Post on 30-Jul-2015
Ensayo: Política antidrogasDesplazamiento Forzado en ColombiaPablo Aristizabal
“Así entonces, se inició la política de fumigación contra la marihuana y la coca en el
país. Al aceptar la exigencia estadounidense para utilizar esta táctica, el gobierno del
presidente Betancur aceptaba, de hecho, el argumento de que el “flagelo” de los
narcóticos estaba localizado en los polos de producción; lo cual vulneraba la concepción
oficial acerca de la naturaleza multilateral y del alcance internacional del asunto de las
drogas. De forma paralela, comenzó a reducirse gradualmente, aunque de manera
notoria, el margen de maniobra del gobierno Colombiano en cuanto a la lucha
antinarcóticos. La presión de Washington sobre Bogotá en el frente de las drogas ilícitas
fue cada vez más ostensible y difícil de responder mediante estrategias autónomas de
respuesta al fenómeno del narcotráfico”. (Tokatlian, 1998)
De esta manera me inserto en la reflexión que se teje en torno a las políticas antidrogas
y la erradicación de cultivos ilícitos en Colombia. Juan Gabriel Tokatlian aborda el tema
desde un análisis que podría denominar cronológico, en tanto rastrea en el tiempo los
esfuerzos “colaborativos” entre Estados Unidos y Colombia con la propensión única de
eliminar el problema del narcotráfico. Realidad esta que ha lastrado consigo problemas
de desplazamiento forzado, crisis en el campo –sin pretender abandonar el pertinente
análisis de la carencia de una reforma agraria- y la vinculación directa de grupos
armados al margen de la ley. Subsecuentemente, la apertura económica evidenciada en
nuestro país en la década de los noventas traería a su vez, la necesidad de competir y
estar a la altura de las cada vez más frenéticas demandas globales, lo que representaría
la concreción y prospección de megaproyectos a todo lo largo y ancho de nuestro
territorio.
En este orden de ideas pretendo tomar una postura discursiva proclive a las expuestas
por el autor para llegar posiblemente a reforzar la ya sentida sensación de desengaño y
desconfianza que siempre deja una mirada al Estado y a sus instituciones. Lo primero
que encuentro relevante en mencionar es que las políticas antidrogas han sido
ciertamente ineficientes y más grave aún han contribuido al fortalecimiento de las
migraciones de campesinos que como hordas desorientadas, cada cierto tiempo se ven
obligados a abandonarlo todo, inclusive su propia identidad. A pesar de este innegable
diagnóstico, el país ha continuado obstinadamente creyendo que el problema del
narcotráfico puede ser diezmado con el uso de químicos, ya desde el período
presidencial de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) Washington comenzó a presionar
para que Colombia implantara el uso de estos para erradicar en ese entonces la
marihuana y sólo dada la postura militar de Ayala que con el despliegue de la
“Operación Fulminante” logro calmar esa creciente propuesta, el país sólo postergó la
inyección letal de ese veneno en sus venas. Ya para los gobiernos de Belisario Betancur
Cuartas la manera de afrontar este flagelo toma un biso distinto, esto es, da la espalda al
uso de sustancias químicas y adopta la “extradición de nacionales a Estados Unidos y
una mayor militarización de la lucha antidrogas en Colombia” (Tokatlian, 1998), en
Virgilio Barco Vargas (1986-1990) la realidad del narcotráfico en Colombia ha
alcanzado dimensiones desproporcionadas donde los narcos se ven ampliamente
fortalecidos por caudal de dinero incesante que propicia la compra de tierras y la
generación de latifundios que como ya hemos discutido en otros módulos acrecientan el
desplazamiento forzado, además se observa ya una alianza entre narcos y paramilitares
que se convertirían en agentes garantes de seguridad para estos robustecidos traficantes,
aquí se continua con esa primera autorización de fumigación expedida en el 84 y se
fumigan buena cantidad de hectáreas con glifosato, el despliegue militar continua
aunque con más cuidado dadas denuncias de campesinos por abusos y atropellos a esta
población civil, para el año de 1989 por primera vez y tras resultados un poco
alentadores Estados Unidos cesa en su afán de presionar por el uso de fumigaciones, en
el periodo de César Gaviria Trujillo la utilización de herbicidas continua tímidamente,
mientras que da refuerzo a la política de extradición por vía administrativa con énfasis
en la política de sometimiento. Para la administración de Ernesto Samper (1994-1998)
la gestión antidrogas se vuelca totalmente al control americano quien despliega
ferozmente el uso de químicos y logra una sinergia entre todas las fuerzas armadas del
país, en este periodo se dan los mayores desastres ecológicos y una gran cantidad de
desplazamientos, reclamos y demandas de comunidades campesinas, afro descendientes
e indígenas, también se da un apoderamiento de vastas zonas del territorio nacional por
parte de las FARC y los paramilitares.
Hasta la fecha todos estos intentos de erradicar los cultivos ilícitos a través de
fumigaciones no ha arrojado saldos positivos ni mucho menos ha mermado la
producción y distribución de las sustancias psicoactivas, por el contario sólo ha dejado
pasivos e innumerables deudas con la ecología y la población civil.
Vincular el efecto globo y megaproyectos y globalización…