Post on 12-Jan-2015
description
1
MIS MEMORIAS DEL JUEGO
DE LA PELOTA
________________________
Narciso Guaramato Parra
2
MIS MEMORIAS DEL JUEGO
DE LA PELOTA
________________________
Narciso Guaramato Parra
3
La familia Guaramato Parra en el estacionamiento del estadio universitario
4
Fue una semana terrible, los malestares
producidos por la enfermedad que padezco
desde hace algunos años me obligaron a guardar
cama. En el no tener nada quehacer, no hallaba
de que escribir esta semana. Quería descansar un
poco de los temas económicos, pero nada se me
ocurría, quería tratar un tema optimista, pero
entre los discursos del presidente y los noticieros
nacionales, el optimismo huyó por la izquierda.
Pero quiso el destino que al pasar por mi
biblioteca para ver si encontraba algo con que
matar mi fastidio, mi mano tomara un pequeño
libro escrito por Mari Montes. En el mismo la
autora recopila una serie de sus más apreciados
recuerdos sobre su vida y el béisbol. Recuerdos
que llamó barajitas. Imagino que en honor a esas
pequeñas estampas que muchos coleccionamos
en nuestra infancia.
5
Leer sus barajitas resultó revisar el recuerdo de
las mías. El béisbol fue parte importante de mi
infancia. El relato del inicio de su relación con la
gran maquinaria roja (los Rojos de Cincinnati) es
el relato de lo que me paso a mí, con la única
diferencia que yo sigo con ellos. Aunque su
relato sobre los Orioles me hizo recordar la
emoción que sentí cuando entré al parque de los
Orioles o cuando me senté por la tercera base y
pude ver de muy cerca a Cal Ripken Jr.
Las barajitas de Mari fueron muy motivas para
mí porque soy hijo de un hombre que ha amado
a este juego y que le ha dedicado gran parte de
su vida. Que fue parte importante de esa pelota
aficionada, categoría AA, de muy alta calidad
que se jugó hace muchos años.
Los primeros años de mi vida, bueno hasta bien
entrada la adolescencia, estuvieron ligados al
equipo Vigilantes, el mismo que fue formado
por el Patón Carrasquel y que fue dirigido
posteriormente por su sobrino el Chico, padrino
6
de mi hermano. Yo, al igual que Mari Montes,
me deleité de los cuentos de Alfonso Carrasquel
y cada 23 de enero, siendo también vecino de
San José, era costumbre ir a su casa a celebrar su
cumpleaños.
Leer sobre el universitario fue recordar sus
rincones, los cuales recorrí con curiosidad
infantil, mientras que n el terreno se enfrentaba
el Vigilantes con el INOS o la UCV o cualquiera
de esos equipos que Conformaban la liga. Fue
volver a saborear los pinchos o las naranjas
peladas, fue revivir los cientos de juegos de
pelota de goma que realizamos los hijos de los
peloteros, emulando las hazañas que realizaban
nuestros padres en el terreno. Fue volver a sentir
la alegría de que me permitieran marcar las bolas
y strike en la vieja pizarra desde el control que
estaba ubicada en la caseta de sonido.
Tanto el parque de los chaguaramos como el
Chato Candela, en la popular parroquia del 23
de enero, fueron los escenarios de mis fines de
7
semana. Quisiera aprovechar la oportunidad de
invitar a los periodistas deportivos a rescatar la
memoria de este béisbol que produjo jugadores
tan buenos como cualquier profesional de la
época. El negro Flores, Víctor Obelmejías,
Bikini González, Francisco Gorrín, etc. Por
mencionar algunos de los que recuerdo.
Debo agradecer a Mari Montes haberme
proporcionado un hermoso domingo de
recuerdos, un relajante paréntesis en la diaria
conflictividad que estamos viviendo. Gracias
Mari.
8
El artículo anterior fue el comienzo de una idea, de esas
que últimamente me aceleran y no me dejan descansar
hasta verlas realizadas.
Cuando uno es pequeño por lo general, los que tenemos la
suerte de tener a un padre a nuestro lado, lo vemos como
el ser más grande que existe y siempre nos sentimos
seguros bajo su protección. Y si adicionalmente actúa
como se ha portado el mío, nunca tendremos palabras
para agradecerle todo lo que nos ha dado.
He querido realizarle este pequeño homenaje, relatando
algunos recuerdos de mi infancia en las cuales este
involucrado lo único que el ama tanto como a su familia,
el béisbol
Papá, para ti con todo mi amor y admiración.
Guatire, octubre 2012
9
En el Luis Aparicio “El grande”, de la ciudad de Maracaibo,
representando a Distrito Federal en unos juegos nacionales.
10
MIS RECUERDOS DEL JUEGO DE
LA PELOTA
El béisbol que yo viví fue el de la categoría AA,
organizado por la Liga de Beisbol del Municipio
Libertador (LIBADELI) en las décadas de los
60’s y los 70’s y que realizaba sus juegos en el
Estadio Universitario y el Chato Candela en la
parroquia 23 de Enero.
Según muchos entendidos en la materia era una
pelota de gran calidad, son numerosos los
jugadores que se desempeñaron en esta
categoría que pudieron haber jugado fácilmente
en el béisbol profesional pero prefirieron utilizar
una fórmula que les generaba un mayor nivel de
ingreso con una mayor estabilidad y seguir
practicando el deporte que amaban, algunos lo
llamaban marronismo (por el color del billete de
Bs. 100).
Los jugadores eran contratados como
entrenadores deportivos y eran invitados a
11
formar parte del equipo de béisbol aficionado de
la empresa. Por ejemplo los jugadores del
equipo Vigilantes eran entrenadores deportivos
del cuerpo de tránsito terrestre adscrito al
Ministerio de Transporte y Comunicaciones. De
esta manera, como los juegos eran en horario
nocturno y fines de semana, podían tener otro
trabajo, logrando tener sin muchas dificultades
dos sueldos, con lo cual accedían a un mejor
nivel de vida. La mayoría de los jugadores
proveían de familias muy humildes.
Mi béisbol no fue el profesional por una
cuestión de comunicación y mercadeo. Para la
época no eran comunes las transmisiones
televisivas del béisbol y yo nunca fui un
aficionado de la radio, nací, crecí y me desarrollé
con la televisión. Aunque sea incomprensible
para mis hijos, veía a Gásper, el fantasma
amigable y el conejo de la suerte en blanco y
negro y en idioma ingles. Básicamente había que
ir al estadio para ver los juegos. Igualmente no
existía eso de tener franelas, gorras, camisas y
12
demás productos alegóricos al equipo. Mi gorra
era la que mi papa dejaba cuando el vigilantes
adquiría un nuevo juego de uniformes. Sin
embargo cuando fui creciendo conjuntamente
con la tecnología me convertí en Magallanero.
A pesar de lo comentado anteriormente, no me
fueron extraños varios de las estrellas del béisbol
venezolano. El patón y el chico (padrino de mi
hermano) eran prácticamente de la familia al
igual que Elías Lugo. Era muy común que nos
encontráramos a Vitico y a Cesar Tovar en los
expendios de bebidas que se encuentran por los
lados de preferencia en El Universitario.
Todavía recuerdo el especial cariño que nos
tenía el loco Torres, y la grata sorpresa cuando
en una reunión social escuché aquel sonido que
es muy propio de la historia de mi familia:
¡GUARAMATO! Dicho a toda voz proveniente
de la garganta de Baudilio Díaz, quien expresó a
todos los presentes que gracias a mi padre
aprendió a batear hacia la banda contraría, con
lo cual se convirtió en un temible bateador y
13
finalmente, cada 23 de enero era obligatorio la
asistencia a la casa museo del Chico (en la
avenida panteón a dos cuadras de donde viven
mis padres) para celebrar su cumpleaños, comer
mondongo o pabellón y escuchar sus cuentos.
Ese día era visitado por la gran mayoría de los
jugadores del Caracas y sus más apreciados
amigos. Era normal ser recibido con el grito de
alfonzo: ¡ISABEL ECHALE MAS AGUA A
LA SOPA!.
Mi béisbol no fue el de grandes ligas (aunque
llegué, como lo relatare en otra oportunidad) por
razones casi idénticas a las del béisbol
profesional. Aparte de la casa del chico, mi
único contacto con el gran béisbol fue una serie
jugada entre el equipo del cual me haría seguidor
posteriormente, lo Rojos de Cincinnati y los
Piratas de Pittsburg. Asistí a uno de los juegos
gracias a unos boletos que me obsequiaron en el
Colegio La Salle de Tienda Honda, donde
cursaba la primaria. Lo principal que recuerdo
de ese encuentro es que confundí a Clemente
14
con Cesar Tovar, grave error que era prueba de
mi ignorancia sobre el béisbol del norte. Años
más tarde fui ganado por la gran maquinaria roja
y me convertí en uno de los seguidores del
mejor equipo que ha existido.
En fin, mi béisbol, el cual formó parte
importante de la primera parte de mi vida, la
etapa crucial, fue el béisbol aficionado categoría
doble A, de la Liga de Beisbol Aficionado del
Departamento Libertador (LIBADELI), en
donde jugó el equipo de mi papá:
VIGILANTES.
15
Representando a Distrito en Maracaibo
16
EL GRAN “NARCIGUARA”
Es imposible referirme a mis recuerdos sin hacer
especial mención a mi papá, Narciso
Guaramato, Narciguara, como es conocido en
el ambiente peloteril.
Proveniente de una humilde familia original de
Barlovento. Mi papá se enamoró del beisbol
desde muy temprano.
Se inició en el Sport Carratú,
donde tengo entendido fe
compañero de Gustavo Gil,
uno de los camareros más
importante de Venezuela.
En su trayectoria peloteril, pasó jugó con varios
equipos: El Deportivo América, El Gran
Ferrocarril, La OCP de la Guaira entre otros.
Mostró grandes dotes con el madero,
convirtiéndose en un temido bateador. A la
17
defensiva, era receptor y jardinero. Mi mamá,
Carmen de Guaramato, su compañera por más
de 50 años, me comentó que el Pampero y el
Magallanes estuvieron interesados por sus
servicios, pero el bajo sueldo que le ofrecieron
como novato, no le resultó atractivo, por lo que
no firmó.
Se le presentó la oportunidad de jugar la máxima
categoría aficionada, con el equipo Vigilantes, lo
cual le permitió tener dos sueldos, el de
entrenador y el de oficinista en la Gobernación
del Distrito Federal.
La relación con la organización ha durado hasta
el momento. Una vez desaparecido el equipo de
beisbol “AA”, se ha mantenido relacionado con
el equipo de “Soft-ball”.
El beisbol y en particular el equipo vigilantes ha
sido la “Otra“, la amante legal con pleno
conocimiento y aprobación de la esposa, pero
que podía hacer mi mama.
18
MI papá, siempre se ha caracterizado por ser
una persona alegre de muy buen humor.
Aficionado al baile, tengo gratos y hermosos
recuerdos de ver a mis padres bailar juntos un
Danzón. Es un hombre muy familiar y sobre
todo, un leal amigo.
Cuando la situación económica era más holgada,
eran famosas la espaguetadas lo domingos en la
tarde, después del juego o el mondongo los 29
de octubre, día de San Narciso, que hacía mi
mamá, para celebrar el cumpleaños de mi papá
Mi papá, a partir de mi nacimiento, lució el No
20 en su camiseta, en honor a su primogénito.
Narciguara se retiró muy pronto como pelotero
activo. Prefirió la enseñanza, entrenar y
organizar el equipo. De tal manera que fungió
como delegado y coach, encargado de la
logística, compra del equipo de juego (bates,
pelotas, cascos y uniformes (lo cual muchas
veces incluía su diseño). Actividad, que ponía en
evidencia su amor a este deporte.
19
Estoy seguro que de él heredé ese gusto a
organizar un equipo, una conferencia, en general
cualquier actividad.
Alfonso como manager del Vigilantes, Mi papa a su derecha
20
LOS GUARAMATO Y EL BEISBOL
Dedicado a mi Hno. Juan Carlos
Los Guaramato
siempre, de alguna u
otra forma, han estado
vinculados a este
deporte, Por supuesto,
mi papá, es el que más
alto nivel alcanzó
dentro de los
hermanos, aunque
tengo un primo que fue firmado por los
Dodgers, y creo que en Venezuela por la Guaira.
También tengo un tío, José “pescado”
Cuaramatos (es el único que tiene una s al final
de su nombre por equivocación del registro
civil) que jugó por muchos años con el club
Almendares (igual que el legendario club
cubano), inclusive durante la breve pasantía que
tuvo este equipo por el beisbol AA. Otro primo,
Miguel Angel Guaramato, pintaba muy bien,,
21
tenía unas excelentes condiciones hasta que se
lesiono jugando baloncesto. Mi tío Cipriano
“Chato” Guaramato, ha jugado mucho softball
al igual que mi hermano Juan Carlos, quien
merece un comentario adicional que representa
admiración y orgullo. Un accidente cuando tenía
8 años de edad, le provocó poli fracturas en
ambas piernas, pero esto no ha sido motivo para
se le quitara las ganas de jugar. Ha practicado el
softball, baloncesto y es un fanático
coleccionista de artículos relacionados a los
venezolanos en la MLB.
Igualmente, mi tío Marcos Figueroa, casado con
una hermana de mi mamá, profesor de
educación física, resultó un bateado muy temible
en la llamada “pelota suave” sus vuela cercas
eran kilométricos. No exagero, fueron los
batazos más largos que he visto dar.
En fin somos una familia beisbolera. Sin
embargo quiero resaltar un acontecimiento que
tuvo lugar hace unos cuantos años, un día del
22
padre, donde nos
reunimos toda la
familia y amigos
para realizar un
encuentro de
softball padres contra hijos.
El juego se llevo a cabo en el campo del MOP
en Catia. Fue todo un acontecimiento que dio de
que hablar por mucho tiempo. La gente de la
calle 10 de Propatria asistió en pleno, Había
personas por todas partes, cada equipo tenía
jugadores de sobra y las gradas estaban llenas,
Desde los tiempos de cumpleaños de mi abuela
María Guaramato, no se reunían tantas personas
ligadas a la familia. La familia Pinto, los García,
Los Figueroa, los Leira, etc., en fin estaban
todos. Fue un día muy especial ya que no hubo
convocatoria general (excepto a la familia), el
rumor llenó las tribunas, fue un día de alegría y
camaradería.
23
Al año siguiente se quiso repetir el juego, pero la
magia no fue la misma.
24
Mi papá con Carrasquelito.
En México, en un mundial de beisbol juvenil, donde El
Chico era el manager y mi papá formaba parte del cuerpo
técnico.
25
LOS CARRASQUEL
Las familias Guaramato y Carrasquel, han
mantenido una larga historia de amistad. El más
lejano recuerdo que tengo es el de un Señor muy
alto, enorme para mi, que dormía la siesta en un
enorme sofá gris totalmente forrada de plástico
transparente, que se encontraba en nuestra sala y
que me enseñaba palabras
obscenas, para que se las
repitiera a mi mamá. Era
Alejandro “Patón” Carrasquel,
el primer venezolano en llegar a
las grandes ligas y creador del
equipo de beisbol AA “Vigilantes de Tránsito”
del que mi papá formó parte y al que le dedicó
innumerables años de su vida.
26
Los Carrasquel vivían en una casa ubicada muy
cerca de la Av. Panteón y a escasas dos cuadras
del apartamento en donde nosotros residíamos.
De Alfonzo “Chico” Carrasquel guardo más
recuerdos, dado que cuando “el Patón” murió,
yo todavía era muy pequeño.
La amistad de Alfonzo y mi papá duró hasta que
el “Chico” falleció, tan grande fue esa amistad
que terminaron siendo compadres, mi hermano
Juan Carlos es su ahijado. A medida que su
carrera de Grandes Ligas crecía, aumentaban los
recuerdos que el almacenaba en su casa: bates,
uniformes, muñecos y una variedad de objetos
alusivos a los equipos en que el jugó, presidido
de un enorme retrato al óleo vistiendo el
uniforme de la Medias Blancas de Chicago. El
catalogaba a su hogar como una especie de casa
museo en honor al beisbol.
27
Se volvió costumbre asistir todos los años a la
casa de los Carrasquel, el día del cumpleaños del
“Chico”, el 23 de enero, y celebrarlos con todos
sus amigos, una gran cantidad, eran peloteros, y
su familia: Su hermana Isabel, encargada de la
comida, Emilia, Antonia y Maritza.
Baudilio Díaaz, Alfonso Carrasquel y Antonio Armas
Pero el punto central era el humor y los cuentos
del “Chico”. Solamente he conocido a dos
personas con esa capacidad cuentística oral, el
Dr. Heriberto Leyra “Beto” y Alfonzo “Chico”
28
Carrasquel. Como ejemplo, a continuación
sacaré de mis recuerdos, algunas historias
contadas en esos amenos días:
Primeramente me referiré a una que me toca
personalmente. Infinidades de veces, el Chico
echaba el cuento de cómo estuvo a punto de
retirase motivado a un puntapié en plena
espinilla que le di con mi bota ortopédica.
Otro cuento (versión libre, pero muy libre) que
me encantaba escuchar era como su padre de
nombre Cristóbal Colón, manejaba un camión
por esas rutas del país cuando un policía lo
detuvo, le pidió que se identificara, y al decirle
su nombre, por supuesto el agente se puso
furioso.
– ¡Ah, mamadorcito de gallo! nos resultó el
hombre, exclamó. – Es verdad, sino pregúntele a
mi acompañante. Pero el copiloto permaneció
29
mudo. Así duraron un rato hasta que el policía
le dio la multa. Al arrancar el camión. no se
tardó el reclamo por parte del chofer: ¿pero qué
pasó? ¿por qué no hablaste¿ el copiloto, lo miró
a la cara y le dijo. – ¿Cómo crees que ese policía
hubiera reaccionado? si le digo que en verdad te
llamas Cristóbal Colón, para luego darle mi
nombre, ¿Acaso se te olvidó que me llamo
Simón Bolívar? ¡Presos vamos a parar!.
Otro relato que a él le encantaba relatar se
refería a una noche de parranda con sus amigos:
Susana Dwing, Alfredo Sadel y Cesar Girón.
Estaban en el carro de este último, cuando
arribaron a un conocido club nocturno de la
época ubicado en el pueblo del Hatillo. Se
estacionaron en un lugar prohibido, por
supuesto, en breves instantes se le acerco un
policía, para advertirles de la situación. Girón
conocido por su fuerte carácter, le increpó al
agente. - ¿Usted no sabe quién es la mujer que
30
nos acompaña? es la mujer más bella del mundo,
¿y este señor? - señalando a Sadel, - es el mejor
tenor del mundo, ¿y este otro? es el mejor
shortstop del mundo y, yo soy el mejor torero
del mundo. Dicho esto los 4 amigos se dieron la
vuelta y entraron al local. Al salir, se encontraron
pegado al parabrisas del auto una boleta de
citación para el día siguiente y estaba firmada
por ¡el mejor policía del mundo! Según le
contaron al “Chico”posteriormente, el jefe civil
no le creyó al policía que había citado a los
venezolanos más destacados de su tiempo a su
humilde despacho. Al día siguiente,
efectivamente aparecieron los 4 y se armó la
fiesta en honor a ellos.
En cuanto al beisbol, el “Chico” siempre
contaba lo que le sucedió su primer día en
grandes ligas. Después del entrenamiento
matinal. Corrió para bañarse y cambiarse para
almorzar. Cuando llegó al comedor se levó la
31
ingrata sorpresa de que todo el mundo estaba
uniformado. Para la cena, como no quería
cometer el mismo error de nuevo, no se cambió,
por supuesto, todos estaban de traje y corbata y
el uniformado. Le gustaba relatar como en su
primer juego oficial, tuvieron que empujarlo
para que saliera a batear, cuando lo anunciaron,
porque era la primera vez que escuchaba su
nombre en inglés, no se dio cuenta que se
referían a el.
32
33
Víctor Obelmejías “Monotes” Foto, cortesía de Víctor Obelmejías hijo
34
VIGILANTES DE
TRANSITO BBC
Carlos Figueroa, Carlos
Alarico Gómez y Javier
González en su libro “El
Patón Carrasquel” relatan
como en el año 1960
Alejandro Carrasquel pidió
audiencia al presidente
Rómulo Betancourt para
solicitarle su ayuda para
formar un equipo de
béisbol AA. Escuchada la
propuesta, dos días más
tarde, el patón recibió una llamada del Ministro
de Comunicaciones para anunciarle que su
solicitud había sido aprobada.
35
El equipo “Vigilantes de Tránsito B.B.C.” con el
apoyo del Ministerio de Comunicaciones y bajo
la dirección de Alfonzo Carrasquel, debutó en
el parque de la Ciudad Universitaria el 19 de
marzo de 1960, perdiendo con pizarra de 3 por
0 ante el equipo de la UCV.
Durante 25 años, el equipo Vigilantes actuará en
la máxima categoría del béisbol aficionado,
coincidiendo prácticamente con la primera
mitad de mi vida, por lo tanto no es de extrañar
la gran presencia que tuvo el equipo en mi hoga.
Se hizo costumbre pasar los fines de semana en
el estadio universitario o en el Chato Candela,
para ver por parte de los adultos el juego, y jugar
pelota de parte de nosotros, los hijos.
A pesar de que fueron pocos los torneos
ganados, ya que los grandes eran “El Urbanos” y
el “INOS”, la calidad del equipo era muy alta, y
dejaron huella en la mente de cientos de
fanáticos. Por ejemplo, en el estadio Chato
Candela, cuatro peloteros establecieron una
36
marca que todavía no ha sido superada (que yo
sepa) al batear cuatro (4) cuadrangulares
Placa conmemorativa del record de cuadrangulares. Foto cortesía de Víctor Obelmejias (hijo)
consecutivos. Los bateadores fueron: Víctor
Obelmejías, Pedro Reynoso, Francisco López y
Euclides Brito.
Siempre se respiró un ambiente de Camaradería
en los vestidores., que ganaba en intensidad
después de cada triunfo, !claro!, con la respectiva
fría que siempre estaba puntual en los vestidores
al terminar el juego, ganara o perdieran. Ahora
se que es la recompensa que se daban una serie
de hombres que trabajaban de lunes a viernes,
37
amantes de un deporte, que para le fecha, su
versión profesional, no pagaba los sueldos de
ahora ni daban las oportunidades que tienen los
actuales prospectos.. Muchos de los peloteros
que conocí tenían la calidad de sobra para llegar,
pero no lo quisieron por razones personales. El
más evidente para mi, fue el de “Monotes”
(Víctor Obelmejías) el receptor del equipo. Era
el poder en bruto del equipo. Un bate poderoso
y oportuno ¿Cuántas veces no envió la pelota
para las gradas el Universitario?. Un tremendo
amigo de mi papá,
Otros peloteros que recuerdo gratamente son:
-José González (bikini), de quien escuché del
periodista deportivo “Chiquitin Ettdegui”,
referirse a él, como el mejor jardinero del
beisbol aficionado.
38
El flaco Navarro y Fco, Gorrín
-Francisco Gorrín, gran amigo de la familia, con
unas buenas manos para la segunda base.
-El flaco Luis Navarro, lanzador. Quien tiene
una marca en otro deporte que me encanta, el
baloncesto, al marcar 100 puntos en un partido.
El gimnasio de los Téques lleva su nombre.
-El zurdo. Alfredo Díaz, jardinero buen bate y
rápido en las bases. Su hijo era mi compañero
habitual en las caimaneras que se armaban en el
estacionamiento del Universitario.
-Omar Lozada, tercera base y Médico de
profesión.
39
-José Gregorio Flores (El Negro Flores),
primera base un bateador temible, para mi, el
pelotero más completo que tenía el AA.
- Elías Lugo, lanzador, uno
que se hizo profesional y lo
hizo muy bien.
- El periodista Rubén Rojas,
lanzador.
- El zurdo Jesús Otamendi.
lanzador de gran velocidad.
-El morocho moreno, cuyo hermano jugaba
para la Guaira. De muy buen humor siempre
alegraba los juegos.
- El viejito Oliveros, un pitcher de esos llamados
basureros. Aunque su velocidad no era mucha,
la bola se le movía de tal forma, que dejaba mal
parado a cualquier bateador.
- Gustavo Serrano, el manager y otro de los
padrinos de mi hermano.
40
. Rafael “El Toro” Lugo. El keynesiólogo del
equipo. Aunque en sus ratos libres hacía de
arbitro de boxeo (o será al revés) y más tarde
trabajó como fotógrafo oficial del equipo.
Y muchos otros jugadores que no recuerdo, ya
sea porque los conocí muy joven o porque el
tiempo sin verlos se han alejado de mi memoria.
Les pido disculpas.
Si este era el “Vigilantes”, que logró dos (2)
campeonatos, imagínense la platilla de los
demás equipos. Por ese motivo es que muchos
aficionados de la época le gustaba más el beisbol
“AA” que el profesional, y que conste que esto
lo escuché de muchos aficionados no me lo
contaron.
41
El equipo vigilantes de Tránsito BBC
42
43
44
LAS ESPOSAS DEL BEISBOL
Dedicado a mi mamá
Viéndolo a la distancia una mujer tiene que
querer mucho a un hombre o estar apasionada
por el béisbol para estar alrededor de 8 horas
metida en un estadio. Pero resulta que
justamente eso eran lo que hacían muchas
esposas de los peloteros, comenzando con mi
mamá, quien semana tras semana. A menos que
se sintiera mal la podían encontrar sentada en la
tribuna viendo jugar al equipo Vigilantes.
Mi primer juego de béisbol serio, con uniforme
y todo, fue un domingo en el Chato Candela,
para celebrar el día de las madres. Es apropiado
comentar que por una temporada, mi mamá no
pudo acompañar a mi papá a los juegos, ya que
tenía que acompañarme a los míos en la liga
infantil y es que definitivamente hijo gana a
padre en el corazón de la madre.
45
Si uno entraba al estadio por la tribuna central y
giraba la cabeza hacia la izquierda podía
observar a un grupo muy entretenido de
mujeres, hablando en voz alta y echando broma
de la buena.
No tengo idea del costo de la vida de entonces,
pero debió de salirles bien caro a los peloteros
que sus esposas fueran al estadio. Esas mujeres
se instalaban, pedían y pedían, y por supuesto
que la cuenta se la pasaran a sus maridos, novios
o amigos. Esas mujeres bebían cervezas como
las buenas, cajas y cajas de Polar se vaciaban por
arte de magia en los labios de esas mujeres. No
hacía falta palabras, los vendedores estaban
entrenados para que nunca faltara una cerveza
bien fría como le gustan a mi tía Jesusita.
Entre las más activas, estaban: Para ser sincero
ese grupo de mujeres creaban un ambiente muy
especial y estoy seguro que por ellas muchos se
hicieron asiduos espectadores y fanáticos del
béisbol AA.
46
Mi papa, el novato
47
RESORTES EN EL
UNIVERSITARIO
En el año 1973, cuando yo tenía 12 años, se
presentó la oportunidad de que jugara
formalmente en “La Escuela de Beisbol Alfonzo
Chico Carrasquel con sede en el estadio “Chato
Candela” ubicado en la zona F, del 23 de Enero.
Estaban formando un equipo infantil para
participar en la Liga Distrital de Beisbol menor y
mi papá me inscribió en el.
Los juegos se realizaban en el estadio de la
Planicie, frente al museo militar, en la cañada y
en el polideportivo de Coche. El uniforme
estaba confeccionado en lanilla amarilla, con
letras, gorra y medias azul celeste. Me quedaba
grande pero yo lo lucía con orgullo, sin
embargo, no puedo negar .que sentía algo de
envidia ver los uniformes del equipo
48
Hipódromo y del Ministerio de Fomento, muy
modernos, tipo mono.
Un día, al terminar mi juego me fui al
universitario, donde jugaba el Vigilantes, equipo
AA donde jugaba mi papa. No me quite el
uniforme porque mi intención era ser el Batboy
(recogebate) ese día. Apenas pisé el terreno se
armo la guachafita. “Llegó el pelotero
fenómeno” anunció uno de los jugadores, en
clara alusión a una película mejicana
protagonizada por “Resortes”, famoso
comediante de la época, en la cual interpretaba a
un lanzador, cuya destreza provenía de un
pelotero ya fallecido que se posesionaba de su
cuerpo y que el uniforme, al igual que el mío, le
quedaba grande. La risa y la burla duraron todo
el juego. No me acuerdo si ganaron ese día, pero
de que la pasaron bien, no hay lugar a dudas.
Regresando a mi carrera peloteril en el primer
juego que participé fue desastroso, me pusieron
a batear como emergente en el séptimo inning
49
(el último) y me ponché abanicando tres veces
consecutivas al aire. Gracias a Dios pude superar
este percance y a medida que avanzaba el
campeonato me pude consolidar como el mejor
bateador del equipo. Me recuerdo de un doble
juego en el estadio de Pinto Salinas, cercano a la
Hermandad Gallega, conecté de ocho, ocho. Mi
primo Luis Augusto Izquierdo puede dar fe de
este acontecimiento.
Durante toda la temporada jugué la primera
base, aunque ya en los últimos juegos me
utilizaron como lanzador, en una de esas
ocasiones lancé en forma perfecta en un relevo
de cinco entradas. En ese primer año, la escuela
pudo clasificar por encima de equipos más
poderosos, nos ganamos el respeto de todos. Da
la casualidad que mi último turno en infantil fue
de bateador emergente en la última entrada. A
diferencia del primero, esta vez conecte un
batazo contra la pared para empatar el juego.
50
El siguiente año, ya en la categoría “junior” solo
participé en un juego realizado en estadio de la
Cañada en la parroquia 23 de enero contra un
equipo formado por pregoneros. Perdimos, pero
en lo personal me fue bien al bate de 5, 4
incluyendo un doble. Esa fue mi última
actuación como pelotero, problemas visuales y
el hecho de que no practicaba me convencieron
de cambiar de deporte.
51
Mi hermano Juan Carlos con Oswaldo “Ozzi “ GuilIén
52
Mi papá, Andrés Galarraga y mi Hno.
Mi Hno., C. Baerga; D. Martínez y mi papá
53
CLAVOS Y TEIPE PARA JUGAR
Una de las grandes ventajas que puede tener
cualquier niño que tiene un padre pelotero es la
de disponer de bate y pelotas con que jugar y
causar algo de envidia entre sus amigos.
Ocasionalmente se rompía algún bate. Si la
totura no era de consideración mi papá lo
reparaba para los entrenamientos, pero si no, yo
los agarraba y con unos clavos y teipe negro, los
reparaba y a jugar se ha dicho.
De igual forma las pelotas después de cada
juego, ya que en el mismo solamente se utilizan
pelotas nuevas, se seleccionaban, las mejores
para el entrenamiento y las peores bueno ya
saben quien se las quedaba.
Cuando estaban muy deterioradas, aplicábamos
la terapia del teipe, la forrábamos y a jugar. De
esta forma nunca faltaban equipos para armar
tremendas caimaneras
54
LOS ESTADIOS
Mi infancia y juventud transcurrieron en un ir y
venir entre los estadios Universitario, Chato
Candela, Polideportivo Alejandro Carrasquel de
Coche, la Planicie y la Cañada. De la Iglesia.
Por supuesto el más importante de todos es el
estadio de la Ciudad Universitaria de Caracas,
construido en la década de los 50’s. Siempre que
el “Vigilantes” tenía un juego un día domingo,
recuero que
éramos de los
primeros en
llegar, alrededor
de las 8:00 am
(normalmente
se jugaba a la 11:00 am), y nos retirábamos a
finales de la tarde.
55
Me conocía todo el estadio, sus entrañas. Jugué
pelota de goma en todos sus espacios e inclusive
una vez hasta subí a la vieja pizarra.
Recuerdo que una vez hasta tuve que visitar la
enfermería (nombre pomposo para una camilla
ubicada en un pequeño cuarto a lado del
dogaout. Resulta que una vez, jugando pelota de
goma, en el estacionamiento, por los lados de la
tercera base, quise atrapar un elevado o fly, solo
miraba la pelota y no me fije por donde iba (por
ese detalle es que los campos de beisbol, la zona
de seguridad no tienen grama, para que el
jugador sienta la diferencia de terreno y en la
actualidad, adicionalmente se coloca una pared
de goma) cuando la atrape y di la vuelta, choque
con uno de los tubos que se encuentran a la
entrada de las tribunas. Resultado, una cicatriz
en la ceja izquierda, que aún conservo. Recuerdo
muy gratamente como en algunos juegos,
sentado en la cabina principal, me permitían
manejar los controles de las luces de la pizarra.
Una caja negra llena de clavijas de esas que para
56
un lado encendían las luces y para el otro la
apagaban, con sus respectivos on y off, tres
verdes para las bolas, dos, amarillas para los
estrikes y dos rojas para los outs. El anunciador
de los bateadores se llamaba Rafael
Dupatrocinio (o algo así).
En el caso del Chato Candela, que se encuentra
en la zona F del 23 de Enero. Lleva el nombre
de un reconocido periodista deportivo,
Candelario Rivero “Chato Candela”. Presencié
su remodelación.
De ser un terreno
con una pequeña
tribuna detrás del
Home. Ahora que
lo pienso, tenía el diseño de tantos campos de
beisbol que se encuentran en el interior del país.
Pasó a ser un moderno campo, algo modesto,
pero funcional. Aquí fue que me puse mi primer
uniforme de beisbol, un día de las madres, con la
Escuela de beisbol “Chico Carrasquel” que tenía
su sede en ese lugar. Igualmente fue el lugar de
57
la primera, gracias a Dios, de las pocas peleas
que tuve, creo que la gané. También recuerdo
acompañar a mi papá a uno que otra reunión de
la Liga de Beisbol Aficionado del Departamento
Libertador (LIBADELI).
El “Vigilantes AA”, entrenaba una vez a la
semana al mediodía (recordemos que todos los
jugadores trabajaban en otros lugares, es decir
no vivían del juego de la pelota) en el
polideportivo Alejandro Carrasquel de Coche.
Este polideportivo está constituido (todavía
existe y está casi igual que cuando fui por
primera vez) por un campo de beisbol menor,
un campo de futbol rodeado de una pista de
atletismo y un campo de beisbol mayor. ¡vaya si
tuve buenos juegos en el campo de beisbol
menor! En donde me enfrente al equipo de casa,
“El Hipódromo”, quienes parecían lo sifrinos de
la época con un uniforme tipo mono (se
comenzaban a utilizar) verde y blanco. Recuerdo
58
que en un juego, en el primer turno al bate
escucho cuando el manager le dice al lanzador
que tuviera cuidado que yo era el mejor bateador
del equipo !que orgullo! Pero me duro poco ya
que me ponchó, al igual que en el segundo
turno, pero como dicen que a la tercera va la
vencida, en mi tercer turno al bate, me desquité
y se la pegue a la pared del jardín izquierdo. Jaja,
¡que buen recuerdo!. En cuanto al de mayores,
mis recuerdos son los normales, la de ver un
equipo entrenar. Punto a destacar eran los
batazos que daba el “loco Torres”, maestro del
“Fongo”. (bate muy delgado en su mago), la
ponía en donde quería.
De mi breve paso por el beisbol organizado
tengo gratos recuerdos del estadio de la planicie
y el de la cañada, ambos del 23 de enero.
Donde jugué la mayoría de los juegos.
59
Otros campos: el del hatillo donde mi papá jugó
con el actor y aficionado al beisbol Carlos
Cámara. Y donde después me iba al cine del
pueblo a ver películas mejicanas. Recuerdo que
vi el Santo contra los zombis; el campo del
Cuartel Urdaneta, el de la Zona 10 del MOP y
de una forma u otra conocí todos los campos de
beisbol de Caracas para a época.
60
Con mi hijo
61
¿POR QUE SOY MAGALLANERO
CUANDO MI PAPA ES
CARAQUISTA?
y para rematar me enamoré de una
fanática de los Leones
Dedicado a mi cuñadita Bellanira López
Mucha gente se extraña de que siendo mi papá
caraquista, sus hijos resultaron magallaneros (mi
hermano, Juan Carlos, también es fanático de la
nave turca).
No es ningún misterio.
Mi papá, aunque es un eterno enamorado del
beisbol, nunca influyó sobre nosotros para que
tomáramos parte de ese hermoso deporte. En la
época no existía la maquinaria promocional que
existe ahora, mi gorra siempre tenía una “V” o
una “T” por “Vigilantes de Tránsito”, de tal
62
forma que no había una solidaridad hereditaria
con el equipo de la capital.
Adicionalmente, es bien conocido que a nadie le
gusta perder y gran parte de mi infancia y
adolescencia coincidió con una gran época
vivida por los Navegantes del Magallanes. A
comienzos de los setenta surge El Poder Negro
con Clarence Gaston, Pat Kelly, Ivan Murrel,
Jim Holt, Harold King y Dave Parker, donde
participan en la Serie del Caribe de 1970, donde
el escenario fue el Estadio Universitario de
Caracas. Magallanes se apoya en el pitcheo y
obtiene el primer título del Caribe para un
equipo venezolano, venciendo a los
representantes de República Dominicana y
Puerto Rico.
Creo que no hay nada mejor para mantener la
alegría en una familia venezolana, que en ella
63
existan fanáticos de los dos grandes rivales,
Magallanes y Caracas, gane quien gane, siempre
habrá alguien contento y echando broma de la
buena, estos son unos momentos master card, se
los aseguro.
Pero como todo en la vida tiene un precio , me
enamoré de una caraquista. Una de las primeras
citas que tuvimos, fue ir al Estadio Universitario
a ver un juego entre los dos equipos. La
chaperona, resulto mi cuñada, una mujer de un
ánimo ligeramente inferior a su fanatismo por
los Leones del Caracas. TODO EL MUNDO se
enteró de que yo era fanático del Magallanes
¡claro! Estábamos sentados en la preferencia de
tercera base, para mi, Territorio hostil.
Esa fue la noche perfecta para mi cuñada.
Ganaron y la guachafita que armó, bueno en
verdad todavía no la ha terminado, ganen o
pierdan, no deja de echarme broma. Eso es lo
64
grande de este deporte y de esta maravillosa
rivalidad.
65
¿QUIEN ANOTA LA PRIMERA
CARRERA?
Parece, si solo parece, que al venezolano le
gustan las apuestas. En el beisbol no era
diferente la cuestión. La apuesta legal la hacía un
señor, por mucho que lo he pensado y
preguntado, no me recuerdo el nombre, que
vendía unos papelitos sellados, de dos colores,
uno para el equipo visitante y otro para el de
casa, Esto era lo único que uno podía escoger.
Al abrir la papeleta, esta tenía escrito una
posición, por ejemplo, primera base. En qué
consistía el juego, que si el jugador que usted
tenía, anotaba la primera carrera del encuentro
(en nuestro caso sería el primera base del equipo
visitante) usted ganaba parte de la apuesta. Si el
encuentro lo permitía se realizaba otra apuesta
como en el quinto o sexto ining.
66
¡Cláro! Este era la única apuesta permitida para
un menor, siempre y cuando nos las compara un
adulto. Para los mayores que querían emociones
más altas, acompañados de grandes debates
sobre el juego. Se sentaba por los últimos
asientos de la tribuna de tercera, pegados a la
preferencia. Era el lugar escogido por los
apostadores. ¡5 a que batea hacia adelanta! ¡10
hacia atrás! Escuché en más de una ocasión.
Pero el colmo de los colmos fue cuando una vez
vi que en el entreining (ese momento en que
cambian los equipos y el que estaba bateando
entraba al terreno) sacaban una ruleta de juguete
y hacía sus apuestas ¡5 al rojo! ¡10 al negro!.
Gracias a Dios que nunca me llamó la atención
de esta parte negra del beisbol, enfermedad que
manchó al más grande bateador del beisbol
moderno, Pete Rose.
67
68
CONOCIENDO A VENEZUELA
Uno de los grandes recuerdos que tengo de mi
infancia son los viajes por el país. El igre, San
Cristobal, de Oriente a Occidente.
Siempre la pretemporada se iniciaba con juegos
amistosos, momentos que aprovechaban mi
papá y el manager del equipo, Gustavo Serrano
para chequear las condiciones de algún
prospecto.
Tenues recuerdos tengo de nuestra visita al tigre,
ciudad petrolera ubicado en el oriente del país.
Nos quedamos en un campamento petrolero,
sin embargo, recuerdo muy nítido en que
apareemos los niños, recogimos una pequeña
fruta, que al almacenarla y macerarla con alguna
bebida, de esas llamadas espirituosas, forman el
criollo ponsigue. En este caso mi papá enterró
un botellón muy grande en el patio de mi abuela,
para ser desenterrados 5 años más tarde.
Escuche muy buenos comentarios de mis tíos
sobre la calidad y poder de la bebida.
69
San Cristóbal, en el Estado Táchira es otro lugar
que recuerdo, El Vigilantes fue invitado para
una serie de 3 juegos. Por la cantidad de juegos,
se otorgaba un trofeo al que ganara dos de ellos.
Nos hospedamos en el cuartel de tránsito
terrestre. A la par de los encuentros, acudimos a
una fábrica de bates. Fue la primera vez que vi a
un torno darle la forma ya conocida a un buen
trozo de madera. Me regalaron un pequeño bate,
pintado de negro que siempre conserve con
cariño. También realicé mi primer viaje al
exterior, es decir, Cúcuta en el país hermano de
Colombia. Lugar obligatorio para los
venezolanos para realizar algunas compras, en
especial muebles y ropa de cuero ya que nos
favorecía el tipo de cambio. Posterior he
acudido 2 veces más a la capital tachirense: para
acudir a un matrimonio de un amigo y a la
celebración de nos juegos nacionales de los
economistas. A Cúcuta fui solamente una vez
más El tipo de cambio nos seguía favoreciendo
(20 pesos por bolívar), Les relato que me sentí
70
muy incómodo, fue la primera vez que pagué un
jugo con billetes, hecho habitual hoy en día.
Pero los viajes que disfrutábamos eran los viajes
a Higuerote: después del juego, nos bañábamos
en la playa y posteriormente nos tomábamos el
respectivo sancocho
Cuando mi papá viajaba al exterior, aunque mi
hermano y yo no podíamos ir, lo disfrutaba
viendo las fotos los regalos que nos traía. Por
ejemplo, en la ciudad de México se celebró un
campeonato mundial de beisbol, categoría
juvenil. El manager designado para dirigir a la
novena nacional fue Alfonso Carrasquel. Mi
papá fue contratado como parte del personal
técnico junto a figuras como le Graciano Ravelo.
El día que mi papá llego de México, fue un día
de fiesta en mi casa, abriendo los regalos
precedentes del reino Azteca.
71
LOS SABORES DEL BEISBOL
Hasta el momento que pude tomar mis
decisiones sobre como pasar mis fines de
semana, los sábados y domingos
transcurrían en un campo de béisbol por
lo que generalmente comía algunas cosas
en el estadio y almorzábamos ya a finales
de la tarde después de que mi papá
cumplía con todos sus deberes
beisbolísticos. El tenía por costumbre ser
uno de los que primero llegaban al
estadio y por lo general el último en irse,
Así que era muy fácil que llegáramos
entre ocho y media y nueve de la mañana
hasta las cinco o seis de la tarde. De tal
forma que eran muchas horas y había que
comer. Producto de estas largas jornadas
algunas comidas me quedaron asociadas
al béisbol.
72
En primer lugar estaban los pinchos, los
cuales actualmente no me atrevo a probar
pero que en mi infancia comí hasta
hartarme. No tengo idea cual era la
combinación de carnes con la cual se
armaba el pincho, pero era una época en
la cual si me daban piedras, piedras
comía.
De manera especial, si no habíamos
desayunado, la dieta peloteril incluía unos
huevos sancochados que eran paseados
en su cartón y se comían polvoreados
con una mezcla de sal y pimienta. No se
por qué pero eran deliciosos.
73
Para calmar la sed chupábamos todo el
día naranjas peladas. Algunos se comían
la piel blanca que le quedaba, yo solo me
bebía el jugo. Cuando era muy pequeño,
la máquina de pelar naranjas era para mi
algo mágico, pedía que me compraran
una naranja solo pare el disfrute de ver la
máquina funcionando. ¡Y que les digo de
las tiras de concha de naranja que salían
como una cinta sin fin! fueron uno de
mis juguetes favoritos.
Por supuesto el rey es el perro caliente,
con todo, el tradicional: cebolla picada,
repollo rallado, salsa de tomate,
mayonesa y mostaza. En el año 1997
mientras asistía a un curso del Fondo
Monetario Internacional en la ciudad de
Washington D. C. fui a la ciudad de
Boltimore, a una hora en autobús, para
74
ver un juego entre los Orioles y el Kansas
City. Apenas entré al Oriol Pak, me dirigí
al primer puesto de comida y dándomela
de sobrado, cuando llego al mostrador, le
dije al primero que me puso atención:
Please one hot dog. Por un módico
precio de 4 dólares, que era equivalente a
1.920 bolívares de esa época (nada de
módico ¡que caro!) me entregaron una
pequeña bolsa plateada que contenía un
pan de perro caliente con su respectiva
salchicha ¡Y MAS NADA!. Me indicaron
que en el mesón que se encontraba
enfrente estaban las bolsitas herméticas
de las salsas. No me quedo más remedio
sino cantar: lo nuestro es lo mejor, lo
nuestro es lo mejor.
75
Era muy común que los poderosos
equipos de la capital visitaran a los
humildes equipos del interior del país,
ocasiones que mi papá aprovechaba para
hacer su trabajo de scout. Los más gratos
recuerdos los tengo de las zonas de la
costa, sobre todo Barlovento. Una vez
concluido el juego, alrededor de las 2:00
pm. (era costumbre que los juegos
iniciaran a las 11:00 am, actitud
masoquista de jugar cuando el sol calienta
a su máxima potencia) el equipo anfitrión
agasajaba al visitante en el club. Entre
Cervezas y juegos de bolas criollas, la
comida era el sancocho, pero no
cualquier sancocho, sino uno cocinado en
un barril de petróleo y servido en
totumas. No se si era por el hambre, pero
una totuma de sancocho espesado por la
76
yuca deshecha no tenía comparación y es
para mi el sabor de pelota AA.
Como comenté era muy común que
abandonáramos muy tarde el estadio. Si
salíamos del Chato Candela, mi papá
manejaba hasta la calle 10 de Propatria a
visitar a la vieja María, mi adorada abuela
paterna, quien siempre tenía pollo o si mi
papá tenía suerte podíamos saborear su
plato preferido, el asopado. Mi abuela
cocinaba muy bien al igual que mi mamá,
mi papá siempre dice que no la ha botado
por lo bien que cocina, aunque en el
fondo sabe que no sabría que hacer sin
ella (llevan 54 años juntos). Si no estaba
programada una jornada de Bingo, el
juego que apasionaba a María
77
Guaramato, regresábamos a casa
haciendo escala en Lídice, para visitar a
Carmen, mi abuela materna.
Si el juego se había llevado a cabo en el
Universitario, lo normal era que
enfiláramos directo a San José, a casa,
haciendo escala en la Casa del Espagueti
en la Avenida Baralt, baratos y muy
sabrosos.
Resumiendo: los pinchos, los huevos
sancochados, la naranja pelada, el perro
caliente, el sancocho, el asopado de María
y los espguetis me saben a béisbol.
¿o será a la inversa?
78
EL PRIMER GUARAMATO EN
LAS GRANDES LIGAS
Dedicado a mi Hno. Pedro Rosas Alvarado
Siguiendo una nueva costumbre, la de publicar
un recuerdo al inicio de la temporada del beisbol
nacional o el de grandes ligas. He querido (con
cierto atraso) relatar la historia del primer
Guaramato en las Grandes Ligas.
Hace ya muchos años, al inicio del mes de abril
del año 1997 en Washington D.C. Estaba
tomando un curso sobre “Programación
Financiera” en el Instituto del Fondo Monetario
Internacional. Era la última semana, ya
estábamos en primavera y por mucho que lo
intenté, no pude asistir a ningún juego de la
NBA. Todos los juegos eran en horario
nocturno y quedaba muy lejos (posteriormente
79
fue inaugurado el nuevo gimnasio en la ciudad,
cerca del barrio chino y con una estación del
metro).
Cuando ya estaba resignado que la situación se
repitiera con el beisbol, ya que apenas la
temporada había dado sus inicios, el parque más
cercano era el Oriole Park y solo faltaban dos
días para regresarme a mi adorado país. Una
mañana mientras me dirigía a clases, el otro
venezolano que participaba en el curso, me pego
un grito desde la acera de enfrente:
“GUARAMATO, QUIERES IR AL JUEGO
DE HOY” ¡CLARO! Le respondí con otro
grito.
El asunto es que en un centro comercial que se
encontraba detrás del FMI, funcionaba un
puesto de reventa de boletos de todo tipo
(juegos, teatro conciertos, etc.). Mi amigo
80
compró 2 boletos a US$ 35 c/u. Como el juego
comenzaba a las 7:45 pm (sean consendientes
con la exactitud de los datos, ya ha pasado algún
tiempo y estoy desafiando abiertamente mi
memoria) una vez terminada la última jornada
estudiantil, nos dirigimos al terminal de
autobuses, no me recuerdo el nombre de la línea
pero es la que hemos visto en innumerables
películas (la que tiene la silueta de un galgo) y
que estaba ubicado en la calle 1 cercano a la
Estación Central.
El viaje hasta Baltimore duró una hora. De un
viaje anterior conocía el estadio por su parte
externa, pero no estaba preparado para la belleza
que iba a visitar, una mezcla de modernidad
mezclado con la nostalgia del beisbol antiguo.
La primera sorpresa resultó que como llovió el
día anterior, cuando estaba previsto el juego
inaugural y el mismo fue suspendido, por lo que
en términos reales asistí al primer juego de la
temporada de 1997.
81
Como indique anteriormente el Oriole Park es
muy hermoso. Logramos ubicar fácilmente la
entrada. La segunda sorpresa fue la ubicación de
los asientos, como a 10 filas de la tercera base,
cómodamente sentado y con una vista
inmejorable para ver el juego. Orioles Vs Kansas
City.
Otra sorpresa, fue cuando ya en pleno juego,
volteo a ver una pizarra y leo la asistencia de
45.000 personas ¿en qué momento entraron? Si
solo tardamos 5 minutos en entrar y como 8 en
salir? Ya que me referí a la pizarra, en realidad
debería decir, el conjunto de pizarras que
suministran toda la información requerida. La
reina es la central, donde una gran pantalla daba
una repetición de todas las jugadas, uniendo de
esta forma la comodidad de ver el juego por TV,
con la emoción y alegría del estadio. Otra más
pequeña nos indicaba el tipo lanzamiento
82
realizado por el pitcher y su velocidad. Otra nos
daba las condiciones ambientales, es decir,
estábamos totalmente informados.
Si me preguntan ¿qué fue lo mejor de esa noche?
Les diría que ver a jugar a Carl Ripken Jr. Sólo
comparable a el día que vi jugar a Clemente en el
estadio universitario. ¿lo peor? el perro caliente
que me comí, por 4 dólares, me dieron un pan
con una salchicha, en una bolsa plateada, las
salsa estaban en una mesa, si, las de sobre
(nunca como los de Vzla.) y no se imaginan lo
terrible que es explicarle el juego a un uruguayo,
como tuve que hacerlo al días siguiente. Pero en
términos generales, fue una gran noche. Lo
fundamental y más importante, como me lo
comentó posteriormente un amigo mío, es que
¡POR FIN LLEGO UN GUARAMATO A
LAS GRANDES LIGAS!
83
Tres generaciones
84
CONTENIDO
PAG.
1. Mis recuerdos del juego de la pelota ……. 10
2. El gran “Narciguara” …………………. 16
3. Los Guaramato y el Beisbol ………….. 20
4. Los Carrasquel ………………………… 25
5. Vigilantes de Tránsito BBC ……………. 34
6. Las Esposas del Beisbol ………………. 44
7. Resortes en el Universitario …………… 47
8. Clavos y teipe para jugar ………………. 53
9. Los Estadios …………………………… 54
10. ¿Por qué soy Magallanero cuando mi papá
Es Caraquista? y para rematar me enamoré
de una fanática de los Leones …………… 61
11. ¿Quién anota la primer carrera? ………….. 65
85
12. Conociendo a Venezuela ……………….. 68
13. Los sabores del beisbol ………………….. 71
14. El Primer Guaramato en las
Grandes Ligas …………………………… 78
86