Post on 21-Mar-2020
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B dieter eicH
Buenas tardes. Espero que mi español alcance
para explicar lo que podría decir en alemán. No
voy a “bombardear” con cifras, porque hay mu-
chas y enseguida se olvidan. Quiero solamente hacer
algunas referencias de un artículo muy reciente. Esta-
mos hablando de un desastre, porque se había acorda-
do que en década –y habíamos fijado 2010 como fecha
tope– debíamos bajar el desempleo juvenil a un 10%
en la Comunidad Europea. Y la realidad es que tene-
mos más de un 20%. Esto es un desastre, aunque hay
muchas diferencias entre unos países y otros: en los
Países Bajos el paro juvenil afecta al 7% de los jóvenes;
en España, al 41%.
Hay un espacio increíblemente grande. ¿Cómo es posi-
ble que en un debate también se reciban palabras para
este fenómeno? La generación perdida, se dice. Y a
los otros se dice la generación boomerang. Esto quie-
re decir que ya tenemos nombres para un fenómeno
que queríamos eliminar. Es un gran problema político
también porque parece que no podemos solucionarlo.
Creo que estamos cayendo en una trampa, y no tene-
mos respuestas fáciles. Hemos dicho que todo lo que
está ocurriendo está muy vinculado con nuestra crisis.
En Alemania tenemos un debate bastante profundo
para ver qué hacemos con este capitalismo de casi-
no. No tenemos soluciones en la mano sobre cómo se
puede cambiar la situación. Al mismo tiempo, somos
una nación que vive de la exportación. Si nosotros tuvié-
ramos que reducirnos a nuestro mercado propio sería
un desastre completo. Vivimos de un trabajo que qui-
tamos a los países a los cuales exportamos nuestros
alimentos, nuestras máquinas, coches… Quitamos
puestos de trabajo ahí. Es una cosa interesante que
estamos viviendo en Alemania porque nuestro Instituto
también tiene economistas, y sí se habla en serio con
ellos. ¿Por qué existe en estos días este auge económi-
co en Alemania?, les preguntamos. Y nos dicen: “mira,
no sabemos; simplemente no lo sabemos”. Creo que
eso da un poco margen a un fenómeno al que no nos
podemos enfrentar simplemente con diferentes cifras.
Creo que la cuestión es mucho más profunda. Cuando
no hemos tenido posibilidades como sindicatos, tam-
bién, de utilizar la crisis para verdaderamente entrar
en una lucha que hay que cambiar algo en ese sistema
económico, porque nadie nos puede decir si en uno,
dos o tres años va a volver a ocurrir, porque no se ha
cambiado casi nada. Estamos esperando.
Ojalá que en Alemania podamos tener más exportacio-
nes. ¿Qué estamos haciendo? Nuestra industria de au-
tomóviles estaba, hace más de un año y medio, en un
dieter eichDirector ejecutivo del Instituto de formación de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB)
teresa MuñozSecreataria de Formación de UGT
desempleo juvenil y formación en europa*
* Intervención en el ciclo “El trabajo en europa”. Escuela Julián Besteiro. Noviembre 2010.
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los sindicatos alemanes hemos logrado
un pacto con los empresarios por el que
ellos ofrecen más puestos de formación
para jóvenes.
dieter eich
desastre. Han tenido pérdidas hasta del
30-40%. Y ahora están exportando como
locos. Están exportando los coches más
grandes que no se pueden vender en Ale-
mania. El BMW 700, el más grande que
hay. Mercedes Benz 550. Coches de locu-
ra. Hoy en día si hablamos de protección
de ambiente. ¿Adónde van a esos coches?
Se van a China. La exportación a China ha
crecido por 300%. También van a Rusia.
Van a países a los cuales esperemos que
dentro de poco tiempo se den cuenta de
que hay que proteger el ambiente, sino van
a tener problemas.
Pero entonces te dicen, “no te preocupes
porque esos coches se van, ya no
los quieren en Alemania”. Creo que
esa no puede ser la solución. ¿Qué
pasa en un país que tiene 10.000
millones de personas? No vamos a
explicar a la clase media china que
no pueden hacer el mismo desa-
rrollo que hemos vivido en la UE o
en EEUU, porque no cuentan con la
materia prima para hacer esto, ni
el ambiente va a aguantar un desarrollo
económico como tal. Completamente im-
posible. ¿Quién va a explicar esto a la clase
media de China? Porque directamente les
decimos, ¿qué quieren ustedes, 200 años
de explotación, de materia prima, de una
situación política en la que nosotros no pu-
dimos hacer nada? ¿Ustedes después van
a decir que nosotros no podemos tener un
progreso como el que ustedes han tenido
debido a esto?
Creo que si enfocamos solamente al sector
juvenil habría que tener todo esto en cuen-
ta. Si no somos capaces de cambiar la si-
tuación en la que estamos viviendo hoy en
día, no vamos a poder dar soluciones tam-
poco a los jóvenes, porque depende mucho
de una situación industrial determinada; de-
pende mucho de la situación del sector ser-
vicios; depende mucho de la situación de
la producción extra. Es un gran problema.
En este sentido hay una palabra muy acer-
tada, somos un poco ateos de futuro. Eso
quiere decir que no creemos en lo que
sabemos. Sabemos muchas cosas, pero
no vamos a creer, porque ¿cómo vamos
a enfrentarnos a esas cosas? Sabemos
esto pero, solucionar y buscar soluciones
políticas eso es a largo plazo. Y creo que
los problemas están muy cerca, y hay que
pensar –como sindicato, en este margen
global, ¿qué significa esto? Estamos ha-
blando de la globalización, y Alemania sin
globalización no puede sobrevivir, lo que
significa que somos más de una unidad.
Se necesitan percibir los factores precisos
aquí también, la diferencia entre los dos
“mundos” es increíblemente grande. Pero
también es increíblemente grande la dife-
rencia entre el nivel de producción y el nivel
de educación en Europa.
Pensé también cuando leí este artículo,
¿qué pasa entonces con los países que
son mucho mejor que nosotros, como los
países escandinavos, Finlandia, Suecia...?
Lo que acabo de leer es que en Finlandia
tienen un récord del desempleo juvenil que
es el 23%. Finlandia es el país con la for-
mación profesional más avanzada de Eu-
ropa. Eso quiere decir que si tienes una
buena formación no hay garantía después
de encontrar empleo. ¿De qué depende
entonces todo esto?
Voy a intentar explicarlo con la situación
bastante compleja que hay en Alemania.
Cada año salen unos 500.000 alumnos
al mercado de trabajo. En Alemania es un
poco distinto porque tenemos un sistema
dual. La formación profesional se recibe en
las empresas, no se recibe en las escue-
las. Si se quiere aprender una profesión
como mecánico industrial, electricista y to-
das esas profesiones, hay reconocidas en
Alemania 384 cualificaciones, que tienen
su propio currículum. Si se va a una em-
presa que ofrece entrar como alumno y en
3 años te forman en una cierta profesión,
eso quiere decir que 534.000 querían una
formación en la misma empresa. Había
solamente 418 puestos, eso quie-
re decir que son más de 100.000
empresas en ese tipo de formación
las que faltaban. Ante este proble-
ma, los sindicatos alemanes hemos
logrado hace dos semanas un pacto
con los empresarios, por el que ellos
ofrecen más puestos de formación
para dar la oportunidad a cualquier
joven que quiera formarse. De esta
forma, ha dejado de ser un problema.
Hay muchos jóvenes, como la compañera
ha explicado también, que salen antes de la
escuela. Eso quiere decir que en Alemania,
por la “linda” cifra que tenemos ahora del
10% de desempleo juvenil y que no apare-
ce en la estadística, los jóvenes que salen
de la escuela no van encontrar un empleo
porque no están de acuerdo con ese tra-
bajo, porque quieren aprender otra cosa,
y no hay un puesto para esto. Es un gran
porcentaje también, casi un millón de jóve-
nes que no aparecen en ninguna estadís-
tica, porque están apoyados directamente
por una gran variedad de ayudas por parte
del Estado. Eso quiere decir que el Estado
se ha dado cuenta que debe tomar directa-
mente a esos jóvenes y formarlos, ya que si
no reciben formación, después cuando sal-
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en alemania tampoco hemos tenido los
sindicatos posibilidades de utilizar la cri-
sis para verdaderamente cambiar algo
en este sistema económico. estamos es-
perando.
dieter eich
gan de la escuela van a estar más o menos
cinco décadas en el mercado de trabajo.
Por lo tanto, la sociedad entera tiene que
tomarse esos problemas en serio.
Hay que enfrentarse a esos graves proble-
mas. Pueden pensar que es un sistema
bastante interesante poder recibir forma-
ción en las mismas empresas. El problema
surge una vez que han sido formados. Por
ejemplo, que si una empresa grande como
Siemens tiene más de 250 alumnos que
entran para aprender una profesión y 110
de ellos son personas menos váli-
dos socialmente o tienen otro pro-
blema, las empresas tienen la obli-
gación de tomar esos problemas.
De ser ejemplo.
Si yo soy una persona con un trans-
fondo migratorio, casi no tengo
oportunidad de entrar en el mer-
cado de trabajo. Existe un cierto
racismo en esto. Si soy un hombre
que ha aprendido en una escuela de
Turquía y ahora estoy en Alemania, casi ni
se les recibe.
Por lo tanto, hemos logrado, y ojalá así lo
recoja la ley, que si yo quiero presentarme
en una empresa para aprender mi profe-
sión, por ley no se debe dar el nombre,
ni la nacionalidad. Solamente después,
aparece el nombre en el certificado con
el que uno puede buscar trabajo en cual-
quier empresa. Existe una oportunidad
mucho más grande, y nos hemos dado
cuenta porque hemos visto muchos ejem-
plos de emigrantes.
Creo que hay que tener en cuenta muchas
formas diferentes de actuar. En Alemania
sale cada cuatro años un estudio, se llama
Estudio Juventud, que patrocina la compa-
ñía Shell y que es elaborado por un ins-
tituto científico y dos universidades. Para
realizarlo, encuestan a 2.500 jóvenes de
cuatro diferentes capas sociales. Ofre-
cen un aspecto muy interesante: cómo
se sienten con su forma de vivir, con su
formación; cómo se sienten económica
y socialmente. Éstos son algunos de los
resultados: El 60% dice que está muy
contento con su propio futuro. No se pue-
de entender con las palabras que hemos
dicho antes. Y hay que darse cuenta de
que hay que ver las respuestas según las
diferentes capas sociales. Así, el 14% del
nivel muy alto de la sociedad, el 22% de
la capa media, el 30% de la capa media
alta, el 24% de la capa media por abajo,
y el 10% de la capa más baja, los más
pobres. Uno se da cuenta que hablando de
juventud hablamos de un fenómeno, por-
que hablamos de personas entre los 25
hasta los 35 años, nada más.
Hay que comprender esto para darse
cuenta que hay diferentes respuestas en
este sentido. El 60% dicen que tienen un
futuro muy bueno; los más pobres, el 7%,
dicen que no van a tener ningún futuro. El
74% dice estar muy contento con su vida;
los más pobres (30%), que no está con-
tento con su vida actual. El 16% no quie-
ren ir más a la formación o a la escuela,
son los más pobres. La otra juventud dice
que no tienen ningún problema, quieren ir
lo más rápido posible a los otros corredo-
res de la información y enseñanza.
Estamos hablando de la individualización de
las personas, lo que quiere decir que si el
control social disminuye, estos jóvenes en-
tran otra vez en otra forma de aislamien-
to. Porque las formas tradicionales con
las que ellos se han encontrado les están
desilusionando. Es un problema muy gran-
de porque hay que formar nuevos grupos,
nuevos deberes sociales.
Y también es bastante difícil para los jóve-
nes cuando están en una cierta clase de la
escuela, que cuando acaban sus estudios,
normalmente, se rompen estos la-
zos sociales. Y no tienen después
ningún nexo porque entren en una
formación profesional, o sigan yendo
más tiempo a la escuela, tienen este
problema de un aislamiento, que es
bastante grave, como dice el estudio.
Es bastante difícil sacar a personas
de esa situación. Muchos jóvenes
dicen que la forma como viven les
gusta mucho. Eso quiere decir que
están más orientados para el día de hoy.
No quieren pensar mucho más en el fu-
turo, y les gusta mucho más vivir en una
cierta forma de hedonismo. Es la capa me-
dia la que dice eso. La capa alta prefiere ir
directamente a la formación donde pueden
tener un puesto de trabajo o una oportuni-
dad de ir a la universidad. Los jóvenes de
la clase más baja dicen directamente que
no ven posibilidad alguna de poder entrar
en esa situación. Por tanto, hay que hablar
directamente de las diferentes capas so-
ciales, y hay que tener en cuenta que entre
ellas hay tremendas diferencias.
Otra cuestión es cómo los jóvenes reciben
su contacto social. La gente más cualifi-
cada, más o menos un 50%, entra dia-
riamente en Facebook. De la capa media
es un poco menos. Pero de los pobres, el
máximo es el 22%. Los famosos juegos,
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el estado tiene que intervenir y dar opor-
tunidades a los jóvenes “desilusionados”
para que opten por formarse.
dieter eich
el porcentaje más alto es de la clase baja,
que es un 44% que son jugadores por In-
ternet, pero no utilizan el ordenador para
buscar datos o información.
Ante estos datos, el estudio llega a una
conclusión muy importante. La exclusión
a la formación viene mucho del interés
político y la vida social de los padres. Si
los padres tienen una formación bastante
baja, es casi seguro que los jóvenes tam-
bién vayan a tener la misma cualificación.
Y ese es el problema más grave para
nuestra sociedad, que el Estado va a tener
que afrontar, porque hay gente de carrera
en Alemania cuando sus padres no habían
tenido la oportunidad de formarse, y se en-
cuentran en un nivel mucho más alto. Por
este motivo, casi el 85%, van a seguir por
el mismo camino. E interrumpir esto quie-
re decir que el Estado tiene que intervenir
y dar oportunidades a esos jóvenes “des-
ilusionados” para que salgan de un círculo
vicioso, y opten por formarse.
Lo que es muy interesante es que los pa-
dres de familia donde hay solamente una
persona que vive con su hijo o hija,
el porcentaje con menos recursos
económicos es mucho más alto. En
Alemania, el 99% de mujeres viven
en esa situación a partir de los 20
años. Normalmente la gente de
clase media alta tienen mucho más
tarde sus hijos. Es una situación
que hay que tenerse en cuenta también en
las diferentes capas sociales, ¿qué signifi-
ca para ellos formarse?
A los partidos políticos les da igual. El que
tiene menos recursos no muestra mucho
interés por trabajar políticamente, y ha
perdido también la confianza entre los po-
líticos. La clase media alta sí tiene interés
en la política, y ha crecido por un porcen-
taje bastante alto. Hay que darse cuenta
por qué los políticos tienen una pérdida tan
alta entre la juventud, por el reconocimien-
to político de la juventud.
Para terminar, quiero referirme brevemente
al cambio climático. El pobre, solamente el
26%, considera que es un problema el cam-
bio climático. La clase media alta, el 92%.
Además, el 13% de los jóvenes con menos
recursos hasta los 25 años, prefieren be-
ber alcohol y fumar… Todos estos datos
vienen a decir que si queremos hablar y dis-
cutir el fenómeno de la juventud, tenemos
que darnos cuenta de estos diferentes nive-
les, las diferentes situaciones y las diferen-
tes capas sociales. Si se sabe y se tiene en
cuenta, se pueden tomar medidas muy con-
cretas sobre las diferentes capas sociales.
No se pueden tomar cuestiones y modelos
en general, porque se va al desierto, por-
que la gente empieza a preguntar quiénes
son esos, qué problemas son esos, no son
nuestros problemas, son de otra gente. Es
una cuestión que habría que debatir.
El Estado tiene que darse cuenta de que
hay que diferenciar todos esos programas
según los diferentes niveles. Si no lo hace,
no conseguiremos bajar más la tasa de
desempleo juvenil. Hay que darse cuenta
de esto, y seguir en el proceso político
para presionar al Estado a fin de que con-
tinúe elaborando diferentes programas,
que después dan soluciones también de la
gente más pobre que dice que quiere for-
marse, ir a cursos, tener certificados para
mejorar su propia vida también. Pero ne-
cesitan ese apoyo. Y lo hay, tengo muchos
ejemplos de diferentes ciudades, porque
en cada ciudad es un mundo distinto, en
que el estar en la agencia de trabajo se en-
cuentran personas que trabajan con jóve-
nes, gente que les conoce por su nombre.
Debaten una vez al mes sobre su situación
social, laboral, la ayuda del Estado… Es la
única forma de apoyar a esas capas so-
ciales que son muy importantes para los
miembros de los sindicatos.
Esto es lo que quería contar. Disculpen mi
español. Gracias.
tereSa MuñOZ
Buenas. Yo voy a intentar explicar un poco
la situación que tenemos en España. Que
tiene todos los malos signos, tanto de la UE
como nos podía decir el compañero desde
Alemania, pero mucho más en profundidad.
Tenemos que pensar que en España parti-
mos de una situación distinta. Los paráme-
tros para llegar a objetivos comunes den-
tro de la UE son mucho más distantes que
en otros países del entorno europeo, por
tanto, nuestra dificultad es mayor
y añadida. Además tenemos una
realidad grave, es que el paro se
ha cebado en los jóvenes, y además
se ha cebado con una profundidad
grande, casi el 49% es la tasa que
tenemos en este momento de paro.
Pero para poder prevenir las situaciones
de futuro siempre tenemos que contar con
nuestras situaciones anteriores. Tenemos
que situarnos en una foto fija que se da en
el año 2007–2008, periodo en el que diver-
sos informes de la UE analizan que hay una
realidad y es que al trabajador o al joven
menos cualificado tiene más dificultades en
conseguir inserción laboral, e incluso aquel
que lo tiene mantenerse en el puesto de
trabajo. Y hay datos que son claves.
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los gobiernos tienen que tener compromi-
sos políticos reales a largo plazo para in-
tervenir en formación, información e inno-
vación; no se trata sólo de una legislatura.
teresa Muñoz
En Europa tenemos 80 millones de tra-
bajadores no cualificados. En España, de
esos 80, tenemos casi 14 millones. Por
lo tanto, el punto de partida en los pará-
metros pues va a distancia con países del
entorno europeo, sobre todo de los más
avanzados. Pero si además tomamos otro
parámetro, y es la facilidad que hemos
tenido en una situación de crecimiento
económico, de encontrar un puesto de
trabajo juvenil no bien remunerado, no es-
table, no cualificado, pero sí muy fácil. To-
das estas características nos han llevado
a que tengamos unas cifras de abandono
escolar muy por encima de la media euro-
pea, el 30%. Todos estos factores unidos
han configurado una situación en nuestro
país mucho más compleja. Por lo tanto,
la salida de la crisis y la búsqueda de las
soluciones van a ser en alguna medida si-
milares a la que nos marquen desde la UE,
aunque siempre quedará una parte
más diferencial.
Además, los contratos que han te-
nido los jóvenes son contratos en
precario. Sin ningún tipo de estabi-
lidad. Los empresarios han hecho
un mal uso reiterado de este tipo
de contratación, sobre todo de los
contratos en prácticas y de los de
formación. En esos que hemos visto los
sindicalistas o los negociadores como la
panacea. No para hacer como decía el
compañero de la DGB, pero sí para hacer
algo similar, la alternancia entre el empleo
y el trabajo. Pero no ha sido posible, por-
que ha habido un abuso exagerado de este
tipo de contratación, y ha sido sustituido
por mano de obra barata. El contrato en
prácticas sustituía a un puesto de trabajo,
y encima mal remunerado sin ninguna po-
sibilidad de estabilidad.
Por lo tanto, las soluciones que tengamos
que dar desde nuestro país van tardar mu-
cho en dar resultados, van a tener que ser
más profundas y se van a tener que conju-
gar con otra situación. Las cosas aparecen
y no son por casualidad. Los gobiernos tie-
nen que tener compromisos políticos reales,
tienen que invertir en educación, en informa-
ción e innovación a lo largo del tiempo. No
se trata de cuatro años ni de una legislatura,
sino de un compromiso a largo plazo, con
independencia de la ideología de los gobier-
nos. Porque la educación y la formación –to-
dos lo sabemos– debe de ser una cuestión
de Estado. Desgraciadamente, ese compro-
miso aún no se ha producido en España, y
de ahí proceden muchas de nuestras des-
ventajas en el entorno europeo.
Además, no hemos sido capaces tampoco
de acertar en la otra variable: la excesiva
cualificación de algunos de nuestros jóve-
nes. Las familias, los Estados… hemos
invertido en educación y, ahora tenemos
licenciados, tenemos grandes profesiona-
les, que no encuentran trabajo para lo que
han sido formados. Y tienen que acogerse
a lo primero que surge porque necesitan
trabajar, sin sacarle una verdadera renta-
bilidad. A ello se suma otra dificultad, que
tardan más de un año y medio en conse-
guir un puesto de trabajo relacionado con
lo que han estado formados.
Ante esta situación, los interlocutores
sociales, junto con el Gobierno, intentába-
mos primero coincidir en el diagnóstico,
sabiendo que en el informe de la UE 2020
que ha hecho referencia Juliane, está muy
claro: España va a tener que hacer lo mis-
mo que el resto de los países europeos,
pero con muchísimo mayor esfuerzo por-
que venimos de situaciones peores. ¿Qué
sabemos? Que el 85% de los puestos de
trabajo en el 2020 van a ser para traba-
jadores cualificados, cualificación media o
alta. Y un 15% para trabajadores sin cua-
lificación. Intentando coincidir en el diag-
nóstico, hemos intentado también aproxi-
mar posiciones (empresarios, Gobierno y
sindicatos) en soluciones que, en cualquier
caso, son a medio o largo plazo. Y hemos
coincidido en reconocer que si tenemos
una dificultad mayor que Europa en todo
lo que respecta a la cualificación, vamos a
ver cómo se puede solucionar.
¿Qué se ha intentado desde hace dos años
cuando estalla con virulencia la crisis? Pues
lo que estábamos explicando, que la
formación es un instrumento que nos
va a permitir el cambio del modelo
productivo, que tenemos un verda-
dero desfase entre lo que demanda
la empresa y en lo que formamos.
Vamos a ver si no nos equivocamos
esta vez y somos capaces de formar
para esos sectores que van a ir apa-
reciendo; aprovechar lo que ya saben
hacer, y crear nuevas profesiones que real-
mente den estabilidad. Y todo ello vinculado
a la negociación colectiva, porque organiza-
ciones sindicales y empresariales debemos
evitar estas situaciones que nosotros catalo-
gamos como abuso excesivo de contratos, y
facilitar la empleabilidad; debemos modular
ese abuso de la contratación que sustituye
puestos de trabajo reales.
Entre las medidas que se tomaron, o que
se están intentando desarrollar, primero,
debemos reducir la diferencia de forma-
ción de esos 14 millones de trabajadores
que desempeñan un trabajo. El problema
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es que no existe un organismo público que
reconozca ese “saber hacer” pese a que
no se tenga la cualificación. Porque ellos
desempeñan su trabajo día a día.
Por lo tanto, tenemos que buscar
una fórmula que sirva para el “reco-
nocimiento del saber hacer”.
Y ese “reconocimiento del saber ha-
cer” tenemos necesariamente que
vincularlo con la motivación al retor-
no de los ciclos formativos. Tanto
en el ámbito educativo como en el
ámbito laboral, ya sea con títulos o
con certificados de profesionalidad.
Es en este ámbito donde debemos
lograr un acuerdo este año con el que re-
conocer las primeras experiencias labora-
les como el trabajador está habilitado para
desempeñar ese puesto de trabajo.
Debo reconocer que hemos tenido mala
suerte, porque todo lo que sea novedoso
necesita recursos económicos para poder
llevarse a cabo. Y para solucionar este
problema de millones de trabajadores se
necesitan recursos y, de momento, todo el
esfuerzo se va a reducir a algo de carác-
ter experimental o piloto. Dada la situación
de crisis, bienvenido sea, sobre todo, en
sectores que son emergentes de empleo,
como la Ley de la Dependencia o la aten-
ción de menos de cero a tres años, todas
ellas políticas de Gobierno.
Evidentemente, todas estas medidas tie-
nen una especial sensibilidad para los
jóvenes, porque tenemos una tasa im-
portante, o muy por encima del resto
de las medias de edad europea, aunque
por sí mismas no tienen una solución a
medio plazo. La formación y la cualifica-
ción crean puestos de trabajo. Por este
motivo, hay que hacer un esfuerzo para
motivar con ayudas económicas a los em-
presarios. No existen otras fórmulas para
fomentar el empleo juvenil de calidad es-
table. Pero, al mismo tiempo, debemos
ser capaces de definir cuáles van a ser
los sectores productivos de nuestro país
a medio o largo plazo. Es decir, en qué va
a ser puntera España.
Lo decía el compañero de la DGB, en Ale-
mania exportan grandes empresas que
han sido pioneras en la exportación, y los
mercados emergentes están tirando de
ellas. Por tanto, están dando salida a la
mano de obra que pudiera ser necesaria
en Alemania, y aunque existe paro, existe
una cultura empresarial de adelantarse a
los acontecimientos.
Pero es evidente que en España lo tene-
mos más complicado, porque lo primero
que tenemos que definir es en qué pode-
mos ser pioneros; en qué puede ser Es-
paña un país distinto a los demás y, por lo
tanto, debe sobresalir. Es un esfuerzo que
tenemos que hacer y todavía no está dise-
ñado. Es verdad que se estaban haciendo
esfuerzos en esa dirección. Sabemos que
la construcción es un sector en crisis; sa-
bemos que hay que recualificar a los jóve-
nes, y una gran cantidad de jóvenes –que
en este momento están en paro– proce-
den de la construcción. Además, proceden
de las capas sociales menos favorecidas
culturalmente, proceden de la inmigración.
Por lo tanto, ese tipo de problemas que te-
nemos hay que atajarlos desde las ayudas
económicas, pero sin despilfarrar, tenien-
do claro y acertando en cómo pode-
mos diseñar en qué va a sobresalir
nuestro país para que sea perma-
nente en el tiempo. Ya no podemos
hacer, o creo que los españoles
no podemos estar haciendo ensa-
yos. La situación que tenemos nos
obliga a acertar, y eso lleva tiempo,
dado que no tenemos una prepara-
ción previa.
Así, por ejemplo, ya hemos encon-
trado una fórmula: la rehabilitación
de viviendas. ¿Pero hasta dónde si no hay
motivación en el sector privado? ¿Hasta
dónde pueden llegar las ayudas del Estado
para esto? Hay que medir y hacer cálculos,
porque no podemos recualificar a los jóve-
nes que salen de la construcción y formar-
les en rehabilitación, en esos paneles que
se ponen y quedan como si las paredes
fueran de piedra, sino sabemos a cuántos
puede absorber y en cuánto tiempo.
Por lo tanto, estamos tomando medidas
de carácter generalista. Primero, recono-
cimiento del saber hacer a través del re-
conocimiento de la experiencia. Segundo,
eso se tiene que traducir necesariamente
o vehiculizarlo a través de módulos forma-
tivos que nos lleven a un certificado de pro-
fesionalidad o a un título. Y en tercer lugar,
tener una especial atención a las necesida-
des de los jóvenes.
Ahora socialmente todo ha cambiado.
Antes de empezar estas pequeñas confe-
rencias comentábamos que tenemos una
posición favorable con respecto a otros
países. No todo es negativo. El entrama-
do familiar funciona, de lo contrario habría
un conflicto social. Todos sabemos que en
nuestro entorno, por la situación de los
la formación y la cualificación crean
puestos de trabajo. Hay que motivar con
ayudas económicas a los empresarios
para fomentar el empleo juvenil de cali-
dad estable, definiendo antes los secto-
res productivos a medio o largo plazo.
teresa Muñoz
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jóvenes que habían empezado a independi-
zarse, se han visto obligados a retornar al
núcleo familiar. Y en muchos casos han re-
tornado con hijos, porque han tenido que
abandonar la vivienda al no tener empleo.
Ese tejido familiar en España está bastante
desarrollado, pues ha permitido que esto
no sea una verdadera explosión.
El futuro de cualquier país está en los jó-
venes, no está en los que llevamos años
trabajando. Pero además de mejorar su
futuro, también debemos preservar el
bienestar de los mayores. En consecuen-
cia, sino tenemos jóvenes trabajando y jó-
venes cotizando, no se podrá cobrar una
pensión. Es algo muy duro de decir, pero
es la realidad.
Con todas estas reflexiones quería daros
unas pinceladas de la situación de nues-
tro país, que es compleja. No me gusta
recurrir tanto a las estadísticas porque
como la panacea no la tenemos nin-
guno de los actores que estamos aquí,
me gusta más dar una posición, intentar
provocar un debate, porque se aprende
muchísimo con las preguntas y con las
ideas. Es decir, ¿esto está encauzado?
No. ¿Por falta de voluntad? No, porque
el panorama global no está definido. Me
quedaría con esa idea de carácter gene-
ral. Tenemos que conseguir entre todos
que España se diferencie en algo para
invertir en I+D, invertir en formación…
Y hay que tener cómplices, que son los
gobiernos y necesariamente los empresa-
rios, dado que para todos son objetivos
comunes. Y desde luego los sindicatos a
través del diálogo social, que somos casi
los últimos. Somos necesarios pero no
imprescindibles.
En conclusión, diría que tenemos que apro-
vechar esta oportunidad y nos queda mu-
cho por hacer para poder avanzar. n
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