Post on 16-Sep-2020
HUBO UN
TIEMPO… Una historia para entender desde una mirada positiva y esperanzadora
el impacto del coronavirus y el aislamiento en la rutina diaria de las
personas.
Lic. Verónica Grünberg - Mag. Fabiana Albernaz
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Verónica Grünberg
Licenciada en Psicología
Especialista en Psicología Infantil y del Adolescente
Fabiana Albernaz
Licenciada en Psicología
Magíster en Psicología Educacional
Montevideo - Uruguay
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HUBO UN TIEMPO…
Hubo un tiempo en que llegó a nuestro planeta un
virus muy bien preparado y con muchas ganas de
viajar y reproducirse.
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Hubo un tiempo en que todos debimos quedarnos
en casa y reaprender (aprender de nuevo) nuevas
formas de vincularnos, demostrar nuestro amor,
saludarnos, enseñar, contener, compartir,
aprender. ¡Uff, cuántas cosas tuvimos la
posibilidad de aprender!
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Aprendimos que cuidarnos a nosotros mismos es
cuidar también a los demás. Y que había formas de
mandar nuestro amor a los abuelitos y a las
personas que más tenían que cuidarse: en
avioncitos o barquitos de papel, dibujos, besitos
que viajaban por el aire… formas seguras de
amarnos y amarlos. Así un día todos pudimos
volver a vernos, abrazarnos y besarnos como
antes…
¡En realidad no!... nunca más fue como antes,
porque ahora aprendimos a ser mejores ¡más
fuertes, juntos, unidos! Estuvimos aislados… ¡pero
nunca solos!
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Aprendimos que frente a los problemas lo más
importante no era buscar al culpable, sino la
solución… no era enfrentarnos, sino unirnos. ¡Ey,
Coronavirus! Al final viniste a enseñarnos mucho
más de lo que nos dañaste, porque nos dimos
cuenta que nosotros podíamos darte el poder de
dañarnos o unirnos - aunque aislados - para
hacerte frente e impedírtelo.
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Los verdaderos superhéroes fueron todos los médicos
y enfermeros que no tenían opción de quedarse en su
casa y cuidar a su familia, porque estaban
comprometidos con cuidar a la nuestra y a las familias de
todos. Igual que el resto de los que se consideran en “la
primera línea” (de defensa y combate – como cuando
jugamos con soldaditos ¿viste? ¡Esos que van adelante
del todo!). Los que nos
seguían brindando
transporte, seguridad,
alimento… todo eso por
y para nosotros. ¡A
todos ellos muchas
gracias, porque además
muchos se fueron enfermando en el proceso! ¡Son muy
valientes!
¡Ah!… Y también ¿sabes quienes fueron héroes?, vos y
yo… y todos los que hicimos caso y nos quedamos en
casa. ¿¡Después de todo quién hubiera dicho que
podíamos salvar al planeta quedándonos en casa?! Por
esos días no se me ocurría mayor expresión de
generosidad, solidaridad y compromiso con el otro.
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También teníamos muchas otras cosas a favor, el
apoyo de los demás… ¡¡El mundo entero con el
objetivo de derrotarlo!!
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En nuestro país todavía hacía calorcito y eso al virus no
le gustaba, podíamos jugar al solcito, quienes teníamos
patio, o salir al balcón quienes no. Y si no teníamos
ninguna de las dos,
había algo que todo
el mundo tiene: su
creatividad, su
imaginación y la
posibilidad de
desarrollar mayor
flexibilidad que en otros momentos para encontrar como
entretenernos sin estar
siempre frente a una
pantalla, acostados, o
aburridos. Otra cosa que
teníamos a favor era la
tecnología, ya que gracias
a ella podíamos estar en
contacto y saber que allá afuera había muchos como
nosotros con ganas de luchar juntos. Además podíamos
tirarnos un montón de besos a través de la pantalla que
llegaban con mucho amor y sin virus.
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Es cierto que también teníamos algo en contra y era
muy fuerte… La gente que no tomaba conciencia de lo
serio de la situación y de todas formas salía de su casa y
se reunía con otras personas aun cuando pudiera
evitarlo, por
un tiempo.
Se hacía muy
difícil luchar
contra eso y
me ponía muy
triste, pero
decidí ayudar pensando en positivo e imaginando ideas
para quienes si podían pensar en los demás y mostrarse
solidarios y responsables.
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Cuando el peligro se fue pensé en tooooodo lo que
habíamos aprendido y lo fuerte que nos habíamos
vuelto. Me sentía tan
fortalecido que me dieron
ganas de agradecer, pero lo
hice muy bajito, para respetar
a los que no habían ganado
tanto y sobre todo a los que
habían perdido en el proceso… porque si algo aprendí
sobre lo que nos tocó vivir fue sobre tolerancia, empatía,
solidaridad y respeto. Y creo que en el momento en que
aprendimos eso ¡fue cuando descubrimos la vacuna!
¡Ahí estaba el secreto, ahí estaba la cura!