Artaud - Van Gogh

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Van Gogh , el suicidado por la sociedad

Van Gogh , el suicidado por la sociedadAntonin Artaud

Se puede proclamar la buena salud mental de Van Gogh que durante toda su vida slo se hizo asar una de las manos y, fuera de esto, no pas de cortarse la oreja izquierda, en un mundo en que todos los das la gente come vagina cocinada con salsa verde, o sexo de recin nacido flagelado y enfurecido tomado tal como sale del sexo materno.

Y no se trata de una imagen, sino de un hecho muy frecuente, repetido a diario, y cultivado en toda la extensin de la tierra.

Es as como se mantiene -por delirante que pueda parecer tal afirmacin -la vida presente en su vieja atmsfera de estupro, de anarqua, de desorden, de desvaro, de descalabro, de locura crnica, de inercia burguesa, de anomala psquica (pues no es el hombre sino el mundo el que se ha vuelto anormal), de deshonestidad deliberada e insigne hipocresa, de sucio desprecio por todo lo que presunta nobleza, de reivindicacin de un orden enteramente basado en el cumplimiento de una primitiva injusticia, en resumen, de crimen organizado.

Las cosas van mal porque le conciencia enferma tiene el mximo inters, en este momento, en no salir de su enfermedad.

As es como una sociedad deteriorada invent la psiquiatra para defenderse de las investigaciones de algunos iluminados superiores cuyas facultades de adivinacin le molestaban.

Gerard de Nerval no era loco, pero lo acusaron de serlo con la intencin de arrojar descrdito sobre determinadas revelaciones fundamentales que se aprestaba a hacer, y adems de acusarlo, una noche lo golpearon en la cabeza -materialmente golpeado en la cabeza- para que perdiera el recuerdo de los hechos monstruosos que iba a revelar y que, por efecto del golpe, pasaron, dentro de l, al plano supranatural; porque toda la sociedad, secretamente confabulada contra su conciencia, era bastante fuerte en ese momento como para hacerle olvidar su realidad.

No, Van Gogh no era loco, pero sus cuadros constituan mezclas incendiarias, bombas atmicas, cuyo ngulo de visin, comparado con el de todas las pinturas que hacan furor en la poca, hubiera sido capaz de trastornar gravemente el conformismo larval de la burguesa del Segundo Imperio, y de los esbirros de Thiers, de Gambetta, de Flix Faure tanto como los de Napolen III.

Porque la pintura de Van Gogh no ataca a cierto conformismo de las costumbres, sino al de las instituciones mismas. Y hasta la naturaleza exterior, con sus climas, sus mareas y sus tormentas equinocciales, ya no puede, despus del paso de Van Gogh por la tierra, conservar la misma gravitacin.Con mayor motivo en el plano de lo social, las instituciones se disgregan, y la medicina semeja un cadver inutilizable y descompuesto que declara loco a Van Gogh.

Frente a la lucidez de Van Gogh en accin, la psiquiatra queda reducida a un reducto de gorilas, realmente obsesionados y perseguidos, que slo disponen, para mitigar los ms espantosos estados de angustia y opresin humana, de una ridcula terminologa, digno producto de sus cerebros viciados.En efecto, no hay psiquiatra que no sea un notorio erotmano.Y no creo que la regla de la erotomana inveterada de los psiquiatras sea pasible de ninguna excepcin.

Conozco uno que se rebel, hace algunos aos, ante la idea de verme acusar en bloque al conjunto de insignes crpulas y embaucadores patentados al que perteneca.

En lo que me a m respecta, seor Artaud -me deca- no soy erotmano, y lo desafo a que presente una sola prueba para fundamentar su acusacin.No tengo ms que presentarlo a usted mismo, Dr. L, como prueba;lleva el estigma en la jeta,pedazo de cochino inmundo.

Tiene la facha de quien introduce su presa sexual bajo la lengua y despus le da vuelta como a una almendra, para hacer la higa a su modo.A esto lo llaman sacar su buena tajada y quedar bien.

Si en el coito no logra ese cloqueo de la glotis del modo que usted tan a fondo conoce, y al mismo tiempo el gorgoteo de la faringe, el esfago, la uretra y el ano, usted no se considera satisfecho.

En el curso de esas sacudidas orgnicas internas, ha adquirido usted cierta propensin que es testimonio encarnado de un estupro inmundo,que usted cultiva de ao en ao, cada vez ms, porque socialmente hablando, no cae bajo la frula de la ley, pero cae bajo la frula de otra ley cuando sufre entera la conciencia lesionada, porque al comportarse usted de ese modo, le impide respirar.

Mientras por un lado usted dictamina que la conciencia en actividad constituye delirio, por otro estrangula con su innoble sexualidad.Y se es, precisamente, el plano en el que el pobre Van Gogh era casto, casto como no pueden serlo ni un serafn ni una virgen, porque son precisamente ellos los que han fomentado y alimentado en sus orgenes la gran mquina del pecado.

Por otra parte, quizs pertenezca usted, Dr. L, a la raza de los serafines inicuos, pero por favor, deje a los hombres tranquilos,el cuerpo de Van Gogh, libre de todo pecado, tambin estuvo libre de la locura que, por otra parte, slo se origina en el pecado.

Y conste que no creo en el pecado catlico,pero creo en el crimen ertico del que justamente todos los genios de la tierra, los autnticos alienados de los asilos, se han abstenido, o, en caso contrario, es porque no eran (autnticamente) alienados.Qu se entiende por autntico alienado?

Es un hombre que prefiere volverse loco -en un sentido social de la palabra- antes que traicionar una idea superior del honor humano.Pues un alienado es en realidad un hombre al que la sociedad se niega a escuchar, y al que quiere impedir que exprese determinadas verdades insoportables.Pero en este caso la internacin no es el arma exclusiva, porque la confabulacin de los hombres tiene otros medios para someter a las voluntades que pretende quebrar.

Fuera de las pequeas hechiceras de los brujos de pueblo estn los grandes pases de hechizo colectivo en los que toda la conciencia en estado de alarma interviene peridicamente.

As es como con motivo de la guerra, de una revolucin, de un cataclismo social todava en germen, la conciencia unnime es interrogada y se interroga, y llega a emitir su propio juicio.

Tambin puede suceder que se le haya incitado a salir de s misma en ciertos casos individuales resonantes.

As es como hubo hechizos unnimes en los casos de Baudelaire, Edgar Poe, Gerard de Nerval, Nietzsche, Kierkegaard, Hlderlin, Coleridge,y lo hubo en el caso de Van Gogh.

Eso puede ocurrir durante el da, pero habitualmente ocurre de noche.As es como extraas fuerzas son elevadas y conducidas a la bveda astral, a esa especie de cpula sombra que, por encima de la respiracin humana general, configura la venenosa agresividad del espritu malfico de la mayor parte de las gentes.

As es como las escasas y bien intencionadas voluntades lcidas que ha tenido que debatirse en la tierra, se ven a s mismas, en ciertas horas del da o de la noche, profundamente sumidas en autnticos estados de pesadilla en vela, rodeadas de la formidable succin, de la formidable opresin tentacular de una especie de magia cvica que no tardar en aparecer abiertamente en las costumbres.

Confrontado con esa inmundicia unnime que de un lado tiene al sexo y del otro a la masa, u otros anlogos ritos psquicos, como base o puntal, no es ndice de ningn delirio el pasearse de noche con un sombrero coronado por doce bujas para pintar un paisaje al natural;pues de qu otro modo habra podido el pobre Van Gogh iluminarse?, como bien lo hizo notar en cierta oportunidad nuestro amigo el actor Roger Blin.

En lo que respecta a la mano asada, se trata de un herosmo puro y simple; y en cuanto a la oreja cortada no se trata ms que de lgica directa, e insisto: a un mundo que tanto de da como de noche, y cada vez ms, come lo incomible para dirigir su malfica voluntad al logro de sus fines, sobre este punto no le queda ms remedio que enmudecer.

Post-scriptum

Van Gogh no muri a causa de una definida condicin delirante, sino por haber llegado a ser corporalmente el campo de accin de un problema a cuyo alrededor se debate, desde los orgenes, el espritu inicuo de esta humanidad, el del predominio de la carne sobre el espritu, o del cuerpo sobre la carne, o del espritu sobre uno u otra.

y dnde est, en este delirio, el lugar del yo humano?

Van Gogh busc el suyo durante toda su vida, con energa y determinacin excepcionales.

Y no se suicid en un ataque de insana, por la angustia de no llegar a encontrarlo, por el contrario, acababa de encontrarlo, y de descubrir qu era y quin era l mismo, cuando la conciencia general de la sociedad, para castigarlo por haberse apartado de ella, lo suicid.

Y esto le aconteci a Van Gogh como acontece habitualmente con motivo de una bacanal, de una misa, de una absolucin, o de cualquier otro rito de consagracin, de posesin, de sucubacin o de incubacin.

As se produjo en su cuerpo

esta sociedad

absueltaconsagradasantificaday poseda

borr en l la conciencia sobrenatural que acababa de adquirir, y como una inundacin de cuervos negros en las fibras de su rbol interno,lo sumergi en una ltima oleada,

y tomando su lugar,

lo mat.

Pues est en la lgica anatmica del hombre moderno, no haber podido jams vivir, ni pensar en vivir, sino como posedoAntonin Artaud Van Gogh