Post on 09-Aug-2015
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
“RAFAEL MARÍA BARALT”
VICERRECTORADO ACADÉMICO
PROGRAMA POSTGRADO
DOCTORADO: CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
El giro lingüístico
Autor: Lcdo. Alberto Godoy
Valera, Marzo de 2015.
El giro Lingüístico
Desde esta perspectiva, se pretende focalizar los aspectos relacionados
con las contribuciones de autores como Echeverría, Maturana, Nietzsche,
Wittgenstein, Heidegger entre otros relacionados con la concepción
integradora sobre el fenómeno humano, la nueva interpretación que declara
situarse no solo más allá de los presupuestos del pensamiento
moderno(filosofía de Descartes), sino que busca incluso transcender las
bases mismas del llamado por estos autores del programa metafísico que
por 25 siglos, desde Sócrates, Platón y Aristóteles dominaran el pensamiento
occidental.
La ontología del lenguaje, pretende particularmente en los movimientos
emergentes, en los diversos campos de la cultura; que presentan afinidad
con la filosofía de las ciencias humanas, la crítica literaria, las ciencias
naturales entre otras que se asemejan en concordancia con los profundos
cambios que se están gestando a nivel de nuestras relaciones económicas,
políticas y sociales que representan la necesidad de nuevo escenario
histórico; que singulariza particularmente en el terreno de la tecnología y
específicamente, de las nuevas tecnologías de comunicación en donde se
plantea los desafíos más importantes que necesariamente obliga a repensar
lo que significa ser humano.
Esta propuesta plantea una interpretación del ser humano, que lo sitúa
fuera de los parámetros metafísicos que ha servido de base al pensamiento
occidental sobre la forma que se observa la vida establecida por el
pensamiento metafísico que naciera en la Grecia antigua, los diferentes
cambios de nuestras interpretaciones y las modificaciones del sentido
común, que han acontecido al interior de determinados presupuestos que
hoy en día exigen ser puestos en tela de juicio. Representa un esfuerzo por
ofrecer una nueva interpretación de lo que significa ser humano, dado desde
una apreciación posmetafísica y posmoderna; no aptas para oídos
metafísicos, situado en el ámbito de la ética de la convivencia humana
desde el sentido de la vida y hacia la construcción de nuevas modalidades
de convivencia en un mundo globalizado que impide una mirada diferente
desde otra perspectiva, muy distinta de aquella a la que estábamos
acostumbrados.
Desde una interpretación sencilla “lo social, para los seres humanos, se
constituye en el lenguaje. Todo fenómeno social es siempre un fenómeno
lingüístico.” No obstante, rompe el tratado en que los seres humanos eran
capaces de conocer mediante la razón el verdadero ser de todo lo que lo
rodeaba el énfasis puesto en el ser de las cosas nos condujo a minimizar el
papel jugado por el lenguaje. El pensamiento es la base del ser la razón es la
que nos hace humano, una comprensión radical nueva de los seres humanos
en el modo de comunicarnos como resultado de importantes innovaciones
tecnológicas y de la emergencia del lenguaje electrónico, quien ha cambiado
y seguirá cambiando la forma en la que convivimos.
Además, ha variado la forma en que ocurre el cambio en la vida
humana. Hoy en día, el cambio se ha convertido en un aspecto permanente
de la vida. Nada permanece igual por demasiado tiempo este proceso ha
sido llamado el giro lingüístico , pues el lenguaje pareciera haber tomado el
privilegio que por siglos ocupara la razón, postulado desde la biología como
el rasgo básico que distingue a la especie humana de otras, por lo que el
lenguaje constituye un particular observador del mundo, del fenómeno
humano. Por lo que está referido a que interpretamos a los seres humanos
como seres lingüísticos. Al lenguaje como generativo, los seres humanos se
crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él.
La preocupación de esta disciplina no es el estudio del lenguaje al estilo de
la lingüística o de la filosofía del lenguaje, reconoce el papel central que le
cabe al lenguaje en la formación de nuestras vidas, de nuestras identidades,
de los mundos en los que nos desenvolvemos, permite incorporar una nueva
y poderosa interpretación del ser humano individual y de los fenómenos
relacionados con la convivencia social. En este sentido, analiza cómo
nuestras conversaciones, públicas o privadas, así como los juicios que
hacemos sobre nosotros mismos sobre los demás, el mundo generan y
condicionan futuros diferentes, es decir, básicamente, cómo el lenguaje nos
permite otorgarle dirección y sentido a la vida.
Pero además, del lenguaje lleva más allá de los fenómenos meramente
individuales, permitiendo desde una perspectiva privilegiada, reconocer a las
organizaciones como sistemas lingüísticos, asentados a través de las
prácticas empresariales en redes estables de conversaciones, también las
prácticas del management, del liderazgo empresarial, como conjuntos
distintos de competencias lingüísticas que pueden ser especificadas y
aprendidas. Pero el resultado más sorprendente de todo esto es, finalmente,
descubrir cómo hasta la productividad de una empresa, la capacidad de
acción efectiva de la organización, de los individuos que la conforman, se
puede definir en sus prácticas lingüísticas.
Vale decir que a través de su cuerpo de conocimientos, la Ontología del
lenguaje permite observar, en primer lugar, al ser humano como un individuo
inserto en un medio social, constituyéndose como tal en su interacción con
otras personas a través del lenguaje. También permite observar la trama en
la cual un individuo coordina acciones con otros, sus actos lingüísticos y las
narrativas personales y sociales que constituyen su identidad como persona.
Además, nos permite intervenir en esas narrativas, modificándolas, y como
consecuencia de ello modificando eventualmente incluso su conducta. Por
último, nos permite potenciar al máximo la capacidad de diseñar nuestra
propia identidad por la determinación autónoma de nuestras acciones,
modificar el medio social a través de la invención de nuevos paradigmas de
pensamiento.
El cuestionamiento de la capacidad de los seres humanos de acceder a la
verdad plantea, de inmediato, dos desplazamientos significativos. El primero
de ellos implica que el centro de gravedad en materias de conocimiento se
desplaza desde lo observado (el ser de las cosas) hacia el observador. El
conocimiento revela tanto sobre lo observado como sobre quien lo observa.
Perfectamente podríamos decir: dime lo que observas y te diré quién eres.
Esta es, precisamente, una de las premisas centrales de la disciplina que se
ha bautizado con el nombre de «coaching ontológico». Ella descansa en la
capacidad de observar lo que alguien dice con el propósito no sólo de
conocer aquello de lo cual se habla, sino de conocer (interpretar) el alma
(entendida como la forma particular de ser) de quien habla.
Sostenemos que lo que acabamos de señalar representa una de las
intuiciones más geniales de la filosofía de Nietzsche. Este siempre procura
establecer la conexión entre las interpretaciones y el intérprete, entre lo
dicho y quien lo dice (el orador). Nietzsche siempre busca el hilo de Ariadna
que permite salir del laberinto del conocimiento, donde habita el minotauro de
la verdad, hacia el espacio abierto de la vida, para comprender la vida
Nietzsche se ve obligado a reconocer el papel fundamental que en ésta
juegan las emociones. Nietzsche ha sido el gran filósofo de la vida y del
mundo emocional. No en vano se ha detenido a examinar las consecuencias
que resultan del miedo de los seres humanos a la experiencia de la nada (el
Nihilismo), el papel central que en nuestra historia (en nuestras
interpretaciones y prácticas) le ha cabido al resentimiento. El segundo
desplazamiento tiene que ver con los criterios de discernimiento entre
interpretaciones contrapuestas una vez que hemos cuestionado nuestra
capacidad de acceder a la verdad. Un primer aspecto reconocer en esta
dirección es que si aceptamos el postulado según el cual no podemos saber
cómo son las cosas, ello significa que no podemos sostener que esto mismo
que postulamos pueda ser considerado como verdad. Ello equivaldría,
obviamente, a comenzar contradiciendo y, por lo tanto, invalidando el propio
postulado que estamos haciendo. Por desgracia no hay recurso dialéctico
que pueda resolvernos esta contradicción. Cabe entonces Preguntarse: Si no
podemos sustentar que este postulado es verdadero, ¿qué Sentido tiene
hacerlo? Esta pregunta está estrechamente relacionada con otra: si, como
decimos, no podemos postular la verdad, ¿significa que todo lo que digamos
o Sustentemos da lo mismo? ¿Significa acaso que todo está igualmente
permitido? ¿Significa que cualquier proposición, cualquier interpretación, es
Equivalente a cualquier otra? En otras palabras, ¿es la verdad el único
criterio de que disponemos para discernir entre proposiciones o
interpretaciones diferentes? ¿Es la verdad el único juego disponible? O dicho
incluso de otra forma, ¿cuál es el precio que debemos pagar si optamos por
sacrificar el supuesto de que los seres humanos somos capaces de acceder
a la verdad? ¿Qué perdemos? ¿Qué se gana? De hecho, aunque estas
últimas puedan parecernos preguntas prosaicas o utilitarias, son aquéllas
con las que nos sentimos más cómodos. Ello, porque sitúan el problema en
el terreno mismo en que tales preguntas requieren, desde nuestra
perspectiva, ser contestadas: el terreno de la pragmática. Sostinen que al
sacrificar el criterio de la verdad no quedamos desprovistos de otros criterios
de discernimiento para discriminar entre distintas interpretaciones. En una
frase: no toda interpretación es igual a cualquier otra. Lo que permite
discernir entre diferentes interpretaciones es el juicio que podamos efectuar
sobre el poder de cada una de ellas
Desde esta perspectiva, se hace necesario, que el sistema educativo
universitario centre su atención en las nuevas teorías y paradigmas que
están emergiendo en la actualidad, tales como aquellas que atienden la
realidad social del individuo, el pensamiento ecológico, complejo y sistémico,
en respuesta a la innovación en los cambios constantes de la sociedad
actual, así como la comprensión de un ser humano diferente que habita,
convive en el lenguaje, en relaciones de convivencias mutuas, capaz de
transformar y ser transformado a través de relaciones cíclicas e
interacciones interdependientemente.
En este orden de ideas, la presente investigación centra su foco de
atención en una competencia lingüística elemental como es la escucha
activa, dentro del proceso de interacción educativa, pues, escuchar involucra
más que el acto biológico de oír, en ella está presente una serie de procesos
cognitivos y de mediación que de ser bien internalizados por el individuo
seguramente surgirán relaciones significativas con un ser humano diferente,
capaz de vivir con armonía, en convivencia consigo y todos aquellos
elementos que lo rodean, con relaciones interpersonales eficaces, en
continuidad de la forma de vida humana sobre el planeta ya que, quien no
sabe escuchar inhibe su capacidad de aprendizaje.
Por ello, una de las competencias claves que requiere promover el
proceso de aprendizaje consiste en desarrollar la capacidad de escucha de
los estudiantes ya que, es en ella (escucha activa), donde el sistema
educativo, universitario tiene la labor fundamental, pero se requiere de una
educación diferente, que eduque para la reflexión y garantice el acceso a los
conocimientos, así como el desarrollo de las habilidades productoras de las
mismas.
De esta forma, la universidad tiene como objetivo final, lograr desde
el punto de vista del estudiante, el desarrollo de su propia interioridad,
afirmando su conciencia personal, su razón de ser, para sostener ideales
que proporcionen un sentido y propósito de vida. Este proceso está
asociado con la finalidad de facilitar la creatividad, el desarrollo de la
imaginación, el aprender a pensar, la liberación del pensamiento intuitivo
y el estímulo a las capacidades de ingenio en la búsqueda de soluciones
a dificultades nuevas.
Dentro de este contexto es importante acotar que la educación
universitaria ha venido desarrollando cambios notables reflejados en el
mejoramiento progresivo de la calidad del aprendizaje. En este orden de
ideas, está bastante comprometida en desarrollar en los estudiantes una
conciencia crítica, impregnada con los valores de solidaridad, hermandad,
compañerismo, igualdad, tolerancia y sobre todo un individuo humilde con
conciencia social para transformar su contexto.
A partir de este momento, es necesario acotar, que las habilidades de
comunicación son esenciales para la construcción de relaciones y saber
trabajar con otros, desafortunadamente, algunos estudiantes de hoy día
luchan con uno de los aspectos más importantes de la comunicación, saber
escuchar. En esta era tecnológica, los docentes requieren de perfilar,
redefinir su modelar en la forma de escuchar activamente. Esta habilidad
consiste en lograr fijar atención, hacer contacto con los ojos, utilizar el
lenguaje corporal apropiado y hacer preguntas o parafrasear lo dicho y así
tener mayor claridad. También, permite a los oyentes procesar por completo
lo que se ha dicho antes de dar cualquier tipo de respuesta.
Ante esta situación, las organizaciones en la actualidad demandan
profesionales con una determinada formación con ciertas actitudes. Valoran
al mismo nivel la formación intelectual y las competencias profesionales.
Entre otras destacan la flexibilidad, el dinamismo, la perseverancia, el trabajo
en equipo, la capacidad de toma de decisiones, la asertividad, y por
supuesto, la habilidad de escucha activa. En este sentido, saber escuchar es
el ingrediente clave de la comunicación efectiva, incrementa el nivel de
comprensión y conocimiento, acrecienta la eficacia en el trabajo, aumenta la
producción, reduce la pérdida de tiempo, refuerza las relaciones
interpersonales, aminora los conflictos internos como los externos y
desarrolla las habilidades de liderazgo, siendo estos algunos de los
parámetros que justifican la presente investigación, que busca retomar los
planteamientos de una verdadera acción investigadora en el contexto social
del hombre actual.
En los últimos años el estudio de la comunicación humana, ha
despertado el interés de numerosos investigadores en cuanto a su
interpretación tradicional. Desde la perspectiva de Echeverría (1998:142)
sostiene que tiene dos facetas: “Hablar y escuchar”, quienes bien
interpretadas, con una buena distinción permitirán conocer el valor de
importancia de cada una en el contexto actual, de esta manera según el
autor, normalmente es considerado en la definición tradicional, “el hablar
como el lado activo del lenguaje, mientras que reduce al escuchar como el
lado pasivo, dejándolo a un lado y sin observarlo como asunto
problemático”.
Según lo anterior, es preciso vislumbrar la situación problema
representada al continuar con la interpretación tradicional de la escucha
activa, su repercusión en el ámbito social, siendo por esta causa, que la
misma, se presenta como asunto primordial en la presente investigación ya
que a partir de numerosas experiencias e interpretaciones en el contexto
universitario permite visualizar que una verdadera interpretación y aplicación
de la escucha activa en el hecho educativo universitario podría generar
cambios significativos, que incidirían directamente en la transformación
social, siendo así, como se justifica la presente idea de revisar la escucha
activa como elemento reforzador en el proceso de interacción en el aula para
lograr en los participantes un aprendizaje significativo.
A partir de este momento, es necesario acotar, que las habilidades de
comunicación son esenciales para la construcción de relaciones y saber
trabajar con otros, desafortunadamente, algunos estudiantes de hoy día
luchan con uno de los aspectos más importantes de la comunicación, saber
escuchar. En esta era tecnológica, los docentes requieren perfilar y redefinir
su modelar en la forma de escuchar activamente. Esta habilidad consiste en
lograr fijar atención, hacer contacto con los ojos, utilizar el lenguaje corporal
apropiado y hacer preguntas o parafrasear lo dicho , así tener mayor
claridad. También, permite a los oyentes procesar por completo lo que se ha
dicho antes de dar cualquier tipo de respuesta.
Ante esta situación, las organizaciones en la actualidad demandan
profesionales con una determinada formación con ciertas actitudes, valoran
al mismo nivel la formación intelectual y las competencias profesionales,
entre otras destacan la flexibilidad, el dinamismo, la perseverancia, el trabajo
en equipo, la capacidad de toma de decisiones, la asertividad, y por
supuesto, la habilidad de escucha activa.
En este sentido, saber escuchar es el ingrediente clave de la
comunicación efectiva, ya que incrementa el nivel de comprensión y
conocimiento, acrecienta la eficacia en el trabajo, aumenta la producción,
reduce la pérdida de tiempo, refuerza las relaciones interpersonales, aminora
los conflictos internos como los externos y desarrolla las habilidades de
liderazgo. Según Goleman (2004:07) “las personas con mayor habilidad de
escucha son las que tienen más éxito en su profesión”.
Es importante señalar, que dominar la escucha activa, no sólo es
relevante en el ámbito profesional, sino también en el ámbito personal,
escuchando se fortalecen las relaciones familiares, en la pareja y con las
amistades, se reducen las disputas, disminuyen los malentendidos, se
progresa en el entendimiento, se comprenden mejor las razones y las
emociones de los seres queridos.
Es por ello, que a partir de este tipo de investigaciones, que perfila una
dificultad cultural, referido al problema del lado activo del lenguaje, signado a
pasivo, en un momento histórico de la humanidad en referencia al accionar
de la comunicación humana en el lenguaje como mentor fundamental de
esta, así pues, de acuerdo a su desarrollo y aplicabilidad; este estudio,
puede generar cambios y transformaciones sociales significativas en el
accionar de lo humano, desde una perspectiva histórica fundamental
centrada en el poder del lenguaje y en el desarrollo de una habilidad
lingüística, como lo es; la escucha activa, desde el lado activo del lenguaje.
Por lo tanto, el reto actual del docente según Héller (1998:34) “Es en
este sentido relevante, el papel que juega la meta cognición, es decir la toma
de conciencia por parte del alumno acerca de lo que está sucediendo en su
mente cuando enfrenta una tarea”. Lo que implica entonces, que los
participantes del hecho educativo deben volcar su energía hacia el espacio
interior, hacia el por qué, para qué se hace lo que se hace, el para qué de lo
que se enseña y aprende.
Desde esta perspectiva, se puede indicar que al trabajar la creación de
conciencia social con la escucha activa y al examinar las condiciones del
escuchar, se convierte no sólo en un aspecto determinado de la vida
humana, sino en un dominio para el aprendizaje y diseño, que contribuirá al
culminar la investigación, a mejorar el clima organizacional grupal de visión
individualista a la colectiva, mejorando las relaciones interpersonales de los
distintos personajes que hacen vida en las organizaciones del conglomerado
social específicamente en el contexto universitario del quehacer educativo.
De igual manera, los logros del proyecto serían productivos, ya que se
busca un ciudadano diferente, crítico, reflexivo, defensor de los valores
humanos, capaz de establecer pertinencia entre el producto del sistema
escolar universitario, la sociedad en la cual ese sistema y los individuos
están inmersos, servir, transformar su mundo, el contexto, internalizando ya
que “la escucha activa” concebirá siempre a la educación, ante todo, como
cuestión de comunicación, de participación activa en el mundo, hacia el
respeto, la humildad, la hermandad, la cooperación, la solidaridad. Como
dijera Rodríguez una educación para la vida, para la creatividad e innovación
o como Bolívar desde la unidad de todos los seres humanos, ya que vacilar
es perdernos entender que formamos parte del ecosistema de vida, no que
somos los dueños, ya que formamos relaciones interdependientes donde la
falla de uno de los elementos es la falla de todo el sistema como tal.
En la actualidad numerosos investigadores están observando y
confrontando la situación de la escucha activa, dentro del proceso de la
comunicación y el lenguaje, ya que en la definición tradicional representa el
lado pasivo enmarcada sin ninguna situación problema, mientras que las
nuevas investigaciones buscan demostrar y otras han demostrado, que
representa el elemento primordial de la comunicación y lado activo del
mismo.
Al respecto Echeverría (1998:142) dice: “mientras mantengamos
nuestro tradicional concepto del lenguaje y comunicación, será difícil que
captemos el fenómeno del escuchar. Incluso no seremos capaces de
desarrollar las competencias requeridas para producir un escuchar más
efectivo.” De igual manera Maturana citado por Echeverría (1998:144)
señala: “El fenómeno de comunicación no depende de lo que se entrega,
sino de lo que pasa con el que recibe.”
En este mismo orden de ideas, se aproxima la interpretación en el discurso
y en las relaciones de interacciones sociales, ya que se da por sentado el
escuchar, pues se considera que lo que se escucha es lo que el otro dijo o quiso
decir y se supone que lo dicho es lo que las personas van a escuchar, pocas
veces nos preocupamos por verificar el sentido que damos a la escucha.
De acuerdo a este planteamiento, cuando la respuesta resulta opuesta
o contraria a lo esperado, debido a que no responde al contexto social de
vida humana y a las coherencias operacionales, se llena esta brecha crítica
con juicios e historias personales propias de su contexto de vida, acerca de
cómo son las otras personas, produciendo problemas todavía más profundos
en la comunicación que precisamente es lo que refiere el escuchar como
lado activo del lenguaje, su importancia fundamental en los distintos
contextos sociales y específicamente en el proceso de interacción en el aula
de clase.
De acuerdo con Echeverría (1998:141): “las personas están empezando
a aceptar que escuchan mal. Reconocen que, a menudo, les es difícil
escuchar lo que otros dicen y que tienen dificultades en hacerse escuchar en
la forma en que desearían”. En efecto, esta situación involucra el proceso de
darse cuenta sobre los factores y las competencias propias en el escuchar
efectiva, la óptica de la interacción como soporte reflexivo e interpretativo de
la comunicación humana, debido a que involucra todos los aspectos de la
forma como las personas entienden lo que se les dice y como se hace
sentido de lo que se dice.
En este sentido, escuchar no consiste solamente en oír palabras, sino
en estar abierto, aceptar y empatizar. Además de tratar de comprender lo
que dice el orador, se debe prestar atención a lo que se percibe, a las
propias emociones, al contexto de quien está hablando. Para escuchar se ha
de ser humilde y detener ese rápido salto a querer dar lecciones a los
demás, algo que se hace muy a menudo. En lugar de eso, es necesario
buscar posibles conexiones en un nivel más profundo, de emociones y
experiencias compartidas.
De esta manera, se plantea según el autor, la dificultad del escuchar,
debido a que no representa sólo el acto de fijar la atención o mirar al
hablante, sino que refiere a un proceso o actividad mental, más compleja que
involucra el acto de saber escuchar al otro, desde el otro mismo; desde la
humildad que refiere brindarle un principio de autoridad, sobre lo que plantea
y dice, dado a que normalmente se supone que para escuchar a otras
personas, solamente se tiene que exponer a lo que dicen, pues según el
mismo autor todo este proceso está implicado en el acto de la interpretación,
ya que no hay escucha sin interpretación, la forma como se hace sentido de
lo que se dice es aspecto fundamental de la escucha activa desde la nueva
concepción del ser humano como ser interpretativo.
Desde esta perspectiva, el aprendizaje humano es tributario de la
competencia para escuchar. Echeverría (2009) afirma “quien no sabe
escuchar inhibe su capacidad de aprendizaje”. Por ello, una de las
competencias claves que requiere promover el proceso de aprendizaje
consiste en desarrollar la capacidad de escucha de los estudiantes, ya que,
es en ella (escucha activa), donde el sistema educativo, universitario tiene
la labor fundamental, pero se requiere de una educación diferente, que
eduque para la reflexión y garantice el acceso a los conocimientos, así
como el desarrollo de las habilidades productoras de las mismas.
De esta forma, la universidad tiene como objetivo final, lograr desde el
punto de vista del estudiante, el desarrollo de su propia interioridad, afirmando
su conciencia personal, su razón de ser para sostener ideales que proporcionen
un sentido y propósito de vida. Este proceso está asociado con la finalidad de
facilitar la creatividad, el desarrollo de la imaginación, el aprender a pensar, la
liberación del pensamiento intuitivo y el estímulo a las capacidades de ingenio
en la búsqueda de soluciones a dificultades nuevas.
Finalmente, durante mucho tiempo, el hecho educativo universitario
dedicó tiempo al estudio de las estrategias y métodos para enseñar bien,
todo regularmente giraba sobre los métodos de enseñar, antes que en los
métodos de aprendizaje, se consideraba que la enseñanza coincidía con el
aprendizaje; interpretación que en la actualidad ha cambiado, pues no
siempre la enseñanza conduce al aprendizaje, que también ciertos
individuos obtienen aprendizaje, sin necesidad de que les enseñen, lo que
ha llevado a centrar la atención del hecho educativo universitario
básicamente sobre el aprendizaje y sus teorías. Una de las capacidades
más valoradas en la era posmoderna pues se ha convertido en el asunto
de todos los días, de cada persona, cada organización.
En este sentido, las mismas, tratan fundamentalmente de los procesos
de adquisición de conocimiento de la mano con el avance de la psicología y
las teorías instruccionales que sistematizan los mecanismos asociados a los
procesos mentales que generan el aprendizaje. De allí que las teorías
educativas buscan comprender e identificar estos procesos, para generar
métodos, estrategias, dinámicas que permitan lograr que la instrucción sea
más efectiva y determinan en qué situaciones estos métodos deben ser
usados en su proceso de ejecución.
Según R. Gagné (1987:09), “las teorías del aprendizaje son las
encargadas de interpretar como ocurre el proceso de aprendizaje desde una
perspectiva interna del individuo que aprende, en términos de lo que ocurre y
como se promueve.” Desde esta óptica, estas teorías se encargan de
observar y estudiar a las personas para explicar cómo ocurre en ellas la
construcción del aprendizaje, desde un espacio interior amplio qué, cómo y
para qué aprende, describiendo siempre cómo se generan y se promueven
estos procesos, que tienen especial referencia con la disposición y
disponibilidad para desarrollar, utilizar el potencial personal en aras del
mejoramiento continuo de nuestra persona y del entorno. De acuerdo con la
teoría del origen socio-cultural de Vygotsky, relacionada a los procesos
psicológicos superiores, ésta se refiere a la forma como los seres humanos
debemos comprender las relaciones entre el aprendizaje, el desarrollo y la
importancia de los procesos de interacción personal.
Por lo tanto, la enseñanza constructivista considera que el aprendizaje
humano es siempre una reconstrucción interior y de manera subjetiva, por lo
que ésta representa una interacción de dimensión social, en donde el
individuo está sometido e inmerso en ciertas situaciones, dado a que la
realidad contextual del aprendiz no es modelable sino interpretada, ya que
responde a la percepción e interpretación del sujeto.
En consecuencia, Echeverría (2010:42) explica: “el aprendizaje
transformacional, plantea el cambio del observador, modifica aspectos que
aparecen asociados a nuestra particular forma de ser.” Dentro de este
contexto el autor plantea el modelo O.S.A.R. Observador, Sistema, Acción y
resultados, para este tipo de aprendizaje, pues con la misma procura explicar
que no basta cambiar sólo la percepción e interpretación del observador, su
acción, sino que requieren de ser evaluados en función de los resultados que
alcanzamos con ellas, por lo tanto, el cambio del observador resulta
insuficiente, sino se logra cambiar el sistema del cual este observador forma
parte, coloca el énfasis en la vida, destaca la significancia de las relaciones,
la satisfacción, el bienestar y la felicidad.
Desde esta perspectiva, el aprendizaje humano es tributario de nuestra
competencia para escuchar. Echeverría (2010: 62) manifiesta “quien no sabe
escuchar, inhibe su capacidad de aprendizaje”. En este orden de ideas se
puede deducir que una de las competencias claves en el aprendizaje
humano está referida a desarrollar habilidades para la escucha de los
aprendices, de igual manera para los docentes quienes requieren romper
con los ejes tradicionales del diseño de instrucción para entender la relación
entre el aprendizaje y la escucha, debido a que es imprescindible colocar en
cuestión, la interpretación de la interacción tradicional, de ahí que es
importante en el proceso más que mirar las respuestas, el desarrollar la
formulación de preguntas que rompan con el disciplinamiento, la
domesticación y permita el desarrollo de una conciencia crítica e innovadora.
Al respecto Echeverría (2010:64) propone: “podemos vivir a partir de
respuestas ya ofrecidas o podemos optar por una vida guiada por preguntas
y la búsqueda de nuevas respuestas”. Según lo anterior, es de hacer notar
que dentro del sistema formal de aprendizaje actual se requiere de una dosis
que permita desarrollar habilidades en los participantes para la reflexión, el
amor, la humildad, a fin de ser personas y seres humanos diferentes con
destrezas que permitan el manejo de la comunicación eficaz, la empatía, así
como la apertura al cambio constante.
En este sentido, de acuerdo con el Modernismo el pensamiento es una
actividad interpretativa que plantea cómo el sujeto actúa en las interacciones
referidas a la realidad, con el propósito de establecer relaciones significativas, lo
que quiere decir que es producto de concordancias y consentimientos entre
individuos que viven hasta el fin relaciones sociales particulares de raza
y género determinadas por la cultura y contextos específicos.
Asimismo, se considera la visión de la cognición situada, que apunta
hacia el logro de actividades que desarrollen habilidades de pensamiento
creativo, aplicando los conocimientos en la resolución de problemas de la
vida real como prácticas coherentes, simulativas, con dinámicas grupales,
que reten la innovación para generar procesos significativos.
Dada las situaciones antes planteadas, desde la perspectiva socio-
cultural y sociocognitiva, el aprendizaje es interpretado en términos de la
modificación y adquisición de estructuras de conocimiento. La conducta
entonces es vista como manifestación de cambios que operan internamente
en el individuo, interpreta el aprendizaje como un proceso activo, donde el
individuo acomoda progresivamente piezas de información, convirtiéndose
así en constructor de su propio conocimiento; el mismo es visto, no como
cosa estática para ser acumulado sino como una entidad en permanente
construcción y en constante interrelación con su contexto social, el cual es
modificado en la medida que el aprendiz internalice el sentido de pertinencia
hacia un sistema de vida en constante interacción, sobre la base de que la
realidad no es modelable sino interpretada.
Saber escuchar es uno de los principios más importantes y complejos
del proceso comunicativo. Actualmente, se está expuesto a un sinfín de
estímulos, provenientes de diversas fuentes y puede resultar complicado
tratar de afrontar las diferentes exigencias del entorno. Todo esto puede
mermar la comunicación, en concreto, además puede afectar a la forma de
atender y escuchar a los demás. Uno de los motivos más frecuentes de los
problemas de comunicación interpersonal es precisamente que no se
escucha adecuadamente a los demás (y en algunos casos, directamente
ignoramos al otro). Algunas personas están más pendientes de las propias
emisiones, esta necesidad propia de comunicar, hace que se pierda la
esencia de la comunicación, es decir, poner en común, compartir con los
demás.
Podemos pensar equivocadamente que se escucha prácticamente de
forma automática, pero esto no es así, escuchar requiere un esfuerzo
superior al que se hace al hablar y también del que se ejerce al escuchar sin
interpretar lo que se oye. La escucha activa significa escuchar y entender la
comunicación desde el punto de vista del que habla. Según esta
interpretación escuchar requiere un esfuerzo, una buena disposición por
nuestra parte. La escucha activa comprende respeto, comprensión y empatía
con el interlocutor. En la escucha no activa, se rebate los argumentos del
otro como norma, se corta a quien está en posesión de la palabra para
exponer nuestro argumento, intentamos imponer nuestro criterio,
contraponemos nuestra historia frente a la del otro y el resultado final es que
la conversación pierde su dimensión constructiva.
En este sentido, la escucha activa es aquella que:
representa un esfuerzo físico y mental para obtener con atención la totalidad del mensaje interpretando el significado correcto del mismo, a través del comunicado verbal, el tono de voz y el lenguaje corporal, indicándole a quien nos habla, mediante la retroalimentación, lo que creemos que hemos comprendido… (Ortiz 2007:13)
En relación con este planteamiento, es necesario entender con
detenimiento que la escucha activa demanda que nos introduzcamos en la mente
de quien nos habla e interpretemos el mensaje desde su punto de vista,
centrando toda la atención en captar, comprender el comunicado, los
pensamientos y las emociones de nuestro interlocutor, está más allá del acto
simple de oír, en ella se condensan una multitud de factores referidos a la
interpretación de la interacción hablante oyente, pues ambas partes requieren de
una dosis de atención para reflejar lo interpretado por el oyente y su aproximación
a lo que quiso decir el orador, es a partir de la realimentación, donde ambos
interlocutores en el intercambio de roles refieren los acuerdos que permiten
verificar lo dicho por el orador, lo interpretado por el oyente en los diversos planos
en que se manifiestan en el intercambio de roles.
Sobre la base de las ideas expuestas, el proceso de escucha activa es
una serie de actos encadenados lógicamente para obtener la totalidad del
mensaje, interpretando el significado correcto del mismo. Se compone de
seis fases: preparación, posición y mirada, reforzador al interlocutor,
observar el lenguaje no verbal, obtener las ideas principales y
retroalimentación.
- Preparación, nos disponemos mental y físicamente para prestar atención
necesaria durante la interacción.
- Posición y mirada, a lo largo de la conversación o diálogo se presentará
una posición adelantada, avanzando el cuerpo desde la cintura y se mirará
fijamente a los ojos de quien habla. Además respetando la distancia con el
interlocutor teniendo en cuenta el tipo de relación que se tiene con él.
- Reforzar al interlocutor, refiere a una serie de técnicas, para demostrar al
interlocutor que se presta atención, entre ellas, el refuerzo positivo, la
paráfrasis, la reformulación, la ampliación, la pregunta y respuesta.
- Observar el lenguaje no verbal, durante el proceso de escucha activa
observaremos su lenguaje no verbal, es decir, sus gestos corporales, sus
expresiones faciales y sus características de la voz, tales como el tono, la
intensidad y el ritmo.
- Obtener las ideas principales, detectar las palabras claves, permitirá la
construcción del mensaje emitido por el interlocutor.
- Retroalimentación, finalmente mediante la retroalimentación, se transmitirá
al interlocutor el resumen del mensaje que se ha escuchado y la
interpretación de acuerdo con los consensos y disensos establecidos durante
el proceso, así como con los distintos intercambios de roles.
De esta misma forma, se establece la importancia de la disposición de
la apertura hacia los otros, como el aspecto fundamental del fenómeno del
escuchar, debido a que, se establece el principio de humildad y respeto,
pues esta apertura permite relaciones humanas genuinas, cabe destacar que
incluye el reconocimiento para aceptar y permitir un principio de autoridad en
algunas relaciones significantes que están en contra, al respecto Gadamer
(1984:324) manifiesta:
En las relaciones humanas, lo importante es... experimentar el tú como realmente un tú, lo que significa, no pasar por alto su planteamiento y escuchar lo que tienen
que decirnos. Para lograr esto, la apertura es necesaria. Pero ella existe, en último término, no sólo para la persona que uno escucha, sino más bien, toda persona que escucha es fundamentalmente una persona abierta. Sin esta clase de apertura mutua no pueden existir relaciones humanas genuinas. El permanecer juntos siempre significa, también, ser capaces de escucharse mutuamente. Cuando dos personas se entienden, ello no significa que una “entiende” a la otra en el sentido de “escrutarla”. De la misma forma, escuchar y obedecer a alguien no significa simplemente que nosotros accedamos ciegamente a los deseos del otro. A una persona así la llamamos esclavo. La apertura hacia el otro, por lo tanto, incluye el reconocimiento de que debo aceptar algunas cosas que van en mi contra, aun cuando no haya nadie que me lo pida… (Gadamer 1984:324)
De igual manera explica la importancia de la escucha en las relaciones
humanas y en la interacción con el conglomerado social, ya que involucra romper
con los monólogos de la comunicación intrapersonal, cuando miramos a la otra
persona y la atendemos pero en realidad sólo estamos escuchándonos a
nosotros mismos a nuestros principios y criterios que dan realidad a nuestro
existir, sin importar los principios que dan realidad al existir de otro, la misma
indica que para que la escucha sea efectiva debemos estar dispuestos a la
apertura, establecer un principio de autoridad al otro, abrirse al otro, al cambio por
efecto del comportamiento del otro, sin establecer juicios o criterios personales,
involucra siempre un principio de comprensión e interpretación.
Escuchar es interpretar sin obedecer ciegamente a las
explicaciones del otro, es un espacio para el discernimiento de ideas en
interrelaciones mutuas, que incluye que se debe aceptar algunos tópicos
y situaciones que difieren o que van en contra, es el espacio para el
darse cuenta, es decir, la toma de conciencia por parte de él o ella,
acerca de lo que está sucediendo en su mente cuando enfrenta una
tarea o situación determinada en su contexto social de vida.
No hay escucha si no hay involucrada una actividad interpretativa. Aquí
reside el aspecto activo del escuchar, ante esta situación la escucha en el
lenguaje requiere estar fundada por un lado en la humildad, en el que
sabemos limitados y precarios y por otro lado, en un respeto que se acepta
la posibilidad de que él o ella pueden mostrar algo nuevo, la falta de respeto,
la no valoración del otro, cierran la posibilidad de la apertura de la escucha
activa.
La empatía según Gil'Adi, D. (2000:56-57) “es una habilidad
esencial en nuestras relaciones interpersonales, entender a la otra
persona identificando sus emociones y sentir como si fuésemos la otra
persona, teniendo muy en cuenta el como sí. Es caminar un kilómetro en
sus zapatos”. Desde esta forma de ver al otro, se plantea el entender la
escucha como un proceso que involucra cambios basados en el respeto,
la humildad, la convivencia honesta y el deseo de interpretar al otro con
un mínimo de autoridad para mostrarnos algo nuevo que desconocemos,
sobre la base de la experiencia del otro, pues es desarrollar intimidad y
apertura en las relaciones interpersonales.
Así mismo, manifiesta Gil’Adi, D. (2000:57)”la escucha requiere,
primordialmente, estar interesado en saber sobre la otra persona y sus
percepciones”. Es debido a esta situación que se debe y se ha de querer
reflexionar sobre lo que se está diciendo, en tanto que un buen escucha
mira al que habla a los ojos, afirma y se mueve hacia el que habla,
reforzando para que continúe presentando su situación, evitando
presentarle juicios basados en sus experiencia personal, a menos que
algunas referencias específicas sean requeridas por el que habla, sólo
entonces compartirá opiniones, experiencias o sugerencias.
Un buen escucha corrobora a través de preguntas de aclaración
cuando las cosas no están claras. Es importante inferir sobre lo que
escuchamos, ya que no es fácil escuchar atentamente todo el tiempo,
nuestra concentración escasamente alcanza unos 15 a 20 minutos en los
más desarrollados, en tanto que un buen escucha necesita responder
haciendo ver al que habla que está siendo atendido.
Según Echeverría (1998:146) “al escuchar se genera un mundo de
interpretaciones”. El acto de escuchar siempre implica comprensión y por lo
tanto interpretación, por lo que cuando se escucha, no es solamente
palabras, se escucha también acciones elementos claves, debido a que
involucra todos los aspectos de la forma como las personas entienden lo que
se les dice y como hacemos sentido de lo que se dice. La interacción docente
estudiante se manifiesta en la reflexión de la acción recíproca, pues el
estudiante reflexiona acerca de lo que oye, escucha decir o ver al docente así
como su propia ejecución. Por medio de la interpretación de los conocimientos
previos el docente se pregunta lo que el estudiante revela en cuanto a
conocimientos o dificultades en el aprendizaje, y piensa en las respuestas más
apropiadas para ayudarle mejor por lo que la calidad del aprendizaje estará
regido por las habilidades y disponibilidad del docente para adaptar su actividad
académica a las necesidades cambiantes del participante.
En este sentido Chon citado por Díaz-Barriga (2006:18) resalta la
“enseñanza a través de la reflexión en la acción”. Desde esta perspectiva
manifiesta que el diálogo entre el docente y el estudiante es condición básica
para un aprendizaje práctico reflexivo; además que en la interacción se
transmiten mensajes entre los participantes en forma verbal como en la forma
de ejecutar.
De acuerdo con este modelo de interacción práctico reflexivo, se requiere
de un docente dinamizador, observador y abierto a los diferentes cambios que
rigen la vida social, donde la innovación y la creatividad constantemente están
tocando las puertas de las aulas universitarias, se requiere motivar de forma
conveniente al estudiante, ofrecerle experiencias educativas pertinentes,
estableciendo una relación de enseñanza recíproca autorreguladora por lo que,
si los educadores se lo proponen, pueden llegar a sistematizar el conocimiento
en la acción, desarrollar nuevas formas de compresión que contribuyan a
formular interrogantes sobre la práctica y recoger sus propios datos para darle
respuesta a las dificultades que constantemente surgen en los procesos de
aprendizaje.