Post on 12-Apr-2016
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ESCUELA DE HUMANIDADES
FACULTAD DE COMUNICACIÓN
La Caserita: Familiaridad entre vendedores y compradores en un
mercado pequeño de San Borja
Semiótica de las Prácticas
Sección: 811
Profesor del curso: José García Contto
Yuuki Kumagai, 20110620@aloe.ulima.edu.pe
Luis MIguel Peña, 20100843@aloe.ulima.edu.pe
Clelia Quiroz, 20112218@aloe.ulima.edu.pe
Ricardo Valle, 20101957@aloe.ulima.edu.pe
Ciclo 2015 - 1
La Caserita: Familiaridad entre vendedores y compradores en un mercado pequeño de San Borja
Yuuki KumagaiLuis Miguel Peña
Clelia QuirozRicardo Valle
Resumen
El presente artículo se enfoca en las interacciones sociales ocurridas en el mercado “Pequeños Agricultores” ubicado en la cuadra 31 de la avenida San Luis en San Borja. Se analizaran los intercambios sociales para estudiar la familiaridad que se origina entre los caseritos del mercado. Mediante la observación participante se recogieron los datos del objeto de estudio. De esta información pudimos analizar las escenas prácticas, estrategias y estilos de vida desde el punto de vista de las prácticas semióticas.
Palabras Clave
Casera(o), familiaridad, interacción, mercado, relaciones.
Abstract
This article focuses on the social interactions that took place at the “Pequeños Agricultores” marketplace, located on the 31st block of San Luis Avenue in San Borja. We will analyze the social exchanges to study the familiarity that is generated among the “caseritos” in the marketplace. Through participant observation we collected the data on our study object. Using that information we could analyze the practical scenes, strategies and lifestyles from the semiotic practices point of view.
Keywords
Casera(o), familiarity, interaction, marketplace, relationships1. Introducción
En nuestra ciudad, existen aproximadamente 1200 mercados populares
que se debaten a diario en una pugna por clientes con las grandes cadenas de
supermercados que gobiernan la ciudad (El Comercio, 2009). Estos mercados
operan y se disponen a través de la mayoría de distritos brindando una opción
económicamente más cómoda, y por qué no, más familiar para sus fieles
caseritos.
La mayor cantidad de asistentes al mercado pertenecen a los NSE C, D y
E (IPSOS, 2013) y son amas de casa. Los vendedores, en su mayoría mujeres
migrantes o de familias de migrantes, las esperan todos los días, pero
mayoritariamente los fines de semana. Según Dietrich Zapff (2012), Gerente
comercial de la investigadora de mercados CCR, "el mercado para las amas de
casa que salen a comprar es importante. Primero, por la cercanía, porque en él
encuentran un ambiente muy familiar. Sienten que ahí tienen la asesoría de su
casero de qué cocinar y cómo cocinar. Tienen la ventaja de que les puedan fiar,
de la yapita, etc."
En el presente trabajo ahondaremos en la relación que se forma entre las
y los caseros. Es decir, entre el o la compradora y el o la vendedora. En
especial, nos centraremos en el fenómeno de la familiaridad que pueden tener
uno con otro. Esta existe dada la reiteración de las compras y tiene como
consecuencia una serie de conductas observables.
El estudio se realizará en un pequeño mercado de San Borja en el que los
vendedores y los compradores se conocen y ven frecuentemente. Cabe resaltar
que esta zona solía ser un Asentamiento Humano hasta el año 2004 bajo el
nombre de “Pequeños Agricultores - Todos los Santos” (Municipalidad
Metropolitana de Lima, 2004).
2. Marco Referencial
No existen estudios similares al que realizamos. Sin embargo, en el año
2012, Lawhon y Chion, analizaron espacios de multiplicidad en Cusco, entre
ellos los mercados. Su punto de vista fue el de la creación de cosmopolitanismo.
En su estudio se indica cómo convergen diversas culturas en espacios del
hemisferio sur que concentran gran cantidad de extranjeros y están abiertos en
doble vía, a compartir su cultura y albergar culturas extrañas. El estudio termina
denominando a Cusco como una ciudad global.
Por otro lado, Linda Seligman (2000) estudia los mercados populares de
Cusco. Ella se enfoca en explicar sus posiciones geográficas y cómo su locación
puede crear conflictos entre vendedoras errantes. Aunque este trabajo si explora
las relaciones sociales, se enfoca en un nivel mucho más amplio del problema.
Para realizar nuestro estudio, nos enfocamos en un mercado pequeño del
distrito de San Borja. El lugar se encuentra sobre la cuadra 31 de la Av. San
Luis, lugar que hasta el año 2004 correspondía al Asentamiento Humano
“Pequeños Agricultores - Todos los Santos” (Municipalidad Metropolitana de
Lima, 2004). En este espacio, se reúnen vendedores (en su mayoría mujeres
migrantes) y compradores de por la zona. Entre ellos se ha creado un vínculo de
familiaridad y se llaman “casero(a)” unos a otros.
Este estudio es de corte cualitativo. Se utilizó una técnica de observación
participante para hacer el levantamiento y recopilación de de información y
datos. Para la observación se usó una guía semiestructurada basada en los seis
niveles de análisis de Cultura de Fontanille.
La población a estudiar está conformada por todos los vendedores - los
mismos que se encuentran entre los 36 y 60 años, son de ambos géneros y
pertenecen a los NSE C y D - y compradores - de ambos géneros, pero en su
mayoría amas de casa de entre 25 a 54 años de edad de los NSE C y D - del
mercado “Pequeños Agricultores” de San Borja.
La muestra fueron tres vendedoras y cinco compradoras. Las
observaciones se realizaron en un fin de semana del mes de Mayo del año
2015.
El estudio se da en medio de un contexto actual en el que los mercados
existentes en Lima Metropolitana compiten con las grandes cadenas de
supermercados que dominan la ciudad y el mercado de la venta de víveres. (El
Comercio, 2009). Existen supermercados orientados para los diferentes niveles
socioeconómicos y todos ellos se encuentran bien surtidos de productos para
satisfacer a sus clientes y ganar nuevos conforme pasa el tiempo.
Definitivamente, los supermercados llevan la ventaja ante los mercados
de barrio, ya que ofrecen una variedad de productos superior y en algunos casos
también una calidad diferenciada por precios más altos. Asimismo, cuando el
precio se vuelve un problema, los supermercados han logrado mantener un
equilibrio aceptado por sus clientes al introducir ofertas y promociones
suculentas para ellos. Tomemos por ejemplo el “Cuponazo” del supermercado
Plaza Vea, parte de la cadena Supermercados Peruanos. Mediante esta
promoción, ciertos días son escogidos para dar un cupón o vale de compra de
S/.50 por cada S/.100 de compras que sus clientes realicen. EL cupón indica al
cliente cuándo puede hacer uso del premio y el monto mínimo de compra para
que sea válido.
Lo cierto es que promociones como la explicada o similares crean
también cierto tipo de conveniencia y lealtad hacia el supermercado. El usuario
recibe un beneficio concreto, pero también el supermercado se asegura de que
ese cliente regresará a la tienda. Todos los supermercados tienen mecanismos
como el explicado o al menos que cumplen el mismo fin.
Por otro lado, el mercado de barrio se vale de la solidaridad y la relación
entre caseritos para agregar su buena cuota de beneficios como las yapas, los
fíos o créditos y el precio diferenciado. A pesar de esto, solo ciertos niveles
socioeconómicos son los predominantes usuarios de los mercados de barrio -
NSE C, D y E. (IPSOS, 2013)
De ello podemos desprender que los vendedores de los mercados se ven
en una tarea difícil por conservar a sus caseritos y formar nuevos lazos con otros
parroquianos que acuden al mercado. Es una manera de crear lealtad hacia
ellos y sus puestos para poder seguir funcionando y no desaparecer ante la
ardua competencia de los supermercados.
3. Marco Teórico
Caseritas(os) y Familiaridad
Según la Real Academia Española , en países como Perú, Bolivia, Chile y
Ecuador la palabra “casero” o “casera” es un sinónimo de la palabra
“parroquiano”; es decir, persona que acostumbra ir a un mismo lugar
regularmente. Así como también se le denomina al vendedor asiduo, respecto
de su cliente.
Por su parte, el concepto de familiaridad, si bien guarda relación con el
parentesco, dado el contexto económico en el que también se ubica esta
investigación, dicha palabra se encuentra relacionada con la definición de la
familiaridad de marca, la cual es empleada en el campo del márketing. Las
definiciones que se han usado para formar un estándar aceptado
académicamente serán expuestas a continuación.
Según Baker, Hutchinson et al, (1986) la familiaridad es:
“una construcción unidimensional que se encuentra
directamente relacionada a la cantidad de tiempo que se ha
pasado procesando información sobre la marca, con
independencia del tipo de contenido que haya sido procesado”
(Baker, Hutchinson et al., 1986: 640)
Por otro lado, Alba y Hutchinson (1987) produjeron una investigación que
usó la definición descrita líneas arriba y ofreció una visión alternativa y algo más
concisa sobre la familiaridad. Se enmarcó en el terreno de la cognición y la
conducta del consumidor. Los autores indicaron que la familiaridad era
determinada por “el número de experiencias relacionadas con el producto que el
consumidor ha acumulado”. (Alba y Hutchinson, 1987: 411)
Como se define en los conceptos expuestos, podemos adaptar el término
al ámbito del mercado de barrio, teniendo como idea que cada casero
representa una marca, sobre todo si es que no venden productos con marcas
sino a granel, como en el caso de las verduras, las frutas, el pollo, la res, etc. La
familiaridad en este contexto estaría directamente relacionada a la cantidad de
veces en que el comprador acude al vendedor, ya que estas visitas o procesos
de compra constituyen las experiencias relacionadas con el producto que el
consumidor ha acumulado.
Técnicamente, la familiaridad en este contexto inicia cuando el
consumidor o cliente “necesita algo”, es decir, el producto. Esta primera
necesidad hace que el cliente tenga una “excusa” para dirigirse al mercado y
adquirir el producto que busca. Por otra parte, la familiaridad del vendedor se
inicia cuando recibe continuamente a dicho cliente, le ofrece sus productos y
recibe dinero a cambio. La frecuencia y la relación informal hace que la
familiaridad se intensifique, formando incluso lazos de amistad.
Las Raíces Culturales de la Relación entre Caseritas(os)
Tal como se mencionó anteriormente, la palabra “casera” radica
principalmente dentro del contexto lingüístico de ciertos países sudamericanos,
el cual suele ir sujeto a un diminutivo: “caserita” para expresar cariño y
confianza. Y es que dependiendo del trato que se le da a una vendedora, esta
puede convertirse en tu “casera”. En una nota, Isabel Mercado (2015) advierte
que la casera:
“Dueña como es de la situación, tiene la libertad de expresar su
cariño o su desdén al ocasional comprador. Si está de buenas elige una
buena balanza y practica aquello del "justo peso” (y precio, si las cosas
van verdaderamente bien). Si está de malas, puede decidir no vender el
ansiado objeto de deseo. Es tu bienestar el que depende de ella, no al
revés.”
(Mercado, 2015)
Asimismo, la palabra tiende a ser más usada en femenino ya sea para
referirse a la compradoras como a la vendedoras. De acuerdo a Hermida, Peña
y de Veintimilla (2013):
“Pese a que antiguamente el comercio estaba destinado solamente
para los hombres, dentro de los mercados existe una mayor presencia de
mujeres tanto en el grupo de expendedoras como en el de consumidoras.”
Esta tendencia se da ya que el mayor número de asistentes son mujeres
en ambos casos y de diversas edades. El motivo por el cual se viene realizando
dicha labor por parte de un público femenino, probablemente tenga que ver con
la organización social de los mercados; y es que cada uno de los puestos tiende
a ser una empresa familiar.
“Este tejido social comienza con un productor que trabajó la tierra y
cuidó los cultivos; un primer comerciante que transportó los productos desde las
fincas; un segundo y hasta un tercer intermediario que lleva el producto hasta el
mercado, en donde será vendido por las expendedoras, también llamadas
usuarias del mercado o caseras. [...] Sin embargo, cabe recalcar que toda la
familia juega un papel importante dentro del complejo sistema social del
mercado, ya que, en su mayoría, los puestos y oficios son desarrollados por
varios miembros de la familia, incluyendo a los/as niños/as. El papel del
parentesco y de la “herencia” de los puestos de venta son los factores
principales que permiten el acceso de nuevas personas al mercado. Esta
herencia no sólo se expresa en el acceso sino también en la transmisión del
oficio.”
(Hermida, Peña, y de Veintimilla, 2013)
Para contextualizar mejor esta situación, es importante retroceder algunos
pasos en la historia y recoger importantes datos de grandes personajes. En un
artículo, Aliaga Linares (2002) acota que:
“Desde sus inicios las ciencias sociales han intentado entender las
dinámicas que ligan a los individuos unos con otros y cómo estas relaciones
establecen roles y mantienen o cambian las estructuras sociales de la sociedad.
Durkheim, padre de la sociología, se ocupaba del problema de la integración
social y entre sus múltiples explicaciones surgieron los conceptos de anomia,
solidaridad orgánica y mecánica, etc. Marx interesado por el cambio social
contribuyó a esta inquietud científica desde la óptica del poder y su expresión en
la lucha de clases, de ahí desarrolla conceptos importantes tales como
relaciones sociales de producción, estructura y superestructura, entre otros.
Dentro de este interés por explicar al individuo en sociedad y sus relaciones, se
inscribe tanto la perspectiva de redes sociales como la de capital social.”
Entonces, podemos decir que los vínculos establecidos se recrean cara a
cara porque éstos superponen a la transacción económica su normatividad
social. Esta superposición de los vínculos genera roles mixtos en los cuales los
clientes o proveedores también son familiares, vecinos, amigos, caseros, etc. Es
decir, que existen otras razones más para que se dé una relación más estrecha
entre la vendedora y la compradora. A continuación, Aliaga Linares (2002) lo
explica:
“En el caso de las relaciones de los comerciantes ambulantes con los
familiares es más evidente la tensión entre una racionalidad de cálculo
económico y otra emocional. El ‘casero’ también presenta esta misma tensión de
modo muy particular. Encontramos argumentaciones en las cuales la relación
cliente o proveedor se refleja cargada con algún nivel de involucramiento
emocional. Por ejemplo una ambulante señala cuando nos comenta la relación
con sus proveedores: “Les tengo confianza porque me están dando la mano y no
es dable que cuando tenga plata compre en otro lado”, confundiendo las
facilidades que le otorga con un acto de solidaridad o el cumplimiento de la
norma de reciprocidad “hoy por ti, mañana por mí”. En otro caso, ante un cliente
que ha preferido comprar en otro lado, una ambulante aplica la siguiente
estrategia: “Ah, donde la encuentro la saludo y le digo caserita ¿está de viaje?
No ha venido a visitarme estos últimos días”. En esta afirmación se observa una
sutil condena al no comprar como sinónimo de desatención a la amistad en la
cual la compra va más allá de esta funcionalidad económica y tiene calidad de
‘visita’.
Por lo tanto, con el casero, si bien se tiene una relación comercial en la
cual uno es cliente y otro proveedor, ésta tiene una normatividad que caracteriza
un tipo de comercio tradicional. El casero es aquel a quien siempre se compra
por motivos que se sustentan en las ventajas de precio, oferta, garantía, etc.;
pero también y especialmente porque se cree en él. El casero no sólo es un
comprador de siempre sino además un cliente o proveedor fiel con el que se
puede conversar hasta cuestiones personales. Es por ello que la personalización
de los vínculos sociales en el mercado hace evidente que existen motivos extra
económicos que sustentan una transacción comercial. Si bien esta afirmación no
es nada nueva, se sostiene que la personalización de los vínculos de mercado
en el comercio ambulatorio - la cual trae consigo una norma social y se traduce
en el cumplimiento de algún compromiso con el otro - tiene una incidencia mayor
que en otro tipos de comercio.”
(Aliaga Linares, 2002)
Por otra parte, esta situación puede ser llevada a un extremo,
generándose una especie de competencia desleal entre los vendedores,
situación que ellos mismos consideran condenable.
“La alta personalización de las relaciones con los clientes lleva a una
competencia que exalta el plano emocional en la búsqueda por ganar clientes,
limitando la capacidad de intermediación en este plano de los vínculos sociales.
Como un comerciante bien lo expresa: “Acá a veces los compañeros cuando
uno vende no comprenden esa situación (…) por eso digo el que vendió, vendió”
Asumir una competencia abierta a la caza de los clientes del otro es muy
condenable y quien asume una postura así puede generar resentimientos.”
(Aliaga Linares, 2002)
El Sistema Económico del Mercado
El mercado, como tejido social complejo, concilia sistemas económicos
tradicionales y modernos. Como lo explican Hermida, Peña y de Veintimilla
(2013), por un lado encontramos la moneda y el valor monetario, y por el otro la
solidaridad económica con yapas, fíos, y precios diferenciados.
Dentro de esta yuxtaposición, el mercado de barrio tiene una manera de
sostenerse a sí mismo. Incluso con la gran competencia que tienen frente a los
supermercados con suculentas ofertas, el mercado halla un equilibrio. Por
ejemplo, los puestos que venden comida preparada, compran insumos de los
demás puestos, Mientras que el resto de puestos compra su desayuno y
almuerzo de los puestos que venden comida preparada. (Hermida et al., 2013)
El hecho de que los mercados tengan ahora muchísima competencia por
la presencia de grandes cadenas de supermercado (El Comercio, 2009) hace
que muchas veces las caseras se congreguen en el mercado por un tema de
intercambio social y no siempre como parte de una actividad económica.
(Hermida et al., 2013)
Los Seis Niveles de Análisis de la Cultura
Según Fontanille (2013) cada cultura puede ser descrita y comprendida,
en lo que concierne a las formas semióticas que la constituyen, desde muchos
puntos de vista que caracterizan cada uno a un nivel de objetos de análisis. Se
distinguen seis niveles distintos: los signos, los textos, los objetos, las prácticas,
las estrategias y las formas de vida.
Los signos son las unidades mínimas de significación y contenido. Los
textos son conjuntos significantes compuestos que pueden ser de naturaleza
verbal, icónica, gestual, etc. Los objetos son entidades semióticas
tridimensionales y físicas. Sirven de soporte a los textos. Las prácticas son
cursos de acción definidas por la acción en curso y los roles que se sostienen en
ella. Este curso de acción encuentra significación en el detalle de sus peripecias.
Subiendo un nivel, las prácticas se combinan y superponen para constituir
estrategias. Estas últimas aportan un horizonte de valores dominantes, así como
un estilo estratégico. Las formas de vida constituyen el nivel más superior y en
ellas se puede identificar estilos estratégicos coherentes, recurrentes,
relativamente independientes de las situaciones temáticas y suficientemente
poderosos para influenciar todas las prácticas y todas las manifestaciones
semióticas de un grupo o tipo social y cultural.
Como explica el autor, los niveles se ordenan de manera jerárquica y
cada nivel superior integra y reconfigura los elementos de los niveles inferiores.
Regímenes de Interacción
En “Interacciones Arriesgadas”, Eric Landowski afirma:
“El modelo articula cuatro regímenes de interacciones: La
programación, la manipulación, el ajuste y el accidente, cada uno
de los cuales se apoya en una “lógica” semiótica específica, en una
suerte de estilo del sentido; respectivamente: en la regularidad, en
la intencionalidad, en la sensibilidad y en el azar.”
(Landowski, 2009)
Pero, ¿qué implica este régimen de interacción y por qué estas interacciones
entre sujetos suponen un riesgo? El autor lo explica de la siguiente manera:
“Somos seres humanos y sociales “condenados al sentido”, o más
precisamente “condenados a construir el sentido” en nuestras
interacciones con las cosas y con los otros. Condenados, es decir,
en equilibrio inestable entre la insignificancia de la pura repetición y
el sinsentido del caos sensorial y de los accidentes. Dicha moral
es, pues, una moral del riesgo aceptado, del riesgo de oscilar en
todo momento de un lado o de otro de esa línea de la cresta
semiótica. Pero es también una moral (o más bien una ética) de la
interacción, puesto que toda la argumentación tiene por horizonte
de referencia el respeto del otro como sujeto, y, desde un punto de
vista sintagmático, la “realización mutua” de los sujetos en la
interacción.”
(Landowski, 2009)
Se comprende que los riesgos de los que se habla implican las distintas
situaciones que se desprenden en el contacto entre dos sujetos en la realización
de las prácticas semióticas (la manipulación, por ejemplo). Dicha interacción
está sujeta a riesgos medianamente controlados por moral y ética, como sugiere
Landowski, el “respeto” por el otro sujeto.
En el presente caso, podemos observar una relación que inició muy
probablemente con lo que Landowski denominaría régimen de manipulación
respecto a ser y parecer casero.
[...]la manipulación haya su fundamento en la motivación propiamente
subjetiva: al sujeto le importa tanto ser reconocido como tal, con todas la
cualidades y competencias que eso conlleva, que se siente obligado a
actuar conforme a lo que aplica la imagen que desea ofrecer (y ofrecerse)
de sí mismo. [...] donde su confrontación pone en juego el reconocimiento
de uno de los agentes por el otro. ( 2009:29)
Como ya lo hemos señalado en las afirmaciones de Aliaga, existe una mutua
conveniencia entre comprar en el mercado y vender a un cliente fiel. Ambas
partes adoptan estrategias para legitimar y perpetuar la relación. Es decir, hay
un riesgo aceptado donde el vendedor otorga yapas o genera confianza a través
de los estímulos que de a su casero, lo manipula.
Finalmente, dicha interacción adopta cierta familiaridad, lo que hace que
lentamente se convierta en regularidad. De ahí que la manipulación pase a un
segundo plano y los caseros ya están programados para continuar con su
relación bilateralmente cómoda y sustentada en la conveniencia mutua.
Sin embargo, este aspecto más relacionado con el régimen de regularidad para
Landowski también condena en caso de faltar al contrato implícito en esta
familiaridad generada que se fundó de una manipulación sutil.
4. Problema de Investigación
El presente trabajo indaga de qué manera interactúan los caseros en un
mercado y cómo puede analizarse esta interacción desde el punto de vista de
los seis niveles de análisis de la cultura de Fontanille y los regímenes de
regularidad.
5. Análisis semióticos y aplicación de referentes teóricos.
Como hemos podido apreciar a lo largo de la demarcación conceptual,
nuestro estudio hace énfasis en las prácticas al interior del mercado y las
relaciones generadas por dichos comportamientos. Las prácticas observadas
componen una larga lista basada en la compra y venta (otorgar yapas y
solicitarlas, por ejemplo). Esta base financiera decanta también en el surgimiento
de la familiaridad y la confianza entre los actantes, modificando sus prácticas,
definiendo sus roles dentro de la estrategia y, finalmente, orientandolos hacia un
estilo de vida.
A un nivel superior, las prácticas se combinan y se superponen para
construir estrategias. Las estrategias aportan específicamente un <<horizonte>>
de valores dominantes (en nombre de los cuales las prácticas son ordenadas y
dispuestas entre sí), así como un <<estilo estratégico>>, es decir, una cierta
manera observable y caracterizable de tratar las relaciones entre las prácticas y
de ajustarlas unas a otras. (Fontanille, Jacques. 2013:70)
Conforme hemos observado durante el trabajo de campo, se pueden
desprender algunas estrategias de las relaciones existentes entre caseros en el
mercado. En primer lugar, la casera dueña de puesto exhibe estrategias
relacionadas a la familiaridad más frecuentemente que estrategias relacionadas
a su actividad económica como vendedora. Las estrategias principales que se
han identificado de su parte son ganar caseritas(os) e incrementar la lealtad
hacia su puesto.
Aunque ambas estrategias están muy relacionadas, las caseras ganan
clientes cuando se trata de una nueva persona. En cierta medida, la casera
decide si el nuevo comprador es de su agrado y le brinda un trato más amable
que de costumbre, pero no tan amable como lo haría con uno de sus fieles
caseritos. Este contacto inicial se refuerza en unas cuantas ocasiones más
cuando esta persona retorna al puesto satisfecha con su experiencia anterior.
También aquí la vendedora puede exhibir prácticas generosas como pequeñas
yapas. Por otro lado, para incrementar la lealtad a su puesto, la casera trabaja
con sus caseritos asiduos. Con ellos es más que amable, se interesa por cómo
están y por sus vidas personales, puede preguntar por la familia y también
comentar de la suya. Hay ocasiones en que las conversaciones no pareciera
que son entre una compradora y una vendedora, sino más bien entre amigas
muy queridas. Y esto es lo que va desarrollando la casera con sus caseritos, una
pseudoamistad llena de favores y generosidad mutua.
Al otro extremo de la relación, la caserita compradora también cuenta con
sus propias estrategias, como en el caso anterior, se busca el beneficio propio,
pero se actúa con reciprocidad para obtenerlo. Las estrategias que exhibe la
compradora o comprador son obtener beneficios diferenciados y hacer rendir el
dinero.
Los beneficios diferenciados que la compradora quiere obtener son en
concreto tres: las yapas, los fíos o créditos y el precio diferenciado. Todos ellos
vienen acompañados de un trato diferenciado que se caracteriza por ser muy
amable o familiar, claro está que a la compradora le interesan más los beneficios
añadidos. Para obtenerlos, la compradora sabe que debe hacerse de una
casera, sabe que tendrá que acudir al mismo puesto repetidas veces para que la
casera la reconozca y se vuelva una de sus caseritas. Para ello reiterará las
visitas al puesto que ella haya escogido y se mostrará abierta a la conversación,
primero no muy profunda. Además se mostrará amable con su vendedora. Una
vez formado el vínculo, la compradora podrá valerse de los beneficios que
obtiene por ser una caserita asidua para hacer rendir mejor su dinero. Por
ejemplo, puede saber que a ella su casera le cobra solo un sol por kilo de papa
cuando el precio real es S/. 1.50. Es el beneficio de ser fiel a su casera y
probablemente de haber acudido al mismo precio por años. Cuando las caseras
dueñas de los puestos olvidan otorgar cierto beneficio, las compradoras no son
lentas para solicitarlo, puede ser una yapa o un simple “le debo” o “mañana le
pago”.
Ya identificadas las estrategias principales que delimitan la familiaridad
entre caseritas, podemos diferenciar las dos formas de vida que reúnen a las
estrategias mencionadas. Para identificarlas, tomaremos en cuenta que:
[...]se puede hablar de formas de vida cuando se identifican estilos
estratégicos coherentes, recurrentes, relativamente independientes de las
situaciones temáticas y suficientemente poderosos para influenciar todas
las prácticas y todas las manifestaciones semióticas de un grupo o de un
tipo social y cultural. (Fontanille, Jacques. 2013.)
Esta congruencia no es más que la repetición de patrones en la relación
de los actantes y respetarlos como si se tratara de un contrato. En dicho
intercambio, los roles están fijados y hay que ser y parecer casero o casera.
Solo así, la motivación de ambas partes alcanzará su objetivo.
En la escena del mercado, la primera forma de vida es la de la casera
vendedora que se encuentra en el puesto. Haciendo uso de sus estrategias
podrá seguir subsistiendo como casera. Su rol es conocido y se puede observar
en casi todas las responsables de puesto en los mercados populares y en otros
centros de comercio de similares condiciones.
Respecto a este estilo de vida del “casero”, entendemos que la simple
yapa como gesto de confianza configure todo el sistema, ya que una forma de
vida puede ser convertida en práctica, o ser integrada en una práctica.
(Fontanille, Jacques. 2013:72)
Al otro lado de la relación tenemos la forma de vida de la caserita
compradora o el caserito comprador. Mediante sus estrategias mantiene su rol
correspondiente. Si otorgar la yapa es la acción característica de la vendedora,
la acción característica de la caserita compradora es visitar los mismos puestos
reiteradamente y con cierta frecuencia. Solo de esta forma puede hacerse llamar
caserita, de otro modo, solo sería una compradora más.
Es importante resaltar que ambas formas de vida son dependientes una
de la otra. Es por este motivo que surge un régimen de creencia entre los
actores. “Ese régimen de creencia tiene el estatuto de una promesa
(proporcionada por la forma semiótica) y de una aceptación de la promesa (que
resulta de la confrontación con las huellas de la experiencia) en el corazón de
esa promesa más o menos aceptada se desarrolla un diálogo entre dos cuerpos,
el cuerpo propio del intérprete y el cuerpo-objeto propuesto” (Fontanille,
Jacques. 2013) Dicha promesa, la del casero, remite a esa relación exclusiva en
la que “tú me compras a mí y a nadie más porque te trato bien, te doy beneficios
y nos tenemos confianza.”
Aceptar esa promesa es asumir el riesgo en la interacción. Así lo explica
Eric Landowski.
Por muy grande que sea la diversidad de las formas de interacción,
es posible mostrar, como trataremos de hacerlo, que esa diversidad
remite a un número muy limitado de principios elementales relativos a la
manera de construir las relaciones del sujeto con el mundo, con el otro y
consigo mismo, principios que comprometan implícitamente, una
concepción determinada del sentido. (Landowski, 2009:17)
El riesgo como tal surge en la naturaleza manipulatoria de la relación
instaurada por las facilidades y favores otorgados al casero a cambio de la
fidelidad esperada. Landowski detalla bien dicho rasgo característico.
El núcleo de la problemática concierne a las diferentes formas del “hacer
hacer”. Una primera serie de procedimientos, del tipo de la tentación (o de la
promesa) y de la amenaza, obtienen su eficacia, respectivamente persuasiva o
disuasiva, del valor, positivo o negativo, de los objetos con los cuales el
manipulador se compromete a retribuir - a ese recompensar o castigar - al sujeto
manipulado, según que se acepte o rechace actuar conforme a la voluntad de su
coparticipante. De ese modo, el proceso apela a la capacidad de las partes para
comprar entre sí el valor de los diferentes valores en juego; dicho de otro modo,
para evaluar las ventajas y los costos de la transacción considerada.
(Landowski, 2009: 24)
Así también, debemos entender que [...]la manipulación haya su
fundamento en la motivación propiamente subjetiva: al sujeto le importa tanto ser
reconocido como tal, con todas la cualidades y competencias que eso conlleva,
que se siente obligado a actuar conforme a lo que aplica la imagen que desea
ofrecer (y ofrecerse) de sí mismo. [...] donde su confrontación pone en juego el
reconocimiento de uno de los agentes por el otro. (Landowski, 2009:25).
Como ya hemos mencionado antes, implica un ser y parecer casero. Es
decir, preocuparse realmente por la relación con el cliente, ser su amigo,
ahondar en la confianza que se ha generado y que sea inaceptable romper los
códigos implícitos.
”Sea lo que fuere, el manipulador propone siempre al otro una
forma u otra de intercambio - regateo económico o chantaje al honor, o
por lo menos, al amor propio-, ya sea que, para lograr sus fines, trate de
mostrar algo tentador [...].” (Landowski, 2009:25)
La familiaridad instaurada a posteriori puede ser entendida también como
la aceptación del riesgo en la manipulación y se va colocando más dentro del
régimen de la regularidad, relacionada con el operar y la coerción social, como
señala Landowski, hacia lo común y lo aceptado por la sociedad.
La “operación” se confunde con la ejecución de una “performancia”
que tiene como efecto directo la transformación de algún “estado de las
cosas”, la “manipulación” apunta a transformar el mundo pasando por el
relevo de un modelaje estratégico previo que tiene en mira, si no en todos
los casos los “estados de alma”, al menos la competencia de otro sujeto,
el “querer hacer” que lo determinará a actuar, ya sea operando por sí
mismo efectivamente sobre el mundo como tal, ya sea manipulando a su
vez a otro sujeto, ya sea incluso - ¿Por qué no? – según otro
procedimiento que aún queda por identificar y por definir. (Landowski,
2009:20)
Landowski nos habla también de una “programación” dentro de este
régimen, determinando un juego de roles que en nuestro caso de investigación
es la relación comprador-vender (caseros), limitándolos a seguir patrones de
conducta y establecer un estilo de vida.
“[...]la noción de programación misma remite a la idea de “algoritmo
de comportamiento”; y finalmente, esa idea se traducen en términos de
gramática narrativa, en la noción precisa de rol temático. [...]Así ocurre en
particular en el universo del cuento popular, donde la identidad de todo
actor, concebida de manera radicalmente sustancialista, se reduce a la
definición de un rol temático-funcional de cual, por construcción, ya se
trate de una cosa o de una persona, no podrá escapar de modo alguno.
Si un personaje es definido como “pescador”, solo pescará; si otro es
“rey”, actuará siempre como rey: cada cual se limita en suma, a “recitar su
lección”.“ (Landowski, 2009:20,21)
6. Conclusiones
● En la escena práctica del mercado y sus relaciones de compra podemos
distinguir cuatro estrategias principales. Dos correspondientes a la casera
vendedora: ganar caseritos e incrementar la lealtad a su puesto; y dos de
la caserita compradora: obtener beneficios diferenciados y hacer rendir el
dinero.
● Las dos formas de vida identificadas en la escena práctica del mercado
son la casera vendedora y la caserita compradora. Ambas están bastante
marcadas por sus roles en la familiaridad que se forma entre ellas. Su
relación es casi simbiótica.
● El régimen de interacción analizado es el de la manipulación. Ambos roles
en la relación de familiaridad ejercen manipulación recíproca que se basa
en la promesa “tú me compras a mí y a nadie más porque te trato bien, te
doy beneficios y nos tenemos confianza.”
● Ambas formas de vida aplican estrategias para satisfacer únicamente sus
propios intereses respectivamente a costas del otro, a pesar de mantener
una supuesta relación amical basada en la “confianza”. Así mismo, ambas
partes son conscientes de ello por lo que se llegará a una negociación en
la cual son beneficiados por igual.
● Para ser considerado “casera” o “casero”, ambas partes deben aparentar
serlo y seguir ciertos comportamientos que fácilmente pueden ser
confundidos por una amistad. Sin embargo, esta “pseudoamistad” está
fuertemente condicionada a la compra y venta que se da entre caseros.
De modo que esta “amistad” en realidad no existe.
● Como se mencionó, esta relación se produce solo si se cumplen dos
condiciones. En primer lugar, una parte debe ofrecer algún producto, en
este caso serían vegetales, verduras, productos para la cocina,
ingredientes, especias, etc. La otra parte debe dar algo a cambio si es
que quiere conseguir alguno de estos productos. Vemos que la relación
se basa en el intercambio.
● Una vez que se haya forjado una relación de confianza mínima (se
pueden necesitar meses e incluso años), la casera vendedora puede
encontrarse lista para fiarle a la casera compradora; es decir, otorgarle un
producto a crédito (lleva ahora, paga después).
● La casera vendedora solo puede fiar si es que está completamente
segura de que la compradora pagará. Para esto, incluso
inconscientemente, observa su comportamiento mientras la va tratando y
conociendo. Esto podría significar mucho para la casera compradora,
debido a que en algún momento puede que no disponga de dinero
suficiente para comprar, sin embargo, su comportamiento constante,
frecuente y honesto harán que la vendedora le fíe.
● En este sentido es que se produce la familiaridad. Se da un primer
contacto, ambas partes se conocen. La vendedora observa a la clienta.
En este contexto notamos que la vendedora tiene más que perder porque
es la que le fía a la compradora. La clienta o compradora debe demostrar
que se puede confiar en ella; lo hará siendo constante y frecuente en sus
visitas y compras. Si ambas partes superan esta prueba, se empezará a
producir la familiaridad, e incluso, llegar a una amistad.
7. Referencias
● Alba, J. W. y Hutchinson J. W. (1987): “Dimensions of consumer
expertise”, Journal of Consumer Research, vol. 13, n. 4, pp. 411-545.
● Aliaga Linares, Lissette. (Mayo del 2002). El capital activo de los
comerciantes ambulantes: un análisis cualitativo de sus redes sociales.
Revista hispana para el análisis de redes sociales, Volumen 2, 2-5.
● Baker, W., Hutchinson, W. J. Moore, D., Nedungadi, P. (1986): “Brand
familiarity and advertising: effects on the evoked set and brand
preference”, Advances in Consumer Research, vol. 13, Issue 1, pp. 637-
643.
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Recuperado el 09 de julio de 2015 de http://lema.rae.es/drae/?val=casero
● Definiciones-de (sf). Definición de casero (casera). Recuperado el 05 de
julio de 2015 de http://www.definiciones-de.com/Definicion/de/casero.php
● El Comercio (abril 2009) Un recorrido por los mercados de barrio de Lima.
Recuperado el 25 de mayo de 2015 de
http://elcomercio.pe/lima/ciudad/recorrido-mercados-barrio-lima-noticia-
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● Fontanille, J.(2013). Medios, regímenes de creencia y formas de vida.
Contratexto, 21, 65-82.
http://www3.ulima.edu.pe/Revistas/contratexto/v21/04%20-%2021.pdf
● Hermida, P., Peña, D., y Veintimilla, A. (2013). Nuestros mercados,
nuestro patrimonio alimentario: La diversidad del sabor y el saber en
nuestras manos. Centro de Iniciativas para la Cooperación. Recuperado
el 20 de julio de 2015 de
http://centroderecursos.cicbata.org/sites/default/files/NUESTROS
%20MERCADOS,%20NUESTRO%20PATRIMONIO
%20ALIMENTARIO.pdf
● IPSOS (2013). Perfil del ama de casa 2011. Recuperado el 25 de mayo
de 2015 de
http://www.ipsos.pe/sites/default/files/marketing_data/Perfil_del_ama_de_
casa_2013.pdf
● Landowski, E. (2009). Interacciones arriesgadas. Fondo editorial de la UL.
Lima, Perú.
● Lawhon, M., & Chion, M. (2012). Rooted Cosmopolitanism: Spaces of
Multiplicity in Cusco, Peru. International Journal Of Urban & Regional
Research, 36(3), 539-553.
● Mercado, I. (16 de Julio de 2015). Rebaja, casera. Recuperado el 21 de
Julio de 2015, de Página Siete: Diario Nacional Independiente:
http://paginasiete.bo/especial02/2015/7/16/rebaja-casera-63303.html
● Municipalidad Metropolitana de Lima (2004). Resolución Municipal 033.
Recuperado el 25 de mayo de 2015 de
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resolucion-de-alcaldia-0033
● Seligmann, L. J. (2000). Market Places, Social Spaces In Cuzco, Peru.
Urban Anthropology & Studies Of Cultural Systems & World Economic
Development, 29(1), 1.
● Zapff, D (2012). La incidencia de las misiones de compra en la selección
del canal. Lima: CCR Publicaciones.
8. Anexos
A. Indagación de Campo
a. Reporte Yuuki Kumagai
i. Personajes
Niña 1:
De piel trigueña, contextura gruesa, cabello largo, oscuro y
lacio amarrado con un colette de color blanco. Aproximadamente
tiene 12 años. Viste un polo de algodón rosado y unas leggins
color turquesa. Usa unas sandalias de plastico color celeste. El
dinero lo lleva en su propia mano.
Su postura refleja aburrimiento. Se ve algo jorobada, con los
hombros caídos. Si bien se encuentra esperando a recibir su
compra, su cuerpo no está dirigido a la vendedora sino
parcialmente hacia la calle. De vez en cuando se acomoda y posa
una de sus manos sobre sus caderas a modo de asa. Su mirada
más que a prestar atención a la verdulera, está fija en la calle y en
cada persona que pasa por su lado. No muestra interés alguno en
la vendedora o en lo que está comprando. Incluso cuando la
verdulera le habla, no la mira para responder.
No habla mucho. Y cuando lo hace, tiene una voz aguda y
un volumen bastante bajo. La verdulera debe acercarse un poco
para escucharla. Solo habla para responder a la verdulera con
respecto al peso de las verduras y los productos que piensa llevar.
Al responder, es bastante tajante. Y con ello se vuelve a hacer
notoria su falta de interés.
Recibe las bolsas de las verduras, observa el interior como
dudando de la compra y pregunta el total. Al recibir la respuesta,
mira su mano y, con la ayuda de la otra, cuenta el dinero y se lo
entrega a la verdulera. Al recibir el vuelto nuevamente cuenta la
cantidad y cierra su puño. Agradece en voz baja y se va.
Ama de Casa 1:
Es una mujer de aspecto atlético. De cabello corto y pintado
de color rojizo, piel trigueña, altura promedio (aproximadamente
1.60 cm). Tiene un aproximado de 45 años. Lleva puesta una gorra
de color negro, un polo blanco deportivo de material sintético,
mallas deportivas color negro y unas zapatillas negras con toques
blancos. En su brazo izquierdo lleva colgando un par de bolsas
plásticas, aparentemente de una compra anterior. No lleva nada en
sus manos, salvo las bolsas de compras. De modo que se puede,
inferir que vive cerca.
Su postura es bastante erguida. Se encuentra esperando a que la
atiendan. De vez en rato se agacha levemente hacia las verduras
para observarlas y le pregunta el precio a la verdulera, quien se
encuentra despachando a otra clienta. Aproximadamente, esta
ama de casa se quedó en el puesto de la verdulera unos 10
minutos. Más en comparación con otras compradoras. Una vez
que la atienden, es muy minuciosa en cuanto a la calidad de cada
una de las verduras. De modo que le pide a la verdulera que le
muestre cada una de las verduras que va a colocar en la bolsa y le
señala desde su sitio qué verduras quiere. Incluso se acerca al
estante de verduras a tomar una papa con su mano y la gira para
observar cada ángulo de ésta. Luego de inspeccionarla, se la
entrega a la verdulera para que la coloque en la bolsa y vuelve a
su posición inicial. La situación se repite de un par de veces más,
hasta que ella misma se queda en el estante para sacar las
verduras que ella misma ha seleccionado.
Cuando termina de seleccionar las verduras, vuelve de una
vez por todas a su sitio original y pide el total de una forma gentil.
Su forma de hablar es amena y cariñosa. Cuando la verdulera le
dice el precio total, asiente con su cabeza repetidamente y saca de
una de sus bolsas un monedero bastante pequeño color marrón.
Con él empieza a rebuscar el dinero y saca monedas y un billete
doblado. Paga, espera a recibir el vuelto. Al recibirlo, se queda
observándolo como para corroborar que está bien. Incluso por un
momento mantiene su mirada hacia otro lado y parece balbucear
algo entre labios, como sacando cuentas. Al terminar de
corroborar, agradece con una sonrisa y le dice que ya volverá
pronto. Antes de irse, le grita a la carnicera: “¡Chau, caserita!”.
ii. Acciones
Negociar:
Este tipo de transacciones se dan básicamente en un tono
casi de súplica. Se da entre las compradoras y las vendedoras
continuamente. Este tipo de transacciones se dan básicamente en
un tono casi de súplica y bastante amical.
Cuando el precio no es del agrado del comprador o cuando
el peso ha pasado el límite, se recurre a una negociación para
acordar un precio que haga feliz a ambas partes. De modo que
ambas tratan de llegar a un acuerdo ya sea rebajando el precio a
cambio que lleve algo más o cediendo una verdura extra a cambio
que pague por un poco más del peso deseado. Así, se aseguran
ambas partes que próximamente seguirán teniendo el mismo trato
amigable y futuras compras, yapas, rebajas, etc.
Sencillar/ Asencillar dinero:
Tanto los compradores como los vendedores pueden pedir
sencillo; es decir, pagar con monedas o cambiar el billeto o
moneda por otros de menor denominación. (David Nostas, 2004)
.
Por lo general, quienes incentivan este tipo de acción son
los compradores, ya que al ser quienes estan en constante
transacción de dinero necesitan poseer todo tipo de cambio; es
decir, monedas de todo tipo y billetes. En caso de ser el comprador
quien haga esta petición, pueda deberse a que realizará
posteriormente alguna compra pequeña y cuenta solo con billetes.
Por otro lado, según una nota periodística realizada por
Robles (2009) para La República, esta palabra o jerga proviene del
léxico empleado en las combis. Y Julio Hevia afirma que las jergas
que nacen en determinados segmentos de la sociedad establecen
una identidad ante la colectividad y marcan diferencias con otros
grupos. De esa forma, el trato entre comprador y vendedor o
“caserita” que se da en un mercado remarca la relación especial
que hay entre estas dos personas. Así como la confianza que hay
en el trato para realizar dicha acción.
b. Reporte Luis Miguel Peña
i. Personajes
Verdulera:
Es una mujer de estatura media (1.55 aprox), cabello corto y
teñido de castaño oscuro, contextura gruesa y tez trigueña. Tiene
aproximadamente 45 años. Viste un delantal morado, blusa verde,
falda y zapatos negros.
Se encuentra sentada frente a una mesa pequeña en donde
corta las verduras y las coloca en bolsa para despachar a sus
clientes.
Cuando el cliente se acerca, se para de su puesto y
conversa con ella primero. Luce relajada y en confianza con esta
compradora, la cual solicita un tipo particular de frutas. Entretanto,
su casera le conversa sobre el hijo que tiene y que llora todo el
tiempo. La verdulera atina a decirle: “Así son todos”.
Aparentemente es una madre experimentada.
Su estación de trabajo tiene dos funciones, luego de
despachar las verduras saca un catálogo de “Unique” para ofrecer
productos cosméticos a las caseras que lo soliciten, parece
conocer a varias de ellas desde hace largo tiempo. Aparenta
también una relación de confianza y de amistad que ha crecido
progresivamente.
Cuando la casera se retira, la verdulera regresa a su sitio y
continúa trabajando con las verduras (cortando, empacando). Hay
niños en el lugar, los hijos de algunas de las vendedoras del
mercado comunal. Ha habido una riña entre dos de estos niños y la
verdulera se refiere a las madres diciendo “debieron quedarse con
su papá”.
Casera charapa:
Mujer de estatura media (1.55 aprox), cabello largo y negro
sujetado por una liga blanca, contextura media y tez trigueña.
Viste una blusa blanca con pecas y una falda negra. Viste
sandalias semi cerradas de color marrón. Tiene aproximadamente
25 años.
Ingresa al mercado buscando frutas y se encuentra con su
casera. Primero le cuenta sobre su hijo y que no deja de llorar. La
casera le responde: “Así son todos” para referirse a los niños.
La relación es agradable, existe confianza. Busca un tipo
específico de fruta, menciona que “en su tierra no tienen que
comprar las frutas, las sacan de los árboles”, dando a entender que
da más información de la necesaria a la gente que trabaja allí: hay
confianza y cuenta su vida en otro lugar probablemente porque no
tiene a muchas personas en la capital. Su manera de hablar
evidencia un origen selvático.
Las mujeres que atienden en el lugar parecen tener
experiencia con los niños, dos de ellas los tienen allí. La
interacción no se limita a la casera y la verdulera, sino que se
extiende a las demás verduleras presentes. En las tiendas
aledañas al mercado comunal también hay madres jóvenes que se
ocupan de otros negocios. Todas se ayudan entre ellas en el
cuidado de los pequeños.
Al finalizar la compra se retira con las frutas en una bolsa
plástica, se despide y señala que volverá pronto.
ii. Acciones
Aconsejar - dar consejo:
Debido a que hay más mujeres que hombres trabajando y
acudiendo a este mercado comunal, la relación y las
conversaciones giran en torno a temas como la crianza de los
niños y el mantenimiento del hogar.
La compradora que fue a buscar fruta mencionó que su hijo
no dejaba de llorar y lo hizo como si la gente ya lo conociera y
también como si se tratara de una situación recurrente que ya ha
contado a las vendedoras.
La respuesta por parte de las verduleras es inmediata,
conversan sobre el niño mientras llevan a cabo la venta y selección
de frutas, etc. Entonces, la relación entre las mujeres que compran
y venden está basada en la confianza por verse seguido, vivir
cerca y también a causa de la empatía que refiere ser madre en
alguna etapa de sus vidas.
Actuar como madre (vigilar, reñir, consentir):
Según Bolwy (1968), “La relación del niño con su madre es
el nexo más importante que tiene lugar durante la primera infancia.
Es la madre quien lo alimenta y lo asea, la que le abriga y le presta
las atenciones que constituyen la respuesta frente a sus primeras
necesidades de bienestar.”
En el caso de este mercado comunal, todas las madres
ejercen la maternidad indistintamente con el grupo de niños y niñas
que allí conviven. Entonces, desligamos varios comportamientos
maternales.
Hubo una riña entre dos de los niños, Piero y Jerico. La
madre de Piero es la juguera y en ese momento no se encontraba
allí. Jerico estaba al cuidado de una de las verduleras. Le compro
un dulce para calmarlo y por hacerlo abandonó momentáneamente
sus labores y las otras mujeres asumieron su trabajo hasta que la
acción de consentir se resolviese. Cuando la juguera regresó le
informaron de lo sucedido y entre todas las mujeres lograron
sobrellevar la situación. Mientras tanto, seguían atendiendo a los
clientes que llegaban eventualmente.
Encandilar para vender productos de belleza:
La verdulera ha identificado que al generar confianza y
hablar de otros temas también se puede explotar otros aspectos de
la relación con sus caseras. Es posible ahondar en la relación
mujer - mujer que ya se pudo observar con los consejos dados
respecto a la maternidad y debido a que muchas de las
vendedoras del lugar son madres jóvenes.
Entonces, la introducción de ventas en otro tipo de
necesidades se hace posible y tal es el caso de los productos
cosméticos de belleza que la verdulera ofrece cuando ha finalizado
con las ventas regulares. Por lo observado, lleva diferentes
cuentas de varias caseras y siempre muestra su catálogo con
novedades. No solo las compras y los consejos son importantes,
también existe un espacio para la belleza y el cuidado aconsejado
entre mujeres. La tabla de picar se convierte entonces en un
mostrador de catálogo para productos cosméticos.
c. Reporte Clelia Quiroz
i. Personajes
Ama de casa 1;
Mujer trigueña de aproximadamente 1,60 cm de estatura,
contextura gruesa, caderas anchas. Tiene aproximadamente 30
años. Cabello negro y lacio amarrado con un colette de tela
morada. Tiene un polo gris de manga corta con un estampado de
dibujo animado. Usa un pantalón de lycra negro y entallado.
Usa medias negras y zapatillas del mismo color, la marca no
es conocida, por lo tanto es una imitación. Lo único que tiene en su
mano izquierda es un monedero de cuerina color marrón y sus
llaves. Está vestida de manera muy informal (deportiva), lo cual
denota que sólo salió por un momento de su casa, justamente a
comprar los ingredientes para el almuerzo.
Una vez que le dio las indicaciones a la casera sobre precios y
cantidades de los productos que necesita, se encuentra parada
frente a la vendedora, apoyada en su pierna derecha, está relajada
viendo los productos mientras conversa de temas superficiales con
ella. Sus brazos están cruzados, parpadean muy seguido. En su
mano derecha tiene un papel pequeño y algo arrugado; mientras
habla con su casera lo consulta y pone cara pensativa. Sigue
leyendo y le indica a la casera un nuevo producto y cantidad, y
consulta por el precio.
Siguen conversando no muy animadas hasta que la casera le
da una bolsa celeste con los productos, paga, se despiden
cordialmente y el ama de casa da media vuelta y se va.
Vendedora:
Es una mujer baja (aproximadamente 1,55 cm de estatura), de
contextura delgada; piel trigueña y cabello negro y amarrado por
una liga. Nariz algo pronunciada, y mejillas hundidas. Tiene
aproximadamente 35 años.
Tiene un polo negro de manga larga, con las mangas
remangadas para poder cortar mejor las verduras. Usa un pantalón
polar morado y un mandil rosado con cuadraditos blancos (muy
sucio).
Usa zapatos negros sin taco que están opacos por la suciedad
del lugar.
Se muestra alegre, conversadora y jovial pero apurada. Habla
de temas superficiales e intenta hacer reír a la compradora. Es ella
la que genera la conversación.
Es muy ágil en sus movimientos ya que hace todo sola y
necesita ser lo más rápido y efectiva posible. Cobra el dinero, corta,
limpia, embolsa, entrega, etc.
ii. Acciones
Conversar:
Es una acción que todos, entre vendedores y compradores,
hacen día a día mutuamente. Ya sea entre los mismos vendedores
o entre las caseras que se encuentran al llegar a comprar.
Las conversaciones suelen ser bastante joviales, amenas y
hasta divertidas. Siempre empiezan conversando sobre temas
superficiales, chismes, noticias del país, etc. Si la permanencia de
la compradora es prolongada, incluso pueden tocar un tema
delicado.
Pagar:
Como se mencionó anteriormente, una de las compradoras
llevaba un monedero pequeño de cuerina. Cuando la verdulera le
entregó sus productos, ella, apresuradamente, abrió el cierre de su
monedero y se dispuso a contar el sencillo que tenía. La mayoría
de las compradoras no llevan billetes, muchas veces por temor a
que se le caigan o que les roben cantidades grandes de dinero.
Una vez que reunió suficientes monedas para pagarle a la
verdulera, los volvió a contar en su mano y, sonriendo, se los
entregó. Intercambiaron unas últimas palabras y se despidieron
cordialmente.
d. Reporte Ricardo Valle
i. Personajes
Ama de casa 1:
Es una mujer de piel trigueña con mejillas enrojecidas, de
estatura promedio (1.64 m aprox.), de contextura gruesa, pero sin
ser subida de peso, con cabello lacio oscuro arreglado en una cola
que va detrás de su nuca. Tiene unos 46 años.
Viste prendas cómodas de tipo deportivo: una polera con
capucha a la espalda de color gris claro y de un material tipo polar;
un pantalón de buzo negro algo entallado; zapatillas blancas con
adornos de color rosado y fucsia; una cartera beige de cuerina que
se cuelga al lado derecho y donde al parecer mantiene el dinero
junto con otros objetos de valor; y un colet para el pelo de color
naranja claro con motivos florales.
Mantiene una postura relajada de pie. Siempre pendiente a
lo que hace su casera con sus verduras. Las manos a la altura de
la cintura, pero al frente del cuerpo, como presta a coger los
productos por los que espera.
Mantiene una mirada seria como distraída o pensativa, pero
cuando conversa con su casera sonríe, conversa, se mueve un
poco, los ojos se le achinan. Cuando la casera regresa a pesar las
verduras, su rostro regresa a la seriedad.
Se expresa acerca de las verduras que desea, da
indicaciones sobre cuál escoger. Habla de precios, pregunta por
ellos. Indica cantidades y consulta a sí misma si aún necesita algo
o si algo se le escapa ya que no consulta una lista. Pregunta el
precio final y ayuda a la vendedora con los cálculos, habla de
sumas y dígitos. Usa muchos diminutivos. Agradece a su casera y
se despide.
La mujer tiene un acento que no es limeño, muchas veces
sus intervenciones son en entonación ascendente como si fueran
preguntas.
Verdulera 1:
Es una mujer de piel blanca algo pálida, de estatura baja
(1.57 m aprox), de contextura gruesa, un poco subida de peso, con
cabello lacio marrón arreglado en una cola que está algo
desordenada. Tiene unos 55 años. Lleva las manos sucias con
tierra de los vegetales y sus uñas han acumulado suciedad del
quehacer diario.
Lleva puesta una chompa negra con las mangas recogidas,
no es muy gruesa; un pantalón de polar rojo; por encima de la
chompa, lleva un mandil marrón con puntitos claros, este se
encuentra algo sucio y ajado en la parte baja, de todas las veces
que la mujer se limpia las manos en él. Lleva puestos zapatos sin
taco que dejan descubiertos sus dedos, pero lleva medias de nylon
color piel transparentes. Tiene un par de lentes que le cuelgan del
cuello y un par de aretes brillantes en las orejas. De los bolsillos de
su mandil extrae lapiceros, cuadernillos, monedas y billetes.
Se encuentra de pie y en movimiento. Se agacha y se
yergue una y otra vez buscando las verduras que está
despachando. Usa sus manos para embolsar, pesar, pelar, picar,
todo de manera muy rápida. Cambia su mirada de la mercadería al
comprador y viceversa. No se sienta, no descansa, no para.
Mantiene la mirada alerta en el momento del despacho, fija
los ojos en el comprador o compradora cuando se le hacen
pedidos de verduras, continúa rauda y concentrada despachando.
Cuando simplemente interactúa con sus caseros, sonríe, ríe, se
coge la cara.
Hace preguntas al comprador o compradora, pregunta por
su familia, por sus hijos, por qué va a cocinar, todo antes de
despachar. Cuando está despachando, habla de las verduras, las
nombra, pregunta si está bien lo que escoge, pregunta por
cantidades, comunica el peso y el precio a sus compradores.
Realiza cálculos matemáticos en voz alta, da el precio final y habla
de descuentos y yapas o regalos de hierbas que puede dar a sus
compradores. Se despide y agradece por la compra.
Tiene un acento de la sierra, habla rápidamente y en
algunos casos es difícil entender lo que dice. Cuando interactúa
con sus compradores, tiene un tono amable y risueño.
ii. Acciones
Saludar:
Los vendedores y compradores realizan esta acción. Se
saludan verbalmente y en algunos casos intercambian besos o
algún contacto físico. Esta acción marca el inicio de la interacción
entre ambos y evidencia la familiaridad y cortesía entre estos
actores. Según Gimenez (2005), este tipo de interacciones en un
contexto como el estudiado, se da como mecanismo de
socialización y convivencia, entendiendo esta última no como la
ausencia de conflicto sino como los mecanismos para gestionarlo
positivamente. En realidad varias de las acciones a analizar caerán
bajo esta descripción, pues todas se basan en la convivencia y la
relación entre el vendedor y el comprador; o entre los caseros.
Conversar de temas distintos a las compras:
Los vendedores y compradores realizan esta acción unos
con otros. Se preguntan cómo están y a veces por otros familiares.
Son conversaciones cortas antes de iniciar la compra. Esta acción
añade familiaridad a la transacción de comprar los víveres.
Humaniza a las personas participantes porque se reconocen sus
vidas y lo que a ellas respecta. Según Rafael Muñiz (2014),
experto en marketing, los buenos vendedores entablan una
conversación inicial para llamar la atención del cliente y darle un
ambiente de confianza. Esto, añadido a la satisfacción con los
productos, genera una relación entre comerciante y cliente que
puede perdurar para compras futuras.
Escoger víveres:
Esta acción la realizan con más frecuencia los vendedores,
quienes revisando su mercadería ven qué producto ha sido
solicitado por el comprador. En algunos casos, el comprador
vigilante da indicaciones sobre la elección. En esta acción el
vendedor está eligiendo entre varias opciones (sobre todo cuando
hablamos de frutas o verduras) y dependerá de su criterio para
escoger una buena, madura o en correctas condiciones. Cuando
existe suficiente confianza, los compradores podrán solicitar el
cambio de la elección inicial o acercarse a las góndolas o
depósitos de los productos y escogerlos ellos mismos.
Solicitar yapas:
Esta acción la realizan los compradores y generalmente se
da cuando están comprando frutas o verduras u otros productos
sueltos fácilmente cuantificables. Esto se da cuando el comprador
tiene la confianza necesaria con los vendedores y, en algunos
casos, es casi una condición para regresar al mismo vendedor en
otra oportunidad. Según Zapff (2012), esta posibilidad de tener
descuentos o yapas, es uno de los factores decisivos que hacen
que los compradores se inclinen por ir a un mercado antes que
otros centros de comercio.
Otorgar yapas:
Los vendedores hacen esta acción. En algunos casos se da
en respuesta a la solicitud de su casero, o en otros, por iniciativa
propia. La yapa se otorga agregando un producto pequeño
gratuitamente o cuando el peso requerido de un producto (frutas,
verduras u otros productos que venden por peso) la balanza marca
unos cuantos gramos de más. Como ya se mencionó, según Zapff
(2012), la figura de la yapa hace que los compradores se acerquen
al mercado para realizar sus compras haciendo rendir su dinero.
Según la sección Emprendedores de Peru21 (2014), dar yapa es
una buena forma de engreír al cliente y fidelizarlo. De esta forma,
el vendedor asume el costo extra de la yapa y el comprador
percibe que está recibiendo un producto gratis.
Despedirse:
Los compradores y vendedores toman parte de esta acción.
Esta cierra el intercambio, finaliza la compra y la interacción. Suele
ser, en el caso de estos actores, cercana y hasta cariñosa en
algunas ocasiones. Se hace de esa forma para mantener la
relación casera-casera en buenas condiciones. Como en el caso
del saludo, esta es una de las interacciones básicas de la
convivencia, las mismas que aportan para una gestión positiva de
los conflictos. (Gimenez, 2015)
B. Propuesta Analítica de Niveles
a. Lenguaje Corporal
Signos tensión en los brazos, cadencia en las pisadas,
posición de las manos, temblor en el cuerpo.
Textos los estados físicos (cansado, relajado, apático)
que se pueden expresar en la manera de caminar
o cómo están colocados los brazos y las manos
sobre el cuerpo.
Objetos el cuerpo (menos el rostro)
Escenas Prácticas aparentar cansancio, mostrar un estado enérgico,
lucir tenso o calmado
El lenguaje corporal puede comunicar estados de ánimo, estados
físicos e incluso la intención de flirtear con otras personas. Sin embargo,
cada manifestación del cuerpo debe estar colocada en un contexto
específico para poder comunicar un texto adecuadamente. Según Allan
Peace, autor de “El Lenguaje Corporal” Varias manifestaciones corporales
una tras otra no necesariamente van a expresar la información que
creemos que expresa. Por ejemplo, si me rasco mucho la cabeza cuando
hablo con alguien puede significar que tengo piojos tanto como que no
está seguro de que lo que le están diciendo sea del todo cierto. El
contexto en el que dicha manifestación corporal se resuelve determinará
entonces de qué información se trata.
Siguiendo esa línea, en diferentes momentos del día, las
vendedoras comunican su estado energético a través de sus lenguajes
corporales. La verdulera de tez más clara y cabello lacio suele quedarse
hasta el final los días domingo y al atender durante las últimas horas su
cadencia es pesada y lenta, en contrapartida a su buena disposición para
atender a los clientes mediante exhaustivas preguntas sobre las cosas
que necesitan. Así pues, podemos entender que la vendedora está
cansada y que ha tenido un arduo día de trabajo. Del mismo modo,
cuando una caserita llegó ese día, ambas se sentaron al lado de la mesa
de cortar verduras. Los brazos de la verdulera, antes tensos, se relajaron
y los colocó sobre su regazo. Ambas conversaron. Sin embargo, al
ingresar un nuevo cliente, las manos inmediatamente pasaron a las
caderas mostrando algo de fatiga pero al momento se dispuso a atender.
Una vez finalizada la compra, sus brazos volvieron al regazo.
b. Lenguaje Gestual
Signos Miradas, posición de cejas, ángulos de la boca,
movimiento de la nariz
Textos Es lo que expresan tanto los vendedores como los
consumidores haciendo uso de sus respectivos
rostros: felicidad, asco, aburrimiento, etc.
Objetos Rostro
Escenas Prácticas Comunicar, esconder sentimientos, transmitir
emociones, advertir estados, indicar atención,
reforzar el lenguaje verbal, confundir, etc
En el lenguaje gestual (facial), los signos vienen a ser toda
posición o movimiento de las cejas, ojos, nariz y boca que los actores
realizan. De modo que al entrelazarse todos, expresarán una emoción
que reflejará determinados textos. Según Paul Ekman (Serperuano, 2014)
existen 6 emociones básicas que todo ser humano posee. Las cuales son
la felicidad, cólera, sorpresa, asco, tristeza y miedo. Por ejemplo, si una
vendedora tira hacia arriba las comisuras de sus labios en forma de una
sonrisa y contrae los músculos de sus mejillas alrededor de sus ojos al
atender a una clienta; está expresando alegría y satisfacción por la
preferencia de esta clienta. Ese vendría a ser su texto. Siente felicidad. Si
en cambio, la recibe con el ceño fruncido y con las comisuras de los
labios en dirección opuesta, estaría expresando fastidio por la presencia
de la clienta. Igualmente, si un cliente se muestra con la nariz arrugada, el
labio curvado y las cejas fruncidas; estaría demostrando aversión con
respecto a la suciedad del local, el vendedor o la mala calidad de un
producto. Unas cejas altas, ojos bastante abiertos y una boca levemente
abierta con la mandíbula caída puede denotar sorpresa, ya sea en cuanto
al elevado precio de un producto en el caso de un cliente o a la falta de
cambio que se pueda dar en ambos casos.
Por otro lado, las miradas reflejan la dirección de la atención. Si
uno mantiene la vista en determinada dirección, el interés se verá
enfocado en aquello que se está observando. Si una persona se
encuentra interactuando con otra, ya sea conversando o realizando
cualquier otra actividad que necesita de la participación de dos personas,
y una de ellas se encuentra focalizando su mirada hacia una dirección
contraria a la de las persona en cuestión, queda inferido que su mente se
ha visto cautivada por alguna otra cosa o persona distinta. Es decir, no
tiene interés o no le importa el asunto de la otra persona.
De cierta manera, el objeto rostro nos delata. Si bien en cuanto a
sus escenas prácticas puede comunicar emociones, puesto que este
vendría a ser su más básico uso práctico; por otro lado, también puede
esconderlos. Una vendedora o clienta que haya tenido un mal día puede
esconder su tristeza o rabia a través de una sonrisa, para que de esa
manera logre mantener la preferencia o reciba un mejor trato
respectivamente. Asimismo, el lenguaje facial sirve para reforzar el
lenguaje verbal. Si entre vendedor y comprador se saludan cordialmente y
al mismo tiempo se emplea una sonrisa, la cordialidad de las palabras se
ve reforzada por la felicidad que se transmite. Y de esa misma manera,
otra escena práctica vendría a ser, por ejemplo, el uso de esta sonrisa
para que la vendedora o compradora transmita felicidad a la contraparte y
que esta se vea influenciada por esta alegría para responder de la misma
forma. En caso de demostrar lo contrario, la otra persona será advertida
por el objeto rostro. Así podrá guardar distancia al realizar su transacción
o se moderará al conversar con ella. Si ha advertido enojo en la
vendedora, sabrá que no es recomendable pedir una yapa, por ejemplo.
No obstante, se puede dar el caso de enviar mensajes erróneos al
no ir de la mano con el lenguaje verbal. Esto se puede dar de forma
inconsciente. Si un comprador o vendedor no se encuentra prestando
atención a la hora de realizar su transacción, la otra persona involucrada
puede tomarlo como una falta de respeto. Sin embargo, como he
mencionado anteriormente, esto se puede dar de modo inconsciente. Si
una de las dos personas se encuentra observando la calle durante dicha
transacción, es probable que el ruido de la calle o el pasar de los autos
haya llamado su atención. Así como el ambiente que la rodea o los
posibles peligros la mantengan alerta.
c. Lenguaje Ropa/Accesorios
Signos Prendas de vestir, accesorios
Textos lo que se expresa con las prendas: “quiero estar
cómoda”, “soy la vendedora”, “tengo frío”, “voy a
realizar muchas actividades hoy”, “soy práctica”,
“la apariencia es secundaria”.
Objetos Atuendo
Escenas Prácticas protegerse del ambiente, ayudar a la movilidad,
dar comodidad, facilitar tareas, identificación.
Los signos en el lenguaje de la ropa son las distintas prendas de
vestir que los actores lucen en esta situación semiótica. Estos elementos
se configuran en diversos textos. Por ejemplo, cuando vemos a la
persona que tiene puesto sobre su ropa un mandil algo arrugado y sucio,
podremos reconocer a la vendedora de verduras. Su ropa tiene ese texto
“soy la vendedora” o “soy la verdulera” reconocible por el resto de
personas en el lugar. Otro caso es el de algunos compradores que tienen
puesta ropa muy cómoda y funcional con pocos accesorios, en algunos
casos no se verán tan coordinados, pero son funcionales para su
propósito de ir de compras al mercado. Sus textos nos pueden decir:
“quiero estar cómoda”, “la apariencia no es muy importante”, “soy
práctica” o “tengo muchas cosas que hacer hoy”. En otros casos, el texto
conformado por las prendas de vestir nos dará indicaciones de cómo
percibe el individuo el clima. Por ejemplo, si usa varias prendas largas,
pesadas o de materiales gruesos, su texto nos dirá que tienen frío.
Todos estos textos se inscriben en el objeto atuendo, que puede
ser bastante variado entre los individuos que acuden al mercado. Sin
embargo, distinguiremos que existe un atuendo común para las
vendedoras del mercado. La mayoría lleva por encima de la ropa un
elemento unificador que las distingue del resto, además de su posición en
cada puesto. El mandil, del que se valen para proteger sus vestimentas y
en el que guardan varios objetos útiles como cuadernos para hacer
cuentas, lapiceros y monedas, es un elemento distintivo de las
vendedoras.
El atuendo se puede inscribir en distintas escenas prácticas.
Principalmente, los individuos lo usan para protegerse del ambiente que
los rodea. En algunos casos será de la temperatura, en otros del polvo y
la suciedad. Otro escenario práctico en el que se inscribe el atuendo es
en el de dar comodidad, las personas que usan prendas holgadas o
deportivas posiblemente formen parte de esta acción. El atuendo también
puede facilitar tareas, esto se ve reflejado en el uso de ciertos accesorios
como una cartera en la que tener el dinero y otros accesorios o
herramientas. El mandil también ayudará a las vendedoras para facilitar
ciertas tareas. Finalmente, otra escena práctica es la de identificarse ante
el resto a través del atuendo. El caso más claro es el de la adición del
mandil a la ropa para significar que la persona portadora trabaja en el
mercado, es una vendedora o vendedor.
d. Lenguaje Verbal
Signos Palabras, frases, textos.
Textos Es lo que vendedores y consumidores expresan
con lo que dicen: su situación anímica (feliz,
enojado, triste, etc), interés en productos, solicitar
“yapa” o descuento.
Objetos Oral y escrito
Escenas Prácticas Comunicación, intercambio de ideas,
conversaciones, solicitar productos, averiguar
precios, contar historias o datos curiosos, etc.
Los signos en el lenguaje verbal son todas las palabras, frases o
textos que expresan los actores en cada situación semiótica. Podemos
saber mucho de una persona tan solo por su lenguaje verbal. Si una
persona pide un producto con un tono de voz elevado y dice algo grosero,
podemos notar que está molesto o amargado. Si otra persona entra a
pedir un producto con voz temblorosa podemos saber que está triste. Así
mismo, si una verdulera habla con voz alegre y trata de “amiga, hermana,
caserita” a la compradora, podemos saber que está feliz o eufórica.
Lo que dicen y la manera cómo lo dicen, es decir, el tono de voz,
expresa mucho sobre ellos; por ejemplo sus estados de ánimo, sus
intereses, sentimientos, preguntas, etc. Estos elementos serían sus textos.
Los humanos somos seres sociables y gregarios por naturaleza y,
por lo tanto, tenemos la necesidad de relacionarnos continuamente con
los demás y dejar constancia de nuestra existencia. Muchas veces la
comunicación oral (la descrita anteriormente) no es suficiente o no se
puede utilizar según el contexto, por lo tanto, los humanos contamos con
un segundo recurso: el lenguaje escrito. Es decir, todo registro físico (o
digital). En estos casos y, de acuerdo a nuestro contexto, tanto
vendedoras como compradoras pueden comunicarse mediante un texto
escrito. Las vendedoras lo usan principalmente para hacer sus cálculos
(sumas, restas, multiplicaciones y divisiones), mientras que las
compradoras llevan en una pequeña libreta u hoja de papel todos los
productos que necesitan comprar para su hogar.
Como se mencionó líneas arriba, las principales escenas prácticas
con la utilización del lenguaje verbal que, en el contexto de compra y
venta en un mercado pequeño, se pueden desarrollar pueden ser
principalmente la comunicación, ya sea formal (vendedora-compradora) o
más informal y amical, si ambos actores se vuelven más cercanos.
También intercambian ideas, recomendaciones, datos, <<información, ya
sea en un ambiente cercano e interno, relacionada a los productos,
precios, vecinos, etc, o también información más general sobre el ámbito
político o económico del país.
Por lo visto en el trabajo de campo, podemos constatar que el
lenguaje verbal que utilizan en el mercado es informal. La relación es
bastante cercana entre vendedoras y compradoras. Incluso hasta son
amigas. Principalmente utilizan la comunicación oral, a no ser que la
vendedora tenga que hacer grandes cálculos y/o la compradora tenga que
acordarse de muchos productos por comprar, en ambos casos recurren al
texto.
C. Reflexión y Análisis por Niveles
a. Signos
Posición de los brazos
La forma en la que los brazos están dispuestos o colocados
indican también intenciones o estados de ánimo. Así, si una persona está
sentada y sus brazos están relajados y sobre el regazo indicará una
actitud de escucha y de relajación. Sin embargo, si sus brazos están
cruzados podría significar algún tipo de preocupación respecto a lo que
está escuchando. Cuando las verduleras se sientan a conversar con sus
caseras y tocan temas distintos a las ventas habituales, sus brazos
recorren estas posibilidades de acuerdo al tema de conversación que se
está tratando. En determinado momento, sentada, vuelve a cortar algunas
verduras y empacarlas pero luego regresa a la actitud de escucha. Esto
mostraría alguna falta de interés en un tema pero luego vuelve a
conectarse con el relato de su casera.
Cadencia al caminar
Caminar no solo es funcional, dependiendo de la velocidad o del
peso que se ejerce al hacerlo también implica una carga emocional,
psicológica o de estado físico. Segun Peace, por ejemplo, si la persona
camina ligero y con pasos largos podría decir que es impetuosa, ansosa o
agresiva. Por el contrario, si camina con pasos firmes y pausados, pero
no lentos y extremadamente cuidadosos, puede decir que es una persona
serena y decidida. Del mismo modo, si su cadencia es lenta o
accidentada también podría marcar fatiga. Distinto a si es ligero y preciso,
derrochando vitalidad.
Mirada
La mirada es la acción de posar la vista en algo o alguien. Refleja
nuestros intereses y emociones más internas, por ello se dice que los ojos
son las ventanas del alma. Al iniciar una interacción con una segunda
persona, si la mirada está fija en el otro actor, se infiere que se está
prestando atención. Sin embargo, si la mirada está distante y ajena,
perdiéndose con el entorno, no se está tomando atención y mucho menos
se tiene interés en la otra persona o en la misma acción que se viene
realizando. En caso de que un vendedor no tenga la mirada fija en un
posible comprador cuando éste se acerque a preguntar el precio de algún
vivere, el comprador se puede ver ofendido por la mala atención que se le
está brindando y puede preferir irse a comprar a otro lado.
Cejas
Las cejas en las personas sirven para reforzar la expresión de los
ojos. Una persona que carece de cejas no expresaría lo mismo que
aquella que sí las posea. La posición de éstas puede remarcar una
emoción. Unas cejas levantadas pueden expresar sorpresa, desconcierto
o alegría. Sin embargo, es así por sí solas. Por el contrario, unas cejas
más contraídas pueden expresar tristeza. Aquellas que se muestran
fruncidas y arrugan la zona de entreceja, muestra enojo o ira.
Nariz
La nariz al carecer de movimiento en comparación con los ojos,
cejas y boca, no llega a expresar muchas cosas. Sin embargo, al ser el
órgano del sentido del olfato justamente ha de expresar un sentimiento en
relación a este. De esta forma, cuando se arruga la nariz uno está
demostrando aversión hacia algo o alguien. Bien puede darse para un
olor desagradable y una persona o acción no deseada.
Boca
La sola curvatura de la boca ya sea dirigiendo las comisuras de los
labios hacia arriba crea una sonrisa, la cual a su vez indica felicidad. Pero
si éstas se ven dirigidas hacia abajo, informan tristeza. Existe una gran
cantidad de movimientos, ángulos y posiciones que se pueden dar con la
boca. Por lo general cuando uno se encuentra pensando o realizando
algún cálculo matemático, como en este caso ya sea el comprador o el
vendedor muy probablemente moverán sus bocas hacia un costado y la
posicionarán levemente en diagonal.
Prendas de vestir
Las diversas prendas que usan los actores se conjugan en
distintos atuendos. Por sí mismas tendrán cierta significación. El pantalón
de buzo o las zapatillas, por ejemplo, nos dan la idea de comodidad o de
algo relacionado al deporte, ya que corresponde a la isotopía de la ropa
para competencia o actividades físicas. Por otro lado, prendas como una
chompa de lana nos darán la idea de calidez, tal vez por la percepción de
bajas temperaturas atmosféricas. Contrariamente, los zapatos con puntas
descubiertas que exponen los dedos nos darán la idea de frescura y
ventilación.
Entre todas las prendas, resalta el mandil de los vendedores. Este
mandil se agrega a las demás prendas y hacen que la persona que lo
tiene puesto sea reconocido como un casero, un vendedor, un
responsable de puesto. Es él o ella de quien el comprador obtendrá lo
que necesite. El mandil denota entonces especialidad y cierta autoridad.
Accesorios
Los accesorios complementan a las prendas de vestir y podrán
añadir a la significación del atuendo en sí. Un par de pendientes vistosos
en una verdulera denotan una preocupación por el arreglo personal, ya
que sin importar que las tareas que va a realizar sean bastante manuales
y posiblemente la ensucien, la verdulera no duda en arreglarse y tratar de
lucir presentable, o lo que es más, arreglada.
Una cartera colgada del brazo de una compradora significará
preparación, ya que ha puesto en su bolso las cosas que necesitará para
hacer las compras, así como otros accesorios: su dinero, una lista, un
celular, etc. La calidad de la cartera nos dará una idea del poder
adquisitivo de quien la lleva. El hecho de si la cartera coordina bien con el
resto de las prendas nos dará una idea de cuánto le importan a la
persona su apariencia e imagen personal.
Palabras
Una palabra es un segmento que, en conjunto forman una frase, y
de acuerdo a la “fuerza” de la palabra, puede expresar mucho o nada.
En nuestro contexto, las palabras pueden decir mucho, debido a que
no hay mucho tiempo que invertir cuando una persona va a comprar a un
mercadito. Por lo general es la vendedora la que se encarga de hacer
preguntas y la compradora de afirmar o negar. También puede ser al
revés, la compradora es la que más genera conversaciones y la verdulera
solo conteste.
Todo esto dependerá también del estado de ánimo de las personas.
Generalmente, cuando una persona está deprimida, no busca interactuar
mucho con los demás, por lo tanto su comunicación se verá limitada a
unas cuantas palabras.
Por otro lado, cuanto más feliz esté alguien, más sentirá la necesidad
de relacionarse y compartir. Por lo visto en la investigación, la mayoría de
gente que va al mercado se encuentra con buen estado de ánimo, por lo
tanto busca un espacio para compartir lo que piensa y/o siente con
personas que considera de confianza.
Frases
Las frases son el conjunto de palabras que buscan dar sentido a
una idea, puede ser pensamiento, sentimiento, o cualquier cosa que
necesite ser expresada. Es más fácil conocer a una persona por sus
frases u oraciones (lo que habla), que solo por palabras.
Muchas de las personas que van a comprar ya son conocidas para
las vendedoras, quienes las consideran sus “caseritas”, porque son
clientas asiduas al lugar, difícilmente cambian de vendedor. Entonces se
crea un lazo de amistad bastante agradable, porque solo van a comprar y
a conversar. Entre sus frases u oraciones más conocidas puede ser la
solicitud de “yapa” (o un poco más) por parte de la compradora, “¿no
tiene sencillo?”, por parte de la vendedora, frases de saludo y de
despedida cordiales, oraciones sobre chismes del vecindario, cuestiones
personales, temas políticos y económicos del país, etc.
Textos
Con textos nos referimos a la forma escrita de plasmar o expresar
una idea. En el mundo hay diversas formas de hacerlo, desde textos
escritos hasta fotografías, pinturas, gráficos, etc.
Nos vamos a centrar en nuestro contexto: el mercado. Como se
mencionó líneas arriba, los principales textos escritos que encontramos
en esta situación son los creados tanto por vendedoras y compradoras.
Por parte de la vendedora encontramos principalmente hojas
pequeñas sobre las que están escritos cálculos de suma, resta,
multiplicación y división. También pueden haber datos precisos, como
teléfonos, direcciones y pedidos específicos de sus compradoras.
Por parte, en cambio, de las compradoras, encontramos que por lo
general suelen llevar unas pequeñas hojas en las cuales está escrita una
lista de productos que desean comprar cierto día específico para su
hogar.
b. Textos - Enunciados
Lo que se quiere decir con el cuerpo
Dicho antes, la forma en la que los brazos están dispuestos sobre
el cuerpo o el ritmo en el caminar de una personas pueden ofrecer
información valiosa sobre su estado de ánimo o sus intenciones. Así, si
un actor desea interpretar a un hombre viejo, ansioso y agresivo pues
caminará sobre la tarima de manera rápida, con el cuerpo hacia adelante,
ejerciendo peso sobre cada pisada y cierto tambaleo si es que desea
acentuar la edad. Entonces, la combinación del lenguaje corporal puede
brindarnos información sobre la edad, estado de ánimo e intenciones de
acuerdo a la combinación empleada.
Lo que se quiere expresar con el rostro
Ya sea con una mirada, un movimiento de labios, una
posición de cejas, etc. o haciendo uso de todos estos elementos del
rostro humano al mismo tiempo, se puede reproducir un texto bastante
complejo.
Como ya se mencionó anteriormente, una mirada indica
principalmente el interés de una persona hacia algo o alguien. Donde se
haya posado la vista, será donde la atención se ve dirigida. Así, si dos
personas están conversando y una tiene una mirada esquiva, movediza o
se encuentra observando cualquier otra cosa, su texto nos indicaría que
no le importa el tema de conversación, la otra persona o que está
aburrida.
El texto también puede referirse a los estados de ánimo de la
persona en cuestión. Una simple sonrisa puede indicar felicidad. Una
nariz arrugada asco. Unas cejas fruncidas, molestia. Y así
sucesivamente. Hay muchas combinaciones en cuanto a las posiciones
de éstas o inclusive la curvatura de los labios. Hasta el más mínimo
movimiento es un indicio de algo diferente.
Lo que se quiere decir con la ropa
Dependiendo de la combinación y la naturaleza de las prendas
usadas para construir el texto de la ropa. Si vemos prendas
descoordinadas, sabremos que el texto es “la apariencia es secundaria”.
Mientras tanto, si vemos que el atuendo reúne accesorios vistosos y
seleccionados para que coordinen con las demás prendas, el texto será
“me importa verme presentable”.
El texto expresado también puede ser acerca de la percepción
climática del momento. Si las prendas se conjugan en una combinación
abrigadora, sabremos que su texto es “hace frío aquí”. Por otro lado, si las
prendas se juntan en una combinación más bien ligera y ventilada, el
texto será “hace calor”.
La ropa también nos dará un texto que exprese el poder adquisitivo
de quien la lleva puesta. Si vemos prendas gastadas y maltratadas por el
uso excesivo, sabremos que la persona que las viste puede no tener
mucho dinero para comprar ropa nueva.
Finalmente, la ropa también nos dará información sobre quién es
quién en el mercado. Los que usen mandiles y otros accesorios similares
serán identificados como los vendedores, los encargados de proveer a los
asistentes al mercado de todo lo que necesiten y en muchos casos con
rebajas o yapas.
Lo que vendedores y consumidores expresan con lo que dicen.
Entre las cosas que vendedores y compradores pueden expresar con
su lenguaje verbal están sus intereses en productos, pedir sencillo,
solicitar “yapa” o descuento, e incluso, si se da la suficiente confianza, su
situación anímica.
Interés en productos
Esta es la razón principal por la que las vendedoras se acercan al
mercado. A veces solo van a ver qué pueden comprar, otras veces van a
sabiendas del precio y los productos y compran lo que deseen o
necesiten.
Solicitar “yapa” o descuento.
Cuando los compradores solicitan una “yapa” (más producto gratis) o
descuento, lo hacen con voz cordial y adornando las palabras, todo esto
en busca de convencer al vendedor de que le dé lo que solicita.
Situación anímica
Esto se da cuando la confianza entre compradores y vendedoras ha
aumentado, ya sea por la cordialidad en las mismas personas o por los
años que se conocen.
c. Objetos
Cuerpo
Con el cuerpo los textos se transmiten mediante la combinación de
uso de las partes. Se revelará el estado anímico y físico a través de las
maneras de utilizarlo. Los movimientos son considerados como signos y
su carga motivada se traduce en textos. Por ejemplo, colocar las manos
tensas sobre la cintura es distinto a colocarlas relajadamente dentro de
los bolsillos del pantalón. Ambas maneras de colocar las manos
transmiten cargas distintas, la primera de disgusto y la segunda de
desinterés al conversar con alguien o simple relajación al transitar por la
calle.
Rostro
A través del objeto rostro, los textos que se mencionaron
anteriormente pueden ser expresados haciendo un uso interrelacionado
de cada signo. Si bien cada ser humano es único y posee diferentes
rasgos que los diferencien los unos con los otros, por su propia
naturaleza, todos poseen un par de cejas, dos ojos, una nariz y una boca.
A pesar de esto, existen diversas combinaciones, las cuales todo ser
humano repite a lo largo de su vida puesto que a raíz de esto irá
expresando una emoción que será decodificada por otros.
Las emociones ya sea de una forma consciente o inconsciente
serán reveladas de una forma forma física gracias al rostro, puesto que es
un objeto físico. Y en caso de tratarse de una expresión inconsciente, el
sentimiento oculto y en sí intangible e invisible, será revelado al exterior.
Atuendo
El objeto atuendo es en el que se inscriben los textos expresados
por la combinación de diferentes prendas de vestir y accesorios. Cada
atuendo es único y dependerá de la persona que lo arme. A partir del
atuendo y el análisis de sus partes se podrán llegar a diversas ideas o
mensajes que la persona que viste dicho atuendo expresa intencional y
no intencionalmente.
El atuendo es considerado como objeto físico y cargado de
significado, en nuestra investigación nos da mucha información del grado
de formalidad (o informalidad) que existe en el mercado, pues la
informalidad está asociada a la familiaridad. Además nos da información
de identificación de los distintos personajes.
Oral
Es todo lo que se expresa mediante el habla. Son las palabras o
frases que la personas expresamos mediante lo que decimos y emitimos
con sonidos que se transforman en ideas.
En el contexto, es todo lo que los actores dicen con la boca, los
sonidos que emiten. Pueden transformarse en risas, conversaciones
cortas o largas, solicitud de productos, descuentos, etc.
Escrito
Como se mencionó, en el contexto lo escrito se ve mucho más
limitado que lo oral o hablado. Pues es una manera más lenta y tediosa
de expresar una idea. Por lo tanto, vendedoras y compradoras solo ponen
de manifiesto ciertas cosas en una hoja, como por ejemplo las cuentas,
cálculos, etc, también sirve como ayuda memoria, para que las
compradoras recuerden los productos que tienen que comprar.
d. Escenas Prácticas
Aparentar fatiga o cansancio
Al final de la jornada del día domingo se pudo observar a una de
las verduleras sentada junto a una casera. Ambas conversaban pero la
postura refería relajación. Las manos de la verdulera estaban colocadas
sobre las piernas, sin tensión. Cuando ingresó otro cliente, se tensaron y
se incorporó lentamente. Su forma de atender mostró fatiga a través de la
cadencia de los pasos. Si bien fueron rápidos, no fueron ligeros. La
ansiedad por atender, culminar y volver a sentarse para seguir en
relajación junto a su otra casera fue notoria.
Transmitir emociones
Una escena práctica es la de transmitir emociones. No se refiere al
hecho de “comunicar emociones”, sino a transmitirlas. Es decir, compartir
la emoción y de esa manera hacer que otra persona posiblemente sienta
algo similar. Por ejemplo, si un cliente se acerca con una sonrisa y
sumándole a esto hace uso de una conversación bastante amena, el
comprador probablemente responderá a esto de la misma forma; ya que
un buen trato siempre es visto de forma positiva. Si por el contrario, el
cliente se acerca con una expresión amargada y se expresa
negativamente, recibirá una respuesta muy distinta a la anterior.
En el caso de los vendedores, estos suelen lucir sonrisas en sus
rostros para que ya sean sus posibles compradores como los habituales,
se sientan a gusto con su servicio y se cree un lazo de confianza. Y así,
en una posterior visita, asegure una próxima venta.
Reforzar el lenguaje verbal
El lenguaje gestual va de la mano con el lenguaje verbal. Si bien
principalmente sirve para expresar emociones, uno de sus usos más
habituales es aquel que refuerza lo hablado. Así cuando una persona
hable, le insertará intensidad a las palabras. Cuando tanto los
compradores como vendedores entablan una conversación ya sea en
cuanto a la compra o específica o alguna clase de vivencia, su rostro
reflejará varios cambios a la larga, los cuales servirán para dramatizar
algún acontecimientos o para intensificar la acción por hacer. Si un
comprador no se encuentra a gusto con la calidad de algún vivere, el
decirlo pueda no ser suficiente para el vendedor. Entonces al notar el
disgusto del rostro del cliente, se pondrá más a su disposición y querrá
cambiar dicho malestar para generar una experiencia reconfortante en la
compra-venta.
Indicar atención
Con el rostro también se puede indicar que uno está prestando
atención. Esta acción puede relacionar tanto a la misma persona como a
otra o a su entorno, puesto que puede uno dirigir su interés a través de su
mirada y la dirección del rostro ya sea a otro ser humano como a lo que lo
rodea. Un comprador puede concentrar su atención en el vendedor, el
mismo mercado, su dinero, las verduras, personas, etc. Por su parte, los
vendedores estarán más atentos en su propio negocio y bienes, sus
asiduos y posibles compradores y la competencia.
Identificarse mediante el atuendo
Como se ha podido verificar en líneas anteriores. Existen ciertos
atuendos, o atuendos que cuentan con ciertos signos que harán que el
portador sea identificable. Especialmente hablamos de los atuendos que
incluyen mandiles, ya que estos nos permitirán identificar a los caseros
vendedores o responsables de puestos. También podremos identificar al
comprador deportista o a la ama de casa práctica.
Protegerse del ambiente
Otra acción que se realiza con el atuendo es funcional y se trata de
crear una barrera entre el ambiente y la persona. El ambiente incluye los
elementos propios del clima, así como los elementos pertenecientes al
medio en el que uno se encuentra. En algunos casos, se usará el atuendo
para protegerse del frío; en otros, del polvo o la suciedad.
Facilitar tareas
El atuendo puede también dar mayor movilidad a su portador. Si
está compuesto de prendas holgadas y cómodas, sabremos que facilita
los movimientos y el desplazamiento. Por otro lado, si incluye elementos
de almacenamiento como los bolsillos del mandil o una cartera amplia,
sabremos que se usa para ayudar la portación de otros elementos como
el dinero, un teléfono celular, un pequeño cuaderno de cuentas, etc.
Comunicación
La comunicación es el principal instrumento que tienen los humanos
para socializar, por lo tanto es una herramienta básica en esta situación,
en la que no solo buscan socializar, sino también adquirir productos de
buena calidad y al más bajo precio posible por una parte (compradoras), y
recibir dinero y ganancias por otra parte (vendedoras).
Solicitar productos
Una de las razones principales por las que las compradoras van al
mercado es para ver y solicitar productos que van a consumir o utilizar en
su hogar. Para esto es básico que puedan comunicarse de forma oral,
pues ganan tiempo y generan empatía. Algo que sería difícil de crear de
manera escrita.
Averiguar precios
Otra de las razones por las que las compradoras se comunican con
las vendedoras es para saber el precio de lo que quieren comprar. Puesto
que en este tipo de mercados es difícil encontrar el precio de los
productos, ya que se encuentran sueltos y falta pesar; la necesidad de
comunicación aumenta.
Intercambio de ideas
Las personas que trabajan ahí y también las que van a diario a
comprar, no solo se centran en hacer lo que tienen que hacer y punto.
Muchas veces intercambian datos, sobre todo cuando no se conocen
mucho. Como buscan socializar, empiezan con temas superfluos y
generales.
Conversaciones
Una vez que se generó más empatía entre vendedores y
compradores, empiezan a producirse conversaciones más ágiles y
cordiales
Contar historias o datos curiosos
Cuando la confianza entre vendedora y compradora ya ha llegado a
niveles altos, se genera un tipo de comunicación más informal, alegre y
cordial. Es cuando empiezan no solo a conversar sobre productos,
precios y temas generales, sino también sobre asuntos más personales,
de su entorno e incluso chismes sobre los vecinos.