Post on 03-Jul-2022
La sanadora actitud de reconocer:“Yo te elegí, te tomo tal y como sos”
Muchas veces confundimos el amor con protección, nos
creamos la imagen de que el otro me está
salvando, rescatando, o al revés. También
solemos confundir el amor con compañía, seguridad, a raíz de nuestro miedo a la
soledad.
Pero el amor verdadero surge en el vínculo de la pareja
cuando somos capaces de decir al otro, desde lo profundo
de nuestro ser: “Te tomo tal y como sos, con tu historia, tu
carácter, tus formas, tus elecciones; te tomo con tu madre, con tu padre...”. Es a
partir de ese reconocimiento cuando la pareja puede
comenzar a mirarse del mismo tamaño, como dos adultos.
Porque si cuando cierro los ojos me veo delante de mi pareja de un tamaña superior al de él o ella, quiere decir que
tengo la pretensión inconsciente de salvarlo. Sin darme cuenta me estoy
ubicando en el lugar de padre o madre de mi pareja. Entonces el otro me
desconoce como mujer adulta o como hombre adulto, y pierde fuerza la
sexualidad y la intimidad. Si es la mujer la que se ve de un tamaño mayor al de su pareja, es probable que ese hombre empiece a debilitarse energéticamente
y también su economía.
Aunque no lleguemos a entenderlo desde lo intelectual, es importante tener conciencia del tamaño con el
que percibo a mi compañero o compañera. Y eso también tiene su origen en cómo he internalizado la imagen de mi padre y de mi madre como pareja, porque es la primera con la que he contactado, más allá de que los hayamos conocido o no.
En el sentido sistémico sabemos que la memoria de ambos, su imagen
está en nuestro interior, en nuestro ADN.
Ese mirar a mamá y a papá es una mirada constante, que se
actualiza a lo largo de nuestra vida, y los ajustes que vayamos haciendo dependerán del nivel
de conciencia que cada uno esté atravesando.
Si ese “movimiento” no está hecho, si no logro ver, desde mi interior, a mamá y a papá del mismo tamaño, puede que proyecte en mi pareja todo lo que no tomé de mi madre y mi padre. ¿Y qué
es tomar? Aceptar que ambos hicieron y me dieron lo que pudieron, que todo fue su�ciente para mí, y que el mayor regalo
fue el haberme dado la vida, porque podrían no haber estado disponibles para ello.
De lo contrario, la misma exigencia que aún tengo hacia mamá y hacia papá, aunque esté guardada en el baúl de los recuerdos,
oculto, inconsciente, lo voy a proyectar hacia el otro. Entonces, en la pareja no habrá relación de adulto con adulto, sino de un niño con su madre, de una niña con su padre, de un niño con otro niño, o de
un padre con otro padre.
Este primer paso en la relación de pareja nos da
la fuerza y el equilibrio para mirar al otro de la
manera que necesito para tomar decisiones y
hacerme responsable, como adulto, de cuál es mi
parte en la pareja.
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