Post on 01-Jul-2015
“Ética profesional y discapacidad”
Natalia González Banchero
Psicopedagogía tercer año
Ética y formación profesional
Valdivia, 14 Agosto de 2010
INDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. ÉTICA Y DISCAPACIDAD
III. EDUCACIÓN Y DISCAPACIDAD
IV. AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL: LA IMPORTANCIA DEL
AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL
V. PERFIL DEL EDUCADOR QUE TRABAJA EN EDUCACIÓN
ESPECIAL
VI. INTELIGENCIAS MULTIPLES Y DISCAPACIDAD
VII. REHABILITACION Y HUMOR
VIII. CONCLUSIÓN
I. INTRODUCCIÓN
Más o menos el 10% de la población del mundo sufre algún género de
discapacidad.
Trabajar en el tema de la discapacidad requiere necesariamente que se
haga una reflexión profunda acerca de la ética y la moral, dos conceptos
que muchos ven desde una mirada lejana y poco práctica pero que en
realidad, es una mirada necesaria para que el quehacer profesional no
se convierta en un simple asistencialismo.
Existen diferentes tipos de discapacidades, entre ellas se encuentra la
discapacidad física, la discapacidad sensorial y la discapacidad mental,
también existen muchas enfermedades que producen discapacidades y
que en muchos casos no son tipificadas como tal, por ejemplo la
obesidad, la artrititis, los problemas cardiacos, etc.
Existen múltiples mecanismos para que las personas discapacitadas
exijan sus derechos ya que son personas útiles y capaces de salir
adelante no tienen porque depender siempre de los demás.
Las personas con discapacidad física pueden explorar sus habilidades a
nivel intelectual y las personas con discapacidad cognitiva pueden
explorar sus habilidades manuales, artísticas, deportivas. Nadie que
tenga una discapacidad debe perder la esperanza de ser productivo y
útil a la sociedad.
II. ÉTICA Y DISCAPACIDAD
Cuando una persona se enfrenta a una situación de discapacidad,
temporal o definitiva, la familia y el mismo individuo, se enfocan en el
trabajo físico de rehabilitación que se requiere para superar y habilitarlo
para la vida cotidiana, situación que es vital en cualquier proceso de
rehabilitación, las familias y las personas con discapacidad deben recibir
un acompañamiento psicológico que le permita asumir su situación
actual y encontrar las herramientas necesarias para seguir adelante en
el camino, la familia también debe ser acompañada para facilitar el
proceso y no sobreproteger al individuo, ni tampoco discriminarlo y
aislarlo, esto es más importante en el caso de las familias con niños con
discapacidad, a las que muchas veces le dan el diagnóstico médico sin
darles información acerca del tratamiento y menos sin darle esperanzas
de las posibilidades que su hijo tiene de desarrollar su vida con calidad y
con parámetros cercanos a la normalidad, por tanto es importante que
cualquier proceso de rehabilitación tenga un componente físico y
también un componente psicológico para el individuo y para su familia.
El tema de la discapacidad es un tema complejo que involucra a quien la
vive, a sus familiares, su entorno social y los trabajadores de la salud
que rodean el proceso de rehabilitación en caso de que este suceda, en
algunas ocasiones las personas con discapacidad son mostradas a nivel
de medios de comunicación relacionadas a situaciones de minusvalía
(menos valor), tristeza y en algunos casos mendicidad y pobreza,
buscando despertar en el espectador un sentimiento de compasión y
lástima.
Sin embargo es importante considerar que al relacionar la imagen de la
discapacidad con la imagen de mendicidad, se menoscaba la dignidad
de la persona discapacitada, es decir nadie quiere tener a su lado a
alguien que le genere lástima constante, o nadie quiere contratar un
empleado al que nunca le va a poder exigir resultados por sentir
compasión, además eso genera en la persona con discapacidad un
sentimiento de dependencia a la sociedad, una victimización que le
llevará a perpetuar su situación. En resumen “soy débil necesito de
otros para sobrevivir, no puedo esforzarme necesito de la
caridad de mi prójimo”, este es un sentimiento que denigra su
integridad como persona y lo coloca en un lugar de indefensión y
dependencia.
El ser humano está en una permanente búsqueda de la felicidad,
entendiendo por tal disfrutar de una vida que vale la pena ser vivida, de
una vida que en su totalidad podremos calificar como lograda, como
realizada. Una vida en la que se integra armoniosamente un complejo
conjunto de experiencias en el marco de un adecuado proyecto de
autorrealización.
Debemos reconocer a las personas con discapacidad como sujetos de
este horizonte de vida lograda. Y no les reconocemos de ese modo no
sólo cuando maliciosamente les truncamos sus posibilidades, sino
cuando quienes se relacionan con ellas, incluso desde la mejor voluntad
benefactora, se centran en evitarles sufrimientos y en ofrecerles
entornos seguros a costa de reducirles el campo de sus iniciativas
posibles. Todos los humanos, discapacitados o no, estamos llamados a
explorar todas nuestras potencialidades en ese término medio que no
excluye los riesgos cuando valen la pena y se asumen en marcos
razonables.
Este deseo de vida lograda se apoya necesariamente en la estima de sí
mismo.
Anhelamos la felicidad de modo adecuado y con la contundencia
necesaria cuando en nosotros está sólidamente arraigada esa estima.
Para entenderla correctamente es conveniente tener presente que se
trata de una estima no sólo psicológica sino también moral.
Es psicológica, por supuesto, precisamos disfrutar de grados suficientes
de consistencia personal que se expresan luego como autoconfianza en
nuestras posibilidades. La autoestima funciona aquí sobre todo como
valoración de nuestra capacidad de obrar intencionalmente y con
iniciativa. Cuando una circunstancia personal, como puede ser la
discapacidad, amenaza con quebrar esta confianza, lo primero que se
impone es alimentar, desde uno mismo y con la ayuda de los otros
cuando sea preciso, aquellos mecanismos que permiten afianzarla.
Esta estima de sí es también y sobre todo moral. Primero porque la
misma experiencia psicológica de autoconfianza forma parte de ese
anhelo de vida lograda que es en sí moral. Pero sobre todo porque lo
que debe alentarla de fondo no es la mera constatación de nuestras
capacidades de diverso tipo, en la conciencia lúcida de nuestras
limitaciones. Lo que debe fundamentarla es nuestra firme convicción de
que somos sujetos de dignidad. Esto es, personas que como tales nos
constituimos en fines en sí, que valen por sí mismas, que, por tanto, no
podemos ser instrumentalizadas ni despreciadas, tengamos las
limitaciones que tengamos. Personas que desde ahí, desde lo que más
importa, somos radicalmente iguales.
Sabemos que, desgraciadamente, esta apelación al reconocimiento de la
dignidad no está de sobre, especialmente cuando nos referimos a las
personas con discapacidad intelectual, que hasta muy recientemente
han sido tratadas literalmente como animales, ya sea primero como
animales peligrosos de los que debemos protegernos con mecanismos
de exclusión, ya sea luego como animales domésticos a los que
tratamos con atenciones pero en marcos de control y reclusión.
Si la orientación ética es hacia la autonomía, la fundamentación es hacia
la justicia. Hay concepciones de la justicia que no plantean más
obligación hacia el otro que la de no obstaculizar directamente sus
libertades. Aplicado a nuestro caso, toda la discapacidad que podemos
promover en vistas a su autonomía, entra dentro de la perspectiva
asistencial derivada de nuestra benevolencia. Esto es, la sociedad como
tal no tendría deberes a este respecto con las personas con
discapacidad. Los individuos concretos de esta sociedad pueden
sentirlos a nivel personal, desde sus convicciones éticas o religiosas, y
tratar de realizarlos, por ejemplo organizándose en instituciones
privadas, pero debe quedar claro que ese deber es individual y no
responde a derecho exigible por la persona discapacitadas.
Debemos considerar a las personas no como discapacitadas, sino como
personas con capacidades diferentes. Esta es una perspectiva que
algunos países se están planteando especialmente en torno a los sordos.
La comunidad de sordos no sería una comunidad discapacitada, sino
diferente, con una lengua, una cultura y una forma de pensar gestadas
en su historia colectiva, que les son propias. Su desventaja, su
«inferioridad» no sería constitutiva, sino inferioridad propia de los grupos
culturales que han sido dominados por otros; injusticia, por tanto.
Desde esa constatación, se afirman derechos diferenciales de grupo: a
que se respete su diferencia, a gestionarse ellos mismos y a acceder a
aquellos bienes que precisan para mantener y desarrolla su cultura. Con
esa perspectiva habría que plantear el acceso de esta comunidad a las
posibilidades de la sociedad del conocimiento.
III. EDUCACIÓN Y DISCAPACIDAD
Existe un gran debate acerca de si la educación para niños con alguna
discapacidad debe darse de manera inclusiva o no, este debate no
puede ser visto a la ligera, no se puede simplemente decir hagamos una
escuela inclusiva, porque en la realidad las instituciones de educación
públicas sin tener inclusión ya presentan muchas dificultades, en sus
métodos de enseñanza los cuales no están acorde de los cambios de la
tecnología, ignorando las necesidades de los niños actuales, son
escuelas masivas donde las diferencias individuales son pasadas por
alto, donde se le da mayor importancia a la cantidad que a la calidad,
teniendo en cuenta esto la inclusión no es la mejor alternativa, pues si
en la actualidad la escuela no es un lugar donde se respete la diferencia,
teniendo niños especiales se incrementaría más esta dificultad
creándole más problemas a la comunidad educativa
IV. AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL: LA IMPORTANCIA
DEL AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL
Uno de los temas álgidos cuando se habla de educación es el tema del
afecto, ¿debe ser el docente cálido con el estudiante? O ¿debe tener una
relación formal en la que no se involucre afectivamente con sus alumnos
para evitar faltas de respeto o afectarse demasiado con las
problemáticas del niño? Esta discusión cobra más importancia a la hora
de hablar de educación especial puesto que en este tipo de educación el
alumno requiere mayor compromiso de parte del docente pues la
discapacidad le exige al educador más estrategias, mayor creatividad
para hacer que sus alumnos comprendan y aprendan y una mayor
tolerancia frente a las diferencias de sus alumnos, además cuando un
educador enseña a alumnos con discapacidad, se movilizan sus recursos
afectivos, salen a la luz sus prejuicios acerca de la discapacidad.
¿ QUÉ ES EL AFECTO?
Para empezar es importante identificar que significa afecto, el afecto es
una proceso de interacción social que se da entre dos o más personas,
es algo que fluye y se traslada de una persona a otra, es diferente de la
emoción pues la emoción es una respuesta individual interna y no
requiere la interacción con otro. Brindar afecto requiere un esfuerzo y
una intencionalidad, pues las personas se esmeran en demostrar ese
afecto y fomentan conductas para ello. Se puede definir también el
afecto como el trabajo no remunerado en beneficio de la supervivencia
de otras personas, las necesidades de afecto dependen de muchas
circunstancias, las personas que han recibido afecto en su infancia y en
el transcurso de su vida tienen parte de ese afecto recibido como un
recurso a la hora ser afectuoso con otro, pueden expresar emotividad de
una manera más natural y espontánea que aquellos que no lo han
recibido.
EFECTOS DEL DÉFICIT AFECTIVO
El déficit afectivo provoca que el cerebro esté sometido a un estrés
excesivo debido a que, o bien tiene que atender a demasiadas
situaciones que aún no está preparado para resolver, en el caso de los
niños, o bien tiene que atender a demasiados problemas de otras
personas, dejando de lado los propios problemas, en el caso de los
adultos .
En los niños, el déficit afectivo se produce tanto por vulnerabilidad como
por sobreprotección. La vulnerabilidad hace que el niño deba afrontar
problemas sin tener la capacidad suficiente para superarlos, lo que
conduce a un desarrollo desequilibrado de sus capacidades y de su
personalidad. Por el contrario, la sobreprotección hace que el niño no
adquiera los aprendizajes necesarios para sobrevivir, es decir, que sufra
un grave déficit de desarrollo, de modo que, posteriormente, será
incapaz de afrontar los retos que le imponga la vida. Ayudar al
desarrollo de un niño significa protegerlo de las situaciones que no
puede superar y enfrentarlo a las situaciones que sí tiene capacidad
para resolver.
V. PERFIL DEL EDUCADOR QUE TRABAJA EN EDUCACIÓN
ESPECIAL
Los niños con discapacidades son demandantes de una gran cantidad de
afecto especialmente al conocer las historias de ellos podemos
identificar muchas experiencias en las que los padres por no aceptar las
discapacidades de los hijos los abandonan o les maltratan, son niños que
crecen en situaciones carentes de afecto y de muestras de ternura, por
tanto al llegar al aula escolar esta demanda de afecto recae en el
educador, quien aunque no debería ser la primera fuente de afecto de
los niños en ocasiones se convierte en la única que lo proporciona.
Los niños con educadores afectuosos demuestran una mejor disposición
y motivación en el aula, presentan mejores relaciones con sus
compañeros y sus actitudes son más positivas, los educadores
afectuosos se preocupan más por tener un contacto individual con cada
niño (aun en grupos grandes) identificando la manera en que el niño
debe ser tratado y conociendo la forma adecuada de reforzar
positivamente a su alumno, al realizar contacto físico con el niño el
educador le transmite una seguridad mayor y favorece la formación de
una autoestima adecuada, cuando el niño ve en su educador a una
persona cercana puede confiar en el cuándo en él y tendrá a quien
acudir en caso de necesitarlo.
Un educador afectuoso es más tolerante a las dificultades que presente
el alumno, a los comportamientos desadaptados que presente
ocasionados por su discapacidad o por las carencias afectivas a que ha
sido sometido, el afecto se puede demostrar con lenguaje verbal o no
verbal dentro del aula de clase, contacto visual afectuoso, una caricia,
un abrazo, una palabra de felicitaciones o de aliento, pedir a sus
compañeros que lo aplauda cuando ha realizado una acción positiva. De
igual manera un educador afectuoso no deja de lados las normas y los
límites, el educador debe manejar un equilibrio para determinar cuándo
debe demostrar al alumno que su comportamiento fue inadecuado y la
manera en que debe corregir su conducta. De igual manera debe evitar
involucrase demasiado pues esto puede hacer que se afecte con las
dificultades del niño lo que le impedirá tomar decisiones adecuadas y
objetivas, por eso debe tener muy presente cual es su rol como maestro
sin exceder sus funciones para de esta manera dar un trato afectuoso a
todos sus alumnos.
Por esto el rol del maestro debe estar muy bien delimitado, encontrando
un balance entre la autoridad que no se debe perder en un salón de
clase y la vinculación afectiva que se debe tener para promover el
desarrollo del menor.
Daniel Goleman (2000) en su libro Inteligencia Emocional plantea la
importancia de que los profesores y padres realicen en si mismos un
proceso de mejoramiento y conocimiento de sus emociones, que les
permita dirigir sus emociones de manera que pueda alcanzar resultados
exitosos. Esto permitirá que el profesor maneje diversas situaciones
dentro del aula de clase. Para responder a la pregunta planteada
anteriormente se puede afirmar que el profesor afectuoso si favorece el
proceso educativo, pues se ha demostrado que los niños con suficiente
contacto avanzan más en su desarrollo, su capacidad de aprendizaje es
mayor y tienen un promedio de vida más largo, el afecto eleva la
capacidad inmunológica del organismo y acelera los procesos de auto
curación. La presencia de afecto en el aula disminuye la agresividad y
las conductas auto eróticas y estereotipadas, el contacto físico es
terapéutico y curativo. El maltrato o la indiferencia produce niños más
agresivos, con tendencias a la depresión, incapaces de relacionarse
afectivamente y menos motivados ante el aprendizaje.
VI. INTELIGENCIAS MULTIPLES Y DISCAPACIDAD
Ver la discapacidad cognitiva a través del concepto de inteligencia
planteada por Gardner es ampliar las posibilidades del individuo a
desarrollarse en la sociedad, ya que al conocer una población de niños
discapacitados encontramos que sus mayores falencias se encuentran
en los dos primeros tipos de inteligencia, la lingüística y la lógico
matemática sin embargo en los otros tipos de inteligencia se presentan
grandes habilidades, de todos modos no se puede olvidar que al no
contar con la habilidad lingüística ni matemática el aprendizaje se
dificulta lo que no quiere decir que con un adecuado manejo no se
pueda desarrollar.
Es evidente la capacidad que tienen los niños con discapacidad para la
inteligencia cinestésico corporal y la inteligencia musical, por esto estas
áreas deben ser reforzadas en el trabajo diario del aula, ya que es la
puerta de entrada para desarrollar mayores habilidades en los niños en
la expresión y producción de lenguaje.
Implementar por tanto un programa de inteligencias múltiples dentro del
aula trae grandes ventajas a los niños con discapacidad, porque le
permitirá explorar formas alternativas de obtener conocimiento,
favorece su autoestima y autoconfianza, al sentir que hay actividades
que puede realizar de forma adecuada, tales como interpretar un
instrumento o una melodía, se produce una mayor motivación a asistir a
clase, disminuye el cansancio institucional tanto por parte de los
docentes que también desarrollan creativamente sus inteligencias, como
del alumno que verá valoradas sus habilidad, una escuela especial con
estas características es innovadora y propone alternativas más eficaces
de promover la autosuficiencia en el individuo.
VII. REHABILITACION Y HUMOR
Las investigaciones sobre el humor y la risa en el ámbito de la salud
concluyen que la risa tiene efectos favorables sobre la fisiología
humana, la comunicación y sobre aspectos psicológicos y espirituales, la
risa estimula el sistema nervioso simpático, los aparatos respiratorio y
circulatorio, con una buen dosis de risa la persona se relaja, la presión
arterial baja, la digestión mejora, la tensión muscular disminuye y el
dolor se reduce gracias a la secreción de endorfinas La risa se ha
considerado una salida segura y aceptable para emociones reprimidas.
Cuando hablamos de personas con discapacidad podemos darnos
cuenta que aprender a reírse de sí mismos y de su situación es una base
importante para encontrar una aceptación y propender a una mejor
rehabilitación, sin embargo algunas veces el humor mordaz e irónico es
usado como herramienta de autoagresión, esto es resultante de un
proceso de aceptación doloroso y mal elaborado, no se debe confundir
nunca una broma a una burla.
Una actitud positiva frente a la enfermedad y hacia las personas que los
cuidan y apoyan ayuda a mejorar su proceso y facilitará su paso por los
malos momentos.
VIII. CONCLUSIÓN
La ética es una construcción social y cultural que debe ser revisada
constantemente en las ONG, fundaciones, centros de rehabilitación, para
que sus procesos conlleven a un fin último:
“Mejorar la calidad de vida de la persona con discapacidad y
promover su independencia.”
Es importante que las fundaciones y entidades que trabajan en pos de
la salud y rehabilitación de los discapacitados, generen propuestas de
difusión de la discapacidad en su real magnitud sin realizar spot
publicitarios lastimeros donde se muestre al discapacitado como una
víctima, sino como una persona con dificultades que merece ser
integrado a la sociedad, de manera afectiva, productiva y social, sin
menoscabar su integridad; donde se generen políticas de inclusión e
igualdad, donde se abran espacios de accesibilidad no solo física sino
también social, en una conclusión donde la persona con discapacidad
sea el promotor de su propio bienestar y forme parte activa en su
proceso de rehabilitación.