Post on 27-Mar-2020
158 II. VIAJES CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO
ESTO ES NUEVA YORKE. B. White
El cambio más sutil que ha experimentado Nueva York es algo de lo que la gente
no habla demasiado pero que está en la imaginación de todos. La ciudad, por vez
primera en su larga historia, se ha vuelto vulnerable. Una escuadrilla de aviones
poco mayor que una bandada de gansos podría poner fin rápidamente a esta isla
de fantasía y quemar las torres, derribar los puentes, convertir los túneles del
metro en recintos mortales e incinerar a millones. La intimidad con la muerte
forma ahora parte de Nueva York: está en el sonido de los reactores en el cielo y
en los negros titulares de la última edición.
Todos los habitantes de las ciudades deben convivir con la testaruda evidencia
de la aniquilación; en Nueva York dicha evidencia se concentra aún más, debi-
do a la propia concentración de la ciudad y porque, de entre todos los blancos,
Nueva York tiene una prioridad firme y clara. Nueva York debe de ejercer un
atractivo irresistible sobre la imaginación de cualquier soñador perturbado que
desee desatar la tormenta.
Antes la Estatua de la Libertad era como un hito que proclamaba a Nueva York y
la traducía al mundo entero. Hoy la Libertad comparte ese papel con la Muerte.
A lo largo del East River, a partir de los arrasados mataderos de Turtle Bay, como Chubascos de primavera - El Barrendero, Alfred Stieglitz, 1900-1901.
Flat Iron, Alfred Stieglitz, 1903.
159FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO
en una carrera con el espectral vuelo de los aviones, los hombres construyen
la sede permanente de las Naciones Unidas: el mayor proyecto urbanístico
de todos. Nueva York acoge otra ciudad en su interior para cobijar, esta vez, a
todos los gobiernos y acabar con las chabolas de la guerra. Nueva York no es
una capital —no es una capital nacional o del Estado—, sino que va camino
de convertirse en la capital del mundo. Los edificios, tal como los concibieron
los arquitectos, serán como cajas de cigarros puestas de pie. El tráfico fluirá
por un nuevo túnel bajo la Primera Avenida. Se ampliará la calle 47 (y si no
estoy equivocado, llegarán camiones en plena noche para plantar furtivamente
altos árboles y que sus raíces se mezclen con los intestinos de la ciudad). Una
vez más la ciudad absorberá, casi sin darse cuenta, un congreso de visitantes.
Ya ha demostrado ser capaz de albergar a las Naciones Unidas: muchos de los
delegados andan por la ciudad desde hace un par de años y la ciudadanía apenas
si ha vislumbrado sus chaqués y sus negros sombreros de fieltro.
Esta carrera —la carrera entre los aviones destructores y el batallador Parlamento
del Hombre— está en la imaginación de todos. La ciudad por fin ilustra a la per-
fección tanto el dilema universal como la solución general; esta paradoja de acero
y piedra es al mismo tiempo el blanco perfecto y la perfecta demostración de la
no violencia y la hermandad racial; este blanco airoso que rasca los cielos y se en-
cuentra a mitad de camino con los aviones destructores, hogar del mundo entero
y de todas las naciones, capital de todo, alberga las deliberaciones que detendrán
a los aviones e impedirán su vuelo.
Una manzana o dos al oeste de la nueva ciudad de Man, en Turtle Bay, hay un
viejo sauce que preside un jardín interior. Es un árbol sufrido y castigado al que
han trepado muchas veces y que solo se mantiene en pie gracias a unos hilos
de alambre, pero que aman todos los que lo conocen. En cierto modo simboliza
a la ciudad: una vida entre dificultades, un crecimiento en contra de todos los
pronósticos, savia que brota del cemento y asciende en busca del sol. Cada vez
que lo contemplo hoy en día y siento la fría sombra de los aviones, me digo:
«Es preciso salvar este árbol, este en particular». Si desapareciera, desaparecería
todo: la ciudad, ese monumento juguetón y maravilloso, no verla sería igual que
la muerte.
Here is New York [1949], traducción de Miguel Temprano García, Minúscula, Barcelona, 2003.
Rosebud, Gordon Matta-Clark, 1970.
Dance Tree, Gordon Matta-Clark, 1971.