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Gabriela Garca-Cedro
Michigan State University
La escritura como cuestionamiento al orden institucional en la narrativa de Diamela Eltit
La narrativa de Diamela Eltit instaura una ruptura dentro del sistema narrativo de
mujeres latinoamericanas en cuanto a los modos de representacin de lo femenino. Las
mujeres que aparecen en sus textos se presentan a partir de una enunciacin exasperada,
crtica, que poco tiene que ver con los modelos de representacin a los que se estaba
acostumbrado. Asimismo, la constitucin de su narrativa durante el perodo de dictadura
chileno, coloca a su obra en un lugar de resistencia y rebelda.
Diamela Eltit inaugura un tipo de escritura que desborda los programas esttico-
ideolgicos de los escritores conocidos, a la vez que se hace cargo de la contingencia
cultural mediante recursos de escritura discontinuos, dolidos, balbucientes, perfectamente
metafricos de la realidad aludida. Como sostiene Ricardo Cuadros en su artculo
McOndo como sntoma de un estado de la cultura, Diamela Eltit no forma parte de una
"generacin literaria" sino de una agrupacin heterognea de autores literarios y visuales
que sern reunidos por Nelly Richard en el concepto "escena de avanzada" o vanguardia
equidistante de los adeptos a la dictadura y de la izquierda histrica.
La inclusin de Eltit en este grupo se ve en su narrativa a travs de su preocupacin
por los temas relacionados con la situacin de los individuos (especialmente, del sujeto
femenino) dentro de un sistema opresor. A su vez, Eltit manifiesta su preocupacin por el
sujeto femenino dentro del sistema literario. Si bien centrar mi anlisis en Los Vigilantes
(1994), mis conclusiones tambin se basan en la lectura de Vaca Sagrada (1991) y El
Cuarto mundo (1988), por considerar que estos dos textos estn sintetizados en el anterior.
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Para Eltit el mbito familiar, el estatal y el literario son imposibles de deslindar.
Los tres estn ntimamente relacionados y las relaciones que se dan en uno de ellos
repercuten en los otros. Basndome en Los Vigilantes, me interesa analizar cmo se ven
representadas las instituciones, cmo aparecen las voces de los que detentan el poder y qu
lugar ocupa o debe ocupar la mujer dentro de este sistema opresor.
Una de las caractersticas ms llamativas de la narrativa de esta escritora chilena es
la ausencia de metforas, la literalidad. Sin embargo, el recurso ms eficaz que propone es
el juego que se establece entre este decir todo para no decir, no nombrar lo esencial. Mi
hiptesis se basa en que es, justamente, la imposibilidad de nombrar lo que constituye el
motor de la narracin. En Los Vigilantes, la madre que escribe permanentemente no puede
nombrar quin es el que vigila. Son los vecinos, es su suegra, pero es el estado lo que no se
menciona, el mayor vigilante.
En esta novela, la familia es uno de los ejes centrales, una institucin
permanentemente cuestionada y la dimensin privada es privilegiada. Es el espacio en el
que se genera la posibilidad de narrar. Resistencia y rebelin a partir de la letra. Pero ello es
posible porque existe un exterior amenazante contra el cual posicionarse.
Ser, entonces, desde esos espacios ntimos asociados a la narrativa femenina que
Eltit constituir un nuevo modo de representacin. Los personajes se construyen a partir de
un narrador que se mira a s mismo y cuya historia gira en torno a l. La madre y el hijo
que narran son constituidos a partir de s mismos y la historia contada gira en torno a ellos.
Este modo de construir representaciones mediante la escritura, violenta cada uno de los
elementos que las componen. Entonces, cmo se utiliza el lenguaje para marcar posiciones
de poder, ndices de violencia?
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En la lengua aparece una marca de la cultura (entendiendo en este caso, la tradicin
cultural inserta en el marco de estas instituciones) que al materializarse, en la escritura por
ejemplo, se impregna de violencia La mirada que se ofrece de las instituciones y del
sistema dentro del cual stas funcionan no puede percibirse sino a travs de las
representaciones dadas por el texto.
Esta situacin de violencia est ntimamente ligada al tema del poder. En su novela,
vemos cmo el ejercicio del poder posiciona a los sujetos y tambin cmo aparece,
consecuentemente, la constitucin de cierto saber que emana del poder mismo. En palabras
de Foucault (1991: 34)
Hay que admitir ms bien que el poder produce saber. (...); que poder y saber se
implican directamente el uno al otro; que no existe relacin de poder sin constitucin
correlativa de un campo del saber, ni de saber que no suponga y no constituya al
mismo tiempo unas relaciones de poder (...) hay que considerar, por el contrario, que el
sujeto que conoce, los objetos que conocer y las modalidades de conocimiento son
otros tantos efectos de esas implicaciones fundamentales del poder-saber y de sus
transformaciones histricas.1
El saber del que hablo en el caso de los textos de Eltit, es un saber permanentemente
cuestionado. Los personajes de esta escritora conocen exponiendo su cuerpo y se enfrentan
a cada paso con cierta ley impuesta, que terminar doblegndolos.
Si pensamos en la familia como una construccin socio-histrica capaz de impartir
pautas y hacerlas cumplir mediante su transmisin generacional, se puede decir que sta
haba sido uno de los mecanismos ms eficaces desde tiempos remotos. Sin embargo,
durante el transcurso del siglo XIX, su funcin pedaggica y coercitiva empieza a ser
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cuestionada. Las instituciones se iban adecuando conforme a las realidades polticas que se
suscitaban. Era necesario que todo el trastorno que la civilizacin moderna estaba
provocando, pudiera ser contenido. Y esa contencin deba provenir desde el discurso
institucional. Porque volviendo a la idea de Freud el sujeto necesita ser definido por las
instituciones, aunque esto implique un constante forcejeo que lo lleve a la frustracin por
no poder realizar sus deseos.
La familia impone la ley y constrie la economa del placer y la sexualidad dentro
del marco de alianzas permitido. Aparecen los agentes sociales (confesores, mdicos,
pedagogos) que funcionan como controles dentro de la familia.
Diamela Eltit se coloca fuera del poder. Habla de la sexualidad, del adulterio y, en
novelas como El cuarto mundo, del tab del incesto. Viola la ley y la destruye. En su
narracin, buscar los espacios ntimos para continuar con ese replanteo de la funcin que
cumple el ncleo familiar en el desarrollo de las identidades individuales y lo lleva al plano
de la identidad social.
En Los Vigilantes, el mbito familiar funciona como punto de partida. El discurso
que nos llega no proviene de ningn miembro de una familia constituida sino que nos
coloca en presencia de una familia sin padre, casi una familia sin ley. Sin embargo, la ley
familiar se instaura a partir de la figura del padre. Aparece su voz y con ella, la visin
ordenada y jerrquica del mundo, una voz masculina, proveniente del logos. Madre e hijo
son los que se enfrentan y rebelan ante el afuera en el que est el padre y con l, la vigencia
de la ley que los juzga.
Podemos sealar algunos rasgos de esta imagen paterna: es cuestionada y
desobedecida; cuando su palabra pierde el poder que le confiere su rol dentro de la
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sociedad, el ncleo familiar se destruye y sus miembros dejan de pertenecer al sistema, son
marginados y excluidos. Slo conocemos su palabra de manera indirecta. La ciudad
/sociedad avala la postura de la ley paterna. La ley paterna condice con el orden social
imperante. Por lo tanto, el cuestionamiento a esa ley se extiende a lo social.
Slo sabemos de la existencia del padre a partir de las respuestas dadas en las cartas
de la madre. Esta distancia refuerza el lugar de la autoridad, homologndolo con la
autoridad que ejerce el estado. Tambin la aparicin de trminos como sesin, audiencia,
juicio, remite al universo legal. Es necesario recurrir a una instancia superior que la
juzgue y la absuelva o la condene. La madre se hace cargo de la situacin que deben
soportar todas las mujeres, mujeres sudacas.
Aparece muy fuertemente la idea de la vigilancia. La vigilancia es ejercida por otros
(los vecinos) quienes informan al padre lo que sucede en la casa.
Mi vecina slo parece animarse cuando me ve caminar por las calles en busca de
alimentos (LV 29)
Su pupila, siempre agazapada, no deja de mostrar una furia incomprensible hacia
nosotros. Tu hijo, que ha entendido, ahora tambin juega agazapado. Somos
vigilados por una mujer que se ha reducido a su carne gesticulante, una mujer
aterrada de s misma que consigue, en el poder de su mirada, algunos instantes de
entusiasmo con los que aligera su montona vida. (...) La vigilancia ahora se
extiende y cerca la ciudad. Esta vigilancia que auspician los vecinos para implantar
las leyes, que aseguran, pondrn freno a la decadencia que se advierte. Ellos han
iniciado actividades que carecen de todo fundamento como no sea dotarse de un
ejercicio que les permita desentorpecer sus ateridos miembros.(LV 32)2
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La madre de Los Vigilantes se siente observada y vigilada por el afuera. La actitud
de los vecinos se constituye en una nueva amenaza. La implementacin del sistema de
vigilancia hace que la madre deba desmentir el modo en que fueron interpretados sus actos.
La mentira aparece, entonces, como un recurso empleado para sobrevivir. Aqu hay
una acusacin falsa que se le imputa a la madre. Es preciso descalificarla antes que dar a
conocer la veracidad de sus denuncias. Si bien la madre no miente deliberadamente, la
veracidad de sus palabras es cuestionada. Como si el padre ya conociera que la mentira es
un recurso utilizado para desobedecer, se aprovecha del mismo para conseguir la
descalificacin de la madre:
Pero, cmo te atreviste a escribirme unas palabras semejantes? No comprend si
me amenazas o te burlas. En qu instante tu mano propici unas acusaciones tan
injustas? Ests equivocado (...) (LV 27)
Con tus juicios, quieres hacer de m, la imagen de una mujer que miente. Una mujer
que miente, impulsada por un creciente delirio. Te digo y eso bien lo entiendes
que tus palabras representan el modo ms conocido y alevoso de la
descalificacin.(33)
Me acusas de estar escamoteando una informacin comprometedora. Es ms, me
culpas de mentir deliberadamente. (...) En suma, lo que seala el tono de tu carta es
que me has retirado la confianza. (LV 33)
Se establece una lucha por el poder, el padre intenta descalificar a la madre y sta slo
puede defenderse mediante la escritura. Pero su defensa es muy dbil ya que el lenguaje es
su arma y es su discurso, precisamente, lo que se descalifica. Adems, la madre pierde el
control sobre lo que conoce, comienza a dudar a medida que avanza la narracin y sus
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cartas se vuelven menos precisas:
La verdad es que he perdido la certeza de saber ya qu se nombra, cuando se
nombra el Occidente. (LV 88)
Por otra parte, la madre no slo debe enfrentarse al padre sino a la madre de ste. La
abuela de su hijo es una portadora de la ley paterna y es la nica que accede al interior de la
casa. Penetra en la misma para juzgar y llevar informes al exterior:
Tu madre, hablando por tu boca, aludi sin cesar a la palidez de tu hijo. (LV 44)
La madre es cuestionada por el modo en que cra a su hijo, por su actitud hacia los
desamparados, por sus salidas a la ciudad. Ante esta presin, llega a reconocer qu es lo
que se pretende de ella y miente prometiendo un cambio:
Dime pues que no hars efectiva tu amenaza, si lo afirmas, har de m la figura
occidental que siempre has deseado. Ser otra, otra, otra. Ser otra. (LV 85)
Afirmamos que miente porque no puede ser otra. Ella sabe que no puede hacerse cargo del
mandato impuesto por el orden occidental. Es su desesperacin lo que la lleva a mentir. Y
obviamente, fracasa en su intento de hallar un poco de paz.
La madre es consciente del establecimiento de leyes que confunden lo pblico y lo
privado. En sus cartas lo manifiesta constantemente e intenta rescatar el derecho a su
privacidad. La lucha entre lo pblico y lo privado est presente en todo momento. La
ciudad es un reflejo de esta situacin:
El verdadero conflicto que afrontamos descansa en los vecinos y en el conjunto de
sus intolerancias. Ahora, gracias a ellos, la ciudad que en algunas horas y por
obligacin recorro, me parece un espacio irreal, un lugar abierto hacia lo opertico y
hacia lo teatral. Un resto de tales proporciones que puedo augurar que pronto
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quedar librado a la anarqua. (LV 40)
Por eso van de casa en casa transmitiendo leyes que carecen de sentido. Nuevas
leyes que buscan provocar la mirada amorosa del otro lado de Occidente. Pero el
otro Occidente es terriblemente indiferente a cualquier seduccin y slo parece ver a
la ciudad como una gastada obra teatral. S que ya ests enterado de que lo que
pretenden los vecinos es gobernar sin trabas, oprimir sin lmites, dictaminar sin
cautela, castigar sin tregua. (41)
Se menciona una puesta en escena, una representacin que esconde la verdadera cara de las
cosas. El peligro de la anarqua no es ms que una alusin directa a la forma de gobierno, a
la dictadura. Los vecinos responden al orden de Occidente, los vecinos buscan gobernar
sin trabas, oprimir sin lmites, dictaminar sin cautela, castigar sin tregua. Los vecinosson
el gobierno, el poder.
Sin embargo, la capacidad de observar no es privativa de aquellos que pretenden
imponer un orden. La madre en este caso tambin observa, y en consecuencia, cuestiona
y se rebela.
... en las calles se ha instalado el gobierno de la parte prohibida de lo pblico. Mi
vecino recorre la parte prohibida de las calles y, en este mismo momento, lo observo
desde mi ventana. (57)
En Los vigilantes la narracin es llevada a cabo por la madre y se ve interrumpida cuando
ella y su hijo se ven expulsados por la ley que es desacatada. Madre e hijo logran establecer
una alianza en contra de la ley paterna y el hijo retoma la narracin sobre el final. l y su
madre son expulsados y derrotados y quien narre la derrota ser el hijo:
Cuando pueda decir la palabra hambre esta historia habr terminado (16)3
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Quiere arrancarme los pelos y vaciar completamente mi baba por la urgencia del
hambre. Hambre. (...)
Nos entregamos a esta noche constelada y desde el suelo levantamos nuestros
rostros. Levantamos nuestros rostros hasta el ltimo, ltimo, el ltimo cielo que est
en llamas, y nos quedamos fijos, hipnticos, inmviles, como perros. AAUUUU
AAUUUU AAUUUU aullando hacia la luna. (129-130)
Ante la inminente derrota, la madre le cede la palabra a su hijo y ste narra la
animalizacin, la cosificacin a la que han quedado reducidos. Si la escritura era la
salvacin o la posibilidad de resistir, no puede ser la madre la que narre el fracaso.
Retomando algunas ideas de Kristin Pitt sobre la narrativa de Amrica Latina,
vemos que los lazos entre literatura y nacin son muy estrechos:
The links between nations and narratives have traditionally been quite strong within
Latin America, perhaps in part because written Latin American narratives
themselves were born basically at the same time as the nations themselves.4
El surgimiento de una narrativa, simultneo al nacimiento de la nacin, le permite a
Eltit ir ms all del plano poltico con su denuncia. Con la nueva narrativa aparece tambin
el cuestionamiento a la institucin literaria.
El espacio ntimo del gnero epistolar o de la escritura de diarios asociado a la
narrativa femenina, adquiere con Eltit una nueva funcin. Resemantiza ese lugar de
resistencia en el se ubicaba a algunas mujeres escritoras y expone un nuevo lenguaje,
descarnado, violento, eficaz. Julio Ramos en un anlisis de la narrativa de Eltit, expone:
Pensar la poltica, la catstrofe de lo real, desde la esttica, ha significado para Eltit
la elaboracin de estrategias mltiples (...) A veces la operacin neobarrosa operar
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por el reverso de la hiperestetizacin, trabajando con una especie de reduccin
mxima de la filigrana retrica, y elaborando me refiero a Vaca Sagrada una
forma despojada, a veces cruda, anloga a la violencia desnuda y al dolor que all se
cuentan. (Dispositivos del amor y la locura: 71)
La crudeza de Los Vigilantes se manifiesta en la constante alusin a la situacin poltica La
amenaza, no ya del exterior en tanto afuera, sino del orden poltico de Occidente, la nacin
ms poderosa del mundo, como es mencionada en El Cuarto Mundo.
La narrativa de Diamela Eltit constituye, entonces, una propuesta de literatura
menor, en el sentido dado por Deleuze y Guattari (1978: 30)5. Los problemas individuales
no pueden separarse de la dimensin social. Estas novelas parten de historias particulares y
producen un efecto similar al de la piedra arrojada al agua; aparecen crculos concntricos
que abarcan distintas esferas y cuestionan la ley de las instituciones vigentes en la sociedad.
Pensando tambin en novelas como Vaca Sagrada y El cuarto mundo, podemos
privilegiar la institucin literaria, ya que es la que le permite a Eltit una participacin
directa. La escritura se vuelve tema de las novelas; sin escritura no hay historia para contar.
A partir de su narrativa, literatura femenina y particular, Eltit cuestiona los cnones
literarios.
Las mujeres de sus textos constituyen el lugar de la resistencia dentro de un orden
cultural y ancestral. Registran en sus cuerpos los acontecimientos histricos, heredados de
generaciones anteriores y tambin, los que corresponden a la historia que estn viviendo.
La narracin asume el rol de identificar y denunciar el mal funcionamiento de las
instituciones.
Podemos establecer una secuencia entre estos textos que va desde el quiebre de la
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Bibliografa Bsica:
ELTIT, Diamela. El Cuarto Mundo, Ed. Planeta, Santiago, Chile, 1988.
- - - - - - - - - - - - Los Vigilantes, Ed. Sudamericana, Santiago, Chile, 1994.
- - - - - - - - - - - - Vaca Sagrada, Ed. Sudamericana, Santiago, Chile, 1991.
Bibliografa de Consulta:
CUADROS, Ricardo. McOndo como sntoma de un estado de la cultura. (Narrativa
chilena y mercado editorial.)http: //www.fiu.edu/orgs/modlang/literon/vol-I/no-1/cuadro
DELEUZE, G. y GUATTARI, F. Qu es una literatura menor? en Kafka: por una
literatura menor, Mxico, 1978.
DERRIDA, J. Ante la ley en La filosofa como institucin. (Carezco de dems
referencias bibliogrficas).
FOUCAULT, Michel. Historia de la Sexualidad. Tomo I: La voluntad de saber, Ed. Siglo
XXI, Mxico, 1983.
- - - - - - - - - - - - - - - Vigilar y Castigar. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1991.
FREUD, Sigmund. Obras Completas, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1992.
PITT, Kristin E. National Bodies: Woman as Nation in Latin American Literature
University of Wisconsin Madison. Department of Comparative Literature.
http://www.intersource.com/-safischb/conf/papers/pitt.html.
RAMOS, Julio. Dispositivos del amor y la locura en Boletn/6, Publicacin del Centro de
Estudios de Teora y Crtica Literaria de la Facultad de Humanidades y Artes de la
Universidad Nacional de Rosario, s/a.
RICHARD, Nelly. Tres funciones de escritura: desconstruccin, simulacin, hibridacin
en Una potica de literatura menor: la narrativa de Diamela Eltit, Ed. Cuarto Propio
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http://www.intersource.com/-safischb/conf/papers/pitt.htmlhttp://www.intersource.com/-safischb/conf/papers/pitt.html8/7/2019 Eltit_GarciaCedro
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(Comp.: Juan Carlos Lrtora).
TAFRA STURIZA, Sylvia. Diamela Eltit: El Rito de Pasaje como Estrategia Textual, RiL
editores, Santiago de Chile, 1998.
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Notas
1 Foucault, Michel. Vigilar y Castigar.2 Todos los subrayados son mos (GGC).3 Esto es lo que dice el hijo antes de ceder la escritura a la madre. La madre no puede pronunciar la palabra y
es l quien se hace cargo, sobre el final, de hacerlo.4 Pitt, Kristin. National Bodies: woman as Nation in Latin American Narrative, sin otros datos.5 Deleuze Guattari. La tercera caracterstica consiste en que todo adquiere un valor colectivo. (...)lo que elescritor dice totalmente solo se vuele una accin colectiva, y lo que dice o hace es necesariamente poltico,incluso si los otros no estn de acuerdo El campo poltico ha contaminado cualquier enunciado. en Qu esuna literatura menor?