Post on 23-Dec-2015
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EDUCACIÓN Y SOCIEDAD
Por José María Mardones
http://www.pue.uia.mx/docedu/revista/revistaDOS/estudios.ht
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Índice
I. EDUCACIÓN Y SOCIEDAD: SENTIDO MEDIADOR DE LA EDUCACIÓN.
1. Una sociedad necesitada de educación
2. Mediaciones y tareas para la educación
3. Senecesitan maestros
II. EDUCAR PARA UNA SOCIEDAD MÁS HUMANA
1. La utopía de lo humano
2. Tareas para humanizar la sociedad económica actual
3. Algunas pistas educativas
4. La humanización de la cultura
5. Una educación para una sociedad más humana o una
educación para la fraternidad
Bibliografía
I. EDUCACIÓN Y SOCIEDAD: SENTIDO MEDIADOR DE LA EDUCACIÓN.
A la altura del siglo XXI, ¿qué media hoy la educación, o
mejor, qué está llamada a mediar? La cuestión equivale a
plantear los retos y tareas de la educación en la sociedad
que nos toca vivir. Casi es lo mismo que preguntar por el
generalísimo "¿educar para qué en las circunstancia
actuales ".
En una sociedad que semeja una corriente turbulenta no
podemos aspirar más que a visiones o perspectivas
tentativas fruto de la atención a la sociedad y cultura que
nos toca vivir y de las expectativas que despierta la tarea
educativa vista desde este nuestro Occidente desarrollado.
Justamente en momentos como los actuales nos asalta la
paradoja de advertir, por una parte, la incapacidad de la
educación para responder a las demandas de una sociedad y
cultura inciertas y, por otra, la urgencia y necesidad de
una educación para un tiempo de riesgo, incertidumbre y
desorientación pero también de novedad en el horizonte.
Con esperanza y turbación, ánimo y temor, como se enfrentan
todas las tareas realmente humanas, confrontamos algunas de
las características de esta sociedad donde la educación es
más deseada y su tarea presente y futura más necesaria..
1. UNA SOCIEDAD NECESITADA DE EDUCACIÓN.
Vamos a simplificar mucho la cuestión en aras de la
brevedad y el espacio: ¿qué rasgos ofrece la sociedad y la
cultura actuales que representen una demanda urgente para
la educación?
Nuestra respuesta va a acentuar tres rasgos únicamente de
nuestro momento socio-cultural, aquellos que creemos
presentan un reto y una tarea impostergable para la
educación de hoy y mañana. Aceptamos, pues, a sabiendas, la
simplificación y hasta unilateralidad que significa reducir
la complejidad de nuestra sociedad tardo-moderna,
globalizada, de la exclusión y desigualdad neoliberal, del
riesgo, la incertidumbre, la sociedad digital y un largo
etcétera descriptivo, a una escuálida trinidad de rasgos
generales y pretendidamente constitutivos. La reducción
tiene en este caso una cualidad ejemplar: desde estos
rasgos, con sus desafíos y tareas, barruntamos la
actualidad, necesidad y urgencia de la educación hoy. Es
decir, respondemos a la pretendida primera parte de la
paradoja acerca de la inutilidad e incapacidad de la
educación y ofrecemos alguna respuesta sobre la mediación
de la educación en la sociedad actual.
Sociedad de individuos condenados a la biografía.
Nuestra sociedad actual exalta al individuo hasta el
paroxismo. Vivimos la nietzscheana tarea de tener un mundo
propio, unas creencias propias, un sentido propio, unos
valores propios y hasta un "Dios" propio. Estamos
condenados no sólo a la elección, como ya vio Max Weber, en
una sociedad inevitablemente pluralista, sino a hacer
nuestra propia vida. Ya no se puede vivir de la repetición
o el seguimiento de una tradición, de un estilo de vida y
valores probado; hoy hay que construir la vida personal de
una forma original y única, experimental. A todos,
especialmente a los jóvenes, se les propone la tarea de
"ser uno mismo" en el sentido propio e irrepetible. Estamos
condenados a la biografía, al peregrinaje de la identidad
personal. Hay que construir un relato biográfico que
responda al querer hacerse de uno mismo.
Tarea ardua. Porque no se nos tiene que ocultar que nuestra
sociedad que exalta la construcción individualista es una
sociedad que dicta, frecuentemente de forma impositiva, es
decir, dictatorial, el camino, y hasta los pasos, por el
que deben andar las personas. El individuo en la sociedad
actual está también "condenado" a unos ritmos de vida,
comportamientos y hasta estilo e indumentaria por la red
institucional que apresa a los individuos como moscas entre
las ruedas de su engranaje. El trabajo, la economía, la
burocracia, el ocio y hasta la misma educación, imponen
unos horarios, unos ritmos "litúrgicos", inexorables y
hasta esclavizantes. Asistimos a la paradójica situación
que el sociólogo alemán Ulrich Beck ha denominado
"individualismo institucional". Un individualismo exultante
que se tiene que realizar en medio de un entramado de
instituciones férreamente diseñado.
La cuestión o cuestiones que despierta esta situación de
nuestra sociedad, donde se anudan una multitud de
dinamismos y contradicciones, es cómo hacerse uno mismo en
esta situación: cómo elegir y cómo lograr ese objetivo de
ser uno, escribir su propia biografía, en medio de la
maraña institucional que condiciona hasta la imposición
unos modos de pensar, comportarse, disfrutar y consumir.
¿La era del individualismo biográfico será también un
tiempo sin maestros ni guías o, más bien, necesitará de un
acompañamiento avezado que ofrezca el ejemplo, el consejo y
hasta la experiencia con la libertad y la persistencia del
buen acompañante? ¿Estamos ante el fin de la educación o
ante el principio de su renovación para responder a la
necesidad de ayudara formar seres humanos, personas, en
esta situación socio-cultural contradictoria?
Sociedad del giro vertiginoso.
Nuestra sociedad, se repite hasta la saciedad, está
sometida a rápidas transformaciones, a un cambio acelerado.
Semeja un tío vivo girando frenéticamente. Estamos en el
vórtice de un tornado. No hay más que pensar un poco en uno
de sus más poderosos dinamismos: la ciencia actual. Existen
hoy más científicos que en todas las épocas anteriores
juntas. El número de innovaciones o descubrimientos es tal
que no da tiempo a la prueba ni el control social. Cuando
se quieren saber o controlar sus consecuencias no queridas
ya es demasiado tarde: sus efectos están ya actuando. No
hay tiempo de asimilación social. Antaño el ritmo de
innovación permitía su asimilación e integración social y
cultural. Actualmente el ritmo de cambio atropella al
tiempo socialmente necesario para su asunción. Si la
sociedad ya no controla su propia producción científico-
técnica, menos lo puede hacer el individuo que está
expuesto a los efectos sin escudo protector alguno.
La tecno-ciencia es un ejemplo, sin duda muy relevante, del
tipo de sociedad que estamos engendrando: una sociedad
vertiginosa e incontrolada. La ciencia ya no puede preveer
ni siquiera su propio futuro ni las consecuencia de su
desarrollo. El episodio de las "vacas locas" no es, ni
será, un caso único. Parece ser un aviso del futuro que nos
espera. J. Baudrillard diría que la tecno-ciencia ha
alcanzado la velocidad límite como para escaparse al
control de la fuerza de la inercia social; vaga errática
por los espacios socio-culturales.
¿Necesitamos la educación en estos momentos de vértigo
socio-cultural o la desechamos como pieza de museo
inservible? ¿Cómo nos serviremos de la institución
educativa en un tiempo de aceleración de la innovación
técnica y científica? ¿Quién o cómo proporcionar sentido en
un mundo donde el giro instrumentalista y funcional nos
marea hasta el enloquecimiento? ¿Cómo humanizar esta
tecnociencia en la época de las posthumanidades?
Sociedad necesitada de una elevación moral
Saquemos algunas consecuencias morales de lo entrevisto
hasta ahora y que se puede y debe alargar a otros muchos
procesos de nuestra sociedad y cultura. Quizá terminaremos
denominando a nuestra sociedad y cultura de la
globalización neoliberal, como hace E.Morin , de la
incertidumbre, o diremos que asistimos al redescubrimiento
de la contingencia y el riesgo generalizado, como ha
propalado U.Beck , o pensemos que estamos en una modernidad
licuada, como Z.Bauman , o acabaremos hablando más directa
y expresivamente de una sociedad desbocada e incontrolada
al estilo de I.Ramonet y A.Giddens . Comprendemos
denominaciones y calificaciones que son al mismo tiempo
etiquetas de diagnósticos sociales.
Si miramos esta situación social desde la mirilla moral
muchos coincidirán con C.Offe, Ch. Taylor y otros muchos y
dirán que estamos ante la necesidad de un salto moral.
Precisamos de un cambio de vida para estar a la altura de
las circunstancias. Para integrar los cambios o bien
detenerlos; para ser capaces de tomar la determinación de
un desarrollo sustentable o de una autorrestricción
inteligente que no ponga en riesgo ni la biosfera ni la
atmósfera cultural, que permita a los individuos ser, tener
memoria y sentido, participar en la asimilación de lo
nuevo, aceptar, sin miedo, al otro diferente, la mezcla
cultural, racial, superar las enormes desigualdades e
injusticias de nuestro mundo del triunfante capitalismo
globalizado neoliberal…Para todo esto, donde se juega el
futuro de la emigración, de la profundización democrática,
de la soledad de muchos seres humanos y también el control
de las finanzas y de la justicia mundial, hasta de una
circulación con menos muertos, necesitamos cambiar de
valores y actitudes: ser más cooperativos, más
responsables, más solidarios, más atentos al bien común,
más austeros, más desprendidos,…
Ahora bien, invocar un cambio de estilo de vida quiere
decir que estamos apelando a una visión diferente de la
vida y el mundo, a unas actitudes y comportamientos
diversos, a unos valores solidarios. ¿Tendrá algo que ver
la educación con este proceso? ¿Quiénes serán los
encargados de ayudar al tránsito de unos valores a otros,
de una cosmovisión a otra, de un proyecto social e
individual a otro? ¿Soñamos utopías como ilusiones o
proyectamos una sociedad con perspectivas más humanas para
un tiempo de grandes desafíos? ¿Quién ayudará o mediará en
este proceso?
2. MEDIACIONES Y TAREAS PARA LA EDUCACIÓN.
Entrevemos ya que la educación y los educadores no se
quedarán sin tarea en la sociedad que avistamos. Al revés,
crecen los desafíos y tareas hasta convertir a la educación
y los educadores en una esperanza salvadora. Esta es la
cara abultada hasta la hinchazón enfermiza de una sociedad
que deposita y carga sobre la educación una serie de
expectativas imposibles de cumplir. Se echa sobre los
hombros de la educación una responsabilidad que es general
y que, a menudo, la política, la economía, la organización
y hasta los profesionales no quieren apoyar ni con un dedo.
Presentamos, por tanto, unas cuantas demandas a las que la
educación puede y debe responder ante el emplazamiento de
un tiempo social y cultural desafiante y lleno de
interpelaciones. Unas propuestas que quisieran ejemplificar
unas posibilidades y urgencias educativas, anudadas
alrededor de los signos del individualismo
institucionalizado, de la incertidumbre del momento y del
cambio de valores y de estilo de vida que reclaman
Mediar el sentido de la vida
V. Frankl - el fundador de la tercera escuela de
psicoterapia vienesa, la logoterapia- repetía hasta su
muerte que el problema de nuestro tiempo, "la neurosis
colectiva actual", eran "las frustraciones existenciales".
Lo que urge de verdad hoy no es este o aquél problema
sexual, sino el problema del sentido de la vida.
Se comprende que la falta de sentido sea una de las graves
cuestiones para la mayoría de la gente de nuestros días y
de las jóvenes generaciones dado el clima de relativismo
cultural que vivimos y la debilidad cuando no la carencia
de tradiciones que guíen sus actos. La consecuencia de esta
situación es que en la edad de la exaltación individualista
la mayoría sólo desea hacer lo que hacen los demás. El
conformismo, el gregarismo y la imitación masiva se imponen
a través de la publicidad, el consumo y los medios de
masas, mucho más que la realización de una biografía
personal. Se hace lo que hace la mayoría.
Para resolver, más que la paradoja de nuestro momento que
empuja hacia la realización de la propia vida y que termina
siguiendo los dictámenes de la publicidad y el mercado, el
vacío existencial de la vida, se precisan ayudas y
mediadores. La ciencia no responde al sentido de la vida,
ya que éste no pertenece a los límites del mundo empírico.
Se requieren educadores "parteras" que ayuden a su
manifestación. Se necesita que la vida se manifieste como
pregunta y el ser humano como interrogado. Sin educadores y
sin clima que saque del silencio actual las preguntas que
espoleen al ser humano para ser él mismo y construir una
vida propia, no hay ni vida interior, ni integración
personal ni autorrealización ni relato biográfico digno de
este nombre.
Necesitamos una educación que recupere el "humus" humanista
de las preguntas totalizantes y posibilitantes del sentido
de la vida en un momento "posthumanista" de fragmentación
de sentido y de relativismo valorativo( E.Morin, G.Steiner
). Volver sobre la "sabiduría " de la vida, mediar y
revitalizar lo que ayer ejercitaban casi automáticamente
las tradiciones religiosas y hoy queda al aire sin postor.
Necesitamos una pedagogía del enriquecimiento existencial,
del sentido, de la vida interior de la persona, del cultivo
del humano, del por qué del porqué (M. de Unamuno).
Crecen hasta la inundación el número de publicaciones
dedicadas a los problemas del yo, la autoestima, el respeto
y la confianza hacia sí mismo,...un síntoma claro de las
preocupaciones y enfermedades de nuestro tiempo ¿Quién nos
ayudará o mediará para llegar a ser lo que somos?
Nuestro momento está pidiendo a voces una educación en el
sentido de la vida que proporcione una brújula para
orientarse y poder ser uno mismo. Una educación que , como
toda formación profunda, será ofrecida en libertad y
mediante el testimonio de vida. Educar en el sentido de la
vida equivale a decir al otro, educando: responde de ti
mismo, con la mente, el corazón y las manos, es decir, con
todo tu ser, a lo que desde el fondo de ti mismo escuchas
que te llaman a ser. Y para ello tienes que prepararte: ser
disciplinado, modesto, persistente, cuidadoso, atento a los
demás y a la voz que resuena en tu corazón,...
Mediar la libertad en la maraña institucional.
Hemos visto que la amenaza real al proyecto propalado en
nuestra sociedad de autorrealización personal y de vida
propia yace en los férreos condicionantes institucionales
de nuestra sociedad. Todo el discurso individualista puede
quedar en mera redundancia ante la dictadura institucional
que sólo deja las migajas de la "vida privada" a la libre
decisión del individuo. Urge descubrir la libertad en medio
de la maraña institucional. Ser libre en el "campo
concentracionario" (G.Agamben) de nuestra sociedad que
conduce prácticamente al totalitario "hacer lo que los
demás desean".
La tarea educativa actual está llamada a aportar ayuda al
ser humano en este proceso de ejercitar la cacareada y
exaltada decisión propia. Una libertad para poder construir
la propia biografía, el relato propio y auténtico de una
vida. Una tarea nada fácil, en ningún tiempo, pero
particularmente urgente en un momento de condicionamientos
tan plurales y sofisticados que envuelven al individuo y lo
amarran al suelo de lo que tenemos.
La educación y los educadores tienen hoy la tarea de seguir
apostando por la libertad y su ejercicio. Y están
desafiados a confrontarse con las amenazas del conformismo
institucionalizado. Formar individuos que realmente sean
ellos, sepan para qué pueden vivir y no acepten plegarse a
lo que hay. Educar en una clara rebeldía frente a lo dado
para poder ser verdaderamente uno mismo. Imaginar salidas
por los pliegues y los resquebrajamientos institucionales,
incluso saber aprovechar su mismo dinamismo, para poder
ejercitar la libertad. Idear una didáctica de la formación
en el espíritu crítico para desvelar la asechanzas de la
publicidad y de las presiones de la masa, de los medios de
comunicación y de las modas, de las ideas preconcebidas o
del silencio de las ideologías y hasta del pensar.
Mediar una identidad abierta en un momento multicultural.
El pluralismo cultural y cosmovisional es una realidad de
la vida actual ¿Cómo ser uno mismo en la pluralidad de
visiones, ofertas de sentido, comportamientos y valores? La
educación hoy tiene que colaborar a formar individuos
capaces de vivir en la pluralidad, respetar las diferencias
de los otros pero no diluirse en una suerte de identidad
difusa y de adaptación líquida.
Hablamos de identidades abiertas con irisaciones plurales y
capacidad permanente de aprendizaje y autocorrección. Tarea
bien humana de construcción propia. El desafío y tarea
educativo visto desde esta perspectiva se puede denominar
cooperar en la formación de identidades abiertas pero bien
estructuradas; ayudar a tener señas de identidad claras y
visibles y , al mismo tiempo, apertura para enriquecerse
con las aportaciones de los otros; ser inclusivos pero con
discernimiento.
En el fondo estamos avistando una educación en la verdadera
tolerancia: el tomar en serio al otro y tomarme en serio yo
mismo; ser capaz de cuestionar mi sentido y orientación y
la del vecino, sin por eso cerrarme en banda ni plegarme a
cada requerimiento.
Mediar la formación de individuos responsables.
Nuestro mundo no sanará de sus infecciones sólo mediante
procesos de curación social No hay que olvidar éstos pero
no debemos desconocer que incluso muchos problemas
estructurales demandan hoy un cambio de estilo de vida., es
decir, un cambio de valores y de actitud moral en las
personas. Sin esta revolución personal no hay futuro para
un cambio social. Ch.Taylor repetía recientemente que los
problemas de nuestro tiempo son prácticos. No se juegan
tanto en el terreno de las discusiones argumentales cuanto
en el terreno de los comportamientos y actitudes, del
estilo de vida. De ahí que considere que un tema urgente de
la moral actual sea la cuestión de la motivación. ¿Cómo
estimulamos para que se cambie el estilo de vida, es decir,
de valores y comportamiento?
La educación actual que sea consciente de esta situación
tiene que esforzarse por motivar un cambio sustancial en el
estilo de vida: de actitudes consumistas a austeras, de
despreocupadas con lo que me rodea a interesadas, del
escapismo evasivo a la implicación, de la indiferencia a la
participación,...
Podemos decir resumiendo que la tarea actual de la
educación sería formar individuos responsables y
cooperativos que ayuden a una profundización democrática y
un cambio de estilo de vida. La necesitada formación del
ciudadano transita hoy por esta tarea educativa de sentar
las bases de unas actitudes y comportamientos que son los
cimientos de cualquier pensable cambio social en
profundidad. Para ello el educador deberá plantearse cómo
educa los ojos, la mirada, del educando y su sensibilidad
para ver el rostro doliente de los otros, el sufrimiento de
los débiles y excluidos de esta sociedad y moverle el
corazón para participar responsablemente en la superación
de estas lacras humanas. Al fondo late una concepción del
ser humano: somos seres por y con los demás. Al principio
está la solidaridad y la responsabilidad.
Mediar la colaboración solidaria.
La conciencia de nuestro ser persona acentúa el ser-con-
otros. La socialidad es una dimensión del individuo; el yo
no se configura sin el tú; incluso la primacía está en el
otro y no en el yo (Levinas). Hay que recordarle al
individualismo desaforado de nuestro tiempo estas verdades
elementales. Y hay que ponerlas en acción si queremos tener
verdaderos individuos, personas ( E.Mounier ).
La educación está siempre instada a esta tarea de formar
verdaderas personas, individuos realmente tales. Hoy
necesitamos, si cabe, una conciencia suplementaria para
hacer frente a las necesidades de un mundo en transición .
Sin sensibilidad solidaria, que es mucho más que mero
movimiento emocional compasivo, no habrá salida par los
problemas de nuestro mundo, para las tremendas
desigualdades Norte/ Sur, como para las injusticias y
sufrimientos que acarrean el trato del día a día, del
volver la cabeza ante el desconocido, del olvido de la
exclusión de los que viven al lado, de la soledad del
vecino de enfrente,...
Sin duda el educador deberá apoyarse en la sensibilidad y
la actual proclividad al asistencialismo movido por las
razones del corazón, pero debe tratar de insertar la
solidaridad en las raíces sociales constitutivas de la
hermandad radical humana y de la constitución del ser
persona. Sin el otro no somos ni hay realización propia, ni
democracia, ni felicidad, ni vida social humana.
Un logro extraordinario de la educación en este tiempo de
la ansiedad mercantilista sería el ayudar a formar niños y
jóvenes con menor ansiedad compulsiva. Menos ansia de
tener, poseer, consumir, exhibir,...Trasladar a educandos y
a padres que con menos se puede ser más feliz. La
solidaridad comienza necesitando menos cosas para vivir.
Haremos frente así a esta generación de seres ansiosos y
deseantes que solo pueden ser consumiendo más y más. La
educación en la solidaridad tiene que plantear un proyecto
de vida humana donde la cultura de la moderación y la
austeridad-como proclamaba I.Ellacuría- sea una utopía
civilizatoria realizable.
Mediar la tolerancia
Nuestro mundo multicultural todavía tiene muchas nostalgias
de uniformismos religiosos, morales, ideológicos, etc. Se
habla de respeto al otro y hasta de enriquecimiento con sus
propuestas pero, finalmente, todos queremos quedarnos con
nuestro estilo de vida e imponerlo a los demás.
El desafío que viene tiene el nombre de la inmigración
indetenible y de la contaminación imparable. Y no estamos
preparados para hacer frente a una sana integración de este
pluralismo cultural, religioso, ...Hay que disponer las
mentes y los corazones. Los educadores tienen tarea: tanto
para ayudar a los pobres que llegan como para abrir los
ojos y la sensibilidad de los autosuficientes que los
reciben a regañadientes o con rechazo manifiesto. La
educación está ante el desafío que en abstracto denominamos
de la aceptación del otro y que en concreto tiene la tarea
de ayudar a la convivencia con rostros, color y hasta olor
bien definidos.
La educación tiene en nuestro país y en Europa el reto y la
gran tarea de sentar las bases de una sociedad y de una
cultura multicultural, mestiza, en la cual las personas se
encuentren y acepten como tales y colaboren en la creación
de una convivencia social más humana por universalista,
respetuosa con el diferente y , por tanto, verdaderamente
tolerante .
Mediar la esperanza para sobrevivir.
La educación siempre media esperanzas para vivir. Y estamos
en un momento donde la incertidumbre y el riesgo nos rodean
de tal manera que expresamos mínimos de esperanza de
sobrevivencia. Sin esta base de fe confiada en el ser
humano no hay posibilidad de mirada hacia el futuro; sin un
mínimo de sentido compartido y de voluntad de realización
no tendremos ni horizonte ni ganas para seguir adelante.
Porque sólo desde la esperanza en un sentido mayor y mejor
en el futuro se puede vivir humanamente.
La esperanza tiene que engendrar esperanzas concretas y
planteamientos de vida.humana. A estas esperanzas se agarra
la libertad y la responsabilidad para hacerse proyecto
práctico y caminar humanizante.
La educación está desafiada a proporcionar este sentido
esperanzado en el ser humano y la vida. Y depositar las
semillas en las mentes y corazones para que se traduzcan en
expectativas y actitudes, comportamientos y líneas de vida
que proporcionen un futuro mejor a todos y cada uno. La
educación es hoy ese recurso humano para transmitir y
comunicar a los otros, y a nosotros mismos, que merece la
pena vivir, ser hombre, abrirse a los otros y lo Otro.
La educación que media la esperanza radical que permite
vivir al ser humano es la condición de supervivencia de la
humanidad y de un camino de enriquecimiento interior que
desvele la Esperanza que habita en las entrañas del ser
humano.
3. SE NECESITAN MAESTROS.
Al final de cualquier proyecto educativo se tiene que
terminar apelando a los que lo van a llevar a cabo. Ninguna
reforma educativa bastará por sí sola para proporcionarnos
lo más necesario: los educadores adecuados. Por esta razón,
no está demás que terminemos solicitando lo obvio:
necesitamos maestros. Tenemos muchos y buenos profesores de
diversas materias. No son superfluos, pero no bastan. Hoy
necesitamos, para hacer frente a los desafíos de la
sociedad y cultura, maestros. Es decir, hombres y mujeres
que encarnen estilos de vida, ideales, modos de realización
humana, es decir, relatos biográficos en carne y hueso.
Sabemos que todo profesor, y no profesor, dice más que lo
que literalmente verbaliza. Ese plus de significatividad es
captado a través de la manifestación de la persona en la
comunicación más trivial. Siempre hay testimonio en la
comunicación humana; siempre expresamos más que lo que
decimos. De ahí la importancia de quien está expuesto todo
el día ante el niño y el joven: finalmente transmite algo
de lo que es.
Necesitamos maestros que encarnen de alguna manera el tipo
de hombre que perfilamos en nuestro breve diseño educativo.
Sin educadores que posean orientación y sentido, esperanza
en el ser humano, actitud abierta y solidaria, compasión
efectiva, sentido crítico frente a lo dado y búsqueda de un
ejercicio de la libertad responsable, no hay esperanza para
la educación ni mediación social alguna. La mera ingeniería
educativa no basta. El diseño educativo por más sofisticado
y de interiores que sea termina en la bancarrota sin la
presencia del maestro, del ser humano que encarne y ofrezca
al otro gratuita, libre y confiadamente, con el cuidado del
acompañamiento amistoso, el crecimiento y la realización de
la propia vida con los demás.
II. EDUCAR PARA UNA SOCIEDAD MÁS HUMANA.
1. La utopía de lo humano.
1. Entiendo lo que se me ha pedido como un ejercicio de
interpelación y utopía. De interpelación de la realidad a
la educación y educadores hoy y de utopía en cuanto se mira
la educación como elemento no sólo de adaptación a lo que
hay sino de transformación de esta sociedad en una sociedad
mejor o más humana. Estamos ante la llamada de una
educación para ser más humanos y para hacer de la educación
una tarea de humanización.
2. No desconozco que cuando ponemos el punto de mira en una
"sociedad más humana" inmediatamente se puede disparar la
discusión acerca de qué es lo humano. Y eso puede depender
de posicionamientos ideológicos, de visiones del mundo y
del hombre. Pero podemos obviar la disputa apelando a lo
que podemos llamar el "consenso implícito" alcanzado ya
acerca de lo humano. Es decir, a las aspiraciones
generalizadas en nuestra sociedad acerca de qué es lo
humano y qué se desea que cambiara o mejorara. Me parece
que con diferencias de diagnóstico en cada caso, pero a la
altura del tiempo que vivimos, ya no podemos por menos que
desear que una sociedad más humana sea una sociedad que
avance en la dirección de la libertad, la justicia, la
igualdad, la solidaridad, la fraternidad, la tolerancia y
la felicidad generalizadas. Hoy cuando pensamos en
conceptos o ideas como humanidad, pensamos en todo el
género humano, en una mejora que afecte no sólo a unos
pocos , sino a los más, a todos, los de este mundo nuestro.
Es decir, pensamos globalmente, aunque tengamos que actuar
localmente, según el adagio actual al uso.
3. El problema que se nos plantea proviene de la realidad
misma. ¿Es posible hoy pensar en una educación para una
sociedad más humana?
Hay quienes quisieran quitarnos la funesta manía de pensar,
porque ya no tendríamos que ocuparnos de tan odiosos
menesteres. Sencillamente avistamos en breve la realización
de la utopía por obra y gracia de la denominada
globalización del mercado neoliberal. Son los que cantan
todavía "el fin de la historia", una suerte de utopía
hegeliana pero en versión neoliberal.
Para otros , sin embargo, sería inútil todo esfuerzo de
pensar en mejorar lo que hay, porque la corriente que nos
arrastra es tanta y tan fuerte que no hay esperanza de
torcer la dinámica de los hechos. Sólo cabe en todo caso
atrincherarse y resistir; o adaptarse a vivir lo menos
desesperanzadamente estos últimos tiempos de residuos
utópicos.
Contra unos y contra otros, persistimos en el intento de
pensar y de recibir interpelaciones y de no clausurar la
historia antes de tiempo. Podemos y debemos pensar en otra
sociedad y aunque el cambio de sistema o la alternativa sea
larga, sin embargo, tenemos ya que pensar, al menos, en
cómo hacer más humano el vivir de la mayoría de los seres
humanos. Si además, somos educadores y de la raza utópica
de Vds la necesidad se debe convertir en virtud.
4. En mi análisis voy a destacar dos aspectos únicamente:
echaré una mirada a la dimensión económica y a la cultural
de nuestra sociedad. Mirando ambas realidades nos damos
cuenta de los enormes desafíos que afronta una educación
que no quiera ser un simple acompañante del mundo y la
sociedad que tenemos.
2. TAREAS PARA HUMANIZAR LA SOCIEDAD ECONÓMICA ACTUAL
Debemos tener una cosa clara desde el principio, si en todo
cambio de la sociedad todo el mundo tiene tarea, los
educadores la tiene sobrada. Me parece que esta afirmación
que hago ahora va a quedar bien corroborada en la mirada a
la sociedad que vamos a efectuar. Sólo un dato estadístico
ya nos lo dice de una forma más plástica que muchas
palabras: la mitad de la humanidad tiene menos de 20 años.
Porque lo que tenemos que hacer para pensar en una
educación para una sociedad más humana es analizar algunos
de los problemas que tiene nuestra sociedad actual ¿Cuáles
son los desafíos que presenta nuestra sociedad para una
humanización? Es decir, ¿dónde están hoy los retos
fundamentales que nos presenta nuestro mundo y nuestra
sociedad a los educadores?
Nadie negará que lo primero que tenemos que hacer en
nuestra labor de diagnóstico es mirar hacia el lado
deshumanizador. Seguimos las indicaciones de los pensadores
críticos que ya hace mucho tiempo nos advertían que para
avanzar en el cambio de una sociedad se puede proceder
crítico-negativamente: detectar lo que no debe continuar y
que hay que cambiar cuanto antes. A menudo se está, además,
más de acuerdo en lo negativo a erradicar que en las
propuestas positivas a implementar. Avancemos, al menos
critico-negativamente.
2.1. La educación contra la exclusión social.
1.El problema de nuestro tiempo es la dictadura del
mercado. Estamos ante un nuevo feudalismo que en algunos
ideólogos quiere ofrecer las perspectivas más halagüeñas
para el futuro, pero que mientras tanto va generando una
gran desigualdad e injusticia en nuestro mundo. Se ha dado
en llamar al problema social actual la exclusión social.
Una educación para una sociedad más humana tiene que
enfrentarse a este problema.
2. No os quiero abrumar con datos, por otra parte bastante
manidos. Pero no viene mal recordar de vez en cuando la
llamada "ley del 80/20", es decir: el 20% de la población
mundial , de los países del balneario noratlántico,
especialmente, tenemos o disponemos del 80% de los recursos
y el 80% del resto del mundo sólo dispone del 20%. (En
realidad los anteúltimos datos hablan de una relación 20/86
y el 20% más pobre se reparte el 1% de los recursos
mundiales) Las cien mayores fortunas del mundo tienen como
mil millones de desheredados . Y las 230 mayores fortunas
el equivalente a la mitad de la humanidad (el 47%).
Estamos ante una verdadera explosión de la pobreza en
nuestro mundo:
.El foso entre ricos y pobres se acentúa no sólo entre
Norte y sur, como hemos visto.
. El foso se abre dentro de las mismas naciones incluso las
más ricas: en Estados Unidos dos millones de ricos posee el
equivalente al 40% de la riqueza nacional (hace 25 años
sólo poseía el 13%). A este ritmo se calcula que a mediados
de siglo dos mil personas poseerán la mitad de los
recursos.
La concentración de riqueza es un hecho. En los últimos 15
años el 40% se siente perjudicados sociales, según la
expresión de J.O.Wilson
. El foso entre géneros: como se sabe la mayoría de los
pobres de solemnidad de este mundo son mujeres solas con
niños a su cargo. Y en conjunto se calcula que los 2/3 del
trabajo mundial lo realizan las mujeres y que sólo reciben
el 10% de la renta mundial.
Las consecuencias perversas de esta situación de
desigualdad son muchísimas. Voy a indicar únicamente dos
datos:
.La atracción de los cerebros de los países pobres por los
ricos: 30.000 doctores africanos viven fuera de su
continente. el 93% de los usuarios de Internet están entre
la quinta parte de este mundo. En el Africa subsahariana
tiene acceso el 0´1% y en USA el 50%.
.Sabemos que la pobreza golpea fuertemente a los niños en
las paises pobres. Esta desigualdad se traduce en términos
de liquidación de la edad infantil: decenas de millones de
niños en los paises del Sur terminan su infancia y
preparación a los 10 años. La UNICEF ha denunciado hace
poco (El Pais, 8-3-01, 34) el aumento millonario de bodas
forzadas de niñas sobre todo en el sur de Asia y el Africa
subsahariana. Esto significa que a los 13 años están
trayendo bebés al mundo. El algunos países la mitad de la
mitad de las chicas entre 15-19 años están casadas.
(R.D.Congo 74%, Níger, 70%, Afganistán, 54%, Bangladesh,
51%).
2.2. Algunas consecuencias perversas.
1. La educación se debe plantear las consecuencias
perversas que trae la dictadura del mercado. En nuestra
sociedad son bien visibles: provoca la ya citada
dualización o tripartición de nuestra sociedad : 1) nómadas
de lujo; 2) clase media de la cultura de la satisfacción
(Galbraith) o precaria, obsesionada por el consumo o la
imitación virtual de los ricos; 3) los nómadas miserables o
marginados sociales.
2. Recordar los eufemismos con los que el mercado incide en
la vida del trabajo especialmente juvenil: flexibilización,
trabajo temporal, etc. que reduce a una gran parte de
nuestros jóvenes a un trabajo temporal muy precario. Más
del 90% del empleo que se crea es de estas características.
Esto supone no sólo una precarización del trabajo, sino de
la vida entera. Los jóvenes actuales son dependientes de
sus padres por necesidad entre otras cosas. Y tienen un
futuro difícil:
. En un mundo organizado todavía alrededor del trabajo
asalariado, no tienen sitio social ni futuro.
. La preparación para una profesión o trabajo se ha
cuestionado radicalmente. más hay que prepararse para el
cambio, la adaptación, el reciclaje perpetuo. Muy creativo
para algunos y muy amenazador para la mayoría.
. La domesticación social está a la orden del día: el 90%
de los jóvenes españoles acepta condiciones de
contratación, trabajo, horarios, etc. ilegales con tal de
tener un trabajo.
. La ruptura de la empresa como creador de lazos sociales
por una "economía de la desocialización" (A.Touraine).
. El impacto sobre las estructuras familiares: el aumento
de la desestrucutración familiar, especialmente matrimonial
por cambio de residencia, trabajo, etc. En USA los
matrimonios duran una media de 7 años.
. El efecto socializador, educador, de una sociedad montada
sobre los valores del individualismo, la competitividad y
el consumismo. La llamada "modernidad líquida" (Z.Bauman)
de un vaciamiento de la esfera pública y consiguientemente
de la democracia , crece junto con una privatización
generalizada de la vida: yo y mis intereses se constituye
en el gran motivo de la vida personal y colectiva.
2.3 Desafíos para la educación y los educadores.
1. Una sociedad que quiera humanizarse un poco no puede
caminar por esta senda del ahondamiento de desigualdades y
de la injusticia social de la exclusión. Y una educación
que quiera aportar algo a la humanización no puede por
menos que mirar hacia esta situación y experimentar el
tremendo reto que desde ahí nos llega.
Me parece que fácilmente aquí se enciende la utopía al
menos como postulación. Frente a esta sociedad de la
tiranía del mercado es preciso oponer la sociedad
enormemente utópica hoy día de "mínimos para todos"
(C.Offe). Tenemos que aspirar a que la educación aporte un
poco de conciencia para que las diferencias de esta
humanidad se recorten en vez de agrandarse. ¿Es esto
posible?
2.A.Touraine es un prestigioso sociólogo francés que repite
hasta la sociedad que los datos ya muestran suficientemente
la mentira de la utopía neoliberal. El mercado no produce
igualdad, ni reparto justo ni justicia ni democracia. Hay
que embridar al mercado. Y lo que se necesita es que los
ciudadanos, dice este autor, tomen más conciencia de que
ellos deben imponerse al mercado y no al revés. La
supeditación de la política a la economía, que es la
situación actual, no cambiará mientras no cambie la
conciencia de los ciudadanos. Muchos de los problemas
estrucurales no se resolverán de la mañan a la noche pero
tendrían una tonalidad diversa si hubiera una conciencia
ciudadana mayor. Urge formar ciudadanos conscientes de que
las cosas pueden ser de otra manera. No estamos bajo la
necesidad de unas leyes naturales que se nos imponen con la
contundencia de la ley gravitatoria. Esta "falacia
naturalista" de las leyes del mercado ha sido denunciada
hasta por empresarios tan poco sospechosos como G.Soros.
3. ALGUNAS PISTAS EDUCATIVAS
Es tarea de los educadores el encontrar los caminos de una
verdadera educación ciudadana en estos tiempos de dictadura
del mercado. Pero, permítanme algunas pistas o indicaciones
de la dirección por donde transitar:
Descubrir a los alumnos los rincones oscuros de la sociedad
Nuestra sociedad ofrece los tremendos desgarros que
señalabamos antes, pero vivimos la paradoja de no verlos.
Hay ojos que miran la realidad y no la ven. Ya sabemos que
para ver hay que mirar y esta mirada se educa. Esta es una
tarea importante en la educación actual. Educar la mirada y
enseñar a ver la realidad. Hay tantas cosas que ver en
nuestro mundo que lo más importante puede pasar
desapercibido.
Y lo que hay que ver es aquello que suele ser lo invisible
o lo que no se quiere ver: lo que B.Brecht llamaba "los
rincones oscuros" de nuestra sociedad. Las desigualdades,
las rupturas, las diferencias insultantes, la necesidad, el
abandono, la marginación, la pobreza, el sufrimiento. Toda
esta realidad de un "mundo roto" no se suele ver. Hay que
educar los ojos, la vista para no pasar de largo o no caer
presa de la venda que teje nuestra sociedad digital
alrededor de la realidad misma, virtualizándola y
haciéndonos ciegos para estas realidades.
Sin esta visión no hay esperanza de humanización. Sin la
conmoción de percibir la diferencia y el dolor no podemos
ni soñar con despertar un espíritu crítico frente a lo que
tenemos y nos ofrecen. Un ver que palpe de alguna manera
las diferencias insostenibles, un ver que se deje golpear
mínimamente por la situación del otro ennecesidad o en el
sufrimiento. Un ver que no quede anestesaiado por las
imágenes televisivas , cuasi-virtuales, de la realidad de
Africa, sino por la diferencia que atraviesa y rasga
nuestra sociedad.
Se puede y debe comenzar viendo las diferencias dentro de
la propia ciudad o pueblo y luego avanzar en la
consideración de estos rincones oscuros de nuestra
sociedad. Ver para sentir lo que no debe continuar.
Educar en el sentido de lo público o del bien de todos.
Actualmente vivimos un déficit de atención a los aspectos
comunes. Cada cual tiene suficiente atendiendo sus propias
necesidades. Vivimos un individualismo que refuerza hasta
la saciedad los elementos privados, particulares, pero
olvida la atención a lo de todos. Y no hay sociedad sin
esta preocupación por lo común, por el bien común.
¿Cómo se eleva este sentido de la comunitariedad y la
responsabilidad por lo de todos?
Es una tarea educativa lenta. Pero urge el que volvamos a
las atenciones pequeñas desde mantener limpio los lugares
públicos, hasta cuidar las cosas de todos o tener la
preocupación de ceder un asiento a una persona mayor o
necesitada. Educar en el bien común es educar en la
atención al otro que está y vive a mi lado. Algo que la
tendencia de esta sociedad está marginando bastante. Si la
Escuela y los educadores no atienden este aspecto, ¿en
manos de quién quedará la preocupación?
El vaciamiento de lo público a manos de lo privado que
vivimos no podrá afrontarse si la educación no prepara los
espíritus para una responsabilidad frente a ese espacio
público.
4. LA HUMANIZACIÓN DE LA CULTURA
La cultura actual lanza una gran interpelación a los que
tengan oídos para escuchar.No es menor que la que viene de
la dictadura del mercado neoliberal. Unas pocas reflexiones
nos pueden convencer de ello si lo estamos ya
suficientemente. Abordemos, simplificando mucho, los tres
grandes problemas con los que nos asalta la cultura de
nuestros días.
4.1. Problemas de la cultura actual.
El problema del sentido
Nuestro momento actual es más consciente que nunca de la
diversidad cultural que existe en nuestro mundo. No vivimos
ya aislados en un mundo donde lo propio parecía lo único
existente. El pluralismo es uno de los datos de nuestro
tiempo: somos conscientes de que vivimos al lado de otros
muchos con diferentes visiones del mundo, concepciones de
la vida, comportamientos y orientaciones vitales. De esta
realidad se deduce inmediatamente que nuestra pretendida
verdad u objetividad es puesta en cuestión por el mero
hecho de existir otros con idéntica pretensión.
No es necesario estudiar filosofía para captar la
relatividad de nuestra cultura y tradiciones. El
relativismo hace presa en nosotros como la cosa más
natural. Qué sea la realidad, la verdadera concepción del
mundo, religión, moral, es algo que queda en suspenso
cuando no se advierte claramente la incertidumbre que nos
rodea. El denominado relativismo postmoderno se agarra a
nuestro espíritu y nuestras entrañas y muchos sienten el
vértigo de la pérdida de seguridad. Es como caminar por la
cuerda floja y sin red protectora. Miramos hacia abajo y
sólo vemos el vacío bajo nuestros pies.
De aquí nace la vivencia de incertidumbre que recorre toda
nuestra época. Las cuestiones de sentido se han vuelto
nebulosas cuando no opacas. No se sabe bien la orientación
que tenemos o cuál tomar. Es como si hubiésemos perdido la
brújula orientador a de la vida y la existencia. Entramos
en la vacilación y la duda cuando no en el franco
escepticismo o la cínica opción pragmática.
Frente a este problema de sentido la estrategia que adopta
predominantemente nuestra sociedad es la ocultación o el
divertimento que pretende desprecocuparnos de este
problema. Se ahogan las preguntas serias y vitales mediante
la inmersión o asfixia en el consumismo desaforado o el la
busqueda de placeres, sensaciones, una degustación
indefinida se sensaciones que reducen nuestro espíritu y
consciencia casi al grado cero, a la in-transcendencia.
El problema de la identidad.
El problema del pluralismo, relativismo y sin-sentido
conduce a plantear la cuestión de la propia identidad. Es,
lo podemos ver, una consecuencia del pluralismo y
relativismo cultural. Incide sobre la sociedad y cultura
propias haciéndolas autoconscientes de su provincianismo y
localismo. Y más allá cuestiona la seguridad de sus
presuntas señas de identidad.
De esta manera los individuos e incluso las colectividades
sienten flaquear sus referentes y dan muestras de
inseguridad en sus rasgos definitorios. Esta crisis de tipo
cultural y de percepción psico-social desemboca
frecuentemente en una necesidad imperiosa de encontrar
raíces y de asegurar lo que se es. Cuando esta búsqueda se
vuelve compulsiva y colectiva suele agarrarse a lo próximo
y cercano. La propia tierra, lengua, sangre, como modo de
afianzar y dar firmeza a sus rasgos identitarios. O bien
desde el punto de vista de la ideología se precisa obtener
seguridad aunque se al precio de vender la libertad y la
verdad.
Nuestro momento actual conoce estas crisis de identidad de
personas y de colectivos. Sabe también de la búsqueda
compulsiva de seguridad mediante el afianzamiento
exclusivista de lo propio y de un cierre ideológico en
actitudes que en general llamamos fundamentalistas o de
afirmación y defensa de las visiones, confesiones ,
religiones ,...mediante el recurso a una autoridad, una
revelación, o una esencia de pueblo, raza, destino, etc. el
resultado es el cierre sobre la propia tradición y
concepción y la actitud xenófoba frente al otro, al extraño
o el diverso.
La fiebre comunitarista.
Si nuestro tiempo experimenta la incertidumbre e
inseguridad del sinsentido o la carencia de identidad,
podemos caracterizar nuestro tiempo como frío y necesitado
de protección. Algún analista social lo ha denominado como
carente de hogar (P.Berger). Hay una necesidad de
protección , acogida, calor y refugio que en conjunto
describe la necesidad de hogar. No es extraño que asistamos
a manifestaciones bastante claras de necesidad de
comunidad.
Vivimos un momento de fiebre comunitarista. Hay necesidad
de grupos que proporcionen arrope y calor al individuo. De
ahí la tentación que experimentarán muchos de ofrecer
instituciones protectoras a los individuos, en la educación
y fuera de la educación. Crece la posibilidad de que las
personalidades denominadas fuertes ofrezcan su liderazgo
como orientadores y conductores y aumenta junto a la
demanda de hogar, la tentación de las actitudes
paternalistas, de los grupúsculos cálidos pero cerrados,
como también del chantaje afectivio al individuo para que
se deje orientar y conducir en el seno acogedor de un grupo
o institución. En suma se ofrece protección y seguridad al
precio del infantilismo y la minoría de edad; se da hogar
pero se mantiene a sus miembros sin autonomía ni
responsabilidad; se proporciona calor pero se quita la
libertad.
4.2. Los retos a la educación
Si hemos acertado en describir y caracterizar algunos de
los problemas y patologías de nuestro momento cultural,
entonces se comprenderá fácilmente dónde está la tarea que
se le presenta a la educación. Podríamos enunciarla a la
contra mediante la enumeración en positivo de trabajar por
proporcionar sentido personal sin ocultar los problemas de
la existencia , trabajar en la identidad personal y
colectiva de forma abierta y ofrecer calor de hogar sin
falsos proteccionismos que roben la propia responsabilidad.
Trabajar en proporcionar sentido.
En el momento actual equivale - y he de decirlo sin
justificarlo suficientemente- a enfrentarse con la cultura
del consumo de sensaciones que vive nuestro tiempo y en
especial la juventud actual.
La Escuela y el educador tienen que esforzarse y crear las
condiciones para que el chico y la chica sean capaces de
detenerse y reflexionar ante la corriente de estímulos e
impactos que contínuamente les lleva de uno a otro sin
tiempo más que para paladear brevemente el cambio de sabor,
color, moda, divo, canción, telefilm, espectáculo, etc.
aprender a deternerse y mirar reflexivamente la vida es la
condición para que el torrente social no te lleve y te
maneje. Y esta tarea es hoy especialmente necesaria y, sin
duda, difícil.
En el fondo de esta dificultad late uno de los más graves
problemas de nuestra sociedad y cultura: la ruptura o
escisión entre la dimensión funcional o tecno-económica y
la reflexiva o de sentido. Dicho al modo cultural o de
visión del mundo: choca la visión reductora funcionalista y
pragmática de la vida, necesariamente fragmentaria, con la
totalizante, intuitivo-emocional y de las tradiciones que
proporcionan la "sabiduría de la vida". Alguno como E.Morin
lo ha llamado "el desafío de los desafíos": exige una
reforma del pensamiento; un cambio de paradigma o de manera
de pensar que integre estos dos mundos separados.
Otros avizoradores culturales como G.Steiner, sugieren que
estamos viviendo un tiempo de "posthumanidades o
subhumanidades" donde se vive una general "retirada de la
palabra". Es decir, la civilización occidental que habría
conocido hasta ayer mismo un predominio greco-hebraico del
verbalismo, de la palabra, como vehículo donador de
sentido,estaría cada día más subordinada a la imagen. Los
lenguajes de los mass-media, de Internet, hasta computación
o la lógica matemática, son modos de comunicación autónomos
que erosionan y deterioran o minusvaloran la palabra.
Asistimos, por tanto, a una transmutación de la
comunicación y la sensibilidad que pasa del discurso a la
imagen pictórica o la música. El problema de fondo que
avistamos es que está cambiando el "espacio de
significación". Actualmente se farfullan, más que se
expresan las cosas. De ahí a una sordera para el sentido
sólo hay un opaso. A no ser que la vía de la música, por
ejemplo, proporcione una salida-solución complementaria al
sentido que hoy sólo, quizá, únicamente podemos intuir.
Si lo traducimos más concretamente a nuestra tarea
educativa, la educación está retada a ser un espacio
significativo: antes que de mera información de
procesamiento de esa información. El educador tiene que ser
alguien que ayude a amueblar el piso mental del educando. Y
no sólo la mente sino el corazón y las opciones
existenciales. Si la educación no consigue esta ayuda el
educando no tendrá estructura mental ni orientación vital
y, lo que es peor, no tendrá capacidad de discernimiento
entre las cosas. Será alguien llevado por la moda de cada
momento. Vivirá el sentido variable que le de el exterior
pero no tendrá contextura interna. Será más un insecto
cambiante que un vertebrado.
En la tarea nada fácil de ayudar al educando a encontrar su
propio sentido en una sociedad muy móvil, plural y con una
gran oferta de incentivos, el educador debe tener paciencia
ante la inmadurez del joven, la prolongación de aspectos
adolescentes y de inseguridad en edades donde parecería que
todo debiera estar más claro. Tiene que ser además de
paciente, un acompañante, que ofrece sus experiencias y
respuestas pero que deja que el otro haga su propio camino.
Sin este respeto al otro, no exento de corrección, dudamos
que el joven actual acepte nuestra oferta de sentido.
Y, finalmente, más que nunca la educación necesita
educadores, maestros, que encarnen lo que dicen sus
palabras. Sin el testimonio no parece posible otra cosa que
ofrecer mera información para solucionar el problema del
sentido. Predicar sólo para transmitir valores es inútil.
Los valores, el sentido, como las cosas seductoras de la
vida no se demuestran , sólo pueden mostrarse y eso, sin
dar la impresión y ni siquiera tener la intención explícita
de inculcarlos. La mejor manera de convertir algo en
sustancia de la vida es aprenderlo a amar no porque nos
hayan exhortado mucho sino porque alguien nos lo mostró en
el momento y hora oportuno. Como cuando descubrimos el mar,
porque alguien nos llevó a la playa un determinado día y
hora, en un determinado momento y quizá luz del día.
Trabajar por construir identidades abiertas.
No parece muy equivocado afirmar que uno de los grandes
problemas con los que se las va a tener que ver el hombre y
la mujer de este siglo que empieza es con el desafío de lo
que recibe nombres varios y sonoros como multiculturalismo,
pluralismo, mestizaje cultural y el sencillo y simple de
emigración.
Nos las tenemos que ver cada vez más con otros, distintos,
diferentes en su formas linguísticas, de comportamiento,
creencia, etc. Y no parece que sea posible detener esta
oleada de extraños a nuestra cultura. ¿Quién puede detener
la mundialización de los intercambios, el reclamo de los
mass media, de los filmes norteamericanos y europeos, del
atractivo de la vida occidental a los parias de nuestro
mundo pobre? ¿Quien detendría una presunta "marcha verde"
del Africa subsahariana sobre Europa? Tendríamos que
recurrir al exterminio antes de que pasaran el Estrecho.
No cabe duda que uno de los grandes desafío de hoy y de
mañana a la educación es preparar para vivir y convivir con
los otros. Para superar el miedo que produce siempre lo
distinto. Para educar en la aceptación positiva de lo
diferente. Se precisa de educadores que enseñen a amar las
propias raíces pero que tengan apertura para aceptar que
los otros también tienen riquezas.
El desafío educativo corre a lo largo de una educación en
la verdadera tolerancia, que no es pasar de largo ante el
otro o autosatisfacerse en lo que se posee y ser liberal
con lo distinto, sino adoptar una postura receptiva y
positiva ante lo distinto. El futuro nos está llamando a
convivir con el otro diferente a integrarlo positivamente
en nuestra sociedad y cultura; de lo contrario, nos las
tendremos que ver con las reacciones xenófobas y violentas
que engendrarán violencia racial, cultural, nacional y
enclaustramiento en la propia estrechez mental y
tradicional. La emigración está llamando a la integración.
El próximo futuro nos desafía a aceptar como un componente
nuevo de la identidad los elementos multiétnicos y
multiraciales, a construir identidades abiertas. Algunos ,
como J.Attali, hablan ya de "repúblicas plurales" y de
"fraternidad geopolítica", sin llegar a tanto, empecemos
por crear desde la Escuela y la educación redes de
aceptación e integración de los diferentes.
Necesitamos un educador que pueda propiciar este cambio
positivo hacia el otro. Se requiere educadores amantes de
lo suyo y al mismo tiempo abierto a lo de los demás.
Educadores con raíces bien profundas en su suelo y
cosmopolitismo de mente y corazón. Maestros que encarnen,
una vez más, estas polaridades de amor a su tierra y
apertura a lo diferente, de integración de una pluralidad
de facetas en la identidad personal: la nacional y la
estatal, la europea y la simplemente humana.
Proporcionar protección y hogar sin chantaje
infantilizador.
Ante la necesidad de hogar de nuestro tiempo, la educación
está tentada, ya lo dijimos, de seguir la corriente
protectora y ejercer un paternalismo infantilizador. Habrá
grupos y personas que solicitarán refugio y surgirá la
tentación de ofrecer orientaciónes, valores, caminos ya
demasiado hechos. El peligro estará en no dejar que el
educando haga sus propias opciones y que afronte el riesgo
de su propia libertad.
El desafío, por tanto, está en aprender algo de esta fiebre
comunitarista que recorre nuestro tiempo y del
fundamentalismo que engendra: la necesidad de ofrecer
cierta seguridad para el ejercicio mismo de la libertad. Me
parece que esta es la lección del fundamentalismo y del
comunitarismo. No creer simplemente que la libertad se
ejerce sin más, desprovista de cierta protección y
seguridad. Hasta la duda metódica cartesiana, fue un poner
entre paréntesis mental, pero no vitalmente, las propias
convicciones y seguridades. La crítica vive de ciertos
fundamentos. En el cuestionamiento universal de todo no
crece nada realmente creativo.
Se precisa una educación protectora pero sin chantaje. No
ofrecer tanta seguridad que infantilicemos, ni tanto calor
que asfixiemos, ni tanta orientación que robemos la
responsabilidad. De nuevo surge la necesidad de maestros
que sepan unir y sostener a la debida distancia las
tensiones polares .La educación es el ejercicio del arte de
mantener la debida distancia frente al educando.
5. UNA EDUCACIÓN PARA UNA SOCIEDAD MÁS HUMANA O UNA
EDUCACIÓN PARA LA FRATERNIDAD
1. Permitidme antes de acabar volver con algunas
reflexiones sobre la tarea propuesta: una educación para
una sociedad más humana.
Me he centrado en sólo dos aspectos de una posible
humanización de nuestra sociedad y cultura a través de la
tarea educativa. Hemos visto que no nos falta tarea. La
educación y los educadores no perecerán por falta de
objetivos y tareas, sino por pusilanimidad o incapacidad
ante ellos.
En este breve recorrido creo haber avistado una llamada
utópica en el fondo de las propuestas: la hemos denominado
una educación para ser más humanos. Quisiera ser una utopía
a la altura de nuestro momento. Es decir, una propuesta que
mira críticamente nuestra sociedad -como lo han hecho todas
las utopías- y que, como toda "verdad del mañana" (Victor
Hugo) quiere encontrar caminos de realización.
2. En la reflexión sobre la utopía, en un momento de
desfallecimiento ideológico y utópico como el que vivimos
actualmente, vamos llegando a la conclusión que la utopía
para este milenio que estrenamos tiene que llevar
incorporado el desencanto: tenemos que encarnar, como nos
dice Claudio Magris, la figura de Moisés que no alcanzó la
Tierra Prometida, aunque nunca dejo de caminar hacia ella.
Podemos pensar que esta parece ser la condición y destino
humano y , por tanto, del educador y la educación. Y máxime
de una educación que pretenda ser humanizante o
constructora de una sociedad más humana
La educación para una sociedad más humana tiene que ser
consciente de su dimensión utópica y esto quiere decir, que
no se rinde ante las cosas como son y que lucha por las
cosas tal como debieran ser. Bertolt Brecht decía -y esta
es una tarea política, estética y educativa,- que al mundo
le hace buena falta que le rediman y le cambien. La
educación por una sociedad más humana tiene mucho de
intento salvador y por ello de utópico.
3. Y llegados a este punto permitidme ya decirlo con toda
claridad, la educación y el educador para una sociedad más
humana tiene que tener un gran aliento moral y humano: la
utopía, aún la que integra, se sostiene y corrige con el
desencanto, nace de una actitud compasiva y solidaria. Es
la compasión solidaria con las víctimas de hoy y de ayer la
que mueve y conmueve a no olvidarlas ni dejarlas sepultadas
en el anonimato de la Historia. Lo que late en el talante
utópico es el grito de las víctimas que piden otra
sociedad, otra Historia y otro Futuro. Y esto es lo que
quiere una educación para una sociedad más humana.
4. Desde Tomás Moro ya sabemos que la utopía es la lógica
de los vencidos, la razón de los oprimidos, la de aquellos
que protestan contra la miseria de la realidad presente y
quieren instaurar una sociedad nueva, distinta.
Apostar por una educación por una sociedad más humana
quiere decir, que apostamos por una sociedad mejor para los
más débiles y para aquellos que experimentan más la
opresión de los poderes deshumanizantes de esta sociedad.
5. He presentado algunas de las miserias e interpelaciones
o clamores de nuestra sociedad. He tratado de mostrar que
si la educación, evidentemente no puede cargar con toda la
responsabilidad de enderezar esta sociedad, sí puede
contribuir a ello. La educación puede trabajar en pro de un
mayor sentido, igualdad y libertad humanas. Y en el momento
presente tiene que completar esta triple utopía con el
laboreo en pro de la fraternidad. Esta es , según,
J.Attali, la utopía de hoy. Creo que tiene razón en tanto
en cuanto el desafío del otro, ya lo hemos dicho,
representa para hoy y mañana, para siempre, el gran
objetivo de la convivencia y relación humanas.
6. Permitirme concluir diciendo, o mejor recordando, que
una tarea, una educación, de este género es una tarea
profética y esperanzada. Pero hemos de saber que
normalmente nos encontramos con un profetismo en debilidad
que no tiene asegurado el éxito, sino sólo la persistencia
frente al poder. Es decir, que le guía y anima una
confianza esperanzada o una esperanza confiada . Un
"esperanza jornalera" (A. Álvarez Bolado), es decir, una
esperanza lúcida, paciente, persistente y perseverante.
BIBLIOGRAFIA BÁSICA.
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E.Morin (2000). La mente bien ordenada. Barcelona:Seix
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Secretariado Interdiocesano de la Escuela Cristiana de
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la Escuela Católica. Estella: , Gráf. Lizarra.
G.Steiner (1998). En el castillo de Barba Azul.
Aproximación a un nuevo concepto de cultura. Barcelona:
Gedisa.
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Investigaciones Sobre Educación. Revista Electrónica del
Doctorado en Educación , No. 2
Enero 2002, UIA, Puebla. Derechos en trámite. Puebla,
México.