Post on 27-Jan-2016
Festividad de la Santísima Trinidad
…Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Mt.28, 18-20
“ ¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
la Iglesia nos sumerge en tu misterio; te confesamos
y te bendecimos, Señor Dios nuestro”.
La fe se hace confesión y alabanza
del misterio trinitario, que distingue a la
religión cristiana de los otros
monoteísmos.
“ Oh Palabra del Padre , te escuchamos;
oh Padre, mira el rostro de tu
Verbo;
oh Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor Dios nuestro”.
La Trinidad Santa de Dios no languidece en vitrinas de cristales. Adoramos a un Dios que vive y engendra, vive y se comunica,
vive y ama.
Porque la Trinidad de Dios es la vida. La vida de Dios.
Y nuestra propia vida, insertada ya para siempre
en su comunidad de comunión.
La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a meditar en la última consigna del Maestro:
“Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado”.
Enseñar, bautizar ,
y hacer discípulos.
En esas palabras se encierra la triple misión de la Iglesia.
Una vocación profética para anunciar una palabra que salva.
Una función litúrgica en la que se celebra la nueva vida.
Una tarea de diario pastoreo que recoge, alimenta y guía a la comunidad
de los cristianos.
Con esa triple encomienda fueron enviados los
discípulos.
Un encargo que compete a toda la Iglesia,
a toda la diócesis y parroquia,
a toda la comunidad y a cada uno
de los creyentes en Jesucristo.
En su nombre hemos sido bautizados.
En su presencia recorremos el
camino.
En su intimidad habitamos, existimos
y actuamos.
“Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Ésa es la última palabra de Jesús.
¿Está el Señor con nosotros?
¿ Dónde estaba Dios en aquellos días de muerte y genocidio?
Benedicto XVI repetía en Auschwitz :
“Estaba precisamente en los que eran ajusticiados”
El Señor está con nosotros, porque se ha identificado con nuestra propia suerte.
Y con nuestra muerte.
¿Estamos nosotros con el Señor?
La persona se mutila y empobrece si olvida que ha sido llamada a otra dimensión.
Cuando cae en esa tentación se priva de lo más importante de sí misma: su espíritu
religioso.
Con toda la Iglesia nos atrevemos a proclamar la alabanza de nuestra fe trinitaria: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén”.
Texto: José Román Flecha AndrésPALABRA DEL SEÑORSecretariado Trinitario . Salamanca