Las Flores en La Liturgia

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LAS FLORES EN LA LITURGIA

Cristo escogió para celebrar su cena pascual una sala grande, adornada y preparada con todo lo necesario para ocasión tan singular. Allí pronunció su discurso sobre la vid y los sarmientos, invitando a sus discípulos y permanecer unidos a Él para dar mucho fruto

Jn 15,1-8

Desde el Antiguo Tesamento, Dios pidió que la “tienda de la reunión” fuera un lugar digno para que allí manifestara su Gloria.

La celebración de la alianza de Dios con Israel se celebra poéticamente en el libro del Cantar de los Cantares, donde el desposorio se realiza en medio de canciones, vides, manzanos, flores y frutos sabrosos que despiden su aroma.

Dios disfruta de su creación junto con el hombre, la única criatura que puede experimentar este gozo espiritual. La belleza es el camino escogido por Dios para encontrarnos con Él. 

Las flores son un elemento indispensable para manifestar el gozo y la alegría entre los humanos. En la liturgia —Fiesta de Dios— celebramos su amor por nosotros. No deben de faltar las flores

Cuando se dedica un altar nuevo al culto divino, se le unge con óleo perfumado, el crisma, y se le adorna con luces y flores.

El Misal Romano pide que se haga el adorno floral “más bien alrededor del altar” y no sobre él, pues es signo de Cristo. 

Debe adornarse también el ambón, lugar desde donde se proclama el Evangelio, la Buena Nueva de la salvación.

Los antiguos Padres de la Iglesia lo consideraban como el jardín donde Jesús se manifestó resucitado y glorioso a las mujeres.

Este gozo y

alegría debe

expresarse

también con

flores,

acompañadas

por supuesto

con un buen

sonido, con un

hermoso

Evangeliario,

con incienso y

buen gusto. 

Según lo exija la arquitectura del templo, se deben adornar otros lugares de modo que se cree un ambiente de bienestar y de gozo por la presencia del Señor en medio de los suyos.

No puede olvidarse el adorno de la nave del templo, porque allí también está Cristo presente en la comunidad reunida en su nombre y no sólo el pasillo como se acostumbra malamente en las bodas.

 Los libros litúrgicos piden que el adorno se haga “con sobriedad y buen gusto”, lo que no siempre se logra. No debe confundirse el buen gusto o la generosidad con el despilfarro, a veces ofensivo.

El adorno floral, al cual se pueden incorporar plantas verdes y hasta frutos, debe tener en cuenta los tiempos litúrgicos; en el Adviento no se debe adelantar la alegría de la Navidad y en la Cuaresma están prohibidas las flores. 

Un vicio mayúsculo es el usar flores de plástico o artificiales. Todo lo falso debe eliminarse del culto católico.  La belleza de las flores refleja la belleza de Dios, y lo efímero de su vida nos recuerda lo frágil y pasajero de nuestra existencia.

“Escúchenme, hijos santos, y crecerán como rosal junto a la corriente; perfumen como incienso, esparzan buen perfume y florezcan como azucenas. Alcen la voz en canto de alabanza y bendigan a Dios y sus obras” (39, 13).

Escuchemos el consejo del Sirácide:

Cada celebraron litúrgica debe ser una floración de amor a Dios que alegre a los hermanos y perfume la tierra.

Las flores en el altar tienen una función de ornamentación (así como los cirios, el mantel, el incienso, etc.), es un modo de honrar a Cristo, pues, el altar es Cristo.

¿Para qué se ponen flores en el altar?

Secundariamente, también honrar a sus miembros más gloriosos, que son los mártires, cuyas reliquias están depositadas en el altar, es decir, la Iglesia triunfante, Esposa de Cristo.

El principio es que: “En la ornamentación del altar se guardará moderación” (OGMR, 305).

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

Hay templos en los que uno no sabe si se encuentra en una florería, un vivero, o una selva. En el afán de adornar, se convierte en principal aquello que es accesorio, y pierde visibilidad lo más importante, que es el altar, o incluso, se dificulta la movilidad del sacerdote en el desenvolvimiento del rito. algún exceso significativo.

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

Hay tiempos litúrgicos en los que la moderación debe ser aún mayor, como en el Adviento, o incluso no deben ponerse flores, como durante la Cuaresma (excepto el IV domingo, conocido como domingo de “Laetare” – “Alégrate”, como un anticipo de la alegría pascual, que ya está próxima).

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

Las solemnidades y fiestas, por supuesto, requieren de mayor abundancia floral (Cf. OGMR, 305).

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

Entre paréntesis, a veces se ve un lunes cualquiera del año la iglesia llena de flores que quedaron del matrimonio celebrado el día anterior, esto no se condice con la función de manifestar la alegría festiva que reservamos para las ceremonias más solemnes, porque no puede ser fiesta todos los días, con lo cual se perdería el verdadero sentido de la fiesta, que exige que haya algún exceso significativo.

el empleo de las flores como adorno del altar ha de ser siempre moderado, y se colocarán, más que sobre la mesa del altar, en torno a él” (OGMR, 305)

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

Esto último tiene un motivo práctico o funcional, que es, precisamente, para que no se entorpezca la visibilidad de los fieles sobre los diferentes ritos que realiza el sacerdote

pero, hay un motivo más de fondo, y es que el altar no es solamente la mesa de un banquete, sino, el ara del sacrificio, como se deduce de lo que dice la misma OGMR:

“El altar, en el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales, es, además, la mesa del Señor, para cuya participación es convocado en la Misa el pueblo de Dios…” (OGMR, 296).

Normas de la Ordenación General del Misal Romano:

CELEBRA EL MISTERIO DE CRISTO

EL AÑO LITÚRGICO

A través de la predicación, la Iglesia “anuncia” el “misterio total de Cristo” y lo “celebra” en la liturgia, haciendo una sagrada memoria del mismo

(SC 102)

De esta manera, ella hace presente cada día las “insondables riquezas de Cristo”

(Ef 3, 8 ss.; cf 1, 18; 2, 7): sus acciones salvíficas, en contacto con las cuales los fieles alcanzan la gracia de la salvación.

El año litúrgico, que tiene su “fuente“ y su “culmen” en el misterio pascual, está marcado por cinco “períodos” que tienen una especial relación con los diversos momentos del misterio de Cristo.

(SC 10; LG 11)

Por orden de sucesión de los tiempos litúrgicos son estos: Adviento y Navidad; Cuaresma y Pascua; Tiempo ordinario.

El Adviento es un tiempo de preparación  y tiene una característica doble: recuerda la primera venida del Hijo de Dios en humildad y anuncia su segunda venida en gloria. Es un tiempo de esperanza activa, de anhelo, de oración, de evangelización, de alegría

Tiempo de Adviento y de Navidad

La Navidad es un tiempo de contemplación gozosa del misterio de la Encarnación y de las primeras manifestaciones del Hijo de Dios, que ha venido para nuestra salvación como “hombre entre los hombres”. Durante este tiempo, María es celebrada de manera particular como “Madre de Dios”.

Tiempo de Adviento y de Navidad

La Cuaresma es un tiempo de preparación que conduce a participar de manera más intensa y gradual en el misterio pascual. Acompaña a los catecúmenos a través de los diversos pasos de la iniciación cristiana, y a los fieles a través del recuerdo vivo del bautismo y de la penitencia.

Tiempo de Cuaresma y de Pascua

El culmen del año litúrgico es la Pascua, de la cual sacan su eficacia de salvación los otros períodos, siendo la plenitud de la redención de la humanidad y de la perfecta glorificación de Dios: destrucción del pecado y de la muerte y comunicación de resurrección y de vida.

Tiempo de Cuaresma y de Pascua

En este largo periodo, que recorre una primera etapa entre  la Navidad hasta la Cuaresma y una más amplia entre Pentecostés y el Adviento, tiene lugar una celebración global del misterio de Cristo, reconsiderado y profundizado en algunos aspectos particulares.

Tiempo de Ordinario

El Domingo es ya la “Pascua semanal” y, por tanto, un injerto vivo en el núcleo central del misterio de Cristo a lo largo de todo el año; pero además las Semanas (33 o 34), a través de un intenso y continuo recorrido por la Biblia, desarrollan pequeños ciclos de profundización en el misterio de Cristo, que se ofrecen a la meditación de los fieles con el fin de estimular la acción de la Iglesia en el mundo.

LOS COLORESDE LOS ORNAMENTOSLITÚRGICOS

Los colores en la liturgia nos orientan en cada estación del año en la que recordamos la vida de Jesucristo y nos ayudan  a participar visualmente del significado de la época en el culto.

Los colores de los Ornamentos

Los colores cambiantes que contemplamos en los ornamentos del sacerdote, sobre el altar y en el ambón son mensajes que hemos de aprender a leer; expresan el significado de la celebración y disponen para el encuentro entre nuestro mundo interior y Dios. En cierto modo, es como si nuestra alma se revistiese de estos colores.

Los colores de los Ornamentos

El color BLANCO es un color luminoso que ante todo te lleva a pensar en la limpieza, en la pureza. Es el símbolo de la inocencia; Pero además el blanco indica fiesta, alegría. En la Iglesia, este color va unido a la Resurrección, indica la victoria de la luz sobre las tinieblas. Durante el Año litúrgico, la Iglesia usa el blanco sobre todo en la Navidad, en la Pascua, en las fiestas de Cristo Rey y de la Virgen María (para estas últimas se usa también el color azul)

El color ROJO hace pensar de manera inmediata en la sangre y en el fuego. Este color simboliza la pasión y el sacrificio de Cristo, el martirio de los fieles y el Espíritu Santo. Se considera también como símbolo real; piénsese en los soldados echando sobre las espaldas de Jesús un manto rojo y llamándolo Rey (cfr. Jn 19, 2). En la Iglesia se usan los ornamentos rojos sobre todo el domingo de Ramos, el Viernes Santo, en Pentecostés, en la Exaltación de la Cruz y en las fiestas de los mártires y de los apóstoles.

Los colores de los Ornamentos

El color VERDE nos conduce a pensar en los prados. Es el color de la serenidad, y de la esperanza.

Este color es el propio de las celebraciones del Año Litúrgico durante el tiempo ordinario

(las 34 semanas situadas entre los tiempos fuertes de la Navidad y de la Pascua)

Los colores de los Ornamentos

El color MORADO es el color de la penitencia, del dolor o de la conversión, y se usa en Adviento y en Cuaresma.

Los ornamentos morados se pueden usar también para los oficios fúnebres.

Los colores de los Ornamentos

El color ROSA es muy particular y se usa sólo en dos ocasiones: el domingo Gaudete (en Adviento) y el domingo Laetare (en Cuaresma).

Indica una pausa de reposo en un tiempo de penitencia

Los colores de los Ornamentos

Los colores de los Ornamentos

El color

AZUL O CELESTE

es el color del cielo,

de uso en las misas

de la Virgen,

sobre todo

el día de la 

Inmaculada Concepción.

Los colores de los Ornamentos

El color DORADO

no es un color litúrgico, aunque en algunos casos,

el misal indica el uso del color blanco o festivo,

en el cual puede usarse el dorado, gris o plata.

Así las vestiduras son más festivas y solemnes.

(Por ejemplo en la Epifanía)

LOS COLORESDE LOS ORNAMENTOSLITÚRGICOS

Parte 1 (Diapositivas 2-17) † Mario De Gasperín GasperínObispo de Querétaro

Bibliografía

Parte 2 (Diapositivas 18-28)P. Jon Mikel de Arza Blanco, IVE Parte 3 (Diapositivas 29-50)www.PortalCarmelitano.org