Post on 01-Dec-2015
Materia: Pensamiento Argentino y Latinoamericano
Cátedra: Prislei
Teórico: N° 10– 9 de Octubre de 2012.
Tema: El nacionalismo en Argentina. Lugones. Los hermanos Irazusta.
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Profesor Daniel Sazbón: Buenas tardes, me presento: mi nombre es Daniel Sazbón, y tendré a mi
cargo dos teóricos: este y el que viene. En términos cronológicos, que no es siempre un criterio para
ordenar los temas en esta materia, vamos a hablar de temas que se desarrollan en los años 30 y 40. Sin
embargo, verán que en la clase de hoy vamos a ir un poco para atrás para presentar estos temas. Pero,
como dije antes, no es un buen criterio el cronológico, ya que hemos visto unidades en las cuales se
superponían las fechas entre unas y otras. Yo diría que, para presentarlo en forma más o menos sintética,
lo que vamos a ver acá fundamentalmente tiene que ver con la aparición de una serie de intervenciones
políticas, culturales e intelectuales que por primera vez en el transcurso de nuestro programa van a
significar una impugnación directa y frontal -no solamente parcial- a uno o a todos los postulados más
fuertes sobre los cuales descansaba el modelo cultural, simbólico histórico, político y económico que
venimos viendo desplegarse desde el comienzo de la primera unidad de nuestro programa: para ponerlo en
una sola palabra eso –lo cual tiene todas las ventajas y desventajas de la síntesis-, es la aparición de la
impugnación fuerte y frontal del modelo liberal.
Nosotros venimos viendo que el programa de desarrollo histórico del sistema político y del modelo
de inserción económica en el escenario internacional del cual se supone que tiene que desarrollar el nuevo
país que surgió de la Revolución de Mayo y resurgió de la reorganización posterior a Rosas, puede ser
sintetizado en la palabra “liberalismo”, teniendo en cuenta todos los matices del caso. Con esto nos
referimos a un modelo a la vez de relación económica, de concepción del sujeto de soberanía, una forma
de concebir la relación entre poder público y las libertades y autonomías individuales, etc. Todo eso que
hemos visto desde el comienzo de la materia sufre a lo largo del tiempo una serie de cuestionamientos,
interrogaciones y puestas en paréntesis. Se elevan algunas dudas sobre la vitalidad del proceso; se hacen
notar ciertos puntos de fuga o ciertas situaciones problemáticas. Pero hasta la unidad que vamos a ver
nosotros sobre los años ’30 (aunque insisto que vamos a ir para atrás para ver que ya estaban estas
cuestiones) no podríamos hablar de un rechazo o una impugnación del modelo, sino, en todo caso, de la
presencia de algunos elementos preocupantes que merecían un llamado de atención. Esto era fácil de ver
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en textos como los de Ramos Mejía, donde se nos presentaba un llamado de atención a aquello que él
llamaba un excesivo cosmopolitismo de la ciudad de Buenos Aires; también la presencia de la inmigración
en los años del Centenario con respecto a las intervenciones de Lugones y de Rojas.
Todas esas cosas nos hacían notar que, si bien el modelo funcionaba, ese funcionamiento también
tenía adosadas algunas situaciones problemáticas, conflictivas; pero, en general, se suponían que podían
ser resueltas dentro del mismo sistema. En todo caso, con alguna caución, alguna puesta en paréntesis de
alguna de sus variables. A su vez, sabemos que el modelo lo llamamos “liberal”, pero suponía una
aplicación muy particular del término: la diferencia entre república posible y república verdadera era
bastante explícita sobre hasta qué punto se trataba de un modelo liberal pleno. Pero, aún así, ese modelo
parecía gozar de cierto consenso y aceptación general que va caer, de cierta manera abrupta para algunos
y para otros más bien como consecuencia de algo ya visto, para los años 30.
Entonces, si tenemos que darle una unidad temática a este segmento del desarrollo del Programa,
tendríamos que hablar de la aparición, por primera vez, de un rechazo pleno de algunos o todos los
elementos sobres los cuales venimos trabajando hasta ahora.
Nosotros vamos a ver la aparición de estas impugnaciones a través de ciertas intervenciones
particulares, además de un pantallazo más general sobre rasgos compartidos. En términos de figuras
concretas, vamos a hablar de un autor que ustedes acaban de ver en los prácticos: Leopoldo Lugones.
Nosotros vamos a ver aquí otras intervenciones de Lugones, para lo cual, tendremos que remontarnos a
períodos anteriores. Ustedes en el teórico pasado llegaron a los años ’30 con Martínez Estrada; con
Lugones, vamos a poder ver cómo algunas de las variables y las cuerdas que terminan conformando el
panorama de los ’30 ya estaban presentes de algún modo, en algún caso más sumergidas, en otros con
cierta visibilidad, pero en tensión con otros elementos que todavía parecían que permitían suponer la
vitalidad del modelo. La obra de Lugones de la que hablaremos ahora se va a hacer pública en los años
’20 y en algunos casos antes en los ’10 como continuidad de las conferencias El payador, que ustedes
vieron antes.
También veremos otras figuras que nos permitirán reflejar a través de su intervención estos
problemas. No va a ser simplemente un listado de defectos del modelo vigente, cosa que se puede ver en
parte en la intervención lugoniana, sino también la alternativa presuntamente superadora de esos defectos.
Vamos a hablar de un conjunto de autores que van a publicar en la revista La Nueva República a fines
de los años ’20; en particular, en los’30 dos de ellos van a publicar una obra importante para nosotros y
para la historiografía argentina, que es la obra de los hermanos Irazusta, La Argentina y el imperialismo
británico. Digo que es una obra importante para la historiografía argentina, porque, según algunas
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lecturas, uno podría encontrar en ella la aparición por primera vez de un texto que supone la necesidad de
una revisión de la historiografía argentina, llamémosla, “oficial”, que es lo que se sintetiza con el nombre
“revisionismo histórico”. Como parte de estas impugnaciones y ataques al modelo dominante, va a
aparecer también, en particular con los hermanos Irazusta, esta intervención revisionista. Insisto que
vamos a ver luego que otras lecturas podrán rastrear este tipo de intervenciones ya antes, incluso para
fines del s. XIX. Pero la obra de los Irazusta es particularmente gráfica sobre la conexión de un tipo de
recorrido histórico, de concepción de la historia, y un tipo de sistema político. Esto va a ser para nosotros
importante, porque nuestro objetivo en esta materia no es tanto hacer una lectura de esta obra o del
revisionismo desde el punto de vista historiográfico, sino desde el punto de vista de una intervención
político-cultural. Eso es lo que vamos a tratar de explicar: por qué algunos autores a partir de cierto
momento van a plantear, no simplemente el agotamiento del modelo liberal, sino también un rastreo que va
a tratar de encontrar en el pasado las causas del presente, para algunos, decadente o ruinoso de los años
’30. La Argentina y el imperialismo británico es del mismo año que Radiografía de la Pampa: son de
1933: esa coincidencia vamos a tratar de notarla, porque ambas suponen desde perspectivas bastantes
distintas dos impugnaciones y la clara señal de que existen elementos que requieren una revisión completa
de la forma que hasta eso momento veníamos entendiendo nuestro pasado, nuestro presente y nuestro
futuro.
Si ustedes recuerdan la clase anterior, el final de Radiografía de la Pampa era una apuesta al
futuro para vivir en salud, pero justamente eso requería una revisión psicoanalítica… Tengo entendido que
ustedes vieron Radiografía en los teóricos anteriores, ¿no? ¿Vieron esta última parte?
Estudiante: Sí.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: De Lugones entiendo que no vieron en los teóricos más que El payador. De Lugones
vamos a hablar hoy.
Por último, una tercera intervención, que aclararemos más la clase que viene, que, en verdad, está
conectada con esto, es la de un autor que también podríamos retrotraer hacia épocas anteriores: se trata
de Manuel Gálvez. Podríamos retrotraerla, porque es una figura con bastante importancia en la historia de
la literatura argentina y una figura de referencia política. Una de sus obras más importantes es del año ’09:
El diario de Gabriel Quiroga. Quizás hablaron de eso, cuando vieron a Rojas y Blasón de Plata;
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porque tiene que ver con las intervenciones en la época del Centenario. De esa figura vamos a hablar la
clase que viene con un texto que compila artículos publicados en el diario La Nación, que va a salir
también en los años 30, que se llama Este pueblo necesita. Es el nombre de la sección donde aparecen
esta serie de artículos; en cada artículo agregaba una necesidad que “este pueblo necesita”. Lo dejo para
la clase que viene, porque hay una especificidad, que, en verdad, vamos a rozarla hoy.
Por otro lado, hay un tópico común que va a conectar a Gálvez con las intervenciones que
veremos hoy: el tópico común es el del nacionalismo. Las intervenciones que veremos de los hermanos
Irazusta, de Lugones y de Gálvez, y también de otros autores que comentaremos al pasar, se tratan de
puntos de vista que, para usar una mala síntesis, se suelen simplificar diciendo que son figuras
nacionalistas. Vamos a ver por qué hace falta profundizar un poco más sobre esto. También ocurre con
Gálvez. ¿Por qué hablé de especificidad? Porque el caso de Gálvez lo vamos a tratar de ver en conexión
con la recepción que tiene Argentina del fascismo italiano (una deriva posible de las impugnaciones
nacionalistas al modelo liberal). Verán que la obra de Gálvez es explícitamente admirativa y receptiva de
ese modelo del fascismo italiano. También veremos algunas cosas en Lugones de esto, pero es más
evidente en Gálvez.
Entonces he preferido distinguir ambas clases: la de hoy concentrándome un poco en el
nacionalismo en general y puntualizando ciertos tipos de nacionalismo; y dejar para la clase que viene una
presentación de qué es el fascismo italiano (hay toda una discusión sobre si se puede hablar de fascismo
en general o es solamente un término que refiere a una situación histórica concreta). Veremos de qué
manera Gálvez recupera ese fascismo; o sea, qué del fascismo le interesa a Gálvez. Además, como última
parte de la clase y para preparar el terrero de la unidad que sigue, ver el impacto que tienen en Argentina
el fascismo, pero, sobre todo, también el antifascismo. Es importante retener esto, porque en los años ’30,
y más todavía en los ’40, una vez que se desate la Segunda Guerra Mundial, el panorama
político-intelectual argentino va a sufrir un impacto muy marcado de la coyuntura internacional. Esto
ustedes lo vienen viendo a lo largo de toda la materia, pero va a ser particularmente marcado en los años
’30. Esto permite conectar con la unidad que viene, la unidad 5, porque es importante que vean que hay un
conjunto de trincheras y posiciones que van a preceder la aparición del fenómeno político más importante
que veremos luego en la materia, que es el peronismo. Es interesante ver en qué ámbito se va a recoger la
recepción al peronismo antes que exista. Esta cuestión va a tener con el fenómeno histórico de la
Revolución de Junio del ’43. Pero previamente trataremos la contraposición de las posiciones políticas más
amables o afines al fascismo italiano y aquellas que van a colocarse en pie de guerra a ese fascismo que
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verán como una amenaza internacional, lo cual los va a hacer percibir el peronismo y otros fenómenos
políticos similares como la cara Argentina de ese fenómeno universal Acá me refiero al antifascismo
como una identidad política de un conjunto de autores, y no como los rasgos particulares de algunas
figuras. Es un conjunto de equivalencias que va a hacer que una serie de autores y partidos políticos
compartan un espacio común como trinchera contra el fascismo europeo o internacional. Ese antifascismo
va a preceder, como dije, a la recepción del peronismo y, de hecho, va a generar una lectura determinada
de este fenómeno. Esto lo veremos en la clase que viene como preludio a la unidad del peronismo.
Para empezar, tengamos algunos elementos en claro sobre qué quiere decir una posición
nacionalista y, a su vez, de qué perspectivas van a aparecer las impugnaciones al modelo liberal. Lo voy a
decir un poco en general, y después va a quedar más claro a medida que avancemos con la lectura de los
textos. Yo pienso presentar la clase de hoy a través de la lectura comentada de algunos fragmentos de
una selección de obras de Lugones que ustedes tienen a disposición. Es una selección de varios artículos
de Lugones publicados en los años ’20 e incluso antes. Pero, antes de ello, es importante que tengamos
una puesta en común de qué entendemos con posiciones nacionalistas y en qué sentido esas posiciones
pueden suponer algún rechazo o tensión del modelo político liberal que venimos viendo desde mediados del
XIX. Esa tensión no es inherente al concepto de nacionalismo, sino más bien a cierta forma de entender
este modelo.
El concepto de nación lo venimos viendo en la materia como hilo que conecta diferentes unidades.
De hecho, hemos visto que en la Generación del 37 la idea de completar la Revolución de Mayo y dotar a
la nueva nación de un pensamiento propio y una revolución del espíritu que continúe la revolución política
era parte inherente de ese programa común. Hemos visto también que, si había un rasgo que compartían
varios de estos autores (Sarmiento, Alberdi y Echeverría), era el de una atención particularmente alerta a
las características singulares de lo local frente a lo que veían como una perspectiva demasiado dispuesta a
trasladar mecánicamente algunos valores universales en el terreno argentino sin percatarse de las
características específicas de nuestro medio. Con esto quiero decir que el problema de la nación es un
problema que está en toda nuestra materia, es decir que aparece a través de todo el pensamiento
argentino.
Lo que ocurre es que no es lo mismo plantearse la cuestión de la nación que asumir una posición
nacionalista. Sería difícil decir que Alberdi o Sarmiento eran o se sentían nacionalistas a partir del hecho
de que tenían esta tensión marcada sobre la especificidad del terreno local y la imposibilidad de
mecánicamente aplicarle recetas o instituciones que provienen de otro lado. En general, convivía la
conciencia de lo específico del medio con la aceptación de que había ciertos valores universales que se
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desplegaban a lo largo de la historia. Si bien Argentina tenía especificidades locales, igual que los demás
países, esas especificidades no la hacían refractaria a esos valores, sino que, por el contrario, había que
ver cuál era la manera apropiada a este terreno para que puedan germinar ese tipo de elementos que
formaban parte del ideario de estos pensadores. Esto es muy fácil de ver, cuando uno nota la importancia
que tienen la lectura de bibliografía extranjera y los viajes. La utilización de las experiencias de viaje de
Sarmiento a los Estados Unidos le permite tratar de incorporar esos elementos para el caso argentino. En
el caso de Alberdi, tenemos la referencia a Inglaterra. Con esto quiero decir que, si bien hay una
conciencia de que Argentina no es Estados Unidos, por ejemplo, por otro lado, se admite la posibilidad de
que ese tipo de elementos se puedan desarrollar en nuestro país. En ese sentido hablo de cierta idea
universal.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Digo “universal” en la medida en que se pueden concebir ciertos rasgos o atributos de
desarrollo civilizatorio dentro de los cuales Argentina tiene que estar incorporada. Argentina sería parte de
una civilización, igual que otros países. Esto requiere que, para que se despliegue completamente en
nuestro terreno, se tenga conciencia de cuáles son los obstáculos propios del terreno. Pero el modelo es
universal.
Estudiante: Hay un determinismo que los va a llevar a ese fin.
Profesor: Puede ser. Pero también hay una intervención política. No es mecánicamente que se
llega allí. Toda la idea de la Generación del 37 es lograr que Argentina pueda desarrollarse como nación.
¿Qué quiere decir “desarrollarse como nación”? ¿Cuál es el modelo de nación que se tiene en mente?
Para Sarmiento, está vinculado con el modelo de la polis griega; para Alberdi, algo más conectado con el
liberalismo anglosajón. No es argentino todo esto. El modelo que se toma es leído, experimentado y
concebido a partir de una referencia empírica o textual. Argentina debería estar en proceso de llegar a eso
a partir de la estrategia gubernamental que se aplique. El gobierno debe generar las generaciones
necesarias, desmalezar las cosas que impiden esto, traer la inmigración, etc. Pero la idea es que la
Argentina se desarrolle como el resto de las naciones civilizadas. A eso me refiero con “concepto
universalista”. Hay un concepto de civilización universal que se aplica al caso argentino, igual que a todas
las demás naciones. Esto no dejaba de lado la importancia al rasgo específico en la Generación del 37.
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Esto se sintetizaba con esa famosa fórmula un poco ambigua de Alberini, que ustedes habrán visto en los
teóricos y los prácticos: “Iluminismo en los fines y romanticismo en los medios”.
Lo que quiero decir con esto es que, si uno llama nacional a las características específicas de lo
local, la atención puesta en lo idiosincrático, entonces esto ya estaba desde la Generación del 37. Pero
ocurría que esa atención puesta no suponía que no hubiera un desarrollo común, una idea de camino a
seguir común compartido, dentro del cual estaba nuestro país.
La tensión entre nación y modelo liberal, entre nación y modelo económico, entre nación y modelo
político, va a parecer con más fuerza, cuando nos tenemos que enfrentar no ya a una tarea para
desarrollar ese modelo civilizatorio, como ocurría con la Generación del ’37, sino más con los efectos de
ese mismo proceso. El más evidente de esos efectos es el efecto inmigratorio. Eso lo vieron ustedes en las
unidades anteriores. La inmigración nos presenta por primera vez lo que para algunos será un efecto no
deseado del camino a seguir para el desarrollo civilizatorio. Ahí la preocupación por lo nacional va a tomar
un carril distinto, todavía -esto lo quiero resaltar- dentro del modelo liberal, sin suponer una crítica o un
rechazo o un abandono de estos elementos. En cambio, sí es un llamado de atención. Ejemplos muy claros
tienen ustedes en los textos de Rojas, de Lugones con El payador y de Ramos Mejía con Las multitudes
argentinas. En todas estas obras vemos que la presencia de contingentes inmigratorios de un número (y
de una calidad, dirán algunos) tan llamativas, va a suponer un llamado de alerta y una preocupación. Sin
embargo, en estos autores, en general, la preocupación por la presencia de estos efectos no va a implicar
un abandono del modelo. No se va a decir que de lo que se trata es de cerrar las fronteras o abandonar el
modelo de integración con el mundo agroexportador.
A su vez también en el texto de Ramos Mejía podemos notar un elemento que estaba dando
vueltas un poco en tensión, que va a desplegarse más concretamente en El payador y en las
intervenciones culturales de algunos autores posteriores al Centenario de la segunda mitad de los años 10,
y sobre todo en los 20. Esto que ya aparecía en Ramos Mejía era el problema de hasta dónde se podría
mantener un elemento que no era inherente al modelo neoliberal, pero sí a la forma en que el modelo
liberal se había aplicado a la argentina: es la idea de una libertad civil en tensión con la libertad política.
Había una libertad civil, entendida como progreso económico y ascenso social; al mismo tiempo, una
libertad política reducida a un grupo que se considera apto para gobernar, y se supone que el modelo
liberal va a permitir eventualmente el desarrollo del país donde se llegue a un futuro en el cual se darán las
condiciones para que pueda darse una participación política plena. Esto es el traspaso de la república
posible a la república verdadera. Mientras tanto había que mantener cierto sometimiento del conjunto de la
población de parte de esa elite.
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Esto ya aparecía en Ramos como un elemento de preocupación. Recuerden esta idea del ascenso
al Capitolio de los nuevos miembros de la sociedad resultante del ascenso social de la inmigración, que
aparentemente se querían mimetizar con el nosotros del cual habla Ramos: nosotros los críticos, los que
leemos y mirábamos al otro, etc. Se mimetizaban por la educación y por el poder económico. Pero, en
realidad, si uno rascaba un poco, veía que en definitiva era imposible no notar le contraste, ya que jamás
la instrucción podría compararse con la educación. Por lo tanto, la conclusión de Ramos era más bien
tranquilizadora. En la misma época, autores como Cané van a estar mucho más alerta y preocupados por
esta idea de invasión de este conjunto. Sobre todo, es en el Lugones de El payador cuando uno puede
empezar a notar que esta idea de que el ascenso social supone la aparición de un actor que pone en
entredicho la hegemonía político-cultural de un sector, y más bien supone la idea de ampliar esas fronteras
políticas de participación para formar parte de ella: esto empieza a ser un problema más evidente. En la
segunda mitad de los años ’10, hay hitos notables, como la Ley Sáenz Peña y el surgimiento y
consolidación del radicalismo, que estaba ya en Ramos Mejía como una amenaza de fondo (recuerden la
oposición entre Aristóbulo del Valle y Pellegrini). En el Lugones de El payador, ya estaba directamente
ahí presente y se notaba, por ejemplo, en el prólogo de la edición del libro: esa “plebe ultramarina que
alborotaba el zaguán”. Es la idea de un conjunto de personas que quieren por la fuerza entrar en el lugar
en el que no tienen que entrar.
Con esta situación de la segunda mitad de los años ’10 en mente, vamos a empezar a analizar la
obra de Lugones y, sobre todo, podemos empezar a ver en qué medida una concepción nacional,
entendiéndola como la vamos a entender en Lugones, puede suponer una crítica que eventualmente
suponga la necesidad de abandonar este modelo. Digamos algunos elementos genéricos, antes de verlos
desarrollados en la obra lugoniana. La obra de Lugones, si bien va a ser bastante apta para encontrar
algunos elementos de esta tensión, también va a presentar algunos problemas; porque algunos elementos
muy fuertes del nacionalismo de los años ’20, ’30 y ’40, no van a estar en Lugones, sino que va a haber
una contraposición. Por ejemplo, el tema de la religión católica.
El nacionalismo va a empezar a convertirse en una identidad política, y no simplemente una
preocupación político-cultural, cuando se empiece a construir la certidumbre de que existe algo como
nación que está en peligro y amenazada por ciertos rasgos del modelo reinante. No va a ser casualidad
que uno de los artículos más importantes de Lugones en esta deriva se llame “Ante la doble amenaza”.
Esa palabra (“amenaza”) va a penetrar muy fuertemente en el discurso de varias figuras que van a
aparecer en la época, del lado de Lugones, pero también enfrentadas a él. Sobre todo, comparten este
rechazo a algunos o a todos los rasgos que constituyen el modelo liberal.
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La idea de la amenaza se puede presentar desde diferentes perspectivas. Una, que sería la
económica social, está vinculada con la amenaza de subversión del orden social. Esto se puede encontrar
también en Ramos Mejía. Recuerden la amenaza de la muchedumbre socialista o anarquista. En verdad,
va a estar muy fuerte a partir de principios del s. XX, puntualmente a partir de la aparición de un actor que
se va constituyendo desde fines del s. XIX y que toma fuerza y visibilidad mayor en el comienzo del XX: el
movimiento obrero. Este movimiento obrero es en una gran proporción producto de la inmigración. Acá ya
se nota cómo aparece la conexión “obrero = extranjero”, a la cual hay que agregarle un tercer elemento:
“obrero = extranjero = revolucionario”. Es decir, este obrero extranjero puede atentar contra el orden. Los
conflictos gremiales, la aparición del movimiento obrero a partir de sindicatos, gremios, movimientos (como
en anarquismo) y partidos (el Partido Socialista se forma en 1896) y el impacto que tiene el anarquismo en
los principales sindicatos de trabajadores, como la FORA. A su vez, el rasgo doblemente extranjero de los
trabajadores anarquistas, y posteriormente bolcheviques, por su origen y por su internacionalismo. Tienen
una explícita adhesión a posiciones internacionales. Recuerden el símbolo del 1ro de Mayo, los mártires de
Chicago. La conmemoración del caso argentino de fechas referidas a hitos del movimiento obrero
internacional. Este tipo de cosas son las que van a construir para algunas figuras de la época la
equivalencia de la subversión social como equivalente de la amenaza extranjera. En estos casos, lo que
aparece en peligro es lo “nacional”.
Noten que acá lo nacional supone por contraste, por un lado, lo que tiene que ver con lo argentino
en el sentido de lo territorial, de origen biológico (o sea, nacido en el país); pero, sobre todo, un modelo
social basado en una idea de orden y estructura social que se veía amenazada por la revolución. Quiero
que vean que son dos cosas distintas que aparecen conectadas. La nación es, no simplemente el conjunto
de personas que nacieron en el país, sino también una sociedad con determinado conjunto de normas y
orden, a la cual el movimiento obrero, la subversión y la amenaza roja pondrían en peligro.
En términos cronológicos, la fuerza del movimiento obrero a principios del s. XX, y sobre todo del
anarquismo, va a suponer de parte del orden político gobernante, del partido conservador, una serie de
medidas represivas y una serie de medidas de preocupación por la cuestión obrera. Por un lado, la
aparición de la Dirección de Trabajo, para tratar de preocuparse un poco más sobre la cuestión laboral.
Pero, sobre todo, medidas represivas, de las que la más conocida, que tiene que ver con nuestro tema de
hoy, es la Ley de Residencia. Supone por definición la puesta en paréntesis de la sociedad liberal. Si el
modelo liberal se reflejaba en una de sus formas más claras en la Constitución del 53 y la referencia
alberdiana al “gobernar es poblar” (o sea, que vengan todos los que quieran al país), la Ley de Residencia
plantea un límite: al conjunto de personas que no se comporten como el gobernante determina, se lo puede
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expulsar. Esto de por sí supone la puesta en suspenso de algunos de los elementos típicos del liberalismo,
que a su vez eran producto de una forma de concebir el desarrollo nacional: se suponía que el desarrollo
nacional requería y dependía de esa llegada de extranjeros. Ahora esa llegada de extranjeros aparece
como eventualmente problemática. Es importante notar que la Ley de Residencia continuará en vigencia,
aunque no se aplique tanto, durante mucho más tiempo. Generalmente se la asocia a comienzo de los años
del s. XX, desde 1904, pero, en rigor, durará casi hasta los años 60. Va a ser aplicadas durante el
peronismo a algunos trabajadores, por ejemplo.
Por otro lado, como forma de demostrar la equivalencia entre ambos peligros, la doble amenaza
(como dije, veremos a Lugones directamente alertando contra esa doble amenaza), pensemos en el
impacto de la Revolución Bolchevique: inmediatamente, como correlato de este evento, se forma la Liga
Patriótica en 1919, en el contexto específico de la llamada Semana Trágica (la huelga de los trabajadores
de los Talleres Vasena). Pero más que el contexto de esa huelga y esa represión, con muchos muertes
(doblemente reprimidos, ya que lo fueron en el contexto de la ocupación de los talleres y después en el
sepelio de las víctimas de esta primer represión), por el hecho de que gobernaba desde el año ’16 el
radicalismo. Y la existencia de la Liga Patriótica ya es reveladora no solamente de la preocupación de un
conjunto de la elite (se supone que la Liga está formada por los miembros más prominentes de esta elite),
sino con la idea de la incapacidad del gobierno percibida por este sector por hacerse cargo del problema
por su cuenta. Es decir, la Liga Patriótica existe, porque no se le tiene confianza al gobierno para enfrentar
este problema. Recuerden que uno de los actos del grupo que posteriormente se hará llamar la Liga
Patriótica en enero de 1919 es ir a cazar extranjeros, particularmente judíos, en la zona de Once. Se
identificaba así al judío con extranjero y con el ruso, es decir, el revolucionario, el “maximalista”, o sea,
comunista.
Esa acción directa por parte de la elite básicamente lo que está demostrando es que para cierto
sector de este grupo anteriormente gobernante, pero todavía dominante económicamente, el gobierno de
Yrigoyen no tenía ni la voluntad ni la capacidad para hacerse cargo del problema por su cuenta. Acá
aparece otra deriva del mismo problema: la idea de que el modelo liberal es en sí, o, en todo caso, bajo la
forma democrática populista de Yrigoyen, débil frente a esta situación de amenaza. Acá no se estaría
diciendo: “Yrigoyen es comunista”. Pero sí: “Yrigoyen es débil frente al comunismo”. Luego se va a
avanzar un paso más: no es Yrigoyen el problema; es el sistema liberal. Son las libertades políticas que
supone el sistema liberal o el tipo de relación que estable el modelo imperante entre grupo gobernante y
base política: lo que se va a llamar el “demoliberalismo”. Así se impugna al mismo tiempo el modelo liberal
y la democracia política.
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Desde esta perspectiva, lo nacional aparece referido a una unidad amenazada y en peligro por la
doble amenaza de la invasión de inmigrantes extranjeros y, sobre todo, de la subversión del orden político.
Frente a eso, será necesario un tipo de gobierno que logre mantener las jerarquías establecidas inherentes
al sistema. Con esta deriva rápida que hicimos, vemos cómo lo nacional aparece en esta línea -que no es
la única- identificado como un sistema que logre poner límites a la amenaza extranjera socialista,
comunista y anarquista.
Desde otra perspectiva de lo nacional, pero conectada con la anterior, más allá del problema del
inmigrante y el trabajador, el problema liberal tiene que ver con este mismo tópico que acabamos de decir,
pero extendido más allá de lo económico-social: la subversión de valores. Acá también rozamos un tópico
común, porque lo hemos visto ya en la Generación del 37: la idea de la correcta jerarquía entre lo espiritual
y lo material. Este tipo de lecturas van a aparecer con mucha fuerza del lado de las impugnaciones al
liberalismo político que vienen de la mano de la Iglesia y ciertas figuras conectadas con el pensamiento
católico. Para ellas, el liberalismo supone una atención demasiado marcada hacia el individuo: es decir, un
individualismo exacerbado. Recuerden que, desde la perspectiva de la soberanía política y del sujeto de la
soberanía, el liberalismo supone necesariamente el acento en lo individual.
Para la perspectiva católica, por ejemplo, la idea de nación supone la idea de cuerpo, de
organismo. Esto lo vieron ustedes en otras lecturas: la idea del conjunto social entendido como un
organismo vivo, dentro del cual cada individuo es una parte que no tiene autonomía, sino que es
dependiente de la estructura. El individualismo invertiría este tipo de relaciones, colocando a la célula por
encima del organismo; asume la peregrina idea de la autonomía individual y, al hacerlo, fomenta la
disgregación del conjunto. El liberalismo es así rechazado e impugnado por su potencial de debilitamiento
del conjunto y de disgregación del organismo social, en una crítica que en algunas intervenciones del
pensamiento católico se retrotrae en una genealogía a la Edad Media como modelo armónico de
funcionamiento colectivo y una ruptura que de acuerdo a las figuras puede retrotraerse al pensamiento
ilustrado, a la Reforma, a la Revolución Francesa, etc., y en algunos casos se concatenan estos elementos
para llegar a la Revolución Comunista. Pero esto sucede, no por su potencial disruptivo social-económico,
sino como coronación de una genealogía que viene desde el momento en que se cayó el orden establecido
tradicional y jerárquico. Supuestamente, habría habido un organismo social con funcionamiento armónico
hasta la Edad Media, y eso se rompió con el desarrollo del mundo moderno, cuando el individuo se creyó a
sí mismo independiente y autónomo del conjunto del cual formaba parte.
Este tipo de lecturas van a tener un eco importante en algunas figuras en el caso argentino. Pero
no hay que confundirlas con las intervenciones de Lugones, donde justamente hay un rechazo muy
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marcado al catolicismo y a la Iglesia cristiana. Si ustedes han leído El payador, habrán visto las
numerosas ocasiones en las cuales se critica y se rechaza a esa “religión de esclavos”, como la llama él.
Digamos al pasar que para los años ’30 Lugones se terminará convirtiendo al catolicismo.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Creo que tiene más que ver por un gusto por la provocación en Lugones.
Estudiante: Le queda de sus años socialistas.
Profesor: Más que de su socialismo, casi de su anarquismo. Él forma parte del Partido Socialista,
pero rompe por izquierda; se va con Ingenieros con una lectura muy crítica de la forma en que el Partido
Socialista se integra al sistema político argentino. Para Lugones hace falta una acción mucho más fuerte
de ruptura.
Es evidente notar cómo algunas cosas se van anunciando y, al mismo tiempo, ver hasta qué punto
uno puede encontrar que lo que va diciendo forma parte del ideario liberal y cuándo ya directamente no.
Llega un momento en el que va a decir que está todo mal, que hay que cambiar directamente la
Constitución. No es ya simplemente tal o cual elemento; por ejemplo, la Ley de Residencia, es claramente
una llamada de atención respecto a un elemento del liberalismo, pero, por otro lado, seguimos teniendo un
modelo de libertades individuales y civiles, de democracia, aunque bastante sui generis hasta la Ley Sáenz
Peña. Vamos a ver que Lugones en un momento dado va a decir que eso hay que abandonarlo por
completo: todo ese sistema debe ser abandonado. Va a considerarlo como un tipo de experimento que
funcionó mal.
Estábamos viendo diferentes formas de entender por qué lo nacional puede suponer un rechazo o
un abandono de elementos liberales. La línea católica que acabo de comentar va a ser muy fuerte en los
años ’20, cosa que a su vez hay que conectarla con algunos rasgos del pensamiento europeo. Aunque
suene paradójico, el nacionalismo en general es también importado. Tiene muchos elementos del
pensamiento francés en particular en el caso argentino, aunque también de autores hispánicos. Hay varias
vías de aproximación e influencias que se pueden encontrar en el nacionalismo argentino de la segunda
mitad de los ’20 y en los ’30. Una de ellas tiene que ver con el cristianismo católico hispanista. Hay varias
figuras que después podemos comentar particularmente. Una de ellas, que además estuvo en Argentina
como representante diplomático de su país, es Ramiro de Maeztu, una figura bastante notable, con cierto
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paralelo con el Lugones de los ’30. Otra de las influencias importantes va a ser el nacionalismo francés
antidemocrático, en algunos casos monárquico, en otros no, pero sí antipopular. Esta figura se encarniza en
el grupo que se forma en Francia con el nombre de Acción Francesa (Action française), con figuras
como Charles Maurras y Maurice Barrès. Para ellos aparece esta conexión que mencionábamos antes: el
sistema político liberal supone tendencialmente la amenaza de la integridad nacional, o bien porque
subvierte los valores, o bien porque es demasiado permeable al ataque de enemigos extranjeros, o bien
porque coloca demasiada importancia a las libertades y a los apetitos individuales, o bien porque supone un
materialismo exacerbado. Ahí es donde se le coloca valores superiores. Responde a esta idea de jerarquía
de valores. Por encima de las apetencias individuales de desarrollo económico, tiene que estar el interés de
la nación. El liberalismo supondría una inversión de eso, ypor eso pondría en peligro lo nacional.
No hay que tomar a este nacionalismo, entonces, como un programa organizado y armónico de
intervención política, sino que más bien incluye un conjunto de identificaciones que suponen el rechazo a
uno o a todos los elementos del sistema liberal. Ese rechazo se puede basar en dogmas de la Iglesia
católica, en la preocupación por la amenaza extranjera, etc. En general, más allá del acento donde se
coloque, coinciden en que frente a esas amenazas el modelo en contraposición debe ser uno que
simétricamente pueda enfrentar lo que no puede enfrentar el modelo liberal. Si el modelo liberal es
demasiado permeable y blando ante algunas amenazas, el modelo que se le contrapone tiene que ser
autoritario y fuerte y tiene que poner límite a determinadas libertades. Si el modelo liberal es impugnado
por la subversión de determinados valores y jerarquías, el modelo que se le contrapone debe ser por el
contrario jerárquico y delimitador de las posibilidades de movimiento de las capas de la sociedad. En ese
sentido, van a aparecer, en algunos casos como derivas lógicas, y en otros como una especie de amalgama
un poco indigesta, equivalencias entre tradicionalismo, autoritarismo, énfasis en lo jerárquico, espiritualismo
entendido como antimaterialismo, etc. Todos estos son rasgos de este tipo de intervenciones nacionalistas
que podemos encontrar en nuestro país, ya anunciándose en los 20, pero sobre todo en los 30.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Todavía no usemos la palabra “fascismo”. Después vamos a ver bien qué quiere decir el
término “fascismo”, con todas las precauciones del caso, porque no es esto algo saldado. Ninguna de las
discusiones en la historia intelectual está saldada, claro, pero este es un término bastante problemático.
Más allá de ello, efectivamente hay algunos elementos del nacionalismo que se vinculan con el fascismo;
otros, no.
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Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Algunas de estas intervenciones van a plantear la idea de una sociedad ordenada
jerárquicamente. Gálvez va a ser muy claro en ese sentido. El Lugones de los años ’30 va a decir que la
verdadera democracia es la democracia donde gobiernan los idóneos. Los idóneos son un grupo, no todos.
Es la idea de que las diferencias naturales se tienen que traducir en diferencias sociales y políticas. Ese es
un tipo de nacionalismo que va a estar muy fuerte ahí.
Estudiante: Se abandona la pretensión igualitarista del modelo liberal.
Profesor: Exactamente.
Estudiante: ¿Y qué sucede con el nacionalismo de Scalabrini Ortiz y del peronismo?
Profesor: Ese sería el nacionalismo de tipo popular. Yo del que estoy hablando ahora es de un tipo
de nacionalismo antiliberal que algunos lo llaman “restaurador”. No todos los autores van a compartir esto,
por eso digo que es muy difícil hablar en general, porque son intervenciones más particulares, aunque
pueden conectarse políticamente. Algunos lo llaman “restaurador” porque suponen que había una especie
de mundo ordenado previamente al cual el liberalismo ha desordenado, y hay que volver a tratar de
establecerlo en el país. No todos van a plantear esto, de hecho, uno de los elementos que veremos luego
sobre el fascismo es que hay una tensión entre algunas lecturas nostálgicas de un mundo pasado perdido,
pero, por otro lado, apunta más bien a un futurismo, a una idea más revolucionaria y transformadora, está
más preocupado por la transformación y el avance que por mirar hacia atrás.
Todo lo que estoy diciendo hasta ahora es un tipo de nacionalismo que supone estas
impugnaciones políticas, digamos, “por derecha”, más bien del tipo reaccionario, contrario al desarrollo de
la modernidad, anti-igualitario, anti-democrático, etc. Van a haber intervenciones nacionalistas en la misma
época y posteriores en los ’30 y los ’40. La vez que viene comentaremos algo sobre el grupo FORJA,
donde están Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, que van a rechazar algunos elementos del modelo liberal,
pero, sobre todo, desde la perspectiva desigual entre la economía argentina y la economía mundial
(particularmente la norteamericana y la británica). Esto también aparece en los Irazusta, pero desde otro
lugar. A diferencia de estos autores que acabo de mencionar, no van a concebir al modelo democrático
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como algo que ponga en peligro el país, sino que, por el contrario, van a partir de que la soberanía nacional
es la soberanía del pueblo. Van a constituir esto que se llama en general nacionalismo popular o populista.
Ese es otro tipo distinto de intervención nacionalista, así como también es distinto el nacionalismo más
culturalista de Ricardo Rojas, del cual ustedes ya hablaron en su momento, que también pone un acento en
lo específico de la cultura argentina, incluso retrotrayéndose al fondo indígena. Pero ese énfasis en la
cultura autóctona no supone tampoco un abandono del modelo liberal.
Del nacionalismo que estoy hablando ahora es particularmente de uno que supone esta
impugnación completa de elementos de la política, la economía y la estructura social liberal que se
condensa en los tres autores que dije. Efectivamente es muy distinto el nacionalismo de Jauretche o de
Scalabrini Ortiz, por decir algunos. Sin embargo, después los vamos a ver conectados un poco bajo la
perspectiva del revisionismo histórico. Sería interesante ver cómo hay conexiones a pesar de las
diferencias.
Estudiante: ¿El nacionalismo restaurador quiere restaurar eso que había antes de la aparición del
liberalismo?
Profesor: Sí, pero no todos van a ir hacia atrás, aunque algunos sí. Por ejemplo, los hermanos
Irazusta, que veremos luego. También va a depender de cómo entiendan el liberalismo y cuál es el “atrás”
o el “antes”.
Estudiante: A eso iba. Uno de los “atrás” es el sistema feudal.
Profesor: Sí para ciertas concepciones católicas, por ejemplo.
Estudiante: Pero esta nación va en contra entre otras cosas de la Iglesia católica.
Profesor: Al contrario. La nación es lo que la Iglesia católica pretende recuperar o restaurar,
porque está en peligro por las ideas liberales.
Estudiante: ¿Es un corporativismo?
Profesor: Sí, exactamente. No sé si vieron con Ingenieros el tema de la democracia funcional. Lo
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vamos a ver en Lugones y en Gálvez también. Es un modelo corporativo donde…
Estudiante: Pero Lugones en El payador no desea recuperar el orden católico.
Profesor: Claro, como decía antes, el catolicismo no es un rasgo de todos los nacionalistas.
Justamente Lugones es un autor que no va a entrar en este grupo. Estamos viendo una familia de
intervenciones, donde la católica es una de esas. Lugones no va a plantear una época dorada en el pasado
a la cual hay que volver; pero sí va a aparecer esto en otras figuras, como los Irazusta. ¿Cuál es ese
pasado perdido a restaurar? En todo caso, está en la Edad Media. Lo que hay que hacer acá es recrearlo,
naturalmente. En los hermanos Irazusta el ejemplo va a ser Rosas: un gobierno donde se defendía a la
soberanía nacional, donde se colocaba por encima de los intereses económicos el interés del país, frente a
lo que fue la oligarquía liberal, en la cual Rivadavia, Mitre y Sarmiento van a entregar el país al capitalismo
y al sometimiento internacional. Ahí tenemos un ejemplo muy fácil de ver de una mirada decadentista.
Éramos nación, pero cayó Rosas, y la perdimos. Eso lo dejo para después, porque tiene que ver con el
revisionismo histórico. Como acaban de ver, eso implica una revisión de la historia: supone colocar al
panteón nacional casi en forma asimétrica: los antiguos héroes pasan a ser villanos, y viceversa.
Estábamos hablando antes de las lecturas europeas y francesas, que implican esta idea de la
amenaza que supone para los intereses del país el excesivo peso que tienen algunos valores liberales. Por
ejemplo, la idea de igualdad. Es profundamente anti-igualitario este nacionalismo. ¿Por qué? Porque la
igualdad supone inventar entre los políticos lo que naturalmente es desigual.
Estudiante: ¿Es racista?
Profesor: En algunos casos, sí; en otros, no. No hay un rasgo común a todos ellos. Y otra cuestión
conectada: no todos los racistas son antisemitas, cosa que sí va a estar muy fuerte en algunos. Y quiero
dejar esto para después, porque va a tener que ver con la recepción que tienen el fascismo y el nazismo en
Argentina. Algunos de estos nacionalistas de los ’20 y ’30, ante el ejemplo del modelo alemán, van a
compartir algunos elementos y van a tener un prisma racista y antisemita en Argentina. Van a ver los
problemas del país como responsabilidad de los judíos, los extranjeros y los comunistas. Otros, no. Gálvez,
no. Lugones y Gálvez van a ser muy firmes ante la crítica al antisemitismo. De hecho, Lugones va a
prologar un texto que denuncia la falsedad de Los protocolos de los sabios de Sión. Por eso, no se
pueden hacer asociaciones mecánicas entre nacionalista, reaccionario, antisemita…
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Estudiante: Pero por el hecho de que son anti-igualitaristas.
Profesor: No son igualitaristas, pero no necesariamente las desigualdades son biológicas. En
algunos casos, sí. De hecho, en muchos casos son racistas pero respecto a indígenas y pueblos inferiores.
Lugones en un momento dice: “No importa la raza con tal que sea blanca”. Lugones también tiene ese
elemento, pero no es antisemita.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Ellos están en desacuerdo con la igualdad democrática o liberal, la igualdad abstracta.
Lo que van a impugnar Lugones, Gálvez e incluso el nacionalismo católico es la libertad abstracta del
liberalismo. El liberalismo abstrae las características particulares y dice “un obrero es igual a un
presidente”.
Estudiante: ¿Por qué es igual un obrero a un presidente?
Profesor: Esto es claro dentro del modelo liberal: votan igual, ante la justicia son iguales, tienen los
mismos derechos, etc. Esa igualdad va a ser rechazada por muchas de esas figuras como una abstracción
que lo que hace es subvertir las diferencias naturales. “No, no somos iguales. Hay algunos con
características mejores que otro”. Igualar es desordenar, para ellos. Esto va a estar más claro en Gálvez,
aunque Lugones lo sostenga también.
Arranquemos con el texto de Lugones, así esto va ganando en claridad. Después veremos algunas
intervenciones de figuras de la Iglesia católica. No voy a presentar quién es Lugones. Ya lo conocen por
las clases anteriores. Me voy a detener en algunas intervenciones de los años ’10 y ’20. Del contexto
histórico, ya comenté algo: el impacto del Centenario, luego la Ley Sáenz Peña, el ascenso del radicalismo
al poder y la Revolución Bolchevique. Son toda una serie de elementos que hay que tener en cuenta para
entender por qué una figura como Lugones que va a empezar como les voy a leer va a terminar como
veremos. Estamos viendo a Lugones como representante de un grupo. Es un individuo, hay rasgos
particulares en su pensamiento, pero es un buen barómetro de algunos cambios: cómo una figura tan
importante en las letras y en la política argentina va variando de esta manera su pensamiento.
El primer texto que les voy a presentar es del año ’10. Yo creo que ya han visto que para la
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década del Centenario Lugones escribe por encargo del gobierno para celebrar tal evento. Acá hay varias
cosas que podríamos decir sobre el lugar del intelectual y del escritor en relación con el mercado y con el
Estado, sobre la necesidad de tener algún sustento material para su producción, etc. Lugones escribe las
famosos Odas seculares, donde está la idea de “Argentina=campo”. Eso es importante. La oda a los 100
años de Argentina es una oda al campo y a las vacas argentinas. No casualmente Lugones a partir del año
1911 es columnista estable del diario La Nación. Pero, en la misma época, escribe una obra que se llama
Didáctica. Acá ya podemos encontrar algunos elementos que después vamos a encontrar en El
Payador. La Didáctica es la educación para formar argentinos.
Tengo muchas cosas, pero voy a leer solamente un par, porque no hay tiempo. Va a aparecer la
idea de patria, pero va a aparecer contrapuesta a la idea antigua de patria, que es la vinculada a conquistas
militares. Dice Lugones: “El progreso de la civilización ha modificado el concepto de patria.
[…] Es un organismo evolutivo: tiene que evolucionar”. Más adelante dice:
La vasta extensión de nuestros dominios coincide con la posibilidad del
aprovechamiento intensivo. Su disfrute por medio de la ciencia es más barato que su
aumento por medio de la guerra.
Profesor: A partir de acá, hace toda una serie de intervenciones donde rechaza la equivalencia
“patria=conquista territorial”. Dice luego: “Vale más para la patria la adquisición de un progreso en
su libertad o en su justicia que la de un vasto territorio”. Es interesante, porque ahora van a ver como
cambia. Patria es equivalente a progreso; esta idea está muy vinculada con el modelo de desarrollo de la
civilización a partir del avance de la economía, la técnica y la felicidad. Es un modelo optimista que uno
podría simplificar diciendo “liberal”.
Dice él: “La conquista es un concepto militarista de hacer la patria”. Este es el concepto que
rechaza. Y luego dice: “El militarismo es una forma de pesimismo patrio: estriba en la creencia
común de que el estado de guerra es natural y permanente en las sociedades. Supone que la
civilización guerra es constantemente necesaria”. Hacia el final dice: “el progreso consiste en la
sustitución de la violencia por el ingenio”. Esto es una referencia que pueden encontrar en otros
autores del s. XIX, como Spencer. Spencer es el ejemplo más claro de un autor liberal británico. Es la idea
de que en el pasado los estados dependían para su progreso de la guerra, y por eso tenían que tener un
peso muy marcado dentro de su estructura para poder defender al territorio y avanzar; mientras que ahora
es el comercio el que ha suplantado a la guerra, y por eso los Estados deben ir desapareciendo. Esto
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también es liberal: un Estado cada vez más chico. Noten qué cosas ha quedado de este texto de 1910: la
guerra como algo más bien característico del pasado. Salteo las partes donde dice que la guerra fue muy
importante al comienzo, pero ya no; el progreso como algo que propende al desarrollo de la patria.
A continuación aparece el tema de la inmigración. Recuerden que el texto se llama Didáctica y
tiene que ver con la formación de argentinos a través de la escuela. También notarán las referencias a
Sarmiento, que aparecen varias veces. Sarmiento para nosotros va a ser un indicador muy importante: la
manera en que aparezca nos va a mostrar de qué forma la intervención se coloca frente a la tradición
anterior: si la rechaza o si la toma por partes. Recuerden, por ejemplo, en Martínez Estrada: Sarmiento, el
culpable de todo. Vamos a verlo de vuelta hoy. Dice Lugones: “¿Cuál es el mejor tipo de argentino que
la escuela debe formar? Sencillamente, el del mejor hombre civilizado”. Noten que esto de “el mejor
hombre civilizado” también plantea qué era la universalidad. “No hay en esto ningún secreto especial,
puesto que, si los argentinos desean civilizarse, es para parecerse a los demás hombres
civilizados”. ¿Se dan cuenta de esta idea de civilización como un conjunto universal? “Todavía no tienen
raza, ni esto importa mucho con tal que sea blanca y esté formada en los principios de la libertad y
la justicia. En cambio, existe un hecho ventajoso entre todos: la democracia”. ¿Se dan cuenta que el
Lugones que estoy leyendo es el Lugones que está “dentro del sistema”? El progreso, la universalidad de
la civilización, la democracia.
Estudiante: Perdón. No entendí lo último.
Profesor: ¿Lo último que leí? Dice algo así como que no importan las formas civilizatorias, que
cualquier raza es buena (con tal que sea blanca) y luego dice: “Hay un hecho ventajoso entre todos: la
democracia, que es por el momento el desiderátum social de la civilización”.
Después aparece Sarmiento. Lamenta haber escuchado algo. “No hace mucho he escuchado
con asombro en la tierra de Sarmiento grupos de mozos que alternaban sus vitores a la patria con
gritos de “¡Mueran los gringos!” ”. Esto lo indigna: cómo puede ser que alguien diga querer a la patria
y pensar que eso supone estar en contra de los extranjeros. El Lugones que estoy leyendo es el Lugones
que servirá para contrastar con el que sigue; es un buen indicador del pensamiento de la elite liberal del
momento. No tenemos mucho tiempo para leerlo todo, pero cada tanto aparecen algunas precauciones
respecto del modelo. Voy a leer una llamada de atención que aparece, que ustedes podrán conectar para
atrás con Las multitudes argentinas y para adelante con El payador. Es cuando le da mucha
importancia al idioma. Esto lo pueden recordar en cuanto a referencias al modernismo: para el poeta el
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idioma es un elemento central, porque ahí se expresa la raza en sentido nación, no en sentido biológico.
Entonces dice que el idioma es muy importante, que es esencial para la construcción de la patria. “La
patria es ante todo una cuestión de espíritu, y este se manifiesta por medio del idioma, por lo que
la integridad de ese órgano representa la integridad de la patria.”
Termina diciendo:
La inmigración cosmopolita tiende a deformarnos el idioma con aportes
generalmente perniciosos dada la condición inferior de aquello -la inmigración. Esto
es muy grave, porque por ahí empieza la desintegración de la patria. La Leyenda de
la Torre de Babel es significativa al respecto. La dispersión de los hombres comenzó
con la anarquía del lenguaje.
Profesor: Salvo esto, tenemos un así un modelo bastante oprimiste de integración de todos, que la
escuela los va a formar en la democracia. Pero, ¡ojo con el idioma!: se tienen que argentinizar, alternarnos
el idioma, sería anarquía. No es nada menor el uso del término “anarquía”. Ahí se ve la idea de peligro.
Pero todavía esto no aparece en el texto como algo que implique la necesidad de que no entren más
inmigrante, basta de democracia, basta de liberalismo. Todavía esto está dentro de las coordenadas del
sistema.
Un conjunto posteriores de intervenciones son las que hace Lugones para la época de la I Guerra
Mundial. Lugones está en Francia en este momento, donde también escribe El payador. Escribe una serie
de artículos para La Nación alertando contra la neutralidad de Argentina y la necesidad de que Argentina
tiene que entrar en la guerra. Esos artículos se llaman, por ejemplo, “Neutralidad imposible”. Estos
artículos luego serán compilados bajo el nombre Mi beligerancia. Básicamente lo que va a sostener es
que la civilización está amenazada por Alemania. Alemania es la gran causante de la guerra y la gran
amenaza del orden mundial. Por lo tanto, hace falta defender los valores civilizatorios con las armas.
Noten que acá ya hay un pequeño corrimiento, en el sentido de que ya la guerra no se encuentra como
algo contrapuesto al progreso, como algo del pasado, sino como algo que eventualmente es necesario. Voy
a leerles algunas frases solas. Fíjense cómo se conecta con la dicotomía de nuestro primer autor de la
materia. Dice que se enfrentan dos modelos en esta materia:
El concepto grecolatino ante el cual afirma una inmoralidad el fundamento de la
patria germánica. Esto es lo que desde el fondo de la historia llaman los hombres
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idealidad y materialismo, civilización y barbarie.
Civilización y barbarie, el viejo esquema sarmientino, lo conecta con idealidad y materialismo (o
sea, espiritualidad y materia) y, a su vez, con dos modelos civilizatorios: el grecolatino y el germánico. Si
ustedes recuerdan El payador, Argentina está en el modelo grecolatino. Frente a la amenaza del
germánico, hay que actuar. Es una guerra en que, como dice el otro artículo, la neutralidad es imposible.
No se puede mantener esa neutralidad, porque lo que está en juego es la supervivencia de estos valores.
“La guerra está en casa”, dice Lugones.
Estudiante: ¿No se vuelve para Argentina, para la casa?
Profesor: Se vuelve a Argentina efectivamente.
Una identificación que va a hacer en esta época y luego va a continuar en los textos siguientes es
la del socialismo con Alemania. El socialismo es un invento alemán, dice. Lo cual para nosotros va a ser
interesante, porque quiere decir que es extranjero. No extranjero, solamente por el hecho de que los
trabajadores vienen de otro país, sino que el modelo socialista que se quiere imponer en la Argentina es de
origen civilizatoriamente distinto. Esto lo vamos a ver después y va a aparecer más claro en los últimos
textos. Pero ya acá aparecen elementos o rasgos del modelo civilizatorio alemán contra el cual el
grecolatino, en el cual Francia, Inglaterra, Argentina e Italia tienen que participar. Uno de esos elementos
civilizatorios impugnados es el socialismo.
Salto a los artículos que saca después de la Guerra. Después de la Guerra, claro, va a ser también
después de la Revolución Bolchevique y además, en el caso argentino, después de la Semana Trágica y la
formación de la Liga Patriótica. Estos artículos van a ser compilados en el libro La torre de Casandra.
Esta referencia mitológica es una figura bastante importante de nuestra materia, que de alguna manera se
puede conectar con Martínez Estrada: es la figura individual que alerta, y nadie escucha, y que cuenta
determinados rasgos de la realidad, porque él solo puede verlas. Ustedes conocen el mito de Casandra en
la mitología griega: la que presagiaba los males, pero que tenía como condena no poder ser nunca
escuchada, ni sus recomendaciones transformarse en algo práctico. Estaba condenada a ver lo que iba a
pasar, pero al mismo tiempo no lograr que nadie pudiera evitarlo. Lugones escribe estos artículos
compilados como La torre de Casandra. Lo que me interesa es ver cómo aparece acá una deriva con
respecto a lo anterior, que para los que vieron El payador ya es conocida. Acá aparece con más fuerza
que antes el anti-democratísimo. Recuerden que en el texto de 1910 la democracia aparecía como algo
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valioso. Ya en el ’16, cuando publica El payador en forma de libro, esto estaba rechazado, y hablaba de
“la plebe ultramarina”. Acá de nuevo aparece diciendo: “Nadie me escuchó. Yo dije que era importante la
Guerra. Nuestros políticos…”. Esto también es un tópico que ustedes ya han visto en El payador y va a
explicar la deriva posterior de Lugones en los 20: la crítica a la política también.
Los políticos se equivocaron dando por seguro el triunfo alemán. El pueblo, como es
natural, se equivocó junto con ellos, siendo menos culpable por su gran ignorancia.
Pero esto no lo exime de responsabilidad, pues fuera necio además de vil separarlo
a tal efecto del gobierno que libremente se diera. El pueblo estaba envilecido por el
lucro y ebrio de esa triste libertad electoral que goza en el cuarto oscuro, como un
simulacro de mancebía.
Profesor: Acá hay muchas cosas ya vistas en El payador. Esta idea de la falsedad de la
democracia, porque no es más que libertad para elegir las cadenas. Acá aparece como “el simulacro de
mancebía”, como si uno ya estuviese amancebado por votar, cuando en verdad, se sigue sometido, porque
la verdadera libertad nunca puede ser la libertad de someterse a las leyes. Aparecía en el texto El
payador una perspectiva muy aristocrática de libertad: estar por encima de toda regla. En este texto,
respecto al texto Didáctica, tiene un gran corrimiento. La democracia ya no es un elemento valioso. El
pueblo por definición es bruto, ignorante y sometido. Habla del “lucro”, tópico claro antimaterialista. El
pueblo está envilecido por el lucro.
Dice luego:
Creo otras cosas, a mi vez, de las paradojas democráticas. Las dádivas del soberano
poco y nada me tientan; me inspira profunda compasión su triste suerte. Siendo él la
mole y yo la partícula, tengo la pretensión insólita de ser yo quien ha de dar. Así,
cuando veo que lo engañan con esas paradojas, no puedo callarme, aunque sé
también cuánto le agrada la ilusión mentirosa de su soberanía.
Es claro este punto, me parece. Esto es para el ’18, para el final de la guerra: un artículo donde,
aún dentro de todo este corrimiento que está experimentando Lugones, todavía se mantiene un tópico del
pasado –que vamos a ver luego cómo cambia- que es que, criticando a Alemania –la Alemania que está
en este momento a punto de firmar el armisticio, de quedar derrotada- se critica lo que él llama el
“materialismo militarista”. El materialismo militarista es contrario al honor. Insisto, porque la crítica al
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materialismo aparece también conectada con la crítica al militarismo, y enseguida –año 23- estamos en
presencia del artículo donde aparece claramente el despliegue que comentábamos antes. En el año’ 23,
Lugones va a dar otra serie de conferencias. Así como están las conferencias del Teatro Odeón, que son
las de El payador, están estas conferencias del Teatro Coliseo, que luego compilará Lugones bajo el
nombre Acción. Acá van a empezar a aparecer una serie de términos –la vez que viene lo podemos
comentar mejor- que van a utilizarse como términos para nombrar movimientos o fracciones políticas:
“acción”, por ejemplo –que es el que va a utilizar acá Lugones-, “fuerza, “poder”, “potencia”; que también
tienen que ver con ciertas lecturas que se hacen del modelo liberal. El modelo liberal va a aparecer
asociado, desde esta perspectiva, con lo blando, lo débil, lo cómodo, la comodidad burguesa; y, frente a
eso, algunas intervenciones contrarias a este modelo van a enfatizar estos tópicos: acción, por ejemplo;
energía, movimiento, fuerza. Esto lo voy a desarrollar el martes que viene, pero, para los que conozcan,
reconocerán que estos son elementos típicos de la terminología del fascismo italiano: el énfasis en la
energía, en la acción, en la fuerza, y la correspondiente crítica o rechazo a lo que tiene que ver con la
blanda molicie del burgués.
Acción se llaman estas conferencias. Dentro de estas conferencias del año ’23, la primera, la más
importante, se llama “Ante la doble amenaza”. Año 1923, comienzos del gobierno de Alvear en Argentina,
pero sobre todo final del gobierno de Yrigoyen; Lugones va a escribir este artículo, donde aparecen estos
tópicos. Tengan en mente lo que leí antes sobre la inmigración, sobre el extranjero y sobre la patria como
progreso. Dice Lugones:
Nuestra indiferencia ha dejado correr la afirmación de que no hay paz armada en
América. Voces argentinas han llegado a sostener lo propio, declarando que nos
basta con un ejército defensivo. Ese es el resultado de la ideología sectaria,
cristalizada en dogma; funesta doctrina que ya costó a Francia mares de sangre…
Y a partir de ahí empieza a hablar de la guerra europea, para luego decir:
Si semejante realidad no influye sobre el criterio de quienes lo formamos con la
experiencia y la razón, es porque nos hayamos en estado de fe, bajo el imperio
dogmático de postulados o de sistemas ideológicos, o porque un mal entendido
orgullo nos lleva a confundir con la inmovilidad la firmeza del carácter, que ella no
consiste en sostener lo que una vez se dijo sólo por haberlo dicho, sino en hacerlo
con la convicción adquirida, sea o no contradictoria con la convicción anterior.
Está diciendo claramente que va a cambiar de parecer respecto a lo que postulaba antes. Dos
cosas: primero, lo que se critica es la idea de que alcanza con un ejército defensivo, la idea de paz armada.
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Acá hay una continuidad con respecto a los artículos de la guerra europea: la idea de que es necesaria la
acción concreta, y, si se quiere, una clara contraposición con los de Didáctica, en los que se hablaba de la
guerra como algo del pasado. Acá directamente se habla de la necesidad de las armas; no para gobernar,
todavía. Al año siguiente ya lo va a decir, en el ‘24; todavía no se está diciendo “tiene que gobernar el
Ejército”. Sí se está diciendo que hace falta un Ejército no solamente defensivo. ¿Para qué? Ahora lo
veremos, pero, antes de ver para qué, en el párrafo que les leí, noten que él dice que vivimos en una
especie de estado de fe, “bajo el imperio dogmático de postulados o sistemas ideológicos”. ¿Qué está
queriendo decir? Que estamos atrapados en un dogma del pasado, que ya no corresponde seguir. Noten
que lo que quiere decir es que hay que revisar los elementos del modelo anterior, uno de los cuales es el
que justamente se basaba en el culto a la paz y a las libertades individuales, frente a la importancia de la
fuerza de la guerra. Enseguida aparece cuál es el problema:
La república [es] pacifista hasta el exceso (…) Estamos en una situación que impone
a todos los ciudadanos una actitud militante, parecida a la militar.
Este juego de palabras ya directamente nos pone en el centro el problema. Estamos en peligro, y
ese peligro exige de nosotros una actitud militante que lleva a lo militar.
El país hállase invadido por una masa extranjera, disconforme y hostil que sirve en
gran parte de elemento al electoralismo desenfrenado.
Ven cómo combinó al mismo tiempo varias cosas: el país invadido, por lo tanto lo que está en
riesgo es la unidad nacional, la soberanía de la nación. ¿Invadido por quién? Por los inmigrantes. El
inmigrante deja de ser visto como abono del país del futuro, como era visto por el modelo anterior; deja de
ser visto como una necesaria herramienta para desarrollar el país, y pasa a ser visto, por el contrario,
como algo que lo pone en peligro, como un invasor. Pero, al mismo tiempo, noten cómo esto se conecta
con la impugnación política: el invasor extranjero es utilizado como base del electoralismo desenfrenado. O
sea que ahí de lo que se está hablando es de la democracia electoral radical. ¿Se dan cuenta cómo en el
mismo párrafo conectó varios elementos del modelo imperante? Más claro todavía lo dice luego.
Enseguida va a hacer un rodeo, diciendo: “no se crean que yo estoy en contra de los extranjeros”, y ahí
empieza a hablar de cómo le gustan los extranjeros que están en el país, hace una referencia a una vez
que vio a un ruso –o sea, un judío- con un chico en el brazo, y le dijo “ese rusito”, “no –dijo el otro- ese es
argentino”, con lágrimas en los ojos. O sea, todo un canto a la receptividad a los extranjeros, a la idea de
que está muy bien que vengan acá; pero, después de presentar todo eso (hay artículos de esta época que
se llaman “Ni xenofobia ni xenofilia”) dice luego:
Nosotros hemos querido cumplir el mandato de nuestros padres…
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Noten que “mandato de nuestros padres”, ¿qué quiere decir? La generación anterior: Alberdi, el
modelo.
…haciendo de esta patria lo que debe ser: una gran concordia. A la discordia nos la
han traído de afuera.
Esta es una frase muy conocida de Lugones, que es como una continuidad con la Ley de
Residencia: Argentina, como país, les ha abierto las puertas para que entraran, y han traído conflictos que
no había acá.
Necio el que por mal entendida hospitalidad siguiera mulléndole la cueva a la víbora
clandestina que se metió en su huerto.
Es claro: una cosa es ser hospitalario, y otra es permitir que el país se venga abajo por ser
demasiado receptivo. Y a partir de ahí viene la distinción, y dice: hay huelgas que están bien, y huelgas que
son revolucionarias, que lo que quieren es generar el conflicto, el maximalismo de los rusos, etc.
La guerra que nos traen los extranjeros rebeldes es un ataque exterior, mucho más
peligroso que la guerra militar, porque maniobra a traición desde adentro. No hay
guerra civil con extranjeros; toda guerra con extranjeros es una guerra nacional.
Fíjense cómo aparece, entonces, el lenguaje de la guerra, para enfrentar el problema social; la
identificación del trabajador sindicalizado, el trabajador militante de izquierda, como el extranjero enemigo.
¿Se dan cuenta el corrimiento que hubo desde Didáctica en el 10, hasta este texto en el 23?
Enseguida aparece una diferencia que uno podría decir que es entre el extranjero que dejamos que
venga acá, y el “nosotros” nacionales, que somos –dice él-”los verdaderos dueños del país”; con lo cual, lo
que está en discusión es el lugar que le corresponde a esas personas, y la amenaza que suponen para ello.
Dice:
La condición de ciudadano comporta dominio y privilegio para administrar el país,
porque éste pertenece exclusivamente a los ciudadanos en absoluta plenitud de
soberanía. Nosotros ejercemos el gobierno y el mando, somos los dueños de la
Constitución. Nosotros somos quienes aceptamos al extranjero, no el extranjero
quien nos acepta a nosotros. Somos los dueños del país; y de tal modo que, si sólo
quedáramos mil argentinos entre diez millones de extranjeros residentes, seríamoslo
sin duda, porque cuando esto dejara de suceder, el hecho revelaría que el pueblo
argentino había también dejado de existir bajo una dominación extranjera.
Se observa cómo se ha dado una marcada inversión, ya no con respecto a lo que Lugones decía,
sino con respecto al modelo del que veníamos hablando: un modelo que plantea la receptividad extranjera,
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de inmigrantes, como forma de progreso y desarrollo, ahora los pasa a ver como amenaza, como invasión,
como guerra de conquista; frente a lo cual hace falta una guerra de defensa. Se dan cuenta que, con todas
estas referencias a la palabra “guerra”, la consecuencia inmediata que sigue, ¿cuál es? La ubicación de un
sector dentro de la sociedad argentina como el único posibilitado de ejercer la adecuada defensa de los
intereses nacionales. Antes de pasar a eso, termino con este artículo. Dice Lugones:
Tenemos que afrontar virilmente la tarea de limpiar al país.
No creo que haga falta que les diga mucho.
Estudiante: (inaudible)
Profesor: Sí, efectivamente. La cuestión es que lo que dice que lo perjudica es ese prisma con el
que se mira. La identidad argentina aparece como colocada en peligro por la incorporación de las masas
migratorias. La teoría de la multitud aparecía en Ramos Mejía, pero eso no parecía poner en peligro la
soberanía nacional. En todo caso, le molestaba un poco el excesivo cosmopolitismo, y prefería el interior
tranquilo a la ciudad de Buenos Aires; pero no se decía “hay que limpiar el país”. Por eso digo, acá hay
que tener en cuenta una serie de derivas que están conectadas con lo local, pero también –algo que no
comenté, lo veremos luego- el año 23 ya es el año en el cual el fascismo está en el poder en Italia. En el
párrafo que sigue, Lugones muestra, diciendo que esto que él quiere hacer acá –o sea, que se ponga
límites a la posibilidad de llegada de extranjeros, y que haya una actitud más firme para defender al país- lo
hacen en otros países: en Francia, en Inglaterra, y luego dice:
Italia acaba de enseñarnos cómo se restaura el sentimiento nacional, bajo la heroica
reacción fascista, encabezada por el admirable Mussolini.
Acá, como ven, tiene una referencia concreta, laudatoria del fascismo italiano de Mussolini. Igual,
tengamos cuidado con esto, porque una cosa es que le guste Mussolini como referencia, y otra cosa es
que el modelo a implementar en el país sea fascista. De hecho, en parte lo será, pero por ahora lo que
tiene es que Mussolini le gusta –además fíjense que esto todavía es muy temprano, es en el 23- pero
Mussolini es uno más: Francia, Italia, Mussolini. De hecho, también aparece muy marcado Estados Unidos
como modelo de ponerle límites claros a la acción disolvente del extranjero.
Voy a terminar con esto, antes de hacer la pausa. La del año siguiente es la más conocida de las
intervenciones de Lugones. Lo que quiero que vean es que es como una especie de deriva lógica. Si se
entiende lo que acabo de decir, es claro que Argentina está en peligro. La nación argentina está
amenazada por el extranjero. El modelo político evidentemente no puede enfrentarlo y, al contrario, es casi
cómplice de eso. Recuerden esta idea del electoralismo. ¿Qué aparece luego? Año 1924, el famoso
“Discurso de Ayacucho”. Digamos al pasar que es pronunciado por Lugones en Perú, en conmemoración
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de la Batalla de Ayacucho, como enviado oficial del país. Lugones forma parte de la comitiva argentina
que va con el general Justo, que para ese momento es Ministro de Guerra de Alvear. Y, como parte de
esa comitiva, da el discurso famoso, donde, después de presentar una recordación de la batalla, termina
diciendo:
Señores: dejadme procurar que esta hora de emoción no sea inútil. Yo quiero
arriesgar también algo que cuesta mucho decir…
Este es un lugar en el que se pone siempre Lugones: voy a decir algo que nadie quiere decir, pero
yo lo puedo decir porque soy Lugones.
…en estos tiempos de paradoja libertaria y de fracasada, bien que audaz, ideología.
Dos cosas: la paradoja libertaria –o sea, el exceso de libertades que son paradójicas, de hecho van
a ser contraproducentes para lo que quiere hacer- y sobre todo la idea de “fracasada ideología”. Lo
interesante ahí es lo de “fracasada”. ¿Y cuál es la fracasada ideología (aunque no lo diga acá)? El
liberalismo. Y es interesante que lo identifiquen por los dos términos: por “fracasado” y por “ideología”.
Esto va a aparecer muy marcado en los hermanos Irazusta.
¿Qué es lo que quiere decir? ¿Qué es lo que arriesga?
Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada.
Esa es la famosa frase lugoniana de 1924: para bien del mundo, ha sonado la hora de la espada.
¿Eso qué quiere decir? Ha llegado la hora donde el Ejército, donde la fuerza, se ponga en el lugar donde
tiene que estar.
Así como esta –la espada- hizo lo único enteramente logrado que tenemos hasta
ahora, y es la independencia, hará el orden necesario –retengan: “orden”-,
implantará la jerarquía indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy,
fatalmente derivada, porque esa es su consecuencia natural, hacia la demagogia o el
socialismo.
O la espada –o sea, la fuerza- logra mantener un sistema ordenado, autoritario, con la jerarquía
que corresponde, o bien un modelo como el que tenemos que deriva necesariamente al socialismo.
Demagogia o socialismo, que son casi equivalentes. ¿Todo eso qué supone? Excesivo peso de las
mayorías con respecto a las minorías, subversión del orden natural, jerarquías no reconocidas. Acá está la
idea de restauración: no hay una época concreta, pero sí hay un modelo que se debe recuperar.
¿Se acuerdan el Lugones de Didáctica, el que decía “basta de la guerra, que es algo del pasado,
el progreso es la patria”?
El pacifismo no es más que el culto del miedo, o una añagaza de la conquista roja,
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que a su vez lo define con prejuicio burgués. La gloria y la dignidad son hijas
gemelas del riesgo, y en el propio descanso del verdadero barón yergue su oreja el
león dormido.
Esto, sin decirlo del todo, es, en cierta manera, una lectura muy receptiva del fascismo italiano, o
de algunos elementos que van a conformar el fascismo italiano.: este culto al riesgo, al vivir
peligrosamente, que es un término típico del fascismo italiano, y este rechazo al pacifismo, a la comodidad,
que en definitiva es de cobardes, de miedosos; este énfasis en la guerra, en lo militar, en la fuerza, frente a
la idea de el igualitarismo burgués liberal.
(Receso)
Profesor: Estamos en 1924. Fíjense qué palabras no han aparecido hasta ahora. Ustedes saben
cómo funciona esto en general en la historia intelectual o incluso en cualquier discusión política: cuando se
es parte de un entramado cultural, ideológico-político, no se lo suele nombrar; el nombrarlo ya supone
cierto distanciamiento. El momento en el cual empieza a aparecer en el discurso palabras como
“liberalismo” o “demo-liberalismo”, ya esto claramente va a suponer un colocarse por fuera. Acá todavía
Lugones supone escribir desde adentro, aunque ya con “la hora de la espada”, la importancia del Ejército,
de la guerra, el limpiar extranjeros perniciosos, claramente ya estamos en presencia de un elemento
bastante contradictorio con los elementos básicos del modelo liberal. Digamos, por otro lado –esto es
interesante retenerlo- el eco que tuvo esa conferencia en Argentina; un eco bastante negativo. El Lugones
de 1924 es una figura bastante relevante; y sus conferencias no dejan de tener impacto en Argentina, son
editadas por La Nación pero no completamente, le han sacado algunas partes. Por ejemplo, “Los humos
de don Leopoldo” es un artículo crítico del diario La Vanguardia, que era socialista (no se olviden que
Lugones venía de ahí, de La Vanguardia y del socialismo); el diario Crítica, el diario de Botana –que
después va a ser muy importante para nosotros, porque es uno de los más activos en el golpe de Estado
del ’30 contra Yrigoyen- publica una nota que dice: “El representante de la Universidad de La Plata,
Consejo nacional de Educación, pidió ayer en Lima la dictadura militar para su país.” Esa es la forma en
que lo rechazan, y no está mal como lectura. Otra nota del mismo diario: “Lugones ha ofendido la dignidad
del pueblo argentino”; o también: “Pidiendo la dictadura”, nuevamente del diario La Vanguardia. En el
Congreso se hace un pedido de informes sobre lo que ha hecho Lugones, porque, insisto, Lugones hablaba
en nombre del país; es un representante nacional.
Lo que quiero que vean, entonces, es que estamos hablando de Lugones; no de Argentina o de la
elite argentina. Es una figura particularmente representativa, cuya deriva da que pensar, pero al mismo
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tiempo todavía ese molde del cual viene Lugones y del cual venimos hablando desde el comienzo, tiene la
suficiente fuerza, el suficiente consenso, como para que la intervención de Lugones genere un rechazo.
Por eso, no creamos que el hecho de que Lugones diga esto implica que esas palabras reflejan una
aceptación universal.
Pasamos al año ’30, cuando Lugones va a publicar otro conjunto de artículos. El año ’30 va a ser
particularmente importante para nosotros, primero porque es el que comienza la década de la que
queremos hablar, pero la comienza de una manera doblemente traumática; por empezar, por el impacto de
la crisis económica mundial, el famoso crack de la bolsa de Nueva York de febrero del 29; cosa que para
nosotros es relevante porque supone una señal de alarma sobre la vitalidad del modelo liberal, no ya para
Argentina con sus rasgos específicos (el radicalismo, los inmigrantes, etc.), sino para el liberalismo a nivel
mundial. Digamos que, así como en la Argentina vamos a ver fuertes rechazos e impugnaciones –ya
estamos viendo algunas, pero las vamos a ver todavía más marcadas- hacia el modelo liberal, en años ’30,
en todo el mundo occidental –Europa, Norteamérica y en este continente- vamos a encontrar también
intervenciones de ese estilo, y por supuesto intervenciones que van a implicar, en algunos casos,
movimientos políticos como ya el fascismo, que venía funcionando desde los años 20, el franquismo, la
Guerra Civil española, por supuesto el nacionalsocialismo alemán, y otras situaciones que no llegan a
prosperar, pero que sí son amenazantes del modelo liberal en países como Francia o Inglaterra. Un
movimiento fascista importante, por ejemplo, aparece en el caso inglés; una amenaza equivalente hay en
Francia del año 34, donde está la posibilidad, incluso, de ruptura del orden constitucional por parte de un
movimiento que tiene el intento de replicar el movimiento italiano. Y, por supuesto, los años 30 terminan
–no cronológicamente, sino en términos de desenlace histórico- con la Segunda Guerra Mundial. En ese
sentido, el año ’30 implica, por un lado, esa situación de la coyuntura internacional que no deja de
repercutir en el caso argentino. Ya vimos como Lugones acá, ya en el ’23, estaba hablando de Italia y
Mussolini. Por otro lado, en lo específico del caso argentino, el golpe de Estado de Uriburu contra Hipólito
Yrigoyen, el primer golpe de Estado en nuestra historia; golpe de estado en el cual Lugones tiene una
participación activa (Lugones, pero también los hermanos Irazusta, y otros autores nucleados en la revista
La Nueva República). Es decir, si en los 20 encontramos que hay varias figuras que ya vienen diciendo
que el modelo no funciona, que el liberalismo debilita, que hace falta una autoridad fuerte, en el ’30 eso ya
se transforma en acto; y un acto en el cual hay una participación fuerte de intelectuales, de figuras del
mundo de la cultura, como por ejemplo Lugones.
Entonces, antes del golpe Lugones va a publicar un par de textos. Después va a publicar algunas
cosas más, pero va a participar en el golpe, y le va a ocurrir lo mismo que a los hermanos Irazusta; va a
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tener un desencanto bastante fuerte, bastante rápido, con los resultados del golpe de Estado. Es notable
que, como ven ustedes, desde el ’10 más o menos, ya un poco antes, Lugones viene interviniendo
activamente en la arena política, porque no son simplemente textos de un escritor, de un poeta, sino que
son textos de una intervención marcadamente política. Bueno, las intervenciones políticas de Lugones van
a terminar rápido, en el ’32 más o menos; su última obra importante en este sentido será del ’32, va a
haber otras cosas menores para el ’33-’34, pero enseguida se va a apartar, y después se va a suicidar. Por
si no lo conocen, Lugones se suicida en el año ’38, en el Tigre. No podríamos decir que el suicidio se debe
a razones políticas; se supone que tiene que ver más con cuestiones individuales, pero lo que sí es cierto es
que hay una intervención política mucho menor después del golpe que antes. Antes tenemos, aparte de
esos artículos, dos libros, de los cuales el primero es La patria fuerte, que es también una compilación de
conferencias, dadas en el Círculo Militar, en torno a diferentes tópicos, pero voy a comentar solamente un
par, que son las que ustedes tienen; un poco del “Prefacio”, donde se compilan las conferencias y los
artículos publicados en este libro, y un par de esos textos; porque ahí va a ser interesante como ya
diríamos que ahora Lugones, ya en el 30, no se limita a un rechazo y una impugnación del sistema actual,
sino que directamente empieza a tener una mirada más programática, de presentar algunos elementos para
un modelo alternativo. Esto va a ser más evidente en el caso de Gálvez, que veremos luego.
Veamos el “Prefacio” de La patria fuerte , texto, insisto, editado por el Círculo Militar; recuerden
que este texto aparece todavía antes del golpe; de hecho el texto de alguna manera es un insumo para los
oficiales que van a formar este golpe; insumo en el sentido de que les da, de alguna manera, un lugar, así
como en la Conferencia de Ayacucho, la está presentando como la institución que tiene que tener una
centralidad mayor en la vida política; Lugones está, casi diríamos, identificando al Ejército con el actor
que tiene que hacerse cargo del país en una situación de emergencia nacional: la amenaza que habíamos
dicho antes, la invasión extranjera. Dice Lugones en el Prefacio de la compilación:
Hogar y escuela, oficina y taller, hállanse contaminados por la propaganda
disolvente que enseña la negación del deber y el menosprecio de la patria. El
restablecimiento de la disciplina, perturbada en los fundamentos de la existencia
colectiva, familia y educación, administración y trabajo, viene a plantear un caso de
verdadera defensa nacional.
Otra vez, conectemos todos estos elementos: defensa nacional, quiere decir que estamos
amenazados por algo que pone en peligro la supervivencia de conjunto, algo que viene de afuera. Frente a
esa defensa, ¿qué hace falta? Disciplina. Y quienes van en contra de la disciplina son quienes están
directamente pagados por el enemigo, la subvención directa de estos agentes de disolución.
30
El odio al Ejército es pasión de todos los demagogos.
En este momento recuerden que está gobernando todavía Yrigoyen.
La disciplina militar es la sistematización del espíritu de sacrificio; y bajo este
concepto, la religión de la patria.
Patria, religión, Ejército. ¿Se va entendiendo la concatenación? Vean qué lejos que estamos, no
sólo de Didáctica sino de las bases en las que se ancla el modelo liberal. En vez de libertad y autonomía
individual, disciplina, sometimiento a un orden; en vez de un país abierto para recibir a cualquiera, un país
que se defienda de la amenaza del exterior. En vez de un modelo basado –como decía en Didáctica- en
que el progreso genera civilización, o que la civilización es fruto de progreso, un país que se concibe desde
la perspectiva de la guerra.
Estudiante: ¿Ese Ejército solamente surge en la emergencia, como reparador de un orden?
Profesor: Vas a ver que no tanto. Dice:
Nada hay más alto que las armas de la nación, y por esto les concierne la custodia
de la bandera. El ciudadano completo se define por el soldado.
Enseguida uno puede identificar esto con algunos de los rasgos del fascismo italiano, o, si ustedes
quieren, el modelo espartano –por lo menos en su forma más caricaturesca-: se es verdaderamente
ciudadano si se está dispuesto a entregarse por el conjunto.
Acá hace referencia a los textos que comentamos antes, donde se mostraba el impacto negativo
que tuvo la conferencia de Ayacucho. Lugones va a reproducir en el libro el discurso de Ayacucho, y dice:
…aquella pieza, por ser lo que debía, una glorificación de la espada, provocó la
diatriba del liberalismo continental.
Acá aparece el liberalismo como un sujeto; lo cual quiere decir que ya se está por fuera. O sea:
por el hecho de que yo dije lo que dije, que es glorificar la espada, me atacó el liberalismo continental.
Contra el Ejército y contra mí, la demagogia enfurecida tiró la máscara.
Otra vez aparece la demagogia. Fíjense cómo enseguida hay una deriva de liberalismo a
demagogia. Y enseguida el tercer elemento:
Su concubinato socialista se destapó en el mismo escándalo que los armaba, por
haber sostenido yo que la independencia fue fruto de la victoria. Inútil añadir que
me ratifico en ello: la patria argentina no es hija de la política, sino de la espada.
Esto pone todavía con más fuerza que antes algo que va a continuar en los textos que siguen. La
crítica al modelo liberal implica ahora una crítica a la política. Los que recuerden, aparecía esto mismo ya
en El payador: la política como azote nacional, decía ahí. La política como algo que era verdaderamente
31
lo que afectaba al gaucho. Ahora hay que pensarlo acá –vamos a verlo después con Gálvez- como la
crítica a los políticos como grupo específico de la sociedad. Y esto va a aparecer reflejado en una forma
específica de ordenamiento político, donde deje de existir el político profesional y se pase a lo que puede
llamarse la democracia funcional, una democracia de corporaciones.
Este elemento de antipolítica está vinculado al antiliberalismo. Antipolítica implica directamente la
crítica a los políticos que son vistos, de alguna forma –Gálvez lo va a decir más claro- como parasitarios
del conjunto.
Recuerden que el nombre de la compilación de artículos es La patria fuerte, y lo que va a haber
en ellos es una conexión entre ambos términos: patria y fortaleza. Algo así como: la verdadera patria
necesita ser fuerte; y ya no solamente ser fuerte en el sentido de defenderse, sino también de
desarrollarse. Esta es la idea de la potencia. Uno de los artículos se llama “El deber de potencia”, y hay
otros que también incluyen ese nombre, “potencia”. Y la idea de potencia implica un desarrollo que se va a
conectar con otras formas de nacionalismo totalmente contrarias a las de Lugones: nacionalismo más
popular, como dijimos, pero que van a estar de acuerdo con algunos elementos, que son la idea, por
ejemplo, de que Argentina no va a ser una nación completa, acabada, si no se desarrolla industrialmente.
El nacionalismo industrialista, que por ejemplo vamos a encontrar en los años ’30 en algunas figuras como
los miembros del grupo FORJA, y que si queremos podemos rastrear en el radicalismo de Yrigoyen, que
va a tener una posición muy marcada, no tanto de industrialismo, pero sí de independencia económica
(recuerden por ejemplo la importancia que le da Yrigoyen y el radicalismo a YPF, creación del gobierno
radical; la idea de que el Estado tiene que tener una autonomía con respecto al mercado y a las potencias
extranjeras sobre recursos económicos vitales). Esta idea también está en Lugones. Es interesante, porque
le da a todas estas críticas que vimos, de tipo más bien cultural-ideológico, un costado
económico-productivo interesante, bajo el nombre de “potencia” o de “grandeza”- en el libro que sigue,
que es La grande Argentina aparece lo mismo.
En “El deber de potencia”, Lugones va a contraponer a Argentina con Estados Unidos, pero más
que contraponerla va a poner a Estados Unidos como modelo a seguir. Y Estados Unidos es un modelo a
seguir porque es potencia, porque efectivamente ha logrado desarrollarse como deberíamos desarrollarnos
nosotros, porque pone los límites que no ponemos nosotros a determinadas figuras y determinadas
libertades, pero además porque Lugones va a plantear, en diferentes ocasiones, algo que en verdad es un
tópico anterior, que a lo mejor ustedes habrán visto en figuras como Bunge, o figuras de cierto
psicologicismo biologicista del XIX, que es la contraposición entre la América Latina y la América sajona.
Lo que ocurre acá es que esta contraposición no aparece como inferioridad –como sí aparece en Bunge-
32
sino como equivalencia entre cada uno de los tópicos de un tipo específico de desarrollo
político-institucional. Muestra a Estados Unidos como “el ejemplo más útil para nosotros, nación donde se
ha alcanzado mejor que en otras el deber de potencia”. Lugones lo plantea como un deber, ser potencia.
Pero, dice:
…sólo que, siendo latinos, el método conducente tiene que conformarse a dicha
índole. Esta última es ejecutiva y no deliberativa; dictatorial y no democrática.
¿Qué quiere decir esto? Que la democracia funciona en Estados Unidos porque es un pueblo
sajón, un pueblo al cual ese modelo político corresponde; y no funciona para el caso nuestro, porque
nuestra naturaleza latina es, por esencia, ejecutiva y dictatorial. De dónde saca esta naturaleza latina, no
importa; pero tengan en cuenta que, ¿quién más es latino en esos momentos? Italia, es decir, Mussolini.
Entonces, se está planteando la idea de dos modelos de civilización distintos: el latino y el sajón. Distintos
pero equivalentes, no inferior y superior; sólo que con atributos propios. El sajón, el norteamericano,
deliberativo; por eso, democracia. El latino, ejecutivo, dictatorial. Vamos a ver que más adelante va a decir
que el problema argentino es haber traído una constitución que viene de afuera, que no tiene que ver con
nuestros hábitos.
Entonces, va a dar una serie de deberes de potencia. No voy a detenerme demasiado en esto. Es
interesante que el primer deber de potencia sea el bienestar general. El segundo deber es la libertad de
trabajo, que va en contra de la legislación socialista, que en verdad depone límites a la libertad (ahí es más
liberal que otra cosa). Acá también, en contra del modelo socialista, retoma la idea que estaba antes en los
artículos sobre la guerra europea: el socialismo es alemán, no tiene que ver con nuestras tradiciones. La
idea de clase viene de afuera, no tiene que ver con nosotros. En Estados Unidos, como en la República
Argentina, no hay clases. Todos somos pueblo. ¿Por qué es interesante esto? Porque va de la mano de
una de las formas de entender la idea de nación, como una comunidad ordenada, jerarquizada pero única,
a la cual la idea de clase lo que termina de hacer es desordenar, y poner un elemento de disrupción. Traer
la idea de clase a la sociedad es romper lo que debe ser único, lo que debe ser unido, lo que debe ser
armónico. Somos pueblo, somos unidad.
Aparecen otra serie de deberes de potencia, que no voy a desarrollar porque no son importantes
para nuestra clase. Otra vez aparece la idea de patriotismo, por el hecho de ser argentinos somos mejores
que los extranjeros. Esa es como la definición de ser patriota: un patriota tiene que querer más al país que
a lo que viene de afuera. Y luego dice: “como resultado del deber patriótico, hay que armarse”. Aparece
nuevamente la idea de la fuerza, la idea de la guerra. Pero nosotros no estamos verdaderamente armados.
¿Por qué? Porque acá se ha dado una inversión. Recuerden que todavía estamos en momentos de
33
gobierno radical, y Lugones afirma:
El cálculo de la fuerza suficiente corresponde a los técnicos de la fuerza, que son los
militares y los marinos, y no una representación parlamentaria mestiza de demagogo
criollo y gentualla extranjera…
O sea, como el Ejército no tiene los atributos que debería tener y no puede regularse a sí mismo,
está en manos de los políticos; los políticos son así referidos como demagogia, por el lado interno, y
extranjerización por el externo: gentualla extranjera, afiliada a un partido sin patria, etc. Y muestra la
debilidad del país, y habla de esa debilidad diciendo:
Este solo hecho basta para comprobar el fracaso del régimen demo-liberal entre
nosotros.
Noten cómo cada vez está más clara la distancia que hay entre Lugones y el modelo que ahora
llama demo-liberal, la conexión entre democracia y liberalismo. Ese modelo nos ha debilitado como nación,
ha desprovisto al Ejército de las armas que tiene que tener para defendernos, ha entregado el país a la
invasión extranjera. Fíjense cómo continúa. Dice: “esto demuestra el fracaso del modelo, y la abolición que
se impone”. O sea, no solamente está fracasado el modelo, sino que hay que declararlo abolido. Esto es
muy marcado, muy fuerte. Acá Lugones está directamente diciendo: hay que terminar no sólo con el
gobierno de Yrigoyen, no sólo con el radicalismo, sino con el modelo liberal. Vamos a ver enseguida que
este mismo tópico es el que aparece, con otros términos, conectado con ideas de la tradición católica, que
no está para nada en Lugones, en otros pensadores que van a converger con Lugones en el golpe que va a
ser pocos meses después de esto. Este libro aparece en 1930, es leído y repartido en el Círculo Militar, que
es el que lo edita, y en septiembre del 30 se hace el golpe de Estado. Se afirma que Lugones escribe la
proclama de Uriburu para leer después del golpe, para dar a conocer la naturaleza de ese movimiento
(proclama que no es leída por Uriburu, Uriburu lee otra, porque la de Lugones era demasiado urticante).
Como ven, Lugones no parece una figura que pueda permitir generar mucha adhesión.
Lo que me parece interesante es que vean hasta dónde llega el ataque. Acaba de decirnos que
hay que tirar el sistema demo-liberal. Luego dice:
El propio Congreso, con su abandono, su esterilidad y sus escándalos, excede la
prueba de su inutilidad notoria. Es un cadáver en descomposición, y por ello
contamina todo lo que toca. La putrefacción alcanza al núcleo del régimen.
Hago notar que esto salió publicado anteriormente en el diario La Nación. O sea, no estamos
hablando de una figura marginal que habla en las plazas y nadie le hace caso; estamos hablando de alguien
que tiene una centralidad bastante importante en la política argentina, tan es así que después va a formar
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parte del elenco del golpe.
Viene diciendo entonces que el Congreso no es más importante, ya no es necesario, porque no
tiene más sentido un régimen federal. Recuerden que el Congreso es la representación de las provincias.
Dice que ya no tiene más sentido eso. En el pasado podía ser, ahora ya no.
La simplificación del gobierno, mediante su reducción a la unidad, es asunto de
salud pública. La era demoliberal se ha cerrado. Ante la democracia ideológica y
siempre falaz de los derechos del hombre se alza ahora la realidad de la nación…
¿Se dan cuenta hasta dónde llega? La propia idea de derechos humanos, los derechos del hombre,
los derechos universales de la Revolución Francesa, también cae. Repito al pasar que esta misma crítica la
va a tener otra tradición diferente, que es la católica, que también va a criticar a la tradición de los
derechos del hombre, pero por otro lugar; porque va a entender que va en contra de los principios divinos,
y que en verdad los derechos son dados por Dios y no naturales, y que en realidad esta idea de individuos
que nacen con igualdad va en contra del modelo de organismo colectivo. Pero noten que, sin entrar en el
terreno católico, en Lugones ya aparece con fuerza esta idea de los derechos del hombre como prejuicio
ideológico. Es decir: tenemos que revisar todos los valores que tenemos en la cabeza. Y lo interesante de
esto, que va a estar muy fuerte después del ’30, por el impacto que tiene el golpe y la caída de la bolsa de
Nueva York, ya está antes en Lugones y en otras figuras. Dice Lugones:
Ante la democracia ideológica y siempre falaz de los derechos del hombre se alza
ahora la realidad de la nación; ante el gobierno consentido, el mando…
La autoridad en vez de la delegación democrática.
…ante el racionalismo, la disciplina. Porque libre y justo sólo puede serlo el sano y
el fuerte.
Estudiante: ¿Es como una especie de darwinismo social?
Profesor: Sí, efectivamente, tiene bastantes elementos de darwinismo social, porque hay una idea
de que la libertad es algo que se gana, no es natural, no está dada. Esto va a estar muy presente en La
grande argentina: la libertad no es natural; la paz no es más que siempre provisoria, porque siempre debe
ser resultado de una conquista periódica. Y los que no estén en condiciones, quedan afuera.
Efectivamente, hay una idea darwinista, vitalista, por otro lado, porque hay una idea de fuerzas vitales que
se tienen que desarrollar. Ustedes ya habrán visto en los prácticos, con El payador, que Nietzsche está
dando vueltas también todo el tiempo; esta idea de combate, de guerra, de igualdad de los superiores;
igualdad en el sentido de no admitir nada por encima de ellos. Democracia de la espada, va a decir luego.
Me interesa que nuevamente aparece esta idea de que lo que llamó demo-liberal, o derechos de hombre,
35
aparece referido a “ideología”. Y me parece interesante porque, por supuesto que no les está dando el
sentido de ideología que puede aparecer en algunas tradiciones como el marxismo, pero sí en el sentido de
falsedad. ¿Qué es el liberalismo? Una ideología. ¿Qué quiere decir esto? Que es un conjunto de ideas que
no refieren a la realidad, que tenemos en la cabeza y que tenemos que desterrar; porque no refieren al
mundo como es. Y, justamente, para poder reconciliarnos con esa realidad, tenemos que abandonarlas y
recuperar esa realidad perdida. Va a aparecer lo mismo con los hermanos Irazusta, la identificación del
liberalismo con ideología, aunque en un sentido un poco más pedestre del término. Termina diciendo el
artículo:
Qué insignificante resulta la ideología ante la grandeza de este panorama histórico.
La paz no es el desistimiento de la compasión inerme, sino un acto de voluntad
armada; comporta un éxito militar, el fruto mismo de la victoria.
La paz es la paz que se gana en las armas, y hay que defenderla con las armas, y hay que
constantemente luchar. Hacia esta fechas, los años ’30, podemos pensar en otra figura con ideas
semejantes, como Carl Schmitt; hay un fondo común en ambos.
Voy al artículo que sigue, “La patria inmortal”, donde se habla un poco de la idea de que la patria
es eterna, y lo que cambia son los principios; la idea de patria o de nación va más allá de las formas que
adopte. Y me concentro en La grande Argentina, otro libro salido en el mismo año ’30, pero que no son
artículos sino que es una obra programática. Les leo rápidamente el índice, que ya nos da un poco
referencia de algunos tópicos que toma la obra. Esto salió en junio del ’30, un par de meses antes del
golpe. La primera parte de llama “El estado geórgico” –acá tiene que ver con el mundo rural, refiere a las
Geórgicas de Virgilio-, “El espíritu nacional”, “El bienestar corporal”, “El mercado interno”. Fíjense qué
interesante, hay un capítulo referido al mercado interno; esto tiene que ver con lo que les decía antes sobre
la importancia de lo económico también, para el desarrollo de la nación. Y noten también que esto supone
una crítica al modelo liberal, por otro lado; pero es una crítica que puede conectarse más con un
nacionalismo popular, porque esta crítica lo que quiere decir es que es más importante desarrollar el
mercado interno que vender para afuera. Esa crítica se puede escindir de todo el aspecto más
reaccionario o filo-fascista que aparecía en las obras anteriores. Esto va a estar en Lugones; ahora les leo
un segmento. Otros capítulos serán “La formación nacional”, “La política del plata” y “El gobierno de la
nación”.
Para no extenderme demasiado, me voy al capítulo “El período industrial”, donde justamente
Lugones dice esto. Fíjense que lo interesante es que la frase que voy a leer ahora podría no ser de
Lugones, y cabría perfectamente dentro de un tipo de lectura nacionalista, como dijimos, que busque el
36
desarrollo de la economía argentina y se independice de la sujeción a los mercados mundiales, sobre todo a
las potencias del mercado mundial. Dice Lugones:
La república rural que hasta hoy somos constituye, de hecho, un estado colonial
respecto de las naciones que, habiendo alcanzado la civilización completa,
mantienen su industria con los productos primarios administrados por aquella.
Acá no se critica al modelo por su escasa fortaleza para enfrentar los peligros del comunismo o
del extranjero invasor por la subversión de valores, sino que se lo critica por su aspecto económico. Y esta
crítica interpreta la asimetría en el mercado mundial desde la perspectiva nacional. Como no somos
equivalentes a quien nos vende, somos su colonia. Para los que conozcan, en el año 35 aparece el grupo
FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que justamente va a desarrollar una serie
de intervenciones por este lado. Figuras como Raúl Scalabrini Ortiz, con obras sobre los ferrocarriles
ingleses en Argentina, o Arturo Jauretche, que van a hacer uso de este tipo de referencias: la idea de
Argentina como “factoría” del mercado exterior, donde no producimos, sino que simplemente somos una
especie de boca de expendio para las manufacturas que se necesitan vender, pero no tenemos desarrollo
propio. Este tópico está en el Lugones de La grande Argentina; la idea de que necesitamos un desarrollo
que supere el aspecto rural y logre la industria. Dice:
El secreto de la prosperidad nacional no está en el comercio exterior, sino en el
mercado interno.
Dice luego que una nación tiene que tener industrias vitales: alimentación, vestido, electricidad,
higiene, transporte. Más adelante va a hablar del petróleo, también.
Nuestra subordinación de meros productores se limita primero a Gran Bretaña y
ahora también a Estados Unidos.
Insisto: noten cómo aparece este elemento, que tampoco aparecía en el modelo liberal tradicional;
sí, quizás, con cierta presencia en el discurso radical de Yrigoyen (sobre todo a partir de YPF), pero en
general no aparecía nunca como algo que fuera en contra del desarrollo nacional, su ubicación en el
mercado mundial. Al contrario, se suponía que, por nuestra ubicación privilegiada, se lograría, con el
tiempo, acceder a la posición de nación desarrollada, civilizada, eventualmente potencia (aunque no era
una palabra que se usaba en esa tradición). Ahora, con Lugones –y con otros autores después- ya
aparece esta idea de que ese mercado mundial, esa forma de relación de Argentina con el mundo,
inevitablemente tiende a perpetuar una situación de sometimiento. Y esto es leído con el prisma de lo
nacional: sometimiento igual colonia. Insisto que acá la crítica es distinta a la de las páginas anteriores.
Siguen apareciendo elementos de crítica al demo-liberalismo y a la entrega del país a los extranjeros, por
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ejemplo en el artículo llamado “La inmigración”, que también está en el texto, donde se dice que hace falta
una selección de elementos de los que van a venir, y dice:
No se trata de poblar por poblar.
Fíjense que es casi como el reverso de la frase famosa de Alberdi, “gobernar es poblar”. Acá se
dice: “No se trata de poblar por poblar. Esto no es política”.
Toda inmigración en masa es un movimiento colonizador.
Eso ya hemos visto lo que quería decir.
En el capítulo llamado “Disciplina y libertad” –reténganlo, porque lo vamos a ver la vez que viene
con Gálvez, con el que habrán muchos elementos en común- está la idea muy fuerte de lo que hemos visto
como una de las impugnaciones al modelo liberal, que es que suponía una especie de igualitarismo
abstracto, donde se disolvían las diferencias bajo la perspectiva de una figura vacía como el ciudadano, en
vez de reconocer que los miembros del conjunto tenían que reconocer una determinada jerarquía, y un
determinado sometimiento, fruto del cual se podía convivir. Sin ese orden, sin esa autoridad, la convivencia
era imposible y lo que había era anarquía. El liberalismo es conducente a la anarquía, habíamos visto. En
este artículo empieza diciendo (tiene todos los elementos que hemos dicho casi, en un par de párrafos; es
interesante cómo van apareciendo uno atrás del otro, como si fuera una deriva necesaria de tópicos que
son distintos):
La incapacidad del conjunto político llamado pueblo para comprender y realizar la
tarea que dejo expuesta…
(o sea, de entrada el pueblo es incapaz. Ese elitismo ya lo hemos visto varias veces en Lugones)
…es evidente. Fáltale la competencia técnica, la voluntad coherente para seguirlo, y
la elevación patriótica de subordinar al bien común todo interés egoísta.
Acá hay otra vez un tópico que ya hemos visto, hasta en Sarmiento, si se quiere, y en Ramos
Mejía, esta idea del interés individual exacerbado como contrario al interés común (esa era la república de
la virtud en Sarmiento) pero que ahora es visto desde una perspectiva mucho más fuerte como la
perspectiva elitista que hace imposible que el pueblo se transforme en sujeto político. Acá directamente:
La masa es siempre ignorante, anárquica y concupiscente…
(también hay una cuestión de moralismo en juego)
…por la sencilla razón de que el hombre no nace culto, equitativo ni virtuoso. La
falacia del ente político creado por la ideología liberal bajo el nombre de ciudadano
proviene de esa condición.
Otra vez, de la ideología liberal nacen falacias. ¿Qué falacia? El ciudadano. Insisto, se dan cuenta
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a qué punto nos ha llevado la crítica de Lugones. Dice:
La formación de la conciencia es un resultado experimental. La sociedad la dirige,
educa, mediante la triple acción de escuela, familia y autoridad. Esta imposición del
deber tiene por objeto adecuar al hombre a su función social, y se llama disciplina.
Ahí aparece la palabra que vamos a ver también en Gálvez. Educar, ¿qué supone? Imponerle a
una persona determinados valores, determinados atributos. Solo no llega. Y, por lo tanto, como hay que
imponerle, la educación supone siempre disciplina. Esto ya aparecía en artículos anteriores. Dice luego:
El objetivo del gobierno es asegurar el bienestar adquirido. Este requiere cuatro
condiciones: orden, libertad, igualdad y defensa. Estas cuatro obligaciones
determinan funciones técnicas: la judicial, la política, la docente y la militar. En la
cooperación de todas las capacidades consiste la democracia.
Fíjense que acá hay una democracia, como decíamos, de tipo funcional; la democracia que supone
que hay cuatro tareas: la judicial, política, docente y militar. Y termina diciendo:
Ese es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, pero formado por los
idóneos…
Es decir, una democracia verdadera supone clara supeditación de conjunto a la idoneidad de los
pocos.
…no por la voluntad igual de incompetentes y de incapaces…
Así, entonces, el modelo liberal iguala lo que es por naturaleza desigual, y por eso subvierte el
orden, y es imposible gobernar de esta manera. Un verdadero gobierno democrático supone reconocer que
haya capaces que gobiernan e incapaces que aceptan.
Bajo este concepto, el orden es la imposición de la equidad. Orden inicuo quiere
decir “tiranía”.
O sea, la tiranía de la mayoría sobre la minoría; la tiranía del conjunto, donde hay más incapaces
–la masa- sobre los menos, que son los capaces –somos, dirá Lugones-. Fíjense cómo dice luego:
Más, ¿quién –se dirá- va a designar a los idóneos? Pues, los idóneos.
Recuerden el comienzo con Didáctica, donde se hablaba de la civilización, del progreso contra la
guerra. Y después de una serie de partes que no voy a leer ahora, sobre que en verdad el siervo no quiere
la libertad, lo que quiere es ser amo (otra vez acá uno puede ver a Nietzsche, si ustedes quieren: que la
igualación en verdad es abstracta y absurda, porque nadie quiere ser igual a otro, lo que quiere es
dominar), después de eso dice que eso es una ideología, otra vez la ideología liberal, es una creación
dogmática. Fíjense qué interesante que coloca al liberalismo en el lugar donde el liberalismo colocaba a la
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religión. Si ustedes se acuerdan, por ejemplo, Sarmiento, pero en general toda la Generación del 37,
contraria al modelo hispánico tradicionalista, criticaba el dogmatismo y hablaba del progreso. Él va a decir:
eso es un dogma, la libertad, los derechos del hombre; todo eso es un dogma. La ideología liberal es un
dogma.
…puesto que afirma principios indemostrables, sigue prefiriendo su sistema a la
realidad.
En definitiva, es como si Lugones se colocara en el lugar de la Generación del 37 y colocara a sus
miembros y al liberalismo en el lugar de los unitarios; recuerden que la crítica planteaba que los unitarios
no conocían el mundo tal cual era, sino que tenían una especie de mirada un poco dogmática, un poco
mecánica, de aplicar a la realidad los principios que ya habían leído. Dice Lugones:
Esta creación dogmática, puesto que afirma principios indemostrables, sigue
prefiriendo su sistema a la realidad, el criterio lógico al empírico. He aquí por qué
fueron matemáticos los principales autores de la Revolución Francesa…
Fíjense que ya hasta la Revolución Francesa está cayendo con esto. Digo al pasar que esta idea
de que la Revolución Francesa es fruto de matemáticos está muy fuerte en algunos autores del comienzo
del siglo XX en Francia, y también de finales del XIX; en autores como Georges Sorel, por ejemplo,
porque tiene que ver con la idea del racionalismo abstracto. Es decir, esta idea de que, aplicando la lógica,
partiendo del progreso indefinido, concebido como línea recta, de esa manera transformamos el mundo
para que sea lo que tiene que ser. En vez de reconocer la realidad, la queremos modificar utilizando las
herramientas de la razón.
Esta noción de progreso indefinido en que se basa la ideología liberal es la misma
de la recta infinita; una abstracción insostenible y arbitraria.
Aquí, en primer lugar, se critica uno de los pisos más fuertes del modelo liberal: la idea de
progreso. Fíjense todas las cosas que van cayendo: la idea de individuo, la idea de igualdad, la idea de
libertad, la idea de progreso. ¿Se dan cuenta que no nos queda nada? La idea de progreso, cuando
recuerden que veníamos de Didáctica, donde nos decía: “esa es la civilización, el progreso, esa es la
verdadera patria”. Ahora se nos dice: “eso es una abstracción, el progreso indefinido no existe”.
Al mismo tiempo que vemos todo lo que lo aparta, vean cómo el modelo dialógico, en cuanto a
cómo se coloca a él y a los otros, se parece mucho al de Sarmiento, Alberdi o Echeverría frente a
Rivadavia y los unitarios. Se acuerdan cuando Sarmiento o Alberdi presentaban a los unitarios como
figuras que creían que por escribir algo en un papel ya se hacía realidad. Dice Lugones:
El ideólogo carece de concepto experimental. Es un señor que, instalado en su
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bufete, pónese a idear un sistema de organización humana; un teólogo laico. Dicho
sistema hállase subordinado a su lógica, que es el elemento constructor; y la vida
humana debe amoldarse a él, como el líquido al vaso.
Esto está muy conectado, como decíamos, con cierta tradición que pueden encontrar en autores
como Sorel, fuertemente antiintelectualista frente a las pretensiones del conocimiento abstracto del
iluminismo que supone que todo el mundo es pasible de ser conocido. Acá el intelectual, el ideólogo, el
liberal, es como el unitario de Sarmiento.
Estudiante: Esta idea está en Martínez Estrada.
Profesor: Totalmente. Martínez Estrada va a hacer exactamente esa crítica: que, en vez de
reconocer el mundo como es, le quieren poner moldes que no corresponden a ese objeto. Es el mismo tipo
de impugnación. Ahí va a decir que quedan pseudoestructuras, o figuras que en verdad no están
adaptadas. Va a dar varios ejemplos, de máquinas llenas de óxido porque no tienen que ver con el espacio.
Y, por supuesto, ¿la realidad cómo es? La realidad es lo que acaba de decir antes: jerarquías, diferencias,
necesidad de la disciplina. No hay seres iguales, no hay libertad. Guerra en vez de paz.
Hablando de la Constitución argentina –insisto que todo esto es antes del golpe, en épocas de la
democracia de Yrigoyen- frente a una situación de crisis constitucional, dice: el problema es la
Constitución. Hay que cambiar toda la Constitución, ¿por qué? Porque dice que nuestra Constitución es un
modelo importado, con afán patriótico y con esta afición extranjerista. ¿Por qué? Porque la Constitución
está hecha, como saben, con el modelo de la Constitución norteamericana. Dice Lugones:
Al pueblo no le interesa la Constitución, máquina anglosajona que nunca ha
entendido.
Y termina:
La grande Argentina no es un sueño, sino una magnífica posibilidad. Basta un
programa de diez años para dejarla plena y asegurada. Y, puesto que la política es
el obstáculo, deberá empezarse por aportar un decenio de vacaciones políticas.
¿Qué quiere decir? Diez años sin política. La política es lo que afecta al país. Básicamente, ¿qué
quiere decir diez años sin política? Diez años en los cuales gobierne la fuerza, los idóneos, donde no haya
lucha política; donde no haya políticos profesionales. Digo al pasar, porque esto no va a formar parte de
las clases que veamos nosotros, que esta es una crítica, muy compartida por la época, la idea de que la
política es lo que afecta al país, que la economía o las personas o la cultura del país permitirían otro
desarrollo pero la política se introduce y afecta…
Estudiante: Eso decía Roca.
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Profesor: Efectivamente, pero Roca lo decía respecto a la lucha de facciones. Pero es cierto, está
bien lo que decís, porque ya en la época roquista aparecía la idea de “basta de discutir modelos de país”.
“Administración y progreso”, ese es el lema del roquismo. Pero acá es directamente la vida política lo que
está en discusión, Si ustedes quieren una referencia posterior en la historia del país, la pueden encontrar,
por ejemplo, en la época de Onganía, que también se puede conectar con esto en el sentido de que, como
ustedes saben, hay varios golpes de Estado en la historia argentina.
Estudiante: Y esos tópicos están.
Profesor: Pero no en todos. Es interesante, porque muchos de los golpes de Estado se hacen más
bien con la pretensión o con la excusa de la restauración democrática. Bueno, como tal gobierno es
corrupto e ineficaz; hay que sacarlo, pero para que después pueda volver a la democracia. Pero hay otros
casos de golpes de Estado –el del ’30 de Uriburu, el de Onganía del ’66 y el golpe del ’76- que tienen una
pretensión mucho más fundacional, si se quiere, de llegar y quedarse aunque sea por un tiempo. Para dar
un contraejemplo, la Revolución Libertadora del ’55, tenía la pretendida finalidad de que como la
democracia estaba alterada por un caudillo demagógico y corrupto; había que sacarlo para después volver
a la democracia. Por supuesto, se buscaba sacar al peronismo; pero el objetivo no era el de eliminar la
política, lo mismo que el golpe de Estado posterior contra Frondizi, por ejemplo. Pero el golpe de Estado de
Onganía contra Illia va a compartir con el de Uriburu esta idea de que la política interfiere con el
desarrollo del país. La política es un elemento de disturbio, un elemento que introduce conflicto donde no lo
debería haber, un elemento –particularmente lo va a decir acá Lugones, y también estará en el ’66- de
gasto innecesario de plata, en la parte del texto donde va a decir: “todo el dinero que no se va a gastar en
la política va a ir a la instrucción pública y va a mejorar todo”. Es interesante encontrar estos tópicos de un
discurso antipolítico, pero sobre todo de necesidad programática de un período largo, ’10 años, sin
discusión política. Sin discusión política obviamente implica aceptar un orden establecido, porque la política
es, entre otras cosas, no solamente, discusión por el poder. Que no haya discusión política implica que ese
poder no admite discusión.
El estado actual de cosas no tiene remedio en el comicio. Corrompida ya la masa
electoral por los demagogos, toda propaganda para conquistar su mayoría es una
sobrepuja de ofertas, conducente a la degradación y el desorden. Para salir del
obrerismo gubernista, hay que caer en el socialismo, lo cual es mucho peor.
O sea, no hay alternativa; por eso, dice, lo único que se puede hacer es eliminar la política.
Los elementos que aparecen en juego ahora son odio al Ejército, extranjerismo,
feminismo, elementos de indisciplina y perturbación social; el único remedio, acabar
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con la política.
Termina diciendo algo así como que todo el período de todo lo anterior es un “experimento
agotado”.
La nación está sacrificando su prosperidad y su porvenir a la vanidad de los
ideólogos y al provecho de los políticos. Su democracia de importación –porque no
corresponde a nuestro modelo, es algo anglosajón, norteamericano, que no tiene que ver
con nuestra naturaleza latina- ha fracasado precisamente por ser extranjera, desde el
texto hasta el espíritu.
Con esto terminamos con la sección de Lugones. Estamos en el ’30, exactamente. En el poco
tiempo que queda, les voy a dar un par de elementos para terminar al comienzo de la clase que viene
viendo a los hermanos Irazusta.
Los hermanos Irazusta y Lugones tienen una serie de convergencias, no solamente temáticas sino
también personales. Hay un vínculo directo de Lugones con algunos de los miembros del grupo que van a
formar Julio y Rodolfo Irazusta, que a su vez son dos figuras que son interesantes desde el punto de vista
biográfico. Lugones y Gálvez nos van a permitir encontrar figuras del mundo de la política pero al mismo
tiempo del mundo de las letras, con una fuerza en sus palabras y con una importancia simbólica en sus
obras muy distinta de la que podemos encontrar en los Irazusta, que son comparativamente figuras
menores, son periodistas, ensayistas, historiadores, se podría decir –sobre todo Julio- que provienen del
radicalismo, en términos políticos, del radicalismo antiyrigoyenista. Son, a su vez, en términos económicos,
propietarios de tierras en Entre Ríos. Es una región importante, porque Entre Ríos es la periferia del
centro, en términos económicos. ¿A qué me refiero? Desde el punto de vista de la inserción económica
-con los hermanos Irazusta vamos a estar tocando más el aspecto económico-político, y no tanto el
ideológico, como en Lugones, de las impugnaciones nacionalistas- desde el punto de vista económico, la
inserción de Argentina en el mundo le daba una particular importancia a la campiña de la zona pampeana.
Dentro de esa zona pampeana, la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe y de Córdoba tienen una
particular importancia, y Entre Ríos es relativamente marginal. Esa marginalidad se puede ver en una
división que ustedes probablemente conozcan, en términos de historia económica, entre criadores e
invernadores, esto es, productores de ganado destinado al consumo local o destinado al mercado
internacional. En Entre Ríos en general no son tan buenas las tierras, y la carne está destinada al mercado
local; mientras que en otros sectores era destinada para afuera. Esto lo digo porque esto va a implicar una
determinada perspectiva con respecto a la inserción de la Argentina en el mundo. Fíjense que ya Lugones
nos ha dicho que ese tipo de vínculos que tenemos con el mundo nos somete a una relación asimétrica de
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colonización o de colonialismo. No va a ser exactamente así como lo digan los Irazusta, pero sí van a ser
particularmente sensibles a los aspectos económicos del vínculo. El libro que tenemos que analizar, que lo
vamos a ver la vez que viene, La Argentina y el imperialismo británico, tiene que ver con este aspecto,
pero sobre todo con un detonante. Me detengo en el detonante, para poder explicar esto.
En el ’33, año en el que aparece La Argentina y el imperialismo británico pero también la obra
de Martínez Estrada es, al mismo tiempo, para la historia del país, el año del Tratado Roca-Runciman.
Para los que no lo conozcan, tenemos que tener esto en mente. Producto de la crisis económica llamada
Gran Depresión, la situación derivada de la caída de la bolsa de Nueva York, el intercambio comercial en
todo el mundo se retrotrae. Inglaterra particularmente estaba en una situación desventajosa -ya había
terminado la Primera Guerra Mundial- con respecto al desarrollo de la potencia rival, que es Estados
Unidos, y, frente a esta situación, lo que va a hacer es privilegiar el comercio con algunas partes del
mercado mundial, fundamentalmente sus colonias (todavía son colonias; recién dejarán de serlo para
después de la guerra), o sea, el espacio del Commonwealth: Australia, Canadá, etc.; y va a comerciar con
ellas, porque con ellas tendrá el monopolio de la venta de materias primas. Es decir que Inglaterra va a
hacer una especie de cerrar su comercio internacional a aquellos lugares que le garanticen la compra de
sus productos: comprará carne de países que, a su vez, usan el dinero ganado para comprar sus productos.
Es de alguna manera una especie de medida proteccionista, en cierto sentido.
Estudiante: ¿Y el liberalismo?
Profesor: Justamente, es interesante. Por eso les decía antes que la crisis del mercado mundial
afecta en todo el escenario mundial al modelo liberal. Claramente esta reacción inglesa no condice con el
espíritu liberal. Es una marca de que el modelo liberal está más bien en discusión, casi diría, en descrédito.
A su vez hay muchas otras cosas de las que no hablamos acá, como el mayor peso que pasan a tener los
estados en las economías; el caso norteamericano es el más claro, con el New Deal de Roosevelt, cosa
que también se reproduce en el caso argentino (después, si queda tiempo, podemos verlo la vez que viene,
porque se va a vincular con la importancia del movimiento obrero, cosa que va a ser importante para tener
en cuenta para preparar el camino para el peronismo de los ’40-’50). Efectivamente, eso también implica
un límite al modelo liberal, porque el Estado va a tener un papel más importante, regulando, limitando,
fomentando ciertas actividades. Por ejemplo, en la época de Justo se crean las Juntas de Granos, Juntas
de Vinos, Juntas de Carne; o sea, organismos estatales que tienen a su cargo la producción o limitación de
la producción de determinados bienes. Anteriormente, hasta ese momento, era el mercado el que disponía.
Ahora, a lo que voy es que los hermanos Irazusta en los ’20 han sido activos militantes contra el
gobierno de Yrigoyen, y en particular compartiendo muchos de los elementos que dijimos hoy, de las
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críticas nacionalistas contra el demo-liberalismo. Como no hay tiempo, lo voy a dejar para la vez que viene,
pero les digo al pasar que estos elementos, esta idea de que el liberalismo supone una inversión del orden
de las jerarquías, una puesta en peligro de la autoridad nacional, de que la democracia no garantiza la
defensa de la soberanía nacional en la realidad actual, todas esas cosas van a aparecer reflejadas en el
pensamiento de los hermanos Irazusta, en particular a través de la publicación que ellos van a dirigir y
compartir con otras figuras, que también comentaremos luego, aunque sea al pasar, porque algunas de
ellas son muy importantes dentro de la línea del revisionismo histórico. La publicación se va a llamar La
nueva república, va a empezar a salir en el año 1927, o sea, fines de la época de Alvear y, cuando ya era
de alguna manera inminente, lo que va a terminar pasando en el ’28, que es el triunfo de Hipólito Yrigoyen
y su segundo gobierno. Como les dije, los hermanos Irazusta vienen del radicalismo, pero son
profundamente antiyrigoyenistas. Es la rama que se da en llamar antipersonalismo en el radicalismo de los
’20. Entonces, es interesante porque en sus textos van a disociar república de democracia. Esa va a ser la
idea de La nueva república. Lugones nos permitió presentar el desarrollo de este tipo de impugnaciones,
y los elementos últimos que leímos de Lugones, no tanto el aspecto del Estado fuerte, pero sí la crítica a la
demagogia democrática y a la subversión de las jerarquías, van a aparecer en los hermanos Irazusta y en
otras figuras.
Esta revista, La nueva república, va a reunir, además de a Rodolfo y Julio Irazusta, a figuras
provenientes del mundo católico, algunas de las cuales en el mismo momento van a estar interviniendo en
la vida política en otra publicación muy importante que es la revista Criterio, la revista que sale en el año
’28, y es una revista del pensamiento católico, que a su vez –también para que vean los cruces- es una
revista en la cual publica, por ejemplo, Borges. Esto lo vamos a comentar mejor la vez que viene, porque
también quisiera darles algunas ideas del mundo cultural de los ’30, que es un mundo bastante más
sofisticado de lo que a veces se presenta.
La revista La nueva república reúne un conjunto de intervenciones que tienen en común estas
críticas nacionalistas contra el modelo liberal-democrático; críticas que van a venir, en algunos casos, por
el lado de la Iglesia. Tomás Casares es una figura importante de la revista Criterio que publica acá; César
Pico también. Son intelectuales formados en el tomismo aristotélico, que también es importante que
retengan porque en un par de semanas, cuando vean la situación del campo cultural argentino en la época
peronista, van a ver que se va a dar un enfrentamiento entre una tradición vinculada con la filosofía
aristotélica tomista eclesiástica, y otra rama, que también va a ser en muchos casos receptiva del
fenómeno peronista, pero desde otro lugar, vinculada con el existencialismo filosófico alemán, reflejada en
términos individuales con el filósofo Carlos Astrada. Sería interesante que ya retengan la presencia de
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estos tópicos de la filosofía tomista y de las cercanías y diferencias con el nacionalismo, ya en los años 20.
Del nacionalismo clerical, del nacionalismo católico, van a venir algunas de las plumas más
virulentamente antiliberales, que van a criticar al liberalismo por aspectos diferenciados, aunque en algunos
casos comunes con los que acabamos de decir. Una figura muy llamativa en los años ’30 es Ignacio
Anzoátegui, que escribirá las llamadas Vidas ilustres, donde va a ironizar sobre algunas figuras, y ya se
podrán imaginar quién va a ser el enemigo número 1 para el catolicismo antiliberal: Sarmiento. Sarmiento
el masón, Sarmiento el anti católico, Sarmiento el mujeriego. Son todos textos donde se va a ir
conformando esta idea de revisar la historia. Algunas de estas figuras van a converger con lo que vimos
hoy de Lugones, a partir de su participación en la revista La nueva república.
La nueva república va a acompañar esta impugnación al régimen de Yrigoyen que planteamos
recién con Lugones, y va a ser activa participante del golpe de Uriburu. Justamente, el libro La argentina
y el imperialismo británico tienen que registrarlo desde el lugar del desencanto. ¿El desencanto con qué?
Con los resultados del golpe. Insisto, la vez que viene vamos a dedicar la primera parte a esto y después
hablaremos de Gálvez y del fascismo, pero digamos al pasar que si, al igual que Lugones, La nueva
república va a encontrar que la Argentina no tiene salida bajo la forma del modelo demo-liberal, y va a
reclamar y encontrar en Uriburu al hombre fuerte que va a poner límites a los excesos del liberalismo, y
pretendidamente romper con esa ideología –como decía Lugones-, esa falsedad del liberalismo, lo que van
a encontrar 3 años después es que el resultado de esa irrupción, de ese corte con el pasado que fue el
golpe de estado, el resultado no supuso un verdadero desarrollo nacional, porque en el año ’33 se firma el
Tratado Roca-Runciman,
El Tratado, recordemos, básicamente implica que Argentina quiere ubicarse en relación
económica con Gran Bretaña en el status que tienen los países colonizados por Inglaterra, en el mismo
lugar que tienen Australia y Canadá; de hecho va a ser la famosa fase que diga uno de los representantes
de la Argentina en esa negociación: “la Argentina, desde el punto de vista económico, es una joya más en
la corona de Su Majestad”. Esa frase va a ser leída, no sólo por los hermanos Irazusta, sino también por
muchas figuras, por ejemplo del nacionalismo popular, como los mencionados del grupo FORJA, como la
explícita sumisión de nuestro país a una potencia extranjera. Por lo tanto, para los hermanos Irazusta esto
va a revelar que, en definitiva, el golpe del ’30 no cambió nada; porque sacamos el modelo liberal,
sacamos a Yrigoyen, sacamos la demagogia política, y sin embargo sigue reproduciéndose un esquema de
entreguismo.
Justamente por eso veremos que La Argentina y el imperialismo británico es un texto en el cual
se intenta mostrar que este episodio del ’33 es resultado de una cadena de actos de entrega. El subtítulo
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del libro es “Los eslabones de una cadena”. Y en esa cadena se van a encontrar ciertos hitos; y en esos
hitos se van a identificar ciertas figuras históricas. Dense cuenta, entonces, que ya acá aparece lo que dije
antes: la idea de bucear en el pasado para encontrar las causas del presente.
Otra vez podríamos decir que este es un mecanismo ya conocido en nuestra materia. Sarmiento lo
hace: para explicar a Facundo, va a la Revolución de Mayo. Ramos Mejía lo hace: para explicar el
presente, habla de las multitudes en el pasado. Lugones también lo hace con el gaucho. Y acá los
hermanos Irazusta lo harán también, aunque con un signo ideológico contrario. Y justamente, como el
signo ideológico es el contrario, lo que va a hacer es una revisión de la historia. ¿Qué se van a encontrar?
¿Dónde empezó la entrega del país? ¿Quiénes son los primeros culpables? Y esta va a ser la tónica de las
intervenciones de acá en más: son, más que investigaciones históricas, enjuiciamientos a los responsables
de la entrega del país.
Esto es muy parecido, en algunas cosas, a Lugones; pero también hay algunos matices que
tenemos que tener en cuenta, y sobre todo hay, a diferencia de Lugones, una preocupación mayor por la
historia. En esa preocupación mayor va a aparecer algo que comentaba antes: un momento perdido, una
época dorada de la cual caemos. Esa época dorada es Rosas. Al mismo tiempo, y a partir de Rosas, una
inversión del panteón. Si en el modelo hasta ese momento dominante, hegemónico, establecido, existía un
recorrido histórico que partía de Mayo, seguía con Caseros –identificándolos como hitos del país-; Mayo
contra los españoles, Caseros contra la tiranía, y continuaba con Sarmiento, la Generación del 80, etc.,
ahora esas figuras van a ser todas vistas como los responsables de nuestra entrega, y en realidad la única
época en la cual se puede encontrar que hay un gobierno interesado en la defensa de la soberanía nacional
va a ser la época de Rosas.
Al mismo tiempo, se va a mostrar que la reproducción de ese mecanismo de sometimiento es una
reproducción, como decía Lugones, ideológica. ¿Eso qué quiere decir? Que se mantiene a partir de una
forma de presentar el pasado y una forma de presentar los valores que oculta la realidad. En Lugones era
más bien una ideología casi por error, casi por el dogmatismo del intelectual. Acá, en los hermanos
Irazusta, va a ser más bien por una especie de mecanismo de ocultamiento deliberado para mantener el
poder. Acá está el gobernante que va a engañar a los demás, mostrándoles una realidad falsa. Y la tarea
política es la de develar la verdad oculta debajo de la falsificación de la historia. Noten que, una vez más,
esto supone el abandono de determinados valores, no solamente el abandono de los valores liberales, sino
también el panteón liberal. De hecho, va una cosa de la mano de la otra.
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