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Las Mujeres y el Sacerdocio
Nadine Hansen
http://www.dialoguejournal.com/wp-
content/uploads/sbi/articles/Dialogue_V14N04_50.pdf
SONREÍ CON IRONÍA ANTE EL PÓSTER en la papelería. La foto
mostraba a una mujer ante una mesa directiva de puros hombres y
preguntaba: “¿Tratan de decirme que Dios no es un empleador con
igualdad de oportunidades?” pensé en silencio, “Sí, eso es precisamente
lo que las mujeres han dicho durante siglos.” De hecho, hemos estado
seguras de ello durante tanto tiempo que, hasta hace poco, era casi
impensable cuestionar la situación. Pensé también de las veces que se
me había preguntado por mujeres SUD, en un susurro, "¿Cómo te
sientes acerca de que las mujeres que posean el sacerdocio?" es una
pregunta que difícilmente se ha planteado en voz baja entre los
mormones, y mucho menos tratado con el respeto suficiente como para
merecer una consideración seria. Cuando un reportero no SUD preguntó
al Presidente Kimball sobre la posibilidad de ordenar mujeres, la
respuesta fue “imposible.”1 Los miembros de la iglesia generalmente
consideran esta respuesta como adecuada y definitiva. Sin embargo,
percibo insatisfacción entre las mujeres mormonas sobre el “papel”
rígidamente definido que las autoridades de la iglesia de manera
consistente articulan para las mujeres. Esta insatisfacción ha sido
manifestada de manera notable en desarrollos tales como el intenso
interés los modelos femeninos menos tradicionales en la historia
mormona, en el establecimiento de Exponent II, en “la plataforma dual de
mormonismo y feminismo,”2 y en el renovado interés para desarrollar
una comprensión de la naturaleza de nuestra Madre Celestial.3 Cuando
1 "Mormonism Enters a New Era," Time, 7 Aug. 1978, 56
2 Claudia L. Bushman, "Exponent II Is Born," Exponent II1 (July 1974): 2.
3 Este interés es evidenciado por el surgimiento reciente para escribir sobre la Madre en el Cielo. Artículos
que tratan del asunto han sido presentados en los dos últimos simposios Teológicos de Sunstone. Linda Wilcox, en su artículo, “The Mormon Concept of a Mother in Heaven” (publicado en la edición Sept-Oct. De 1980 de Sunstone), observó que “hay una consciencia creciente de la atención a la idea [de una Madre en el Cielo] en el nivel básico de la Iglesia.” Advirtió que uno de los jueces del Concurso de Poesía Eliza R. Snow dijo ese año (1980) que era el primer año en el que varios poemas fueron enviados sobre la Madre
2
repensamos nuestro lugar tradicional tato en la iglesia como en la
sociedad, inevitablemente atizaremos la discusión de la ordenación de las
mujeres.
Aunque el asunto de ordenar mujeres es nuevo para los mormones,
no es tan nuevo para el cristianismo. Ha sido amplia, y algunas veces
apasionadamente, debatido durante más de una década. La feministas
cristianas están dando una nueva mirada a las Escrituras, y han
encontrado apoyo para la ordenación de mujeres, el apoyo que siempre
ha estado ahí, pero que hasta hace poco era inadvertido. Los libros y
artículos sobre el tema se han multiplicado.
La iglesia cristiana primitiva tuvo sus inicios en una cultura que
estaba profundamente prejuiciada contra las mujeres. Las enseñanzas
rabínicas, desarrolladas durante los siglos post-exilio, cuando el
judaísmo luchaba por mantener su identidad cultural y religiosa, con
frecuencia enfatizaba las interpretaciones más estrictas de la Torá. Las
mujeres estaban subordinadas a sus esposos, no se les permitía ser
testigos en los tribunales, se les negaba la educación, y estaban
restringidas en las prácticas religiosas. Un rabino, Eliezer,
(supuestamente expresando un punto de vista minoritario) llegó a
enseñar, “Quienquiera que enseña a su hija la Torá, le enseña lascivia.”4
Eva, por supuesto, fue acusada por el hecho que el hombre ya no estaba
en un estado de inmortalidad y felicidad, y los devotos varones judíos
oraban diariamente: “Bendito sea Dios, Rey del universo, por no hacerme
mujer.”5 A todo esto, las mujeres en el tiempo de Jesús estaban más
restringidas que las mujeres del Antiguo Testamento. Sin embargo el
en el Cielo. Linda Sillitoe ha hecho una observación similar en un artículo sobre la poesía de las mujeres: “Sospecho que más poemas para o sobre nuestra Madre en el Cielo han sido escritos en el último año por mujeres, que en todos los años desde que Eliza R. Snow escribió ‘Nuestros Padre y Madre Eternos,’ retitulado después ‘Oh Mi Padre’” (Linda Sillitoe, "New Voices, New Songs: Contemporary Poems by Mormon Women," Dialogue 13, no. 4 [Winter 1980]: 58.) Además, he notado lo que parece ser un incremento en las referencias a la Madre en el Cielo de personas que hablan desde el púlpito en los servicios de la iglesia. 4 Encylopaedia Judaica (New York: The Macmillan Company, 1971), 16:626. Vea también Elisabeth M.
Tetlow, Women and Ministry in the New Testament (New York: Paulist Press, 1980), 20-24. 5 Judith Hauptman, "Images of Women in the Talmud," Religion and Sexism, ed. Rosemary Radford
Ruether (New York: Simon and Schuster, 1974), 196. Hauptman sostiene que esta oración no debería despertar la ira feminista que ha provocado. Dice que se oye peor fuera de contexto que lo que realmente es, y que simplemente “expresa la gratitud de un hombre por ser creado varón, y por tanto tener más oportunidades para cumplir los mandamientos divinos que los que tienen las mujeres, que están exceptuadas de muchas cosas.” Para las mujeres que buscan un rango más amplio de participación en las comunidades religiosas, este argumento parecería confirmar precisamente el punto que están tratando de hacer sobre la exclusividad de esas comunidades.
3
cristianismo primitivo vio un florecimiento breve de nuevas
oportunidades para las mujeres cuando los nuevos modelos religiosos
trascienden las más profundas divisiones de clase de la sociedad: raza,
condición de servidumbre, y sexo. Escribió Pablo: “Ya no hay judío, ni
griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gal. 3:28).
Muchos estudiosos creen ahora que a las mujeres en esta nueva
comunidad religiosa se les permitía una participación más amplia que la
que hoy se reconoce. De hecho, algunos pasajes del Nuevo Testamento se
refieren a las mujeres en términos que indican que eran líderes
eclesiásticos, aunque este significado ha sido oscurecido por la manera
que los pasajes son traducidos al inglés. Febe, de Romanos 16:1-2, era
una mujer de responsabilidad considerable dentro de su comunidad
religiosa. Junias, de Romanos 16:7, muchos estudiosos consideran que
se refiere a una apóstol mujer. Efectivamente, una fuerza de tarea de
prominentes estudiosos bíblicos católico-romanos concluyó
recientemente,
Un examen de la evidencia bíblica demuestra lo siguiente: que hay
evidencia positiva en el NT que el ministerio era compartido por varios
grupos y que en efecto las mujeres ejercía roles y funciones asociadas
después con el ministerio sacerdotal; que los argumentos contra la
admisión de mujeres al ministerio sacerdotal basado en la praxis de
Jesús y los apóstoles, las regulaciones disciplinarias, y el orden creado
no puede sustentarse. La conclusión que obtenemos como resultado,
entonces, es que la evidencia del NT, aun cuando que no es decisiva por
sí misma, señala hacia la admisión de mujeres al ministerio sacerdotal.6
No es solo el Nuevo Testamento donde encontramos precedentes para
una participación religiosa más amplia para las mujeres. El Antiguo
Testamento también cuenta de mujeres que se elevaron a la prominencia
a pesar de los obstáculos que enfrentaron en una cultura que les
restringía de muchas maneras importantes.7 Débora y Hulda eran
6 El Grupo de Trabajo del Consejo Ejecutivo de la Asociación Bíblica Católica de América,” "Women and
Priestly Ministry: The New Testament Evidence," The Catholic Biblical Quarterly 41 (1979): 612-13. El Grupo de Trabajo fue formado por el Consejo Ejecutivo “para estudiar y reportar sobre el papel de las Mujeres en el Cristianismo Primitivo.” 7 Dentro de las restricciones impuestas a las mujeres en el Antiguo Testamento estaban las impuestas
durante y después de la menstruación y después del parto. Las mujeres estaban “impuras” durante la menstruación y durante una semana posterior a su periodo menstrual. Durante este tiempo, contaminaban a todo el que tocaran y todo donde se sentaran o acostaran (Lev. 15:19-30). Después del parto, eran impuras, y la impureza duraba dos veces después del nacimiento de una niña que lo
4
profetisas (Jueces 4; 2Reyes 22), pero estas mujeres rara vez han sido
presentadas como ejemplos a imitar por las mujeres SUD. De hecho, su
existencia como profetizas es problemático para los comentaristas
oficiales mormones. El Bible Dictionary enlista a Débora simplemente
como “una mujer famosa que juzgó a Israel,” sin una sola palabra sobre
ser una profetisa. El manual de la escuela dominical del año pasado es
aún mucho más crítico. Afirma expresamente, “Débora es descrita como
una ‘profetisa’ debido evidentemente a su gran rectitud y fe. Sin
embargo, de ninguna manera era un líder religioso, porque eso es
contrario a al orden y organización de Dios.” Es estudiante es referido a
Lucas 2:36-38, y Hechos 21:8-9, los cuales hablan de profetisas que
encajan más perfectamente en las nociones mormonas acerca de cómo
las mujeres pueden ser profetisas.8 Hulda, cuyas profecías influyentes
resultaron tanto ser correctas como que estuvieron acompañadas por dos
veces: "Así dice el Señor," ¡se omitió por completo en el nuevo Diccionario
Bíblico SUD!9
Por los estándares de los escritores mormones de hoy, el concepto que
una mujer pudiera ser una profetisa –no en el sentido limitado de recibir
revelación personal para ella misma y los hijos o el llamamiento en la
iglesia, sino más bien para todo el pueblo de Dios –aparentemente es
inimaginable. Aun cuando la Biblia nos habla muy claramente de las
actividades de estas mujeres, todavía han sido pasadas por alto y
descartados sus ministerios proféticos. Si esto puede ocurrir en un
momento en que cada vez es más difícil hacer caso omiso de las
contribuciones de las mujeres al Reino de Dios, no debería ser una
sorpresa para nosotros que sólo las más notables de las mujeres
encuentren su camino en las antiguas escrituras. Uno podría
preguntarse cuántas otras mujeres consumadas fueron omitidas.
estipulado para el nacimiento de un varón (Lev. 12:1-8). Si un hombre sospechaba de infidelidad de su esposa, podría hacer que pasara por un juicio por ordalía para determinar su culpabilidad o inocencia (Num. 5:12-31). Además, las mujeres figuran entre los demás artículos de propiedad de un hombre como objetos que no deben ser codiciados (Ex. 20:17). 8 Antiguo Testamento Parte I –Doctrina del Evangelio, Suplemento del Maestro (Salt Lake City: Church of
Jesus Christ of Latter-day Saints, 1980), 163. Estas profetisas incluyen a Ana, una mujer anciana en el tiempo del nacimiento de Jesús, cuya profecía era dar su testimonio sobre Jesús “a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:36-38). La Biblia identifica también a Miriam (la hermana de moisés) como profetisa. El Diccionario enlista a Miriam, pero no indica que fuera profetisa. 9 El antiguo Cambridge Bible Dictionary, en el que está basado el nuevo, si enlista a Hulda, afirmando que
era “una profetisa en Jerusalén en el tiempo de Josías.” Así que la omisión no es accidental. Asimismo, en el caso de Débora, el antiguo Diccionario la enlistaba como profetisa.
5
Probablemente las justificaciones más comúnmente citadas para
asignar un papel subordinado a las mujeres (y por tanto excluirles del
sacerdocio) se encuentra en los escritos de Pablo. Sus ideas sobre las
mujeres no llevan directamente a la ordenación de las mujeres, ya que
sería posible que las mujeres sean poseedores del sacerdocio y realizar
las ordenanzas del sacerdocio (como administrar el sacramento,
bautizar, bendecir los enfermos, etc.) mientras todavía ocupan una
posición subordinada en el hogar y la iglesia. No obstante, es importante
discutir brevemente algunas de las declaraciones de Pablo ya que han
tenido tan profundo impacto sobre el pensamiento cristiano y continúan
siendo invocadas para definir cuál es y cuál no la conducta “apropiada”
para las mujeres.
Cabe señalar que algunos de los pasajes más restrictivos sobre las
mujeres aparecen en 1 Timoteo y Efesios, epístolas cuya autoría Paulina
es cuestionada entre los eruditos bíblicos.10 Generalmente los mormones
no hacen distinción entre los escritos Paulinos y pseudo-paulinos. En
efecto, el nuevo Bible Dictionary no da indicación sobre la autoría, y de
hecho llega a asignar Hebreos a Pablo, aunque Hebreos mismo no
reclama tal.
Los mormones han sido muy selectivos al aceptar y rechazar las
enseñanzas de Pablo. Por una parte, hemos rechazado su consejo sobre
asunto como celibato (1Cor. 7:8-9), sobre las mujeres hablando y
enseñando en la iglesia (1Cor. 14:34-35; 1Tim. 2:11-12), y que las
mujeres se cubran la cabeza al orar o profetizar (1Cor. 11:5). Por otra
parte, hemos aceptado incondicionalmente la idea del lugar subordinado
de la mujer en el matrimonio (Efes. 5:22-24; 1Cor. 11:3), y hemos
extendido también esta subordinación a la iglesia. Esta inconsistencia
proviene, creo, de una aplicación demasiado literal de la comprensión
epistolar de la historia de la Creación y la Caída. Es decir, unos cuantos
pasajes de las epístolas tratan de justificar la subordinación de la mujer
al explicar que Eva fue creada después de Adán y para su beneficio
(1Tim. 2:13; 1Cor. 11:7, 9), y que fue ella la primera en “caer” (1Tim.
2:14), por consiguiente se requiere que todas las mujeres estén
subordinadas a sus maridos. Hemos tomado este razonamiento de
manera literal, pero lo hemos aplicado selectivamente, rechazando parte
10
Muchos eruditos bíblicos han tratado el tema de la autoría. Una buena fuente para los lectores que deseen tener una mejor comprensión de este tema es The Interpreter's One-Volume Commentary on the Bible, ed. Charles M. Laymon (Nashville: Abingdon Press, 1971), 834-35, and 883.
6
del consejo resultante culturalmente motivado, al aceptar parte del
mismo como una verdad eterna. Por lo tanto, permitimos (de hecho,
alentamos) a las mujeres a hablar y enseñar en la iglesia (la cultura
permite eso ahora), pero, al hacerlo, las mujeres deben permanecer
subordinadas a los hombres (el debido orden eterno).
Cuando Pablo se apoya en el orden de la Creación para su jerarquía
varón-hembra, se refiere a la historia de la Creación en Génesis 2. En
esta historia Adán es creado primero, luego Eva. Por el contrario, la
historia de Génesis 111 relata que hubo creación simultánea de varón y
hembra a imagen de Dios. Muchos mormones visualizan la historia de la
Creación de Génesis 1 como la creación espiritual, y el relato de Génesis
2 como la creación temporal,12 viendo así las dos historias como eventos
separados, y no como historias contradictorias sobre un mismo hecho.
Aun así, el relato “temporal” de la Creación, tal como es entendido por
los mormones, no necesita proporcionar un patrón de dominio y
sumisión, ya que se entiende que es alegórico no literal. Cuánto
literalismo se debe aplicar al relato bíblico es una cuestión de la que no,
hasta donde se sabe, se ha manifestado de manera concluyente. El
Presidente Kimball ha dicho que la historia de la costilla es “por
supuesto, figurativa”13 y ha sugerido también que los esposos deben
“presidir” más que “gobernar.”14 Además, ha declarado que “aflicción”
para las mujeres en el momento del parto sería más correcto que
“dolor.”15 Aunque estos cambios en las palabras son pocos, alteran de
manera importante el significado del texto. Si la importancia no es
aparente de inmediato, probablemente es porque nuestro marco de
referencia es tal que esta nueva fraseología preferida refleja los cambios
que ya han ocurrido en nuestro pensamiento y nuestros matrimonios. Si
pudiéramos ver estos cambios desde un punto de vista histórico más
11
Mayoría de los eruditos bíblicos ver las dos historias de la creación como transmitidos a través de dos fuentes separadas, la fuente sacerdotal en la que Elohim es el Creador y la fuente yahvista en que Jehová es el Creador. Vea Bernhard W. Anderson, Understanding the Old Testament, 3rd ed. (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1975), 211-13 y 426-36. Observe que en la versión KJ, Génesis 1 dice que “Dios” fue el creador, mientras que Génesis 2 se refiere a “el SEÑOR Dios” (SEÑOR en letras mayúsculas pequeñas) [en español, la versión Reina-Valera lo traduce como Jehová Dios. N. del T.] “Dios” ha sido utilizado en lugar de “Elohim” mientras que SEÑOR Dios es usado en lugar de Yahvé. 12
B. H. Roberts, sin embargo, especuló que realmente hubo dos creaciones sobre la tierra. Esto está vinculado con su teoría de los pre-adamitas que fueron destruidos antes que Adán y Eva fueran puestos sobre la tierra. Vea Richard Sherlock, "The Roberts/Smith/Talmage Affair," Dialogue 13. No. 3 (Fall 1980): 65-66. 13
En Woman (Salt Lake City: Deseret Book, 1979), 80. 14
Ibid., 83. 15
Ibid.
7
amplio (desde el punto de vista del siglo I D.C., tal vez), los veríamos
como un paso importante hacia relaciones más igualitarias. Que este tipo
de re-evaluación del significado de las historias pueda ocurrir es
evidencia que las historias no son recetas para lo que siempre debe ser.
Tal como los hechos acerca de la manera de vivir y pensar cambian y
progresan, así también nuestra comprensión de estas escrituras.
Otro argumento paulino para la subordinación de las mujeres a los
hombres –"Adán no fue engañado, pero la mujer siendo engañada,
incurrió en transgresión" –es más problemático para la teología
mormona, ya que los mormones visualizan la Caída, como un evento
tanto necesario como deseable para el progreso de Adán y Eva y toda la
familia humana, mientras que al mismo tiempo lo ven como una
trasgresión que amerita castigo. La historia contiene un doble mensaje
que es difícil de explicar de manera consistente con los demás aspectos
de la teología mormona. Si, como afirma Pablo, Eva fue verdaderamente
engañada y Adán no, entonces ¿por qué el castigo de Eva debe ser mayor
que el de Adán? ¿No debería ser mayor el castigo para quien a sabiendas
desobedece que para el que es “engañado”? Si, por otra parte, Eva no fue
engañada, sino que cayó de manera intencional, como algunos líderes
mormones han afirmado,16 para dar lugar a la condición necesaria de
mortalidad y conocimiento del bien y del mal, entonces ¿Por qué ella es
castigada más severamente que a Adán, que entra a la mortalidad sólo
después de que ella le insta a hacerlo? Los escritos y sermones
mormones están repletos de elogios para nuestros primeros padres por
su voluntad para “caer,”17 sin embargo Eva es colocada en una posición
subordinada a Adán por haber sido el primero en hacer lo que ella fue
enviada a la Tierra a hacer. Es más, la creencia mormona sostiene que
“los hombres serán castigados por sus propios pecados, y no por la
transgresión de Adán,”18 sin embargo, se espera que todas las mujeres
den la debida sumisión a sus esposos a causa de la transgresión de Eva,
un acto sobre el cual ninguna otra mujer tiene control alguno.
Probablemente sería más honesto admitir que en la teología mormona
el orden de la Creación y la Caída han tenido poco que ver con la
16
John A. Widtsoe, Rational Theology as Taught by the Church of Jesus Christ of Latter- day Saints (Salt Lake City: Deseret Book, 1965), 51. Widtsoe dice: “La Caída fue un aprovechamiento deliberado de la ley, por medio de la cual Adán y Eva llegaron a ser mortales, y pudieron engendrar hijos mortales… El relato de la Biblia es, sin duda alguna, solamente figurativo.” 17
Por ejemplo, vea Bruce R. McConkie, "Eve and the Fall," Woman, 57-68. 18
2° Artículo de Fe.
8
posición de las mujeres en el matrimonio y en la iglesia. Las
declaraciones del Pablo sobre el tema sirven como argumentos efectivos
para mantener el status quo, pero no están en la raíz de las
designaciones del papel de subordinación de las mujeres y de orden
superior para los hombres. La raíz real de este ordenamiento jerárquico,
me parece, es el concepto mormón del destino último del hombre y de la
mujer. Bajo este concepto, la mujer no está subordinada al hombre
debido al orden de la creación y de la Caída, sino porque Dios es varón y
porque solamente los hombres pueden llegar a ser como Dios. Aunque se
ha puesto de moda dar afirmación verbal a la igualdad de los sexos, e
incluso a la igualdad eterna de los sexos,19 el hecho es que nuestros
actuales conceptos del cielo y del progreso eterno surgieron de una
teología que no incluía ninguna creencia igualitaria. Por ejemplo, Orson
Pratt dijo, “El Padre de nuestro espíritu es el jefe de su familia, y sus
esposas e hijos están obligados a rendir la obediencia más perfecta a su
gran Jefe.”20 Los actuales líderes de la iglesia han dicho poco sobre la
relación de nuestra Madre Celestial con nuestro Padre celestial y, que yo
sepa, no han indicado si estarían de acuerdo con Orson Pratt. Sin
embargo, hasta que empecemos a ver nuestro destino final como una
verdadera cooperación en igualdad de condiciones, es probable que les
resulte imposible creer que las mujeres y los hombres son
intrínsecamente iguales, y persistiremos en usar los discursos paulinos
sobre las mujeres para apuntalar nuestro punto de vista que los
hombres son divinamente designados para ser líderes eternos, mientras
que las mujeres son divinamente designadas para ser seguidoras
eternas. En un patrón circular de pensamiento, nuestro concepto de los
cielos podría continuar para evitarnos permitir que las mujeres sean
líderes en la tierra, mientras que la falta de líderes mujeres de la tierra
continúa para hacernos proyectar nuestro punto de vista terrestre a los
cielos.
Durante los últimos miles de años, el modelo establecido de quién
está autorizado para actuar por Dios ha variado de manera significativa,
es posible mirar las circunstancias de los poseedores del sacerdocio
desde los tiempos de Moisés y ver un patrón de expansión de la
autorización. La época de Moisés era un periodo de restricción en el que
19
Por ejemplo, el Presidente Kimball ha dicho: “Tenemos plena igualdad como hijos espirituales de Dios. Tenemos igualdad como destinatarios del amor perfeccionado de Dios para cada uno de nosotros” (Spencer W. Kimball, "The Role of Righteous Women," Ensign 9 [Nov. 1979]: 102). 20
Citado en Wilcox, "Mormon Concept," 14; from Orson Pratt, The Seer 1 (Oct. 1853): 159.
9
el que el sacerdocio estaba limitado a solamente una tribu de la Casa de
Israel, los Levitas. Cristo amplió el círculo para incluir a los judíos.
Después de la muerte y resurrección de Cristo, el círculo se amplió para
incluir a los gentiles (incluso, aparentemente, algunas mujeres). Se
perdió algún terreno entre entonces y la Restauración, pero desde el
principio de la iglesia todos los hombres, excepto los de ascendencia
negra, han sido poseedores del sacerdocio. Entonces, en 1978, el círculo
se expandió de nuevo para incluir a todos los varones dignos. Solamente
las mujeres siguen excluidas. Tal vez está cercano el tiempo cuando el
círculo pueda ampliarse de nuevo para incluirnos a todas nosotras.
Sin lugar a dudas hay muchas mujeres que prefieren permanecer
excluidas. Sienten que disfrutan de todas las bendiciones del sacerdocio,
mientras que están libres de sus responsabilidades. Sin embargo las
crecientes expectativas de las mujeres actuales nos inspiran a muchas
de nosotras para re-examinar nuestros sentimientos sobre el estricto rol
de asignaciones que nos han circunscrito, seccionado, y dividido, varón y
hembra. Pienso con frecuencia que quienes sienten que las mujeres no
están despojadas por su exclusión del sacerdocio, no han puesto mucha
atención en cuánto se les niega a las mujeres por la exclusión. Ocupar
importantes cargos eclesiásticos es una gran responsabilidad para estar
seguros, pero también es una gran oportunidad para el crecimiento.
Como a las mujeres se les niega el sacerdocio, también se les niega esa
oportunidad. Además, se les niega la oportunidad de ser parte de del
proceso de la toma de decisiones en curso en nuestros barrios, nuestras
estacas, nuestra iglesia. En todo, desde decidir quién ocupará los
llamamientos de la Iglesia hasta decidir dónde y cuándo comprar una
propiedad, a las mujeres regularmente se les pide sostener las decisiones
tomadas por hombres, pero que se les da poca oportunidad de influir en
esas decisiones antes de tomarlas. Con frecuencia estas decisiones
tienen un gran impacto sobre las mujeres, como es el caso cuando los
proyectos que implican mucho tiempo o compromisos financieros son
discutidos abiertamente en la reunión del sacerdocio, sin que las
mujeres sean consultadas sobre ellos.
Muchas mujeres se sintieron consternadas por la pérdida de
autonomía que experimentaron cuando la Sociedad de Socorro fue
“correlacionada,” perdiendo su revista y la oportunidad de recaudar y
administrar sus propios fondos. En tanto que las mujeres fueron las más
afectadas por estos cambios, no se les permitió tomar la decisión sobre
10
cómo sería estructurada la Sociedad de Socorro. La decisión fue tomada
por ellos. Por los hombres.21 La toma de decisiones jerárquica bien
podría seguir causando consternación y disidencia, si las mujeres
llenaran todas las posiciones de liderazgo en la Iglesia sobre una base de
igualdad con los hombres, pero las oportunidades de tomar decisiones
que afectaran adversamente a las mujeres –como la de hace unos años
para negar a las mujeres la oportunidad de ofrecer oraciones en la
reunión sacramental –serían reducidas, ya que las mujeres serían más
propensas que los hombres, incluso hombres bien intencionados, para
estar conscientes de cómo cualquier decisión afectaría a otras mujeres.
Es una simple cuestión de experiencia común.
Tener un sacerdocio exclusivamente masculino afecta nuestras
actitudes hacia las mujeres y los hombres más profundamente de lo que
nos damos cuenta. Muchas personas creen sinceramente que otorgar el
sacerdocio a los hombres mientras se les niega a las mujeres de ninguna
manera afecta sus ideales igualitarios. Pero, ¿sentiríamos lo mismo si en
lugar de un sacerdocio exclusivamente masculino, tuviéramos un
sacerdocio exclusivamente femenino?
¿Cómo nos sentiríamos si toda posición de liderazgo (excepto los
directamente relacionados con hombres y niños) fueran ocupados por
una mujer? ¿Si cada problema importante tuviera que ser resuelto por
mujeres? ¿Si cada mujer y cada hombre que necesitara el consejo de un
líder espiritual tuviera que ser asesorado por una mujer? ¿Cómo nos
sentiríamos si cada miembro del sumo consejo de la estaca fuera una
mujer? ¿Si cada mes recibiéramos un mensaje, en la reunión
sacramental, de una sumo consejera? ¿Si el oficial presidente en todas
las reuniones de la iglesia fuera una mujer? ¿Si los tribunales
eclesiásticos fueran todos llevados a cabo por mujeres? ¿Cómo nos
sentiríamos si pudiéramos ordenar a nuestras hijas de doce años, pero
no a nuestros hijos? ¿Si cada semana nuestras hijas bendijeran y
repartieran el sacramento? ¿Si nuestras jóvenes fueran alentadas para ir
a la misión, y nuestros hombres jóvenes se les permitiera ir solamente si
fueran mayores que nuestras mujeres jóvenes? ¿Si en el campo misional
todos los líderes de zona y distrito fueran mujeres jóvenes, a quienes los
hombres jóvenes, ligeramente mayores, tuvieran que reportar? ¿Si
21
Muchas mujeres pueden apenas haber notado los cambios que ocurrieron en la Sociedad de Socorro en 1969-70, pero otras los resintieron. Vea Marilyn Warenski, Patriarchs and Politics: The Plight of the Mormon Woman (San Francisco: McGraw-Hill 1980), 138-39.
11
nuestros hermanos misioneros pudieran enseñar a los investigadores
pero se les negara el privilegio de bautizarles y confirmarles? ¿Cómo nos
sentiríamos si solamente las madres pudieran bendecir, bautizar, y
confirmar a sus hijos? ¿Si los hombres hicieran la mayor parte de la
enseñanza de los niños y las mujeres ocuparan casi todos los cargos
ejecutivos del barrio? ¿Si las mujeres dirigieran la reunión general de los
hombres de la iglesia, para instruirles en cómo cumplir mejor con su
papel como hombres? ¿Los hombres en esta situación todavía estarían
tan seguros que los hombres de la iglesia y las mujeres son iguales, aun
cuando los hombres tienen un papel diferente?
Antes de junio de 1978, todos comprendíamos fácilmente que la
negación del sacerdocio a los hombres de raza negra era una privación
grave. Señalar a una raza de hombres para la exclusión sacerdocio era
reconocido fácilmente como injusticia, y a la mayoría de nosotros
estuvimos profundamente complacidos de ver esa injusticia eliminada
por revelación. Pero de alguna manera es más difícil para muchas
personas a ver la negación del sacerdocio a las mujeres como una
injusticia similar. La revelación a favor de los negros aparentemente vino
en respuesta a la sentida preocupación de los líderes de la iglesia por sus
hermanos, una preocupación que les movió a “suplicar larga y
fervientemente a favor de éstos, nuestros fieles hermanos, y hemos
pasado muchas horas en el cuarto superior del Templo suplicando al
Señor orientación divina.”22 Fue solo después de estas “muchas horas”
de oración que llegó la revelación. Anhelo el día cuando la empatía
similar puede ser evocada en nombre de nuestras hermanas fieles.
Puede haber pocas dudas sobre la capacidad de las mujeres para
cumplir con las asignaciones del sacerdocio y efectuar las ordenanzas del
sacerdocio. Las mujeres funcionan como líderes eclesiásticos en muchas
religiones y se están encontrando igual a los desafíos. Incluso en nuestra
propia cultura y fe, las mujeres han demostrado sus habilidades para
sanar a los enfermos y pronunciar bendiciones proféticas que han venido
a estar estrictamente asociadas con el sacerdocio.23 Asimismo, si bien no
existe un precedente dentro de la iglesia para la ordenación general de
las mujeres, existe una autoridad limitada conferida a las obreras del
22
DyC Official Declaration 2. 23
Carol Lynn Pearson, Daughters of Light (Salt Lake City: Bookcraft, 1973), esp. chaps. 3, 5, y 6. Vea también Mormon Sisters, ed. Claudia L. Bushman (Salt Lake City: Olympus Publishing Co. 1976), esp. cap. 1.
12
templo, que llevan a cabo las ordenanzas del templo para las mujeres.
Donna Hill ha señalado:
Tradicionalmente, el sacerdocio mormón ha estado reservado para los
varones, pero puede haber una razón para especular si alguna forma de
él estaba previsto para las mujeres. Heber C. Kimball, en su diario el 1
de febrero de 1844, dijo que él y Vilate fueron ungidos sacerdote y
sacerdotisa “para Dios, bajo las manos de B. Young y por los caminos del
Santo Orden.” La importancia de la ordenación no se da a conocer.
Benjamin Winchester en su Narrativa Personal escribió que José
prometió a su hermana Lucy Smith que la haría sacerdotisa y la mujer
más elevada en la iglesia si aceptaba la poligamia, pero ella se rehusó.24
La anotación del diario de Kimball podría ser una referencia para las
ordenanzas del templo, pero la declaración de Winchester suena como si
José Smith pudiera haber tenido algo diferente en mente. Ciertos
aspectos de nuestro sistema de creencias apoyan la idea de la ordenación
de mujeres, como el hecho que creemos que las mujeres “llegarán a ser
sacerdotisas y reinas en el reino de Dios, y eso implica que se les dará
autoridad.”25
Tengo la esperanza de que no nos atrincheremos en una posición
absolutista, que excluya la posibilidad del diálogo y el cambio a este
respecto. Esto me recuerda el carácter absoluto de los términos con que
se defendió la política de negación del sacerdocio a los negros,26 y me
pregunto, si no hubiéramos estado tan rotundamente seguros que la
doctrina sobre los negros nunca podría cambiar, ¿podría haber cambiado
antes de lo que lo hizo? ¿Qué parte jugamos, los miembros, en el
cambio? ¿Nuestra disposición para aceptar el cambio influirá en su
momento?
El tema que las mujeres tengan sacerdocio es casi seguro que se
convertirá en un tema de discusión en el futuro. Ya los misioneros en los
24
Donna Hill, Joseph Smith: The First Mormon (Garden City, NY: Doubleday, 1977), 484. La declaración sigue: “Ver a Winchester en la colección de Charles Woodward, Primer Medio Siglo de Mormonismo, NYPL. No conozco de ninguna corroboración de la declaración de Winchester.” 25
Joseph Fielding Smith, Doctrines of Salvation, vol. 3, Bruce R. McConkie, comp. (Salt Lake City: Bookcraft, 1956), 178. 26
Brigham Young enseñó: “Cuando todos los demás hijos de Adán hayan tenido el privilegio de recibir el Sacerdocio, y de recibir en herencia el reino de Dios, y de ser redimidos de los cuatro ángulos de la tierra, y hayan recibido su resurrección de entre los muertos, entonces será el tiempo suficiente para eliminar la maldición de Caín y su posteridad” (JD 2:143). Esta y declaraciones similares han sido reiteradas en obras tales como El Camino a la Perfección de José Fielding Smith (Salt Lake City: Deseret News Press, 1958), 106, y en John L. Lund, La Iglesia y los Negros (1967), 45-49.
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Estados Unidos se enfrentan a preguntas sobre por qué las mujeres no
son ordenadas. Tengo varias conocidas no miembros que expresan, sin
que se los pida, lo que una mujer dijo muy claramente: “Unos de tus
misioneros llamaron a mi puerta el otro día. Les dije que volvieran
cuando las mujeres mormonas puedan ser sacerdotes.” Para muchas de
nosotras, si no es que la mayoría, la igualdad de los sexos ha entrado en
nuestra consciencia como un principio correcto. Podemos no creer
todavía que las mujeres y los hombres son iguales, pero cuando menos
creemos que deberíamos creerlo. A medida que llegamos a aceptar este
principio más plenamente, la pregunta surge inevitable: ¿por qué la
masculinidad debe ser el factor determinante de quién será autorizado
para actuar en nombre de Dios?
Hombres y mujeres por igual consideran justamente el sacerdocio un
gran don de Dios, y el derecho a poseer el sacerdocio un honor especial,
un honor que se les niega a las mujeres. Si llega el día –y creo que llegará
–cuando las mujeres y los hombres por igual serán poseedores tanto de
las bendiciones como las cargas del sacerdocio, las barreras artificiales
de dominio y sumisión, poder y manipulación, que algunas veces tensan
nuestras relaciones hombre-mujer disminuirán, y todos seremos más
libres para escoger nuestros propios caminos y papeles. En unidad
cristiana, avanzaremos juntos, con poder para bendecir nuestras propias
vidas y la vida de los demás, y con oportunidad para una vida espiritual
y participación más ricas y más plenas para todos los hijos de Dios.
P.H. 5 Iyar 5773