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AMENAZAS Y RETOS DE LA CADENA DE SUMINISTRO HUMANITARIA
AUTOR
JUAN NICOLAS PLAZAS RAMÍREZ
Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de:
RELACIONES INTERNACIONALES Y ESTUDIOS POLÍTICOS
Director:
DARÍO DE JESUS RUIZ TINOCO
UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA
FACULTAD DE RELACIONES INTERNACIONALES, ESTRATEGIA Y SEGURIDAD
PROGRAMA RELACIONES INTERNACIONALES Y ESTUDIOS POLÍTICOS
BOGOTÁ, 20 OCTUBRE 2021
RESUMEN
El ensayo presentado a continuación reúne algunas reflexiones y argumentaciones
respecto a los diversos retos y amenazas que enfrenta la cadena de suministro
humanitaria, la cual constituye una acción clave en la logística humanitaria que está
dedicada específicamente a proveer de suministros a la población de un área
afectada por un desastre o crisis; a saber, abastecimiento, transporte,
almacenamiento y distribución de insumos. Se trata de un tema de gran relevancia
en un mundo altamente globalizado, urbanizado, interconectado y convulso que
favorece la aparición de desastres y crisis ya sean de origen natural, tecnológico o
antrópico. A lo largo del texto, se examinan los conceptos fundamentales de la
logística humanitaria y de la cadena de suministro a fin de identificar a los actores,
explicar sus fases y determinar tanto los riesgos como las oportunidades que se
presentan en la cadena de suministro humanitaria. En tal sentido, se observa que
los retos y amenazas que enfrenta la cadena de suministros deriva en primer lugar
de los escenarios altamente vulnerables, deteriorados y peligrosos en los cuales se
desarrollan estos procesos y, en segundo lugar, de la enorme complejidad que
revisten todas las acciones que se realizan en el marco de la cooperación
internacional y la ayuda humanitaria, las cuales involucran a múltiples y muy
diversos actores y movilizan una ingente cantidad de recursos y suministros con
alcance internacional, siendo que la preparación, la coordinación y la gestión de la
información son claves para enfrentar a tales retos, pues los desastres y las crisis
humanitarias seguirán produciéndose.
Palabras claves: Cooperación internacional, logística humanitaria, ayuda
humanitaria, cadena de suministro
ABSTRACT
The essay presented below brings together some reflections and arguments
regarding the various challenges and threats facing the humanitarian supply chain,
which constitutes a key action in humanitarian logistics that is specifically dedicated
to providing supplies to the population of an affected area by a disaster or crisis; as
we know, supply, transport, storage and distribution of inputs. It is a topic of great
relevance in a highly globalized, urbanized, interconnected and convulsed world that
favors the appearance of disasters and crises, whether of natural, technological or
anthropic origin. Throughout the text, the fundamental concepts of humanitarian
logistics and supply chain are examined in order to identify the actors, explain their
phases and determine both the risks and the opportunities that present themselves
in the humanitarian supply chain. In this sense, it is observed that the challenges and
threats faced by the supply chain derive in the first place from the highly vulnerable,
deteriorated and dangerous scenarios in which these processes take place and,
secondly, from the enormous complexity that all of them have. the actions carried out
within the framework of international cooperation and humanitarian aid, which
involve multiple and very diverse actors and mobilize a huge amount of resources
and supplies with an international scope, being that the preparation, coordination
and management of Information is key to face such challenges, as disasters and
humanitarian crises will continue to occur.
Key words: International cooperation, humanitarian logistics, humanitarian aid,
supply chain
INTRODUCCIÓN
En este ensayo se abordara el tema de las cadenas de suministro humanitarias,
cuyo principal objetivo es “entregar las provisiones apropiadas, en buenas
condiciones y en las cantidades solicitadas, en los lugares y en el momento en que
son requeridas” (OMS/OPS, 2000). El propósito general de este trabajo radica en
Identificar las amenazas y los retos actuales de las cadenas de suministro
humanitarias, para lo cual hemos establecido tres objetivos específicos a fin de
orientar nuestras reflexiones. Estos objetivos son explicar el funcionamiento y las
fases de la cadena, identificar los actores implicados y determinar los riesgos y las
oportunidades de mejora dentro de la cadena de suministro humanitaria.
El número de crisis humanitarias producidas por desastres naturales o antrópicos ha
experimentado una verdadera escalada a lo largo de los últimos años (Blaikie et al.,
2010). Cabe destacar que se denomina desastre a las consecuencias que tiene la
ocurrencia de un fenómeno adverso o peligroso ya sea de origen natural (sismos,
tsunamis, volcanes, inundaciones, huracanes), tecnológico (accidentes industriales
y nucleares, fugas y derrames de sustancias peligrosas, incendios, explosiones,
etc.) o antrópico (conflictos armados, guerras civiles, desplazados, estallidos
sociales, crisis de refugiados) y que causa graves daños en las personas, la
infraestructura y el ambiente, en una escala tal que altera completamente "las
condiciones normales de vida y sobrepasa la capacidad local de respuesta para el
retorno a la normalidad" (Guevara, 2012, p. 351).
Cuando los efectos del desastre son tales que exceden la capacidad
disponible en el país para responder adecuadamente, se realiza un
llamamiento de asistencia dirigido a la comunidad internacional, lo cual le
corresponde al gobierno nacional y por lo general es canalizado mediante
agencias de las Naciones Unidas y representaciones diplomáticas en el
extranjero. Una vez más, este llamamiento no debería ser hecho hasta
determinar con mayor certeza, cuáles son las necesidades que no
pueden ser solventadas con los recursos asequibles localmente y por
ende, qué se requerirá de la solidaridad internacional (OMS/OPS, 2000,
p. 26)
Adicionalmente, y respecto a la naturaleza disruptiva de los desastres, es de tener
en cuenta que estos fenómenos comportan sus propias complicaciones pues
existen los llamados desastres complejos, es decir, "...la combinación de eventos
desastrosos de diferente tipo en una misma región. Estos pueden ser eventos
asociados (tsunamis o deslizamientos causados por un terremoto, avalanchas en
una zona de inundación) o también pueden ocurrir en una región afectada por
enfrentamientos militares (por ejemplo el terremoto de 1998 en Armenia, Colombia o
las hambrunas africanas de Etiopía, Somalia y Sudán ". (OMS/OPS, 2000, p. 1).
Los ejemplos desastrosos que requieren la activación de la ayuda humanitaria
abundan: el terremoto tsunamigénico de Sumatra-Andamán (magnitud 9,2) ocurrido
el 26 de diciembre de 2004, cuyo impacto alcanzó a varios países (Imagen 1); el
violento sismo -también tsunamigénico- de Japón del 11 de marzo de
2011(magnitud 9,1), un ejemplo perfecto de un desastre complejo ya que sus
efectos deterioraron gravemente la planta nuclear de Fukushima provocando una
peligrosa conjunción entre amenazas naturales y tecnológicas que originó una crisis
nuclear de consecuencias imprevisibles (Imagen 2). La enorme devastación
producida por los sismos de Sumatra, 2004 y Japón, 2011 pueden apreciarse en las
imágenes que presentamos a continuación:
Imagen 1. Efectos del terremoto y tsunami del 26/12/2004 en Sumatra
Fuente: Philip A. McDaniel, 2004.
Imagen 2. Efectos del sismo de Japón del 11/03/2011. Planta Nuclear de Fukushima
Fuente: Diario El Heraldo, 2011
De la misma manera, el sismo de Haití del 12 de enero de 2010 (magnitud 7,0)
produjo una de las catástrofes humanitarias más grandes en la historia de la región
al devastar al país más pobre de América (Imagen 3).
Imagen 3. Puerto Príncipe asolada por el terremoto de Haití del 12/01/2010
Fuente: Logan Abassi, 2010
Otro país caribeño que fue prácticamente arrasado por un evento
hidrometeorológico es Barbuda y Antigua, específicamente la isla de Barbuda que
sufrió los embates del poderoso y catastrófico huracán Irma de categoría 5, el 8 de
septiembre de 2017. Este huracán ha sido el más potente que se ha registrado
históricamente en el Atlántico; en consecuencia, Barbuda sufrió la destrucción del
90% de su infraestructura y los pobladores debieron ser evacuados a la isla de
Antigua (Imagen 4).
Imagen 4. Isla de Barbuda tras el paso del huracán Irma, 8/09/2017
Fuente: Nacho Corbella, Esther Poveda y Lorena Arroyo, 2017.
Finalmente, una situación humanitaria crítica y sumamente trágica la constituye la
crisis migratoria en Europa o crisis migratoria en el Mediterráneo (Imagen 5).
Imagen 5. Rescate de migrantes en el Mediterráneo. Junio, 2015.
Fuente: U.S. Navy, 2015.
A diferencia de los ejemplos anteriores de crisis ocasionadas por eventos naturales
de impacto rápido como los terremotos y los huracanes, esta crisis migratoria se
inició en el año 2014 y se ha venido prolongando desde entonces, caracterizada por
un flujo descontrolado de refugiados, solicitantes de asilo y otros migrantes en
situación de vulnerabilidad y por un gran número de personas que han muerto en
sus intentos de llegar a Europa, configurando así la peor crisis humanitaria que ha
atravesado el viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial (ACNUR, 2015)
En estas complejas y peligrosas coyunturas, diversas organizaciones humanitarias,
como lo son ONG y las agencias públicas de cooperación, trabajan arduamente a fin
de proveer y distribuir a las poblaciones afectadas, productos de primera necesidad,
como alimentos, agua, ropa y medicinas, y cooperar en las tareas de reconstrucción
en territorios que han sido sumamente impactados por un desastre sea cual sea su
origen.
Estas ayudas humanitarias varían dependiendo la situación que se esté abordando
y pueden proveer a poblaciones vulnerables de un gran rango de productos y
servicios dependiendo de la gravedad de la crisis y las características de la situación
(Imagen 6). Evidentemente, ante una acción humanitaria de emergencia, estas
organizaciones requieren movilizar gran cantidad de recursos tanto humanos como
materiales para distribuir y entregar sobre el terreno todos los artículos necesarios o
proveer un refugio temporal y relativamente seguro a los afectados (López-Vargas y
Cárdenas-Aguirre, 2017).
Imagen 6. Ayuda humanitaria. Suministros en tránsito
Fuente: Luce Garay, 2020.
En este orden de ideas, se comprende que la logística humanitaria constituya un
aspecto importantísimo dentro de la acción humanitaria ante crisis y emergencias. Al
respecto, El Consejo de Profesionales en Gerencia de la Cadena de Suministros
(2013) define la logística como el proceso de "planificar, implementar y controlar
eficientemente el flujo y almacenamiento de materias primas, servicios, información,
entre otros. Con el fin de satisfacer las necesidades del cliente (p. 117). En
consecuencia, el proceso logístico que está detrás de estas operaciones reviste una
gran importancia ya que los consumidores finales son personas que se encuentran
en un estado de vulnerabilidad física y mental extrema; es por esto que la logística
debe ser perfecta y garantizar una entrega rápida y eficiente.
Sin embargo, como se trata de un proceso complejo que convoca una gran
diversidad de actores y que se realiza en un contexto altamente inestable, nos
encontramos con numerosos desafíos que se derivan de la naturaleza impredecible
de las crisis. Estos retos constituyen una dura prueba para las redes logísticas y
particularmente para la cadena de suministro global que debe estar preparada para
actuar en cualquier parte del mundo, en el menor tiempo posible involucrando, como
ya señalamos a una gran cantidad de actores a nivel local e internacional.
Además de esto, existe una gran cantidad de amenazas externas que pueden poner
en peligro toda una operación humanitaria: desde riesgos relacionados con la
financiación hasta riesgos concernientes a crímenes trasnacionales en zonas de
conflicto armado que pueden traer repercusiones gravísimas para el personal
humanitario y provocar rupturas en la cadena de suministro humanitaria, afectando
a las poblaciones ya golpeadas por una crisis o emergencia.
El interés en esta problemática se vio acrecentado ya que se trata de una temática
con un estado del arte muy bien establecido pero con un escaso aporte respecto a
la producción científica latinoamericana (Leiras et al., 2014; Flórez Oviedo, 2018;
García Rojas, 2018). Esto resulta sumamente llamativo si consideramos que no solo
las condiciones geológicas y climáticas de América Latina favorecen la ocurrencia
de todos los fenómenos naturales peligrosos sino que las condiciones económicas
y políticas han precipitado diversos estallidos sociales, conflictos armados y crisis de
refugiados y migrantes (Véase Hubp e Inbar, 2002 y Barreira, González Arana y
Trejos Rosero, 2013).
Adicionalmente, la emergencia humanitaria provocada por la pandemia por Covid-19
y el inevitable impacto de las medidas de aislamiento social se vio articulada con la
creciente inestabilidad socio-política que existía previamente en la región, lo que
amplificó los efectos del Covid-19 y profundizó la crisis que ya atravesaban varios
países latinoamericanos. En este sentido, pensamos que el momento actual
representa una ocasión única para razonar sobre cuáles son los desafíos a que se
enfrenta la cadena de suministros humanitaria y cómo pueden superarse en pro de
lograr la mejor atención posible para las poblaciones vulnerables.
LA CADENA DE SUMINISTRO HUMANITARIA
La ayuda humanitaria es un sector que podemos encontrar dentro de lo que
conocemos como Ayuda Oficial para el Desarrollo. Según las definiciones
desarrolladas por las Naciones Unidas, para que la ayuda o asistencia sea
considerada humanitaria debe estar guiada por los principios de humanidad,
imparcialidad, neutralidad y autonomía e incluye la protección a civiles para salvar
vidas, aliviar el sufrimiento y salvaguardar la dignidad humana en casos de crisis
creadas por el hombre o por desastres naturales (OMS/OPS, 2000).
Si bien no hay un consenso en cuanto al inicio de la acción humanitaria, si hay
momentos claves a lo largo de la historia que han impulsado este tipo de
cooperación internacional y han mostrado la importancia de tener una red capaz de
asistir a los países en situaciones de emergencia, con sucesos como la creación de
la Cruz Roja Internacional en 1863 sin duda constituyó un hito histórico; no obstante,
no fue hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial y el posterior Plan Marshall puesto
en marcha para aliviar las condiciones de los países afectados en la guerra el plan
de acción humanitario creció de forma acelerada y ocupó una red de alcance global
Más recientemente, a partir del año 2005 los conceptos de logística y cadenas de
suministro humanitarias han empezado a aparecer con más frecuencia y se han
hecho más visibles debido a los efectos del mencionado terremoto de Sumatra-
Andamán ocurrido a finales del año 2004. Dicho evento marcó un verdadero punto
de inflexión en cuanto a la asistencia humanitaria. La magnitud y alcance del sismo
y del posterior tsunami resultaron devastadores siendo que muchos países ubicados
a lo largo del océano índico fueron severamente afectados. En este caso,
convergieron factores que impidieron el abordaje efectivo de este gran desastre, por
ejemplo, la extensión del área geográfica afectada, la gravedad de los daños, las
diferencias políticas y socioculturales de las poblaciones perjudicadas y la gran
cantidad de actores que confluyeron en las labores de ayuda humanitaria
(Oloruntoba, 2005).
Como parte esencial del engranaje de la ayuda humanitaria y de la logística
requerida, la cadena de suministro posibilita la confluencia de aquellas
organizaciones implicadas en la labor de asistencia humanitaria, a fin de lograr
eficiencia y efectividad en el flujo de los recursos dispuestos para brindar una
inestimable ayuda a aquellas poblaciones en crisis (García Rojas, 2018). En este
orden de ideas, Day et al., (2012) manifiestan que la cadena de suministro
humanitaria es el sistema responsable de gestionar no sólo los procesos logísticos
sino también los procedimientos de evaluación, integración y coordinación de los
actores involucrados en dicho proceso.
Ahora bien, la cadena de suministro presenta varias fases o componentes. Debe
advertirse que estas fases no necesariamente se presentan de manera lineal y
secuencial, por el contrario, con frecuencia estas fases se desenvuelven
paralelamente y son vinculantes entre sí, en consecuencia, las fases deben
considerarse como un todo bien articulado y engranado, no como actividades
separadas e independientes; de hecho, las tareas propias de cada una de estas
fases se solapan entre sí, y además, todas requieren de soporte logístico adecuado
para su correcto funcionamiento y engranaje dentro del proceso de la cadena de
suministros.
Lo anterior resulta muy relevante respecto a la gestión de la cadena de suministro,
pues, aunque ciertamente debe existir un coordinador general de estas labores,
resulta prácticamente imposible que una sola persona diligencie todo el proceso.
Por lo tanto, cada una de las fases de la cadena de suministro; a saber,
abastecimiento, transporte, almacenamiento y distribución, debe tener un
responsable propio que se encuentre a cargo de su coordinación. Vamos a
examinar estas fases a fin de avanzar en la comprensión de la complejidad que
reviste la organización y despliegue de la cadena de suministro humanitaria.
La fase de abastecimiento consiste en poner a la disposición de las organizaciones
asistenciales aquellos recursos e insumos previamente identificados como
esenciales y que han sido solicitados para dar atención a las necesidades que han
sido detectadas en la zona objeto de la ayuda humanitaria. Para realizar lo anterior
se requiere proceder a la identificación de las fuentes y formas de adquisición de los
recursos.
El origen de los suministros puede variar, estos pueden venir de donadores privados
o estatales y de entidades locales o internacionales, en casos de situaciones que
requieren asistencia humanitaria, por lo general, todas las modalidades anteriores
convergen y se vuelve de suma importancia una buena organización que determine
cuáles son las mejores opciones de suministro de materias primas.
La etapa del transporte se refiere a los medios y las estrategias para llevar los
suministros a los lugares donde estos son necesarios. En esta etapa de la cadena
hay que considerar no solo los medios de transporte, sino también las rutas y las
alternativas para realizar la entrega pronta y segura de los recursos, considerando
las implicaciones que tiene esta movilización de recursos:
Además, cuando hablamos de transporte no nos referimos únicamente a
la movilización de los suministros dentro del país o la zona de
operaciones, sino también a la llegada de bienes desde el exterior, ya sea
enviados por la comunidad internacional o adquiridos por las mismas
organizaciones para sus tareas de atención de la emergencia. Y en
muchas ocasiones, estos movimientos implican la combinación de
medios diversos de transporte, que sean aéreas, terrestres o de vías
navegables (OMS/OPS, 2000, p. 83).
A partir de esto, podemos decir que definir una buena estrategia en la etapa del
transporte implica tener en cuenta variedad de opciones a la hora de escoger los
suministradores e igualmente sopesar cuales son las condiciones reales de la
emergencia para así alinear las capacidades que se poseas..
El almacenamiento constituye una fase importantísima de la cadena de suministro
en tanto que se refiere a un sistema organizado que cumple dos funciones básicas,
por una parte, proteger los recursos e insumos hasta su entrega al destinatario final
y por la otra, mantener una reserva de dotaciones para requerimientos posteriores.
Lógicamente los suministros deben resguardarse hasta el momento de su
distribución y entrega; sin embargo, el proceso de almacenamiento no se limita a
poner los productos en un local mientras se procede a su entrega, sino que se
requiere contar con un sistema de información bien organizado que permita saber
tipo, cantidad y ubicación de los insumos resguardados en cada almacén. Algunas
veces es posible contar con bodegas o depósitos especialmente diseñados para
estos fines, los cuales cuentan con las condiciones y los espacios adecuados a la
tarea de almacenaje, no obstante, la experiencia en estas labores recogida por
diversos autores, señala que la mayor parte del tiempo los almacenes o centros de
acopio deben improvisarse en los espacios disponibles como escuelas, gimnasios,
iglesias (Blaikie et al., 2010; Vázquez, 2009)
Ahora bien, la fase de distribución representa el objetivo fundamental de la cadena
de suministro humanitaria y consiste en hacer entrega de la ayuda bien sea a las
organizaciones facultadas para ocuparse de su manejo o directamente a las
personas afectadas por la crisis. Esta etapa debe cumplirse teniendo en cuenta que
la distribución sea proporcional, equitativa y controlada, a fin de evitar el desperdicio
de los recursos o arbitrariedades y abusos en su entrega. Sobre el particular, La
OMS y la OPS (2000) ratifican que la distribución: "...no puede ser una acción
generalizada e indiscriminada, sino al contrario debe ser proporcional y controlada.
Si bien cada organización tiene sus políticas y motivaciones en relación con la
asistencia a las víctimas de los desastres, existen criterios que deben trascender la
individualidad de las organizaciones y organizaciones y ser aplicados como
principios básicos, para una distribución más equitativa y eficaz" (p. 97).
En este punto, debemos insistir en ciertas cuestiones que evidencian la complejidad
de las acciones implícitas en la ayuda humanitaria. En primer lugar, debemos
considerar que la cadena de suministro tiene un alcance internacional, es decir que
para atender las consecuencias de un evento desastroso se despliegan,
simultáneamente en varios países y continentes, personal, recursos y estrategias.
Luego tenemos en cuenta que las fases de la cadena de suministro humanitaria se
encuentran estrechamente articuladas entre sí, formando un sistema en el cual la
interrupción o el mal funcionamiento de alguna de estas etapas incidirá
inevitablemente en el rendimiento de las demás: "Por ejemplo, si se ha organizado
adecuadamente el transporte de una carga de suministros, pero al llegar al sitio de
entrega no se ha previsto el lugar para el almacenamiento. O bien, si se dispone de
los recursos necesarios para llenar las necesidades solicitadas desde la zona de
emergencia, pero no hay transporte disponible o este es inadecuado, el esfuerzo
hecho en una de las etapas de esta cadena será malogrado por la falla en la
sincronización con la etapa siguiente" (OMS/OPS, 2000, p. 15).
Así queda de manifiesto que tanto el alcance de la cadena de suministro, la
imbricación de sus fases y el concurso de diversos actores requiere de un altísimo
nivel de organización, comunicación y gestión de la información a fin de garantizar el
correcto funcionamiento de la cadena de suministro. En este punto cabe
preguntarse ¿quiénes son los actores que participan de esta cadena de suministro y
cómo interactúan entre sí?
ACTORES DE LA CADENA DE SUMINISTRO HUMANITARIA
Debido al alcance de la acción humanitaria, su cadena de suministro involucra gran
cantidad de actores a nivel local, nacional e internacional que se espera trabajen
conjunta y organizadamente para lograr la entrega de los bienes y servicios en los
tiempos y las condiciones correctas. Los actores que acuden en auxilio de
poblaciones afectadas por una crisis son sumamente diversos en cuanto a
procedencia, filiación, agendas y metodologías de trabajo (Véase Jahre y Jensen,
2010).
Aunque es indudable que estos actores expresan siempre su voluntad de prestar
ayuda con la máxima eficiencia, suele ocurrir que en situaciones de emergencia,
inestables por definición, se presenten circunstancias como fallas de coordinación
entre actores o conflictos de variada índole entre las organizaciones, los cuales
repercuten negativamente en la buena marcha de la cadena de suministro. En la
literatura especializada se reconoce a los siguientes actores: Gobiernos locales,
nacionales y extranjeros, Agencias u organismos internacionales y multilaterales,
Organizaciones no gubernamentales, el sector privado y comercial, Instituciones
especializadas, Organizaciones militares, Población local y Comunidades o regiones
vecinas (Véase OMS/OPS, 2000, pp. 23-24; López-Vargas y Cárdenas-Aguirre,
2017)
Un actor de primera línea en situaciones de desastre es el Gobierno a nivel nacional
y local del país o región que ha sido afectada. Como es de esperarse un evento de
grandes proporciones también convoca la intervención de las instancias nacionales
con injerencia en situaciones de desastre y otros entes gubernamentales. Al
respecto, diversos autores destacan el rol de fundamental de los gobiernos
nacionales y locales pues se trata de las instancias que regulan y canalizan el
ingreso de la ayuda externa en la zona afectada, gestionan la participación de otras
organizaciones y, en suma, detentan la autoridad para tomar decisiones sobre las
acciones sobre el terreno, para establecer los lineamientos operativos y para
proveer a otras organizaciones de información, instalaciones y recursos necesarios
para desempeñar las labores de asistencia (Van Wassenhove, 2006).
Los gobiernos extranjeros suelen participar de la ayuda humanitaria a través de sus
embajadas y agencias de cooperación. Las Agencias u organismos internacionales
y multilaterales -Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud, Organización
de Estados Americanos, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, entre
otras-, son organizaciones sin ánimo de lucro que están constituidas por varios
gobiernos. Dichas instancias tienen diversos objetivos entre los que se incluye la
ayuda humanitaria. El aporte de estas agencias está muy focalizada en la asistencia
técnica y en la canalización de recursos para el país o región afectados. Asimismo,
los organismos internacionales que tienen presencia en un país o región en
situación de crisis humanitaria, son un excelente medio para obtener y canalizar
diversas ayudas, de modo que resulta imprescindible establecer los procedimientos
para mantener una buena comunicación con ellos y mantenerles bien informados de
la situación en general (López-Vargas y Cárdenas-Aguirre, 2017).
Las Organizaciones no gubernamentales (ONG) son entes privados, sin fines de
lucro cuyo objetivo fundamental es el bienestar social. Las ONG tienen una gran
variedad de perfiles (nacionales, internacionales, religiosas, laicas, etc.),
capacidades, experiencia y recursos. Algunas ONG se han especializado en la
atención de emergencias y crisis de modo que cuentan con capacidades y recursos
adecuados para efectuar una intervención en dichas situaciones. No obstante,
muchas veces estas organizaciones humanitarias se encuentran desbordadas en su
labor debido, por ejemplo, a la recepción de donaciones no solicitadas que exceden
sus capacidades de almacenamiento o distribución eficiente y eficaz; o tropiezan
con políticas y trámites locales que frenan el flujo de recursos y de acciones (García
Rojas, 2018)
El sector privado y comercial, ya sea a nivel nacional o internacional puede
involucrarse en diferentes etapas y acciones de la cadena de suministro bien sea
través de donaciones o mediante la contratación de servicios técnicos. Las
Instituciones especializadas son un actor muy importante en tanto que están en
capacidad de proveer información, asistencia técnica y científica en temas como
análisis y estimación de daños, análisis de vulnerabilidad, mitigación de riesgos,
evaluación de necesidades, potabilización de agua, manejo de equipos y
suministros especializados, etc. Las organizaciones militares por sus mismas
características cuentan con la experiencia y los recursos para proveer el apoyo en
operaciones logísticas. Sin embargo, su participación en casos de conflicto armado
suele ser desaconsejable.
Finalmente, la población local debe ser considerada como un actor esencial en los
casos de desastre pues los habitantes de las zonas afectadas suelen ser los
primeros agentes en organizarse para asistir de diversas maneras a sus localidades.
Sobre este punto en particular es relevante señalar que la población local afectada
por la crisis constituye un grupo activo y con gran capacidad de colaboración en las
labores de mitigación y de recuperación (Sheppard, Tatham, Fisher y Gapp, 2013).
Así mismo, y de una manera muy similar, las comunidades o regiones vecinas
suelen prestar ayuda espontáneamente como donantes de insumos básicos o como
voluntarios sobre el terreno. Aunado a esto, Holguín-Veras et al. (2012) llaman la
atención sobre la relación que existen entre el alcance de las organizaciones
envueltas en la asistencia humanitaria, su procedencia respecto a la crisis y la
eficacia de su accionar. Estos autores concluyen que:
El desempeño de las organizaciones de carácter local y regional muestra
mejores resultados debido a la familiarización con el entorno y el
conocimiento suficiente de los factores sociales y culturales que definen a
la población afectada. Por otro lado, las organizaciones de alcance
internacional se plantean mayores dificultades en el despliegue de sus
actividades logísticas debido a que su carácter global tiende a omitir
estas consideraciones sociales y culturales de las regiones afectadas por
eventos que requieren de asistencia humanitaria (p. 498).
De igual forma, las barreras socioculturales que existen entre poblaciones afectadas
y los actores internacionales de asistencia humanitaria constituyen un factor
problemático que debe ser comprendido y atendido para mejor desenvolvimiento de
las labores de ayuda. Estas barreras son muy diversas y pueden abarcar aspectos
tales como el idioma, la idiosincracia, el género, la raza o etnia, la edad y la religión
(Véase Blaikie et al., 2010).
RIESGOS EN LA CADENA DE SUMINISTRO HUMANITARIA
A lo largo de este ensayo hemos señalado repetidas veces que todas la cadena de
suministros humanitaria constituye un proceso complejo, por lo tanto vamos a iniciar
este apartado con una brevísima discusión del término complejidad que se
encuentra en boga para describir el funcionamiento del mundo contemporáneo.
En primer lugar, observamos que el concepto de complejidad nos remite a un
sistema que está constituido por distintos elementos que están vinculados entre sí y
cuyo comportamiento y propiedades no resultan evidentes a primera vista (Gómez
de Silva, 2011, p. 178). Al respecto,
El concepto de complejidad, entonces, se puede explicar cómo la
incapacidad de entender y modelar el comportamiento de un sistema
desde la perspectiva de un observador. Para ello, se requiere en los
modelos de un número de variables que aumenta con el nivel de detalle,
y a mayor número de variables requeridas, se aumenta la complejidad de
dicho sistema o la capacidad para entender dicho sistema (Coronado &
García, 2017, p. 2).
Pero, ¿en dónde reside la complejidad de la acción humanitaria y, por lo tanto, de la
cadena de suministros? En realidad, y apegándonos a la definición de Coronado y
García y a la literatura especializada, todo el despliegue que se hace para adelantar
labores de asistencia humanitaria en caso de crisis o desastres es sumamente
complejo. Veamos por qué esto es así.
Como fue mencionado anteriormente, la acción humanitaria se lleva a cabo en
zonas o situaciones críticas: sus escenarios son altamente peligrosos e inestables lo
que de entrada generan gran cantidad de riesgos dependiendo de la naturaleza de
la crisis. Por ejemplo, en el caso de un desastre natural, el contexto afectado
padece las consecuencias del evento: la infraestructura está deteriorada o
destruida, las comunicaciones y el acceso suelen ser difíciles y, por supuesto,
peligrosos, además, es probable que se requiera de la implementación de vías
alternas para poder realizar la entrega de los insumos; además, hay que asistir a
poblaciones que aún se encuentran en zonas de alto riesgo donde se pueden ver
réplicas de lo sucedido o en casos de guerra, conflictos armados o estallidos
sociales se enfrenta el riesgo de que la misión entre una zona roja, sus integrantes
sean retenidos de alguna manera, pudiendo resultar heridos o muertos.
En esta línea de pensamiento, Holguín-Veras et al., (2012) afirman que "El contexto
adverso que genera la ocurrencia de un desastre está caracterizado principalmente
por un alto nivel de incertidumbre, una alta variabilidad de la demanda y gran
escasez de recursos y suministros. Además, las redes de transporte y de
comunicación pueden haber sufrido serias afectaciones, los recursos disponibles
dependen de la ayuda externa, y los esfuerzos de distribución son altamente
complejos" (p. 490) Es decir, se trata de un escenario post desastre cuyas
características dificultan la organización y gestión de la ayuda humanitaria. A las
incertidumbres y contratiempos inherentes a un contexto crítico se añade el
problema de la articulación de los actores que participan del proceso tienen
marcadas diferencias entre ellos pero que participan simultáneamente en distintas
etapas y tareas de la cadena de suministros. Aquí se combinan la cantidad y
diversidad de actores y la altísima vulnerabilidad e incertidumbre del contexto como
elementos que pueden afectar la coordinación de las labores y poner en riesgo el fin
último del proceso de entrega de suministros.
En la literatura se han identificado los múltiples y muy variados factores que influyen
en la coordinación de los actores que participan de la cadena de suministros (y más
ampliamente en el curso de la acción humanitaria). Aunque un examen detallado de
todos escapa a los términos de este ensayo, debemos reconocer que en líneas
generales, estos factores guardan una estrecha relación con las características de
las organizaciones: sus capacidades de gestión y liderazgo, sus recursos físicos y
humanos, la cualificación de su personal, el uso apropiado de las tecnologías de la
información y la comunicación y su experiencia en situaciones de desastre; todos
estos son elementos que otorgan a una organización la fortaleza y la capacidad de
integrarse y coordinar con los demás actores implicados en la cadena de
suministros humanitaria.
No obstante, la labor de coordinar a diferentes organizaciones en una situación de
crisis humanitaria no es una tarea sencilla: "...el despliegue de las organizaciones
involucradas en la asistencia humanitaria es en gran medida independiente, lo cual
se traduce en problemáticas recurrentes. Entre estas problemáticas se cuentan la
inadecuada distribución de ayuda humanitaria, la replicación innecesaria de
actividades de asistencia humanitaria, percepción de mayor incertidumbre y
dificultad en la toma de decisiones ante el flujo deficiente de la información
disponible" (Holguín-Veras et al., 2012, p. 500).
En este sentido, dos cuestiones que amplifican el problema de la coordinación inter-
organizacional en el sector humanitario son, en primer lugar, la falta de claridad en
el papel que le corresponde cumplir a cada actor dentro del proceso de la cadena de
suministros ¿quién hace qué cosa?, ¿dónde, cómo y cuándo lo hace?, ¿qué
resultados espera de su accionar? (Jahre y Jensen 2010); y en segundo término, la
determinación clara de quién posee el liderazgo y el control de operaciones y
procesos (Blaikie et al., 2010; Vázquez, 2009). La ambigüedad en identificar y
establecer un liderazgo fuerte y consciente de las dificultades, fallas y aciertos no
sólo perjudica todas las actividades conexas a la cadena de suministros sino que
además, puede producir daños y perjuicios adicionales a los del desastre.
Podemos observar que no es fácil evitar estos errores, los cuales siguen
sucediendo. No se trata solo de coordinar actores muy diversos, de engranar tareas
de alcance internacional, de gestionar el acopio y entrega de recursos, de
suministrar la información precisa y adecuada para la toma de decisiones sino
además de hacerlo en un contexto sumamente vulnerable y peligroso en el cual se
agudizan las tensiones sociales, económicas y políticas que ya existían previamente
a la irrupción del evento adverso que precipitó la crisis humanitaria (Véase Vázquez,
2009; Rojas Hoppe, 2011). Cabe referir a Pettit y Beresford (citados en López-
Vargas y Cárdenas-Aguirre, 2018), quienes aducen que "la coordinación es más que
compartir información y recursos; el propósito debe estar encaminado hacia la
consolidación de una relación en la que los actores se integren y compartan
intereses comunes, así como sus costos y beneficios" (p. 47). No obstante, es
necesario advertir que incluso, en las mejores condiciones es imposible lograr la
coordinación interorganizacional de manera inmediata o garantizar el éxito de la
cadena de suministros humanitaria.
CONCLUSIONES
Durante la realización de este ensayo, diversas crisis humanitarias continúan
gestándose a lo largo y ancho del planeta, en el marco más amplio de la crisis
mundial debido a la pandemia por Covid-19. Así pues, desde julio de este año,
varios incendios forestales han azotado la parte norte de California ocasionando una
crisis de proporciones similares a la que habían sufrido a causa de los incendios del
año 2017. El 14 de agosto de 2021, un terremoto de magnitud 7,2 sacudió
nuevamente a Haití, que nunca llegó a recuperarse de los efectos del sismo de
2011, dejando tras de sí gran destrucción y una cifra aproximada de 2.268
fallecidos. Pocas semanas más tarde, el 7 de septiembre de este mismo año un
terremoto de magnitud 7,0, golpeó Acapulco en México causando daños en diversos
grados.
Lo anterior evidencia que las dinámicas geológicas, hidrometeorológicas,
climatológicas y sociales, constituyen procesos que nunca se detienen y cuyas
características y efectos se articulan entre sí para producir constantemente
escenarios de desastres complejos y de crisis crónicas que movilizan todo el
entramado de la cooperación internacional y de la asistencia humanitaria. El riesgo
de que se produzcan futuras coyunturas críticas es creciente ante las múltiples
amenazas naturales y antrópicas con las cuales convivimos los seres humanos.
En los actuales momentos, este riesgo se ha visto amplificado y reforzado debido a
la pandemia por covid-19, ya que esta contingencia actual ha afectado además del
sistema sanitario global, el normal desarrollo de la vidaq. A los diversos retos y
desafíos que enfrenta la logística humanitaria y dentro de esta, la cadena de
suministros humanitaria, es necesario sumar los efectos que han tenido las
limitaciones a la movilidad de personas y bienes como las restricciones de viaje y
del tráfico aéreo, marítimo y terrestre, cierre de fronteras, nuevos trámites de
bioseguridad, imposición de periodos de cuarentena para las mercancías, reducción
de la capacidad de carga, aumento de los costos y otras cuestiones que afectan
sensiblemente el buen desarrollo de las etapas de la cadena de suministro
humanitaria.
En este sentido, garantizar el desarrollo perfecto y sin contratiempos de los
procesos implicados en la cadena de suministro humanitaria deviene una labor
prácticamente imposible. En el contexto de una crisis humanitaria en la que
convergen poblaciones vulnerables, situación de incertidumbre y la afluencia de
diferentes actores y recursos, siempre van a existir múltiples retos y desafíos a la
organización, coordinación, comunicación y gestión de la información, algunos de
ellos imprevisibles. No obstante, hay que recalcar que en el ámbito de la ayuda
humanitaria existe plena conciencia de estas dificultades. Desde los años 90 se han
formulado y actualizado planes y protocolos de prevención y respuesta ante
situaciones de desastre. Cada coyuntura crítica que ha sido atendida a través de la
acción humanitaria ha dejado lecciones importantes que ayudan a reformular y
optimizar los planes ya existentes. La mayor parte de estas medidas se centran en
mejorar la organización, coordinación y comunicación entre las diversas
organizaciones y agencias que se adscriben a la ayuda humanitaria.
En suma, se plantean medidas como publicar manuales y planes de respuesta
interorganizacionales que sean flexibles y adaptables a entornos adversos, diseñar
y ejecutar iniciativas centradas en el apoyo logístico y operacional que apoyen la
coordinación de las organizaciones y sus labores, establecer y asegurar corredores
humanitarios y fortalecer las capacidades y la comunicación con las organizaciones
humanitarias locales, incorporar el uso de las tecnologías de la comunicación y de la
información para facilitar las diversas tareas que implica la cadena de suministro
humanitaria y finalmente, recoger, difundir y aplicar las lecciones aprendidas en los
diversos escenarios de la ayuda humanitaria.
Estas previsiones deben actualizarse con cada coyuntura crítica que se presente.
Considerando que las crisis humanitarias continuarán produciendo con regularidad
es necesario fortalecer las etapas de anticipación y preparación, y realizar una
exhaustiva supervisión y evaluación de las prácticas y acciones humanitarias a fin
de definir mejores protocolos de actuación y dar una respuesta pronta y eficaz de
cada a las futuras crisis que, sin duda, enfrentaremos durante las próximas décadas
del convulso siglo XXI.
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