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Editorial 7
Grata compaaYo soy mi casa 8Guadalupe Amor
CortesaDe la traduccin (fragmento) 10Alfonso Reyes
Gajo de cieloDescripcin de un brillo azul cobalto 15Jorge Esquinca
Muchacha en la playa junto a una palmera 18Jorge Esquinca
AncorajesConversacin con Jorge Esquinca 21
Inspiracin y respiracin: Jorge Esquinca 26Luis Vicente de Aguinaga
La variacin Esquinca 29Eduardo Miln
Jaime M. Benavides Pompa: 32una vida de aportes
Cruzar la puerta 37Homenaje inconsciente a Pita AmorMinerva Margarita Villarreal
En torno a la literatura de Castilla y Len 40Antonio ColinasAureliano Tapia: entre Dios y la cultura 45Luis Albante
La ltima nota de una sinfona. 48Homenaje a Jos Carlos MndezOrestes Cabrales
Jos Carlos Mndez: argumento y sonrisa 50Francisco Ruiz Sols
El oro de los tigresLos pobres de la estacin, de Ldo Ivo 52
Versin de Jos Javier VillarrealCalendarioReyes, traductor 54Hctor Perea
Los desafos de la traduccin literaria 60Alma Ramrez
Donde aparezca la palabra, hay que traducirle 62Entrevista con Jess MunrrizCarlos Lejaim Gmez
Presentacin El oro de los tigres II 68
Alma RamrezBriznasCielos en oferta 74Luis Aguilar
Una publicacin de laUniversidad Autnoma de Nuevo Len
Jess Ancer Rodrguez
Rector
Rogelio G. Garza RiveraSecretario General
Ubaldo Ortiz MndezSecretario Acadmico
Minerva Margarita VillarrealDirectora de la Capilla AlfonsinaBiblioteca Universitaria
Nancy Crdenas PrezMartha Beatriz Ramos TristnEditoras responsables
Carlos Lejaim GmezAlma RamrezColaboradores
Daro Aboytes RamrezDiseo Editorial
Portada:Composicin a partir de la instalacinEn el amanecer, un jardn, de MaraFernanda Barrero, 2007.
Interfolia, Ao 3, Nmero 8, enero-abril 2011.Fecha de publicacin: 1 de abril de 2011. Re-vista te-tramestral, editada y publicada por laUniversidad Autnoma de Nuevo Len, a travsde la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria.Domicilio de la publicacin: Avenida Universi-dad s/n, Ciudad Universitaria, San Nicols de losGarza, Nuevo Len, Mxico, C.P. 66451. Telfo-no: + 52 81 83294015. Fax: + 52 81 83294045.Impresa por: Imprenta Universitaria de la Uni-versidad Autnoma de Nuevo Len, CiudadUniversitaria s/n, C.P. 66451, San Nicols de losGarza, Nuevo Len, Mxico. Fecha de termina-cin de impresin: 25 de marzo de 2011. Tiraje:3,000 ejemplares. Distribuido por: UniversidadAutnoma de Nuevo Len, a travs de la CapillaAlfonsina Biblioteca Universitaria, Avenida Uni-versidad s/n, Ciudad Universitaria, San Nicolsde los Garza, Nuevo Len, Mxico, C.P. 66451.
Nmero de reserva de derechos al uso ex-clusivo del ttulo Interfolia otorgada por el
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Novelas y excentricidades 77G.K. Chesterton
La experiencia literariaRevista Contempornea: legado cultural 79de Porfirio Barba-JacobCarlos Lejaim Gmez
Mal de librosMuerte en la ra Augusta 82Melina Alfaro
Retratos reales e imaginariosLord Dunsany: asombro y fascinacin 84en la literaturaFrank Blanco
Primeras letrasDeflexin 88Martn Zorrilla
Entre libros 92
Ojos de ReyesBlanco jardn interior 98Mara Fernanda Barrero
Blanco 102Marco Granados
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Nmero 8
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Retrato de Alfonso Reyes, leo de Jos Moreno Villa, 1952.
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Editorial
Entre las muchas vetas literarias que Alfonso Reyes explor a lo largo de
su vida, sin duda, la traduccin representa una de sus mayores artes. Sonde obligada referencia sus versiones de los nueve primeros cantos deLa Ilada
de Homero, su atencin a la poesa francesa, especialmente a Mallarm, y
su pasin por la obra del escritor ingls G.K. Chesterton. Por eso, al cumplir
el pasado ao la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria su 30 aniversario,
se honr esta faceta del regiomontano universal con la mesa redondaAlfonso
Reyes traductor: La tradicin de traducir poesa.
Con esta presentacin de carcter internacional, en la que participaron los
poetas y traductores Toms Segovia, Omar Lara y Jess Munrriz, y el inves-tigador de la obra alfonsina Hctor Perea, se coron tambin la edicin del
segundo volumen de la coleccinEl oro de los tigres, que rene siete libros de
poesa mundial traducidos al espaol.
Para seguir con este homenaje,Interfoliainaugura la seccin El oro de los
tigres, donde se publicar poesa de distintos idiomas traducida al espaol,
con el objetivo de poner al alcance de los lectores de habla hispana lo mejor
de la produccin potica internacional. La primera colaboracin para este es-
pacio es de Jos Javier Villarreal, quien nos ofrece su versin directa del portu-gus de Los pobres de la estacin, del brasileo Ledo Ivo, voz imponderable
de la literatura mundial, considerado en distintas ocasiones para recibir el
premio Nobel de Literatura.
Tambin celebramos la obra de Jorge Esquinca, cuyo libro ms reciente,
Descripcin de un brillo azul cobalto, lo sita entre los poetas mexicanos ms
depurados de nuestra lengua.
Volver los ojos hacia la traduccin deriva de nuestro inters por abrir es-
pacios para el dilogo y el conocimiento a travs de un lenguaje comn: laliteratura; ponderar esta disciplina creativa sin la cual habra sido imposible
trascender la maldicin de Babel es un voto a favor del multiculturalismo que
creemos debiera regir nuestra convulsa aldea global.
Minerva Margarita Villarreal
Directora de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria
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Guadalupe Amor.Yo soy mi casa. Mxico, Alcanca, 1946.
Dedicatoria:
Para Alfonso de Pita. Oct. 46.
Grata compaa
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CortesaDe la traduccin (fragmento)*
Alfonso Reyes
En sus Confesiones de un joven, George Moore habla de la traduccin:Ciertos sustantivos, por difciles que sean, deben conservarse exactamente como en
el original; no hay que transformar las verstas en kilmetros, ni los rublos en cheli-
nes o en francos. Yo no s lo que es una versta ni lo que es un rublo, pero cuando
leo estas palabras me siento en Rusia. Todo proverbio debe dejarse en su forma
literal, aun cuando pierda algo de su sentido; si lo pierde del todo, entonces habr
que explicarlo en una nota. Por ejemplo, en alemn hay este proverbio: Cuando el
caballo est ensillado, hay que montarlo. En francs: Cuando se ha servido el vino, hay
que beberlo. Y quien tradujese: Cuando el caballo por Cuando el vino, sera un asno.
En la traduccin debe emplearse una lengua perfectamente clsica; no hay que usar
palabras de argot, y ni siquiera de origen muy moderno. El objeto del traductor
debe ser el no quitar a la obra su sabor extranjero. Si yo tradujeseLassommoir, me
esforzara en emplear una lengua fuerte, pero sin color; la lengua cmo dir?,
la lengua de un Addison moderno.
En punto a traduccin es arriesgado hacer afirmaciones generales. Todoest en el balancn del gusto. Y si este elemento de creacin, incomunicable
y difcil de legislar, no entrara en juego, la traduccin no hubiera tentado
nunca a los grandes escritores. Sera slo oficio manual, como el trasiego del
vino en vasijas. Los casos citados por Moore estn escogidos con malicia.
Poco costara encontrar otros que demuestran las limitaciones de su doctri-
na. Concedemos que la fidelidad a ciertos sustantivos es de buen arte. Pero
Moore debi haber explicado que los sustantivos en cuestin se refieren a los
usos privativos de un pueblo. Pues el transformar los usos no es traducir, sinoadaptar; como cuando, por obvias necesidades escnicas,Lorgueil dArcachon
se convierte enEl orgullo de Albacete. Y cuando se trata de nombres propios
precisamente, la adaptacin es ms repugnante; y si de seudnimos, peor
an. Si es intolerable Ernesto Renn, ms lo es Anatolio France, que, de
ser legtimo, mejor pudo ser Anatolio Francia. Ya pasaron los tiempos en
que la fuerza de atraccin lingstica y hasta la relativa incomunicacin de
las culturas consentan a Quevedo hablar de Miguel de Montaa, a Gracin
decirle a John Barclay el Barclayo o permitan llamarle al Louvre la Lobera.Y acaso esta gambeta se perpetuaba todava como herencia de los siglos en
*Tomado deLa experiencia literaria,Obras completasXIV, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1997.
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Alfonso Reyes, leo de Roberto Montenegro, 1945.
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que el comn denominador del latn la haba facilitado: as fue como Vincent
de Beauvais se llam Vicente Belovalense.
Pero ya el que todo proverbio o frase coloquial deba respetarse textualmente
parece menos aceptable, y ms bien la traduccin literal podra relegarse a la
nota y no al discurso principal. Aqu caemos en el reinado exclusivo de los mo-dismos, por naturaleza intransferibles, y corremos el riesgo de aprobar como
bueno el que la Condesa de Pardo Bazn haya traducido del francs que una
mula sudaba por la cola, en vez de sudar a chorros, como hace la mula
ortodoxa en castellano. A poco apurar, tendra razn el chusco que tradujo
Rendez-vous chez les anciensporRndase usted en casa de los antiguos.
Pero la idea de la lengua neutra en las traducciones, sin demasiados alardes
castizos que adulteren el sabor original, parece muy recomendable en principio.
Hace aos, cuando Pedro Henrquez Urea trabajaba en la traduccin delosEstudios griegos, de Pater, solamos discutir estos puntos. l, por su cuenta,
pues no conocamos el libro de Moore, sostena una doctrina muy semejante.
Yo apenas comenzaba a hacer mi herramienta; me cohiba el purismo, y era
partidario de cierta discreta castellanizacin.
El paladar, no hecho, todava se negaba a tomar el gusto a ciertos desvos
que parecen devolver a las lenguas viejas algo de su acre verdor. Yo no hubiera
comprendido entonces que Raymond Poincar encontrara encanto en el sa-
borcillo extranjero de la prosa francesa de Francisco Garca Caldern (Prlogo aLes dmocraties latines de lAmrique); el encanto que yo mismo he encontrado
ms tarde en algn regusto cataln de Eugenio dOrs o en los lusismos que
aconsejaba Estbanez Caldern; el encanto de la Biblia que Cipriano de Valera
puso en castellano ginebrino, o el deLa Lozana andaluza, que Francisco Deli-
cado escribi en espaol de Roma: bebidas fermentadas que hoy paladeo con
agrado indecible.
Nos divertamos entonces con aquella polmica entre Matthew Arnold y
Francis W. Newman sobre la traduccin de Homero; tratbamos del estilo no-ble y el familiar de la pica griega, con referencia al inevitable Longino; consi-
derbamos hasta qu punto sera lcito el interpretar los nombres de los caba-
llos de Aquiles, llamando el Castao al Janto y el Tordillo al Balio, o el poner a
la arpa Podarga el apodo de la Vivaracha.
Y releamos el dilogo de las Siracusanasde Tecrito entre Gorgo y Prax-
noa, que Arnold inserta en su ensayo sobre El sentimiento religioso pagano y
cristiano, vertindolo de propsito en un estilo familiar y casero:
GORGO. Est en casa Praxnoa?
PRAXNOA. Dichosos los ojos, querida Gorgo! Aqu me tienes. Eun, hija: pronto!
Acrcale una silla y ponle un cojn.
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Sin duda que estas familiaridades tienen su utilidad: ayudan a perder el
miedo a los clsicos. Pero nada se ha de extremar. Otra vez tenemos aqu que
habrnoslas con el balancn del gusto. De un lado, la traduccin que, como los
pintores primitivos, viste a los antiguos de contemporneos. De otro lado, la
traduccin cientfica, que tiende a quedarse ms o menos en el tipo interlinealde las ediciones escolares Hachette.
De un lado, el Homero de Madame Dacier, el Virgilio disfrazado por Scarron,
el Ovidio en rondeles de DAssouci, y aun la Odiseade W. D. Rouse (The Story of
Odysseus, A Translation of Homers Odyssey into Plain English, Londres, Nelson,
1837). Con igual espritu, el poema medieval nos habla del Conde Don Aristtil
que estaba muy cansado porque haba hecho un silogismo. Y en un extremo
ya caricaturesco, pueden recordarse el Satiricnde Laurent Tailhade, laLisstrata
de Maurice Donnay y, ms recientemente, los Mimosde Herondas interpretadospor J. Dryssord.
Y yo caricaturizaba mi propia doctrina transformando as un posible pasaje
de Homero. Supongamos que el texto griego dijera: Oh, Pelida! Narra con ala-
das palabras tus aventuras con Brisis. Pues bien: Pelez es el apellido castella-
no de Aquiles, hijo de Peleo o Pelayo; y Brisis o Briseida suenan a etimologa
de Brgida. Luego mi hexmetro brbaro dira as:
Anda, Pelez, ve diciendo cmo te ha ido con Brgida.
De otro lado, en el extremo de la traduccin cientfica, preferida por los
eruditos modernos y que tiende al tipo interlineal, hay que confesar que fre-
cuentemente encontramos monstruosidades tcnicas, que no logran hacer en-
trar en la intuicin del lector el sentido humano de un texto clsico, por miedo
a adulterarlo entregndose demasiado al genio de la propia lengua. sta es la
ocasin de declarar que las antologas nunca han recogido algunas preciosas
muestras de la prosa castellana, representadas en los viejos traductores de grie-gos y latinos, quienes, aunque por s mismos no fueran grandes escritores, al
caminar sobre la pauta que les da el modelo original, construyeron pginas
excelentes. Acaso la lectura de los antiguos debiera graduarse en tres etapas:
primero, traducciones que acercan o acortan la distancia, aunque sean inevi-
tables en ellas los errores de semejante violencia; segundo, traducciones que
respetan la distancia, aunque sean inevitables en ellas los desvos de la belleza
formal y aun cierta dosis de galimatas; tercero, los mismos textos originales.
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Detalle deDnde ests que no te veo? II, deRal scar Martnez. Mixta sobre lino,101 x 200 cm, 2002.14
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*Tomado de Descripcin de un brillo azul cobalto, de Jorge Esquinca, Valencia, Editorial Pre-Textos, 2008.
A l salir de casala maana huele
a locin de afeitar
con trote de nio
que cruza
invisibles fronteras
pasajes vivas
urdimbres presencias
simultneas abiertas
hasta el quicio reluciente
de la peluquera una
garza un nudo de rizo
un salvavidas flotante
azul blanco rojo
en la espiral junto al rtulo
donde se lee LA MARINA
los espejos lmpidos altos
sillones de cuero escarlata
Descripcin de un brillo azul cobalto(fragmento)*
Jorge Esquinca
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parecidos a viejas manzanas
cabellos delgadsimos todo
suspendido en el aire
como en esas fotografasde la lluvia lanme
Las Rosas dijo sin voz
la saliva sabe a espuma
de afeitar brillan las tijeras
las navajas ingrvidas slo
se oye el murmullo de los abanicos
all arriba en el techo hueco
como un cielo de mar
ceido en una sbana hasta
el cuello aguarda mi padre
reclinado en el silln giratorio
parece dormir ha perdido
mucho peso demasiadopienso al mirarme mirndolo
en los espejos tampoco soy
el mismo llevo una barba
zapatos negros
camisa blanca navego
hacia el origen dijo sin vozmi padre entend entonces
que estaba murindose voy
hasta l entre espejos
que multiplican nuestras dos
soledades humedezco
un pao en el agua caliente
comienzo a deslizarlo suave
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por su rostro arrasado el vapor
lo envuelve esa sensacin
de soles disueltos ese
momentneo bienestar que intentoextender cuanto ms somos
una figura que se borra
como el vapor en la atmsfera
de un hospital donde mi padre
abre los ojos para que yo vea
la muerte habitarlo sbita
violenta eficaz insondable
la muerte que vuelve
a ocupar un espacio suyo
desde siempre as
como lo digo en un santiamn
al salir de la peluquera
el aire claro huelea lavanda cmo
explico la sonrisa
que asom al hundirse
en su ltimo rostro
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Muchacha en la playa junto a unapalmera*
Jorge Esquinca
a mi madre
Eres t la sola mirada que se colma de azules bajo la sombra de las hojas?La que guarda an el recuerdo del vestido blanco y los azahares nupciales?
La que monta una bicicleta de plata como acudiendo al llamado de un deseo
imprevisto?
La que baila frente a la luna del espejo en una pieza que desemboca en el
mar?La recin iniciada en los misterios de un amor que viene creciendo con la
resolana de esta playa, desde el sepulto corazn de la arena?
Si t supieras, muchacha de la tormenta y la balanza, cmo arrojar a la
primera ronda el naipe de la Torre;
si t, en tu indolencia sin fin, supieras consultar al Len en la bveda de
fuego y averiguar en tu destino
la herida de los vstagos en tu porvenir; t misma, muchacha, palmera
bajo la lluvia en el mar interior que hoy desconoces.
O sers tal vez la que nunca ha dejado las muecas espaolas que dibujan
dilogos de fsforo en la penumbra de la infancia?
O sers entonces la nia que bautiza lebreles con el movimiento de sus ojos?
Mara: brote de palmera, t la segunda primognita, t antigua y joven
madre del nio dos veces nacido bajo el signo de abril,
dos veces trado hasta la luz del sagrario, con el auspicio de una estrella
germinal, hoy dividida entre sus manos.
Y nada de esto piensas; nada de esto imaginas ahora, en la playa, con el
mar que gira en torno a tu cintura como el abrazo de Dios.Tu frente se despeja y las nubes prolongan su carrera hasta la orilla del
tiempo donde yo te observo, donde yo nunca he estado aunque t, tal vez, me
adivinas.
El nio inmvil en tu cielo de agosto. En tu playa de cielo, muchacha, cuan-
do alzas la mano y tocas la palmera que slo entonces se enciende.
*Tomado de Un chardon dans la voix/El cardo en la voz, de Jorge Esquinca, Canad/Mxico, crits des Forges/Mantis Editores, 2007.
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Detalle deMara, deRal scar Martnez. Mixta sobre lino, 160 x 190 cm, 2009.
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Fotografa de Mara Auxilio Ballinas.
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En qu momento iniciaste tu relacin con la poesa?
Tendra que ir hacia la infancia. Me gustaban los relatos de los hroes de
la mitologa griega, las historias de la Biblia, las canciones de los Beatles
y las de Guty Crdenas en la voz de mi madre. Mi padre tena un pequeo
proyector donde nos pasaba, mediante un mecanismo circular de transparen-
cias, pasajes de Veinte mil leguas de viaje submarinorealizados con hermosos
dibujos. Como puedes ver, no relaciono de manera inmediata la poesa con lospoemas propiamente dichos, y an ahora no me parece que se le encuentre de
manera exclusiva en esa forma. Para m, en esos aos, los poemas eran algo
que haba que aprenderse para determinada clase en la escuela. Todava s
de memoria una fbula de Samaniego que aprend muy nio y recuerdo las
primeras lneas de un poema de Robert Louis Stevenson que tuve que recitar
durante un curso de ingls.
Me gustaban el lenguaje y los ritmos de la conversacin de los adultos.
Muchas veces me quedaba escuchando las largas charlas de sobremesa encasa de mis abuelos; no me importaba entender poco de lo que hablaban,
pues haba una especie de magia en los tonos, los matices, las inflexiones de
las distintas voces de hombres y mujeres que ah se alternaban, se confundan
y volvan a separarse. La libertad de pasar de un tpico a otro sin ninguna
justificacin o, entre mi madre y mis tas, de hablar velozmente en ingls o
en el idioma de la efecuando tocaban un tema que consideraban inapropia-
do para la audiencia infantil. Fluidez y reticencia; coros y voces solistas con
incontables variantes rtmicas Los nios leamos, libros y cmics consti-tuan un pasatiempo ms. Siempre hubo pequeas bibliotecas domsticas,
pero no recuerdo a nadie sosteniendo una conversacin sobre literatura. Yo
curioseaba entre los libros y, as, ya adolescente le a Bcquer y a Lorca. Este
descubrimiento coincide, en mi vida, con el de la belleza de una muchacha
a la que quera en secreto y a la que, inevitablemente, comenc a dedicarle
versos. Pero el encuentro con el nuevo estremecimientoque tan bien define
a la poesa vendra un poco ms adelante con la lectura de Neruda e inme-
diatamente despus con Rimbaud.
Ancorajes
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Conversacin con Jorge Esquinca*
*Tomada de la revista El Poeta y su Trabajo, nmero 32, 2009.
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A lo largo de tu obra se percibe una concepcin distinta del poema, cmo te expli-
cas este proceso?
Comenc escribiendo poemas sin preocuparme demasiado por la medida o
las reglas al uso, sino tratando de mantener un odo muy atento al ritmo que
proceda de una suerte de visin interior. Una visin que se manifestaba si-gue siendo de ese modo a la vez como una imagen y como un sonido. La
facultad de pensar en imgenes de la que habla Mandelstam? La otra voza la
que se refiere Paz? Tal vez. Ahora bien, esta visin es la mejor palabra que
encuentro para describirla es la que cambia, es la que puede ausentarse
durante largos periodos y luego volver de una manera insistente. Suelo, en
un principio, resistirla; es decir, no sentarme a escribir inmediatamente, sino
dejarla llegar e instalarse, para asistir luego a su dispersin. Casi nunca tomo
notas, escribo muy despacio, concentrndome en el sonido de cada frase,revisndola y pulindola hasta que encuentra su propia forma. Creo que es
el poema quien dicta su forma, quien va creando su cauce y uno tiene que
seguir con la mayor atencin sus movimientos, sus giros, sus desvos, sus
rupturas. De ah que pueda escribir de manera alterna poemas en verso y en
prosa. Pero ya Mallarm dice que no existe la prosa. Ahora, en mi caso me
parece pertinente acotarlo esta visin de la que hablo surge de una expe-
riencia muy concreta los sueos y el deseo son tambin experiencias muy
concretas, aunque muchas veces slo puedo apreciarla en su totalidad yparticipar de ella plenamente hasta que el poema est escrito.
Con frecuencia hemos ledo tus traducciones de poetas franceses, algunos nor-
teamericanos, etctera, y nos interesa saber si sientes que esta relacin con los
poetas traducidos ha tenido alguna incidencia en la configuracin de tus ltimos
poemas publicados.
La traduccin requiere de un muy particular estado de alerta. Empec a publicar
simultneamente mis propios poemas y traducciones. Conservo un ejemplarde Campo Abierto, la primera revista en la que particip como editor, all por
1982. En ella publiqu mi primera traduccin: tres poemas de Gunnar Ekelf,
a partir de la versin inglesa de Auden. Al leerlos supe en ese mismo momento
que podan pasar a nuestra lengua. Quise compartirlos. La traduccin es un acto
de amistad, de reconocimiento, de admiracin. Es tambin una disciplina y un
reto. Prefiero siempre traducir aquellos poemas con los que siento esa inmedia-
ta empata, esa especie de certeza, esto puede sonar bien en espaol. Aunque
luego me meta en serios problemas, como cuando, seducido por algunos de suspoemas en prosa y una hermosa epstola, traduje, adems de stos, el diario
de Maurice de Gurin, quien muri a principios del siglo XIX. Tuve que resolver22
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cuestiones de estilo y de prosodia, amn de que l escribi en un francs que ya
no se practica. Tard varios aos en terminar esta traduccin. Algo semejante
me pas con la poesa de Andr du Bouchet, a quien tuve la fortuna de conocer,
cuya poesa, a fuerza de transparencia, parece casi insondable. Es una obra su-
mamente exigente, para ser releda con ardiente pacienciay slo as se entregaal lector. La traduccin deba conservar estas caractersticas junto con la particu-
larsima sintaxis y el fraseo, puntuado de silencios, de Du Bouchet. Traducir es
una pasin. Los poetas que he traducido no slo han influido en lo que escribo,
sino que han enriquecido sustancialmente mi vida y mi relacin con el mundo.
Cuando traduces a qu lengua lo haces, a la que consideras la lengua coloquial
de Mxico, o a una lengua que posee una tonalidad personal que percibes como la
apropiada a tus versiones?Ese estado de alerta al que me he referido implica que el traductor debe en-
contrar la mejor sintona con el poema que est traduciendo. Y esta es una
cuestin de elemental fidelidad al poema original. No puede haber traduc-
ciones literales, de lo que se trata es de encontrar una suerte de va, una
subterrnea red de equivalencias. Pero los recursos de los que debe echar
mano el traductor estn en su propia lengua. Ahora que la lengua coloquial de
Mxico que propone la pregunta no es una, sino mltiple. El habla de la
gente cambia tanto como es diversa la geografa del pas. Un poeta de Monte-rrey, digamos, y otro de Oaxaca traduciran de manera muy distinta el mismo
poema. La mayor efectividad de una traduccin de poesa estar, insisto, en
la sintonacon el original y en la concordancia del traductor con su propia
lengua, en la variedad de las herramientas retricas de que disponga y en su
pericia para manejarlas. No s si he dado con esa tonalidad personal, pero s
bien que cada traduccin implica llevar a cabo un ars combinatoriacomo
sucede en la escritura de un poema propio en la que es necesario escoger
un solo elemento entre muchos otros, y que esta eleccin depende, claro est,de mi formacin y de mi gusto.
En tu ltimo libro, Descripcin de un brillo azul cobalto, existe, al parecer, una
mayor presencia de registros coloquiales y de modos del habla, algo poco frecuente
en la poesa que se escribe en Mxico, es esto as, a qu se debe?
Me llev varios aos decidirme a escribir este libro que tiene como ncleo ge-
nerador la muerte de mi padre. Se entiende que es un asunto delicado. Es decir,
la visin interior de la que he hablado estaba ah, a su manera. Eso que WilliamCarlos Williams llama the body of thinking. Desde un principio supe, por ejem-
plo, que sera un poema de cierta extensin y que estara escrito en verso. Haba 23
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entrevisto esa suerte de dilogo intermitente con Grard de Nerval. Saba que
alguno de sus afluentes tendra que ver con mi infancia y, de manera particular,
con ese largo viaje en automvil. Pero me faltaba encontrar las primeras lneas
que habran de signar el tono, el ritmo, la velocidad del relato. Un da, una per-
sona cercana me cont la historia de Mara de Jess Crucificado, la joven monjalevitante; entonces supe que se deba ser el principio y el registro precisamente
se: uno muy prximo a los modos de la conversacin. Al comenzar as, se fue
propiciando un mbito de confianza, de proximidad afectiva, una especie de
clima benfico que me permita entrar y salir con cierta fluidez del proceso de
escritura. Los 24 pasajes de los que se compone el poema fueron sucedindose,
casi hasta el final, con naturalidad.
Cul es tu ritmo de escritura y cul tu modalidad?; es decir, con qu periodicidadescribes y en especial cmo sucedi con tu ltimo libro? ste fue concebido con la
estructura actual, o adquiri la forma definitiva a medida que lo ibas escribiendo?
Creo haber dicho ya algo al respecto de mi ritmo de escritura, compuesto de
largos silencios y breves pero muy intensos periodos de actividad. Una vez co-
menzado, tard alrededor de un ao en completar el libro. Como deca, tena ya
una nocin bastante ntida de su estructura, pero sta fue moldendose durante
todo el proceso de escritura. De ah que parezca un tanto titubeante. Quise de-
jarlo as, como quien se aproxima a una revelacin: con respeto, con temor ycon indispensable audacia. Esto me hace pensar nuevamente en Mandelstam,
quien, en su hermoso libro sobre Dante, se refiere al instinto del poeta como
una suerte de dnamo generador de formas y nos hace ver con l la mutabilidad
intrnseca de la materia potica. La mejor manera que encuentro para referirme
a la estructura delBrillo es compararlo con el ejercicio de quien atraviesa un
ro pisando sobre piedras resbaladizas, cada uno de los tercetos de que est
compuesto el poema constituye un punto de apoyo elemental, precario del
que es preciso desplazarse pronto; las cesuras son los espacios que hay parasaltar de una a otra piedra, pequeos abismos, agua.
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Fotografas de Mara Auxilio Ballinas.
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Con asombrosa nitidez, en la poesa de Jorge Esquinca se dan cita dos tra-diciones decisivas para la conformacin del oficio lrico mediterrneo (alcual me refiero con este nombre para desvincularlo de toda fantasmagora ms
o menos occidental, o sea eurocntrica, por inoperante y hasta enojosa en el
contexto al que aludo). Pienso, por un lado, en el acervo esttico y espiritual de
la religin rfica y, por el otro, en la escuela trovadoresca y su particular con-
cepcin del poema como entidad orgnica, del poeta como individuo en
trance de liberacin o toma de conciencia, y de los temas, formas y figurascomo partes de un repertorio vivo que aspira incansablemente a su propia
coherencia. No ignoro que la potica trovadoresca es, en buena medida, un
avatar del culto a Orfeo, y reconozco desde luego que muchos otros poetas
de lengua espaola son, cada uno a su modo, herederos muy meritorios de
ambas corrientes. Me importa destacar tan slo en qu medida en Esquinca
esta filiacin se presenta como una voluntad, es decir: como un deseo explcito
y un esfuerzo manifiesto.
Ya en su primer libro,La noche en blanco(1982), Esquinca decidi ponerbajo la proteccin de Rilke una serie de poemas de alto refinamiento, lin-
dantes incluso con cierto preciosismo, cuyo tema principal era la llegada del
amanecer en el cuarto de los amantes, quienes deploran el comienzo del da
porque seala el fin de la complicidad nocturna. Todo lector ms o menos
familiarizado con la poesa moderna reconocer en Rilke al mayor exponente
del orfismo en la poesa del siglo XX y en el tpico del amanecer la prin-
cipal caracterstica del alba(llamada tambin albada o alborada)
de los trovadores occitanos. En el mismo sentido, enAlianza delos reinos(1988), la figura del enamorado que vela el sueo de
su amada se transforma en la del caballero que vela sus
armas en la noche que antecede a la batalla. Pero
el motivo que ms intensa y claramente ilustra
la confluencia de ambas tradiciones, la rfica y
la trovadoresca, es el de la muchacha que, si
bien es una joven hermosa y ms bien precoz,
tambin es la virgen Mara y, por lo tanto, ladiosa madre, cuando no la madre sin ms, la
madre del propio Esquinca, en poemas tan
Inspiracin y respiracin: Jorge EsquincaLuis Vicente de Aguinaga
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bellos como Muchacha en la playa junto a una palmera, recogido enEl cardo
en la voz(1991), o Consolament, de Vena cava(2002).
El ttulo mismo de Consolament ya es de por s una huella cul-
tural que sera negligente pasar por alto. Se sabe que consolament
era el nombre del sacramento universal bautismo, comunin,ordenacin y extremauncin, segn el caso administrado en la
religin ctara, indisociable a su vez del espritu de los trovadores.
Esquinca da ese ttulo a una conmovedora elega por
la muerte de su madre, poema que anuncia por aa-
didura una especie de segunda juventud o cambio
de piel en sus libros. El poeta delicado, culto y per-
feccionista, partidario de la tersura y la continuidad
expresiva, llega enIsla de las manos reunidas (1997) auna especie de frontera o, ms an, de cornisa o acantila-
do, y toma la valiente decisin de arrojarse al vaco.
Adems de Vena cava, los poemarios Uccello(2005) y Des-
cripcin de un brillo azul cobalto(2008) articulan ese arrojo, ese
vaco y ese vuelo de rejuvenecimiento. Puede temerse que Uccello
sea una inmersin en el sinsentido pero en realidad es un desmon-
taje del sentido. Por su parte, Descripcin de un brillo azul
cobaltoes una recomposicin de la identidad personala partir de la muerte del padre y a travs de una doble
memoria: la memoria de la infancia y la memoria de
la poesa. Nerval y Rilke (Rilke, una vez ms) guan a Es-
quinca por las carreteras mexicanas de hace medio siglo
tras el rastro de un Vauxhall azul, tan azul como un paisaje
de agaves o un cielo sin fisuras atravesado por el avin de
Charles Lindbergh.
La desconcertante mascota con que Nerval recorra las callesde Pars al final de su vida, una langosta, se transforma en cangrejo
el cncer o la constelacin del mismo nombre enDescripcin
de un brillo azul cobalto. El poemario estructura las etapas de un
mismo sueo y de una misma caminata, o sea, de una misma
experiencia de sonambulismo. El texto, a medida que avanzan
las pginas, va decantndose por estrofas de tres versos que,
sin ser tercetos convencionales, aluden a stos por su aritmtica
ms elemental y por su dinmico empleo del encabalgamiento, quesuscita una respiracin agitada y prospectiva, sedienta de su propia
resolucin. Mara, entre cisnes de Andersen, domina el panorama.
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Orfeo, de Federico Cant, 1950.
Subrayo un aspecto del prrafo anterior por considerarlo de particular impor-
tancia: el terceto enDescripcin de un brillo azul cobaltose va improvisando, esto
es: toma forma conforme avanza la lectura, y en esta improvisacin va presin-
tindose la cercana de Csar Vallejo y Gonzalo Rojas, de Blas de Otero y Claudio
Rodrguez, grandes maestros del encabalgamiento en la poesa contemporneaen castellano. Ahora bien, si la msica de los primeros libros de Jorge Esquinca
fascinaba por su continuidad y tersura, la de sus ltimos poemarios impresiona
por sus interrupciones, por sus rupturas, por su polifona y por su movilidad. Si
el asunto del poema es doloroso, pronunciarlo se vuelve materialmente difcil.
Y en la musicalidad, la nobleza expresiva, el acento puesto en las presencias
de la enamorada y la virgen-madre, la inspiracin como sucedneo potico de
la gracia y el respeto innegociable por la palabra queda resumida esa virtud
frentica de Orfeo que ya cultivara Lpez Velarde y que supone la mayor de lasreferencias para Esquinca.
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La variacin EsquincaEduardo Miln
Descripcin de un brillo azul cobaltoes un libro de combinaciones. Lo quehace el que escribe, en relacin a lo que acabo de decir, es intercambiarpartes de un texto que ocurre en dos dimensiones: una, en un presente fijo,
lo que se entiende por presente, el aqu, lo que rodea el aqu, a donde irradia.
La otra es la dimensin narrativa, el narrando de la cosa, que pasa por todos
los tiempos. Lo que quiero decir es que muy significativamente la relacin
tiempo-espacio es la que se ve alterada. As, el tiempo pasa por muchos luga-
res, ningn lugar es el lugar definitivo de ese tiempo que se est diciendo. Esto
es importante porque el poema de Jorge Esquinca es un poema de aconteci-
mientos, de personas y de lugares. El autor hace hincapi en la puntualidad
del acontecimiento y lo que lo rodea, el detalle. Los detalles se enfocan hacia
lo impreciso de ciertas dimensiones y hacia lo muy preciso de otras: una per-
sona fundamental, el padre, es capaz de realizar actos precisos e imprecisos
en el poema. Otra persona, el poeta Nerval, es capaz de actos muy precisos
que integran el universo de su biografa. Tambin de actos imprecisos como su
desubicacin en el tiempo. Esas dos personas, el padre y el poeta, se suman
al autor cuya ubicacin personal est alterada por la interaccin de las otras
dos personas. Sucede entonces eso que se puede llamar variacin por inter-
cambio o refuncionamiento de las personas o reformulacin de los actos que
intercambian titular. Si dejara aqu este texto podra muy bien ser confundido
con un texto en prosa de esos que se hacen hoy y no en el siglo XIII. Pero Es-
quinca agrega algo o, mejor, hace que toda la representacin est intervenida
por lo que fundamentalmente define un texto potico ms que el ejercicio del
verso o de su corte: la indicacin al entorno, el sealamiento al contexto de la
accin firmemente temporizada que es el mbito de lo propiamente potico,
el ahpotico, el afuera. El afuera potico no es el referente del signo: el afue-
ra es lo propiamente potico. El Vauxhall es el referente del signo Vauxhall y
tambin el automvil que manejaba en el texto el padre del autor. Pero ni uno
ni otro son lo potico: lo potico es el brillo azul cobaltodel signo Vauxhall y
del referente Vauxhall que da nombre nombre potico al libro. Hay que
tener en cuenta las cosas donde estn y hay que posicionarse en relacin con
lo que aparece, lo que en la posibilidad de vivir se llama cotidianeidad. Pero
hay que buscar las cosas donde no estn porque es ah donde estn las cosas, 29
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al menos en poesa. Esto no es un problema de superficie ni de profundidad:
es un problema de poesa. Esto viene por lo que sigue: el ttulo alude a una
descripcin. Una descripcin no es la operacin de dar por un tipo de lenguaje
lo que es sino en la medida en cmo aparece. Lo que se recalca en la descrip-
cin es una fidelidad: fidelidad al hecho o a la cosa. Pero el libro de Esquincano es una descripcin salvo en la medida de lo que describe: el brillo azul
cobaltoen el momento en que es descrito ya es, como si un efecto sobre una
cosa, el brillo de la cosa, lo sustrajera de la cosa y del agente sobre la cosa que
lo produce: automvil y luz quedan fuera de la jugada y su coseidad pasa a
configurar el brillo mismo. De este modo, en el poemaDescripcin de un brillo
azul cobaltola narrativa fuertemente temporizada de personas, hechos y luga-
res que impactan intensamente a un autor est llevada a cabo finalmente para
resaltar la poeticidad de que son capaces, sin saberlo, esas personas, hechos ylugares. Lo interesante es de lo que son capaces las personas y las cosas de no
saber: un signo traza un no saber como una pista. Una persona tambin. Las
posibilidades poticas sealadas por Esquinca se abren a una multiplicidad a
partir de ah: de la configuracin de algo que los actos y los actantes sobre un
lugar dejan escapar de la certeza. Son esas incertidumbres las que posibilitan
la continuidad potica, al contrario de lo que ocurre por ejemplo en la razn
o en la ciencia: la certidumbre es la que posibilita la continuidad y muchas
veces la acota, la reduce.El brillo azul cobaltose convierte en el ncleo extrado del universo del texto.
Situado afuera condensa, sin embargo, las vas de acceso a los lugares de origen
de donde proviene. A partir de ah, de la identificacin de un ncleo, el autor
reproyecta el escenario donde se darn lugar siempre de nuevo las acciones, no
por repeticin: por agregados. Desde el punto de vista de la informacin sobre
los hechos, el autor va soltando nuevos datos, ampliando concntricamente o
espiralando el texto. Algo importante es constatar el dominio de lo temporal
sobre los efectos de simultaneidad mejor llamarlos: de "contigidad inme-diata" que el autor maneja. Esto es lo que lleva a la necesidad de extraer del
flujo una especie de franja que es ese brillo azul cobalto. La transformacin de
un efecto en lugar, de un efecto en concretud. Algo sumamente significativo es
aceptar de la lgica combinatoria amplia, no exacta, la prdida de significacin
de los fragmentos. Es tan amplio el marco de lo potico que lo tolera todo:
significacin y no significacin en un conjunto. Fragmentos que configuran en
s mismos universos contextuales atomizados el de las pginas 41-42, por
ejemplo juegan contiguamente al lado del siguiente de gran concretud elde la 43. Se crea un efecto muy inmediato de dos mundos o de dos niveles
de mundo o de dos dimensiones. Queda consignada la posibilidad de riqueza30
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de la poesa que llama a eso: a multiplicidad, a multidimensionalidad, una
palabra larga, fea. O a la reduccin al mnimo mostrable, que tambin funcio-
na. Lo que interesa de esta instancia en que se inscribe la poesa de Esquinca
ahora es que muestra cmo es posible, a partir de las cartas sobre la mesa ya
no aquellos sobreentendidos, aquellos ocultamientos insufribles que llev aldeleite de los profesores de prepa, de tas solteras y de crticos literarios,
combinar precisamente lo que hay, no renunciar a la empresa difcil que se ha
vuelto escribir sabiendo. En este sentido, tal vez la descripcin se ajuste ms
a la necesidad de una poca que desconfa de la creacin como del demonio:
implica un saber irrenunciable. Y es ah donde se vuelve, volviendo la cabeza,
esa desaparicin creacin en otra parte.
Jorge Esquinca.Descripcin de un brillo azul cobalto. Coleccin La Cruz del Sur. Valencia,Editorial Pre-Textos, 2008.
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Jaime M. Benavides Pompa:una vida de aportes
El pasado 20 de enero el rector de la Universidad Autnoma de Nuevo Len, Jess Ancer Rodrguez, inaugur la
sala Bertha Villarreal de Benavides-Jaime M. Benavides Pompa, ubicada en el tercer piso de la biblioteca Magna
Universitaria Ral Rangel Fras. La coleccin contiene 4 mil 250 piezas, entre libros, revistas, fotografas, objetos
personales y obras pictricas, y fue donada por quienes dan nombre a este recinto a travs de la Fundacin UANL.
A propsito de este acontecimiento, se realiz una entrevista a Jaime M. Benavides Pompa con la finalidad de
hacer el itinerario de su importante trayectoria, que conjuga la labor empresarial con el servicio a la comunidad y el
inters por el desarrollo y el bienestar social.
32
La fundacin del primer Club Sertoma en Monterrey en 1958, de la Funda-cin UANL en 2000; su participacin en el consejo consultivo del Museo deHistoria Mexicana, en la organizacin de los festejos por el 400 aniversario de la
fundacin de Monterrey en 1996; su determinante papel en la construccin del
puente internacional Colombia, que comunica a nuestra ciudad con Laredo, Texas,
son algunos de los logros a destacar de Jaime Benavides Pompa, quien, segncuenta, tuvo como primera inclinacin profesional la ingeniera civil y el inters
por el campo. Sin embargo, fue precisamente la posibilidad de brindar algo a la
empresa fundada por su padre en 1917 Farmacias Benavides la que lo llev
a reconsiderar su formacin profesional, aunque siempre tuvo como constante el
gusto por el trabajo en equipo.
En 1951 encontr que haba un nicho dentro de la organizacin Benavides; vi
que en la parte administrativa tena algo de posibilidades para ejercer una pro-fesin y darle algo a Benavides. Entonces me cambi de carrera en el primer
ao: de ingeniero civil a administrador de empresas. Estudiaba en Saint Louis,
Missouri. Me recib en 1954 y cuando llegu ya tena un puesto. Entonces em-
pec a ayudarles a mi padre y a mis hermanos: recursos humanos, publicidad,
sistemas. Y empez Benavides a crecer. Siempre me gustaba mucho trabajar
con gente; con mis colegas, mis compaeros, organizbamos actividades que
nos unieran. Desde la escuela me inclinaba por el trabajo con grupos: fui
vicepresidente de los alumnos internacionales y estuve con una fraternidad:siempre estaba metido en cosas de motivacin.
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Me caso y sigo con los mismos gustos. Luego se pre-
senta la oportunidad de fundar el Club Sertoma en Mon-
terrey, y lo establecimos con todos los muchachos que
estbamos saliendo de las universidades y no tena-
mos dnde desempear alguna inquietud por el ser-vicio a la comunidad. De ah en adelante todo fue
relacionado con comunicacin, desarrollo, nuevos
proyectos, finanzas. Entonces, parte del trabajo
fue desarrollar, comunicar, motivar, conseguir
nuevos objetivos.
No s en qu momento me inclin por esto.
Tal vez influy el haber sido el menor de la fa-
milia: estuve bastante solo, haba seis aos entremi hermano mayor y yo; entonces me busqu la
forma de mezclarme con mis amigos. Y de ah en
adelante a proponer ideas, siempre en actividades
en las que no buscaba remuneracin econmica.
A Bertha, mi esposa, la conoc aqu en Monterrey,
en una fiesta. Durante el ltimo ao de mi carrera inter-
cambiamos correspondencia y cuando regres estableci-
mos el compromiso, pues tenamos muchas cosas afinesy nuestras familias se conocan perfectamente. Nos casamos
aqu en Monterrey. Cuando la conoc ella ya tena inclinacin
por leer y coleccionar. Ella trabaj mucho el tema de la invasin
norteamericana, lo investig a fondo. Yo me acuerdo de acompaarla
a libreras en Nueva York, en Washington, en Filadelfia, buscando datos so-
bre el tema. Tambin fuimos al Archivo de Indias en Espaa. Siempre tenamos
que comprar maletas para guardar la cantidad de libros que compraba.
Ahora, contar con una sala que lleva su nombre, y de paso el mo, es muyemocionante, porque significa lanzar la obra de ella a la permanencia: ya no
va a desaparecer. Lo hicimos as porque ya lo habamos hablado; pensando
que yo morira primero, le dije: cuando yo no est, a ver qu haces con tu
biblioteca, porque la biblioteca es demasiado grande para cualquiera de los hi-
jos, no hay dnde ponerla. Originalmente hablamos de una biblioteca pblica,
pero no haba seguridad, podra desaparecer. Entonces busqu la orientacin
de Porfirio Tamez, titular de la Direccin General de Bibliotecas de la UANL, y
me dijo: Aqu recibimos la coleccin con muchsimo gusto. El trmite se hizo atravs de la Fundacin UANL, con la idea de que sirva como una posible frmu-
la para que otras bibliotecas privadas que estn aqu en Monterrey puedan se- 33
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guir esa ruta. La Fundacin tiene recursos para ayudar a la Universidad a hacer
las instalaciones; entonces, nosotros regalamos el acervo, entregamos la pro-
piedad a la Fundacin y sta la deja en depsito permanente a la Universidad.
Fue una decisin en conjunto con mis hijos, ellos estuvieron de acuerdo en
que no iban a poder manejar esa cantidad de libros. Lo lgico era dividir en cua-
tro la coleccin y que cada uno tomara una parte, pero tambin era demasiado
complicado, as que estuvieron encantados con la idea de poder colocar todo
eso a nombre de su mam en la Universidad, y pues yo me col en el nombre.
Yo soy universitario porque mis estudios de bachillerato los hice en el
Colegio Franco Mexicano, que estaba afiliado a la entonces Universidad de
Nuevo Len, que me otorg el certificado de preparatoria. El resto de mis
estudios lo curs en Estados Unidos.
Fue el rector Reyes Tamez Guerra quien me invit a participar en la Fun-
dacin UANL. Me dijo: necesitamos un organismo que sea particular y que
est capacitado para manejar fondos de ayuda y que d la imagen de que
hay gente de la iniciativa privada y de la comunidad que est interesada por
la Universidad. Me gust mucho la idea y nos pusimos a trabajar, ramos
27 personas. Me nombraron presidente, cargo en el que estuve de 2000 a
2007, y propuse un trabajo individualizado. Les dije a mis colegas: vamos a
escoger una facultad y vamos a ser delegados de la Fundacin en tal facultad:
de repente hubo 20 gentes que estaban trabajando directamente con las
facultades y ellos nos decan qu era lo que ms les haca falta. Entonces la
Fundacin tuvo que disear un sistema para recolectar fondos, pues rpi-
damente nos dimos cuenta que con base en puros donativos no bamos a
conseguir nada. Por eso fue que lanzamos el sorteo de las casas, que ahora ya
tiene xito completo; son dos sorteos al ao que dejan muy buenos supervits
para ayudar a las facultades.
La inauguracin de la sala "Bertha Villarreal de Benavides-Jaime Benavides Pompa" estuvo presidida por el rector de laUANL, Jess Ancer Rodrguez.
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De lo que he hecho, lo que ms valoro es haber trabajado para abrir el
puente Colombia, porque estuvo 100 aos slo como idea. El gobernador Jor-
ge Trevio invit a varias personas y dijo: Qu se les ocurre? Y propuse esto:
para m Nuevo Len ya tiene urgencia de tener una frontera porque ya en
un ocasin se haba cerrado el puente de Nuevo Laredo por una huelga.
Fue muy difcil concretar el proyecto; primero se tuvo que convencer a los
mexicanos para que nos dieran permiso: la Secretara de Marina tuvo que dar
su consentimiento, dado que el ro Bravo es navegable. Y luego tuvimos que
convencer a los de Laredo, Texas, porque no haba caminos, no haba nada.
El general Bernardo Reyes consigui para Nuevo Len una franja fronteriza
de 14 kilmetros, una cosita de nada pero suficiente para llegar al ro Bravo y
ya con eso Nuevo Len tena frontera. El inters del general Bernardo Reyes
era reclamar a Estados Unidos los reos que cruzaban el ro, reclamo que slo
podan hacer los estados fronterizos; nosotros hicimos el puente Colombia por
cuestiones econmicas. Por eso si me preguntan: qu le has dado t a Nuevo
Len? Pues el puente Colombia, que es una gestin econmica, social, de desa-
rrollo integral, y signific lograr algo que no se haba podido hacer en 100 aos.
No me considero un benefactor porque no estoy haciendo sino lo que me
gusta y lo que siempre he tenido inters de hacer: soy un ferviente buscador
de logros que beneficien a la gente. Quiza porque todo en la vida se me ha
dado y, con la edad, va uno buscando dar, ms que recibir.
Si me preguntan quin es Jaime Benavides Pompa? Yo dira: no es nadie.
Es una persona ms en este mundo. Una persona que el destino puso en dife-
rentes lugares y aprovech oportunidades. Estoy realmente muy complacido
con mi vida y realmente podra desaparecer y no pasa nada.
De izquierda a derecha: Porfirio Tamez, titular de la Direccin General de Bibliotecas; Jaime Benavidez; Fausto Ibarra,presidente de la Fundacin UANL; Jess Ancer Rodrguez, rector de nuestra Alma Mater.
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Retrato de Pita Amor, de Diego Rivera, 1949.
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Cruzar la puertaHomenaje inconsciente a Pita Amor
Minerva Margarita Villarreal
Suele rondar en mi mente el ttulo que Pita Amor dio no slo a un libro deversos sino a una suerte de memorias de casi 400 pginas: Yo soy mi casa.La escritora Elena Poniatowska, su sobrina, refiere esta frase con frecuen-
cia como un hallazgo tan certero que encierra en cuatro palabras no nuestra
definicin ni nuestra identidad, sino la realidad que no podemos esconder, la
marca de la que no podemos librarnos.
Es curioso que ni en su libro de versos publicado con este ttulo en 1946
ni en el volumen narrativo que edit bajo el mismo nombre en el nmero 35
de la coleccin Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Econmica en 1957
la frase, tan propositiva, haya servido de ingreso a un plano ms hondo y
trascendente en su escritura. Es una frase acceso, una frase puerta que no se
cruz, como si la casa hubiera permanecido cerrada, ajena a su propia duea.
Como este ttulo, sin ms, Pita hace del enunciar un anunciar. Usa la pa-
labra, no penetra en ella. En los terrenos de la poesa, su aproximacin lrica
se limita al trabajo de versificacin en las formas mtricas tradicionales: la
dcima y el verso octosilbico son sus favoritos, aunque tambin frecuent el
registro de la silva, imitando de una manera muy elemental a san Juan de la
Cruz. Desgraciadamente, su obra ha quedado sumergida en los anaqueles pol-
vosos del tiempo, por ninguna otra causa que no sea su escaso nivel literario.
En la vida cultural, pero sobre todo en la vida bohemia de la ciudad de M-
xico, Pita Amor tuvo un papel destacado. Fue retratada y pintada por grandes
artistas como Diego Rivera y Juan Soriano. Fue amiga de Alfonso Reyes, quien
seguramente la apoy para que editara en el Fondo de Cultura Econmica,
la editorial ms importante del pas, defendindola de la crtica por su valor
como fenmeno mtico. Tambin fue amiga de Salvador Dal.
An en los aos 90 era frecuente escuchar que Pita sola caminar por la
Zona Rosa, detenerse en algn almacn o en algn restaurante y recitar sus
versos. Apareca con frecuencia en programas televisivos, era una persona-
lidad por la que se interesaban periodistas y actores ya que, habiendo sido
actriz, tena grandes dotes declamatorias y muchas ancdotas que contar.
En lo personal, esta frase que us Pita Amor para enmarcar su obra, dicha
por mi querida amiga Elena Poniatowska, se hizo presente en el cierre de unode mis poemas.
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La casa que construiste fue arrasada por el viento
Vi cmo sucedi
cmo se desprendan paredes y ladrillos
El techo vol
sobre los huesos
y el paisaje como la hierba abri
ech races bajo las plantas de mis pies
Estoy anclada
y esta casa donde circula el aire
esta casa besada por la lluvia
hecha polvo
y materia que crece
Esta casa soy yo.1
1Miner va Margarita Villarreal. Tlamo. Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, Serie Letras 22. Toluca, Gobierno del Estado de
Mxico/Secretara de Educacin del Estado de Mxico/Consejo Editorial de la Administracin Pblica Estatal de Mxico, 2010, p. 43.
Libro que obtuvo el premio Internacional de Literatura Letras del Bicentenario 2010 Sor Juana Ins de la Cruz.
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Fotografa de Justino Diez.
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En torno a la literatura de Castilla y LenAntonio Colinas
No es posible una aproximacin a los escritores actuales de Castilla y Len
sin la constatacin de algunos hechos concretos de las cuatro coordena-
das siguientes: tradicin literaria, lengua propia pero de sentido fraterno y
universalizador tradicin oral y fuerza de lo telrico.
1
El peso de nuestra tradicin literaria; lo que desde un punto de vista didctico,
literario o esttico se reconoce como escuela castellanaen el momento central
del clasicismo, pero que, aparente o subterrnea, se ha mantenido hasta nues-
tros das a travs de una cadena de autores de los que son ejemplo mayor los
annimos de los riqusimos romanceros y cancioneros (que puse de relieve en
la antologa Nuestra poesa en el tiempo), la sencillez y el humanismo vivsimos
an de Jorge Manrique, la pureza de Garcilaso, el sentido rfico pitagrico de
un fray Luis de Len, o el irracionalismo frtil y trascendido de san Juan de la
Cruz. Y as, hasta llegar a algunos autores del pasado siglo como Jorge Guilln,
Francisco Pino o Claudio Rodrguez.
No es tampoco posible conocer esta tradicin y este sentido de contemplar
la literatura y la vida sin tener el recuerdo para sus narradores o ensayistas: los
numerosos, y a veces muy ignorados, tratados de tantos escritores msticos.
Creo, por ejemplo, y as lo pensaba tambin Azorn, que las ms hermosas
prosas escritas en castellano fueron las de los que l reconoca como los dos
Luises: Luis de Len y Luis de Granada, un autor este ltimo muy ligado a
Andaluca, pero que por su lenguaje y mensaje est fundido estrechamente
con la escuela castellana de pensadores: Osuna, Laredo, Alcntara, Molinos.
2Hay en todos estos autores de ayer y de hoy una esttica y tambin quiz
una tica que se define por una serie de valores formales y de contenido:
La Feria Internacional del Libro Guadalajara 2010 tuvo como invitado especial a la regin de Castilla y Len, de la que
se celebr su vasto patrimonio l iterario, artstico, histrico, natural y gastronmico; adems de ser reconocida como
la cuna de la lengua espaola. A propsito de la literatura de esta regin ibrica, el poeta, narrador y ensayista leons
Antonio Colinas ofrece algunas reflexiones.
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pureza de lenguaje, esencialidad en el decir, preocupacin por los que reco-
nocemos como temas eternos (la naturaleza, el amor, el tiempo, la muerte, el
ms all).
Hay tambin una heterodoxia vivsima, que solemos ignorar, o que se suele
desconocer, frente al tpico de la visin conservadora, que en aquellos siglosfundadores fue sobre todo subrayada por la presencia de los conversos.
3
Tambin constato otro hecho, o debo justificar por qu en estos das se recuer-
da aqu, de manera especial, a los escritores de Castilla y Len: la importancia
innegable de estos escritores en las dos o tres ltimas dcadas. Es un hecho
irrefutable que, como sucede con frecuencia en el mundillo(que no mundo)
literario, a veces ha venido precedido por la ocultacin, la negacin o la sim-ple malevolencia. Pero ah est la realidad para probarlo. En Pekn o en Nueva
York, en los actos literarios, en ese momento final del coloquio con el pblico,
siempre suele haber una persona que alza su mano y repite la misma pre-
gunta: Por qu, en estos momentos, la literatura de Castilla y de Len? De
dnde nace este fenmeno de la literatura actual de Castilla y Len?
En mi opinin, la respuesta que yo suelo dar, cuya idea ya la he avanzado,
es que nuestra comunidadposee no slo una tradicin literaria muy distingui-
da, con voz propia, sino que tambin posee una importancia y una influenciaprimordiales: nuestra lengua, el espaol; esa hermosa lengua que hoy millo-
nes compartimos fraterna y generosamente en todo el mundo.
Y aqu debo recordar un hecho muy reciente. Hace muy pocos das que
el Instituto de la Lengua de Castilla y Len, con el reconocimiento expreso y
el patrocinio de la Real Academia de la Lengua, ha publicado un hallazgo: los
Cartularios de Valpuesta, unos primitivos textos nacidos en un monasterio de
nuestra comunidad, no slo son los primeros testimonios escritos de nuestra
lengua, sino que adelantan el nacimiento de sta, pues los primeros de estoscartularios se remontan al siglo IX.
4
En esta poesa castellana y leonesa de ayer y de hoy hay una presencia que,
en mi opinin, es clave: la de nuestras races telricas. Soy de una tierra fra,
pero hermosa, dijo en un hermoso endecaslabo un poeta que nos acaba de
dejar, el por otra parte gran autor de cuentos, Antonio Pereira.
Cul es, pues, la clave esencial para m de este fenmeno literario?Creo que la fidelidad, y el testimonio, y el rescate de la memoria de la infancia
en su confluencia con la tierra de origen. Una tierra, s, fra y difcil, pero cruce
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de caminos(Va de la Plata, Camino de Santiago), con una rica tradicin oral,
especialmente en la literatura leonesa, con una viva influencia de romanceros,
cuentos y leyendas, relatos orales populares, entre otros.
Infancia, memoria, oralidad, tradicin literaria muy rica, historiaesa his-
toria que a veces nos ciega, o con la que nos ciegan, pero tambin intrahis-toria. Tambin por la presencia de, adems de la lengua, los otros dos grandes
tesoros nuestros: el patrimonio monumental (el mayor de Europa despus del
italiano) y nuestros espacios naturales, a veces desoladores en su extensin,
pero ideales y llenos de futuro, en una Europa superpoblada, masificada.
Otra vez la presencia de esa tierra sin la que, a mi entender, no se puede
comprender a los autores castellanos y leoneses. Cmo entender, por ejem-
plo, la tica y la esttica en la obra de Miguel Delibes, sin esa presencia de la
tierra y de los hombres que lo rodearon en vida? Qu gran oportunidad perdila Academia Sueca al no reconocer con el Nobel a este escritor emblemtico!
Y, antes, no se puede comprender, por ejemplo, el sentido ltimo y prime-
ro de la infinitud, del afn de ir ms all de las obras de Juan de la Cruz o de
Teresa de vila sin visitar La Moraa, esa comarca abulense que ellos cruzaron
tantas veces. Algo parecido es la significacin del espacio y la luz en los poe-
mas de Jorge Guilln o de Claudio Rodrguez, o de los valles, montaas y ros
leoneses en sus narradores y poetas, ya desde las descripciones paisajsticas
de Gil y Carrasco en la primera de nuestras novelas romnticas.Estos cuatro factores fluyen y confluyen con los libros de nuestros escrito-
res hacia un nuevo ro comn: el de la memoria y el humanismo.
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Fotografa de Justino Diez.
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Aureliano Tapia: entre Dios y la culturaLuis Albante
Jos Crdenas Cavazos, enAureliano Tapia Mndez. 75 aos de vida cristiana1,
la biografa ms reciente del sacerdote Aureliano Tapia Mndez nacido en
Jacona, Michoacn, en 1931, y fallecido en Monterrey en 2011, describe que
en 1952, siendo estudiante del primer ao de teologa, Tapia edit el libro La
sangre de un mrtir, drama misional del sacerdote Jos Ochoa, fundador de la
Congregacin de la Sagrada Familia, en Uruapan, en la antigua casa de impresos
y artculos religiosos El Troquel. En junio de 1957 fue publicadoEl caso perdido
del nmero 19 y otros cuentos, su primer libro, con el que inici una vasta produc-
cin como escritor de diversos temas, impregnados de mensaje humanstico.
Tapia Mndez, quien adquiri una intensa enseanza de orientacin hu-
manista, realiz, a lo largo de su vida, una extraordinaria labor cultural que,
curiosamente, inici como editor. Fue investigador de historia, cronista de la
Arquidicesis de Monterrey; escribi cuentos, textos de superacin personal;
hizo estudios sorjuanistas y sobre el regiomontano universal, Alfonso Reyes.
El cura de la sotana felizcomo le gustaba denominarse a s mismo efectu
un trabajo cultural discreto que, por lo menos en la capital nuevoleonesa, tuvo
eco durante su participacin en las reuniones de la Sociedad Nuevoleonesa deHistoria, Geografa y Estadstica, o cuando brindaba alguna entrevista a medios
de comunicacin en torno a sus investigaciones, de las que destaca El Doctor
D. Jos Eleuterio Gonzlez, historiador del Noreste de Mxico, presentada en su
ingreso en calidad de socio correspondiente de la Academia Nacional de His-
toria y Geografa, en la que muestra otra faceta del entraable Gonzalitos. En el
evento, llevado a cabo en la Ciudad de Mxico en 1976, Tapia fue descrito por
el acadmico de nmero Luis Rublo Islas como un hombre de Plutarco que
anda en busca (...) de hombres ejemplares para exaltar sus virtudes y buscarcomo corolario una tica sencilla que oriente a los dems, dentro de su estudio
primordialmente, en el ejercicio del ministerio eclesistico cristiano2.
Tapia fue el primer rector de la Baslica y Parroquia de la Pursima Concep-
cin de Mara. Estudi las vidas de Po XII, Juan XXIII, Pablo VI, Pablo Cervan-
tes, fray Rafael Jos Verger, Jos Juan de Jess Herrera, Andrs Ambrosio de
Llanos y Valds, Guillermo Tritschler y Crdova, entre otros. De acuerdo con
1Jos Cardenas Cavazos.Aureliano Tapia Mndez. 75 aos de vida cristiana. Mxico, Gobierno del Estado de Nuevo Len/Conarte/UANL/Conaculta, 2006.2En El Doctor D. Jos Eleuterio Gonzlez, historiador del Noreste de Mxico, de Aureliano Tapia Mndez, Mxico, Academia Nacional de
Historia y Geografa/Editorial Jus, 1976, pp. 78, 79.
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sus allegados, su ltimo trabajo, que dej indito, fue una extensa biografa
sobre el papa Juan Pablo II.
Estas y otras investigaciones, como aquellas sobre el pintor mexicano Efrn
Ordez, sobre templos, vrgenes y hasta recetas y textos poticos, hacen que
Tapia sea una referencia intelectual no slo de la iglesia del Noreste de Mxico,sino de la vida cultural de Monterrey. En abril de 1980, mientras buscaba datos
para la historia religiosa del Nuevo Reino de Len en la biblioteca del Semina-
rio de Monterrey, hall un grueso infolio que contena manuscritos e impresos,
empastado en pergamino y con un ttulo grabado en el lomo: Varios Ynformes.
De entre los documentos, Tapia encontr una Carta de la Madre Juana Yns de la
Cruz, escripta a el R.P.M. Antonio Nez de la Compaa de Jess.
El volumen, que pudo haber llegado a Monterrey en la biblioteca de Fran-
cisco Plancarte y Navarrete, cuarto arzobispo de Monterrey, es una copiafirmada el 24 de febrero de 1669, con una inscripcin debajo: Dios me
haga santa, seguida de una renovacin de votos de la monja al
cumplir 25 aos de su ordenacin, a la que aade: Yo la
peor del Mundo. Juana Yns de la Cruz.
Tapia declar que, dado que no cesaron las cr-
ticas de Antonio Nez de Miranda a la dcima
musa, con las que la conminaba a dejar la poesa
y dedicarse ms a sus labores de religiosa, sorJuana escribi esta Autodefensa espiritual3, ca-
ptulo impresionante de la historia del conflicto
entre la libertad intelectual y el poder, el genio
individual y las burocracias ideolgicas, como
afirm Octavio Paz en el prlogo a una de las
ediciones de aqulla.
Monseor Tapia, designado en vida con
ttulos honrosos, tales como Caballero Co-mendador de la Orden Ecuestre del San-
to Sepulcro de Jerusaln y Capelln
de la Lugartenencia en Nuevo Len,
Caballero y Capelln Magistral de
la Soberana y Militar Orden de
Malta, nunca dej de estar
463Autodefensa espiritual de Sor Juana. Carta indita de la poetisa a su confesor el R. P. Antonio Nez de la Compaa de Jess,
descubierta por Aureliano Tapia Mndez en la Biblioteca del Seminario Arquidiocesano de Monterrey. Prlogo de Ral Rangel
Fras. Monterrey, Direccin de Investigaciones Humansticas de la Universidad Autnoma de Nuevo Len, 1981. 99 pginas.
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actualizado: su sed de saber lo llev a obtener el ttulo de licenciado en co-
municacin con acentuacin en televisin por el Centro de Estudios Univer-
sitarios, en 2000, institucin de la que recibi el Doctorado Honoris Causa en
Historia en 1995.
Rodeado por sus cientos de libros y por las pinturas de su autora o de suartista predilecto, Ordez, Tapia, tambin impulsor de la construccin de es-
tatuas y obras escultricas, empez a ver afectada su salud con el paso del
tiempo. Muri serenamente en el Hospital Universitario el 23 de enero de 2011.
Sin embargo, deja un importante legado no slo como hijo de Dios, sino como
promotor incansable de la cultura.
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Antonio Machado,
Retrato.
Jos Carlos Mndez era una de las personas con ms ansia por vivir. La vida alos 60 es una urgencia por aprovechar cada instante.
He pensado en adjetivos para retratarlo, y stos se suceden: trabajador, in-
cansable, crtico, mordaz, inteligente. Fue un amigo valoraba la sinceridad de
sus amistades: eres mi amigo porque cuando te hablo me miras a los ojos,
promotor cultural y creador de proyectos de literatura que redundaran en bene-
ficio de los dems. Versado en teologa, le apasionaba discutir sobre este tema,
as como del proceso de catequizacin en Zamora, Michoacn, su tierra. Era
sobrino del VII obispo de Cuernavaca, Sergio Mndez Arceo, y familiar cercanode los fundadores de la revistabside, los sacerdotes Alfonso y Gabriel Mndez
Plancarte. De hecho, uno de los ltimos proyectos de Jos Carlos fue proponer al
cabildo de Zamora la digitalizacin de la edicin completa de esta revista, que se
encuentra en la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la UANL.
Cuntas tardes y noches, en su compaa, l disertaba sobre Virgilio, Alfonso
Reyes, fray Bartolom de la Casas, Mndez Arceo, Leopoldo Marechal y Adn
Buenosayres1. Reviva proyectos: como escribi Alfonso Reyes, se debe educar
desde la primaria con Virgilio, que se ensee espaol y a los clsicos al mismotiempo. Hablaba de literatura mientras sonaba algn aria de Mara Callas, y
lo engarzaba con las ancdotas de sus estancias en Venezuela, Estados Unidos
y Argentina.
Jos Carlos dej inconcluso un ensayo sobre Reyes que seguramente habra
sido merecedor del premio de ensayo2. Me describi la funcin que realiz Re-
yes en la creacin de la Casa de Espaa en Mxico, que luego sera El Colegio de
Mxico, sin olvidar la participacin de Daniel Cosso Villegas. Adems estudi la
Oracin del 9 de febreroy la diplomacia reyesiana; pero sobre todo destac que
La ltima nota de una sinfonaHomenaje a Jos Carlos Mndez
Orestes Cabrales Lara
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. []
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansin que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.
1Adn Buenosayres, personaje de la novela homnima de Leopoldo Marechal. (N. de la E.).2El autor se refiere al Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes. (N. de la E.).
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slo un personaje como Alfonso Reyes diplomtico, poeta, ensayista pudo
romper con los bloqueos norteamericano e ingls, despus de la nacionaliza-
cin del petrleo, para vender el petrleo a Brasil, cuando fue comisionado por
Crdenas para la delegacin econmica en Ro de Janeiro.
Jos Carlos fue en su juventud irreverente e iracundo, se lanz a conquistarsolo la ciudad de Mxico en la dcada de los 60, donde residi durante 30 aos.
Tambin, siendo joven, sufri un accidente mortal al que sobrevivi. Esto fue
un hito que lo encaminara a una vida de crecimiento personal y de viajes al
extranjero.
Entre sus ocupaciones culturales puedo destacar: coproduccin y guiones de
la serie radiofnica Calles de mi ciudad, del Consejo para la Cultura y las Artes
de Nuevo Len y Radio Nuevo Len, guiones del programaLderes, de Televisa;
la ensaystica; colaboraciones en publicaciones peridicas sobre Luis Gonzlezy Gonzlez, a quien conoci y admir como maestro; los estudios alfonsinos;
y una nota conmemorativa sobre los hermanos Mndez Plancarte, entre otras.
Los comentarios y semblanzas que se han vertido en estos das, con motivo
de su fallecimiento, entre las personas que tuvimos el privilegio de contar con su
amistad, coinciden en retratarlo con una sonri-
sa, con una idea sarcstica e inteligente
pero nunca ofensiva despus de
su entrenamiento poltico en loslarouchies3 se haba vuelto ecu-
mnico y tolerante.
Fue alumno en algunas
de mis clases en la Facultad
de Filosofa y Letras de la
UANL, pero seguramente
yo aprend ms de l, de su
extensa y apasionada vidaentre historia, literatura y
poltica, y porque fue un
hombre de carcter fuerte,
con slidos principios de tra-
bajo y disciplina. Un caballero
de otra poca, a quien aluden
los versos de Machado que he ins-
crito como epgrafe.
3Partidarios del movimiento ideolgico actual LaRouche Movement promovido por el poltico, activista y escritor estadoun-
idense Lyndon LaRouche. (N. de la E.).
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Jos Carlos Mndez: Argumento y sonrisaFrancisco Ruiz Sols
E n el caminar, en el decir y en la mirada se conoce a una persona.Conoc a Jos Carlos en la Direccin de Publicaciones de la Universidad
Autnoma de Nuevo Len en los ltimos aos de la dcada de los 90. Lo co-
noc a travs de sus argumentos y por la manera crtica y fundamentada de
presentarlos. Despus, ya en diferentes caminos, nos encontramos muchas
veces en lugares diversos. Un saludo, comentarios y fumar un cigarrillo.
No hay otra persona de su edad que haya conocido en los ltimos aos
que me haya parecido hombre de amplia formacin clsica y esencialmente
socrtico y cervantino. Un monje moderno, sin orden ni celibato, que privile-
gi el conocimiento y la vida austera. Hombre cado del infierno y la gloria de
Tlatelolco 68; uno de los pocos, si no es que el nico de los participantes his-
tricos, que deambulaba en el ambiente cultural de la ciudad de Monterrey.
Jos Carlos era un hombre inquieto; no se mova en un laberinto, sino en
el camino accidentado de la argumentacin y la soledad, con subidas y baja-
das, curvas pronunciadas y descansos breves, donde uno a veces, andando
solo, se extrava y siempre adquiere heridas y cicatrices. Por alguna razn
esta ciudad y la UANL estuvieron en su camino.
El argumento acadmico y crtico de Carlos se enfocaba en la literatura, la
filosofa, la cultura y las polticas culturales; pero su propsito esencial siem-
pre era una mirada hacia s mismo, en un esfuerzo cotidiano por encontrarse
en la mirada y las reacciones de los otros, para darse fortaleza y continuar en
la brega de la vida, aligerado de cargas.
Cada paso de Jos Carlos estaba marcado por un ir y venir en una acti-
vidad intelectual y fsica donde pareca no haba descanso. Para l pareca
imposible ceder, de no ser por los rostros conocidos que encontraba por los
caminos que recorra, y por la soledad adquirida como hombre de tradicio-
nes que vive en los vacos de una sociedad regida por los valores de cambio.
Bastara discurrir con decenas de conocidos?, sentarse unos minutos en el
caf o en el bar? Cmo encontrar un hecho, accin o impresin que diera
alguna esperanza sobre un pas cado? Probablemente con el argumento y
la sonrisa.
Carlos prolong su juventud ms all de sus lmites naturales. En pocos
aos la edad le cay de bulto y empez a encontrar al silencio, a hacer mayo-
res pausas discursivas, y a or, sin escuchar ms all de lo que le permita su50
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lucidez. El silencio tambin es instrumento crtico si se usa como un conjuro
en contra de la sociedad tecnolgica, vaca de tica y de propsitos humanos,
donde las palabras han perdido sus poderes cognitivos y creativos.
Carlos era un hombre de respeto no slo porque saba, sino porque vivi
muchas batallas, como guerrero honorable que sostiene la bandera de unatica de vida.
El lugar que gan fue de l solo. Ahora hay ms vaco, aunque sigamos
escuchando su voz y lo veamos ir de prisa.
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Los pobres de la estacinLdo Ivo
Versin de Jos Javier Villarreal
El oro de los tigres
L os pobres viajan. En la estacin de autobusesellos estiran sus pescuezos como gansos para mirarlos letreros de los camiones. Y sus miradas
son de quien teme perder alguna cosa:
la maleta que guarda una radio de pilas y una chaqueta
que tiene el color del fro en un da sin sueos,
la torta de mortadela en el fondo de la bolsa,
y el sol del suburbio y la polvareda ms all de los viaductos.
Entre el rumor de los altoparlantes y el ruido de los camiones
ellos temen perder el propio viaje
escondido en la niebla de los horarios.
Los que dormitan en los bancos despiertan asustados,
aunque las pesadillas sean un privilegio
de los que abastecen los odos y el tedio de los psicoanalistas
en consultorios aspticos como el algodn que tapa la nariz
de los muertos.
En las filas los pobres asumen un aire grave
que une temor, impaciencia y sumisin.
Cmo son grotescos los pobres! Y cmo sus olores
nos incomodan incluso a la distancia!
Ellos no tienen nocin de las conveniencias,
no saben portarse en pblico.
El sucio dedo de nicotina talla el ojo irritado
que del sueo retiene slo una legaa.
Del seno cado e hinchado un hilillo de leche
escurre a la pequea boca habituada al llanto.
En la plataforma ellos van y vienen, saltan y aseguran maletas
[y paquetes,
hacen preguntas en los mostradores que no vienen al caso, susurran
palabras misteriosas
y contemplan las portadas de las revistas con el aire espantado
de quien no sabe el camino del saln de la vida.
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Por qu ese ir y venir? Y esas ropas extravagantes,
esos amarillos de aceite de dend que lastiman la vista delicada
del viajero obligado a soportar tantos olores incmodos,
y esos rojos contundentes de feria de pueblo?
Los pobres no saben viajar ni saben vestirse.Tampoco saben vivir: no tienen nocin del confort
aunque algunos de ellos hasta tengan televisin.
La verdad los pobres no saben ni morir.
(Tienen casi siempre una muerte fea y poco elegante.)
Y en cualquier lugar del mundo ellos incomodan,
viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares
aunque nosotros estemos sentados y ellos viajen de pie.
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Reyes, traductorHctor Perea
Alfonso Reyes fue un escritor y un ciudadano de su tiempo. Gran lector declsicos y contemporneos, desde sus aos formativos en Monterrey, y yaen la Ciudad de Mxico como partcipe de la Sociedad de Conferencias y el
Ateneo de la Juventud, el regiomontano afil sus armas literarias propiciando
la convivencia entre gneros tan diversos como el periodismo del da a da,
la escritura potica y narrativa, y la ensaystica literaria y acadmica de
largo aliento. Pero tambin, y en forma destacada, en sus aos de juventud
termin su formacin y, aos despus, culminara en cierta forma su trabajo
helenstico y, de hecho, su vida literaria, incursionando en el ejercicio de la
traduccin.
Por cierto que, como en el caso de la prctica periodstica, la traduccin
literaria se convirti para Reyes en una actividad no slo necesaria, sino vi-
tal por razones econmicas. Aunque tambin, y en primer trmino, en una
forma de ver e interpretar el mundo.
El amplio registro de actividades, en las que el regiomontano igual lanzaba
propuestas como reciba influencias, dio solidez y personalidad pro-
pia a un corpus narrativo y potico donde lo trascendente en-
contr su espacio natural en lo ms sencillo; donde la astucia
y la irona literarias sirvieron para enmarcar ideas de
primera mano, profundas en su levedad y, en ciertos
casos, ventosas en su radicalidad.
Podemos suponer que Reyes descubri con
mirada perspicaz muchos de los secretos esti-
lsticos de autores como Laurence Sterne, Ro-
bert Louis Stevenson y, primordialmente, G.K.
Chesterton o Stphane Mallarm, justo mien-
tras los lea como traductor. Y que desde un
principio supo reconocer sta, la lectura en
funcin de la traduccin, como una experien-
cia verdaderamente singular, suerte de gimna-
sia en tres dimensiones, de reescritura en otra
lengua lograda a partir de vivir con intensidad
el hecho literario desde el interior mismo del
fenmeno creativo.
Calendario
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1Diario 1911-1927, p. 14.
vido lector desde mucho antes de llegar a su madurez como escritor, el
regiomontano lo fue de algunos autores admirados y luego vertidos al espa-
ol. Acerca de lo anterior, Reyes dejara en los mrgenes de su obra menor
diversos guios sobre el nacimiento de varios de sus propios trabajos litera-
rios. Una pequea joya al respecto es la muy probable mencin velada deOlalla, el cuento largo o noveleta de vampiros de Stevenson que, traducida
por l hacia principio de los aos 20 para la editorial Calpe, apareca referida
ya en dos lneas de su Diariomadrileo de 1914. En recuerdo de aquellos
das de exilio, penuria e inseguridad tras su arribo a Espaa, y desde luego
en consonancia con los ambientes en claroscuro de su cuento La cena, de
1910, Reyes hara el siguiente apunte cotidiano en ese tomo de su Diario,
editado recientemente por Alfonso Rangel Guerra:
Vuelvo a la posada de Concha Cabra. Es ngel Zrraga esa sombra inconsistente
de la otra cama? No puede ser! Terror del cuento de Stevenson: ser un cadver?1
En la excelencia de la prosa aplicada por Reyes a sus traducciones por
encargo se descubre la intencin de no realizar ningn trabajo lite-
rario de baja o mediana calidad. Fuera en el campo que fuera, y
aun bajo las circunstancias ms estresantes o inadecuadas a
que obligara la ocasin, para l el resultado debera ser siem-
pre el mismo. Y el nivel, insuperable. Por algo, a casi un
siglo de distancia de realizadas, se siguen reproduciendo
sus versiones deEl hombre que fue Jueves, Ortodoxiay las
fascinantes aventuras del Padre Brown, as como del Via-
je sentimental, de Sterne, o de la mencionada Olalla,
de Stevenson. Y creo que sera interesante saber
hoy con certeza qu obras y autores le pidieron
las editoriales en esos primeros aos de exilio
madrileo y cules sugiri Reyes para ser tra-
ducidas. Por algunos de los ttulos, sobre todo si
pensamos en uno tan poco frecuentado como
Olalla, me atrevera a aventurar que fue el
propio traductor el que, desde su gusto perso-
nal, fue definiendo buena parte de la seleccin.
Independientemente de lo anterior, hoy po-
dramos considerar como ya clsicas, por ejem-
plo, en su espaol sencillo y elegante, pulido
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hasta la perfeccin, sus descripciones iniciales deEl candor del Padre Brown
y de El hombre que fue Jueves, en las que no veo traicinde traductor a las
sutilezas irnicas y detectivescas de Chesterton, sino complicidad de Reyes,
el apasionado lector de novelas policiacas. Cito el arranque del volumen de
cuentos:
Bajo la cinta de plata de la maana, y sobre el reflejo azul del mar, el bote lleg
a la costa de Harwich y solt, como enjambre de moscas, un montn de gente,
entre la cual ni se distingua ni deseaba hacerse notable el hombre cuyos pasos
vamos a seguir.
Y el delEl hombre que fue Jueves:
El barrio de Saffron Park Parque del Azafrn se extenda al poniente de Lon-
dres, rojo y desgarrador como una nube del crepsculo. Todo l era un ladrillo bri-
llante; se destacaba sobre el cielo fantsticamente, y aun su pavimento resultaba
de lo ms caprichoso: obra de un constructor especulativo y algo artista, que daba
a aquella arquitectura unas veces el nombre de estilo Isabel y otras el de estilo
reina Ana, acaso por figurarse que ambas reinas eran la misma.
Un aspecto destacado que se nota en algunas de las traducciones del au-
tor deEl plano oblicuoes el vasto proceso de investigacin que implic cadatrabajo. Y tambin el gusto de Reyes por rodear el hecho de traducir a un
autor y a una propuesta literaria en particular de un edificio bio-bibliogrfico,
analtico e histrico paralelo que, aunque no siempre se colocara al lado del
producto final, se descubrira enseguida como parte del contexto en que se
produjo la obra originalmente. Pero este aparatofilolgico parta adems, y
en primer trmino, del gusto, curiosidad e incluso necesidad infundidos en
Reyes por el proceso mismo de traducir.
Dicha inclinacin personal, este plus dentro del trabajo de traduccinno acadmica, era de hecho parte de la aventura a que invitaba el traslado
meticuloso de una a otra lengua. Y su relevancia se vera con claridad,
por ejemplo, en las versiones de laPequea historia de Inglaterra, de
Chesterton, de varios de los poemas o fragmentos de poemas de
Mallarm y en el vertido parcial deLaIlada, de Homero.
Del primer trabajo,La pequea historia de Inglaterra, resulta-
ra, adems del libro editado por Calleja, un prlogo erudi-
to, exhaustivo, sobre el tema, que termin siendoadems otro, an ms breve, recuento de
hechos sobre la vida de este pas, luego
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recogido como ensayo en las Obras completasde Reyes. Quiz lo ms intere-
sante de este prlogo, que termin siendo mucho ms rico y ambicioso que
slo una presentacin, es el seguimiento puntual que hace Reyes de Ches-
terton en su papel de historiador; de historiador en el sentido poco ortodoxo
en que lo fueron ambos.Ahora bien, el logro de las traducciones de poemas de Mallarm y la
forma en que Reyes busc el acercamiento biogrfico al autor admirado,
y el analtico a la obra fueron igual de sofisticados, pero muy distintos
a los conseguidos frente a los narradores de habla inglesa. Adems de la
multitud de pginas escritas prcticamente a lo largo de toda su vida litera-
ria, muchas de las cuales slo despus de su muerte aparecieron en Obras
completasgracias a Jos Luis Martnez, Alfonso Reyes se propuso un trabajo
verdaderamente rico en sus tres versiones de El abanico de mademoiselleMallarm, que al igual que las traducciones de los novelistas, siguen siendo
reproducidas en antologas modernas del poeta francs.
Por otro lado,