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El aceite fue traído a Occidente por los fenicios en los orígenes de la
colonización fenicia, en torno al año 1000 a.C. Antes, lo que había era el
acebuche.
El naturalista latino Plinio el Viejo, en su Historia Natural recoge la noticia,
sacada de Fenestella, latino de segundo orden, autor que vivió en época de
Augusto (-24-14), de que Italia, Hispania y también África, no tenían olivos
cuando reinaba Tarquinio Prisco, es decir, el año 173 de la fundación de
Roma y que ahora ha llegado, igualmente, al otro lado de los Alpes, a las
Gallias y al interior de las Hispanias. Este dato es de gran valor por haber
sido Plinio procurador de la provincia tarraconense y estar bien informado de
sus cosas y haber usado archivos estatales.
En el año 146-145 a.C., Viriato cruzó el Tajo y acampó en una sierra con
olivos, consagrada a Venus, que el hispanista A. Schulten cree que debe ser
la Sierra de San Vicente, junto a Talavera de la Reina (App. Ib. 64). En el año
146 a.C. (App. Ib. 66) Viriato ocupó el monte dedicado a Venus y logró batir a
Quincto, que era pretor de la Provincia Citerior, y obligándole a retirarse a
Córdoba. Este texto indica que a mediados del s. II a.C. había olivos en el
centro de Hispania.
El olivo se cultivaba en Hispania y se exportaban ya grandes cantidades de
aceite a Roma en tiempos de Augusto, según el testimonio de Estrabón en el
libro III de su Geografia, dedicado a Hispania (III.2.6), que escribe de
Turdetania, la Bética de los romanos: Se exporta trigo, mucho vino y aceite;
éste, además, no sólo en cantidad, sino en calidad insuperable.
Hispania va a ser la gran exportadora de aceite de calidad a Roma y al
Imperio, desde Augusto hasta el s. IV inclusive.
El geógrafo griego recoge otras alusiones al aceite de Hispania, como es que
en el estero superior del Tajo hay una isla de aproximadamente 30 estadios
de larga y otro tanto de ancha, con olivos y vides. El uso del aceite lo
menciona Estrabón (III.3.6) entre los pueblos del norte del Duero.
Todos los habitantes de las montañas del norte de Hispania, en lugar de
aceite usaban manteca (Str. II.3.7). No se cultivaba el olivo. Una última cita
se lee en Estrabón (III.4.16). En ella se afirma que el olivo crece cuantioso en
las costas ibéricas que bordean el Mediterráneo y el Atlántico. Al cambio de
Era, el olivo se cultivaba en toda la costa mediterránea y atlántica, salvo en el
Cantábrico.
Plinio, en su Historia Natural, recoge algunas noticias sobre la producción del
olivo en Hispania.
Utiliza el testimonio de Varrón, que estuvo en Hispania durante la Guerra
Sertoriana (80-72 a.C.) y durante la Guerra Civil entre César y Pompeyo, de
que las habas y las legumbres, metidas en tinajas llenas de aceite y cubiertas
con paja, se conservan durante largo tiempo (NH. XXIII.306). En su laus
Hispaniae (NH. XXXVII.203), afirma que Hispania abunda en aceite.
En la Historia Natural también se mencionan los olivos. Recoge la afirmación
de Timeo de que la mayor isla de Cádiz fue llamada Cotinusa por sus olivos
(NH. IV.120). La abundancia de olivos favorecía la multiplicación de los
enjambres de abejas (NH. XI.18). El suelo cascajoso favorecía mucho el olivo
(NH. XVII.166). En Augusta Emerita se producían unas aceitunas muy dulces
(NH. XV.17) que se comerían en la mesa.
Marcial, el satírico hispano de la segunda mitad del s. I, en uno de sus
Epigramas (V.16.7), menciona que “muchísimos marineros transportarían
para mi barriles de aceite de Hispania”. Se alude a un gran transporte de
aceite a Roma a finales del s. I. Marcial (XII.13.1) afirma del aceite de
Córdoba que es de mejor calidad que el de Venafro, en Italia, y el de Istria, lo
que probablemente es verdad.
El célebre médico Galeno, que nació en Pérgamo en 129 y murió en Roma
en 199, en su tratado De sanit tuenda, III.6.5, recomienda que el enfermo en
ciertas enfermedades, no debe tomar manjares con aceite de Hispania,
porque se prensan las aceitunas blancas y sin madurar. El aceite hispano se
utilizaba también como medicina.
Pausanias, que vivió en el s. II y escribió una Descripción de Grecia
(X.32.13), escribió que el aceite que se coge en el campo de Titorea es
menos que el del Ática o Sicionia, pero su color y gusto supera al ibérico y al
de la isla Istria.
Apicio, gastrónomo de época de Tiberio (41 a.C.-37), escribió De re
coquinaria. Menciona que el aceite hispano era de calidad superior. La
afirmación es de valor por proceder de un gastrónomo.
Ausonio, el célebre rector de Burdeos (310-395), en su Eclogarum libri XXV,
agradece a su hijo que le enviase aceite de Hispania, lo que indica que era
de mejor calidad que el galo.
Claudio Hermero, hacia el 400, tradujo al latín Mulomedicina Chironos, obra
de un autor griego desconocido (256.14; 259.26). Menciona en ella el aceite
hispano como medicamento, lo que confirma que era utilizado como tal en
Oriente.
El médico africano Cassio Félix, escribió en 447 un tratado, De medicina, en
el que habla de 82 enfermedades y de sus medicamentos (5.1; 12.7; 25.15;
98.8; 134.12; 150.9; 166.2; 175.2), entre los que menciona el aceite hispano.
El Corpus Hippiatricorum Graecorum, que recoge exceptas de veterinarios,
principalmente del s. IV (161.19), cuenta entre ellas el aceite hispano.
Marcelo Médico, que vivió bajo los emperadores Teodosio I (379-395) y
Teodosio II (408-450), escribió un formulario farmacéutico, dee medicamentis
liber. Menciona el aceite hispano en una receta contra la afección hepática
(XXII.4).
Flavio Vegecio Renato, hacia el 427, en su Digesta artis mulomedicinae
(I.44.5), cita el aceite hispano en una receta.
La Geoponica, es una crestomatia agronómica del emperador bizantino
Constantino Porfirogeneta, del s. X, que remonta a una obra de cassiano
Basso Scholastico, autor desconocido del s. VI (IX.26), contiene una receta
que consistía en una decocción del aceite común con algunos añadidos y se
puede fabricar con un producto parecido al renombrado aceite hispano.
Esta receta prueba que el aceite hispano, todavía en una fecha tan avanzada
como el s. VI, se continuaba utilizando en medicina.
Una última mención del aceite hispano cabe recordar en la Tarda Antigüedad.
se encuentra en el Corpus glossariorum latinorum (III.218.55). Se menciona
el aceite hispano, lo que indica que se cultivaba en Hispania y que se
exportaba al Oriente.
La Arqueología y el aceite. Los mosaicos
En los mosaicos hispanos hay algunas representaciones de olivos. Así, en un
mosaico de Tarragona fechado en el s. III, el busto del invierno se encuentra
entre dos ramos de olivo1. Un cesto lleno de aceitunas se encuentra en
varios mosaicos hispanos de Baco2, de finales del s. II o de comienzos del s.
III, en Córdoba; de Eros y Psique, de finales del s. III3, también de Córdoba, y
1 G. López Monteagudo, “El aceite en el arte antiguo”, J.M. Blázquez Martínez, J. Remesal Rodríguez, Estudios sobre el Monte Testaccio (Roma). IV. 2007, 433-550. 2 J.M. Blázquez, Mosaicos romanos de Córdoba, Jaén y Málaga, Madrid 1981, lám. 13; G. López Monteagudo, op. cit. 456. 3 J.M. Blázquez, op. cit., lám. 9; G. López Monteagudo, op. cit., 456.
el de la caza del jabalí de la villa de El Hinojal, en Mérida, ya del s. IV4.
Córdoba era una zona productora de aceite.
En el mosaico del Calendario de Fraga, Huesca, s. IV, un altar con vela
encendida está adornado con una rama de olivo5. La alegoría de Hispania en
el mosaico de una casa de Córdoba, de finales del s. II o de comienzos del s.
III, va coronada con una corona de olivo, que es el símbolo de la riqueza de
la Bética6. En un mosaico de Écija del s. II, una figura alegórica, sentada, con
cornucopia llena de frutos en el brazo izquierdo y un ramo de olivo levantado
en el brazo derecho7, decora el centro del mosaico.
Écija, Colonia Augusta Firma Astigi, era una zona productora de aceite. En un
mosaico hallado en Córdoba, datado en la segunda mitad del s. IV, la
representación del verano está colocada entre un olivo y un ramo de olivo,
símbolo de la riqueza de la zona8.
Edictum sacrum de re olearia
En Cástulo ha aparecido el comienzo de una ley olearia, probablemente de
época de Hadriano. Como el encabezamiento es el mismo que el de una ley
de Atenas, se ha discutido mucho entre los investigadores si en Cástulo se
aplicaría la misma ley que en Atenas, que se conserva íntegra. F. Martín,
autoridad máxima en este tipo de documentos, cree que no9. Lo mismo opina
4 A. Blanco Freijeiro, Mosaicos romanos de Mérida, Madrid 1978, láms. 98, 108; G. López Monteagudo, op. cit., 456. 5 D. Fernández Galiano, “El calendario romano de Fraga”, BSAA 52, 1986, 163-104, lám. IV.2; Id., Mosaicos romanos del Convento cesaraugustano, Zaragoza 1987, lám. XXXV.1-2; G. López Monteagudo, op. cit., 463-464, fig. 66. 6 G. López Monteagudo, op. cit., 468-469, fig. 74. 7 G. López Monteagudo, “El aceite en el arte antiguo”, 470-473, fig. 75. 8 G. López Monteagudo, “El aceite en el arte antiguo”, 179, fig. 88. 9 A. D’Ors, R. Contreras, “Nuevas inscripciones romanas de Cástulo”, AEArq 29, 1956, 118-127; A. D’Ors, “El conjunto epigráfico del Museo de Linares”, Oretania 5, 1963, 84-86; F. Martín, “De re olearia: la ley ateniense de Adriano y el rescripto de Cástulo”, J.M. Blázquez Martínez, J. Remesal
J. Remesal. Se trataría de un rescripto de Hadriano, respondiendo a alguna
petición relacionada con el aceite.
El aceite en los sarcófagos
En un sarcófago de Ampurias, hallado en la necrópolis de la basílica cristiana
situada al norte de la Necrópolis, datado a finales del s. III o a comienzos del
s. IV, la tapa va decorada con dos escenas agrícolas relacionadas con el
otoño y el invierno. En el lado izquierdo se representan putti vendimiando, y
en el derecho la molturación de la aceituna por varios personajes masculinos
vestidos con túnicas cortas, que recolectan la aceituna echándola en altos
cestos. Unos están de pie y otros subidos en escaleras, cogiendo el árbol
mediante el sistema del ordeño. Transportan los frutos en cestos a la
espalda; dos mueven los brazos del anillo giratorio, trapetium, en el que
molturan las aceitunas para obtener el aceite.
Comenzando por la izquierda, se representa la recolección, a mano, de la
aceituna, por dos personajes: uno de pie y otro subido a una escalera, debajo
de la cual un compañero sostiene un cesto colocado en el suelo. Otro
personaje se dirige hacia la derecha transportando un canasto sobre el
hombro derecho. Otro, de pie, coge la aceituna del árbol. La escena termina
con la molturación de la aceituna en un molino giratorio10.
Sistema y administración
En los últimos decenios se ha avanzado mucho en el conocimiento de todo lo
referente al aceite bético, gracias a los últimos estudios. Se ha prospectado
Rodríguez, Estudios sobre el Monte Testaccio (Roma), Barcelona 2001, 475-486; J.J. Sayas, “La ley de Adriano sobre el aceite bético. Consideraciones económicas y problemas adicionales”, producción y comercio del aceite en la Antigüedad, 441-464. 10 G. López Monteagudo, “El aceite en el arte antiguo, 485-486, figs. 96-97.
ampliamente la región productora de aceite, la Bética, conociéndose un
centenar de yacimientos que producían las ánforas que contenían el aceite.
Estas ánforas se marcaban con sellos y grafitos. Llevaron el aceite bético a
todo el Imperio, llegando hasta la India. Las 25 campañas de excavaciones
efectuadas en el Monte Testaccio de Roma, monte artificial hecho con las
ánforas, en su mayoría béticas (figs. 1-3), por J.M. Blázquez y J. Remesal y
su equipo, han ampliado todo lo relacionado con el aceite bético. En estas
ánforas de Roma, además de los sellos y de los grafitos, se escribían los tituli
picti (fig. 4), que aportan nuevos datos y, principalmente, la datación consular.
Por vez primera se tienen dataciones seriadas y abundantes.
El Monte Testaccio es el único archivo fiscal de todo el Mediterráneo antiguo.
Los datos van desde el 60 a.C. al 260. La zona productora de aceite es la
comprendida entre Hispalis y Corduba. En Jaén se han descubierto molinos
de aceite romanos, lo que indica, además del Edictum sacrum de re olearia,
que era una región aceitera.
El Betis era navegable hasta Córdoba, y con barcazas hasta Cástulo, donde
se ha descubierto el puerto fluvial. El río Betis estaba lleno de canales que
facilitaban la navegación. La margen derecha del Betis, montañosa, era la
región minera, y la izquierda, por donde pasaba la calzada romana, la
productora de aceite. La calzada unía las cuatro capitales de los conventus,
Corduba, Astigi, Hispalis y Gades. La zona delimitada por el triángulo
Corduba, Astigi e Hispalis era la región aceitera por antonomasia. El rescripto
imperial De re olearia prueba que la región aceitera se extendía hasta
Cástulo.
Unos tituli picti descubiertos en el Monte Testaccio mencionan Fisci rationis
patrimoni provinciae tarraconensis deben referirse a Cástulo. En Aurgi, Jaén,
se han recogido piezas de época de Augusto11. Prensas de aceite se han
encontrado también en Antequera.
Se carece de datos sobre el cultivo del olivar. Sería con esclavos del dueño
de la finca o de hombres libres asalariados. También se ignora si para la
recolección de la aceituna acudían obreros de otras regiones. Tampoco se
tienen datos sobre el rendimiento del olivo.
El olivo se cultivaba en terrenos cascajosos. J. Remesal calcula el
rendimiento en siete libras por árbol y por año. Se ha calculado que las
ánforas del Monte Testaccio representan la mitad de la dieta alimenticia de
un millón de personas durante 250 años, seis millones de libras al año; si a
esto se suma todo el material perdido a lo largo de los siglos en el Monte
Testaccio y todo lo exportado a Gallia, Britannia, Germania, Raetia y a otros
lugares, y se añade el aceite destinado a la iluminación, a la higiene en el
baño y a la farmacopea, se concluye que la producción de aceite en la Bética
fue fabulosa.
La annona imperial era el principal consumidor del vino y aceite hispano, es
decir, la población de Roma y el ejército del limes europeo. Unas
inscripciones de Roma mencionan a comerciantes de aceite béticos:
negotiatores olearii ex Baetica (CIL, VI.1625b), L. Marius Phoebus, mercator
olei hispani ex provincia Baetica (CIL, VI.1935), C. Sextius Regulianus,
diffusor olearius ex Baetica, que traficó en Lugdunum (CIL, VI.29722).
Posiblemente traficaba en negocios aceiteros el mercator cordobés M. Fabius
libertus Trium Marcorum, establecido en Narbona (AE, 1916.41). El sur de la
Gallia atrajo a bastantes hispanos, posiblemente dedicados al comercio, pues
en Nîmes existía una regio hispana (CIL, XII.3363). Un prototipo de
11 J.J. Serrano Peña, “Consideraciones sobre la producción de aceite en el alto Guadalquivir. El caso de Aurgi”, AEArq 77, 2004, 159-176.
comerciantes en aceite es la familia de los Aelii Optati, procedentes de la
Gallia y establecidos en la Bética en el s. II.
La investigación moderna, desde el s. XIX, prestó atención al aceite bético.
En el s. XIX, el inglés G. Bonsor prospectó Córdoba, Écija y la
desembocadura del Betis. En los años 60 del pasado siglo, M. Ponsich
prospectó sistemáticamente toda la Bética. Estos trabajos han sido seguidos
por los de G. Chic y, principalmente, por J. Remesal, al que se debe la
excavación del Monte Testaccio. E. Rodríguez Almeida estudió el material
conservado en los museos de Roma. Otros investigadores han sido los
hermanos Barea, J. Solís, J. Moros y el equipo de J. Remesal.
Los alfares se han localizado en las orillas de los ríos Betis y Genil. J.
Remesal distingue entre alfarerías situadas en terrenos públicos, cuya
gestión podía alquilarse a un conductor, y las alfarerías ubicados en terrenos
privados, que podían estar gestionados por los dueños de las fincas o
alquilados, igualmente, a un conductor. El negocio del alfarero era vender
ánforas a los productores de aceite de las fincas. Las ánforas se fabricaban
durante todo el año. Un ánfora hallada en Worm, datada en el s. III, lleva los
nombres de los dos Iunius Melissus y de Iunia Melissa, el nombre de un
lugar, F(iglina) Paterni, de la alfarería de Paterno, y el nombre del alfarero,
Vener F(ecit). Los tria nomina indican que se trata de personas libres.
J. Remesal ha estudiado el funcionamiento de la figlina Virginensis, en la que
se produjeron ánforas para el propietario del fundus virginensis, seguramente
el individuo se llamaba Virginius o Verginius. Los sellos de este yacimiento,
datados en el s. II, llevan los tria nomina QVCVIR Q(intus) V(irginius) o
Verginius C(---) [figlina] NIR(giniensis). Se conocen de la misma fecha otros
sellos que representan, en opinión de J. Remesal, cinco unidades de
producción al interior de la alfarería, posiblemente cinco hornos o cinco
cuadrillas de alfareros, seguramente esclavos del propietario. A partir del 179
cambió el sistema del sellado. Aparece otro nombre representado por duo
nomina y por otros cinco cognomina de carácter servil. J. Remesal propone
que el nombre sería el del heredero de las propiedades, algunos de cuyos
esclavos fueron liberados a la muerte del dueño. El nuevo propietario cambió
el sistema de producción.
Con el nombre de Larius Iuventus Albinus y de otros miembros de su familia
se sellaron muchas ánforas producidas en Malpica, sellos encontrados en el
Monte Testaccio y en otros lugares de Europa. Este personaje pertenece a la
élite local. Fue elegido patrono del municipio en agradecimiento a los favores
concedidos, y participó también en el comercio.
El caso más famoso, según J. Remesal, es el de los Fulvii de Arva (Alcolea
del Río). Las ánforas llevan su nombre y participó en el comercio. Quintus
Fulvius Carisianus debió ser uno de los personajes más famosos del s. II,
pues fue patrono del municipio y Pontífice. La inscripción se la dedicaron las
centurias, que tenían carácter agrícola. Se desconoce si son propietarios o
arrendatarios y la relación con Fabius Carisianus, que era el propietario de
las tierras o si sólo era el que comerciaba la producción de los propietarios o
colonos.
Los Iulii Alfi Thesei, conocidos por los tituli picti b del Monte Testaccio, se
dedicaban al transporte y al comercio del aceite bético.
El alemán H. Dressel fue el primero que sostuvo, en el s. XIX, que las ánforas
del Monte Testaccio procedían de la Bética. E. Rodríguez Almeida indicó que
el Monte comenzó en la época de Augusto. Era de forma piramidal (fig. 5) y
se colmató en torno al 149 a.C. Al oeste se añadió otro depósito adyacente
que pervivió hasta el 224. Al este del primero, en la segunda mitad del s. II,
se añadió otro depósito al primero.
Las excavaciones realizadas en el Monte Testaccio desde 1989 han
permitido a J. Remesal matizar la distribución del Monte. Se creaban hiladas
de ánforas enteras, a las que se cortaba el pie y se rellenaban con
fragmentos de otras ánforas (fig. 6). A su espalda se colocaban los
fragmentos de otras ánforas. Después se formaba otra hilera de ánforas
como la primera, retranqueada. Este proceso se repetía varias veces
formando un muro de ánforas que formaba un talud. De este modo se
crearon plataformas superpuestas. Se levantó una pirámide escalonada.
Los tituli picti b de las ánforas, son los nombres de los personajes
relacionados con el comercio o el transporte del aceite. Algunos personajes
trabajaban al mismo tiempo en varios oficios. Eran negotiatores, mercator,
navicularius o difusor olearius. A este respecto, J. Remesal recuerda a
Herennuleius Cestius, que se presentó como negociante en vinos y
comerciante de todo género de productos transmarinos. Un mismo individuo,
pues, podía desempeñar diferentes funciones al mismo tiempo.
Los navicularii son los transportistas que transportaban productos para la
aunnona y recibían un pago, vextura.
Los diffussores eran un cargo relacionado con el aceite bético. Su función
queda clara en una inscripción de Hispalis, de Iulius Hermesianus, diffussor
oleariis de aunnonam Urbis. J. Remesal ha propuesto que los diffussores
eran los encargados de recoger los tributos pagados en aceite.
El aceite se transportaba en odres desde las alfarerías, que servían de
embarcaderos. En abril se exportaría a Roma. Se pesaban las ánforas en
vacío. Se anotaba sobre ellas la tara. Se llenaban de aceite y se pesaba el
contenido; se anotaba en el titulus g. El control fiscal, tituli d, testificaba que el
contenido del aceite era el apuntado. Se anotaba el nombre del lugar,
probablemente el embarcadero, y finalmente, la datación consular. Se
anotaba además el nombre del transportista o del comerciante. Estos datos
quedaban en una copia escrita.
Los barqueros, lintrarii, se organizaban por municipios. Los barqueros de
Naeva (Quintanilla, Sevilla), Odulia (Losa la Vieja (?), Sevilla) y Canama
(Alcolea del Río, Sevilla), consagraron una inscripción a Cayo Aelio Avito,
patrono de todos los lintrarii. Estaban organizados en una corporación
profesional. Se desconoce si en cada municipio existía una corporación o
varias. Una inscripción de principios s. III menciona a Ireneo, esclavo del
emperador, que era dispensator del puerto de Ilippa (Alcalá del Río, Sevilla),
al servicio del de la Bética. Se supone que en cada puerto municipal existía
un dispensator, un administrador que controlaba el paso de las mercancías o
que recogía los impuestos.
Los scapharii eran otra corporación de barqueros, siempre relacionados con
Hispalis en las inscripciones. Parece que eran las tres asociaciones
diferentes, o que una englobaba a todas. Tampoco se conoce si operaban
sólo en Hispalis o subían el Betis. Los scapharii se relacionan siempre con el
emperador o con sus agentes. Los scapharii Romulae negotiantur dedicaron
dos inscripciones a Antonino Pío y a Marco Aurelio, posiblemente en
agradecimiento por favores recibidos, ya de tipo administrativo, o por las
mejoras del puerto en la navegación por el Betis.
Otra inscripción de los scapharii Romulae consistentes está dedicada a Lucio
Castricio Honorato, primus pilus, un militar. Los militares funcionaban como
técnicos en la infraestructura. Su función, en opinión de J. Remesal, debió
relacionarse con problemas administrativos, pues los consagrantes de la
inscripción le felicitan por su inocencia y su justicia. Este autor relaciona su
presencia en Hispalis durante la guerra marcomana. Su función consistiría en
buscara suministros para las guerras.
La inscripción de los scapahrii hispalenses, dedicada a Sexto Julio
Possessor, ha sido muy estudiada. Desempeñó los cargos de procurator
augustorum ad ripam Baetis, o sea, procurador de los emperadores Marco
Aurelio y Vero, encargado de las orillas del Betis. Se fecha la inscripción en
169. Sólo se conoces otra mención de este cargo, por lo que se supone que
estaba desempeñando una función extraordinaria. Se desconoce en qué
consistía su función. Unos investigadores suponen que fue a la Bética a
repasar las infraestructuras que favorecían la navegación por el Betis, y
relacionan esta función con las de Castricio Honorato.
J. Remesal propone que la misión de possessor tenía un carácter
administrativo de controlar la exportación del aceite a través del Betis. Podría
no tratarse de una misión extraordinaria, sino de un cometido que debía
hacerse normalmente.
En Hispalis se harían las subastas del aceite. Un nuevo control se haría en el
momento del embarque, y se escribiría documentación que acompañaba al
aceite hasta su destino definitivo.
Los transportistas y comerciante del comercio marítimo se agrupaban,
igualmente, en asociaciones. No todos eran béticos, ni residían en la Bética.
Algunos eran caballeros. La mayoría eran esclavos o libertos. También
intervenían élites municipales béticas. Unas veces trabajaban en solitario,
otras se asociaban, principalmente cuando eran miembros de una misma
familia.
Dos inscripciones halladas recientemente en Hispalis son importantes. Una
está dedicada por Valeria Qu[arta] a Minerva. La segunda, dedicada a Venus
Engendradora, por Valeria Velentina. Ambas ampliando la obra que su padre,
Valerius Valens, realizó en un edificio que se ha supuesto que sea de la
asociación de los olearios.
En los tituli picti b del Monte Testaccio está bien presente Marcus Valerius
Valens, entre los años 149 y 159. En Hispalis existía un corpus oleariorum
que englobaba probablemente a todos los olearios, pues funcionaban otras
corpora especificadas en funciones, como las mencionadas lintrarii y
scapharii, los negotiatores, los mercatores y los diffussores.
Se conocen varios miembros de éstas gracias a los tituli picti del Monte
Testaccio, que vivían a mediados del s. II, como C. Valerius Alexander entre
los años 149 y 154; C. Valerius Cest[...], de mediados del s. II; C. Valerius
Espagathus, también de mediados del s. II; C. Valerius Fronto, sin datación;
C. Valerius Linnus, sin fecha; C. Valerius Onesimus, 179-180; C. Valerius
Paternus, 140, que se asoció en 154 con Valerius Valerianus; C. Valerius
Silvanus. A estos individuos hay que añadir a M. Valerius Euticus, 161; M.
Valerius Pripigenius, sin datación; M. Valerius Valens, 149 y 154, y G.
Valerius Hermeta, 145 y 149.
Esta familia está representada por tres grupos. Los del prenombre Cayo, los
más numerosos, y los del prenombre Marco y Quinto. Algunos podrían ser
libres y otros libertos, que gestionarían los negocios de los primeros.
Los senadores no se dedicaban a negocios, pero los podían realizar a través
de sus libertos. Los libertos disimulaban su origen.
Decimus Caecilius Hospitalis está presente en el Monte Testaccio en 140 o
145 y en 143, y activo en 154, año en que se asoció con Caecilius Maternus,
conocido por los tituli picti del año 149. Caecilius Hospitalis debió vivir en
Roma. En 147 se asoció con Cassius Faustus y erigieron un monumento a
Petronius Honoratus, que había desempeñado el cargo de Praefectus
annonae entre 144 y 146. El monumento se erigió en nombre de los
negotiatores ol[earii] ex Baetica.
Caecilius Hospitalis era negotiator. Otros miembros de la familia, D. Caecilius
Abascantus y D. Caecilius Onesimus eran diffusores. El primero era de época
de Hadriano, y el segundo vivió entre los años 149 y 161, según las fechas
suministradas por el Monte Testaccio. El liberto Abascantus fue rico y poseyó
esclavos y libertos. Fue lictor Curiatus, y D. Caecilius Onesimus viator y
aparitor Augustorum. Estos cargos eran típicos de personajes de origen
servil. Caecilius Onesimus se asoció con Caecilius Hospitalis.
Una hija de Caecilius Onesimus, Charitosa, se asoció a los negocios del
padre. Otros miembros de la misma familia desempeñaban funciones
diferentes. Así, Caecilius Abascantius y Caecilius Onesimus fueron
diffusores. Todos negociaban con el aceite bético. Los olearios béticos
estaban en relación con los scaphari de Hispalis, que dedicaron una
inscripción a Antonino Pío y a Marco Aurelio en 146. Esta inscripción se
puede relacionar con la que los negotiatores olearii ex Baetica dedicaron al
prefecto de la aunnona de aquel año. Petronius Honoratus. D. Caecilius
Calliphitus, miembros de la familia, tenían negocios en Sicilia.
Se desconoce hasta dónde ascendieron en la sociedad estos libertos. A
Lucius Marius, Luci Libertus, Doryphus, Cómmodo le concedió el anillo propio
de los caballeros. Fue liberto de Lucius Marius Phoebus, mercator olei
hispani ex provincia Baetica. Fue viator tribunicius decuriae maioris, cargos
reservados a los libertos. El comercio de la Bética era interprovincial, como lo
indica el caso de Sextus Fadius Secundus Musa, ciudadano de Narbona, que
desempeñó todos los cargos municipales en su ciudad. Era patrono de la
asociación de los Fabri sibaediani.
Intervención imperial en el aceite
La mayoría de los investigadores han dejado atrás los trabajos de Dressel,
plasmados fundamentalmente en el CIL XV, y han seguido los más modernos
de Callender, que ha malinterpretado las fechas del Testaccio y ha inducido a
muchos a pensar que la exportación del aceite bético decrece notablemente
con la llegada de los Severos al poder. Las modernas investigaciones de E.
Rodríguez Almeida han vuelto a poner en vigor la obra de Dressel.
Exportación del aceite bético en el Principado
Recientemente, A. Tchernia ha estudiado las ánforas y marcas de ánforas de
la Bética encontradas en Pompeya y Stabies.
Las estampillas de C. Antonius Quietus y MIM han aparecido en Stabies y
Pompeya. Su origen hispano queda bien atestiguado por la gran difusión de
estampillas con el mismo nombre halladas en el valle del Guadalquivir:
Alcotrista, Alcolea del Río y Peña de la Sal. La fecha de esta marca es el
principio del primer cuarto del s. I de la Era. Generalmente los historiadores
fechan, en su mayoría, la difusión del aceite bético en ánforas estampilladas
en el s. II o al final del s. I. Tchernia propone una cronología para las dos
estampillas mencionadas, más alta que la tradicional. Estas estampillas no se
documentan sólo en Campania; la MIM aparece también en las siguientes
localidades: Thamusida (Mauritania Tingitana), Monte Testaccio, lecho u orilla
del Tiber, Nîmes, Orange, Bains de la Buissa, Vienne, Ste. Colombe, Trion,
Fins d’Annecy, Lyon, Vidy-Lausanne, Vichy, Autun, Les Volards, Besançon,
Colombier-Neuchâtel, Avenches, Augst, Mayence, Zugmantel, Hofhein,
L’Altebourg, Neuss, Grimmlinghausen, Xanten, Exeter (Londres), Colchester,
Newstead, Camelon. La difusión de la marca C. Antonius Quietus es la
siguiente: Monte Testaccio, Orti Torlonia, Esquilino, Castro Pretorio, Cortona,
Nice, Nîmes, Vienne, Ste. Colombe, Trion, Fins d’Annecy, Monts de Vauche,
Ginebra, Sennecé, Les Volards, Dijon, Besançon, Langres, Clermont-
Ferrand, Lezoux, Vichy, Bourbon-Lancy, Autun, Entrains, Bourges, Menetou-
Ratel, Avenches, Soleure, Augsbourg, Estrasbourg, Heidelberg, Mayence,
Heddernheim, Bavay, Nìmega, Utrecht, Vechtem, Rithborough, Londres,
Silchester, Colchester, Caerwent, Caerleon, Brecon, Lancaster y Newstead.
Las ánforas seguían, pues, las vías fluviales de los ríos Saona y Rhin, y
pasaban a Britannia por Vechtem. Esta es la tesis de A. Tchernia, pero la
tesis de J. Remesal es que el aceite, desde Hispania, llegaba a Britannia por
el Atlántico y desde arriba llegaba al Rhin y desde aquí se distribuía. El
Ródano no era navegable. El faro de La Coruña se construyó en función de la
navegación a Britannia.
A través del lago Constanza y del alto Danubio llegaban a Augsbourg, en
Rethia. No se documentan marcas hispanas en el valle del Po, lo que indica,
según Tchernia, que el aceite de Istria se exportaba al Nórico y Panonia.
Algunas conclusiones importantes cabe extraer de la distribución. Las ánforas
con la marca MIM están más representadas que aquellas de C. Antonius
Quietus en el Testaccio y en el limes germánico, que son los lugares
tradicionales de la annona, urbana y militar.
La distribución de los productos de C. Antonius Quietus parece señalar un
espíritu más osado. Se le documenta en toda Britannia y en Augsbourg, que
son los lugares más distantes de venta del aceite hispano. Algunos de los
lugares de hallazgo tienen una cronología muy segura o un terminus ante
quem; así, para MIM, en Colchester antes del 65, en Xanten antes del 83 y
en Nîmes probablemente antes del 70. La dispersión de esta marca es
grande ya entre los años 60 y 80. Para la de C. Antonius Quietus se obtienen
las siguientes fechas: Castro Pretorio, mitad del s. I; para Newstead, antes
del 85; Caerwent, finales del s. I o principios del s. II; Richborough, antes del
85. Esta estampilla indica un momento de difusión del aceite, posterior a la de
MIM, alrededor del año 80. Por estas fechas otros exportadores de aceite
bético hacían la competencia a las dos fábricas anteriores, como la marca
P.S. Autius, frecuentemente documentada en la Bética, en Écija, en donde se
halla muy extendida; aparece dos veces en Colchester, ciudad abandonada
en el año 65, de donde se deduce que la casa exportaba ya aceite antes de
esa fecha. Diez estampillas se han recogido en Castro Pretorio, otras en
Roma, Fréjus, Arlés, Fins d’Annecy, Trinquetaille, Clermont, Ainay, Amiens,
Boulongne, Windisch, Langres, Colonia, Nimèga, Londres, Silchester,
Wroxeter y Richborough, todo lo cual indica que entre los años 60 y 80 la
exportación de aceite bético estaba ya organizada como una gran empresa
capitalista y que se exportaba a toda Europa por transportes fluviales y
marítimos. La distribución de las ánforas corría a cargo de los nauicularii y de
los diffusores olearii instalados en los lugares a donde llegaba el aceite. Todo
lo cual requería una organización de producción, envase, transporte,
distribución y relaciones comerciales muy complicadas y perfeccionadas.
Algunas de estas empresas exportadoras de aceite bético exportaron durante
muchos años; así la de C. Antonius Quietus se dedicó al comercio y
transporte durante cincuenta años, y la de MIM durante unos cuarenta años;
lo mismo se puede decir de la marca DD Caecilii Hospitalis et Maternus.
La marca de D. Caecilii aparece en Pompeya y tres veces sobre ánforas
halladas en Roma. El Monte Testaccio ha dado un tiesto, donde el nombre
aparece asociado al de L. Aelius Optatus, la conocida familia de negociantes
de aceite establecida en la Bética, estudiada bien por Thouvenot. Lo más
frecuente es encontrar tiestos con la inscripción DD Caeciliorum Hospitalis et
Materni; seis ánforas llevan la fecha del año 154; precisamente en Astigi, uno
de los principales puertos de embarque del aceite bético, mencionado 95
veces sobre las ánforas del Testaccio, una inscripción señala la erección de
una estatua por D, Caecilius Hospitalis y Caecilia D. f. Materna (CIL, II.1474).
Los D. Caecilii de Pompeya son los parientes o antepasados de los D.
Caecilii seguidos de diferentes prenombres, que se documentan en el
Testaccio, y eran nauicularii, pues es bien sabido que el nombre de la
inscripción del ánfora no indica el productor, sino el nauicualrius que recibía
el cargamento de aceite en la Bética, lo transportaba y se encargaba de
venderlo. Recientemente ha propuesto Remesal con buenos argumentos, la
tesis de que las estampillas indican los nombres de los cosecheros. Con los
años, los D. Caecilii admitieron en su empresa otros miembros de la familia, o
quizá crearon filiales, pero el negocio permaneció en manos de la misma
gens durante setenta y cinco años, todo lo cual indica la gran estabilidad
económica y social de la Bética durante los dos primeros siglos del Imperio.
Entre otras marcas de nauicularii béticos, que exportaban en el s. I, se puede
señalar la estampilla MAR (en la Bética se encuentra en El Judío, Itálica y
Las Delicias), menos documentada que la MIM o la de C. Antonius Quietus,
que aparece en Galia, Germania, Britannia y África del Norte, Ste. Colombe,
Trion, Soleure, Les Andelys, Les Bolards, Hofheim, Wroxeter, Banasa y
Carthago.
En Lyon y en Castro Pretorio está asociada a P.S. Autius, lo que prueba que
existían sociedades de nauicularii con vistas al transporte y venta del aceite
bético durante el s. I, data de la marca P.S. Autius. Se conocen los nombres
de otros nauicularii béticos que exportaban a Pompeya, no sólo aceite, sino
otros productos, como M. Moctumar (?); dos ánforas con el mismo nombre y
de distinta forma se han hallado, una de ellas, por su forma, parece destinada
a exportar otro producto distinto del aceite, quizá un producto de lujo,
comprado por los ricos habitantes de Boscoreale, mientras que la segunda,
transportaría aceite a la cas próxima a la Vía di Nola. Otras tres ánforas de la
forma XXIX halladas en Pompeya, también cree Tchernia, con buenas
razones, que transportaban aceite andaluz a la ciudad campana, al igual que
otras tres ánforas pompeyanas de la forma X, una de las cuales lleva la
marca D. Caecilii y el nombre del puerto de embarque: Astigi.
La Bética tenía en Pompeya, pues, un mercado, cuya importancia es difícil
precisar de momento, pero que debía ser de consideración, pues con
seguridad y probablemente siete ánforas casi intactas, llevan los nombres de
diferentes nauicularii que transportaban el aceite en barcos distintos.
En cuanto al problema de la presencia del aceite bético en Campania,
Tchernia ha solucionado bien la cuestión. La zona de Venafro producía aceite
que se dedicaba principalmente a la elaboración de perfumes (Plin. NH.
XV.8). No está probado que Pompeya exportara aceite, sino vino. La
producción aceitera de Venafro era más bien de gran calidad que de gran
cantidad. Los hallazgos arqueológicos prueban la presencia de aceite bético
en Roma entre los años 60-65 lo más tarde, y en el 79 en Campania.
Probablemente Italia producía, ya para la segunda mitad del s. I, aceite en
cantidad insuficiente para sus necesidades, lo que explicaría la exportación
de aceite hispano. Thouvenot ha estudiado otras marcas de ánforas que caen
dentro de los límites de este trabajo; así, la BRO.ODV que se encuentra muy
repartida y bien representada en la Galia Narbonense, en “Trois Gaules”, en
la región renana, en Roma, en Aosta y en la región de Chambéry. Esta marca
alude muy probablemente al lugar de embarque de aceite, Oducia, puerto
distante 40 Km. De Sevilla. Está en relación con una segunda, L. SE. RV,
documentada en Sévy, Autun, Niméga, Vienne y Ste. Colombe, de la que se
conoce una segunda análoga, de la que se diferencia sólo por el prenombre,
Q(uintus) en lugar de L(ucius), y se la encuentra en Avallon, Soleure y
Worms. Aquí se tendría probablemente un nuevo caso de exportadores
pertenecientes a la misma familia. Si la primera marca es de origen bético,
hay que atribuir el mismo origen a Q. SE. RV. BRO, y por vía de deducción a
la L. SE. RVFI, ya que las tres aparecen juntas en Sévy. La cronología viene
determinada por el hecho de que el ejemplar con el prenombre Lucius, igual
que el de Sévy, proviene del campo de la legio X, ocupado desde el año 70 al
105. Ánforas de origen hispano, y más concretamente de Cádiz-Algeciras,
han aparecido en el naufragio de un cargamento hallado en Marsella,
fechadas en el s. I a.C., en Córcega, en el estrecho de Bonifacio, datadas
entre los años del gobierno de Calígula y Nerón, y en Rogliano, en el mismo
estrecho, también procedentes de la Bética, fechadas en el primer tercio del
s. I.
C. Panella ha estudiado las ánforas de Ostia en época de los Antoninos. Han
aparecido 467 fragmentos de Dressel 20 y tres casi completas. Las figlinae
son Saxoferreo, Scorobr(ens)is y Vir(ginensis). Se datan antes del 180/190.
En época de los Antoninos, la exportación de aceite bético en Roma fue alta.
Después de la batalla de Lyon, en la que Septimio Severo venció a su
opositor al trono imperial, Clodio Albino, al que apoyaron los galos y los
hispanos, hubo una feroz represión (HA. Sev. 12). Subastó sus bienes, cuyo
beneficio entró en la caja del Aerarium Saturni. Dio el nuevo emperador una
ración diaria de aceite bastante generosa, que posiblemente en todo o en
parte procedería de la Bética (HA. Sev. 18.3), almacenando tanto aceite que
parecía que la naturaleza no podía producir tanto (HA. Alb. 12.7).
Ya Dressel había observado que, a partir de 214 a.C., unos tituli picti b en vez
de nombres privados aparecía la expresión fisci nationis patrimoni provinciae
Baeticae, y en algunos casos provinciae Tarraconensis. Dressel encontró
otros sellos que atribuyó a Septimio Severo y a sus hijos, y a Valeriano,
Galieno y Salonina. En la actualidad se sabe que son también de Severo. Los
sellos son de dos tipos diferentes.
En uno, sólo se lee AVGGGNNN, o sea, Augustorum nostrorum trium. A esta
lectura se le quitó una G y una N, quedando AVG/GN/N, Augustorum
nostrorum duorum. Después quedó la impronta reducida a AVG///N///, Augusti
nostri. La segunda serie de sellos es más compleja. No han aparecido las
fórmulas Augusti duo o Augustus noster vinculados a tres alfarerías Barba,
Ceparia y Grumensis: AVGGGNNN/FICHVL BARBA y sus correspondientes
de las figlinae Ceparia y Grumensis. Se asocian otras piezas a este grupo,
con la lectura AVGGGNNN (palma) y COLEARI, y el nombre de cada una de
las figlinae. En otros ejemplares se lee KUFIGBAR/COLSICE(T)ARI más los
nombres de las figlinae Barba y Grumensis. Para la figlina Ceparia el texto es
COLLELO PARDI. Esta serie se completa con los sellos: II (duorum) AURELI
HERACLAE/PAT ET FL F BAR(ba), y sus correspondientes de las figlinae
Ceparia y Grumensis. En otro sello se lee: SOSUMAE/COLONA KAVE
GETTANO. La abreviatura KV es K(alendarium) V(egetianum). Los sellos con
los nombres de los Augustos, Severo y sus dos hijos, Geta y Caracalla,
proceden de la figlina Paternii, en la orilla izquierda del Betis, Arva, Canama o
Carmo. Se conoce una sola matriz a la que se cancelaron los nombres de los
Augustos, después de morir Septimio Severo (4-2-211) y Geta (26-12-211).
Se desconoce el momento de aparición de estos sellos en las ánforas, si fue
después de la derrota de Clodio Albino en 197, o cuando los dos hijos de
Septimio Severo fueron nombrados Augustos, a partir del 209. En algunos
textos, los hijos de Septimio Severo son calificados de Augustos antes del
nombramiento oficial. Los sellos de las figlinae Barba, Ceparia y Grumensis
han sido muy discutidos por la investigación.
J. Remesal piensa que los sellos de los Aurelii Heraclae, padre e hijo, datan
inmediatamente de la confiscación de sus bienes. Se ignora quiénes fueron
estos personajes. J. Remesal piensa que podrían ser libertos de Marco
Aurelio o de Cómmodo, que administraban las tres figlinae. Quizás obtuvieron
estas propiedades cuando las subastas de los enemigos de Septimio Severo,
que después fueron también confiscadas.
Algún tiempo antes del 211, año de la muerte de Septimio Severo, los bienes
fueron administrados a nombre de los emperadores. A este momento
corresponden los sellos AVGGGNNN de la figlina Barba y de sus
correspondientes de las figlinae Ceparia y Grumensis. Después fueron
gestionadas por un personaje cuyo nombre va precedido por la abreviatura
COL(---) . En la actualidad se lee COL(oni) o COL(onia). Lo cierto es que se
alude a gestores de esta propiedad.
Después de morir Septimio Severo, al parecer estas propiedades fueron
gestionadas por el procurator ad Kalendarium Vegetianum. El Kalendarium
Vegetianum eran en origen los bienes de L. Mummius Niger Q. Valerius
Vegetus Severinus Caucidius Tertullus, que, por donación, pasaron a ser
propiedad del emperador, lo más tarde a comienzos de Marco Aurelio (161-
180), fecha del más antiguo procurador del Kalendarium, que lo fue Tn.
Claudius Proculus Cornelianus.
En opinión de J. Remesal, el Kalendarium no sólo se ocuparía de la gestión
de los créditos concedidos con el capital legado por L. Mummius Niger, sino
de las propiedades agrícolas cedidas al emperador, como lo confirman los
sellos del Kalendarium Vegetianum.
Se desconoce si el procurator ad Kalendarium Vegetianum acabó
administrando todas las propiedades imperiales en la Bética, por lo menos las
agrícolas, o si había otros procuradores de ellas. Se ignora la cuantía de las
propiedades imperiales en la Bética, a las que hay que añadir las
propiedades de los emperadores hispanos Trajano y Hadriano, y la de otros
antepasados de la familia imperial, como el abuelo de Marco Aurelio, que era
de Ucubi (Espejo, Córdoba). Igualmente de desconoce el volumen de las
propiedades confiscadas por Septimio Severo, que fueron subastadas.
J. Remesal ha observado que en la región próxima a Arva se detecta un
cambio notable en época de los Severos. A mediados del s. II son escasos
los sellos con tres nombres, que se multiplican notablemente en tiempos de
Septimio Severo. Al parecer –según este autor- Septimio Severo se quedó
sólo con las alfarerías Barba, Ceparia y Grumensis, y las propiedades con
ellas vinculadas.
La figlina Grumensis se encontraba en el conventus hispalensis; la Ceparia,
en el de Astigi, y se ignora el emplazamiento de la figlina Barba. Sólo se sabe
que pertenecía al conventus cordubensis. J. Remesal ha propuesto que el
fundus vinculado con la figlina Grumensis debió pertenecer a un personaje
llamado Cor(nelius?). La alfarería y finca Ceparia pertenecería a Mummius
Secundinus, al que Septimio Severo asesinó. Los sellos asociados a
Septimio Severo y a sus hijos son pocos en el Monte Testaccio y en el
Imperio, lo que no tiene explicación. Tampoco tiene fácil explicación que se
usara una sola matriz cancelándose las letras G y N, muertos Septimio
Severo y su hijo Geta.
Relacionado con las confiscaciones de Septimio Severo está el personaje
LFC, para el que se producían ánforas abundantes en la región de Córdoba y
de Astigi, en el Monte Testaccio y en resto del Imperio. J. Remesal ha
propuesto que bajo estas siglas se oculta el amigo de Septimio Severo,
Lucius Fabius Cilo, lo que es altamente probable. Favorable a la causa de
Septimio Severo fue PNN de Arva.
En el Monte Testaccio han aparecido tituli picti β con los nombres de
Septimio Severo y de sus hijos. No se conservan tituli picti sólo con el nombre
de Septimio Severo. Sí se conocen tituli picti de Septimio Severo y de
Caracalla,que se datan en 205. Entre 209, fecha en que Geta recibió el título
de Augusto, y el 211, fecha de la muerte de Septimio Severo, se han hallado
tituli picti de Septimio Severo, Caracalla y Geta. Después hay tituli picti con
los nombres de Caracalla y Geta, y muerto Geta, sólo con el nombre de
Caracalla.
Las conclusiones que deduce J. Remesal de todos estos datos, son de gran
novedad e importancia. Los individuos privados que abastecían de aceite a
Roma y al ejército, fueron sustituidos por Septimio Severo y por sus dos hijos.
Septimio Severo eliminó el sistema anterior. A partir de ahora, fue la ratio
privata del emperador la encargada de organizar el transporte del aceite
bético a Roma y al ejército. Este nuevo sistema era más barato y destruía la
estructura económica alrededor del aceite bético, hasta entonces negocio en
manos de béticos y de galos, que habían seguido el partido de Clodio Albino.
Desde el año 214 hacen su aparición los tituli picti con la frase fisci rationis
patrimoni provinciae Baeticae, lo que prueba que el transporte del aceite
bético pasó de la res privata a la oficina del patrimonio. La primera era la caja
que administraba los bienes propios del emperador, y la segunda, los bienes
acumulados por los emperadores anteriores, que eran la base económica de
la administración imperial. Sin embargo, en el comercio bético debieron
continuar los privados, pues el Estado Romano creó una flota y siguió
pagando el transporte a los dueños de los barcos.
En definitiva, Septimio Severo introdujo grandes cambios, en la producción
del aceite bético y en la comercialización del aceite. A partir de Septimio
Severo la plebe de Roma recibió gratis y abundante una ración de aceite
todos los días, lo que significa una intervención del Estado Romano en el
negocio del aceite.
Heliogabalo (218-222) arruinó el sistema alimenticio creado por Septimio
Severo. Colocó al frente de la praefectura annonae a un peluquero (HA. Hel.
12). Redujo también la distribución del aceite a la plebe de Roma. Alejandro
Severo (222-235) permitió nuevamente que los comerciantes privados
participaran en el servicio de la annona y les concedió privilegios y grandes
exenciones para que llevaran sus productos a Roma. Restableció la
distribución de aceite (HA. Sev. Alex. 22.1-3). Los tituli picti β hallados en el
Monte Testaccio confirman la afirmación de la Historia Augusta.
Aparecen en los tituli picti β nombres de personajes privados junto a los tituli
de la fisci rationis patrimoni provinciae Baeticae. Son más frecuentes que
antes de Septimio Severo las asociaciones de una o de varias familias. No se
sabe si bajo los tituli picti de la fisci rationis patrimoni provinciae Baeticae se
transportaba el aceite de los fondos fiscales, propiedad del emperador, o si
era el pagado en especie por impuestos por los béticos. En los controles
fiscales de la época de Alejandro Severo se lee la palabra coperante. En
Roma es un procurador de nombre desconocido ad olea comparand(a) [per
re]gionem Tripolinit(anam). Se trata de comprar por el Estado a precio de
mercado, comparatio, en contraposición de la indictio, que era la requisición
obligatoria al precio fijado por el Estado. La comparatio se vinculaba con el
servicio annonario de Roma o del ejército, desde tiempos de Domiciano (81-
96). Se encomendaba a caballeros.
Alejandro Severo intentaba equilibrar la balanza entre los intereses del
Estado y de los particulares. A la muerte del emperador, todo se vino abajo.
La política de Septimio Severo relegó económica y políticamente a la Bética,
que todavía produjo aceite en grandes cantidades, como lo indican el Monte
Testaccio y la presencia de aceite bético en las provincias del Imperio.
La datación más reciente dada por el Monte Testaccio es el año 257. Su
causa fue, en opinión de J. Remesal, la construcción de los muros aurelianos
por Aureliano (270-275), que marginaba el puerto y sus almacenes. A partir
de mediados del s. III cambió el tipo de ánfora que transportaba el aceite. Ya
no es la Dressel 20, sino la 23 y los tipos llamados Tejarillo, más ligeras y de
menor capacidad, que podían más fácilmente distribuirse por Roma. El aceite
bético continuó exportándose a Roma y al Imperio, pero en menor cantidad.
Las bocas de la Dressel 23 se utilizaron como material de construcción en las
bóvedas de la basílica de Magencio de Roma o en la de Colonia.
Exportación de aceite
El aceite bético se exportó a Cataluña12, a Britannia13, a Germania14, a
Alejandría15, donde se conocen cerca de 1.000 estampillas, y al resto del
Imperio.
12 P. Berni, Las ánforas de aceite de la Bética y su presencia en la Cataluña Romana, Barcelona 1998.
M. Ponsich insiste en que el norte de Mauritania era, en gran parte, una
continuación de la Bética, y que las capas superiores de la población tenían
preferencia por los productos béticos, como el aceite; incluso sugiere, al igual
que para el llamado garum gaditano, que la zona de Tánger enviaba todo su
aceite a la Bética, donde posiblemente mezclado con el bético, era
reexportado bajo otra etiqueta a las regiones mediterráneas. Habría pues, un
gran consorcio hispano-marroquí, exactamente igual que para el garum, y
esta centralización de productos estaría en manos de compañías, socii. En
Volubilis hay una gran cantidad de fábricas de aceite.
Cálculos del aceite bético en el Monte Testaccio
Se ha calculado que el Monte Testaccio está formado por unos 25.000.000
de ánforas, en su casi totalidad procedentes de la Bética. Estas ánforas
transportaron a Roma 1.700.050 millones de toneladas de aceite.
A partir de la dinastía Severiana, de un 9% a un 12% del aceite es de
procedencia africana. No hay partidas de aceite galo ni oriental.
En los últimos decenios se ha dado un gran avance en los estudios del cultivo
y comercio del aceite, gracias fundamentalmente a los estudios de J.
Remesal y de su equipo, que ha transformado el panorama16 desde los
13 C. Carreras, P.P.A. Funari, Britannia y el Mediterráneo. Estudios sobre el abastecimiento de aceite bético y africano a Britannia, Barcelona 1998. 14 J. Remesal Rodríguez, La Annona militaris y la exportación del aceite bético a Germania, Madrid 1986. 15 E. Lyding Will, “Exportation of olive from Baetica to the Eastern Mediterranean”, Producción y comercio del aceite en la Antigüedad. Segundo Congreso Internacional, Madrid 1983, 391-440. 16 La Bética en el concierto del Imperio Romano, Madrid 2011, donde se recoge la numerosa bibliografía anterior, por lo que prescindimos de ella. Id., “Producción y comercio del aceite, del vino y las salazones en la España Romana”, J.M. Blázquez, Historia económica de España en la Antigüedad, Madrid 2011, 211-234.
estudios que hemos recogido desde hace varios decenios17, sumando todas
las últimas aportaciones.
17 J.M. Blázquez, Economía de la Hispania Romana, Bilbao 1978, 320-323, 421-425, 497-499; Id., Historia económica de la Hispania Romana, Madrid 1978, 100-102, 157-161; Id., Historia de España. España Romana. II.1, Madrid 1982, 323-325; Id., “Últimas aportaciones a los problemas de la producción y comercio del aceite en la Antigüedad”, Producción y comercio del aceite en la Antigüedad, 19-99; Id., España Romana, Madrid 1996, 242-353; Id., El Mediterráneo y España en la Antigüedad, Madrid 2003, 171-197; Id., El Mediterráneo. Historia, Arqueología, Religión, Arte, Madrid 2006, 341-354.