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Bases Bíblicas y Teológicas de la Familia
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BASES TEOLOGICAS DE LA FAMILIA El Matrimonio Cristiano
Las bases escritúrales del matrimonio se encuentran en Génesis 1 y 2.
Génesis 1:27, 28 recalcan que Dios, por su papel de creador, inició el primer hogar
en el mundo, formando la primera pareja en una unión fructífera y responsable
(fíjese en las palabras: “fructificad”, “multiplicaos”, “señoread” y “sojuzgad”).
Debemos recordar que la naturaleza del matrimonio comienza con el hecho de la
creación de Dios.
De ahí que el primer elemento de la naturaleza del matrimonio es: ser una institución
divinamente ordenada.
El matrimonio y la familia nos muestran un marco teológico de alto nivel, claro que
hoy en el siglo XXI, es difícil conseguir los ideales demandados por Dios. Las
familias y el liderazgo en este tiempo deben tener muy por encima los conceptos del
matrimonio, especialmente cuando se conoce de lo que Dios a establecido para la
humanidad, el plan de Dios para con el matrimonio y la familia, como el diseño
modelo para la humanidad.
El segundo elemento de la naturaleza del matrimonio sigue esta misma idea, porque
es una unión natural. Dios hizo a todo hombre y a toda mujer dándoles ciertos
impulsos naturales, y uno de los más fuertes es el sexual. El matrimonio brinda la
forma más natural para dar expresión adecuada y sensata a este impulso. Por lo
tanto, encontramos en Génesis 2:24 que los dos se unirán y “serán una sola carne”.
Esto se explorará más adelante, pero debemos entender en este contexto que el
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matrimonio es la expresión natural que Dios ha provisto para que una pareja se una
en una relación física y placentera.
Además, “una sola carne” desde el punto de vista hebreo se entiende en términos de
toda la personalidad y no solamente lo físico. En otras palabras, es una descripción
de la relación matrimonial entre dos personas, aun con sus personalidades
variantes. Es por medio de esta relación conyugal que el hombre y la mujer puede
cumplir algo de su naturaleza. Sin el trato sexual, algo queda incompleto en la
personalidad de ambos. Por lo tanto, se requiere un don especial, de “continencia”,
para poder tener una vida fructífera, sin el goce de la unión conyugal (Corintios 7:7-
9).
“La familia no es familia sino está fundamentada en el matrimonio”
La Biblia tiene la autoridad para guiar a la familia, Dios quiere que el matrimonio sea
una unión permanente, para que sea ejecutable el plan de Dios con la familia.
Dos cualidades fundamentales en la formación de un Matrimonio Cristiano: “el amor
y el respeto” , desde luego que no solo pasa por una atracción física, sino un
compañerismo de amigos, que se consigue con el hecho de tener una buena
comunicación reciproca, entrega total de los cónyuges, una vez sellado su
matrimonio ante la ley y ante Dios.
El hecho de tener una buena relación que se cultiva día a día fundamentada en el
amor, esto da como resultado una vida matrimonial/familiar en pleno crecimiento y
una atención a los preceptos de Dios, solidificados sobre el Amor perfecto (Ágape),
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es un amor de entrega, amante, sacrificial, dispuesto para amar como Cristo
nuestro Señor; (Efesios 5:25-28).
El amor, el respeto mutuo, que da la posibilidad de saber escuchar al cónyuge,
tomar acuerdos, perdonar, comprenderse, no olvidando que Dios los ha unido como
una sola carne. El hecho de estar en Cristo da como resultado una convivencia de
paz y de disfrutar de un matrimonio feliz, de una familia feliz.
La fe, del mismo modo juega un papel preponderante en el matrimonio, el hecho de
estar en una relación constante con el Señor Jesucristo, permitirá de estar nutridos
espiritualmente y de realizar las distintas tareas en armonía, experimentando el
verdadero significado del matrimonio y la familia.
Cuando la familia está fundada en Jesucristo, las funciones naturales de
compañerismo, unidad sexual y edificación están ampliadas al máximo cuando la
pareja está relacionada amorosamente con Cristo como su Señor y Salvador. En
realidad, es en Cristo que el máximum del ser humano se cumple. Esto es verdad
también en la experiencia familiar.
De poner en práctica el cristianismo en las relaciones más íntimas del matrimonio y
en el trato familiar, es de esperar que se vean los beneficios de mayor estabilidad,
gozo y propósito en la vida, comprensión y capacidad para realizar los papeles que
Dios diseñó para nosotros desde el principio.
El Matrimonio Heterosexual frente a las desviaciones matrimoniales
Los valores y principios de Dios son innegociables. Cuando examinamos las
Sagradas Escrituras, vemos que Dios creó al varón y a la mujer. Un presunto “tercer
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sexo” no tiene lugar en el plan de Dios, es una repugnancia ante sus ojos; el
matrimonio cristiano debe ser honroso en todos (Hebreos 13:4). No hay respaldo
para fundamentar tal perversidad (1 Co. 6:9-10; 1Timoteo 1:9-10). El hecho de que
en la actualidad se encuentre “legalizada” la unión entre personas de igual sexo, no
garantiza una unión acorde con lo establecido por Dios; todo esto como resultado
dará paso exclusivamente al juicio de Dios.
Frente a esta incomodidad en la cultura pos- moderna, les toca a los cristianos
mostrar lo que es realmente la belleza del matrimonio y la familia, somos agentes de
transformación para un mundo desenfrenado.
Mas allá de esta realidad, la cristiandad no puede aceptar la homosexualidad, y
mucho menos los “matrimonios” entre los del mismo sexo; la iglesia tiene la
responsabilidad de ocuparse por medio de la pastoral de amor de las personas que
reconozcan su pecado, y aceptarlos para acompañarlos en el proceso de
restauración.
La Ética Matrimonial
En primer lugar debemos considerar el estado del matrimonio para la vida del
hombre y la relevante dignidad por la que Dios la revistió desde el principio. Un
estado tan digno y de tan elevada importancia y al mismo tiempo demasiado
vulnerable debido como resultado de su propia naturaleza.
El estado conyugal al margen de la dignidad que Dios le ha conferido, con un
simbolismo sagrado asentado en Jeremías 2:1-3; Óseas, llegando a Efesios 5:26,
se afirma en tres factores fundamentales:
a. Su duración: Establecido para toda la vida, un hombre y una mujer.
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b. Su intimidad: La intimidad conyugal tiene profundidades, es lo máximo,
compartir las mismas penas, alegrías, una vida en común, aguantar juntos
las distintas vicisitudes de la vida.
c. Influencia en la personalidad humana: El estado del matrimonio permite una
proyección al desarrollo de la personalidad de los cónyuges. Será muy
interesante utilizar la fe en Dios para experimentar el verdadero amor como
fruto del Espíritu, como resultado todo se concilia en la presencia del Señor,
tanto las dificultades, como distintas situaciones de diferencias de criterios
etc.
La pérdida de los valores cristianos, la pareja precisa en forma urgente volver a
reconocer y poner como centro de la familia, a Cristo, lo que le permitirá tener un
matrimonio con excelencia.
El propósito de Dios ha sido siempre el matrimonio monógamo. (Proverbios 5:1-6,
15.) Aunque la poligamia se encuentra con frecuencia en el Antiguo Testamento,
nunca es sancionada por Dios. Más bien, ha sido una medida humana para traer
hijos a una unión. (Por ejemplo, Abram y Agar, Génesis 16:1-4.) Muchas veces esto
produjo resultados infelices, como en el caso de Ismael y el de los hijos de David.
Ahora bien, la unidad física que se goza en el matrimonio monógamo es algo
exaltado en las Escrituras. Hay una felicidad sexual presentada en Proverbios 5:15-
19; Eclesiastés 9:7, 9 y en todo el Cantar de los Cantares, especialmente 6:6-12.
Aquí se nota cierto erotismo, pero siempre en el contexto matrimonial. Los consejos
de Proverbios capítulo 5 contra la fornicación no dejan duda de la confusión que esto
trae a la vida de sus participantes. Por el otro lado, resaltan la hermosura y lo
deleitoso de la entrega sexual entre la pareja en matrimonio. Este erotismo no es
indiscriminado ni una sensualidad despersonalizada, sino es la expresión amante y
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corpórea del afecto de uno hacia otro... Se trata de una relación entre dos seres que
se han descubierto, y se han abierto mutuamente el uno al otro y ahora profundizan
en su recíproco conocimiento y comunicación. Alguien lo ha expresado así: Un Yo
que trasciende a sí mismo para llegar a un Tú, con el que crea una sola carne.
José Grau acierta que eros no busca (como la sensualidad) el “deleite meramente
personal o pasajero sino el establecimiento de un vínculo gozoso entre dos que se
aman.” Agape, el amor desinteresado, es el que puede salvar a eros de cualquier
perversión por iluminarlo y transformarlo para dar al amor humano su verdadera
dimensión querida por Dios. Cristo es el ejemplo máximo de agape, de entrega total
para salvar la iglesia, y como tal sirve de perfecto modelo para el esposo en la
entrega a su esposa. (Efesios 5:25-
33.) El eros nunca es suficiente para sostener el matrimonio como el agape, pero no
ha de ser nunca dejado a un lado (1 Corintios 7:2-5; 1 Tesalonicenses 4:3-8), sino
entendido y experimentado plenamente con la confianza de que es parte del plan de
Dios en formar una sola carne entre los esposos.
Deberes conyugales
El llamado “debito conyugal”, el apóstol Pablo advierte y remarca el consejo en
1 Co. 7:3-5 siendo de vital importancia, no tan solo para la prevención contra la
infidelidad conyugal, sino también la importancia que lo sexual tiene con respecto
a lo psico- físico de la suprema gratificación mutua que se ofrece de las partes.
Efesios 5 también habla de los deberes, quizás no de los derechos de los
cónyuges, y en primer lugar del deber del esposo de mantener y cuidar bien a su
mujer, como lo hace Cristo con la Iglesia, v29, resumiendo, entonces el marido
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se ocupa de si mismo v.28s, ya que su mujer es su otro yo, puesto que
encontrando a su mujer, se ha encontrado así mismo en su plenitud. Este amor
que el le debe (Ágape) v.25,28,33 se manifiesta por la protección, el afecto y el
sustento completo y practico, en cuanto a la mujer no debe querer ser autónoma
en cuanto a su relación con su marido, v.33.
La igualdad y la autoridad en el Matrimonio
En primer lugar debemos considerar las necesidades emocionales, en esta
oportunidad nos situaremos en algunas de ellas:
1. Necesidades de la mujer: Ella precisa de ser amada, protegida, y al mismo
tiempo necesita desarrollarse en los variados roles como mujer. Por otra parte
es de fundamental importancia, darle el reconocimiento por ser como es, ya
sea como mujer, esposa, madre, trabajadora, amante; a ella le encantan los
elogios y los mimos de su marido, esto servirá como electo de una
construcción solidad en la vida conyugal.
2. Necesidades del hombre: El esposo espera de su mujer, que le haga sentir
competente, amado y que tiene un gran valor para ella. Es verdad que solo
por la bondad de Dios pueden llegar a ser un complemento; una unidad, el
uno para el otro.
Será muy interesante reflexionar frente a las igualdades del matrimonio y la
autoridad de ambos.
Se deberá tener en cuenta el reconocimiento de igualdades en los cónyuges,
teniendo claro que el esposo es cabeza del hogar, y su esposa una compañera,
con los mismos derechos ante las leyes como ante Dios.
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Los cónyuges deben agotar todos los medios en practicar las virtudes cristianas,
y poner en práctica, el amor, el perdón y la compasión.
Si vamos a tomar un referente, como cristianos debemos ir a la Palabra de Dios,
donde vemos la línea: El Señor Jesucristo, el esposo, la mujer y después los
hijos (1 Co. 11:2-12).
EL matrimonio debe darse por entendido que es un ministerio de servicio el uno
al otro, los hijos, la familia y demás. Si Jesús se dio a la humanidad para servir,
entonces debemos actuar y aprender de él.
La Sexualidad y la Ética sexual en el matrimonio
Dios creó al hombre y a la mujer, para que vivan en una relación íntima, en
todo orden de la vida. Entonces el acto sexual es parte de esa relación en el
matrimonio.
El hombre y la mujer conocían su responsabilidad frente al sexo (Gn 2:24- 25)
ambos se unirían en una sola carne. El apóstol Pablo lo retoma al hacer hincapié
en que “el hombre debe cumplir con su deber conyugal con su esposa, e
igualmente la mujer con su esposo” (1 Co. 7:3 NVI).
En la actualidad vemos como paso a paso, la sexualidad en su sentido original se
ha ido deteriorando, por decir algo, el tema de la pornografía que conlleva a la
lujuria, donde se a degradado el ser humano envuelto en las miserias del
pecado.
Cabe recordar que Pablo recomienda que “cada hombre debe tener su propia
esposa, y cada mujer su propio esposo” (1 Co. 7:1-2 NVI. 1 Tes. 2:4).
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En conclusión debemos destacar algunos principios que nos sirven como
parámetros en cuanto a la sexualidad en el matrimonio cristiano:
a. La sexualidad es un don que Dios nos ha dado a todos.
b. Nuestra sexualidad enmarca todo lo que somos, se eleva a un plano mucho
mas elevado que un acto sexual genital.
c. La expresión genital de nuestra sexualidad llega a su máximo en el pacto de
amor y respeto que como resultado dará una vida matrimonial, hasta que la
muerte los separe.
La fecundidad y el control de natalidad en el matrimonio
Cuando vamos a la Palabra de Dios, nos encontramos abiertamente con una
consigna dada a la pareja aquella primera pareja en forma de una bendición:
“Fructificad y multiplicaos: llenad la tierra, y sojuzgadla...” (Génesis 1:28). La razón
por querer hacer esto son ciertos factores y presiones sociales y personales.
También, cuando se descubre que hay enfermedades en uno de los cónyuges que
pueden causar que un niño nazca físicamente defectuoso, hay justificación para
prevenir el nacimiento. Otra buena razón, y quizá la más usada, es la de procrear
sólo el número de niños que la pareja considera que son capaces moral, espiritual,
emocional, y económicamente de criar, educar y guiar. Sin embargo, no es justo
evitar tener niños simplemente porque la pareja quiere subir su nivel económico de
vida.
Son siempre de alta importancia los motivos de la pareja en este asunto. (Véase el
caso de Onán. (Génesis 1:28.)
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Para efectuar algún control de la natalidad se necesita el conocimiento de algunos
métodos. La mayoría de los métodos involucra una intervención médica, con la
excepción del método del ritmo (o el natural). Los otros métodos del control de la
natalidad son de índole médicos. No hay ninguno que sea perfecto para todas las
parejas. Estos métodos médicos incluyen la “píldora” o anticonceptivo oral, el
diafragma, cremas, gelatinas o espumas, y el dispositivo intrauterino.
De todas formas debemos reflexionar: Todos los niños son dádivas de Dios. (Salmo
127:3-5.) La pareja cristiana debe considerar la posibilidad de tener cuantos niños
cree poder preparar adecuadamente para una vida cristiana y productiva.
Unidad infidelidad, indisolubilidad del matrimonio y divorcio
El acuerdo en el matrimonio es el eje primordial en cuanto a las relaciones, por lo
tanto debe haber disposición mutua para lograr resultados positivos y bajo la
dirección y la voluntad de Dios. La entrega del uno al otro debe ser totalmente
incondicional para que sea el genuino amor el que está siendo entregado; el
apóstol Pablo habla del sometimiento del uno para con el otro, ahora, cuado se
puede lograr este tipo de relación?. Para obtener este tipo de resultados, es de
vital importancia la permanencia “En Cristo” por parte de los cónyuges, es esto lo
que marca una gran diferencia, ya que el hecho de estar “En” posibilita la
edificación constante de la pareja.
Al tener en claro los distintos roles de los cónyuges, cada uno respetará sus
acciones; el esposo amará, bendecirá de tal forma como si fuera así mismo, esto
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será lo que recibirá conforme a la regla de oro que Jesús nos dejo en su Palabra
(Mateo 7:12).
Testimonial desde la fuente Bíblica
Será primordial hacer un análisis, que la finalidad de la unión conyugal, es un pacto
para toda la vida.
En la sociedad actual, el divorcio es el pan del día, una puerta abierta con distintos
matices, lo abordaremos desde el texto bíblico.
En el Antiguo Testamento encontramos una definición muy define que el matrimonio
debe ser permanente. (Gn. 2:24), sin embargo, Moisés permitió dar a la esposa una
“carta de divorcio” (Deuteronomio 24:1). Cuál debía ser el motivo está especificado,
pero generalmente tenía connotaciones morales. Jesús refleja el criterio de la
permanencia matrimonial e interpreta que Moisés permitió la carta de divorcio por la
dureza de los corazones israelitas. En realidad, la compasión de Jesús también va
dirigida hacia la mujer (Mateo 19:9; 5:31, 32), porque aún en aquel día ella no
gozaba de ningún derecho legal en el matrimonio y menos en el divorcio. Por cierto,
el precepto de excepción por fornicación (que en este caso es sinónimo de adulterio)
dado por Jesús como razón para el divorcio, sólo aparece en Evangelio según
Mateo (Mateo 5:32; 19:9) y no en el de Marcos ni en el de Lucas. Fíjese en el trato
de compasión y perdón que Jesús dio a la mujer samaritana (Juan 4:5-29) y a la
mujer sorprendida en adulterio (Juan 8:1-11). En fin, Jesús destacó el ideal de que
no fuera ningún divorcio, pero ministraba a aquellos que sufrían en las aguas
tormentosas de las relaciones frustradas, especialmente por el adulterio. Jesús
reconoció el efecto del adulterio sobre el matrimonio, porque mata la esencia de
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“una sola carne”. Este es el ideal de Dios. White, Marriage, observa que el primer
teólogo-misionero halló que el divorcio era una posibilidad necesaria en un mundo
imperfecto donde la ética absoluta de Jesús (la de no permitir el divorcio) no sería
aceptable por algunos cónyuges, especialmente los inconversos. Ni la excepción
paulina, ni la excepción del Señor Jesús, son maneras de relajar el absoluto de Dios,
sino que son algo de lo mismo que sentía Moisés cuando permitió el divorcio por la
dureza de corazón de los hijos de Israel.
“Lo que Dios juntó que no lo separe el hombre” Mateo 19:6, el matrimonio es un
pacto de por vida, delante de Dios y de los hombres, todo lo que se interponga
deberá ser esfumado y rechazado, de tal manera que se debe aprender a pasar
distintas situaciones juntos, amigables y con corazón dispuesto al entendimiento
reciproco.
Respecto al pastor, o cualquier persona que se encuentre en el liderazgo, está
convocado a tener sumo cuidado para no cometer adulterio. Proverbios 2:16-19,
todo esto el hecho de practicarlo le traerá consecuencias de destrucción por
inmoralidad; por esta razón se debe ser obediente a la Palabra de Dios.
En definitiva, toda relación sexual fuera del matrimonio es adulterio, en el
Antiguo Testamento este hecho está catalogado como imperdonable (Proverbios
6:24-35).
Todo este descontrol en la familia, tiene una raíz, y eso es el resultado de una
sociedad que ha dejado a Dios de lado, debemos decir que si es verdad que el
cristianismo acepta el divorcio en el caso del adulterio, lo condena en todos los
demás casos que las leyes lo admiten, por ende esto da paso a las llamadas
inmoralidades desbocadas. Al ver resultados hoy, nos damos cuenta que la
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familia se encuentra en una crisis aguda. La única salida a esta realidad latente,
se encuentra en el reconocimiento personal delante de Dios, y un acuerdo mutuo
entre los cónyuges, de aceptar los designios de Dios sobre su pareja, para que
Cristo sea el centro de la familia. En esto la iglesia debe cumplir una parte muy
importante en cuanto a la consejería familiar, la pastoral de la familia, retiros de
matrimonios, seguimiento familiar y conyugal, acompañándoles en sus crisis.
Los Problemas Matrimoniales
En esta área una de las herramientas efectivas, es el “perdón” la “comprensión”
entre los cónyuges. Realmente los problemas por lo general cuando nacen en
vez de tratar de hacerlos desaparecer, se les alimenta para que sigan creciendo,
sin embargo los cónyuges son responsables a buscar solución para los mismos.
El hecho de que la sociedad ha perdido los valores, o más bien los ha dejado de
lado, aquí es donde el consejero cristiano debe estar capacitado para dar una
respuesta justa a las necesidades humanas. Los conflictos siempre aparecen, ya
sea por falta o exceso de dinero, por la crianza de los hijos, por muchas horas de
trabajo, por falta de comunicación, por el afán de la vida, el señorío sobre el
cónyuge, etc
La comunidad cristiana debe invitar a la pareja a la búsqueda de guía para ir
encontrando una salida a sus problemas.
Algunos principios que le ayudaran el la resolución de sus problemas
Estos principios que guían la resolución de conflictos y los que guían la buena
comunicación son iguales. ¿Qué dice la esposa al esposo (o al niño) que deja su
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ropa sucia en cualquier lugar de la casa? ¿Acaso le dice: “Tú tienes que ser el
hombre más sucio del mundo”? Siendo atacado, normalmente devolvemos los
insultos con más insultos. Proverbios 15:1; 25:15; Efesios 4:26, 31; 1 Pedro 3:10,
11.)
Sepa perdonar. Un conflicto fácilmente puede llegar a ser un problema crónico por la
incapacidad de alguien en el área de perdonar. (Santiago 5:16; Colosenses 3:13;
Proverbios 17:9.)
Olvide los errores del pasado. (Proverbios 17:14; 20:3; Romanos 13:13.)
Escoja bien el tiempo y el lugar de la discusión. (Proverbios 15:23, 28; 21:23;
Santiago 1:19.) Esta decisión incluye pensar bien y claramente sobre lo que va a
decir. Busque el problema real: la raíz del roce. (1 Pedro 3:10.)
No pelee sobre cosas insignificantes. Tome un momento antes de hablar para
evaluar si la falta merece el gasto de tiempo y la atención sobre su relación que la
pelea traerá. (Romanos 12:17-21; 1 Pedro 2:23; 3:9; Romanos
14:13; Gálatas 6:1.)
Acepte que ninguno está siempre en lo correcto. Los niños deben saber que la vida
no es color de rosa, pero ellos necesitan desarrollar la pericia de resolver los
conflictos que inevitablemente surgirán en sus propias vidas.
Oren juntos acerca de su conflicto. Decir en oración a Dios, en presencia del niño,
que él ha cometido tal y tal error, es causarle a él un menosprecio para con el
familiar, para con la oración y para con Dios. Aceptar consejos y discernimientos
responsables, con frecuencia rescata la relación.
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El Matrimonio en el Manual de la Iglesia del Nazareno
El Manual de la Iglesia del nazareno es una herramienta bastante útil y completo,
ya nos permite contemplar el tema del matrimonio y la familia, ya que estos están
contemplados con vital importancia, ya que es la familia la que hace realidad a la
Iglesia. De conocimiento, mundial, la doctrina de eje de la organización es la
“Santidad bíblica”, netamente extraído de las Sagradas Escrituras.; en la Palabra
de Dios el matrimonio es de carácter único, de pacto, compromiso indisoluble
(Varón y Hembra) y refleja el valor sacrificial de Cristo por su iglesia. (Manual de
la Iglesia del nazareno art. 35.1 p. 46).
El Matrimonio en la perspectiva del ministro no casado
El ministro no casado está llamado a realizar una reflexión acerca de la soltería y
buscar la voluntad de Dios, su guía en sus decisiones o convicciones.
Al mirar la Biblia encontramos que a pesar de que el estado del matrimonio es un
principio establecido por Dios desde la creación, vemos que algunos no optaron
por estar unidos en matrimonio, en el caso del Apóstol Pablo fue una experiencia
muy particular, o mas bien dicho una convicción netamente personal, pero para
esto se requería tener el don de continencia, caso contrario aconseja a no estar
solo, o sea ponerse en matrimonio, ya que se corre peligro la soltería. 1 Co. 7:8-
9. El meollo del asunto es que si un ministro opta por quedarse así, lo hizo por
servir al Señor, y por estar muy seguro de tener el don de continencia; para ello
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como resultado llevará una vida plena de santidad, y su ministerio será todo un
éxito.
En conclusión, al ver a Jesús como a Pablo quedarse célibes, sin embargo ellos
pusieron en alta estima la vida familiar y matrimonial, por el solo hecho de ser el
plan perfecto de Dios para el hombre y la mujer. Por lo tanto los ministros
casados o solteros deben asumir en su totalidad la vida del matrimonio con el fin
de dar orientación según las necesidades.
A. EL LLAMAMIENTO AL MINISTERIO Y LA FAMILIA
1. Naturaleza del llamamiento al ministerio
Al hablar de Ministerio, (diakonía, oficio y obra de diakonos, (servicio), nos
centraremos al llamado de Dios a personas y familias, para estar al servicio de EL.
El Espíritu Santo es el agente primordial en el tratamiento personal de dicho
llamado. Dios ha preparado todo desde la pres-ciencia, (antes de) la fundación del
mundo; el llamado es de carácter específico, funciones específicas, él nos ha venido
preparando paso a paso hasta que todo llega a su tiempo.
Cuando se trata del matrimonio llamado a servir en tareas especificas, él está listo
para darles los recursos y elementos necesarios para el desarrollo. Es en Gn 1:27
donde comienza la familia ministerial, desde luego que Dios les había capacitado
para el recibimiento de los hijos. Como ya dijimos Dios provee todo, y a la vez
entrega la visión a la pareja, en conjunto con la provisión (Gn. 1:29,30; 2:8).
El atender al llamado, esto significa aprender a vivir una vida de santidad, esto
implica obediencia a la voluntad de Dios y no morir, y alcanzar el propósito del
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llamamiento (Gn 2:17; 3:4-7). La desobediencia trae perdida espiritual,
consecuencias graves, lejos de la comunión con su creador, pérdida de visión,
revelación, de la vida física y toda bendición. (Gn 3:22-24).
Los padres juegan un papel muy importante en la familia con sus hijos, Caín no
aprendió lo correcto, Gn. 4:5 Abel si estuvo atento a recibir la enseñanza Gn 4:4.
El llamamiento al ministerio es de por vida, su propósito es única y exclusivamente
que la familia le sirva. El llamamiento en el caso del hombre, es clave en las tareas
a desarrollar y del resultado del futuro de vida junto a su familia Gn. 6:18.
Noé estaba liderando y su familia a la par involucrada en todo el trabajo, y todos
juntos experimentaron la mano de Dios actuar de forma sobrenatural. Gn 7:4, 12, 17.
El llamado es para toda la familia, por lo que la misma debe estar dispuesta al
cambio, ya que Dios se renueva, después de situaciones difíciles él trae la bonanza,
y nos usa para realizar el trabajo ministerial guiado por el Espíritu Santo.
2. Evidencia del llamamiento al ministerio
El llamamiento al ministerio trae convicción, y el único que realiza este llamado es
Dios mismo, aunque otros no lo comprendan, la evidencia se hace efectiva en la
pareja, el Espíritu Santo es quien evidencia el llamado para alcanzar a los perdidos,
Hechos 9:22. Por otra parte la confirmación del llamado lo realiza la iglesia local
Hechos 13:3, la iglesia o sea reconoce lo que Dios a hecho en la vida de la familia
ministerial. Dios es ordenado y da a conocer a su iglesia lo que él va hacer o ha
hecho. Hechos 9:17. Al mismo tiempo Dios llama y la iglesia envía, claro que el
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fundamental que la familia tenga la seguridad del llamado a cumplir tal función
ministerial.
El llamamiento se confirma en el corazón, 1 Timoteo 3:1 en la iglesia, y en la
providencia divina. El ministro debe tener un buen fundamento bíblico, ejemplo para
los demás (1Tim. 4:12), debe tener el don de enseñar 2Tim 2:2; 2:24-25, en términos
generales se debe estar creciendo cada día en la presencia de Dios, y ser testigos
fieles y obedientes a su llamado.
3. Situaciones personales del llamamiento al ministerio
Dios está buscando lideres, excursionando a la excelencia
El ministro debe estar comprometido en su capacitación bíblica y teológica,
esforzarse por crecer cada día en el conocimiento en general, esto le dará honra al
ministerio, y mucha gloria a Dios quien lo llamó a ejercer.
El ministro debe llevar una vida de santidad, de servicio, ser humilde, de oración y
dispuesto a servir a quien sea necesario. Tener visión (Pr. 29:18) , ser un fiel
mayordomo de las finanzas, del tiempo de todo cuanto Dios le demande.
B. LA VIDA MATRIMONIAL Y FAMILIAR DEL MINISTRO
1. El ministro como cónyuge
Al tener la responsabilidad voluntaria en el matrimonio, esto le llama a ser un
buen marido, responsable, atento, reconoce a su cónyuge siempre. Claro que no
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es fácil asumir todo esto; ya que al estar frente a una congregación quizás se le
exija al pie de la letra a que debe ser intachable, sin tomar conciencia que el
ministro está expuesto a cualquier circunstancia, como cualquier otra persona,
por lo que necesitará el apoyo tanto familiar como de los feligreses. Por el solo
hecho de ser un escogido por Dios, debe pedir el auxilio a él mismo para no
fracasar en la entrega de amor, y preocupación especial por su cónyuge,
agradándola en todo.1Cor. 7:32-33
En términos generales el ministro tiene la oportunidad para poner en práctica
todo lo aprendido en las Escrituras Sagradas, ya que la caridad debe comenzar
por casa.
2. El ministro como padre
La tarea del ministro como padre juega un papel muy elevado en la crianza y
formación de los hijos. La responsabilidad de ser padre, nos lleva a la atención de la
vida integral de cada un o de ellos. Su futuro cercano dependerá mucho de la
atención y preocupación de cada padre, instruyéndoles en la Palabra de Dios,
dándoles todos los recurso que sean necesarios para su pleno desarrollo, como
individuos, y buenos cristianos educados en la sana doctrina. Como padres
debemos mostrarnos como ejemplos dignos de que ellos puedan practicar,
ayudarles a desarrollarse en lo vocacional, en la toma de sus decisiones y ser un
amigo para toda la vida; corregirles cuado sea necesario conforme a la Palabra del
Señor. Pr. 12:22. y siempre llevarlos al estudio de las Escrituras.
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3. El ministro como sacerdote
El ser ejemplo es una tarea no fácil de cumplir, y es justamente esto lo que un
esposo debe cumplir en su familia, esto no es tarea para la esposa, sino para el
sacerdote. Esta responsabilidad lo convierte en uno que debe instruir enseñar a la
luz de la Palabra, todo lo que sea necesario para el mantenimiento de una familia
educada bajo las normas establecidas por Dios. (Deut. 4:9). “El Shemá” era una de
las tareas por parte de los padres dárselos a sus hijos, de tal forma que debían
repetir y repetir la Palabra de Dios (Deut. . 6:4-9; 11:13-21; Num. 15:37-41). Esto fue
un referente no solo para Jesús en el NT., sino que sigue vigente hoy para nuestras
generaciones.
En definitiva, la obligación del padre, es seguir ejerciendo su sacerdocio, y
ministrando a su familia en el altar familiar.
4. El siervo de Dios como líder familiar
Aquí es donde nos encontramos con la prueba de fuego; el equilibrio, es crucial en
cuanto al cumplimiento de los roles correspondientes. Tenemos que buscar un punto
de partida, y ese es el HOGAR, es el punto de apoyo, que tiene que ver con
“Someterse” al: Espíritu de Dios Efesios 5:18-19, unos a otros en el temor de Dios,
Efesios 5:21, La esposa al esposo, efesios 5:22, El esposo a Cristo, Efesios 5:25,
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Los hijos a los padres, Efesios 6:1, Los siervos a los amos, Efesios 6:5, Los amos al
Señor en el cielo, Efesios 6:9.
En la práctica, el esposo debe ser realmente líder en el hogar, en los niveles
espirituales, emocionales, en las decisiones de familia, en el incentivo educacional,
en la motivación a la búsqueda cada día de la presencia del Señor.
C. EL MANEJO DE SITUACIONES CONCRETAS EN LA FAMILIA
MINISTERIAL
1. Las finanzas familiares
La mayordomía es una responsabilidad que Dios nos a confiado, cuando hablamos
de mayordomía, no solo me refiero a dinero, sino en todo lo que Dios nos a confiado,
entre ellos el tiempo, claro que el dinero es uno de las causas como para desviarse
en el camino. ¿En quien debo tener mi confianza? ¿ en el dinero, en las riquezas, en
Mamon (dios del dinero). Hay una promesa de Dios para los llamados, y en ella
debemos de esperar, “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Hebreos 13:5 NVI.).
Una buena administración en el presupuesto dará un tranquilidad, apartar el diezmo,
y participar en todo lo que sea necesario para el engrandecimiento del reino de Dios.
La educación y formación de los hijos debe ser prioridad en la familia ministerial, en
fin todo lo que sea responsabilidad financiera debe haber una atención constante.
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2. Las tensiones y el agotamiento a causa del ministerio
La administración del tiempo es parte de la mayordomía encargada por el Señor, el
ministro de Dios debe dar tiempo para su familia, tiempos de recreación, tiempos
para su esposa, sus vacaciones correspondientes etc. Hay que considerar el
descanso como lo ha establecido nuestro Dios, debemos esperar en Dios “Los que
esperan en Jehová renovarán sus fuerzas… correrán sin cansarse.” (Isaías 40:31)
Los resultados en el servicio al Señor, pasaran por una vida de obediencia, y esto
incluye al buen trato de nuestro cuerpo.
“Todo tiene su tiempo”
3. La infidelidad matrimonial
Pablo enfoca al matrimonio a vivir en plena fidelidad, para ello enfatiza los deberes y
derechos; ambos deben estar alerta para dar cumplimiento con los deberes
conyugales. (1Co. 7:2-11).
El respeto, la atención constante del uno para el otro, la amistad, la confianza, el
acercamiento al Señor juntos, esto ayudará a ser fieles, y vivir disfrutando del
matrimonio renovándose. Evitar todo lo que sea atrayente a los ojos, huir de toda
pasión que pudiera ser prejuiciosa para la pareja. 2Tim. 2:22.
Debemos ser obedientes a la Palabra del Señor, y él nos guiará perfectamente, en
un matrimonio exitoso.
4. Los hijos rebeldes: El hijo nace inclinado al mal (Proverbios 23: 13-14)
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En estos casos se deberá tener mucho equilibrio para la conducción de los hijos, la
ventaja que tenemos los cristianos es de instruirlos desde su temprana edad en el
conocimiento de la Palabra de Dios, principios y valores; buenos ejemplos por parte
de los padres, brindarles a ellos la atención que se merecen, aceptarlos como son,
no provocarlos a la ira.
Darles a conocer al Padre celestial, como el modelo por excelencia, y bendecir sus
vidas cada día.; ellos desde su temprana edad hay que presentarle a Cristo para que
lo conozcan y lo reciban en su corazón.
5. Los problemas de salud
Visto a que el tema de la salud, no depende del ministro, sino que es algo totalmente
natural, para ello será muy importante que la congregación de un aporte para una
cobertura médica para cualquier emergencia de la familia ministerial.
De todas formas estos casos no deben ser motivos de abandono del ministerio, sino
más bien aprender a depender del Señor, ya que él es nuestro sanador y fiel
compañero en todas las circunstancias de la vida.
6. La inestabilidad económica
Somos llamados a vivir con sencillez pero con dignidad. Si tenemos que hilar fino,
vemos que ni en el caso de Jesús y personas que trabajaron en el ministerio, por lo
general no han recibido un salario como corresponde; y nos dice que los hemos sido
llamados al ministerio tendremos que acomodarnos para vivir moderadamente y
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poner en practica la fe, sabiendo que Dios multiplica nuestras finanzas y él provee
todo lo necesario para vivir dignamente.
Será muy importante aprender entre tanto se pueda, ahorrar, no comprometerse con
deudas, tarjetas de crédito, y todo lo que pueda ser desfavorable en el desarrollo de
su ministerio.
BIBLIOGRAFÍA
1. Curso de Formación Ministerial BASES BIBLICAS Y TEOLOGICAS DE LA
FAMILIA. Iglesia del nazareno Copyright 2004. Bs. As.
2. Manual de la Iglesia del Nazareno 2005- 2009. Casa Nazareno de
Publicaciones, 2006.
3. Biblia, Reina Valera 1960, Nueva Versión Internacional.
4. Goff Guillermo, El Matrimonio en la Familia en la Vida Cristiana, Editorial
Mundo Hispano, 2003.
5. Maldonado Jorge, Teología para el Matrimonio y la Familia, Centro Hispano
de Estudios Teológicos, Eirene internacional, Bell Gardens C.A. USA.
6. Maldonado Jorge, Fundamentos Bíblicos y Teológicos del Matrimonio y la
Familia, Libros Desafío 2002, Michigan USA.