Post on 05-Dec-2014
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Camino y destino
José Emilio Pérez Sevilla
Para María y José.
Inés estaba hablando por teléfono con su mejor amiga. Al terminar, se sentó en el sofá y leyó un libro donde decía que la utopía estaba en el horizonte. Esta idea le dejó un buen rato reflexionando.
Vivía en una pequeña casa rural. En la aldea, la llamaban Quijote por sus ideas, pero ella no buscaba ni un Sancho, ni una Dulcinea, ni quería luchar contra gigantes. Cogió una pequeña mochila porque le
dijeron que cuanto menos tuviera, menos necesitaría, y esperó toda la noche hasta llegar el alba para comenzar a caminar por donde salía el sol.
Anduvo varios kilómetros, la utopía se alejó varios kilómetros más y el horizonte corrió más distancia todavía. Los paisajes era muy diferentes y hermosos a la vez. Anduvo cientos de kilómetros, la
utopía se alejó cientos de kilómetros y el horizonte corrió más distancia todavía. Conoció a multitud de personas distintas.
Siguió su camino y en una fuente encontró a la amiga con la que había estado hablando por teléfono antes de salir. Allí había una mujer mayor que al escuchar su historia les dijo:
“No es importante el destino, Ni siquiera lo es el camino. Es hacerlo con un amigo”.
Esa misma tarde puso el coche en venta, preparó la alforja y a la mañana siguiente salió con su bicicleta, sin rumbo, sin destino. Después de un mes y varios días, sacó
de un saquito la moneda que su madre le dio para darle suerte. Nunca se había fijado, tenía caras en ambos lados. También sacó una nota que decía “El destino lo escribes tú”.
Habló con sus padres y le pidió consejo. –¿Para qué?-‐ contestó el padre, -‐si siempre haces lo que te da la gana-‐; -‐para eso, para poder hacer lo que me de la gana-‐ le respondió la hija. Entonces, su madre cogió una moneda y le dijo que debería hacer lo que el destino le tenía preparado. Sacó una moneda y mirándole a los ojos le dijo:
-‐Si sale cara deberías vender tu coche, llenar la alforja y salir en bicicleta a realizar el viaje que tanto anhelas. Si sale cruz, deberás seguir en tu trabajo y pensar en la necesidad de un ascenso-‐. La madre lanzó la moneda, la cogió al vuelo y al abrir la mano se vio la cara de la moneda.
Alicia estaba hablando por teléfono con su mejor amiga. Le contó que lo que más le había seducido en los últimos años era hacer un gran viaje en bicicleta. Alicia era una mujer que lo tenía todo.
Tenía un trabajo bien remunerado en una notaría de Madrid, muchos amigos, una casa y un coche pagado… Pero le faltaba algo.
Para María y José.
Camino y
destino
José Emilio Pérez Sevilla