s :
el sobrescrito ocupa la octava . L a letra es m u y pequeña
y c lara , siendo únicamente de puño de Cortés la f i r m a y
las pa labras que la precédela. . . E s t a preciosa carta , e ra no
solo inédita, sino enteramente d e s c o n o c i d a . " — T o c a , pues ,
al S r . G a r c í a Icazba lceta la g lor ia de haber la descubierto
y d a d o á conocer, porque con e l la se han enriquecido los
anales de la historia amer icana . H i z o en 1 8 5 5 , por sus
propias manos, una edición d e este raro documento en su
4 6
imprenta part icular ; pero no habiéndole agradar lo , recogió
y destruyó cuantos e jemplares pudo, de los sesenta que se
imprimieron, A fin de hacer otra á su gusto. Y , en efec
to, en 1865 repitió la edición en número de setenta e jem
plares, hecha con pequeños caracteres góticos de los usa-
d >s en el s iglo x v i , imitando perfectamente hasta en el pa
pel , con una l impieza y propiedad admirables , las impre
siones de aquel t iempo. F u é verdaderamente un bel lo ju
guete tipográfico, de los más primorosos y raros que pue
den encontrarse .— C o n motivo de esta carta , que también
aparece en el tomo I I de la Colección de Documentos, el S r .
Icazbalceta hace una relación minuciosa y exacta de todo
lo que escribió Cortés, lo mismo que de las ediciones y tra
ducciones que de sus escritos se han hecho. " E l estudio de
e-tas materias, ha dicho el escritor á que y a he a lud ido , ha
ocupado las p lumas de los primeros bibl iógrafos de F r a n
cia y A l e m a n i a , l l a m a n d o mucho la atención que lo mejor
escrito sobre el las y lo más completo , h a y a sa l ido de Mé
xico, donde los recursos literarios son tan e s c a s o s . " — E l se
g u n d o volumen de. la Colección- que v e n g o e x a m i n a n d o ,
comprende otros D O C U M E N T O S D E L S K ; L O X V I , tales c o m o
los siguientes: Cartas de G e r ó n i m o E ó p e z al E m p e r a d o r ;
de f r a y Martin de V a l e n c i a ; dos del L i c . Franc isco C e y -
nos; de l*Yay D o m i n g o de Betanzos ; de la c iudad de Mi-
c h o a c a n ; d e F r a y G e r ó n i m o de M e n d i e t a ; del L i c . M a r c o s
de A g u i l a r , y piezas anexas con facsímiles; multitud de in
teresantes Relaciones: de los servicios de l Marqués del Va
lle, que de su orden presentó el L i c . Núñez á S. M . ; de la en
trada de Ñ u ñ o de G u z m a n á la N u e v a G a l i c i a ; de la Con
quista de los T e u l e s ch ichimecas ; dos anónimas relat ivas
al mismo Ñ u ñ o de G u z m a n ; una del m e x i c a n o Franc i sco
S a n d o v a l Acaz i t l i ; otra de A n d r é s de T a p i a ; y por úl t imo,
tres Memoriales del Padre B a r t o l o m é de las Casas , uno de
A lonso Zurita , y fragmentos (veinte capítulos) de una /lis-
47
loria de la Nueva Galicia, escrita en 1 6 5 0 , por el P a d r e
f r a y A n t o n i o T e l l o , franciscano. T o d o s estos documentos
permanecían inéditos, y aun desconocidos, con excepción
de dos, de corta extensión, que y a se habían p u b l i c a d o ; y
no hay necesidad de encarecer el servicio que el Sr . l e a z -
baleeta hizo á la historia con sacar los á luz. " E s cosa no
table, dice, que de unos treinta y cinco documentos que
comprende el tomo, solo tres he conseguido en Méx ico ; to
dos los demás los he hecho venir del extranjero. Muchos-
de ellos los tengo originales , y no es fácil que a l g u n o se
figure el costo y el trabajo (pie me ha ocas ionado la reu
nión, copia , confrontación, anotación é impresión de tan-
fas p iezas , e jecutado por mí solo, sin a y u d a siquiera de un
escribiente; aun la parte m a y o r de la composición t ipográ
fica es obra de mis m a n o s . "
E n el mismo año de 1S66 en que sal ió á luz el segundo
vo lumen de la Colección de Documentos, imprimió el S r .
I cazba lceta en su propia casa, y en número de sesenta e jem
plares , un librito de g r a n v a l í a , que puede reputarse c o m o
una j o y a bibl iográfica y l iteraria. T i túlase Apuntes para un
Catálogo de escritores en lenguas indígenas de America, y
obtuvo entre los sabios de E u r o p a y los Es tados Unidos u n a
a c o g i d a tan honrosa y l isonjera, como merec ida , anuncián
dose en a lgunos catá logos á doce y catorce pesos. E s un
tomito en 1 2 . ° , de ciento setenta pág inas , y contiene la
descripción de ciento setenta y c inco obras .
IV.
E n 1 S 7 0 , la antigua inclinación á salvar del olvido una-
parte siquiera de nuestros documentos históricos, y el hábito
adquirido de no estar un instante ocioso, hicieron que nues
tro D . J o a q u í n publ icase en lujosa edición la Historia Hele-
4 S
siásfica Indi a na, obra escrita á fines del siglo X V I por el
fraile franciscano ( Je rónimo de Mendie ía , y que se consi
deraba totalmente perdida : á nuestro autor corresponde
también esta vez el honor de haber la d a d o á luz. L a His
toria está precedida de unas jYoiia'as del Autor y de la ol>ra,
g a l a n a y c lás icamente escritas; hál lase después una impor
tantísima y laboriosa Tabla de correspondencias entre la
H I S T O R I A E C L E S I Á S T I C A I N D I A N A de Fr. Gerónimo de
Mendieta y la M O N A R Q U Í A I N D I A N A de Fr. Juan de Tor-
quemada, la cual prueba que este últ imo se aprovechó de
la obra del pr imero para componer l a s u y a ; y el tomo con
chive con un índice al fabético de las cosas notables que se
hal lan en é l : trabajo de gran mérito y en extremo útil al
lector, que por su medio puede encontrar desde luego las
pág inas en que se h a b l a de un mismo asunto.
M É X I C O E N 1 5 5 4 . Tres Diálogos latinos que Francisco
Cervantes Sal azar escribió é imprimió en México en dicho
año. R e i m p r i m i ó este curiosísimo l ibro el Sr . I cazba lce ta ,
con traducción caste l lana y notas, el año de 1 S 7 5 , acom
pañándole de las indispensables Noticias del Autor y de la
obra. A c a d a Diálogo precede una introducción de nuestro
sabio escritor, en que se exp l ica con toda precisión el objeto
de aquel : y en e l la , lo mismo que en las notas que van des
pués, se a m p l í a n , modifican ó ac laran las noticias de Cer
vantes Sal azar, y a sobre lugares y edificios, fundaciones ó
sucesos: y a sobre otros muchos puntos de curiosidad é inte
rés histórico relativos á esta ciudad de Méx ico . Escas í s imas
son las noticias que de este autor se ha l lan d iseminadas en
los l ibros; y , no obstante, la biograf ía que de él presenta el
Sr . I cazba lceta es interesante, a g r a d a b l e y de g r a n prove
cho p a r a toda clase de lectores.
E n 1 8 7 7 sacó también del o lv ido en que y a c i a , y reim
p r i m i ó nuestro infat igable escritor, u n a r iquís ima j o y a de
la l iteratura m e x i c a n a del s iglo X V I , que da fiel idea de la
49
cultura de aque l la época : los Coloquios espirituales y sacra
mentales y Poesías sagradas del Padre Fernán Gonzá lez
de E s l a v a . L a introducción que puso á esta edición el Sr .
Icazbalceta es notable , notabi l ís ima ba jo todos aspectos:
ila en e l la detal les m u y curiosos y enteramente nuevos del
género de espectáculos á que d a b a n l u g a r en Méx ico aque
llos Coloquios, género de l iteratura m u y en b o g a á la sazón,
y que servia p a r a mora l izar y entretener honestamente al
pueblo sencillo y fiel. E s t a obra fué recibida con gran ap lau
so y entusiasmo en los círculos más i lustrados de E u r o p a ,
especialmente en l a R e a l A c a d e m i a de la L e n g u a .
Apar te de las obras hasta aquí mencionadas , el erudi
to Secretar io de l a A c a d e m i a M e x i c a n a h a d a d o á luz un
precioso devocionar io con el título de El alma en el Tem
plo, que desde su pr imera edición hecha en 1 8 5 2 ( a h o r a
corre l a sét ima), obtuvo de las a l m a s piadosas s e ñ a l a d a
predi lección. Este librito tiene p a r a el autor recuerdos de
m u y íntimas tristezas, y su historia se l i g a á desgrac ias de
familia. S u producto pertenece enteramente á los pobres.
E n el Boletín de la Sociedad Mexicana- de Geografía y Es
tadística de esta c iudad se encuentran a lgunos trabajos suel
tos de nuestro D . J o a q u í n , tales c o m o u n a Crítica de la
"Biblioteca Hispajio-Americana," de Beristain, y una l a r g a
traducción de Viajes de ingleses á la Nueva-España en el
siglo XVI, con interesantes prólogos acerca de estos docu
mentos históricos. E n la edición de l a Historia de iVuezm
Galicia, de M o t a P a d i l l a , que publ icó l a m i s m a Soc iedad
en 1 8 7 0 , puso l a b iograf ía del autor, que no por ser corta
deja de causar admirac ión por las dificultades que había
que vencer p a r a adquirir a l g u n o s datos. Su Discurso sobre
las "Bibliotecas" de Eguiara y Beristain, inserto en el to
mo I de las Memorias de la Academia Mexicana, es una
pieza admirab le , d i g n a de su profundo conocimiento de
nuestra historia y de nuestra l iteratura, d i g n a de su correcta
6
5 °
y e legante p l u m a : sobriedad y pureza en el estilo, seneilla
natura l idad , r iqueza de noticias y novedad en el asunto,
tales son las cual idades de este discurso, muestra prodigio
sa del saber y discreción de nuestro insigne anticuario. l í a
escrito también muchos pró logos de obras , artículos de pe
riódico, e t c . ; y p a r a coronar d ignamente v ida tan laborio
sa, trabaja actua lmente en l a Biografía de Fr. Juan de
Zuniárraga y en una Bibliografía Mexicana del siglo XV/,
obras cuyos títulos indican por sí mismos su importancia ,
sus trascendentales fines, su extraordinar ia y marav i l losa
riqueza de documentos y noticias. L a pr imera destruirá mil
errores y preocupaciones, y presentará á la admirac ión de
las a l m a s agradec idas una de las figuras m á s respetables ,
insignes y benéficas que l a metrópol i m a n d ó á esta N u e v a
E s p a ñ a . I rá i lustrada l a s e g u n d a con copias foto-litográfi-
cas de portadas de l ibros de aquel t iempo, e jecutadas por
su hijo Luis , que de afición se ha ded icado á esta clase de
l a b o r e s . — P a r a el sabio, p a r a el historiador y el filósofo,
n inguna época de nuestro pasado puede ofrecer tan alto in
terés como aquel s iglo X V I , fecundo en acontecimientos
que suscitaban problemas arduos é importantes. E l misio
nero consolaba á los indios; los hacia nacer á una nueva v i
d a , abria ampl ios horizontes á su entendimiento y á su al
m a ; el guerrero queríase entregar a l descanso después de
las fatigas y sinsabores de la conquista ; los ayuntamientos
tenían que atender á las necesidades de los pueblos , cuidar
del orden y m o r a l i d a d ; los gobernantes no podian á su vez
prescindir un solo d ia de d a r leyes y reg lamentos , de vigi
l a r á los descontentos, de proveer a l bienestar de la raza
que habia sido venc ida Y así todos; á unos corres
pondía m a n d a r , á otros obedecer ; á éstos instruir y conso
l a r ; á aquel los , ennoblecerse por medio del trabajo y del
estudio; á todos, finalmente, contribuir al establecimiento
de una nueva sociedad, á la regeneración de un pueblo , al
5 i
V .
Profano y o enteramente en las materias históricas que han
sido el constante objeto d e l Sr . G a r c í a Icazbalceta , me es
imposible aprec iar en justicia, y j u z g a r , siquiera fuese m e
dianamente , los val iosos trabajos con que h a enriquecido la
historia de A m é r i c a , y en part icular l a de Méx ico . Es te h a
sido mi m a y o r pesar al escribir el presente art ículo ; que de
escritores c o m o él , en que se reúnen en feliz concierto las
más relevantes cua l idades y los más distinguidos méritos,
solo deben h a b l a r los que pueden l lenar cumpl idamente las
prescripciones severas de la cr í t ica ; y en mí no concurren,
por desgrac ia , las indispensables dotes.
engrandecimiento del N u e v o M u n d o ! Q u e d a b a n , y debían
quedar huel las de todo esto en la l i teratura; y p a r a c o n o
cer ahora el espíritu de la época , las tendencias de vence
dores y vencidos, los trabajos y heroicos esfuerzos de nues
tros padres , sus luchas y sufrimientos, sus esperanzas y sus
consuelos, sus aspiraciones y sus progresos, necesítase con
sultar aquel las huel las , estudiarlas y e x a m i n a r l a s atenta
mente, con l a rectitud y buena fé de los corazones honra
dos. E l S r . I cazba lceta v a á facilitarnos con su obra estos
estudios, y no con otro objeto la h a e m p r e n d i d o : ¡con cuán
ta ansiedad l a esperamos y a ! S e r á un acontecimiento en el
m u n d o de las letras ; honrará é inmortal izará su n o m b r e ;
honrará á E s p a ñ a y á M é x i c o ; será precioso ornamento de
la l i teratura caste l lana, y un tributo de eterna gratitud á
los insignes fundadores de esta sociedad, á los que nos die
ron fé, civi l ización y d icha !
S 2
H o m b r e de infatigable estudio el S r . I cazba lce ta , de sin
igual constancia, de ardentís imo celo, de verdadero a m o r
á la justicia histórica, ha pasado los m á s bel los años de su
v ida en el retiro silencioso del sabio, c o n s a g r a d o á hones
tas y provechosas tareas. L o s bienes que heredó de sus pa
dres no le apartaron de l a recta senda eme seguía , l leván
dole , como á otros, por el torcido camino de las disipacio
nes y l a oc ios idad; antes le sirvieron p a r a tener en los ne
gocios una fuente constante de trabajo , c o m o sucede hasta
el d i a ; p a r a asegurar su bienestar, y cult ivar en el tranqui
lo y dulce sosiego del hogar domést ico los estudios predi
lectos de su entendimiento. H a s ido, pues, su existencia
pacíf ica y senci l la , exenta de aquel las ambiciones y de
aquel los desengaños cute tan á menudo se encuentran en
el m u n d o ; l lena de a m o r á los goces y encantos de l a fa-
mil ia ; á las recreaciones del e s t u d i o , a l esparcimiento
que las a l m a s generosas encuentran en el o lv ido del bu
l l icio de la sociedad. Desde sus primeros años, según he
mos visto, su afición á la historia nac ional le hizo acopiar
documentos , l ibros, .manuscritos y obras rarísimas, encami
nadas á satisfacer su anhelo y curiosidad de sabio ; y m á s
tarde, la r iqueza de estos materia les le indujo á dupl icar sus
afanes, entregándose y a , á medida que iba creciendo su
saber , á trabajos importantes, nuevos completamente mu
chos de el los entre nosotros, y de positiva trascendencia
en las cuestiones históricas del N u e v o M u n d o : de manera
que en nuestro autor se reúnen dos raras circunstancias:
perseverancia infat igable p a r a compi lar documentos, y ha
bi l idad suma p a r a aprovechar los . E l dice con u n a modes
tia, que es sin d u d a uno de los rasgos m á s bel los de su ta
lento, que jamas ha escrito ninguna obra original, l imitán
dose á publicar las de otros autores. Mas , ¡qué subido va lor
tienen las p á g i n a s con que las ha enriquecido! Su escrupu
losidad, su g r a n modest ia , esa desconfianza que de sí mis-
5 3
mos tienen los talentos superiores, el temor de incurrir en
inútiles repeticiones, han sido causas s iempre de que el S r .
I cazba lceta no escriba obras formales sobre mater ias y a
tratadas por otros, aunque él mismo conozca que hay mu -
cho nuevo que decir y que e n m e n d a r . Se h a conformado
con d a r notas y apuntes sueltos, hacer rectificaciones, ex
tender noticias posteriormente descubriertas, á propósito de
a lgún documento ó l ibro que viene á sus manos ; y de aquí
que en tales casos sus producciones se refieran á asuntos
aislados de l a historia, y que en el las observe un orden seña
l a d o por el mismo incidente ó circunstancia que las mot iva .
Sin e m b a r g o , ha publ icado y a tanto nuestro autor, que fá
ci lmente podr ían enlazarse sus obras á fin de que formasen
un cuerpo completo de doctr ina ; porque no h a y punto que
el Sr . I cazba lceta toque sin de jar lo totalmente d i luc idado ,
a c l a r a d o y a g o t a d o , con una precisión y c lar idad admira
bles, condensando en pocas pa labras todo lo eme acerca
de él se h a l l a esparcido en cien libros diversos. J a m á s se
o lv ida de corregir un error, de señalar un defecto, de ex
pl icar a l g u n a d u d a ; ni asienta una aserción sin a p o y a r l a
con testimonios verdaderos é irrecusables, en lo cual se ve
siempre la sincera imparc ia l idad que le g u i a . — P o r lo de
más, ¡cuánto se encuentra en los trabajos del Sr . Icazbal
ceta, d igno de admiración y de estudio! ¡Cuánto mere
cen celebrarse las bellezas de todo género que los adornan!
C a d a escrito suyo es un venero riquísimo é inagotable de
noticias curiosas, de datos interesantes, de oportunos con
ceptos ; en c a d a una de sus frases ¡cuánto h a y que ap laudir
y celebrar! ¡Qué c lar idad! ¡Qué método! ¡Qué sobriedad
de inútiles adornos! I.a dicción es selecta y verdaderamen
te c lás ica , tersa y l impia , sin afectación ni ahuecamiento ;
el estilo es natural y fácil, sencil lo y e legante , s embrado
de todos los pr imores del id ioma caste l lano; y en sus pa
labras se revela el consumado habl ista , el literato enten-
54
dido, el conocedor profundo de los secretos del lenguaje . V
luego , ¡qué vasta erudición, tan bien e m p l e a d a y tan opor
tunamente traída! ¡Qué acierto en los juicios, qué conc ien
zudo criterio, qué s a g a c i d a d y discreción, qué g a l a n u r a y
g a l l a r d í a en el d e c i r ! — L a s obras de nuestro autor deleitan
y admiran al mismo tiempo á cuantos recorren sus pág inas :
en el las se conoce cuántos son su ciencia y su saber . N a d i e
c o m o él sabe dónde están las mejores fuentes de nuestra
historia, ni nadie t ampoco c o m o él sabe aprovechar las : es
s ingular y asombrosa la aptitud que demuestra a l escoger
lo cierto, desechar lo incierto, ac la ra r lo dudoso. ¡Qué in
geniosa faci l idad para descubrir la verdad de un hecho por
medio de comparac iones de textos y de estilos, cómputos
de fechas, i g u a l d a d ó semejanza en el carácter de letra de
los manuscritos! L a segur idad con que el S r . I cazba lceta
procede en estas arduas y difíciles ac larac iones , es y a tan
conocida , y tiene tal autor idad ante los inteligentes en l a
mater ia , que el sabio bibl iógrafo amer icano J o h n Russel l
Bar l lett ha d icho : " A u n q u e el S r . I cazba lce ta no presen
te la prueba de sus aserciones, las admit imos sin la m e
nor reserva, convencidos de que d e b e n ser verdaderas pol
la exactitud y prudencia que se nota en todas sus p a l a
b r a s . "
L a merecida y jus ta fama de que goza nuestro autor, le
ha puesto en relación con los más distinguidos bibl iógrafos
del m u n d o , manteniendo con ellos frecuente corresponden
c ia : casi s iempre acuden á su i lustrada bondad en asuntos
en que solo él puede entender. E l escritor amer icano l í e n r i
Harr isse , autor de l a famosa Biblioteca Americana Velits-
tissima, debió no pequeña parte del mater ia l de esta obra
c lás ica , según afirmación de un escritor, al Sr . I cazba lceta ,
y " l e dist inguió de u n a m a n e r a seña lada entre los co labo
radores que tuvo (y habia muchos entre las pr imeras auto
ridades de Londres , Par is , Ber l ín , V i e n a , etc . ) , incorpo-
55
rancio varias de las comunicaciones de Icazba lceta , no en
su texto, contó lo hizo con las demás , sino l i teralmente, con
el nombre del autor, y recomendándolas por su estilo y mé
t o d o . " — S e ve por todo esto que el Sr . G a r c í a Tcazbalceta
h a obtenido en su v ida l iteraria triunfos que no á tocios
es d a d o a l c a n z a r ; y no obstante esto, le recomiendan to
d a v í a más que su saber, su ce lo , su infat igable perseveran
cia , una modest ia y sencil lez encantadoras . Su m a y o r elo
gio está en que, sin haber frecuentado nunca las aulas , sin
haber tenido maestros, y debiéndolo lodo á sí mismo, á su
apl icación y estudio, ha l l e g a d o á ser una de las figuras
l iterarias más est imadas y respetadas en tino y otro conti
nente.
E l Sr . I cazba lce ta j a m á s ha o c u p a d o un pttesto públ ico ;
ha tenido siempre horror á la pol ít ica, prefiriendo la dulce
paz del h o g a r y los serenos goces del estudio. I la formado
parte , sí, de varias asociaciones de c a r i d a d . — Desde 1 8 5 0
pertenece á la Soc iedad M e x i c a n a de Geogra f ía y Estadís
tica de Méx ico , c o m o individuo de número ; fué miembro
de la J u n t a Direct iva de l a A c a d e m i a de Nobles Artes de
San Car los en esta c i u d a d , y perteneció también á la A c a
d e m i a Imper ia l de Ciencias y l i t e r a t u r a , c reada por el E in -
p e r a d o r Max imi l i ano en 1 8 6 5 . E n 1 4 de Diciembre de 1 8 7 0 ,
la R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a , á propuesta de los Sres. D .
Manue l C a ñ e t e , D . C á n d i d o Noceda l y D . J u a n Va lora , le
nombró su individuo correspondiente, y con igual distin
ción le honró la A c a d e m i a de la Histor ia en 9 de Eebrero
de 1 S 7 2 . E n la actual idad es Secretario de la A c a d e m i a
M e x i c a n a , por elección hecha el 25 de Setiembre de 1 8 7 5 ;
y tiene además el título de miembro honorar io de la C o
l o m b i a n a Correspondiente.
E l S r . I cazba lceta fué casado con la virtuosa y noble S ra .
D * F i l o m e n a Pimente l y l l e r a s , á quien tuvo el dolor de
perder súbitamente en J u n i o de 1 8 6 2 . D e su matr imonio
58
Castro , IX Cástulo N a v a r r o , D. Manuel T e j a d a , D. Manuel
Herrera , D . A n d r é s Manue l del R i o y 1). T o m á s R a m ó n
del M o r a l . L l a m ó mucho la atención este acto públ ico, y
los señores sinodales quedaron asombrados del ext raordi
nario lucimiento con que el j o v e n S e g u r a sustentó el exa
men. P a s a d a su recepc ión , continuó desempeñando el
importante ca rgo de E n s a y a d o r de p la ta y oro en el dis
trito de P a c h u c a , hasta el año de 1 8 6 0 , en que se tras ladó
á México , habiendo merecido el título de R e s t a u r a d o r de
aquel mineral por los trabajos que emprendió en el l aboreo
de las más famosas minas, que habían permanec ido a b a n d o
nadas . Durante su permanencia a l l í , c o n s a g r a b a sus ratos
de ocio al estudio de las bel las letras, sin descuidar el ejer
cicio de su profesión; y tradujo por entonces de id iomas ex
tranjeros a lgunas obritas, entre las cuales recuerdo las Pes-
pitesías breves y familiares á las objeciones contra la Reli
gión, del Sr . S e g u r . — E n las publ icaciones l iterarias de la
época , como La Aurora, III Año nureo, el Presente amis
toso, y otras, aparecieron sus primeros ensayos poéticos y
a lgunos artículos en prosa ; los cuales hicieron que var ias
A c a d e m i a s y L iceos lo l l amasen á su seno. E n La Ilustra
ción Mexicana (tom. I.) se registra el discurso que pronun
ció al ingresar al L iceo H i d a l g o , sobre los caracteres de la
poesía romántica, pagana y hebrea; pieza de mérito, por el
esmero de su dicción y las juiciosas observaciones que con
tiene.
Nuestro autor publ icó en 1 8 7 2 sus Poesías, que forman
un tomo de 500 pág inas , de l impia y e legante impres ión.
" A los diez y seis años de e d a d , — d i c e en el p r ó l o g o , —
entre las frias fórmulas del c á l c u l o infinitesimal, t razadas
en mi negra pizarra, escribí la pr imera parte de este vo
lumen, ignorando absolutamente las reg las m á s triviales
de literatura. U n sueño me hizo poeta . M á s adelante , cua
tro años después, en mi práct ica de ingeniero de m i n a s , en
59
las montañas ilcl Real del Monte y P a c h u c a , compuse casi
toda la segunda y la tercera. E n 1S60 preparaba la edición
de mis coplas , recibidas con indulgencia por los lectores que
las habían recorrido en los periódicos; pero las circunstan
cias de la época , y t remendas desgrac ias de famil ia , dieron
al traste con mis manuscritos, y perdí no pocos sonetos bí
blicos, de los cuales se escaparon los que hoy es tampo.
Nuevos infortunios vinieron á revivir mis ant iguos sinsabo
res, y para divertirlos consagré a lgunos ratos al aprendiza je
de la hermosa y c lás ica l engua de la culta A l e m a n i a , y me
prometo que con las ñores de Schi l ler , t ras ladadas á nues
tra sonora y varonil h a b l a caste l lana , y con las recog idas
en las márgenes del Sena , del T á m e s i s , del T í b e r y del E u
frates, no aparecerá mi l ibro tan ár ido c o m o las pr imeras
páginas que de mi pobre cosecha le c o m p o n e n . " — N o son,
en verdad , escasas de mérito, c o m o él dice, las composi
ciones que forman la pr imera parte de las Poesías del Sr .
S e g u r a ; porque, si bien se notan en a l g u n a s de e l las ciertas
incorrecciones y faltas, propias de la edad en que fueron es
critas, les sirven de recomendación, por otra parte, los sua
ves sentimientos que las inspiraron, y cierta b l a n d a tristeza
que todas respiran. A q u í canta el poeta sus amores , las gra
cias y encantos de la mujer quer ida , los apas ionados afectos
que se ocultan en su pecho, y las ilusiones que l lenan su
imaginación juveni l . Véanse los versos con que comienza
su ingeniosa composición, El primer amor:
E n u n a tarde serena,
A la s o m b r a de una p a l m a ,
Oue en pomposos abanicos
Enhiesta luce sus g a l a s ,
Me reclino sobre el césped,
B o r d a d o de dores varias ,
6o
Que los sentidos deleitan
Con el perfume que e x h a l a n .
E l sol , sin d i a d e m a de oro
V sin manto de escar lata ,
I b a á trasponer los montes ,
C u a l destronado m o n a r c a .
P o r el Oriente l a luna
Sube en su carro de p la ta ,
Precedida de la estrella
Oe la diosa de las grac ias .
P'inge el poeta quedarse dormido , y entonces un á n g e ! ,
a c o m p a ñ a d o de una mujer que
Ostenta túnica b lanca
C o m o el candor de la nieve
Y tenue cual la del a lba ,
l e predice las desventuras que en l a v ida le esperan; pero
d e j a en su a l m a la semil la del pr imer amor , que después
s e r á p a r a él manant ia l fecundo de r e g a l a d o s consuelos.
E n sus composic iones Córdoba, Las bodas de Laura, f,a
Ultima cita, Adiós para siempre, h a y del icadeza de sen
timiento y felices imágenes . L a dicción, en genera l , es cor
recta y esmerada .
R e g í s t r a n s e en la segunda parte del l ibro traducciones
de los mejores poetas ital ianos, y su elección da á conocer
desde luego el buen gusto del Sr . S e g u r a . — E n t r e el las me
rece mencionarse la de los tres primeros cantos de la Di
vina Comedia de l D a n t e ; notable , en mi sentir, por su fide
l idad y pulcr i tud . E s t á ded icada al insigne poeta D . J o s é
6I
Joaquín Pesado, á quien e] entendido traductor dec ia : " N o
conociendo en castel lano una versión de la Divina Come
dia del D a n t e , aunque se h a b l a de una que hizo en el s iglo
X V cierto arcediano de T o l e d o l l a m a d o F e r n a n d o de T o
ledo, la cual ignoro si l l egó á publ icarse , acometí la empre
sa de traducir esa obra del cé lebre poeta i ta l iano. T e r m i
né seis cantos del Infierno, de los que se me han extrav iado
tres. E m p r e n d i d a la obra en los mejores años de mi moce
d a d , no me siento h o y con fuerzas p a r a d a r l a c a b a l rema
t e . " — P a r a que el lector p u e d a formarse ¡dea de la traduc
ción del Sr . S e g u r a , copiaré a lgunos tercetos del canto 1:
E n medio del c a m i n o de l a v ida
H a l l ó m e solo en u n a selva oscura,
Perdido el paso recto sin sa l ida :
¡Oh, c ó m o e l descr ibir la es cosa dura!
Q u e es se lva montaraz , áspera y fuerte,
Que l l ena el pensamiento de pavura .
Su memor ia es más triste que la muerte ;
M a s p a r a h a b l a r del bien que all í me avino,
Otras cosas diré con varia suerte.
Del canto I I :
A l dec l inar el sol, tiniebla umbría
Preparaba á los seres de la tierra
D u l c e descanso, y solo el a l m a mia
S e a p a r e j a b a á sostener l a guerra ,
Y a del triste c a m i n o , y a del l loro,
Q u e expresara l a mente que no yerra .
¡ O h musa ! ¡oh c laro ingenio! ¡yo te imploro!
¡Oh numen que escribiste lo que v ía :
H a z aquí manifiesto tu decoro.
6 2
E l Sr . S e g u r a ha traducido también del inglés la Invo
cación del Paraíso Perdido, de Mi l ton: y del a l e m á n , La
Canción de la Campana, El Buzo, una Fantasía Fúnebre
y otras composiciones de Schi l l e r ; en prosa varias Pan/bo
las de K r u m m a c h e r ; dos f-Iimnos Guerreros de T i r teo , va
rias Odas de H o r a c i o y a lgunas Églogas de Virg i l io .
Entre sus obras poéticas originales de a l g u n a extensión,
merece citarse su p o e m a Susana, en cinco cantos ; y son dig
nas también de e logio sus poesías religiosas y su traducción
de los S a l m o s .
E l Sr . S e g u r a manifestó desd.e joven a l g u n a inclinación
á la l iteratura d r a m á t i c a ; pero se apartó de su cultivo cuan
do de orden suprema se prohibió la representación de su
comedia en verso t i tulada: Los caballeros de industria, ba jo
el pretexto de que crit icaba las instituciones l iberales. - E n
A g o s t o de 1876.se representó en el T e a t r o Principal de esta
c i u d a d , su nueva comedia en tres actos, Ambición)' Coi/¡ic
tismo, a p l a u d i d a por el públ ico y por la prensa.
E l S r . S e g u r a fué d iputado a l Congreso genera l de 1849 ,
y formó también parte de la A s a m b l e a de Notab les . Defen
dió entonces, y ha defendido s iempre, los principios de la
escuela conservadora , c o n s a g r a n d o su p l u m a por muchos
años á la propagac ión de las doctrinas catól icas. A su re
greso de E u r o p a , en los últ imos meses de 1 8 6 6 , se encon
tró con el país en serias dificultades, y desde entonces no
ha vuelto á escribir en los periódicos n a d a relativo á la po
lít ica. Permanece ent regado á negocios p a r t i c u l a r e s . — L a
R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a le honró con el título de indi
viduo correspondiente, y pertenece, además , á otras A c a d e
mias Nacionales .
" S e g u r a —me dice un respetable a m i g o suyo — n o sola
mente es un excelente Ingeniero de minas, sino también un
literato consumado. S a b e las l enguas francesa, inglesa ,
i tal iana, a l e m a n a , lat ina, g r i e g a y hebrea ; no le son des-
« 3
conocidas las orientales ni la mex icana . T i e n e buenos co
nocimientos en ciencias filosóficas y s a g r a d a s , y es versadí
simo en literatura española y otras de E u r o p a , especialmen
te i ta l iana, a l e m a n a , francesa y en las antiguas. A mi
juicio, es persona de tan var ia c o m o profunda erudición, y
es lást ima que no h a y a escrito m á s . "
D O N
J O S K M A R I A R O A B A R C E N A .
I
S T I M A B L E y s impática es la figura que ahora me
loea presentar ai lec lor ; est imable por sus prendas
personales , su saber y su modest ia ; s impática por
el papel que ha desempeñado en las luchas del periodismo
mexicano y en la m a r c h a y progresos de nuestra l iteratura,
no menos que por la índole y tendencias de torios sus es
critos. N a c i d o en una de las c iudades más hermosas y pin
torescas de l Es tado de Veracruz en esta R e p ú b l i c a , donde
la naturaleza d e r r a m ó pród igamente las bel lezas de la más
rica y espléndida vegetac ión, puede decirse que el S r . R o a
Barcena fué poeta desde n iño : desde los pr imeros años de
su juventud se le ve cantando en sentidas composiciones los
paisajes de su pa ís nata l , el ardiente sol de los trópicos, las
flores, y cuanto convierte en un paraíso esa tierra encanta
dora. E d u c a d o bajo la severa v ig i lancia de sus padres y
de un varón sabio por su virtud y por su ciencia, su a l m a
66
se a l imentó de generosos v nobles sentimientos, de eleva-
dís imas ideas morales , y su corazón a m ó todo lo bueno y
todo lo bel lo , est imulado por los excelentes e jemplos que
recibía. ¿Qué extraño, pues, (pie las fibras de su espíritu se
templasen en las mansas aguas de la dulce moral cr ist iana,
y que su entendimiento buscara , p a r a a l imentarse y v igo
rizarse, fuentes cristalinas y puras? Práctico y a en la escue
la de la honradez , y v iendo á su patr ia envue l ta en revo
luciones y conflictos, a m e n a z a d a de tremendas desgrac ias ,
deja la lira con que había cantado sus impresiones juveni
les, y toma la p luma del periodista p a r a lanzarse á las pe
l igrosas batal las de la prensa: durante diez años no descansa
en la l u c h a ; d iar iamente ilustra con su buen juic io y con
las nobles inspiraciones de su patr iot ismo las cuestiones más
g r a v e s y trascendentales que agitan á los hombres de la
época . T r a b a j a d o r incansable en pro de la causa que d e
fiende, ap laude con júbi lo cuanto puede traer su triunfo, y
reprueba enérg icamente lo que la per judica , sin que para
manifestar su descontento le detengan j a m á s reprensiones
ni amenazas . V e n c i d o el part ido bajo cuyas banderas ha
bía mil i tado con una constancia infat igable , se retira á la
v ida pr ivada , satisfecho de haber l l enado su deber y de no
de jar entre sus adversar ios un solo e n e m i g o : la estimación
y el respeto de cuantos le vieron combat ir le a c o m p a ñ a n
hasta el h o g a r . V así en medio de la v ida públ ica c o m o en
los momentos que dedica al descanso, es su conducta siem
pre intachable y d i g n a , exenta enteramente de esos odios,
rencores y perturbaciones que e n g e n d r a la po lémica : los
trabajos literarios que emprende y sus cantos de poeta, traen
ut i l idad, honra y bri l lo á la l i teratura mex icana .
T a l ha sido y es el Sr . D. J o s é M a r í a R o a B a r c e n a : él
pertenece á la escogida p l é y a d e de mexicanos ilustres en
que se distinguieron controversistas c o m o el pr imer Arzo
bispo de Michoacau y O. J o s é J o a q u í n Pesado ; poetas co-
6 ?
mo I ) . Manuel C a r p i ó ; estadistas e x i m o I >. Lúeas A l a m a n
y 1). Luis G . C u e v a s ; sabios c o m o D . J o s é Bernardo Cou lo ;
"patr ic ios en quienes la pol í t ica-no mató ni resfrió el a m o r
á las letras ; sabios que, en bien de la sociedad y de la pa
tria, pusieron en circulación el tesoro de sus conocimientos ,
apl icándolos á todas las cuestiones importantes de su tiem
po; escritores á quienes la g randeza de las ideas y la inten
sidad de los afectos no hicieron descuidar la c lar idad y ga
lanura de la frase; hombres notables , de consiguiente, en
su triple carácter de c iudadanos , literatos y a r t i s t a s . "
I I .
Vio la pr imera luz el Sr . R o a Barcena en j a l a p a , el 3 de
Setiembre de 1 8 2 7 , siendo sus padres 1). J o s é Mar ía R o
dríguez R o a y D ; i M a r í a de la Concepc ión B a r c e n a . El
primero fué un c iudadano útil á su patr ia , dist inguido y de
grandes méritos por los servicios que le prestó, pues duran
te muchos años tuvo á su c a r g o la Secretar ía del A y u n t a
miento, y desempeñó otros empleos de importanc ia , tales
como los de Je fe polít ico de su distrito, Je fe de H a c i e n d a
del Depar tamento (hoy Es tado) de Veracruz , y d iputado á
su legis latura y á diversas juntas departamenta les . D e d i c ó
se al comercio el j o v e n D . J o s é M a r í a , y solo de afición se
dio á la lectura y al estudio. E l aprovechamiento que de
éstos sacó , lo d a n á entender sus composiciones de aquel
t iempo, que se publ icaron en a lgunos periódicos del Es ta
do, y fueron recibidas con aplauso por el público intel igen
te; dist inguiéndose entre sus poesías líricas los Fragmentos
de un poema intitulado "Memorias de un peregrino,"'' y una
68
preciosa l e y e n d a , Diana; y entre sus escritos en prosa, su
novel ita Una Flor en su sepulcro.
N o estaba bien que un joven de tan bril lantes disposicio
nes l iterarias, y á quien el porvenir parecia prometer mul
tiplicados triunfos, permaneciese en una c iudad de provin
c ia ; y así, a b a n d o n ó l a tierra natal en 1 8 5 3 , v iniendo á
radicarse á México . A n c h o c a m p o se le ofreció aquí p a r a
ejercitar las dotes de su entendimiento: luchaban á la sazón
los partidos políticos, disputándose el gobierno del país ,
más bien que el establecimiento en M é x i c o de determina
das ideas y teorías administrat ivas , sin acordarse desgra
c iadamente de que tal sistema de continuas discordias trae
ría infaliblemente el re inado de la anarquía . Los hombres
pensadores y patriotas veian cerca el p e l i g r o ; mas , impo
tentes acaso para conjurar lo , se conformaban con preparar
al pueblo é ilustrar su opinión, d a n d o así l u g a r á que las
facciones que buscaban su lucro per judicando á la sociedad,
hal lasen en aquel un enemigo poderoso, que destruyera á
t iempo sus maquinaciones . A engrosar las filas de esos sen
satos mexicanos fue-desde luego el Sr . R o a B a r c e n a , distin
guiéndose pronto en sus trabajos, por la energ ía , el brío y
el acierto que demostraba . Los principales periódicos de la
época , que estaban redactados por los hombres más emi
nentes de la nación, acogieron con a g r a d o los escritos del
joven R o a , v iendo en él un valeroso campeón de la socie
dad y de la justicia. D o s años escribió en El Universal, al
lado de escritores tan dist inguidos como D . I g n a c i o A g u i l a r
y D. A n s e l m o de la Port i l la . E n 1 8 5 5 pasó á La Cruz,
y all í tuvo la g lor ia de combat i r en c o m p a ñ í a del insigne
Munguía , del esc larecido Pesado, del docto y eminente
C o u t o : el Sr . R o a B a r c e n a , con sus escritos, dio g r a n inte
rés al periódico, pues durante mucho t iempo amenizó sus
co lumnas con hermosos art ículos literarios y sostuvo impor
tantes polémicas con diversos escritores del part ido l iberal .
6g
" D e l i c a d a y espinosa fué la misión fie este periódico di-
ce el mismo Sr . R o a Barcena en su Biografía de O. Josr
Joaquín Pesado— y grande su influjo en la opinión públi-
ca, y acaso hasta en el ánimo de algunos de los personajes
que figuraban en el G o b i e r n o . " E n él " s e presentaban en
su verdadero aspecto las cuestiones pol í t ico-rel ig iosas de-
batidas, resolviéndolas radica lmente en contra de la admi-
nistración y del partido preponderante ; y respecto de mo-
deración y de tacto, baste decir que la publicación á que
me refiero duró casi tres años en el foco de los más opues-
tos intereses y de las pasiones más exa l tadas , sin que uno
solo de sus adversarios pudiera ([nejarse del menor anravio
personal, y sin que la hiriera una sola providencia guber-
nativa, á pesar de que la tolerancia en materia de impren-
ta distaba mucho de ser lo que h o y . " — C o n c l u i d a la publi-
cación de La Cruz, nuestro autor pasó á dirigir El Eco
S'acionaly La Sociedad, redactando sólo, durante mucho
tiempo, este último diario, y d a n d o pruebas, c o m o s iempre,
de una laborios idad asombrosa y de un tacto y energía ex-
traordinarios. " A p o y ó la intervención y el imperio • - se
lee en unos apuntes — y fué miembro de la J u n t a de Nota-
bles; pero al ver que Maximi l i ano se apartaba de los prin-
cipios conservadores , cesó de a p o y a r l o , censuró muchos de
los actos de su gobierno, anunció su ca ída , se negó á ad-
mitir empleo a l g u n o de él , y recibió fuertes extrañamien-
tos del cuartel genera l francés y del gabinete imperia l . Л
la caída de M a x i m i l i a n o , habia vuelto á las ocupaciones
mercantiles en que continúa, y sufrió prisión de a lgunos me-
ses, no obstante que la prensa l iberal a b o g ó en favor s u y o . "
El Sr . R o a B a r c e n a , en polít ica, perteneció siempre á la
escuela conservadora , defendiendo el catolicismo y p r o p u g -
nando las ideas administrativas del ilustre mexicano Поп
laicas A l a m a n .
7o
I I I .
Kn lóelas las obras que nuestro autor ha d a d o á l i u nó
tase una tendencia dec id ida á favorecer el desarrol lo de
nuestra l i teratura; á serle útil, cu l t ivando a lgunos géneros
que otros ven con indiferencia y descuido. A s í , en su pri
mer tomo de poesías l íricas, publ icado en 1 8 5 8 ; en sus Le
yendas y sus Novelas, describe con exactitud y facil idad
a l g u n a s de nuestras costumbres populares y muchos de
nuestros bellos paisajes ; y en sus libros posteriores aprove
cha con gran fortuna el rico venero de nuestra historia na
cional , sobre todo, en lo que se refiere á la vida y obras de
distinguidos ingenios mexicanos .
L a s poesías á que a c a b o de hacer referencia, escritas mu
chas de e l las en la j u v e n t u d , a g r a d a n por la.sencil lez de su
forma y el de l icado sentimiento que respiran: bien se ve
que son obra de un adolescente que sueña con el amor , que
liene car iño á todo lo que es hermoso y puro , y que se de
leita contemplando los bel los espectáculos de la naturaleza.
Su leyenda Ithainar tiene rasgos bel l ís imos y cierto perfu
me peculiar de los p o e m a s orientales, y en Diana abundan
las p ince ladas del verdadero poeta, y hay toda l a frescura
juvenil de una v igorosa fantasía, lis la composic ión favo
rita de l autor.
Kn 1 8 6 0 dio á luz un Catecismo elemental de Geografía
(Inií'ersal, y aquel mismo año comenzó su Catecismo de
Historia de México, su obra más laboriosa , que se publ icó
tres años después.
Ded icado de t iempo atrás el Sr . R o a Márcena á loses lu-
7»
ti ios históricos do México , concibió la feliz idea de poner
en verso a lgunos de los sucesos más interesantes y notables,
á fin de formar una colección de poemas históricos nacio
nales. " L o s que acuden á la l iteratura de otros países,
— d e c í a — en busca de instrucción y solaz, bien es que den
una o jeada á la propia , que en su r a m o de historia contie
ne bellezas de pr imer orden, á juic io de los más sabios crí
ticos. L o s anales de T u l a , T e x c o c o y México , en los dias
precedentes á la conquista española , no deben ser desco
nocidos de los actuales habitantes del ant iguo A n á h u a c , y
antes de estudiar la ascendencia y el origen de pueblos ex
traños, parece que convendr ía estar al tanto de todo aquel lo
que dice relación con el n u e s t r o . " E n efecto, poca ha sido
la atención que en general han puesto los escritores mexi
canos para cult ivar la historia nac ional , dedicándose más
bien á ramos de otro género ó á estudios que los europeos
lian tratado y a . D e aquí que se desconozcan mil aconteci
mientos importantes, y que el pueblo no se acostumbre á
admirar á los antiguos héroes, á inspirarse en su e jemplo
ni á sacar de él lecciones útiles y provechosas . Apar te de
esto, ¡cuántas bel las tradiciones se encuentran en la histo
ria de los pueblos de esta parte de la A m é r i c a ! ¡Cuántas
figuras e n g a l a n a d a s con el hermoso ropaje de la poesía!
Aquel las tremendas guerras , aquellos odios y tragedias ,
aquellos hombres del país que conquistó Cortés, interesan
vivamente á cuantos los conocen en los l ibros. E l Sr . R o a
Barcena recogió las más preciosas noticias acerca de los
pueblos del A n á h u a c , y empleando un estilo natural , fácil
y adecuado al asunto, formó su precioso Ensayo de una
Historia Anecdótica de México, dividido en tres partes: la
primera comprende desde el establecimiento de los pr ime
ros pobladores de A m é r i c a , hacia el Norte de Cal i fornia,
hasta la ruina de la monarquía tolteca: la segunda desde
la formación del imperio chichimeca, en A n á h u a c , hasta la
7 2
fundación de Méx ico : v la tercera, desde el comienzo de !a
monarquía azteca ó mex icana , hasta el desembarco de los
conquistadores españoles en Veracruz .
E s t a obra está escrita en prosa ; pero nuestro autor , que
no se o lv idaba de su primit ivo deseo de formar pequeños
poemas históricos, escribió otra en verso, inspirándose en
el mismo asunto: y en 1 8 6 2 la publ icó con el título de Le
yendas Mexicanas, comprendiendo siete: Xóchitl, ó La
Ruina de Tula; Emigración de los aztecas hacia el Aná-
huac; División de los aztecas durante su peregrinación; Es
clavitud y emancipicion de los aztecas en Colhuacan; Fun
dación de México; Casamiento de Netzahualcóyotl y La Prin
cesa Papantzin; preciosa colección de tradiciones y de cua
dros, que encanta por su n o v e d a d , su interés, el fresco
colorido y los pr imores l iterarios de que está s e m b r a d a .
" M i l e y e n d a Xóchitl, — d i c e el a u t o r — d a idea d e la des
trucción de la monarqu ía tolteca, que precedió á las d e m á s
establecidas en el A n á h u a c . Después de cons ignar las tra
diciones relativas á la emigrac ión , el v ia je , la l l e g a d a , es
c lavi tud y emanc ipac ión de los aztecas y á la fundación d e
México , trazo a lgunas de sus costumbres domést icas y so
ciales en Fl Casamiento de Netzahualcóyotl; paso á descri
bir en La Princesa Papantzin los presagios de la venida de
los europeos y los pr imeros s íntomas del g r a n c a m b i o efec
tuado con la conquista española , e t c . " Se ve por todo esto
la importancia del l ibro del Sr . R o a Barcena . S iguen á las
Leyendas, c o m o Apéndice, a l gunas Baladas v Cuentos del
Norte de Europa, t raducidos de autores célebres , y var ias
composiciones sueltas or ig ina les .
73
IV.
E l Sr . R o a B a r c e n a es buen poeta ; pero en México to
dos están de acuerdo en a c l a m a r l o como uno de los mejores
y más correctos prosistas que tenemos. De el lo dan testimo
nio, en efecto, sus Novelas originales y traducidas, publica
das en 1 8 7 0 ; sus Datos y Apuntamientos para la biografía de
D. Manuel Eduardo de Gorostiza ( 1 8 7 6 ) , su Biografía de D.
José Joaquín Pesado, su cuento Lanchitas, y otros trabajos
sueltos que se registran en los periódicos.
E l tomo de Novelas c o m p r e n d e las siguientes: or igina
les, Noche al raso, Una flor en su sepulcro, A minia Pave
ro, Buondelmonti, y La Quinta modelo: t raducidas , Prime-
meras impresiones, ha dicha en eljuego y Maese Martin y
sus obreros, las dos últ imas de Hoffmann. Caracterizan al
Sr. R o a B a r c e n a , c o m o prosista, u n a sencillez y una natu
ralidad verdaderamente clásicas, y en sus preciosas nove
las casi me atrever ía á decir eme hay ciertos rasgos de in
genio de un aire cervantesco . Noche al raso es una colec-
cioncita de cuadros de costumbres del país y de originalísi-
mas anécdotas referidas con una facil idad y una grac ia
encantadoras . L o s tipos que retrata, — u n procurador ó
agente de negocios , un mil i tar ret irado, un boticario y un
a l m o n e d e r o ; — el l engua je que les hace h a b l a r ; las escenas
que con el los f o r m a ; y todo, en fin, lo que puede d a r idea
de una época y de los usos de una parte de la soc iedad ,
aparece en l a composic ión del Sr . R o a con exacta fidelidad
y marcado color loca l . Una flor en su sepulcro es una bo
nita l e y e n d a románt ica , sin las exagerac iones de sentimen-
9
74
tal ismo ni demás ridiculeces que tanto perjudicaron en
E s p a ñ a y en Méx ico el cult ivo de la buena l i teratura. El
teatro de los acontecimientos es u n a pintoresca c iudad de
prov inc ia , y la nove la , en sustancia , no es m a s q u e " e l re
lato de una desgrac ia harto común en la v ida , c u y o patri
monio es el d o l o r ; " pero las a l m a s sensibles ha l l an g rande
atract ivo y deleite en sus pág inas , pues que "escr i tas bajo
la influencia de un recuerdo debi l i tado por el t iempo, pue
den ser consideradas c o m o el estudio de las fluctuaciones
del corazón en esa época de la v i d a en que exper imenta la
necesidad del a m o r , y no encontrando el objeto á que deba
consagrar lo , se ag i ta como la a g u j a tocada al imán , cuan
do una m a n o inquieta le impide señalar h a c i a el N o r t e . "
E l estilo es pintoresco y bel l í s imo, acaso el m á s a g r a d a b l e
de este género de l i teratura: la narración tiene forma de
diar io. E s un joven soñador , de imaginac ión v i v a y cora
zón afectuoso, que se e n a m o r a de una niña morenita y gua
pa , c u y a cuna se meció en medio de las se lvas tropicales ,
" d e hermoso cabel lo negro , que en dos fajas descendía so
bre la pá l ida tez de sus mej i l l a s ; de modales exquis i tamen
te linos y con ese aire inefable que solo comunican una
educación esmerada y el trato de una sociedad e s c o g i d a . "
E l apas ionado a m a n t e describe d iar iamente sus impresio
nes, ora en senci l la y g a l a n a prosa, ora en e legantes y sen
tidos versos, y lentamente v a formando una historia, que
a c a b a en el sepulcro. E l Sr . R o a B a r c e n a sintió sin duda
mucho de lo que en esta novel i ta se l ee ; la escribió en su
juventud, entre las apac ib les florestas de J a l a p a , rodeado
de cuanto hechiza y e n a m o r a á los corazones juveni les ; y
así, no es extraño que con tanta fidelidad hubiese compen
d iado , en pocas pa labras , ese m u n d o de rosados ensueños,
de ansias amorosas y demás apas ionados afectos que llenan
el corazón del hombre en la j u v e n t u d . — E s t o mismo puede
decirse, aunque en menor esca la , de Aminta Rovero y Buon-
75
tlelmon'i: y en cuanto á La Quinta Modele, es una novela
tle circunstancias, por decir lo así. E n el la se ridiculiza á
uno de aquel los l iberales exa l tados é intolerantes que a p a
recieron en nuestra patr ia hace más de veinte años, y se po-
nen ele maniliesto las terribles consecuencias que trae con
sigo al hogar y á la familia ese empeño absurdo que a lgunos
tienen de introducir determinadas reformas eu el orden so
cial, en la educac ión , en el régimen doméstico, y hasta en
las costumbres y gobierno de la casa . L a censura es ¡u.^ta,
y en los hechos que la motivan no hay inexactitudes ni exa
geraciones.
V.
Los Datos y Apuntamientos para la biogrtijia de I). Ma
nuel Eduardo de Corostiza se componen de un e legante ,
discreto y correctís imo discurso leido en el L iceo H i d a l g o
de esta c iudad , y de un Apéndice. E n el primero traza el
Sr. R o a B a r c e n a á g randes rasgos, pero d a n d o cabal idea
de toda e l la , la v i d a de nuestro insigne dramát ico , exami
na a lgunas de sus obras , y hace el juicio crítico del autor
con notable acierto. L a s reflexiones y comparaciones que
acerca de este punto hace para descubrir el verdadero va
lor é importancia de las comedias de Corost iza, acreditan
al erudito b iógra fo de profundo conocedor del teatro con
temporáneo. E n el Apéndice están cons ignadas otras noti
cias personales y l i terarias, que por ser de mero detal le no
cabían bien en el Discurso; y de este m o d o , aquel y éste
se completan mutuamente . E l tacto del Sr . R o a B a r c e n a ,
su c laro ju ic io , el orden que observa en las materias , hacen
que este l ibro sea una verdadera biograf ía ; no obstante que
7 6
él , con su modest ia , lo calif ica de s imples datos y apunta
mientos, c o m o lo dice el t ítulo.
L a Biografía de D. José Joaquín Pesado es, á mi juic io ,
la mejor obra de nuestro autor: estilo rico, vasta erudición,
método admirab le , severa imparc ia l idad en los juicios, pro
fundó conocimiento de la época y del indiv iduo, y otras
cua l idades propias de las buenas obras de este género , ha
cen de l a del Sr . R o a B a r c e n a una j o y a inestimable, un
a c a b a d o m o d e l o de biograf ías que enriquece y e n g a l a
na lujosamente la literatura m e x i c a n a . H é aquí a lgunos
párrafos de un art ículo que escribí en 1 8 7 8 sobre esta Bio
grafía:
" U n i d o el nombre del Sr . Pesado á los acontecimientos
principales de la época , el entendido biógrafo hace de ésta
un estudio completo y detenido, presentando á la vista del
lector todo lo que en e l la hubo de interesante y g r a v e , to
do lo que de a l g u n a m a n e r a influyó en la m a r c h a y las mo
dificaciones de la sociedad m e x i c a n a . H o m b r e s , sucesos y
cambios pol í t icos ; luchas en el P a r l a m e n t o y en el c a m p o
del per iod i smo; agi tac iones del pueblo y de los part idos ;
instituciones, l i teratura, d i p l o m a c i a ; todo lo estudia y exa
m i n a el Sr . R o a B a r c e n a con una hab i l idad , orden y mé
todo d ignos del m a y o r e log io : de aquí que p u e d a decirse
con entera exactitud que su l ibro es la historia de aquellos
años, de aquel la época fecunda en enseñanza y en e jemplos .
Y en medio de todo, el autor no se o lv ida del carácter y
objeto de su escrito: v a s iempre d ibu jando con precisión los
cambios que suces ivamente se efectúan en el teatro en que
figura su héroe, y cu ida de presentarlo constantemente, tra
b a j a n d o en pro de la patr ia , interesándose en su progreso
y prosper idad, impulsando con sus obras el ade lanto de la
l i teratura y formando el buen gusto de la j u v e n t u d : unas
veces le vemos entregado á los arduos trabajos del ministe
rio y otras pu l sando l a armoniosa lira del p o e t a ; y a en su
77
vida pr ivada se nos manifiesta tierno y amoroso, buen es
poso y excelente padre de famil ia , y a en su vida pública
da muestras de entereza y energ ía extraordinarias y de alto
patr iot i smo.—Entre otros puntos de la Biografía d ignos de
estudio, merecen citarse: las curiosas noticias acerca del es
tablecimiento de las sociedades secretas en México , y de la
influencia que l legaron á tener en las disposiciones de los
gobiernos, en las leyes y en el porvenir del pa ís ; la pintura
de la situación pol ít ica en 1 8 3 8 , en que tuvieron l u g a r las
graves compl icac iones con F r a n c i a ; l o s j u i c i o s y comentarios
acerca de las mismas y de la guerra con los Estados Uni
dos; el capítulo d e d i c a d o á e x a m i n a r un incidente y un do
cumento que figuran en la historia eclesiástica de México ,
notable por su copiosa erudición y rectitud de criterio; lo
mismo que el estudio crítico de todas las obras l iterarias de
Pesado, en que se ve la justicia é imparc ia l idad del biógra
fo, y la pericia, sana intención y c laro saber del literato
docto y entendido. Pero lo más notable sin duda del libro
es lo que se refiere á la últ ima c a m p a n a periodística de Pe
sado: h a y tal método , tal c la r idad , tan at inadas observa
ciones, con tanta precisión describe el Sr . R o a Hárcena el
espíritu y m a n e r a de las discusiones, la influencia que ejer
cían en el públ ico , la impresión que causaban en amigos y
enemigos, que el lector no puede menos de ver con honda y
sincera s impat ía á aquel bata l l ador incansable de la idea
cristiana, á aquel anc iano venerable y sabio, al par que enér
gico, ([ue media sus a rmas con las de los hombres del parti
do contrario, los de más prestigio y poder ; aquel literato y
poeta dist inguido, que e m p l e a b a sus dotes en beneficio de la
Inicua causa , en favor de la patria y de la soc iedad. T o d o
esto lo consigue el b iógrafo , merced á su tino y excelente
método. —Por lo demás , se comprende fácilmente que la
notable producción del Sr . R o a Hárcena, es de positiva im
portancia, y a se la considere bajo el aspecto puramente li-
78
V I .
Del cuento Lanchitas y de las Muevas Poesías ( 1 8 7 5 ) de l
Sr . R o a B a r c e n a , nada diré y a , por no hacer más l a r g o es
te art ículo. Básteme apuntar , en cuanto al pr imero, que es
d igno de su p l u m a de e legante y fácil nar rador ; y respecto
de las segundas , véase el juic io que de e l las emit ió el S r .
D. Francisco S o s a . — " F o r m a n ese búcaro de per fumadas
flores poéticas, dice este escritor, más de cuarenta c o m p o
siciones del y a justamente renombrado bardo j a l a p e ñ o . Di
fícilmente podría presentarse otra colección de poesías en
la que, como en ésta, pudiesen admirarse en bel lo m a r i d a
je, la inspiración y la corrección, el sentimiento y la ver
d a d . ¡Qué gusto tan exquisito revela el S r . R o a B a r c e n a
en la elección del tema p a r a sus poesías ; qué sonoridad en
sus versos; qué imágenes tan felices y oportunas ; qué pu
reza en la dicción, y qué ternura tan natura] y espontánea
se descubre en c a d a uno de sus c a n t o s ! "
Diré p a r a concluir , que nuestro autor h a traducido en
verso caste l lano , del francés, el Cántico de la. Campana, de
Sch i l l e r ; de l inglés, el p o e m a Mazepa de B y r o n , y otras
piezas de las l iteraturas a l e m a n a , i ta l iana y francesa, l i a
p u b l i c a d o a d e m á s , ú l t imamente , un p o e m a , Vasco .Vúñez
de Balboa, c u y o mérito lo hace acreedor á los aplausos de
terario, y a bajo el interés histórico en que abunda . Obras
como la suya son de las que ha manester la juventud de nues
tro país, para que las imite en sus trabajos, se inspire en los
altos e jemplos de insignes mexicanos , y se convenza de que
nuestra historia encierra preciosísimos tesoros, con que pue
de enriquecer, si quiere buscarlos, la l iteratura n a c i o n a l . "
79
la cr ít ica; y en / ' / Sig/o XIX da hoy á luz unos interesan
tes artículos históricos con el título de Recuerdos de la inva
sión norte-americana, 1846 y 1847, que con el t iempo
formarán una obra inest imable por la abundanc ia y no
vedad de las noticias que contienen.
E l Sr . R o a B a r c e n a , que es miembro de varias socieda
des l iterarias de Méx ico , fué n o m b r a d o en 1 8 7 6 individuo
de la A c a d e m i a M e x i c a n a correspondiente de la R e a l Es
pañola de M a d r i d ; val ioso título que merece justamente, y
que es c o m o el premio á sus afanes por el adelanto de la
l iteratura h i s p a n o - a m e r i c a n a .
D O N
J O S É M A R Í A I) K H A S S O C O .
I.
L continente amer icano , y a por.su universal y me
recida fama de rico y de hermoso, ya por haber
sido el teatro de hazañas gloriosas para el va lor
castel lano, ha atra ído poderosamente en todas épocas las
imaginaciones juveni les y ardientes de la Península . E n
unas han servido de est ímulo e! trabajo y la r iqueza, en
otras los deseos de g l o r i a ; en a lgunas las s impatías y el
anhelo de dedicar á esta tierra virgen y venturosa ¡os fru
tos de una bien cu l t ivada intel igencia. Tras de las heroicas
legiones de Cortés y de P'izarro, de A l m a g r o y de V a l d i v i a
y de otros esforzados capitanes , vinieron enjambres de aven
tureros y de gente laboriosa á buscar , sí, el codic iado o r o :
pero también á d e r r a m a r su s a n g r e generosa , á c o n s u m a r
admirables hechos y á sufrir en bien de la raza venc ida ,
todo género de penas y de tribulaciones. De este modo la
conquista pudo al fin terminarse ; y entonces se comenzó
la g rande é imperecedera obra de los misioneros, la obra
de la regeneración de todo un continente. C imentáronse las
1 0
8 2
bases tle cien nuevas soc iedades , se formaron los vínculos
entre castel lanos é ind ígenas , diéronse á conocer á éstos los
beneficios de una civi l ización superior, y se estableció en
tre ellos el orden domést ico y de famil ia conforme á los
preceptos de creencias p u r a s y santas . Conc lu ido y a todo,
y estando en perfecta segur idad el G o b i e r n o vireinal , no
cesó, sin e m b a r g o , la ansiedad de los peninsulares por pa
sar á A m é r i c a ; antes parece que se acrecentó de una ma
nera extraordinar ia . T o d o s querían conocer el teatro de las
l egendar ias hazañas rea l izadas heroicamente por los solda
dos españoles ; todos querían a t ravesar el o c é a n o p a r a ve
nir á respirar el per fumado ambiente a m e r i c a n o , ver este
cielo azul , penetrar en los umbríos bosques y ascender á las
montañas coronadas de n ieve : de aquí las emigrac iones que
tanto disminuyeron el poder y las fuerzas de la Metrópol i .
Ho mb r es de todas clases, y de distinta posición en la socie
dad española , a b a n d o n a b a n patr ia , h o g a r , bienestar y fa
mil ia para venir á establecerse á las nuevas c iudades levan
tadas en A m é r i c a : y a eran artesanos y comerciantes , escrito
res y artistas; y a opulentos magnates y humildes y sencillos
labr iegos , los que, deseosos del engrandec imiento de estos
lejanos dominios de Kspaña , traían un contingente precioso
para conseguir lo . R e s u l t a d o de todo esto fué, que florecie
ran aquí las artes y las letras con a d m i r a b l e prontitud, y
que en pocos años ios frutos obtenidos en los d e m á s ramos
de la act iv idad h u m a n a pudieran compet ir casi con ventaja
con los mismos de la Península . Y aquel afán-de los espa
ñoles no se entibió j a m á s durante los tres s iglos que duró
la d o m i n a c i ó n ; no se entibió tampoco después de la inde
pendencia , ni se ent ibiará ni a c a b a r á en los t iempos veni
deros, porque A m é r i c a será s iempre la tierra de las sim
patías de los españoles . A q u í están las más puras g lor ias ,
las más honrosas tradiciones de K s p a ñ a ; y al reconocer
sus hijos en nuestros usos, en nuestras costumbres , en el
« 3
lenguaje , y hasta en nuestras preocupaciones y defectos,
los suyos, amer icanos y españoles se sentirán siempre co
mo en familia, unidos todos por tiernos y fraternales vín
culos.
Muchos de los españoles que han venido á Méx ico estos
últimos años, se han dist inguido aquí por su talento y por sus
obras, no menos que por la var iedad de sus estudios y por
su laborios idad. Su g lor ia es g lor ia de E s p a ñ a y ole nues
tra patria, del mismo modo que es común para ambos pue
blos la de A l a r c o n y Gorost iza ; y hé aquí por qué no he
vac i lado en d a r cab ida en esta g a l e r í a biográfica á tres ilus
tres escritores, que , habiendo nacido en E s p a ñ a , pasaron á
México desde niños, en Méx ico se educaron y formaron,
dieron el fruto de su talento y crearon una familia, y dos
de ellos aquí encontraron car iñosa t u m b a . — T a l e s son el
Sr . Bassoco , objeto de este a r t í cu lo , 1). A n s e l m o de la
Porti l la y D . Cas imiro C o l l a d o .
I I .
1) . |osé Mar ía de Bassoco, C o n d e de Bassoco, vio la pri
mera luz en M a d r i d , el o, de Ecbrern de 1 7 9 5 . Hizo sus
primeros estudios en el co legio Seminar io de Verga ra, y
al l í se distinguió siempre por su apl icación y s ingular apro
vechamiento , hab iendo obtenido las mejores calificaciones
en todas sus c lases , y aun en a l g u n a ele el las el único pre
mio; pero d e s g r a c i a d a m e n t e , cuando comenzaba á hacerse
notable por estos adelantos , inaugurando así una bri l lante
carrera l i teraria, y d a n d o pruebas de su talento precoz, pro
fundo y reflexivo, se vio ob l igado á salir de E s p a ñ a por
causa de la invasión de B o n a p a r t e : pasó á Méx ico , y l l e g ó
aquí en A g o s t o de 1 S 1 0 , c u a n d o contaba quince años.
8 4
L a guerra de independencia le obl igó á tomar las a r m a s ,
impidiéndole reanudar sus estudios; y formó parte enton
ces del segundo de los dos escuadrones de caba l le r ía , que
en unión de tres batal lones de infantería formó el virey
Y e n e g a s al principio de la insurrección para a tacar la . En
el los sirvió el Sr . B a s s o c o al l ado de otros jóvenes que tam
bién se al istaron, pertenecientes á las pr incipales familias
españolas de M é x i c o ; ascendiendo en J u l i o de 1 8 1 2 á sub
teniente s e g u n d o y en Set iembre del mismo año á subte
niente p r i m e r o . — L u e g o , con mot ivo de los bienes que en
1 8 1 4 heredó de sus parientes el C o n d e de B a s s o c o y su es
posa la Marquesa de Castañiza , se dedicó á los estudios
agr íco las p a r a poder atender con m á s eficacia sus propie
dades de c a m p o ; y una vez a d o p t a d a por él la profesión
de agr icul tor , continuó en e l l a hasta su muerte.
N a d a , pues, hac ia esperar , c o m o se ve por el género y
carácter de aquel las ocupaciones , que el S r . Bassoco se dis
t inguiría con el t iempo c o m o entendido y profundo g r a m á
tico, c o m o excelente conocedor de la l i teratura c lás ica , y
c o m o un hombre de vastos y var iados estudios que h a b í a
de ilustrar notablemente con sus conocimientos las más im
portantes cuestiones históricas, l i terarias, sociales y econó
micas tratadas en M é x i c o durante el presente s ig lo . Y fué
que él , en medio de sus quehaceres , se dedicó á la lec lnra
con extraordinar io afán. Su r ica intel igencia, su c laro juic io ,
su dec id ida afición á las tareas intelectuales, le l levaron á
cult ivar distintos ramos de h u m a n i d a d e s ; y de este m o d o ,
casi solo y sin a y u d a de nadie , aprendió el latin con admi
rable perfección. L e traducía y h a b l a b a correctamente, y
escribía en él con e leganc ia intachable , según lo demostró
en varios escritos que no han visto la luz públ ica . H i z o
también muy laboriosos estudios del id ioma cas ta l l ano , que
fueron los favoritos de toda su v ida, espec ia lmente en lo
relativo á la g r a m á t i c a ; y sobre esta mater ia escribió m u -
«5
chos art ículos, e log iados j)or los inteligentes. A l g u n o s han
q u e d a d o inéditos.
Publ icó en los periódicos Siglo XIX, Heraldo, Sociedad
y otros, diversos trabajos que merecen aquí un recuerdo:
Manaría sobre el abasto de carnes á la ciudad de México,
a p r o b a d a por el A y u n t a m i e n t o , y que val ió á su autor un
honrosísimo oficio en que esta Corporac ión dec la raba " h a
ber merecido el S r . Bassoco bien de la M u n i c i p a l i d a d ; " una
Exposición al Ministerio de Fomento ( 1854)001 1 motivo de
un decreto del G o b i e r n o sobre terrenos; varios Estudios
muy notables y curiosos sobre la propiedad y la agricultu
ra en México; un juic io crít ico de la Biografía de D. An
tonio Alcalá Galiana p u b l i c a d a por El Diario de ta Mari
na de la H a b a n a , y otros escritos sueltos sobre diversas
m a t e r i a s . — E n el Diccionario l hiiversal de Historia y Geo
grafía, pub l i cado por el Sr . A n d r a d e , clió á luz también
algunos art ículos, siendo el más extenso de todos la Bio-
erafía jVecro/ógica de D., Lúeas A laman, obra d i g n a de
elogio por su método, c l a r idad , imparc ia l idad , y corrección
de lengua je . Pero lo más importante sin d u d a que dejó el
Sr . Bassoco. y que lo hizo célebre entre los literatos mexi
canos d e la época , fué su colección de estudios gramat ica
les, ramo en que era él autoridad competent ís ima, y acaso
la más respetable que se h a l l a b a en México .
E r a el Sr . Bassoco m u y celoso de la l impieza é integridad
del id ioma, y del cumpl imiento exacto de las reg las ; cu idaba
ile que los escritores e m p l e a r a n bien las voces, dándoles su
verdadera significación, y de que no introdujeran en el uso
modismos ni construcciones extran jeras ; y estaba atento,
por últ imo, á las dudas y dificultades que se presentaban
sobre cuestiones f i lológicas y g ramat ica le s , para i lustrarlas,
ac larar las ó resolverlas con la autor idad que le d a b a s u pro
fundo saber . — L l e v a d o de aquel los intentos, dio á luz en
el periódico La Sociedad muy eruditos y curiosos artículos,
86
uno sobre la pa labra baldíos; otro sobre los verbos adeudar-
deber: otro sobre las pa labras interceptación é intercepción:
otro sobre la m a l a traducción hecha del latín de un párrafo
de M a r c o Aure l io , ap l i cado á la cuestión de confiscaciones:
y los m á s notables de todos fueron, los que publ icó en í.a
iberia sobre Los usos del pronombre El en su casos oblicuos
sin preposición.—Tienen tanta importancia estos últimos por
su severidad de doctr ina , la enseñanza que contienen, la
c lar idad y pureza con que están escritos, que la A c a d e m i a
M e x i c a n a Correspondiente c r e y ó de ut i l idad reproducir los
en sus Memorias; y con razón, pues el los pueden ejercer
benéfica influencia en el buen cult ivo de las letras en
M é x i c o .
R e s u m i e n d o diré : que fué el S r . Bassoco insigne y con
s u m a d o humanista , aunque solo frecuentó poco t iempo en
su juventud las a u l a s ; atesoró vast ís imos conocimientos so
bre l iteratura clásica, así lat ina c o m o española , y en mate
ria de lengua je , gozó fama de pr imera autor idad. F u é ce
losísimo guard ián de la pureza del id ioma caste l lano en
Méx ico , y con sus escritos contr ibuyó á difundir las buenas
reg las , d a n d o al mismo t iempo en ellos e jemplo de su ob
servancia . Escr ib ió poco , porque era enemigo de la publi
c i d a d ; mas á nad ie , l l e g a d o el caso, negó nunca que se
a p r o v e c h a r a del rico c a u d a l de sus conocimientos . - - - I .a
A c a d e m i a E s p a ñ o l a hizo, pues, m u y bien en n o m b r a r al
Sr . Bassoco su indiv iduo correspondiente, y la M e x i c a n a
rindió un tributo de respeto á su ciencia e l ig iéndole su pri
mer Director.
Murió el 1 8 de N o v i e m b r e de 1 8 7 7 á la edad de ochenta
y dos años .
D O N
F R A N C I S C O P I M E N '1' E L.
1
S T E sabio l i lólogo mexicano, cuyo nombre l igara
d ignamente entre los lingüistas más notables con
temporáneos, y que con sus obras se ha conquistado
la est imación y el respeto de las principales corporaciones
literarias del extranjero, nació el 2 de Dic iembre de 1 8 3 2
en Aguasca l ientes , capital del E s t a d o del mismo nombre
en nuestra R e p ú b l i c a ; hijo de los Sres. D . T o m á s L o p e /
l ' imentel y D o ñ a M a r i a n a H e r a s S o t o ; ambos de familias
muy dist inguidas y de a l ta posición en la sociedad. E l pri
mero era mexicano, descendiente de español , y la segunda
habia nac ido en Santander , de la casa del C o n d e de I leras .
— E n 1 8 3 3 vinieron á radicarse á Méx ico abandonando á
Aguasca l ientes , con el objeto seguramente de proporcionar
á sus hijos una educación esmerada , y aquí permanecieron
hasta 1 8 4 6 , en que la guerra con los americanos les obl igó
á retirarse á More l ia . Esto cortó desgrac iadamente el curso
9 o
ral é intelectual de los individuos, sus elementos de ilustra
ción y de progreso, y cuantas señales pueden caracter izar
á una nación y á una raza ; pues que s irviendo los id iomas
para que los hombres se comuniquen entre sí, y las diferen
tes generaciones se trasmitan sus conocimientos , sus ideas
y los adelantos que van a l canzando , natural y lógico es
que en ellos queden huellas de las trasformaciones y c a m
bios que sucesivamente se verifican en el seno de las socie
dades . De aquí el a l t ís imo interés que para los sabios, y
sobre todo p a r a los historiadores, tienen los estudios de la
l ingüística. Y poco importa que en ocasiones aquellos idio
mas desaparezcan ó se pierdan, que se corrompan con el
trascurso del t iempo, ó que reciban nuevo vigor y nueva
v ida de extrañas y más ricas l enguas ; pues por m a s q u e l a con
fusión se apodere de e l las , vienen la fi lología y la sana crí
tica á emprender una reconstrucción labor iosa ; recogen las
huellas y los restos que quedan , e x a m i n a n los cambios que
se han verif icado, y auxi l iándose eficazmente de la filosofía
de la historia, lo estudian y lo anal izan todo, establecen
comparac iones , invest igan la raíz y el origen de las voces,
y de este m o d o la luz aparece , las cuestiones históricas se
ilustran, se ac laran las dudas , las vaci laciones desaparecen,
y se c o n f i r m a n ó desmienten las c o n j e t u r a s . — T a l e s son los
admirables resultados que con facilidad sorprendente con
sigue la l ingüíst ica; y tal es también la p lena segur idad de
que está revestida la enseñanza que de ja este género de es
tudios.
T r a t á n d o s e de A m é r i c a y de sus lenguas ind ígenas , ¡cuán
to más crece el interés de las investigaciones fi lológicas!
A q u í donde una raza extraña vino á mezclarse con las que
pob laban este continente, t rayendo idioma propio y usos y
costumbres nuevas ; aquí donde existían centenares de len
guas y dialectos subdivididos hasta el infinito y compl ica
dos todos entre sí, de tal m a n e r a , que esto d a b a origen á
9 1
confusiones de razas y de famil ias ; aquí , en fin, donde po
co á poco el castel lano fué estableciéndose c o m o el único
medio de comunicación entre vencedores y vencidos ; aquí
l a cuestión de los idiomas indígenas tiene y ha tenido siem
pre una importancia capi ta l , decis iva, y ele verdadera
trascendencia en l a resolución de los problemas históricos.
— L o s sabios se veían antes detenidos á c a d a paso en sus
investigaciones por dificultades de todo punto insuperables,
porque para todos era un misterio el intrincado laberinto
de las lenguas indígenas de M é x i c o : no h a b i a una base fija
p a r a estudiarlas, no era posible seguir un sistema, ni menos
se conocía la filiación de todas e l las y de los dialectos. D e
bido á esto, quedaban con frecuencia envueltos en las nu
bes de la incertidumbre muchos sucesos de nuestra historia
ant igua , tales como los que se referían al origen de las ra
zas, á sus emigrac iones y divisiones, á sus costumbres y es
tablecimiento en los territorios que ocupaban . N a d a de esto
podia expl icarse satisfactoriamente, mientras l a filología
no e x a m i n a r a y estudiara las diversas ramas del lenguaje
mexicano. Es ta imperiosa necesidad se hac ia sentir tanto
más , cuanto que. áridos en sí mismos estos estudios, Lenian
pocos cult ivadores, y los elementos que p a r a emprender los
eran menester, se ha l l aban diseminados en Méx ico , estaban
en pel igro de perderse, y eran además raros y difíciles de
encontrar .
A remediar esta necesidad y á l lenar tan lamentab le va
cío, acudió generosamente el Sr . P imente l ; p a r a lo cual le
sirvieron de seguro g u í a , c o m o antes he d icho, los tesoros
bibliográficos coleccionados por el Sr . I c a z b a l c e t a . — L o s
primitivos misioneros españoles que vinieron á A m é r i c a ,
l lenos de ce lo por abrir los ojos de los indios á la luz de la
civil ización cristiana, no perdonaron medio ni sacrificio a l
guno p a r a l lenar completa y d ignamente su misión, pot
ólas que inauditas dificultades y penosos contrat iempos in-
9 2
tentaran detenerlos en su c a m i n o . U n a de aaue l las , acaso
la m a y o r , fué su ignorancia de las lenguas de los indios. Pe
ro no retrocedieron, antes parece que se redobló su ardor ,
que se av ivó su entusiasmo, y que creció más y más la su
blime car idad de que estaban an imados . Con una pacien
cia y una abnegación dignas de las recompensas del c ie lo ,
aquellos beneméritos varones se dedicaron á aprender los
idiomas indígenas , á fin de (pie la pa labra e v a n g é l i c a fue
ra más s impática al corazón de los neófitos y se asiera con
m a y o r facilidad á su memoria Y n o contentos luego con
haber visto cumpl idos sus deseos, quisieron ensanchar sus
trabajos para que así pudieran der ramar mayores beneficios;
entonces comenzaron á escribir libros de enseñanza religio
sa y de otros géneros en los mismos idiomas de los indios;
l ibros que, c o m o es sabido, fueron impresos en las pr imeras
imprentas que vinieron al nuevo mundo . - A l frente de es
tos sacerdotes bienhechores de la h u m a n i d a d , aparece la
s impática figura del P. Fr . A n d r é s de Olmos, verdadero ti
po de los misioneros de A m é r i c a , que • 'sobre todos tuvo
don de lenguas , según Mendieta , porque en la m e x i c a n a
compuso el arte más copioso y provechoso de los que se
han hecho, é hizo vocabular io y otras muchas obras , y lo
mesmo hizo en la l engua totonaca y en la guasteca , y entien
do que supo otras lenguas de chichimecos, porque anduvo
mucho t iempo entre e l l o s . " * A su lado pueden citarse d ig
namente los P P . F r . A lonso de Herrera , A lonso R c n g e l ,
A r n a l d o de Bassac io , J u a n de G a o n a , Pernardino de Sa l ía -
gun , profundo y habil ís imo en la l engua mex icana , según el
mismo Mendieta ; F r . A lonso de Esca lona , A lonso de Moli
na , Lu i s R o d r í g u e z , J u a n de R o m a n o u e s , Maturino Gilbert i
que escribió en tarasco, y F r . Francisco de T o r a l que fué
el pr imero en aprender la l engua p o p o l u c a : F r . A n d r é s de
* H i s t o r i a Ec les iás t ica I n d i a n a , cup . X L I V .
93
Castro que compuso un arte y vocabular io , y doctrinas y
sermones en mat laz íngo, y F r . Pedro de Palacios en o t o m í ;
y así otros muchos .
Imposible es hoy, después de los s iglos que han trascur
rido, formarse idea de aquel los hercúleos trabajos filológi
cos de los primeros misioneros, c o m o los califica un emi
nente escritor nacional , é imposible también saber aprec iar
justamente la heroica paciencia , la incansable labor ios idad,
la sorprendente y a d m i r a b l e abnegac ión de aquel los subli
mes soldados de la cruz. F m p e r o , fácil es reconocer que
sin el los los indios no habr ían recibido tan pronta y eficaz
mente la luz e v a n g é l i c a , ni hoy seria posible e m p r e n d e r
trabajo a l g u n o filológico relativo á los idiomas indígenas .
Instruidos y a en el cristianismo los hijos de estas tierras,
acostumbrados al m o d o de h a b l a r español , y hab iendo mu
chos de el los " o l v i d a d o el que usaron sus padres , y abue
los, y a n t e p a s a d o s , " * se a b a n d o n a r o n en Méx ico los estu
dios l ingüísticos, y durante los tres s iglos, tan solo por l a
tradición, por los libros de los misioneros y las aficiones de
a lgunos sabios, se mantuvieron y se vinieron trasmitiendo
aquel la clase de conocimientos ; pero por desgrac ia , la im
perfección de este sistema extrav ió á los invest igadores , de
modo que, habiendo a g o t a d o sus fuerzas en inútiles com
paraciones, único medio e m p l e a d o por ellos en sus estudios,
" l l e g a r o n exánimes al s iglo X I X , sin traernos otro resulta
do que la reproducción del prodig io de B a b e l en l a confu
sa masa de sus discordantes s i s t e m a s . " — E n los últimos
tiempos, el sabio y benemérito carmel i ta m e x i c a n o , F r . M a
nuel de S a n J u a n Cr isóstomo Na je ra, D . J o s é F e r n a n d o
R a m í r e z , D. Faust ino C h i m a l p o p o c a , y tal vez a lgunos
otros, eran los únicos que en materia de f i lología m e x i c a n a
disfrutaban de autor idad ; mas lo que ellos hicieron, el ór-
* M e n d i e t a , obra- c i t a d a .
94
den seguido en sus trabajos y lo incompleto de éstos, no
bastaban á l lenar las necesidades de que adolec ía nuestra
historia; y hé aquí el or igen de la resolución del Señor
P imente l , de formar u n a obra completa que pudiera auxi
liar eficazmente á nuestros sabios y á nuestros historiadores.
E n el la adoptó un plan lóg ico y razonado, se ciñó á los
preceptos que la crít ica establece para este género de labo
res, y s iguió en todo el método y el s istema que r e c l a m a n
los adelantos modernos de la ciencia de la l ingüística. " E s
necesario -d ice el sabio filólogo a l e m á n S c h l e i c h e r — no
solo estudiar las lenguas , sino también c o m p a r a r l a s entre
s í ; y tan cierto es esto, que no seria posible conocer una sola
sin poseer el conocimiento de todas las otras, a b a r c á n d o l a s
con una o jeada general y p e n e t r a n t e . "
S igu iendo, pues, el Sr . P imente l estos consejos, escribió
su Cuadro descriptivo y comparativo de las lenguas indíge
nas de México, ba jo el s iguiente acertadís imo p lan : en la
pr imera parte , que l l a m a " d e s c r i p t i v a , " exp l ica con preci
sión y c lar idad los idiomas mexicanos con la pureza posi
ble, esto es, separándolos , hasta donde es permit ido hacer
lo h o y á la l ingüística, de las formas lat inas y españolas
con que las desfiguraron los ant iguos g r a m á t i c o s ; en la se
g u n d a , " c o m p a r a t i v a , " c o m p a r a y clasifica los i d i o m a s i n -
d ígenas , según lo aconsejan los principios de la filología
m o d e r n a ; y por últ imo, en la tercera, " c r í t i c a , " j u z g a los
mismos idiomas conforme á las reglas del buen criterio, y
les apl ica las teorías actuales sobre el lenguaje p a r a ver si
las confirman ó las desmienten.
l i s ta obra laboriosa, c u y o solo p lan basta para recono
cer su importancia , h a proporc ionado al S r . Pimentel tr iun
fos y satisfacciones- m u y lisonjeras, y h a merecido por e l la
honrosísimas y espontáneas d i s t inc iones .—Cuando aparec ió
el primer tomo, la S o c i e d a d M e x i c a n a de G e o g r a f í a y E s
tadística nombró en comisión p a r a que lo e x a m i n a r a n á los
95
Sres. D . J o s é F e r n a n d o R a m í r e z , D r . D. J o s é G u a d a l u p e
R o m e r o y D. Manuel Orozco y B e r r a , quienes presentaron
un dictamen que honra y hace c u m p l i d a justicia al autor ;
y el Instituto Imper ia l de F r a n c i a le invitó en N o v i e m b r e
de iS6j para que presentara su libro en el concurso de lin
güíst ica abierto anualmente por esa Corporac ión . T a m b i é n
el Barón de G a g e r n , en su Apelación de los mexicanos á
Europa; el sabio a l e m á n Jus to Perthes, en las Comunica
ciones del Instituto Geográfico, y el D r . B u s c h m a n n , de l a
A c a d e m i a de Ber l ín , en m u y expresivas cartas, tributaron
merecidos e logios a l laborioso fdólogo mex icano , l l egando
el último á decir : que " n u n c a hubiera pensado que se ha
l lara en México un hombre que juntase tantas l enguas in
d ígenas , y con tanta habi l idad de c o n c e p t o . "
A l aparecer el segundo tomo, la misma Sociedad Mex i
cana de G e o g r a f í a y l istad ística premió al Sr . Pimentel
con una meda l l a , y el cé lebre T r ü h n e r dijo en Londres lo
siguiente en su Revista Americana y Oriental: " L a obra
de Pimentel es, sin disputa, el más rico presente que se h a
hecho á los l ingüistas americanos desde que apareció el ter
cer tomo del iMitridates de A d e l u n g . Sobrepuja , en v e r d a d ,
á-cuanto hasta aquí se conoce de los escritores mexicanos ,
aun entrando en p a r a n g ó n e l mérito indisputable del P .
N á je r a , quien se l imitó al estudio de la l e n g u a otomí, mien
tras que D. Francisco Pimentel anal iza en el pr imer tomo
de su obra n a d a menos que doce id iomas , sin contar la in
mensa superioridad que sus conocimientos en l a ciencia de
la l e n g u a , y su e smerada erudición respecto á los últimos
resultados de la escuela europea , le dan sobre su distingui
do p r e d e c e s o r . — L a introducción á la obra es m á s bien una
o jeada acerca del conocimiento de la historia y de la cien
cia moderna de la lengua , con relación á la f i lología a m e
r icana. E s t á escrita con c lar idad y buen ju ic io , y en e l la
se descubre que el autor conoce profundamente á los l in-
9 6
güistas de E u r o p a , aun los más modernos, como A . Schlei-
cher, A l h . W e b e r y o í ros ; lo cual sorprenderá á los euro
peos que están acostumbrados á ver á México como un país
apenas sal ido de las tinieblas de la i g n o r a n c i a . " E l misino
T r ü l m e r a g r e g ó después, con mot ivo del análisis que hizo
del segundo tomo del Cuadro descriptivo, " q u e los jueces
más competentes é imparcia les proc lamaban la obra del
filólogo mexicano c o m o la m á s importante que sobre lin
güíst ica había aparec ido en A m é r i c a . "
" M á s extensamente — d i c e un biógrafo del Sr . Pimen-
tel — la comisión de l ingüística de París, representada por
Mr . Aubin , presentó su juic io sobre la obra de que veni
mos h a b l a n d o ; juicio muy favorable que consta en los ar
chivos de la Comisión científica de México . Mr. Aubin ha
ce a l autor a l g u n a s observaciones de poca importancia so
bre puntos secundarios y de fácil contestación: pero maní- .
fiesta que considera á Pimentel c o m o un sabio, igua lmente
simpático por la e levación de su carácter como por la
extensión de sus conocimientos ; reconoce en la Introduc
ción una de las mejores partes de la obra , recomendable
por su orden, exactitud y moderna erudic ión; v cree, en
fin, que los detal les son prueba de un profundo a m o r al
estudio, de una v iva intel igencia y de una aptitud notable
para los trabajos l ingüíst icos . ' '
Por últ imo, habiendo presentado el S r . Pimentel su obra
al concurso de filología c o m p a r a d a , ce lebrado en Par is en
Octubre de 1876 , y al de filología V o l n e y , c o n v o c a d o por
el Instituto de F r a n c i a , fué premiada en a m b o s con una
m e d a l l a de o ro ; pruebas evidentes de que todos reconocen
el saber profundo y la vasta erudición filológica de este me
xicano dist inguido.
E n 1 8 7 4 - 1 S 7 5 se hizo una nueva edición del Cuadro
descriptivo, en la cual las anteriores fueron mejoradas y
enr iquecidas notablemente por el autor .
97
I I I .
C o m o descanso á aquel los trabajos l ingüísticos, que prin
c ipa lmente han ocupado la atención del Sr . Finiente! ,
nuestro autor ha escrito y publ icado en diversas épocas otras
obras l iterarias, que, siendo de g rande influencia y util idad
en la l iteratura y en las cuestiones históricas y sociales de
la Repúbl ica , han contribuido mucho á afirmar y aumen
tar su reputac ión .—En 1864 dio á luz una Memoria sóbre
la raza indígena de Aíéxico, d iv id ida en cuatro partes : los
indios en la ant igüedad, — l a conquista y la predicación
del E v a n g e l i o , - - l a s leyes de Ind ias— y situación actual
de los indios ; l ibro que mereció entusiastas e logios de la
prensa, y del cual se ocuparon detenidamente a lgunos es
critores mexicanos , y otros de A l e m a n i a , F r a n c i a y los Es
tados Unidos. Después publicó otro curioso estudio con el
título de í,a l'.conomía política aplicada á la propiedad terri
torial de A/cxico, que también íué juzgado favorablemente,
merced á sus observaciones juiciosas y oportunas, y ¡i la
c lar idad y acierto con que aparecen expuestas. En el pe
riódico literario El Renacimiento, y más tarde 'en El Do
mingo, comenzó á ofrecer al público su interesante é ines
t imable Biografía y crítica délos principales poetas mexi
canos, que es una serie de estudios literarios, llenos de no
vedad y de atract ivo, de fundados juicios y a m e n a erudición,
d ignos de figurar en primer término entre los materiales
que más tarde han de servir para formar la historia de la
literatura mex icana . S e g ú n el plan de esta obra , el Sr . V'\-
mentel e x a m i n a r á á la luz de una crítica i lustrada, impar
cial y severa, las composiciones de Sor Juana Inés de la
1 2
9 8
Cruz , Sartorio, Navarre te , Ochoa , G r i e g a , Sánchez de T a -
g le , R o d r í g u e z G a l v a n , Goros l iza , C a l d e r ó n , Pesado , Car
pió y Va l l e . Has ta hoy, el público solo ha podido leer al
gunos de estos estudios.
Entre los trabajos sueltos del Sr . P imente l , merecen par
ticular mención las disertaciones y dictámenes leídos en la
Sociedad de Historia N a t u r a l , y en la A c a d e m i a Mexica
na de ciencias y l iteratura, á saber : una, " s o b r e si la lin
güística puede considerarse como una ciencia natura l , c o m o
lo quieren a lgunos s a b i o s ; " otra, sobre la v ida y méritos lite
rarios de la poetisa Sa fo ; un juicio crítico de las Fábulas de I ) .
J o s é Rosas , y otro sobre una composición poética de i). J o
sé M o n r o y ; un discurso sobre el otoiul; y finalmente, un
notable opúsculo de 1 2 7 páginas sobre la poesía erótica de
los gr iegos , que sirve de impugnac ión á otro discurso de \ ) .
Ignacio Ra mír ez leído en el L i c e o H i d a l g o de esta c iudad.
Este escrito del Sr . Pimentel es, en mi sentir, una pieza li
teraria de gran va l ía , por su abundante erudición clásica,
sus juicios rectos y severos, su g a l a n u r a de dicción y el gran
caudal de noticias literarias que contiene, y que verdadera
mente instruyen y deleitan al lector; por él se ponen de re
l ieve, a d e m á s , la ilustración del autor, y la profundidad,
var iedad y solidez de sus conocimientos.
H o y el Sr . Pimentel continúa escribiendo su Biografía
y crítica- (te los poetas mexicanos; p repara p a r a la prensa
sus Escritos Diversos que dividirá en cuatro partes: His to
ria, Literatura, Lingüíst ica , E c o n o m í a polít ica, y se o c u p a
en formar una Historia de la literatura de México, amena
y científica, aprovechando los numerosos trabajos que y a
ha publ icado en los periódicos.
Concluiré este art ículo dic iendo, que el S r . Pimentel fué
nombrado en 1 8 6 5 Ministro de Méx ico en M a d r i d por el
e m p e r a d o r Max imi l i ano , puesto que no l l e g ó á o c u p a r ; y
que es miembro de catorce corporaciones literarias nació-
09
nales y de doce extranjeras, f igurando entre las primeras
la Sociedad de Geogra f ía y Estadística y la A c a d e m i a Me
x icana Correspondiente ; y entre las segundas , la A c a d e m i a
Histór ica de N u e v a Y o r k , la de Anticuar ios de Fi ladel í ia ,
la Soc iedad Antropológ ica de N u e v a Y o r k , la de Arqueo
logía A m e r i c a n a y la Etnográf ica de Franc ia , la Sociedad
Geográ f ica de Y i e n a . y otras tan sabias como respetables y
dist inguidas.
/
C A S I M I R O C O L L A D O .
| A C T O el Sr . C o l l a d o en el puerto de S a n t a n d e r (l is-
paña) el 4 de Marzo de 1 8 2 2 ; y fueron sus padres
el L i c . D . Franc isco G u i l l e r m o del C o l l a d o , deca
no que fué de aquel Ilustre C o l e g i o de A b o g a d o s , y Doña
Cipr iana del A l b o , señora m u y virtuosa y dist inguida. Mi
zo all í sus primeros estudios con notable aprovechamiento ,
y cursó luego lat inidad con el Presbítero D . C l a u d i o de la
Piedra, cura ecónomo de L i e n d o e n la misma provincia de
Santander , muy entendido en aquel la l e n g u a . — P a s ó des
pués a l C o l e g i o de Esco lap ios en V i l l acar r iedo , y luego á
Burgos , en donde tuvo por compañero a l S r . D . A n s e l m o
de la Port i l la , que tanto se había de distinguir después en
M é x i c o ; y en el Co leg io de aque l la c iudad comple tó sus
estudios de filosofía, retórica y poética. E n 1 8 3 6 dejó á su
patria, y se tras ladó á esta R e p ú b l i c a . A q u í se dedicó á ocupaciones mercant i les ; pero como el que a l g u n a vez ha
102
(.unido aficiones literarias tarde ó nunca las o lv ida , el Sr .
C o l l a d o dedicaba al estudio sus ratos desocupados, y mer
ced á esto, pudo aprender los idiomas inglés, francés é ita
l iano. F o r m ó también su exquisito gusto con la lectura de
los buenos ingenios españoles ; y como á la sazón se ha l la
ba en la edad juveni l , dotado de excelente y rica inspira
ción poética, en medio de una naturaleza espléndida , l lena
de grandes bellezas y de pomposa majestad, pronto sintió
deseos de ensayarse en la lira y de t ras ladar á sus cantos
los afectuosos sentimientos de su c o r a z ó n . — E n 1 S 4 1 publ i
có El Apuntador, periódico de l i teratura y crít ica teatral ,
en colaboración con I ) . J o s é M a r í a L a f r a g u a , y a l l í apare
cieron sus pr imeras composiciones poét icas . F u é también
redactor de El Liceo Mexicano, uno de nuestros periódicos
literarios más es t imados ; usando en aquel el seudónimo de
" F a b r i c i o N ú ñ e z , " y en éste, otro que no recuerdo.
E s t a b a entonces de m o d a el romant ic i smo; se habian de
jado á un lado la escuela clásica y sus modelos , se seguía
la corriente de l a novedad, y todos los que se dedicaban
al cult ivo de l a l i teratura iban á buscar la fuente de sus
inspiraciones á mundos extraños y hasta entonces o lv idados
quizás por la poesía . A l g u n o s se complac ían , ext rav iando
l a m e n t a b l e m e n t e los f i n e s del arte, en d a r á s u s composi
ciones un tinte sombrío y desconsolador, inspirado por fú
nebres ideas, por prematuros desengaños de la v ida, por
deseos raros é inexpl icables s iempre, y a lgunas veces no con
formes con lo eme dictan la recta razón y un corazón sano.
C a n t a b a n la tristeza de los sepulcros ; pero en vez de en
contrar en el la pensamientos e levados , prorumpian en que
j a s y lamentaciones de ningún fruto p a r a el a l m a : canta
ban las grac ias de la mujer ; pero en esto también se extra
v i a b a n , porque no la querían tal como es y debe ser, —
candorosa , sencil la, e n t r e g a d a á l lenar su deslino en la tier
r a ; — sino que se empeñaban en creerla revestida de dotes
1 0 3
tan solo soñadas por sus enfermizas imaginac iones ; en una
pa labra , los poetas románticos, que tan felices sátiras ins
piraron á los ingenios jocosos de la época , eran lánguidos
al mismu tiempo que escépticos, de una melanco l í a empa
lagosa é insufrible, sin verdad en los sentimientos (pie que
rían expresar . L a natura l idad y la sencillez estaban dester
radas de sus obras ; y una vez escogido el tema que habían
de desarrol lar , el cual estaba siempre en la d u d a y en la
desesperación, ó bien en las fúnebres sombras de una iglesia
ó de un cementerio, lo revestían de una forma ininteligible
y hueca, adoptaban un estilo h inchado, y todo era exc la
maciones y lamentos .
T a l fué la época en que aparec ió el Sr . C o l l a d o ; y pre
ciso es decir que se sintió arrastrado, aunque contra su vo
luntad tal vez, por la poderosa corriente; y que dio á sus
composiciones a l g o de la sustancia y de la forma de la es
cuela románt ica . Pero , ¡qué distinto camino siguió él ! Su
romanticismo fué de buena ley , sin los defectos señalados
antes, e x p u r g a d o de exagerac iones y falseamientos por la
severidad de una razón i lustrada, y sobre todo, por las exi
gencias de un finísimo y de l icado gusto. L a s composicio
nes del Sr . C o l l a d o en aquel la época lo reve lan : en el las
hay sana y espontánea inspiración; sentimientos verdade
ros expresados con ingenua faci l idad; una dicción castiza,
tersa y bien cu idada , y altos pensamientos que producen en
el án imo melancó l i ca impresión y dulce y apac ib le tristeza.
Bien se comprende que en el corazón del poeta no habia
fingidas ternuras, ni falsos y desconsoladores desengaños .
A h o r a , por lo que hace á la forma de este género de
composiciones del Sr . C o l l a d o , véase el siguiente autoriza
do juicio que formó el .Sr. R o a B a r c e n a : — " S e e n g a ñ a r í a ,
díce, quien, sin conocerlas , j u z g a r a de la forma de las. poe
sías románticas de C o l l a d o , por las muestras que la igno
rancia y el mal gusto dejaron en el c a m p o del románticas-
1 0 4
m i ) , y que aún suelen tener imitadores. N o lo fué C o l l a d o
de quienes parece que cifraron el mérito de sus composi
ciones en la oscuridad y la hinchazón, y en el quebranta
miento de las reglas todas de l arte, sin excepción de las
g ramat ica les ; produciendo monstruos como el de que h a b l a
Horac io en su Epís to la á los Pisones, y sustituyendo una
jer igonza infernal á la noble y rica h a b l a de los R io ja y
Argenso la . Si por una parte cedió al torrente de la m o d a
literaria, t iránica c o m o todas las modas , infiérese que eslu
dió los modelos latinos y los del s iglo de oro de la litera
tura caste l lana, de l hecho innegable de haber mostrado
juicio y buen gusto en la m a y o r parte de sus composic io
nes. A semejanza del D u q u e de R i v a s y de a lgunos otros
escritores contemporáneos , tomó del romantic ismo lo que
en real idad tenia de b u e n o : la profundidad en el sentimien
to, la v iveza en las imágenes , la energía en la e locución,
la novedad y la bril lantez en el conjunto; y á esto se debió ,
sin duda , el a g r a d o con que fueron acogidos y con que hoy
mismo se leen sus primeros e n s a y o s . "
E n efecto: revestidas de estas cual idades las primeras
obras poéticas de nuestro a u t o r , — r e c o m e n d a b l e s s iempre,
pero en aquel la época más, porque formaban contraste con
las de otros poetas escasos de inspiración y de juic io , — e s
por demás a g r e g a r que l l amaron ex l raordinar iamenle la
atención de los inteligentes y que causaron positivo entu
siasmo en los corazones juveniles amantes de las bel las le
tras. E n breve t iempo se hizo popular el nombre del S r .
C o l l a d o , c o m o lo eran los de Pesado , Carp ió y otros; y en
los círculos i lustrados de Méx ico fué visto también con es
timación y s impatías . T o d o s leían embelesados sus produc
ciones d a d a s á luz en El Liceo Mexicano, y eran repetidas,
a d m i r a d a s y ensalzadas por las personas de buen gusto
apreciadoras del verdadero mérito.
Ci taré ahora , en confirmación de los juicios anteriores,
105
a lgunas fio las más bel las composiciones románticas <le nues
tro p o e t a . — S u s Orientales y su leyenda Zelmira tienen el
perfume y la entonación peculiares de la l iteratura en que
este género poético se inspira ; las fantasías Su Oración, Los
Muertos (imitación de Zorri l la) y Esperanza perdida, son
ingeniosas y de l icadas , y c o m o modelos de poesía descrip
tiva pueden ponerse , por su sencillez y c l a r idad , a l g u n a s
estrofas de Laura en el templo, Las Palmas. Pensamientos
del Crepúsculo, Dia nublado y Paisaje. H a y hermosas ideas
filosóficas, ternura de sentimientos, y muy felices y bri l lan
tes imágenes en Era un sueno, Una mujer triste, La flor
muerta, Un niño que llora, Esperanza de la vida y En la
iglesia de***; siendo notables en todas estas piezas la g a l a
nura de la dicción y la propiedad de los epítetos. En la
muerte de mi hermana, le ída en la A c a d e m i a de San Juan
ele I.<etran, es una composición muy sentida y del icadís ima
que respira piedad cristiana y b l a n d a y suave tristeza. Dice
el poeta:
Del a lba las neblinas,
D e la tarde las nubes
Alzanse á las esferas cristalinas.
T i e n d e hac ia a l lá el espíritu su vuelo :
A l l á ¡santa oración! temblando subes ;
A l l á tornan alegres los querubes :
Q u e es patria de los ángeles el cielo.
L a s magníf icas octavas al Amor y la poesía t i tu lada :
Veintiún años, merecen especial menc ión ; la pr imera por
sus acertados pensamientos, y la s e g u n d a por su m e l a n c o
lía, su riqueza de ideas, su fácil y armoniosa r ima. V é a n s e
los versos con que comienza la ú l t ima:
13
1 0 6
F ina lmente , su poesía s a g r a d a Cult*a y Pena es conmo
vedora , y está l lena de unción p iadosa : sus romances Tal
agravio tal venganza, y Un rey caballero, tienen interés dra
mát ico ; y sus composic iones Luto y Gloria (al 2 de M a y o
de 1808) y America, le ída ésta en la sesión inaugural del
A t e n e o de México , se distinguen por su inspiración enérgi
ca y v i g o r o s a . — R a estrechez del espacio de que puedo dis
poner no me permite copiar , c o m o quisiera, a lgunas de las
más bel las estrofas.
I I .
R é s t a m e solamente hab lar de las composiciones que el
Sr . C o l l a d o escribió en la s e g u n d a época de su v ida lite
rar ia , c u a n d o , apartándose de la escuela romántica , siguió
las huellas de los clásicos, y escogió asuntos y formas de
¡Venid á mí , recuerdos d e la infancia;
Ven id , memor ias de la e d a d tranqui la ,
Kn que , cual r ica fuente por el m á r m o l ,
Por la inocencia resbaló mi v ida !
Venid á m í ; pasad ante mis ojos,
Ref le jándoos en mi á n i m a tan vivas
C o m o en las quietas aguas de los lagos
Ras rojas nubes que en los aires g i ran :
Y cual p a s a n d o v a n , sin que en las ondas
1 .a débil huel la de su sombra i m p r i m a n ;
As í pasad fantásticas, borrando
De vuestras huel las la señal impía .
107
distinto género, sazonados ya unos y otras por más detenidos estudios, y razonamientos más severos y delicados. -Estas nuevas obras de nuestro poeta "muestran, —como observad Sr. Roa Barcena,— un conocimiento más profundo y un manejo más franco y expedito del idioma y del arte poética, lo cual se revela en la mayor claridad y precisión de la frase, en la riqueza de la rima y en la elegancia verdaderamente horaciana de giros y períodos. Estimamos propicia para la fama del autor y para el adelantamiento de nuestra bella literatura, la circunstancia de que hoy pueda aquel aunar en sus composiciones á la unidad, sencillez, claridad y aticismo de que la Grecia dio al mundo lecciones que no caducan ni caducarán, el vigor de inspiración y de estilo que constituye acaso el rasgo más característico de estos versos, y cuyo germen, si bien ha de existir en la índole misma del poeta, es casi seguro que se desarrolló en los cármenes del romanticismo, cuyo trazo es debido á ingenios de la categoría del Dante y de Shakespeare."
Entre eslas composiciones clásicas del Sr. Collado ocu pan distinguido lugar dos Meditaciones, y las tituladas A7 sueño del infortunio, El sueño de la prosperidad, dos Ele
gías (una con motivo de la muerte de D. Manuel Carpió) y sus dos famosas Odas á España y á México. —"Cualquiera de estas composiciones, —continúa el Sr. Roa Barcena,— por sí sola habría bastado para conquistar el lauro á su autor; así como las dos ó tres de Fernando de Herrera que conserva el parnaso español bastan á la generación actual para admirarle. En El sueño del infortunio y en A7 sueño de la prosperidad brillan la filosofía y la caridad en versos acabadísimos y cuya elegancia los constituye acaso en los mejores del tomo á tal respecto. Eas Odas á España y á México llenan las condiciones de su género: inspiración ó numen, grandeza de pensamientos é imágenes, valentía
i o 8
ele conceptos, el ordenado desorden causado por los arrebatos del entusiasmo, la pulcritud y nobleza de la frase, lo escogido de la rima, la rotundidad y melodía de los versos; todo reúnen ambas odas." En la dedicada á México, "la pintura del aspecto físico del país con la variedad de sus zonas y productos, con sus volcanes, sus torrentes, sus rios y lagos, sus fieras y aves, sus minas, sus terremotos y su espléndido cielo, constituye un cuadro de mano maestra ejecutado con amore, como dicen los italianos; y en que se admiran el colorido, el tono, la armonía y la vida que ofrecen los paisajes de Claudio de Lorena y algunos de los admirables lienzos de nuestro Landesio."
Esta inspirada y bellísima Oda á México lia conquistado al Sr. Collado el título de "Cantor del Anáhuac."— Véase su introducción:
Tú, cuya frente se remonta al cielo Emula de sus grandes luminares, De perdurable hielo Circundada con nítida corona, Morena Venus de la indiana zona, Salida de la espuma de dos mares; Oye la voz de agradecido bardo Que por bella é infeliz dos veces te ama: Quizás, cual del cansancio olvido pone Sombra de fresno en caluroso Junio, El himno rudo que mi amor entone Breve espacio suspenda tu infortunio. ¡Ojalá que del vate el sacrificio Tornase el cielo á tu anhelar propicio!
Y sigue luego e.ita magnífica descripción:
roo,
¡Con qué grandiosa majestad ostenta De hermosura y poder la doble pompa Natura aquí risueña y opulenta! En breve espacio abarca De opuestas zonas los distantes climas; Desde la baja, tórrida comarca Que con lengua salobre el ponto adula, Hasta la alta región en cuyas cimas, Escollo á los marinos huracanes, Coronadas de témpanos de hielo Llevan hasta las márgenes del cielo Sus multiformes crestas los volcanes.
De ellos las aguas límpidas descienden Que en frescas ondas la planicie inundan: Las fértiles cañadas dó se extienden, Los anchos valles que al pasar fecundan, Tapizan flores de carmín y gualda, Praderas de esmeralda, Mieses de dulce caña ó rubia espiga, Las plantas todas que en perenne Mayo El suelo de los trópicos prodiga.
En 1 S 7 0 y 1 8 7 1 escribió el Sr. Collado algunas nuevas composiciones que dio áluz en El Domingo; y en Octubre de 1 8 7 5 remitió á Madrid su sentida y elocuente elegía En la muerte del gran poeta Don Gabriel García Tassara pa
ra que formara parte de su Corona literaria, —correspondiendo así el Sr. Collado á la invitación que para tal objeto le habia hecho el inolvidable D. Fermín de la Puente y Apezechea, mexicano.
El Sr. Collado es una de las figuras más simpáticas de nuestra literatura; su amor á México, su entusiasmo por e] adelanto y embellecimiento de su poesía, no menos que sus
I I O
particulares aficiones y gustos, han hecho que en todas épo cas haya él tomado parte en nuestro movimiento literario: su nombre está unido al de los que con sus consejos y su ejemplo han guiado por buen sendero á la juventud estos últimos años.—A todos ha alentado con su benevolencia; todos le estiman y consideran, porque saben que á una modestia excesiva, une las cualidades del verdadero literato y de un hidalgo y cumplido caballero; y aunque por aquella circunstancia su nombre suena menos que otros muchos, nadie en México ignora el señalado lugar que ocupa en nuestra literatura contemporánea.
Actualmente el Sr. Collado forma parte de la Academia Mexicana Correspondiente, en la cual se ha distinguido por sus vastos conocimientos literarios y por sus trabajos.
D O N
I G N A C I O A G U Í L A R Y C A R O C H O .
I
RANDHS males, y de todos géneros, causan siempre á la sociedad las revoluciones y las discordias políticas; pero entre todos ellos no hay quizá uno
de tan grave trascendencia, como el injusto aislamiento en que después suelen quedar los hombres notables y los entendimientos superiores que de alguna manera se mezclan en aquellas. De nada servirá que estén revestidos de sobresalientes méritos y de cívicas virtudes; en vano se reconocerán sus excelentes dotes administrativas y de gobierno, su honradez, su energía; y en vano también las personas sensatas y juiciosas, con el deseo de que esos hombres distinguidos tomen parte en los negocios públicos, podrán recordar y alegar á la faz de los partidos vencedores, los servicios que han prestado á la sociedad y á la patria. Un estigma de maldición parece haber caído sobre sus frentes, pues tal es el desden, la indiferencia con que se les ve des-
I 1 2
pues ríe su denota; olvidándose los que tal hacen, de que este sistema de conducta impide por completo el mayor concurso de inteligencias ilustradas para trabajar en bien de los intereses nacionales. Y hé aquí por qué vemos cine en México, los hombres verdaderamente ameritados y patriotas, de vastos conocimientos y de gran reputación científica, viven en la oscuridad y en el silencio, alejados de todo movimiento político, sin participación alguna en los asuntos que ellos podrían desempeñar mejor sin duda que las inexpertas manos que suelen tenerlos á su cargo.
Nuestras discordias civiles, y con especialidad las guerras de la reforma y de la intervención, vinieron á ahondar más y más el abismo que ya existia entre los que no profesaban las mismas ideas en religión y en política. Debido á esto, ¡cuántos generales del antiguo ejército, ilustrados, valientes y pundonorosos, están hoy en el abandono y el olvido! ¡Cuántos estadistas insignes, cuántos sabios juris, consultos, cuántos doctos literatos y humanistas permanecen en la oscuridad y no dejan oir su voz, acallada por los odios de partido! A ellos no se les piden sus luces ni su ayuda para acrecer y dar animación al movimiento intelectual de nuestro país. Porque as! son las injusticias humanas; ¡como si la patria no mereciera que en su altar sagrado se sacrificasen los resentimientos y rencores, para que solo hubiese entre sus hijos vínculos de concordia y de fraternal amor. .. .!
El eminente hombre de Estado, el sabio y castizo escritor, el patricio esclarecido cuya vida ha estado siempre dedicada al servicio de la nación mexicana; el Sr. Aguilar y Marocho, objeto de este artículo, ha sido una de las víctimas más ilustres de nuestras revoluciones civiles; y por eso hoy con gusto escribo su nombre en este libro, descosí) de que alguna vez el verdadero mérito salga de su retiro, y de que se le haga por sus compatriotas la debida justicia.
»•3
1 1 .
K! Sr. O. Ignacio Aguilar y Marocho nació en la ciudad de Moi-elia, antes Valladolid, el 1 5 de Setiembre de 1 8 1 3 ; y sus padres fueron D. José María Aguilar y Montenegro y Doña Carmen Marocho y Camina, personas notables por su educación y sus excelentes costumbres. Recibió la instrucción primaria en una escuela gratuita que servían los religiosos agustinos en su convento, y luego en otra sostenida probablemente por los fondos municipales. Emprendió sus estudios secundarios en 1 8 2 4 , asistiendo como alumno externo al Seminario Conciliar, que acababa de repararse de los estragos de la guerra de independencia. Su claro y precoz talento, de que daba repelidas muestras en las aulas, y su ardiente aplicación y provechoso estudio, lucieron que á los dos años entrase al mismo plantel como colegial pensionista; y el Venerable Cabildo Eclesiástico, visto el brillantísimo desempeño de su acto público de lógica y metafísica, lo agració con una beca de merced. Continuó obteniendo siempre los primeros lugares y premios de sus cátedras, con gran admiración de maestros y condiscípulos; de tal manera, que estudiando todavía segundo año de jurisprudencia, fué nombrado espontáneamente por el limo. Sr. Obispo Portugal, profesor propietario de gramática castellana, y en seguida catedrático de toda latinidad. —Por este tiempo, abrióse por disposición del Diocesano un concurso para proveer la cátedra de filosofía; y á pesar de que fueron varios los aspirantes, y algunos de ellos eclesiásticos, el Sr. Aguilar obtuvo por unanimidad aquel importante cargo, el cual desempeñó durante tres años bajo
14
H 4
sistema y autores modernos, que eran, por decirlo así, la última expresión de la ciencia. Merced áesta circunstancia, y al singular adelanto de los alumnos, el curso aventajó con mucho á todos los precedentes. También al siguiente año fué nombrado por el Sr. Portugal catedrático inte -riño del curso de filosofía, siguiente al que habia enseñado el año anterior, por haber fallecido el profesor propietario: un éxito igual coronó sus esfuerzos.
El Sr. Aguilar habia concluido ya sus estudios, lo mismo que su compañero el Sr. Munguía que más tarde habia de ser Arzobispo de Michoacan; pero aquellos trabajos le impedían preparar su examen profesional. Ambos pidieron entonces una licencia que les fué concedida, y juntos se recibieron de abogados, con diferencia de unos cuantos dias, en Abril de 1838.—Cuando volvió al Seminario, recibió los cargos de profesor de Derecho Patrio y Derecho Canónico; y presidió además una Academia de Procedimientos Civiles, y suplió algunas veces la cátedra de literatura. * En toda esta época, y aun desde sus estudios de lógica, se distinguió por algunas composiciones eii prosa y verso, así latinas como españolas, que fueron recibidas con general aplauso.
Intima y cordial amistad unia á los distinguidos letrados Aguilar y Munguía; amistad que cada día robustecían más y más la conformidad de ideas, el gusto por los estudios clásicos, y sobre todo, los trabajos de la profesión.—Si juntos, pues, habían proseguido sus estudios y los habían terminado de un modo brillante, juntos se propusieron ejercer las difíciles y delicadas tareas que se les encomendaran: eran dos figuras que honraban altamente el foro de More-1 ia. Pero en 1 8 4 1 le fué preciso al Sr. Aguilar separarse del
* Hizo , pues , lo «lile en a q u e l t i e m p o se l l a m a b a en el p r o f e s o r a d o d e los eo leg ios , carrera <tr cátcil'rus.
" 5
colegio y aun de su ciudad natal, porque los negocios de su numerosa clientela reclamaban su presencia en Guana-juato y San Luis Potosí. Radicóse en esta última, y tuvo la honra de que sus vecinos depositaran en él desde luego su confianza, eligiéndolo patrono de sus asuntos y prodigándole otras señaladas muestras de afectuosa estimación. Allí contrajo matrimonio nuestro D. Ignacio con la virtuosísima Señora Doña Josefa Agttirre, sobrina del Coronel D. Matías Martin y Aguirre, tan conocido en los fastos de nuestra primera revolución.
Grande fué el concepto de inteligencia y probidad que entre los potosinos adquirió el Sr. Aguilar; concepto que, lejos de desmentir, confirmó y robusteció en el desempeño de los cargos á que fué llamado. Se le nombró asesor propietario del Tribunal Mercantil; en seguida Secretario de Gobierno, y al último, asesor general del Estado; empleos todos importantes, difíciles y laboriosos á causa de que en aquella época San Luis Potosí estaba floreciente ensu comercio y era una plaza importante, cuya situación política no dejaba de ser por eso bastante azarosa algunas veces.—Sin embargo de tales circunstancias, el Sr. Aguilar se daba tiempo, en medio de sus múltiples ocupaciones, para consagrarse gratuitamente á la enseñanza de la juventud en su pro-pía casa, cuando, por razones que no es del caso relatar, se cerró el Colegio Guadalupano Josefino, único con que por entonces contaba la capital de San Luis.
Michoacan, entre tanto, no ponia en olvido al hijo que de aquel modo le honraba; y así, en 1 8 4 6 fué electo diputado al Congreso de la Union.—Este incidente obligó al Sr. Aguilar á dejar á San Luis para trasladarse á México.
IIÓ
. I I I .
Comienza aquí la vida pública del Sr. Lic. Aguilur y . Marocho; la cual, como veremos luego, es importantísima, y la que acaso ha contribuido más que nada á derramar sobre su nombre una gran celebridad, no menos que á eclipsar en cierto modo y á hacer olvidar sus dotes de escritor correcto y distinguido. En él, el político ha dominado al literato.
Desde años atrás, como es sabido, la situación política v social de nuestro país se hallaba en un estado completo de desastre y anarquía; ardian furiosamente las guerras civiles provocadas por los partidos que se disputaban el poder; época terrible en cpie una tempestad de odios, ambiciones y venganzas se habia desencadenado sobre la patria, para cegar en su fuente todos los elementos de riqueza y bienestar; época terrible también, porque todos olvidaban sus deberes, para buscar solo su interés propio y dar rienda suelta á su egoísmo y sus pasiones.—"Por tal época, —dice el Sr. Roa Jíárcena,*— el horizonte político se oscurecía con las nubes de una de tantas revoluciones que ha tenido el país, y cuyo guarismo es tan grande cuanto nula ha sido su eficacia para la curación de los males públicos. Más que cambios de linterna mágica, los políticos semejaban por su repetición y rapidez, la sucesión de visos de móvil prisma que deleita y asombra á los niños. El elemento militar parecía determinar exclusivamente tales cambios, recordándonos las más tristes épocas del imperio romano, en que el
* n i í w m f i a d e D. J o s é J o : i . ] U Í n P e s a d o , p á g i n a s 6 6 y ÓÜ.
1 1 7
solio de Augusto habia quedado á merced de los jefes de la guardia preloriana. —Tal circunstancia, —íigi"ega el mismo escritor,— vino á difundir en las principales clases de nuestra sociedad, la opinión á que abrió cauce el opúsculo de 1). José María Gutiérrez de Estrada en 1 840 , de que ni en la forma republicana ni en los solos elementos del país halla-riau remedio eficaz nuestros males, haciéndose necesaria una nueva institución monárquica bajo la protección de las potencias europeas."
Muchos años después de esto, en una época parecida en todo á la anterior, el Sr. Aguiíar llegaba á México, y afligido profundamente ante las desgracias que asolaban á la patria, y deseoso de encontrar una manera enérgica y eficaz de ponerles término, creyó de su deber formar parte de los que de aquella manera pensaban; y en efecto, se afilió desde luego en el partido que aspiraba á una monarquía, llevándole el prestigio de su nombre, el contingente de su talento y de su sensatez política, y aun el de su pa labra y de su pluma. En la Cámara luchó con ardor defendiendo sus principios y atacando á los que prescindían de las ideas para fijarse solo en accidentes secundarios; y allí, como una prueba del aprecio en que tenían todos sus dotes políticas, le hicieron miembro de las comisiones de puntos constitucionales y gobernación, acaso las más importantes y delicadas en aquella época. Cupiéronle al Sr. Aguilar, por estreno de sus trabajos parlamentarios, aquellas borrascosas y célebres sesiones del Congreso Mexicano, en que á veces hasta la vida peligraba. Vinieron luego la guerra llamada de los polkas y la invasión norte-americana, lo cual trajo naturalmente nuevos conflictos y nuevas dificultades: entonces aquel Cuerpo tuvo que emigrar á Querétaro para discutir la paz, en cuyos trabajos nuestro D. Ignacio tuvo alguna parte.
Fué reelecto para la legislatura siguiente, y durante ese
u 8
tiempo redactó uno de los periódicos más célebres en la historia de nuestra prensa, intitulado El Universal, teniendo por compañeros y colaboradores á literatos tan distinguidos como Alaman, Portilla, Diez de Bonilla, Rafael Rafael y Roa Barcena. Trascurrido poco tiempo, recibió el nombramiento de Oficial Mayor de la Secretaría del Tribunal Pleno y Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia; empleo este último que desempeñó hasta que por causa de enfermedad y prescripción de los médicos, se separó con licencia temporal. Ausentóse á San Luis Potosí; y dias después, á instancias de muchas familias respetables y de las casas de comercio más fuertes que le ofrecieron encargarle sus negocios, pidió y obtuvo una licencia ilimitada de la misma Corte, y resolvió entonces establecerse de nuevo en aquella capital. Pero no bien habia trasladado á ella su familia, cuando se le llamó de México por el último Gobierno dictatorial del general Santa Ana para encargarle la cartera de Gobernación, la cual despachó hasta que aquel jefe abandonó el poder y el país á un mismo tiempo.—En esa época fué condecorado con la Cruz de Comendador de la Orden de Guadalupe; con la medalla que se decretó para premiar el mérito distinguido en la Instrucción Pública, é igualmente se le honró con la borla de doctor en Derecho Civil de la Universidad, al reinstalarse ésta el 3 1 de Diciembre de 1 8 5 4 , en unión de los Licenciados D. José Bernardo Couto, D. Juan N. Rodríguez de San Miguel, D. Teodosio Lares, I). Leopoldo Rio de la Loza y otras personas verdaderamente notables por sus luces y su inteligencia.
i ig
I V.
Cayó, como ducia ánies, á consecuencia de la revolución de Ayu.Ua, el gobierno del general Santa-Ana, y el partido victorioso persiguió encarnizadamente á los principales funcionarios de la administración vencida; de cuyas resultas, el Sr. Aguilar se dirigió de incógnito al puerto de San Illas, embarcándose con dirección á Panamá para pasar á los Estados Unidos; pero un recio temporal le arrojó á las costas de Tehuantepee, y de allí resolvió internarse de nuevo en el territorio para procurar su evasión por Veracruz. Sin embargo, no lo consiguió; pues en la travesía, una orden de D. Benito Juárez, gobernador de Oaxaca á la sazón, le hizo caer preso en el pueblo de Don Dominguillo, siendo luego conducido á ¡México por una escolta. Aquí fué puesto en libertad al poco tiempo.
No se crea, empero, que acabaron en esto las penalidades del antiguo Ministro de Santa Ana: en México, por desgracia, es costumbre de los partidos preponderantes hostilizar y molestar con exceso á los que pertenecieron al bando contrario.—Como el Sr. Aguilar había tomado parte en las convulsiones políticas que siguieron á la caída de Santa Ana, señaladamente en las que comenzaron el año de iSc¡6, se le hizo una persecución constante y tenaz, que le puso en la alternativa de sufrir, ó las molestias de una prisión, ó las dolorosas amarguras de la vida azarosa del proscrito. *
* D u r a n t e el g o b i e r n o del g e n e r a l M i r a m o n , h a b l a s ido min is t ro p r o p i e t a r i o d e la S u p r e m a C o r t e d e J u s t i c i a , c a r g o d e <jue le a r r o j ó una n u e v a r e v o l u c i ó n .
1 2 0
1 .os agentes liberales no le perdían de vista, y aun inventaban pretextos para quitarle el sosiego y la libertad; de modo que por sospechas de (pie había tenido participación en las agencias en Europa que dieron por resultado la intervención francesa, fué enviado ala prisión de Granaditas de Guanajuato, de donde salió poco antes del sitio de. Puebla por el ejército francés y de la entrada de éste en la capital de la República.
Una vez consumada la ocupación de la parte principal del territorio, el Sr. Aguilar fué electo miembro de la (pie se llamó J:tnfa de los treinta v cinco, y en seguida de la mucho más numerosa de Notables. En ésta, ocupó la presidencia de la Comisión encargada de presentar dictamen acerca de la forma de gobierno (pie al país convenia adoptar.—Fué el autor de ese célebre Dictamen, sin duda el documento más importante de nuestra historia contemporánea, según el análisis que luego haré de él; y el cual se acogió en aquella respetable Asamblea con aplauso y vivísimo entusiasmo, recibiendo el Sr. Aguilar numerosas felicitaciones de todos los puntos de la República.—Decidida la elección de Maximiliano de Austria, la Regencia designó al Sr. Aguilar para que en unión de otros distinguidos mexicanos pasara á Europa á presentar un voto de gracias á Napoleón III , y en seguida á ofrecer á aquel la corona del nuevo imperio de México.—Aceptada que fué, entre multitud de distinciones y pruebas de confianza del Soberano, alcanzó la de ser nombrado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario cerca de la Santa Sede, primero, y luego cerca de la Corte de Madrid, encargo aquel muy delicado y difícil por las circunstancias de la época. Sin embargo, tanto por su comportamiento en Roma, como por el que observó con el gobierno de la Reina de España, el monarca prodigó al Sr. Aguilar en su correspondencia repetidos testimonios de su cumplida satisfacción. También
1 2 1
como una prueba de ella y de su particular benevolencia, le condecoró con la (irán Cruz de la ()rden de Guadalupe. *
Atacado en Madrid nuestro D. Ignacio de una grave enfermedad, el Emperador le permitió restituirse á México, no sin gran pesar suyo, porque los servicios que en ese puesto prestaba á la patria eran de la mayor importancia y trascendencia para el porvenir de la nación. Mas cuando tocó á nuestras playas, se retiraban precisamente los últimos restos del ejército francés, tanto, que ocupado ya por las fuerzas republicanas el camino de Veracruz á la capital. no pudo atravesarlo, y se vio obligado por este motivo á quedarse oculto en Puebla, donde pasó de esa manera el último sitio sufrido por aquella ciudad.—Los ánimos, al poco tiempo de la catástrofe de Querétaro, quedaron muy apaciguados: pero á pesar de esto, el Sr. Aguilar sufrió todavía algún tiempo de prisión, pues aquí es oportuno observar, que debido acaso á sus altísimos méritos, él ha sido uno de los miembros del partido conservador, en quien más se han enconado los odios de las facciones liberales. Y nada más injusto que esto: lejos de merecer el Sr. Aguilar el olvido en que hoy está; lejos de ser acreedor á los apasionados juicios que acerca de él se pronuncian, es digno de la estimación y gratitud de todos los mexicanos: su patriotismo ha sido en todas épocas tan sincero y puro como ardiente, vivo y desinteresado; su honradez política, intachable y digna de encomio; su amor al engrandecimiento y al bienestar de México, ardentísimo y contenido en los límites de la conveniencia aconsejada por la práctica, y un profundo conocimiento del país; su carrera pública, en una palabra, ha estado dirigida siempre por los más severos principios y las miras más elevadas y patrióticas. Todo lo ha
* D u r a n t e su p e r m a n e n c i a en la C o r t e d e E s p a ñ a p u b l i c ó un int e r é s a m e fo l le to con el t i tu lo d e : Ligero bosquejo de la situación de
A Té. vico. 1 5
1 2 2
sacrificado en bien de esta nación infortunada: salud, riquezas, bienestar, posición brillante, y hasta el sosiego que todos los hombres desean después de una época de continuas luchas. Ha bajado de los puestos más elevados con la conciencia tranquila y las manos limpias, y hoy está pobre; ¡pobreza que le honra y que llama sobre él la admiración y el respeto de todos sus compatriotas!
V .
Puesto en libertad el Sr. Aguilar algunos meses después de la caída del Imperio, volvió á sus trabajos políticos y literarios, fundando La Sociedad Católica y redactando hasta hoy, en unión de otros escritores, el periódico religioso La Voz de México, que lleva más de diez años de salir á luz.—No siendo ya posible la lucha en otro terreno, nuestro incansable D. Ignacio se acogió al periodismo, y en él continúa sirviendo á la patria, como pueden servirla los que están dotados de su maravilloso talento crítico, pensador y práctico. Allí sostiene polémicas importantes y trascendentales en pro de la religión católica y de las reglas que da la Iglesia para el buen gobierno de los pueblos; allí combate á los que pretenden imponer á la nación ideas absurdas y teorías peligrosas y nocivas; desde allí ilustra las más arduas cuestiones que se presentan en la política del país, en el parlamento, en la sociedad, en la literatura; y allí, en fin, se presenta él como decidido y ardiente defensor de la buena causa, la causa del catolicismo y de la patria.
Aparte de IJI Sociedad Católica, La Voz de México y algún otro diario que antes he mencionado, el Sr. Aguilar
1 2 3
lia escrito en otros muchos de distintas épocas y carácter. —políticos, religiosos, literarios y festivos;--- y en ellos ha publicado no pocas series de artículos sobre asuntos diversos que, coleccionados y enlazados entre sí debidamente, podrían formar tratados completos.—Es autor también de innumerables folletos políticos, disertaciones importantes sobre varios puntos de jurisprudencia criminal y civil, y de composiciones poéticas de distintos géneros, algunas de las cuales han quedado inéditas, pues solo unas cuantas han visto la luz pública. Entre éstas goza en México de crecida celebridad su ingeniosísima y aguda sátira Iji Batalla del Jueves Santo, relativa á un ruidoso episodio de la época de la Reforma.
Como escritor, el Sr. Aguilar goza de alta y merecida reputación, y sus mismos adversarios en política y en la prensa, reconocen la superioridad de su estilo, el brillo y tersura de su dicción, sus amenos rasgos y felices pensamientos; todo aquello, en fin, que hace que sea su pluma una de las más gallardas, ricas é ingeniosas que se encuentran en México.—Desgraciadamente, las vicisitudes de su vida y los desengaños que ellas le han traído, no le han dejado nunca consagrarse á obras formales y acabadas, y se ha limitado, por consiguiente, á escritos de polémica, de política ó de exposición de doctrinas jurídicas y científicas, y aun éstos no están reunidos en un cuerpo ni coleccionados. Andan sueltos en periódicos y publicaciones que fueron de circunstancias, en cuadernos ó folletos, expuestos á perecer y á perderse en el olvido, sin que quizá más larde nuestra literatura pueda engalanarse con ellos.
1 2 4
V I .
Ocupa indudablemente el primer lugar entre todas las obras del Sr. Aguilar y Maroeho, el Dictamen presentado á. la Asamblea de Notables de que antes hice mérito.— Prescindiendo de la importancia y trascendencia política de este documento, y juzgándolo solo'como obra literaria, creo que él bastaría por sí mismo para dar á su autor una reputación inmensa y un título de gloria para su nombre; pues escrito en las pocas horas que la premura del tiempo permitía, sorprende cómo pudo el Sr. Aguilar atesorar en él tantos y tan oportunos recuerdos históricos, tantas ideas políticas de ellos deducidas, tantos rasgos felices de crítica filosófica en el compendiado y conciso análisis que hace de nuestras desgracias. Con un método admirable, con habilidad suma, con un espíritu de discernimiento elevadísinio, y con toda la sinceridad que inspiran el verdadero patriotismo y el anhelo de ver feliz á este país desventurado, el Sr. Aguilar estudia, examina, comenta y se detiene á meditar en la historia política de nuestro país desde 1 8 2 1 . Su mirada penetrante lo investiga todo; busca las causas que han detenido nuestro progreso y mejoramiento; se lamenta de los extravíos y mala fe en que han incurrido los gobiernos mexicanos, y expone nuestras necesidades y conflictos para deducir de aquí nuestras aspiraciones; y cuando lo comprende todo, y todo se lo explica, su ardiente y patriota corazón prorumpe, no en inútiles lamentaciones y quejas, sino en vigorosas invectivas contra los verdaderos autores de las desgracias que han aquejado á México, señalando, por último, los únicos medios que podrían salvarlo.—En es-
1 2 5
ta ojeada rápida, pero completa, á la larga serie de nuestras vicisitudes revolucionarias, se ve al hombre de Estado y al político profundo que desecha los detalles para solo fijarse en el origen y la raíz de los hechos. Es acertado y elocuente, cuando describe la triste situación á que llegan los pueblos si los que están al frente de ellos se dejan guiar por sus pasiones y olvidan su deber; denota gran rectitud de criterio al hacer la apreciación de la obra que lentamente han venido formando los diversos bandos liberales que en México se han disputado el poder; y finalmente, la pintura que hace de la reforma y sus estragos, es admirable, elocuentísima, conmovedora, por la vehemencia del estilo y la incólume verdad y dolorosa enseñanza que deja en el espíritu. Es esta una de las páginas más notables que han salido de la pluma de nuestro escritor, y la que mejor pone de manifiesto sus superiores dotes de político y literato.
No puedo resistir á la tentación de copiar en seguida los hermosísimos conceptos que el Sr. Aguilar dedica á España, la amada madre de las jóvenes naciones americanas. —"¡Cuánta gloria derrama la inmortalidad, —exclama el elegante escritor,— sobre la nación, señora de dos mundos, que plantando el estandarte de la cruz encima del ara de los humanos sacrificios, difundió sobre un gran pueblo el esplendor divino de la civilizaron evangélica! Conteniendo los arranques de nuestra ingrata severidad, y colocándonos fuera del alcance de las pasiones, como cumple á críticos imparciales, ¡cuánto no tenemos que admirar entre las huellas que nos dejaron esa serie de soberanos que ex-tendian hasta México su cetro protector, al través de la inmensidad de los mares! Una legislación especial, llena de prudencia y de sabiduría, colocó á los indígenas al abrigo de las tentativas de la malignidad, que nunca dejaría de hacer su presa y de sacar sus ventajas, de una nación humillada por la conquista, débil, ignorante y supersticiosa.
I 2 Ó
No fué el cuidado de un príncipe, sino la esmerada vigilancia de un padre, la que pudo descender en las leyes hasta el nivel de las costumbres y de los vicios habituales de los indios, para dulcificar las unas y precaver los otros, atenuando al mismo tiempo el extremo rigor de las penas ordinarias. El individuo, la familia, las comunidades, las congregaciones, los pueblos formados por gente nativa del país, todo fué objeto del celo de los monarcas, constituidos hasta cierto punto en tutores de las personas y defensores de los bienes de una raza que consideraron digna de su amparo y de su asistencia. Hospicios, hospitales, colegios exclusivamente erigidos para proveer á las necesidades físicas y al cultivo de la inteligencia de sus nuevos subditos, no fueron los menores beneficios que les prodigó la solicitud del Gobierno peninsular.—Ahora, sí paseamos nuestras miradas por la ancha superficie de nuestro suelo: si recorremos los caminos; si bajamos á la profundidad de nuestras minas; si observamos el aspecto de nuestros poblados; por todas partes veremos impreso el sello de una autoridad que se desvelaba por mejorar en todos sentidos la condición de las colonias. Los puentes y calzadas, las principales vías de comunicación, la fundación de ciudades magníficas, los soberbios acueductos, las majestuosas basílicas, los bellísimos palacios, los multiplicados colegios é institutos para todos los ramos de enseñanza, los grandiosos establecimientos de beneficencia para el alivio de todas las llagas de la humanidad. . . . interminable, señores, seria la Comisión, si intentara enumerar los gloriosos timbres de la sabiduría, piedad y munificencia de los soberanos españoles."
El Dictamen acaba, como todos saben, consultando el establecimiento de la monarquía en México.
1 27
V I I .
Ras tlíarias faligas del periodismo, y sinsabores y ocupaciones de otro genero, no impiden que los escritos que hoy publica el Sr. Aguilar, como redactor de La Voz de Méxi
co, sean tan notables como los que anteriormente ha dado á luz: en ellos hay la misma abundancia de doctrina, igual erudición literaria y científica, elevada y sana crítica, estilo correcto y animado, y conocimiento profundo de la nación y de los individuos, de sus males, de sus necesidades y de sus elementos.—Su festivo ingenio, que mal se aviene al parecer con su melancólico semblante, ameniza todas las materias que trata, y nunca está desprovisto su estilo de aquella facilidad, sencillez y donaire que tanto agrada encontrar en los trabajos de la prensa. Por lo demás, lodos en México reconocen en el Sr. Aguilar al escritor satírico más hábil que tenemos. Su crítica es siempre fina, delicada, incisiva y de buen gusto; sus censuras justas y oportunas; sus observaciones, de una causticidad acerba y picante, pero contenida en los límites de lo decencia y la caballerosidad. En su Batalla del Jueves Santo y en algunos otros poemas burlescos que he tenido la fortuna de leer, y que aún permanecen inéditos, hay rasgos felicísimos, dignos de Quevedo.
Aunque el Sr. Aguilar ha sido constante enemigo de los gobiernos liberales que han regido á México, últimamente fué nombrado en comisión con otras dos personas para redactar el Código de Marina de la República; prueba evidente del aprecio en que se tienen su aptitud y su saber.
En suma: sagaz y profundo político; patriota, honrado,
1 2 8
entendido: literato insigne y periodista incansable , que á
su edad lucha todavía con encendido a rdor ; jurisconsulto,
crítico, poeta ; noble y cabal leroso adversar io que sabe aca
tar las reglas de la discusión y la po lémica , el Sr . A g u i l a r
y Marocho es uno de los hombres que más honran á nues
tra patria, y que mayores títulos reúne para ocupar distin
guido lugar entre los mexicanos ilustres contemporáneos .
P K U S B . L I C .
DON T I R S O R A F A E L C O R D O B A .
T.
ACIÓ el Si\ D. Tirso Rafael Córdoba, ornamento §E©vl hoy del clero mexicano, y honra de nuestro foro y
de nuestras letras, el 28 de Enero de 1 8 3 8 , en la Villa de Zinapécuaro, del Estado de Michoacan. Sus padres fueron D. Juan Bautista Córdoba y Doña María del Tránsito Escalante; pobres ambos, si bien de honrado y limpio linaje, y estimados siempre en la sociedad morelia-na por las virtudes y nobles prendas que los adornaban.— Abuelo paterno de nuestro D. Tirso fué el insigne médico y distinguido poeta D. Ignacio Fernández de Córdoba, cuyo festivo ingenio, humanitarios sentimientos, y dulce y bondadoso trato, recuerdan todavía los michoacanos, señalándole como una de sus glorias literarias, pues fué de los primeros en cultivar en el país el difícil género de la fábula. De las muchas que compuso el D. Ignacio formóse un tomo, del cual se han hecho dos ediciones; pero de ellas son hoy
1 6
escasísimos los ejemplares. El satírico poeta, (pie habia vivido con holgura, murió en la más extremada pobreza; y acaso no dejó de tener en ello la parle principal, fuera del carácter desprendido del doctor, el haber servido á la causa de la independencia, uniéndose en Valladolid al Cura Hidalgo en calidad de médico suyo. El Obispo de Michoa-can, D. Marcos Moriana y Zafrilla, distinguióle también con su amistad, y aun le debió su asistencia en los úllimos momentos.
Cuando nació el Sr. D. Tirso, su familia vivia accidentalmente en la referida Villa de Zinapécuaro; pero á poco se trasladó á Morelia, capital del Estado, que era el lugar de su antigua residencia.—Allí estudió aquél los primeros elementos del saber, distinguiéndose entre los niños sus compañeros por su buena índole, por su ardiente y jovial carácter, que no ha desmentido ni en las circunstancias más difíciles, y por su amor al estudio que le granjeó desde entonces señalados premios y la honrosa estima de personas importantes y beneméritas, como el limo. Sr. Munguía, Obispo entonces de Michoacan, el General Don José de ligarte, Gobernador que era del Eslado, y, sobre todo, el magnánimo y bondadosísimo Prelado que rige actualmente los destinos de la Arquidiócesis Mexicana. En efecto, al linio. Sr. Arzobispo, Dr. D. Pelagio Antonio de Labasticla y Dávalos debe el Sr. Córdoba, —como él dice,— "no solo su carrera social y literaria, sino los oficios del más tierno y cariñoso padre."
Era el año de 1 8 5 2 : D. Tirso Rafael contaba apenas catorce de edad y cursaba el aula de Prosodia latina en aquel gran Seminario Tridentino de Morelia, que al impulso del genio del Sr. Munguía y bajo la inmediata dirección del prudente y sabio Sr. Labastida, habia llegado á ser, por su acertado plan de estudios, por su régimen inlerior y por los brillanles resultados que en todas las carreras científicas ob-
* 3 l
ten i a n de él la Iglesia v el Estado, como una especie de Universidad que gozaba de gran crédito en toda la nación Más de quinientos alumnos asistían á sus aulas, y entre ellos los había de Monterey, Zacatecas, San Luis Potosí, Zamora, Silao, Guanajualo, León y otros muchos puntos lejanos de Morelia, sin exceptuar la misma capital de la República. *—A fines de ese año, el joven Córdoba sustentó, en unión de otros compañeros suyos tan estudiosos como él, una oposición pública de toda latinidad, que llamó extraordinariamente la atención de los concurrentes. Mostróse tan versado ya en los clásicos y en las humanidades, no obstante su corta edad; reveló tal ingenio y exquisito gusto en los primeros versos latinos que allí presentó, y tanto placer tuvo la concurrencia por el despejo y lucimiento con que desempeñó el acto, que fué premiado luego con una beca de gracia por los Señores Munguía y Labastida, y este último se declaró, al saber la situación de la familia del joven Tirso, su decidido y constante protector.—Asegurada así su suerte, continuó dedicándose con tesón y magnífico éxito al estudio de la filosofía y también al de la bella literatura; su pasión dominante y favorita desde entonces.
En 1 8 5 3 comenzaron á conocerse sus ensayos poéticos, que más tarde debían hacerle popular en Michoacan, y luego estimado en la nación y fuera de ella. **—En esa época, obtuvo la señalada distinción de ser nombrado socio del Liceo Lturhide, á pesar de que á el solo debían concurrir Bachilleres y personas formadas ya en las letras. De ese
* R e justicia, es m e n c i o n a r aqui al v i r t u o s í s i m o , l a b o r i o s o v m u y e n t e n d i d o P a d r e D . M a r i a n o R j v a s , v e r d a d e r o r e f o r m a d o r del S e m i n a r i o , y á q u i e n se d e b i ó p r i n c i p a l m e n t e el g r a d o d e e s p l e n d o r q u e a q u e l e s t a b l e c i m i e n t o t u v o en la é p o c a á q u e m e re f i e ro .
** La Ilustración Española y Americana d e M a d r i d , dio en 1875
el r e t r a t o de l S r . C ó r d o b a , a c o m p a ñ a d o d e m u y l i son je ros e log ios a sus ve rsos .
1 3 2
Liceo era presidente entonces el distinguido y malogrado literato D. Agapito Ayala y Calvan, celoso y docto eclesiástico, cuya pérdida lamenta todavía aquella Iglesia.
I I .
Hallábase nuestro D. Tirso próximo á concluir el estudio de filosofía, cuando en Junio de 1 8 5 5 el Sr. Labastida, que había sido electo Obispo de Puebla, dejó á Michoacan para trasladarse á su diócesis, llevándose consigo á nuestro poeta en calidad de familiar suyo.—Nuevos y más amplios horizontes abriéronse con esto á la carrera del vate michoa-cano, que bajo tan magníficos auspicios y alta protección, comenzó á darse á conocer en las buenas sociedades de Puebla y de México. La prensa periódica dio á luz algunas de sus composiciones poéticas, las cuales fueron vistas con positivo agrado por'cuantos las tuvieron en sus manos, aun maestros tan doctos y severos como el Conde de la Cortina, D. Manuel Pérez Salazar, D. Miguel Gerónimo Martínez, y otros de grata memoria para las letras nacionales. Acrecentóse notablemente el buen concepto de inteligencia de que ya gozaba D. Tirso, con el acto público de toda filosofía que sustentó á fines de aquel año de 1 8 5 5 en el Seminario Conciliar Palafoxiano, siendo apadrinado por el limo. Sr. Labastida, y presidido el acto por el benemérito y sabio sacerdote D. José María Izquierdo y Reyes. Un gran triunfo coronó sus desvelos.
Después de esto, emprendió los estudios de jurisprudencia con ánimo de estudiar en seguida las ciencias eclesiásticas; pero, por desgracia, en esos momentos comenzó á desatarse furiosamente la tormenta política sobre nuestra
1 3 3
patria.—Al triunfo del Plan de Ayutla, siguió el (¡obierno de Comonfort, y luego las hostilidades contra la Iglesia mexicana. La ley del desafuero eclesiástico y militar, y otras medidas vejatorias y altamente inconvenientes y absurdas, determinaron el levantamiento del ejército, y con él, la aparición de aquellos caudillos reaccionarios que tanto influyeron con sus hazañas en los destinos político-religiosos de la nación. Esta comenzó á cruzar por tremenda crisis desde el primer grito lanzado en Zacapoaxtla. Puebla fué teatro de sangrientas escenas; y el triunfo de Comonfort sobre ella trajo el destierro del limo. Sr. Labastida, á quien no pudieron escudar su inocencia y prudente conducta, de los rudos golpes de aquella revolución, precursora de la Reforma, que debia producir tantas ruinas y sacrificar tantas víctimas.
• El Sr. Córdoba, afectado por tan desgraciados sucesos, y sinceramente adicto á la causa de la religión perseguida, tomó parte en su defensa hasta donde sus fuerzas y circunstancias se lo permitieron; y mucho fué que su carrera no se truncase, y que las olas de aquel mar revolucionario embravecido no lo arrastrasen consigo, como aconteció desgraciadamente á otros muchos.—El Sr. Córdoba regresó al país natal, donde, al escucharse aquel saludo poético de una de sus más bellas y sentidas composiciones,
¡Morelia, suelo querido! Al fin place á mi fortuna Que, como el ave á su nido, Torne á tí, vergel florido, Donde se meció mi cuna,
fué recibido por sus paisanos con grande entusiasmo y simpatía. El Seminario volvió á abrirle sus puertas; y allí, durante los años de 1 8 5 7 y 1 8 5 8 , siguió cursando la jurisprudencia con notable aprovechamiento. Al mismo tiempo
1 3 4
consagraba su pluma á la defensa de los principios sociales en unión de los Martínez, Terceros, Gómez, Ugartes, líe-lauzarán, Cardellacli y otros, que han conquistado justa Hombradía , y algunos de los cuales aun hoy son dignos man -tenedores de la buena causa. Los periódicos La Tempestad
y El Porvenir honraron sus columnas con los trabajos del Sr. D. Tirso, quien á poco fundó con los poetas Góngora y Novoa T.a Posa de Miehoacan; hermosa publicación literaria que mereció los elogios de los ilustres redactores de La Cruz.
La persecución contra la Iglesia crecia, á medida que el digno Episcopado Mexicano defendía los derechos de aquella con ardoroso celo y heroica energía. El Seminario de Morelia fué también rudamente atacado, hasta cerrarle sus aulas y apoderarse luego el Gobierno del edificio, perdiendo muchos jóvenes sus carreras.— Esta desgracia obligó á nuestro poeta á trasladarse á México, para continuar aquí sus estudios teóricos de leyes, y entró al Colegio de San Ildefonso, dirigido ese año ( 1859) por D. Sebastian Lerdo de Tejada. Graduado al poco tiempo de Bachiller en ambos derechos en la Universidad, pasó á Puebla á hacer su práctica de foro para recibirse de abogado, sirviendo entre tanto en aquel Seminario la cátedra de francés ganada en una oposición; pero perdió toda esperanza de alean zar el logro de sus deseos, pues el poder constitucional ponía infinitas trabas á los que habían hecho sus estudios en colegios del clero. D. Tirso entonces se dedicó al profesorado y á la enseñanza de la juventud, y estableció en la Sierra del Norte de Puebla (Zacapoaxtla) un Colegio Preparatorio que dio muy buenos frutos.—En ese mismo tiempo se unió en matrimonio con la estimable Srita. Doña Guadalupe Loaiza, perteneciente á una de las más distinguidas familias poblanas.
1 3 5
I I I .
Entre tanto, la guerra de la intervención se habia encendido, y nuestro D. Tirso tuvo que experimentar nuevos sinsabores y contrariedades: era ya demasiado conocido por sus opiniones y escritos, para que dejaran de hacerlo objeto de sus venganzas aquellos á quienes combatía, una vez establecido en Puebla el nuevo Gobierno, fué nombrado oficial primero de su Secretaría y redactor más tarde del Periódico Oficial.
Cuando regresó al país el Sr. Obispo Labastida, que no habia cesado de proteger al Señor Córdoba, si bien lamentaba que no hubiera proseguido la carrera eclesiástica, le previno que viniese á México á recibirse de abogado, lo cttal efectuó en 1 8 6 4 . — A la sazón, acababa de pasar aquella funesta crisis determinada por el tratado secreto de Miramar, que hizo revivir los elementos contrarios al catolicismo de México. El Sr. Córdoba habia sufrido también en Puebla las consecuencias de esta ruptura, y con gusto se decidía ya á consagrarse únicamente á los trabajos del foro, sin acordarse de que la política es un terreno que atrae al que una vez lo ha pisado, cuando al cabo de algún tiempo de desempeñar el Juzgado de Tepeji de la Seda, fué llamado á México por el Sr. Escudero y Echanove á servir el empleo de Jefe de la Sección 1 * del Ministerio de Justicia; y luego el Sr. Lares lo hizo además su Secretario particular. * En seguida pasó á ser Secretario general del Gobier-
* Es te e n c a r g o lo h a b i a d e s e m p e ñ a d o a n t e s , c e r c a de l Sr . JMun-g u i a . U . T i r s o R a f a e l s i r v i ó t a m b i é n al l a d o d e los S r e s . V e l á z q u e z d e L e ó n y D . J o s é F e r n a n d o R a m í r e z , q u i e n e s le e n c a r g a r o n la form a c i ó n d e los Boletines ele I^yes d e a q u e l l a é p o c a .
1 3 6
no de Puebla, y en este alto puesto lo sorprendió la caída del Imperio, siendo perseguido á muerte á causa de sus escritos y demás servicios prestados por él al partido vencido. Afortunadamente, el Sr. Lerdo de Tejada, miembro del nuevo Gobierno, y que profesaba á nuestro poeta grande estimación, hizo que pudiese consagrarse libre y pacíficamente á sus negocios profesionales, retirándose ya á la vida privada en el Estado de Tlaxcala. Combatido todavía allí por el odio político, vínose á México; é infatigable en sus trabajos, fué uno de los fundadores de la Sociedad Católica y del periódico de igual nombre, lo mismo que de La Voz de México, Ángel de la Guarda é Idea Católica. En
todos ellos dio á luz artículos de polémica religiosa y filosófica, y muy bellas poesías.
Su espíritu de propaganda y su carácter generoso y desprendido, no le dejaron quieto mucho tiempo en la capital, y salió de ella para ir á fundar Sociedades Católicas en el antiguo teatro de sus luchas, Puebla, San Andrés Chalchi-comula, Cholula y Huamantla. De las dos primeras fué nombrado presidente, é inició en todas obras muy importantes y benéficas.—El voto del Distrito de Teziutlan lo puso al frente de su jefatura política en 1 8 7 2 , y el de Za-capoaxtla lo elevó como Diputado á la Asamblea Legislativa de Puebla; pero mal avenido con las trabas que el espíritu de partido puso entonces á los católicos, especialmente la de la protesta á las leyes de Reforma, volvió de nuevo y para siempre á la vida privada, y á sus tareas en las sociedades católicas y en la prensa religiosa. En Puebla fundó el Liceo Carpió con muy aventajados discípulos suyos en jurisprudencia y literatura, y redactó varios periódicos, como El Obrero Católico, El Hijo del Obrero, La Lira
Poblana, El Ancora, La Oliva, y otros varios. Por último, habiendo tenido la desgracia de perder á su
esposa en 1 8 7 8 , abrazó el estado eclesiástico en 28 de Se-
' 3 7
tienihre del año próximo pasado. ¿Quién podrá expresar las diversas y encontradas emociones del Sr. Córdoba al salir de esta capital para dirigirse á Morelia á cantar allí su primera misa? El poeta volvía al patrio suelo después de veintiún años de ausencia, con una profunda herida en el alma y el corazón henchido de todo género de recuerdos; triste, solo, desengañado. .. . Iba á estrechar en sus brazos á su anciano padre que lo esperaba; iba á ver á sus amigos de la infancia y de la juventud, á recorrer lugares queridos que tal vez no había olvidado.... Y no era ya el estudiante de otro tiempo, el mancebo entusiasta que soñaba con la gloria y el mundo, el cantor apasionado de las alegrías y venturas de la adolescencia: era ya otro; era el veterano de la vida, no obstante que se encontraba en la madurez de la edad; conocía las penas, la embriaguez del triunfo, las dulzuras domésticas, las fatigas de la lucha, la amarga hiél del desengaño, todo, en una palabra; y á la sazón se veía sacerdote de Jesucristo, ministro de su altar, dispuesto á un nuevo género de lides. . . . ¡Cuántos motivos para sentir hondamente y bendecir al Señor. .. .!—Morelia, que no ignoraba los laureles conquistados por el Sr. Córdoba en su carrera, se puso de gala para recibir á su hijo querido, y todos se esmeraron en prodigarle finas y merecidas atenciones de cariño, especialmente su maestro el limo. Sr. Arzobispo de Michoacan, Dr. D. José Ignacio Artiga. Algunos dias después regresó á México.
Tal ha sido la vida del Sr. D. Tirso Rafael Córdoba; vida laboriosa, de continuas luchas, de infatigable propaganda, de sacrificios sin cuento en favor de causas tan nobles como la religión, la patria, la literatura, el periodismo católico y la enseñanza de la juventud. Soldado y poeta, hombre de gobierno y de combate, político, letrado, escritor, este distinguido hijo de Michoacan es una de las glorias más puras de aquel suelo, patria de muchos que en
1 7
>38
este siglo lian ilustrado y honrado altamente la historia mexicana.— Hoy nuestro D. Tirso reside en esta capital, para gala y ornamento del clero de México: el limo. Sr. Labas-tida lodistingue con un cariño de padre y con su benevolencia de Prelado: lo tiene cerca de sí como su Secretario particular, y le ha dado además los cargos de Promotor Fiscal de la Curia Eclesiástica, de Secretario general del Óbolo de San Pedro y del Apostolado de la Oración, de catedrático de literatura en el Seminario y Redactor del Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús. Otros empleos más altos le esperan sin duda en la carrera que tan brillantemente ha comenzado; pues sus méritos, su claro talento, su amor al estudio, su dedicación y celo para cumplir los deberes que el estado le impone, y otras circunstancias no comunes que en él concurren, le abren ancho porvenir en la Iglesia mexicana.
I V .
Veamos ahora las obras de nuestro 1). Tirso.—Aparte de los numerosos artículos políticos, religiosos y literarios que ha dado á luz en los periódicos, ha publicado los libros siguientes: Poesías (un vol. 3 5 0 págs.: 1 8 7 4 y 2 * edición 1 8 7 8 ) ,
Cartas á Fausto, Manual de Literatura, Mosaico Alexica-
no (libro de lectura para las escuelas), Historia elemental
de México, Lavalle Mexicano (devocionario), varios dis
cursos sueltos, y traducciones de los Cuentos de Navidad
de Carlos Dickens, de La Moral filosófica del P. Daniel, de El Clericalismo, y del opúsculo sobre Pió IX, de Luis Veuillot. En 1 8 7 6 puso prólogo alas obras poéticas de D.
T 3 9
Manuel Pérez Salazar y Venegas,- uno de los hombres más notables que ha producido Puebla.
Como poeta, el Sr. Córdoba ocupa uno de los primeros y más distinguidos lugares del parnaso mexicano: rica y verdadera inspiración, excelente gusto, amena y pintoresca fantasía, gran facilidad para la versificación, y sentimientos tan vivos como delicados: hé aquí las cualidades principales que lo caracterizan. Sus poesías sagradas rebosan piedad y dulzura; son candorosas y apacibles, y están llenas de nobles y profundos pensamientos que revelan al creyente apasionado de su religión, al filósofo que medita en las bases de la doctrina que profesa, al poeta, en fin, que ve en las creencias católicas, fecundos y hermosos manantiales de suprema belleza y de exquisitas delicias para el alma. En esas poesías, además, hay magníficos arranques del más puro y encendido amor á Dios: hay unción mística; hay algo que permite adivinar la candida fe y la sencilla humildad del corazón del poeta,-que ante todo es un corazón cristiano. Sí: en esos himnos, en esas plegarias, en esos suaves y dulcísimos cantos, se refleja toda entera la bellísima alma de Tirso, dispuesta siempre á la bondad y á los sentimientos generosos.
El Sr. Córdoba es el cantor de la Virgen María, y á esta Señora Inmaculada ha dedicado los más armoniosos acentos de su lira. ¡Qué blanda y amorosa ternura tienen sus versos cuando ensalza las glorias de la Madre de Dios! ¡Cómo se enciende su corazón al dirigirle sus plegarias, al bendecirla, al entonar en honor suyo ardientes y sentidas alabanzas! Su inspiración, en esos casos, parece más espontánea que nunca; la forma de sus composiciones más gallarda y limpia; más frescas y propias las imágenes; exquisito el perfume de las flores de su ingenio.
Entre las muchas poesías sagradas y morales que podria mencionar aquí en confirmación de estos juicios, señalaré
140
únicamente las tituladas: A Marín, ¡'legaría á la ínmaeu-
latía Madre de Dios, Al Sagrada Corazón de María, El
Camino de la Amargura, y sobre todo, su bellísimo canto á La Caridad, ardiente, sentido y conmovedor. En La Ora
ción de un anciano (traducción de un anónimo francés escrito en prosa), no se sabe qué admirar más, si la tierna melancolía y dulce piedad de las ideas, ó el tono, el colorido, el armonioso conjunto de la corrección del lenguaje y de la inspiración poética. Y esto puede decirse también de su meditación En un Bosque, de Una Madre, La vuella al
hogar, Recuerdos, A ná hermano José al cantar su prime
ra misa, Epístola al Sr. Lic. JV. Antonio Moran y Canción
epitalámica: composiciones todas llenas de sentimiento y regalada fragancia, en que el poeta deja ver discretamente los tesoros de su corazón; expansiones delicadas de una alma que ama y se recrea en todo lo bello; desahogos líricos, en tin, de una imaginación entusiasta y ardiente, sensible y soñadora. -Por lo demás, las Poesías del vate michoaca-no son tle una corrección y limpieza poco comunes en estos tiempos de corrupción literaria: la frase está siempre bien cuidada, las imágenes bien escogidas, los asuntos son elevados y nobles, dignos todos de una musa cristiana; y en general, la colección entera Tevela buenos estudios, esmerado cultivo y afición decidida á la clásica poesía española. De manera que en el Sr. Córdoba se unen felizmente el hondo y exquisito sentir, la frescura y vehemencia juveniles, y la correcion, la severidad de la forma.
Como prosista, nuestro autor es igualmente de lo más notable que tenemos en México: su l'rólogo á las Poesías de Pérez Salazar, obra pequeña pero esmeradamente trabajada; sus Cartas á Eausto, sus obras didácticas, y aun sus traducciones, dan á conocer al buen hablista, al escritor fácil, de estilo claro, sencillo, sin manchas de galicismos ni giros forzados.
1 4 1
Honda sensación causaron en el periodismo mexicano las Carlas ilt.'l Cura de la Sierra dirigidas á Fauslo, seudónimo aquel bajo el cual se ocultó el Sr. Córdoba. He aquí la historia de estas Cartas:—Un escritor liberal, de talento y crecida influencia entre los literatos de su partido, publicaba unos artículos con el título de Bosquejos, en los cuales censuraba acremente y ridiculizaba con saña, el sistema antiguo de enseñanza, más por ser religioso que por otra cosa: ponia en caricatura á los eclesiásticos y á los maestros de escuela de aldea; se desataba en improperios contra el Padre Ripalda y su Catecismo; pedia la completa abolición de ese sistema, y aconsejaba la persecución de los (pie todavía lo practicaran; finalmente, concluía proclamando .sus ideas acerca de tan delicada materia, describiendo al mismo tiempo la escuela tal como á su juicio debe existir en el siglo X I X , la es-uela-modelo, como él la llamaba. Odiosidad contra la religión y el clero católico, y no un estudio imparcial y severo de la instrucción pública en México, revelaban aquellos artículos; y la injusticia con que el autor procedía en sus juicios, causaba en los corazones la más amarga indignación.
El Sr. Córdoba salió á la defensa de la verdad, y se pu-so enfrente de aquel escritor, que de una manera tan infundada, atacaba Instituciones venerables: rebatió una á una todas sus ideas, con caballerosidad, con calma, con gran acopio de razones y de erudición literaria, filosófica é histórica.—Su crítica fué fina y aguda, sus sátiras oportunas y de buen gusto, sus razonamientos lucidos y vigorosos, fundados todos en la enseñanza de los más acreditados filósofos y de los más entendidos publicistas; en una palabra, deshizo con gran habilidad todos los conceptos de su contrario, y lo venció en buena lid. Y fuese que el escritor liberal no encontrara ya razones que oponer; fuese que por aquellos momentos hubiese decidido abandonar el perio-
1 4 2
dismo, la verdad es que guardó silencio y se retiró de la lucha, sin que en mucho tiempo volviera á tomar la pluma.—Fué éste un gran triunfo para el Sr. Córdoba, que todavía se recuerda en México con agrado por los que lo presenciaron.
El Ijwalle Mexicano es un devocionario precioso y en extremo útil para las almas piadosas, por la abundancia de sus oraciones y la unción cristiana que todas respiran: el lenguaje, además, es castizo, sencillo y adecuado al asunto.
Por último, su Manual de Literatura ha sido juzgado en los siguientes términos por dos autoridades competentísimas, los Sres. Arango y Esc andón y Aguilar y Marocho: —"Encerrar en breves términos, dicen estos insignes escritores, sin omitir parte alguna sustancial, cuanto sirve de materia á un arte 6 á una ciencia, es dado á pocos, por la razón muy obvia de que no son muchos los que llegan á tener pleno dominio de alguna ciencia ó arte. Tampoco es de todos escribir con sencillez y claridad; y el compendio por su misma naturaleza, y por el objeto á que se destina, es acaso el linaje de composición que más requiere un estilo claro y sencillo.—El Manual de Ijteratwa es completo, y está redactado con la precisión y claridad convenientes. I ,os preceptos que en él se enseñan están tomados de las mejores fuentes, y son á todas luces cánones del buen gusto y de la verdadera belleza literaria. No era ésta la ocasión de escribir nec nova nec noviter; y ha hecho muy bien el autor en seguir las huellas de los mayores."—Tiene de particular esta obra que los ejemplos que en ella pone el Sr. Córdoba para fundar y explicar sus preceptos, están lomados de autores nacionales únicamente.
Tal es, como poeta y escritor, el distinguido mexicano Sr. [). Tirso Rafael Córdoba.
D O N
M A N U K L O R O Z C O Y B E R R A .
I .
r
K aquí al más venerable y modesto* de los anticuarios mexicanos, al entendido historiador y erudito bibliógrafo de reputación europea; hé aquí á uno de
los más laboriosos escritores que con infatigable celo ha procurado la ilustración de nuestra historia antigua, y que con sus obras ha enriquecido la literatura mexicana; hé aquí, finalmente, al sabio y digno compañero de D. José Fernando Ramírez, D. Joaquín García Icazbalceta y D. Francisco Pimentel, maestros beneméritos, cuyos nombres deben pronunciarse con respeto por todos los que amen los estudios históricos nacionales y comprendan su importancia y trascendencia.—Veterano de nuestras letras, investigador constante de las fuentes primitivas de nuestra historia, de una vida consagrada enteramente al estudio de todas nuestras antigüedades, aficionado á sacar de ellas luz y provechosa enseñanza; el Sr. ürozco y Berra es digno de los hornería-
•44
jes que deben tributarse á quienes, como él, dedican su actividad y sus desvelos al bien, honra y lucimiento de la patria que los vio nacer.
Tuvo su cuna en esta capital de México, y vino al mundo el 8 de Junio de 1 8 1 6 ; hijo de 1). Juan N . Orozco y de Doña María del Carmen Berra. El primero militó en el ejército insurgente, sirviendo al lado del cura D. Mariano Matamoros como capitán del regimiento de San Pedro.— Después de recibir la instrucción primaria en la casa del profesor D. Octaviano Chousal, pasó al Colegio de Minería en 1 8 2 9 , y allí se distinguió notablemente por su aplicación, tanto, que alcanzó á recibirse de ingeniero topógrafo seis años más tarde, sustentando con frecuencia actos públicos y obteniendo en ellos señalados triunfos. Se trasladó luego á Puebla llevado por cuidados de familia; lo que no impidió que se dedicara á dar lecciones particulares de matemáticas y que recibiera el nombramiento de maestro de obras de la ciudad, sin embargo de eme todavía contaba pocos años.
El joven ingeniero amaba con particularidad los estudios y cifraba en los trabajos intelectuales sus mayores delicias; así, no es de extrañar que teniendo ya un título quisiera conquistar otro. Cursó, en efecto, jurisprudencia en el Seminario de aquel Obispado, y asistió á hacer su práctica de foro al bufete del Lic. D. José Rafael ísunza, recilTiéndose de abogado en 1 8 4 7 . — A la sazón, el país estaba envuelto en los duros conflictos que sobre él habian traído las discordias civiles y la invasión norte-americana; y como el Sr. Orozco mostraba grandes dotes de inteligencia, patriotismo y energía, fué llamado á desempeñar la Secretaría del Gobierno de Puebla, y con este carácter anduvo al lado del Sr. Tsunza, su maestro, durante la campaña, siguiéndole igualmente á Querélaro cuando se reunieron en esa ciudad los gobernadores de los Estados para arreglar la paz con
' 4 5
la República del Norte. Kl 3 0 de Abril de 1848 renunció aquel puesto, por haberse retirado del Gobierno el citado Sr. Isunza.
En Puebla, dice un biógrafo del Sr. Orozco y Berra, "hizo sus primeros ensayos literarios, pues en 1846 y 1 8 4 7 , fué él quien pronunció el discurso oficial en las festividades del 1 6 de Setiembre, y formó parte de la redacción de los periódicos políticos El Porvenir, La Libertad, y otros. En unión de su hermano Fernando, redactó El Entreacto, y escribió, en compañía de D. Manuel María de Zamacona, El Saínete, y con otros el que llevaba por nombre: Uno de tan-
tos. Desempeñó en aquel Estado varias comisiones, entre ellas, la de la formación de la estadística militar; y fué nombrado asesor del juzgado de Tlaxcala."—Allí mismo tradujo en colaboración con el citado Sr. Zamacona, el drama francés Andró Chcnier, y otro intitulado El Ministro.
En 1 8 5 1 vino el Sr. Orozco á México, con motivo de un negocio profesional en que tenia interés el general Santa -Ana; y concluido aquel, D. José Fernando Ramírez le nombró empleado en la Sección de Registros del Ministerio de Relaciones, y más tarde, Director del Archivo General. — Ea amistad de aquel distinguido hombre de Estado impulsó eficazmente en su carrera al Sr. Orozco; y éste desempeñó diversos empleos y comisiones científicas de importancia, tales como las siguientes: las de rectificar la Carta general de la República, de formar un Diccionario Geográfico y un Mapa del Valle de México, y de hacer el inventario de la rica biblioteca del Convento de San Francisco, acompañado del mismo Sr. Ramírez. Fué también Oficial Mayor del Ministerio de Fomento y luego Secretario de este ramo en 1 8 5 7 ; más tarde profesor de la Escuela Militar, Oficial Mayor nuevamente de Fomento, ingeniero en la construcción de fortificaciones de la capital, y por fin, ministro de la Suprema Corte de justicia en 1 8 6 3 . - Estos últimos cargos los
18
I4Ó
tuvo bajo la administración, del Presidente Don Benito Juárez.
No habiendo podido seguir al Gobierno liberal en su peregrinación á Paso del Norte, por motivos de familia y escasez de recursos, se quedó en México, donde, al establecerse el Imperio, recibió de Maximiliano señaladas muestras de aprecio, obteniendo los siguientes nombramientos: Subsecretario de Fomento, Director del Museo Nacional, Catedrático de historia de México en la Escuela de Minería, Académico de la de Ciencias y Literatura, Consejero de Estado, y Oficial de la Orden del Águila Mexicana.—En su carácter de Consejero, prestó importantes servicios al Gobierno Imperial, sobre todo, al tratarse en las célebres conferencias de Orizaba de la conducta que debia seguir el Soberano. El mismo Archiduque dio al Sr. Orozco las gracias en una carta autógrafa que conserva, y en la cual reconocía la lealtad y fidelidad que había prestado á su Gobierno.
Caído el Imperio, el Sr. Orozco y Berra sufrió algún tiempo de prisión en el Convento de la Enseñanza convertido en cárcel, retirándose definitivamente desde su salida de él á la vida privada, y no ocupando ya ningún puesto público. " l i a encontrado —dice el escritor á que he aludido,— verdadera protección, amistad, consideraciones y arrimo en los Sres. D. José Antonio y D. Bernardo Mendizá-bal, y en el Sr. D. Sebastian Camacho, quienes le han proporcionado un empleo en la Casa de Moneda, del cual ha vivido y vive;" dedicándose, en las horas que sus ocupaciones le dejan Ubres, á sus predilectos quehaceres literarios y á la enseñanza de la juventud en el Colegio de la Paz (antiguo de las Vizcaínas) y en la Escuela Secundaria de Niñas.
147
1 1 .
La carrera literaria del Sr. Orozco y llena, que comenzó en Puebla, según hemos visto, no ha sido nunca interrumpida por los numerosos puestos públicos, comisiones y empleos que en distintas épocas ha desempeñado; pues su clara inteligencia, ayudada de su grande amor al estudio y de su incansable laboriosidad, no le han dejado desatender las tareas del entendimiento, y sus deberes de ministro en nada turbaron jamás los trabajos del anticuario y del historiador.—Después de sus primeros ensayos, publicados muchos de ellos en los periódicos literarios más autorizados tle la época, como El Museo Mexicano, La Ilustración Mexi
cana y otros, se dedicó con afán á los estudios históricos, logrando atesorar en poco tiempo preciosos y útiles conocimientos. Manifestó desde luego sobresaliente aptitud para la investigación; y debido á esta circunstancia, y á la de haberse consagrado especialmente al estudio minucioso de los orígenes primitivos de nuestra historia, pudo colaborar de una manera muy notable en el Diccionario Universal
de Historia y Geografía, publicado por el Sr. Andrade. Los artículos que en él dio á luz el Sr. Orozco, fueron todos relativos á la geografía de México, y algunos á los sucesos más importantes de la conquista; siendo digno de observar, que estos últimos, en su mayor parte, estaban revestidos de cierto interés novelesco propio para despertar la animación del lector.—Por ese tiempo ( 1 8 5 3 ) , publicó también su iVoticia de la Conjuración del Marques del Valle, en la
cual hay crecida abundancia de episodios y pormenores, nuevos muchos de ellos enteramente, pues el Sr. Orozco tu-
1 4 8
vo á la vista documentos de importancia antes desconocidos. - Este libro es un estudio completo de aquella época ( 1 5 6 5 - 1 5 6 S ) . -- En 1 8 5 7 contribuyó á la formación de la Memoria del Ministerio de Fomento, dando para ella los siguientes trabajos: "Informe sobre la acuñación de las Casas de Moneda de México," "Población de la República Mexicana," "Divisiones eclesiásticas" de la misma, y "Carta etnográfica." Después escribió multitud de artículos descriptivos para la gran olirà Mexico y sus alrededores, ilustrada con vistas litográíicas de lugares y edificios notables.
La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística acordó la publicación de una Memoria pirra la Carla hidrográ
fica del Valle de Mexico; y al Sr. Orozco y Berra, uno de sus miembros más capaces y distinguidos, encomendó la formación de aquella, dándola á la estampa en 1 8 6 4 en un volumen en 4 . 0 , y reproduciéndola más tarde en su Boletín.
—A este trabajo acompañan algunos planos, indispensables para completarlo y hacer más perceptibles sus indicaciones.
De tiempo atrás, el Sr. Orozco habia venido formando una de sus obras más laboriosas é importantes, la primera de su índole en México, y de grandísima utilidad para los esludios históricos nacionales: Me refiero á su Geografia de
las lenguas y Carla etnográfica de México, de la cual habia presentado ya algunas muestras en la Memoria de Fomento de 1857.—Aflicciones y cuidados de familia, las estrecheces de la pobreza y otras penosas dificultades que quitaban á nuestro autor el sosiego, le habian impedido proseguir sus investigaciones y terminar su obra. "De continuo estaba reducido —dice él mismo en el prólogo con ingenua y sencilla franqueza,— á una triste alternativa: si tenia pan, no tenia tiempo, si sobraba el tiempo carecía de pan. Luchando contra esta terrible contradicción ; bregando contra mis sentimientos íntimos por la muerte de mis hijas, proseguí, sin embargo, la tarea que me habia impuesto, con
149
ja tenacidad febril de la desesperación."—Ayudado más tarde por los Sres. D. José Fernando Ramírez y D. Joaquín García Icazbalceta, que pusieron liberalmente á su disposición sus ricas bibliotecas y colección de manuscritos; protegido luego por dos ministros ilustrados, sobre todo por el Sr. Salazar Ilarregui autorizado por Maximiliano, quienes conocían el mérito del insigne anticuario y la importancia de la obra que traía entre manos, pudo al f in darle término en 1SÓ4; y se imprimió ese mismo año, en un tomo en 4 . a mayor, de 3 9 2 páginas ilustrado con una Carta.
La obra está dividida en tres partes, y cada una ofrece interés distinto por las materias de que trata; pero todas forman un conjunto, y se enlazan y completan mutuamente.—La primera es un Ensayo de clasificación de las lenguas
de México; la segunda, contiene Apuntes para- las inmigra
ciones de las tribus de México; y la tercera, finalmente, trata de la Geografía de las lenguas de México, ó sea de los lugares de nuestro país en que todavía se hablan los diversos idiomas indígenas y sus dialectos.—Basta esta simple enumeración, para comprender desde luego la gran importancia del estimable trabajo del Sr. Orozco y Berra, su influencia en las investigaciones lingüísticas é históricas de la nación, y la luz que puede derramar en esa clase de labores. Su obra, en efecto, es completa, de un valor subidísimo, y digna de los más ardientes aplausos de la crítica. La segunda parte contiene todo lo que se refiere á los pobladores primitivos de esta parte de la América,— su origen, la formación y división de tribus, el parentesco ó afinidades de éstas entre sí, sus emigraciones, inmigraciones y viajes en busca de mejores climas y tierras más fértiles; sus costumbres, religiones, el grado de civilización que cada una alcanzaba, su establecimiento en determinados territorios, sus guerras, su manera de gobernarse; todo, en fin, lo que puede dar idea de aquellas razas que encontraron en Méxi-
Co los españoles. V cuenta que este género de investigación presenta dificultades gravísimas, insuperables muchas veces aun para la más celosa perseverancia. De manera, que para que el Sr. Orozco haya podido asentar sus conclusiones y realizar importantes descubrimientos, ¡cuánto no ten-dria antes que estudiar, analizar, leer y comentar! Todo lo examina; y para esto, llama en su auxilio las respetables autoridades que pueden darle alguna luz y fundar sus conjeturas, aclarar sus dudas y guiarlo con seguridad por el erizado zarzal de la historia de las tribus de México; monumentos, ruinas, geroglíficos, manuscritos, crónicas, historias: tales son las fuentes y los materiales que sirven de base en sus trabajos al insigne y venerable anticuario. Y sin embargo de que ninguna de sus deducciones ofrece duda, él dice con la modestia del verdadero mérito que, "si bien la mayor parte de las premisas que establece se fundan en la autoridad histórica, las consecuencias no tienen otro peso que el que él mismo puede cumunicarles en virtud de su juicio particular." "Esta segunda fracción de mi libro — agrega después,— merece de las tres el menor crédito, y sin falsa modestia, es la menos meditada. El lector procederá con cordura, no admitiendo mis asertos sino después de un profundo examen y con todas las reservas convenientes. Lo que repulo por capital en mi libro, es la fracción relativa á la geografía de las lenguas. No presumo haber atinado en ella tan cumplidamente, que no haya sacado defectos; defectos que por precisión debe tener como todo trabajo de hombre, y que mi incapacidad y mi ignorancia no acerlaron á evitar, no obstante el haber puesto todo mi cuidado. Trabajos de esta clase son de suyo difíciles; en nueslro país, además, no son todavía comunes; es natural que cuando por primera vez se emprenden, se prohijen mayor número de errores, que así que son ya familiares."
Ardua y fatigosa era, en efecto, la labor; pero el Sr.
>5i
Orozco piulo ciarle felicísimo remate, merced á su constancia, á sus grandes conocimientos de la población indígena de la República, y al caudal de erudición histórica y maduros estudios que revela de los autores que han tratado aquellas materias.
I I I .
Kn la Memoria del Ministerio de Fomento correspondien
te á 1 8 6 5 , regístranse dos trabajos importantes de nuestro autor: uno sobre -'Posiciones de varios puntos del Imperio Mexicano," y otro titulado "Alturas sobre el nivel del mar de varios puntos del Imperio de México." De ambos estudios científicos, emprendidos con la colaboración de dos ingenieros distinguidos, se hizo una edición separada.—Más tarde, en 1 8 6 7 , el Sr. Orozco y Berra publicó por disposición del Ministerio de Fomento, su Memoria para el plano
de la ciudad de Jlfc.xico; libro curiosísimo y el único hasta hoy en nuestra capital que puede llenar el objeto á que fué destinado. Compeliese de dos partes: la primera, que puede llamarse científica, contiene todo lo relativo á la historia cartográfica de la ciudad, levantamiento del plano, triangulación, vueltas del horizonte, posiciones geográficas, observaciones meteorológicas, evaporación, superficie de la ciudad, etc. La segunda es puramente histórica: en ella se dan noticias interesantes y por lo general desconocidas, de los establecimientos principales y edificios más notables de Méxicp, como iglesias, conventos, palacios, hospitales, colegios, paseos, mercados, monumentos, etc., etc.—"Una
• i 5 2
nueva edición de este libro, —dice con justicia el Sr. Sosa — con las variaciones que el curso del tiempo ha hecho necesarias, lo convertirían en el mejor y más curioso Manual
del viajero en México."
En cuanto á los Materiales para una Cartografía mexi
cana, publicados en 1 8 7 1 por el Sr. Orozco y Berra en un tomo, 4 . 0 mayor, de 3 3 8 págs., véase lo que dice aquel escritor: "En esta obra se da razón de las ideas geográficas de los aztecas, de cómo representaban las aguas y las tierras, y cómo eran sus planos geográficos y topográficos; re-gístranse en ella tres mil cuatrocientas cartas generales, particulares, eclesiásticas, del territorio antiguo, hidrográficas, de líneas divisorias, ignográficas, de vías de comunicación, planos científicos, planos etnográficos, administrativos, mapas históricos, de viajes y topográficos; comprendiéndose en ese número las de las correspondientes subdivisiones de cada una de las diez y seis secciones en que el libro está dispuesto."
Aparte de estas obras, publicadas en forma de libro, el Sr. Orozco y Berra ha dado á luz otras muchas que andan sueltas en los periódicos; pues desgraciadamente su pobreza no le ha permitido imprimirlas por separado. Tan concienzudos, tan laboriosos é interesantes estos trabajos como los que antes he mencionado, ellos son dignos del mayor aprecio y propios para servir de consulta á sabios y arqueólogos, porque todos están encaminados á ilustrar nuestra historia antigua y á enriquecerla con nuevos descubrimientos.—Así, en el periódico El Mexicano, merecen citarse entre otros muchos, sus artículos: "Algunas nociones de Cronología," "Geografía," "Idea de las divisiones territoriales de México, desde los tiempos de la dominación española hasta nuestros dias," y "Acuñación en México." En El Renacimiento, La Enseñanza, El Artista, /.os Anales del Mu
seo Nacional, El Sistema L'ostal y La Rer'ista Científica
Mexicana, de la cual es redactor en jefe, ha publicado también numerosos estudios históricos, arqueológicos, geográficos, estadísticos, etc.; siendo muchos de ellos únicos en su género hasta hoy en México, completos, curiosos y acabados. Mencionaré aquí los principales.
En El Renacimiento: Conquistadores de México, Las
Ruinas de Tlalmanalco, Ijr Alhóndiga de Gran-xditas de
(iuanajuato, Euerta lateral del Convento de San Erancisco
de México, y Acuñación en México.—El artículo relativo á este último asunto, inserto en la Memoria del Minist, rio de /''omento de 1 8 5 7 , comprendía una Noticia general de la moneda fabricada en nuestro país desde 1 5 3 7 hasta fines de 1 8 5 6 , adelantando tres años más el trabajo dado á luz en el Diccionario Universal de Historia y Geografía bajo el
título de Moneda en México. Posteriormente, en 1866 , hi-' zo el Sr. Orozco nuevo resumen de la acuñación en las casas de Moneda mexicanas, hasta 1 8 6 5 ; y en la Memoria publicada en el El Renacimiento de que acabo de hacer mérito, continuó su curioso trabajo.
En La Enseñanza: su Historia de la Geografía cu Mé
xico, obra importantísima y laboriosa, llena de datos y noticias, en que el Sr. Orozco se extiende á tratar de los distintos ramos de aquella ciencia en nuestro país, de los trabajos emprendidos por algunos sabios, y de los progre sos y descubrimientos alcanzados.—Es esta una de las obras más curiosas de nuestro autor, que hace honor á su saber y á sus estudios.
En El Artista: sus luminosos artículos acerca de La Ci
vilización Mexicana y la Cruz del Palenque, en los cuales, después de detenidas investigaciones, el Sr. Orozco establece las deducciones siguientes: 1 " Antes del descubrimiento de Cristóbal Colon, América tuvo algunas comunicaciones con el viejo mundo; 2 * Los pueblos americanos tuvieron su civilización propia y peculiar, en la cual vinieron á inger-
19
1 5 4
tnrse las ideas de las civilizaciones asiáticas, y más tarde las de la europea.
En los Anales del Musco Nacional: El Cuauhxicalli de
TÍZOC, estudio arqueológico sobre la piedra vulgarmente llamada "De los sacrificios;" Dedicación del Templo mayor
de México, también estudio arqueológico de una lápida conmemorativa de aquel acontecimiento; Códice Mendozino,
ó sea ensayo de descifracion geroglífica de este documento publicado en la famosa obra de Lord Kinsborough Anti-
quities of México; y finalmente, Doctrinas en gereoglíficos,
curiosísimo é interesante artículo sobre los medios empleados en la escritura por los aztecas y aun por los misioneros dedicados á su enseñanza, para expresar sus ideas religiosas una vez iniciados en los preceptos de la civilización cristiana. El Sr. Orozco descifra aquí también un manuscrito que posee, el cual no es otra cosa que una compilación de oraciones expresadas por figuras dibujadas y combinarlas de diversos modos.
En la Revista- Científica Mexicana continúan los artículos relativos á la Historia de la Geografía en, México; y por úl
timo, en la Biblioteca Histórica Mexicana que publica actualmente el Sr. D. José María Vigil, aparece un notable Estudio de Cronología Mexicana- debido á la pluma ríe nuestro anticuario, sirviendo como de introducción á la Cró
nica de Tezozotnoc.
Tales son las obras hasta hoy publicadas por el Sr. 1). Manuel Orozco y Berra. Inéditas aun conserva muchas, pues su increíble afición al trabajo y su dedicación al estudio, jamás le permiten descansar: el venerable anticuario halla en las investigaciones históricas su mayor encanto y sus más puras delicias.—Entre lo que el Sr. Orozco tiene sin publicar, solo mencionaré su Historia Antigua de México; obra verdaderamente magua, llena de novedad y de atractivo, profunda, extensa y completa, que sin duda co-
1 5 5
roñará su reputación <le sabio, y será nuevo timbre de gloria para la literatura nacional, y valiosa joya que vendrá á aumentar el número de las que ya la enriquecen; pues creo que difícilmente podrá escribirse en mucho tiempo otra que le iguale en interés y originalidad. En cuatro partes está dividida: la primera trata de la civilización azteca, la segunda, del hombre primitivo en América, la tercera, de la bistoria antigua de los mexicanos, es decir, anterior á la llegada de los españoles, y la cuarta, de la conquista.—El plan no puede ser más vasto y acertado; y en cuanto al desempeño, ya debe suponerse que será brillantísimo. El Sr. Orozco ha depositado en las páginas de su libro el fruto de los estudios de toda su vida, lo que ha penetrado en sus detenidas y profundas meditaciones, lo que le ha enseñado la experiencia, lo que ha descubierto, en fin, ayudado de las ciencias auxiliares de ¡a historia, como la lingüística, la arqueología, la paleontología, y otras. También ha destruido innumerables errores, desechado teorías, aclarado dudas; ha rectificado, modificado, explicado las noticias dadas por cien autores respetables, hasta poner en claro la verdad y presentar los hechos tales como fueron y sucedieron; ha purificado, en suma, por medio del más elevado criterio y de la más lina sagacidad, los manantiales todos de la historia antigua de México. ¡Qué solidez de conocimientos revelan estos trabajos, y cómo se conoce que son familiares al Sr. ()rozco los autores que han escrito sobre nuestro país, desde los cronistas é historiadores primitivos hasta nuestros dias!— Yo estoy seguro de que la obra del Sr. Orozco y Berra y la que el Sr. García Icazbalceta prepara sóbrela Bibliografía
Mexicana del siglo XIV, serán los dos más grandes aconte-cimientos de nuestra literatura contemporánea, por el vacío que vienen á llenar, por la autoridad que les dá el saber de sus autores, por su amenidad y utilidad, y aun por lo escogido, elegante y castizo de la dicción. La Historia nos
I S 6
dirá todo lo relativo al pasado del pueblo que vencieron Cortés y sus legiones, todo lo que se refiera á sus orígenes, civilización, costumbres, cultura, etc.; nos describirá aquellas guerras sangrientas, aquellos ritos de su religión y de sus usos guerreros, aquellos combates, en fin, entre los soldados de Castilla y las masas de indígenas; hambrientos, des-mulos, casi desarmados, pero valerosos y heroicos. La B i bliografía nos explicará cómo, una vez perdido por los aztecas su poder, se pusieron las bases de la sociedad actual, qué medios emplearon los dominadores para engrandecerla y darle dicha, cómo se propagó la luz de la verdadera civilización entre los indios, quiénes se encargaron de esta obra meritoria y cómo lograron darle cima; la Bibliogra
fía nos dirá, por último, de qué manera españoles y mexicanos, vencedores y vencidos, se unieron y confundieron entre sí para formar un solo pueblo. Aquí presenciaremos otros combates y otras luchas, esfuerzos de otro género, y cuadros apacibles que harán asomar á nuestros ojos lágrimas de gratitud y de ternura. No serán ya soldados, sino hombres de paz, los que estén en contacto con los antiguos subditos de Moctezuma, y las armas de estos enviados del Señor no serán homicidas como las otras, antes darán la salvación y la vida: ellos sólo emplearán la palabra, la dulce persuasión, la humildad, el sacrificio.... Veremos en aquellas páginas ancianos venerables y misioneros pacíficos evangelizando comarcas enteras, aprendiendo los idiomas del país para luego predicar en ellos y componer libros, consolando á los tristes y velando por todos. Iremos después á las escuelas; y allí encontraremos rodeados de niños, como un padre cariñoso en medio de sus hijos, á Fr. Pedro de Cante, á Fr. Bernardino de Sahagun, á Fr. Toribio de Benavente, y á tantos otros cuyos nombres venera y bendice la historia.
1 lé aquí, pues, por qué la Historia del Sr. Orozco y
1 5 7
Berra y la Bibliografía del Sr. García Icazbalceta, podrán considerarse como los dos primeros eslabones de la gran cadena de nuestras historias, las dos fuentes por donde tendrá que comenzar á estudiar todo el que en los tiempos futuros quiera conocer por completo los anales de la nación mexicana. *
I V .
Torpe redundancia y ridicula vanidad parecerá tal vez intentar hacer el elogio del Sr. D. ¡Manuel ürozco y Berra, después de la anterior enumeración de sus obras y trabajos; porque bien se ve que estos bastan para acreditarlo de muy estudioso y entendido, de erudito y sagaz anticuario, de arqueólogo, historiador y literato diligente. Mi suma ignorancia, además, en las materias tratadas por nuestro escritor, hará sin duda que aquel intento sea calificado de temeraria audacia, no concediéndole por esta razón ninguna autoridad.—Sin embargo, séame lícito estampar aquí el juicio á que por sus notables méritos se ha hecho acreedor el Sr. Orozco y Berra; juicio que, puede estar seguro de ello el lector, no será más que el eco de los que en distiu-
* L a Historia Antigua (fe Mé.vico de l S r . O r o z c o y B e r r a es tá c o n c l u i d a h a c e t i e m p o ; p e r o la p o b r e z a del a u t o r , a n c i a n o c a r g a d o d e u n a fami l ia n u m e r o s a , le h a i m p e d i d o h a s t a h o y p u b l i c a r l a , y se lo i m p e d i r á , D i o s s a b e c u á n t o t i e m p o , si un M e c e n a s g e n e r o s o n o le t i e n d e la m a n o ; a u n q u e ú l t i m a m e n t e p a r e c e q u e el G o b i e r n o se d e c i d e á t o m a r la o b r a b a j o su p r o t e c c i ó n . E n t r e t a n t o , el m a n u s c r i t o y a c e en el o l v i d o ; p e r o el sab io a n t i c u a r i o no sé d e s a n i m a ; a n t e s ha c o m e n z a d o y a y t r a b a j a en o t r o l ib ro q u e t e n d r á por t í tu lo : Historia
iic ta Dominación española cu .UC.V/'LO.
i 5 8
tas ocasiones he oído de personas competentes y autorizadas.
Es ya por demás encarecer la importancia y trascendencia de los estudios históricos americanos: nadie duda que en ellos se encuentra un venero riquísimo de hechos, de cuestiones y de recuerdos, propios no solo para engalanar magníficamente nuestros anales literarios, sino en particular para explicarnos con claridad innumerables acontecimientos todavía no comprendidos, para hacer desaparecer groseros errores, ilustrar las conjeturas y las dudas, y dejar incólume la verdad. Pero por más que esto se conozca, raros son en México los que demuestran alguna afición á aquel género de labores; nadie se anima á emprender investigaciones, quizá por lo difíciles y costosas; nadie quiere proseguir los trabajos anteriormente comenzados por anticuarios insignes: todos se conforman por desgracia con seguir leyendo los autores que hasta hoy han estado en boga, sin reflexionar que la marcha del tiempo, los progresos de las ciencias, trabajos posteriores y más detenidos estudios, han podido adelantar muchísimo las noticias dadas por aquellos. Y en efecto, ¡cuántas de éstas han quedado desmentidas, cuántas han sido rectificadas, cambiadas ó modificadas! Para muchos, por lo mismo, permanecen completamente ignorados los descubrimientos bibliográficos del Sr. García Icazbalceta; descubrimientos que como se comprende desde luego, han debido arrojar luz sobre un punto antes oscuro, ya se trate de una fecha ó de una persona, ya de un hecho ó de un lugar. De igual modo son desconocidas las enmiendas hechas á nuestros antiguos cronistas por sabios como D. Fernando Ramírez y I). Manuel Oroz-co y Perra, por lingüistas tan autorizados como el Sr. Pi-meutel. El olvido generalmente, —al menos el de la mayoría de los que leen en México,-— es lo único que en su patria alcanzan aquellos beneméritos escritores, después de
1 5 9
dar cima á sus trabajos; y en verdad que se necesita voluntad heroica y bien arraigada, para perseveraren esa ingrata senda.—Va dije al principio de este artículo, que el Sr. Orozco y Berra es de los pocos que en nuestro país mantienen vivo el fuego sagrado de los estudios históricos: nada le ha hecho abandonarlo, ni la indiferencia de sus contemporáneos, ni los desengaños que ha sufrido después de poner término á obras laboriosas. El Sr. Orozco estudia y escribe, aunque sepa que sus producciones permanecerán inéditas por falta de medios para publicarlas.
Tratándose de investigaciones, estudios y trabajos relativos á la historia del pueblo conquistado, antes de la llegada de los españoles; tratándose de examinar las huellas que nos dejaron los aztecas de aquel tiempo, en monumentos, escrituras de piedra, geroglíficos, ruinas, etc.; las dificulta-des que encuentran los hombres estudiosos, suben de punto, y éstos tienen que luchar con obstáculos verdaderamente insuperables. ¿Cómo leer esas páginas, si casi puede decirse (pie desapareció la clave para descifrarlas? ¿Cómo estudiar y analizarlas figuras, si apenas quedaron indicios en la tradición de lo que con ellas querían significar y representar sus autores?—Por esto sin duda la lujosa y costosísima obra de Lord Kinsborough sobre antigüedades mexicanas encierra todavía misterios que nadie ha podido penetrar; y muchos de los códices allí contenidos, innumerables geroglíficos, incomprensibles figuras que no carecen de importancia, han permanecido y permanecen mudos.
Pues bien: el Sr. Orozco y Berra, convencido de (pie en todos aquellos materiales hay secretos y revelaciones desunió valor para la historia mexicana; convencido también de que los estudios arqueológicos no ofrecen atractivo para la generalidad, y que por lo mismo, nadie se dedicará á ellos para enriquecer nuestros anales con nuevas noticias, se propuso con abnegación llenar ese vucío y satisfacer esa
i 6 o
necesidad. De aquí que desde sus primeros años, guiado por el inolvidable Sr. Ramírez. (D. Fernando), se consagrase afanosamenLe á descifrar geroglíficos, á leer la escritura de las piedras, á buscar el sentido de antiguos y respetables códices, á meditar, en fin, ante las ruinas sembradas en nuestro territorio; pidiendo para todo esto su ayuda á los cronistas, á los filólogos misioneros, á los historiadores y lingüistas contemporáneos, á cuantos pudieran darle alguna luz sobre las materias por él tratadas.—Tan extraordinaria diligencia, tan crecido amoral estudio, tantos esfuerzos y laboriosidad, han traído al ilustre anticuario, como era de justicia, gratas satisfacciones, siendo sin duda las mayores de ellas los descubrimientos que ha hecho, y el conocimiento profundo que ha logrado alcanzar del antiguo pueblo de Anáhuac con sus ritos y costumbres, su cultura y civilización, sus religiones, comercio, etc. Nadie como él conoce la historia primitiva de nuestro país; y esto hace naturalmente que en ella se le considere como la primera autoridad, del mismo modo que el Sr. García Icaz-balceta lo es en todo lo que se refiere al siglo X V I , y el Sr. Pimentel en los idiomas indígenas de México.—Por lo demás, yo no me atrevo á decir una palabra sobre las conclusiones que el Sr. Orozco y Berra ha llegado á establecer como fruto de sus estudios: tarea es ésta que corresponde á quienes pueden apreciarlas y juzgarlas.
Une nuestro autor á sus distinguidos méritos, aquella virtud que es compañera inseparable del que con toda verdad es acreedor al título de sabio: su modestia casi se confunde con la humildad; y aunque ha ocupado puestos muy elevados en el Gobierno, como Secretario de Estado en el ramo de Fomento, jamás se le ha visto alterar en lo más mínimo su sencillísimo método de vida y sus modestas costumbres: la honrosa y absoluta pobreza en que vive, es prenda segura de la limpieza con que han pasado por sus manos los
I6I
cuantiosos fondos de su ministerio. El Sr. Oro/eo y Berra ha recibido valiosos testimonios de consideración de las corporaciones científicas y literarias más respetables del país y del extranjero, entre las cuales las más notables son las siguientes. De México: Sociedad Ilumboldt, Sociedad de Historia Natural, Sociedad Minera, Liceo Hidalgo, Sociedad de Geografía y Estadística (de la que es actualmente Presidente) y Academia Mexicana Correspondiente de la Española; del extranjero: Academia de la Historia de Madrid, Sociedad Arqueológica de Santiago de Chile, Sociedad Geográfica de Roma, Sociedad Arqueológica de Paris y Congreso Internacional de Americanistas.
20
DON
R A F A E L Á N G E L D E LA PEÑA.
i.
ÍJO de esta ciudad de México, nació e! Sr. Peña el 23 de Diciembre de 1 8 3 7 , siendo sus padres Don Rafael G. de la Peña y Doña Dolores Pedraza.
Recibió de éstos muy buenos ejemplos de virtud; y debido á ellos y á la religión y la piedad en que fué educado, adquirió tlesde sus primeros años las inclinaciones que se han menester para ser útil á la sociedad y á la patria, consagrándole todas las labores del espíritu y el tesoro de conocimientos que un estudio constante y detenido llega á reunir.—Un hermano suyo le guió en los primeros pasos de la instrucción primaria y parte de la secundaria; y también al señor su padre debió la enseñanza del idioma francés, de la historia y de la geografía. Pero abandonando en sazón oportuna los estudios del hogar doméstico, entró, en Fuero de 1 8 5 2 , al Seminario Conciliar, y allí cursó brillan: tísimamente las siguientes materias: latín, retórica, lógica,
1 6 4
metafísica, ética, matemáticas, cosmografía, física, y teología apologética, moral y dogmática. En lo particular, y siendo ya pasante teólogo, se dedicó también al estudio del Derecho Civil y Canónico. Es de advertir, que no obstante la importancia y gravedad de estas ciencias, el Sr. Peña obtuvo siempre en todas ellas la calificación suprema por unanimidad de votos, y el primer premio en todas las cátedras del Establecimiento: así consta en los libros de actas respectivos, y así lo aseguran también los diversos triunfos que se registran en la vida literaria de este distinguido mexicano; pues en edad todavía temprana ganó por oposición la Beca de Honor del Colegio en la Facultad de teología, y poco después, con la misma circunstancia, obtuvo la importante cátedra de Filosofía.—Desde 1 8 5 S se dedicó de una manera especial al estudio de las matemáticas, haciendo esto que con el tiempo hubiera venido á ser en ellas una notabilidad y un consumado maestro, digno ciertamente del alto respeto y honrosas consideraciones con que lo han distinguido los profesores mexicanos de aquella ciencia.
El esmerado cultivo que en las aulas hizo el Sr. Peña de la lengua latina y de su literatura clásica, no menos que su ardiente afición y amor á ellas, le condujeron fácilmente á los estudios literarios, gramaticales y filológicos, sin abandonar por esto los que han hecho siempre las delicias de su vida, que son principalmente los filosóficos y religiosos. Hace pocos años acometió la empresa de aprender el griego por sí solo; y á pesar de que sus multiplicadas ocupaciones solo le dejan cortos ratos de descanso, algún amigo suyo mé dice que son satisfactorios los resultados que le ha visto alcanzar.—Tan incansable perseverancia en el estudio, unida á su natural inclinación á trabajos de aquel género, hacen que el Sr. Peña sea una especialidad en materia de lenguaje; y la Academia Mexicana Correspondiente, de la cual es dignísimo miembro, está ufana de tenerlo en su se-
. 6 5
no, de oir su autorizada voz en las juntas, y de tomar en cuenta su dictamen en las cuestiones filológicas y gramaticales que se ofrecen á su estudio.
Para concluir esta parte, diré que el Sr. Peña tuvo á su cargo durante tres años la cátedra de latinidad en el extinguido Colegio de San Juan de Letrán; que en 1 S 6 S fué nombrado Profesor de lógica en la Escuela Nacional Preparatoria, y algún tiempo después, de gramática castellana. Por renuncia que hizo de la cátedra de lógica, pasó á desempeñar la del Primer curso de matemáticas, continuando hasta el dia con ésta y con la de gramática.—El Sr. Peña es un excelente profesor: cumple sus deberes con irreprochable exactitud, se hace querer y respetar de sus discípulos por su finura y su bondad, y emplea en sus lecciones un método tan sencillo y fácil, como fecundo en excelentes resultados. Los que bajo su dirección han frecuentado las aulas, le recuerdan con gratitud y con cariño; pues no olvidan ni la habilidad del maestro, ni la exquisita cortesía con '(pie recibieron de él útiles y valiosos conocimientos.
I I .
Como escritor, el Sr. Peña se distingue por la tendencia didáctica (pie imprime á sus producciones, eligiendo temas de alguna trascendencia que merecen estudio é investigaciones detenidas: es crítico, panegirista, filólogo, y á veces se detiene á examinar importantes puntos de filosofía, analizándolos con admirable método y empleando gran acopio de fundados raciocinios. Su dicción es castiza y correcta, y en su estilo, bien cuidado siempre, aunque en ocasiones se no La en él sobrada pulcritud y pulimento, fácil es descubrir al buen hablista, al lector asiduo de los grandes modelos españoles, al conocedor profundo de los secretos del
166
lenguaje. La forma que da á sus escritos es elegantísima, tersa y limpia; observa un orden lógico y preciso, y emplea las razones, el esmero, la propiedad y oportunidad que se necesita para tratar un asunto literario.
Hé aquí ahora las obras del Sr. Peña.—Durante su permanencia en el Seminario, escribió en latin los Panegíricos de Santo Tomás y de la Inmaculada Concepción de la Virgen María; varias Arengas pronunciadas en la Universidad, y el Discurso, también en latin, que leyó en el momento de abrir el curso de filosofía de que estuvo encargado. En el Colegio de San Juan de Letrán, donde el Sr. Peña se distinguió notablemente por la vasta y rica extensión de sus estudios de humanidades, pronunció igualmente una Diser
tación Latina, cuya tesis fué filosófica; pero tanto esta como los anteriores trabajos, permanecen inéditos. Del mismo modo han quedado sin ver la luz pública otros dos discursos pronunciados en el Seminario conciliar, ó sean, oraciones sagradas sobre El Sepulcro de Nuestro Señor yesucristo,
una, y otra, sobre La Soledad de la Santísima Virgen.
Ya en 1 8 6 7 , el Sr. Peña se animó á publicar algunas obras de su docta pluma; y comenzó con un Apéndice á la
Sintaxis Latina, que por su raro mérito y buenas cualidades didácticas, fué adoptado como libro de texto en algunos Colegios Nacionales. En los periódicos aparecieron los Elogios fúnebres de los Sres. D. Juan Duran, D. Gabriel Sagaceta, D. Miguel F. Jiménez y D. José María Vértiz, mexicanos ilustres y beneméritos de las ciencias entre nosotros, á quienes el Sr. Peña dedicó sentidas frases de gratitud y admiración, haciendo al mismo tiempo el debido elogio de sus virtudes y su saber.—Corren también impresos: un Discurso leído en la Escuela Preparatoria, con motivo de un cuadro mural pintado por el artista D. Juan Cordero; y dos Dictámenes, referentes á una obra de matemáticas y á las Lecciones de Ortología del Sr. D. José Ma-
167
ría Marroquí; conservando inéditos, además, otros muchos trabajos gramaticales, y algunos filosóficos.
Si el Sr. Peña se habia distinguido siempre por la discreción, galanura y crecida utilidad que recomendaban sus producciones, conquistándose de este modo un honroso lugar entre nuestros literatos y nuestros profesores, más se ha hecho digno de admiración y aplauso, por las obras con que ha enriquecido la literatura mexicana desde que la Academia Correspondiente le llamó á su seno. Allí ha figurado siempre como uno de los más celosos y fieles mantenedores del brillo del idioma español, y también como uno de los que con mayor actividad y exactitud cumplen sus deberes y contribuyen al noble fin del instituto.—Su Discurso de recepción, que versó sobre los elementos constan
tes y variables del lenguaje castellano, es verdaderamente
notable, porque en él resplandecen grandes conocimientos filológicos y un estilo elegante y castizo. En las Memorias
de la respetable Corporación, han aparecido dos eruditas disertaciones acerca del significado de las locuciones adver
biales A 1 ' R I O R I y A P O S T E R I O R ' ; y por último, ha desempeñado admirablemente y á toda satisfacción, la parte de trabajo que le fué señalada, en los vocablos, ya nuevos, ya corregidos, que deben remitirse á la Academia de Madrid para la edición del faccionario de la lengua que se prepara. Muchos de estos trabajos han sido ya enviados; y según sé, el Sr. Peña ha recibido por los suyos ardientes felicitaciones.
En 1 8 7 S publicó nuestro autor un Opúsculo con el título de 'Infiuencia de los métodos lógicos en los progresos de las
ciencias, y pronto deberá salir á luz en las Memorias de la Academia su último trabajo sobre los oficios ideológicos y
gramaticales del verbo.—El Sr. Peña, además del título de académico, tiene el de miembro del Liceo Plidalgo y de la Sociedad Humboldt de Historia Natural.
D O N
J O S É P E O N Y C O N T R 1*". R A S .
I.
^1 L Sr. Peón y Coniferas, insigne poeta lírico y el más
notable autor dramático con que se honra México en la actualidad, nació en la ciudad de Mérida, ca
pital del Estado de Yucatán, el 1 2 de Enero de 1 8 4 3 ; y fueron sus padres, D. Juan Bautista Peón, hábil y entendido jurisconsulto, y Doña María del Pilar Contreras, señora de distinción por sus prendas y sus virtudes. Comenzó los estudios en edad temprana; y fué tal su dedicación, tal el brillante resultado que obtuvo en todos los cursos, que á los diez y nueve años recibió el título de Doctor en Medicina, sin que esto fuera obstáculo para que en sus horas desocupadas ejercitase sus facultades poéticas.—Uno de sus primeros ensayos fué su leyenda fantástica, La Cruz del Pare
dón, inspirada en las de Zorrilla, que no obstante sus defectos, naturales en quien comienza á pulsar la lira, anunciaba
ya un poeta de rica y pintoresca fantasía. También por es-•21
1 7 0
le tiempo dio á la escena tres piezas dramáticas: María í
Loca, E l Castigo de Dios y E l Conde ¡le Santiestcban. Ad
mirada la sociedad de Mérida de la precocidad del autor aplaudió con entusiasmo la representación de estas obras y dispensó desde luego al joven Peón la estimación que me recia.
En 1 863 vino á México, deseoso sin duda de buscar aqu fuentes de ilustración más fecundas y abundantes, y de peí feccionar sus estudios; y queriendo tener título de la Eacul tad Médica de la Capital, emprendió de nuevo los curse de medicina, ampliando y profundizando así los conoc mientos que anteriormente había adquirido.—Ocultó á lo ojos de sus compañeros su título de provincia, para que w le hiciesen objeto de amistosos epigramas, y obtuvo po oposición una plaza de practicante en el Hospital de Je sus de esta ciudad.* Logrados sus deseos, el Sr. Peón Contreras se dedicó al ejercicio de su profesión, cullivand las letras solo el tiempo que le dejaban libre sus ocupack nes. En 1867 obtuvo el cargo de médico Director del Ho¡ pital de Dementes de San Hipólito, en competencia co los notables alienistas mexicanos Dres. D. Lauro Mari Jiménez y D. José María de la Bandera. Durante tres añt fué también Director de la Vacuna.
"Lía sido varias v e c e s diputado al Congreso General,-dice uno de sus biógrafos,**— e n representación de alguui distritos electorales del Estado de Yucatán, al cual tambie representó en el Senado e n 1 8 7 5 y 1 8 7 6 ; habiéndose caj tado siempre el aprecio y consideración de sus compañerc de parlamento, por su carácter afable y complaciente, 1 mismo que por s u aptitud para el desempeño de las s e c r t
tarías de ambas Cámaras. No se ha ingerido mucho en 1
* El m i s m o q u e fundó H e r n á n C o r t é s . * * D. F r a n c i s c o J . G ó m e z F l o r e s .
<7*
I 1.
Dio á luz el Sr. Peón y Contreras un tomo de Poesías e\ año de iSóS; y en el folletín del periódico literario "El Domingo," publicó tres años después su hermosa é interesante colección de R O M A N C E S H I S T Ó R I C O S M K X I C A N O S , que comprende los siguientes: La Ruina de Atzcapotzatco, Tex-
cotzinco, lil Señor de Ecatepec, Tlahtticole, ñLoteuczoma Xo-
coyotzin y El Ultimo Azteca.—"En ellos, dice el escritor á que antes he aludido, se propuso Peón Contreras imitar el estilo del celebrado romancero del Duque de Rivas;" y agrega, que en estas composiciones "resplandecen pinturas y descripciones bellísimas, ya severamente majestuosas, va lánguidameu'e melancólicas; episodios y peripecias, ade-
tortuosa marcha de la política de México, pero se ha afanado siempre por la felicidad de su patria."—El Sr. Peón y Contreras, en efecto, ha llevado siempre una vida modesta y sosegada; de modo que no es de extrañar que falten en ella grandes acontecimientos que referir. Entregado con verdadera abnegación al noble sacerdocio de la medicina; amante de las dulzuras del hogar y de la familia, en la cual es modelo de esposos y de padres; cultivador apasionado del ameno y florido huerto de las bellas letras, —su ánimo no ha sido para distraerse en las luchas de los partidos, ni en las ambiciones que engendra la ceguedad política. Casi se puede decir que ha vivido alejado de ella; y por esto sin duda, todos le estiman y respetan, sin que jamás haya sentido conturbada su existencia por los odios y rencores que naturalmente sufre quien se mezcla de algún modo en los negocios públicos.
1 7 2
más de oportunos, llenos de interés y movimiento; la verdad histórica, fria y rigurosa, trasluciéndose á través de la ficción poética; y finalmente, el sentimiento patrio, sin entusiasmos ni arranques desordenados, delicadamente acentuado." Yo solo agregaré que en esta obra, el Sr. Peón y Contreras presenta con no común habilidad, revistiéndolas del galano ropaje de la poesía, las tradiciones más curiosas del antiguo Anáhuac, que es lo mismo que ha hecho el Sr. Roa Barcena en sus Leyendas Mexicanas*
La historia azteca, como las de otras razas de América, es un manantial fecundo de inspiración para los poetas y escritores: interesa conocer las costumbres, los usos y los diversos acontecimientos de aquellos antiguos moradores de estas regiones. La imaginación vuela á los remotos tiempos que precedieron á la Conquista; y si bien se aparta horrorizada de los sacrificios humanos y de otros hechos bárbaros, con deleite se detiene á contemplar la incomparable perspectiva de este valle de México, con sus jardines y sus lagos, su cielo azul y sus noches perfumadas; y luego busca las pintorescas habitaciones en que se ven hermosas indias y gallardos mancebos; quiere adivinar episodios amorosos; se admira del lujo de los palacios, y lo halla todo grandioso y extraordinario.—De aquí que yo haya creído siempre que la literatura mexicana adelantaria mucho, si sus cultivadores se dedicaran á buscar, y á aprovecharse de ellos, los ricos filones que la historia nacional encierra; porque de este modo, las obras de nuestros escritores tendrían cierta originalidad de que generalmente carecen: habria en
* El S r . D . J o s é J o a q u í n P e s a d o p u b l i c ó t a m b i é n en 1854, con el t i tu lo d e Las Aztecas, un t o m i t o d e v e r s i o n e s é i m i t a c i o n e s d e los a n t iguos c a n t a r e s m e x i c a n o s , d i v i d i d o en dos p a r t e s : l a p r i m e r a c o m p r e n d e Cantares varios, y l a s e g u n d a Cantos de Netzahualcóyotl,
rey de Texcoco, ú n i c o s q u e se c o n s e r v a n . — U n o s y o t r o s son m á s b i e n m o r a l e s y filosóficos q u e d e s c r i p t i v o s .
1 7 3
sus páginas novedad y encanlo, y copiando las espléndidas bellezas de nuestro suelo, tendrian un tinte esencialmente americano. ¡Bello seria, por otra parte, que en la hermosa lengua de Castilla, se cantasen las hazañas de los guerreros aztecas, se describiesen nuestras tlorestas y campiñas, y se pintasen la gracia y el hechizo de las beldades de América!
Bien hizo, pues, el Sr. Peón y Contreras en escribir sus Romances históricos mexicanos; y ojalá que otros poetas, de no menos brillantes dotes que las suyas, continuasen la obra que él y el Sr. Roa Barcena han comenzado con tan feliz éxito. Su libro es una joya de la poesía hispano-ame-ricana: interés histórico, creciente en cada página; grave y adecuada entonación; magníficos rasgos descriptivos, y de dulce y apasionada ternura; habilidad suma para mezclar lo dramático con lo sentido y delicado; y en fin, notable corrección en el lenguaje, son las cualidades que principalmente engalanan la preciosa obra del Sr. Peón y Contreras, haciendo de ella una de las más notables y valiosas que en estos últimos años han salido á luz en México.
En cuanto á las Poesías de nuestro autor, publicadas en 1 8 6 S , según dije antes, y reproducidas más tarde en el folletín del periódico La P a t r i a , el público solo ha tenido para ellas sinceros y entusiastas elogios, pues todas están inspiradas en los más nobles y bellos afectos, y están llenas, además, de delicadeza y de ternura.—La Oda á Hernán
Cortés, que fué premiada en un certamen literario convocado por el periodista español, Sr. Llanos y Alcaráz, es digna de un gran poeta, por su elevación de pensamiento, sus varoniles galas, y la energía, entusiasmo y aliento que respira. Merecen también citarse los apólogos: La flor del Café,
L.a Camelia, ¡Pobre Aladre!', Un Arroyo y otros, en que la gracia y la intención filosófica se unen á los más ricos primores poéticos. Las elegías A Don Leopoldo Rio de la Lo-
1 7 4
za, A Don Rafael Martínez de la Torre, distinguidos mexicanos, A Juan Clemente Zenea, y sobre todo, la Medita
ción dedicada á la memoria de mi madre, conmueven profundamente el alma, y rebosan tierna y honda melancolía; del mismo modo que deleitan las esmeradas descripciones de Las flores. El Salto de Barrio ATuevo, El Grija/va, El
Rio de T i l a p a , etc.; y finalmente, en sus composiciones eróticas, muéstrase el Sr. Peón y Conteras cariñoso y apasionado, de blando y exquisito sentir; y da á sus cantos amorosos, toda la suavidad y dulzura en que abunda un corazón juvenil, cuando los encantos de una mujer hermosa le tienen cautivado.
I I I .
Sin embargo del indisputable mérito de estas obras de nuestro poeta, su nombre era poco conocido en México, y no le circundaba la aureola de merecida gloria que hoy le hace tan popular y tan querido. Fué preciso para esto que sus privilegiadas dotes se mostraran en otro género de literatura, que ejercitase su actividad en un campo más extenso y difícil, allí donde el público juzga con inflexible severidad, y los triunfos se alcanzan solo por medio del verdadero mérito: en el teatro.
Nuestros escritores, no obstante su aptitud para toda clase de labores literarias, habían visto siempre con indiferencia y descuido el cultivo del género dramático, sin embargo de que aquí se ofrece un ancho campo á los talentos privilegiados, para urdir obras interesantes y conmovedoras. "Y en verdad, —he dicho en otra parte,*— era de
* Corres/ofuleí/eia literaria de MCAÍCO d i r i g i d a a La Ilustración
Española y Americana.
1 7 5
sentirse esta timidez de nuestros ingenios, pues la historia nacional y las costumbres actuales de la sociedad mexicana, convidan al poeta y al observador con sus entretenidos acontecimientos. Aquella época del vireinato es un manantial de inspiración, con su fe y con su piedad, con sus ardientes sentimientos religiosos, con sus amores ocultos, y sus damas y sus galanes: tiempos, sucesos y costumbres á propósito para inspirar obras como las inmortales de Calderón y de Lope." Además, las tradiciones de nuestro pueblo abundan en episodios bellísimos, engalanados de encantadora poesía, con los cuales pueden formarse escenas de palpitante interés y de un tinte caballeresco y original; y las pasiones de nuestra raza, avivadas y enardecidas al calor de los trópicos, bajo la influencia de nuestra naturaleza exuberante y voluptuosa; los pensamientos nacidos también y desarrollados en medio de una sociedad joven todavía, no viciada como otras, y llena de nobles esperanzas, son preciosos elementos para dar gallardía, gracia y robustez á las inspiraciones dramáticas. ¡Cuánto agradaría encontrar en ellas, junto á la entonación peculiar de la poesía española, algo de las pasiones propias, de los sentimientos y carácter de las almas americanas! Pero, sin embargo de esto, vuelvo á decir, nuestros escritores habían visto con abandono y descuido tan rico manantial; hasta que al lin un poeta de elevado numen, de gusto literario exquisito y de generosos deseos en pro del adelanto de nuestra literatura,, comenzó á aprovecharse de él, y á demostrar con sus obras el valor de los tesoros que encerraba. Tal fué el Sr. Peón y Contreras, con cuyas felices producciones, el teatro de nuestro país, antes, tan pobre y decaído, renació súbitamente á una nueva vida, adquiriendo desde luego grande y positiva importancia.
En 1 8 7 6 , nuestro poeta escribió su drama ¡Hasta el cielo!
en prosa, y fué representado en el Teatro Principal de esta
1 7 6
ciudad con el éxito más lisonjero; lo cual le animó decididamente á seguir cultivando este género de literatura.— Dio entonces pruebas de una fecundidad asombrosa, pues en un tiempo relativamente corto, se pusieron en escena con ligeros intervalos, sus dramas: El sacrificio de la vida,
Gil González de Avila, La Hija del Rey, Un. Amor de Her
nán Corles, Luchas de honra y amor, Juan de Villalpan-
do. Impulsos del Corazón, Esperanza y Antón de Alaminas ;
todos en verso. Posteriormente se representaron también, en las nuevas temporadas dramáticas de la capital, El Con
de de Peñalva, Entre mi lio y mi lia (comedia), I'or el jo
yel del Sombrero, Doña Leonor de Sarabia, El Capitán Pe
dreñales, y / Vivo ó muerto!; y prepara en la actualidad otros dos dramas, uno de los cuales llevará el título de El Alcaide de Palacio.
Aunque todas estas obras, y las extraordinarias bellezas que las engalanan, se prestan á un examen detenido, no diré aquí sino algo en general de todas ellas, por no permitirme otra cosa el coito espacio de que puedo disponer. —Pero antes de esto debo manifestar, que el Sr. Peón y Conlreras lia alcanzado en la representación de cada uno de sus dramas, triunfos tan espléndidos, tan ruidosos y satisfactorios, como ningún otro poeta dramático los ha obtenido jamás en nuestra patria; y los cuales solo podrán compararse acaso con los de D. José Ecbegaray. En la cuarta representación de su hermoso drama La Hija del
Rey, la noche del 7 de Mayo de 1 8 7 6 , los escritores de México tributaron al Sr. Peón y Contreras una ovación inusitada, presentándole como obsequio una pluma de oro y un honrosísimo diploma con esta leyenda: Al insigne poeta.
José Peón y Contreras, Restaurador del teatro en la patria
de Alarcony Gorosliza, por su magnifico drama L A H I J A
D E I . R E Y . — T e s t i m o n i o de aplauso y admiración de los Es
critores de México.
1 7 7
I V .
Viniendo ahora al juicio crítico de las obras del Sr. Peón y Coutreras, diré desde luego que se nota en ellas singular y maravilloso talento dramático: conoce profundamente el corazón humano, es sagaz observador, y comprende las pasiones y penetra sus secretos. Debido á esto, sabe conmover, interesar y deleitar con las escenas que concibe su fantasía. Cuando sus personajes hablan de los sentimientos de su alma; cuando describen sus recuerdos, sus anhelos, sus amarguras, y exponen las ideas que los agitan é inquietan, la pluma del autor parece á veces un pincel que pinta con vivos colores los cuadros más dramáticos y terribles, y otras es la vara mágica que pone en labios de los actores, sonoros y cadenciosos períodos, y derrama sobre la escena el apacible encanto del idilio. Y siempre aquella facilidad admirable para desarrollar la acción; siempre un diálogo flexible, natural, elocuente; siempre aquella suave languidez y apasionada ternura en la descripción de los afectos.—Los vigorosos rasgos de que están sembrados sus cuadros, mueven sin esfuerzo las más íntimas y delicadas fibras del alma, y producen en ella las emociones en que se hace consistir generalmente el mérito de toda producción dramática. Buscando siempre este resultado en el ánimo de los espectadores, el Sr. Peón y Contreras hace luchar en la escena los sentimientos más nobles y generosos, procurando por este medio que en todas ocasiones triunfe la virtud, que las almas buenas gocen, <[ue se alienten todas las esperanzas. Por eso en las obras de nuestro poeta resplandece siempre la más pura y es-
i 7 8
tricta moralidad, y sus personajes son todos simpáticos.— Nunca el Sr. Peón falsea los caracteres, ni presenta lo que no se halla en la naturaleza; mas sin que por esto se crea que desciende alguna vez al ingrato terreno en que cierta escuela busca sus inspiraciones. Al contrario, cuanto él presenta es bello, conmovedor, delicado y poético.
Por lo demás, en el Sr. Peón y Contreras todo es espontáneo y natural, propio de la época y del lugar en que coloca sus dramas: no hay en ellos afectación ni amaneramiento, impropiedad ni violencia en las imágenes, en el desarrollo y desenlace de la acción. Sus personajes se expresan conforme á las pasiones de que están animados, y sus enamoradas doncellas, figuras bellísimas todas eme reclaman el pincel de un pintor, hablan un lenguaje que encanta por su dulzura y discreción. Risueñas descripciones, ensueños deliciosos, inefables ternuras, amorosos arrobamientos, íntimas y conmovedoras expansiones: todo se encuentra en las escenas de amor que presenta el Sr. Peón. El oído, el alma, quedan suspensos de aquellas cascadas de armonía, de aquellos sublimes arranques líricos que tan á menudo tiene el ingenio de nuestro poeta.
Algunos censuran en las obras del Sr. Peón y Contreras la semejanza de los argumentos y el abuso de ciertos recursos dramáticos, atribuyendo á aquellos poca originalidad, y á éstos falta de justificación y de propiedad; pero yo creo que esos mismos defectos (¿quién no incurre en algunos?) son debidos precisamente á la extraordinaria fecundidad del autor, y aun al carácter lírico, por decirlo así, que en él domina; y ya se deja entender que en el teatro, no siempre podrá prescindir de ese género de inspiraciones. Con todo, aquellas faltas en nada disminuyen su mérito, el cual lo coloca indudablemente en uno de los primeros lugares de nuestros poetas líricos, y lo aclama como el más insigne y maravilloso de nuestros autores dramáticos.
t 7 9
V.
Últimamente lia publicado el Sr. l'eon un precioso tomo de Romances, dignos por todos títulos de su talento poético: y sobre ellos debo decir algo, siquiera tenga que repetir conceptos anteriormente expresados. *
Catorce leyendas forman la colección, y aunque cortas, son todas riquísimas joyas en que galanamente se ostentan las más exquisitas y delicadas bellezas, lis la primera, en mi sentir, cierta originalidad en la forma bajo la cual el poeta envuelve un verdadero drama, una catástrofe terrible y dolorosa; un poema en que se agitan las grandes pasiones del alma, y se siente el suave soplo de los afectos más puros. La forma, digo; pero no refiriéndome precisamente al metro, —pues ya se comprende cuál ha de ser éste,— sino á la extensión del romance, al corte de la composición, á la manera empleada por el autor para exponer y desarrollar su pensamiento. En estas primorosas baladas (que tal parecen), no hay detalles; porque el movimiento de la acción, la rapidez del desenlace, la violencia y precisión con que se destacan las figuras en la escena, exigen pocas pero enérgicas pinceladas, y no consienten digresiones ni descripciones largas y minuciosas de lugares y de personas: son como aquellas lindas miniaturas, cuyo mérito consiste en la exactitud, la limpieza, la gracia con que está reproducido el paisaje ó el cuadro, no obstante el pequeño espacio de que pudo disponer el artista. No hay tampoco allí
* C o p i o aquí p a r t e d e un a r t í c u l o q u e di á luz en lil Siglo .V/.V, s o b r e los Romances ilra/nál/tos á q u e m e r e f i e r o -
i 8 o
referencias inoportunas á tiempos anteriores al drama que se desarrolla; nada que distraiga al lector de las escenas eme el poeta le pone á la vista: todo es actual, por explicarme así, y solo se asiste á la última catástrofe en que estalla una pasión ó un infortunio, al desenlace postrero de acontecimientos angustiosos.
Por lo demás, fácil es adivinar qué elementos son los que el Si'. Peón y Contreras emplea en sus romances dramáticos: el amor con sus ternuras, los celos con sus terribles estragos, la virtud con su poder, y sus luchas con la tentación y el vicio, la energía de un corazón varonil, las tempestades que resultan de la honra mancillada, de la fe violada, de la esperanza perdida. . . . todo eso que siente el alma en sus horas de dicha ó de desesperación. ¡Y qué cuadros sabe dibujar de un solo rasgo; cómo nos trasporta á aquellos tiempos lejanos del honor castellano, de los castillos solitarios y retirados, de las ciudades sombrías y silenciosas; qué fuerza de colorido hay á veces en las escenas que pinta, y otras, qué encantadora ingenuidad, qué adorable sencillez, qué inocencia, qué gracia!—En suma, el Sr. Peón y Contreras ha enriquecido nuestra literatura con una verdadera joya, y por ella solo merece las más ardientes felicitaciones de la crítica.
D O N
M A N U E L P E R E D O .
I .
N'TRE los escritores que en México se dedican á la crítica literaria y los que con mayor maestría ma-nejan el idioma castellano, sobresale notablemente
el Sr. D. Manuel Pereció, por su erudición, su tacto y su rectitud, no menos que por la modestia y moderación con que asienta sus opiniones.
Nació en México el año de 1 S 3 0 ; y después de frecuentar con provecho las aulas de varios establecimientos particulares de instrucción, ingresó al Seminario Conciliar para cursar latinidad y filosofía. Tuvo el primer premio en ambas facultades, y sustentó lucidamente en la Universidad el acto público de la segunda. Desde 1 8 5 0 se dedicó á los estudios de medicina, recibiendo el título de doctor en esta ciencia en 1 8 5 9 ; y merced á su aplicación, recto carácter y profundos conocimientos médicos, mereció que se le diese el cargo de Prefecto y facultativo de los alum-
1 8 2
nos de la Escuela. En su larga práctica ha obtenido también triunfos y consideraciones que su modestia le ha hecho ocultar. "En 1 8 7 0 —dice un escritor,— en unión del Sr. Dr. D. Urbano Fonseca, trabajó en la fundación del Conservatorio, y formó el plan de estudios del Establecimiento. Desde entonces le fué encomendada la cátedra de retórica y poética y de ejercicios prácticos de declamación; y con tal motivo, escribió la obra que sirve de texto en sus lecciones, y que es superior á todas cuantas se han escrito sobre la materia. De 18^3 á 1 S69 dirigió un Colegio de educación primaria y secundaria. En 1 8 7 2 sirvió la cátedra de gramática y retórica en la Escuela Central Municipal, y actualmente tiene igual encargo en la Escuela de Artes y Oficios del Tecpam."
El Sr. Teredo, desde muy niño, fué aficionadísimo á la lectura y á los trabajos literarios; dando pruebas en todo tiempo de la excelencia de sus dotes y de su incansable laboriosidad. Siempre ha preferido la literatura dramática, y esta inclinación de su gusto le ha llevado á conocer las obras más notables que en este género poseen las literaturas de todos los pueblos, así antiguas como modernas. Casi todos sus escritos, por lo mismo, se refieren á este asunto, y son de mérito por la discreción y el gi*an caudal de conocimientos que revelan.—Ha figurado como redactor ó colaborador en los principales periódicos de México, tales como El Semanario Ilustrado, El Correo de México, El Si
glo AYA", El Renacimiento, El Domingo, La Enseñanza, y
otros muchos. En lodos ellos ha dado á luz importantes y concienzudos estudios críticos de las piezas dramáticas que figuran en el teatro moderno; y ha juzgado con grande acierto las principales obras de Moratin, Ventura de la Vega, Bretón, Hartzenbusch, Tamayoy Baus, Gaspar, García Gutiérrez, y algunos autores franceses. Su RcT'ista
teatral más notable, y que basta per sí sola para acreditar-
i 8 3
le de muy entendido perito en materias de crítica, es la que dedicó á la tragedia Edipo, de Martínez de la Rosa, representada por la compañía de D. José Valero en esta capital el 2 1 de Agosto de 1 8 6 8 . Después de una oportuna y juiciosa introducción, el Sr. Peredo hace el estudio comparativo de las tres mejores tragedias que acerca de las desgracias de Edipo se han escrito, que son las de Sóphocles, Comedie y Voltaire; y examina luego detenidamente, comparándola también con las anteriores, la que legó á la literatura de su patria el ilustre autor de Aben-Hiumya. Véase cómo juzga el Sr. Peredo la obra del poeta español:
"En pocas obras —dice— se observa más fielmente la unidad de acción; y por lo mismo, pocas tragedias se acercan más á la perfección que el Edipo de Martínez de la Rosa.—En los caracteres condújose con igual habilidad; en la pintura de ellos es verdaderamente original, y al crearlos dejó obrar á su inspiración propia. Su Edipo no es un hombre arrebatado y caviloso como el de Sóphocles, ni frivolo como el de Corneille, ni inconsecuente como el de Voltaire; el Edipo de Martínez de la Rosa es un hombre benévolo, amante de su pueblo, lleno de los más delicados sentimientos como esposo y como padre; un hombre, en fin, amable, tal como debía serlo para que sus desgracias inspirasen mayor compasión. En los otros poetas, Edipo no deja de ser un extraño para el espectador; en Martínez de la Rosa es un amigo; mira, pues, cuánto gana en interés pintado de esta manera. En Jocasta les aventajó mucho más; tierna, digna, noble, casi ideal, no se rebaja un solo instante, y hasta su infanticidio está casi expiado por lo sincero de su arrepentimiento. Su Forbas es más verosímil, ya en cuanto al carácter, ya en cuanto á la manera de ponerlo en juego; su ausencia, su llegada, están perfectamente motivadas, sin dar lugar á las contradicciones que sugieren los Eorbas de los otros poetas. Su gran Sacerdote, confidente de la divi-
1 8 4
nielad, suspendido entre la tierra y el cielo, es siempre terrible como un oráculo, inflexible como los dioses á quienes representa, y jamás doblega como el de Voltaire, aquella altiva cabeza consagrada por el ciego fanatismo del pueblo.—En el desarrollo de la acción superó igualmente á sus antecesores; Voltaire confiesa que si inventó el episodio de Philoctétes y sus amores con la reina, fué porque no encontró con que llenar los tres primeros actos; Martínez de la Rosa los llena satisfactoriamente con la sola acción de Edi-po. El poeta español termina sus actos motivada y redondamente; y la marcha de las escenas va deslizándose como por una suave pendiente, hasta llegar sin esfuerzo á la catástrofe. Esta se prepara con naturalidad y caminando de sorpresa en sorpresa; de tal manera, que hasta el momento en que sobreviene, todos tienen aún algo que saber. Para ser completamente clásico, Martínez de la Rosacuidó aun las otras unidades de tiempo y de lugar, que sin gran inconveniente pueden relajarse: la acción pasa toda en la plaza, y dura veinticuatro horas.—En la versificación dejó un modelo de corrección, de pureza y de armonía; sus endecasílabos tienen una entonación grave y perfectamente sostenida; no cansan, porque los personajes no hablan más de lo preciso, y el diálogo está animado á medida de la necesidad . . . —Ras situaciones y efectos teatrales están dispuestos con toda la habilidad necesaria para causar impresión profunda. . . .—En resumen, Martínez de la Rosa expurgó el asunto, de los vicios en que sus antecesores habían incurrido; tomó de éstos las principales bellezas; les superó en la pintura de los caracteres y en la manera de conducir la acción; cábele, pues, la gloria de haber enriquecido á la literatura española con una tragedia clásica, que seria perfecta sin la introducción del episodio del joven ebrio, que solo sirve para hacer brotar contradicciones."
««5
I I .
El Sr. Pereció ha escrito para el teatro una pieza en dos actos, El que todo lo quiere. . . ., que fué representada con aplauso en el Teatro Nacional en 1 8 6 9 ; y además, ha traducido elegantemente El Duelo, del poeta italiano Ferrari, la Serafina, de Victoriano Sardón, y El Duque Gontran.
Acerca de aquella obra original de nuestro autor, el Sr. Al-tamirano dijo en su elogio estas palabras: —"La pieza de Peredo es tan delicada, que no tiene un solo verso que pueda ofender el pudor más susceptible. Sus tipos están perfectamente retratados, su verso corre fácil y sin estorbos, ni ripios ni licencias. Peredo, como poeta dramático, tiene porvenir, y está llamado á honrar la escena en que han brillado los Gorostiza, los Rodríguez Calvan y los Cal
derón." Sus versiones castellanas antes citadas, y las que ha he
cho en verso de La J\ision de Jesucristo, Santa Elena y otros dramas sacros de Metastasio; lo mismo que la del Canto X X X I I I del Infierno del Dante, son de un mérito superior, y podría decirse que no lo parecen en manera alguna, pues tanto así agradan la espontánea naturalidad y la delicadeza de que están llenas, y lo clásico de la dicción. También ha traducido los Recuerdos de México, del 1 )r. IJasch, algunas obras científicas publicadas en La Ense
ñanza, las Llumoradas Dominicales de D. Gustavo Gosl-kowski, los esludios sobre la literatura polaca del mismo, y La Noche de Aravidad, cuento fantástico de Hoffmann arreglado á la escena por Jorge Sand.
En distintas épocas, el Sr. Peredo ha escrito algunas com-2 3
i 86
posiciones poéticas; las cuales, por más que la modestia del autor las haya hecho poco conocidas condenándolas á un injusto olvido, son notables en mi sentir, por los felices rasgos de inspiración y de lenguaje que las engalanan; y merecen ciertamente más aplausos y circulación que otras muchas que se ven todos los dias. En ellas se revela un poeta de sentimiento, un literato de buen gusto, un ingenio fresco y sosegado; y la tina corrección y elegancia de que están revestirlas, son estimables prendas de las clásicas lecturas del Sr. Peredo, y acreditan, por otra parte, su envidiable reputación de buen hablista. Sus poesías La Eucaristía, A las
alumnas del Conservatorio, A la Noche, y Esperanza, abundan en gracia y delicadeza, y tienen cierta dulce melancolía que cautiva el corazón apaciblemente, haciendo notable contraste con las tituladas: A mis compañeros de colegio, El fin del año, Epístola á Ignacio AI. Allamirano sobre el
Can-can, y sus epigramas; pues en todas éstas hay el donaire picaresco y juguetón de la musa festiva que inspiró á Quevedo y á otros satíricos españoles.
El Curso elemental de Arte métrica y poética, publicado por nuestro autor en 1 8 7 5 y luego por segunda vez en 1 8 7 8 , es precioso y útilísimo para la enseñanza, no solo por la abundancia de doctrina contenida en claros y concisos preceptos, sino por el tino, el buen gusto, la excelente pericia con que fueron expuestos. En la primera parte de esta obrita, se trata de la prosodia; en la segunda se dan reglas para la versificación y las combinaciones métricas, y en la tercera, se definen, expbcan y estudian todas las cuestiones relativas á la poesía en general, á la poesía lírica y dramática, á la tragedia y la comedia; amenizando tan hermoso tratado con ejemplos tomados de distinguidos escritores mexicanos.
Para dar ahora una idea de la manera con que el Sr. Peredo ejerce el difícil magisterio de la crítica, séame lícito
i8 7
copiar las siguientes palabras del Sr. Altamirano: —"Dotado de un carácter benévolo y dulce, extraño á las pasiones violentas, lleno de sentimiento, á pesar de sus epigramas y de su sonrisa, jamás brota de su pluma una frase ofensiva, un chiste punzante y mortal, una sola palabra de esas que se clavan como dardo encendido. Peredo es el más cortés de los críticos, y siempre encuentra la manera de decir una verdad sin causar enfado, de corregir sin que el autor dé un brinco de dolor. La crítica en su boca suena como advertencia maternal, y los autores por esa razón le profesan un cariño envidiable." *
El Sr. Peredo jamás se ha mezclado en la política, pues en vez de las turbulencias de los negocios públicos, ha preferido siempre los pacíficos goces del estudio y de la enseñanza; unido lo cual á su excesiva modestia, que más bien podria llamarse humildad, hace que en México todos le estimen cordialmente, le respeten y le consideren.—Es socio fundador de la Sociedad Médica Pedro Escobedo, miembro honorario de las Sociedades de Historia Natural, de (leo-grafía y Estadística, de la Filarmónica Mexicana, del Liceo Hidalgo, y de otras muchas corporaciones científicas y literarias. Pertenece igualmente á la Academia Mexicana Coi-respondiente, en la cual ocupa el rango de censor, contribuyendo de un modo notable al lucimiento tic los traba-ios que la ocupan, y al buen crédito de que en España y en América disfruta.
: ! : /\YT'/.V/(|.V l/trrarius ÍÍV .Ue.i.h 1368.
D O N
A N S E L M O D E L A P O R T I L L A .
I .
OR mucho tiempo fué España para los americanos objeto de acerbas é injustas antipatías, de odios y rencores, de crueles ataques y tremendas acusacio
nes. Olvidábanse todos de los grandes beneficios que la metrópoli habia derramado con pródiga mano en el nuevo mundo, y se dedicaban á calumniarla, aunque para esto tuvieran necesidad de falsear la historia, de negar los hechos, de juzgar con pasión y sin lógica, interpretando mal, por consiguiente, las leyes y disposiciones de gobierno dictadas por los monarcas españoles: errores todos que no era difícil ver aplaudidos por personas que gozaban fama de ilustradas.—¡Cosa increíble! Aquellas hazañas de la conquista que sorprendieron al mundo y que jamás se cansa el inundo de admirar; aquellos héroes, superiores en ocasiones á los mismos que cantó el inmortal Homero; aquellos combates, aquella sumisión de pueblos enteros al poder de
i g o
oscuros y desconocidos soldados; los trabajos apostólicos de misioneros humildes, maravillosos en extremo por la influencia que llegaron á tener en la formación de una nueva sociedad; todos aquellos hechos, en fm, que tanta gloria dieron á España en el siglo de Cortés, de Pizarro y de Valdivia, lejos de ser ensalzados y bendecidos por los hijos de la América, eran vistos con horror, con ira, con irritación implacable, por los mismos que solo deberían tener en sus labios palabras de ardiente y eterna gratitud. La época de la administración vireinal se recordaba con tan vivo desagrado, que casi llegaba á la indignación: se empleaban para pintarla los más negros colores, y la respetable memoria de los prelados, de los gobernantes, de los jueces, de los ayuntamientos, era traída á juicio únicamente para denigrarla y maldecirla.
Tan inaudita ceguedad era del todo incomprensible, en pueblos que conservaban huellas del paternal gobierno español, en territorios sembrados de gloriosos monumentos, de ciudades llenas de palacios, de escuelas, de templos y de hospitales, que con su muda elocuencia pregonaban la. solicitud y previsión de la generosa metrópoli de Castilla. Y sin embargo de esto, el odio y la ingratitud de los americanos hacia la madre patria, en vez de extinguirse con los años, en vez de calmarse con algunos gratos recuerdos, crecían de un modo extraordinario; y en la época que siguió á la emancipación de las que hoy son Repúblicas independientes, aquel rencor á España subió á un grado verdaderamente indecible: en él se inspiraban los poetas, los oradores, los periodistas; de él eran hijas las calumnias y maldiciones que diariamente se arrojaban contra la Península y los españoles residentes en América.
En México, Dios sabe cuánto habría durado esto, si una inteligencia superior, un corazón noble y magnánimo, una alma llena de bondad, de dulzura, de amor cristiano, no
lui
hubiese apagado aquellas pasiones, presentándose en medio de la sociedad mexicana con el imparcial libro de la historia en la mano, y palabras de concordia y olvido, de persuasión y de honradez en los labios.—Tal fué el insigne escritor español Señor Don Anselmo de la Portilla, honra al mismo tiempo de la noble Iberia y de nuestra patria.
1 1 .
Nació en el pueblo de Sobremazas, Provincia de Santander, el 3 de Febrero de 1 8 1 6 , siendo sus padres D. Juan Ramón de la Portilla y Doña Teresa Rodríguez. Hizo los primeros estudios en Santa María de Cudeyo y después en un Colegio de Burgos; pero los abandonó al poco tiempo para venir á América, y en 1 8 4 0 desembarcó en Veracruz. —instruido ya perfectamente en la historia de estas tierras; conocedor de las glorias de su palria en el nuevo mundo; con una alma rica de ilusiones, una fantasía de poeta, una imaginación fresca, lozana y vigorosa, el joven Portilla sintió en su pecho dulces y tiernas emociones que le ensancharon de gozo el corazón; y al pisar por primera vez este continente americano, teatro de las luchas y de los triunfos de los soldados españoles, saludó con entusiasmo las montañas del Anáhuac, se recreó en sus verdes campiñas, respiró el ambiente de sus perfumadas florestas. Después, recorrió con respeto los sitios y lugares inmortalizados por la historia.
Concibió entonces la idea de escribiré! poema de la con-
i g 2
quista, tomar el buril del historiador, el pincel del poeta, y dibujar con ellos las escenas y los cuadros que la tierra de Moctezuma habia presenciado con asombro; asunto sublime digno de un gran talento. * Sabiendo, por otra parte, que España y los españoles eran mal vistos en México, por causas que él no acertaba á comprender, se propuso estudiar la manera de hacer desaparecer tan infundada antipatía, á fin de convertir en cordial amor aquel desvío, aquel odio, aquellos rencores que lastimaban sus sentimientos generosos. Pero pronto conoció que no eran poemas ni poesías lo que debian hacer aquí los españoles. "Lo que necesitábamos —decía—• eran velos para ingratas memorias, bálsamos para dolorosas heridas, lazos para desunidos corazones. Lo que necesitábamos era abnegación para estudiar la historia, criterio imparcial y justo para explicarla, sentimientos fraternales para que la verdad fuera simpática en nuestra boca y en nuestra pluma cuando la dijéramos."— A esta alta y espinosa misión quiso desde luego consagrarse el joven Anselmo de la Portilla; pero antes, se vio obligado á entrar á una casa de comercio á servir el empleo de tenedor de libros. ** Allí ocupaba sus horas de descanso, que eran generalmente las de la noche, en el estudio y en el cultivo de las letras, teniendo la satisfacción de que sus primeras composiciones, llenas de galanura y de sentimiento, le valieran muy lisonjeros triunfos y no pocas alabanzas de inteligentes y distinguidos literatos. Uno de ellos fué nuestro inolvidable poeta dramático D. Manuel Eduardo de Gorostiza,
* A l g u n o s can tos c o m p u s o , p e r o j a m á s los dio á la e s t a m p a . E l S r . P o r t i l l a v i n o r e c o m e n d a d o d e Kspaf ia á I ) . A g u s t í n
F.guía, r i co h a c e n d a d o d e a q u e l t i e m p o , q u i e n lo r e c o m e n d ó a su v e z á D . J o s é R a m ó n I b a r r o l a . Es te e r a d u e ñ o d e u n a d e las t i e n d a s d e r o p a m á s a c r e d i t a d a s en M é x i c o , s i t u a d a en la c a l l e d e la M o n t e r i l l a y c o n o c i d a con el n o m b r e d e Los 7'rfs Xu7'ios: en a q u e l e s t a b l e c i m i e n t o e s t u v o el S r . P o r t i l l a .
J 9 3
quien ovó admirado un elocuente y sentido discurso del Sr. Portilla, leido por otra persona que habia recibido el encargo, en el acto de abrir la "Casa de Corrección para jóvenes delincuentes," que el autor de Indiligencia para- to
dos, estableció en la capital por los años de 1 8 4 1 y 1 8 4 2 . —
Del mismo modo, dio renombre y fama con otros diversos escritos, á personas que no tenían escrúpulos en parecer lo que no eran; y en cambio, las composiciones que él intentaba publicar bajo su nombre, eran recibidas con indiferencia. Tal sucedió por entonces con unos artículos que remitió á La Hesperia y á La España- Artística y JMoniuncntal, los
cuales no quisieron publicar. También por aquellos días escribió unos versos dedicados á D. Salvador Bermúdez de Castro, Ministro de España en México, dándole la bienvenida y saludándole como poeta; pero aquel Señor apenas se dignó ver al Sr. Portilla con desden. Y estas fueron las dificultades con que el gran escritor comenzó á luchar desde sus primeros pasos, para abrirse camino en medio de la oscuridad y aislamiento que todavía le rodeaban!. . . . Sin embargo, los escritores de la época descubrieron bajo el anónimo de las primeras composiciones de aquel modesto y humilde joven, "al poeta y prosista de estudios clásicos, al razonador lógico y elocuente, al hablista de fácil, clara y simpática palabra, y lo que vale más todavía, al espíritu levantado y poderoso, al corazón noble y amante, cuyo defecto no era otro que la excesiva benevolencia." *
Algunas personas quisieron sacarle de aquella casa de comercio, donde se distinguió siempre por su dedicación y probidad,—porque comprendieron que era muy estrecha cárcel para su brillante inteligencia, y con el fin también de que con más libertad y reposo pudiera consograrse á tareas propias de su inclinación y de su gusto. Abandonó, en efec-
* F r a s e s de l Sr . D . J o s é M a r í a R o a B á r c t n a . '24
Í94
to, su destino, no .sin que antes hubiera costado gran trabajo á sus amigos vencer su extraordinaria modestia; y desde entonces se consagró enteramente á la literatura y al periodismo. La primera composición suya, en verso, que vio la luz pública, fué el hermosísimo himno A la Divina
Providencia; composición notable por sus pensamientos nuevos, su forma gallarda y limpia, y el hondo y exquisito sentir que en ella resplandecía. Apareció en El Eco del Comercio, periódico entonces de los mejor recibidos y más acreditados en México, del cual era propietario D. Manuel Payno; y aquella producción poética del Sr. Portilla fué leída con general complacencia, valiéndole el ser llamado á formar parte de la redacción de dicho diario. Encargóse de la sección literaria y de las traducciones del inglés y francés, idiomas (pie habia aprendido por sí solo y que poseía con perfección: y al mismo tiempo siguió publicando otros bellísimos versos, entre los cuales merecen citarse con particularidad los intitulados Amor de Dios.
Cuando El Eco del Comercio desapareció, precisamente en los días de su mayor desarrollo y prestigio, el Sr. Portilla fué solicitado por D. Rafael Rafael para trabajar en las publicaciones que tenia fundadas ó pretendía fundar: y fué, en efecto, redactor del célebre periódico El Universal,
uno de los más respetables y distinguidos que ha habido en el país. En él escribió nuestro D. Anselmo con una laboriosidad infatigable y casi heroica, sin descansar nunca, sin arredrarse ante los peligros de que entonces estaba rodeada la vida del periodista: ni un solo dia dejó de escribir para aquel diario, estudiando y analizando con profundo talento, con hábil sagacidad, con extraordinaria lucidez, todas las cuestiones y sucesos del dia, políticos, religiosos, sociales, económicos, literarios, etc., siendo él por esto, en cierto modo, el alma y centro del periódico. V cuenta que á su lado tenia á escritores tan eminentes como O. Laicas
J 9 5
Alaman, D. Ignacio Aguilar y Marocho, J). Manuel Diez de Bonilla, y otros muchos.
Por este tiempo fué también fundador, redactor ó colaborador de los periódicos religiosos y literarios El Católico,
El Despertador Literario, El Espectador de México, en los
cuales dio á luz multitud de producciones de todos géneros; —novelas, críticas, biografías, artículos bibliográficos, históricos, etc., que probaban los variados conocimientos que á su singular facilidad y elegancia para escribir unia el Sr. Portilla.—Entre estos trabajos merecen citarse: las interesantes leyendas Lucia y Ricardo, La ATiua Limosnera, For
taleza de una madre, La familia, dichosa, etc.; los artículos morales: La Religión guiando al hombre, Los - Afinos, La
Caridad, El huerto de Gethse/uaní, [ji resurrección del Se
ñor, La fábulay la verdad; los estudios literarios y biográficos sobre Los Poetas Malogrados, P^os Apellidos, L'J /españólelo, Fr. Bartolomé ¿te las Casas, y numerosas traducciones de buenos autores contemporáneos.—En 1848 se fundó la excelente Revista titulada: La Voz de la Religión, y en ella se reprodujeron con aplauso las primeras composi-siciones poéticas del Sr. Portilla. Conociendo luego su editor las grandes aptitudes de éste para el periodismo, su amor al trabajo, su amena y esmerada instrucción, lo mismo que la brillantez de su estilo y la magia y la riqueza de su pluma, lo asoció á su empresa, comprendiendo lo mucho que ganaría el periódico en interés y en atractivo con tan valiosa adquisición.—Nuestro D. Anselmo se hizo, pues, cargo de La Voz de la Religión desde 1 8 5 1 ; y redactó casi solo cinco gruesos tomos (folio menor) hasta 1 S 5 3 , en que un suceso desgraciado en la negociación hizo que desapareciera aquel importante periódico; el cual tuvo una circulación inmensa en toda la República, fué muy bien aceptado pollas clases más ilustradas de la sociedad, sobre todo por el clero déla nación, y contribuyó notablemente á derramar
1 9 6
luz, á impulsar el movimiento literario de la época, á encender y mantener viva la piedad, y á proporcionar á las familias honesto y útil recreo en lecturas sanas, saludables y llenas de verdaderas bellezas.
Larga es la lista de lo que en este periódico publicó el Sr. Portilla, pues su infinita diligencia y dedicación le hadan atender simultáneamente á todas las secciones de la publicación, dando á luz en ellas con oportunidad todo lo que podian desear los lectores más exigentes: poesías, leyendas, biografías, bibliografías, crónicas del país y del extranjero, escritos de polémica, de crítica, y descriptivos y sentimentales; estudios filosóficos, morales y artísticos; de todas materias, en suma; de tal manera, que debido á los trabajos del Sr. Portilla, La Voz de la Religión vino á ser en poco tiempo el periódico favorito de la buena sociedad mexicana; y en cuanto á ventajas pecuniarias, su ilustre redactor habría sin duda asegurado su porvenir en esta ocasión, si el suceso desgraciado á que antes aludí, no hubiese venido á acabar con todo en sazón y circunstancias menos esperadas.—De las obras que del Sr. Port i l la se registran en estos cinco volúmenes, mencionaré las principales; pues si quisiera citarlas todas, baria interminable la lista. La Magdalena es una bellísima y conmovedora leyen -da religiosa, escrita en variedad de metros, sembrada de primores de pensamiento, de inspiración y de lenguaje, á cual más galanos y delicados, impregnados todos de unción mística, de fervor y de fe. Este poema quedó desgraciadamente sin concluir (Febrero de 1 849) , por el agudo dolor que causó en el alma del Sr. Portilla la muerte de su primera esposa Doña Eulalia Villegas; pero dos años después, en Agosto de 1851, le agregó unas soberbias octavas, explicando los motivos que le impedían acabar su obra. El poeta recuerda la época en que escribié» los primeros cantos de su Magdalena, y dice:
1 9 7
Kra un tiempo en que leve todavía, como bajel mecido en la bonanza, se lanzaba mi ardiente fantasía por el florido edén de la esperanza; un tiempo en que risueño me ofrecía el porvenir hermoso en lontananza, coronas bellas de inocentes flores, tejidas por la flor de mis amores.
Aquella tremenda desgracia doméstica no deja ánimo al autor para seguir cantando los triunfos y los gozos dulcísimos de la mujer purificada por Jesucristo, y se recoge en sí mismo y guarda silencio.—A ese drama íntimo y doloroso de su corazón dedicó también el Sr. Portilla un sentido artículo que se registra en La Voz de la Religión con el título de Tristeza y Soledad, en el cual están agotadas tollas las frases de la ternura, del cariño, del amor casto y cristiano, suavemente embalsamadas por el apacible aroma de la poesía. *
Finalmente, como obras importantes por su utilidad y mérito literario; como modelos de crítica en que campean la elevación de criterio y la pureza y elegancia en el decir, pueden citarse las piezas siguientes: La Virgen Maña, pro
tectora de las bellas artes, El Tránsito de San "José, Moi
sés, Critica literaria [La Conjuración de México, novela de D. Patricio de la Escosura), Bibliografías, Bossuet, Mas-
sillon, Eléchier, Homero, Daniel, La Hermana de la Ca
ridad, La Virgen de Guadalupe, etc., etc.; siendo también del Sr. Portilla todos los artículos y leyendas que se publicaron en la sección dedicada la juventud.—Tomó parte
* P o c o t i e m p o d e s p u é s , e! S r . P o r t i l l a c a s ó con la S r a . ü o f i a Del tina. V i l l e g a s , h e r m a n a d e su p r i m e r a esposa .
i g 8
I I I .
Aquellos trabajos llenaban por entonces de un modo absoluto la vida laboriosa del Sr. Portilla; mas no olvidaba su primitivo intento de dedicarse enteramente á extirpar por medio de una pacífica predicación en la prensa, el odio y la mala voluntad que, no por ser absurdos, dejaban de estar muy generalizados en México contra España y los españoles. Elsle alto pensamiento preocupaba siempre á nuestro Don Anselmo; y nunca perdia oportunidad de decir algo en los diversos periódicos que tenia a su cargo y alimentaba y sostenía con sus escritos, fuesen aquellos políticos y religiosos, ó literarios y puramente recreativos. Empero, esto no bastaba para satisfacer su ambición: él queria tener un periódico propio, órgano exclusivamente de su idea, español, para decirlo de una vez, desde el cual pudiera emprender su benéfica cruzada contra los errores de los que maldecían á España y desconocían sus glorias.—El amor á la patria, el amor á la verdad y el amor á la justicia, le hicieron, pues, intentar algunos ensayos, llevándole al comienzo de la misión de paz y de fraternidad con que soñaba. En el fecundo campo de la prensa se propuso "vindicar la historia y las tradiciones de España en el nuevo
igualmente por aquellos años en la publicación del Diccionario Universal de Historia y Geografía del Sr. Andrade; y cuando se fundó La Cruz, notable revista religiosa y literaria, trabajó al lado de genios tan poderosos como el ilustre Munguía y el esclarecido Pesado, ambos sus amigos, compañeros y admiradores.—Algún tiempo escribió en L.a .Sociedad.
i 9 9
muiulo ; combatir las preocupaciones hostiles al nombre español que existían en estas Repúblicas, y crear vínculos ríe fraternidad entre españoles y americanos."—Esas fueron la divisa y el programa que desde entonces adoptó y sostuvo el respetable Sr. Portilla, y vamos á ver en seguida cómo los cumplió.
Fundó en 1 8 5 0 El Español, y en él empleó un estilo suave, amistoso, conciliador, que agradó en extremo á los mexicanos. "Mi sistema —decia el escritor muchos años después— era una verdadera novedad en el periodismo, y más en el periodismo español que hasta entonces había ventilado las cuestiones americanas. Cayó bien, cayó en gracia ver que un periodista español no se enfurecia al combatir las preocupaciones de los hijos de América, y que en lugar de zaherir, procuraba convencer de su error á los preocupados."—Los españoles, sin embargo, no aprobaron ese sistema; querían otro enteramente distinto, que fuera como el eco de sus sentimientos ardientes y enérgicos, lleno de pasión, de saña implacable, para corresponder así al tralamien, to que de los nacionales recibían. El Sr. Portilla no cambió-porqué juzgó que estas exigencias serian contraproducentes, y que lejos de apagar los odios, los avivarían más y más. ¡Ah! nadie sabia que él, como los antiguos misioneros, habla venido de paz. No venia como Hernán Cortés y sus compañeros á conquistar imperios, ni como sus demás compatriotas á buscar la riqueza en nuestras minas ó en nuestros campos; venia, sí, á conquistar corazones y voluntades para España. El Sr. Portilla teníala paciencia de Fr. Pedro de Gante, la mansedumbre de Motolinía y de Saha-gun, el celo de Las Casas, el ardor evangélico de Fr. Martín de Valencia; sin que por esto le faltaran la energía y el entusiasmo de los antiguos caballeros españoles para defender el buen nombre de su patria.
No era él, pues, á propósito para usar en sus escritos él
2 0 0
estilo que deseaban algunos; y por esta causa el periódico tuvo que desaparecer al poco tiempo. Pero este primer desengaño, precursor ¡ay! de otros muchos, no desalentó en manera alguna al animoso escritor; antes viendo que el terreno, por parte de los mexicanos, estaba bien dispuesto, estableció en seguida El Eco de E s p a ñ a , admitiendo á su lado á D. Eduardo Asquerino.—Extrarordinario fué el entusiasmo que produjo en los españoles este periódico; pues la moderación, el tino, la suavidad con que estaban escritos los artículos que allí aparecían, daban excelentes resultados en el ánimo de los hijos de México; quienes ilustrados de aquel modo en las cuestiones históricas que solo confusamente conocían, se apresuraban á hacer justicia á España y á prodigar á los españoles las consideraciones de un fraternal cariño. Sin embargo, había en esto una cosa notable; ¿por qué siendo el espíritu del periódico igual al del anterior, no era recibido de la misma manera? ¿por qué aquel habia sido condenado y éste era aplaudido?—Don Anselmo de la Portilla, por una modestia excesiva que no le abandonó toda su vida, jamás firmaba sus artículos, y gustaba siempre de ocultarse en la oscuridad; de modo que en esta vez, los que daba á luz en El Eco de Esftaña, se atribuían equivocadamente al Sr. Asquerino. Para éste eran, por lo mismo, la gloria y los aplausos; él recibía las felicitaciones y aun los obsequios destinados al verdadero autor, sin que jamás hubiera hecho la más ligera rectificación. El Sr. Portilla, entretanto, era víctima del desden, déla indiferencia, del desvío de sus compatriotas; á pesar de que con una palabra podía haberlos sacado de su error. "Después de todo —decia— algo hubo de fortuna en aquella desgracia mia: en los dias más aciagos de mi carrera de escritor, cuando más hondo fué mi infortunio, más tétrico el aislamiento y más oscuro el rincón en que me encerraba, tuve la satisfacción de ver alabado lo que hacia, siempre que la
2 0 1
casualidad ó la ocasión hicieron que saliera al amparo dé otra fortuna y de otro nombre. ¿Cómo habría tenido yo aquella triste satisfacción si siempre se hubiera creído que mis cosas eran mías?"
Decepciones como estas, no escasearon al Sr. Portilla en su vida de periodista, y en El Universal se repitieron algunas; por eso él solia decir en el seno de la intimidad y ile la confianza, que la memoria de nuestro Alarcon le era más querida que la de ningún otro escritor español, porque le sucedía algo parecido á lo que tantas veces le aconteció al inmortal autor de La Verdad Sospechosa: nadie ignora que todas las comedias malas que se silbaban en Madrid se\ atribuían á Alarcon, mientras que las buenas, aunque fuesen suyas, se creían de Lope. "En cuanto al resultado material de aquellas mis empresas —decía también el Sr. Portilla con honda melancolía— siempre fué tristísimo. Nunca tuve un holgado rincón para pensar, ni una mesa regular para escribir, ni una buena silla en que sentarme, ni un libro que consultar, ni nada de lo que sirve de ayuda, de estímulo ó de premio á los que están empeñados en las duras tareas del periodismo."—¡La pobreza y el olvido!.... Pié aquí los únicos frutos que el escritor que lo merecía todo, se inclinaba á recoger en el triste sendero de su vida. . ..
Muerto El Eco de E s p a ñ a , el infatigable Sr. Portilla fundó otro periódico titulado El Español, como el primero que tuvo; y así en éste como en una Iberia que redactó en union de Federico Bello, poeta tan grande como desconocido, sostuvo interesantísimas polémicas con diversos escritores de la época; polémicas que sirvieron notablemente para "convertir en amigos de España y de los españoles á muchos que querían hasta sacarse de las venas la sangre española que por ellas corría."—Estos triunfos compensaban á nuestro Don Anselmo de sus amarguras: eran sus
•a
202
laureles, las palmas de su victoria, más caras á su corazón que las riquezas y los honores; y ante ellos, lo olvidaba todo.
I V .
En 1 8 5 8 hizo el Sr. Portilla un viaje á los Estados Unidos con su familia, y allí no se olvidó tampoco de su constante propósito de unir en fraternal y estrecho abrazo á españoles y americanos. Fundó para esto en Nueva York un periódico, E l Occidente, que redactó solo.—En la misma ciudad escribió su interesante libro México en iS'j¡6 y
185J, ó sea la historia del Gobierno del General Comon-fort, continuación de otra obra suya dada á luz anteriormente en esta capital con el título de: La Revolución de
Ayutla. También compuso su novela Virginia Stezvard, y dirigió al Conde de la Cortina unas Carlas de Viaje que no llegaron á publicarse. *
Volvió al país en 1 8 6 2 , pasando por la Habana, en donde años atrás habia dirigido, poco tiempo, E l Diario de la
M a r i n a , y donde debía haber fundado un periódico en compañía de D. José Zorrilla y del conocido editor D. Cipriano de las Cagigas; proyecto que no se realizó por la muerte
* P r o p o n í a s e el S r . P o r t i l l a con estas c a r t a s f o r m a r m á s t a r d e un l i b r o , p a r a lo cua l e n c a r g ó a l S r . C o r t i n a q u e las c o n s e r v a s e . D e s g r a c i a d a m e n t e , c u a n d o r e g r e s ó á la R e p ú b l i c a , el C o n d e h a b i a fal l e c i d o y n o fué pos ib le r e c o b r a r los m a n u s c r i t o s . — L a p r i m e r a d e a q u e l l a s c a r t a s , c u y o b o r r a d o r c o n s e r v a b a p o r c a s u a l i d a d el a u t o r , se p u b l i c ó h a c e a l g u n o s a ñ o s en El Siglo XIX, y es p o r t o d o s c o n c e p t o s d i g n a d e su t a l e n t o c l a r o y o b s e r v a d o r , y d e su p l u m a tan e l e g a n t e c o m o d i s c r e t a y a m e n a .
2 0 3
de éste.—En dicho año, hallábase el General Prim en Ve-racruz al frente de las fuerzas españolas que el Gobierno de la Península había mandado al país para unirse á las de Francia é Inglaterra en la célebre intervención europea en México. El Sr. Portilla, lamentando que su patria estuviese mezclada en este asunto, y con el propósito de influir en que los negocios que habían provocado aquella, se arreglasen pacíficamente, fundó un periódico, El Eco de E u r o p a , solicitando antes el permiso del general español. Fié aquí de qué modo refiere esto el mismo Sr. Portilla:
"Regresando yo á México con mi familia —dice— llegué á Veracruz cuando ya estaban cortadas las comunicaciones con el interior del país. Obligado á detenerme allí por este motivo, me ocurrió establecer un periódico con el objeto de extirpar los temores que inspiraba la coalición europea, y de abogar por una solución pacífica; animándome á ello la circunstancia de que viniendo el General Prim al frente de la expedición española, el pensamiento de los aliados no podia ser otro que el de arreglar en paz las cuestiones de México.''
En su entrevista con el Conde de Reus, el Sr. Portilla dijo: —"Yo creo firmemente, Señor General, que si usted dis
para aquí un cañonazo, si dispara usted un fusil, si derra m a usted una gota, una sola gota de sangre mexicana, acaba para siempre el prestigio del nombre español, no solo en México sino en toda América."
Obtuvo el Sr. Portilla el permiso que solicitaba; y después agrega:
—"Leí á Prim el primer artículo, y no solo le pareció bien, sino que le prodigó elogios. Lo mismo hice con todos los demás, y nunca le ocurrió alterar una idea, ni una frase, ni una palabra, ni una tilde. Nunca Prim me sugirió una sola idea para el periódico: siempre escribí yo lo que bien me parecía, y jamás dejó de estar conforme con ello.
204
Era que ambos leniamos igual criterio en el asunto de la intervención y en las cuestiones que aquí debían resolverse."
En aquel periódico, en efecto, se trató la cuestión de una manera clara, precisa, lógica y amistosa, con el propósito de que las cosas de México se arreglaran sin derramar sangre; y en las Cortes de Madrid causó viva sensación el pensamiento que guiaba al juicioso redactor de £1 Eco.—El trascurso del tiempo, más tarde, realzó brillantísimamente su victoria.
Sabido es que el término de todo, fueron los Tratados de La Soledad y la retirada del General Prim con su ejército; y no hay necesidad de decir que este rasgo del héroe de los Castillejos fué agradecido y aplaudido calurosamente pollos mexicanos; ni que, merced á él, se convirtieron en amigos de España y de los españoles, muchos de los que antes eran sus mortales enemigos. En esta obra de reconciliación y de cariño, el Sr. Portilla tuvo una parte importantísima, según acabamos de ver; y los mexicanos jamás olvidaron ni olvidarán la deuda de gratitud que con él contrajeron.
Al establecerse en México poco después el Imperio de Maximiliano, el Sr. Portilla publicó su libro De Miramar ó México, que no es más que la historia del viaje de aquel l'rín -cipe y de su esposa, y de los festejos con que fueron obsequiados en el país á su llegada: la curiosidad pública quedó por completo satisfecha con esta obra, la cual tenia además el atractivo de presentar en sus páginas los discursos y poesías que con motivo de la presencia de los soberanos se pronunciaron y escribieron por aquellos dias.—Maximiliano y Carlota, con la inteligencia y perspicacia que poseían, conocieron desde luego la importancia, el mérito, el valer del Sr. Portilla, y procuraron atraérsele, distinguiéndole con finas consideraciones: leían sus profundos y bellos artículos publicados entonces en el periódico que tituló La Razón,
y haciendo que lo abandonara, le llamaron á su lado
205
V.
Llegamos ya á la página más herniosa de la vida periodística del Sr. Portilla; á la época en que el gran escritor, desplegando con ardor inusitado sus maravillosas facultades, entró de lleno y de una manera exclusiva, al planteamiento y desarrollo de la idea que perseguía: extinción de odios y rencores, y fraternidad eterna entre españoles y mexicanos: pensamiento generoso que nunca abandonaba; propósito levantado digno de un gran espíritu, obra de paz que constituía toda su ambición.
El i.° de Marzo de 18Ó7 fundó Pa I b e r i a , la inolvidable I b e r i a , que llegó á ser como el vínculo de reconciliación y de concordia entre los que siendo miembros de una
para confiarle honrosas y difíciles comisiones. No era el Sr. Portilla partidario de la intervención; pero acudió al llamamiento, llevado de aquella su bondad de corazón que lo hacia ceder á todo, por más que en ocasiones causaran extrañeza sus aparentes cambios de opinión; pues como dijo el Sr. Roa Barcena, su único defecto no era otro (pie la excesiva condescendencia. En la secretaría privada del Monarca trabajó con empeño, lealtad y eficacia, debiéndose á él muchas iniciativas importantes y no pocas disposiciones de gobierno: en la prensa, dirigió hábilmente el Diario del
Imperio; y también escribió las Revistas quincenales de
México que se mandaban al extranjero, y algunos otros opúsculos.—Maximiliano, en fin, depositó en el Sr. Portilla la mayor confianza, le tuvo cordialísimo aprecio, y halló siempre en él prendas y circunstancias de carácter no comunes en quienes rodean á un gobernante.
2 0 6
misma familia, estaban separados por absurdos resentimientos. Este periódico, además, venia á llenar un vacío, á satisfacer una necesidad de la colonia española de México; y á pesar de la modestia con que se presentó en el palenque periodístico, todos comprendieron desde luego su importancia y la influencia que llegaría á ejercer en la opinión pública; porque para nadie eran desconocidos el nombre del Sr. Portilla ni la prudencia que le caracterizaba.—Desde los primeros números comenzó á sostener polémicas, no solo en defensa de su patria y en vindicación de sus tradiciones históricas en América, sino también en defensa de México, como sucedió en cierta ocasión en que el periódico The Mexicaii Times estampó algunos conceptos injuriosos para nuestro país.
En sus discusiones con escritores mexicanos empleó aquel estilo blando, benévolo y sereno que le era peculiar; el cual, lejos de exaltar los ánimos y de confundir al adversario, obligaba á meditar para luego conocer y confesar la verdad. Inspiraba confianza, animaba al estudio y conducia insensiblemente al más perfecto convencimiento. Era oportuno en los recuerdos históricos, justo en las apreciaciones, imparcial en los juicios y controversias, indulgente con los que incurrían en algún error, ameno en sus discursos, brillante y hábil en los argumentos que aducia; siempre inflexible para destruir una preocupación y para defender la verdad.—Por lo demás, grande seria el espacio de que habría yo menenester aquí, si quisiera dar una idea de las diversas polémicas que sostuvo el Sr. Portilla: básteme decir, que en todas ellas no se sabia qué admirar más, si la novedad y la claridad con que presentaba las cuestiones, ó el elevado criterio, la superioridad de miras, y la buena fe y nobleza que resplandecían en todas ellas. Contestaba los cargos que se hacían á España, á los conquistadores y á la administración vireinal, con acierto y prontitud; anali-
207
zaba los hechos, investigaba sus causas, y ponia en claro la verdad; se despojaba de todo aquello que podía influir en su manera de pensar, y juzgaba con imparcialidad, escogiendo en las mejores fuentes los testimonios que podian ilustrarlo ó desatar una dificultad; se trasportaba á aquellos tiempos de la conquista, presenciaba las hazañas, estudiaba á los personajes, y de este modo encontraba el origen y la raíz de cosas que todos condenaban porque no podian explicárselas; en suma, defendiendo la verdad y la justicia, el elocuente escritor tenia siempre razones nuevas que oponer á sus adversarios: jamás se sentía débil.—"Nadie nos gana á nosotros, —decia dirigiéndose á un escritor que había hablado de ciertos hechos de los españoles,— á condenar sin reserva las atrocidades que se cometieron en aquellos descubrimientos y en aquellas conquistas. Ningún corazón salta más indignado que el nuestro contra los suplicios del valeroso Hatuei, de la bella Anacaona, del heroico Guati-motzin, y del magnífico y valeroso Atahualpa. Si hubiéramos vivido en aquella época, habríamos pensado y escrito como Er. Bartolomé de las Casas; habriamos tronado como él contra las Kncorniendas y los Encomenderos, y habríamos tomado la defensa de los débiles vencidos contra los abusos de los fuertes vencedores. Eloy no nos toca, puesto que de historia se trata, sino explicar los hechos, no conforme á nuestras ideas actuales, sino conforme á las ideas, las máximas, los principios y las costumbres de aquel tiempo. Para nosotros toda conquista es una usurpación; para los hombres del siglo X V I era un derecho, con tal que se hiciera para extender la religión cristiana. A nosotros, que no aceptamos aquel derecho, nos parece inicuo todo lo que se hacia ejerciéndole: ellos tenían por lícito tocio lo que fuera menester para asegurarle. . . . En fin, para nuestro siglo no es razón la circunstancia de extender la fe; al contrario, para muchos de los que hoy viven, lo peor de la conquista
2 ó 8
fué traer al Nuevo Mundo la religión cristiana. Todo esto prueba, que para juzgar con acierto en estas cuestiones, es necesario no perder de vista la conocida máxima de distinguir los tiempos: distingue témpora el concordabis jura."
Pues bien: siguiendo este sistema, el ilustre redactor de La Iberia convencía á todos sus adversarios y los traía á sus ideas, haciéndoles amar á España y reconocer sus glorias en América.—Muchos, merced á esto, supieron lo que verdaderamente debe creerse acerca de la conquista y los conquistadores, de las encomiendas y tributos, de las Leyes de Indias y su aplicación en México, de las obras materiales ejecutadas en América con beneplácito de la metrópoli, de los indios y los misioneros que los evangelizaron, de los vireyes, de su gobierno, de sus hechos. . . . de todo eso, en fin, que antes era moda sacar á luz para deturpar á España.
"¡Oué época! ¡qué hechos! ¡qué hombres! —exclamaba el Sr. Portilla.—Allá vienen Ojeda, el paladín más gallardo de aquel siglo, los Pinzones, compañeros de Colon, y los Valdivias, que descubren y reconocen las costas orientales de la América del Sur. Por aquí avanzan Ponce de León y Hernando de Soto, que lidian con la raza más valerosa de los indígenas americanos; que descubren el inmenso Mississippí, y edifican la más antigua ciudad que tienen los Estados Unidos. Allí aparece en el Istmo de Darien, Vasco Núflez de Balboa, de rodillas en la cumbre de la Montaña, con los brazos extendidos y dando gracias al cielo, porque acaba de aparecérsele el inmenso Océano Pacífico, resplandeciente con el fúlgido sol de una mañana. Allá van Pizarra y Almagro, torvos, rudos y codiciosos, sí; pero heroicos y magníficos, á reemplazar con la pura civilización de Jesús la impura aunque poética civilización de los Incas. Aquí está Hernán Cortés, que quema las naves, que avanza osado contra el imperio más poderoso y aguerrido del
2og
Nuevo Mundo; que encuentra héroe» como él y sus compañeros con quienes combatir, y que convierte el imperio azteca en una nueva España, tan bella y tan suntuosa como la antigua.—¿Quién puede avergonzarse de descender de aquellos hombres, ni qué motivos tendrían sus descendientes para aborrecerlos y despreciarlos?"
Este era el estilo empleado por el Sr. Portilla en las polémicas que sostenía. ¿Qué mucho, pues, que su natural encanto, su sencilla y magnífica elocuencia, aquella manera de decir, que revelaba la hermosura de alma del escritor y la gallardía de su ingenio; qué mucho que todo esto cautivara á los periodistas, y diera á La Iberia el lugar elcva-dísimo que siempre tuvo en la prensa mexicana? Fué, en efecto, este periódico uno de los más queridos, respetados y autorizados que ha habido en la República; y se dice que el Presidente D. Benito Juárez lo prefería á todos los demás. Porque la verdad era, que en La Iberia encontraban eco todos los grandes pensamientos y tenían apoyo las más útiles y convenientes iniciativas; se discutían los asuntos de México con brillantez y acierto, y se encontraban en todo señales del interés que esta nación inspiraba al Sr. Portilla. La Iberia fué también el constante defensor, el adalid más solícito y patriota de la colonia española en México; y muchas veces libró á ésta, con una palabra de prudencia, de conflictos enojosos. Dejó de publicarse el 3 0 de Junio de 1 S 7 6 , después de nueve años de gloriosa vida, de trabajos, de combates diarios y de triunfos; después de haber hablado de la patria ausente á los españoles de aquí, y de haber igualmente llenado la misión que se impuso su fundador. La prensa toda del país manifestó su sentimiento por la desaparición de un colega tan estimable; y el Sr. Portilla pudo ver que no dejaba una sola enemistad, y que todos tenían para él palabras de consideración y de cariño.—"Al retirarme de la escena —decia— no solo voy consolado, si-
2 8
2 1 0
no que me siento feliz porque he hecho algo por mi patria, porque La Iberia muere abrazada de su pensamiento y de su bandera, y porque vive y vivirá su obra. Al lado de estos consuelos que me acompañan en la muerte, ¿que importan las otras penas que pueden quedarme en la vida?. . ."
¡Hermosas y nobles palabras que hacen el elogio de aquel apóstol de la fraternidad hispano-americana!
V I .
¿Logró su objeto el Sr. D. Anselmo de la Portilla, de ver vindicadas en el Nuevo Mundo la historia y las tradiciones de España? ¿Plan desaparecido realmente las preocupaciones hostiles al nombre español, que desde la independencia existían en estas Repúblicas? ¿Hay ahora lazos de fraternal amor entre españoles y mexicanos?—Sí, en verdad; y el alma generosa del Sr. Portilla pudo todavía gozar de las satisfacciones del triunfo: el cielo le permitió ver coronada de la más espléndida victoria la causa que con extraordinaria constancia sostuvo toda su vida. ¡Pero á costa de qué sacrificios!—Su carrera periodística es la más laboriosa, la más digna, la más brillante y limpia que jamás se ha visto en México; luchó con invencibles obstáculos, tuvo amargos desengaños, le acompañó siempre la pobreza; pero nunca desmayó ni se detuvo en su marcha. La Iberia fué, y debía ser, la gloria del Sr. Portilla, como fué igualmente el reflejo de las tristes impresiones de su corazón. Nunca se ha visto que periodista alguno haya sido tan estimado y admirado como él lo fué en México; nunca se han tributado á escritor público los honores y consideraciones que él recibía diariamente, ni habia palabra que fuese escuchada
2 1 1
y atendida con tanto agrado, respeto y complacencia como la suya; porque el Sr. Portilla era la más alta, y noble, y magnífica personificación del periodismo, é hizo de la prensa lo que conviene que sea en las sociedades modernas: un poder que lo abrace todo, algo como un sacerdocio que difunda la verdad, una luz que lleve á los entendimientos ideas buenas, una voz serena que proclame las excelencias de la justicia. Y el Sr. Portilla, por fortuna, habia recibirlo de Dios todas aquellas virtudes y prendas que atraen poderosamente el ánimo de los demás, y les impulsan á seguir el camino de la persuasión y del estudio. Apacible, benévolo, sencillo, de una humildad encantadora; compasivo y dispuesto siempre á todo lo bueno, sin transigir jamás con lo que no lo era; adversario generoso y leal que honraba á quien con él discutía; incapaz de abrigar odios contra nadie, sino más bien inclinado á perdonar y á amar á los que le hacian mal; admirador sincero de las buenas obras, fuera quien fuese su autor, y tan indulgente para lo mediano ó defectuoso, como severo con lo suyo propio; excelente amigo, en suma, esposo amantísimo, tierno y cariñoso padre, bienhechor de los pobres, sin ostentación ni vanidad, —el Sr. Portilla era uno de aquellos varones que la Providencia manda al mundo para ejemplo y edificación de quienes los conocen, y que son merecedores, por lo mismo, de la admiración de la sociedad y de la recompensa que Dios guarda para los justos. Su delicada sensibilidad conmovía; la hidalguía de su carácter y la alteza de sus propósitos infundian admiración; su ingenua bondad y mansedumbre despertaba la confianza en los corazones tímidos; la sencillez de sus gustos, el sosiego de sus costumbres, sus tranquilas maneras convidaban á imitarlo; y en fin, sorprendía y cautivaba su inagotable benevolencia. En sus escritos se trasparentaban siempre estas bellezas de su alma, realzadas, si más era posible, por una caballerosidad ente-
2 1 2
ramente española: jamás se escapaba de su pluma una frase dura ni una palabra inconveniente; jamás estampaba un concepto que pudiese lastimar á alguien ó desalentarlo, ni nunca le faltaban un elogio para el verdadero mérito, un consejo para el que lo .necesitaba, una indicación prudente y discreta para quien se la pedia: sus juicios eran siempre justos sin pecar de severos. Revelábase, finalmente, en todo lo que escribía el Sr. Portilla, la intención de hacer el bien, y su voz tenia la sencilla majestad, el irresistible prestigio del que predica la verdad. l ié aquí por qué no fueron estériles sus trabajos ni su frente dejó de verse coronada de los laureles de la victoria.—Mas ¡ay! hubo un tiempo en que, á pesar de haber consagrado el Sr. Portilla al servicio de España su florida juventud, su bienestar, su maravilloso talento, y acaso un porvenir dichoso, se extendieron repentinamente en torno de él y cayeron sobre su alma, el aislamiento, la soledad, el vacío, el hielo de la indiferencia, todos los velos del olvido, como si ya estuviera muerto ó como si no hubiera existido jamás. .. . Ea gratitud, por desgracia, no es eterna en los corazones de los hombres, y éstos pronto se olvidan de lo que siempre deberían tener presente, y ensalzar y bendecir. *—Fatigado,
* Un suceso q u e i n d u d a b l e m e n t e ' f a v o r e c i ó y h o n r ó al S r . P o r t i l l a en m u y a l t o g r a d o , fué tal v e z cat isa en a q u e l l a é p o c a ( 1 8 7 3 ] , d e las a m a r g u r a s q u e le a q u e j a r o n , las c u a l e s no t u v i e r o n t é r m i n o sino con su m u e r t e . — C o n m o t i v o d e u n a d e t a n t a s b r i l l a n t í s i m a s p o l é m i c a s q u e s o s t u v o en la p r e n s a , s o b r e la h i s t o r i a y las t r a d i c i o n e s d e E s p a ñ a en el N u e v o M u n d o , los e s p a ñ o l e s d e la R e p ú b l i c a (pus ie ron h a c e r l e u n a d e m o s t r a c i ó n d e e n t u s i a s m o , p o n i e n d o en sus m a n o s un v a l i o s o r e g a l o . D e s g r a c i a d a m e n t e , p o r u n a e s p e c i e d e f a t a l i d a d (pie no fa l tó j a m á s en las cosas de l S r . P o r t i l l a , se i n c l u y e r o n en la e s c r i t u r a d e la d o n a c i ó n d e u n a c a s a ( o b j e t o e l e g i d o p a r a el o b s e q u i o , , c i e r t a s c l á u s u l a s (pie él c r e y ó n o d e b e r a c e p t a r , p o r q u e en su c o n c e p t o a j a b a n sus s e n t i m i e n t o s d e c a b a l l e r o p u n d o n o r o s o y h o n r a d o . As í , pues , y c o m o d e c i a t r i s t e m e n t e el m i s m o S r . P o r t i l l a en
2 1 3
lleno de desaliento, sin salud y sin el fruto de su trabajo, el ilustre escritor se retiró del campo del periodismo con ánimo de buscar el descanso de sus fatigas en el seno amoroso de su virtuosa familia; y todavía allí desahogaba su entendimiento, escribiendo de vez en cuando algunos artículos que publicaba en El Siglo XIX, y dando comienzo á una obra de que hablaré después, la Vida de JVasIiing-
ton. Aislado, triste, lejos completamente del trato del mundo, del cual le habían apartado amarguísimos desengaños, —le sorprendió la muerte el 3 de Marzo de 1 8 7 9 , hallándole pobre, enfermo y desalentado, después de tantos años de lucha diaria; llena su frente de laureles, pero ensangren-tados sus pies con las espinas del áspero sendero de su vida. . . . * ¡Y así acabó aquella existencia noble, honrada, consumida toda entera en el bien de los demás y en gloriosos servicios á su patria! —
A su muerte, fué llorado de todos; porque sus virtudes, sus merecimientos, su bondad generosa, su bellísimo carácter, su modestia, su amor á España y á los españoles, á México y á los mexicanos, le hicieron digno del cariño de cuantos conocían su nombre. Los periódicos vistieron luto, le dedicaron expresivos y elocuentes artículos necrológicos, y los poetas nacionales más notables, honraron su memoria con sentidas elegías: todos, en fin, dieron señales del dolor, que
sus c o n v e r s a c i o n e s i n t i m a s , lo q u e d e b í a h a b e r s ido m o t i v o d e s a t i s facc ión y d e g o z o , s e c o n v i r t i ó en a m a r g a f u e n t e d e d i sgus tos y t o r mentos . A q u e l l a s c l á u s u l a s se m o d i f i c a r o n a l fin, y el r e g a l o fué a c e p t a d o ; p e r o el n o b l e e s c r i t o r no p u d o o l v i d a r n u n c a los d o l o r o s o s i n c i d e n t e s q u e h u b o en este n e g o c i o y se a b s t u v o d e m e n c i o n a r l o en La Iberia. ¡ T a n l a s t i m a d o así h a b i a q u e d a d o su c o r a z ó n ! Kn lo int i m o d e él a g r a d e c í a y a g r a d e c i ó s i e m p r e , a u n q u e j a m á s lo d i jo , el r e g a l o d e sus c o m p a t r i o t a s , q u e a s e g u r ó á su fami l ia un m o d e s t o b i e n e s t a r .
* R o a Márcena .
2 I 4
les causaba la ausencia eterna del Sr. Portilla, del grande amigo de México, del modelo de periodistas y de caballeros, del ilustre é incansable batallador de la verdad y de la justicia. ¡Era una pérdida inmensa para España, para México, para las letras, para la prensa, para la historia! ¡Pérdida más inmensa todavía y verdaderamente irreparable para su familia y sus amigos!
Un mes después, para que á la gloria del Sr. Portilla nada faltase, se presentó en el Congreso General una proposición pidiendo se declarara que el ilustre escritor español,
elinsigne fundador y director ¿/c 1 L A I l iERIA, Sr. I). Ansel
mo de la Portilla, habla merecido bien de México: * hecho singular y honrosísimo que no tiene precedente en nuestra historia, y que constituirá en todo tiempo el timbre más glorioso de la familia del Sr. Portilla.
V i l .
Pudo sin duda éste dedicarse á otro género de labores literarias; y en vez de las fugitivas producciones del periodismo, que pronto se olvidan y desaparecen, fácil le habria sido dejar obras formales y concienzudas sobre diversar materias, porque tenia fuerzas y dotes especiales para todo. "Portilla era —dijo no há mucho un distinguido escritor español**— un pensador profundo y altamente moral, un escritor inspirado, correcto y erudito, de buen gusto y de
* El a u t o r d e es ta p r o p o s i c i ó n fué el r e p u t a d o a h o g a d o S r . D .
J o a q u í n M . A l c a l d e , d i p u t a d o al C o n g r e s o d e la U n i o n ; y d e s p u é s
la hizo s u y a la D i p u t a c i ó n d e G u a n a j u a t o .
* * El S r . D . J o s é G ü e l y M e r c a d e r .
2 1 5
intención viril; gran conocedor del corazón humano; de ánimo abierto á todos los sentimientos nobles y levantados, y fácil á todas las impresiones del exterior que dejan en el alma huella provechosa. Periodista desde sus años juveniles, conocía á fondo las ciencias políticas y sociales en todas sus fases; era filósofo, economista, jurisconsulto, diplomático, hombre de gobierno y de administración. En España, afiliado en cualquiera de nuestros partidos políticos, fácilmente habria llegado á ministro de la Corona."
El Sr. Portilla, sin embargo de todo esto, nada se reservó para sí: no se acordó de su nombre, ni quiso conquistarse un bienestar feliz: lo sacrificó todo en aras de la misión de paz que se propuso llenar en nuestra patria. ¿May por ventura más generosa abnegación? ¿Puede exigirse mejor prenda de amor patrio?
El inolvidable redactor de La Iberia amaba á México como se ama la tierra donde se ha criado una familia, y se ha gozado y padecido: con encendido amor, con leal y entusiasta cariño. El sufría con las desgracias de esta República, que es la patria de sus hijos, y se alegraba con sus triunfos, con sus progresos, con su engrandecimiento; se inquietaba por su porvenir, se interesaba en las cuestiones que de alguna manera pudieran influir en él, y prestaba el apoyo y la autoridad de su talento á cuanto pudiera favorecerlo.
Nuestra literatura, sobre todo, le debió eficaces é importantísimos servicios: su nombre vino figurando, como hemos visto, desde sus primeros años, en el movimiento intelectual de nuestro país, al lado de aquella magnífica pléyade en que brillaban Alaman, Pesado, Munguía, Aguilar y Maro-cho, Roa Barcena, y otros muchos.
El Sr. Portilla tenia estímulos para la juventud, animaba á los tímidos, disimulaba los defectos de sus ensayos y les daba generosa acogida en las columnas de sus periódicos,
2Í6
quizá en recuerdo de los desaires que él sufrió en sus primeros pasos literarios. ¡liien se vengó de ellos! Nadie asomó jamás á su puerta en busca de un nombre, de un reclamo, de un camino para las letras y la gloria, sin encontrarla de par en par abierta, como él decia; dispuesto su corazón y prontas su voz y su pluma para cumplir sus deseos. Su Iberia fué, mientras se publicó, el periódico único que servia á la juventud estudiosa para darse á conocer, pues el Sr. Portilla amaba con entrañable afecto á la naciente generación literaria. A muchos escritores sacó de la oscuridad y el aislamiento, y les dio gloria, les prodigó aplausos, les conquistó un buen lugar en el concepto público, llamando sobre ellos la atención de los inteligentes. ¡Cuántos le deben una reputación! ¡Cuántos acudían á su lado en bttsca de consuelos y de consejos, seguros de ser recibidos con la confianza, con el interés y el cariño de un padre bondadoso!
Los mexicanos, justo es decirlo, supieron corresponder dignamente á esta predilección del Sr. Portilla: lo veían con veneración y cariño profundísimo, y la gratitud que hacia él abrigaban, les llevó á cumplir en momentos solemnes, los más tristes deberes. Mexicanos hubo entre los amigos que le acompañaron en la última soledad de su vida, mexicanos entre los que cerraron sus ojos y velaron su cadáver, entre los que le acompañaron á su última morada, y los que al último regaron su sepultura con lágrimas. . . . Y en el cementerio, mexicanos y españoles lloraron al recordar que aquel hombre virtuoso los habia unido con el abrazo de hermanos. . . .
2 1 7
V I I I .
Según he dicho antes, las ocupaciones del periodismo impidieron á nuestro D. Anselmo escribir algunas obras, con que en otras circunstancias habría enriquecido indudablemente la literatura hispano-americana. Sin embargo, además de los libros que he mencionado en el curso de este artículo, — L a Revolución de Ayutla, México en J S 56-57,
De M'ira/uar á México y la novela Virginia Slivard,—
el Sr. Portilla escribió y publicó algunos capítulos de uno (pie prometía ser muy interesante, intitulado: E S P A Ñ A E N
M É X I C O , —Cuest iones históricas, políticas y sociales,— completándolo con diversos artículos de polémica periodística.* —En sus últimos dias escribía la Vida de IVaslu'uglon, obra importantísima que trunca como quedó, será valioso orna-
* l ín el fol let ín d e Ln Iberia p u b l i c ó el S r . P o r t i l l a una i n t e r e s a n t e Biblioteca, histórica s o b r e cosas d e M é x i c o , en la cua l s a l i e ron á luz o b r a s t a n r a r a s y cu r iosas , c o m o las s i g u i e n t e s , con u n a int r o d u c c i ó n s u y a : Cartas de Hernán Cortés á Carlos V; Conquista
de ^léxico, d e G o m a r a , Conquista de la Nueva España, d e B e r n a l D í a z de l C a s t i l l o , Teatro Mexicano, d e V e t a n c u r t , Idea de una
nueva Historia General de la América Septentrional, d e Hotur in i , Escritos sueltos, d e H e r n á n C o r t é s , Instrucciones que los Vi rey es
de Nueva España dejaron á sus sucesores, Crónica de la Provin
cia de Michoacan, d e l P . B e a u m o n t , é Información recibida en
México y Puebla el año de 1 5 6 5 , sobre los servicios que prestaron
los tlaxcaltecas á Hernán Cortés en la Conquista de México.—
M u c h a s d e estas obras , ó p e r m a n e c í a n i n é d i t a s , ó si se h a b í a n p u b l i c a d o , e r a n r a r a s y d i f í c i l e s d e e n c o n t r a r . El S r . P o r t i l l a p r e s t ó , p u e s , con su Biblioteca, un g r a n s e r v i c i o á la H i s t o r i a n a c i o n a l .
•2.1
2 l S
mentó de las letras españolas; pues el estilo castizo, la elegancia de la narración, la sana crítica y los incontables primores de lenguaje de que está sembrada, hacen de ella un monumento literario digno del gran hombre á quien está dedicada.
Yo he tenido la fortuna de leer, merced á una bondadosa distinción de la familia del Sr. Tortilla, que agradezco profundamente, el manuscrito de los ocho únicos capítulos que el ilustre escritor dejó del todo terminados; y como en mi sentir la obra es de una importancia suma y de un mérito no común, el lector me permitirá que diga yo algo en especial sobre estos ocho capítulos.
No es este libro solo una biografía, ni el simple panegírico de Washington; participa de ambas cosas: es un canto bellísimo, un poema épico escrito en prosa, para honrar la memoria de uno de los hombres más admirables que ha producido la humanidad. En él se unen en feliz consorcio la majestad de la historia y la sublimidad de la poesía; la elevación de criterio del filósofo y los arranques líricos de un corazón entusiasta; la quietud y serenidad del investigador erudito, y la amenidad, el colorido, la encantadora animación del escritor de fantasía. Todo allí es interesante y magnífico: las descripciones son verdaderos cuadros, perspectivas grandiosas en que el lector no sabe en (pié objetos detener los ojos, pues el cielo, las florestas, los rios con sus márgenes floridas, los callados montes, las embalsamadas noches, las mañanas resplandecientes, se ven con tal viveza y claridad, que parece uno encontrarse en las selvas vírgenes americanas. Y sorprende en verdad que tales páginas, obra de un escritor que tenia ya sobre sí la nieve de los años y cuyo corazón habia sido azotado tantas veces por el ardiente soplo del infortunio, estén llenas de tan deliciosa frescura, de tan embriagadora poesía, de tan fino, exquisito y delicado gusto. Al leer algunos capítulos de la Vida
2 ¡ ü
d¿ Washington, sin esfuerzo cree uno que está leyendo á Chateaubriand; al pasar la vista por ciertos pasajes en que el interés de la narración crece y crece sin cesar, parece que tenemos un libro de Washington Irving en las manos; al deleitarnos en los episodios puramente históricos, es Prescott quien nos habla; y en otras partes recordamos á los cronistas primitivos de México, Mendieta, Las Casas, Sahagutí, Motolinía, porque tal es la unción y la candorosa sencillez con que el autor se expresa: ya es una página como podia haberla escrito Macaulay, ya otra en que la profundidad y exactitud de una observación compiten con la claridad con que fué expuesta; observándose en el desarrollo de la obra un método maravilloso y una naturalidad verdaderamente encantadora. Por lo demás, ¡qué pureza hay en la dicción, qué selectos períodos, qué fluidez, qué arte, qué escogido lenguaje! ¡Cómo se ve allí la mano del literato, del hablista distinguido, del crítico eminente y discreto, del historiador ameno, profundo y reposado!
Comienza su obra el Sr. Portilla dibujando á grandes pinceladas el establecimiento de las colonias inglesas en América, para preparar así el ánimo del lector y disponer el teatro en que va á figurar su héroe. En los capítulos segundo y tercero pinta con frescos y animados colores la niñez y la juventud de Washington, evoca los recuerdos de su familia, refiere algunos rasgos curiosos de su precocidad y buen juicio, y se detiene en aquellas circunstancias que todos gustamos de encontrar en las biografías de los grandes hombres: son bellísimas y conmovedoras las palabras dedicadas á la madre de Washington.—Después, pasa á describir el carácter juvenil de éste, y cuenta sus primeros amores; habla de sus trabajos, de algunos viajes que hizo con motivo de sus conocimientos en agrimensura, de sus pesadumbres de familia y de sus cuidados como jefe de ella; concluyendo tan interesante relación con el siguiente par-
2 2 0
rafo, en que se compendia lo dicho hasta entonces: —"Todo lo que hizo Washington en su juventud parecía dispuesto para prepararle al gran papel que la Providencia le destinaba en la edad madura. La caza, imagen de la guerra; los cuidados de la familia, imagen del gobierno; los tra-bajosde agrimensor, imagen de las durezas de la vida; todo fortificó su cuerpo, ilustró y templó su espíritu, formó su corazón y elevó su carácter á la altura que era menester para que fuera un dia el primer capitán, el primer legislador, el primer hombre de Estado, el fundador en suma de un pueblo."
En el capítulo cuarto aparece ya Washington en la escena pública, desempeñando una comisión importante cerca del Gobernador de los colonos franceses del Ohio; y la historia de su viaje á través de las selvas, en que están pinta, dos con admirable propiedad los peligros á que se vio expuesto y las espléndidas bellezas del territorio, sus ásperos montes, sus rios helados, sus desiertos, sus soledades, y algo también de las costumbres de los salvajes, recuerda las páginas más hermosas de la Átala y de Los Natclcz de Chateaubriand. Y da mayor atractivo á la narración la gallarda, la interesante, la legendaria figura de Washington que allí se descubre en todos los cuadros.
Con motivo de la sangrienta guerra intercolonial, llamada de los siete años, que estalló en 1 7 5 4 , el joven americano comenzó á distinguirse en los combates de un modo extraordinario, triunfando primero de Jumonville que murió en la refriega, y asistiendo luego á la célebre batalla en que quedó completamente derrotado el General Braddock por no haber seguido los prudentes consejos de Washington. Allí peleó éste con admirable denuedo, y se salvó de la muerte providencialmente, como si Dios —dijo Samuel Davis—le señalara para prestar más tarde algún impor
tante servicio á su país. Estos hechos y sus consecuencias,
2 2 1
con otros curiosos episodios, ocupan los capítulos quinto, sexto y sétimo; siendo de notar, que el interés jamás desfallece, antes subyuga y deleita la amenidad del relato, y agradan los detalles discretamente escogidos por el autor. En el octavo, en fin, se trata del casamiento de Washington con Marta Custis, y es uno de los que con mayor delicadeza están escritos y de los que más simpatías inspiran hacia el grande hombre: en él aparece éste tal como era en sus sentimientos íntimos y en sus costumbres privadas. El biógrafo refiere cómo se conocieron Washington y Marta, cuál era la correspondencia que estando lejos se trasmitían, qué aficiones y propósitos despertó en él aquel acto de su vida, cuáles eran las virtudes y prendas de la esposa, y por último, cómo se trataron ella y el patriarca americano. Léase, acerca de esto, el siguiente párrafo:—.. ."Su union con Marta fué venturosa. Dulce y amorosa compañera, ella fué el más bello adorno de su hogar en todas las situaciones de la vida. Encerrada en el rincón donde la mujer tiene su trono, rarísima vez sale á la escena en el gran teatro donde hizo el primer papel su marido. Dotada de carácter expansivo y amable, alegró con su presencia y dio tono de sencilla elegancia á la vida del campo en que pasó los primeros años de su matrimonio; y cuando más tarde fué llevada á los brillantes círculos del poder, y participó de las ovaciones con que el entusiasmo popular aclamó á su triunfante esposo, nunca perdió la modestia y humildad de sus costumbres. Fué, en una palabra, digna compañera del grande hombre á quien dio su mano.—Con Washington y con Marta nos sucede lo que con nuestros abuelos: nunca los vemos jóvenes. El se nos representa en el invierno de la vida, con su auréola de ancianidad y su venerable aspecto de patriarca: ella con su blanca cofia, su saya antigua y su bondadosa faz de abuela. No tuvieron hijos, pero un pueblo entero que le llama padre á él, y ama y ve-
2 2 2
ñera su memoria, tributa también homenajes de cariño filial á la que fué su digna y noble compañera."
Este capítulo tiene en el manuscrito la fecha Enero 2 —
iSjS— y fué el último que escribió el Sr. Portilla, 'fres meses después de comenzada la obra, es decir, en el citado, le atacó una enfermedad penosa que le obligó á suspender su trabajo, cuando solo habia escrito la introducción y los ocho primeros capítulos. Ya no la pudo proseguir, porque desde entonces el mal siguió, hasta que la muerte vino á cortar aquella cara existencia.
Como se comprende desde luego, la Vida de. Washington
apenas quedó empezada: el manuscrito alcanza solo hasta el año de 1 7 5 9 , y el Cincinato de América murió en 1 7 9 9 , en cuya diferencia de cuarenta años cambió radicalmente el estado de las colonias y se sucedieron aquella serie de hechos memorables en que Washington fué el principal actor, el centro, la causa de todos ellos. ¡Qué guerra aquella de la independencia, qué batallas, qué prodigios de valor y de perseverancia, qué austeridad de virtudes desplegada por Washington en los campamentos, qué triunfos, qué gloria! Aquel guerrero indomable y heroico, después de dar la libertad á su patria y poner las bases de su futuro engrandecimiento, se retira, modesto y sencillo, á su casita de Mount-Vcrnon, con la conciencia de haber cumplido su deber, buscando las dulzuras de la vida doméstica y cultivando, como el hombre más humilde del pueblo, sus fértiles heredades. ¡Qué páginas habría escrito el Sr. Portilla con estos asuntos; él, que comprendía y admiraba las grandes virtudes de los grandes corazones! ¡Cómo habría pintado, con su pluma de oro, aquellos prodigiosos acontecimientos que conmovieron las selvas del nuevo mundo; aquellos hechos que elevaron á Washington á la altura en que lo ve la posteridad y lo verán siempre los siglos; aquellos soldados valerosos que sentían arder su sangre de entusias-
2 2 3
mu á la sola presencia de su general!. . . . í.o poco que deió escrito el Sr. Portilla de su obra, nos permite adivinar fácilmente las páginas que habría trazado después si la muerte no nos le hubiese arrebatado. . . .
Algunos de sus compatriotas, según él supo, "mostraron grande extrañeza porque iba á escribir la vida de Washington, cuando tantos personajes españoles que ilustraron su nombre en el Nuevo Mundo, le brindaban con su genio, sus virtudes, sus hazañas y sus glorias."-—Los siguientes conceptos del prólogo explican la intención del Sr. Portilla, y yo no puedo hacer cosa mejor que copiarlos. Dicen así: •'Ouiero pagar la parte (pie á mí me toca en la deuda de gratitud que tenemos los españoles con los escritores de los Estados-Unidos. Los principales de ellos han elegido para sus obras asuntos de España, y han ilustrado con trabajos importantísimos, como no lo han hecho los nuestros, muchos de los más interesantes períodos de nuestra historia. * Yo quiero bosquejar el más interesante y bello de la suya: voy á escribir la vida de Washington."—El Sr. Portilla, además, tenia una deuda especial con los Estados Unidos. "Su historia —decía también en el prólogo,— sus hechos, sus costumbres, los discursos de sus oradores, las obras de sus literatos, los cantos de sus poetas, las opiniones de sus estadistas, han sido un arsenal inmenso de donde he sacado yo en mi larga carrera de escritor, las más poderosas
* Y a se c o m p r e n d e q u e el S r . P o r t i l l a se r e f i e r e a q u i : :i W a s h i n g ton I r v i n g , q u e escr ib ió la Vida y Viajes de Cristóbal Colon, ¡'ta
jes y descubrimientos de tos compañeros de Cristóbal Cotón, Le
yendas de ta Alliavibra, e t c . ; á P r e s c o t t , q u e p u b l i c ó la Historia
de la Conquista de México, la Conquista del Perú, la Historia del
reinado de los Reyes Católicos y la / 'ida de Fclif>c II: ó T i c k n o r , por su Historia de la Literatura Española: á F e n i m o r e C o o p p e r , q u e c o m p u s o u n a d e sus m e j o r e s n o v e l a s con el t í tu lo d e Mercedes a'e
Castilla, y á o t ros m u c h o s q u e ¡i-;ría ktrsjro c i t a r .
2 2 4
armas para vindicar la historia y las tradiciones de mi patria en el Nuevo Mundo, y combatir las preocupaciones hostiles al nombre español en las tierras donde más hizo para ser querido y respetado. Los sentimientos y conducta riel pueblo norte-americano, los hechos y dichos de sus hombres eminentes, sus homenajes á la verdad y á la justicia de la historia, su tierna veneración á la memoria de sus padres, todo esto ha sido mi refugio cuando mis razones no han valido, y siempre ha sido esto eficaz para imponer silencio á las preocupaciones antiguas de la América Española, con cute he luchado constantemente en el estadio de la prensa."
Se ve, pues: que todavía en esta obra, al parecer extraña al pensamiento que fué objeto de los desvelos del Sr. Portilla, se proponía continuar su propaganda de fraternidad y de reconciliación, defendiendo con brillante celo los fueros de la verdad histórica. ¡Jamás aquel hombre virtuoso dejó de ser el apóstol de paz, el apóstol de una idea que en mayor grado puede engrandecer á los que la abriguen en su pecho! ¡Bendita sea su memoria!
I N D I C E
P á g s . D e d i c a t o r i a .
P r ó l o g o .
I n t r o d u c c i ó n 1
l i m o Sr . O b i s p o D . I g n a c i o M o n t e s d e O c a 9
ü . A l e j a n d r o A r a n g u y E s c a n d e n 25
D . J o a q u í n ( l a r d a I c a x b a l c c t a 35
D . J o s é S e b a s t i a n S e g u r a 57
D . J o s é M a r í a R o a P.árcena 05
D. J o s é M a r í a d e P a s s o c o 81
D . F r a n c i s c o P i m e n t e l 87
D . C a s i m i r o C o l l a d o 101
D . I g n a c i o A g u i l a r y M a r o c h o m
D . T i r s o R a f a e l C ó r d o b a 129
D . M a n u e l O r o z c o y P e r r a 143
D . R a f a e l Á n g e l d e la P e ñ a 1Ó3
D . J o s é P e ó n y C o n t r c r a s 169
D . M a n u e l P e r c d o 181
D . A n s e l m o d e la P o r t i l l a 189