Me Llamo Rojo

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Omar Pamuhk

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Miguel Arnas Coronado / ME LLAMO ROJO, DE ORHAN PAMUK

Hacer la resea de un libro de cuyo autor no se ha ledo nada ms tiene un punto de ingenuidad. Lo esperable de un buen reseador no es eso sino prepararse y comparar esta obra con otras anteriores o posteriores. A cambio, hacerlo as, es decir mal, tiene la enorme ventaja de la inocencia, de dejarse deslumbrar por un autor de quien lo nico que se sabe es la parafernalia meditica gracias al premio Nbel del pasado ao y a algn artculo de crtica o resea que se haya ledo sobre l. Y lo de dejarse deslumbrar no es broma. A m me ha pasado, y adems, confieso no haber ledo otra cosa del turco.Orhan Pamuk es un autor oriental. Es curioso pero es mucho ms oriental que Salman Rushdie o Kenzaburo O. O cuanto menos, esa es mi opinin. Oriental en el sentido de reconocer el enorme mrito de occidente, de recordar, al menos, las tradiciones de oriente, y de tener la conciencia de que, en una forma u otra, las diferencias son lo suficientemente importantes como para que dar el salto y situarse slo de un lado no sea del todo posible.Me llamo rojo tiene tres frentes de ataque. Por una parte es una novela de intriga. Por otra es una novela de amor. El tercer frente y de mayor peso es la reflexin sobre esos opuestos oriente-occidente y sobre las tradiciones de la pintura islmica contrapuesta a la religin, porque no debemos olvidar que en el Sagrado Corn est tajantemente prohibida la iconografa, prohibicin a pesar de la cual, los ilustradores de libros tuvieron gran ascendente y produccin artstica en Persia, Afganistn y Paquistn y, desde luego, en Turqua. Pero eran solamente ilustradores de libros. Ni cuadros para las paredes, ni dibujos figurativos para alfombras, telas o cortinajes, ni (tericamente) frescos en los interiores de palacios, madrazas ni, por supuesto, mezquitas. Slo motivos geomtricos, decoraciones.Digo lo de tericamente porque a poco que visitemos la Alambra de Granada, veremos frescos en el techo de la Sala de los Abencerrajes, frescos que representan caballeros comiendo y bebiendo en grata conversacin. Y es que a todas las religiones del mundo les ha ido mejor cuando no se han tomado demasiado en serio a s mismas, cuando no se han fanatizado ni literalizado. De eso tambin habla el libro de Pamuk: en la Estambul del siglo XVII, un predicador fantico, Nusret el Erzurum, discursea a sus seguidores que pintar, aun en libros, es pecado, que el caf es nefasto porque entontece y hace dao al estmago (ay, los que hoy se ponen histricos contra el vino, cuando lo nico que habra que impedir es el abuso, como casi todo!) y que la danza de los derviches al comps de instrumentos musicales en los monasterios es una aberracin digna de la gehenna adelantada a la que el fantico siempre condena al hereje: Dios no le basta al fantico para castigarlo cuando muera, tiene que ser l quien, enmendndole la plana al Creador, castigue a cuantos la ortodoxia (la suya) entiende como herejes.El aspecto de suspense de la obra es achacable, como mandan los cnones de la novela negra, a dos asesinatos por culpa de esas pinturas que ilustran los libros. Pero lo curioso de Pamuk es que esa intriga est mal llevada. No da suficientes datos para que el lector sospeche de uno o de otro asesino, lo que no le resta ni un pice de apasionamiento ni inters a la lectura. Ocurre, simplemente, que Pamuk no desea hacer una novela occidental al uso sino que pretende otra cosa.El asunto amoroso no responde tampoco a los preceptos occidentales. Hay amores, s, pero nos parecen amores antiguos y no slo porque la poca corresponde a esas costumbres sino porque el amor no es personal e intransferible. Aunque la pasin es hacia una persona determinada, no es debida a que conocidas muchas mujeres u hombres, se opta por ste o por aquella, sino porque se acepta lo que deciden quienes tienen poder en esos menesteres, sean padre, casamentera o destino. Tampoco eso le resta un pice de pasin al amor de ambos protagonistas, aunque Sekre, la viuda de quien vive enamorado Negro, y a quien finalmente consigue en matrimonio, se pasa las nueve dcimas partes del libro dudando si aceptar a Negro o a Hassan, su cuado. Quiz porque, siendo buen hombre, qu ms da uno que otro si cualquier amor acabar en felicidad, como Pamuk nos recuerda? Reconozcamos que es un sentido amoroso muy diferente del nuestro, donde el yo y el deseo tienen una trascendencia inmensa.Y ese, el del yo, es el tema central de la novela. La religin, como es debido, deja el yo a un lado. El religioso tiene claro que entre el antropocentrismo y el teocentrismo escoge este ltimo, y por ende los deseos personales deben ser apartados si contradicen a los deseos de Dios, suponiendo que hayamos entendido bien lo que Dios quiere. Pero hay alguien que s entiende a la perfeccin lo que Dios quiere: el responsable religioso, y es por eso que todo se reduce a obedecer con fe carboneril a dicho responsable dado que escuchar directamente al Creador es difcil y leer su Libro se presta demasiado a interpretaciones personales. El Corn dice bien claro que se prohben las representaciones iconogrficas para evitar la idolatra. De ah el sentimiento de culpa, de pecado que invade a los ilustradores. Por otra parte, las tradiciones de los ilustradores islmicos implican ignorar el sentido de la perspectiva para evitar aberraciones como pintar un perro ms grande que el Sultn por la estpida razn de estar ms cerca. Esa, la planitud y la situacin del horizonte por encima del marco de la pintura, es decir como si el espectador estuviese muy alto, es la forma de ver el mundo por parte de Dios y esa debe ser la correcta a adoptar por los ilustradores.Es evidente que esa tradicin se da de patadas con los hallazgos de la pintura europea de la poca: profundizacin en el estudio y la aplicacin de la perspectiva, personalizacin de las caras, es decir pintura de retratos con caras identificables y no homologadas y todas iguales, total libertad en los pigmentos, estudio de la iluminacin y de la composicin, etc. Esa es la trama autntica de la novela. El Sultn encarga un libro sobre su reinado que pueda, no slo competir con la pintura franca, como llama Pamuk a occidente, sino impresionar a los gobernantes venecianos para que teman al imperio otomano y se avengan a negociar con l. Eso quiere decir pintar al estilo de los francos y apartar, aunque con moderacin, las tradiciones persas y chinas, lo que se enfrenta mortal y frontalmente con la ortodoxia islmica y con la ortodoxia pictrica de los ilustradores.Otro asunto se plantea en la novela: el estilo del ilustrador. Tener un estilo significa destacar entre otros. Pero el ilustrador, igual que el religioso, no debe destacar sino reproducir incansablemente los mismos modelos y, como mucho, perfeccionarlos, lo que consistir siempre en la imitacin cada vez mejor de los viejos cnones de los ilustradores de Shiraz y Herat. Por tanto, se convierte en confrontacin entre el yo y lo socialmente (religiosamente) aceptable.Por eso la novela tiene fallos en cuanto a intriga, porque no aspira a eso sino a reflejar la lucha, que siempre se dar, entre ortodoxia y novedad. Aspira tambin a demostrar cmo Turqua es un pas de frontera, un pas demasiado oriental para ser occidental y demasiado occidental para ser oriental. Y eso no tiene arreglo as como as. Aspira a demostrar las viejas rencillas, envidias, desprecios entre artistas. No quiere ser una reflexin sobre un tiempo pasado. Eso sera occidental (somos maravillosamente progresistas: estamos tan convencidos del poder del progreso que creemos a pies juntillas que todos aquellos defectos se han superado). La reflexin de Pamuk es sobre el tiempo actual y su problemtica, para lo que utiliza una ucrona.No se puede evitar, hablando de Pamuk, aludir a la censura, tanto religiosa como poltica en su pas. En este libro las crticas son religiosas (lo entrecomillo porque no lo son en puridad, sino a ciertas tendencias fanticas) y es de ver cmo repite, en los captulos donde el narrador asume el punto de vista del cuentacuentos (porque esa es otra virtud del libro, la profusin de puntos de vista, diferentes en cada captulo, todos ellos narrados en primera persona) aquello de por Dios, que no se me malinterprete! En ocasiones, la censura produce maravillas. Decir algo dando circunloquios por no zaherir a quien puede reprimirte da alas a la imaginacin del escritor y a las del lector. Qu tiempos aquellos en los que no podamos decir cualquier cosa porque ah estaban los Ministros de Informacin y Turismo para darte en la testuz antes o luego!, qu tiempos aquellos en los que la irona desconcertaba al censor porque ste carece siempre de sentido del humor! Hoy la irona puede volver aqu por la puerta trasera porque lo polticamente correcto ejerce una censura jesutica que convierte de nuevo en divertido el acto de escribir.Se ha dicho que la influencia de Pamuk es el realismo mgico de Cien aos de soledad. Dudo yo de tal afirmacin. La influencia viene de las colecciones orientales de cuentos: el Calila e Dimna (al que nombra), las Mil y una noches y la multitud de historias que en occidente desconocemos en su mayora. Es realismo mgico poner a hablar a un muerto? La religin islmica reconoce un tiempo, despus de la muerte y antes de que el ngel Azrael recoja el alma del difunto, durante el cual alma y cuerpo continan juntos y el alma ve cmo el cuerpo pierde sus virtudes fsicas. Eso no es realismo mgico sino religin. Que la influencia es la de las viejas historias y cuentos de la tradicin islmica y oriental lo demuestran las repetidas alusiones a la historia de Hsrev y Sirin en la que l se enamora de ella al ver un dibujo de su cara colgado en la rama de un rbol, las citas de las historias de Mecnum o Rslem. Por qu alguien se puede enamorar de una persona por su retrato?: porque hay una semejanza con la cara de la amada. Si slo hay representaciones estndar de las caras (todas iguales como en las ilustraciones islmicas de los libros) nadie puede enamorarse de una persona porque nada nos llevar a identificarla.Hay otra influencia innegable: El nombre de la rosa, de Umberto Eco, aunque Eco, occidentalmente, compaginaba con maestra la intriga, que es lo que vende, con las discusiones de origen teolgico. Es por eso que afirmo de Pamuk que es un escritor oriental, no contaminado en exceso por ese afn occidental de entretener, como es afn occidental pintar antropocntricamente.Resumiendo, un libro recomendable y no porque haga pasar un buen rato, que tambin, no porque con su intriga anime a continuar leyendo, a no querer dejarlo, que tambin, sino porque nos hace reflexionar sobre algo que tenemos hoy demasiado cerca y, por desgracia, en el sentido negativo: la cercana entre oriente y occidente.Me llamo rojo, de Orhan PamukPublicado porJose Cuesta

"Ahora estoy muerto, soy un cadver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhal mi ltimo suspiro y que mi corazn se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido".As comienza esta novela, una de las ms conocidas del escritor turco Orhan Pamuk, premio Nobel de literatura en 2006. Como el prrafo sugiere, en un nivel superficial la novela trata de la resolucin de un crimen, pero como del mismo prrafo se desprende, no es simplemente una novela de gnero: en efecto, los muertos hablan, describen su muerte, nos dicen qu sienten desde el otro lado.Se trata de una obra compleja que contiene diversos niveles que se entremezclan. Adems de una novela de crmenes es tambin una historia de amor; pero sobre todo es un relato sobre la tradicin pictrica de ilustrar libros. Ese es el verdadero tema de la novela. Pongo en antecedentes. Estamos entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Sobre una antigua tradicin persa, los turcos han desarrollado un arte pictrico cuyo objetivo es ilustrar relatos. Pero esto les crea un profundo conflicto porque el Corn prohbe la representacin de figuras humanas y de animales, a las que considera dolos. Por eso han construido una monumental paja mental acerca del arte del dibujo, que se apoya fuertemente en imitar la tradicin, en la huida del estilo personal, y en entender la imagen como un intento de captar la visin de Al.No conciben la pintura ms que como un complemento de la historia que ilustra; intentan ajustarse a modelos cannicos introducidos hace siglos; nunca firman los dibujos, y sus pinturas carecen de perspectiva, de sombras, de coherencia visual, porque pretenden emular la imagen tal como la ve Al, no el hombre. Algunos ejemplos ilustrarn mejor de qu hablo.http://1.bp.blogspot.com/-WR_ISZeET1E/T4FC8ow7XKI/AAAAAAAAByE/8vKlbv5sDFo/s320/antique-persian-qajar-oil-painting-on-canvas1.jpgLa imagen de la derecha es un antiguo leo persa que representa a una mujer tocando un instrumento. En ella ya se pueden ver los elementos que caracterizan este estilo pictrico: la falta de perspectiva (la imagen es plana, aunque sorprende un poco el relieve que muestra la falda), la iconografa impersonal (el dibujo no parece representar a nadie en concreto, sino ms bien la idea de una mujer joven y guapa), el detallismo, el gusto por los colores, la sensualidad... Conocemos la escuela a la que pertenece la pintura pero no a su autor.http://4.bp.blogspot.com/-ewGY7JdzQkU/T4FDbk1kFYI/AAAAAAAAByM/NEONFTe3ojc/s320/nizami_husrev1.jpgLos turcos hicieron suyo este estilo pero lo aplicaron a la ilustracin de textos que narran historias. A la izquierda aparece la pgina de un libro en el que se narra la historia de amor (que en la novela aparece citada incontables veces) de Hsrev y Sirin, concretamente la escena en que aqul descubre a sta bandose desnuda en el ro (una historia que deba de ponerlos muy cachondos). La imagen tiene los mismos elementos estilsticos, si acaso ms acentuados. Adems, una caracterstica importante de estas imgenes es que no las podan concebir si no era para ilustrar una historia. Debido a sus prejuicios islmicos, pintar por pintar les horrorizaba.http://4.bp.blogspot.com/-cJdkNIBVeIo/T4FDxVX-CrI/AAAAAAAAByU/gbSlje1dD50/s320/rhinohuntbabur.jpgLa ltima imagen representa la caza de un rinoceronte. Es una ilustracin tpica de un libro en el que se narran las hazaas de algn sultn, baj, u otro hombre importante. A los mismos elementos estilsticos se le aade el amontonamiento tpico de estas escenas de caza o de guerra. Como no hay perspectiva en las imgenes, las figuras aparecen amontonadas, superpuestas, y el resultado final es un folln de color, no exento de atractivo.No cabe duda de que esta tradicin pictrica ha dado imgenes muy hermosas. Las tres que pongo aqu son una muestra de ello. No solo eso: debido a su carcter narrativo (exceptuando quiz la imagen persa), se prestan a ser contempladas largo rato tratando de dilucidar la historia que ilustran. El reto de estos artistas consiste en ser capaces de transmitir hasta los elementos abstractos del relato sin dotar apenas a sus figuras de expresividad, tan solo usando el color o la composicin. Ya digo que las prohibiciones del Islm se prestan a estas pajas mentales.La novela se centra en un momento crtico de esta tradicin. Este arte sobrevive a duras penas frente al fanatismo religioso de algunos imanes. Sus artistas son considerados pecadores por una buena parte de la sociedad. Para colmo, no reciben ms reconocimiento que el que procede de la voluntad voluble de su mecenas (el sultn, baj o gran seor que les hace los encargos): no pueden firmar sus obras, no pueden expresar un estilo propio, no pueden comerciar con su arte (aunque clandestinamente la mayora lo hacen, en especial vendiendo imgenes pornogrficas). Y en esta situacin los turcos descubren el arte occidental. Y lo hacen en un momento en que la escuela veneciana ha descubierto la perspectiva y la luz. Y quedan, a la vez, fascinados y horrorizados por lo que ven. Descubren que se puede pintar exactamente lo que uno ve y no solamente imitando la visin de Al; pero al mismo tiempo, ver representadas a las personas tal como son les parece un horrible ejercicio de idolatra. Les cortocircuita la mente el que los francos (como ellos llaman a los occidentales) encarguen retratos a los artistas y los cuelguen en sus casas y palacios. Pero el arte es poderoso, y el nuevo estilo les atrae. El conflicto se introduce en el relato a travs de un personaje, el To, un exembajador en Venecia que qued fascinado por la pintura de los infieles y que a su vuelta convence al Sultn para crear un libro que narre la grandeza del Imperio Otomano ilustrado al estilo de los francos, con idea de regalrselo al Dux de Venecia y que ste quede intimidado por el poder del Islm. Por supuesto, el libro ha de hacerse clandestinamente porque incurre en un gravsimo pecado y su existencia puede desatar la ira de los imanes.El punto en que la historia comienza es el asesinato de uno de los ilustradores a manos de otro para evitar que el cargo de conciencia que siente lo lleve a denunciar la existencia del libro. Negro, un sobrino de ese To que acaba de volver de un exilio de doce aos al que se autoconden cuando el To se neg a que se casara con su hermosa hija, de la que estaba, y an est, enamorado, es el encargado de resolver el crimen. A su vuelta encuentra a su amada viuda de facto, porque hace dos aos que su marido no regresa de la guerra. Adems vive de nuevo en casa de su padre porque su cuado la acosa. El regreso de Negro reabre la historia de amor, que se entrelaza fuertemente con la resolucin del crimen. Para descubrir al asesino debe profundizar en el arte de la ilustracin, y toda la novela es eso: un viaje al corazn de ese arte, a sus entresijos, sus conflictos, sus pasiones y sus miserias.En el aspecto formal, la novela est narrada a muchas voces: cada captulo est contado desde el punto de vista de un personaje, normalmente alguien que aparece en la trama del captulo anterior y que toma el relevo de la narracin. Los narradores van desde los protagonistas a los muertos, pasando por las propias imgenes (que toman voz a travs de un cuentista de un caf) y hasta el mismsimo asesino, quien nos habla a lo largo de la novela sin darnos pistas suficientes como para averiguar su identidad. A la vez las escenas que se narran tratan de imitar el mismo arte que describen. Las historias entrelazadas se parecen a las ilustraciones, los personajes parecen arquetipos, la perspectiva es plana, ingenua, y el detalle y el color son la base de la narracin. Es una novela compleja y ambiciosa, de un espritu muy oriental. Por eso hasta ms o menos la mitad la le fascinado. Pero luego el relato se empantana. Cae en el exceso de lirismo, en la descripcin detallada de imgenes ad nauseam y se vuelve, simple y llanamente, aburrida. El relato no progresa, los personajes (como en las ilustraciones)no adquieren relieve y, admitmoslo, describir imgenes no es igual que verlas. Por eso, aunque hojear un catlogo pueda ser entretenido, asistir a su descripcin pormenorizada resulta insufrible. Y es que el libro acaba siendo eso: un extenso catlogo de imgenes. Para colmo, la resolucin de la novela es pobre. Aunque parece que el examen de tanta ilustracin es clave para identificar al asesino, al final resulta que no, y uno se queda con la sensacin de "y para qu me has contado todo eso?"En definitiva, una novela difcil de clasificar. Con un comienzo brillante y un planteamiento narrativo genial, pero en ltima instancia larga y aburrida. Ello no obstante, la novela ha recibido numerosos premios y su autor es un Nobel (aunque en literatura eso puede ser ms un motivo de prevencin que un aliciente), as que podra ser mi falta de sensibilidad la que me ha impedido disfrutar de la lectura de sus casi setecientas pginas. Vosotros mismos.