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Marc Lozano
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Locura y literatura UNA LECTURA DEL TEMA DE LA LOCURA EN LA LITERATURA ESPAÑOLA DESDE LAS FUENTES CLÁSICAS AL SIGLO XIX
Marc Lozano Martínez DEP. DE LLENGÜES | TUTOR: JOSÉ LUIS CANTÓN PATERNA
Marc Lozano
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Índice
1. Introducción ................................................................................................. 4
2. Metodología ................................................................................................. 6
3. El loco y la locura ......................................................................................... 7
4. Locura en el Mundo Clásico ........................................................................ 9
5. Locura en la Edad Media ........................................................................... 13
6. Locura en los Siglos de Oro ....................................................................... 20
7. Locura en el Romanticismo ....................................................................... 26
8. Conclusión ................................................................................................. 30
9. Bibliografía ................................................................................................. 33
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1. Introducción
Con este trabajo pretendía tratar principalmente el concepto de la locura a lo
largo de la literatura española de las diversas épocas artísticas. Pero al final
decidí llegar hasta el siglo XIX, porque a partir de la aparición de la psicología,
la psiquiatría y Freud la locura ya es considerada como una enfermedad mental
y esta locura coge un enfoque más científico. Tampoco tendré en cuenta la
Ilustración porque, a pesar del cambio de paradigma con el llamado Siglo de
las Luces, el público en general continúo acudiendo a las lecturas y obras de
teatro barrocas, que eran del gusto popular.
Para trabajar cada movimiento o época literaria, primero he buscado el
contexto histórico y la situación de cada período, el concepto o la causa de la
locura y, una vez he encontrado toda esta información, he intentado aplicar
este concepto a la literatura. De este modo, puedo ver si el concepto de locura
se correspondía a la creación literaria. Para ello he tenido que leer varios libros,
narraciones, poemas y relatos y así poder poner un buenos ejemplos que sean
lo suficientemente representativos. Y después de tener toda la información con
las lecturas, he hecho una pequeña conclusión, resumiendo y comparando
cada período para así poder ver la evolución de esta locura a lo largo de la
historia y de la literatura.
Por otra parte, quisiera destacar mi participación en las “estadas Argò” en la
UAB, donde algunos profesores de la misma universidad me ayudaron con mi
trabajo; principalmente estos me aconsejaron cómo encarar mi investigación y
algúnque otro artículo y libro interesante. También me explicaron el
funcionamiento de la universidad y las diferentes carreras, y me enseñaron
gran parte del campus. Fue una bonita experiencia, ya que por un momento me
sentí como un universitario.
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Y, por último, me gustaría agradecer a mi tutor del trabajo su dedicación,
porque sin él dudo que mi búsqueda hubiera ido como me ha ido. A lo largo de
la investigación ha estado atento, encima de mí y siempre dispuesto a
ayudarme en cualquier cosa con un muy buen humor, que eso parece ser lo de
menos, pero todo suma. También me ha dado todo tipo de material y de
facilidades para poder hacer mi trabajo.
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2. Metodología
Se llevará a cabo una investigación bibliográfica de diferentes conceptos e
información que me permitan hacer mi trabajo. Mediante esta investigación,
basaré mi estudio en el análisis de diferentes obras de cada movimiento
literario y de sus autores respectivamente. Con este análisis podremos
relacionar el autor con su creación, cómo son los escritos de los considerados
autores locos, si en sus poemas plasman esta locura o no, etc. Gracias a este
análisis mediante la lectura de obras podremos identificar y describir los
personajes o protagonistas y podremos ver la relación con la locura de estos
personajes.
En definitiva, mi trabajo constará de una investigación bibliográfica de
metodología comparativa, donde encontraremos diferentes obras y autores, y
haré un análisis literario con la lectura directa de las obras de donde se
extraerán diferentes conclusiones y relaciones.
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3. El loco y la locura
En esta parte del trabajo quiero exponer y comentar cómo en épocas diversas
utilizaban el concepto locura en la literatura. Normalmente, con la poca
información que he recogido, este concepto de locura lo utilizaban cuando
alguien estaba loco de amor, se encontraba poseído o algo relacionado con los
espíritus, o se usaba para el autor al que le gustaba tanto la literatura o escribir
que lo trataban de poeta loco. En estas épocas pasadas, tardaron mucho en
relacionarlo con la psicología, es decir, en denominar esta locura como una
enfermedad mental.
Para profundizar en esta locura, primero he buscado el concepto de locura, que
no se designó completamente hasta el final del siglo XIX para un determinado
comportamiento que rechazaba las normas sociales: la locura se interpretó
socialmente como una desviación de la norma, por culpa de un desequilibrio
mental, por la cual un hombre o una mujer padecía de delirios impropios del
funcionamiento normal de la razón. Así pues, este concepto de locura, lo
estudiaré y analizaré en diferentes épocas, con sus movimientos literarios
correspondientes.
Antiguamente, se creía que era consecuencia de maniobras sobrenaturales o
demoníacas, también se pensaba que actuaba en el hombre como castigo
divino por la culpa de sus pecados.
Empezare hablando sobre la Edad media. En esta época, a los locos casi todo
el mundo los consideraba poseídos por el diablo o embrujados. Cuando se
declaraba que alguien estaba loco, sus bienes pasaban a ser administrados por
otra persona y a estos que se denominaban locos, se les pasaba a evaluar su
memoria y su capacidad intelectual.
En cuanto al Renacimiento, la locura surge como una nueva encarnación del
mal. En este momento aparece la denominada “stultifera navis” (nave de los
locos) que determina la existencia de los locos.
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En lo que respeta al Humanismo, la locura pasa a ser parte directa de la razón,
es la locura la que ahora analiza y juega la razón.
Y para acabar, en el Siglo XVII, a los locos los encerraron en el llamado
“hospital de los locos”, donde la razón triunfará por medio de la violencia.
La siguiente información confirmará lo dicho anteriormente, ya que en cada
época o en un tiempo diferente la locura tenía diferentes perspectivas:
«Tal y como sucede con la mayoría de los tópicos y conceptos, la locura
no ha sido un término estático y uniforme. El pasar de los años, la
evolución, en ocasiones retroceso, del hombre y sus paradigmas
sociales, han ido cambiando y moldeando las nociones y perspectivas
sobre la locura». (Donosti Bleddyn, 2017)
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4. Locura en el Mundo Clásico1
La locura en el mundo clásico, especialmente en la Grecia Antigua, era
considerada como un castigo enviado por los dioses. La percepción de esta
locura es totalmente distinta a la percepción que tenemos nosotros a día de
hoy: «Para los griegos, ver dioses no es prueba de locura, hoy este
acontecimiento sería considerado como una alucinación» (Laurence 2008: 1).
A nosotros esto nos sonara muy extraño, pero los griegos consideraban y
estaban convencidos de que las emociones no pertenecían a las personas,
sino que estas emociones venían de fuera, provenían de los dioses. La
tragedia es un claro ejemplo, los dioses están por encima de los humanos y el
enfrentamiento entre ellos afecta a los humanos. Estos dioses nunca se
enfrentan directamente entre ellos, sino que lo hacen a través de un humano.
En la tragedia uno de los conceptos básicos es áte. Áte es un daño interior,
producido primero en la mente y luego provoca un aterrador acto exterior.
Como es costumbre, los responsables de áte son los dioses.
Áte es considerado tanto causa como consecuencia. Si la consideramos como
causa, ella es la que provoca que el asesino cometa el crimen y si la
consideramos como consecuencia sería el resultado del crimen, el daño que
generará a su vida, lo que a día de hoy entendemos como culpa.
Normalmente las tragedias consisten en llevar a cabo una acción por error que
provoca consecuencias nefastas.
En la tragedia también podíamos encontrar algo llamado hamartía. Un hombre
bueno, de buena reputación, sufre a causa de alguna hamartía. Esta hamartía
es considerada como falta, error, equivocación. La hamartía se refería a una
serie de conceptos que nosotros separamos a día de hoy: error, acciones
1 En este apartado sigo la información proporcionada por el artículo de Araceli Laurence, «Locura y
destrucción en el teatro griego clásico [1]» [Laurence 2008]. Sin embargo, los ejemplos literarios son míos.
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vergonzosas, delito y locura. Estos actos no suelen ser cometidos
intencionalmente, sino por ignorancia;
«Hamartía puede ser utilizado para el error involuntario, tal es el caso de
Ágave, quien despedaza a su hijo Penteo como producto de su locura. Pero,
también, se puede utilizar este término para el error voluntario, es decir,
cuando se realiza intencionadamente una acción indebida». (Laurence
2008:7)
Un gran error que se podía cometer era ignorar a los dioses, ya que cualquier
acción que les parecía que cualquier persona les estaba faltando al respecto,
estos dioses castigaban a la persona. En otras palabras, se sanciona el error al
salirse de los límites impuestos por la divinidad.
Podemos ver perfectamente reflejados estos conceptos de áte y hamartía en la
historia de Orestes, donde los dioses mandan vengar la muerte de su padre,
que fue asesinado por el amante de su esposa, Egisto. Orestes consigue su
propósito, pero no solo mata a Egisto, también acaba matando a su madre,
Clitemnestra. Tras esta venganza Orestes enloquece y es perseguido por las
Erinias, cuyo trabajo es castigar a esas personas que incumplen y dañan a los
lazos familiares.
A lo que hace referencia al até, ya hemos dicho que puede ser considerado
tanto causa como consecuencia. Si la consideramos como causa, la venganza
es lo que llevaría a Orestes matar a su madre y a Egisto y, si la consideramos
como consecuencia, sería en la
locura absoluta en la que cae, ya
por el sentimiento de culpa, y por
la persecución de las Erinias.
Refiriéndome a hamartía y como
he explicado antes, abarca varios
significados y uno de ellos es
error. El error que comete Orestes
es el asesinato y no solo es el
hecho de asesinar, al cometer este Orestes perseguido por las Furias, de William-
Adolphe Bouguereau (1927)
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asesinato está ignorando a los dioses, los está faltando al respeto, ya que no
se puede dañar los lazos familiares y este error será sancionado.
En Grecia la enfermedad se comprende como un tipo de invasión, y esto afecta
a la locura. Un claro ejemplo es que la peste era una enfermedad enviada por
los dioses, así pues en la vida cotidiana se referían a la enfermedad como un
mensaje de los dioses.
Algo que destaca es que la locura es el extremo de la pasión trágica, términos
como “loca de dolor”, “loca de placer” y “loca de amor”, abalan este extremo
trágico.
Por otra parte, algo que caracteriza principalmente a los locos es la visión
equivocada de la realidad.
Para poder dar veracidad a estas afirmaciones sobre el concepto de la locura
en la Antigua Grecia, he buscado dos obras y personajes considerados locos
en esa época: Casandra e Hipólito.
Casandra es un claro ejemplo de este castigo divino, como ya he hablado
antes. Casandra fue sacerdotisa de Apolo, y con Apolo pactó la concesión del
don de la profecía. Pero Casandra acabórechazando este pacto con el dios.
Apolo lo ve como una traición y maldice a Casandra, escupiéndole en la boca,
aunque esto no supondría que le quitará el don, sino algo seguramente peor:
nadie creería a Casandra en sus pronósticos. Así, cuando esta hiciera sus
pronósticos, la tratarían como
una loca.
Diferente es el caso de
Hipólito, en el que podemos
hacer referencia a la locura
amorosa. Hipólito sobresalía
por su virtud y su belleza,
tenía una madrastra llamada
Fedra, esta se enamoró
locamente de Hipólito, no por Fedra, pintura de Alexandre Cabanel (1880)
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cosecha propia, sino por cumplir el plan de una diosa como Afrodita, que quería
destruir a Hipólito por su virtud, y entonces hizo que Fedra se enamorará de
Hipólito. Podemos destacar una frase que de Hipólito que nos hace ver la
superioridad de los dioses sobre los humanos y cómo los quiere maldecir, ya
que dice que son culpables del momento en que se encuentra, loco de amor y
a punto de morirse: «¡Ay, si la estripe humana pudiera maldecir a los dioses»
(Esquilo).
Otra frase que podríamos destacar para ver en qué momento de locura que se
encontraba, cuánto era el dolor que sentía y cómo quería morirse es, sin dejar
de nombrar a los dioses:
«¡Estoy muerto, desdichado, ay de mí! Los dolores traspasan mi cabeza, la
convulsión se lanza sobre mi cerebro. […] ¡Ay, ay, vuelve el dolor, me
vuelve! ¡Dejadme a mí, desdichado! ¡Ojalá me venga la Muerte Sanadora!
¡Acabad conmigo, matad al infortunado! ¡Deseo una lanza de doble filo,
para clavármela y sumir mi vida en un sueño!». (Esquilo)
Después de ver estas obras y personajes, se demuestra claramente la
importancia que tenían los dioses en la concepción de esta locura en la Antigua
Grecia.
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5. Locura en la Edad Media
La locura en la Edad Media fue conceptualizada como sinónimo de pecado,
defecto moral, también se consideró la locura como el resultado de una
posesión o un pacto con el diablo, como un efecto de la brujería. Digamos que
el loco era considerado como alguien controlado por las fuerzas del mal y un
tratamiento que se utilizaba mucho era el exorcismo. También, muchas
personas recurrían a brujas y magos para resolver sus problemas.
Por ejemplo, esta pequeña introducción se vería perfectamente reflejada en la
Celestina, nombre con el que se ha
popularizado la Tragicomedia de Calisto
y Melibea. En la siguiente obra, como su
propio nombre indica, se trata de la
historia amorosa de Calisto y Melibea,
pero para empezar con este amor,
Calisto pide ayuda a Celestina, que hará
de mediadora para convencer a Melibea
y que esta se enamore de Calisto.
En La Celestina un tipo de locura que se
puede apreciar fácilmente es la locura
como resultado del amor, un tipo de
locura siempre presente en movimientos
diferentes. Este tipo de locura la
podemos ver reflejada en la figura de
Calisto, ya que en muchos momentos de la obra lo encontraremos melancólico,
triste, infeliz (la llamada “enfermedad del amor”); también jugándose la vida
para conseguir el amor de Melibea muestra un gran atrevimiento, un
atrevimiento un poco impropio en esa época. Entonces al ver todos estos
hechos lo trataran como un “loco de amor”. Melibea al ver las intenciones de
Calisto y su gran atrevimiento, lo califica de loco, diciendo la siguiente frase a
Celestina: «¿Qué siente ese perdido, que con tanta pasión vienes? ¡De locura
La Celestina, de Pablo Picasso (1904)
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será su mal! ¿Qué te parece? ¡Si me hallaras sin sospecha dese loco, con qué
palabras me entrabas!» (Rojas 1499: 7).
Mas adelante en la obra, Celestina le entrega a Calisto un cordón que llevaba
puesto Melibea en su cintura y lo trata y habla del cordón como si fuera un
enorme tesoro, otro hecho que demuestra el grado de locura de Calisto:
«¡Oh nuevo huésped! ¡Oh bienaventurado cordón, que tanto poder y
merecimiento tuviste de ceñir aquel cuerpo que yo no soy digno de servir!
¡Oh nudos de mi pasión, vosotros enlazasteis mis deseos! ¡Decidme si os
hallasteis presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien vosotros
servís e yo adoro, e, por más que trabajo noches e días, no me vale ni
aprovecha!» (Rojas 1499: 9)
Pero vamos al punto clave, el porqué podemos comparar la pequeña
introducción que encontramos al principio sobre la locura en la Edad Media con
la Celestina. En esta obra, Celestina se consideraba y la consideraban como
bruja, ya que decía que se comunicaba y hacía pactos con el mismísimo
demonio, algo muy común en la locura de la Edad Media. Con este pacto
conseguirá volver loca de amor a Melibea, de repente esta se encuentra
locamente enamorada de Calisto. Hace una especie de encantamiento, donde
principalmente pedirá ayuda y suerte al mismísimo diablo, para volver loca de
amor a Melibea.
Además, en la introducción podemos leer que muchas personas recurrían a
estas brujas para resolver sus problemas, pues en la Celestina no será menos,
ya que Calisto recurre a Celestina para que esta le ayude a conquistar a
Melibea.
Y aquí unos de los principales motivos por el cual La Celestina tuvo tantísimo
éxito en la Edad Media, ya que toda la locura relacionada con la brujería, la
magia, los demonios... gustaba e interesaba muchísimo a la gente en ese
época.
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Algo que destacar es que en la alta Edad Media surge un enfoque “médico” de
la locura, la locura ya se empieza a asociar con un problema de la mente o un
problema en la cabeza, pero
un enfoque “médico” que a día
de hoy sería totalmente
erróneo. Se cree que los locos
tienen una piedra en la cabeza
(“la piedra de la locura”) que
origina su mal, y entonces
realizan operaciones
quirúrgicas para extraerla.
A todo esto, hay que añadir
que se dio un periodo de crisis
social (hambre, miseria,
peste…) a la vez que ocurrían
innumerables guerras
sangrientas. Dada la falta de
posibilidades para expresar el malestar, comienzan a desarrollarse curiosos
modos de expresión emocional, brotes de locura colectiva, es decir,
alteraciones extremas del comportamiento que llegaron a afectar a poblaciones
enteras. Y un ejemplo en el mundo de la literatura sobre estos
comportamientos extraños sería El conde Lucanor. Esta obra se caracteriza por
relatar anécdotas o experiencias de donde se extraen moralejas.
El cuento XLIII, “El Bien y el Mal, el cuerdo y el loco” es del que tenemos que
hablar, ya que habla sobre la locura, donde habla de una experiencia y en este
pequeño relato aparecen como personajes principales un cuerdo y un loco. A
través de estos dos personajes y este pequeño relato hará una especie de
paralelismo, de lo que no se debe hacer, entre el bien y el mal y acabara con
una corta moraleja.
Se trata de un buen hombre, dueño de unos baños, a los que un loco solía ir
cuando las personas estaban bañándose y las golpeaba con cubos, piedras,
palos, entonces la gente dejó de ir a aquellos baños. Y así es como el buen
Extracción de la piedra de la locura, de El Bosco
(1475-1480)
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hombre empezó a ver como su negocio se venía abajo y como empezó a
perder todas sus ganancias.
Por lo tanto, el dueño al ver las pérdidas que aquel loco le estaba causando, le
quería tender una trampa y se metió en el baño antes de que viniera el loco,
este se desnudó, cogió un cubo de agua muy caliente y una gran maza de
madera. Al llegar el loco a los baños para hacer lo que solía hacer cada día, el
buen hombre escondido, fue a por el lleno de rabia y le echó el cubo de agua
caliente por encima y le empezó a golpear con la maza, y tantos golpes le
estaba dando, que el loco empezó a pensar que el buen hombre se estaba
volviendo loco y salió corriendo, dando voces y advirtiendo de que había otro
loco en los baños.
El buen hombre no tendría que haber reaccionado de esta manera, ya que con
esta reacción, se ha visto más afectado que beneficiado.
Podemos destacar la siguiente moraleja: «Porque el Bien con sus armas
siempre vence al Mal, sabed que al hombre malo nadie debe ayudar» (Don
Juan Manuel).
Y a lo mejor, el considerado loco, que se dedicaba a molestar a la gente en los
baños, llevaba a cabo este tipo de comportamiento tan extraño por culpa del
brote de locura colectivo ya nombrado, que aparece por un conjunto de
circunstancias ya explicadas anteriormente
Por otra parte, como se ha comentado, durante estos siglos se registraron
epidemias de manías peculiares: delirios frenéticos, saltos, bailes,
convulsiones… Una de las hipótesis de estos fenómenos es que estos extraños
comportamientos eran parecidos a los ritos que la tradición greco-romana
celebraba en honor de ciertos dioses. Cuando el cristianismo se convirtió en
religión oficial, se prohibieron una serie de ritos y tradiciones.
El conflicto entre tradición y religión, la imposibilidad de expresión emocional,
acabó transformándose en síntomas de una enfermedad mental.
«Según la teología de la época, las posesiones diabólicas podían ser de dos
tipos atendiendo a un criterio de voluntariedad de la posesión:
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– Entendida como una enfermedad mental: el demonio poseía a su víctima
en contra de su voluntad, bien por el abandono de su alma, o bien por el
castigo de sus pecados.
– El poseso estaba aliado con el demonio, y en el acto de posesión había
intervenido un brujo; aunque la diferencia entre este segundo tipo de
posesos y los brujos no estaba clara» (Psiquiatría net, 2003)
En consecuencia a la aparición de estos casos de brujería se creó la Santa
Inquisición, que en un principio era el instrumento de persecución de la herejía,
pero que ya en el siglo XIII comienza a perseguir además a brujos y magos.
Aunque la Iglesia creía en la brujería y en la magia, se planteaban ciertas
limitaciones, ya que creían que se estaba llevando a extremos inapropiados e
insostenibles. Con el afán de consolidar su poder y su propia identidad,
persiguió los movimientos inadecuados. Y de esta persecución también se
habla en La Celestina, ya que como castigo en algunos casos podían
directamente ejecutar a estas brujas o llenarlas de plumas y pasearlas por todo
el pueblo para que la gente supiera a lo que se dedicaban y el delito que
habían cometido.
En un principio, como ya hemos visto antes, el tratamiento se basaba en el
exorcismo, tendente a devolver la paz espiritual al sujeto expulsando de su
cuerpo a los demonios. Con el paso del tiempo, las técnicas exorcistas se
hicieron cada vez más complejas y crueles. Se trataba de ser cruel con la
persona poseída para de esta forma ser cruel con el demonio que la poseía.
Cualquier acción era válida (azotes, encadenamientos, torturas, inmersiones en
agua caliente o helada, ayunos…) con tal de convertir el cuerpo en un lugar
desagradable para el demonio.
Se han recogido cifras de trescientos mil condenados y ajusticiados por brujería
entre 1448 y 1782 en Europa y América, una enorme cantidad de afectados.
Llama la atención el hecho de que la mayoría de las acusadas eran mujeres, a
las que se le atribuía un insaciable deseo carnal y cierta tendencia a hacer el
mal. En cambio, a los hombres se les suponía inmunizados a la posesión dado
que Cristo había sido varón.
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De este ideal sobre las mujeres hará hincapié Sempronio en La Celestina, ya
que la idea general que tiene Sempronio sobre las mujeres es que engañan,
que tienen la costumbre de mentir, pero sí que es verdad que le dice que sí que
hay mujeres que valgan la pena.
Mentirosas, livianas, bipolares, alteradas, osadas son con los principales
adjetivos que describe a las mujeres en un momento de la obra. También dice
que después de haberse ganado nuestra confianza nos lo hacen pasar mal e
incluso las compara con el vino, ya que nos hacen renegar como el vino hace.
Por lo general, los poseídos eran personas desprotegidas y aisladas en la
comunidad (generalmente ancianas pobres).
Es muy probable que muchas de las diagnosticadas como brujas no fueran
sino ancianas con demencia senil, epilepsia, esquizofrenia, o en general,
trastornos mentales que los médicos de la época no podían explicar.
Desde una perspectiva psiquiátrica, la Alta Edad Media se caracterizó por un
aumento de la enfermedad mental, pero dicho tipo de enfermedad no fue
reconocida como tal realmente, sino que los perturbados mentales fueron
acusados de brujería. Esta teoría está basada en una serie de datos: las brujas
a menudo confesaron haber
llevado a cabo actos
imposibles, tales como volar
por el aire, lo cual puede ser
interpretado como
testimonios de
esquizofrénicos; también se
dice de ellos que
participaban en orgías
nocturnas, y esto se puede
interpretar como la existencia de ninfómanas o psicópatas.
Otro dato que desde la Edad Moderna apoyaría esta hipótesis es el hecho de
que las brujas eran usualmente mujeres y la histeria se presenta más
Grabado medieval donde dos hombres atizan una
hoguera donde arden tres mujeres.
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comúnmente en mujeres que en hombres, decía Freud. Un argumento que hoy
no seguramente hoy sería calificado de machista.
Otras hipótesis que se han propuesto como explicación del elevado número de
posesos durante la época medieval son la presión social, la reinterpretación del
clero, la existencia de manuales donde se describían los comportamientos de
los posesos. Por otra parte, es muy importante el rol que juegan las variables
económicas, demográficas y situacionales en la comprensión del fenómeno.
Durante el siglo XV, la persecución se convierte en una guerra abierta contra
las brujas. En esta guerra se pedía a los clérigos a no descansar en la
búsqueda de métodos para detectar a las brujas.
Además, se recomendaba que, si un médico no puede encontrar la causa de
una enfermedad, o si el tratamiento no alivia al enfermo, está claro que el mal
es causado por el mismo diablo. Y en el caso de La Celestina, podemos
nombrar al diablo como uno de los culpables del loco enamoramiento de
Melibea, ya que Celestina se encomienda al diablo: «¡Oh diablo a quien yo
conjuro, cómo cumpliste tu palabra en todo lo que te pedí! En cargo te soy»
(Rojas 1944: 8)
Durante este periodo cabe destacar cómo era tratado el loco, que no puede
hacer promesas, ni tener palabra, ni testimoniar; es decir, numerosas
incapacidades jurídicas se le imponen al loco. No puede disponer de sus
bienes, de los que se encargarán sus parientes o su tutor; no puede rendir
testimonio ante tribunales, ni hacer contratos. Sus promesas son nulas. Los
locos extranjeros, sin sostén familiar, son expulsados pura y simplemente, a
veces después de haber sido azotados.
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6. Locura en los Siglos de Oro
En el siguiente siglo ya se comienza a dudar sobre las causas sobrenaturales
de la locura y se empieza a perfilar que era de origen físico y no por
decadencia del alma. También es el periodo donde se descubren tratamientos
médicos y las primeras exploraciones físicas de esta locura.
A la vez, se empezó a utilizar de manera habitual la figura del loco como
personaje. Ejemplos claros serían: El cuerdo loco de Lope de Vega, El
licenciado Vidriera de Miguel de Cervantes y el Quijote.
También se desarrolla una evolución cultural en el campo de las letras, del arte,
del pensamiento político, filosófico y científico que cambia las costumbres y el
comportamiento social. Esta evolución queda también favorecida con la
aparición de la imprenta, que amplía la comunicación intelectual y por los
nuevos descubrimientos geográficos, que cambian el conocimiento humano.
Podemos decir que la evolución marca las bases de este periodo.
Por lo que respecta al comportamiento humano, hay un cuestionamiento de la
libre voluntad del hombre y de su capacidad para diferenciar entre el bien y el
mal. También se culpa directamente al ser humano de su comportamiento, ya
que afirman que el ser humano es el único responsable de sus propios actos,
tanto en la elección como en la acción de sus decisiones. Esta idea ya se
perfilaba a finales de la Edad Media, como en el cuento XLIII “El bien y el Mal,
el cuerdo y el loco” del Conde Lucanor, donde uno de sus personajes
principales actúa haciendo el mal, pero sin ser consciente de estar haciéndolo,
ya que no sabía diferenciar entre el bien y el mal.
Sin embargo, no se deja de relacionar el comportamiento con el pecado, con el
mal, ya que se incrementa (a partir de las dos últimas décadas del siglo XVI) el
número de posesiones, relacionando estas posesiones con el diablo, y se decía
que este diablo dominaba el comportamiento de las personas. Además,
durante este periodo no se diferenciaba el hecho de estar poseído con el hecho
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de creer estar poseído y esto conllevaba una enorme desesperación al ser
humano. Por lo tanto, el demonio pasa a ser el componente más odiado y
rechazado, ya que generaba este tipo de confusión en el ser humano, que
daba lugar a la depresión o incluso a la autodestrucción. En ese momento el
hombre se dará cuenta de lo difícil que es vivir en equilibrio y se plantearán
varios temas, como los conflictos libertad y represión, bien y mal, cuerpo y
alma, razón y locura. Estos temas serán tópicos aprovechados por la literatura,
tópicos que enganchaban al lector.
Este tipo de confusión se verá perfectamente reflejada en la obra teatral La
vida es sueño, donde planteara que la vida es un sueño, donde todo el mundo
sueña porque no entienden cómo es el mundo, la gente se da cuenta de lo
difícil que es vivir en equilibrio y por ello prefieren soñar y ver la vida como un
sueño. El siguiente verso refleja esta idea, donde plantea que la vida es un
sueño:
«¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.»
(Calderón de la Barca: La vida es sueño)
Podemos destacar también la locura por amor, una locura siempre presente en
todas las épocas, pero una locura ocasionada por la melancolía y por la
atracción erótica. Sin embargo podemos apreciar un cambio en la
representación de esta locura amorosa, ya que se centra en cómo el amor es
un destino y un desvarío al no estar sometido a la razón. Una idea que destaca
Francisco de Quevedo en uno de sus sonetos de amor en el cual representa al
amor como un auténtico sufrimiento, ya que este amor le prohíbe usar la razón
como tal:
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«Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado»
(Francisco de Quevedo)
Sería un delito no hablar de Cervantes y Quevedo, dos grandes escritores
considerados dos “locos” en el Siglo de Oro, cada uno con un ideal diferente:
uno un romántico desengañado y otro un satírico extremo, que quedaron
apartados de la vida social y política, de un mundo que no les comprendía.
Podemos destacar que entre estos dos escritores, se da una falta de acuerdo
en el concepto de locura. En esa época podemos encontrar diferentes
definiciones sobre el loco, como el que ha perdido el juicio, carece de razón y
hace y dice disparates o que se dijese loco a aquel que tenía oscurecido el
entendimiento.
En resumen, la locura en el Siglo de Oro era considerada esa enfermedad que
priva del juicio y obstaculiza el uso de la razón.
Cervantes añadía que la relación entre la locura y la virtud era muy estrecha,
un claro ejemplo es el personaje de don Quijote como un “loco” virtuoso,
además de un personaje, que por culpa de esta locura, adquiere un cierto
carácter heroico. En cuanto a Quevedo, describe a la gente como dispersa,
distraída que buscan la fama y la gloria.
En este punto, sería interesante destacar una entrevista que le hacen a Flavio
Ferri-Benedetti, músico italiano que compuso un disco titulado La Pazza (la
loca), un disco dedicado al Barroco y al tratamiento de la locura. En el
momento en que le preguntan qué se escondía detrás de esa “locura” en esa
música barroca que componía, él responde que muchos autores engañan de
algún modo en la visión de la locura en algunas escenas, sobre todo cuando se
trata de personajes femeninos, y me gustaría destacar las siguientes palabras:
«La locura era la única vía de escape en un mundo machista, donde el control
social hacia la mujer era casi absoluto. La locura era casi imprescindible, era
Marc Lozano
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una herramienta para evadirse. No es pues sólo un fenómeno médico, sino
social, sobre todo en el Barroco.» (Flavio Ferri-Benedetti, 2014: Diario de
Sevilla)
También añade que cuando canta algunas de sus piezas siente un cierto
paralelismo con tiempos pasados, sobre este machismo, ya que a día de hoy
seguimos encontrando este problema.
Un personaje muy conocido de este siglo y
de la literatura es Don Quijote y un
personaje muy válido en este trabajo, ya
que se considera como un auténtico loco
que se dedica a hacer locuras.
Don Quijote es un hidalgo de cincuenta
años que dedicaba la mayor parte de su
tiempo a leer libros de caballerías. Esta era
su principal afición y hacía todo lo posible
para comprar estos libros. Leía tanto que
empezó a perder el juicio por intentar
entender estas novelas caballerescas; se
metía tanto en sus lecturas que no dormía,
por el simple afán de leer, otro hecho que
le hará perder el juicio. Su cabeza se llenaba de fantasía, de batallas, heridos,
amores, armas; y se asentó a este mundo de fantasía pensando que no había
otro mundo más verdadero que este:
«En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las
noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del
poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a
perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros»
(Cervantes 1605: 5)
Para confirmar su locura, no se le pasó otra cosa por la cabeza que hacerse
caballero andante; irse por el mundo junto a sus armas y a su caballo en busca
de aventuras y hacer todo lo que había leído que hacían los caballeros.
Don Quijote de la Mancha, de
Eugenio Salvador Dalí (1945)
Marc Lozano
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Podemos decir que el hecho de leer le meterá ideas raras lo que le hará
enloquecer, volverse loco.
En la época, también era muy típico llamar loco a aquel que veía cosas que no
existían, creer lo que no hay, cambiar la realidad y en un capítulo de Don
Quijote podemos ver perfectamente reflejada el siguiente tópico, ya que en este
capítulo, Don Quijote confunde unos molinos de viento con unos gigantes. Tal
es su grado de locura que está en ese mundo de fantasía del cual no sale ni
con las advertencias de Sancho, su mano derecha. Sancho le dijo que eran
unos simples molinos de viento: «que aquellos que allí se parecen no son
gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las
aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino» (Cervantes
1605: 85).
Don Quijote estaba muy convencido de que eran gigantes y fue a combatirlos.
Sin embargo, este salió repelido al acercarse a ellos y este lo resumió como
una consecuencia de la guerra.
También me gustaría hablar de la conocida bondad del loco en la época, ya
que en algunos casos, a esos llamados locos, los trataban mal por intentar
ayudar o hacer el bien. El siguiente caso se ve perfectamente reflejado en un
episodio de Don Quijote, donde intenta y consigue liberar a unos galeotes
condenados por una serie de pecados, desde el punto de vista de Don Quijote,
insuficientes e injustos. Por lo tanto, Don Quijote les pide que le hagan un
favor, ya que él ha conseguido su libertad y se ha enfrentado a los comisarios
que los llevaban encadenados para castigarlos; y entonces les pide que vayan
a la ciudad del Toboso y la digan a Dulcinea, su amada, lo que había hecho,
quería que los galeotes le comunicarán su heroicidad, y a la vez locura, de
liberarlos y vencer a los comisarios. Pero los galeotes se negaron, ya que de
camino a la ciudad podían ser encontrados y castigados por la Santa
Hermandad. La reacción de Don Quijote no será nada buena e insultará a uno
de los galeotes, por esa razón estos arremeterán contra él y Sancho: acabarán
recibiendo una lluvia de piedras y golpes e, incluso una vez estos en el suelo,
los galeotes les quitarán todo lo que llevaban puesto. Podemos decir que Don
Marc Lozano
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Quijote, en este caso, es un loco que hace el bien, pero que por ello recibe una
paliza.
En resumen, Don Quijote sería un personaje que caracterizaría en cierta
manera al loco actual, ya hoy en día un loco se puede caracterizar por adquirir
ideas fuera de la realidad por culpa de la lectura o del cine, por ver las cosas y
pensar bastante diferente de los demás y, sobre todo, por cambiar la realidad,
ver cosas que no son. Y algo que destacar también de los conocidos como
locos, es esa bondad de estos, ya que muchos solo se limitan a actuar sin
hacer daño a nadie o incluso intentan ayudar y solo reciben burlas, insultos o
incluso agresiones.
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7. Locura en el Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento cultural bastante amplio, que repercutió en
todos los aspectos de la vida, incluso en el concepto de la locura. Este
Romanticismo surgió frente a una sociedad materialista envuelta en una crisis
social, pero la respuesta de muchos ante esta crisis no es otra que optar por un
progreso y por un liberalismo radical, que ayudará muchísimo a la larga a tener
un enfoque muy diferente de la locura y bastante más avanzado. La mentalidad
del Romanticismo se caracterizaba por el individualismo y el irracionalismo,
donde los sentimientos y las emociones resaltarán por encima de todo.
También aparece una defensa de la libertad en todos los ámbitos, y gracias a
este defensa los tratados como locos podrán y expresarán sus emociones sin
ser rechazados como hasta ahora, se les comenzará a tener más en cuenta.
Así pues, en el comienzo de este Romanticismo y con el paso de la Ilustración
comienza a darse un trato más humano a los enfermos mentales y esta locura
se acabará considerando como una enfermedad. También cambiará el trato a
los llamados locos, ya que se les escuchará más y no los marginaran como los
estaban marginando hasta ahora. Por lo tanto, el loco pasa a ser considerado
“alienado”. En lo respectivo al origen de la locura, se comienza a plantear que
las enfermedades mentales suceden por la herencia y las influencias
ambientales y entonces se propone la aparición de un cuerpo especializado en
médicos, que se dedicarían a prestar atención a los “alienados”: su
comportamiento, su evolución, etc. Se puede decir que comienzan los avances
en el conocimiento de la enfermedad mental, ya que también se propone un
tipo de terapia moral.
Por otro lado, en este Romanticismo, el concepto de la locura por amor adquirió
una fuerza enorme, y así fue que se hicieron un montón de novelas, poemas,
obras teatrales y relatos donde una relación amorosa era el tema principal. En
estos textos siempre encontrábamos al personaje loco de amor o actuaciones
características de alguien loco por amor. Sí que es verdad que este concepto
de la locura por amor ha sido un concepto muy típico en todos los movimientos
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vistos hasta ahora, pero en el Romanticismo recobra un papel fundamental,
convirtiéndose en el tema principal.
Un ejemplo de este concepto de locura por amor lo podemos ver perfectamente
reflejada en la obra Don Álvaro o la fuerza del sino. El tema principal de esta
obra es la relación amorosa entre Don Álvaro y Leonor, pero esta relación no
irá como esperaban, ya que el padre de esta, el Marqués de Calatrava, se
opone a la relación. Ante este panorama, la pareja decide fugarse, pero se
verán sorprendidos por el Marqués Calatrava, que los descubre, y Don Álvaro,
como muestra de sumisión, tira la pistola al suelo, pero con la mala suerte que
esta se dispara y mata al Marqués. Leonor se siente culpable y decide hacerse
eremita y corta toda comunicación con don Álvaro, y este acabará creyendo
que está muerta.
Pero esto no es todo, los hijos del Marqués y los hermanos de Leonor van en
busca de venganza por la muerte de su padre. Don Álvaro acaba con uno de
los hijos, con Carlos, pero Alfonso se entera de la muerte de su hermano y va
en busca de don Álvaro; se acaban encontrando y, en medio de este duelo,
Don Álvaro logra herir a don Alfonso. Pero, por sorpresa, aparece Leonor, que
acude a socorrer a su hermano, pero este cree que es cómplice de don Álvaro,
por lo que la apuñala y la mata.
La muerte de doña Leonor hará enloquecer a don Álvaro:
«¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... ¿Tan cerca de mí
estabas?... ¡Ay! (Sin osar acercarse a los cadáveres.) Aún respira..., aún
palpita aquel corazón todo mío... Ángel de mi vida..., vive, vive...; yo te
adoro... ¡Te hallé, por fin... sí, te hallé... muerta!» (Saavedra 1994: 5)
Este se creerá culpable de todas las muertes y se suicidará tirándose al vacío
de un precipicio. Un acto de locura ya que había perdido a su amada, un
ejemplo claro de la locura por amor. A la vez, podemos hablar y destacar una
locura relacionada con lo demoníaco, algo más característico de la Edad Media
Marc Lozano
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donde la locura principalmente giraba en
torno al demonio y a las posesiones y a
brujerías. Este concepto de locura lo
podemos ver en el momento que se va a
suicidar, recitando unas frases peculiares:
«[…] Yo soy un enviado del infierno, soy el
demonio exterminador […]” / -“Infierno, abre
tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo,
perezca la raza humana; exterminio,
destrucción...!» (Saavedra 1994: 105).
Por otra parte, José de Espronceda
escribirá el poema El estudiante de
Salamanca, donde también podremos ver
esta locura por amor, ya que Elvira al ser engañada por don Félix de Montemar
acaba muriendo:
«Murió de amor la desdichada Elvira,
cándida rosa que agostó el dolor,
süave aroma que el viajero aspira
y en sus alas el aura arrebató.»
(Espronceda 1840)
Pero no todo era locura por amor, gracias a esta libertad de expresión, esta
importancia tan característica del Romanticismo de resaltar las emociones, los
sentimientos, dará a conocer otros tipos de locura. Como, por ejemplo, en el
poema La desesperación del mismo José de Espronceda, donde el yo lírico de
este poema está más que alterado, es un ser que disfruta observando la
violencia, que ansía un apocalipsis de sangre y desgracia:
«Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar,
Sátiras del suicidio romántico, de
Leonardo Alenza (1839).
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y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar.»
(Espronceda 1834)
Este termina entregado a la desesperación.
Otro poema que resulta bastante interesante es la Rima III de Bécquer, ya que
tratará la locura como un modo de inspiración y racionamiento:
«Locura que el espíritu
exalta y desfallece,
embriaguez divina
del genio creador...
Tal es la inspiración.»
(Bécquer 1871)
La anterior estrofa resalta muy bien la idea expuesta anteriormente, ya que
todo genio creador aprovechará su locura o momento de locura como
inspiración.
Por lo tanto, podemos decir que el Romanticismo fue un movimiento clave (aún
que muchos aparentemente no lo creerían) en la evolución de la locura. Sobre
todo porque se comienza a plantear como una enfermedad, la sociedad
empieza a aceptar a estos y aparecen médicos que se encargarán de tratarlos.
Y a la vez gracias a esta libertad de sentimientos que descubren mucho más
tipos de locuras, donde no todas están relacionadas con el amor.
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8. Conclusión
Como conclusión me gustaría hablar del principal concepto de la locura en la
literatura de cada movimiento y de las ideas principales y hacer una pequeña
comparativa entre estos movimientos.
Empezamos el trabajo con el Mundo Clásico, donde la gente asociaba esta
locura a los dioses, digamos que era un castigo enviado por los dioses. Y esta
locura podía aparecer por diversos motivos, pero siempre relacionada con los
dioses; por ejemplo, los dioses estaban por encima de los humanos y se decía
que cuando estos dioses se enfrentaban lo hacían a través de los humanos. Lo
que tampoco se podía hacer era ignorar a estos dioses, ya que si estos creían
que se les estaba faltando al respecto, castigaban con el enloquecimiento, ya
que no se podían sobrepasar las normas impuestas por ellos. Un claro ejemplo
es la historia de Orestes, que es castigado por romper los vínculos familiares,
ya que mata a su madre y este será castigado por las Erinias, que lo
perseguirán hasta hacerlo enloquecer. Tal era el poder de los dioses, que toda
enfermedad se veía como un castigo por parte de ellos, como, por ejemplo, la
peste.
También encontrábamos el concepto de locura por amor, no era tan típico, pero
era un concepto que se utilizaba, como por ejemplo en la historia de Hipólito,
donde su madrastra se enamora locamente de este, pero por culpa de Afrodita,
una diosa que pretende castigar a Hipólito.
Por otro lado, también se asociaba loco a aquel que veía diferente la realidad y
por lo que hace al tratamiento, en esa época la gente pasaba bastante de estos
locos, tanto socialmente como en el ámbito médico.
Bastante diferente será en la Edad Media, ya que esta locura era considerada
como el resultado de una posesión, de un pacto con el diablo o como un efecto
de la brujería, es decir, el loco era controlado por las fuerzas del mal. Esta
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locura se vería muy bien reflejada en La Celestina, donde la misma Celestina
hacía pactos con el mismo diablo y por eso era considerada una bruja. Sí que
es verdad que en la Edad Media surge un enfoque médico, pero erróneo, ya
que se decía que los locos tenían una piedra en la cabeza que originaba esa
locura. Así, la sociedad castigaba bastante duramente a aquel que cometía
pecados por culpa de la locura, no se les asociaba a ninguna enfermedad
mental. El concepto de locura por amor vuelve a aparecer en este movimiento,
claro está en la obra La Celestina, donde Calisto hará actos propios de un loco
por el amor de Melibea.
Pero es ya en el Siglo de cuando se empieza a perfilar que la locura proviene
de un origen físico y no sobrenatural, también se empiezan a descubrir
tratamientos médicos y exploraciones físicas de esta locura. A la vez, se
empieza a cuestionar el comportamiento humano, si este loco era capaz de
diferenciar entre el bien y el mal, algo que ya se había empezado a perfilar en
la Edad Media en el cuento XLIII El bien y el Mal, el cuerdo y el loco del Conde
Lucanor.
Este movimiento volverá a relacionar el mal con el diablo y el loco como quien
cambia la realidad, algo característico del Mundo Clásico. En el Siglo de Oro
aparecerá bastante el personaje loco como en el Quijote, donde precisamente
el Quijote es considerado loco por cambiar la realidad, ver cosas que no son.
Vuelve a aparecer el concepto de locura de amor, pero una locura ocasionada
por la melancolía y por la atracción erótica. Y el tratamiento de la sociedad a
los locos seguirá siendo el mismo que en los movimientos anteriores, ya que a
los locos los menospreciaban y los marginaban.
Y, por último, encontramos el Romanticismo, el movimiento clave para el
desarrollo como enfermedad mental de esta locura, ya que en este periodo se
tendrá una gran libertad de expresión y de sentimientos, junto al progreso que
vive la sociedad. El trato de esta sociedad será totalmente diferente, ya que se
les dará total libertad de expresarse y aparecerán los llamados médicos para
tratar a estos considerados enfermos mentales. Es de destacar el concepto de
locura por amor, es un concepto que hemos encontrado en todos los
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movimientos anteriores, pero en este tiene un papel fundamental y por no decir
principal. En el Romanticismo se escriben un montón de poemas, relatos y
novelas de amor con episodios de locura, como, por ejemplo, la obra Don
Álvaro o la fuerza del sino, una obra donde Álvaro enloquece totalmente por
amor, hasta el punto de suicidarse por la muerte de su amada. Además,
aparece la locura como una fuente de inspiración, algo que no habíamos visto
hasta ahora. Pero, por otro lado, se vuelve a asociar la locura con lo
demoníaco como en la Edad Media, un claro ejemplo estaría en la obra ya
nombrada Don Álvaro o la fuerza del sino, donde Álvaro antes de suicidarse
hace referencia al infierno y al demonio.
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