Post on 18-Jan-2016
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LA LTIMA BATALLA
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(Coleccin: "Old World of Darkness" )
(Serie: "La Hora del Juicio", Volumen:
"Hombre-Lobo")
BILL BRIDGES
"The Last Battle" 2004
Traduccin: Raquel Rodrguez Cortes
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PRLOGO
La Estrella de Sangre
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[ En los ltimos das aparecer en el cielo una estrella de sangre, que girar mientras cae hacia el seno de Gaia
~LA PROFECa de Habla-en-Silencio ] `
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El Trueno del Wyrm se retorci de dolor bajo la tierra. Su lenta
agona sacuda el suelo del desierto.
Zhyzhak grit de frustracin. Arroj unas piedras por el desierto
arenoso, hacindolas chocar contra antiguos afloramientos de piedra y
convirtindolas en polvo. Los yacimientos de mica chispearon a la luz
de la luna llena como fuego antiareo y brillaron brevemente antes de
desvanecerse sobre el suelo del can.
Pizarraraada-ikthya se mordi el labio con frustracin y se
guard para s mismo un comentario spero. Que Zhyzhak gritase no
era algo extrao; despus de todo, era una klazomanaca, que haba
recibido durante su primera revelacin del Wyrm el don de gritar de
pena. Cuando estaba enfadada o frustrada, tena que chillar con todas
sus fuerzas siempre que quisiera decir algo. Durante estas
ceremonias, se necesitaba una enorme fuerza de voluntad para hablar
en tono normal o incluso en susurros. No era un juramento consciente
o una promesa de piedad; era la nica manera que tena de hacer
frente al imponente trauma que el Wyrm haba causado en su mente.
Todos ellos tenan tales estigmas gloriosos, tales psicosis que
llevaban como insignias de guerra. La tribu elegida por el Wyrm, los
que bailaban en el Laberinto de la Espiral Negra, soportaba el dolor, el
dao y la pena con tanto orgullo como las marcas de guerra.
El mismo Pizarraraada tena sus propios problemas divinos: las
llagas ulcerantes que supuraban y le causaban un picor infernal en los
cuartos traseros, adems de la insufrible nariz, que le moqueaba
constantemente y el sudor. Se rasc violentamente el culo mientras
vigilaba la rabieta nocturna de Zhyzhak. Ella llevaba su habitual traje
de dominatrix de cuero negro, que era al menos dos tallas ms
pequeo de lo necesario, mientras que l llevaba su chaqueta y
pantalones hechos de una lana que pareca alambre. La mir de
soslayo a travs de sus gafas empaadas por unos ojos lagrimosos.
Un humano desinformado podra tomarle por un profesor, tal vez
uno de los muchos cientficos nucleares que se saba que trabajaban
en la regin. En el pasado esto no habra sido una suposicin
completamente errnea; haba sido cientfico (un bilogo, no un fsico)
en su vida anterior, cuando se contaba entre la tribu de los
Caminantes del Cristal. Sin embargo, eso haba sido haca mucho
tiempo, antes de que Grammaw lo devorase y lo excretase dentro de
un huevo. Haba salido de su viscoso tero convertido en un cuerpo
deformado pero bendecido con la corrupcin.
Grammaw. El Trueno del Wyrm.
--Si eres tan condenadamente inteligente --le grit Zhyzhak a
Pizarraraada, al tiempo que levantaba una piedra enorme por encima
de su cabeza--, por qu no puedes curarla?
Arroj la piedra por encima del hombro de Pizarraraada. Se
estrell contra la pared del can y el polvo cubri la espalda de su
chaqueta. l ni se inmut.
--Ya te lo he dicho antes, zorra --dijo Pizarraraada, seguro de
que ella interpretara el vulgar apelativo como una seal de respeto--.
Su enfermedad es espiritual, no biolgica. Nadie sabe ms que yo
sobre la anatoma del Trueno del Wyrm y no hay ninguna afeccin
fsica. Se consume a causa de algn ataque Umbral sobre su alma.
Zhyzhak salt sobre un montn de piedras destrozadas y se
qued a unos pocos centmetros del rostro de Pizarraraada. Exhal
su aliento rancio justo sobre su nariz.
--Joder! Eres un chamn! Crala!
--Por milsima vez, te digo que no puedo. Esto lo ha hecho
Ojo-Blanco-ikthya. Ha lanzado algn tipo de maldicin y yo ni siquiera
puedo detectarlo.
--Traidor! --grit Zhyzhak, no a Pizarraraada, sino al desierto, a
dondequiera que Ojo-Blanco pudiera estar escondido. El anciano
hombre-lobo era famoso entre la tribu de los Danzantes de la Espiral
Negra por la clarividencia que le haba sido otorgada en la explosin
nuclear de Trinidad; la explosin le haba arrebatado la vista, pero le
haba bendecido con una gran intuicin sobre los misterios del Wyrm y
le haba hecho ganar el honorfico sufijo "ikthya". Pero Ojo-Blanco
haba desaparecido recientemente. Poco despus, Grammaw haba
enfermado. Muchos de los que estaban en el tmulo susurraban que
en realidad Ojo-Blanco segua siendo aliado de su antigua tribu Garou,
los Uktena y tomaban su desaparicin como una desercin de vuelta a
su primera tribu. Pizarraraada lo dudaba. Sospechaba que la fuerza
que se haba llevado a Ojo-Blanco tambin haba herido a Grammaw.
--Lo importante no es quin lo hizo --dijo Pizarraraada,
arrugando la nariz ante el abrasador ataque del aliento de Zhyzhak--
sino cundo vas a dejar de quejarte por ello y vas a ir a Malfeas.
Zhyzhak se qued completamente inmvil, sin respirar.
Pizarraraada saba que ella estaba librando una batalla interna, que
dudaba sobre si liberar su ira y matarlo o realizar el acto que llevaba
proyectando tanto tiempo: viajar al corazn espiritual del Wyrm y
buscar el alivio para el sufrimiento del Trueno del Wyrm. Por suerte
para l, escogi esto ltimo.
Zhyzhak gir rpidamente y regres con paso decidido a la
cueva situada en la torrentera del can, hacia el tmulo que estaba
dentro. Pizarraraada sonri, orgulloso de s mismo y de alguna
manera sorprendido de que tuviera las pelotas de llevar el plan a cabo.
Del sitio al que se iba no regresara. Pronto, el tmulo sera suyo. La
sigui, agachndose para entrar en la cueva.
Zhyzhak cambi a su forma de lobo, una mestiza de piel negra.
Como la caverna se ensanchaba por todas partes, conserv esa forma
mientras segua el sinuoso camino que conduca hacia abajo. Al final,
lleg a un punto donde la caverna se estrechaba, con hileras de
estalactitas y estalagmitas simtricas. Unos gases calientes llegaban
desde el fondo y hasta all no llegaba nada de la tenue luz que haba a
la entrada de la cueva. Zhyzhak se movi utilizando solo los sentidos
del olfato y el odo, pero los ojos reforzados de Wyrm de
Pizarraraada podan ver formas dbiles a travs de una neblina de un
color verde nauseabundo. Ms all de las rocas que sobresalan hacia
arriba y colgaban hacia abajo, el suelo era liso y hmedo.
El lobo grande se detuvo y dio la impresin de estar
orientndose. Luego se abalanz hacia delante a gatas, pas las
hileras de rocas y desapareci en la negrura. Pizarraraada esperaba
que no consiguiera saltar al Otro Lado a tiempo, pero saba que era
improbable. Ese haba sido el destino de Ghavaaldt, el anterior jefe del
tmulo, aunque muchos conocan el papel de Zhyzhak en aquel
asunto. Que ella fuera ahora la lder no era ninguna casualidad.
Pizarraraada se detuvo y aguz los sentidos, buscando el
efmero tejido del mundo de los espritus. Lo agarr y se meti entre
sus pliegues, luch por atravesar el velo caliente entre los dos mundos
y sali a una caverna an ms oscura y llena de vapor, el reflejo
espiritual del mundo material.
Sonri. Siempre le haba gustado esta parte. Se senta como si
entrase en el tero de nuevo. Pas las estalactitas y estalagmitas y
con la mano las recorri a medida que pasaba, estremecindose al
tocar su textura huesuda y calcificada. Se movi rpidamente para
mantener el equilibrio cuando lleg al punto donde el camino se haca
resbaladizo y ondulado, camino que le condujo ms adentro, un viaje
en la alfombra mgica desde la lengua de Grammaw hasta su
esfago. Caminar vigorosamente por su boca, directamente hasta su
intestino, probar todos los venenos que se retorcan dentro, recorrer
sus tripas desde el estmago hasta la molleja, atravesar el laberinto
intestinal y luego el plexo estomodeal, el cerebro de Grammaw, el
centro del Tmulo de la Colmena Trinitaria... todo ello era una
experiencia religiosa.
Conoca mejor que nadie la anatoma de Grammaw, mejor
incluso que Zhyzhak. Estaba seguro de que podra encontrar atajos
que atravesaran los intestinos y llegar al centro del tmulo antes que
ella; as, podra preparar a sus aliados para que se apoderaran del
tmulo tan pronto como Zhyzhak se marchase.
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Zhyzhak conoca ya las maquinaciones de Pizarraraada y no le
importaban. Como mucho, estaba contenta de que alguien tan
maquiavlico como l asumiera el liderazgo de su amado tmulo. Se
necesitaba a alguien que mantuviera las larvas a raya. Ya haba
avisado a sus leales soldados de que Pizarraraada intentara hacerse
con el poder en el momento en que ella se marchase de viaje. Qu
inters tena el poder si no haba que luchar para conseguirlo? No
poda permitir que un lder de verdad asumiera el mando sin llevarse
unas cuantas cicatrices.
Pero todos esos asuntos eran insignificantes en comparacin
con la urgente necesidad de curar a Grammaw. Zhyzhak se haba
dado cuenta de ello haca semanas. Finga aplazar la decisin,
retrasar su necesario viaje, de manera que pudiera fabricar armas en
secreto, porque en el sitio adonde iba necesitara algo ms que su
inteligencia y su espritu. Le haba llevado semanas y costado el
sacrificio de su soldado ms leal (los dems pensaban que haba sido
asesinado por guerreros Wendigo), pero ahora ella tena su fetiche, lo
nico que le permitira triunfar donde todos los dems haban
fracasado.
Baj por el intestino del Trueno del Wyrm y esquiv por los pelos
la sangre lquida de las venas mientras cruzaba entre las vsceras a
una velocidad increble. Dio unos ligeros golpes con la lengua dentro
de su boca lobuna, para asegurarse de que el pequeo fetiche segua
all, atado a sus dientes anteriores. All estaba. Le rozaba la garganta y
casi lo ahogaba de vez en cuando, pero era el pequeo precio que
tena que pagar por la discrecin que necesitaba. Si alguno de los
secuaces del Wyrm sospechaba lo que llevaba, intentara
arrebatrselo. Ladr con fuerza al imaginarse las caras de los seores
Maeljin cuando se dieran cuenta de que tendran que doblegarse ante
ella, la reina y novia del mismsimo Wyrm.
Cuando sinti una dolorosa presin en el estmago, cambi a la
forma de batalla Crinos. Su mayor tamao la hara ir ms despacio,
pero necesitaba el poder extra para resistir las piedras afiladas que
intentaran triturarla y convertirla en polvo por haber entrado en los
intestinos. Si hubiese estado viajando por Grammaw en el mundo
material, en lugar de en su reflejo espiritual ya la habran matado diez
veces. Como al pobre Ghavaaldt.
Dirigi sus pensamientos cautelosamente hacia otros asuntos,
pensando intencionadamente en cmo despellejara vivo a
Ojo-Blanco-ikthya. Haba ciertos espritus y secuaces que podan leer
la mente y no quera arriesgarse a que captaran sus pensamientos
acerca de su fetiche secreto. Pens en los aullidos de dolor que
soltara el viejo mientras masticaba lentamente su tendn an unido a
la carne, como si fuera un regaliz.
Mientras entraba en los intestinos, se estir resueltamente y
cogi un puado de carne gorda y manchada de excrementos y luego
baj por un tnel lateral. Oy a Pizarraraada deslizarse a su espalda,
apresurndose para llegar al centro del tmulo antes que ella. Se lo
permiti. Una vez que Pizarraraada pas, dej que la peristalsis de
Grammaw la llevase a donde quisiera. Tras una eternidad de olores
nauseabundos y la caricia de unas pesadillas humeantes, se dej caer
pesadamente en la enorme caverna de carne neural que compona el
centro del tmulo.
Los soldados que la esperaban, los guardias de lite del tmulo,
corrieron inmediatamente a ayudarla a ponerse en pie y la rodearon, al
tiempo que gruan a los otros Garou congregados all. Zhyzhak les
apart a patadas y se levant por s misma mientras se limpiaba los
excrementos. Camin resueltamente hasta el centro y grit a sus
compaeros.
--Escuchad, escoria! Me voy a Malfeas! Bailar la Espiral y
ninguna puetera pesadilla o excusa de mierda me detendr! Lo
habis odo? Alguien tiene algo que decir?
Mir a su alrededor. Pizarraraada, que haba llegado mientras
ella todava daba volteretas por los labernticos intestinos de
Grammaw, estaba de pie en la periferia, intentando mostrarse lo ms
inofensivo posible. Poda ver a otros Garou, tambin en el borde de la
congregacin, intercambiando miradas cmplices. Los conspiradores
de Pizarraraada. Le dio un golpe en la espalda a Aliento-Sarnoso, el
jefe de sus guardias; fue un golpe tan fuerte que casi le hizo perder el
equilibrio.
--Aliento-Sarnoso se queda al mando mientras yo est fuera!
Me habis entendido? Si hay alguien que tenga algn problema al
respecto, que me lo diga ahora.
Pizarraraada se qued callado, igual que sus compaeros.
Esperara a que ella se marchase para dar el paso. Bien.
Aliento-Sarnoso era un guerrero fuerte, pero estpido. Pizarraraada,
si era listo, que lo era, utilizara a sus compaeros para reducirlo y
luego declarar su liderazgo. Sus dones de Wyrm garantizaran que
nadie ms lo venciera, pero tendra unas cicatrices que se lo
recordaran. De todas maneras, su reinado sera breve; cuando ella
volviera, los matara a todos.
Zhyzhak se dio la vuelta y dio unas patadas a un bulto blancuzco
que rodaba por el suelo. Al patearlo, se abrieron dos ojos, que la
miraron con miedo. Una boca se abri y cerr y se escaparon unos
gimoteos. La cosa se levant lentamente sobre lo que pasaban por ser
unas piernas: globos blancos y pastosos que apenas eran capaces de
soportar su obesidad.
--Pez-Plido! Abre la puerta! Ahora!
El metis albino gru una respuesta y comenz a abrir un puente
de luna. l ya saba a donde iba, as que no necesit preguntar. Unos
minutos despus, apareci el portal, con su luz plateada demasiado
brillante para la mayora de los ojos de los Garou. Normalmente, solo
el dbil fuego diablico de las venas de Grammaw y las ocasionales
chispas elctricas de las neuronas del Trueno del Wyrm iluminaban la
caverna.
Zhyzhak no mir atrs cuando cruz el portal como un huracn,
preparada para luchar contra los desafos que la esperaban en su
destino; nadie entraba en el reino del Dragn Verde sin vencer un
desafo. Antes incluso de que el portal se cerrara tras ella, pudo or los
gritos de guerra y el sonido hmedo y desgarrador de las garras
cortando la carne. Como deba ser...
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El siseo infernal de un billn de serpientes haca difcil
concentrarse. Zhyzhak se abri paso por el foso, estrecho y cubierto
de suciedad incrustada, utilizando los sentidos del tacto y el olfato. El
calor era casi insoportable incluso para ella, pero su recocido cerebro
le quit importancia y empuj su cuerpo hacia delante. Poda sentir los
colmillos clavndose en su carne a cada paso, el veneno entrando a
chorro en su torrente sanguneo, pero su constitucin Garou anulaba
el veneno. De cuando en cuando se detena para vomitar las toxinas
inactivas y luego segua adelante dando traspis y sufriendo todava
ms mordeduras de serpiente.
Al final, sinti una brisa y oli el aroma caliente y tibio de una
cinaga salobre. Aceler el paso y escap del estrecho tnel saliendo
al acogedor abrazo de un charco estancado. Al instante, los insectos
empezaron a pulular sobre ella y casi cubrieron cada centmetro de su
piel. En comparacin con las serpientes, aquello era un masaje. Se
movi lentamente por el agua, apartando a un lado parras marchitas y
troncos podridos y quebrados.
Los gases de la cinaga la tragaron y mataron a los insectos. En
el segundo que tardaron en hacerlo, prest atencin al aviso y contuvo
la respiracin hasta que los nocivos humos desaparecieron.
Zhyzhak sinti algo que se frotaba contra sus piernas, algo
viscoso y con escamas y sonri. Abri los ojos, sintiendo todava el
escozor de las picaduras de los insectos y mir hacia abajo. A travs
de la oscuridad, pudo ver la mayor parte de una enorme cola de
dinosaurio que desapareca a su izquierda. La sigui, chapoteando por
el barro sin importarle a qu criaturas molestaba.
La cola la condujo a un claro, un montculo cubierto de hierba y
de bruma, sobre el que estaba sentado un bulto enorme y enrollado,
de escamas verdes. Cerca de la parte superior de la pequea
montaa de su cuerpo, vio un solo ojo abierto, de reptil, que la
vigilaba.
Zhyzhak se arrodill en el agua y el barro se trag sus piernas.
Cerr los ojos y mostr su garganta a la criatura. La cabeza del animal
se levant lentamente y dej al descubierto un hocico enorme, con
cien colmillos, adornado con plumas negras. Su cabeza flot por el
agua hacia Zhyzhak, se detuvo junto a su cara y la olfate. Abri la
boca y dos monstruosos colmillos salieron de sus fundas y empezaron
a rezumar un veneno cido. La negra ponzoa le salpic la piel y se la
chamusc; fue el peor dolor que haba experimentado en la vida.
Las quemaduras formaron unas figuras, unos pictogramas que
representaban algn secreto blasfemo que no poda leer, pero en ese
momento supo que haba sido marcada. Haba pasado la prueba. El
Dragn Verde la apoyaba.
El animal volvi a deslizarse y a enroscarse y enterr la cabeza
una vez ms, dando la impresin de que dorma. Tras l, el tenue
parpadeo de luz sealaba el portal que haba abierto para ella.
Zhyzhak cambi a su forma de lobo terrible y prehistrico, salt por
encima del dragn y cruz el portal antes de que pudiese cambiar de
idea.
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Aterriz dando un patinazo sobre unas losas polvorientas. Las
piedras crujieron bajo su repentino peso y enviaron sonoros ecos por
el cielo abierto y gris. Se detuvo y escuch. A lo lejos y procedentes de
todas direcciones, oy sonidos variados: gemidos de terror y dolor,
gritos de horror y placer, adems del chasquido de ltigos y el sonido
metlico de unos engranajes. Pero no respondan a su llegada.
Pase la mirada por el patio en ruinas. Pareca una fortaleza
medieval antigua y abandonada. Los muros tenan casi seis metros de
altura y Zhyzhak no poda ver por encima de las almenas. Saba que
detrs de cada uno de los muros del patio octogonal, cada uno de los
cuales tena una puerta grande de hierro, se poda encontrar un nico
ducado malfeano. Ninguno de ellos era su destino.
Cambi a su forma de batalla (cabeza de lobo y cuerpo
antropoide, enorme, pesado y peludo), clav las zarpas en las grietas
de la mampostera y escal uno de los muros. Cuando pudo asomarse
por encima, mir en todas direcciones, buscando un lugar en concreto.
La bruma llena de humo procedente de las numerosas hogueras que
haba, junto con las nubes negras que tapaban el sol (o lo que pasaba
por ser el sol en este reino infernal), ocultaba gran parte de la vista.
Pero poda distinguir su destino: una torre enorme y esbelta de mrmol
verde con vetas negras, que sobresala hacia el cielo como si fuera
una flecha armada de espinas, clavada en la Tierra. El Templo
Oscura, hogar del Laberinto de la Espiral Negra.
Zhyzhak se movi lentamente a lo largo del muro, asomndose
por encima de las almenas para examinar el laberinto pedregoso
desde todos los ngulos. Avist el pasadizo que quera y el camino
que necesitaba para llegar hasta l y luego se dej caer desde el muro
y se dirigi hacia la puerta oeste.
Haba cambiado desde la ltima vez que estuviera all. Cada vez
era distinto. Una vez, el sitio le haba parecido nuevo, como si todava
estuviera bien cuidado. Otra, le haba parecido de alguna manera
asitico, como si estuviera en una tierra distinta. Ahora, sospechaba
que vea un poco de su cara verdadera.
Estir la mano hacia el picaporte de la puerta y tir de la anilla de
metal, arrastrndola con todas sus fuerzas. La puerta cruji y se
resisti, pero se desliz con un chasquido, un rechinar que retumb
por todas partes. Ahora sabran que estaba all; los curiosos se
acercaran a investigar. Se puso a cuatro patas, todava en su forma
de batalla y, recordando el camino gracias a su reconocimiento, corri
por el laberinto.
Cuando lleg al corredor que conduca al templo, se encontr un
cuervo parasitario que la esperaba. Grazn cuando ella se aproximaba
y cambi a una forma humana. Esto la sorprendi; no se haba
esperado encontrar a uno de la raza cambiante Corax all en Malfeas.
Eran sirvientes de Helios, el Sol, y no pertenecan a estas tierras
grises. Este deba de ser un renegado, corrupto y comprometido con
uno de los temidos Duques de Malfeas.
--Qu quieres, chico cuervo? --grit Zhyzhak, sin detenerse al
pasar a toda prisa a su lado.
El ave corri tras ella.
--Eh, seora, no hace falta ser hostil. Solo tengo curiosidad por
esa cosa brillante que veo que lleva en la boca.
Zhyzhak gir sobre sus talones sin perder el paso y clav sus
colmillos en la garganta del Corax. Era rpido, pero no lo suficiente.
Zhyzhak le arranc la yugular y le golpe las rodillas con sus pezuas
traseras. El Corax gorgote un graznido de sorpresa, pero se le fue la
luz de los ojos y se derrumb.
Zhyzhak se dio media vuelta y sigui andando. No saba cmo
haba visto aquel pequeo bastardo el fetiche que llevaba en la boca;
aquellos cuervos tenan buenos ojos y maa para ver objetos
brillantes, pero no quera arriesgarse a que algo amenazador de
verdad le esperase en su camino, as que ahora lo fundamental era la
velocidad. Corri como un tiro por el pasillo, al final del cual el templo
era una lejana mancha.
Unas pinzas gigantescas cayeron sobre las losas justo delante
de ella y la obligaron a pegar la espalda a la pared para esquivar el
ataque repentino. Levant la mirada y vio a una gigantesca criatura
parecida a una mantis, vestida con un hbito negro y dorado y que
llevaba una mitra en su cabeza de insecto. Perteneca a algn tipo de
realeza, tal vez fuera un conde o un marqus de alguno de los
ducados cercanos. La chchara de su trax no tena ningn sentido
para ella, porque nunca haba aprendido este idioma espiritual, pero
dio por sentado que l tambin quera su fetiche. La pesadilla que
haba vinculado a la fuerza al objeto deba de estar dando voces,
revelando su presencia. Aceler otra vez e intent estar preparada
para el siguiente ataque.
Cuando cay la otra pinza, Zhyzhak la esquiv con facilidad y a
continuacin cruz la longitud de su brazo de una sola zancada
mientras corra y lleg a su codo antes de que pudiera reaccionar.
Mientras la criatura bajaba la boca para comrsela (sus pinzas
estruendosas eran lo suficientemente grandes para cortarle el torso de
un solo mordisco), Zhyzhak volvi a saltar, aterriz en su cabeza y le
quit de un golpe la mitra, el smbolo de su rango. Cuando el animal
empez a agitarse para quitrsela de encima, golpe una mano con
forma de garra contra el ojo multifactico y le rompi el globo, que era
como de cristal. La criatura chill a un volumen y tono tan altos que
hasta Zhyzhak, bien acostumbrada a los sonidos agudos, tuvo que
taparse los odos.
Las convulsiones eran demasiado frenticas; Zhyzhak perdi el
equilibrio, cay y por muy poco consigui agarrarse a tiempo a la parte
superior de las almenas para evitar acabar en otro ducado y perder el
camino. Mientras se pona derecha, la pinza del seor mantis volvi a
dirigirse hacia ella. Apenas pudo esquivarla y gru cuando le ara el
muslo; luego Zhyzhak rode con sus brazos al animal, con un abrazo
de oso y lo retorci con todo su peso y fuerza. El seor no pudo
ajustar su paso a tiempo y la pinza chasque, el caparazn cruji y
solt una sustancia viscosa y nauseabunda.
La mantis cay hacia atrs, tropez con las almenas que tena a
la espalda y cay en el ducado vecino. Un fragor salud su llegada y
un estruendo metlico indic que al otro lado del muro haba un
revoltijo de espadas y cuchillos. Cada ducado tena innumerables
legiones, la mayora de las cuales vagaban sin rumbo, desesperadas
por encontrar cualquier excusa para hacer la guerra. Esta mantis no
perteneca a ese ducado y por tanto era una partida abierta. Solo las
marcas que le haba infringido el Dragn Verde permitieron a Zhyzhak
llegar hasta all sin provocar un solo grito de los ducados vecinos.
Zhyzhak salt rpidamente por la parte superior de la almena y
luego volvi a saltar al corredor. Corri a toda velocidad. Ahora que los
ejrcitos estaban avisados, sera atacada en pocos minutos, a menos
que consiguiese llegar a la seguridad del templo, que perteneca a su
tribu. Las puertas del templo estaban cerca, abiertas de par en par.
Entr rodando en el vestbulo y se desliz velozmente por el suelo de
mrmol liso justo cuando estall un sonoro estruendo a sus espaldas.
Se gir para ver cmo los sulfurados ejrcitos de
espritus-pesadilla se detenan justo al otro lado de la puerta,
incapaces de pasar a los guardas que solo franqueaban el paso a los
Garou y a sus aliados. Zhyzhak les hizo un gesto de burla y se gir
hacia el vestbulo.
Ningn guardia corri a interceptarla. Un solo Garou estaba
sentado en el suelo al lado de las escaleras que conducan hacia
abajo. Tena el aspecto de un hombre deforme, el de una etapa
anterior de la evolucin humana, que le daba unas cejas arqueadas y
los msculos magros de un caverncola. Levant la vista mientras ella
se acercaba y le sonri de modo conspirador, al tiempo que se
levantaba para saludarla.
--As que aqu viene alguien ms a jugarse el alma en la fragua
del miedo --dijo.
--Cllate! He bailado la Espiral cinco veces, mierdecilla!
--Zhyzhak levant la mano y amenaz con golpearle.
La sonrisa del hombre desapareci y agach la cabeza, como un
nio al que acaban de decirle que su viaje a Disneylandia se ha
cancelado. Suspir y volvi a sentarse.
--Est abajo --dijo--. Ya conoce el camino.
Zhyzhak le agarr la oreja carnosa y le dio un doloroso tirn. l
se levant y se puso de puntillas para evitar que se la arrancara del
todo.
--Quin cojones eres t? --grit Zhyzhak.
--G-G-Galvarg --chill, al tiempo que se zafaba de su agarrn y
se acariciaba la dolorida oreja con ambas manos--. Mi deber es
conducir a cualquier guerrero gaiano hasta el Laberinto.
--Gaianos?! Y qu diablos iban a estar ellos haciendo aqu?
Galvarg suspir.
--Solan venir llenos de orgullo y gloria, esperando derrotar al
Wyrm o liberar a nuestra tribu de su lealtad. --Solt una risotada al
recordar las victorias del pasado--. Siempre fracasaban y se unan a
nosotros. Verlos salir a trompicones del Laberinto, con una renacida
locura en los ojos... oh, por la gloria del ayer.
Zhyzhak frunci el ceo.
--Ya no vienen ms?
--No. La noticia se ha propagado; nadie sobrevive entero e
inmaculado al Laberinto. Ya ni siquiera lo intentan.
--Y entonces por qu no encuentras algo til que hacer,
gilipollas? --Zhyzhak le dio una patada y el Garou se dobl sobre s
mismo y se apret las costillas.
--Ay! --grit, escabullndose de su atacante--. No puedo. Estoy
atado. El deber...
Jade de manera horrible e hizo una mueca de dolor, mientras
rodaba por el suelo. Sin embargo, en cuestin de segundos se le cur
la costilla destrozada. Se volvi a sentar y la mir con cautela, listo
para salir como un rayo si se acercaba a l.
Zhyzhak le escupi. Aquel tonto haba sido atrapado en algn
tipo de lealtad hacia Malfeas y ahora perda el tiempo esperando por
unos Garou que nunca llegaran. Idiota. Lo ignor y se dirigi a las
escaleras. En las paredes se podan ver reflejadas unas vacilantes
luces verdes que procedan de alguna fuente de abajo. Descendi los
escalones mientras buscaba con la lengua el fetiche que se haba
atado en la boca.
Al llegar al ltimo escaln se detuvo y mir los extraos dibujos
trazados en el suelo, venas verdes que latan, grabadas en mrmol
negro. No haba paredes por ninguna parte, solo neblinas que se
adentraban en la oscuridad. El Laberinto iba en todas direcciones.
Solo un camino era el correcto, el que la conducira al Segundo
Crculo y desde all al Tercero y a todos los crculos que venan
despus, hasta el legendario Noveno.
Se sac el fetiche de la boca y lo examin, todava cubierto de
saliva y de un resto del veneno que haba vomitado en el reino del
Dragn Verde. Quit la humedad de la superficie y lo estudi.
Aparentemente, el fetiche no era ms que una brjula de boy scout,
una de esas baratas para principiantes. Sin embargo, en la parte de
atrs llevaba tallados unos pictogramas que vinculaban a unas
pesadillas poderosas. Levant la tapa, una lupa y mir a travs del
cristal hacia la niebla. All, a su izquierda, haba una luz roja brillante
en el horizonte. Dio una vuelta, mientras vea la bruma subir y bajar
para desorientarla, pero el brillo rojo segua all, un punto fijo en el
paisaje cambiante.
Ech la cabeza hacia atrs y rugi de placer. El Ojo del Wyrm la
guiara. En un sitio desprovisto de cualquier lgica o espacio estable,
el Ojo del Wyrm (Anthelios, la Estrella Roja), permaneca impasible.
Se guiara por l y as seguira su camino a travs del caos hasta el
centro, sin miedo a perderse.
Zhyzhak se enroll la correa del comps al cuello y entr en el
Laberinto cuidadosamente, en direccin a la Estrella Roja. Las nieblas
la tragaron de inmediato y luego se desvanecieron, dejando una
oscuridad total. Oa voces, gritos y chillidos lejanos y se dio cuenta de
inmediato de que eran los suyos. Ladr un gruido de desprecio,
porque ya haba experimentado esto antes: el Primer Crculo de
Revelacin. Zhyzhak sigui andando, mirando a travs de su lente,
mientras ignoraba las apariciones y las voces a su alrededor,
concentrada en el Ojo. Ya haba bailado este crculo, junto con los
otros cuatro que venan despus; cada uno era un requisito para subir
de posicin dentro de su tribu. Ya no poda aprender nada ms en
este nivel. Buscaba los Misterios Secretos, el Sexto Crculo y lo que
haba ms all. Sera un baile largo hasta llegar all, pero poda
avanzar ms rpido utilizando el fetiche para encontrar el camino
oculto, los atajos del Laberinto.
Zhyzhak cogi su ltigo de espinas y lo hizo restallar. Su
chasquido retumb por la oscuridad, pero a diferencia de sus
anteriores ecos, en el patio, lo hizo casi con tanta fuera como para
destrozarle los tmpanos. Lo ignor y volvi a restallar el ltigo contra
la niebla, hacindole un agujero como quien corta un seto. Los
zarcillos de la niebla gritaron mientras se separaban, apartados por los
poderes demonacos del espritu del ltigo y supo que estaba en el
camino correcto; el dolor revela todos los secretos.
Zhyzhak avanz, restallando el ltigo y apartando ms niebla
que le bloqueaba el camino, mientras rea a carcajadas a cada paso.
Estaba recorriendo el camino que ningn Garou haba explorado antes
que ella, siguiendo el seuelo del Ojo, invisible a todas las miradas
excepto a la suya gracias al fetiche. Era irnico que el secreto de su
fabricacin viniese de Ojo-Blanco-ikthya, viejo y ciego, pero que a
pesar de todo poda ver la Estrella Roja. l no haba pretendido
revelarle el secreto de su fabricacin. Despus de que ella se lo
arrebatara se haba marchado. El miedo que le tena a aquello en lo
que poda convertirse con el fetiche le hizo buscar a su antigua tribu
con la esperanza de que su poder consiguiera deshacer lo que l
haba hecho. Demasiado tarde. Gracias a su saber, lograron de alguna
manera herir a Grammaw con sus conjuros, pero no pudieron detener
a Zhyzhak.
Estaba tan exultante en su marcha victoriosa, riendo para s
misma mientras restallaba el ltigo, que no se dio cuenta del rastro
que estaba dejando tras ella: un camino, pisoteado y desgarrado, de
huellas y jirones de niebla que luego se desenmaraaba a medida que
pasaba el tiempo.
En las profundidades de la Umbra, en sitios lejanos a Malfeas
pero an conectados por lazos de contaminacin y corrupcin, los
antiguos nudos empezaron a deshacerse. Las barreras y caminos
unidos por la retorcida lgica del Laberinto de la Espiral Negra
empezaron a separarse. Las criaturas atadas a la esencia del
Laberinto lloraron y gimieron mientras se desintegraban. Otras,
liberadas de cualquier pequea lealtad al orden que representaba el
Laberinto, saltaron de sus jaulas y corrieron por todas partes,
propagando el caos y la destruccin.
El viejo orden comenz a derrumbarse e incluso la Tejedora se
tambale, enviando sacudidas por las redes que unan todos los
mundos...
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______________ PRIMERA PARTE: FUEGOS SACRLEGOS
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[ Fuegos Sacrlegos cayeron al suelo, quemndonos o todos, retorcindonos
y hacindonos vomitar sangre.
~LA PROFECa del fnix, "La sptima seal" ] `
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_____ 1 _____
Los pasos de los ancestros
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Un aullido solitario retumb a travs del pinar cubierto de nieve,
hasta que los picos de las montaas cercanas se lo tragaron.
Descendi un silencio total. No se oa el canto de un pjaro, ni el
chasquido de una rama cargada de nieve.
El rey Albrecht lade la cabeza e intent or algn aullido de
respuesta a lo lejos, pero no capt nada. Estaba completamente
inmvil; su cuerpo alto y musculoso pareca una estatua vestida de
pieles gruesas y agarraba con la mano la empuadura de una espada
que le sobresala por encima del hombro, con la hoja enfundada a la
espalda. El pelo blanco se derramaba sobre sus hombros desde
debajo de una correa de plata. Mir de soslayo a Lord Byeli con su
nico ojo; el otro, que era solo una masa de tejido cicatrizado, lo
llevaba tapado detrs de un parche con unas runas grabadas. El
hombre alto y de barba blanca, ataviado con pieles blancas, estaba de
pie delante de l, observando las montaas.
--Est hablando de nosotros, verdad? --dijo Albrecht; su aliento
helado empaaba el aire delante de l--. Vienen. A quin est
avisando?
Byeli se gir para mirar a Albrecht a los ojos.
--S, habla de nosotros. Creo que est en aquel pico de all.
--Seal la cima de una montaa que se poda ver por encima de la
lnea de rboles--. Es una de las celadoras situadas al borde de la
fortaleza.
--Estamos en la fortaleza? --pregunt Albrecht, sonriendo. Dej
escapar un suspiro de triunfo mientras golpeaba con un puo la palma
de la otra mano enguantada--. Por fin! Ya me estaba hartando de
tanta nieve y hielo.
Byeli agit la cabeza.
--Estamos en la fortaleza, s. Al borde de la misma. Lo que tiene
delante son los Montes Urales. Pero todava nos queda un largo
camino para llegar al tmulo.
Albrecht baj los prpados y su sonrisa se convirti en una
mueca.
--Esta fortaleza es monstruosamente grande. Cmo defendis
algo tan enorme?
--Aqu no hay nadie --dijo Byeli, ajustndose la capucha contra la
brisa glida--. Unos pocos aldeanos al sur y algn cazador o trampero,
pero nadie ms. Nos hicimos con los proyectos militares secretos de
Stalin hace mucho tiempo. Los Urales son nuestros.
Albrecht mir las montaas lejanas, blancas y marrones a la luz
del sol de medioda.
--Realmente es algo salido del pasado, verdad? Virgen,
abandonado e ilimitado.
--No todas las montaas lo son. No podemos defenderlo todo.
Pero aqu, este lugar, es puro. El tmulo Garou ms antiguo desde
antes de que los humanos construyeran su primera ciudad.
Albrecht oy gruidos y respiraciones melanclicas entre los
guerreros que estaban a su espalda, en el camino. Eran sus guardias
de lite Colmillo Plateado, lo mejor de lo mejor. Algunos de ellos eran
"de su propia cosecha", hermanos del clan que tena en Vermont, pero
otros haban llegado desde clanes de su tribu de todo el mundo, para
quedarse a su lado. Ahora, le seguan por la tundra de Rusia para ver
el tmulo ancestral de su tribu, el Tmulo de la Monarqua santificado
por el mismsimo Halcn.
Ellos, como l, llevaban pieles gruesas para el clima fro, con
capuchas, mscaras de punto y gafas oscuras para atenuar el brillo
severo de la nieve. Dos atendan un trineo cargado de provisiones,
tirado por un par de caballos. A Albrecht no le gustaba aquella parte.
Los caballos se asustaran si los de su equipo se vieran obligados a
adoptar la forma de batalla. Al parecer, no se podan llevar vehculos
modernos. No era que los jeeps no pudiesen llegar a donde
necesitaban, sino que sus anfitriones del tmulo no permitan
mquinas as en ningn lugar cercano a su hogar sagrado. Adems,
haba algn tipo de ritual de mierda, un ritual antiguo sobre los "Pasos
de los Ancestros", un viaje ceremonial a pie y trineo, idntico al que
sus predecesores reales haban hecho cuando regresaban al Tmulo
Madre. Por lo que a Albrecht se refera, todo aquello era una chorrada
legalista, pero siempre que lo sacaba a relucir, pareca escandalizar al
clan de Byeli (sobre todo porque quien lo deca era un rey). As que
acab por cerrar el pico acerca del tema y se dej llevar.
Albrecht se gir para mirar a sus guardias mientras examinaban
el horizonte, el cielo y los bosques a su alrededor. Eran tropas
veteranas, siempre alerta buscando cualquier seal de figuras que se
aproximasen ya fueran humanas, de lobo u otras. Desperdigados
entre su propia banda de doce Garou haba cinco exploradores del
clan Pjaro de Fuego de Lord Byeli, una manada llamada la Cada de
la Flecha. Por delante de su squito, bien lejos del alcance de la vista
y del odo en el mundo espiritual, Melenanocturna corra sola,
explorando el camino en busca de seales de enemigos y
asegurndose de que los celadores del espritu del tmulo fueran
apaciguados adecuadamente. Ella tambin era del clan de Byeli y
haba vuelto a establecer su base en Zagorsk cuando Albrecht lleg
por primera vez a Rusia utilizando un puente de luna.
--Pongmonos en marcha --dijo Albrecht--. Ya es hora de que
lleguemos all.
Se volvi otra vez hacia el camino y avanz, haciendo un gesto
con la cabeza a Byeli cuando pas a su lado. El senescal Colmillo
Plateado le sigui y se puso lo suficientemente cerca para poder
contestar cualquier pregunta que el rey le hiciera. Era el consejero del
rey en aquella zona durante todo el tiempo que Albrecht planease
pasar en la madre Patria.
Ya haba quedado patente que la estancia de Albrecht sera ms
larga de lo que haba pensado en un principio. Haba organizado esta
audiencia con la reina Tamara Tvarivich haca meses, pero nunca se
haca una reunin entre dos dirigentes Colmillos Plateados sin
semanas de preparativos previos y logstica, de intercambio de
peticiones y concesiones rituales. Ya haba hecho la primera
concesin al aceptar ir hasta ella, en su propio territorio. Ella haba
aceptado de buena gana, pero haba sido bien arrogante con sus
concesiones y haba renunciado a muy poco. La reina necesitaba a
Albrecht; l lo saba. Su pas estaba arruinado y solo ahora estaba
empezando a recuperarse de una pesadilla oculta que haba cortado
todos los viajes hacia y fuera de la regin durante aos. La legendaria
bruja Baba Yaga haba gobernado Rusia con mano de hierro,
comandando legiones de no-muertos y la arpa haba conseguido
incluso ganarse la fidelidad de los temidos dragones Zmei. Pero ahora
todo aquello perteneca al pasado; la Bruja estaba muerta, la mayor
parte de su legin haba sido destruida o se haba dispersado y uno de
los Zmei haba sido asesinado por la propia Tvarivich (con la ayuda de
sus impresionantes ejrcitos, por supuesto).
Al final las nubes se haban abierto, dejando entrar la luz del sol
y con ello se haba incrementado la libertad de los Garou. Sin
embargo, esto implicaba libertad tambin para las bestias del Wyrm
que no se haban aliado con la Bruja, y eran muchas. La Bruja tena
sus propios planes y haba encadenado a todos sus seguidores a su
voluntad, que normalmente difera de los intereses de los corruptores.
Ya se estaban deslizando cosas nuevas por la madre Patria y los
Garou de aqu haban perdido guerreros valiosos en sus duras
batallas. Necesitaban gente de fuera, no solo compaeros Colmillos
Plateados, sino tambin de otras tribus. Para Tvarivich, aquello
significaba una alianza con alguien influyente, alguien que pudiera
defenderla en el Nuevo Mundo. Ese alguien tena que ser el rey
Albrecht.
Albrecht no pudo evitar sonrer mientras avanzaba, con la nieve
crujiendo ruidosamente bajo sus pies. Casi esperaba que algo
estuviese al acecho delante de ellos, algn monstruo contra el que
luchar, para tener la oportunidad de demostrar sus credenciales de
primera del Nuevo Mundo a todos aquellos tradicionalistas engredos.
No haba nada como la sangre en un klaive para convencer a los
escpticos de que hablabas en serio.
Mir a Byeli y a sus guardias ms cercanos, pero no mostraban
signos de detectar nada anormal. Se encogi de hombros, los estir y
acept que el resto del camino podra transcurrir sin incidentes. Al
menos tena una vista impresionante del paisaje puro y majestuoso.
Al hacer los preparativos para la reunin, Lord Byeli y
Melenanocturna haban ido a los Estados Unidos para instruir a
Albrecht acerca de las tradiciones de los Colmillos Plateados de la
madre Patria. Tambin haban ido en una misin propia, que haban
mantenido en secreto. Haban soltado el ttem de su clan, el Pjaro de
Fuego, sobre Albrecht y este haba querido conocer su papel en el
destierro y difamacin de Lord Arkady.
Eso sacaba de quicio a Albrecht. Haba dejado todo el asunto de
Arkady en el pasado. Una vez que haba reclamado la Corona de
Plata para s mismo, no le importaba lo que le ocurriera a aquel
bastardo traidor. Le haba perdonado la vida a Arkady solo porque el
Halcn se lo haban aconsejado (aconsejado, no pedido). Luego el
tramposo canalla haba vuelto a aparecer en Europa, al parecer
despus de haberse creado un nombre nuevo en Rusia y haba
mostrado unos documentos falsos para cambiarse el nombre. Pero
esta vez se haba condenado a s mismo por sus propios actos delante
de todo el mundo. La nacin Garou lo haba rechazado y haba
desaparecido. Para sorpresa de todo el mundo y no menos para la de
Albrecht, se haba redimido al herir a la criatura del Wyrm
Jo'cllath'mattric, permitiendo que el grupo de guerra de Albrecht
rematase a la bestia.
As, redimido pero muerto, Arkady volva a atormentar la vida de
Albrecht, pero esta vez haciendo que un ttem Incarna dudase de su
palabra. Sin embargo Albrecht haba arreglado el asunto y Pjaro de
Fuego haba hecho algo ms que aceptarlo: le consigui a Albrecht
una audiencia con la mismsima Corona de Plata, uno de los poderes
secretos que tena el fetiche. Albrecht haba sido examinado por la
Corona y haba aprobado y as lleg a enterarse de ciertas verdades
sobre el liderazgo y el poder (y cundo abandonarlo en el curso
natural del tiempo).
El resultado de aquel suceso fue que Albrecht empez a sentirse
ms cmodo en su papel. Siempre haba tenido persistentes dudas
sobre su destino, temeroso de que pudiera volverse loco, como ya le
haba pasado antes a su abuelo, como les haba pasado a tantos
dirigentes Colmillos Plateados. Melenanocturna le haba enseado lo
que ella llamaba "El secreto de la soberana", un alegato feroz que
defenda que la tendencia a la locura de la tribu Colmillo Plateado era
una maldicin de Luna en su personalidad desdoblada de la Luna
Traicionada. Al parecer, algn antiguo rey Colmillo Plateado le haba
tocado las narices de verdad a la vieja arpa al comprometer a su tribu
con el siervo de Helios, el ttem del Halcn.
Si este presunto secreto era cierto y los dirigentes Colmillos
Plateados solo disponan de siete aos antes de empezar a perder la
cordura, entonces la propia mente de Albrecht ya deba de estar en
peligro. Lo extrao era que se senta ms cuerdo y controlado que
nunca. Inseguro, se pregunt brevemente si acaso aquello no sera
una seal de locura en s misma, pero su experiencia con la Corona
de Plata le haba mostrado lo contrario: haba aprobado el examen de
poder y haba demostrado que podra renunciar si era necesario. Era
un instrumento, no una parte fundamental de su identidad.
--Ve aquellas huellas, seor? --dijo Byeli, interrumpiendo la
reflexin de Albrecht. Seal un par de huellas de animal que
cruzaban su camino.
--S, una liebre. Y bien grande --dijo Albrecht, echando un
vistazo al brillo de la nieve--. Y?
--No es una simple liebre. Sus huellas marcan el lmite entre la
fortaleza y el mundo exterior. Es el espritu al que llamamos Amigo
Tenaz. Ayuda a los celadores a mantener el territorio.
--S? Entonces, cuando crucemos por encima de las huellas,
este espritu sabr que estamos aqu?
--Exacto. Por supuesto, los defensores Garou ya lo saben,
gracias al aullido de vigilancia que escuchamos antes. Esto es
simplemente otra lnea de defensa.
Albrecht asinti y pas por encima de las huellas. Se detuvo y
escuch y mir a su alrededor con un brillo extrao y desenfocado en
los ojos. Invoc una estratagema que le haban enseado los espritus
y mir dentro de la Umbra, el reflejo espiritual del mundo material que
queda justo detrs de la barrera llamada la Celosa. La Celosa era
delgada y dbil en esta tierra prstina y permita un fcil acceso a su
visin.
Sorprendentemente, el bosque pareca el mismo que el del
mundo material. Eso era una buena seal; significaba que haba una
buena armona entre los dos, que los espritus y sus homlogos
materiales (rboles, animales e incluso las piedras) estaban
prosperando. Albrecht frunci el ceo cuando mir ms de cerca. Las
cosas estaban realmente vivas, pero haba signos de ceniza en varios
lugares, como si en el pasado reciente hubiera habido incendios en
algn momento y el bosque no hubiera regenerado todava el suelo
quemado.
Sus ojos siguieron las huellas pero no vio ninguna seal de
movimiento ni tuvo ninguna sensacin de que un espritu les vigilase,
aparte del tembleque que uno tiene cuando mira en la Umbra. Las
cosas siempre te vigilaban, pero no siempre eran animadas o
sensibles siquiera.
Parpade y volvi a mirar a Byeli, que esperaba pacientemente
en el camino, detrs de l.
--Es extrao; veo signos de incendios en la Umbra, pero no aqu
en el mundo fsico.
Byeli asinti.
--Fuego Zmei. Los dragones lucharon al borde de la fortaleza y
destruyeron gran parte del paisaje espiritual. Aqu hay unos pocos
rboles muertos y bosquecillos como prueba, pero estn apartados del
camino que recorremos.
Albrecht asinti y silb. Uno de los guerreros Garou de la
comitiva se acerc trotando. Era alto pero bastante delgado y llevaba
un cuchillo grande de plata en una vistosa funda al costado.
--Seor --dijo, al tiempo que inclinaba la cabeza.
--Llamadorada --dijo Albrecht poniendo la mano en el hombro
del guerrero-- quiero que t y Cortezabedul exploris el camino que
tenemos delante. Avanzad unos cincuenta pasos. No os salgis del
alcance de un grito. El de un garganta humana, no el de los lobos,
aunque vosotros dos mejor vais a cuatro patas.
--S, seor! --dijo Llamadorada, cambiando ya de forma; pas
de humano a un lobo de piel blanca y amarilla, su ropa desapareci,
pero el cuchillo sigui en su funda, ahora atado a su espalda. Ladr
una orden en la lengua de los lobos al grupo que tena detrs y una
guerrera de pelo blanco y gris cambi a la forma lobuna. Avanz
trotando, evidentemente feliz por volver a su forma de nacimiento y
Llamadorada y ella pasaron corriendo al lado de Albrecht, levantando
la nieve mientras bajaban a toda prisa por el camino.
Albrecht comenz a andar de nuevo. La fila de guerreros le
sigui, con los caballos y el trineo en el centro, custodiados por
delante y por detrs.
--Eh, Byeli --dijo Albrecht.
--S, seor?
--Esa ciudad en la que est tu clan, Zagorsk. Todos los
monasterios de Rusia se parecen a ese? Con esas cpulas en forma
de cebolla que recuerdan a Disney?
--No entiendo...
--S, hombre, con esos materiales de colores tan brillantes. Azul
cielo con estrellas doradas, hojas doradas, diseos rojos y blancos y
todo eso.
--Ah, creo que ya entiendo lo que quiere decir. La mayor parte
de la gente piensa que los rusos son tristes y aburridos. Todo el que
mire al monasterio de la Trinidad dir lo contrario. S, es colorido. Pero
no, no todos los monasterios son como este. De hecho muchos son
desoladores y grises.
--Solo era curiosidad. Tengo que admitir que en cuanto lo vi, me
imagin que era el tipo de lugar que le gustara al Pjaro de Fuego.
Muchos colores. Un monacato apasionado.
--Visitamos el monasterio de vez en cuando, como hacen
muchos turistas. Nuestra propia morada, estoy seguro de que usted
estar de acuerdo, es mucho ms humilde y pasa inadvertida.
--Si puedes llamar humildes a unas catacumbas. Me encant
cuando retirasteis el techo de noche para ver la luna y las estrellas.
--Solo se hace durante los rituales. La mayor parte del tiempo
permanece cerrado. Hacemos nuestras tareas a la luz de las velas.
--Tienes que admitir que eso es bien extrao en un clan Pjaro
de Fuego. Despus de todo es una de las familias de Helios.
--No, es una tradicin. Dse cuenta que aqu arriba, pasamos
muchos meses sin ver el sol. Las velas indican que cuidamos la llama
de la que nuestro ttem se puede levantar.
--Pero el tmulo de la Luna Creciente, al que nos dirigimos, es
todo exterior, no?
--No del todo. El rea ritual est a cielo abierto, pero el
verdadero centro espiritual est... bueno ya lo ver usted mismo. No
quiero estropearle la sorpresa.
Albrecht solt una risita.
--De acuerdo. Puedo esperar. He esperado una semana entera y
toda a pie. Puedo esperar un da o dos ms.
Albrecht haba llegado con una guarnicin seleccionada
cuidadosamente al clan Pjaro de Fuego, el hogar de Lord Byeli, o al
menos a su hogar de adopcin, porque era natural de las islas
britnicas. Se haba quedado atrapado en Rusia por la Cortina de
Oscuridad de Baba Yaga, e hizo del clan Pjaro de Fuego su nuevo
hogar.
Lo extrao era que tambin haba sido el clan de Arkady. De
hecho, haba sido su jefe una vez que regres a Rusia, desterrado por
Albrecht de los Estados Unidos. El problema era que no le haba
hablado a nadie de su exilio y les haba hecho creer que era un hroe.
Haba seguido con ello todo el tiempo que pudo porque, el maldito, era
un hroe. Cuando lleg la hora de la verdad, sali airoso. No era
estpido ni cobarde, solo estaba obsesionado consigo mismo hasta el
punto de la arrogancia y no se dio cuenta de que aliarse con el Wyrm
no significaba que pudiera controlarlo.
Albrecht se haba entrevistado con el nuevo jefe del clan,
Rustarivich, que estaba desesperado porque le vieran como un aliado
del poderoso rey Colmillo Plateado. Tvarivich estaba consolidando
Rusia bajo su gobierno y cada lder de los clanes ceda a sus
peticiones. Pero Rustarivich quera cierto grado de autonoma y la
nica manera de conseguirlo era contar con aliados fuertes que
pudieran equilibrar el poder de Tvarivich. Rustarivich no era en modo
alguno desleal hacia Tvarivich ni se mostraba poco dispuesto a
trabajar con ella; simplemente quera hacerlo a su manera, lo que
irnicamente significaba ceder a la de Albrecht.
Aquello implicaba permitir que su equipo abriese puentes de luna
para el clan Pjaro de Fuego siempre que quisieran y entrenamiento
en los secretos espirituales para sus videntes durante la larga noche
de la Cortina de Oscuridad. Y lo que es ms, sus manadas Colmillo
Plateado podan comprometerse con el Pjaro de Fuego si as lo
deseaban y eso les aportaba poderes extraos en una parte del
mundo en la que aquel ttem era prcticamente desconocido.
Luego, con el regalo de provisiones, los caballos y el trineo y los
consejos de Byeli y Melenanocturna, Albrecht se diriga al tmulo de la
Luna Creciente, para entrevistarse con Tvarivich y crear pactos entre
sus respectivos clanes. En un principio haba dado por sentado que
simplemente utilizaran un puente de luna para llegar desde Zagorsk
hasta el corazn de los Urales, pero la Luna Creciente denegaba
cualquier puente de luna que no se originase en clanes ya alineados
con Tvarivich. En caso de emergencia, podra forzar el tema, pero todo
esto trataba de diplomacia, no de conveniencia. Una vez que llegase a
un acuerdo con Tvarivich, podra tener su puente de luna y no antes.
Al principio, se haba puesto furioso y haba descargado su ira
contra unos cuantos rboles de las afueras de Zagorsk, que haba
derribado a golpes con su gran klaive. Aquel esfuerzo le agot lo
suficiente para hacer que al final se sentase, pensase en la situacin y
la aceptase. Todava tena ventaja y Tvarivich lo saba. Sus tcticas
eran medidas para mantener su dignidad y la ilusin del poder
supremo, pero Albrecht no era quien defenda al tmulo ms antiguo
de las bestias Wyrm que acababan de salir del huevo. Ella le
necesitaba y ese conocimiento era suficiente para hacer que se riese
de las peticiones insultantes y las rudas bienvenidas.
El squito de Albrecht camin el resto del da y de la noche y
solo par para dejar que los caballos descansasen y comiesen. Hacia
la medianoche, acamparon en un claro e hicieron turnos, unos
durmiendo mientras otros montaban guardia. Albrecht se qued
despierto un rato, pensando en algunas de sus tcticas diplomticas.
No se le daba demasiado bien el tema de la sutileza, pero con su
seriedad y reputacin normalmente consegua lo que quera... a la
larga. Saba que tena que mostrarse firme y aguantar un montn de
ofertas falsas y probablemente alejarse muchas veces (o amenazar
con hacerlo) antes de que Tvarivich se diera cuenta por fin de que
aquello de tirarse faroles no era su estilo. Al final, llegaran
seguramente a algn tipo de acuerdo. Esperaba que, tras su
legendaria mscara glida de amarga ira, ella fuese tan razonable
como le haban dicho Byeli y Melenanocturna. Realmente le haba
parecido que lo era cuando se haban encontrado el ao anterior en el
tmulo del margrave para abordar el asunto de Jo'cllath'mattric.
Escuch unas rdenes bruscas procedentes de uno de sus
guardias. Pareca Martillo Negro, el hombretn de Montana que se
haba unido a su clan unos veranos atrs. Despus se oy un suave
ladrido de respuesta. Melenanocturna entr en el claro; su pelaje
negro era una sombra en la nieve. Albrecht levant el brazo y Martillo
Negro baj su martillo, el fetiche que llevaba y que le haba hecho
ganarse su nombre. Melenanocturna se dirigi hacia Albrecht y se
sent. l se acerc al fuego y a la carne que an colgaba de un palo
por encima de la hoguera. Ella asinti agradecida, se levant y
empez a comer directamente del palo.
--Qu es lo que estn diciendo los espritus? Apuesto a que no
han visto nada como nosotros durante un tiempo.
Melenanocturna cambi a su forma humana. Su pelaje grueso se
transform en un viejo abrigo de piel de oso cosido a mano y con
capucha.
--Sienten curiosidad --dijo, mientras se sentaba otra vez al lado
de Albrecht--. Pueden ver la corona sobre su frente, seor, as que
saben que es importante. El propio Halcn se sienta a menudo en las
montaas que rodean al tmulo, as que se apresuran a inclinarse
ante sus aliados. Reconocen la corona como algo que conlleva su
poder, aunque tambin lleva a otros poderes incluso ms grandes que
el del Halcn.
--S. Luna y Helios. Lo s. Bueno, mientras sepan que somos
cordiales y no intentamos nada raro, todo ir bien.
--No interferirn. Sin embargo, se reunirn en nmero cada vez
mayor para vigilar lo que ocurre aqu. Cualquier pacto entre clanes
Garou es un asunto importante para los espritus, especialmente para
aquellos a los que podran llamar algn da para ensear secretos o
para entrar en pactos de fetiches.
Albrecht asinti. Estaba contento de que Melenanocturna
estuviese all; era una buena Theurge, un espritu vidente y pareca
serle bastante leal aunque solo se conocan desde haca unas pocas
semanas. Pero echaba de menos a Mari, su compaera de manada.
Estaba acostumbrado a acudir a ella a por consejos de chamn. Ella
nunca le deca chorradas ni intentaba endulzar las cosas para
hacerlas parecer mejores. Echaba de menos ese tipo de franqueza;
estaban demasiado acostumbrados a la etiqueta, del tipo que
aplicaban la mayora de los reyes Colmillo Plateado. Albrecht no se
pareca en nada a la mayora de los reyes.
Tambin echaba de menos a Evan. El chico era un buen
diplomtico. Un poco confiado a veces, dispuesto a darle a todo el
mundo el beneficio de la duda incluso cuando saba que lo
desperdiciaran, pero esa complacencia le haba hecho ganar muchos
aliados y le proporcionaba gran respeto incluso entre la Camada de
Fenris, all en su tierra, y aquellos cazadores de las montaas
Adirondacks no eran memos. Aqu hubiera podido utilizar el consejo
del chico. Evan ya no era un chico, pero segua siendo ms joven que
l o que Mari.
Albrecht quera que fueran, pero tambin saba lo duro que sera
para ellos. Este era un asunto de los Colmillos Plateados; estaran de
ms, tendran poco que hacer y apenas ganaran nada. Adems, Evan
tena un asunto importante del que encargarse con su tribu. Por fin se
haba ganado la confianza de los grandes jefes, como Aurak Danzante
de la Luna y haba sido invitado al norte para merodear con ellos. Esta
sera una gran oportunidad para ganar algo de honor y conducir a
algunos compaeros hacia su manera de pensar. Si consegua que los
Wendigo dejasen a un lado algo de su odio por las tribus
"Contendientes del Wyrm", como solan llamar normalmente a los
inmigrantes Garou europeos, tendran un gran xito al unirse contra un
enemigo.
Mari no haba querido ir en un principio. Quera apoyarle, pero
saba que pasar uno o dos meses entre los Colmillos Plateados
pondra a prueba su paciencia. Haba decidido quedarse en Nueva
York, pero estaba solo a un puente de luna de distancia, en Finger
Lakes, si haba problemas.
La forma de Melenanocturna se transform en la de lobo. Se
hizo un ovillo, enterr la cabeza en la piel y se durmi en unos
minutos. Se lo haba ganado despus de haber caminado por delante
del grupo durante das enteros, sin dormir.
Albrecht se levant y se estir y fue a relevar a los guardias. Se
senta completamente despierto; no tena ningn sentido tener a un
guerrero que necesitaba dormir perdiendo el tiempo en una guardia
cuando Albrecht poda encargarse de ella. Se pas la noche
caminando adelante y atrs por el lmite del claro sin que ocurriera
nada.
Al rayar el da, levantaron el campamento y regresaron al
camino. Era una senda de cazadores, despejada generaciones atrs y
conservada todava por algn trampero o Garou ocasional. Llega ron
rpido a las montaas, donde Byeli les condujo a un pequeo camino,
rodeado por muros altos a cada lado; era suficientemente ancho para
dos Garou, pero estrecho para los caballos y el trineo. Los
engancharon en fila india y empezaron a enderezar sus pasos a travs
del desfiladero. Hacia medioda, el camino se hizo demasiado
peligroso para los caballos; tendran que dejarlos atrs.
--No me gusta tener que dejarlos aqu para que se los coman
--dijo Albrecht--. Nos han servido muy bien y se merecen algo mejor.
--Estoy de acuerdo --dijo Byeli--. Ahora es cuando pedimos
ayuda. Con su permiso...
--Qu? Vas a llamar a los vecinos? --Albrecht mir a su
alrededor, buscando alguna seal de que hubiera Garou escondidos.
--Exacto. Los estn esperando. Custodiarn nuestro trineo
mientras nosotros seguimos a pie.
Albrecht asinti y Byeli ech hacia atrs la cabeza y dej salir un
sonoro aullido. Un aullido lejano son en alguna parte del camino unos
momentos despus. Byeli respondi con otro grito y poco despus
apareci una manada de lobos en la otra punta del camino, doblando
un recodo. Era una mezcla de ejemplares grises y blancos,
magnficos. Mientras se aproximaban, el lobo jefe cambi a la forma
humana y se convirti en un hombre imponente, de pelo rapado y
cuello de toro, vestido de uniforme militar de nieve.
--Saludos, rey Albrecht --dijo en un ingls con fuerte acento ruso,
mientras haca una reverencia. Los lobos que tena detrs se
arrodillaron y agacharon la cabeza--. Bienvenido al clan de la Luna
Creciente. Estamos encantados de que hayan llegado hasta aqu
siguiendo los pasos de sus ancestros.
--Gracias --dijo Albrecht, asintiendo, pero sin inclinarse. All era
el rey--. Ha sido un buen viaje. No suelo pasar mucho tiempo seguido
en la naturaleza. No puedo esperar a ver el tmulo que tenis; es
legendario en todo el mundo.
El hombre respondi con una dbil sonrisa. Pareca sincera,
pero daba la impresin de que no estaba demasiado acostumbrado a
sonrer y pareca no saber muy bien cmo hacerlo. Volvi a inclinarse
e indic el camino con la mano.
--Me llamo Garra Rota. Me sentira honrado de poder guiarlo, su
majestad.
Albrecht asinti.
--Indcame el camino. Hay alguien que pueda vigilar a los
caballos?
--Por supuesto. --Garra Rota se dirigi a dos de los lobos.
Ambos cambiaron de forma y adoptaron la de dos jvenes rusos,
vestidos de calle. Avanzaron y tomaron las riendas de los caballos--.
Por favor, sgame --dijo Garra Rota al tiempo que se daba media
vuelta para volver a subir por el camino.
Albrecht le sigui, con Byeli y sus guerreros detrs de l. El
camino se hizo ms peligroso en ciertos lugares y tuvieron que escalar
por riscos escarpados cubiertos de grava, pero pudieron recorrerlos
fcilmente cambiando a la forma de cuatro patas. Mientras se
aproximaba el crepsculo (en las montaas anocheca antes, porque
el sol desapareca detrs de los picos occidentales) el camino se
inclin hacia abajo y llegaron a un pequeo campo; los muros se
estiraban a cada lado y dejaban a la vista un valle amplio y lleno de
rboles. A lo lejos, el estruendo del agua daba a entender que haba
ms de una cascada.
--Seor --dijo Garra Rota--. Mi seora la reina Tvarivich lo
espera en el centro del tmulo, ms adelante y a nuestra derecha,
atravesando el bosque. Sin embargo, me ha ordenado que le lleve
primero a una zona nica de nuestro tmulo, a nuestra izquierda. --Se
movi en esa direccin, esperando el consentimiento de Albrecht.
Albrecht frunci el ceo y mir a Byeli.
--Supongo que he esperado bastante; un pequeo rodeo no
importar. --Byeli asinti, pero no dijo nada--. Adelante.
Siguieron a Garra Rota por un bosque antiguo, que haba
crecido intacto durante milenios. El suelo se elev a medida que
ascendan a una zona ms alta del valle. Al final, salieron del bosque y
vieron un ro ancho y estruendoso que divida el centro del valle y que
bajaba tronando a su derecha por encima de un precipicio escarpado;
segua avanzando y tena al menos otros dos saltos a lo lejos, aunque
apenas podan llegar a verlos a travs de la niebla y la penumbra, que
se iba oscureciendo.
Un puente cruzaba el ro en un recodo donde se estrechaba. Al
otro lado, Albrecht pudo ver unos lobos que se movan por el bosque y
que los vigilaban. Siguieron a Garra Rota por el puente.
--Rey Albrecht! --grit Byeli--. Mire!
Albrecht mir hacia donde apuntaba la mano de Byeli, un risco
del ro, enorme y de superficie lisa. La vista lo dej pasmado. Se
detuvo en el puente, mirando hacia all.
Su superficie estaba tallada con relieves que representaban
guerreros Garou, chamanes y lderes, que combatan contra bestias
del Wyrm, apaciguaban a los espritus y se sacrificaban por la tierra.
--El Muro de los Hroes --dijo Albrecht--. Haba odo hablar de
l, pero no imaginaba que sera tan... grande.
--Es realmente antiguo, seor --dijo Byeli--. Sus primeras tallas
datan de la ltima poca glacial de la Tierra. Son... difciles de leer,
pero a pesar de todo son conmovedoras y hablan de una parte de
nuestra alma que comprende.
--Mi seora pidi que vierais el muro --dijo Garra Rota-- sobre
todo las tallas ms recientes.
--S, vemoslo. Puedo adivinar un poco, pero desde aqu no lo
veo claramente.
Albrecht sigui a Garra Rota hasta el otro extremo del valle.
Pasaron el bosque y salieron a una pequea explanada desde la que
se poda ver todo el muro. Era impresionante. El pasado ms lejano se
estiraba hacia la izquierda, en tallas primitivas que se vean a lo lejos.
El pasado ms reciente quedaba hacia la derecha, con las tallas ms
modernas. Se acerc a examinarlas y se qued de piedra al verse a s
mismo representado en el muro.
De pie sobre un campo de batalla de criaturas del Wyrm estaba
su imagen, marcada por una brillante corona de plata y su conocido
parche en el ojo. Incluso haban representado los detalles de su
magnfico klaive.
Debajo de su imagen haban tallado algo, pero estaba araado
por mltiples marcas de garras. Lo mir fijamente, pero no pudo
distinguirlo con claridad. Pareca un guerrero Garou de algn tipo,
borrado de la superficie.
--Lord Arkady --dijo Garra Rota--. Su honor ha sido abolido.
Albrecht frunci el ceo.
--Mira que yo odiaba a ese tipo. No me importara verle recibir un
castigo, pero se sacrific contra el Wyrm. No me parece justo borrarle
totalmente del recuerdo.
--Sus hazaas todava estn, seor --dijo Garra Rota, sealando
a otra imagen de Arkady, a su izquierda, atrs en el tiempo. En esta
imagen, conduca a una manada de Garou contra una horda de
soldados no-muertos y su aura brillaba como la del Pjaro de Fuego,
el ttem de su clan.
--Bueno, supongo que al menos se merece esto. De todas
maneras, quin hizo este dibujo mo? Es increblemente preciso.
--Tenemos chamanes y bardos que esculpen las formas, pero
los espritus los informan, les envan sueos de lo que deben
representar. No osan imponer su propia voluntad sobre las imgenes y
menos estropear su recuerdo. Si mira atentamente las escenas, lo
despertarn y engullirn y mostrarn los hechos como si usted fuera
un espectador. Desea ver alguno ahora?
Albrecht examin el muro, pero tambin levant la vista al cielo.
Estaba completamente oscuro y se estaba levantando la luna.
--Maldicin, s que quiero. Pero todava no. He recorrido el
camino para ver a Tvarivich. Y es lo que voy a hacer. Pongmonos en
marcha y terminemos de una vez.
Garra Rota asinti, pero pareca decepcionado. Les condujo a
los bosques cercanos, bordeando el lado ms alejado del valle cerrado
y bajaron por una serie de caminos descendientes.
Despus de pasar lo que sonaba a otra cascada, invisible a
travs de la espesa arboleda, llegaron a un campo.
Delante de ellos haba un rbol, el ms grande que Albrecht
hubiera visto jams. Haca que el roble gigante que l utilizaba como
trono en su tierra pareciese pequeo. El abeto se alzaba tanto hacia el
cielo que Albrecht no tena manera de calcular su altura.
--Es ms grande todava en la Umbra --dijo Garra Rota, al
observar el evidente asombro de Albrecht.
Pasaron de largo el abeto hasta un pequeo lago formado por la
cascada, que ahora s podan ver. Desde el lago, el ro segua
avanzando hacia la izquierda. Al otro lado de la orilla, unas piedras
puestas en vertical rodeaban un claro. Haba algunas personas
congregadas all, mirando a Albrecht con curiosidad. Examin sus
rangos rpidamente, pero no vio a nadie que se pareciese a Tvarivich.
En lugar de llevarlos por el vado cercano del ro, Garra Rota
volvi a conducirlos hasta la orilla del lago, en direccin a la cara del
risco. All, una senda estrecha discurra sin apartarse del risco y
llevaba por debajo y a travs del furioso torrente de la cascada.
--Seor --dijo Garra Rota, detenindose ante el camino--. Mi
reina lo espera en la gruta de cristal. Ha pedido que vaya solo con dos
guerreros, porque la gruta es pequea.
Normalmente, Albrecht habra sospechado de una peticin as,
pero no crea que Tvarivich fuese a intentar nada all. Mir a su grupo
e hizo un gesto con la mano hacia uno de sus guerreros, Eric
Honnunger, un Colmillo Plateado de su propio clan. Luego dio unos
golpecitos en el hombro a Byeli.
--T me has trado hasta aqu, as que supongo que puedo
seguir confiando en ti.
Byeli asinti, sonriendo por el cumplido y el gesto de respeto.
Garra Rota se retir.
--No puedo acompaarlos. Tengan cuidado cuando pasen el
agua; los espritus deben juzgarlos primero. Si no son de su agrado,
no les dejarn pasar y el torrente se los llevar. Por supuesto, esto es
improbable. --Hizo una reverencia mientras deca esto.
Albrecht resopl y mene la cabeza.
--Cada loco con su tema. Vmonos.
Empez a bajar por el camino, con Eric detrs y Byeli cerrando
la fila. Cuando lleg a la cascada, fren y la mir, intentando ver
alguna seal de los espritus. No pudo ver nada ms que agua. La
atraves, dicindose que si los espritus queran intentar algo, se lo
permitira; les arrancara sus efmeras tripas si lo juzgaban mal. Estaba
seguro de que un puado de espritus del agua no podra competir con
l.
Sali a una pequea cueva y sigui una luz tenue que vena de
dentro, algn tipo de fosforescencia. En cuanto llegaron Eric y Byeli,
avanz, al tiempo que observaba los cristales que cubran las paredes
del lugar. La luz, procedente de alguna fuente que an no poda
concretar, los hizo brillar, produciendo un arco iris de colores. No pudo
evitar mirar fijamente uno de ellos, que expulsaba un resplandor tenue
de luz de mltiples facetas. Parpade, algo mareado y abri los ojos
en otro mundo.
Se asust, estir la mano para coger su klaive y entonces se
calm. El sitio era ms grande, las paredes ms anchas y altas. De
alguna manera, le haban hecho pasar por la Celosa hasta la Umbra.
Eric y Byeli estaban con l, tambin parpadeando.
--Bienvenido, rey Albrecht --dijo la reina Tamara Tvarivich, con
su ingls de marcado acento ruso. Su melena negra pareca todava
ms oscura contra la tnica blanca que llevaba, bordada de runas
plateadas. Tena una sonrisa maliciosa y juguetona en la Cara--. Me
preguntaba si llegaras alguna vez.
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El tercero en discordia
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La reina Tvarivich estir los brazos, abarcando la gruta brillante,
cargada de cristales a su alrededor. Era ms grande en el mundo
espiritual de lo que lo era en el mundo material, pero an as meda
unos tres metros cuadrados y tena el suelo desigual. Una luz trmula
se reflejaba desde un estanque situado en algn punto por detrs de
ella y arrojaba sombras vacilantes y luz por las paredes y el techo.
Sentados al lado del estanque, dos lobos miraban a Albrecht con
curiosidad y su pelaje de un blanco puro brillaba prcticamente a la
luz.
Albrecht inclin la cabeza y los hombros, pero no apart los ojos
de la reina.
--Tmara --dijo, dirigindose a ella por su nombre de pila. Si a
ella no le daba la gana hacer una reverencia, o siquiera ordenar a sus
compaeros que inclinaran la cabeza, entonces poda llamarla como
quisiera--. Me alegra volver a verte. Esta vez, en mejores
circunstancias.
La ltima vez que se haban encontrado haba sido en medio de
la guerra del tmulo del margrave Konietzko.
Tvarivich arrug la nariz en un gesto lobuno que resultaba
extrao en su forma humana, pero su sonrisa no vacil ni una sola
vez.
--Tambin me alegra verte sano y entero. Spasibo, chto
priekhala y takuiu dal. La noticia de tu marcha contra el dragn de los
Tisza habla bien de ti. Enhorabuena por tu victoria. --Finalmente,
inclin la cabeza.
--Gracias. Fue duro. Algunos de los miembros de la compaa
no salieron vivos, pero sus nombres estn santificados y siempre
sern alabados. Curiosamente, no podramos haberlo hecho sin la
ayuda de Lord Arkady. Nos facilit las cosas. Le estoy agradecido por
ello. Espero que tu gente lo recuerde.
La sonrisa de Tvarivich se suaviz y pareci ms autntica.
--S, eso haba odo. Recorri la Espiral de Plata, el legendario
camino que atraviesa la red de la Tejedora hasta el corazn del Wyrm.
Muchos de nosotros creamos que era un mito, pero aun as lo
condujo a secretos poderosos. Ser recordado por sus hazaas
gloriosas. Pero tampoco debemos olvidar sus errores; ensear a los
cachorros el peligro de la arrogancia. De todas maneras, me gusta que
lo hayas dicho. Ven. --Hizo un gesto hacia el estanque y camin hasta
el borde; las runas plateadas de su tnica brillaban a la luz--. Quiero
ensearte algo.
Albrecht se uni a ella en el borde del agua. Los dos lobos se
levantaron y se apartaron, hacindoles sitio. Mientras se marchaban,
bajaron la cabeza. Eso ya me gusta ms, pens Albrecht.
--Este es el Estanque de las Penas --dijo Tvarivich, hundiendo la
mano en el agua. La fuente de luz vena del fondo del estanque, de
algn sitio invisible bajo sus aguas lechosas--. Contiene los recuerdos
de nuestras prdidas, nuestras lgrimas por los camaradas cados y
nuestras abrumadoras esperanzas para nuestra patria. Pero tambin
contiene nuestros triunfos, nuestras victorias ganadas a un alto precio.
Nadar en l es comulgar con nuestro pasado. Beber de l es derramar
lgrimas con nosotros y as unirse a nuestro dolor. Bebes conmigo,
Albrecht?
Albrecht mir el agua fijamente. Se pareca ms a una sustancia
empalagosa que a agua, nada que ver con lgrimas saladas y
afligidas. Esto era seguramente algn tipo de cosa relacionada con el
Sacerdocio de Marfil y Tvarivich, nacida bajo la luna creciente, era la
ms alta dirigente de esa exclusiva orden. Estaban obsesionados con
los misterios de la muerte y del Inframundo, lugares que no eran
normales para la mayora de los Garou, que saban que sus espritus
ancestrales no vivan en las Moradas de la Muerte (lugares reservados
principalmente para humanos) sino en las Tierras Estivales del mundo
espiritual. No saba a qu estaba jugando Tvarivich, pero saba que
rechazar su peticin sera un insulto grave.
--Claro --dijo--. Quiero saber qu es lo que experimentis aqu.
Tvarivich hundi la mano en el agua, se la llev a la boca y bebi
con los ojos cerrados. Se estremeci y su boca tembl. Cuando abri
los ojos, le brillaban hmedos y ya no sonrea.
Albrecht alarg la mano hacia el agua. La sinti clida. Cogi un
poco con la mano ahuecada y se la llev a la boca. Tena un sabor
raro, no se pareca a nada que hubiese probado antes. Si acaso, no
saba a nada, era como un breve entumecimiento de la lengua. En
cuanto pas por su garganta, le atorment una soledad profunda y
terrible, un sentimiento de abandono total. Apenas pudo evitar que se
le escapase de los labios un sollozo y cerr su ojo sano para contener
las lgrimas. Cuando lo volvi a abrir, la luz de la gruta pareca brillar
ms y supo con extraa certeza que no estaba solo, que nunca estaba
solo, sin importar las probabilidades que hubiese en su contra. Sus
ancestros esperaban, junto a quienes haban cado luchando a su
lado, en el mundo espiritual, en el verdadero hogar de su tribu. Pero
ms que esto, sinti la unin entre sus compaeros, los poderosos
lazos entre Mari, Evan y l. La distancia no importaba; solo la lealtad,
que cruzaba el espacio y el tiempo.
--Entiendes? --dijo Tvarivich, con voz suave y rota.
Albrecht la mir y no vio a una rival poltica a la que tena que
ganar con juegos de diplomacia, sino a una compaera Garou, de la
propia Gaia, atrapada como l en un mundo moribundo que ya no los
quera. Saba que su percepcin era algn tipo de truco provocado por
el agua, pero tambin saba que era verdad. Tvarivich, al compartir
este agua con l, le ense que tampoco a ella le gustaba la poltica y
que quera verle como a un igual, para poder expresarse sin
ostentaciones ni estratagemas, de lder Garou a lder Garou.
--S, lo pillo --dijo, asintiendo.
Ella se apart del estanque y se dirigi al pasadizo por el que
Albrecht haba entrado. Se detuvo y coloc una mano en el hombro de
Lord Byeli, que baj la cabeza en seal de respeto. Luego volvi a
mirar a Albrecht, le indic la salida con una inclinacin de cabeza y
abandon la gruta.
Albrecht la sigui y Lord Byeli y Eric tambin. Los dos lobos se
quedaron, sentados al lado del muro, mirando sin decir nada.
Abandonaron la gruta, pero todava seguan en el mundo
espiritual, as que ahora Albrecht pudo ver los espritus del agua, que
se deslizaban arriba y abajo por la cascada, unas culebras finas y
tenues de sonrisas extraas y ojos brillantes. Bajaron deslizndose por
la piel de Albrecht cuando cruz el agua, hundindose en el lago.
Tvarivich se sali del camino y salt a la hierba y esper a que
Albrecht se uniese a ella. Se dio cuenta de que lo que Garra Rota
haba dicho del rbol era cierto: se elevaba por encima de la bveda
del cielo y entraba en el reino de las estrellas.
--Cuntos aos tiene esta cosa? --pregunt Albrecht cuando
lleg al lado de Tvarivich.
Ella se encogi de hombros.
--Es ms viejo que nuestras abuelas ms ancianas, supongo.
Siempre ha estado aqu.
Envolvi su brazo alrededor del de Albrecht y comenz a
caminar, siguiendo la orilla del lago que torca hacia el ro. Su gesto
era puramente amistoso y real, un acto de comunin, no personal o
ntimo.
--As que --dijo ella-- el mundo gira y aqu estamos, dos lderes
de los Colmillos Plateados, separados por el tiempo y la distancia y
ahora reunidos. La Casa de la Luna Creciente y la Casa
Enemigo-del-Wyrm, aliadas otra vez.
--S, all together now, por citar a los Beatles --dijo Albrecht--.
Gracias por invitarme. Ya sabes, eres bienvenida en el Protectorado
de Tierra del Norte siempre que quieras.
--Sera interesante conocer Amrica. Entiendo que tu compaero
de manada, Evan Curandero-del-Pasado es un Wendigo, no? Me he
encontrado con muy pocos de esa tribu. Me fascinan. Como sus
primos, los Uktena.
--Bueno, la mayora de ellos son posiblemente ms fascinantes
de lejos que de cerca. No nos tienen mucha simpata a los
"Contendientes del Wyrm". Pero son unos guerreros condenadamente
buenos. Evan no es un ejemplar tpico de la tribu, pero tampoco es
que sea el nico exactamente. Est intentando que todos trabajemos
juntos, a pesar de lo que ha ocurrido en el pasado.
--Entonces como t y como yo. Nosotros tambin necesitamos
dejar a un lado cualquier problema del pasado y buscar nuestro futuro
juntos. Nuestra tribu ser ms fuerte unida bajo dos gobernantes
poderosos que bajo cien reyezuelos.
--Uh, siento la revolucin en el aire. Tmara, una cosa es soar
con ello y otra muy distinta conseguirlo. Somos una tribu de alfas y
cada uno intenta permanecer arriba. Nunca ha sido fcil conseguir que
los reyes Colmillos Plateados se hagan amigos. Normalmente se
necesita una poca realmente mala para que se consoliden alianzas
entre unos pocos de nosotros. Tienes que reunir a los Colmillos
Plateados de Rusia (al diablo con las otras tribus, si vamos a ello) bajo
una bandera. No va a ser fcil extender esa bandera por Europa o por
los Estados Unidos. Diablos yo casi no tengo contacto con los
Colmillos Plateados del medio oeste, por no hablar de los de la costa
oeste. Simplemente es demasiado territorio que cubrir.
--Liberar a Rusia de la Bruja no fue fcil. Pero era algo que tena
que hacerse. Lo mismo pasa aqu. Si no forjamos una alianza global
de los Colmillos Plateados, nunca podremos unir a todas las tribus.
Qu pasara si el momento decisivo nos descubre? Somos dbiles y
estamos desperdigados. Caeramos derrotados como hojas a la
llegada del invierno.
--No me malinterpretes; tienes razn al decir que necesitamos
que todo el mundo acte unido. Pero si yo ya paso un tiempo
suficientemente duro intentando ganarme el corazn y la mente de las
tribus del rea de Nueva York, imagnate del mundo entero. Se va a
necesitar algo ms que a ti y a m, Tamara.
--Lo s. Por eso es por lo que necesitamos aliarnos con el
margrave.
--Konietzko? Es bueno, eso seguro. Pero no me gusta su
visin; demasiado desoladora. --Albrecht levant las palmas de las
manos al ver que Tamara lo miraba con el ceo fruncido--. Lo s, lo
s: si yo hubiese pasado por la mitad de lo que ha pasado l, o incluso
por un cuarto de lo que has pasado t, pensara de manera distinta.
Pero es que pienso de manera distinta y ese es el problema. S,
necesitamos tener mejores lazos con Konietzko, pero ah debemos
tener cuidado. Es la clase de tipo que est demasiado dispuesto a
acaparar toda la atencin. No podemos permitir que un Seor de las
Sombras mande sobre un Colmillo Plateado.
--Mandar, no. Consultar y tomar decisiones en una asamblea, s.
Si t y yo estamos unidos, podremos mantener fcilmente las propias
ambiciones de Konietzko bajo control y asegurarnos de que las
nuestras siguen adelante... con su ayuda.
--No me esperaba esto. Me imaginaba que t y yo hablaramos
sobre cmo intercambiar privilegios de los puentes de luna, prestamos
de ayuda a las manadas y pactos espirituales. Y aqu me hablas de
algn tipo de... algo global. Pero qu exactamente? Una asamblea?
--No, un triunvirato de lderes de verdad, que dirijan a las otras
tribus contra el Wyrm por todo el mundo. Ahora est ganando porque
estamos desperdigados, porque no tenemos ningn gobierno central
que establezca la tctica a seguir contra l. Aqu en Rusia le vencimos
porque tenamos un gobierno as. Yo tom el control y ped lealtad
total. Una vez que la consegu, todas las tribus siguieron mis rdenes
y nos movimos contra el Wyrm como una mano, no como cinco dedos
desconectados. Eso garantiz nuestra victoria.
--Mira, admito que lo que hiciste fue extraordinario, pero vivas
en una poca extraordinaria. Cada tribu vio que tena ms que perder
si segua sola, que si te segua a ti. Cmo consigues que los Garou
de todo el mundo crean otra vez en los Colmillos Plateados? Piensan
que estamos chiflados y que ya hemos dado lo mejor de nosotros
mismos.
--Eso he odo. En otras tierras hablan irrespetuosamente de
nosotros. T y yo tendremos que ensearlos a pensar lo contrario.
--Y cmo? Amenazndolos? Solo faltara eso. Creme,
conozco el valor de un desafo oportuno, pero no siempre funciona.
Especialmente con los Wendigo y los Uktena, esas tribus que tanto te
fascinan. No le ensean la