Post on 13-Jul-2015
Era una mañana fresca y resplandeciente cuando
Isabella, emocionada se despedía rápidamente de sus padres para
embarcarse en el expreso y dirigirse a su primer día de clases. En
su interior sentía una mezcla de emociones, pues, por un lado
estaba feliz de volver a ver a sus amigos y por otro, sentía
preocupación ante la idea de nuevos maestros o compañeros.
Isabella, una de las niñas más aplicadas de su salón, destacaba no
solo por su responsabilidad ante las demás, sino por su gran
simpatía y dulzura.
Su estatura media, contextura delgada, cabello ondulado café y ojos
del mismo color que hacían gracia con su espontánea forma de ser.
Tenía como mejor amigo a Estéfano, un chico de buena contextura,
alto, cabello café oscuro rizado y muy hábil en los deportes, más no
en los estudios. Era muy querido por todos por su particular forma
de solucionar los problemas y su gran habilidad para meterse en
ellos. Era su buena amiga quien generalmente lo ayudaba para los
exámenes, en la explicación de algunas tareas y a librarse de uno
que otro conflicto.
Al ingresar a la escuela se saludaron con un fuerte abrazo, se
dirigieron a su nuevo salón y se sentaron para esperar a la
maestra. Cuando ésta llegó todos se sorprendieron, no por la
profesora; pues la conocían, sino por el peculiar personaje que la
acompañaba, el chico nuevo. Ella se presentó y dio la bienvenida
a todos especialmente a Andrés, un joven de su misma edad, alto,
de contextura demasiado delgada, pálido como la leche, cabello
lacio desordenado y con una mirada sumamente profunda que
transmitía una sensación de misterio y temor.
Todos lo miraron por un largo rato, pero nadie se atrevió a saludarlo.
Incluso en la hora de recreo se encontraba solo, cuando Isabela y
Estéfano decidieron acercarse para averiguar un poco más sobre él;
pues si había alguien que se apasionaba por el misterio era el
grandioso Estéfano.
Durante la conversación, Andrés se mostró serio y proporcionó poca
información; pues todavía no sentía suficiente confianza con ellos.
Sin embargo Isabella insistió que sería una buena idea conocer la
casa de Andrés, pero éste se negó inmediatamente.
Cuando los compañeros del salón se enteraron que al día siguiente
era su cumpleaños, insistieron más para visitarlo y él terminó
aceptando con un poco de recelo. Después de clases, no todos
quisieron ir, pero un grupo reducido de compañeros se animó y se
dirigió junto a Andrés a su casa. Ésta era la última de la
cuadra, tenía un aspecto antiguo y misterioso. Cuando ingresaron
los recibió la empleada, pues los padres de Andrés quienes se
habían mudado a esa casa hace un mes viajaban mucho por su
trabajo y solo podían estar con él, el fin de semana.
Situación que incomodaba al joven quien además de solo, se sentía
extraño en esa casa enorme, vieja y de aspecto tenebroso.
Los chicos llenos de temor, pero también de gran curiosidad
observaron detenidamente todos los lugares de aquella inmensa y
solitaria casa, hasta que llegaron al jardín, lleno de plantas con
muchas flores en la parte inicial, pero de enormes y frondosos
árboles en la parte posterior, tenía un aspecto desagradable, pues
los rayos de sol no lograban llegar al suelo por la exuberante
vegetación y la mayor parte era oscura.
Isabella quien ya había examinado con la mirada el jardín,
preguntó: -¿Qué hay allí Andrés? ¡Luce espantoso! Estéfano,
inmediatamente interrumpió codeándola y afirmando: -¡Qué
tonterías dices, es solo un jardín diferente!
Entonces Andrés les confesó: -Miren ya que están aquí y vinieron
por su propia voluntad, deben saber esto… Mi empleada y yo,
hemos pasado más tiempo aquí que mis padres y cada noche
mientras tratamos de dormir se escuchan sonidos extraños, que
provienen de allí, de ese jardín. No me he atrevido a entrar porque
temo que algo malo me pueda ocurrir.
Isabella interrumpió y dijo: -¿Se lo has dicho a tus padres? -Sí
contestó Andrés, pero no me creen. Yo sé que algo extraño hay
ahí. ¿Les gustaría ayudarme a descubrir qué es?-
De los 6 compañeros que allí estaban solo quedaron 3:
Isabella, Estéfano y Andrés. Pues los otros al oír la historia
decidieron irse rápidamente. Los 3, ahora muy buenos
amigos, planearon buscar elementos necesarios para ingresar a
ese lugar y quedaron en encontrarse allí al día siguiente.
Así fue vestidos con jeans, camisetas, gorras, deportivos y cargados
de maletas con sogas, linternas, agua y celulares, ingresaron
lentamente al temible bosque en busca del gran misterio que éste
encerraba. Caminaron durante 5 minutos entre la
vegetación, encontrando bichitos que picaban su piel, de repente y
con asombro escucharon sonidos finos que provenían de
diferentes partes.
Estos cada vez eran más agudos y lastimaban sus oídos.
Cuando estaban dispuestos a regresar, pues no soportaban más
vieron horrorizados a un niño de su edad totalmente sucio,
demasiado delgado con su rostro triste, los miraba fijamente y poco
a poco su expresión se tornaba enojada.
Los 3 amigos sin poder mover una parte de su cuerpo, totalmente
sorprendidos no sabían qué hacer. El niño de los ojos negros
comenzó a acercarse lentamente, cuando Estéfano pudo moverse,
sujetar la mano de sus compañeros y echar a correr sin parar en
ningún momento… Al llegar fuera del jardín, casi sin poder explicar
el cómo lograron salir de allí con suma rapidez se voltearon y
pudieron notar que nadie venía tras ellos.
– ¿Qué fue eso?, dijo aterrada Isabela. -No lo sé- contestó con la voz
entre cortada Andrés. Tranquilos chicos -afirmó Estéfano- fue un
espíritu, era un niño como nosotros y parece que necesitaba
decirnos algo. -Bueno, no nos siguió ni hizo daño, solo nos
asustó, pero ¡qué susto!, dijo Isabela más tranquila. Definitivamente
no sabían qué pensar sobre lo sucedido, su corazón latía
fuertemente y el miedo que se había apoderado de ellos
lentamente desaparecía.
Entonces decidieron buscar ayuda, definitivamente debía haber una
explicación para lo ocurrido allí, pues los pequeños habían
escuchado en alguna ocasión que cuando un fantasma permanece
en un lugar es porque en vida dejó algo inconcluso en la Tierra y por
eso no puede partir. Pero ¿qué le había podido ocurrir a aquel
niño?, era la pregunta que revoloteaba por sus cabeza sin parar.
Durante los siguientes días los niños recorrieron el barrio tratando
de averiguar la historia de esa vieja casa sin hallar resultados
favorables.
Hasta que llegaron donde un anciano sacerdote que ya no era el
párroco de ese sector sino que lo había sido hace mucho
tiempo, ahora enfermo y avanzado en edad se dedicaba a
preparar a los pequeños para la primera comunión. Cuando los
tres amigos se acercaron y le consultaron, inicialmente no quiso
decir nada; pero luego de escuchar lo que ellos habían visto y
vivido en el jardín decidió contarles todo…
-Hace cuatro años en ese sector vivió una familia sencilla y muy
unida, a quienes yo conocí.
El padre de Joaquín, el niño que ustedes vieron, solía jugar junto a
él en ese jardín, era su lugar preferido, pues realmente compartía
hermosos momentos junto a sus padres. Lastimosamente al
mejorar la situación económica, el padre olvidó lo que era más
importante para ellos como familia. Se dedicaba solo a trabajar,
viajar a reunirse con amigos poderosos y poco a poco fue
olvidando a su madre y a él. Cuando Joaquín se sentía solo buscaba
refugiarse en aquel hermoso jardín que le traía bellísimos
recuerdos y se ponía a llorar por horas hasta que quedaba dormido;
entonces su madre lo hallaba y llevaba a su cuarto a descansar.
En una de las muchas peleas que tuvieron sus padres mientras
conducían, chocaron contra un camión y murieron
instantáneamente. Joaquín que se había quedado con una niñera
ese día, al enterarse de lo sucedido no pudo soportar el dolor.
Luego del entierro, semanas después bajo el cuidado de una tía, su
rostro cambió totalmente, su alegría desaparecía con el pasar del
tiempo, entonces enfermó y dicen que de tristeza murió. Yo no
estuve junto a él como se lo había prometido el día del
entierro, que permanecería allí para ser su
protector, lastimosamente por esa época del año me enviaron de
viaje a una misión. Cuando regresé había ocurrido lo inevitable.
Desde entonces siento una gran deuda con él y se cuentan
diferentes historias de esa casa. Aunque pasó por varios dueños
nadie quiso vivir allí porque dicen que aún se lo escucha a mi
querido Joaquín, a veces alegre, otras enojado y la mayor parte del
tiempo llorando.
-Pero, ¿usted nunca volvió a entrar?- preguntó Isabella intrigada. –
No, la verdad no, por buen tiempo pensé que eran inventos de las
personas ociosas y sin buen corazón que solo querían burlarse de
la tragedia sucedida con esa familia. Pero ahora que ustedes
también lo dicen y describen a mi Joaquín tal como era él, sé que
es verdad.
En ese instante Andrés muy seguro manifestó: Pienso que tal vez
Joaquín lo estaba esperando a usted y por eso al vernos a nosotros
se puso enojado.
Sí afirmó Estéfano, padre usted debe acompañarnos a la casa
ingresar al jardín y explicarle a él porqué no cumplió su promesa.
Es necesario que él de por terminado lo que está pendiente para
que pueda descansar definitivamente.
El padre muy pensativo aceptó la propuesta y quedaron de acuerdo
ir al día siguiente después de que los niños salieran de clases.
Así fue, luego de la escuela los tres amigos pasaron recogiendo al
padre quien muy decidido los acompañó. Al ingresar lentamente
al jardín, sintieron un leve temor que poco a poco se fue
incrementando, recorrieron por un buen rato el lugar sin obtener
resultados, cuando estuvieron en el centro del jardín, formaron un
círculo y empezaron a rezar pidiendo por la paz de Joaquín;
entonces pudieron verlo. Al inicio estaba distante y poco a poco
se fue acercando, el padre con mucha nostalgia y lágrimas en sus
ojos se acercó a la imagen del niño y lo rodeó con sus brazos, se
disculpó con él y prometió tenerlo presente siempre n su mente.
Y corazón y le explicó que era tiempo de descansar. Joaquín aceptó
lo indicado con su cabeza y mentalmente le hizo saber a su buen
amigo que lo quería mucho…
Mientras Joaquín se alejaba lentamente, algo fantástico ocurrió, su
imagen fue desapareciendo y al mismo tiempo los rayos del sol
pudieron penetrar por la espesa vegetación del jardín antes oscuro
y ahora lleno de una luminosidad increíble. Los niños con sus
rostros perplejos y sin habla no podían expresar lo que sentían; el
padre lleno de emoción lloraba.
Todos con un sentimiento del deber cumplido regresaron a la casa
donde se encontraron con los padres de Andrés quienes habían
llegado hace cinco minutos y no podían creer la historia que la
empleada estaba contando. Inmediatamente abrazaron a su hijo,
conversaron con el padre de la iglesia y se comprometieron a
cuidar, más de él compartiendo más tiempo y los momentos
realmente valiosos con él.
Desde entonces, todo cambió para Andrés, los días en la escuela y
en su hogar fueron diferentes y realmente mágicos disfrutando
con sus amigos y familia.
SÉPTIMO AÑO BÁSICO “B”