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1. MANUEL ZENO GANDIA EN LA NOVELISTICA
PUERTORRIQUEÑA
Antes de examinar la obra de Manuel Zeno Gandía, pasaremos a tratar
sobre el movimiento literario al que perteneció, el naturalismo puertorriqueño, con
sus principales novelistas y sus antecedentes en Europa y América.
Respecto al naturalismo, este movimiento derivado del realismo surge en
Francia a finales del siglo XIX como una reacción al sentimentalismo, la
subjetividad y el regreso al campo del romanticismo. El naturalismo resulta más
objetivo, con una atmósfera predominantemente urbana. Por lo general se
considera a Émile Zola (1840-1902) como el fundador del naturalismo francés,
pero lo cierto es que sus teorías tuvieron antecedentes reconocidos en la filosofía
positivista de Auguste Comte, las doctrinas deterministas de Hyppolyte Taine
(crítico e historiador), Charles Darwin y Ernst Heinrich Haeckel.1 Se le dio el
nombre de “naturalismo” a este movimiento literario porque se proponía usar un
método similar al de las ciencias naturales. Dicha técnica combina la observación
minuciosa e impersonal, derivada del método experimental de Honoré de Balzac,
Stendhal (Henri Beyle) y otros realistas. Otro de los principios más influyentes
1 Para más información véase Guillermo Ara, La novela
naturalista hispanoamericana. Buenos Aires: EUDEBA, 1965, pp. 5-10; Cedomil
Goic, Del Romanticismo al Modernismo. Vol. 2 de Historia de la literatura
hispanoamericana. Barcelona: Crítica, 1988, pp. 270-278; Orlando Gómez-Gil,
es sus teorías es que los fenómenos psíquicos están sujetos a leyes inexorables
como los hechos físicos, de manera que la novela debe tener un valor científico y
social. Para ello, Zola escogió arquetipos humanos como alcohólicos, locos,
enfermos, trabajadores, prostitutas. También constituían rasgos caracterizadores
del naturalismo su gran pesimismo en cuanto al presente, pero optimismo en
cuanto al futuro, su protesta y preocupación social.
Por otro lado, el naturalismo hispanoamericano tiene antecedentes
adicionales en escritores románticos como Manuel Payno, Cirilo Villaverde y José
Victorino Lastarria – este último, autor de ¡Salvad las apariencias! (1884) -, debido
en parte por el interés étnico “de las características y conflictos sociales, blancos,
negros y mulatos o indios” (Goic, Romanticismo 278). Entre los mayores
cultivadores de la novela naturalista hispanoamericana se encuentran Eugenio
Cambaceres, Tomás Carrasquillo y Eduardo Acevedo Díaz.
En cuanto al naturalismo en Puerto Rico, aunque no se aparta de Zola,
recibe influencias de -entre otros autores– Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez
Galdós, Maksim Gorki, Karl Marx, Lev Tolstoi y Fréderic Bastiat. Asimismo:
[…] se empapa el naturalismo boricua de las ideas realistas del ente
humilde y olvidado, y en el cruce político del 98 (Guerra
Hispanoamericana) empató esta preocupación obrerista, con el
movimiento de los trabajadores del Partido Socialista […] (Rosa,
Historia 1: 706).
Historia crítica de la literatura hispanoamericana. New York: Holt, Rinehart &
Winston, 1968, pp. 388-390.
La temática central de nuestro naturalismo, según José Luis González,
constituye “los problemas sociales y políticos heredados del régimen español y los
nuevos creados por el norteamericano” (González, Literatura 188-189). El
“precursor ideológico” (Op cit 189) de tal movimiento literario es Luis Bonafoux
(1855-1918) con Esbozos literarios (1894).
Antes de pasar a mencionar algunos datos literarios de Zeno Gandía,
señalaremos otros novelistas naturalistas puertorriqueños.2 Comencemos con
Matías González García (1866-1938), quien fue, para Cesáreo Rosa-Nieves, “ El
iniciador del naturalismo en Puerto Rico” (Rosa, Historia 707) con La primera
cría (1892), y que publicaría Cosas (1893), El Escándalo (1894), Ernesto (1895),
Carmela (1903) y Gestación (1904). Esta última es considerada por varios críticos
como “una verdadera novela de tesis sociológica” (Gómez 71; Casanova 40;
Rivera, Literatura 239) y la mejor de las novelas de González García (q. v.
González 202). Dicha obra narra la organización de una cooperativa comunal de la
caña contra la explotación de los colonos de la Central La Esmeralda mediante
2 Véase, p. ej., Olga Casanova Sánchez “La novela
puertorriqueña contemporánea”. Diss. The City Univerity of New York, 1977, pp.
71-73; Carmen Gómez Tejera, La novela en Puerto Rico. Río Piedras:
Universitaria, 1947, pp. 71, 87-88; José Luis González, Literatura y sociedad en
Puerto Rico. México: FCE, 1976, pp. 189-207; Josefina Rivera de Alvarez.
Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo. Madrid: Partenón, 1983, pp.
241-248.
discursos, huelgas, fuego a la hacienda, y la colonia parcelera ideal. Por otra
parte, José Elías Levis (1871-1942) escribió tres novelas realistas naturalistas:
Estercolero (1900), Mancha de lodo (1903) – ambas sobre la explotación sexual –
y Planta Maldita (1903) acerca de las miserias y tragedias de unos jóvenes artistas
en la Habana, Cuba. Por su preocupación por los problemas sociales, rurales y
urbanos, González considera a Levis como “un precursor de los novelística
puertorriqueña posterior” (Op cit 203). Finalmente Ramón Juliá Marín (1878-
1917) constituye “sin duda unos de los narradores más representativos de este
período” (Ibid) cuando narra la realidad isleña, expresada con amargura por la
burguesía criolla víctima de su desplazamiento en Tierra Adentro (1911) y La
Gleba (1912) – sobre la explotación y sobre la sustitución del cultivo del café por
el cultivo de la caña azucarera -.
A continuación brindaremos unos datos sobre la labor novelística y la lucha
política de Manuel Zeno Gandía, “la más alta figura de esta generación literaria”
(Op cit 193) y nuestro más notable precursor de la literatura puertorriqueña, de
acuerdo con Casanova (cf. Casanova 22).
La novelística de Zeno Gandía se divide en dos fases: “una de plenitud
romántica y otra realista con influencia naturalista” (Ibid). De la primera fase son
Rosa de Mármol (1889) y Piccola (1890), breves relatos de viajero. De la segunda
fase son La Charca3 (1894), Garduña4 (1896), El Negocio (1922) y Redentores
(1925). Esta última novela narra acerca de la explotación predominantemente
política desde el arribo de las tropas norteamericanas a la Isla. Su trama se
desarrolla en San Juan y junto con la inconclusa Nueva York o Hubo un
escándalo5, forman la serie Crónicas de un mundo enfermo. En 1955 el Instituto
de Cultura Puertorriqueña publica las tres primeras novelas de la serie bajo el título
general de Obras Completas.
Si bien resulta cierto que la segunda fase de las novelas de Zeno, según
Julia M. Guzmán, oscila “entre el naturalismo de Emilio Zola y de Emilia Pardo
Bazán y los realistas-naturalistas españoles, en una posición intermedia mirando en
ambas direcciones” (Guzmán 114), dicho naturalismo se acriolliza –por así
decirlo– debido a las circunstancias de la realidad hispanoamericana:
“militarismo, caudillismo, miseria y corrupción” (Beauchamp 32), así como por la
aguda observación del autor de la realidad puertorriqueña.
Con la invasión de las tropas estadounidenses a Puerto Rico en 1898, surge
un período de silencio literario que incluye a Zeno. No obstante, él milita
políticamente junto con Rosendo Matienzo Cintrón (1855-1913) y Agustín Stahl
(1842-1917) en la fundación del Partido Republicano que afirmaba la conversión
3 Sobre el deterioro del Puerto Rico cafetalero. 4 Se desarrolla en el cañaveral y el ingenio azucarero. 5 Sobre la emigración puertorriqueña a Nueva York.
de nuestro país en “un Estado más dentro de la Unión [norteamericana] para
afirmar la personalidad del pueblo puertorriqueño (Díaz Soler 163-164). Este
partido admiraba las ideas liberales de Estados Unidos, de ahí se entiende por qué
se aspira a la anexión.
Entre 1901 y 1902 Zeno Gandía y Matienzo Cintrón abandonan el Partido
Republicano porque éste colaboraba con el régimen colonial. Dos años después
aquéllos fundarán el Partido Unión de Puerto Rico que incluirá dos posibles
soluciones al problema del “status” político en la Base Quinta6: la estadidad o la
independencia bajo el protectorado de Estados Unidos. Tal partido triunfó en las
elecciones de 1904 y 1924. Al adaptarse esa colectividad política – bajo la
dirección de Luis Muñoz Rivera – al régimen colonial, Zeno, Matienzo, junto con
Luis Lloréns Torres, se distanciarían para fundar el Partido de la Independencia en
1913. Para dicho partido, la verdadera “americanización” – la modernización
democrática del país - se lograba a través de la independencia. Como dice Bernabe
Riefkohl:
[…] Ante la inesperada transmutación de la república [Estados
Unidos] en imperio los estadistas del 98 [sobre todo, Zeno y
Matienzo] se transforman en los independentistas de 1912.
(Bernabe 19).
6 Véase el texto en José Vivas Maldonado Historia de Puerto
Rico. s.l: s.e., s.f., p. 258.
Bajo toda esta situación literaria y política se desarrolla la trama de
Redentores que analizaremos a continuación.
8
II. LA ESTRUCTURA DE REDENTORES7
Ya señalamos en la introducción que la estructura significativa en
Redentores es la resistencia a la opresión, concretizándose cuando el periodista
Pedro Piedra se opuso a la política editorial de La Patria Libre, periódico fundado
por Áureo del Sol, un luchador independentista en tiempos de España, pero que
ahora el régimen estadounidense lo nombra gobernador títere de Puerto Rico.
Debido a las “inflexibles ideas” (Zeno 119) independentistas de Pedro, quedaba
comprometida la amistad de los dos compañeros, pero él prefería ser consecuente
en sus convicciones. Como veremos más adelante en nuestro análisis, continuarán
los enfrentamientos entre los dos personajes.
Sobre el tiempo que transcurre la novela, Palmer sugiere entre “los años
1900 y 1912, es decir, durante los primeros años del establecimiento de la Ley
Orgánica Foraker” (Palmer 62).
Durante esos doce años, Manrique Cabrera, en su Historia de la literartura
puertorriqueña, señala que se produjo un ambiente de “trauma: el violento
desgarre histórico consumado sin la intervención nuestra” (p. 160).
La estructura significativa que hemos mencionado – la resistencia a la
opresión -, se apoya también en diferentes estructuras parciales como la educación,
7 Para la organización de los capítulos, utilizamos el modelo
de Emilio Díaz Valcárcel en La visión del mundo en la novela. San Juan:
Universitaria, 1982, aunque con modificaciones y adaptaciones para efecto de
nuestro trabajo.
9
la política y la religión. Dichas estructuras parciales constituyen las bases
filosóficas por medio de las cuales se realiza esa resistencia al invasor8. Aunque
no se conseguirá la salida del poder metropolitano de Puerto Rico, sí se obtendrá
el derecho de elegir su propio gobernador por una ley de Congreso de Estados
Unidos en 1947. Un año después, triunfó el Partido Popular Democrático con su
líder Luis Muñoz Marín.
1. EDUCACION, POLITICA Y RELIGION
1. EDUCACION AMERICANIZANTE
Antes de continuar, tenemos que precisar el significado del término
“americanización”. Según Henry P. Fairchild – citado por Aida Negrón de
Montilla – consiste en:
[…] el proceso por el cual los pueblos de cultura
extranjeros adquieren los sistemas y costumbres de
vida americanos y la lealtad nacional; o la
asimilación de la cultura americana por los pueblos
de nacimiento o herencia extranjeros. (Negrón 7).
Si aceptamos este significado de entrada, reconoceremos que la
americanización persiste en nuestros días.
El narrador plasma a través de diversas escenas de la novela la falsa
concepción, por parte de los gobernadores extranjeros, de la inferioridad del
8 Véase, p. ej., María Eugenia Estades Font, La presencia
militar de Estados Unidos en Puerto Rico, 1898-1917. Río Piedras: Universitaria,
1988; María Dolores Luque de Sánchez, La ocupación norteamericana y la Ley
Foraker. Río Piedras: Universitaria, 1986.
10
idioma español en constraste con el inglés,9 , así como la crítica a esa concepción.
Tomemos algunos ejemplos.
Comencemos con las expresiones de Mr. McClave - maestro de inglés -
mientras viajaba en el buque “El Coamo” de Nueva York hacia San Juan. Ese
maestro afirmó al padre Nicolás, sacerdote de Adjuntas, que los únicos tontos eran
los que todavía no habían comprendido la gran utilidad que había en “quitarle a
ese pueblo su siflante idioma y enseñarle la hermosa y superiorísima lengua que
hablamos nosotros” (p. 33). McClave “insistía en inglés en que la lengua
castellana era inferior y que el inglés era la panacea” para que Puerto Rico llegara
en su día “al gobierno propio” (p. 34). Ante tal absurdo, responde el párroco:
[…] Las lenguas, McClave, son divino privilegio que
el buen Dios otorgó al hombre, encargándole de la
creación, desenvolvimiento, cultura, mezcla y
modificaciones de esa lengua.
[…] No son los congresos ni sus criados los que,
tirando por las ventanas los presupuestos, pueden
enseñar inglés a un pueblo, a menos que no sea
dentro de las condiciones que la naturaleza ha
provisto. […] (Ibid).
Más adelante, el sacerdote le recuerda al Mr. Clave:
Para enseñar a un pueblo el inglés, lo primero
que hay que hacer es modificar su conciencia. […]
(p. 35)
9 Véase Carmen Gómez Tejera y David Cruz López, La
escuela puertorriqueña. Sharon: Troutman 1970, pp. 164-169; Aida Negrón de
Montilla, La americanización en Puerto Rico y el sistema de instrucción pública,
1990-1930. 2a. ed. Río Piedras: Universitaria , 1990.
11
Proseguiremos con una de las escenas más mencionadas por los
estudiosos:10 la álgida discusión entre Áureo y Pedro. Aquél, luego de recibir
algunos borradores de noticias corregidos por su compañero, le dice a éste: “Deje
usted que digan [los políticos opositores al régimen] cuanto convenga al gran
negocio que tienen entre manos […]” (p. 120). A ello contesta: “Por ejemplo […],
el admirable tema del analfabetismo” (Ibid). Luego señala Áureo de manera
implícita en relación con la esperanza estadounidense por norteamericanizar a los
puertorriqueños: “[…] Un derecho inmanente, anterior a la lectura, la escritura y al
alfabeto se niega a un pueblo, tomando a cambio posesión de su tierra y sus
derechos” (Ibid). Posteriormente denuncia Pedro a Áureo y a otros amigos suyos:
“Ustedes […], ustedes los politicastros, sois unos criminales. Tenéis la culpa de
mucho lo que nos sucede” (p. 122). Estas palabras levantaron ronchas, por así
decirlo, entre los presentes. Como nos señala Umpierre:
[…] Este comentario aunque hecho en contra del
político puertorriqueño, nos recuerda el caso que
ocurre entre el autor biográfico y el Procurador
Pettingil [quien lleva a Zeno ante los tribunales
acusándolo de libelo por unos ataques al gobierno
estadounidense en su períodico La Correspondencia
en 1908, y que la Corte Suprema norteamericana
falló a favor del novelista]. (Umpierre 22).
10 Véase, p. ej., Rosa Palmer de Dueño, Sentido, forma y
estilo de “Redentores” de Manuel Zeno Gandía. Río Piedras: Universitaria, 1974,
p. 34; Luz María Umpierre, Ideología y novela en Puerto Rico. Madrid: Playor,
1983, p. 22.
12
Por cierto, todas estas expresiones de desprecio a nuestro idioma español
no son nuevas. Ya el Dr. Víctor S. Clark, presidente del Consejo de Educación y
ayudante del General John Eaton – jefe de la Oficina de Educación bajo el
gobernador Mayor General Guy V. Henry (1898-1899) - , sostuvo lo siguiente en
un informe de 1899, que cita Negrón de Motilla:
Si el sistema escolar público se deja en
manos negligentes e ineficientes, el despertar del
pueblo quedará aplazado indefinidamente. Si se
permite que dicho sistema continúe siendo europeo,
y que Francia y España continúen siendo dueñas
intelectuales de la Isla, es posible que el desarrollo
del sistema escolar pueda inducir al pueblo a la
disminución de las simpatías fundamentales hacia el
gobierno del cual forma parte. Si se americanizan
las escuelas y se inspira el espíritu americano en los
profesores y a los alumnos […], las simpatías,
puntos de vista y actitudes hacia la vida y hacia el
gobierno se harán esencialmente americana [sic]. La
gran masa de puertorriqueños es todavía pasiva y
maleable […] (Negrón 29).
Zeno, en cambio, consideraba que existía en Puerto Rico una cultura
anterior a la estadounidense. Sólo la emigración masiva de invasores a la Isla
podía absorber a sus habitantes para que su idioma desapareciera “por serie de
actos fisiológicos realizados en períodos más o menos largos del tiempo” (Zeno
34).
13
2. POLITICA DE ASIMILISMO
El autor considera la asimilación de una colonia por la metrópoli como
casi un aislamiento total del mundo. Así lo notamos en las palabras del Monseñor
al padre Nicolás:
[…] Las colonias sojuzgadas rara vez tienen
resueltos amigos. La solidaridad de países
del mismo origen o se oculta o es tan tibia
que no preocupa a nuestros estadistas. Si la
colonia, cansada de sufrir, se va a la rebeldía,
simpatizadores individuales de aquellos
países acaso la alentarían, pero sus gobiernos,
vistiendo entorchados diplomáticos,
establecerían “modus vivendi” con los
gobiernos que por su prisa migratoria, por su
acaparamiento de países que dicen educar y
fomentar cuando todavía ellos ni terminaron
la educación de sus gentes ni el arado de sus
tierras, aspiran a difundir por el mundo lo que
todavía no han logrado difundir en su propio
territorio.
Podemos afirmar que tal asimilación constituye una especie de
“enfermedad” – para decirlo con Juan G. Gelpí (cf. Gelpí 7) -, la cual hace de
Redentores y de todas sus demás obras mencionadas anteriormente “una
antinovela” según José Luis Méndez (q. v. p. 86). Este estudioso explica por qué
la denomina así:
[…] El mundo enfermo que produjo las
crónicas de Zeno Gandía ha desembocado en
su propia negación. La clase social que no
pudo transformar el mundo isleño ni dirigir el
14
proceso político puertorriqueño hacia la plena
libertad tuvo que refugiarse en la tragedia
como formas de expresión literaria.
Simultáneamente irrumpieron en nuestra vida
cultural otros grupos que se sintieron más
cómodos en otros géneros como el cuento, el
ensayo o la poesía. (Ibid).
De acuerdo con el propio Zeno, la política de asimilismo en Puerto Rico
traería “el fraticidio […] que de aquel modo se destruiría aquel pueblo,
disminuyendo su densidad con relación al tamaño del territorio” (p.115). Para
lograr dicha destrucción de nuestro pueblo se crea un gobierno local corrupto, que
a su vez forma hombres corruptos y humillados:
Aquí, aquí estaba, hundida en la
falacia, embozada en la hipocresía, de bruces
en la mentira. Colonia en explotación bajo la
campana neumática del egoísmo. Sus hijos
arrumbados o corrompidos o humillados. (p.
105).
Un ejemplo de tal corrupción lo tenemos en la escena en que Ivona
Astrove, quien trabajaba para Elkus Engels – Secretario del Gobernador -, anuncia
a su esposo Guajana un negocio turbio para obtener dinero, y así poder comprar la
casa soñada por ellos:
- Tengo entre manos un negocito que si
me sale bien, nos vamos a aburrir de ganar
dinero.
- ¿Vas a dejar la colocación?
- Pronto
- ¿Perderás el arrimo del secretario,
entonces….?
- No lo creas. En el negocio él [Elkus
Engels] me protegerá. (p. 114).
15
Otro ejemplo, pero que en este caso lo relata el narrador, es sobre la falta
de libertad en el periódico titulado paradójicamente La Patria Libre:
[…] Donde las gentes protestaran, debían los
jefes pensar y proceder con tacto. Se hablaba
de tendencias conservadoras como
convenientes a la política, y aquellos mismos
que pocos años antes tan triste experiencia
tuvieron de las ideas conservadoras,
aceptaban entonces políticas conservadoras
que casi siempre eran negativas de libertad y
respeto a los principios, o cobardía de perder
materiales intereses. (p. 116).
Sírvanse estos dos ejemplos para conectar la política de asimilismo con el
choque de religiones, temas interrelacionados en Redentores.
3. CHOQUE DE RELIGIONES
Respecto al choque de las religiones protestante11 y católica en Puerto Rico
desde la Guerra Hispanoamericana, e incluso desde antes12, debemos referirnos a
11 Los primeros misioneros de las iglesias o denominaciones,
a saber, Presbiteriana (U.S.A.), Bautista Americana, Congregacional, y Metodista
Episcopal, como consecuencia de una reunión ejecutiva de tales denominaciones
en la oficina presbiteriana en Nueva York en 1899 para dividir la isla “into four
sections” (en cuatro secciones), cf, Donald T. Moore, Puerto Rico para Cristo: A
History of the Progress of the Evangelical Missions on the Island of Puerto Rico.
Cuernavaca: CIDOC, 1969, p. 2/3; Samuel Silva Gotay, Protestantismo y política
en Puerto Rico, 1898-1930. San Juan: Universitaria, 1997, p. 112; Emilio Pantojas
García, “La iglesia protestante y la americanización de Puerto Rico, 1898-1917”.
Revista de Ciencias Sociales 18. 1-2 (Marzo-Junio 1974):105. 12 Debido al frecuente intercambio de productos agrícolas
desde Isabela y Quebradillas a las colonias inglesas y holandesas del Caribe, un
comerciante neerlandés de apellido Heligher se estableció en Aguadilla, le
16
la doctrina del “destino manifiesto”13. Ésta postulaba la empresa imperialista
como “la realización virtualmente inevitable de una misión moral asignada a la
nación [estadounidense] por la Providencia” (Pantojas 102). Como cuestión de
hecho, Zeno emplea la frase “destino manifiesto” invertida, poniéndola en boca del
padre Nicolás, quien la ha escuchado de los diplomáticos para referirse a la
política colonial norteamericana, mientras conversa con el Monseñor:
- Dicen que es su manifiesto destino….(p. 101).
Una característica significativa de dicha doctrina consiste en que los
invasores consideren inferiores a los colonizadores. Los llaman con calificativos,
p. ej., “gentes” y “nativos”, como en estas palabras que el Monseñor comunica al
párroco de Adjuntas:
[…] En las conferencias de París, en donde nadie
representaba a estas gentes, llamamos nativos a sus
habitantes. (p. 102).
Más adelante, Monseñor se refiere a la política imperialista “un
derecho divino […] esa misión […] para redimirlos [a los puertorriqueños]
de la ignorancia y educarlos” (Ibid).
comunicó sobre el protestantismo a José Antonio Badillo. Éste se convirtió a la
nueva fe, diseminándola a los vecinos de su barrio Montaña. Se formaron grupos
de oración y de estudio de la Biblia. Precisamente se les llamó a dicho grupo “los
Bíblicos”. 13 Originalmente se empleó el término para justificar la
anexión de la mitad del territorio mejicano por Estados Unidos a mediados del
siglo XIX.
17
Claro está, como se comprueba por las palabras del senador protestante
James Beveridge, esta designación del colonizado también se justifica en términos
económicos, políticos y militares:
[…] Dios no ha estado preparando a los pueblos
teutónicos y anglófonos por mil años para la vana
autocontemplación y admiración. ¡No! Él nos ha
hecho los maestros organizadores del mundo para
establecer sistemas donde reina el caos. Él nos ha
hecho aptos en gobierno para que podamos
administrar dicho gobierno entre pueblos seniles y
salvajes […] Las factorías americanas están
produciendo más de lo que el pueblo americano
puede usar; la tierra está produciendo más de los que
éste puede consumir. El destino ha determinado
nuestra política; el comercio del mundo será nuestro.
[…] Grandes colonias gobernándose ellas mismas
ondearán nuestras banderas, en comercio con
nosotros se desarrollarán en torno a nuestros
enclaves comerciales, nuestras instituciones seguirán
a nuestra bandera en las alas del comercio, la ley
americana, el orden americano, la civilización y la
bandera americana los plantarán sangrienta y
bélicamente pero para ser transformadas en
hermosas y brillantes mediante las agencias de Dios.
(Silva 70; cf. Pantojas 101-102).
Como puede observarse en la frase “Él nos ha hecho aptos”, hay una influencia del
darwinismo social, o sea, de la aplicación de la teoría evolucionista de Charles
Darwin sobre las especies en términos teológicos como lo hicieron el almirante
Alfred T. Mahan y el Rev. Josiah Strong. Además vemos en la frase “el comercio
del mundo será nuestro” un ideal del “capitalismo monopólico” (Siva 97)
contrario al “capitalismo de libre empresa” en todo el sentido de la expresión.
18
Dicho proselitismo protestante chocará con el catolicismo popular14 en
Puerto Rico, el cual defendía los valores hispánicos. Tal es el caso de las
advocaciones a las Vírgenes del Rosario y de Monserrat, para citar sólo algunas.
Aún así, en San Juan pervivía el catolicismo oficial. Tomemos varios ejemplos.
Casi a comienzos de la novela, el Monseñor reconoce al cabo Lucas
Artante su devoción en la Catedral del Viejo San Juan:
- Cuando viniste a San Juan y en tus prácticas
devotas en Catedral te conocí […] (p. 9).
Pero luego se le pregunta al cabo por qué su hija no es tan ferviente. Esta
interrogante le sorprende a Lucas:
- Dime – preguntó al cabo - . ¿Por qué
Piadosa no se confiesa ahora?
- ¿No se confiesa?
- No… Ya no como antes. ¿Por qué no
concurre a las fiestas del templo? ¿Por qué no lleva
el inocente cirio en la procesiones? ¿Por qué se aleja
de las asociaciones congregadas? ¿Por qué ha
cambiando sus costumbres? ¿Qué está pasando a tu
hija que a la fe parece haber dado la espalda?
- Sorpresa es para mí lo que usted me
pregunta, Monseñor. ¿Mi hija desviada de sus
deberes? ¿Mi hija indiferente con el culto de la
religión en que ha nacido? ¿Cómo esa desdicha
puede ocurrir ignorándolo yo, señor? (Ibid).
A la sorpresa de Lucas, le contestará después el Monseñor:
[…] Sospeché que desconocías lo que en tu propia
casa está pasando. Piadosa, buena , sencilla,
14 Véase Luis O. Zayas Micheli, Catolicismo popular en
Puerto Rico. Ponce: Raíces, 1990, pp. 13-50.
19
excelente hija, entusiasta por su religión, cumplidora
de sus prácticas, ha cambiado sus costumbres, huye
ahora del templo como se lo hubiera olvidado bajo
las influencias de nuevas y dominantes ideas
[protestantes]. (p.10).
Ante la noticia que comunica Piadosa al sacerdote sobre la posible compra
por Elkus Engels de los títulos de propiedad de las fincas del conde de Valenti,
antepasado de los Artantes, el sacerdote le preguntará al cabo la razón de su
nerviosismo:
- ¿Por qué te detienes?
- Es que […]
- Es que se trata de un personaje y temes
hasta aludirle.
- ¡Ah! ¡Cómo se conoce que naciste en una
colonia, en un país que viene de la servidumbre, que
está en ella! (p. 11).
Por último, el sacerdote insta a Lucas:
[…] No debemos rebajar nuestro carácter
especulando con la privanza de monarcas y
gobiernos, ni tratando de revolver el mundo
imponiendo escuelas filosóficas o fanáticas. Aquí
hemos venido, no como altos relieves que adornen
muros, sino como seres pensantes, obligados a servir
al bien, defendiéndolas de las malas acciones que se
pretenda hacerlas víctimas. No, nosotros no
debemos ser cómplices de la conjuración del silencio
(Ibid).
20
Este carácter combativo del Monseñor (como lo hemos visto en las pp. 18-
19 de nuestro trabajo) contrastará con el comportamiento servil posterior.15
Volviendo a las “escuelas filosóficas o fanáticas” que mencionaba el
Monseñor, Zeno lo dirá de la siguiente manera:
[…] Iba el pueblo cayendo poco a poco bajo esa
influencia y, dentro de la libertad de cultos, prospera
en las sectas [protestantes] la libertad de los
fanatismos. (p. 100).
De todo lo visto hasta ahora, el choque entre protestantismo y catolicismo
– específicamente el popular – creará un ambiente de confusión, lo que favorecerá
la cosmovisión dominante o asimilista.
15 Rosa Palmer de Dueño señala: “Sobre el Monseñor que
interviene en la política del país, sabemos que hubo un prelado norteamericano, el
Arzobispo de Nueva Orleans, que envió a los puertorriqueños “su apostólica voz
de aliento y esperanza en la noble empresa redentora” ”. (p. 56).
21
III. LA ESFERA MEDIA O EL UMBRAL
A. EL PRIMER GOBERNADOR CRIOLLO EN UN
REGIMEN ASIMILISTA:
AUREO DEL SOL
En este capítulo observaremos las características políticas, emociones y
amorosas del Áureo del Sol. También veremos brevemente los resortes básicos
del personaje principal que determina la visión del mundo que organiza Redentores
mediante recursos como la metáfora degradante, el símil y la ironía. Dichos
resortes hacen que el protagonista se distancie de las aspiraciones emancipadoras
de una parte de nuestro pueblo.
Respecto a las características espirituales, podemos comenzar con el
contraste entre la hidalguía de Áureo para denunciar la invasión de Estados Unidos
a Puerto Rico y la entrega al poder de la metrópoli para aspirar a ser gobernador de
la Isla.
El narrador empieza a describir al personaje principal así:
Aquel era Áureo del Sol, escritor, periodista,
campeón político, jefe de una de las banderías
bullentes en la colonia. Era [… de] semblante
amable […] La aparente suavidad de su carácter y la
energía de su palabra, le habían hecho popular en la
colonia, conquistándole gran masa de seguidores que
le tenían por jefe […] (p. 32).
22
Aquí vemos en Áureo un líder carismático y atractivo para la gente. El
hasta entonces delegado a la Cámara de Puerto Rico era tratado por algunos “con
respeto; otros con afecto; otros, al pasar, le miraban de reojo” (p. 33).
Sobre su labor periodística, se emplean las metáforas exaltadas y
degradantes:
Era periodista de oposición, hombre de
pluma batalladora. Sobre las páginas de su
periódico, con frecuencia, arrastraba un cañón;
oprimiéndole al mismo tiempo las ligaduras del
pesimismo, atándole las manos y apagándole las
bengalas del pensamiento. (p. 51).
A renglón seguido, Zeno aclara en cuanto a estos sentimientos encontrados:
Era, en ocasiones, entusiasta, gustándole lucir
el penacho guerrero, oír loas, ceñir mirtos; pero a
veces, un gran desdén hacíale desear el culto del
silencio y de la indiferencia.
Pensaba que los males no son tan grandes
como los hacen a veces. Por momentos le
arrastraban sentimientos de amor a la humanidad;
por momentos, de rencor al extranjero; cayendo en
otros desencantado sobre el espaldar de un sillón,
con la pluma húmeda en la mano, diciéndose que el
carácter de los que gobiernan países poseídos es lo
único que puede elevar templos al amor o al odio. (p.
51).
Ya lo decía Manrique Cabrera sobre Áureo del siguiente modo: “[…] es el
caudillo político que rinde banderas” (Cabrera, “Poeta” 44).
23
En torno al amor, podemos señalar que Madelón Harriman no entiende por
qué su deseado Áureo deja de ser combativo mientras continuaba en su labor como
periodista. La maestra le pidió una sola condición para casarse con él: luchar por
la redención de su país:
- Usted es un hombre capaz del sacrificio por
el país que le vio nacer. Mi gente, el gobierno de mi
país, se porta mal con el suyo. Si usted se puso al
frente de un movimiento de propaganda, renuncie a
todo provecho, no ponga las ideas al servicio de las
transacciones. ¿Patria? Pues patria. A un lado el
vanidosillo amor a sí mismo; arroje de usted toda
idea de engrandecimiento personal; mate el cálculo
[…] (p. 79).
Precisamente por esa inconsistencia, Áureo perderá a Madelón, aunque
aquél logró ser gobernador de Puerto Rico:
Miraba Áureo adivinando las imágenes
muertas. Sentíase doliente, infeliz, desdichado.
¡Qué despertar el suyo! ¡Tanto sueño de oro y la
realidad, acíbar! Solo, solo sin amor y sin caricias;
solo sin su hijo, sin la mujer amada, y de peligros, de
envidiosos, de Tartufos, de enemigos, de traidores,
rodeado. Solo en el bullicio de su triunfo, en los
clamores de su encumbramiento; inmensamente
triste, inmensamente desventurado. (p. 363).
Para la época en que Zeno escribe Redentores, surgió una pequeña
clase influyente, de tendencia acomodaticia, representada por Áureo. Tal
clase se ajustaba, por razones socioeconómicas, al gobierno de turno, en
este caso, al gobierno proestadounidense.
24
Observaremos en el próximo capítulo cómo las relaciones de Elkus
Engels y Piadosa Artante reflejan la cosmovisión corrupta del invasor en
relación con nuestro país.
25
IV. LA ESFERA INFERIOR
A. EL HOSTIGAMIENTO DE ELKUS ENGELS A PIADOSA
ARTANTE
Si en el capítulo anterior analizamos cómo la acomodación política de
Áureo lo aleja de las aspiraciones libertadoras de una parte del pueblo
puertorriqueño, en el presente examinaremos las relaciones entre Elkus Engels y
Piadosa Artante.
En este encuentro se ve mejor los mecanismos que subyacen la creación de
la novela: la visión del mundo del narrador, su valoración del mismo, la imagen
que posee de la relación dominante - dominado y cómo tal imagen se refleja en su
modo de narrar.
Anteriormente (q. v. pp. 20-22) mencionamos acerca del incidente
mediante el cual Elkus intenta seducir a Piadosa. Su padre la confrontará con
varias preguntas:
- ¿Quieres decirme, hija mía, lo que
significan tus entrevistas en el balcón, ya de noche
con el secretario de gobierno?
[…]
- ¿No tengo derecho a la sinceridad de mi
hija? (p. 168).
Piadosa le cuenta la verdad de esas entrevistas. Así comienza una
discusión con Lucas:
- Bueno, papá… Tienes derecho y te pido
perdones el silencio que he guardado en este caso,
26
pero… No creí que las cosas llegaran a ser tan
serias que necesitaran tu intervención. Este señor
está enamorado de mí y quiere casarse…
[…]
- Dime ahora lo que de esas pretensiones
opinas, pero deseo confesarte que yo […]
- ¿Qué tú…? Eso es lo importante.
- Que yo le quiero. (pp. 168-169).
Por último, Lucas le aconseja a su hija que no vea al lascivo funcionario,
pero Piadosa se opone:
- ¡Oh, hija…! En un mundo honrado ése
sería un caso de un buen hombre de alcurnia que se
casa con mujer pobre. Pero en esta atmósfera de
peligrosas pasiones, debo advertirte, te advierto
firmemente, que eso tiene los caracteres de un
pasatiempo o de una intriga insultante para gentes
de honor. Rechaza esos amaños, hija. […] No
quiero que atiendas a ese hombre aceptándole
entrevistas que pueden comprometer tu buen
nombre. Yo mismo iré a prohibirles sus avances.
- ¡No, papá, por Dios! Yo lo haré. Yo
misma le pediré que se aleje… pero quiero decirte
que me parece un injusticia rechazar a un hombre
que tan respetuoso y decente se ha mostrado
siempre. ¡Quién sabe si te equivocas; si mi suerte
me ha deparado un bien que yo misma voy a
rechazar! (p. 169).
Mientras tanto, Elkus enviaba cartas perfumadas a Piadosa, pero ella
rehusaba responderle. El secretario decidió no escribir durante varios días. La
joven se preocupó mucho por ello. Luego observó al lascivo en su automóvil con
27
una cantante sudamericana que visitaba la Isla. Este suceso hizo olvidar a Elkus
por un tiempo.
Después Elkus y Piadosa se comunicaron por cartas hasta que aquél
escribió: “esta noche a las ocho y media voy a buscarla…. ¡sin falta!” (p. 230).
Ambos personajes se encontraron secretamente en el camino de Loíza. Poco a
poco comenzó la pasión. Mientras bebían champaña:
[…] Con júbilo de vivir, con ansiedad de amor, con
laxitud de embriaguez; hermosa, con el semblante
encendido, […] así, Piadosa, arrojándose al cuello de
Engels le besó con frenesí. Luego, acariciaba, fue
sumisa, se dejó conducir… (p. 236)
A través de tales palabras observaremos implícitamente la visión del
mundo del narrador, es decir, la indignación ante el invasor (representado por el
propio Elkus). Asimismo vemos la valoración de Zeno de ese mundo corrupto,
salvaje y hostil a Puerto Rico, gracias al simbolismo del hostigamiento o de la
seducción consentida por Piadosa sin darse cuenta del engaño (de igual manera
que la Isla en relación con la metrópoli).
Más adelante, Lucas sorprende a la pareja y pega a Elkus con sus muletas.
El secretario salió herido en la cabeza.
Días después, en Atlantic City (New Jersey), Elkus sostiene relaciones
sexuales sin casarse con Piadosa, quien “se sintió asustada […] Ella no era todavía
la legítima esposa de Engels” (p. 227), situación contraria a lo prometido por él.
En estas y las siguientes palabras, notamos su menosprecio por los latinos y su
28
concepto sobre el uso de la mujer como mero objeto sexual, que simboliza la
relación dominante (Estados Unidos) – dominado (Puerto Rico):
[…] Los latinos sois fanáticos. Su cabecita está llena de
ideas románticas . […]
[…] Cuando un hombre posee a una mujer, a tiempo que se
crea ciertos deberes, adquiere sobre ella ciertos derechos.
(pp. 258, 259).
Al final, el lascivo abandona a Piadosa, dejándole una carta con cinismo:
Mi querida muchachita: Cuando reciba estas líneas
estaré ya algunas millas mar afuera, camino de la isla.
[…] Todos los gastos del hotel están pagados hasta el lunes.
Algún día, cuando nos volvamos a ver, hablaremos de los
buenos ratos que pasé a su lado. Sea feliz. Viva con
alegría. Sea práctica. Incluyo cheque certificado por
doscientos pesos. En la oficina del hotel he ordenado que
suban a su habitación un ramo de flores. Su mejor amigo,
X. (p. 265).
De este modo, Piadosa es humillada en su dignidad, la cual produce la
degradación social de la jovencita, al igual que con el sentimiento patriótico de
muchos puertorriqueños.
29
V. LA ESFERA SUPERIOR
Para este último capítulo nos corresponde analizar el combate directo de
otro sector, simbolizado por Pedro Piedra, Antonio del Sol y Madelón Harriman.
A. PEDRO PIEDRA
Según Palmer, es “el portavoz del ideal de Zeno Gandía, […] el
representante del pueblo que con gran sinceridad y claridad de criterio ve y juzga
el problema de su patria” (Palmer 54). Representa la conciencia de Áureo, y como
no pertenece a partido político alguno, puede denunciar libremente los grandes
males del coloniaje español y estadounidense. Por lo tanto, resulta en un personaje
coherente con su convicciones.
En cuanto a influencias políticas, había abrazado “sus ideas de socialismo”
(Zeno 117) y simpatizado con las tácticas de huelgas. Pedro participó en varias de
ellas, incluso dirigiéndolas.
La crítica del personaje a los partidos políticos puede comprobarse en las
siguientes palabras: “Criticaré lo que no podéis defender. Vuestros partidos no
son lo que dicen ni dicen lo que son” (p. 122).
Su denuncia contra los partidos proseguirá después: “De lo que se ocupan
es de disputarse el gobierno de la isla. […] Os satisface el status quo con tal que
os entreguen los empleos públicos” (p. 123).
30
Además Pedro denunciará a Elkus porque “ronda de noche en lances
mujeriegos” (p. 124) para fijarse en la mujer que aquél ama: Madelón Harriman.
Sobre ella discutiremos más adelante.
B. ANTONIO DEL SOL
Este personaje – hijo de Áureo – resulta un idealista que trabaja en el
periódico La Patria Libre con su padre. A pesar de su carácter triste debido a ser
fruto de una familia rota, representa, según Beauchamp, “el ímpetu de una
juventud que busca su cauce por la vía franca y lejos de la conducta ambigua de su
padre” (Beauchamp 66). También es triste porque quedó prematuramente
huérfano de madre.
Respecto a las “desavenencias de carácter” (Zeno 59) entre Antonio y su
padre, se encuentran la aspereza y el egocentrismo de este último. Así puede
desprenderse de las siguientes palabras del joven redactor a su amada Piadosa:
- Mi padre - confesó – por desavenencias de carácter no
logró hacer feliz a mi madre. Nada serio ocurrió entre ellos
como no fueran la discordia que creaba el carácter de mi
padre. Él es bueno, pero poco áspero. Vive siempre
preocupado de sí mismo. […] Crecí sin el calor de su afecto
[…], casi siempre inconforme con sus procedimientos
políticos y sus opiniones. Es bueno , es afable conmigo,
pero a su lado, percibo le [sic] sensación del hielo. (p. 60).
Como se ve en estas palabras, Antonio se nos presenta sincero, cuando
plantea su lamentable historia y a la vez consistente con sus ideales políticos.
31
C. MADELON HARRIMAN
Para Manrique Cabrera, dicha maestra “es esta dimensión del alma popular
de Norteamérica, obstinada en la defensa del bien, en teoría y práctica, con rigor
puritano” (Cabrera, “Poeta” 44). Considera Palmer que tal puritanismo y “su
aspiración de perfección en el ser amado [Áureo del Sol], falsean su creación como
carácter” (Palmer 57).
Como representante del pensamiento del sector liberal de Estados Unidos,
se opone a que Áureo abandone su combatividad en su labor periodística, si quería
casarse con ella algún día:
[…] Si usted se puso al frente de un movimiento de
propaganda, renuncie a todo provecho, no ponga las ideas al
servicio de las transacciones. ¿Patria? Pues, patria. A un
lado el vanidosillo amor a sí mismo; arroje de usted toda
idea de engrandecimiento personal; mate el cálculo…
[…]
- Sea completo a mis ojos: cumpla por entero su
deber. Entonces, a mis ojos perfecto, suya…. (pp. 79, 80)
Con anterioridad, Madelón le había declarado esa misión persuasiva a
Piadosa:
[…] Si amo a ese hombre [Áureo], quiero y debo
transformarle; desentrañar esa segunda naturaleza que en él
lucha constantemente con la primera. Te lo diré en pocas
palabras: quiero hacerle cumplir con su deber. (pp. 68-69)
A la postre, Áureo logra el puesto de gobernador, pero perderá a Madelón
para siempre, a pesar de haberle prometido que no abandonaría su periodismo
combativo.
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Mediante estos sucesos notamos la valentía de Madelón, en contraste con
la cobardía de Áureo, que representan las dos posturas principales dentro de
nuestro pueblo: la combatividad y el servilismo.
Otro suceso en la vida de Madelón es su desagradable encuentro con
Elkus, quien hostiga a la maestra, así como también lo haría con Piadosa. Ante
ese acercamiento, Madelón contesta al lascivo:
- Dudé mucho antes de convencerme de la realidad.
Nunca pude crecer que un compatriota enviado aquí a
formar sentimientos norteamericanos, probara tanta
corrupción. No sé si usted es hombre casado en su país,
pero sé que tiene que dar el ejemplo de civismo y de virtud
entre esta gente. Tiene usted que hacer amable a nuestra
patria; conquistar para ella cariño, no odio. (p. 14).
Luego habla a Elkus con sarcasmo:
- No vi nada más hipócrita que su papel de redentor
de pueblos que no nos convidaron a venir a su seno. (Ibid).
Aquí se menciona la palabra “redentor” por primera y única vez en singular
en la novela. La frase “no nos convidaron a venir a su seno” alude a la invasión
de Estados Unidos a Puerto Rico. Resulta curioso que Madelón, una liberal
norteamericana, opina de esa manera sobre aquel acontecimiento, cuando tal
maestra es de costumbres puritanas o calvinistas.
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Por lo que hemos observado hasta ahora, todas las tres esferas dramatizan
el fuerte antagonismo y relación entre las mismas, reflejos de la situación
posterior a la invasión norteamericana a nuestro suelo.
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CONCLUSIONES
A través de este análisis genético-estructural hemos considerado ciertos
aspectos fundamentales para la mejor comprensión de Redentores.
Observamos la novela en la corriente naturalista puertorriqueña,
relacionándola con la española e hispanoamericana, a base de sus características
comunes.
La estructura significativa, la resistencia a la opresión, se desarrolla dentro
de una estructura englobante, la sociedad puertorriqueña después de la Guerra
Hispanoamericana, así como las estructuras parciales que la apoyan
ideológicamente: la educación, la política y la religión.
La visión de mundo nos ha ayudado a entender las reacciones de los
distintos sectores en Puerto Rico durante las primeras dos décadas del régimen
colonial estadounidense que se reflejan en la novela.
Cuando se avecina la conmemoración de los cien años del arribo de las
tropas norteamericanas a la Isla, esperamos que nuestro análisis contribuya a
estimular la lectura de otros novelistas naturalistas puertorriqueños.
35
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