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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA DE CHILE
Facultad de Historia, Geografa y Ciencia Poltica
I n s t i t u t o de C i e n c i a P o l t i c a
El giro a la izquierda en la periferia: anlisis
comparativo entre la izquierda bolivariana y el
Podemos de Espaa
Estudiante: Luciano Santander
Profesor gua: Pierre Ostiguy
Fecha: Febrero del 2016
Seminario de Investigacin
ndice
I. Introduccin ............................................................................................................... 1
II. Marco Terico............................................................................................................ 3
III. Revisin y discusin bibliogrfica: marxismo, postmarxismo y crisis de sistemas de partidos. .......................................................................................................................... 17
IV. Revolucin Bolivariana: la refundacin de Amrica Latina ............................... 28
V. PODEMOS: disputando la democracia................................................................. 36
VI. Similitudes en la agencia poltica de los procesos polticos .................................. 40
a. Estrategia electoral vs estrategia de autonoma de los movimientos sociales........ 40
b. Frontera y estrategia populista .................................................................................48
c. Estrategia poltica .......................................................................................................55
VII. Diferencias en la estructura de los procesos polticos ............................................... 58
a. Crisis de estado vs. Crisis Orgnica de Rgimen ..................................................... 58
b. Empate catastrfico y punto de bifurcacin ............................................................ 63
c. Carcter refundacional vs. Carcter rupturista ...................................................... 66
VIII. Conclusiones Finales ............................................................................................... 71
IX. Bibliografa:.............................................................................................................. 73
1I. Introduccin
El desafo terico y prctico de la izquierda contempornea a nivel mundial es inigualable.
Luego de un siglo XX de altos y bajos, que finalizaron con el derrumbe de los socialismos
reales y un desamparo estratgico en cuanto formas de aplicacin de prctica, discurso y
teora, hoy la izquierda a nivel mundial se sita en un replanteamiento que a lo largo de los
ltimos aos ha adoptado distintas formas.
A la fecha estn ocurriendo fenmenos importantes en el sur de Europa que
amenazan con quebrar el sistema de partidos que ha perdurado durante aos. En particular,
partidos como el PODEMOS en Espaa y Syriza en Grecia, partidos de pases de la
periferia econmica europea, estn adquiriendo una alta adhesin por parte de la ciudadana
y de los movimientos sociales que surgen frente a una fuerte crisis econmica, social y
poltica. Estos partidos han sabido capitalizar este gran descontento social por medio de
propuestas radicales que quiebran con el bipartidismo que funcionaba hace aos en aquellos
pases, configurndose como alternativas electorales y comenzando a disputar el poder
tanto mediante elecciones formales como en la movilizacin de masas.
Luego de la cada del muro de Berln, de la mano de los levantamientos zapatistas
en 1994, Amrica Latina ha comenzado a protagonizar procesos polticos sin precedentes,
muchas veces llamado el giro a la izquierda en la regin, donde pases como Venezuela,
Ecuador, Bolivia y Argentina han desarrollado poltica en base a movimientos sociales y no
a los sistemas de partidos tradicionales, llevando a cabo intentos de procesos de
refundacin del Estado, alejamiento sustantivo de las polticas neoliberales y un
desplazamiento de la clase poltica tradicional del poder Ejecutivo. Sumado a esto, es
recurrente ver en medios de prensa la homologacin que se hace de los procesos polticos
de la periferia sur de Europa y Amrica Latina, asegurando que hay una influencia directa
de los procesos polticos de la Revolucin Bolivariana en la conformacin y disputa
poltica llevada a cabo por PODEMOS y Syriza.
En ese sentido surge la inquietud por saber hasta qu punto existen similitudes y
diferencias entre los procesos polticos contemporneos de Amrica Latina y la periferia del
sur de Europa. Durante este trabajo nos enfocaremos en los procesos ms emblemticos de
2ambas regiones, los cuales son por un lado la Revolucin Bolivariana iniciada por Hugo
Chvez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia, y por otro lado la disputa de la democracia
en Espaa por el incipiente partido poltico Podemos, encabezado por Pablo Iglesias. Por
lo tanto, el siguiente trabajo de investigacin busca responder a la siguiente pregunta:
cules son las caractersticas en comn que tienen los procesos polticos de la Revolucin
Bolivariana con el Podemos en Espaa, y de modo inverso, cules son las caractersticas
que delimitan las diferencias entre ambos? Para el motivo de este trabajo, nuestra tesis ser
que por un lado el partido poltico PODEMOS surge tomando experiencias previas de
estrategias polticas de la Revolucin Bolivariana, pero por otro lado, en base a las
diferencias en las crisis que se viven en cada pas y a la complejidad de los sistemas
polticos de ambos, existen divergencias importantes en las estrategias polticas en las
alternativas polticas de ambas regiones a la hora de generar un cambio radical en el
espacio en el que se desenvuelven. Por tanto, a lo largo del trabajo llegaremos a la
conclusin de que las similitudes de ambos procesos estn sujetos a la agencia poltica de
las dirigencias de los partidos, mientras que las diferencias en las estrategias polticas
adoptadas estarn sujetos al contexto poltico, social y econmico, y por tanto, a las
diferencias estructurales de las unidades de anlisis.
Para llevar a cabo el siguiente trabajo, dividiremos ste en dos grandes partes. Por
un lado, las similitudes de ambos procesos polticos, los cuales estarn divididos en
subsecciones. La primera ser la similitud que existe en la estrategia electoral de ambos
procesos, pues a diferencia de la tesis postulada por Holloway en su obra del ao 2002
Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder, donde se establece la necesidad de disputar la
poltica mediante la autonoma de los movimientos sociales, tanto en Espaa como en
Latinoamrica vemos un fuerte proceso transformacin de los movimientos sociales en
construccin de alternativas polticas que buscan disputar en trminos electorales el poder
estatal (Silva, 2009). En segundo lugar, analizaremos cmo tanto PODEMOS como el
MAS en Bolivia logran construir una frontera poltica entre dos bloques antagonistas
mediante una articulacin poltica bajo el alero de una estrategia populista y ms
acabadamente mediante la articulacin de cadena de equivalencias (Laclau, 2009)
generando movimientos sociales que llevan a cabo un conflicto basado en dicotomas entre
sectores de la sociedad, y cmo esto significa una lucha por la hegemona. Finalmente
3estudiaremos cmo coinciden ambos procesos la adopcin de estrategias polticas alejadas
de los partidos de izquierda ligados al marxismo tradicional y cmo converge esta
estrategia en una construccin poltica de masas.
Por otro lado analizaremos las diferencias entre ambos procesos polticos. En
primer lugar estudiaremos una importante diferencia que tiene que ver con el carcter de las
crisis que viven los distintos pases, siendo por un lado una crisis orgnica del aparato
estatal en aquellos de la regin latinoamericana, lo cual es el colapso de los dispositivos
administrativos de gobernabilidad. (Iglesias, 2015: 18), mientras que en Espaa vemos una
crisis de legitimidad, lo cual es la prdida de hegemona de las elites, que suele
manifestarse en la dificultad de las instituciones dominadas por ellas para mantener y
renovar la legitimidad que disfrutan. (Iglesias, 2015: 15), no afectando de manera acabada
las instituciones. En segundo lugar analizaremos la diferencia de los resultados polticos
ante escenarios de crisis, y cmo en Bolivia se lleg y super un punto de empate
catastrfico en la confrontacin de dos bloques sociales antagnicos (Garca-Linera, 2008),
mientras que PODEMOS en Espaa no ha llegado a tal punto de disputa. Finalmente
estudiaremos las diferencias en las estrategias discursivas que caracterizan a ambos
procesos en torno a cmo el desafo se plantea ante el sistema poltico y el Estado: pues
mientras PODEMOS busca quebrar el ciclo poltico de alternancia del poder entre el PSOE
y el PP y al consenso post-franquista, la Revolucin Bolivariana busca refundar el Estado
por completo.
II. Marco Terico
En el siguiente apartado vamos a clarificar ciertos conceptos clave que utilizaremos
a travs del trabajo de investigacin. Por tanto, en la siguiente seccin definiremos el marco
terico a manejar durante las siguientes pginas.
Hegemona
El concepto de hegemona tiene un largo desarrollo histrico en la ciencia poltica y un
sinnmero de variaciones en su sentido. De todas maneras, nos enfocaremos en la
4concepcin gramsciana del concepto. Si bien el concepto no fue acuado por Gramsci, es la
concepcin gramsciana de hegemona es la que predomina en los estudios contemporneos
y que es utilizado en este estudio acerca de los nuevos procesos polticos elegidos. Para
Gramsci la hegemona histricamente ha sido entendida el liderazgo poltico, intelectual y
moral que articula una voluntad colectiva orientndola en un sentido nacional-popular.
(Errejn, 2012: 120). Sin embargo, en el contexto en el que se sita este autor, luego de las
importantes mutaciones que tuvieron las sociedades occidentales en los albores del siglo
XX, para Gramsci es importante redefinir el concepto de hegemona y el uso que se le da
con la mirada en el desarrollo de las sociedades complejas de occidente. En trminos
gramscianos, la complejidad que han adquirido los pases europeos (y actualmente los
latinoamericanos) en tanto la expansin del aparato estatal y sus instituciones ha dejado un
vaco importante a la hora de estudiar las posibilidades de cambio radical, sobre todo luego
de las derrotas de organizaciones armadas que buscaban desafiar el poder mediante la
confrontacin directa. En ese sentido, la lectura de Errejn para entender el concepto de
hegemona en Gramsci es el siguiente:
() para Gramsci, la hegemona es la forma normal de la poltica en las sociedades democrticas de masas caracterizadas por sociedades civiles desarrolladas y complejas, y por una legitimidad mayor del status quo por la promesa de ascenso social individual y de incorporacin de las demandas de los gobernados en los planes de los gobernantes. (Errejn, 2012: 120)
De esta manera, la concepcin gramsciana de la hegemona enriquece el marxismo
clsico donde el ejercicio del poder slo se da en torno a quin maneja los controla de
produccin, sino que adems ha de construirse laboriosamente en el terreno cultura y
poltico (Errejn, 2012: 121), lo cual es precisamente el ejercicio de la dominacin.
Por tanto, entenderemos a la contra-hegemona como la disputa del sentido comn
para desafiar el poder. Sin embargo esta disputa no se da en cualquier trmino, sino que
debe estar sujeta a una construccin de poltica de masas y a una superacin en trminos
estratgicos del beneficio identitario de una sola clases social. Por lo mismo compartiremos
la concepcin de Laclau y Mouffe, quienes adscriben a que la lucha por el cambio radical
est supeditada a dejar de lado los intereses propios de clase, pues () en la medida en
que el desajuste de etapas obliga a la clase obrera a actuar en un terreno de masas, ella debe
5abandonar su ghetto clasista y transformarse en el articulador de una multiplicidad de
antagonismos y reivindicaciones que la desbordan. (Laclau & Mouffe, 1987: 100). En esos
trminos se comprende la concepcin de Laclau y Mouffe: no hay revolucin sin una
complejizacin social exterior al antagonismo entre las clases; o, en otros trminos, no hay
revolucin sin hegemona. (Laclau & Mouffe, 1985: 104).
Neoliberalismo
De antemano es necesario diferenciar el concepto de neoliberalismo con el de
capitalismo. Mientras que el capitalismo, en trminos generales, es un sistema social donde
los individuos llevan a cabo la produccin de bienes y el goce de estos de manera
individual y privada, el neoliberalismo, contenido dentro del capitalismo, es una teora de
prcticas poltico-econmicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del
ser humano, consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las
libertades empresariales del individuo. (Harvey, 2007: 8).
Ahora bien, la implementacin y la prxima construccin de hegemona neoliberal
en el continente est fuertemente conducida por la refinanciacin de la deuda externa que
entre el FMI y el Departamento del Tesoro estadounidense ofrecen a los pases
latinoamericanos a cambio de radicales transformaciones en sus instituciones. Estas
medidas son las documentadas como el Consenso de Washington, trmino acuado por el
economista John Williamson en 1990 para describir el paquete de reformas que las
instituciones previamente mencionadas comienzan a exigir a los pases de la periferia para
renegociar la deuda. Estas medidas son las siguientes: 1) Disciplina Fiscal: los grandes
dficits fiscales contribuyen a la inflacin y a la fuga de capitales, por lo que los gobiernos
deben gastar al mnimo; 2) Prioridades del gasto pblico: Los subsidios deben ser
reducidos o eliminados, por lo que el gasto pblico debe ser redirigido exclusivamente
hacia la educacin, la salud y al desarrollo de infraestructura; 3) Reforma Tributaria: la
base impositiva debe ser amplia y los tipos impositivos marginales deben ser moderados;
4) Tasas de inters: los mercados financieros nacionales deben determinar la tasa de inters
del pas, pues las tasas de inters reales positivas desalientan la fuga de capitales y
aumentan el ahorro; 5) Tasas de cambio: Los pases en desarrollo deben adoptar una tasa
de cambio "competitiva", la cual reforzar las exportaciones al hacerlas ms baratas en el
6extranjero; 6) Liberalizacin del comercio: Los aranceles deben reducirse al mnimo y
nunca deben ser aplicados a los bienes intermedios necesarios para producir exportaciones;
7) Inversin Extranjera Directa: La inversin extranjera puede aportar capital y habilidades
necesarias, y por lo tanto, deben ser alentada; 8) Privatizacin: La industria privada opera
de manera ms eficiente porque los gerentes o bien tienen un "inters personal directo en
los beneficios de una empresa o rinden cuentas a quienes lo hacen." Para eso, las empresas
estatales deben ser privatizadas; 9) Desregulacin: la regulacin gubernamental excesiva
puede promover la corrupcin y discrimina a las empresas ms pequeas que tienen un
acceso mnimo a la alta burocracia estatal. En ese sentido, los gobiernos tienen que
desregular la economa; 10) Derechos de Propiedad: Los derechos de propiedad deben
hacerse cumplir, pues las leyes dbiles y pobres sistemas judiciales reducen los incentivos
para ahorrar y acumular riqueza. (Symoniak, 2011: 2).
Construccin de hegemona neoliberal
Ahora bien, la implementacin de este modelo en Amrica Latina est inmerso en
un contexto histrico determinado. En primer lugar en el experimento realizado en Chile de
la mano de los Chicago Boys, grupo de economistas discpulos de Milton Friedman quienes
en el periodo de la dictadura militar chilena fueron contratados por el rgimen para
negociar la deuda que Chile tena con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde el
organismo estatal, los Chicago Boys Revirtieron las nacionalizaciones y privatizaron los
activos pblicos, abrieron los recursos naturales a la explotacin privada y desregulada,
privatizaron la Seguridad Social y facilitaron la inversin extranjera directa y una mayor
libertad de comercio. (Harvey, 2007: 15). El resultado fue un pequeo xito econmico
que trajo consigo estabilidad, y que comienza a inspirar a distintos lderes polticos a fines
de los aos 70s y principios de los 80s, siendo los casos ms emblemticos los de Ronald
Reagan en EEUU y Margaret Thatcher en el Reino Unido. Para Harvey (2007), este
fenmeno es inusual, y lo retrata de la siguiente manera:
Todo este proceso sirvi para proporcionar una demostracin til para apoyar el subsiguiente giro hacia el neoliberalismo, tanto en Gran Bretaa (bajo el gobierno de Thatcher) como en Estados Unidos (bajo el de Reagan), en la dcada de 1980. De este modo, y no por primera vez, un brutal experimento llevado a cabo en la periferia se converta en un modelo para la formulacin de polticas en el centro (Harvey, 2007: 15).
7De esta manera, el giro neoliberal se encuentra en cierto modo ligado a la
restructuracin o la reconstruccin del poder de las elites econmicas. (Harvey, 2007: 23),
y as el proceso de implementacin de reformas neoliberales que concluyeron en una
hegemona neoliberal en los distintos pases de la periferia mundial comienza a tener un
carcter predominante en la elite poltica de estos pases.
Para Sader (2008), el neoliberalismo en primer lugar debi cimentar un espacio en
las sociedades para volverse luego el modelo hegemnico en todos los niveles. En los casos
de los pases latinoamericanos, este proceso est innegablemente relacionados primero con
las dictaduras militares, pues su implementacin era impensable sin antes romper la
capacidad de defensa de los intereses del movimiento popular mediante la represin.
(Sader, 2008: 56). Esto signific que para la implementacin del modelo neoliberal, era
necesario romper con la organizacin de aquellos miembros de la sociedad civil que
pudieran oponerse a los radicales cambios que trajo consigo el neoliberalismo. Ahora bien,
en el nico pas en el que el neoliberalismo fue implementado de manera radical en una
dictadura sin organizaciones sociales capaces de generar una oposicin a las reformas fue
Chile, puesto que en la mayora de los pases las crisis hiperinflacionarias y de deuda
externa comenzaron a finales de las dictaduras militares y a comienzos de los nuevos
regmenes democrticos.
La importante generalizacin del neoliberalismo a nivel mundial, acentuada en los
pases de Amrica Latina, ocurre de manera inminente. Las ofertas de reajustes de las
deudas externas por parte de organismos como el FMI fueron una piedra angular en las
negociaciones para la implementacin del paquete de refomas neoliberales. Esto es
retratado por Harvey de la siguiente manera:
En 1994, cerca de 18 pases (incluidos Mxico, Brasil, Argentina, Venezuela, y Uruguay) haban aceptado acuerdos en virtud de los cuales les eran condonados 60.000 millones de dlares de deuda. Por supuesto, la esperanza era que esta condonacin de la deuda desencadenara una recuperacin econmica que permitiera que el resto de la deuda se saldara de la forma debida. El problema estribaba en que el FMI tambin se asegur de que todos los pases que se aprovecharon de esta mdica condonacin de su deuda (que muchos analistas consideraron mnima en relacin a la que los bancos podan permitirse) tambin asuman la obligacin de
8tragarse la pldora envenenada de las reformas institucionales neoliberales. La crisis del peso en Mxico en 1995, la de Brasil en 1998, y el absoluto desplome de la economa argentina en 2001 eran resultados previsibles. (Harvey, 2007: 82)
De manera inmediata los paquetes de medidas que exiga el Consenso de
Washington comenzaron a prosperar en la regin. Para Iglesias, las reestructuraciones
institucionales de los Estados para permitir la liberalizacin de las economas contaron con
las siguientes caractersticas:
En los pases centrales se produjeron privatizaciones y se redujo, tras dursimos conflictos, la capacidad de negociacin de los sectores organizados de la clase trabajadora. Se empezaron a contener las subidas salariales y a limitar los instrumentos de proteccin social, al tiempo que se producan deslocalizaciones productivas hacia reas donde la mano de obra era barata y careca de poder social y poltico. En los pases perifricos, el neoliberalismo se tradujo en la imposicin de planes de ajuste estructural, a veces respetando, hasta cierto punto, la democracia procedimental (Corea del Sur, desde 1987) y a veces no (Chile, desde 1973). (Iglesias, 2015: 12)
Ahora bien, para la literatura las mismas contradicciones del neoliberalismo no se
hicieron esperar, y las consecuencias sociales tampoco. Por ejemplo, para Harvey el hecho
de que en muchos de los casos en que existen consorcios pblico-privados,
particularmente en el mbito municipal, el Estado asume gran parte de los riesgos mientras
que el sector privado obtiene la mayor parte de los beneficios. (Harvey, 2007: 84) es un
elemento fundamental para el comienzo del declive de la hegemona neoliberal. La
contradiccin en querer reducir el control y los beneficios estatales al mximo, pero
exigiendo al Estado la responsabilidad de responder ante las fallas de mercado es un factor
crucial para los comienzos de las crisis, las cuales fueron asociadas directamente a las
instituciones estatales:
Pero, de manera paradjica, esto significa que el Estado neoliberal no puede tolerar que se produzcan errores financieros masivos aunque hayan sido las instituciones financieras las que hayan tomado una decisin equivocada. El Estado tiene que intervenir y sustituir el dinero malo por su propio dinero supuestamente bueno; lo que explica la presin sobre los bancos centrales para mantener la confianza en la solidez de la moneda. A menudo, el poder estatal ha sido utilizado para rescatar a compaas o para prevenir quiebras financieras, como ocurri en la crisis de las cajas de ahorro estadounidenses de 1987- 1988, que tuvo un coste aproximado para los contribuyentes de 150.000 millones de dlares, o la cada del hedge fund [fondo
9de inversin de alto riesgo] Long Term Capital Management en 1997-1998, que cost 3.500 millones de dlares. (Harvey, 2007: 80)
En torno al escenario anterior, en lo incipientes regmenes democrticos de los
pases latinoamericanos se lleva a cabo un consenso mayoritario por parte de los partidos
polticos tradicionales con estas medidas con tal de saldar la deuda externa y la
hiperinflacin por la que atravesaban (en 1989, de manera anual, Argentina alcanz cifras
de inflacin de un 5.000%, y por otro lado en 1985 Bolivia contaba con una inflacin
mensual del 183%, con cifras anuales del 27.000% de inflacin), y fue de la mano de estos
gobiernos donde comienza la implementacin del modelo neoliberal. Las principales
caractersticas de este proceso fueron en primer lugar la liberalizacin econmica de los
pases, el cual buscaba abrir las barreras arancelarias de los pases para abrirse a las
economas internacionales. Esto signific el fortalecimiento econmico de transnacionales
en los servicios terciarios de la economa que estaban en estos pases ya desde hace varios
aos, volcando el foco de la actividad econmica de los pases a la exportacin de materias
primas, dejando de lado la incipiente industrializacin de estos, pues ahora la economa
internacional brindara esta necesidad. En segundo lugar se llev a cabo una austeridad
fiscal, lo cual signific la disminucin significativa del tamao del Estado. Esto ya que al
disminuir las tasas arancelarias e impositivas, el Estado comienza a tener un margen de
accin mucho menor en torno a las polticas pblicas que poda realizar en periodos
pasados, pues sus arcas fiscales se ven reducidas. En tercer lugar comienza a haber una
importante reduccin de la inversin pblica, dejando de lado importantes obras del Estado
para dar paso a la inversin privada en esta responsabilidad. En cuarto lugar comienza a
desarrollarse una privatizacin de las empresas del sector pblico, sobre todo de aquellas de
monopolios naturales como la electricidad, las materias primas y la gran industria. Y en
quinto lugar todas estas reformas estuvieron acompaadas de un fuerte proceso de
desregulacin de la economa, dejando al Estado como un pequeo espectador que slo
interviniera en fallas de mercado, permitiendo al mercado regularse solo (Haggard &
Kaufman, 2008).
10
Estas reformas tuvieron importantes repercusiones los pases latinoamericanos en
los que fue implementado. Por un lado, el Estado dej de ser el garante de la proteccin
social en los pases, dando espacio al mercado como principal asegurador de servicios
bsicos en la poblacin. Casos emblemticos se vieron con la privatizacin de la salud, la
educacin y el sistema de pensiones, mercantilizando niveles tan bsicos a los que la
ciudadana estaba acostumbrado (Haggard & Kaufman, 2008). Finalmente en torno a las
polticas sociales los Estados adquieren un carcter subsidiario al entregar proteccin social
a sectores focalizados, dejando de ser un Estado garante de derechos, reduciendo al mnimo
su cobertura de polticas sociales. De esta manera, con la implementacin de las reformas
neoliberales Amrica Latina pas de tener un precario modelo de Estado de Bienestar que
de manera mnima aseguraba derechos sociales bsicos de manera universal, a un Estado
Subsidiario que slo se preocupa de asegurar servicios mnimos para la dinamizacin de la
economa, para que de esta manera los pases puedan asegurar un crecimiento econmico
antes que tratar los altos niveles de desigualdad existentes.
Por tanto, la construccin de la hegemona neoliberal en Amrica Latina no se
limita slo al mbito econmico de dichos pases, sino que tambin engloba los planos
sociales e ideolgicos de las sociedades. Para Sader, la fragmentacin social que supone la
hegemonizacin del neoliberalismo supone la implementacin:
de un proyecto ideolgico que sustituy el Estado por la empresa y por el mercado, el ciudadano por el consumidor, la regulacin econmica por el libre comercio, los espacios pblicos por los shopping centers, el trabajador por el individuo, la ideologa por el marketing, la palabra por la imagen, la escritura por los medios visuales y el libro por el video, las concentraciones callejeras por las campaas polticas televisivas, los derechos por la competencia la novela escrita por la telenovela, los peridicos por el informativo de televisin. (Sader, 2008: 58)
En sntesis, un arraigo valrico que encontr un espacio de consolidacin en el
ambiente ideolgico de la hegemona neoliberal.
Crisis de la hegemona neoliberal
Por otro lado hay que esclarecer a qu nos referiremos por crisis de hegemona
neoliberal. Ahora bien, la crisis de legitimidad del modelo neoliberal no comienza con una
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crisis de hegemona ideolgica, sino mediante problemas financieros y promesas de
crecimiento incumplidas. Sain-Upry lo retrata de la siguiente manera:
() a lo largo de los ltimos veinticinco aos entre 1983 y 2008-, los ingresos por habitante en Amrica Latina aumentaron apenas el 10% contra el 82% entre 1960 y 1980. En cuanto a la desigualdad en la distribucin de dichos ingresos, en casi todas partes ha aumentado de modo considerable. Por ltimo, un estudio recientemente publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) seala que la oleada de privatizaciones de la dcada de 1990 en el mbito de la salud, de la educacin, de la energa y del agua ha fracasado en la prestacin de servicios bsicos a las poblaciones de los pases en vas de desarrollo. (Saint-Upry, 2008: 14).
De esta manera, una de las razones del agotamiento del modelo neoliberal y su
predominio son las consecuencias que el Consenso de Washington tiene en el continente,
traducidos en altas tasas de desigualdad, pobreza y altos ndices de desempleo, y de manera
ms aguda aun las fuertes crisis econmicas que comienzan a azotar los sistemas
financieros de la regin. Para Massiah (2012: 25) las crisis econmicas generan quiebres y
reestructuras en el sistema bancario y financiero, contradicciones y luchas de poder
despiadadas en las clases dirigentes. Las revueltas y la agudizacin de las contradicciones
internas inauguran un largo perodo de crisis del modelo dominante., dando pie para un
cuestionamiento sistemtico del rgimen, pues las consecuencias de la desregulacin
sistemtica pusieron de relieve la fragilidad del sistema y los lmites de las instituciones
financieras internacionales. (ibin).
Por otro lado el cuestionamiento sistemtico de la hegemona neoliberal tambin
est sujeto a la incapacidad que tuvo la clase poltica que lo implement de establecer lazos
con sectores sociales que apoyaran este nuevo rgimen. En esa lnea el neoliberalismo no
crea bases sociales de apoyo que den estabilidad a su produccin, y ste es su taln de
Aquiles. (Sader, 2008: 68). Eso dando espacio para plantear interrogantes transversales a
la hegemona del modelo. De esta manera, una vez controladas las crisis econmicas y
volviendo a ciertos mrgenes de estabilizacin monetaria, para Sader ya no hubo vuelta
atrs por el mismo fenmeno de incapacidad de mantener una base social de apoyo al
modelo, puesto que:
() los gobiernos neoliberales no consiguieron consolidar en el poder un bloque de clases que les diera sustentabilidad. Fracturaron radicalmente las capas medias,
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captando al sector superior para los procesos de modernizacin de la economa pero empujando al empobrecimiento al contingente mayoritario de esas capas, y, a la vez, neutralizaron relativamente las reacciones de las masas con la fragmentacin, la informalizacin y el desempleo en el mundo del trabajo. El modelo pas as, tempranamente, de la euforia a la depresin y al aislamiento de los gobiernos que lo sostuvieron. (Sader, 2008: 57)
As, sostendremos que esta crisis de predominio del neoliberalismo, tanto
econmica, poltica e ideolgica, dio espacio para su propia interrogante, ya que () el
cuestionamiento de la hiptesis del mercado ilimitado sacude los cimientos del capitalismo
y afecta la evolucin de los porcentajes de ganancias. Esta dimensin, en especial, es la que
liga la crisis del neoliberalismo con la crisis del capitalismo. (Massiah, 2012: 47).
Movimientos sociales y cadena de equivalencia
Dentro de la literatura existe variada interpretacin de qu es un movimiento social.
Sin embargo, para el propsito de esta investigacin lo que buscamos es esclarecer cul es
la utilidad de un movimiento social para la construccin de hegemona.
Para Massiah, en la actualidad un movimiento social se caracteriza ante todo como
un movimiento anti-sistmico con relacin a la fase neoliberal de la mundializacin
capitalista. (Massiah, 2012: 51). Esto quiere decir que un movimiento social no es en s
mismo un intento de superacin del neoliberalismo, pero s una consecuencia de demandas
incumplidas de este mismo sistema. A partir de esto, la crisis de hegemona del
neoliberalismo no basta para la construccin de estos movimientos sociales por s mismos
sino que previamente debe articularse una estrategia de movilizacin, acumulacin de
fuerzas que permita la disputa anti-sistmica, construccin de alternativas contra-
hegemnicas, y a la vez la construccin de estos movimientos sociales tampoco significan
una fase de superacin del modelo neoliberal. Esto hace referencia al salto acadmico y
social que ha habido desde el marxismo al postmarxismo, en donde por un lado la lucha de
clases y la acumulacin social eran predominantes en las estrategias del marxismo clsico,
mientras que en la actualidad se ha constituido como estrategia la disputa hegemnica por
el sentido comn, estableciendo dicotomas sociales que, como explicaremos ms adelante,
han dejado de lado la lucha de clases como centro del conflicto social. Para Sader, la etapa
posneoliberal es una categora descriptiva que designa diferentes grados de negacin del
13
modelo, pero todava no un nuevo modelo; es, a la vez, un conjunto hbrido de fuerzas que
componen alianzas sobre las cuales se basan los nuevos proyectos. (Sader, 2008: 74). De
la misma manera lo interpreta Massiah, siendo para l el neoliberalismo una fase de la
mundializacin capitalista. No es su culminacin. Una nueva fase del capitalismo puede
comenzar, pero no est predeterminada. La crisis del neoliberalismo no significa en lo
absoluto su fatal desaparicin, pero hay pocas perspectivas de un escenario estable
neoliberal de largo alcance. (Massiah, 2012: 47). Esto mismo da pie a la construccin de
nuevas alternativas mediante los mismos movimientos sociales. En ese sentido, para el
motivo de este trabajo los movimientos sociales sern entes polticos determinados en
disputar la hegemona al modelo neoliberal.
Para este trabajo, un movimiento social surge como consecuencia de la articulacin
social contra-hegemnica causada por la insatisfaccin de una demanda en particular y
sectorial. Para Errejn, la unidad de anlisis para el estudio de diversos grupos sociales es
la demanda en s misma, puesto que sta no reconoce la preexistencia de identidades ni
grupos, estos existen y se agregan en torno a demandas concretas: la expresin de
necesidades que aspiran a una realizacin o satisfaccin. (Errejn, 2012: 198.). Siguiendo
una lgica ortodoxa, Errejn nos dice finalmente que los grupos polticos, en este caso un
movimiento social, se forman en torno a la articulacin de demandas. Sin embargo, esta
articulacin de demandas es mucho ms compleja de lo que parece en primer momento, por
lo que para entender la articulacin de un movimiento social mediante articulacin de
demandas utilizaremos la propuesta de Laclau (2009). Para este autor, en primer lugar
debemos situarnos en un escenario donde las demandas no tengan respuesta satisfactoria
por parte de las autoridades que los mismos actores encuentran vlidas para la respuesta a
una demanda. Esto quiere decir que la demanda no se autosatisface, sino que debe ser
dirigida a una instancia diferente a aquella dentro de la cual fue formulada originalmente.
(Laclau, 2009: 55). En ese sentido, una demanda cualquiera debe contener tres estructuras
bsicas para poder transformarse en un movimiento social que dispute la poltica, y estas
son:
1) una necesidad social adopta la forma de peticin- es decir, no es satisfecha mediante la autogestin sino mediante la apelacin a otra instancia que tiene el poder de decisin-; 2) el hecho mismo de que una peticin tenga lugar muestra que
14
el poder de decisin de la instancia superior no es de ninguna manera cuestionado por lo que estamos plenamente dentro de nuestro primer sentido del trmino de demanda-; 3) la demanda es una demanda puntual, cerrada en s misma. (Laclau, 2009: 55).
En ese sentido, no basta con demandas puntuales y particulares para generar la
articulacin de fuerzas necesarias para disputar la poltica en espacios formales. Para la
construccin formal de un movimiento social que busque disputar la hegemona es
necesario generar una cadena de equivalencias, momento que se caracteriza cuando se
genera una equivalencia entre diferentes demandas que, sin eliminar su particularidad (la
lnea que divide cada demanda) las articula como momentos de una oposicin general entre
los de abajo y el sistema sordo a sus necesidades. (Errejn, 2012: 201). Este escenario se
ve reflejado en la figura 1 (Errejn, 2012: 201), donde E representa el Estado (sujeto capaz
de generar una respuesta a las demandas), y D1, D2, D3 y D4 son aquellas demandas
particulares que mediante una lgica de equivalencia exigen una satisfaccin de sus
demandas y reciben respuesta negativa.
Figura 1:
De esta manera, producto de la cadena de equivalencias, se construye una lnea
divisora que busca configurar un antagonismo entre un todo, constituido muchas veces por
la figura de pueblo, y una clase poltica dirigente apegada a la institucionalidad, que no es
parte del todo que conlleva en s mismo el pueblo. El antagonismo que se busca es aqul
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establecido en la lucha por la hegemona, en donde sectores subalternos de la sociedad
buscan disputar la hegemona de la clase dirigencial. Errejn retrata la lucha por la
hegemona y la construccin de antagonismo de la siguiente manera:
Dos momentos que se suceden y relevan en diferentes etapas histricas, en una dinmica marcada por el antagonismo social y la consiguiente necesidad permanente de reconstruir y mantener la hegemona. Todo rgimen es hegemnico con respecto a los grupos aliados o subordinados y, al mismo tiempo, dominante con respecto a los subalternos (Errejn, 2012: 122)
Ahora bien, la articulacin de diversas demandas para construir una cadena de
equivalencias capaz de construir un antagonismo y por consiguiente un movimiento social
adverso a la clase gobernante no debe eliminar la particularidad de cada demanda, pero s
debe estar sometida a la construccin de un significante vaco. Esto quiere decir que la
formacin de esta nueva alternativa poltica slo es posible si una demanda particular, sin
abandonar completamente su propia particularidad, comienza a funcionar adems como un
significante que representa la cadena como totalidad. (Laclau, 2005: 59). Por tanto,
estableceremos que la construccin de fronteras entre dos entes est asociada a la
identificacin de una dimensin ganadora (que representa el sector superior de cada
demanda en el grfico 1), la cual puede convertirse, si el malestar crece, se estructura y
polariza el campo poltico, en catalizador de la oposicin, que representa su dimensin
propia pero, sobre todo, la dicotoma entre el rgimen y los sectores insatisfechos.
(Errejn, 2012: 201). Ahora bien, esta construccin de subjetividad es slo posible
mediante la produccin discursiva de significantes vacos (Laclau, 2009), los cuales son
aquellos capaces de condensar en torno a s todo un campo antagnico: pueblo por
oposicin a oligarqua, trabajadores por oposicin a capitalistas, nacionales por
oposicin a inmigrantes son ejemplos de estos significantes que estabilizan cadenas
equivalenciales. (Errejn, 2012: 201).
Ahora bien, aplicaremos a nuestro estudio el postulado de que para que surja un
movimiento social contundente que dispute la poltica a la clase tradicional y la hegemona
de la misma, debe ser cuando el nuevo grupo encuentre el momento exacto de dislocacin
del discurso de la clase dirigente. Esta dislocacin es el momento preciso la coyuntura
crtica- donde los estrategas de la cadena equivalencial comienzan a disputar la hegemona
del rgimen ya sea por el abandono que tiene sta por los grupos insatisfechos, o por la
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incapacidad de ste para satisfacer las demandas. Por tanto, si no hay una construccin
hegemnica estable por deficiencias en el discurso o por incapacidad material del grupo
dirigente de satisfacer demandas de los subordinados o de mantener el monopolio de
regulacin social- entonces hay un espacio de dislocacin y heterogeneidad frtil para la
emergencia del populismo. (Errejn, 2012: 199), presentndose el momento exacto en que
un movimiento social se consolida para llevar a cabo la disputa hegemnica con el rgimen
mediante la configuracin de una frontera, un nosotros vs ellos.
Construccin hegemnica ascendente
Durante el trabajo de investigacin, utilizaremos mucho el concepto de hegemona,
pero no como concepto vaco y nico, sino que dentro del margen de accin de los
movimientos sociales y de las alternativas polticas que hoy disputan el poder ante clases
dirigentes tradicionales. En esa lnea, diremos que una organizacin poltica comenzar
disputar hegemona con la develacin de la crisis de Estado, para luego comenzar a ganarla
cuando exista un escenario de empate catastrfico en la poltica de un pas (Garca-Linera,
2008). El concepto de empate catastrfico fue acuado por Garca-Linera para describir la
crisis de Estado del primer gobierno de Evo Morales, donde dos grupos polticos
antagonistas mantienen un empate poltico, retratado en un bloque social indgena y
popular por primera vez en el gobierno y elites tradicionales que mantenan la capacidad
de veto y bloque. En este escenario o bien se puede superar el empate volviendo a la fase
original o se puede superar la institucionalidad predominante. Por tanto, el empate
catastrfico significa una etapa de crisis de legitimidad del estado, donde haya existan por
un lado una confrontacin de dos proyectos polticos nacionales de pas, () con
capacidad de movilizacin, de atraccin y de seduccin de fuerzas sociales, confrontacin
en el mbito institucional de dos bloques sociales conformados con voluntad y ambicin de
poder () y en tercer lugar, una parlisis del mando estatal y la irresolucin de la
parlisis. (Garca-Linera, 2008: 26). En esta lnea, asumiremos que la disputa por la
hegemona se da en el espacio de este empate, donde una fuerza poltica contra-hegemnica
puede superponerse a la predominante
Para Garca-Linera, la salida de este empate catastrfico est retratado por la
construccin hegemnica ascendente, la cual es en primer lugar la victoria parcial de un
17
proyecto poltico nacional con capacidad de atraccin y de movilizacin social. (Garca-
Linera, 2008: 27). sta en ningn momento es el fin de una crisis de legitimidad ni la
victoria de uno de los bandos, sino un comienzo para la construccin de hegemona. Y en
segundo lugar esta construccin de hegemona finaliza con un punto de bifurcacin, pues la
movilizacin y confrontacin tiene que acabar en algn momento, ninguna sociedad vive
permanentemente ni en movilizaciones ni permanentemente en estabilidad (Garca-Linera,
2008: 27), sino que debe haber un momento fechable, una coyuntura crtica, que marque el
fin del conflicto, donde un proyecto finalmente sea dominante.
III. Revisin y discusin bibliogrfica: marxismo, postmarxismo y crisis de sistemas de partidos.
Durante el transcurso del presente trabajo, evidenciaremos las distintas visiones que
existen de la realidad poltica internacional tanto por parte de las lecturas del marxismo
clsico como del posmarxismo. Antes de conocer en qu difieren estas dos escuelas ante la
lectura que hacen de nuestros casos de estudios, se hace necesario conocer las propias
distinciones que stas tienen en trminos acadmicos y epistemolgicos. Para el motivo de
este trabajo y esta revisin bibliogrfica, consideraremos las formas en que ambas
corrientes postulan formas de organizacin para el cambio radical, sus propuestas concretas
en esta materia y la forma en cmo realizan lecturas de la sociedad y los fenmenos
polticos.
Por un lado, el marxismo clsico es aquella corriente que reivindica la lucha de
clases como motor de la sociedad. La historia de todas las sociedades hasta nuestros das
es la historia de las luchas de clases (Marx & Engels, 2005: 155). Con esta afirmacin los
clsicos autores Karl Marx y Friedrich Engels dan inicio al famoso Manifiesto Comunista
de 1848, el cual da bases a la teora marxista de la lucha de clases y ms importante an
para la emancipacin de la clase obrera, la necesidad del proletariado de tener control sobre
los medios de produccin que histricamente han determinado las sociedades. A diferencia
del postmarxismo, el marxismo clsico asume la confrontacin de clases sociales a la fecha,
no como dos grandes bloques que se disputan la hegemona mundial, sino como la misma
historia de la lucha de clases, donde los medios de produccin siguen dictando las normas,
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pues debe ser la intervencin de las clases explotadas en estos medios los que lleven a la
conquista de la lucha socialista, pues la toma de poder de esta clave significa la ()
intervencin enrgica decidida en los derechos adquiridos y en las relaciones econmicas
de la sociedad burguesa, sin la cual no cabe realizar la transformacin socialista.
(Luxemburgo, 1978: 149). Segn el marxismo clsico, el modo en que estn estructurados
y repartidos los medios de produccin determina cmo se conforman las relaciones de
clase, y por tanto el contexto en el que se encuentra un pas. Es la estructura econmica la
que establece no slo la forma de las relaciones sociales, sino qu y quin compone las
relaciones sociales, la cultura de estas mismas, la vida poltica y hasta espiritual, tal como
asevera Marx (2001):
() en la produccin social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccin que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. (Marx, 2001: 1).
A travs de la historia, han surgido distintas categoras de sujetos que representan la
contradiccin entre explotador y explotado, entre clase dominante y clase dominada:
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, seores y siervos, maestros y oficiales, en
una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha
constante () lucha que termin siempre con la transformacin revolucionaria de toda la
sociedad o el hundimiento de las clases en pugna. (Marx & Engels, 2005: 156), y esta
divisin entre dos grandes antagonistas, siempre se ha visto como una relacin basada en
trminos econmico. El hombre libre de la polis ha ejercido su dominacin frente al
esclavo mediante apropindose de la actividad econmica realizada por ste, y esta misma
relacin de produccin de riqueza entre dos clases ha sido reproducida por los ejemplos que
Marx & Engels sealan. Esto es precisamente lo que la burguesa, en determinado
momento histrico, especifica como un punto de conflicto frente al dominio que los seores
feudales establecan en la relacin. As, esta clase social emergente en su poca conquist
finalmente la hegemona exclusiva del poder poltico en el Estado representativo moderno.
19
El gobierno del Estado moderno no es ms que una junta que administra los negocios
comunes de toda la clase burguesa. (Marx & Engels, 2005: 158), con la finalidad de
anteponerse a sus adversarios de clase en el sistema feudal, otorgarse independencia
econmica, y lograr obtener el control de los medios de produccin de la poca, en lo cual
fueron exitosos. Por lo tanto, las revoluciones burguesas al cumplir con xito la apropiacin
de los medios de produccin, generaron cambios estructurales en las sociedades: La
burguesa suprime cada vez ms el fraccionamiento de los medios de produccin, de la
propiedad y la poblacin. Ha aglomerado la poblacin, centralizado los medios de
produccin y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada
de ello ha sido centralizacin poltica. (Marx & Engels, 2005: 160). Por tanto, la
apropiacin de estos medios por parte de la clase burguesa signific adems la dominacin
hacia una nueva clase social emergente, el proletariado, y la consiguiente hegemona de
sta sobre todas los elementos que componen una sociedad, pues Al cambiar la base
econmica se transforma, ms o menos rpidamente, toda la inmensa superestructura
erigida sobre ella (Marx, 2001: 1).
Para el marxismo clsico la lucha y contradiccin entre burguesa y proletariado
surge con el nacimiento de este ltimo, pues el proletariado se convierte en un simple
apndice de la mquina, y slo se le exigen las operaciones ms sencillas, ms montonas y
de ms fcil aprendizaje. Por lo tanto, lo que cuesta hoy da el obrero se reduce poco ms o
menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y para perpetuar su linaje
(Marx & Engels, 2005: 162). Por lo tanto, la dominacin de la clase burguesa frente al
proletariado es primordialmente econmica, pues la consecuencia de una clase dominante
duea de los medios de produccin es la dominacin en todo nivel restante en las relaciones
sociales de los individuos en una sociedad. Es esto lo que establece la estructura de las
sociedades, y su consiguiente contexto particular, determinando las estrategias utilizadas a
futuro por las organizaciones revolucionarias o que buscan un cambio radical.
Por su parte, el postmarxismo anuncia que en la actualidad estamos en un mundo
post-ideolgico, en donde no podemos evidenciar de manera clara dos grupos ideolgicos
que se presenten como antagonistas de los modos de interpretar la sociedad. Este anlisis
20
hace eco de lo que Francis Fukuyama anunciara en los aos 90 como el fin de la historia, lo
cual es el agotamiento de ideologas alternativas a la sociedad de mercado y consumo es
marcan el escenario poltico internacional, evitando el conflicto entre las distintas
identidades polticas que hoy predominan e invisibilizando la clsica dicotoma
izquierda/derecha. Ante esta incmoda realidad que hegemoniza los estudios acadmicos
durante los aos 90, el postmarxismo problematiza la negacin de antagonismos en las
sociedades, pues la tendencia dominante en el pensamiento liberal se caracteriza por un
enfoque racionalista e individualista que impide reconocer la naturaleza de las identidades
colectivas (Mouffe, 2007: 7). Para superar esta realidad Mouffe (2007) postula una forma
alternativa de construccin poltica llamada agonismo democrtico, el cual se define como
una tercera va entre el enfrentamiento total violento entre dos facciones y la negociacin y
consenso del mundo post-ideolgico en el que hoy vivimos. Mouffe (2007) propone una
compatibilidad entre la relacin amigo/enemigo clsica y el pluralismo democrtico a la
interna de las instituciones de la democracia liberal. Esto se intenta configurar si nos
damos cuenta de que el desafo para la poltica democrtica consiste en intentar impedir el
surgimiento del antagonismo mediante un modo diferente de establecer la relacin
nosotros/ellos (Mouffe, 2007: 23), de manera que va canales formales se deje de lado la
violencia y dos facciones contrapuestas, una que tiene la hegemona social y otra que
busque transformaciones estructurales mediante la contra-hegemona, establecindose una
suerte de adversarios democrticos, quienes son enemigos legtimos que adhieren a
principios tico-polticos de la democracia, pero que nunca dejan de entender que puesto
que todas las formas de la identidad poltica implican una distincin nosotros/ellos, la
posibilidad de emergencia de un antagonismo nunca puede ser eliminada (Mouffe, 2007:
23).
Por otro lado, tambin dentro de los anlisis del postmarxismo, tal como lo vimos
previamente en la seccin del marco terico est la propuesta de Laclau (2009), quien toma
el populismo como una nueva forma de construir poltica por medio de los puentes que
articulan la voluntad poltica y las problemticas de los espacios comunitarios para la
construccin de identidades sociales transformadoras (Laclau, 2009: 54). Para el autor las
demandas de ciertas comunidades, al no autosatisfacerse deben buscar en instancias ajenas
a la propia comunidad su solucin, dotando de autoridad a estos entes. Es as como
21
comienzan a generarse distintas demandas comunitarias que no reciben solucin y
empiezan a topar con demandas de otras comunidades, y es ste precisamente el inicio del
populismo: la aglomeracin de demandas comunes por parte de diversos sujetos que
funcionan en comunidad. Bajo la nula respuesta ante las demandas comienzan a articularse
estas peticiones bajo la lgica de la cadena de equivalencia, es decir una lgica en la cual
todas las demandas, a pesar de su carcter diferente, tienden a reagruparse, y forman lo que
denominaremos una cadena equivalencial () por un lado es ella misma la demanda- en
su propia particularidad; por otro lado, apunta, a travs de los vnculos equivalenciales, al
conjunto de otras demandas. (Laclau, 2005: 57), y aqu radica para Laclau la importancia
de la unin de esas demandas, pues mientras por un lado estas sean expuestas de manera
disgregada, sern olvidadas en el sistema poltico e imposibilitando la construccin de un
populismo que reivindique las demandas sociales, pero una situacin en la cual coexisten
una pluralidad de demandas insatisfechas y una creciente incapacidad del sistema
institucional para absorberlas diferencialmente crea las condiciones que conducen a una
ruptura populista (Laclau, 2005: 57).
Tanto la propuesta de Laclau como la de Mouffe devienen en acentuar el rol de la
agencia de las dirigencias, y por tanto, en cmo mediante la estrategia discursiva construye
una realidad social, y sta no viene predeterminada por un contexto socioeconmico a nivel
estructural, como s lo determina el marxismo clsico, quien asume que las estrategias se
adoptan bajo las nociones de las realidades sociales que estn determinados por la
estructura y el consiguiente contexto propio del pas. Esta pugna entre ambas nociones es
asumida por Slavoj Zizek, quien desde una ptica postmarxista critica las posturas de
Mouffe y Laclau. Para Zizek (2004) visiones como la de Mouffe son un falso antagonismo
entre nosotros (nuestra nacin por ejemplo, en la que todas las clases estn unidas en un
mismo cuerpo social) y ellos (los intrusos extranjeros por ejemplo). (Zizek, 2004: 46),
pues el real antagonismo es aquel establecido por la lucha de clases en el capitalismo, el
antagonismo entre explotados y explotadores, entre proletariado y burgus, entre
trabajadores y dueos de los medios de produccin, por lo que finalmente el
establecimiento de antagonismos expuesto por Mouffe slo perpeta el sistema social de
dominacin en el cual vivimos, pues no esclarece las contradicciones arraigadas al propio
capitalismo. Por otro lado, para Zizek (2004) la propuesta de Laclau sobre articulacin de
22
demandas para la construccin de un cambio radical es problemtica, pues estas
aglomeraciones de diversas demandas pueden tener correlatos completamente diferentes,
como temticas de gnero, racismo, medioambiente, animalismo, representan un pseudo-
radicalismo que al fin y al cabo no contribuye en cambios radicales:
Hablemos todo lo posible de la necesidad de un cambio radical para asegurarnos de que nada cambie realmente!. Con respecto a este sujeto radical chic, el primer gesto hacia los idelogos y practicantes de la Tercera Va debera ser de alabanza: por lo menos ellos juegan su juego de manera franca y son honestos en su aceptacin de las coordenadas capitalistas globales, a diferencia de los izquierdistas universitarios pseudo-radicales, que adoptan hacia la Tercera Va una actitud de completo desdn, mientras su propio radicalismo equivale, en ltima instancia, a un gesto vaco que no obliga a nadie a nada particular. (Zizek, 2004:10)
Zizek (2004) postula que la forma de hacer poltica en la actualidad radica en la
existencia de un radicalismo chic, personaje que ejemplifica esta condicin de pseudo-
radical que te adentra en el campo del humanismo frentico, donde la gente comienza a
realizar acciones caritativas de manera desesperada, como una sobre actuacin. Para Zizek
(2004) no vemos el conflicto real de la sociedad y buscamos abrigo en la caridad frente al
inminente problema: damos dinero para mantener el sufrimiento de otros a una distancia
adecuada que nos permita dejarnos llevar por la compasin emocional sin poner en peligro
nuestro seguro aislamiento de su realidad (Zizek, 2004: 45), lo que finalmente nos
mantiene ocupados manteniendo las estructuras de las desigualdad, y no atacando al
verdadero elemento que da cavidad a la existencia de esto: el capitalismo. El gran problema
de Laclau entonces, en palabras de Zizek, es que al postular su cadena de equivalencia
aglutina distintas demandas de diversa ndole que no tienen un correlato comn al enfrentar
las estructuras de la desigualdad, explotacin y segregacin. No sirve de nada aglomerar
estas demandas en un populismo si stas no entienden que el verdadero antagonismo es el
sistema capitalista y si siguen las estructuras de la democracia liberal, la cual para no tolera
la prisin para un capitalista explotador ni promueve la participacin real efectiva de las
clases populares histricamente excluidas. Entonces, si alguna de estas demandas
particulares empieza a criticar al capitalismo de por s, se encontrar realmente con otras en
torno a la correlacin de estas mismas. De esta manera no habr que generar una lgica de
23
particularidad de estas demandas, sino que adquiriran universalidad. Es posible trabajar en
estas luchas parciales, pero el carcter relevante que debe adquirir esa lucha es en las
propias crticas al capitalismo, el verdadero antagonista.
Cmo diferenciar las apuestas polticas transformadoras de las pseudo-radicales?
Cmo realizar poltica en el contexto de post-ideologa? Cmo se diferencia una accin
determinada por una agencia poltica que construye la sociedad con una estructur que
determina la realidad de un pas? Zizek se aleja del tramado postmarxista de Laclau y
Mouffe, y genera una reivindicacin de la figura poltica de Lenin para responder estas
preguntas, pero al mismo tiempo problematiza su postura:
No representa Lenin precisamente el FRACASO a la hora de poner en prctica el marxismo, la gran catstrofe que dej huella en la poltica mundial de todo el siglo XX, el experimento de socialismo real que culmin en una dictadura econmicamente ineficaz? (Zizek, 2004: 1).
De manera recurrente ningn militante de izquierdas en la actualidad ni acadmicos
gustan asociarse ni con Lenin ni con el marxismo clsico, pues se asocian a ellos con los
excesos del proyecto de la URSS. Sin embargo, Lenin y la reivindicacin del marxismo
clsico para Zizek es una izquierda que no tiene miedo a tomar el poder. Zizek hace el
gesto de recuperar al Lenin que en el fondo es un poltico que llega al poder por medios no
gramscianos, no contra-hegemnicos como plantea Mouffe y Laclau, sino que toma el
poder de manera directa, porque para Lenin el partido poltico es la vanguardia
revolucionaria. Lenin es un estratega de la revolucin, y para Zizek no hay nada ms lejano
en el mundo post-ideolgico (fin de la historia) que Lenin, y es por eso que es tan
intragable para el contexto posmoderno en el que estamos. Lo moviliza para reivindicar un
pensador y terico revolucionario bastante incmodo. Zizek sabe bien que es difcil
reivindicar a Lenin, pues se ha convertido en un zombie de la historia poltica. La figura
de Lenin queda asociada a conceptos como la clase obrera y el partido poltico como
vanguardia revolucionaria, que son conceptos semi-obsoletos. Nadie plantea estos trminos
de esa manera. Sin embargo, el da de hoy Lenin sirve como herramienta para criticar al
consenso post-ideolgico el cual previamente hemos presentado. Entonces, por qu repetir
a Lenin? No por la nostalgia de los viejos tiempos ni de una manera pragmtica
24
adaptndolo a nuestros tiempos, con un capitalismo con rostro humano. Es una operacin
ms compleja, y tiene que ver con reinventar el marxismo para los tiempos de hoy. Lenin
adapt al marxismo a la situacin rusa de pre-capitalismo. No esper a que el capitalismo
desarrollara sus contradicciones internas, ni gener una realidad mediante la agencia
discursiva. El gesto de repetir Lenin es ver de qu manera el legado del marxismo puede
reinventarse para interferir hoy en el capitalismo tardo. Esto no es slo hacer reformas
econmicas, sino que adems hacer un cuestionamiento de la democracia liberal. Para
Zizek, es necesario cuestionar el sistema en su totalidad y este es el gesto de Lenin al salir
fuera la democracia burguesa.
Por otro lado, la literatura consensua que el ascenso de los nuevos proyectos contra-
hegemnicos que explicaremos acabadamente en el prximo captulo- habra sido inviable
sin la emergencia de crisis financieras y polticas, y el quiebre del consenso neoliberal. Para
Sader, cuando el modelo neoliberal comenz a revelar sus lmites y a dar muestras de
agotamiento, el consenso fabricado se debilit, surgieron fracturas entre los partidos
tradicionales y varios presidentes tuvieron que abandonar sus mandatos sin terminar lo que
mal haban comenzado (Sader, 2008, p. 164).
En ese mismo sentido, las consecuencias de las crisis financieras y de hegemona de
la economa neoliberal tambin se traducen en crisis polticas. De esta manera, a
continuacin analizaremos la opinin de la literatura ante los cambios que sufren los
sistemas de partidos ante la crisis hegemnica del neoliberalismo. En primer lugar, para
Morgan (2011) un cambio abrupto en un sistema de partidos ocurre cuando el sistema
cambia y los partidos caen. Como resultado de esto:
() los patrones de la representacin, el accountability, y la gobernabilidad son proclives a cambiar, mientras que los procesos de impugnacin son propensos a la reestructuracin. El colapso de un sistema de partidos, por lo tanto, marca la reorganizacin completa del orden democrtico. Al explicar este fenmeno, pues, es crucial no slo para la iluminacin de la dinmica de los sistemas de partidos, sino tambin para la comprensin de la poltica democrtica. (Morgan, 2011: 6)
25
Por otro lado, las consecuencias de los colapsos de los sistemas de partidos abren la
puerta a nuevos e impredecibles actores (Morgan, 2011). Los casos emblemticos son los
de Chvez en Venezuela (1998), Morales en Bolivia (2005), Kirchner en Argentina (2003)
y Correa en Ecuador (2006). Para Morgan estos nuevos liderazgos que vienen a romper con
el sistema de partidos original viene acompaado de fuerzas que surgen en poca de crisis,
y el ingreso de ellos estos lderes al sistema de partidos elevan los conflictos (Morgan,
2011). Incluso, algunos actores emergentes pueden incluso socavar la rgimen por la falta
de respeto a las normas democrticas o amenazar los intereses creados. (Morgan, 2011: 6)
Ahora bien, contextualizando en el objeto de estudio, los partidos polticos
tradicionales adoptan un consenso con el libre mercado, el cual de manera progresiva
comienza a agrietarse hasta llegar a las distintas crisis financieras y polticas que azotan los
pases. A pesar de esto, para Mavris en la mayor parte de Europa y de Amrica del Norte
el sistema de dos partidos que alterna gobiernos de centro-izquierda y centro-derecha ha
conseguido hasta ahora absorber las consecuencias polticas de la crisis financiera de
2008. (Mavris, 2012: 85). Esta realidad es replicable a Amrica Latina, y en conjunto con
los pases de la periferia europea, el creciente descrdito de los dos partidos principales del
periodo posterior a la dictadura tambin ha amplificado una tendencia hacia la abstencin.
(Mavris, 2012: 89). De hecho, para Sader un elemento fundamental para la construccin de
nuevas alternativas polticas en Latinoamrica es la adhesin de los partidos de izquierda,
socialdemcratas y nacionalistas, al neoliberalismo, lo cual dej a los movimientos sociales
prcticamente aislados en la resistencia a las polticas gubernamentales. (Sader, 2008:
163), puesto que los sectores que progresivamente comienzan a movilizarse en contra de las
implicancias del neoliberalismo Como comentaremos ms adelante, este fue un factor clave
para la reconfiguracin de los sistemas de partidos luego de las crisis financieras en los
diversos pases, para lo cual en Espaa ha tenido las siguientes consecuencias:
Esas reconfiguraciones constitucionales han dejado a los partidos socialdemcratas europeos sin apenas margen de maniobra para gobernar de manera diferente a los partidos liberal-conservadores. Los derroteros del gobierno de Zapatero desde el inicio de la crisis son un buen ejemplo de ello. () Precisamente la debilidad de los socialistas para seguir ocupando su papel de partido de turno es una de las claves para entender las posibilidades de cambio que la crisis de rgimen presenta (Iglesias, 2014: 152).
26
Estas reconfiguraciones polticas y econmicas han dado pie para el surgimiento de
nuevos fenmenos polticos que se han enfrentado a la hegemona neoliberal. Para Iglesias
(2014) durante los ltimos quince aos las masivas manifestaciones polticas adversas al
neoliberalismo comienzan a traducirse en alternativas electorales dispuestas a disputar el
poder:
() a pesar del estrechamiento de las condiciones de posibilidad de la poltica, derivadas del vaciamiento de las soberanas estatales, aparecieron adversarios polticos al neoliberalismo no solo en forma de movimientos sociales, sino tambin haciendo poltica desde el Estado. En Amrica Latina, en general en contextos de profunda crisis econmica y de Estado, formaciones polticas populares y progresistas obtuvieron xitos electorales que posibilitaron polticas pblicas de recuperacin de la soberana, tanto en trminos nacionales como continentales. (Iglesias, 2015: 13)
Ahora bien, Silva (2009) se pregunta: por qu, a la vuelta del siglo XX,
Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela tienen episodios de movilizacin popular anti-
neoliberal que forz la cada de los gobiernos pro-neoliberales y contribuy a su eventual
sustitucin por fuerzas polticas interesadas en reformar el neoliberalismo y no en otros
pases? Para Roberts (2012) esto es consecuencia de la adopcin de polticas neoliberales
por parte de partidos polticos situados a la izquierda del espectro poltico en dichos pases,
dejando un vaco de poder en aquellos sectores marginados por las reformas neoliberales.
Para Silva las caractersticas de estos pases a la hora de transformar radicalmente el
sistema de partidos son las siguientes
"La movilizacin de izquierda a fines del siglo XX en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela tena una calidad y una consecuencia especial. Era histricamente nica, ya que fue construida como reaccin a los tercos esfuerzos persistentes para sustituir un orden nacional - populista con la sociedad de mercado y la democracia contempornea -el nuevo camino hacia la modernidad. La movilizacin anti -neoliberal tambin fue extraordinario por su perseverancia y su escala en el clmax a pesar del descenso de los trabajadores organizados, el lder tradicional de los sectores populares. Obligaron a la renuncia de los presidentes comprometidos con el neoliberalismo y la ayud a marcar el comienzo de los gobiernos que queran reformarlo." (Silva, 2009: 4)
27
Por tanto, el (...) desmantelamiento de las protecciones del mercado para los
sectores populares (y clases medias) amenaz exclusin econmica y poltica significativa.
Esta fue la primera, y fundamental, condicin necesaria. En todos los casos,
independientemente del grado en que se implementaron las reformas neoliberales, esto
genera la motivacin para la movilizacin. (Silva, 2009: 34). Otorgando una exclusividad
a aquellos sectores marginados por las reformas neoliberales los nuevos fenmenos
polticos obtienen su apoyo social para romper con el sistema de partidos actual, pues en
lugar de confiar en el apoyo de los sindicatos y las asociaciones profesionales, como AD y
COPEI haba hecho, Chvez ha cultivado apoyo entre los histricamente marginados.
(Morgan, 2011: 4). Finalmente, para Silva (2011) la volatilidad electoral y de los sistemas
de partidos tambin debilit polticamente a los neoliberales. Esto puesto que la creacin
de nuevos partidos impuls un poder colectivo de movilizacin de los sectores populares
que haban establecido vnculos con ellos. (Silva, 2011: 52). As para la literatura las
consecuencias que tuvo la marginacin de vastos sectores de la sociedad con la
implementacin de os paquetes de reformas del Consenso de Washington fueron los
mismos causantes de las fuertes transformaciones del sistema de partidos. Silva lo retrata de
la siguiente manera:
Frente a la exclusin poltica de sus demandas econmicas y sociales sustantivas, y ms desesperados por la dificultad econmica persistente, los ciudadanos ejercieron su derecho al voto. Como sus esperanzas de recuperacin econmica con el empleo y el bienestar se apagaron, y los partidos polticos establecidos traicionaron sus mandatos electorales, los votantes abandonaron estos partidos por otros nuevos o facciones compatibles de partidos previamente establecidos interesados en reformar el neoliberalismo, ms comprometidos con la economa mixta y preocupados del bienestar. Estos avances en la contencin institucional en conjunto con la escalada de la poltica contenciosa aceleraron la desaparicin de las administraciones comprometidas con el neoliberalismo. Las masivas movilizaciones anti-neoliberales tambin contribuyeron a la prdida de apoyo de los titulares neoliberales de los partidos polticos mayoritarios en el Congreso. Esto oblig a la destitucin de los presidentes y que marc el comienzo de los gobiernos ms inclinados a actuar sobre los mandatos de reformarlo. Por supuesto, el grado en que estos nuevos gobiernos salen del neoliberalismo vara sustancialmente, con Venezuela y Bolivia en el extremo ms extremo, y Ecuador y Argentina en el otro. (Silva, 2009: 53)
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En estos escenarios, ha sido incuestionable que ha habido un sinfn de discusiones
tericas y prcticas entre los exponentes y lderes de estos movimientos sociales que han
llevado a lo que la literatura ha llamado el giro a la izquierda en Amrica Latina, y el fin
del bipartidismo en pases europeos como Grecia y Espaa, siendo diversas las estrategias a
tomarse para construir poltica en estos nuevos escenarios.
IV. Revolucin Bolivariana: la refundacin de Amrica Latina
En la siguiente seccin analizaremos el surgimiento del giro a la izquierda en Amrica
Latina y la consolidacin de la Revolucin Bolivariana como mximo exponente de esta
vertiente en la regin. Esta revisin buscar analizar las transformaciones que ha tenido la
izquierda radical en Amrica Latina, situndonos en un anlisis sobre cmo los distintos
modelos econmicos y los modos de produccin latinoamericanos han afectado los
procesos sociales de la regin, haciendo hincapi en las nuevas luchas polticas
influenciadas por el postmarxismo, dejando de lado la lucha de clases como estrategia
central de las alternativas dominantes, sino que centrando la hegemona como concepto
clave en la construccin poltica.
Durante los aos de las posguerra la regin adquiere un carcter desarrollista, donde
mediante la implementacin de modelos ISI los pases latinoamericanos trabajaron por la
industrializacin con tal de dejar de depender econmicamente de sobremanera de las
potencias del hemisferio norte. Este periodo adopt diversas formas dependiendo de cada
pas, con casos emblemticos de populismos latinoamericanos como el de Juan Domingo
Pern en Argentina o el de gobiernos pluriclasistas como los radicales en Chile. Sin
embargo, Amrica Latina no estara en la palestra poltica internacional hasta el periodo
ms influyentes a nivel mundial que vivi, que fue el periodo de las guerrillas. En 1959 la
Revolucin Cubana sacude al mundo con la noticia de que un pequeo grupo guerrillero
logra derrocar un gobierno dictatorial apoyado por los Estados Unidos. El impacto de un
hecho como ste est retratado en Sader:
Al ser un pas con una economa primario-exportadora, centrada en la produccin de azcar y dirigida prcticamente en su totalidad al mercado de los Estados
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Unidos, la Revolucin hizo que Cuba cobrara un protagonismo indito a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Una nueva revolucin contra el capital, una nueva y brusca irrupcin del viejo topo, que confirmaba que la revolucin slo es posible si viola las leyes estratgicas establecidas hasta entonces como obligatorias hasta que dejan de serlo por la lgica concreta de la realidad concreta-. (Sader, 2008: 41)
De esta manera, la lucha armada en Amrica Latina comienza a ser sinnimo de
liberacin de los oprimidos y de transformaciones radicales. Sin embargo, este tipo de
estrategia poltica no ha sido hegemnico en la izquierda latinoamericana durante todo el
siglo veinte, y otras estrategias han venido a ocupar su lugar. De todas maneras, desde el
triunfo de la Revolucin Cubana se marca un antes y un despus en la historia
latinoamericana, y ms especficamente de la lucha armada como estrategia poltica para la
lucha por la hegemona. Para Sader, luego de la Revolucin Cubana la historia
latinoamericana y la estrategia armada est dividida en cinco etapas. En primer lugar, entre
1959 y 1967 en Amrica Latina est marcada por la victoria de la Revolucin cubana y la
extensin de las guerrillas rurales en Venezuela, Guatemala y Per, que se sumaron a las de
Colombia y Nicaragua. Este fue un periodo ascendente de la estrategia armada. En segundo
lugar, entre 1967 y 1973 hay un reflujo de los movimientos guerrilleros rurales y un
ascenso de los nuevos movimientos guerrilleros urbanos en Uruguay, Argentina y Brasil.
Adems este periodo est marcado por el triunfo de Salvador Allende en Chile (1970-
1973). Fue un periodo mixto, de transicin a un periodo de descenso marcado por los
golpes y dictaduras militares que advendran en Bolivia, Chile, Uruguay y Argentina. En
tercer lugar, entre 1973 y 1979 hay un claro periodo de reflujo de la estrategia armada con
la consolidacin de las dictaduras militares en el Cono Sur a la de Brasil (1964) siguieron
las de Bolivia (1971), Chile (1973), Uruguay (1973), y Argentina (1976)-; sumado al inicio
de la implantacin del modelo neoliberal por parte de la dictadura de Pinochet en Chile. En
cuarto lugar, entre 1979 y 1990 hay un periodo de recuperacin de la estrategia armada en
la regin centroamericana, marcada por la victoria de los sandinistas en Nicaragua (1979),
la revolucin en Granada (1979), el gobierno progresista en Surinam, la expansin de las
guerrillas en El Salvador, en Guatemala y la emblemtica guerrilla urbana chilena llevada a
cabo por el Frente Patritico Manuel Rodrguez (FPMR). Este es un periodo de
recuperacin y avance, a pesar de la supervivencia de las dictaduras en el Cono Sur.
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Finalmente, entre 1990 y 1998 se da el periodo final de regresin y reflujo de esta
estrategia, marcada por la derrota sandinista (1990), el comienzo del periodo especial en
Cuba (1992), la expansin de la hegemona neoliberal en el continente con los gobiernos
del PRI en Mxico, Paz Estenssoro en Bolivia (1985), Carlos Menem en la Argentina
(1989), Carlos Andrs Prez en Venezuela (1989), Alberto Fujimori en Per (1990) y
Fernando Henrique Cardoso en Brasil (1994) y la continuidad del modelo neoliberal
heredado de Pinochet durante los gobiernos democratacristianos y socialistas en Chile
(1990) (Sader, 2009: 52-53).
De esta manera, con el predominio neoliberal en los pases del continente, los
periodos guerrilleros desaparecen en el escenario de la disputa por el poder y por la
hegemona en Amrica Latina. Esto genera una marginacin casi total del escenario
poltico de cualquier organizacin poltica anti-neoliberal, lo cual significa para los partidos
de izquierda tradicional tener una fuerte reduccin en sus adherentes. Ante este vaco
poltico tanto a nivel latinoamericano como mundial, el ao 2001 en Porto Alegre, Brasil,
surge como punto de inflexin el encuentro internacional Foro Social Mundial (FSM), el
cual segn su propia carta de principios se autodefine como un espacio de encuentro e
intercambio de experiencias, de debate democrtico de ideas y de articulacin de
propuestas de accin de movimientos sociales, ONGs, redes de activistas y dems
organizaciones de la sociedad civil que se oponen a la globalizacin neoliberal, al dominio
imperial y a la guerra. (Gmez, 2004: 97). Este espacio, que da una alternativa a la
izquierda mundial que se encontraba en un momento de predominio de los discurso anti
utopas, de no hay alternativa y del fin de la historia, permite un espacio
fundamentalmente para intercambiar experiencias de lucha, debatir ideas y articular
acciones en bsqueda de alternativas orientadas a una globalizacin contrahegemnica.
(Gmez, 2004: 100), bajo el lema de que Otro Mundo es Posible. A partir de los
encuentros en los distintos FSM comienza a haber un cambio importante en la estrategia de
las organizaciones de izquierda radical, pasando de una estrategia marxista clsica, centrada
en la lucha de clases, a una estrategia postmarxista, en donde tres elementos en sus
conclusiones son fundamentales para este cambio, los cuales son:
() una amplia concepcin del poder y de la opresin (que se traduce en la embrionaria forma organizacional adoptada por la Carta de Principios, de rechazo a
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las jerarquas y a los liderazgos y de nfasis en articulaciones horizontales en redes facilitadas por la Internet); la equivalencia del principio de igualdad y de reconocimiento de la diferencia como ideal emancipador; y finalmente, el privilegio de la rebelin y el no-conformismo en detrimento de la revolucin (o por lo menos, de aquellas concepciones insurreccionales de comando vertical y de objetivo estratgico guiado por una teora nica, que an prevalecen en la tradicin de izquierda revolucionaria). (Gmez, 2004: 101)
Ahora bien, es necesario analizar un factor que determina que fenmenos como la
izquierda bolivariana hayan surgido en ciertos pases y en otros no, y esto tiene que ver con
que la construccin de hegemona neoliberal y las reformas de libre mercado en Amrica
Latina no en todas partes fueron iguales, por lo que las consecuencias en lo poltico tambin
difieren. Para Robert, la liberalizacin de la economa en la regin contribuy en algunos
pases- a formas relativamente estables de la competencia partidaria post-ajuste. Sin
embargo, en otros, socav las alineaciones programticas y desestabiliz el sistema de
partidos en el perodo posterior a las reformas. (Roberts, 2012: 1432). Esta diferencia est
sujeta a dnde se sitan en el espectro derecho-izquierda los partidos polticos que realizan
las reformas neoliberales en su pas, pues para Roberts, aquellos pases donde los partidos
de derecha implementaron las reformas neoliberales no generaron una reestructuracin
radical de su sistema de partidos, mientras que aquellos pases donde gobiernos de centro-
izquierda implementaron reformas neoliberalizantes han cambiado abruptamente su sistema
de partidos dando espacio a organizaciones polticas que buscan cambios radicales en sus
pases (Roberts, 2012).
Por un lado, aquellos pases donde partidos de derecha llevaron a cabo reformas
neoliberales contaban con un factor en contra, puesto que los partidos conservadores
estaban seguros de encontrar oposicin bien organizada a las reformas neoliberales en estos
pases (Roberts, 2012: 1434), tanto por no contar con presencia en organizaciones de la
sociedad civil con capacidad de movilizacin y por tener una oposicin partidaria de
izquierda. Esto hizo que al momento de llegar a la crisis de predominancia neoliberal en el
pas, el partido tradicional en la izquierda poltica asumiera el rol de oposicin a las
reformas neoliberales, sin generar un quiebre radical con el sistema de partidos previo.
Casos como estos ocurrieron Uruguay, Brasil, Per, Colombia, Honduras, Paraguay, El
Salvador y Repblica Dominicana. Por otro lado, aquellos partidos que histricamente se
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han situado en el espectro de la izquierda poltica en su pas e introdujeron reformas
neoliberales, contaban con una ventaja, y es que estos partidospodan ofrecer incentivos
para que los lderes sindicales cooperaran, cooptar a los lderes sindicales y utilizar sus
reservas de capital poltico y de confianza para contener la movilizacin popular, al menos
en el corto plazo. (Roberts, 2012: 1434). Esto tuvo como consecuencia un vaco de poder
en la oposicin de estos regmenes a la hora de llegar la crisis del modelo neoliberal. Por un
lado el partido tradicional de derechas no generaba una oposicin programtica
cuestionando la implementacin de reformas neoliberales, y por otro lado aquellos sectores
de la sociedad que histricamente se identificaban con un partido de izquierda ya no tenan
un referente poltico para establecerse como oposicin (Roberts, 2012). Pases
emblemticos donde sucede este fenmeno son Venezuela, Argentina, Bolivia y en parte
Ecuador. Es en estos pases donde se comienza a impulsar una corriente poltica de
consenso con el libre mercado, donde a nivel poltico la defensa histrica que se haba
realizado a los Estados de Bienestar desaparece arrastrando consigo el espacio poltico de
los partidos comunistas, al mismo tiempo que se produca la ruptura de la tradicional
alianza que haba apoyado a la fuerza de la izquierda en el mismo perodo: la unin de los
socialdemcratas con los comunistas. (Sader, 2008: 72).
Ahora bien, con la crisis hegemnica del neoliberalismo en Amrica Latina sucede
un fenmeno inusual, que es la apertura de procesos polticos que comienzan a romper con
la escena poltica tradicional de los pases causados por una fuerte crisis de Estado. Lo que
caracteriza este proceso de convulsin en Amrica Latina es que la crisis de legitimidad de
las elites polticas tradicionales se convirti en una crisis de Estado, con la creciente
ingobernabilidad provocada por la accin colectiva de los movimientos sociales en contra
de las reformas neoliberales. (Errejn, 2012: 30). Esta crisis hegemnica sucede en la
mayor parte del continente de manera relativamente parecida. Sin embargo, los resultados
en todos los pases fueron variados, pues la crisis neoliberal y la consiguiente visibilidad
creciente de las exigencias de reconocimiento de los sectores populares y la aspiracin a la
integracin regional, no se reflejan en todas partes en una misma estrategia ni tampoco en
las mismas frmulas polticas (Saint-Upry, 2008: 15). Para llegar a lo que ahora
conocemos como Revolucin Bolivariana, hubo de existir una mezcla de distintos factores
que llevaron a cabo la construccin de una alternativa poltica contra-hegemnica en
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Amrica Latina, que hoy ya ha irrumpido en diversos pases, y pese a los ltimos resultados
electorales que muestran un fuerte declive en el apoyo popular, estas alternativas estn para
quedarse.
Son los casos de los pases donde se implementaron reformas neoliberales por parte
de partidos polticos situados en el espectro de la izquierda donde la resistencia social al
liberalismo de mercado era ms probable que se expresara en movimientos de protesta de
masas que desafiaban toda la clase poltica y que finalmente, dieron lugar a alternativas
ms radicales, populistas e izquierdistas extra-sistmicas. (Roberts, 2012: 1447)
Recurrentemente la literatura asocia a Hugo Chvez, padre fundador de la izquierda
bolivariana, como el caso ms emblemtico en el giro a la izquierda en Amrica Latina y a
la disputa por la hegemona. Venezuela es uno de los pases que sufri de manera ms
abrupta las medidas rgidas del Consenso de Washington, crisis que lleg a su punto
cspide el 27 de febrero de 1989 en el Caracazo, protesta social masiva que se manifest
ante las reformas de austeridad del entonces presidente Carlos Andrs Prez. Luego de ese
dramtico hecho y a casi una dcada de inestabilidad poltica y econmica, surge el
chavismo, el cual en sus orgenes es la expresin de la crisis poltica del rgimen
bipartidista que gobern Venezuela entre 1958 y 1998 y de la enorme deuda social
acumulada por un pas muy rico en comparacin con muchos de sus vecinos (Sain-Upry,
2008: 103). Este inicio de la revolucin bolivariana comenz como una alternativa poltica
al colapso del sistema de partidos bipartidista (que comienza luego del Caracazo) de
Accin Democrtica y COPEI, partidos que a partir de 1990 presentaron una adhesin con
el libre mercado e implementaron una serie de reformas neoliberalizantes, generando una
crisis en el sistema de partidos tradicionales. Lo mismo ocurrir en Bolivia y Ecuador,
donde partidos con dcadas de historia se ven sacudidos y reducidos a su mxima
expresin, donde los movimientos sociales logran generar una crisis institucional que
quiebra con el sistema de partidos.
Sin embargo, para nuestra investigacin el pas que nos sirve ms como objeto de
estudio es Bolivia y la figura de Evo Morales. En la figura 1 retratamos una breve historia
de la crisis de Estado en Bolivia que explicaremos a continuacin.
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Figura 2
Entre 1985 y el 2002 se realiz una alternancia poltica entre el Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR), de tendencias socialdemcratas, la Accin