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Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 9
MODIFICACIÓN DE CONDUCTAS AGRESIVAS FUNCIONALMENTE
DIFERENTES ENTRE CONTEXTOS A TRAVÉS DE UNA INTERVENCIÓN
CONDUCTUAL
PAOLA ANDREA RUBIO CHAVEZ
Bajo la dirección y coautoría de
AMANDA M. MUÑOZ-MARTINEZ. Esp., MSc.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
ESPECIALIZACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA COMPORTAMENTAL-
COGNOSCITIVA. EXTENSIÓN IBAGUE.
FACULTAD DE PSICOLOGIA
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Tabla de contenido
Justificación
Revisión de literatura
Factores predisponentes
Factores de adquisición
Factores de mantenimiento
Intervención
Programa de refuerzo diferencial de otras conductas.
Programa de Instrucciones.
14
18
22
25
26
28
30
32
Pregunta de investigación
Objetivos
Objetivo general
Objetivo específico
35
35
35
36
Método
Participante
Instrumentos
Procedimiento
37
37
39
41
Resultados 45
Discusión 48
Referencias 56
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Lista de figuras
Figura 1. Línea de base e intervención en el contexto escolar y familiar.
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Lista de anexos
Anexo A
Registro diario antecedente-conducta-consecuente
Anexo B
Registro de Frecuencia
Anexo C
Formulación de caso
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MODIFICACIÓN DE CONDUCTAS AGRESIVAS FUNCIONALMENTE
DIFERENTES ENTRE CONTEXTOS A TRAVÉS DE UNA INTERVENCIÓN
CONDUCTUAL
Resumen
El presente estudio tuvo como objetivo determinar la eficacia de
un programa de instrucciones y refuerzo diferencial de otras
conductas sobre el comportamiento agresivo con funciones dife-
rentes entre contextos de un menor de 11 años Se utilizó un
diseño de línea base múltiple entre contextos. Los resultados
mostraron una disminución progresiva del repertorio proble-
mático tanto en el contexto escolar como en el familiar tras la
implementación del programa de intervención. También
permitieron ver la importancia de establecer la función de la
conducta con el fin de incrementar la eficacia de las
intervenciones. Algunas limitaciones de la investigación se
relacionan con el bajo control sobre variables extra terapéuticas
que pudieron intervenir en los resultados.
Palabras claves: Instrucciones, refuerzo diferencial de otras
conductas, conducta agresiva, análisis funcional.
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Justificación
En Colombia, la información relacionada con la ejecución de actos violentos es
abundante, de forma tal que se ha observado un incremento importante de ellos en los
últimos años, llegando a convertirse en unas de las principales causas de muerte, siendo un
fenómeno de interés para las diferentes instancias sociales (Franco,2003; Juárez, Dueñas &
Méndez, 2005). Se ha encontrado que las conductas agresivas no sólo han ido
incrementando en los adultos, sino también en niños (Smeekens, Riksen- Walraven & Van
Bakel, 2007) oscilando entre el 30% y el 50% de todos los problemas clínicos que se
refieren en consulta en esta población (Kazdin, 1996). Debido a ello muchos investigadores
han centrado su interés en estudiar la problemática, para prevenir problemas más complejos
en etapas posteriores del desarrollo.
Al respecto, Guerrero (2003) señala que los niños agresores tienen mayores
probabilidades de presentar otros problemas de comportamiento, sumado a un pobre
desempeño académico, deserción escolar, consumo temprano y excesivo de sustancias
psicoactivantes, violencia doméstica, delincuencia y criminalidad adulta. Esto se relaciona
con lo expuesto por otros investigadores que han concluido que el mantenimiento de la
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conducta agresiva durante la infancia temprana aumenta la probabilidad de presentar
desordenes de conducta en la infancia media o adolescencia (Miller & Olson, 2000).
Lo anterior muestra cómo el comportamiento agresivo puede incrementar en su
frecuencia, magnitud e intensidad, así como en las consecuencias negativas para la persona
y su contexto social. De esta manera, con el paso del tiempo la agresividad puede escalar
hacia conductas delictivas y antisociales en las etapas posteriores de la vida. Debido a ello
ha incrementado la necesidad de identificar y describir los factores asociados con ese
comportamiento en las etapas del desarrollo que comprenden la infancia y la adolescencia.
Es importante señalar que la psicología ha intentado abordar este fenómeno haciendo
uso de sus aproximaciones teóricas para intentar explicarlo. Desde el análisis de la conducta
se ha propuesto que no sólo es posible explicar el comportamiento a través de la
comprensión de las relaciones de contigüidad entre las respuestas y el contexto, sino
también que es importante establecer las relaciones funcionales entre estas variables en
términos de contingencias (Hayes, 1995). Desde esta perspectiva, el estudio del
comportamiento agresivo implica no sólo establecer la frecuencia, intensidad, duración y
magnitud de una respuesta sino también la forma en que éste se relaciona con las variables
contextuales que dan cuenta de él y que han sido establecidas durante la historia de
aprendizaje de las personas, actualizándose en el presente a partir de la relación de las
variables y el mantenimiento de las consecuencias en el contexto. Por lo que no es la
contigüidad sino la relación funcional lo que determina el comportamiento y sus
características. (Heward & Orlansky, 1992).
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Por lo tanto, la identificación de las variables de las cuales la conducta es función , es
de gran relevancia para comprender como el lenguaje se puede presentar como mediador en
las contingencias de reforzamiento, ya que el establecimiento de reglas permite el
mantenimiento o no de respuestas agresivas en niños y adolescentes (Castañeda, 1997). En
cuanto al papel que juega la regulación verbal en el mantenimiento de la conducta, Malott
(1984) describe que las dificultades en el cumplimiento de las reglas están relacionadas con
la competencia y las condiciones aversivas que denota el incumplimiento de las reglas y
las sanciones impuestas por los administradores de las contingencias como lo pueden ser
los padres, profesores y hasta sus mismos compañeros de clase, señalando que la regla es
un estímulo verbal que, a través de la historia de aprendizaje de los individuos, permite el
mantenimiento de este tipo de las conductas.
Es importante mencionar que en los últimos años dentro del análisis del
comportamiento se han desarrollado estudios en los que se ha hecho un énfasis importante
en la función del lenguaje como un aspecto que ha de tenerse en cuenta para entender la
forma en que se adquieren y mantienen los repertorios conductuales (Castañeda, 1997;
Zarcone, Iwata, Vollmer, Jagtiani, Smith & Mazaleski, 1993). A nivel disciplinar, por tanto,
es relevante llevar a cabo intervenciones que permitan ver como estrategias con base en el
lenguaje pueden facilitar el cambio conductual, sobre todo en población infantil donde la
mayoría de investigaciones se han desarrollado con base en estrategias de corte cognitivo–
conductual, con las cuales se ha hecho un énfasis importante en la modificación de la
topografía de la conducta (Vera, Valenzuela, Abarca & Ramo, 2005; Vollmer, Iwata,
Zarcone & Mazaleski, 1993).
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Por esta razón, la importancia de la presente investigación se relaciona con la
posibilidad de mostrar como conductas topográficamente similares pueden ser
funcionalmente diferentes y así mostrar la relevancia de este tipo de aproximación en
contraposición a las intervenciones protocolizadas, que se dirigen al cambio de la
topografía de los comportamientos problemáticos, pero no a la función de estos.
A nivel disciplinar, la presente investigación permite mostrar la utilidad de un
programa de instrucciones con el fin de observar la forma en que se puede modificar las
conductas agresivas a través de la regulación verbal del comportamiento. La investigación
relacionada en los últimos años en este tema ha incrementado de manera importante, sin
embargo, el número de estudios en el contexto aplicado es poco, ya que la mayoría se han
realizado en investigación básica, por lo que es importante hacer más investigaciones en el
tema (Barnet, Barnes, Cullinan, Leader & Smeet, 2004; Kaufman, Baron, & Kopp, 1996;
Lippman, & Meyer, 1967).
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Revisión Teórica
La niñez es una etapa del desarrollo de gran importancia en las personas, pues durante
ella se establecen en buena medida las funciones específicas de determinados repertorios
conductuales. Durante esta época pueden existir dificultades representativas en la
interacción social, por ejemplo, comportamientos agresivos, de aislamiento, dificultades en
el seguimiento de normas, insultos, entre otros, que pueden observarse en diferentes
contextos: familiar, escolar y social, provocando así un deterioro significativo en su ajuste a
ellas (Castañeda, 1997).
Es importante señalar que los problemas de comportamiento agresivo, han sido
ampliamente estudiados por los diferentes investigadores en psicología, definiéndolos como
cualquier acto, intencional o no, que ocasiona daño físico y que en ocasiones se presentan
con el fin de controlar algunos eventos del contexto. Aunque algunas formas de conducta
pueden ser no físicas como: insultos, amenaza de infringir daño a otros o si mismo, en
general su característica principal es la de herir física o psicológicamente a alguien (Costa
& Morales, 1998; Fajardo & Hernández, 2008; Juárez, 2003; Samper, Tur & Cortes, 2008;
Valentín, Cruz & Cadalso, 2002).
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En relación con la presentación de estos comportamientos, los estudios han
evidenciado que entre los problemas más frecuentes en la infancia se encuentran los
relacionados con la conducta agresiva, observándose recientemente un aumento importante
en la prevalencia y severidad de los crímenes juveniles (Díaz, Peña, Suarez & Cruz, 2004).
Es por ello que el interés por este campo de estudio ha sido permanente buscando
determinar los factores relacionados que regulan su aparición y mantenimiento (Ayala,
Pedroza, Morales, Chaparro & Barragán, 2002; Costa & Morales, 1998; Varela, Sabucedo
& Arce, 1990).
En el estudio de Poveda, Fernández, Sánchez & Beltrán (2007) se encontró que la
agresividad, exhibida tanto por niños como por adolescentes, se relacionaba con
características personales y ambientales. También se ha observado que los contextos en los
que se presenta con mayor frecuencia este tipo de conductas son el familiar y el escolar,
facilitando la aparición y mantenimiento del comportamiento violento, esto puede deberse a
que son ellos en los que interactúa con mayor frecuencia el niño. (Fajardo y Hernández,
2008).
En relación con las topografías de conducta, los estudios muestran que en el ambiente
familiar los jóvenes tienden a desobedecer las órdenes dadas por los mayores, presentar
dificultades en el seguimiento de las reglas, empujar a otros o hacer burlas a los hermanos,
gritar a los padres y hacer pataleta cuando desean algo, considerando esto como formas de
conducta agresiva (Pelegrín & Garcés, 2008). Mientras que en el contexto escolar las
conductas que se presentan con mayor frecuencia son: pegar, dar patadas, atemorizar,
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insultar o hacer burlas de sus compañeros o profesores (Hernández, Gómez, Martín &
González, 2008).
Sin embargo, los estudios han mostrado que la descripción de las morfologías de
conducta no son suficientes para entender el comportamiento en su complejidad, por lo que
es necesario llevar a cabo el análisis funcional de los comportamientos objetos de interés,
con el fin de identificar las características generales del comportamiento y establecer los
elementos que realmente se encuentran implicados en la adquisición y mantenimiento del
mismo y de esta manera poder incrementar, la probabilidad de obtener éxito en las
intervenciones (Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook & Derrad,1991)
Al respecto, es importante diferenciar entre conductas inadaptadas y problemática. De
acuerdo con Reep & Horner (2000) los problemas de comportamientos no son
maladaptados, aun cuando en las últimas décadas la mayoría de los trabajos publicados en
el campo de la modificación de conducta hayan afirmado esto, pues en un sentido estricto
una conducta mal adaptada no proporciona ninguna ventaja al individuo que la realiza, pero
en la mayoría de estos problemas, sobre todo en aquellos de agresión y autolesión, las
personas reciben beneficios observables por la emisión de dichos comportamientos, en
diferentes situaciones, como la atención de otros o la disminución del malestar,
permitiendo que éstas se mantengan. Por lo que en las evaluaciones el foco de interés
habría de ser la identificación de la función de las conductas, en tanto ésta permitiría
conocer las regularidades de los repertorios y no determinar sí el comportamiento es bueno
o malo, desligándose de una visión patológica del comportamiento problema (Ribes, Díaz-
Gonzáles, Rodríguez & Landa, 1990).
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Desde una postura clásica del análisis del comportamiento, el establecimiento de una
conducta como agresiva depende de las características situacionales en las que se encuentra
implicada la persona (Castañeda, 1997; Fajardo y Hernández, 2008; Juárez, 2003). Sin
embargo, otros estudios han mostrado que variables tales como las consecuencias, las
normas sociales, y otros factores de tipo disposicional se encuentran implicadas en el
desarrollo de los comportamientos, por lo que es necesario llevar a cabo un análisis más
detallado que permita ver la forma en que covarían (Mattaini, Twyman, Chin & Lee, 1996).
Al respecto, Smith, Iwata, Vollmer & Zorce (1993) afirman que la investigación
conductual entiende a la agresividad como un comportamiento que se encuentra en función
de las consecuencias que se obtienen por llevarlo a cabo, las cuales a su vez refuerzan su
emisión, permitiendo en situaciones futuras su presentación. De igual manera, se ha
encontrado que para entender los comportamientos agresivos es fundamental realizar un
análisis funcional de estos, donde se identifiquen las variables históricas implicadas en su
adquisición y aquellas que pueden estar manteniéndolos, dependiendo del contexto donde
se emita dicha conducta.
Este tipo de análisis ha permitido evaluar con mayor claridad los problemas de
comportamiento en los niños que presentan autismo, ya que en estas problemáticas se
puede presentar diferentes tipos de comportamientos agresivos que pueden ser
topográficamente tanto similares como diferentes (golpear a otros, autolesiones , llorar,
hacer pataleta, entre otros) y que tras llevar a cabo un análisis funcional se encuentra una
misma función, esto permite tener un conocimiento claro de la problemática que se va a
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intervenir en estos casos y así establecer un programa de intervención que muestre mejores
resultados (Didden, 2007).
En relación con lo anterior, Lourdes & Duran (2000) argumentan que el análisis
funcional en los problemas de comportamiento permite estructurar programas analíticos,
cuyo objetivo fundamental es identificar y definir tales problemas de manera funcional;
partiendo del supuesto que ninguna conducta es problemática en sí misma, sino que existen
algunos comportamientos que son valorados como problemáticos por las personas del
grupo de referencia en relación con sus prácticas valorativas (Ribes, Díaz-Gonzáles,
Rodríguez & Landa, 1990). Debido a ello, es importante conocer la función de los
comportamientos emitidos por la persona a través de una evaluación que muestra la forma
en que éstas covarían.
Así pues, para evaluar la conducta agresiva es fundamental no sólo observar e
identificar la topografía del comportamiento, sino también su función, pues a través de esto
es posible identificar los elementos q controlan la conducta y así establecer intervenciones
cuyos objetivos estén dirigidos a estos, incrementando la probabilidad de éxito terapéutico.
(Lourdes, et al., 2000; Muñoz-Martínez & Novoa-Gómez, 2010; Northup, Wacker, Sasso,
Steege, Cigrand, Cook & Derrad, 1999; Pelias, Morren, Tesch & Axelrod, 1999; Smith et
al., 1993; Wollmer et al., 1993).
Factores de predisposición
Los estudios han mostrado que los niños que han crecido en un contexto
caracterizado por estilos parentales restrictivos, en donde las normas son contradictorias y
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en el que no se promueven conductas pro-sociales, tienden a realizar con mayor frecuencia
comportamientos agresivos (Costa & Morales, 1998, Mahecha & Martínez, 2005).
Esto se relaciona con lo encontrado por Hernández & Fajardo, (2008) con respecto al
uso de la disciplina. Estos autores señalan que aquellas personas cuyos padres hacían uso
de castigos físicos o cuyas instrucciones eran contradictorias, tenían una mayor
probabilidad de emplear la agresividad como una forma para relacionarse con otros. Este
tipo de relación se ha visto en estilos parentales autoritarios, permisivos, y en los que no
hay implicación por parte de los cuidadores (Berk, 2001), los cuales son caracterizados por
rechazo, frialdad, indiferencia, uso de una disciplina inconsistente y la falta de refuerzo de
las conductas pro-sociales, lo cual facilita el desarrollo de problemas de conducta (Costa y
Morales, 1998; Hernández & Fajardo, 2008; Hernández, Gómez, Martín & González,
2008;).
Algunos autores también han mostrado que la ausencia de habilidades para educar al
niño, constituye un factor de riesgo asociado significativamente con el comportamiento
agresivo. En particular, las instrucciones inespecíficas y los padres que ejercen un estilo de
disciplina coactivo, caracterizado por amenazas, críticas y castigos, que se presentan de
forma impredecible suelen predecir confiablemente el comportamiento agresivo de los
niños (Ayala et al., 2002, Varela et., al., 1990).
En esta misma línea, se encuentra el estudio de Díaz, Vega & Cantoran (2008), donde
mostraron que dependiendo de las características de cada tipo de familia, esta puede ser un
eje fundamental para la aparición de comportamientos agresivos en los jóvenes, sobre todo
en aquellas familias, donde la interacción entre padres e hijos, usualmente está relacionada
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directamente con las normas, reglas, acuerdos y valores sociales determinando la forma en
que los hijos se deben comportar con otras personas en las diversas situaciones.
Sumado a lo anterior, se ha encontrado que las prácticas valorativas, entendidas como
las acuerdos convencionales de un grupo social determinado, en relación con el “deber ser”
de los miembros de la comunidad, pueden facilitar el desarrollo de diferentes tipos de
comportamiento (Rodríguez & Díaz-González, 1999). En un estudio de caso sobre
violencia familiar llevado a cabo por Landa (1998), se identificaron las prácticas
valorativas relacionadas con la presentación de conductas agresivas por parte del padre,
encontrándose que dentro de sus contextos se manifestaban explicita e implícitamente
prácticas que señalaban el uso de comportamientos agresivos como una forma adecuada de
ejercer la disciplina, facilitando su presentación y mantenimiento en el tiempo. No obstante,
las investigaciones en el tema y en la conceptualización teórica, son pocas.
Así mismo, Mehecha & Martínez (2005) encontraron que las carencias y excesos
que los padres presentan en las habilidades para el manejo de una disciplina, el seguimiento
de sus hijos y la supervisión de sus actividades, el uso adecuado de reforzamiento, el
empleo eficaz de técnicas de solución de problemas y el manejo adecuado de las emociones
negativas como la ira, pueden ser un factor de vulnerabilidad para la presentación de
comportamientos agresivos en los jóvenes.
Por otro lado, se ha encontrado que algunas características del contexto escolar
pueden ser un factores de vulnerabilidad para el desarrollo de comportamientos agresivos,
pues algunos estudios muestran cómo la interacción en un ambiente escolar masificado, en
el que proliferan modelos agresivos y presión de grupo, genera oportunidades para la
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presentación de comportamientos violentos o de ser víctima de ellos. Existen jóvenes que
cometen actos violentos y arriesgados en grupo que no hacen de forma particular (Costa et
al., 1998). Por el contrario, un ambiente escolar personalizado junto con las experiencias
educativas de éxito y la existencia de amigos reducen la vulnerabilidad para el desarrollo de
comportamientos agresivos (Castañeda, 1997).
Factores de adquisición
Respecto a la adquisición de conductas agresivas, las investigaciones han mostrado
que los niños aprenden en gran medida a utilizar comportamientos agresivos cuando los
padres tienden a ejercer una disciplina severa e incongruente, por lo que en muchas
ocasiones los padres proporcionan consecuencias positivas ante el comportamiento
agresivo, de tal forma que incrementa la probabilidad que este se vuelva a presentar,
llevando así a que consoliden estos repertorios conductuales(Velásquez, Pedrosa, Morales,
Chaparro & Barragán, 2002).
Así mismo, Costa & Morales (1998) mostraron en su estudio que las familias en que
los padres señalaban que sus hijos deberían ser fuertes, inhibir sus expresiones
emocionales, ser , competitivos, controladores y además los felicitaban y le daban
instrucciones para utilizar comportamientos agresivos como una forma de interacción con
otros, permitieron el desarrollo de estos repertorios conductuales. Sin embargo, aunque las
instrucciones dadas por los padres en la mayoría de ocasiones hacen referencia a un
contexto y situación específica, es probable que dada su funcionalidad sean derivados a
otros contextos, facilitando que el ajuste en otras aéreas del niño se vea comprometidas
(Fajardo & Hernández,, 2008; Costa & Morales, 1998; Chaux, 2003).
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Factores de mantenimiento
Por mucho tiempo la investigación en psicología se dirigieron a la protocolización de
las intervenciones para establecer modelos estándar que facilitaran el trabajo
psicoterapéutico. Sin embargo, desde hace algunos años se ha reevaluado este tipo de
trabajo, sobre todo desde la perspectiva del análisis del comportamiento, pues los supuestos
teóricos y los resultados derivados de la investigación básica muestran que a pesar que los
problemas sean topográficamente iguales, se pueden mantener por diferentes tipos de
contingencia, por lo que su función puede ser diferente en los contextos donde se presentan
dichos comportamientos (Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, & Deraad.,
1991).
Como se mencionó previamente se ha evidenciado que los problemas de
comportamiento se mantienen por las condiciones medioambientales con las que se
relacionan, siendo a su vez influenciados por el establecimiento de relaciones entre
antecedentes, conducta y consecuencias que en el análisis del comportamiento se han
denominado contingencias, las cuales permiten predecir el comportamiento (Woods,
Kanter, Landes, Adock, 2007).
De acuerdo con lo anterior, para entender la forma en que se mantienen los
comportamientos agresivos es importante ver cómo se dan los diferentes procesos de
reforzamiento, pues como muestran Pelias, Morren, Tesch, & Axelrod (1991) en un estudio
llevado a cabo con niños y adolescentes con el fin de establecer la forma en que se
mantenían los comportamientos agresivos, encontraron que estos comportamientos podían
mantenerse tanto por procedimientos de refuerzo positivo como negativo o incluso de
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ambos; pero esto dependía de las variables de contexto implicadas en la situación estudiada,
pues mientras alguno de los participantes respondían a la atención por parte de las personas
de su contexto familiar o escolar otros lo hacían para disminuir o escapar de situaciones
incomodas (Wollmer, et al., 1993; Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, &
Deraad., 1991).
Otros estudios han mostrado que existen diferencias en la función de la agresión, pues
en algunos casos el niño puede agredir a otros con el fin de eliminar una situación de
malestar (refuerzo negativo), pero en otras lo hace para conseguir el reconocimiento social
de sus padres, compañeros o profesores (refuerzo positivo), incrementando así la
probabilidad de emitir este comportamiento en un futuro aunque no sea con la misma
finalidad, evidenciándose que el mantenimiento de la conducta agresiva está relacionada
con diferentes tipos de contingencias. Esto muestra la importancia de asumir una visión
idiográfica que permita identificar las variables medio ambientales relacionadas con la
adquisición y mantenimiento de la conducta que se presenten de manera recurrente
obteniendo las mismas consecuencias (Bachmeyer, Piazza, Fredrick, Reed, Rivas, &
Kadey, 2009, Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, & Deraad., 1991 &
Vollmer, et., al, 1993).
Algunas investigaciones han encontrado que los niños que emiten frecuentemente
conductas agresivas son mejor valorados socialmente que los niños que suelen recibir las
agresiones, por lo que la agresión puede tener un papel central en la interacción con los
otros permitiéndole acceder al reconocimiento en su contexto escolar o familiar (Beltrán,
Sánchez Burón & Fernández. 2002; Olweus, 1998; Otero-López, 2001).
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Al respecto, cabe mencionar que la evidencia empírica, ha mostrado que el
comportamiento agresivo en niños y adolescentes puede mantenerse también al escapar de
situaciones aversivas, obtener atención y también al conseguir elementos tangibles que son
apetitivos. Sin embargo, es relevante aclarar que pueden existir otros elementos que
determinen la función de la conducta, por esta razón es relevante realizar el análisis
funcional del repertorio, previo a establecer los ejes de intervención (Reep et al., 2000).
Así pues, otras variables como el tipo de persona que se encarga de suministrar las
contingencias resultan cruciales para entender la función de la conducta, como lo mostraron
Costa & Morales (1998) en su estudio donde evidenciaron que los padres por encima de
otras personas jugaban un papel central en el reforzamiento de los comportamientos
agresivos, debido a que podían incrementar la probabilidad de ocurrencia de estos
comportamiento de manera inadvertida al prestarles atención, cediendo ante ellos o con
otros modos de proveer resultados apetitivos para el niño. De esa forma los padres
terminaban estableciendo una escalada de confrontaciones cada vez más intensas que
finalizaban, en ocasiones, con el éxito de controlar las conductas aversivas o negativas del
hijo, pero en otras oportunidades cedían ante la intensidad de las demandas, constituyendo
programas de refuerzo intermitente, lo que explica que con el paso del tiempo estos fueran
más intensos, duraderos, frecuentes y más difícil de modificar.
Intervención
Las intervenciones desde una perspectiva analítico funcional parten del supuesto que
no existe ninguna técnica específica para los problemas de las personas, sino que cada
procedimiento de intervención se establece tras el análisis de las variables que pueden estar
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influyendo en dicho comportamiento, para lograr programas de intervención pertinentes y
sistemáticos, que permita estructurar situaciones que promuevan nuevas formas de
interacción en circunstancias contingenciales previstas (Lourdes et al., 2000).
Por lo tanto, para los analistas funcionales del comportamiento, una intervención
plausible no consiste exclusivamente en eliminar la topografía de la conducta problema,
sino que la intervención debe ser entendida como un medio alternativo para cambiar la
funcionalidad de la problemática. Las intervenciones dirigidas a las variables que
mantienen los comportamientos conducen, inevitablemente a estrategias que se centran en
sustituir la conducta problema por otra conducta nueva y que permita el ajuste del individuo
para que pueda conseguir sus objetivos (Reep et al., 2000).
En este sentido, algunos estudios han evidenciado que tras la intervención en
problemáticas de comportamiento, caracterizas por conductas agresivas, después de un
corto tiempo tienden a reaparecer con facilidad. Lo anterior puede explicarse dado a que la
mayoría de protocolos de intervención, dirigen su atención a la modificación de la
topografía del comportamiento, dejando de lado función, facilitando que la problemática
vuelva a presentarse, aunque sea con formas de conducta diferentes (Bachmeyer et al.,
2009, Smith et al., 1993, Pelias et al., 1999, Nortuhp et al., 1991).
De acuerdo con lo expuesto, la selección e implementación de las estrategias para la
intervención de este caso en particular, se dirigieron a las modificación de la función de las
conductas problemáticas más que en su topografía, con el fin de incrementar la
probabilidad de éxito terapéutico no sólo a corto plazo sino que se mantuviese estable
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durante un período extenso posterior a la intervención (Zarcone et al., 1993, Wollmer et al.,
1993, Pace et al., 1993).
Por lo anterior, se utilizaron estrategias con el fin de modificar los elementos de los
cuales la conducta era función (obtener atención en su contexto familiar y escapar de la
situaciones molestas en su contexto escolar). Para ello, se dieron instrucciones al
consultante en relación con su conducta en el contexto escolar, dado las caractiristicas del
colegio, por lo que la modificación de la propia conducta para cambiar el tipo de
consecuencias, suministradas por el contexto era más factible. Por otra parte se llevo a cabo
un Refuerzo Diferencial de Otras conductas dentro del contexto familiar debido a que la
madre se encontraba dispuesta hacer cambios a nivel contextual, particularmente en su
forma de interacción.
Programa de refuerzo diferencial de otras conductas (RDO). Los programas de
refuerzo son las técnicas más utilizadas para disminuir comportamientos problemáticos en
los niños, sin embargo, el RDO resulta un procedimiento efectivo para la reducción de una
gran variedad de conductas tales como las auto-lesivas, agresivas, entre otras, enseñando al
consultante una forma más apropiado para obtener consecuencias gratificantes a través del
entrenamiento de los padres en la forma en que se han de administrar estos ante la emisión
de una conducta alternativa a la problemática durante un periodo o intervalo de tiempo,
buscando establecer en el repertorio conductual de la persona un nuevo comportamiento
(Iwata, et al., 1993).
Por lo tanto, el procedimiento de refuerzo diferencial es un enfoque positivo para la
reducción de conductas, puesto que presenta dos ventajas fundamentales en comparación
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con otras estrategias de cambio conductual. La primera de ellas se relaciona con que este
procedimiento se dirige al cambio en la función de la conducta y no solo a su topografía; la
segunda hace referencia al interés de remplazar las conductas problemáticas por otras que
ayuden al consultante ajustarse al contexto, dependiendo de las características de este.
En este sentido, el valor terapéutico de esta estrategia como alternativa de cambio
recae en que cuando la persona emita el comportamiento problemático, disminuya la
posibilidad de obtener consecuencias gratificantes, cambiando de esta forma la
funcionalidad que tiene dicho comportamiento ante las diversas situaciones. Por lo tanto, el
RDO permite intervenir directamente en las variables que podrían estar manteniendo los
comportamientos problemáticos, puesto que al disminuir la probabilidad de obtener
consecuencias gratificantes al emitirlos, es más factible establecer nuevas contingencias.
Así pues, el RDO propone que para poder lograr entender la conducta y su función, es
necesario no sólo analizar su topografía, sino también las variables que están interviniendo
en su mantenimiento (Iwata et al., 1993).
Respecto a la propuesta terapéutica de RDO, se caracteriza por hacer modificaciones
en el ambiente para lograr cambios en el comportamiento de una persona, planteando que el
establecimiento de las nuevas contingencias debe estar mediado por la intervención de un
adulto en el programa, el cual refuerza la emisión de comportamientos alternativos al
problemático en el intervalo de tiempo establecido, por lo que es fundamental realizar un
entrenamiento a la persona que va a llevar a cabo el programa de intervención utilizando
estrategias como el modelamiento o ensayo conductual (Goetz, Holmberg & Leblanc,
1995). En este sentido, cabe señalar que la tecnología de este programa no propone
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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estrategias alternativas a las utilizadas en la intervención conductual tradicional, sin
embargo, existen diferencias importantes con otras posturas en relación con la intervención,
pues busca señalar de manera explícita las variables que intervinieron en la adquisición y
mantenimiento de la problemática.
Programa de instrucciones. Según Hayes (1995) el comportamiento verbal de los
humanos es un tipo de comportamiento relacional en el que los individuos al hablar o al
escuchar están enmarcando relacionalmente las expresiones verbales y las aplican a
diferentes tipos de situación. En principio en función de las propiedades formales de las
cosas y luego en función de propiedades definidas dentro del contexto socio-verbal.
Al respecto, al hablar de comportamiento verbal, es fundamental tener en cuenta las
reglas y las instrucciones que podrían estar ejerciendo un control en la ejecución de un
comportamiento, entendiéndose estas reglas e instrucciones como aquellas verbalizaciones
que describen contingencias que enfrentará un individuo ante diferentes situaciones. Sin
embargo, diversos autores argumentan que existe una diferencia entre estas dos, que se
evidencia en el momento en que se realiza la descripción y la función que tiene la emisión
verbal en la adquisición y mantenimiento de una conducta, lo que permite entender con
mayor claridad los comportamientos de una persona. (Ortiz, Pacheco, Bañuelos & Jáuregui,
2007; Ortiz, Gonzáles, Rosas & Alcaraz, 2006). En este sentido, las instrucciones se
pueden entender como aquellas descripciones que se realizan antes de estar en contacto con
las contingencias, logrando establecer el número de conductas emitidas y facilitando el
ajuste de las personas a las situaciones que se le presenten (Martínez, Ortiz & Gonzáles,
2007).
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Estas descripciones con función instruccional pueden provocar diversos efectos sobre
la ejecución de una conducta dependiendo del establecimiento y mantenimiento del control
instruccional, de las contingencias de reforzamiento actuales, que pueden tener efectos
diferenciales dependiendo de la historia particular, y de las contingencias en el análisis de
la conducta de seguir instrucciones. De igual manera se ha encontrado que la función
instruccional puede ejercer un mayor control en la emisión de los comportamientos,
debilitando de esta forma el control que ejercen las consecuencias, evidenciándose que a
pesar de que las contingencias de dichas instrucciones pueden ser contradictorias a los
esperado por las personas, la instrucción sigue ejerciendo un mayor control en la emisión
de los comportamientos (Ortiz et al., 2006).
De acuerdo con lo dicho anteriormente, diferentes autores han encontrado que las
instrucciones pueden llegar a delimitar y determinar la emisión de un comportamiento,
logrando que el número de veces que se presenta dicha conducta se vea afectada por la
presentación de diferentes instrucciones que se le han dado a las personas, es decir, la
conducta verbal puede influir en el establecimiento y mantenimiento del control de un
comportamiento problemático o no en cada persona, como variable fundamental para tener
mayor conocimiento de la problemática, obteniendo con ello la posibilidad del cambio
adecuado del comportamiento (Martínez, Ortiz & González, 2007; Ortiz et al., 2007).
Así pues, el programa de instrucciones propone que la persona entre en contacto
directo con las contingencias siguiendo las instrucciones específicas de la nueva forma de
comportamiento que se va a emitir sin la necesidad de que un adulto u otras personas se
encarguen de suministrar las consecuencias por cumplir la instrucción, es decir, este tipo de
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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entrenamiento permite que haya un cambio en la propia conducta del consultante dentro del
contexto terapéutico, que facilite el contacto con otro tipo de consecuencias en su contexto
natural, sin que necesariamente haya que manipular directamente los factores contextuales
de ese medio. Pues dado que desde el análisis conductual, la conducta es la interacción
entre el organismo y su ambiente y modificar cualquiera de estos dos elementos, genera un
cambio en el otro (Ribes & López, 1985).
En este sentido, la función de las instrucciones permite reducir el número de
contactos con las contingencias que se presentan al emitir comportamientos problemáticos,
llevando a las personas a enfrentarse de manera efectiva con contingencias novedosas que
pueden permitir el establecimiento de comportamientos alternativos a estos, es decir, el
cambio del comportamiento parece estar relacionado con los cambios contingenciales que
enfrentan las personas cuando siguen las instrucciones (Ortiz et al., 2006). Al respecto
Martínez, Ortiz & González (2007) señalan que las instrucciones que van acompañadas de
consecuencias inmediatas son altamente efectivas para ejercer control inmediato de la
conducta, mientras que las que tienen consecuencias demoradas no favorecen mejores
ejecuciones en el comportamiento.
De esta forma, el estudio llevado a cabo por Ortiz, González, Rosas & Alcaraz (2006)
muestra cómo a través del control instruccional es posible modificar el comportamiento de
otros ejerciendo retroalimentación continua o demorada y mostrando una mayor eficacia
que la retroalimentación sola. No obstante, a pesar de las bases teóricas que subyacen a esta
estrategia y de las aparentes ventajas de este tipo de intervención, los estudios clínicos en
los que se hace uso de ella son limitados.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Pregunta de investigación
¿Cuál es el efecto de un programa en instrucciones y del refuerzo diferencial de otras
conductas sobre los comportamientos agresivos con funciones diferentes entre contextos de
un niño de 11 años?
Objetivos
General
Determinar la eficacia del programa en instrucciones y refuerzo diferencial de otras
conductas sobre los comportamientos agresivos con funciones diferentes entre contextos de
un niño de 11 años.
Específicos
Establecer si el seguimiento de instrucciones permite disminuir comportamientos
agresivos en el contexto escolar.
Comparar comportamiento presentados en el contexto familiar después de la
intervención de programa de refuerzo diferencial de otras conductas.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Establecer sí la intervención en la función en un contexto produce cambios en un
contexto diferente en el que el comportamiento cumple otra función.
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Método
Participante
JS es un pre-adolescente de 11 años de edad, estrato socioeconómico medio bajo,
quién actualmente vive con su madre y hermana mayor de 15 años, su padre convivió con
ellos hasta hace un año y medio y por razones laborales se trasladó a otra ciudad. Su mamá
actualmente es niñera, su hermana se encuentra estudiando en décimo grado de
bachillerato, su padre es mecánico de diesel y el consultante se encuentra cursando sexto de
bachillerato en una escuela pública en la ciudad de Ibagué.
Al llegar a consulta la madre del menor reporta que JS “es muy rebelde, es muy
hiperactivo, es grosero e indisciplinado, además le tiene celos a los niños que cuido” y
según el menor refiere que el motivo de ir al psicólogo es porque “a veces soy grosero con
mi mamá y le pego a mis compañeros pero porque ellos me molestan”. Al respecto dijo que
si nadie lo molestara y le hiciera cosas que a él no le gustan como: Mover su puesto con el
pie, mandarlo hacer cosas que no quiere, meterse con su familia y decirle alguna grosería,
él no tendría porque pegarles o insultarlos, por lo que culpabiliza a los demás por su
comportamiento agresivo, además refiere que cuando es grosero con su madre presenta
sentimientos de culpabilidad a pesar de que la causante de su comportamiento sea ella.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Respecto a la interacción con sus compañeros de clase, profesora y familiares JS
señalo que tenía una relación cercana con sus compañeros de futbol ya que estos no lo
molestan tanto como sus compañeros de clase, teniendo en cuenta que al utilizar el
comportamiento agresivo con ellos logra que lo dejen de molestar, contrario a lo que
sucede en su casa donde JS dice que al emitir dichos comportamientos su madre le presta
mayor atención, refiriendo que la relación con ella es muy buena a pesar de las peleas
constantes, contrario a lo que sucede con su hermana puesto que la relación se ha
deteriorado. Con respecto a sus profesores JS reporta que no tiene una relación cercana
con los profesores de su escuela.
Variables
Dependientes. En este estudio se tuvieron en cuenta dos variables dependientes:
1. Conductas de escape caracterizadas por dar puños, patadas, empujar o alzar la voz, en
los momentos en los que compañeros de clase o amigos lo molestan.
2. Conductas agresivas en su contexto familiar caracterizadas por puños, patadas, empujar
o alzar la voz, con el fin de conseguir la atención de su madre y hermana.
Independiente. Con el fin de modificar el comportamiento problemático y dada la
diferencia de estos en su función entre contextos, se utilizaron dos intervenciones para
cambiar la conducta de forma independiente.
En el contexto escolar se introdujo como variable independiente un programa de
instrucciones, en el que el terapeuta daba información sobre formas alternativas de
conductas, que podía emitir el consultante en este medio, con el fin de eliminar las
situaciones molestas, retroalimentando en cada sesión la ejecución del comportamiento.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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En el contexto familiar la variable independiente fue el reforzamiento diferencial de otras
conductas, el cual implicó omitir el refuerzo de las conductas problemáticas en determinado
periodo que fue incrementado progresivamente (se comenzó con un tiempo de 15 minutos y
se finalizó con 60 minutos). Durante este intervalo, la madre debía retroalimentar de forma
positiva la emisión de conductas alternativas como hacer solicitudes con un volumen de
voz moderado, seguir instrucciones y retirarse de las situaciones molestas
Instrumentos
Para realizar la evaluación de la problemática establecida en el motivo de consulta y
los comportamientos del consultante se utilizaron los siguientes instrumentos: entrevista
semi-estructurada, registros antecedente-conducta-consecuente y registros de frecuencia,
los cuales sirvieron para medir la unidad de medida.
La estrategia de entrevista semiestructurada se utilizó durante toda la fase de
evaluación, resaltando que los objetivos de esta eran: identificar el estado actual del
problemática, su desarrollo y factores de vulnerabilidad, así como conocer las variables del
contexto que mantenían los comportamientos problemáticos del consultante en particular.
Por otra parte, se utilizó el registro antecedente-conducta-consecuente (Anexo A) que
tenía como objetivo conocer en que situaciones el menor presentaba comportamientos
agresivos tanto en el contexto escolar como en el familiar. Este registro está dividido en 5
casillas que tiene un orden secuencial, en donde la primera fue diseñada para registrar la
situación que le generaba el malestar, la segunda la conducta que había llevado a cabo ante
dicha situación, la tercera en donde anotaba la respuesta emocional que presentaba, la
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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cuarta los pensamientos que habían surgido y la quinta las consecuencias que se habían
obtenido, teniendo en cuenta que las últimas cuatro casillas se diligenciaban a partir de la
situación que le generaba malestar.
Este registro se utilizó tanto el fase de evaluación como en la de intervención, éste fue
llevado a cabo por el consultante, lo que permitió conocer en la fase de evaluación la
topografía y funcionalidad del comportamiento agresivo en el consultante en el contexto
escolar como en el familiar y además se utilizó en la intervención como herramienta para
observar los cambios presentados.
De igual forma, se utilizó un registro de frecuencia (Anexo B), el cual fue
diligenciado por la madre y directora de curso del consultante durante las tres últimas
semanas de la fase de evaluación, esté tenía como objetivo conocer el número de veces que
el consultante presentaban el comportamiento agresivo en el contexto escolar y familiar. El
registro se dividió en dos columnas, en donde la primera estaba dividida por los
comportamientos agresivos que presentaba el menor, los cuales eran: pegar puños, dar
patadas, empujar e insultar y la segunda columna se registraba el número de veces que se
presentaban dichos comportamientos. Este instrumento se utilizó en las tres últimas
semanas de la fase de evaluación, lo que permitió ver la estabilidad de la conducta y
durante la intervención, permitiendo observar los cambios presentados en el
comportamiento al introducir los tratamientos.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Procedimiento
Se utilizó un diseño de caso único de línea base múltiple entre contextos, en el que
una sola conducta del individuo es el objetivo de intervención en uno o más escenarios. En
el caso particular de este estudio la conducta agresiva entendida como dar puños, patadas,
empujar e insultar a las personas con las que interactúa fue la conducta a intervenir tanto en
el contexto escolar como en el familiar.
El proceso de evaluación se llevó a cabo durante nueve sesiones, en donde se obtuvo
la información necesaria para realizar la formulación clínica del caso (Anexo C). Esta fase
se inició con la entrevista a la madre para conocer el motivo de consulta, historia del
problema y las soluciones intentadas en el pasado para la problemática. Posteriormente, se
realizó la entrevista con el menor donde se obtuvo información acerca de la estructura
familiar, las normas y reglas puestas en casa, los comportamientos problemáticos, los
contextos donde se presentaban y las consecuencias obtenidas. Luego se les enseño a la
madre y a los profesores la forma correcta de diligenciar los registros. Por lo tanto, la línea
base se llevó a cabo durante las tres últimas semanas de la evaluación por medio de los
datos recogidos en los registros antecedente-conducta-consecuencias y el registro de
frecuencia.
Cuando se obtuvo estabilidad en la línea de base, se retroalimentó el proceso de
evaluación al consultante y la madre antes de dar inicio al programa de intervención en el
contexto escolar.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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La intervención se llevó a cabo primero en el contexto escolar. Inicialmente se realizó
un juego para determinar la habilidad del consultante para seguir instrucciones. Durante las
siguientes cinco semanas, se implementó en el contexto escolar el programa de
instrucciones con el fin de moldear la conducta y lograr cambios, utilizando estrategias
como ensayos conductuales, moldeamiento y tareas fuera de consulta, que consistían en
llevar a cabo las instrucciones dadas en consulta. Mientras el programa se llevaba a cabo en
la escuela no se introdujo ninguna variable de tratamiento en el contexto familiar hasta que
no disminuyó la frecuencia en la escuela.
La primera estrategia utilizada en el programa de instrucciones fue el moldeamiento
que se realizó para establecer la habilidad del consultante en el seguimiento de
instrucciones, en este se llevaron a cabos dos juegos con el consultante. El primero donde
se utilizaron dos juegos con el consultantes, de los cuales, el primero consistió en una
carrera de observación, donde se adecuó el consultorio para realizar la intervención de
manera apropiada, pidiéndole que buscara las figuras y cumpliera con la instrucción
simples que había en cada una ellas, reforzándolo cada vez que la emitía y señalándole que
si realizaba de manera adecuada todas las instrucciones podría salir temprano de consulta.
El segundo juego utilizado consistió en armar un rompecabezas con el fin de
mostrarle que su comportamiento influía en lo que las demás personas hacían, de tal forma
que si seguía las instrucciones podría recibir ayuda para termina de armarlo y así observar
su capacidad de seguir instrucciones; en esta sesión se presentó el espacio para realizar un
juego de roles, en el cual antes de llevarlo a cabo se dieron instrucciones que debería
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cumplir, con el propósito de evaluar el seguimiento de instrucciones que el menor
presentaba hasta el momento.
Luego de estas dos sesiones, se procedió a realizar el ensayo conductual, con el fin
del que el menor realizara las instrucciones que se habían moldeado. Para esto, el contexto
de consulta nuevamente fue adecuado, simulando un salón de clase, en el cual el
consultante debería llevar a cabo las instrucciones dadas en sesiones anteriores. Sin
embargo, para estas sesiones no se reforzaba por cada paso de instrucción sino que al
finalizar la sesión se elogiaba verbalmente al menor por llevarlas a cabo. Finalizando las
sesiones se le preguntaba al menor como se había sentido llevando a cabo dichas
instrucciones y que diferencias notaba cuando utilizaba comportamientos agresivos.
Durante las sesiones de ensayo conductual se le dejaban tareas al menor para el contexto
escolar que consistían en llevar a cabo las instrucciones como decirle a la profesora que le
molestaba lo que estaban haciendo sus compañeros, decirle al docentes que lo cambie de
puesto cuando lo estén molestando, entre otras, manejadas en el consultorio a la escuela y
para conocer si estas se presentaban, las profesoras del colegio mandaban un registro de
frecuencia de los comportamientos agresivos del menor.
Luego de observarse cambios estables en el contexto escolar se introdujo el programa
de refuerzo diferencial de otras conductas para disminuir comportamientos agresivos y
fomentar conductas funcionales en el contexto familiar. Este se llevó a cabo en seis
sesiones, pues fue necesario entrenar a la madre, haciendo uso del juego de roles y
modelamiento, para que suministrara de forma adecuada las consecuencias tanto aversivas
como apetitivas para modificar la conducta del consultante.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Tras el entrenamiento de la madre se implemento el programa de refuerzo diferencial
de otras conductas. En el la madre debía entregar consecuencias apetitivas al hijo cuando
no se presenta la conducta agresiva tras llamarle la atención o mandarlo hacer tareas de
colegio o casa, explicándole que este procedimiento empezaría primero con 15 minuto,
luego pasaría a 30, 45 y una hora, explicándole que se le daría una retroalimentación
positivas tras inibhir las conductas agresivas y en lugar de ellas, realizar peticiones con un
tono de voz adecuado, retirase de las situaciones que le molestaban y seguir las
instrucciones.
En las siguientes dos sesiones siguientes se realizó un ensayo conductual con la
madre y el consultante, de tal forma que la madre logro diferencias en que situaciones
debería reforzar a su hijo y cuales conductas deberían ser ignoradas. Durante esta sesión se
observaron dificultades por parte de la madre para atender comportamientos alternativos a
la agresión, por lo que se decidió realizar otro ensayo conductual. Sin embargo, el
entrenamiento no se pudo llevar a cabo de forma completa por cuestiones económicas en la
familia del consultante.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Resultados
A través de la fase de evaluación se identificó que las conductas agresivas
presentaban la misma topografía tanto en el contexto escolar como en el familiar. Sin
embargo, no tenían la misma función, ya que en el primer contexto se mantenía por
refuerzo negativo al escapar de situaciones aversivas, pues cuando emitía conductas
agresivas como dar puños, patadas, empujar o subir el volumen de la voz conseguía que las
personas en su contexto escolar dejarán de molestarlo (empujar su silla, regañarlo, etc).
Mientras que en el segundo contexto, se mantenía por refuerzo positivo, pues de manera
frecuente obtenía atención o lo que le solicitaba a su familia al empujarlos o al subir el
volumen de la voz (Anexo C).
Los datos en la línea de base (A) en el contexto escolar mostraron una tendencia
estable donde la frecuencia osciló entre 25 y 30. Se puede observar que tras comenzar la
intervención con instrucciones (B) en este contexto se presentaron cambios en la emisión
de dichas conductas, de tal manera que la frecuencia disminuyó a 20 durante la primera
semana de esta fase. En la segunda semana se observó una disminución en la emisión de
comportamientos agresivos con una frecuencia de 14 y las siguientes dos semanas la
frecuencia osciló entre 10 y 12. Cabe señalar que durante una semana no se llevó a cabo el
tratamiento en el contexto escolar, pues en ella el consultante estuvo en vacaciones de
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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semana santa y aunque en la semana siguiente se observó un incremento en la frecuencia.
Esto no tuvo un mayor impacto, dado que en semanas posteriores el comportamiento volvió
a disminuir.
Figura 1. Línea de base e intervención en el contexto escolar y familiar.
Es importante señalar que tras el período de vacaciones se implementó el programa
de refuerzo diferencial de otras conductas (C) en el contexto familiar y a pesar que se siguió
realizando el registro de las conductas en el contexto escolar, el programa de instrucciones
fue suspendido. Es posible ver que aún cuando en ese período la intervención no iba
Fre
cue
nci
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Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
47
dirigida a la modificación de su interacción con compañeros y profesores, la intervención
en casa parece haber influido en la conducta en ese contexto pues la frecuencia disminuyó a
7 manteniéndose así en las siguientes semanas.
Respecto al contexto familiar los resultados muestran que durante la línea base la
conducta fue estable, aunque con una tendencia descendente, especialmente a partir de la
cuarta semana, donde ésta disminuyó con menos consistencia en comparación con el
contexto escolar, pero es posible ver ciertas diferencias con la línea de base y entre
intervenciones. Así pues, durante la sexta semana, cuando se llevaba a cabo la intervención
en el contexto escolar, la emisión de las conductas en casa decremento su frecuencia
pasando de 23 a 12, cambio que se dio con mayor intensidad durante la semana 8 y 9
donde alcanzó una frecuencia de 12.
Una vez se implementó el programa de refuerzo diferencial de otras conductas se
observó que en la primera semana se mantuvo estable la frecuencia, con puntuaciones
similares a la semana previa en la que aún no se había hecho la introducción del programa.
No obstante, la frecuencia del comportamiento disminuyó posteriormente de forma
particular tras la realización de los ensayos conductuales en los que se entrenó a la madre
en la madera adecuada para entregar los estímulos apetitivos, observando que la emisión de
dichos comportamientos se mantuvo estable durante las 3 semanas siguientes, presentando
una frecuencia de 8. Sin embargo, durante la semana 14 hubo un aumento en la realización
puesto que la frecuencia aumento a 10, para lo cual se utilizó el modelamiento y juego de
roles de la forma en la que debía llevarse a cabo el RDO tanto con el consultante como con
la madre, esto disminuyó la frecuencia de la semana siguiente que fue de 5.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Discusión
Los problemas de comportamiento en población infantil son uno de los motivos de
consulta más frecuentes en la actualidad, en especial las relacionadas con conductas
agresivas (Castañeda, 1997, Franco, 2003; Juárez, Dueñas & Méndez, 2005). En este caso
en particular se identificaron los comportamientos problemáticos de un niño de 11 años que
se presentaban en diferentes contextos y que eran mantenidos por diferentes tipos de
contingencias. Debido a ello se decidió intervenir en las variables que los mantenían más
que en su topografía mediante técnicas conductuales específicas derivadas del análisis
funcional. Por lo tanto, se opto por llevar a cabo un programa de instrucciones en el
contexto escolar y de refuerzo diferencial de otras conductas (RDO) en el contexto familiar
sobre los comportamientos agresivos.
Los resultados mostraron que tanto el programa de instrucciones como el RDO
generaron cambios en la emisión de los comportamientos agresivos, por lo que se puede
decir que estos fueron eficaces. Estos hallazgos proporcionan evidencia directa de la
importancia de establecer tratamientos a partir del análisis funcional teniendo en cuenta las
particulares de los casos (Lourdes et al., 2000), pues este análisis permitió ver no sólo la
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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importancia de intervenir sobre la atención que le proporcionaba la familia, sino también
modificar el comportamiento de escape dirigido a eliminar su implicación en situaciones
molestas. De esta forma fue posible conocer con mayor claridad la problemática y
estructurar un programa de intervención adecuada para sus características particulares. Esto
se relaciona con lo mencionado por Lourdes et al. (2000), Northup et., al (1999), Pelias &
et al. (1999), Smith et al. (1993), Wollmer et al. (1993) quienes refieren que el análisis
funcional resulta útil en la práctica diaria de los psicólogos conductuales para establecer de
manera clara los elementos que se deben intervenir para lograr cambios que se mantengan
en el tiempo.
Sin embargo, es importante señalar que tras la evaluación se planteó una hipótesis
que sostenía que la conducta dependía de factores ambientales diferentes a pesar de tener
una topografía similar, después de implementar el programa de instrucciones en el contexto
escolar se generaron cambios notables en la frecuencia del comportamiento en el familiar,
observándose alteraciones en el comportamiento de manera indiferenciada. Así pues, las
instrucciones permitieron la disminución progresiva de la conducta problema tanto el
contexto escolar como en el familiar, sin ser este su objetivo principal, evidenciándose que
esta intervención producía cambios en un contexto diferente al que inicialmente iba
dirigida. Esto puede deberse a que las contingencias obtenidas por llevar a cabo dichas
instrucciones funcionaban de forma similar a las obtenidas por la conducta agresiva, lo que
pudo facilitar la generalización del comportamiento, permitiendo que se diera un cambio en
ambos contextos (Pace, Iwata, Cowdery, Andree, & MCintyre 1993).
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Esto también puede explicarse en relación con los cambios que generan las
instrucciones en la propia conducta de la persona que emite el comportamiento
problemático. De tal manera, que el entrar en contacto con consecuencias apetitivas, tras la
implementación de una nueva forma de conducta, le permitió al consultante desplegar el
comportamiento entrenado en diferentes escenario, sin necesidad de llevar a cabo
instrucciones directas para cada uno de ellos o hacer una modificación sobre los elementos
de los diferentes contextos. Esto muestra la importancia que tiene la conducta verbal en la
ejecución y control de los comportamientos que las personas llevan a cabo (Ribes, Díaz-
González, Rodríguez & Landa, 1990).
Lo anterior muestra la ventaja de realizar intervenciones dirigidas a la modificación
de la propia conducta para generar cambios en aquellos contextos en los que se dan
interacciones difíciles de cambiar entre los diferentes miembros de estos, como sucedía en
el colegio del consultante, en el cual se observaba que tanto alumnos y docentes hablaban
con un volumen de voz alto, además se criticaban y utilizaban palabras devaluativas entre
sí, por lo que el uso de instrucciones directas sobre el consultante, facilito el cambio , pues
no fue necesario llevar a cabo de manera obligatoria la intervención en el contexto
específico en los que ocurría el problema para obtener cambios, sino que a través del
entrenamiento en la consulta es posible que se den cambios generalizables a otras
instancias.
Esto resulta contradictorio con lo encontrado en diversas investigaciones con
población infantil, en las que refieren que el intervenir sólo con los niños no es suficiente
para generar cambios en el comportamiento, sobre todo en aquellos que tienen conductas
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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agresivas (Fajardo et., al, 2008) y en los que también afirman que la forma más eficaz de
obtener cambios en los niños es a través del tratamiento proporcionado sólo a los padres,
aunque algunos señalan que el hecho de involucrar en el tratamiento a los niños y a sus
padres los hace más eficaces (Kazdin, 1996).
Con respecto a los cambios de la conducta en el contexto escolar, se observó que el
comportamiento tuvo una disminución notable en comparación con la línea base, pero no se
logro extinguir. Esto pudo deberse a que éste es un medio en el que la conducta agresiva
hace parte de las interacciones entre los diferentes personas, lo que posiblemente impide la
eliminación total del repertorio (Cabezas, 2007). Al respecto autores como Castañeda
(1997) y Costa et al. (1998) han encontrado que interactuar en un ambiente escolar
masificado y en el que se presentan modelos agresivos y presión de grupo genera
oportunidades para el desarrollo y mantenimiento de comportamientos agresivos.
En cuanto a la aplicación del programa de refuerzo diferencial de otras conductas, en
el contexto familiar, se evidenció que tuvo un efecto notable en la problemática, pues
disminuyó ante su implementación. Este resultado es consistente con las investigaciones
realizadas por autores como Vollmer et al. (1993) en las que muestran cómo el RDO es
efectivo para disminuir el comportamiento agresivo de niños y adolescentes, siendo así una
de las técnicas conductuales más utilizadas y con mejores resultado, pues no sólo promueve
el cambio en la topografía del comportamiento, sino también en su función y además
implica la consolidación de repertorios alternativos para la consecución de los estímulos
apetitivos.
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En cuanto a los resultados observados en el contexto familiar, es posible que no se
haya extinguido el comportamiento agresivo, debido a que la madre fue poco consistente en
la administración de consecuencias de refuerzo para los comportamientos alternativos a la
agresividad de su hijo, lo que posiblemente permitió que dicho comportamiento se
mantuviera en algunas de las circunstancias problemáticas. Lo anterior coincide con lo
planteado por Vollmer et al. (1993) quienes refieren que el RDO puede tener una
desventaja importante y es la dificultad en su administración por periodos extensos, debido
a que requiere de un seguimiento constante del comportamiento que se quiere implementar
y por lo tanto el programa puede no funcionar como se espera.
De igual manera, estos autores señalan la importancia de entrenar a los padres a
identificar los comportamientos alternativos a la conducta problema, logrando implementar
de forma exitosa el RDO. Por lo tanto, una de las limitaciones que se dieron en la
investigación fue el poco tiempo de entrenamiento con la madre para la observación de las
conductas diferentes a la agresión de su hijo, teniendo en cuenta que durante la
implementación de la intervención, la madre no identificaba adecuadamente los
comportamientos pro-sociales del niño, lo pudo haber llevado a que no se extinguiera el
comportamiento agresivo del niño.
Por otra parte, la elección de estrategias de intervención como el juego de roles, el
modelamiento, el ensayo conductual y tareas durante los dos programas de intervención,
permitieron que tanto el consultante como su madre tuvieran evidencia de los
comportamientos problemáticos que estaban llevando a cabo y las variables que estaban
mediando en la emisión de estos, permitiendo no sólo un cambio en la topografía de la
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conducta problema, sino que posiblemente también generó un cambio en las variables que
estaban manteniéndola. Esto permite afirmar que las estrategias que están dirigidas a
ejercer cambios en varios de los elementos relacionados con el comportamiento problema y
que se utilizan en los diferentes momentos terapéuticos, tienen mayor efectividad, debido a
que van dirigidos a modificar las relaciones funcionales entre la conducta y sus
consecuencias. Sin embargo, dados los objetivos de este estudio, no se investigó la forma
en la que el entrenamiento previo en las estrategias de intervención puede influir en los
cambios que producen éstas, por lo que se recomienda en futuras investigaciones establecer
tales diferencias.
Este tipo de intervenciones podrían generar un aporte importante para la psicología,
pues se derivan de modelos explicativos que poseen una base teórica sólida y de
investigaciones de corte experimental relacionadas con los elementos que le dan función al
comportamiento, permitiendo disminuir la brecha generada en años anteriores entre la
investigación práctica y la básica.
Es importante señalar que aunque las estrategias utilizadas produjeron cambios en la
conducta problemática, es posible que no se haya determinado el papel que tenían otras
variables, por lo que se recomienda que en otros estudios durante el periodo de evaluación
se utilicen otro tipo de medidas para tener información sobre otros aspectos que pudieron
tener influencia en el mantenimiento del comportamientos problemático en ambos
contentos, tanto en el familiar como en el escolar.
Al respecto, una limitación que se presento en la investigación hace referencia al
diligenciamiento de los registros de medida de frecuencia, ya que algunas de las personas
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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encargadas de estos no registraban con rigurosidad los comportamientos según las
especificaciones planteadas, sino con lo que ellos valoraban como comportamientos
agresivos, lo que dificultó conocer si el comportamiento se mantenía constante durante el
tiempo. Al respecto, fue importante validar los registros realizados yendo al colegio para
rectificar con los profesores los registros llevados a cabo. Es por ello que se recomienda
dedicar mayor tiempo entrenamiento de los encargados en el diligenciamiento de los
registros.
Por lo tanto, sería importante definir con los implicados en el diligenciamiento de los
registros lo que entienden y lo que no por comportamientos agresivos, teniendo en cuenta
que el comportamiento problemático lo define el contexto social donde sse encuentran
inmersas las personas, por lo que sería fundamental realizar los registros junto con los
profesores o padres, identificándose el nivel y las condiciones que presenta el consultantes
y su contexto, lo podría permitir conocer con mayor claridad la problemática y el efecto de
la intervención realizada.
Por otro lado, dadas las características del diseño no es posible conocer si los
resultados observados estuvieron determinados de manera exclusiva por las estrategias
utilizadas en la intervención, pues no se conocen los efectos de los factores extra
terapéuticos. Debido a ello se recomienda que en otros estudios se haga uso de diseños que
permitan un mayor control de las variables externas y así determinar de una manera más
confiable los factores responsables del cambio.
Para concluir es importante mencionar que esta investigación muestra la utilidad de
derivar planes de intervención a partir del análisis funcional del comportamiento,
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
55
diferenciando las de otras en las que se establecen tratamientos protocolizados, a partir de
las topográficas. Sin embargo, los efectos de la estrategias enmarcadas dentro del análisis
funcional del comportamiento en el cambio conductual aún tiene mucho camino por
recorrer, pues la investigación al respecto aún no ha generado respuestas definitivas sobre
el impacto que tienen en la diversidad del comportamiento humano.
Debido a ello se hace necesario ampliar estudios que permitan establecer de manera
valida el papel que pueden tener las instrucciones en el contexto clínico y así contribuir en
la comprensión de esta estrategia de cambio. Por lo tanto, resulta fundamental hacer
replicaciones del estudio y también llevar a cabo intervenciones con esta estrategia con
población con diferentes problemáticas que hayan sido evaluadas teniendo en cuenta los
principios del análisis funcional.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
56
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Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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ANEXOS
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
65
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Anexo A
Registro antecedente-conducta-consecuente
Objetivo: Conocer en que situaciones J presenta comportamientos agresivos y que
consecuencias obtiene por llevarlos a cabo tanto en el contexto escolar como en el
familiar
SITUACION QUE
HICISTE
QUE
SENTISTE
QUE
PENSASTE
QUE PASO
DESPUES
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Anexo B
Registro de Frecuencia
Objetivo: Conocer el número de veces que JS presenta comportamientos agresivos tanto en
el contexto escolar como en el familiar
CONDUCTAS FRECUENCIA TOTAL
Pegar Puños
Pegar Patadas
Empujar
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
68
Insultar
Anexo C
Formulación de caso
Nombre: J.S.A Edad: 11 años Escolaridad: Sexto de bachillerato Ocupación: Estudiante
Motivo de consulta: “El joven es muy rebelde, es muy hiperactivo, es grosero e
indisciplinado, además le tiene celos a los niños que cuido”
DESCRIPCIÓN DE MOTIVO
DE CONSULTA
ESTADO ACTUAL –
EVALUACIÓN SINCRÓNICA
HISTORIA –
EVALUACIÓN DIACRÓNICA
La madre del menor busca
ayuda psicológica por el
comportamiento de su hijo
puesto que contesta en voz
alta cuando lo mandan a lavar
los platos, tender la cama, y le
El menor se encuentra
viviendo con su madre y
hermana mayor (15 años) en
la ciudad de Ibagué. Su padre
convivió con ellos hasta hace
Se encontró que el
comportamiento agresivo se
presenta desde la infancia del
menor. En el jardín mordía a
los compañeros porque hacían
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
69
piden hacer las tareas del
colegio, por lo tanto, se
enfrenta a ella contrariando
sus mandatos,
argumentándole que ella no lo
quiere y que lo maltrata,
amenazándola con ir al
bienestar para decir que es
mala y lo maltrata físicamente
y verbalmente; esto ha llevado
a que la relación con la madre
presentes conflictos
diariamente.
Cuando su madre u otras
personas regaña al menor por
no llevar a cabo sus tarea
tanto en la casa como en el
colegio, coge un cuchillo y
amenaza que se lo va a
enterrar, teniendo en cuenta
que esto solo se presenta en
casa, mientras que cuando
está en el colegio dice que no
quiere seguir viviendo y se va
a matar.
Por otra parte, el niño en el
colegio, le pega a los
compañeros de clase cuando
lo molestan (empujar su silla
hacia adelante, quitarle sus
cosas y mandarlo hacer algo
que no quiere) y contesta de
mala gana, diciendo “no se me
da la gana”, llevando a no
cumplir las órdenes dadas por
sus profesores. Por su
comportamiento no tiene
seguro el cupo en el colegio el
próximo año.
un año puesto que por
cuestiones de trabajo se fue
de la ciudad y va una vez cada
seis meses, durante quince
días a visitarlos y a pasar
tiempo con ellos; durante la
ausencia del padre, la persona
encargada del cuidado del
menor es su madre y cuando
esté viene a casa los dos se
encargan de suplir las
necesidades básicas del
menor.
Cuando su madre se
encuentra trabajando, también
está al tanto de lo que hace el
menor ya que trabaja en la
casa de su vecina como niñera
y en algunas ocasiones lleva a
los niños que cuida a su casa
para estar pendiente de todos,
encontrándose que cuando
ella tiene que llevarlos fuera
del vecindario, la hermana
mayor es la encargada de
cuidar a Juan Sebastián pero
puede llamar a su mamá para
lo que necesite.
Se observó que la madre es la
encargada de establecer las
reglas, dar las órdenes y
castigar a los menores por no
llevarlas a cabo. Por lo tanto,
durante la entrevista tanto con
la mamá como con Juan
Sebastián se evidenció que si
no se cumplen las reglas
las actividades con sus
materiales o le quitaban sus
juguetes, lo cual no era
reprendido por su padres ya
que su papá argumentaba que
era un niño y no se le debía
pegar. Por lo tanto, su madre
no castigaba tal
comportamiento, aunque cabe
resaltar, que durante esta
etapa según la información
obtenida con la madre, el
menor seguía las normas
impuestas en casa por sus
padres y en el colegio por sus
profesores, no siendo grosero
con ellos.
Hace cuatro (4) años el menor
empezó a decirle a su madre
que ella prefería a su hermana
en su lugar, pero en el
momento que ella entro a
trabajar como niñera de unos
vecinos, el menor comenzó a
presentar dificultades en el
seguimiento de reglas
establecidas en casa y
amenazarla con quitarse la
vida, lo cual llevaba a que su
madre estuviera más
pendiente de él y
condescendiente con sus
cosas, a medida que pasaba el
tiempo el menor seguía con el
mismo comportamiento,
teniendo en cuenta que un año
después, su madre empezó a
castigar al menor no dejándolo
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
70
puestas en casa, su madre
manda al menor durante 11
minutos al patio para que
reflexione sobre su
comportamiento y cuando
contesta en voz alta a la
madre le quita las salidas a
montar en bicicleta o jugar play
con los amigos, cabe resaltar
que el menor cuando se
encuentra en el patio se lleva
unos dinosaurios y juega con
ellos y argumenta que prefiere
quedarse con su mamá en
casa en vez de salir a la calle.
Contrario a esto su madre no
genera ningún refuerzo
cuando el menor presenta
conductas alternativas a la
agresividad.
Es importante mencionar que
estas reglas no se llevan a
cabo cuando el padre se
encuentra en casa puesto que
desautoriza las normas y
limites que pone la madre y
levanta los castigos sin
hablarlo con la madre,
argumentando que le da pesar
ver a su hijo encerrado sin
hacer nada y que todo es
cuestión de la edad, por lo que
la madre, cuando sucede esto
para no pelear con su esposo
admite que la desautorice.
Se observa que Juan presenta
conductas de agresividad que
salir a la calle con sus amigos
y quitándole la televisión,
aunque según su madre esto
no sirvió porque el
comportamiento agresivo y de
amenaza aumentó durante ese
tiempo.
El menor reporta que cuando
su madre entró a trabajar
como niñera de los vecinos
cambio con él y no le prestaba
atención como lo hacía antes y
eso le generó mucha rabia
puesto que pensó que ella ya
no lo quería y que prefería
estar al lado de los otros niños,
dice que desde entonces su
madre lo regañaba y lo
castigaba constantemente,
observando que a los niños
que cuidaba los trataba con
más ternura y no los regañaba
tanto como lo hacía con él.
Al año siguiente su madre
decidió llevarlo a tratamiento
psicológico por el
comportamiento que
presentaba él desde pequeño,
(agresividad y amenazas de
muerte) en donde la psicóloga
estableció que la intervención
la necesitaba la madre en vez
del menor y esta fue la razón
de retiro del tratamiento puesto
que la madre argumentaba
que no podía creer que no se
llevara a cabo algún proceso
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
71
se caracteriza por pegarle a
sus compañeros de clase
patadas o puños cuando
empujan su silla, le quitan sus
cosas o lo mandan hacer algo
que no le gusta, argumentando
que estas situaciones le
generan mucha rabia y por eso
responde de esa forma,
teniendo en cuenta que este
comportamiento también se
presenta en el contexto
familiar, puesto que a su
hermana la empuja cuando lo
molesta o le llama la atención
y a los niños que cuida su
mamá les da patadas cuando
él siente que su mamá les
presta mayor atención a ellos,
situación que según el menor
le genera un porcentaje muy
alto de rabia.
Al inicio de las sesiones
psicoterapéuticas la madre
refirió que en las situaciones
que agrede a sus compañeros
de clase, hermana y vecinos,
su madre lo regaña por su
comportamiento y lo quiere
castigar enviándolo al patio
pero Juan antes de que
suceda esto se amenazaba
con quitarse la vida, cogiendo
un cuchillo y chantajeando con
enterrárselo o cuando su
mamá lo empezaba a regañar
por hacer esto y no se
encuentra en la casa el menor
con el niño y que “reconocía
que se había equivocado en
algunas cosas pero que era
imposible que no se
interviniera una sola vez con el
menor”.
Durante los dos años
siguientes el menor siguió
siendo agresivo con sus
compañeros del colegio,
hermana y niños que cuida su
madre a pesar de los castigos
que se le imponían, aunque
cabe resaltar que la amenaza
de hacerse daño disminuyó su
frecuencia hace más de un
año, puesto que ya no lo hacía
diariamente sino que lo lleva a
cabo cuando sentía ira intensa
por alguna situación; durante
este tiempo, la madre fue
llamada varias veces del
colegio por el comportamiento
agresivo del menor puesto que
siempre le pegaba a sus
compañeros.
Cuando el menor presentaba
comportamientos agresivos en
pre-escolar, en sus cuadernos
le ponían caras tristes y
mandaban notas a casa sobre
ello pero su madre dice que
durante esa época no le prestó
atención a eso porque su
esposo le decía que era
normal para su edad pero por
las constantes notas ellos
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
72
se le tiraba a los carros,
refiriendo en sesión que en
ese momento no pensaba en
lo que podía pasar luego y lo
que más miedo le daba era
poder hacerse daño por esos
comportamientos.
Cuando el menor realizaba
estos comportamientos su
madre lo dejaba de regañar y
lo mandaba a su cuarto para
que pensara sobre lo que
había hecho y cuando estaba
allí su hermana llegaba y
hablaba de lo que había hecho
y las consecuencias que podía
haber tenido. Contrario a esto
se evidencio que cuando Juan
realizaba comportamientos
diferentes a la agresividad su
madre no le prestaba mucha
atención o muchas veces le
preguntaba ¿Por qué tan raro?
Pues según lo encontrado en
la entrevista con la madre a
ella le parecía muy raro que
estuviera tan juicioso.
En cuanto su padre se
encontró que cuando le
contaban lo realizado por el
menor este sólo le decía a la
madre que lo castigara pero no
hablaba con el menor de la
situación que se había
presentado.
En la actualidad remplazo el
de amenazas por los insultos
decidieron cambiarlo de
colegio para que hiciera en
otra parte su primaria. En esa
época cuando el menor
presentaba estos
comportamientos era
suspendido y luego tenía que
hacer un trabajo escrito sobre
el buen comportamiento, lo
que según la madre servía
porque el menor dejaba de
presentar el comportamiento
agresivo durante una semana
y luego se recuperaba.
El consultante refiere que ante
la emisión de estos
comportamientos, sus
profesores lo regañaban y le
ponían anotación en el
observador.
Por otra parte, es importante
resaltar que el padre del
menor, durante este tiempo
contradecías las normas
puestas en casa por la madre
argumentando que le parecían
muy “fuertes” para un niño tan
pequeño.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
73
cuando se presentaba esta
situación.
En las interacciones en el
contexto escolar se encontró
que Juan Sebastián también
presenta comportamientos de
agresividad como pegar
puños, patadas, empujar e
insultar a sus compañeros,
llevándolo a generar en el
salón de clase peleas,
logrando con esto, que sus
compañeros no sigan
molestándolo. Por otra parte J
contesta en voz alta a los
profesores y alza los hombros
cuando le mandan una orden,
teniendo en cuenta que
cuando sucede esto, los
profesores lo regañan,
situación que a su vez le sigue
generando malestar por lo que
se sale de clase, resaltando
que cuando sucede esto los
profesores los mandan a la
coordinación y por ende le
ponen anotación en el
observador.
De igual manera se encuentra
que algunos profesores antes
de que el menor se salga del
salón ellos mismos lo sacan y
le colocan la anotación; por
estas situaciones el menor
tiene matricula condicional y
su madre en la entrevista
argumenta que hay pocas
posibilidades de que le den el
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
74
cupo para el próximo año.
GRADO DE AFECTACIÓN DE LA PROBLEMÁTICA
Conducta
problema
Áreas de funcionamiento afectado y
gravedad
Afectación de otras personas
Dar puños Esto afecta su contexto escolar, dado
que ante situaciones que le generan
malestar, principalmente con sus
compañeros de clase, él opta por utilizar
este comportamiento, para que las
demás personas lo dejen de molestar.
Esto afecta a J puesto que predice que
si no tiene estas respuestas los
compañeros lo van a seguir molestando.
Compañeros de clase, dificultando las
relaciones que presenta con ellos
puesto que es visto como un niño
conflictivo y agresivo.
Empujar Le afecta de manera importante en su
contexto escolar y familiar puesto que
cuando lo mandan hacer algo que no le
gusta, el menor actúa de esta manera.
A su hermana mayor y compañeros
de clase, resaltando que la relación
con la primera se ha ido deteriorando
por culpa de estos comportamientos.
Dar patadas Afecta en su contexto escolar dado que
cuando tiene dificultades con sus
compañeros (que ellos lo molesten) el
realiza este comportamiento para que
no lo sigan molestando.
Compañeros de clase ya que lleva a
que sus compañeros respondan de la
misma forma y las anotaciones se
hagan para ambos.
Insultar Afecta su contexto familiar y escolar
pues ante los regaños o llamados de
atención el emite este comportamiento,
resaltando que cuando sucede el menor
refiere sentimientos de culpa por haber
hecho eso. De igual manera lleva a que
se le coloquen anotaciones por dicho
comportamiento en el colegio y en su
casa la madre refiere que lo castiga y no
lo deja salir a montar bicicleta con sus
Su madre, hermana mayor y
profesores, llevándolo a presentar
dificultades en la comunicación con
estos.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
75
amigos.
CONTEXTO DE FUNCIONAMIENTO
CONTEXTO DESCRIPCIÓN DEL CONTEXTO COMPORTAMIENTOS QUE SE
PRESENTAN
Familiar J vive en una familia nuclear, la cual se
encuentra conformada por su madre,
padre y hermana mayor. Actualmente
está conviviendo con su mamá y
hermana ya que su papá hace un año
se fue de la ciudad por asuntos
laborales, por lo que visita a su familia
una vez cada seis meses durante
quince días.
En casa, la madre es la persona
encargada de poner las reglas, normas
y limites como por ejemplo: luego de la
comida, sus hijos deben lavar la loza,
teniendo en cuenta que su madre
reparte dicha función por semanas (una
semana J y la otra su hermana), de
igual manera, ellos deben cumplir un
horario de llegada para lo que dice
esperar que sean cumplidas sin tener
que regañarlos.
Cuando su padre se encuentra en casa,
la madre sigue dando las reglas pero él
las desautoriza, argumentando que sus
hijos “deben disfrutar” de su edad, lo
que lleva a que se presenten peleas
entre ellos para lo que la madre decidió
no volver a contradecirlo, así no esté de
acuerdo con lo dicho.
En cuanto a las relaciones que se
establecen dentro del núcleo familiar
se encontró que cuando no se
cumplen las normas o límites de la
casa la madre es quien impone los
castigos , teniendo en cuenta que los
más utilizados con Juan Sebastián es
mandarlo al patio durante 11 minutos
para que reflexione sobre si está
haciendo bien o mal las cosas o le
quita las salidas a montar bicicleta
con sus vecinos; situación que
cambia cuando su padre viene a la
ciudad ya que desautoriza las
órdenes dadas por la madre y levanta
los castigos pues argumenta que le
da mucho pesar ver a su hijo
encerrado sin hacer nada.
Con respecto a la interacción con su
madre señala que es muy buena
puesto que ella siempre está
pendiente de lo que él hace y cubre
toda sus necesidades a pesar que
económicamente en ocasiones no
estén muy bien, en cuanto a su padre
dice que le permite hacer cualquier
cosa y no es tan “cansón” como su
madre pero dice que la interacción
con él es menos frecuente aunque
responde económicamente por ellos.
En cuanto a su hermana mayor se
encontró que la relación se ha
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
76
En cuanto a la satisfacción con su grupo
familiar el consultante reporta
encontrarse satisfecho debido a que
considera que en ésta hacen lo posible
por sacarlos adelante y darle lo mejor
para ellos pues suplen las necesidades
de cada uno de ellos.
deteriorando por su comportamiento
puesto que cada vez que J insulta su
mamá o emite comportamientos
agresivos en el colegio con sus
compañeros o profesoras, ella se
acerca a él para decirle porque no
debe llevar a cabo dichos
comportamientos, J la empuja o
insulta.
Escolar El menor actualmente se encuentra
estudiando en una escuela pública de la
ciudad de Ibagué, está cursando quinto
de primaria.
En el colegio el reglamento de la
institución es flexible y les permiten
tener diferentes actividades. Señala que
la institución refiere con frecuencia la
importancia de comportarse bien y de la
importancia que tiene esto para su vida,
esperando que los alumnos de allí sean
personas de “bien”, con normas y
valores.
J refiere que le agrada ir al colegio a
pesar de presentar problemas
académicos y disciplinares pero lo
que más le gusta son las actividades
extra curriculares que hace como
entrar al equipo de futbol o al equipo
de porras mixtas que hay en el
colegio, señalando que sus
compañeros de futbol son los más
significativos para él.
Durante este año ha presentado
dificultades en las materias de
castellano y matemáticas; en la
primera se encontró durante las
entrevista con el menor que no le
gusta esta materia porque le va muy
mal en los dictados y no le gusta su
letra, al igual que en la segunda,
donde argumenta que no le gustan
mucho los números y a veces se le
dificulta llevar a cabo operaciones
matemáticas, resaltando que Juan
Sebastián reconoce que si estudia
mas en esa materia le podría ir mejor.
Por otra parte, resalta que le gusta
mucho las artes puesto que disfruta
dibujar y piensa que lo hace muy
bien.
Argumenta que el último periodo pasó
sus materias con aceptable y cree
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
77
que este último va a suceder lo
mismo, lo único que va insuficiente es
su comportamiento y que por esto le
dieron matricula condicional y no tiene
el cupo para el próximo año.
Laboral No aplica
Relación de
pareja
No aplica
Social Su grupo social se conforma en buena
medida por sus compañeros del colegio,
con quienes se reúne por lo general en
ese contexto y con quienes lleva a cabo
actividades curriculares y
extracurriculares.
Reporta que sus amigos más
significativos son los compañeros de
futbol puesto que no sólo realiza este
tipo de actividades sino que también los
invita a casa a montar bicicleta con
ellos.
Interactúa con mayor frecuencia con
los compañeros de futbol con quienes
juega no sólo en el colegio sino
también en su vecindario, en donde
montan bicicleta cuando él no está
castigado, teniendo en cuenta que
cuando se pone de mal genio con
ellos por situaciones que le generan
malestar presenta conductas
agresivas, excepto cuando está en la
cancha donde no emite estas
respuestas ya que su entrenador lo
saca del partido.
Refiere que muchas veces sus
compañeros de clase hacen las cosas
para sacarle el malgenio y que por
eso es agresivo con ellos y los culpa
por su comportamiento.
CONDICIONES BIOLÓGICAS DEL/LA CONSULTANTE
NO APLICA
REPERTORIOS DE AUTOCONOCIMIENTO
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
78
El menor se considera en algunos momentos una persona culpable, puesto que durante las
entrevistas refiere que por culpa de él su mamá está sufriendo y no quiere que esto pase porque le
da miedo que la relación con ella se deteriore y no lo quiera por su forma de actuar o de
comportarse, resaltando que considera que las demás personas son las que lo hacen actuar así,
sin embargo los sentimientos de culpa aparecen cuando su mamá constantemente le dice
“Sebastián tú debes ser un niño juicioso y no ser tan rebelde, ya no se que mas hacer contigo, me
siento cansada”, es decir, solo presenta sentimientos de culpabilidad cuando su comportamiento
es reprendido por su mamá, de lo contrario, no siente culpa puesto que argumenta “Si me da rabia,
yo me defiendo, es culpa de ellos por molestarme tanto”
Durante la sesión el niño dice que cuando no “lo molestan” puede ser una persona muy cariñosa
con su mamá y su hermana mayor puesto que ellas le demuestran que lo quieren y se preocupan
por sus cosas aunque resalta que cuando su hermana lo regaña por su comportamiento, le genera
malestar y por eso la empuja; esta misma situación pasa con sus amigos pues argumenta que
puede ser muy amigable si ellos no lo molestan o lo mandan hacer cosas que no le gusta.
El menor considera que a pesar de su rebeldía quiere mucho a su familia y a los amigos que son
significativos para él, lo que lleva a que se considere una persona muy buena.
COMPETENCIAS:
TIPO DE COMPETENCIA DESCRIPCIÓN
PERCEPTO-MOTORAS J ha presentado un desarrollo adecuado en el está área puesto
que durante su desarrollo no ha mostrado problemas
relacionados con la coordinación motora, lateralidad y
direccionalidad. Se observó que no muestra inquietud motora en
consulta.
AFECTIVAS/EMOCIONALES El consultante refiere reconocer los sentimientos de los demás
ya que a menudo los hacen verbales o mediante actos,
reconociendo que con este último le es más fácil conocer con
más “precisión” los sentimientos de la gente que se encuentra a
su alrededor. Por lo tanto, Juan Sebastián, dice que así como es
capaz de reconocer los sentimientos de los demás es también
capaz de reconocer los suyos, expresándolos mediante actos ya
que ante una situación que requiere hacer evidentes sus
emociones lleva a cabo actos que expresen los que siente en el
momento.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
79
Generalmente cuando las personas se comportan de forma que
le producen malestar él les pega puños, patadas, empuja o
insulta, lo que se relaciona con los problemas que se presentan
con las personas que se encuentran a su alrededor y
deteriorando la relación con estos mismos, contrario a esto,
cuando los demás se comportan “amables” J los abraza si son
parte de su familia y a sus compañeros los invita a la casa a
jugar y montar bicicleta.
ACADÉMICAS J a lo largo de los años ha presentado dificultades en las
materias de matemáticas ya que refiere no presentar mayor
habilidad en los números y procedimientos que se ven en está,
reconociendo que si le dedicara más tiempo para estudiarla y
entenderla le iría mejor. De igual manera, se encontró que para
castellano ha presentado dificultades pues dice que no ha
“podido” hacer letra bonita y tiene mala ortografía, llevándolo a
tener notas bajas en los dictados. Contrario a esto, se encontró
que J considera tener grandes habilidades para el dibujo,
refiriendo que hacer las planchas o dibujos libres se le facilita.
De igual forma, se evidenció que durante estos años J ha
presentado comportamientos agresivos en el contexto escolar, lo
que ha generado que a lo largo de los años tenga una
calificación insuficiente y por esto le han puesto matricula
condicional.
Actualmente J reporta dificultades en algunas de las materias
vista en el año, refiriendo que en matemáticas le ha ido un poco
mejor, diciendo si prestara mayor atención a está le puede ir
mucho mejor. Contrario a las materias en las que tiene que
escribir seguidamente como castellano y sociales ya que ha
perdido algunos logros, señalando que esto no le preocupa ya
que puede recuperarlos fácilmente, teniendo en cuenta que el
último periodo del año pasado pasó sus materias con aceptable
y considera que este año no va a suceder lo mismo.
COGNOSCITIVAS/VERBALES Se puede evidenciar que el menor tiene un lenguaje coherente
con los temas que se están llevando a cabo, cabe señalar que
las conversaciones son poco fluidas y en ocasiones responde
con monosílabos a las preguntas realizadas. Por otra parte,
cuando se hablan de temas que son interesantes para él (hablar
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
80
de cómo le va en el futbol) muestra mayor fluidez en su lenguaje.
De igual manera, durante las sesiones se puede evidenciar que
el menor utiliza un tono de voz bajo y a medida que pasa la
sesión este se va disminuyendo a no ser que se le diga que alce
su tono de voz porque no se escucha lo que está diciendo,
contrario a lo que pasa cuando se está hablando de algún tema
de interés para el menor.
Durante las sesiones no se evidencia dificultades en los
procesos de memoria, atención y percepción.
INTERACCIÓN SOCIAL J refiere que en ocasiones se le dificulta relacionarse con los
demás niños porque lo molestan mucho y esto le genera
malestar, llevándolo a presentar comportamientos agresivos con
ellos y culpándolos por comportarse así. Contrario a esto dice
que cuando sus compañeros no lo molestan él es una persona
muy “amigable”, facilitándole la interacción con sus compañeros
de clase puesto que se acerca a ellos les habla y los invita a su
barrio para que monten bicicleta o jueguen canica.
AUTO-CONTROL La mayoría de las ocasiones Juan escapa de las situaciones que
le generan malestar a través de comportamientos agresivos, lo
que permite que las consecuencias inmediatas sea que sus
compañeros dejen de molestarlo, es decir, Juan opta por las
consecuencias a corto plazo ya que los esfuerzos que realiza
para esto son mínimos; esto mismo sucede en la casa donde al
emitir estos comportamientos, logra que la madre le preste
mayor atención.
SALUD-ENFERMEDAD El consultante asiste de manera cumplida a las consultas,
cuando tiene que cambiar de horario avisa con anticipación y se
preocupa por cumplir con lo acordado en consulta.
FORMULACION DE HIPOTESIS:
PROBLEMAS HIPÓTESIS JUSTIFICACIÓN Y SOPORTE DE LAS
HIPÓTESIS
Formas cualitativas de justificación de
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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1. Repertorio
conductual de
respuestas
agresivas
caracterizadas
por dar puños,
patadas, empujar
e insultar en
aquellas
situaciones en las
que las personas
con las que
interactúa
empiezan a
molestarlo en el
contexto escolar.
Hipótesis de predisposición
La valoración del padre frente
a los que se supone como
debe ser un niño, llevándolo
aceptar los comportamientos
agresivos de su hijo.
La relación de los padres se
caracterizó por llevar a cabo lo
que el padre valoraba como
adecuado, así no se estuviera
de acuerdo con esto.
Un ambiente escolar
masificado y en el que
proliferan modelos agresivos y
presión de grupo genera
oportunidades para el
desarrollo de comportamientos
violentos
Hipótesis precipitante
Cuando mordió a su
compañero en jardín y este le
devolvió sus útiles y lo dejo de
molestar.
Hipótesis de adquisición
Por contacto directo con las
contingencias ya que cada vez
que emitía estas respuestas
conseguía lo que deseaba,
que en este caso era que sus
compañeros lo dejaran de
molestar.
Hipótesis de mantenimiento
Se ha mantenido por refuerzo
negativo de escape debido a
que cada vez que emite
hipótesis:
1- Convergencia de información: se debe
evaluar el mismo acontecimiento por
diversos métodos, determinando la
coincidencia de la información
suministrada.
2- Adecuación a la teoría e investigación:
Adecuación de los datos convergentes
con los resultados de investigación.
Como técnicas de recolección de
información se proponen:
1. Entrevista con el/la consultante
2. Entrevista con personas
significativas (familia, amigos, compañeros
de trabajo, entre otros.)
3. Autorregistros
4. Observación de las conductas
clínicamente relevantes en el contexto de
interacción terapéutica (Pérez Álvarez,
1996)
Estos instrumentos ayudaron a obtener y
conocer datos relevantes del caso para
tener un mayor entendimiento de este y
establecer a un principio algunas hipótesis
que fueron validadas o no durante la fase
de evaluación.
Adicionalmente se utilizaron instrumentos
como:
- Registro de frecuencia
- Registro antecedente-conducta-
consecuencia
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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2. Repertorio
conductual de
respuestas
agresivas
caracterizadas
por dar puños,
patadas, empujar
e insultar en
aquellas
situaciones en las
que las personas
con las que
interactúa
empiezan a
molestarlo en el
contexto familiar.
conductas agresivas como dar
puños, patadas, empujar o
alzar la voz hacia las demás
personas, consigue que ellas
dejen de molestarlo (empujar
su silla, regañarlo, etc),
Hipótesis de predisposición
La valoración del padre frente
a los que se supone como
debe ser un niño, llevándolo
aceptar los comportamientos
agresivos de su hijo.
La relación de los padres se
caracterizó por llevar a cabo lo
que el padre valoraba como
adecuado, así no se estuviera
de acuerdo con esto.
Hipótesis precipitante
Cuando su madre entro a
trabajar como niñera, el menor
empezó a generar
comportamientos más
agresivos para que ella le
prestara mayor atención.
Cuando el menor a la edad de
5 0 6 años al emitir estas
conductas su madre empezó a
prestarle mayor atención.
Hipótesis de adquisición
Por contacto directo con las
contingencias ya que cada vez
que emitía estas respuestas
conseguía lo que deseaba,
que en este caso era que su
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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mamá y hermana mayor le
prestaran mayor atención.
Hipótesis de mantenimiento
Se mantiene por refuerzo
positivo ya que obtiene lo que
desea por parte de su familia
debido a que cada vez que
emite conductas agresivas
empujar o alzar la voz hacia su
madre y herma, consigue que
ellas le presenten mayor
atención.
UNIDAD DE ANALISIS
Ocurrencia de conductas de escape mediante la utilización de conductas agresivas como dar
puños, patadas, empujar o alzar la voz, en los momentos en los que compañeros de clase o
amigos lo molestan.
Ocurrencia de conductas agresivas en su contexto familiar puesto que logra que su madre y
hermana le presten mayor atención cuando las emite.
HIPOTESIS EXPLICATIVA
Conductas agresivas en contexto escolar
J ante situaciones que le generan malestar, realiza comportamientos agresivos como el darle
puños, patadas o empujar a las personas que se encuentran vinculadas con la situación. El
comportamiento agresivo de JS se adquirió por condicionamiento operante ya que estaba en
contacto directo con las contingencias, es decir, cada vez que emitía estas respuestas conseguía
lo que deseaba, por lo tanto estos comportamientos se han mantenido por refuerzo negativo de
escape ya que cuando emite conductas agresivas como dar puños, patadas, empujar o alzar la voz
hacia las demás personas, consigue que ellas dejen de molestarlo (empujar su silla, regañarlo,
etc), encontrándose que un factor precipitante es cuando mordió a su compañero en el colegio y
este le devolvió sus útiles y lo dejo de molestar. Los factores predisponentes encontramos a la
valoración del padre frente a los que se supone como debe ser un niño, llevándolo aceptar los
comportamientos agresivos de su hijo y la relación de los padres se caracterizó por llevar a cabo lo
que el padre valoraba como adecuado, así no se estuviera de acuerdo con esto.
Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual
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Conductas agresivas en el contexto Familia
J ante situaciones que le generan malestar, realiza comportamientos agresivos como el darle
puños, patadas o empujar a las personas que se encuentran vinculadas con la situación. El
comportamiento agresivo de JS se adquirió por condicionamiento operante ya que estaba en
contacto directo con las contingencias, es decir, cada vez que emitía estas respuestas conseguía
lo que deseaba, por lo tanto estos comportamientos se han mantenido por refuerzo positivo
puesto que al emitir estos comportamientos lograba que su hermana y madre le prestaran mayor
atención, evidenciándose que un factor precipitante es cuando su madre entro a trabajar como
niñera, el menor empezó a generar comportamientos agresivos para que ella le prestara mayor
atención y ella permitió que esto sucediera. Los factores predisponentes encontramos a la
valoración del padre frente a los que se supone como debe ser un niño, llevándolo aceptar los
comportamientos agresivos de su hijo y la relación de los padres se caracterizó por llevar a cabo lo
que el padre valoraba como adecuado, así no se estuviera de acuerdo con esto.
PLAN DE INTERVENCION
Objetivos Intervención
Con el niño y madre
Dar a conocer al consultante y a su madre
las consecuencias del comportamiento del
consultante.
Con el niño
Establecer repertorios de conducta
funcional en el contexto escolar
Eliminar la conducta agresiva del
consultante en el contexto familiar e
instaurar comportamientos funcionales en
este contexto.
Fase de educación.
Programa instruccional: en donde se van a
utilizar las estrategias de:
- Moldeamiento: - Ensayo conductual - Tareas: Instrucciones para llevar a cabo
en el colegio - Registro de Frecuencia
Refuerzo diferencial de otras conductas:
- Fase de educación - Reforzamiento de conductas en tiempo
de:
- 15 minutos - 30 minutos - 45 minutos
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