Post on 26-Jun-2015
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Creencias básicas de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)
Rev. Dr. Pablo A. Jiménez www.drpablojimenez.com
Introducción La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)
[ICDC] exhorta a cada creyente a estudiar la Biblia y a desarrollar su pensamiento teológico, dentro del marco de los principios básicos de la fe cristiana.
Nuestra Iglesia no obliga a su feligresía a afirmar un credo o una confesión de fe.
Nuestro credo es Cristo La única «confesión de fe» necesaria para
ser parte de nuestra Iglesia se encuentra en Mateo 16:15-16: «[Jesús] les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente».
Nuestra iglesia afirma que nuestro único «credo» es la confesión de fe en Cristo.
Libertad de conciencia Esto no quiere decir que nuestra Iglesia no
tenga pensamiento teológico o que acepte toda clase de herejías. Lo que quiere decir es que sus miembros no tienen la obligación de pensar de la misma manera.
Por lo tanto, dos personas que tengan distintas perspectivas sobre el ministerio del Espíritu Santo pueden ser miembros de la misma congregación.
Creencias básicas A continuación presentaremos un breve
resumen de las creencias básicas de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo).
Como verán, el pensamiento teológico de nuestra Iglesia está en armonía con los principios teológicos básicos de la fe cristiana a través de los tiempos.
Creemos en Dios La Biblia presenta a Dios como el amoroso
creador que se ha revelado a sí mismo en la historia.
El Antiguo Testamento narra la revelación de Dios en la historia de Israel.
El Nuevo Testamento narra cómo Dios se reveló en forma definitiva en la persona de Jesucristo.
Creemos en Jesús, el Cristo Dios se reveló de manera definitiva a
través de Jesús de Nazaret. La comunidad cristiana primitiva comprendió que Jesús era el Cristo, el Mesías enviado por Dios para la salvación del mundo.
Jesucristo es plenamente Dios y plenamente humano. Es el Señor y Salvador de la humanidad.
Creemos en el Espíritu Santo El Espíritu Santo se presenta en el Antiguo
Testamento como una fuerza divina que venía en auxilio del pueblo de Dios.
En el Nuevo Testamento, se presenta como el poder enviado por Dios para capacitar y dirigir a la Iglesia.
El ministerio del Espíritu Santo nos permite experimentar la presencia del Cristo Resucitado en nuestros medios.
Afirmamos la Trinidad Nuestra Iglesia afirma la unidad de Dios. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que
Dios se ha manifestado en tres personas: El Dios Padre El Dios Hijo El Dios Espíritu Santo
Hay un solo Dios, donde se conjugan las personas que componen la Trinidad.
La pública confesión de fe Los seres humanos debemos confesar
nuestros pecados, alejarnos de la maldad, y aceptar la salvación que Dios nos ofrece por medio de la obra de Jesucristo.
La confesión de fe en Cristo debe ser pública. Preferiblemente, debe hacerse ante una congregación cristiana.
La pública confesión de fe comienza el proceso de salvación y santificación.
Practicamos el bautismo Nuestra Iglesia reconoce el Bautismo como
una ordenanza o sacramento. Simboliza que el creyente muere, es
sepultado y resucita a una nueva vida con Cristo. Afirma que se ha entrado en una relación de pacto con Dios, con otros creyentes, y con toda la humanidad.
Se debe bautizar por inmersión. Sin embargo, nuestra iglesia reconoce como válido el bautismo de otras Iglesias cristianas.
Celebramos la Cena del Señor Nuestra Iglesia también reconoce la Cena del
Señor como una ordenanza o sacramento. Por medio de Cena, la comunidad cristiana
recuerda la obra de Cristo y anuncia el Reino de Dios. En la Cena del Señor reafirmamos el pacto de amor que nos une a Dios.
Dios es quien nos invita a la mesa. Por esta razón, la Iglesia local no puede negarle a un creyente fiel la participación en la Cena.
Estudiamos la Biblia Nuestra Iglesia presta gran importancia al
estudio de las Sagradas Escrituras, exhortando a cada creyente a estudiarlas por sí mismo.
Afirmamos la primacía del Nuevo Testamento sobre el Antiguo. Esto quiere decir que leemos el Antiguo Testamento a la luz de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, el Mesías enviado por Dios.
Cada creyente es un ministro Todo persona que ha creído en el mensaje
del evangelio tiene la responsabilidad de dar testimonio de su fe, de edificar a los demás creyentes, de llamar a otras personas a la fe, de ayudar a las personas necesitadas, y de luchar contra el mal.
En este sentido, todo creyente es un siervo o «ministro» del evangelio.
Tres «órdenes» del ministerio Pastor/a: Esta persona predica el evangelio.
Puede ser ordenada o licenciada y servir al nivel local, regional, o general.
Anciano/a: Personas laicas de gran madurez en la fe que forman parte del equipo pastoral de la Iglesia y ofician la Cena del Señor.
Diácono/isa: Colaboran en la preparación de la Cena del Señor y en la administración de la congregación.
Creemos en la unidad de la Iglesia Nuestra denominación aspira a formar
parte de la Iglesia de Cristo a través del tiempo y del espacio.
Dado que Jesucristo tiene una sola Iglesia, nuestra denominación afirma la unidad de todas las comunidades cristianas.
Por esta razón, nuestra Iglesia mantiene relaciones fraternales con otras denominaciones.
Afirmamos la misión cristiana Dios, quien ama a la creación, desea
salvar a la humanidad del pecado y de la muerte.
Dios envió a Jesucristo con la misión de proclamar el mensaje de salvación.
Dios ha llamado a la Iglesia a tomar parte en su misión salvadora. La Iglesia tiene la misión de proclamar el evangelio con sus obras y palabras.
Adoramos con libertad La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) no
tiene un orden de adoración fijo que cada congregación deba seguir.
Cada congregación tiene la libertad de desarrollar su propio estilo de adoración comunitaria.
Cada creyente debe cultivar una vida de oración por medio de sus devociones personales.
Practicamos la mayordomía Cada creyente debe administrar con
sabiduría los recursos que Dios le da. En particular, las personas de fe deben
ofrendar para sostener los esfuerzos misioneros de la comunidad cristiana.
Hay varias formas de ofrendar: diezmos, promesas, y donativos de bienes, entre otras.
Conclusión La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)
exhorta a cada congregación a desarrollar un programa de educación cristiana que le permita a sus feligreses crecer en la fe. La educación cristiana debe combinar la teoría y la práctica, proveyendo tanto medios para estudiar la Biblia como oportunidades para trabajar con la comunidad.
Bibliografía Duane Cummins, Un manual para los
Discípulos de hoy, Edición Revisada (Chalice Press, 1999).
Pablo A. Jiménez, Somos Uno: Historia, Teología y Gobierno de la ICDC (Chalice Press, 2005).
Ronald Osborn, La fe que afirmamos (Chalice Press, 2007).