Nuevas Formas de Reproduccion CFP1E404

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    MORAL

    REFLEXIÓN MORAL EN TORNO A LAS NUEVAS FORMAS DEREPRODUCCIÓN HUMANA

    Eugenio ALBURQUERQUE

    La reproducción humana suscita siempre un interés grande. Hoy no podemos menosde sentirnos maravillados y sobrecogidos por los avances logrados en este campo.

    Intentamos en este tema la tarea de valorar éticamente las nuevas formas de

    reproducción humana. Para ello, en un primer momento presentaremos brevementealgunas de las formas más significativas. Abordaremos después la reflexión moralfijando algunos criterios éticos generales y deteniéndonos en algunas situaciones yproblemas concretos.

    1. 

    NUEVAS FORMAS DE REPRODUCCIÓN

    En estos últimos años son muchos los que han repetido que el famoso «mundofeliz» de Huxley ha dejado de ser ciencia-ficción. Los avances de la ciencia en el campode la transmisión de la vida han sido, ciertamente, espectaculares.

    En 1963 la prensa mundial aireaba que el profesor Petrucci (Bolonia) habíaconseguido en varias ocasiones la fecundación humana en el laboratorio, logrando quela vida se desarrollara durante tres o cuatro semanas. En 1978 tiene lugar el nacimientode Louise Brown, cuya fecundación se había realizado en el laboratorio con los gametosde sus padres legales.

    A esta fecundación «in vitro» han seguido posteriormente otras muchas; algunasrevisten circunstancias nuevas muy relevantes. Citamos algunas:

    •  Nacimientos en que la madre biológica no coincide con la madre en la que tienelugar el embarazo.

    • 

    Nacimientos a través de embriones que han permanecido previamente enestado de congelación.•  Inseminación con semen congelado del marido muerto (caso Corinne Parpalaix).•  «Madres de alquiler» que se prestan al embarazo mediante una retribución

    económica.•  Expectativas y posibilidad de reproducción clónica.

    Todo esto nos indica que hoy son muchas las posibilidades técnicas en orden a laprocreación. Necesariamente van a influir en la concepción de la paternidad ymaternidad. Hasta ahora la paternidad/maternidad se reducía a las tres formas clásicas:matrimonial, extramatrimonial y por adopción. Hoy las posibilidades son múltiples yvariadas. Nosotros vamos a fijarnos únicamente en las que constituyen los casos más

    frecuentes e importantes en vistas a llegar después a su valoración moral.

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    1.1. Inseminación artificial

    A veces se utilizan como sinónimos los términos

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    biológicamente sería hijo auténtico del esposo, pero no de la esposa, aunquepueda suponer para ella mucho más que un hijo adoptivo.

    •  Fecundación del óvulo de una mujer donante con espermatozoides también dedonante, seguida de implantación en el útero de la esposa. El hijo engendradono sería biológicamente un hijo auténtico del matrimonio. Sus padres biológicosson los donantes. Serviría esta modalidad cuando ambos esposos son estériles.

    1.3. 

    Fecundación artificial con congelación de embriones

    La fecundación «in vitro» reviste unas características peculiares cuando serecurre a la congelación de embriones. De hecho, han nacido ya los primeros «niños-probeta» que se mantuvieron congelados durante algunos meses.

    Desde el punto de vista médico, el recurrir a la congelación de embrionescuando se trabaja en la fecundación artificial, tiene un significado pragmático. Sucedeque en algunas ocasiones se puede disponer de siete u ocho embriones y, en cambio,no van a trasladarse al útero de la mujer más de cuatro. Los embriones «sobrantes»pueden ser congelados a -197° C sin riesgo. Si la mujer no queda gestante pueden ser

    transferidos posteriormente, sin necesidad de reiniciar todas las intervencionesanteriores desde la obtención del óvulo.

    Por otra parte, actualmente es también una realidad la cesión y donación deembriones congelados a parejas que no logran obtener embriones propios. Se trata deuna forma especial de «adopción prenatal».

    1.4. 

    Reproducción clónica

    Parece que el paso siguiente a la fecundación «in vitro» va a ser la reproducciónclónica. Hasta ahora no pasa de ser una posibilidad. Pero existen numerosos

    experimentos con animales. Y son muchos los que afirman que la clonación será unarealidad en el año 2000.

    La técnica de la clonación permitiría producir individuos idénticos genéticamente apartir de una célula de un genotipo dado. Se habla en este sentido de hijos-fotocopia ode hijos-calco.

    ¿Cómo se realiza? Fundamentalmente la operación sigue este procedimiento: Seextrae del óvulo fecundado artificial mente, el núcleo que contiene su capital genético;en este huevo «vaciado» se introduce una célula extraída de un ser humano. Estacélula que contiene la serie completa de cromosomas del nuevo donante sería«activada» y comenzaría a dividirse para formar un nuevo embrión. Finalmente se

    implanta en el útero de una mujer-huésped en la que se realiza el proceso de embarazo.El niño engendrado será una copia exacta del donante de la célula inicial.

    2.  REFLEXIÓN ÉTICA

    Todas estas formas de reproducción suscitan serios problemas éticos. Latransmisión de la vida no es una acción que corresponda exclusivamente al campo de latécnica. Y por ello, la técnica no puede convertirse en el único criterio del progresohumano.

    Nosotros vamos a considerar concretamente las formas indicadas anteriormente.

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    Pero señalamos previamente algunos criterios generales que orientan toda la valoraciónmoral de estas cuestiones.

    a) 

    El primer criterio ético lo constituye el valor fundamental de la dignidad humana.Se trata, en concreto, del reconocimiento humano del embrión. Este criterio debeorientar las intervenciones técnicas y debe servir de normativa para la congelación,manipulación y selección de embriones.b)

     

    Reconocimiento de que la esterilidad es una carencia, que de suyo tiene uncarácter negativo. Tal carencia no se reduce al plano biológico; repercute también entoda la vida de la pareja. Por lo tanto, los esfuerzos encaminados a solucionar esteproblema son inicialmente válidos y positivos. Tienen una función supletoria yterapéutica.

    c) Pero aún reconociendo el valor de la fecundidad, no se la puede enfatizar de talmanera que aparezca como la única finalidad de la pareja. El matrimonio no se justificaúnicamente por los hijos. En este sentido, cabe señalar la contradicción que existe entrelos esfuerzos encaminados a que determinadas personas puedan ver realizado sudeseo de paternidad y la creciente aceptación social del aborto.

    d) Reconocimiento del valor de la familia como marco original del crecimiento de lapersona. Este criterio implica valorar la conexión entre la fecundidad y el amor conyugal,el reconocimiento del hijo como fruto y expresión del mutuo amor de los padres.

    e) Finalmente, el planteamiento moral tiene que superar una argumentación meramentedeontológico, centrada casi exclusivamente en la acción en sí misma. Además de lamaterialidad de la acción hay que tener en cuenta su significado humano. Y en él estánimplicados: fines, consecuencias y circunstancias.

    2.1. Valoración moral de la inseminación artificial

    La valoración moral de la inseminación artificial fue muy discutida por los moralistascatólicos desde finales del siglo XIX. Pío XII (1949) hizo una valoración detenida sobrelos diversos aspectos y tipos. (Nótese el empleo del término «fecundación, artificial» envez de «inseminación».)

    «No podemos pasar la ocasión presente sin indicar con brevedad y a grandes líneasel juicio moral que se impone en esta materia.

    1. 

    La práctica de esta fecundación artificial; en cuanto se trata del hombre, nopuede ser considerada ni exclusivamente, ni principalmente desde el punto de vistabiológico y médico, dejando de lado el de la moral y el derecho.

    2. La fecundación artificial fuera del matrimonio ha de condenarse pura y simplementecomo inmoral. Tal es, en efecto, la ley natural y la ley divina positiva, de que laprocreación de una nueva vida no pueda ser fruto sino del matrimonio. Sólo el ma-trimonio salvaguarda la dignidad de los esposos principalmente la de la mujer en estecaso), su bien personal. De suyo, sólo él provee al bien y a la educación del niño. Porconsiguiente, respecto a la condenación de una fecundación artificial fuera de la uniónconyugal, no es posible ninguna divergencia de opiniones entre católicos. El niñoconcebido en estas condiciones sería, por este mismo hecho, ilegítimo.

    3. La fecundación artificial en el matrimonio, pero producida por el elemento activo de un

    tercero, es igualmente inmoral; y como tal debe reprocharse sin apelación. Sólo los dosesposos tienen un derecho recíproco sobre sus cuerpos para engendrar una nuevavida, derecho exclusivo, imposible de ceder, inalienable. A todo aquel que da la vida a

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    un pequeño ser, la Naturaleza le impone en virtud misma de este lazo, la carga' de suconservación y de su educación. Pero entre el esposo legítimo y el niño fruto delelemento activo de un tercero –aunque el esposo hubiera consentido- no existe ningúnlazo de origen, ninguna ligadura moral y jurídica de procreación conyugal.

    4. En cuanto a la licitud de la fecundación artificial en el matrimonio, bástenos por elinstante recordar estos principios de derecho natural; el simple hecho de que el, restadoal cual se aspira, se obtenga por este camino, no justifica el empleo del medio mismo; niel deseo, en sí legítimo, de los esposos de tener un hijo basta para probar la legitimidaddel recurso a la fecundación artificial, que realizaría este deseo. Sería falso pensar quela posibilidad de recurrir a este medio podría, volver válido el matrimonio entre personasineptas para contraerlo por el hecho del impedimento de impotencia.

    5. Por otra parte, es superfluo observar que el elemento activo no puede jamás serprocurado lícitamente por acto contra la naturaleza.

    6. Aunque no se puede «a priori» excluir nuevos métodos por el simple motivo de sunovedad, no obstante, en lo que toca a la fecundidad artificial, no solamente hay que ser

    extraordinariamente reservado, sino que hay que descartarla absolutamente.

    7. Al hablar así, no se prohíbe necesariamente el empleo de ciertos medios artificiales,destinados únicamente sea a facilitar el acto natural, sea a hacer llegar a su fin el actonatural normalmente llevado a cabo.»

    La declaración de Pío XII rechaza la inseminación artificial fuera del matrimonio y lainseminación heteróloga, porque defiende que la procreación debe acontecer en elámbito del matrimonio. Pero rechaza también la inseminación homóloga dentro del legí-timo matrimonio. La razón principal estriba en que no puede procurarse el semen por unprocedimiento contra la naturaleza, como sería la masturbación.

    La mayoría de los moralistas católicos siguen rechazando hoy la inseminación fueradel matrimonio y la inseminación heteróloga, porque desvirtúan el sentido de lapaternidad/maternidad, lesionan el sentido de la comunidad conyugal, de la unicidad delmatrimonio, y es fácilmente fuente de conflictos posteriores.

    En cambio, en cuanto a la inseminación homóloga, los moralistas católicos matizanla doctrina de Pío XII y no ven dificultad para admitirla. En este caso, el matrimonio sevive realmente como comunidad de amor; el hijo es expresión y fruto fecundo del amorde los padres; no sólo no se daña la dignidad de la persona, sino que puede aportar unbien a los esposos y futuros hijos. Por otra parte, la masturbación para obtener elesperma no reviste el carácter egocéntrico o narcisista que la invalida moralmente. Todo

    lo contrario, está orientada a la relación y comunicación fecunda entre los esposos. Porello, afirma B. HÄRING: «Cuando el esperma proviene del marido, si todo el matrimonioes vivido en un clima de amor, entonces él no sólo es el padre, sino que tampoco existeuna total separación entre el aspecto unitivo y pro creativo del matrimonio».

    2.2. Fecundación artificial

    Hemos visto anteriormente el rechazo de la inseminación artificial. Quienesrechazan la inseminación se oponen también a la fecundación artificial. Las razones deesta oposición coinciden con las razones aducidas en el caso anterior. No quedasalvaguardado el sentido de paternidad/maternidad, que en la fertilización «in vitro» sealeja todavía más de las reglas de la naturaleza. Por otra parte, se rechaza también laobtención del esperma por medio de la masturbación y fuera del acto sexual legítimo.Se añade, además, el carácter experimental que comporta y el riesgo grave de

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    interrumpir la vida iniciada.

    Ciertamente hoy existe un acuerdo entre los moralistas para rechazar las formasde fecundación artificial que no se realizan en el ámbito de la pareja humana. Noparecen éticamente lícitas las que se realizan entre personas solteras o medianteelementos donados. La paternidad alcanza su sentido auténtico en el marco de lacomunidad conyugal.

    Pero, por lo que respecta a la fecundación «in vitro» realizada en el ámbito de lapareja para superar la esterilidad son muchos los moralistas que no ven la dificultad enuna valoración semejante a la defendida en la inseminación artificial homóloga. Aunqueexisten también moralistas que, aceptando la inseminación homóloga, no estándispuestos a aceptar la fertilización «in vitro» por los peligros que supone para el serhumano y por su carácter actual de experimentación.

    En la valoración moral de la fecundación «in vitro» hay que destacar, por unaparte, el valor positivo que supone la posibilidad de llegar a tener descendencia propiauna pareja que vive su matrimonio como comunidad de vida y amor. Es importante

    subrayar la capacidad de amor y de sacrificio que supone la técnica de la fecundación«in vitro» no sólo en cuanto a costes económicos se refiere, sino también en los riesgosmédicos que conlleva la operación.

    Por otra parte, no se puede ocultar -y ésta es sin duda la mayor dificultad moral-que la técnica de la fecundación «in vitro» conlleva un número notable de fracasos, de«despilfarro de embriones» que no llegan a anidar en la matriz. Algunos, ante estehecho, hablan de «abortos espontáneos» comparándolos con el número elevado deóvulos fecundados que naturalmente tampoco llegan nunca a la implantación. Pareceque se está a unos niveles semejantes tanto en el caso del embarazo «natural» comoen el «tecnológico».

    Por esto, como decía antes, se afirma la legitimidad de la fecundación artificialdentro de una pareja que recurre a la técnica para poder tener una descendencia quesea biológicamente propia. En cambio, para otros autores la dificultad apuntada tieneuna consistencia y una fuerza mayor.

    Por mi parte, creo que éste es todavía un problema abierto. De todos modos meparece que se pueden escribir las palabras del moralista italiano Enrico Chiavacci: «Encuanto a la fecundación «in vitro», prescindiendo de toda intervención manipuladora,nos parece que se puede decir que abstractamente, «in se» y «per se», los  motivos ylas condiciones de licitud deben ser las mismas que para la inseminación artificial; setrata, de hecho, del mismo esquema lógico y de las mismas confrontaciones de valores.

    Decimos esto en abstracto; en concreto, hoy nadie ignora que la técnica planteagravemente el problema moral del riesgo de la muerte y deformación a la que se exponea la nueva vida.»

    2.3.  Una palabra sobre la congelación de embriones

    El caso de la congelación de embriones suscita nuevos problemas y reservasmorales. Decíamos que puede resultar útil este recurso en los casos que no se obtienela fecundación con los embriones recién concebidos. Pero si se consigue, ¿qué alter-nativas se presentan para los embriones congelados?

    Por el respeto que se debe a la vida humana concebida resulta inaceptable pensaren su destrucción. Tampoco parece éticamente lícito utilizarlos con fines de meraexperimentación. Juan Pablo II ha rechazado expresamente (1982) la utilización de em-

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    briones humanos con fines de experimentación.

    Pero ¿puede aceptarse éticamente la cesión de tales embriones a una pareja estérilayudándola así a resolver la esterilidad? Con las reservas expuestas anteriormente yteniendo también en cuenta el carácter de provisionalidad, afirman algunos moralistas laposibilidad de aceptar esta forma de «adopción prenatal» que resultaría ventajosa sobrela adopción habitual.

    2.4. 

    Maternidad de alquiler

    Para la mayor parte de los moralistas no son aceptables las formas de gestaciónartificial en las que el útero normal es sustituido por otro. Estos embarazos «de alquiler»no reúnen las condiciones para que el proceso reproductivo sea realmente humano. Enefecto, la madre portadora aparece como un medio, una especie de incubadora parallevar adelante un embarazo en el que el niño resulta un producto. Y la persona estállamada a ser siempre un fin, un sujeto; no un medio, ni un objeto.

    Por lo que se refiere a las madres portadoras con una finalidad expresamente

    económica, la objeción moral es clara: no puede convertirse el ser humano y una de lasexperiencias humanas más maravillosas -como es la maternidad- en un objeto decompra y venta. Por otra parte, hay que cuestionar también el tipo de relación que seestablece antes del nacimiento entre el niño y la mujer que ha alquilado su cuerpo pordinero.

    Sin embargo, en el caso en que una mujer presta generosamente su útero -no loalquila- para que una hermana o una amiga puedan tener un hijo (que de otra formasería imposible) no parece que la valoración moral pueda orientarse por los mismosderroteros. Parece que se trata de un caso muy distinto y que podría considerarsemoralmente aceptable.

    3. 

    CONCLUSIÓN

    La inseminación artificial y la fecundación «in vitro» ofrecen hoy múltiplesposibilidades en el campo de la reproducción humana. Estas posibilidades abren unaserie de interrogantes y cuestiones de carácter antropológico y de ordenamiento jurídico. Pero, sobre todo, presentan unos problemas muy serios a la reflexión ética.

    Estos problemas se refieren al destino del individuo, al sentido de lapaternidad/maternidad/filiación, al significado de la sexualidad y a su relación con lafecundidad, a las condiciones antropológicas del embrión humano, al carácter de laexperimentación con embriones.

    Ante todo ello, no se trata de condenar en bloque, ni de serrarse a los avancestécnicos en este campo de la biología humana. Pero sí hay que fijar la legitimidad y loslímites situándose desde la perspectiva de la dignidad humana, del sentido del amor yde la fecundidad.

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    4. 

    PISTAS PARA EL DIALOGO

    1. Distinguir, en primer lugar, las nuevas formas de reproducción humana, llegando afijar con claridad los conceptos.

    2. Detenerse en la enseñanza de Pío XII. ¿Por qué rechaza la inseminaciónartificial? Valoración de dicha argumentación y del planteamiento que actualmentesiguen la mayoría de los moralistas católicos.

    3. Finalmente, centrar el diálogo en el tema de la  fecundación «in vitro». ¿Puedeaceptarse la fecundación artificial llevada a cabo con óvulo y espermatozoides de losesposos? Valorar las razones.

    ¿Qué juicio moral merecen las «madres de alquiler»?

    5.  Bibliografía

    B. HÄRING: Moral y medicina, Ed. PS, Madrid, 1971.

    M. VIDAL: Moral de actitudes, II, Ed. PS, Madrid, 1977.

    VARIOS: Praxis cristiana. 2: Opción por la vida y el amor, Ed. Paulinas, Madrid, 1980.

    - La fecundación artificial: ciencia y ética, Ed. PS, Madrid, 1985.