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INVITACIÓN
A LA LECTURA
DESDE TODAS LAS ÁREAS
DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA
16 DICIEMBRE
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Biblioteca IES La Orden
Con motivo del Día de la Lectura en Andalucía, invitamos a los distintos
departamentos didácticos a dedicar un tiempo de sus clases a la lectura de textos literarios. La siguiente antología contiene
poemas, microrrelatos, artículos y fragmentos de obras narrativas, en torno
a temas de las distintas materias del conocimiento humano.
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Índice
Ciencias Naturales, 4
Ciencias Sociales, 5
Dibujo, 6
Economía, 7
Educación Física, 8
Educación Infantil, 9
Ética y Ciudadanía, 10
Filosofía, 11
Física y Química, 12
Francés, 14
Informática, 15
Inglés, 16
Integración Social, 17
Latín y Griego, 18
Lengua española, 19
Lenguaje e Interpretación de Signos, 20
Matemáticas, 21
Música, 22
Tecnología, 23
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Ciencias Naturales
Los experimentos científicos pueden ser, a veces, muy interesantes y sorprendentes. Contados por Julio Camba (1882-1962), uno de los mejores representantes del periodismo ameno o literario español,
resultan divertidísimos.
PATOS, PERROS Y HOMBRES
Son interesantísimos los experimentos biológicos del doctor Brynkhonenko, experimentos que, en un reciente documental científico, explica y asesora con toda su autoridad el profesor inglés J. B. S. Haldane. El doctor Brynkhonenko toma un pato, le abre la yugular y le recoge toda la sangre en un recipiente, ni más ni menos que si fuera a preparar una salsa con ella; pero si alguien comienza a relamerse haciéndose la ilusión de que el distinguido doctor le va a ofrecer un banquete de canard au sang, se equivoca de medio a medio. El propósito del eminente hombre de ciencia, en efecto, no es culinario, sino biológico, y, al cabo de quince minutos justos, lejos de rehogar al pato en su propia sangre, el doctor Brynkhonenko va y mete otra vez toda la sangre dentro del pato.
Naturalmente, el pobre pato está más muerto que Carracuca y no basta restituirle su sangre para volverlo a la vida; pero para eso está el autoinyector, que, durante unas seis o siete horas, le sirve a la vez de corazón y de pulmones. Luego, y cuando vuelven a funcionar por sí mismos tanto el sistema circulatorio como el respiratorio del pato, se le quita a éste el autoinyector, y, vuelto a la vida sin saber cómo, el revoltoso palmípedo va a contarle su aventura, con gran algarabía, a todo bicho viviente.
Como digo, los experimentos del doctor Brynkhonenko tienen un enorme interés, y no sólo por lo cómodo que resultará para las amas de casa el poder matar un pato u otro volátil cualquiera cuando esperen a algún invitado de postín, en la seguridad de que, si a última hora el invitado falta a la cita, todo será cuestión de coger el ave sacrificada y volver a darle cuerda diciéndole que perdone; ni tampoco porque el pato sea, precisamente, un ser que, de regreso de la ultratumba, pueda darnos unas informaciones muy exactas acerca de lo que pasa por allá, sino por consideraciones de un orden muy diferente. Por lo demás, el doctor Brynkhonenko no hace sus experiencias únicamente con patos, sino con toda suerte de animales, y, especialmente, con perros, como se demuestra en el documental a que me he referido al principio.
Hasta ahora, siempre se ha dicho que nuestra vida es transitoria, pero ¿y la muerte? ¿Podrá llegar la muerte a ser algún día un fenómeno tan transitorio como la vida? Es decir, ¿podrán los hombres en el porvenir andar yendo y viniendo de este mundo al otro y del otro a éste, como si no existiese frontera ninguna entre los dos o como si cada simple mortal estuviese provisto de un pasaporte diplomático, que le diera facilidades especiales para esa clase de turismo?
Porque, lo que es a mí, no me seduce nada semejante perspectiva. He venido a este mundo y en él estoy, aunque en las actuales circunstancias no lo encuentre muy divertido que digamos; pero, cuando me llegue la hora de hincar el pico, quisiera poder hincarlo de veras y sin temor a que el doctor Brynkhonenko me resucitase al cabo de quince minutos.
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Ciencias Sociales
Proponemos tres textos literarios que equivalen a tres lecciones: la de Geografía nos la da Antonio
Machado (¿qué geógrafo ha descrito mejor que él el paisaje castellano?); la de Historia, Alfonso Sastre,
que en un impactante microrrelato nos desvela el drama humano que se esconde detrás de un terrible
episodio histórico; y, por último, la de Historia del Arte la imparte Manuel Machado, magnífico
siempre en sus poemas “museísticos”.
CAMPOS DE SORIA
VII
¡Colinas plateadas, gises alcores, cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, oscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera, hoy siento por vosotros, en el fondo del corazón, tristeza, tristeza que es amor! ¡Campos de Soria, donde parece que las rocas sueñan, conmigo vais! ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas!...
ANTONIO MACHADO
CARLOS V, DE TIZIANO El que en Milán nieló de plata y oro la soberbia armadura; el que ha forjado en Toledo este arnés; quien ha domado el negro potro del desierto moro... El que tiñó de púrpura esta pluma, que al aire en Mulberg prepotente flota, esta tierra que pisa, y la remota playa de oro y de sol de Moctezuma... Todo es de este hombre gris, barba de acero, carnoso labio socarrón y duros ojos de lobo audaz, que, lanza en mano, recorre su dominio, el Mundo entero, con resonantes pasos, y seguros. En este punto lo pintó el Tiziano. MANUEL MACHADO
NAGASAKI
Me llamo Yanajido. Trabajo en Nagasaki y había venido a ver a mis padres en Hiroshima. Ahora ellos han muerto. Yo sufro mucho por esta pérdida y también por mis horribles quemaduras. Ya sólo deseo volver a Nagasaki con mi mujer y con mis hijos.
Dada la confusión de estos momentos, no creo que pueda llegar a Nagasaki enseguida, como sería mi deseo; pero sea como sea, yo camino hacia allá.
No quisiera morir en el camino. ¡Ojalá llegue a tiempo de abrazarlos!
ALFONSO SASTRE
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Dibujo
¿Alguien se atreve a hacer un dibujo de esta jirafa? ¿Y a escribir un
poema sobre ella? ¿Y las dos cosas a la vez?
El poeta guatemalteco Otto Raúl González sí se atrevió.
Es la magia del caligrama.
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Economía
El cuento de la lechera contiene una importante lección para los economistas.
Os lo ofrecemos en una versión más antigua que la de La Fontaine: un cuento
de El conde Lucanor, de don Juan Manuel, en el que la lechera se llama doña Truhana
y no es lechera, sino, probablemente, apicultora.
DE LO QUE ACONTECIÓ A DOÑA TRUHANA
-Señor conde -dijo Patronio-, hubo una mujer que tenía nombre doña Truhana y era bastante más pobre
que rica; y un día iba al mercado y llevaba una olla de miel en la cabeza. Y yendo por el camino,
comenzó a pensar que vendería aquella olla de miel y que compraría una partida de huevos y de
aquellos huevos nacerían gallinas y después, de aquellos dineros que valdrían, compraría ovejas, y así
fue comprando de las ganancias que haría, que hallose por más rica que ninguna de sus vecinas.
Y con aquella riqueza que ella pensaba que tenía, estimó cómo casaría sus hijos y sus hijas, y cómo iría
acompañada por la calle con yernos y nueras y cómo decían por ella cómo fuera de buena ventura en
llegar a tan gran riqueza siendo tan pobre como solía ser.
Y pensando esto comenzó a reír con gran placer que tenía de su buena fortuna, y riendo dio con la mano
en su frente, y entonces cayole la olla de miel en tierra y quebrose. Cuando vio la olla quebrada,
comenzó a hacer muy gran duelo, temiendo que había perdido todo lo que cuidaba que tendría si la olla
no se le quebrara.
Y porque puso todo su pensamiento por vana esperanza, no se le hizo al cabo nada de lo que ella
esperaba.
DON JUAN MANUEL: EL CONDE LUCANOR
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Educación Física
De la antología Cuentos de fútbol (1985) hemos extraído este texto de Eduardo Galeano, capaz de “humanizar” a esa
figura imprescindible del fútbol, protagonista de todas las controversias,
que es el árbitro.
EL ÁRBITRO
El árbitro es arbitrario por definición. Éste es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo, que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo, que lo arroja al exilio.
Los jueces de línea, que ayudan pero no mandan, miran de afuera. Sólo el árbitro entra al campo de juego; y con toda razón se persigna al entrar, no bien se asoma ante la multitud que ruge. Su trabajo consiste en hacerse odiar. Única unanimidad del fútbol: todos lo odian. Lo silban siempre, jamás lo aplauden.
Nadie corre más que él. Él es el único que está obligado a correr todo el tiempo. Todo el tiempo galopa, deslomándose como un caballo, este intruso que jadea sin descanso entre los veintidós jugadores: y en recompensa de tanto sacrificio, la multitud aúlla exigiendo su cabeza. Desde el principio hasta el fin de cada partido, sudando a mares, el árbitro está obligado a perseguir la blanca pelota que va y viene entre los pies ajenos. Es evidente que le encantaría jugar con ella, pero jamás esa gracia le ha sido otorgada. Cuando la pelota, por accidente, le golpea el cuerpo, todo el público recuerda a su madre. Y sin embargo, con tal de estar ahí, en el sagrado espacio verde donde la pelota rueda y vuela, él aguanta insultos, abucheos, pedradas y maldiciones.
A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan.
Durante más de un siglo, el árbitro vistió de luto. ¿Por quién? Por él. Ahora disimula con colores.
EDUARDO GALEANO.
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Educación Infantil
Cuentos, nanas, adivinanzas, canciones de corro, trabalenguas...: la literatura infantil proporciona
todo tipo de recursos a los educadores que pretenden enseñar divirtiendo.
En su libro Ternura, de 1924, la premio Nobel Gabriela Mistral incluyó algunas de sus mejores composiciones para niños. Valgan como ejemplo
una canción de cuna y una de ronda.
MECIENDO El mar sus millares de olas mece, divino. Oyendo a los mares amantes, mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche mece los trigos. Oyendo a los vientos amantes, mezo a mi niño. Dios Padre sus miles de mundos mece sin ruido. Sintiendo su mano en la sombra mezo a mi niño. DAME LA MANO Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más… El mismo verso cantaremos, al mismo paso bailarás. Como una espiga ondularemos, como una espiga, y nada más. Te llamas Rosa y yo Esperanza; pero tu nombre olvidarás, porque seremos una danza en la colina, y nada más… GABRIELA MISTRAL
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Ética y Ciudadanía
La lectura no nos hace necesariamente mejores personas. Pero sí nos enseña a
valorar y comprender distintas conductas humanas, a cuestionar nuestros propios comportamientos. Las protagonistas de
ese microrrelato son unas plantas carnívoras tremendamente humanas.
LA BUENA CONCIENCIA
En el centro de la Selva existió hace mucho una extravagante familia de plantas carnívoras que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir conciencia de su extraña costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones que el buen Céfiro les traía de todos los rumbos de la ciudad.
Sensibles a la crítica, poco a poco fueron cobrando repugnancia a la carne, hasta que llegó el momento en que no sólo la repudiaron en el sentido figurado, o sea el sexual, sino que por último se negaron a comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les producía náuseas.
Entonces decidieron volverse vegetarianas.
A partir de ese día se comen únicamente unas a otras y viven tranquilas, olvidadas de su infame pasado.
AUGUSTO MONTERROSO.
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Filosofía
Para Jorge Luis Borges, “la metafísica es una rama de la literatura fantástica”, motivo más que
suficiente para que lo incluyamos aquí.
El poema que ofrecemos a continuación se centra en la figura de Heráclito, filósofo-poeta, que para
explicar la naturaleza transitoria de la vida humana recurre a una metáfora: la del río.
HERÁCLITO
EL segundo crepúsculo. La noche que se ahonda en el sueño. La purificación y el olvido. El primer crepúsculo. La mañana que ha sido el alba. El día que fue la mañana. El día numeroso que será la tarde gastada. El segundo crepúsculo. Ese otro hábito del tiempo, la noche. La purificación y el olvido. El primer crepúsculo… El alba sigilosa y en el alba la zozobra del griego. ¿Qué trama es ésta del será, del es y del fue? ¿Qué río es éste por el cual corre el Ganges? ¿Qué río es éste cuya fuente es inconcebible? ¿Qué río es éste que arrastra mitologías y espadas? Es inútil que duerma. Corre en el sueño, en el desierto, en un sótano. El río me arrebata y soy ese río. De una materia deleznable fui hecho, de misterioso tiempo. Acaso el manantial está en mí. Acaso de mi sombra surgen, fatales e ilusorios, los días.
JORGE LUIS BORGES.
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Física y Química
La imaginación se empeña muchas veces en vencer las leyes de la Física. De ese empeño,
surge la ciencia-ficción.
En el siguiente relato, del mexicano Juan José Arreola, un investigador descubre el método para hacer pasar a los camellos por el ojo de la aguja y
permitir que los ricos puedan ir al Cielo.
EN VERDAD OS DIGO Todas las personas interesadas en que el camello pase por el ojo de la aguja, deben inscribir su nombre en la lista de patrocinadores del experimento Niklaus. Desprendido de un grupo de sabios mortíferos, de esos que manipulan el uranio, el cobalto y el hidrógeno, Arpad Niklaus deriva sus investigaciones actuales a un fin caritativo y radicalmente humanitario: la salvación del alma de los ricos. Propone un plan científico para desintegrar un camello y hacerlo que pase en chorro de electrones por el ojo de una aguja. Un aparato receptor (muy semejante en principio a la pantalla de televisión) organizará los electrones en átomos, los átomos en moléculas y las moléculas en células, reconstruyendo inmediatamente el camello según su esquema primitivo. Niklaus ya logró cambiar de sitio, sin tocarla, una gota de agua pesada. También ha podido evaluar, hasta donde lo permite la discreción de la materia, la energía cuántica que dispara una pezuña de camello. Nos parece inútil abrumar aquí al lector con esa cifra astronómica. La única dificultad seria en que tropieza el profesor Niklaus es la carencia de una planta atómica propia. Tales instalaciones, extensas como ciudades, son increíblemente caras. Pero un comité especial se ocupa ya en solventar el problema económico mediante una colecta universal. Las primeras aportaciones, todavía un poco tímidas, sirven para costear la edición de millares de folletos, bonos y prospectos explicativos, así como para asegurar al profesor Niklaus el modesto salario que le permite proseguir sus cálculos e investigaciones teóricas, en tanto se edifican los inmensos laboratorios. En la hora presente, el comité sólo cuenta con el camello y la aguja. Como las sociedades protectoras de animales aprueban el proyecto, que es inofensivo y hasta saludable para cualquier camello (Niklaus habla de una probable regeneración de todas las células), los parques zoológicos del país han ofrecido una verdadera caravana. Nueva York no ha vacilado en exponer su famosísimo dromedario blanco. Por lo que toca a la aguja, Arpad Niklaus se muestra muy orgulloso, y la considera piedra angular de la experiencia. No es una aguja cualquiera, sino un maravilloso objeto dado a luz por su laborioso talento. A primera vista podría ser confundida con una aguja común y corriente. La señora Niklaus, dando muestra de fino humor, se complace en zurcir con ella la ropa de su marido. Pero su valor es infinito. Está hecha de un portentoso metal todavía no clasificado, cuyo símbolo químico, apenas insinuado por Niklaus, parece dar a entender que se trata de un cuerpo compuesto exclusivamente de isótopos de níkel. Esta sustancia misteriosa ha dado mucho que pensar a los hombres de ciencia. No ha faltado quien sostenga la hipótesis risible de un osmio sintético o de un molibdeno aberrante, o quien se atreva a proclamar públicamente las palabras de un profesor envidioso que aseguró haber reconocido el metal de Niklaus bajo la forma de pequeñísimos grumos cristalinos
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enquistados en densas masas de siderita. Lo que se sabe a ciencia cierta es que la aguja de Niklaus puede resistir la fricción de un chorro de electrones a velocidad ultracósmica. En una de esas explicaciones tan gratas a los abstrusos matemáticos, el profesor Niklaus compara el camello en tránsito con un hilo de araña. Nos dice que si aprovecháramos ese hilo para tejer una tela, nos haría falta todo el espacio sideral para extenderla, y que las estrellas visibles e invisibles quedarían allí prendidas como briznas de rocío. La madeja en cuestión mide millones de años luz, y Niklaus ofrece devanarla en unos tres quintos de segundo. Como puede verse, el proyecto es del todo viable y hasta diríamos que peca de científico. Cuenta ya con la simpatía y el apoyo moral (todavía no confirmado oficialmente) de la Liga Interplanetaria que preside en Londres el eminente Olaf Stapledon. En vista de la natural expectación y ansiedad que ha provocado en todas partes la oferta de Niklaus, el comité manifiesta un especial interés llamando la atención de todos los poderosos de la tierra, a fin de que no se dejen sorprender por los charlatanes que están pasando camellos muertos a través de sutiles orificios. Estos individuos, que no titubean en llamarse hombres de ciencia, son simples estafadores a caza de esperanzados incautos. Proceden de un modo sumamente vulgar, disolviendo el camello en soluciones cada vez más ligeras de ácido sulfúrico. Luego destilan el líquido por el ojo de la aguja, mediante una clepsidra de vapor, y creen haber realizado el milagro. Como puede verse, el experimento es inútil y de nada sirve financiarlo. El camello debe estar vivo antes y después del imposible traslado. En vez de derretir toneladas de cirios y de gastar dinero en indescifrables obras de caridad, las personas interesadas en la vida eterna que posean un capital estorboso, deben patrocinar la desintegración del camello, que es científica, vistosa y en último término lucrativa. Hablar de generosidad en un caso semejante resulta del todo innecesario. Hay que cerrar los ojos y abrir la bolsa con amplitud, a sabiendas de que todos los gastos serán cubiertos a prorrata. El premio será igual para todos los contribuyentes: lo que urge es aproximar lo más que sea posible la fecha de entrega. El monto del capital necesario no podrá ser conocido hasta el imprevisible final, y el profesor Niklaus, con toda honestidad, se niega a trabajar con un presupuesto que no sea fundamentalmente elástico. Los suscriptores deben cubrir con paciencia y durante años, sus cuotas de inversión. Hay necesidad de contratar millares de técnicos, gerentes y obreros. Deben fundarse subcomités regionales y nacionales. Y el estatuto de un colegio de sucesores del profesor Niklaus, no tan sólo debe ser previsto, sino presupuesto en detalle, ya que la tentativa puede extenderse razonablemente durante varias generaciones. A este respecto no está de más señalar la edad provecta del sabio Niklaus. Como todos los propósitos humanos, el experimento Niklaus ofrece dos probables resultados: el fracaso y el éxito. Además de simplificar el problema de la salvación personal, el éxito de Niklaus convertirá a los empresarios de tan mística experiencia en accionistas de una fabulosa compañía de transportes. Será muy fácil desarrollar la desintegración de los seres humanos de un modo práctico y económico. Los hombres del mañana viajarán a través de grandes distancias, en un instante y sin peligro, disueltos en ráfagas electrónicas. Pero la posibilidad de un fracaso es todavía más halagadora. Si Arpad Niklaus es un fabricante de quimeras y a su muerte le sigue toda una estirpe de impostores, su obra humanitaria no hará sino aumentar en grandeza, como una progresión geométrica, o como el tejido de pollo cultivado por Carrel. Nada impedirá que pase a la historia como el glorioso fundador de la desintegración universal de capitales. Y los ricos, empobrecidos en serie por las agotadoras inversiones, entrarán fácilmente al reino de los cielos por la puerta estrecha (el ojo de la aguja), aunque el camello no pase. JUAN JOSÉ ARREOLA
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Francés
¿Dificultades con el Francés?
¿Con la gramática? ¿El vocabulario?
¿La pronunciación?
No hay desanimarse: no debe ser tan difícil, si como constata el portugués
protagonista de este poema, “todos los niños franceses saben hablar francés”.
SABER SIN ESTUDIAR
EPIGRAMA
Admirose un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».
NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN
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Informática
Las nuevas tecnologías no están reñidas con la expresión del amor y la mejor
literatura, como muestra este poema del chileno Óscar Hahn.
ESPERANDO TU MAIL Abrir mi correo en el computador esperando encontrar un email tuyo y no encontrarlo abrirlo cada día cada hora cada minuto y no encontrarlo y tener miedo de mirar mi correo y pasar los ojos por cada mensaje buscando el tuyo y no encontrarlo y estar a punto de romper la pantalla de un puñetazo y no encontrarlo pero abrirlo de nuevo y de repente ver tu nombre y leer el texto aguantando apenas la respiración y llegar temblando a la última línea a la última palabra y no querer respirar nunca más en la vida y querer caer muerto encima del teclado. ÓSCAR HAHN
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Inglés
Hay situaciones en las que no dominar el inglés puede ser todo un problema. Si no,
que se lo pregunten a Vito Manué, el protagonista de este poema: un cubano
que se atrevió a ligar con una americana a pesar de que su inglés no pasaba del
“guan, tu, tri”.
TÚ NO SABE INGLÉ Con tanto inglé que tú sabía, Vito Manuel, con tanto inglé, no sabe ahora decir: ye. La americana te buca, y tú le tiene que huir: tu inglé era detrái guan, detrái guan y guan tu tri… Vito Manué, tú no sabe inglé, tú no sabe inglé, tú no sabe inglé. No te namore más nunca. Vito Manué, si no sabe inglé, ¡si no sabe inglé!
NICOLÁS GUILLÉN
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Integración Social
En tiempos difíciles, la vocación poética se torna en vocación social.
¿Acaso no podría cualquier educador o trabajador social hacer suyo el sentido de
este poema de Gloria Fuertes?
NO PERDAMOS EL TIEMPO Si el mar es infinito y tiene redes, si su música sale de la ola, si el alba es roja y el ocaso verde, si la selva es lujuria y la luna caricia, si la rosa se abre y perfuma la casa, si la niña se ríe y perfuma la vida, si el amor va y me besa y me deja temblando... ¿Qué importancia tiene todo eso, mientras haya en mi barrio una mesa sin patas, un niño sin zapatos o un contable tosiendo, un banquete de cáscaras, un concierto de perros, una ópera de sarna? Debemos inquietarnos por curar las simientes, por vendar corazones y escribir el poema que a todos nos contagie. Y crear esa frase que abrace todo el mundo; los poetas debiéramos arrancar las espadas, inventar más colores y escribir padrenuestros. Ir dejando las risas en la boca del túnel y no decir lo íntimo, sino cantar al corro; no cantar a la luna, no cantar a la novia, no escribir unas décimas, no fabricar sonetos. Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso, gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo debajo de las latas con lo puesto y aullando y madres que a sus hijos no peinan a diario, y padres que madrugan y no van al teatro. Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso; cantar al que no canta y ayudarle es lo sano. Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco. Trillar en la labranza, bajar a alguna mina; ser buzo una semana, visitar los asilos, las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos, danzar en las leproserías. Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre.
GLORIA FUERTES
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Latín y Griego
La influencia de la cultura clásica alcanza todas las épocas y geografías. Valga como ejemplo este
poema: escrito en 1999, por una mujer nicaragüense.
Su autora, Claribel Alegría, reinterpreta a uno de los personajes femeninos más fascinantes de La
Odisea de Homero: la maga Circe.
CIRCE
Circe es mi nombre me llaman bruja y maga y hechicera. Amo el mar la furia del mar contra las rocas y sus acantilados tenebrosos. Nunca amé a un mortal ni siquiera a Ulises pude amar. Me gusta lo fugaz: la chispa y no la hoguera el encuentro fortuito sin adioses. Fui siempre fiel a mi destino me impulsaba jugaba con los hombres caían aturdidos en mi redes los convertía en bestias los volvía a su forma y seguían amándome y tejían guirnaldas para mí. Me cansé de mi juego, era pueril
los expulsé a todos de una vez me quedé sin esclavas ni efebos sin bestias sola en mi isla sepulcral yo sola frente al mar con los alisios condenada a mí misma y a la paz. Mis recuerdos son tersos tengo dura y vacía la mirada mirada de gaviota o de albatros. Quizá si hubiese amado algún dardo heriría mi memoria.
CLARIBEL ALEGRÍA
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Lengua española
La letra ñ se ha convertido en la principal seña de identidad de la lengua española.
Por ello, escritores de las dos orillas han escrito sobre esta letra “intraducible”,
como homenaje a esa lengua que hablamos más de cuatrocientos millones
de personas en el mundo.
DEFENSA DE LA «Ñ»
Este animal que gruñe con eñe de uña
es por completo intraducible.
Perdería la ferocidad de su voz
y la elocuencia de sus garras
en cualquier lengua extranjera.
JOSÉ EMILIO PACHECO
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Lenguaje e Interpretación de Signos
La genialidad no está reñida con la sordera, como muestra el caso de
Beethoven, que compuso la Novena Sinfonía “en la noche de los sonidos”. José
Hierro le dedicó este magnífico poema.
BEETHOVEN ANTE EL TELEVISOR El alemán de Bonn identificaba todos los sones de la naturaleza: el del mar, el del río, el del viento y la lluvia, el canto del ruiseñor, el de la oropéndola, el del cuco. Un día, cantó un ave, y él no oía su canto: fue la primera señal de alarma. Luego avanzó implacable la sordera hasta desembocar en la noche de los sonidos. Compuso, desde entonces, imaginándolos. Nunca pudo escuchar su misa en Re, sus últimos cuartetos, su última sinfonía. Luis van Beethoven murió en mil ochocientos
veintisiete (es lo que piensan los desinformados), pero yo lo he visto en el Lincoln Center. Fue en los años noventa. Ocupábamos asientos contiguos. Yo lo reconocí por su expresión huraña y tierna y feroz. Y también por el desaliño de que nos hablan sus
biógrafos. Escribí en mi programa estas palabras: “Excelente concierto”. Y él asintió: “No se moleste en escribir, oigo perfectamente”. Después, en el descanso, hablamos de su música, (sin duda se dio cuenta de que acababa de reconocerlo.) Avisaron de que había que volver a la sala para escuchar el plato fuerte, la Novena. Pero él, van Beethoven, dio media vuelta, y se marchaba. “Pero, ¿precisamente ahora?” le pregunté. “Yo regreso al hotel. Voy a escuchar la Novena Sinfonía en el televisor, la transmiten en directo”, contestó. “¿Me permite que le acompañe?”, dije. Y se encogió de hombros.
Pues aquí acaba todo. Nos sentamos ante el televisor. Escuchamos el golpe de batuta sobre el atril. Silencio. Y la orquesta rugió. Entonces, Ludwig van Beethoven se levantó y apagó el sonido. Ahora sí que el silencio era absoluto. Canturreaba a veces, levantaba la mano para indicar la entrada a los timbales en el Scherzo. Lloró con el adagio, enardeció cuando cantaba el coro las palabras de Schiller. Yo nunca podré oír, nadie podrá, lo que él oía. Finalizó el concierto. Fue entonces cuando se levantó, y se acercó al televisor, recuperó el sonido. Las cámaras enfocaban ahora al público enardecido. Van Beethoven oía, en mil novecientos noventa, los aplausos que no podía oír en Viena, en mil ochocientos veinticuatro.
JOSÉ HIERRO
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Matemáticas
Las matemáticas tratan sobre temas muy literarios: por ejemplo, el cero o el infinito.
La pasión –pero también el “infierno” de los números– es el tema del siguiente
poema de Pablo Neruda.
ODA A LOS NÚMEROS Qué sed de saber cuánto! Qué hambre de saber cuántas estrellas tiene el cielo! Nos pasamos la infancia contando piedras, plantas, dedos, arenas, dientes, la juventud contando pétalos, cabelleras. Contamos los colores, los años, las vidas y los besos, en el campo los bueyes, en el mar las olas. Los navíos se hicieron cifras que se fecundaban. Los números parían. Las ciudades eran miles, millones, el trigo centenares de unidades que adentro tenían otros números pequeños, más pequeños que un grano. El tiempo se hizo número. La luz fue numerada y por más que corrió con el sonido fue su velocidad un 37. Nos rodearon los números. Cerrábamos la puerta, de noche, fatigados, llegaba un 800, por debajo, hasta entrar con nosotros en la cama, y en el sueño los 4000 y los 77 picándonos la frente con sus martillos o sus alicates. Los 5 agregándose hasta entrar en el mar o en el delirio, hasta que el sol saluda con su cero y nos vamos corriendo a la oficina, al taller, a la fábrica, a comenzar de nuevo el infinito
número 1 de cada día. Tuvimos, hombre, tiempo para que nuestra sed fuera saciándose, el ancestral deseo de enumerar las cosas y sumarlas, de reducirlas hasta hacerlas polvo, arenales de números. Fuimos empapelando el mundo con números y nombres, pero las cosas existían, se fugaban del número, enloquecían en sus cantidades, se evaporaban dejando su olor o su recuerdo y quedaban los números vacíos. Por eso, para ti quiero las cosas. Los números que se vayan a la cárcel, que se muevan en columnas cerradas procreando hasta darnos la suma de la totalidad del infinito. Para ti sólo quiero que aquellos números del camino te defiendan y que tú los defiendas. La cifra semanal de tu salario se desarrolle hasta cubrir tu pecho. Y del número 2 en que se enlazan tu cuerpo y el de la mujer amada salgan los ojos pares de tus hijos a contar otra vez las antiguas estrellas y las innumerables espigas que llenarán la tierra transformada.
PABLO NERUDA
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Música
Entre los muchos poemas escritos en homenaje a los grandes compositores de
música clásica, hemos elegido éste del mexicano Jaime Sabines, dedicado a
Johann Sebastian Bach.
¿Puede la música clásica convertir una mañana triste en un día feliz?
La de Bach sin duda sí.
LA MÚSICA DE BACH MUEVE CORTINAS La música de Bach mueve cortinas
en la mañana triste, y un viento con amores
se desliza en las calles y en los corazones.
Nadie sabe por qué pero se alegran
las sombras y los hombres
como si Dios hubiese descendido a fecundarlos
y en el asfalto espigas de oro florecieran.
En el día de hoy el sol se ablanda
y mansa luz como un aceite unta
a los cansados y a los tristes.
Un canto para sordos se desprende de las cosas
y esa terrible dulzura que es Dios insoportable
contagia la salud de un pecho a otro.
Es la hora interminable, la inasible,
la eternidad que dura un abrir y cerrar de ojos.
(Mientras esto he dicho, el día se ha partido en
dos como una granada madura.)
JAIME SABINES
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Tecnología
Los avances tecnológicos han fascinado siempre a los poetas.
El siguiente poema, escrito en los años veinte del pasado siglo, muestra el deslumbramiento ante la “magia”
de la luz eléctrica.
35 BUJÍAS
Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
–cien mil lanzas– los rayos
–cien mil rayos– del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
–guiñadoras espías– las estrellas,
la soltaré (Apretar un botón.).
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
–afuera–
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.
PEDRO SALINAS