Leyenda Yerba Mate

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Ron da de cuentos - Cuentos en rondaLa Plata, miércoles 3 de noviembre de 2004 Suplemento para los chicos del diario Hoy en la Noticia

Un día, desobedeciendolos consejos de Tupá, el dios padre de los

guaraníes, Así, la luna, y suamiga Aria quisieron bajar a la Tierra.

Lo hicieron en esas zonas de tierras rojas, pero no habíancontado con los peligros quepodían acecharlas en elbosque. Mientras paseabanentre los árboles, se les presentó un jaguar que sedisponía a atacarlas.

En ese momento llegó unanciano que se enfrentó alpeligroso animal, y que con su cuchillo logró matarlo.

El viejo indio las invitó a sucabaña para recibir la hospitali-dad de su familia. Llegaron auna choza humilde, en quefueron recibidas por la mujer yla hija del anciano. Así y Ariahabían quedado maravilladaspor la hermosura de la joven.

Comieron panes de maíz quehizo la vieja india con el restode maíz que le quedaba a lafamilia.

Y aceptando esa bondad dela familia, pasaron allí esanoche.

Cuando quedaron solas las dos, Aria preguntó:

-¿Qué hacemos ahora, Así?¿Nos volvemos y dejamos queestas gentes crean que nuestroencuentro ha sido un sueño ?

Así movió negativamente lacabeza.

-No, no, Aria. Estoy llena decuriosidad por saber por qué se han retirado a estassoledades y encerrar con ellos a esa hermosa joven.

Aria no sentía la curiosidadde Así; pero era su amiga yaccedió a su deseo.

A la mañana siguiente, cuan-do llegó la nueva luz, Así anun-ció al viejo que había llegado el

momento de marchar. El lasacompañaría.

Apenas se habían apartadode la cabaña cuando Así inten-tó que su acompañante lesdijera lo que tanto deseaba.Pero el viejo había intuido eldeseo de la joven, y, atribuyén-dolo a curiosidad propia demujer, se decidió a satisfacerla,y le dijo:

- Hermosa doncella, veo quete llamó la atención el aleja-miento en que vivimos; pero no hay ningún motivo extraño.

Y luego escucharon el relatodel anciano indio, que les con-fió que estaban viviendo aleja-dos del poblado, para apartar asu inocente hija de los peligrosque le podría acarrear suincreíble belleza e inocencia.

Durante su vida juvenil habíavivido junto a los de su tribu.Allí conoció a la que fue sumujer, y su alegría no tuvolímites el día en que nació lahermosa hija. Pero esta alegríase hizo preocupación a medidaque la niña crecía, pues era taninocente y tan falta de malicia,que el padre empezó a temer eldía que perdiera esos atributos.

- Abandoné todo lo que nome era necesario para vivir enel bosque - dijo el viejo - y, sindecir a nadie hacia dónde iba,

huí como un venado persegui-do, hacia la soledad. Desdeentonces vivo allí. -Sólo el cariño que tengo a mi hijapudo hacerme cometer estaespecie de locura. Pero soy feliz.

Calló el viejo y ninguna de lasdos supo qué contestarle.Entonces, Así le pidió que lasdejase, después de prometerleque a nadie hablarían de suencuentro. Una vez que Así y Aria quedaron solas,ascendieron a los cielos.

Pasaron algunos días y, obser-vando al viejo indio desde susoledad celeste, Así comprendiótodo el valor de su hospitalidad,pues vio que las tortitas demaíz habían desaparecido de sualimento. Las que les fueronofrecidas habían sido las últi-mas que tenían. Entonces, unatarde, volvió a hablar con Aria yle contó lo que había visto.

- Yo creo que debemos pre-miar a aquellas gentes. ¿Qué teparece, Así?

- Lo mismo he pensado yo.Podríamos hacer, ya que elviejo tiene ese cariño por suhija, que nuestro premiorecayese sobre la joven.

Entonces se les ocurrió algoverdaderamente original y, conel mayor secreto, se decidierona ponerlo en práctica. Para ello,

una noche infundieron a lostres seres de la cabaña unsueño profundo, y, mientrasdormían, Así, en forma de blan-ca doncella, fue sembrando, enel claro del bosque que delantede la choza se extendía, unasemilla celeste. Después volvió a su morada, y desde el cielooscuro iluminó fuertementeaquel lugar, a la vez que Ariadejaba caer suavemente unalluvia menuda.

Llegó la mañana. Ante lacabaña habían brotado unosárboles menudos, desconocidos,y sus blancas flores asomabanentre el verde oscuro de lashojas. Cuando el viejo indiodespertó de su profundo sueñoy salió para ir al bosque, quedómaravillado de lo que seextendía frente a él.

Llamó a su mujer y a su hija,y, cuando los tres estabanestáticos mirando lo que paraellos era un prodigio, Así, bajola figura de doncella quehabían conocido, les sonreíaconfiadamente.

- No tengáis temor - les dijo -.Yo soy Así, la diosa que habitaen la luna, y vengo a premiarlesvuestra bondad. Esta nuevaplanta que veis es la yerbamate, y desde ahora para siem-pre constituirá para todos loshombres de esta región el sím-bolo de la amistad y el alimentocaliente que beberán. Y vuestrahija jamás perderá la inocencia.Será la dueña de la yerba.

Después, la diosa les hizo levantar del suelo donde estaban arrodillados, y lesenseño el modo de tostar y detomar el mate.

Pasaron algunos años, y alviejo matrimonio le llegó lahora de la muerte. Después, lahija desapareció de la tierra. Y, desde entonces suele verse,entre los yerbatales misioneros,una joven hermosa en cuyosojos se reflejan la inocencia y labondad de su alma.

Adaptación de una versión recogida por tradición oral

Leyenda de la Yerba Mate

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