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8/17/2019 El Cuerpo Mistico
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EL CUERPO MISTICO
La doctrina del Cuerpo Místico es
el
eje invisible en tomo al
cual gira la teología de la vida religiosa. Numerosos principios y
aplicaciones de ésta únicamente adquieren su auténtico significado
a
la
luz de la doctrina agustiniana sobre el Cuerpo Místico. Por
lo
cual juzgamos conveniente analizar este punto con una cierta
profundidad. .
Lo primero que salta a la vista en
un
somero examen de la
doctrina agustiniana es, sin duda, su fuente de inspiración. S. Agus
tín vive y elabora sus ideas sobre
el
Cuerpo Místico a partir de la
teología paulina sobre aquél
l De
aquí que
la
mejor comprensión
de la mentalidad del Obispo de Hipona sobre el particular exija en
cierto modo fijar de antemano la doctrina del Apóstol.
1 El Cuerpo Místico en S Pablo
U na simple lectura de las cartas de Pablo pone inmediatamen
te
al
descubierto su estructura personal del Cuerpo Místico. Esto
no significa que toda la doctrina del Apóstol sea una elaboración pro
pia. En realidad, aparecen ya en
el
A Testamento ideas y concep
tos que pudieran considerarse muy bien como figuras de una doctri
na sobre
el
Cuerpo Místico. Tal es, por ejemplo,
el
concepto de soli-
l.
No queremos
negar con esto otras posibles influencias de menor importancia.
entre
las
que se podría citar a S . Basilio,
cuya
idea del monasterio como Cuerpo Místico de Cristo no de.
ja
lugar a
duda
(Cf. AMAND , O
. CA .
H·l
'
I1w//tlstiqlll' d stlint Btlsift,.
Essai historique , Mared.
sous
1948. partIcularmente el
cap.
VI;
VISCHER,
L
BlUilill .,
der
Gm
.ue .
Unter
.
,
.hll" l';'
ZII
l'/lIl'''' Km 'h f lmta dl's t'iat // jtlhrll/lndert.'- Basel 1955). Dígase otro tanto de S. Juan Crisós
tomo
. (Cf. LEROUX . M. J . M . Monachisme el communaulé chétienne d aprés sainl Jean Chry
sosto me , en Th""I,, ie tle 1 Vil' ",ofl".
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daridad con que los israelitas solían sigtiificar la UnIon que debía
mediar entre la comunidad y cada uno de sus miembros. Pablo no
haría sino recoger este concepto, a fin de plasmar mejor lós vÍncu
los
que deben unir al cristiano con la comunidad y con Cristo
2.
Esta
idea de solidaridad la utiliza el Apóstol, junto con la ale
goría del cuerpo humano, para poner de manifiesto la unidad que
puede lograrse dentro de la Iglesia, a pesar de la multiplicidad de
todos sus miembros
3. Por ella, todos los miembros, distintos por
la raza, lengua, posición social, etc., coinciden en un punto:
Cristo.
Cristo es la Cabeza de la Iglesia, que viene a ser como la fuente
adonde acuden los demás miembros para beber la savia de la uni
dad 4. He aquí
en
pocas palabras
el
fundamento de la doctrina so
bre
el aÓlp.a toó XplCnoú.
Pero ¿qué ha querido significar Pablo con esta expresión?
La
problemática es más complicada de lo que aparece a primera vista.
Sin embargo, creemos de gran importancia desentrañarla; pues só
lo así podremos precisar hasta qué punto la interpretación agusti
niana del
aÓlp.a toó
XptCl tOÚ se ajusta al pensamiento del 'Após.tol
5.
La opinión comúnmente admitida hasta nuestros días daba a la
expresión
aÓlp.a 'toü Xpta toú
un sentido colectivo. Pablo intentaría de
signar con ella la colectividad de los cristianos como tal, es decir,
la Iglesia.
El
crÓllla 'toü Xptcr'toó
equivaldría en este caso
al
Cuerpo
Místico de Cristo. O, dicho en otras palabras, a la colectividad de
los cristianos unidos a Cristo, formando con él lo que se ha deno
minado el «Christus
totus» 6
Sin embargo, muchos exégetas contemporáneos, adhiriéndose
a la hipótesis formulada por Cerfaux, opinan que dicha expresión
2 Los antiguos israelitas exigían una incorporación incondicionada a la comunídad como
requisito necesario
para
la salvación. Dios había elegido a Israel para que fuera el salvaguardia
de su revelación. En consecuencía. la comunidad de Israel recibía de Dios la fuerza necesaria
para llevar a feliz térmíno su cometido. Por lo cual.
cada
miembro (cada israelita) debía adhe
rirse de tal forma a la comunidad que se identificase con ella. De este modo cumplía con los
requisitos que le hacían merecedor de la salvación exigída por Yahvé (Cf.
JOHNSON
A. D.
FllTIPALDI. S. E ..
The
Rule and the mystical Body. en
The
Ta?o
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no significa en Pablo otra cosa que el cuerpo real de Cristo (Cuer
po físico de Cristo), es decir, el Cristo personal. Según esto, la Igle
sia quedaría
convertida
en un «cuerpo» en función del principio uni
ficador: el cuerpo real de Cristo 7. Tal ha sido la aceptación de es
ta opinión entre los críticos, que puede considerarse hoy
como doc
trina común
8
Otros autores intentan demostrar que entre estos dos puntos
de vista tan distintos no existe el menor antagonismo y contradic
ción. Malevez, por ejemplo, juzga que, aunque Pablo hable del Cris
to personal (Cerfaux), no por eso deja de considerarle como unido
con todos sus miembros (tradicionalistas). Así las dos posiciones
serían complementarias: Con la expresión «Cristo colectivo» se de
signaría el «Cristo personal» como unido a los miembros 9. Esta
opinión es aceptada por Fraine como la más satisfactoria, quedan
do perfectamente coordinada la extensión de la persona única
al
grupo y ejerciendo su influjo sobre cada uno de los miembros 10.
Tal es la cuestión a la luz de la exégesis actual.
Por nuestra parte nos inclinamos a pensar con algunos autores
que Pablo, en efecto, no considera el CJrop a toó Xpla"tOÜ como un
Cristo colectivo, sino como un Cristo personal. Pero, al mismo
tiempo, creemos que el desarrollo de la doctrina tradicional es le
gítimo, si bien no corresponda exactamente a la óptica de Pablo,
que en este punto es concreta y personal
11.
Este enfoque plantea
de nuevo un problema: ¿Cómo explicar entonces que Pablo, pen
sando en un Cristo físico, califique a la Iglesia de Cuerpo de Cris-
7. CERFAUX. L expone su opinión de la siguiente manera: -Ce corps du Chist, avec le
quel se fait I'identification mystique. disons'le encore une fois.
il
n'est point autre que
le
corps
réel et personnel qui a v e n ~ u qui est mor , est glorifié et auquel, dans I'eucharistie, le pain
est identifié. Les chrétiens s'identifient a ce corps, d une f ~ o n tres réelJe, quoique mystique
encore, dan s I'Eucharistie et d une autre maniere par
le
bapteme. Identifiés a ce corps unique,
ils
sont
un
entre
eux, tous
-un-
par
référence au meme corps du
Christ-
(La
Thé%git
di '
/'Eg/ise sllivant Saint Pall/, p. 212).
8.
GOOSSENS.
W., Ob. cit.;
SAMAIN.
P., Eucharistie et Corps mystique dans saint Paul
I Car 10,17, en Revut Diacésaint de Tournai, 1 1946) p. 42-46; ROBINSON. J. A. T., Thi ' Bo-
dy. A
Study
in Pau/ine Theology, Lendon
1952; BENOIT,
P., Corps, tete et pléróme dans les
Epitres de la captivité, en
Revue Bib/iqui '
, 63(1956) p. 5-44;
HAVET.
J.,
Art. cit.
9. MALEVEZ. L L Eglise, corps du Christ. Sens et provenance de I'expresion chez saínt
Paul, en Science Rt /igit use: Travaux el Recherches, Paris 1944, p. 27-94 . No obstante, HAVET,
J.
piensa que Malevez, con su actitud conciliadora, presentando las dos opiniones como com
plementarias, no
hace sino elaborar una tercera
(La doctrine pau/inienni ' du corps du Christ,
p.
190.
JO. FRAINE,
J.,
Adam et son lignagt , BruxelJes
1959,
p. 202ss.
11.
Cf.
HUBY.
J . .
Saint Pall/. Premiére Epitre allx Corinthiens.
Paris
1946,
p.
286; GIBLET
.
J., Le bapteme, sacrement de I'incorporation
a
l'Eglise selon saint Paul, en Lumiát t I Vit , 27
(1956) p. 74 .
65
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to? El P. Benoit nos
da
la respuesta en breves palabras: «La Igle
sia es el Cuerpo de Cristo, porque está integrada por todos los cris
t ianos cuyos cuerpos han quedado unidos por el bautismo
al
cuer
po físico de Cristo y a través del cual reciben la nueva vida del Es
píritu»
IZ.
Se
trata,
pues, del cuerpo glorioso de Cristo. La Iglesia
no es más que este cuerpo glorioso de Cristo resucitado,
al
que
todos estamos incorporados.
En realidad, no se debiera hablar de «Cuerpo Místico» 13. Pero
¿cómo definir entonces los lazos entre los cuerpos fisicos de los
fie-
les y el cuerpo neumático de Cristo? No queda más remedio que
hablar de unión o identificación mística. De este modo podemos
significar
al
mismo tiempo la unión futura o realidad escondida
14
que no puede ser captada por los sentidos, por pertenecer al domi
nio de la fe
15.
En efecto, esta realidad transciende tanto
al
orden
fisico como al moral, alcanzando una esfera que se puede calificar
de sobrenatural.
Al
orden fisico, puesto que cada uno de los miem
bros, aun cuando sea incorporado al arov-a too XplO tOÚ conserva su
individualismo y propia personalidad. Al orden moral, ya que no
sólo se unen todos los miembros para conseguir un fin común, si
no que entre ellos media la efusión de un mismo Espíritu.
Si la unión puede ser definida como «mística», el Cuerpo Mís
tico de Cristo no sería sino la consecuencia.
De
forma que pudie
ra muy bien definirse con Johnson-Fittipaldi: «la extensión de Cris
to en tiempo y eternidad, constituido por aquellos que han sido in-
corporados a él a través del bautismo, siendo asimismo vivificados
por
el Espíritu Santo del que son templos
vivos»
16.
A la luz de esta exposición aparece claro que Pablo ha elabo
rado una doctrina totalmente personal sobre el Cuerpo de Cristo,
aunque nunca se propusiese damos un sistema teológico compac-
.
BENOiT. P.,
Les Epi/res de la cap/ivité.
Bible de Jérusalem), 2 ed. Paris
953 ,
p. 52.
13.
El lector habrá podido observar que, en general, nosotros nos hemos servido de la ex
presión
arov-a
tOO
XpIO tOÚ
que es la lipicamenle paulina; ya que en ningún ese rilo
del
Apóstol se
encuentra
el epíteto «místico. aplicado al cuerpo de Cristo.
ROBINSON
. J . hubiera
deseado
que
jamás se hubiese inventado dicha expresión, que nada tiene de bíblica
(The Body.
A
S/lIdy un pUlIline Theulo¡:y ,
London
1957,
p.
51). BENOIT
P. , en cambio, le parece acertada
la fórmu la, si bien a ésta no le concede sino un valor paradógico. a expresión designaría úni
camente
la unión real en un futuro escatológico . Mientras vivamos en el mundo. aunque incor
porados
a Cristo, no podemos
sustraemos
al dominio de la muerte
y
del pecado. Por tanto, la
identificación con el cuelPo real pero «neumático. de Cristo glorioso puede ser calificada como
-mística
. COlPs. tete. pléróme dans les Epitres de la captivité, en
Revue Biblique.
63 1956) p.
10.
14.
Col 3.3.
15
. GOOSSENS. W.,
L E¡:/isc, Corps du Chrisl , d uprés saint Paul,
p.
6Oss.
16.
JOHNSON A. D.-FITTIPALDI, S. E ..
The
Rule
and /he myslical Body ,
p. 5.
66
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too Su idea parece fue más bien exponemos unas enseñanzas, de
jando la puerta abierta a una ulterior profundización de su doctri
na. De aquí que no pueda considerarse como adulterador de su pen
samiento
el
intérprete que íntenta imprimir una nueva proyección
a su doctrina dentro de la orientación teológica marcada por
él.
S.
Agustín ha sido uno de los Padres que ha dado una nueva dimen
sión a la concepción paulina del Cuerpo Místico de Cristo.
2. El Cuerpo Místico según
S
gustín
San Agustín, como ya hemos visto, distingue dos aspectos di
ferentes en la vida de la Iglesia:
el
aspecto interno
y el
aspecto ex
terno
17. El
monasterio viene a ser como
un
eco de
la
Iglesia en su
aspecto interno, es decir, como Cuerpo Místico; de forma que
la
vida religiosa no la concibe sino en el conjunto orgánico de ese
Cuerpo
18.
Tal vez sea más exacto afirmar que la comunidad agus
tiniana es en la mente del Fundador:
l
mismo Cuerpo Místico en
un grupo de cristianos más honorables
19 . De
idéntica manera a co
mo sucede en la gran comunidad de la Iglesia, en
el
monasterio es
te grupo de miembros selectos están unidos en una sola comunidad
de vida en Dios por la caridad
20.
El
Obispo de Hipona sitúa, pues, la «comunión de
caridad>;
o
«unidad de caridad» de la vida religiosa en la espiritualidad eclesial
común a los demás cristianos. En el fondo, el «anima una» de la
vida religiosa no es otra cosa que
l
«anima unica Christi» del Cuer
po Místico 21. Existe en
el
religioso, como en
el
cristiano. una as-
17. CL cap. anterior. Véase BATIFFOL. P., Ecclésiologie de Saint Augustin, en
Revue Bi-
hlique.
12 1915) p. 5-34; 281-357; GRABOWSKI , S.
J.
La
Il(lesia.
Introducción a la teología
de
S.
Agustín, Madrid
1965.
San Agustín designa a la Iglesia, especialmente cuando connota
la
unión interna de sus
miembros con Cristo, con la expresión -Corpus Christi• . Es frecuente igualmente en él, que,
al mencionar el «Cuerpo de Cristo», añada: la Iglesia. El ténnino místico lo usa la mayoría de
las veces
como
sinónimo
de
-misterioso», .invisible»
Ce.
V.
g.
De
Trin .
XV, 26.46: PL 4Z,
1093). Algunas veces lo emplea refiriéndose a la Iglesia como entidad -mística»; pero no inten
ta designarla a ella propiamente dicha, sino a su invisibilidad y espiritualidad, dándonos a en
tender que no sabemos ahora quiénes serán sus miembros en la vida futura (Serm. CCLII.7: PL
38,1175).
18.
Enar.
in
Ps.
CXXXII,7 y 9:
PL
37,1733-1734. Ce. MANRIQUE . A., El espíritu de la
vida de comunidad según S. Agustín. Contribución a su teología monástica, en La
iudad de
Dios, 180 1967) p.
181.
19.
In
J han. evang. Irael.
XIII,IZ:
PL
35,1499..
Cf
. ZUMKELLER A.,
Das Mónchlum
des
heiligen Auguslinus,
Würzburg 1968 p. 145ss.
ID.
Ekklesiologische Aspekte des klosterli
chen Lebens nach dem heiligen Augustinus, en Auguslinianum, 8 1968)
p.
312-324.
20. In Johan. evang. Iract. LXVIl,2: PL
35
1812; Episl. XLVIII, 1: PL 33,187; Episl.
XXXI,3 : PL 33.123.
21. Episl. CCXLIII,4: PL 33,1056. Esta doctrina refleja indirectamente el pensamiento
de
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prración a habitar en Cristo y formar con él una unidad: «unus
Christus amans seipsum» = un sólo Cristo amándose a sí mis
mo) 22. Por consiguiente, la vida religiosa en
S.
Agustín aspira a lle
var a un grupo de cristianos a la máxima perfección, que se concre
ta en la unificación con Cristo
23.
Los religiosos son «perfecti fideles
in
ecclesia»: los mismos
cristianos que viven más perfectamente la vida y santidad del Cuer
po Místico, la Iglesia
24.
Como
lo
ha definido muy bien
un
autor,
el religioso agustino es «aquel cristiano que traduce con su vida de
perfecta concordia y unanimidad la realidad del Cuerpo Místico de
Cristo» 25. Su meta, como en los demás cristianos, está en ser absor
bido en el «Cristo total» 26.
El
misterio de su comunidad lo mis
mo que el misterio de la Iglesia- se centra en la unión de los miem
bros con Cristo hasta formar el «anima unica Christi»
27.
De don
de, como dijimos ya en otra ocasióri,
el
ideal monástico
al
interior
de
esta
teología eclesial es una teología del Cuerpo Místico 28.
San Agustín trata de explotar la doctrina paulina del Cuerpo
Místico 29. Pero,
al
mismo tiempo, la sabe revestir de su persona-
la primitiva comunidad. El «anima una . de
que
se habla en los HechO.< de los Ap ó.H l
es
indica
la unidad
que
se forma
entre
muchas almas: el «anima unica Christi. (Cf. De symh. serm. ad
ca\. 11.4: PL 40,629). Y ésta equivale. sin duda. al «anima una Ecclesiae . o alma del Cuerpo
Místico (Cf. VERHEIJEN.
L..
Saint Augustin, en Th éolog ie dI la
vi<
monllsrique
. Etudes
sur
la
t.-adition patristique. Aubier 1%1. p. 207).
22.
In
Johlln. ¡;:pisl. I rwl .
X,3: PL 35,2055. La palabra monje en S. Agustín no quiere
decir otra cosa: «unidad . , «habitar en uno .. en el uno que es Cristo (Enar. in P < CXXXII,6:
PI. 37,1733). Por lo cual. habitar en uno . es igual a habita r en Cristo .. Véase BOUTET.
J.,
I.'unit'; des
chrétiens
dans le Chris\. en la
Vi l
Spirillll 'llc'.
52 1937) p. 78-83: 53 1937) p. 76-89.
23. l:.. i.'1.
CCXLIJ'.4: PL
33. 105 6.
24. Conlr.
l il
.
PI'I. 11,104.239: PL 43,341;
DI' opero monac/¡.
XVI,19: PL40,19. Cf. MAN-
RIQUE A • TiJo/agia
lI¡,:u.Hiniafll l
di
/a vid reliKiosll ,
p. 20
La vida religiosa
pertenece
a la perfección
de
la Iglesia. Y. siendo una
.koinonía.
y un mis
terio de
comunión,
~ t á insertada en el mismo
corazón
de la Iglesia
como
la célula más profun
da y
esencial
(Cf. TILLARD.
J.
M. R.. La vie religieuse
se
situe au coeur du mystére de I'Egli
se.
en
Vil' dI'
COfllmlln(/lIlé.,
Rdigit'lI.l'es. 1(1%5) p. 25-26).
25. SANCHIS. D
. en RI l lIl ' d'Ascétiq'i
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lidad, imprimiéndole una nueva proyección, pasando a ser como el
eje de su ideal cristiano-religioso 30. Así vemos cómo tanto Pablo co
mo Agustín consideran a Cristo como el medio necesario para la uni-
. dad
y
santificación
del
Cuerpo
Místico. Pero mientras
Pablo con
cibe
esta
unidad
y
santificaeión como el resultado de un movimien
to incorporador a Cristo, Agustín la ve como difundiéndose en ca
da
u no de los miembros
31.
Puede decirse que ambos llegan a la
misma conclusión, pero partiendo de distintos puntos de vista. Pa
hlo: cristiano - - )o Cristo
-- )o
unidad. Agustín: Cristo - - )o cristiano - - )o
unidad. Para el Apóstol, Cristo es como uri inmenso imán que atrae
hacia sí a los fieles. Para el Obispo de Hipona, Cristo es como
la
savia, el «unguentum unitatis», que se difunde en los cristianos .12.
Pablo fijándose en la diversidad de miembros existentes dentro de
la Iglesia. concluye que deben existir en ella diversos grados y ofi
cios; pero nunca llega a identificarlos con parte alguna concreta del
cuerpo humano H A S. Agustín, en cambio, le complacen tales
camente preparado
rara
aceptar y asimilar la concepción espiritual e ideológica de la Iglesia. tal
como se encuentra expuesta en
los
escritos paulinos. Incluso la mentalidad maniquea. a cuya seco
la se adhirió durante nueve años.
le
ayudó a cristianizar la doctrina de los dos principios (bueno
malo). Así. fileílmcnte pudo aceptar el símil cristiano de los dos cuerpos: el bueno (cuerpo de
Cr
isto) y el malo (cuerpo de Satanás) (Cf.
ehri.,/ianisme .' / Néoplti/oni.m1t' dtlf's
la
jorma/ion
d . 5 illl AI/¡:I/s/in.
Paris 1920;
GRABOWSKI.
S. J
.•
St. Augustine and the doctrine of MysticaJ 80-
dy of Christ . en Tlrt'Olo¡:iwl SII/di -
7 1946)
p. 97ss.). Con estos anlecedentes hace una aplica
ción de la doctrina del Cuerpo Mistico a la Iglesia. con la que llega a identificar. A este res
pecto se sirve de una rica gama de matices que no puede menos de impresionar. A manera de
ejemrlo. he aquí algunos textos agustinianos: . Corpus autem Christi. Ecclesia. (Enar. in Ps.
XXI. enar. 11.8: PL 36.178;
Enar. in
P.- 41.1: PL 36,464;
Enar. in P.I·.
XC. enar.
11.1
: PL 37.
1159 ;
Enar. in P.-
CXVIII. serm. 31.1 : PL 37.1591; Serm. LXII.3 y 5: PL 38.416;
In JoJwn.
" 'tIn¡:.
/rac/ . XV.JI: PL 35 . 1521 ; eontr. e ,se. 11.13 . 16: PL 43.476 . •Corpus autem eius,sanc
ta Ecclesia» (Enar. in Ps . CXXXVIII.2 : PL 37.1784) •Caput Ecclesiae Christus, Ecclesia Cor
pus ehr;sli.,
(In Jolran. Epis/.
trae . VI.IO: PL 35 .2025 etc. Véase MARCOS.
DEL
Rlo. F • El
Cristo místico y la comunión de los Santos según S. Agustín. en Rdi¡:ión y eU/lllm. 15 1931)
r I02ss.
30. El Obispo de Hipona aplica la doctrina paulina a las circunstancias concretas de su
tiempo . Su inte'nción va dirigida a presentar un mensaje concreto para una Iglesia amenazada
en su unidad por
el
cisma de Donato . Por eso. aunque se cuida de darle un fondo netamente
bíblico.
le
orienta
al
mismo tiempo hacia una perspectiva de tipo práctico teológico (Cf.
MERSCH.
E.. L'objet de
la
théologie etle .Christus totus». en Recherches
de
Science
Reliflieuse.
26 1956)
p. 129-15 7;
PRINA.
J .. La controversia donatista al/a luce del/a dOllrina
de/
eorpo
mis/ico di
(;('.1"'; Cri.Ho ndle ope,,' antidona/is/a di S. A¡:os/in". Roma
1942;
MANRIQUE. A • Tmlo¡:ía
agu tin;
ufw di'
la )da
relij ;osa. p.
not 16
.
31. Como la humanidad de Cristo fue santificada por la unión con el Verbo, dice S. Agus
tín. así todos los que son miembros de Cristo quedan sántificados por la unión viva con su Ca
beza_ que les comunica constantemente la corriente de la vida»
(In
Johan . evanfl. /racl. CVIII,
5:
PL
35
. 1916). Cf. PHILlPS. G • L'influence du Christ-Chef
sur
son Corps mystique suivant
saint Augustin. en
AI/KI/s/inus MaKisler, 11,
Paris 1954, p. 805-815).
32.
De prtlt'deJlin. sunc/Orum
XV,31: PL 44,982. \éase FOLEY. R., The Communion of
saints. A Study
in
Saint Augustine. en
Bijdragen.
20(1959) p. 267-281.
33. I
Car
12.14.
69
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
8/23
identificaciones, equiparando los distintos oficios a los diversos
miembros del cuerpo humano 34. En resumen, Pablo piensa, se
gún dijimos, en un Cristo individual; S. Agustín en un Cristo colec
tivo .
s.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias, no puede afirmarse
que
la óptica agustianiana no reproduzca fielmente
el
pensamiento
original de Pablo.
Al
contrario, trata de sujetarse a sus líneas gene
rales, dando una nueva proyección más adaptada a su tiempo J6.
He
aquí
cómo presenta su doctrina: Cristo se difunde en todos y
en
cada uno de los miembros hasta reducirlos a
la
unidad; pues de
él procede el «unguentum unitatis» .H Este no es otra cosa que la
gracia. Cristo envía, pues, a su Espíritu que difunde la caridad en
los corazones JH. ¿Sobre quiénes?: primero, sobre los fuertes (los
Apóstoles); luego, sobre la Iglesia, pasando de aquí a los que «ha
bitan
en
unidad » (los monasterios)
J9.
Cristo entra en la comunidad
a través de la unidad
40.
El Obispo de Hipona viene a decimos con esta doctrina: que se
viene a la vida religiosa para formar un Cuerpo Místico.
0,
dicho
con su propia terminología: a la vida religiosa se viene a «habitar
en uno». Pero «habitar en uno» no significa otra cosa que «habitar
en
Cristo»; pues sólo «habitan en uno» aquéllos en quienes
la
ca
ridad de Cristo
es
perfecta. Luego Cristo entra en la comunidad
por
la concordia fraterna y
la
unidad, y los religiosos son los que
34.
Este detalle
a primera vista
intranscendente. es
de gran utilidad para comprender el
pensamiento del
Santo
so bre el Cuerpo Mistico. Este admite
que.
aun cuando existe diversidad
de miembros en la Iglesia. se da una unidad substancial. debida a la presencia de Cri
sto
(Cr.
Se,.,ll . X 1..11 1.4 .
7:
PL ,
lHA 7
; I:úol . ;11 P \ . 1.1.9: PL .16.6()(, ; In J a
ita
. I ' l l f I g . ¡rw l . 1..6: PI. . \5.
1759: 1"lIar. i// I .\ . Xl.I.I : PI. 36.476: /-.'//lIr. ill P.\ .
XLIII.
25 : PI. 36. 492: /-.'",,,, ill
1'
.. IV.7:
PI. 36. 75).
35.
Al
incorporarnos
a é l. no sólo fonnamos parte del «totus Christus ». s ino que partici
pamos
de su
misma
constitución: -
todos en
él. somos de
Cristo
y
so
mos Cristo» (EIII/r. i// '.\'.
XXVI. enar.
11
.2:
PL
36.2(0). CL RI"'IÉRE.
•
Notre
vie dans
le
Christ selon Saint Augustin.
en LI/
Vi"
Spiriwcl/" . 24( 1930) p. 112-134.
36. Esto puede constatarse en numerosos pasajes de sus ohrds. tales como
In
./o/um. 1 1 I l ~
lrl/e/. XXVI. 13: y. en
general.
en aquéllos en que relaciona el
Cuerpo
Mistico de Cristo
con
la
Eucaristía ef. BERTOCCH I. P . JI
~ i m o
ü o
Td l
S ;O og;C(} lIclla
l i c l w r i ~ / i a
in .\"III1r"A¡.:o.HiIlO,
Bcrgamo 1937: CAMEI.OT. 1 11 .. L Eucharistie mystére d·unite.
en
La
Vi
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
9/23
traducen con su vida de perfecta concordia
la
realidad del Cuerpo
de Cristo
41 .
Fruto de la difusión de la unidad
y
de la comunicación de
Cristo a través de ésta, es la unión entre aquél y sus miembros, re
saltada de manera especial por el Santo . Cristo nos transfigura en
su Cuerpo, del que él es la Cabeza, hasta llegar a fonnar
un
solo
Hombre, «una sola carne
y
una sola vo z»: un solo Cristo
El Cristo
al
que aquí se refiere el Santo naturalmente no es un
Cristo individual l Verbo
encamado-
sino un Cristo místico;
no es el Jesús histórico que murió por nosotros, sino
el
Cristo mís
tico que vive en nostros
y
nos une a él. En este sentido, todos es
tamos en Cristo, somos una sola cosa con Cristo, somos Cristo
43.
Tan estrecha es la unión entre la Cabeza y los miembros, dice S.
Agustín que, cuando Dios ama a su Hijo, lo ama en su totalidad,
es decir, en nosotros 44;
y,
cuando sufren los miembros,
él
mis
mo sufre con ellos
45 .
De manera que todo se funde en la unidad
de un único Cristo, que es el «totus Christus»: Cabeza y miem
bros
46 .
Cristo no
está
únicamente en la Cabeza, ni únicamente en
el
Cuerpo, sino en el Cristo total : Cabeza
y
miembros. Si él mismo
no fuera sus miembros - añade el Santo- no tenía por qué haber
dicho: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Saulo no
le
perseguía
a él en la tierra, sino a sus miembros 47. Luego, lo que son los
miembros lo es también él; aunque lo que es
él
no lo son siempre
los miembros
48 .
En efecto, por mucha que sea
la
difusión y comu
nicación
en
tal unión, Cristo nada pierde de su unidad 49.
Al
c o n ~
trario , es precisamente la unidad de Cristo la que logra unificar
nuestra multiplicidad
50 .
Por otra parte, la unificación entre Cristo
y
los miembros de
su Cuerpo tiene como resultado una nueva «persona». Sin embar-
41. lónllr.
in
Ps. CXXXII .9: PL 37 .
1734
.
42.
Senil.
CXXXIlI .R: PL 38,742; Enar.
in
Ps. L1V ,3: PL 36,629; f:tlllr. in Ps. XXVI , enar.
11.2:
PL
3ti
,
2IX)
. Cf. GOE
NAGA
, J A., [.a humllniduel dl Cri.
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
10/23
go, al ser integrado en ella, no se exige la renuncia a la persona
lidad individual, antes bien se conserva la autonomía interna y la
libertad de detenninación. Cada religioso se siente plenamente iden
tificado con Cristo y con todos los que poseen a Cristo, pero con
serva
también su propia personalidad
51.
La unidad entre Cristo los cristianos, para S. Agustín, está
fundada en el amor 52.
El
Santo lo recuerda con frecuencia a lo
largo de su episcopado. Cristo nos ha amado, para que nosotros
nos amemos mutuamente. Este lazo de amor ha de tender a cons
tituir el Cuerpo del que él es la Cabeza 53. Dicho en una palabra,
hemos de tender hacia la «cristificación». Esta «cristificación» en la
que cada religioso toma parte activa, cuaja en la unificación místi
ca
entre los hennanos, quienes de esta fonna se sienten impulsa
dos a conseguir el
fin
que se habían propuesto
al
ingresar en la
vi-
da
religiosa. Mas, dado que Dios es el fin supremo del hombre, es
obvio que el religioso considere la convivencia monástica como el
vehículo más directo para llegar a Dios
54.
S. Agustín no duda,
pues, en considerar la vida religiosa como el camino más expedito
para acercarse cada vez más a Dios,
al
propio tiempo que invita a
sus religiosos a recorrerlo «unanimiter et concorditer».
El secreto del progreso de los mismos ha de buscarse en la
fuerza de Cristo que, en virtud de la unión, se difunde en
el
cora
zón de los miembros, aumentando de modo palpable el dinamismo
del Cuerpo de Cristo. Así pues, el Cuerpo Místico, del que la fami
lia religiosa constituye un grupo de células privilegiadas, crecerá
en la medida en que cada una de éstas sea invadida por la caridad
de Cristo 55.
La unidad de los creyentes es una realidad en crecimiento que
viene impulsada por
las virtudes teologales, y cuyo progreso tenni
na en la perfecta integración futura
56.
La unión del Cuerpo Místi-
51. Cf. FECKES. c. Das My.\'ferium der Ill'iliRl'n Kirch,' . Paderbom 1934, p. 37.
52. Cf. COMEAU, M., La vie intérieure du chrétien d'aprés le .Tractatus in
Johannem.
de sa int Augustin, en Recherches de Scit'nce Re/iRil'II.H'. 20(1930) p. 5·25 ; 125·149; BRUNET. R.,
Charité
et communio des Saints chez saint Augustin, en R,'vlu' d Ascétique
'
my.
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
11/23
co prefigura la umon escatológica: la continuación en el reino ce
leste de este reino terreno y precario 57. Mientras vivimos aquí, nos
valemos de la fe, la esperanza y la caridad; tres virtudes que hacen
progresar día
a día nuestra identificación con Cristo. En el reino
celeste,
sólo
quedará
la caridad
en
su grado más perfecto
58.
La conclusión a
que
hemos llegado con
esta
doctrina agusti
niana sobre
el
Cuerpo
Místico se
está
moviendo ya dentro del te
rreno de la
doctrina
paulina sobre la acción «progresiva» de Dios
en el cristiano. A ésta corresponde, como dijimos, por parte de
aquél
una actitud «imperativa» que le impulsa a «cristificarse» .
Es,
pues, a la luz de esta «cristificación» que deben interpretarse las
palabras que
S. Agustín pone
en
boca del mismo Cristo: «Quia
et
ipsi sum ego» = Porque ellos mismos son «yo»)
59.
En
la unidad de Cristo,
es
decir, en el
«yo»
de
Je
sús, los cris
tianos no
sólo no son considerados como intrusos, sino que inclu
so se
identifIcan
con
él. Y,
cuanto
más se comprometen con Cris
to, más se acercan a su plenitud, contribuyendo
al
perfeccionamien
to del «Christus totus». Por otra parte, cada una de las acciones de
los miembros repercute en los demás, de forma que, redundando en
bien de los hermanos,
entre
todos logren la «perfecta humanidad»
en Cristo 60.
Cuanto acabamos de
exponer
nos explica que S. Agustín, al
proponer
a sus religiosos el ideal monástico, desde el momento
que
imagina al monasterio como una Iglesia
en
pequeño, no puede me
nos
de fundamentarle sobre los sólidos pilares del Cuerpo Místico
de Cristo.
Con
ello consigue
demostrar al
propio tiempo, que, para
constituir
una auténtica comunidad, no
basta
vivir en la misma ca
sa, sino
que
se requiere que cada uno de los miembros, aun con
servando su personalidad,
se
integre en la unidad del Cuerpo Mís
tico. Los cristianos que aceptan la vida común deben aportar algo
positivo a la comunidad. Y este algo
es
Cristo, con el que se han
identificado hasta formar un solo ser. Cuanto más «cristificado» es
té
el religioso, más
aportará
a la vida común. De forma
que
la uni
dad de todos en Cristo constituye para S. Agustín el medio más ap-
57.
SemI. CLVIII,9.9:
PL
38,867.
58. GRABOWSKI S.
J
•
La fe en
el Cuerpo místico según S. Agustín,
en AURu.Hinus.
I
1956) p. 537-557; CAYRE.
E • Sain/ AURus/in
l la
vil /lréoloR
ale.
Les
montées intérieures
d apres
saint Augustin,
Toumai
1959.
59. In
}O ICI }
evanR.
/rae/.
CVIII,5:
PL
35
, 1916. La audacia de estas palabras. comenta
a este propósito Mersch, sólo pueden compararse a la unidad que por ellas viene expresada.
Le Corp.f
My
.Hique dll Chris/ . tomo 11
p. 12655.).
60. JOHNSON. A. D.-FIITIPALDI, S. E., Tire
Rule and
/lre mY.f/ical Body, p. 6.
73
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
12/23
to para conducir a los religiosos hacia la unidad suma y perfecta
que es Dios.
Cristo es el polo unificador de todos los miembros de la comu
nidad. Aquél actúa en ellos mediante la doble santificación: estáti
ca
y dinámica 61 La estática resulta de la unión de Cristo con los
miembros, produciéndose de modo automático. La dinámica com
porta, por el contrario, la actuación continua de Cristo, que acer
ca a los miembros cada vez más a Dios 62. Esta actuación aumen
ta en conformidad con la cooperación de los miembros y en la me
dida en que éstos, por el ejercicio de las virtudes teologales, vayan
siendo cada vez más del «Cuerpo de Cristo».
En resumen, S. Agustín compone una armoniosa melodía para
la vida cristiana y religiosa que consta de los siguientes movimien
tos: El cristiano abraza la vida común punto de partida), en la que
mediante la concordia y unión con los hermanos en Cristo hasta
formar una unidad medio), camina hacia Dios fin)
61.
En este ca
mino, la gracia que procede del Espiritu, que envía Cristo -Cabe
za- le va haciendo cada vez más Cristo. y esta «cristificación»
le
acerca cada vez más a Dios.
El Santo ha captado con toda claridad estos principios. Por
eso al escribir la Regla, se ha inspirado profundamente en la doc
trina paulina del Cuerpo Místico, cuyo influjo yace latente desde la
primera hasta la última de sus páginas.
61.
GRABOWSKI.
S. J. St.
Au¡:ustin
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
13/23
Capítulo V
EL SIGNO DE L UNIDAD
L
COMUNIDAD DE BIENES
La
comunidad de bienes, tal como aparece en los textos de S.
Agustín, se inspira directamente en los Hechos de los Apóstoles,
donde se lee: «Erant
illis
omnia communia»
Hch
4,32) y «Habebant
omnia communia» Hch 2,42). El hecho no se puede negar, ya que
lo
dice expresamente el Obispo de Hipona
l
De otro lado, su mis-
mo biógrafo S. Posidio, se encarga de confinnarlo: «Ordenado sa-
cerdote, funda un monasterio en los terrenos de la Iglesia
y
co-
mienza a vivir con los siervos de Dios según el modo y regla esta-
blecidos por los Apóstoles. Lo principal entre ellos era que nadie
tuviese cosa propia en aquella santa sociedad, sino que todo fuese
común, y se distribuyese a cada uno
lo
que necesitare»
2
Pero,
¿cuáles son los elementos o postulados prácticos de la comunidad
primitiva que sirven al Santo de modelo y en los que éste se ins-
pira? La respuesta se encuentra en el contenido de una sola pala-
bra: la
koinonía
practicada por la iglesia de Jerusalén.
1.
l «koinonía»
San Lucas se esfuerza en señalar que entre los primeros cris-
tianos todo era común. Este espíritu de «comunitarismo» debe ser
1.
S I'II/.
CCCLVI 2: PL 39.1575;
R K.
c.1.
jRECH. P. hace a propÓsito de este pasaje una observación de sumo interés. Dice así: lf
the scriptural text cited had only
been
a doctrinal passage. the «enim would been quite
in
pla·
ce. But the quotaiion is historieal; therefore the «enim» ean only find a suitable explanation if
we presume that
sI
Augustine had
in
mind to imitate
in
his monastie society the primitive eom-
munity
of
Jerusalem» The Augustinian Community and the Primitive Church.
en
AUKustiniana.
5 1955)
p. 459 .
2. POSSID.. Vi/a
sal/ ' ; AIIKlIstil/;
e. V: PL 32.37.
75
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
14/23
interpretado a la luz de la «koinonía»
3 .
Pero ¿qué significa este
término? A fin de desentrañar mejor su contenido, debemos fijar
nos en la utilización hecha por el Nuevo Testamento.
La simple
lectura
de
los
escritos
neotestarnentarios es suficien-
te
para
poner en claro que la «koinonía» tiene diversas acepciones.
Menoud, después de
un
estudio concienzudo del problema, ha logra
do reducir los distintos sentidos a cuatro
:
1 La
unión o comunión que reina en el plano de la salvación y que
une a los creyentes entre sí, con los Apóstoles y con Dios: sen
tido espiritual de
la
palabra
5 .
2 La
comunión de bienes, necesaria para que los fieles puedan
convivir: sentido material de la palabra 6
3
La
unión que los fieles entablan con Cristo
al
celebrar la cena
eucarística: sentido eucarístico de la palabra
7.
4)
La
colecta realizada por Pablo entre las iglesias étnicas en pro
de la iglesia madre de Jerusalén
8 .
A éste se le pudiera llamar
sentido eclesiástico de la palabra.
Toda
esta
diversidad de matices sirve para poner en evidencia
la idea fundamental de la «koinonÍa»: la unión de los cristianos en
tre sí y con Cristo. Esta unión se basa en la
fe
que profesan a Cris
to y que los eleva a una unión sobrenatural con Dios en el Espí
ritu Santo 9.
Pero, al tratar de determinar ya más concretamente qué cosa
significa la «koinonía», tal como viene descrita en los primeros ca
pítulos
de
los
Hechos .
es evidente que la expresión está tomada
fundamentalmente en su sentido material
10.
En consecuencia, se
3. San Lucas utiliza este ténnino en Hclr 2,42, donde llama a la
primera
comunidad
con
el
apelativo de «koinonía». Con dicha palahra
trata
de definir su mismo estilo de vida. De modo que
el estilo de la «vita
apostolica
» era
una
«koinonía» = comunidad de bienes. de
amor
y de inte
reses espirituales.
4. MENOUD. PH. H., La vit de f'ERlise naissante. Neuchiitel 1952 , p. 22ss. Cf. DUPONT.
J.,
L union
entre
les
premiers
chrétiens dans
les
Actes des Apatres
,
en
Nouv" I,, Rel'lll' TI,,;olo-
Ki
que
.
CI I969)
p. 898-899.
5. ICor 1,9; Flp 1,5; 3, 10; I Jn 1,3
y
7.
6. H h
13,13 .
También en Hch
2,44
y
4,33,
aunque
no
aparezca
la
palabra
. se
encuentra
el
mismo
concepto. Cf. DUPONT.
J. , Art
. cil . . p. 899-903.
7. I Cor 10,16. Véase LYONNET.
S.
, La Koinónia de I Eglise primitive et la sainte Egli
se,
en
COI1K '
.'
Eucaríslico Internacional. Sesiones de eSludio. vol. 1
Barcelona 1954
, p. 511-
515.
8
Rom
15.26. Véase DUPONT, J.,
Arl
. cil. p. 914-915.
9.
GRECH,
P.,
Tire AURuslinian
Cammunity and
Ilre Primilive Cll/lrclr. p. 464.
10.
Dada
la riqueza de
matices
que
presenta la expresión,
es natural que
para
captar
todo
el
contenido
conceptual de la .koinonía. ésta
deba estudiarse en
función de la luz teológica
reportada por
el
Nuevo
Testamento.
De
modo
sintético nos
ocuparemos
más adelante
en este
mismo
capítulo.
76
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
15/23
impone decir que la «koinonÍa» de la iglesia jerosolimitana compor
taba en primer lugar una comunión
de
bienes materiales 11.
Sin embargo, esta comunión de bienes, aun siendo necesaria,
no
era
suficiente para constituir la «koinonÍa». La razón es obvia.
La
vida practicada
por
los primeros cristianos colocaba a éstos en
una relación del todo nueva respecto a Dios. Esta relación, que
afectaba a todos los miembros de la comunidad requería de ellos
una intercomunicación espiritual, para de este modo no tener más
que
«un solo corazón y una sola alma» y poder entablar así un diá
logo ininterrumpido con Dios
12.
A fin de lograr esta unificación to
tal de almas y corazones, los cristianos exigían como requisito esen
cial la comunión de bienes.
La
comunidad de bienes era, por con
siguiente, el paso inicial a la unidad. Su importancia se deduce de
su oposición radical
al
egoísmo individualista, despreocl'pándose de
sí y preocupándose de los demás
13,
Y poniendo en práctica el ejem
plo sublime de Cristo que «siendo rico se hizo pobre por nosotros
a fin de enriquecemos con su pobreza» 14. La «koinonía» quedaba
así encamada, en frase
de
Dupont
15,
en el plan de los bienes tem
porales, apareciendo como la manifestación concreta y
el
signo vi-
sible de la unión de corazones y de almas
If .
Visto el profundo alcance de la «koinonía» (bienes materiales
corazones-almas), puede decirse que, si en la iglesia primitiva exis
tía una perfecta vida común, era porque todos los cristianos se con
sideraban como «compatriotas» del mismo reino celestial y se es
forzaban por llevar a la práctica el ejemplo de Cristo, que prome
tió juzgar a los suyos en confonnidad con la ley de la caridad 7
11.
Cf. HAENCHEN. E..
Die
Apos
telli",\'chichte. 13
ed. Gottingen 1961. p.
153.
12. La
forma de ideal de la comunidad de Jerusalén
era
la actualización de aquel ideal lleva'
do a cabo por el grupo de los que seguían a Jesús. Estos habían dejado las relaciones ordina
rias con el mundo para
enlrar
en un: comunidad de
fe
al lado de Jesús (LEGASSE. S ..
Cappe
du
riche.
cOlltrihuliof1
á
I'étude des
ondl
'melllS
scriplUrairl
Js
de
I 'é/al
r
eli1 iellx.
Paris
1966.
p.
207) .
La
comunidad primitiva
es
consciente de pertenecer al nuevo reino
de
Dios instaurado por
Jesús.
De aq uí que. despreocupándose de las cosas terrenas. desee ocuparse únicamente de
Dios . Toda su existencia. dice Cerfaux, queda polarizada por esa realidad espiritual que viven
intensamente
(La COl1ll1lllllllllté
Aposto
/i'lll" . París
1943.
p. 40).
13
Rom.
15.2; ICor
10
.24.33; 15.3;
F1p
2,4.
14. Cf. DUPONT. J .. Pour vous le Christ sest fait pauvre. en
A.uemb/ée
. dll Seilinellr. 2e.
sé rie , nO
44
1969) p. 32 -37.
15
L'ul1iofl {. nfT( les
premil'Ts chrériens dans
les Acles des Ap()lres.
p.
909.
16 . La "koinonía» no puede
ser
auténtica sin la comunidad de bienes. -La communion qui
unit les premiers fideles sétend au domaine matériel
en
vertu de la solidaríté établie par I'évan
gile
entre
les différents plans
sur
lesquels vit simultanément I'étre humain. Le chrétien, nous
ravons
dejit montré. ignore la barriére dressée
par
I'homme naturel entre le spirituel et le tem
pore . Les tídéles de Jérusalem ne se bornent pas
á
étre un
coeur
et une ame. lis viven en
práctique
ce
qu ils
sont
en
théorie
. . . .
(MENOUT.
PH.
H.. La
vil' de /'ElIlist naissantt .
p. 32).
17. CERFAUX. L.. La Commllnallté ApO.
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
16/23
En la «koinonÍa» de los Hechos podemos, pues, distinguir tres ele
mentos: PUI/to de
part ida
- «conditio sine qua non>>--: la renuncia
a los bienes materiales en la comunidad
18,
mediante la cual
el
co
razón se orienta hacia otros bienes de Índole superior: una
la
vida
de perfecta caridad, etc
19
.
Medio:
Dado el primer paso de
la
re
nuncia, la «kbinonía» propone la reducción a la unidad «anima una»
de
los corazones y almas de todos los miembros. Fin: Una tal fu
sión es considerada como el medio más apto para conseguir el bien
sumo escatológico: Dios.
En este proceso de la «koinonía» los tres elementos son nece
sarios. De tal forma que no participa propiamente de la «koinonía»
quien, renunciando a los bienes propios, no se esfuerza por unifi
car
su corazón y su alma con la de los demás hermanos. Tampo
co podemos decir que lo haga realidad el que· logrando esta unifi
cación, prescinda de Dios como meta final.
Por otra parte, como ya hemos tenido ocasión de ver, tanto el
texto de los Hechos () como los autores de la iglesia primitiva
I
insisten
en
que la supresión de la propiedad individual y
el
poner
los bienes
en comunidad son como la consecuencia lógica y el re
sultado
de
una comunión más profunda, que es la caridad frater-
na
2 El
fundamento de
la «koinonía
.
La «koinonÍa» se basaba, en último término, en el hecho de que
todos los cristianos tenían un mismo Salvador, habían sido bauti-
IH. El desprencJimiento
de
l
os
bienes en favor de la comunidad no (Cil la como finalidad
hacerse pobre. sino más bien que no hubiese pobres en la comunidad . ésta no se ría dig
na
de
tal
nombre.
si permitiese
que
algunos de
sus
miembros viviesen la abundancia . mien
tras
que
otros se viesen
privados
de lo
necesario er.
DUPONT .
J•• ' .'fll1 ;OIl c11lr(' l
e
prc 1l;crs
chn;¡icll.'i dalJ.\
les
ACles
d(
' , ",,/j lre' .\ ,
p.
t)ot}1.
19. Los
cristianos
de k , , 'akn renuncian a lo que les penenece en provecho de
la
·
munidad fraterna. en la que no hay más que una sola alma y un solo corazón. No
se
I ..a¡a.
pues.
de un desprendimiento puramente negativo. sino de
constmir la
aUléntic «koinonía de
la comunidad. (CL DUPONT.
J..
La
communauté
des biens aux premiers
jours
de
rEgl
ise. en
EII,,/,,-, -'ur les ACle., d,,-,
A lÍlrn.
Paris 1967.
p.
503-519.
20. Cap . I
de
la Primera
parte. nota
79.
21. He
aquí.
a
modo
de ejemplo. lo que dice la
Oidac/¡é: No
rechazarás
al
necesitado.
sino
que pondrás en
común
todas las
cosas
con tu hermano y no dirás que son tuyas propias.
Pues si
sois
«koinonoi»
en
un bien inmortal.
con
mucha más rdzón lo seréis
en
los bienes co
rmptibles
» (4.8). Y el
Pscudo-flemah,
;:
Pondrás
en común
todas
las
cosas con
111
prójimo y no
dir.is que ellas te
penenecen.
Pues si sois «koinonoi» en lo incormptible . ¿cuánto mas no de
beréis
serlo
en
los
bienes
cormptibles? (19.8).
22. MORIN. G .. L ' iJéll l IIttJfwsth/ul' ('
l a
d e
clt,hiclJf1c
de ,¡
premit
'T j uon . Paris 1927.
p
127.
78
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
17/23
zados en un mismo Espíritu
y
estaban instruidos por los mismos
Apóstoles, participando así de la misma vida espiritual. La «koino
nía» venía a ser, pues, como la toma de conciencia por parte de
los fieles de su «cristianismo» que, deseaban llevar hasta las últi
mas consecuencias. Precisamente por sentirse cristianos
y
saber
que todos recibían la misma vida del Espíritu, anhelaban una
fu-
sión mutua que les unificase plenamente a Cris to
23.
La iglesia de Jerusalén, al fomentar la «koinonía», no hacía si
no activar esa conciencia de miembros de Cristo. Por eso, aquélla
puede
ser
considerada también como un esbozo de la doctrina del
Cuerpo Místico de Cristo. Pues, dado que los miembros del Cuer
po de Cristo han de estar unidos entre sí con los vínculos del amor,
aunque en los
Hechos
no se usen ténninos tan expresivos como
1l11l::a t)
=
amar) o
1l111T :l¡
=
amor), aparece allí, sin embargo, la «koi
nonía» como la manifestación explícita de la caridad fraterna que
debe animar a los hennanos . Como dice muy bien Dupont 24, en la
primitiva iglesia de Jerusalén se puso en práctica un ideal de cari
dad que no
era
sino un enfoque nuevo del ideal griego de la amis
tad 25.
Por
lo cual, si a la luz de lo expuesto quisiéramos dar una de
finición de «koinonÍa», podríamos decir
-parodiando
en cierto mo
do a Hauck 26
_
que este concepto no alude propiamente a la co
munidad cristiana, sino
al
género de vida practicado
por
la iglesia
primitiva de Jerusalén, la cual, mediante una comunión total de bie
nes materiales, aspiraba a conseguir una función tal entre sus miem
bros, que los lanzara directamente hacia Dios
27 .
23. San Pablo desa rrollaría posteriormente. a la luz de estos principios . su teología del
oru ia
1:
0Ü
Xpt01:00
24.
DUPONT. J . • Etudl s sur les Actes des Ap,;tres.
p. 519.
25.
La
expresión
de
S. Lucas -Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola al
ma y no llamaban propia a cosa alguna de cuantas poseían. sino que entre ellos todo
era
co
mún .. (Act 4.32). nc¡ puede menos de recordamos la definición de m i g ~ s entre los griegos «una
sola alma
.
y las máx imas corrientes entre ellos «entre amigos todo es común . -entre amigos
nada
pertenece en propio». Los exégetas coinciden. en general. en que. puesto que S. Lucas
escribe a lectores griegos. tenía sumo interés en hacer ver que la comunidad primitiva realizaba
un ideal que a aquéllos les
era
familiar. (Véanse
CONZELMANN . H .• Die ApostelKeschichte.
Tübingue 1963. p. 31 ; DEGENHARDT. H .
J .•
Lukas, EVllnRl Iist der Armen . Besitz und Besitz-
verúeht
in den lukllnischen Schrijien Stuttgart 1965. p. 181-183; RASCO .
E.• Actus
Apostolo-
rumo
Introductio et exempla exeKetica, fase.
11. Roma 1968
,
p. 321 -322. etc).
26
. HAUCK.
F. XOI\lÚl V,
en
Tl:eoltwisches Würterbuch zum Neuen Testament. 111.
p.
519.
27. Así piensa SCOTI.
C.
A.,The«Fellowship.
or
Koinonía,
en
The Expository Times .
5
( 1923/24) p. 567. A su juicio la comunidad cristiana se habría servido de este término para au
todeterminarse.
79
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
18/23
Es
obvio suponer que este ideal fuese practicado en toda su
pureza sólo por un cierto número de cristianos. Pues, resulta difi
cil imaginar que
toda la comunidad de Jerusalén
-unos
tres mil
miembros- pudiera practicar esta convivencia comunitaria 28. Tal
organización resultaria imposible desde el punto de vista social
y
administrativo. Por
lo
cual se supone que la convivencia no era de
carácter fisico, sino espiritual.
Esta se reflejaba, sobre todo, en su sentido de comunidad o
corporación, que, al menos externamente, ofrece cierto paralelis
mo
con
el ideal del comunismo moderno 29. Kautsky compara el
programa de la comunidad primitiva con los postulados del comu
nismo contemporáneo
30.
Sin embargo, advierte que éste no progra
ma
reparto alguno, sino una centralización de bienes, los cuales pa
san a disposición de una entidad o del Estado. S. Lucas, por el
contrario, jamás presenta la «koinonía» como un comunismo de pro
ducción o de posesión. En realidad, aun cuando los cristianos re
nunciasen a sus bienes, éstos seguían, en cierto modo, a su dispo
sición, dado que continuaban administrándolos
31.
Los cristianos
primitivos buscaban unidad de ideas y no de intereses, como suce
de con el comunismo de nuestros días. Por lo cual tal vez pudie
ra definirse la
«koinonía»
como «el comunismo religioso del amor» 31.
Por
otra
parte, es evidente que el espíritu comunitario de la
iglesia primitiva se inspiraba en la doctrina de Jesús, la cual giraba
en tomo al tema del amor 33. Jesús prometió, en efecto, un premio
28. LAKE. K.-CADBURY. H. J .. The Be¡:innin¡:s v f the Christianity: VII: 7 e Act. of the
Apastles.
London 1933. p.
140.
29. Cf. a este respecto las acertadas sugerencias de
KAUTSKY.
K.,
a
UrsprunR des
Christelltunls. Stuttgart 1908, p. 352ss.
30. [hid . p. 357.
31. LAKE. K.-CADBURY, H.
J.
The Bl ¡:inllill¡:s of th, Christianity. p. 141. Los Hechos
narran algunos casos,
como
los
de
Bernabé, Ananías y Safira, en los que los propietarios ven
dían sus bienes y ponían su precio a disposición
de
la
c o ~ u n i d a d
Sin embargo, el propio Lu
cas presenta
estos
casos
como auténticas excepciones y los considera en cierto modo como ac
tos heroicos. Ello indica que la mayoría de los cristianos seguían con la propiedad de sus bie
nes, a los
que
lejos
de
considerar como propios, los ponían a disposición de la comunidad.
llegando incluso a venderlos cuando las necesidades de los hermanos así lo exigían.
32. TROELTSCH. E. ,
Die Saúa ' ,/ d chri tlicha Kirchen und Gruppen.
Tübingen
1912, p . 49.
33. Jesús exige la renuncia a los bienes a quienes desean abrazar el estado de perfección.
con lo
que
pone, en cierto modo, la base del estado religioso. Este ideal de vida exigido por
Jesús a quienes desean
ser
perfectos, fue llevado a la práctica
por
la primitiva comunidad de
Jerusalén SCH/WETZ, ST . Das Morgenliindische M6nchtum, 1, Mainz 1904, p. 10 . Así, los
Apóstoles,
para
seguir a Jesús , abandonan todo lo que les pertenecía; la Iglesia de Jerusalén
renuncia a lo
que
le pertenece en favor de la c.omunidad fraterna.
as
palabras de Jesús a los
que por
seguirle, deben abandonar sus bienes, son traspuestas en la perspectiva de
la
.koino
nía» eclesial
de
la iglesia posterior a Pentecostés.
El
tipo de .koinonía» descrito en los Hechos
80
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
19/23
eterno a cuantos renunciaran a sus bienes
por amor
. Por lo mismo,
la «koinonía» no puede basarse sobre ningún presupuesto de carác
ter económico, sino sobre la ley amorosa de Cristo. Jamás la «koi
nonía» bíblica pretendió infundir directamente el horror a las rique
zas 34
Al
contrario, trató de llevar a la práctica una intercomunica-
. ción caritativa de bienes que cristalizara en la fusión total de al
mas y corazones.
Esta distribución de bienes, a la que se alude en los Hechos.
no era patrimonio exclusivo del cristianismo. Ya el judaísmo con
temporáneo, fiel trasmisor de la mentalidad veterotestamentaria,
practicaba algo semejante, si bien debe ser consi
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
20/23
vó a la práctica la primitiva comunidad de Jerusalén
38.
Es un he
cho éste que no puede negarse, puesto que lo afinna el mismo S.
Agustín:
«Imitamos
a aquellos
santos de
quienes
se
dice en los
He
chos de los Apóstoles:
Nadie
llamaba a las cosas propias, sino (lile
lodo
era comlÍn
_19.
Admiraba sobre todo
----dice
Monceaux-
en
los Hechos, la descripción de la comunidad de Jerusalén . Estaba
encantado de constatar que se practicaba el principio de la comu
nidad de bienes. tanto más se asía a este principio, cuanto que
la Escritura justificaba sobre este punto su sueño filosófico de otro
tiempo, hecho realidad en el ascetismo cristiano
40.
En consecuen
cia, el Obispo de Hipona fonnula la ley fundamental de la pobre
za
religiosa
-«non
dicatis aliquid proprium, sed sint vobis omnia
communia»--
bajo el auspicio de los santos Apóstoles 4 t
No obstante, analizando la doctrina de la «koinonía», surge en
el ánimo una duda a este respecto: Demuestra la historia que el
régimen comunitario adoptado por
iglesia jerosolimitana fue de
corta duración.
Al
aumentar la comunidad
y
complicarse la comu
nión de bienes, la «koinonía» fue perdiendo fuerza hasta extinguir
se
42.
¿Cómo pudo S. Agustín implantar para sus religiosos un ré
gimen económico que había tenninado por fracasar en la comuni
dad primitiva?
La
respuesta es sencilla. El Santo se dió perfectamente cuen
ta de que el comunitarismo de la iglesia primitiva no era tan sólo
de carácter administrativo, sino que se fijaba ante todo sobre to
do en un principio de orden espiritual: la unión de almas de co-
38 . SALAS. A
..
La .. kointlnía » brbJica y la «
communitas»
agustiniana.
en
La Ciudae t
-
ni . 182
1969) p_ 232-238_ Toda la pobreza evangélica, dice a este propósito Galliard. M_ O ..
ha
tratado
de inspirarse de esta iglesia de la primera hora y se ha fundamentado como renun
cia nacida de la caridad de la comunión de vida (La
pl l l
'
rété
( ; l l g d i(III( ' dans
le
m o n { l h
m(
( ' r imi l i r
Paris 1964,
p_
25). En S_ Agustín el renunciamiento a los bienes temporales dice
TILLARD.
J_ M_
R_. desemboca en la unidad de almas de corazones en Dios La pauvrété re
ligieuse. en N""L'('I/(' R('t'I/(' 7"
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
21/23
razones. El fracaso histórico afectó únicamente al aspecto adminis
trativo, no a los valores espirituales eternos de la «koinonía», que
fue precisamente en los que se apoyó Agustín 43. Para éste, el fun
damento de la vida religiosa debe estar constituido por la caridad
común: unión de almas corazones. El régimen administrativo pa
sa
dentro de sus planes a ocupar un lugar secundario, es decir, con
categoría de signo 44. Por lo demás, el Obispo de Hipona instaura
en sus comunidades - incluso en ese aspecto administrativo- el
régimen primitivo que había dado óptimos resultados; es decir,
el
practicado por la Iglesia en los rubores de su existencia
y
aplicable
únicamente a minorías selectas 45.
En consecuencia, S. Agustín prescribe a los religiosos que se
guíen por los mismos principios
de
orden espiritual principalmen
te, pero sin excluir los de carácter material- de la antigua comu
nidad jerosolimitana 46. En otras palabras, inculca un «comunitaris
mo» total (bienes - almas - corazones) inspirado en
la
ley de
la
ca
ridad
47 .
Bajo esta perspectiva, la unión de corazones y la comunidad
de bienes aparecen en la vida religiosa como los aspectos interior
visible de una misma realidad, que S. Agustín llama en otra par
te la vida común perfecta o voto de vida común
48
. La comunión
de bienes resulta aquí inseparable de la unidad de caridad de la
vi
da
común
49
.
Cuando S. Agustín propone que «nadie tenga nada
propio, sino que todo sea
común»
no hace sino abrir un camino
hacia la unidad 50 . El ideal del Santo sería la caridad 51, pero el pri
mer paso hacia ésta sería la comunidad de bienes 52.
43. Cf. MENOUD, PH .,
a
vie de rE lise naissant", p.
33.
44. La comunidad de bienes representa la realidad de un signo cuyo contenido es la co
munión
de amor
. Un esludio sobre este punto, con textos que vienen al caso, puede verse en
los excelentes anículos de D. SANCHIS , Pauvrété monastique et charité fratemelle chez saint
Augustin, en AIIKlIstinillna , 8(1958) p. 1-21 ; Pauvrété monastique et charité fratemelle chez saint
Augustin.
Le
commentaire augustinienne de Act 4,32-35 entre 393-403, en
Srudia Monastica, 4
(1962) p.
7-33
.
45 De civ. Dei V,18: PL 41 ,
164.
46 Re .
c.l.
47. Cf. Sum o CCCLVI,9: PL 39,1575.
48. Cf. Sam CCCLV ,6:
PL
39,1573.
49. El Santo pone de relieve en sus comentarios el hecho de la intima unión entre estos
dos pensa mientos (Cf. Enar. in Ps. CXXXI,4-6: PL 37,1718-1719).
50. La posesión estrictamente personal deshace la comunidad. Tan sólo los bienes comu
nes evitan la disensión y la discordia. Por eso, como dice Van Bavel, P., -La pobreza agus
tiniana está pensada absolutamente desde el punto de vista del servicio de
la
comunidad-
La
espiritualidad
de
la Regla de S. Agustín, en AUKustinus, Theologica, Madrid 1967, p. 443).
51. «La poursuite
de
la charité parfaite, tel
est
I idéal d Augustin. VERMEERSCH, A., Le
concept de la vie religieuse dans saint Augustin, en Gregorianum ,
11 1930)
p. 101).
52. CONCElTl ,
N.,
De monachatu S. P. Augustini deque religioso Ordine ad eodem fun-
83
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
22/23
Por tanto, lo fundamental de la vida religiosa no radica en el
«Non dicatis aliquid proprium, sed sint vobis omnia cornmunia»,
como han querido defender algunos autores
5 3
sino en
la razón
fin
de
esta comunión de bienes:
la unión
de corazones en
Dios. Es
bien sabido que todos los fundadores de los primeros siglos han
buscado en el texto apostólico una razón personal para fundar en
conformidad con la inclinación de su espíritu y sus ideales
54.
La razón de
ser
de la «cornmunitas» agustiniana fue, sin duda,
la unidad de caridad en Dios. La
comunidad de bienes era como
el símbolo o sacramento de la unidad a que se aspiraba
al
entrar
en el monasterio. Se trata ---como ha dicho muy bien D. Sanchis-
de
una realidad indisolublemente unida en dos aspectos, uno ma
terial y otro espiritual, ambos esenciales como en un sacramento.
La comunidad de bienes es como el signo de la caridad y su ex
presión en lo concreto; la unidad o caridad común, como el prin
cipio de la vida de comunidad 55. De esta manera la comunidad de
bienes, al mismo tiempo que es el medio más eficaz para conse
guir la unidad, se convierte en el primer fruto de la caridad.
Esta interpretación agustiniana responde perfectamente a la
mentalidad de los Hechos. Interpretando el texto de Lucas, Dupont
dato. en Analectu
AURustiniana.
8( 1919120 p. 105ss.
53. CL Parte l.
c.l.
nota 79. En realidad el
autor
moderno que aquí citamos no ha sido
el primero.
ni
mucho menos. en
poner
el fundamento de la vida agustiniana en la pobreza o
comunidad
de bienes. Ya
en
1903. el benedictino D. Besse escribía a este respecto:
La
pobre·
za es
el fundamento
sobre
el que se apoya todo el edificio de la vida religiosa agustiniana. Vie·
ne a continuación la caridad fraterna» (Les
moines
de rAlri, ue mmaine (IVe et Ve siecle)
.
11.
Paris 1903. p. 45). Posteriormente
éste
era seguido por D. H. Lec\ercq, que emplea casi las mis
mas
palabras: «Esta
pobreza
es el fundamento del edificio
entero
de la vida religiosa. viviendo
luego la caridad fraterna» (Monachisme. en Dict. dArel,,;,, ,,}.:ie l de litllrgíl'. XI.2. col. IX55
y por U.
MORICCA.
Spunti polemici di S. Agostino contro i nemici e i falsi interpreti di suo
ideale monastico. en
Misce/lallea A¡:ostilliana.II.
Roma 1931. p. 955).
54.
San
Antonio.
por
ejemplo. y sus seguidores. meditando esta lección de los primeros
cristianos. ponen de relieve únicamente el renunciamiento a los bienes terrenos y desprendi
miento de los Apóstoles para seguir a Cristo. en conformidad con su ideal de retiro a la sole
dad
(De
morib. ecc/es. 1.31.66-67: PL 32.1337;1338). pero se les escapa el aspecto eclesiológi
co del texto: CL VERHEIJEN.
L.,
La
Ré¡:/e
de Saín
Au¡:ustin,
Recherches
histori, ues,
Pa
ris 1967, p.
110.
Dígase lo mismo de S . Pacomio y su discípulo Teodoro, que ven en la «koi
nonia santa: la voluntad de renunciar al mundo y agregarse a la fraternidad o la vida de po
breza en ('uanto imitación de Cristo (Líha
Orsil'Sii.
n. 21: A.
BOON.
Pachomiana Latina, Lou
vaio'1932 . p. 123; LEFORT, L. TH ..
Ol'1ll'res d,'
""int
I'akluim,'
et de
s,'s discíplr·s.
eS . eo .
160. Louvain 1956. p. 38). Véase
T1LLARD.
J.
M.
R., La pauvreté religieuse, en Nouvelle
re-
m e
Tlré%¡:Í
8/17/2019 El Cuerpo Mistico
23/23
pone claramente de relieve que la pobreza de la comunidad apos-
tólica era como el efecto y resultado de la caridad profunda expre-
sada por
el «cor unum
et anima una» 56 No
otra
cosa ha
querido
expresar
el
Obispo de
Hipona: la caridad común o unidad de cari-
dad que se traduce en pobreza individual por la comunidad de bie-
nes. De donde la pobreza aparece no como principio, sino como re-
sultado
.
y
así, «el que entra en el monasterio no hace sino pasar
a la caridad común para vivir en la sociedad de aquellos que tie-
nen
una
sola alma y un solo corazón en Dios. De tal modo que no
llame propio a nada, sino que todas las cosas las tenga en común 57.
La «koinonía» en lo que se refiere a su aspecto de comunidad
de
bienes, por estar
basada
en el
amor,
no puede llevarse a la prác-
tica de manera absoluta. Si así fuera, podría incurrirse en falta de
humanitarismo
y.
por
lo mismo, de caridad .
Ya
los primitivos cris-
tianos habían dicho: «Se distribuya a cada uno segú:1 su necesi-
dad x. Es decir, los postulados del «comunitarismo» habían sido
aplicados
con
criterio de proporcionalidad
5 1.
Es ésta precisamente la razón por la que Agustín fija en las
necesidades
de cada religioso el criterio que debe seguirse al apli-
car
los postulados del «comunitarismo» 60. Ni son todos los religio-
sos iguales. ni tienen todos las mismas fuerzas. Por tanto, que el pre-
pósito distribuya a cada uno
el
alimento y el vestido en conformi-
dad con sus
necesidades
61.
Siempre que la vida común
esté
cimentada sobre los postula-
dos
que
acabamos de exponer, no hay duda que la comunidad mo-
nástica conseguirá la plena fusión de almas y corazones que la
oriente
hacia Dios. Tal es el ideal
de
la «koinonía» bíblica que
S.
Agustín utiliza como molde sobre el que plasma los postulados de
la «communitas» monástica.
)l l
. / . '
/111;011
( 111n ' /i .\' premien chn;rh'/u
da ,,
les
Acre
, de . i Apl)tres. p . 903.
57. Oc I'er. mOlla,./¡ . XXV.32: PL 40,571.
5X e /¡ 4.35.
StJ
Sobre este punto. véase LECHLER. G. V., Oil '
A¡W ,
t'lglJS('hicllll' IIml nadlllf'o.\ tolisclte
/.t'illaller.
Leipzig
XX
.
p.
7.1.
60.
SemI.
CCCLVI. 13: PL 39. 1579 . Es
decir.
se haoia puesto todo en c mun no con
ani·
mo dc
enriquecer
al
monasterio.
s ino
para
responder a las necesidades de vivir.
61.
Reg .
e l PL
32.13711.
CL
Conle.
Fallst. V.9: PL
42.225.