Post on 24-Dec-2015
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN
DIVISIÓN DE HUMANIDADES
LICENCIATURA EN HISTORIA
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA PROF.: LUIS FERNANDO MARTÍNEZ MADRID
TRABAJO FINAL: HISTORIA ¿PARA QUÉ?
INTEGRANTES:
González García Carolina Manuel Becerril Beatriz Martínez Correa Luis Alberto Pérez Gómez Ricardo Rodríguez Pérez Abraham Michel Salas Ramírez Eusebio
GRUPO: 2202
PERIODO: 20142
FECHA DE ENTREGA: 28 de Mayo de 2014
HISTORIA ¿PARA QUÉ? 1
En este escrito el autor Carlos Pereyra hace una reflexión acerca del discurso histórico, 2
de cómo está determinado por una realidad social concreta, donde es “más o menos útil”.
Tratemos de dar explicación por medio de esta reseña, que si bien es de un pensador de
izquierda vale la pena indagar su argumento por la situación de nuestro presente en lo
social y político. Comenzare preguntando ¿a quién le pertenece el conocimiento histórico
en la actualidad?¿La historia acaso es sólo para los que dominan? En este presente así
lo parece, ya que la cultura misma está condicionada por el Estado. Nos dicen qué
pensar, e incluso forman nuestras opiniones en los medios masivos como la televisión y
principalmente el internet. Lamentablemente la historia se usa como un medio de control
social, ya que se infunde el nacionalismo desde la educación básica, (con los niños
héroes, los libertadores…etc) como parte de la cultura y formación de un individuo, pero
más que nada como propaganda útil al gobierno en turno. Es por eso que hay muchas
cosas ocultas para las personas, archivos que están fuera del alcance de la sociedad
interesada en saber sus procesos como país, pero al final como todo para que predomine
una conciencia, que es la del interés político.
¿Y acaso serviría tener acceso a esta información?¿Tendrá algún uso en la sociedad?
Carlos Pereyra nos dice que la historia tiene dos puntos que normalmente son
confundidos o mezclados, él menciona la utilidad y la legitimidad; La primera refiriéndose
a que el saber del pasado nos dará una idea de cómo actuar en el presente o futuros
sucesos “semejantes”, en nuestra sociedad, y la segunda refiriéndose a la legitimidad del
discurso histórico. Ya que el pensar de lo ocurrido nos da el conocimiento para controlar
lo que venga, al menos desde el punto social, y esto se debería hablar
independientemente, lo que certifica a la Historia, es decir, que tan real es la información
1Historia ¿para qué?, compilación de Carlos Pereyra, Siglo XXI, México, 1980. 2 Carlos Alberto Pereyra Boldrini (Ciudad de México, 7 de agosto de 1940 4 de junio de 1988) fue un filósofo, analista político, militante de izquierda y profesor de filosofía en la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM).
que se da y cómo se va a utilizar la información, por eso no se debe mezclar la utilidad
con la legitimidad.
De esto surgen grupos sociales que se dedican a sacar provecho de los conocimientos
que se difunden en una sociedad, o se dan malas interpretaciones. Los famosos
malentendidos de lo que muchos sufrimos y nos dejamos llevar por el tumulto o lo que nos
dicen otros.
Pereyra comenta que la historia no solo es el discurso de “la comprensión del proceso
social en curso” (Pereyra: 21) si no que le da paso a los que participan de ella, a la visión
que tienen de su comunidad para después formar parte de la humanidad en su conjunto”.
Aquí hace énfasis en la forma en que es utilizado el saber histórico dentro de cada
sociedad ya sea con un discurso ideológico, político o cultural. Sin embargo este saber es
utilizado por las clases dominantes y grupos políticos para legitimar su estadía en el
poder. Entonces tenemos una historia amasada por los intereses de estos grupos,
quienes se encargan de dar a conocer u omitir los hechos que les parecen favorables
para sus fines.
La investigación histórica parte del presente ya que esta permite ahondar en el pasado,
por medio de procesos y subprocesos dados por quienes los investigan esto es de
acuerdo a su “… verdad acerca del pasado.”(Pereyra: 25)
La pregunta en este punto entonces es saber si la Historia sirve para la interpretación de
conjuntos y validez relativa dada por la actual realidad de la que se parte e influenciada
por modelos teóricos, divisiones sociales (funciones sociales) y juicios de valor.
Nos indica que el papel de la Historia no es el de juzgar, si no el de encontrar... “en los
hechos componentes económicopolíticos e ideológicoculturales de la totalidad social la
explicación, incluso estos hechos y fracasos.”.
¿Entonces cómo podríamos formar nuestra propia conciencia histórica? Nuestra opinión
se formará de un conocimiento del contexto en el que vivimos, reconocer que el estudio
de la historia no solo se limita al pasado, que es todo un proceso que vivimos y en el que
participamos, conocer y crear conciencia histórica desde nuestros propios testimonios.
Ser conscientes de que la historia se crea a partir de los individuo, y que un conjunto de
individuos tiene voz. Pero para saber que soy parte de la historia debo de interesarme e
identificarse en la cultura en la que se vive.
¿Como historiadores, cómo se respondería esta necesidad? Podemos ver que el
problema en cuestión es analizado desde el punto de vista del intelectualismo (pero no es
necesario saber mucho de eso o estar de su lado) donde no se deben mezclar los
intereses políticos con el de los historiadores ya que son cuestiones diferentes y sobre
todo porque se adopta una conducta de neutralidad ideológica y ahí se puede perder
hasta la razón por la cual se estudia la historia y podría caer en el prejuicio. Entonces me
surge una nueva pregunta ¿que hace un historiador? posiblemente Carlos Pereyra nos da
una respuesta en su ensayo, me llama la atención la frase que aquí cito: “la función del
historiador no es ni amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo,
como clave para la comprensión del presente”. Es decir el historiador no solo es un
estudioso del pasado, es un intérprete de los procesos que vive la humanidad hasta el
presente mismo.
Al final la historia se le debería de dar más importancia y recursos de investigación con la
finalidad de explicar y comprender lo que sucede, y no como sucede actualmente para
crear un control social sobre este caos.
¿Para qué la historia? En palabras de Carlos Pereyra: “Para atender las urgencias y
preguntas del presente; para afianzar, construir o inventar una identidad, para recomponer
la certeza de un sentido colectivo; para fundar las legitimidades del poder; para imponer o
negar la versión de los vencedores; para rescatar la de los vencidos”.
Bibliografía.
Pereyra, Carlos, Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1980.
PALACIO DE BELLAS ARTES, MUSEO MONUMENTAL.
Ubicado en la capital del país, el Palacio de Bellas Artes es referente y distintivo. Sin
embargo, lejos de ser la casa
máxima de la cultura (y del poder
afrancesado), como alguna vez lo
deseo quien lo mandara edificar,
Porfirio Díaz, se ha convertido para
la mayoría de las personas en un
bonito fondo para una no tan
original fotografía.
Entra en este tenor el que para la
mayoría de los mexicanos
capitalinos (ya no diremos de los
provinciales), si bien conocen, al menos por fuera la imagen en conjunto, no entienden ni
les importa el significado de los grabados y esculturas. Mucho menos se han atrevido a
adentrarse entre sus pasillos, a menos que se vean obligados por algún trabajo en el caso
de los estudiantes, acarreando en muchos casos a sus padres. Es inconfundible el gesto
del adolescente aburrido y que por demás se siente incómodo en este tipo de sitios. Se
pasean con desánimo entre las paredes remodeladas del palacio sin la mayor inquietud,
porque además, el lugar más se parece a la vitrina de la abuela, prohibida desde que
eran pequeños por contener las valiosisimas figuras de Lladró acumuladas desde hacía
varios años por la anciana, pero que carecen de significado y valor para ellos. Es esta la
mentalidad del mexicano común al ingresar a “un museo” no importa cual sea.
Por si fuera poco, la imagen que despide el palacio de Bellas Artes, aún en nuestros días
(que para este caso no distaría mucho de la situación del México de principios de siglo
XX), es altamente elitista. Las personas que acuden a ver y escuchar los diferentes
conciertos, de “música clásica”, las representaciones teatrales y demás eventos que ahí
se presentan, si deben rozarse con aquellos que forman una fila para ingresar al museo,
es demasiado para ellos. Entra aquí el nivel de vida, puesto que la mayoría de quienes
acuden a estos conciertos y representaciones, están casi siempre en una posición más
privilegiada económicamente, lo que no quiere decir que también lo estén en el ámbito
cultural. En muchos de los casos sólo asisten pues el simple hecho de hacerlo, aún sin
conocer las obras o descansando la ardua semana en las butacas (pues no son pocos los
que se duermen), lo hacen para reafirmar en alguna medida su superioridad ante quienes
sólo asisten de mala gana al museo, pues cruzar las puertas del teatro de Bellas Artes
implica haber pagado por un boleto.
Pese a todo esto, existen quienes
acuden a las puestas en escena, no
de traje ni de mink, sino de pantalón
de mezclilla y sudadera. Son
quienes han hecho a un lado la
mayor parte de las cortinas que
distancían a las personas normales
(entiéndase los que llenan los
pasillos del recibidor del palacio
para entrar al museo) de quienes gustan de hacer pretensiones o son demasiado eruditos
como para tener que soportar a “un naco”.
He aquí la media de ambos aspectos, pues si bien, normalmente la balanza se inclina
más hacia un lado, eso no les impide disfrutar tanto de lo que implicaría poder disfrutar de
la Pasión según San Juan de Bach y terminando salir a comer quesadillas a un puesto de
la calle. Son estas personas también quienes se interesan en descifrar quiénes son los
representados en la cúpula del palacio sin necesidad de leer los nombres así como de
entender lo que significan las esculturas que adornan la fachada del edificio, pero, ¿cómo
llegar a esto? ¿son ellos los afortunados por haber tenido tal vez una educación especial
de una familia extraña donde se vivieron ambas cosas? (y aparece el problema del
origen).
El problema parece residir en que a la mayoría de la gente le gusta el arte y la historia,
pero por la capa de refinamiento y selectividad que las cubren se alejan de ellas. Aún para
quienes gozan de mejor condición social resulta aburrida en ocasiones por estos mismos
detalles.
La cuestión parece radicar en acercar tanto a unos como a otros los museos y
monumentos desde un ámbito no de vitrina que es la forma que al fin y al cabo terminan
favoreciendo los maestros que mandan a sus alumnos a cumplir con un requisito, sino que
sirva para la vida práctica. Tal es el caso del museo del Papalote en Chapultepec, que
dista mucho de ser una vitrina de antigüedades, ya sea por su carácter didáctico o porque
ofrece una gama más amplia en cuanto a gustos. Sin embargo, debido al origen de lo que
se expone en un museo convencional, no es posible acercar de la misma manera los
objetos y finalmente la historia que se presenta en ellos, pero tal vez si un símil. Tal vez
podría ser, para el caso del Palacio de Bellas Artes que se ofrecieran conferencias
dirigidas a todo público explicando las obras expuestas, pero con un carácter lúdico al fin
y al cabo. Tal vez realizar dinámicas en las que el espectador interviniera activamente
analizando la obra en cuestión (rallys, conteo de diferencias, pinturas y caricaturas de los
asistentes, etc). Por el lado de los conciertos, ofrecer un acercamiento a la música de
concierto, sumergiendo a las personas comunes y corrientes en temas como la historia de
los instrumentos o del tipo de música a presentar. Pláticas con los músicos, en fin.
Para el caso del monumentalismo de la fachada, tal vez sea un tema aún más complejo,
pues, la mayoría de los que se toman la fotografía enfrente del Palacio, solo lo hacen de
paso, no se detienen aunque su visita a la alameda haya sido sólo para eso. Para este
tema, tal vez serviría colocar mantas y pendones acerca del significado de los elementos
externos del edificio, pues más de uno se acercaría para leer el contenido de los mismos.
MONUMENTO A LA INDEPENDENCIA.
Mejor conocido como “El Ángel”, ubicado en la Ciudad de México, en la glorieta del
Paseo de la Reforma. Este monumento ha sido testigo de múltiples eventos, ya sea
políticos o sociales, muchas de las veces con aires de idolatría.
Es bien sabido que durante las últimas décadas este monumento ha sido centro de gran
afluencia, con motivo de anheladas victorias de la Selección Mexicana de Fútbol, y es que
con cada una de las victorias de ésta, principalmente la población aledaña al lugar, sale
apasionada a festejar el triunfo, sin importar la hora o las condiciones climáticas. Es tan
marcada la importancia de estos festejos,
que ahora se ha convertido en una
referencia para señalar la importancia del
monumento entre la población mexicana,
que ha dejado de lado su valor histórico,
para convertirlo en un símbolo de la victoria
de la Selección Nacional. Incluyendo el uso
de los lábaros patrios, como si estos
hubieran sido creados para uso exclusivo de las presentaciones de fútbol, o bien, es
utilizado como centro de reunión en
manifestaciones, como si el hecho de
confluir ahí, fuera una gran ofensa para el
sistema.
Lo cierto es que, se ha perdido gran parte
de su significado histórico en sí, para dejar
solo una vaga idea, recordada cada 16 de
septiembre. Su existencia se debe al inicio
de la Independencia de México, para
conmemorar a los héroes que sustentan el
patriotismo, pues es esta la morada de sus restos. Poca de la población conoce su
historia, la ideología propagada alrededor de este monumento es la causante de esto.
Más que glorieta de festejos, la población debe de conocer el motivo de la existencia de
este icono cultural. No basta con que sepan reconocer algunos de los personajes
representados en éste, sino que se adentren en conocer más sobre el significado de sus
detalles, y la posición de los mismos.
El monumento a la independencia fue mandado construir en 1908 por Porfirio Díaz, para
conmemorar el centenario de la Independencia de México, inaugurado por él el 16 de
septiembre de 1910. Inspirado en las columnas honorarias romanas, en su cúspide con la
estatua de la Victoria Alada que sostiene una corona de laurel y una cadena rota de tres
eslabones, esta última, haciendo alusión a la ruptura de los tres siglos de gobierno
español, y su pedestal con estatuas e inscripciones propias del recuerdo del
acontecimiento. Dando un valor patriótico único a su existencia, teniendo una riqueza
cultural y artística.
Si su razón de ser se pierde, ¿qué sentido habrá tenido su construcción?. Su fin, es el de
conmemorar el movimiento de independencia; a ello debe su constitución. Si la relevancia
de esto se pierde, a su vez el monumento se pierde, para entonces sólo sería una obra
artística, que alguna vez tuvo relevancia histórica, pero que ya no la tiene más. Al menos
no en la forma que originalmente la tuvo. Pasará a tener una relevancia histórica por su
valor en las celebraciones de fútbol y demás eventos.
No es que sea un delito que alrededor de esta la población realice sus eventos; la
importancia del problema radica en desconocimiento y la desvalorización del mismo en
su esencia de ser.
Ha dejado de ser suficiente que las nuevas generaciones por transmisión popular vean en
la Victoria Alada un simple ángel, sino que es necesario que se transmita el significado
de la victoria y la libertad que en ella han querido ser representadas, y no para fomentar un
patriotismo por demás exagerado para ciertos personajes, ha perdido de vista su
significado cultural. Por lo que se debe fomentar este tipo de conocimientos entre la
población, si bien no esta a nuestro alcance el manejo de los medios de información
masiva, por medio de las conversaciones, es un buen inicio.
MUSEO NACIONAL DEL VIRREINATO.
Este museo que se ubica actualmente en Tepotzotlán, Estado de México. En el antiguo
colegio de los jesuitas del México Colonial antes de su expulsión por parte de Carlos III.
En este museo se guardan una enorme colección de objetos sobre todo religiosos entre
ellas pinturas, esculturas y otro tipo de expresiones artísticas también muestra una
hermosa arquitectura de estilo barroco que en el siglo XVI era el que predominaba entre
otros estilos arquitectónicos que se daban con el paso de los años; la construcción fue de
casi dos siglos abarcando desde 1582 hasta 1767. En este museo que para ciertas
personas que viven alejadas de Tepotzotlán o bien viven en la zona metropolitana es un
lugar bastante alejado pero que bien vale la pena poder visitarlo, por la belleza que ofrece
de la cultura novohispana que aquí en México han podido dar una mezcla de dos culturas
que jamás pensaron encontrarse y que nunca imaginaron que podían en un momento
poder convivir, bueno suponiendo esto, puesto que actualmente aún hay racismo y
rechazo por algo tan simple y banal como el color de piel.
La visita normalmente a este tipo de museos o mejor dicho a la mayoría de los museos
que no sean interactivos causa aburrimiento en una población no letrada o sin
conocimientos acerca del México colonial siendo en su mayoría jóvenes de secundaria y/o
preparatoria que no desean una carrera que tenga que ver con las humanidades esto se
debe a que piensan que la Historia es algo que no se necesita saber o que simplemente
es algo que ya ha pasado y que nunca podría volver a pasar. Esto no es del todo cierto la
Historia se puede volver a repetir cometiendo los errores del pasado si no se esta
conciente de que al no saber su pasado y no aprender de ella todo puede volver a ocurrir.
Pero para las personas que les apasiona el estudio de la Historia o por el simple hecho
de que les guste la época de la colonia no solo es una visita por trabajo si no una visita
por gusto, pasión y para poder ver el pasado en nuestro presente de una manera
comprensible e interesante.
¿Para qué sirve visitar el museo del Virreinato? Es bastante sencillo el entender una
época de nuestra Historia y ver la manera en que los jesuitas vivían ahí antes de su
expulsión y su manera de expresarse con sus pinturas y esculturas, una vida que
podremos entender o al menos apreciar desde nuestro momento de un modo más justo y
verídico.
ESTADIO AZTECA.
Si bien no es un monumento histórico como tal, ha sido marcado como un momento en la
historia, y cobró tal importancia como para que el día de hoy se haya convertido en eso,
un monumento histórico para la población mexicana, debido a que a nuestro compañero
le parece de especial importancia el fútbol en la vida cotidiana y como se dice más
adelante, se anexa este tema:
El Estadio Azteca se ubica al sur de la Ciudad de México. también es conocido como “El
Coloso de Santa Úrsula” al encontrarse en la homónima colonia en Coapa de la
delegación Coyoacán. Su construcción dio inicio en 1956 y se inauguró en 1966 para
albergar, principalmente, la Copa Mundial de Fútbol de 1970.
Como es costumbre, cada 15 días en el torneo de fútbol de Primera División ya sea
Apertura o Clausura, la gente asiste al Azteca para presenciar los partidos del Club
América que, antes de la construcción de su actual casa, jugaban en el extinto Parque
España de la Ciudad de México. De igual forma, las personas asisten a los juegos de la
Selección Nacional de México ya sea partido oficial o de exhibición, pero lejos de los
aburridisimos partidos de liga y los decepcionantes presentaciones de la selección, muy
pocos saben que el Azteca sufrió varias modificaciones arquitectónicas, como la
capacidad de espectadores que, por motivos de seguridad y de espectáculos, fue
variando de los 100 mil iniciales, pasando por 70 mil hasta llegar a la capacidad actual de
106 mil espectadores.
En lo que se refiere a torneos internacionales, el Azteca no sólo albergó los campeonatos
mundiales de fútbol de 1970 y 1986 y la gran final del torneo mundial de fútbol sub17. El
primer torneo internacional oficial que se jugó fue el de los Juegos Olímpicos de 1968,
donde los organizadores no dejaron pasar la oportunidad de “estrenar” el Azteca para
dicho evento. Se jugaron 10 partidos, 4 de ellos de la selección local (2 victorias y 2
derrotas). En 1970, México y la URSS inauguraron la competencia con un empate a cero;
el Azteca albergó todos los partidos del grupo A conformado también por las selecciones
de El Salvador y Bélgica. También fue el escenario del “Partido del Siglo” entre Italia y
Alemania en las semifinales. En 1986, curiosamente, México no dio la patada inicial,
fueron Italia y Bulgaria quienes inauguraron el torneo con un empate a uno. No obstante,
México jugó todos sus partidos de fase de grupo y eliminó a Bulgaria en los octavos de
final. El Azteca tiene el privilegio de que en su campo se jugaron dos finales y vio
coronarse a Brasil y a Argentina, respectivamente.
Otros torneos que se jugaron fueron los Juegos Panamericanos de 1975, la Copa Mundial
Juvenil de 1983, las Copas Oro de 1993 y 2003 y la Copa Confederaciones de 1999.
¿El Azteca sólo vive de fútbol? No exactamente. El Azteca ha presenciado diversos
eventos, en especial conciertos siendo el primero en 1983 con el grupo Menudo ante 100
mil personas. Otros artistas de renombre que se presentaron son Michael Jackson y Paul
McCartney reuniendo más de 90 mil espectadores. Eventos ajenos al fútbol soccer fueron
2 partidos de fútbol americano, un evento religioso en el que estuvo presente el papa Juan
Pablo II y eventos políticosindicales.
¿Que importancia tiene el Estadio Azteca históricamente hablando? Siendo un país
pambolero, la historia del inmueble de la Calzada de Tlalpan radica íntimamente en el
fútbol, escenario de grandes juegos mundialistas, en el nacimiento de leyendas como
Pelé y Maradona, donde la gente queda impresionada con su arquitectura sin importar el
partido y muy poca se sorprende de su historia. El Azteca es más que partidos del
América, es más que una gran estructura, es más que otro sitio para dar conciertos de
rock, el Azteca es un monstruo del deporte.