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SALTA, DOMINGO 6 De MAYO De 2012 / e-MAIL: DIARIOpuNTOuNO@GMAIL.COM
Poesía y periodismo en Manuel J. Castilla
Por Alejandro Morandini
La lectura en el siglo XXI
Por Juan Manuel Rapacioli
Entrevista a Alberto Manguel
El escritor invitado Conquista y absorción
del español por la tierra
Romance del Norte Argentino
1Diego de Rojas, sangre espada y sueñodesenvainado en estas zonas altas.La fundación del Norte era la coplay el corazón redondo de la caja.
Espuela ardida y voz, la misma cosay una sola y madura la esperanza.Espuela y voz de España se alisaroncomo una cabellera en la baguala.
Diego de Rojas vino para irsey era una arista más en la montaña.
Razón de soledad y paisajes
2Espuela y voz de España no podíandomar de golpe tan antiguo brío.El hombre era hacia adentro y desde
adentroIba saliendo, triste, en los silbidos.
Porque entre sus crispados arenalesen espuma de sal acaba el mito,toda la coca se le vuelve esperaen las orillas de los espejismos.
Para tanto silencio, mucha muertepide mi voz morena al infinito!
Savia y niñez
3Con el revuelo verde de los tucosllegaba la esperanza del veranoy la savia del norte por mi sangreiba subiendo como por un árbol.
Ese era el tiempo para la leyendacon sus humosos viejos solitariosy había que alzar tizones en el albapor no mirarles su dolor ahumado.
Entonces, niño yo, sobre la tierraera tan puro como los lapachos.
Baile y varonía
4A los veranos roncos de crecientesanteponían un pecho de gauchadas,y el agua turbia de corajesdesencrespábase en sus arrogancias.
Después, muchos caminos polvorientosy un domingo floreándose de zambasdonde entre zapateos apiladossumaban como siete las mudanzas.
Enjugaban, entonces, los pañuelosla clara soledad de las guitarras.
Sentido heroico
5
Sabía del requiebro y de la daga
reconquistando a golpes de entereza.
Unos volvían con un puma muerto
y una remota heroicidad ingenua.
Otros cuando bebían, sollozaban
para apagar tristeza y polvareda
y si algunos mataban, el cuchillo
retornaba a la vaina sin urgencias.
Y después de todo esto me dolía
que se quedaran solos con la espera.
Amistad
6
No retaceaba el hombre sus anchuras
para la tierra hinchada de semillas,
porque donde sobraban longitudes
hasta la mezquindad fue cristalina.
Y si algunos guardaban prevenidos
era para tirarlo al otro día
entre vasos de vinos entonadores
y una pena que nunca se les iba.
Y sobre todo la amistad como una
sombra perfectamente definida.
Publicado en El IntransigenteSalta, 16 de junio de 1946.
Los textos seleccionados, forman parte de la investigación sobre Manuel José
Castilla, que Alejandro Morandini realizó y que en la página 2 de este suplemento
se entrega un adelanto. Castilla nació en Cerrillos, el 14 de agosto del año 1918.
Trabajó como titiritero junto a Jaime Dávalos y Carlos Luis García Bes. Cumplió
funciones en la Secretaría de Prensa de la Gobernación entre 1955 y 1956. En
1973 la Universidad Nacional de Salta, le otorgó el título de Doctor Honoris
Causa. Entre 1972 y 1974, fue asesor de cultura para el Gobierno de la provincia.
A partir de 1976 y hasta su jubilación fue Director de la Biblioteca Provincial,
Victorino de la Plaza. Escribió más de 80 canciones junto a destacados músicos de
la época, entre quienes se cuentan, Gustavo Cuchi Leguizamón; Eduardo Madeo;
Eduardo Falú; Rolando Valladares; Abel Mónico Saravia; Cayetano Saluzzi; Fer-
nando Arnedo; Gustavo Adolfo El Payo Solá; Fernando Portal y Nicolás Lamadrid.
Obtuvo entre otras distinciones: El Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina
de Escritores, 1973; Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación
y Cultura de la Nación, correspondiente al trienio 1970-72 y el Primer Premio Na-
cional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación, correspondiente
al trienio 1973-75. Murió en la ciudad de Salta, el 19 de julio 1980.
ME GUSTA
Nueva sección
en Punto Cultural
4-1:Maquetación 1 06/05/2012 04:50 a.m. Página 2
2SAlTA, doMinGo 6 de MAYo de 2012
Poesía y periodismo en Manuel J
El poeta salteño Manuel J. Castilla, co-
menzó a trabajar en el diario, «El Intran-
sigente», en 1936, a sus dieciocho años
de edad. El periódico de Michel Torino,
lo empleó, primero en sus talleres gráfi-
cos, y con el tiempo, luego de oficiar
como corrector y publicar algunas cola-
boraciones, lo tomó definitivamente en
su redacción hacia 1945. Las primeras
entregas corresponden a los días de las
largas caminatas por la ciudad con su co-
lega, el poeta Raúl Aráoz Anzoátegüi, y
de la redacción de la página cultural que
componían a cuatro manos, (a ella co-
rresponde su columna Papel Picado y la,
Greguería del Domingo); son los años
decisivos del encuentro con el grupo lle-
gado de Buenos Aires: Carybé, Gertrudis
Chale, Raúl Brié y Luis Preti; del viaje a
Bolivia con los títeres y “Pajita” García
Bes; los días de la exploración de una
sensibilidad no ejercida hasta entonces
en las artes del norte argentino; de las
instantáneas del encuentro y manifiestos
generacionales.
La incorporación definitiva de Castilla,
a la redacción, dataría a fines de 1945,
ocupando el lugar que dejara vacante, Ju-
lio César Luzzatto. Este primer período
de sus años como redactor abarca el arco
de su poesía que se tensa de su primera
colección artesanal, «Adolescencia», (ilus-
trada por el artista José Casto, y pagados
sus veinte ejemplares por la mítica Mama
Lola, y recuperado parcialmente en Agua
de Lluvia), a la composición de «Copa-
jira». Es el momento preciso en que el
poeta sale al encuentro de los motivos
sociales que ocuparán sus versos: la ex-
plotación en el ingenio, los indios del
Chaco Salteño, el carnaval como refugio
de la poca alegría. Esta etapa acaba con
el cierre del diario y quizás pueda defi-
nirse un poco más allá en la línea del
tiempo, mientras dura su participa-
ción en los boletines clandestinos.
Son los años del apogeo y caída de
los orejudos, de la Segunda Guerra
Mundial, y de la emergencia del pe-
ronismo como razón transforma-
dora.
Con la caída del gobierno justi-
cialista y la consecuente reaper-
tura del diario, podemos distin-
guir una segunda etapa
profesional en Castilla, donde
afianza su labor periodística y su
presencia de bardo, (es en este mo-
mento cuando regulariza la produc-
ción de sus viñetas en forma y con-
tenido, y descarta definitivamente su
firma). Es la hora de la consagración
literaria y de una febril actividad, a la
que suma su trabajo en la Secretaría
de Prensa, durante la intervención de
Alejandro Lastra. Los periódicos porte-
ños han dado cuenta de su producción
poética comentando sus primeros libros,
ahora requerirán sus colaboraciones.
A partir de 1956, se afianza su presencia
en los escenarios del folclore nacional;
sus primeras canciones fueron escritas en
la adolescencia y algunas ya eran cono-
cidas, (la delicada Zamba del pañuelo, se
sabe escrita antes de su ingreso a «El In-
transigente», y quizás fuera una de las ra-
zones para su incorporación). A partir
de la década del cincuenta comienza a
asumir una vehemente labor compositiva
junto a destacados músicos. Lleva una
prolífica tarea radiofónica, recordándose
entre otros, el programa junto a Cesar
Fermín Perdiguero, El canto cuenta su
historia, cuya evolución del éter a los es-
cenarios con los años tomará la forma
de un proyecto cinematográfico que lo
contará como uno de sus guionistas hacia
1976.
A comienzos de los sesenta se dejará de
requerir su presencia en la redacción pero
no cejará en sostener una frecuencia de
más de tres viñetas semanales, y tener a
su cargo un conjunto de ediciones y su-
plementos del periódico.
El ciclo de esta colección culmina cuando
el poeta obtuvo el premio Regional otor-
gado por la Dirección de Cultura de Salta,
por «Norte Adentro»; y el Juan Carlos
Dávalos, trienio 1958-60, por «El Cielo
Lejos»; e inicia el registro de sus más de
ochenta canciones, en la Sociedad Ar-
gentina de Autores y Compositores.
Hay en los comienzos de su tarea remu-
nerada, entregas en forma de poemas y
relatos de esporádica aparición hasta sos-
tener una presencia continua en colum-
nas regulares, (El ritmo de la ciudad, Es-
tampas Callejeras y Apuntes Urbanos).
Para este espacio produce lo que puede
leerse como un registro del aconteci-
miento sensible. Esta escritura evoluciona
con los años en la viñeta, El otro mundo
de la ciudad. El futuro folklorista anida
en su escritura la observación del hecho
urbano y una nostalgia, que la ciudad
quizás no comprenda del todo. En estas
observaciones es posible reconocer un
punto de vista móvil y privilegiado: el es-
criba de una sensibilidad social que anun-
cia y repasa. La figura del flaneo baude-
leriano describiría los primeros años del
joven periodista, pero sus endecasílabos
no requieren esas impresiones poéticas
ni su spleen, es para el diario las impre-
siones de una ciudad que está cambiando
y con absoluta conciencia de lo que se
está por perder.
Si en estas primeras crónicas se encuen-
tran algunos motivos de su poesía: el azul,
la lluvia, el vino; en la segunda época, fi-
jará los asuntos sobre los que ha decidido
escribir: los pueblos, la ciudad, sus oficios
y memoria; sintetizará sus temas bajo
una prosa emocionada.
Esa perspectiva nos remite al grupo de
creadores que ha logrado una síntesis de
ese procedimiento y que se reunió orgá-
nicamente bajo el nombre de «La Carpa».
El hecho de proponerse dar testimonio
del hombre en su territorio decantando
nativismos fue el eje de la convocatoria
tucumana propiciada por Raúl Galán.
Esta reunión alentó un parricidio, en su
manifiesto anunciaban: “Tenemos con-
ciencia de que en esta parte del país la
Poesía comienza con nosotros”. Ejerció
su influencia hasta entrados los años cin-
cuenta mientras duró el núcleo duro de
la revista «Tarja», en Jujuy, y la revista
«Zizayán», en Santiago del Estero. Ma-
nuel Castilla, no fue el artífice de su pro-
grama ni el adalid de su proclama, pero
adhirió al llamado y participó espontá-
neamente de la experiencia. Comparte
con el grupo la intención literaria de tratar
el paisaje urbano y el de la campaña, en
momentos que la vida campesina se mo-
difica y la frontera agrícola vacila por pre-
sión de las poblaciones, y asoma una in-
cipiente mecanización del trabajo rural.
La conformación de este grupo supone
una ruptura en el orden formal de las ex-
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Por AlejAndro MorAndini
El ensayista y crítico literarioAlejandro Morandini, acaba desubir a su blog parte de su libro«El Oficio del Árbol», unestudio exhaustivo sobre laobra periodística del poetaManuel J. Castilla. Elinvestigador señaló que el librooriginal reúne casi 380 notas,de las cuales sólo han sidoautorizadas para sureproducción alrededor de 160.En total, la investigación con elapoyo del Fondo Nacional delas Artes, abarca 2200 textosque también incluye algunosinéditos.
CMAN
3SALTA, DOMINGO 6 De MAYO De 2012
J. Castilla
icas y de las escrituras, par-
n la poesía; con ellos se in-
a tardía a un modernismo
renuevan contenidos. El
esis en lo artístico, de un
pugnaba por expresarse a
do social; un movimiento
ropuesta involucró a crea-
las provincias del noroeste
nones.
a de Castilla a una genera-
a del cambio, su arraigo a
provinciana que aún con-
ngua arcaísmos e híbridos
chuas, y su participación
ocial que pierde, rápida-
misterios, lo sitúan como
e una época irrepetible en
ino.
co Castilla ha expresado
e refería a su labor perio-
o que esta, “le roba a la
ecuerda trabajando por las
sentada escribir las viñetas
. Esta quita o robo, que el
e su poesía, puede obser-
despojo que realiza el ca-
periencia, de una explota-
ividad en la exacción de
ue queda del poeta después
de la faena es una sensibilidad expuesta
a la intemperie de la ciudad; de su trabajo
se beneficia la acumulación de un capital
imaginario y el desarrollo económico de
una empresa periodística. No se trata de
un préstamo o entrega inocente, se trata
de una quita o despojo material que exige
la empresa y se traduce en trabajo.
Ahí, donde se espera encontrar en el pe-
riodismo la comunicación diferida de los
sucesos y la súbita realización entre es-
critura y hechos, la poesía busca ahue-
carse en un lenguaje precariamente per-
durable del acontecimiento sensible.
En Castilla, se hace evidente que la rela-
ción existente entre poesía y periodismo
se funda en una divergencia entre uso y
función del tiempo en la escritura. El pe-
riodismo tiene una urgencia económica
por apresar cierta regularidad de lectura;
la escritura periodística queda en relación
de dependencia con las fuerzas del mer-
cado. A cambio, la escritura poética para
realizarse necesita de un tiempo exento
de urgencias para alcanzar su producti-
vidad, mientras todo en ella es impro-
ductivo. Esto puede entenderse como un
desacuerdo radical entre Capitalismo y
Poesía.
Es posible constatar que las empresas pe-
riodísticas consumen mano de obra lite-
raria, que hay literatos que producen a
destajo y a requerimiento de estas em-
presas. La participación de Castilla, siem-
pre estuvo bajo la tutela y patrocinio del
director del diario y descansaba sobre una
confianza en la efectividad de su escritura,
aún así no podemos dejar de observar
obligaciones y una exigencia sobre las
cualidades que debía asumir esta escri-
tura. Entendemos que lo exigible a un
poeta es conocimiento de la lengua es-
crita, una activa participación en el medio
cultural local y un acuerdo estratégico
con el medio para el cual se trabaja.
El periodismo “le roba poesía”, a Manuel
Castilla, pero sobre todo le roba tiempo,
la preciosa subjetividad que le concede
el poeta a su tiempo; a cambio, Castilla
entrega un texto moroso, reposado en la
contemplación y hace de su columna un
espacio textual donde el tiempo se cons-
tituye en un remanso dentro de la vorá-
gine informativa. Un margen despacioso
al lado de la celeridad de los eventos. Su
literatura en las páginas de «El Intransi-
gente», pareciera conservar el poder de
la arbitrariedad total, en tanto la infor-
mación y las noticias exigen al lector una
enfática reducción a la realidad.
Si el lenguaje poético busca durar o cierta
perpetuidad, el lenguaje referencial de la
crónica está sometido a su propia cadu-
cidad: “nada hay más viejo que el diario
del día anterior”, refiere el dicho preferido
entre los escribas. Los periódicos poseían,
y aún poseen en cierta medida, una com-
binatoria de datos económicos, políticos,
comerciales, especulaciones deportivas y
una dosis de informaciones varias, entre
ellas algunas de carácter cultural o artís-
tico; en algún momento se habrá pensado
que debían conservar cierta disposición
instructiva para con las masas, y allí los
versificadores tuvieron su espacio entre-
gando como colaboración un poema o
una reseña bibliográfica, esta participa-
ción, a veces rentada, contribuía con esa
pedagogía. Lo que puede observarse en
Castilla, y que ejecutó para «El Intransi-
gente», es de una intensidad que supera
su natural disposición literaria. Frecuenta
esa instancia de educación del público en
sus viñetas y en el retrato de situaciones
y lugares que forman parte del paisaje
urbano y sentimental salteño, tiñéndolas
de lenta y cuidada pesadumbre.
Lo suyo no fue lo que hoy conocemos
como periodismo cultural, esta especifi-
cación relativamente nueva necesita de
periodistas informados en materia cultu-
ral y cuya especialidad serían las opinio-
nes estéticas más o menos propias, la di-
fusión de actividades artísticas y que bien
podrían desempeñarse con relativo éxito
en una entrevista con algún creador. La
falsa erudición y el pedido de notas a ter-
ceros interesados en publicar, sería el lu-
gar común de la especialidad.
Si bien en Castilla, se encuentran notas
bibliográficas y hasta algún comentario
cinematográfico no dejan de ser crónicas
poéticas; las «Aguasfuertes», de Roberto
Arlt, para diario «El Mundo», serían una
referencia en este tipo de escritura, pero
por su lirismo, son lo suficientemente op-
timistas como para diferenciarse de los
cáusticos artículos porteños.
Sus entregas para las distintas secciones
del diario, las hay en policiales, deportes
y hasta alguna necrológica, estuvieron
matizadas por su particular percepción
de los hechos. El tono sugestivo consti-
tuye a la suya, en una de las obras perio-
dísticas más sugerentes de la literatura
nacional.
Luego de su trabajo como corrector de
pruebas, (hace algunos años en una con-
versación privada el poeta Jacobo Regen,
nos aseguró: “Yo también fui corruptor
de pruebas”), lo que se le ha requerido al
poeta es su mirada apasionada, se le ha
retribuido por ejercer su asombro tanto
como su gramática. Es el dolor con el
que sus ojos miraron, la herramienta que
se pagó.
ME GUSTA
Prodigio del jazz, la bajista nacidaen Portland el 18 de octubre de1984, hace del aparentementeaburrido contrabajo un instru-mento de múltiples emociones,no solo desde lo técnico, sinodesde lo íntimo con que va entre-mezclándose con su voz. Comosi no bastara, con el mixtilíneocontrabajo en mano, y su piel ne-gra, su voz dulce y melodiosa, esuna de las artistas más sensualesy, sobre todo, natural, orgánica. Alos 27 años ganó el Premio
Grammy a la Artista Revelación2011. Su discografía como solistala conforman cuatro entregas:Junjo (2006) Esperanza (2008),Chamber Music Society (2010), yRadio Music Society (2012). Suafrodescendencia se hace pre-sente en cada ejecución. Espe-ranza Spalding, contrabajista, can-tante y compositora, pertenece aesa camada de artistas que destilatalento. Los amantes del jazz es-tarán todos de acuerdo: “Megusta”.
Esperanza Spalding
Y si de jazz se trata, la Internet nosolo sirve para hacer click sobre lasnovedades o excentricidades. Aun-que tal vez la United Nations Or-chestra que comandó Dizzi Gilless-pie, haya sido una de las más bellasexcentricidades. Muy pocas vecesse han visto semejantes estrellasjuntas en un escenario. Mucho ta-lento de todas las generaciones deljazz. Esta suerte de Gran Banda, re-úne en concierto a grandes expo-nentes del latin jazz como ArturoSandoval, Danilo Pérez, Ignacio Be-rroa, Giovanny Hidalgo, Claudio Ro-
diti, Paquito D'Rivera, Flora Purim,Steve Turre y Airto Moreira junto aotros de la ya antológica escena delbebop como James Moody y SlideHampton y otros veteranos que yatenían una trayectoria anteriorjunto al maestro Dizzy en su cuar-teto, tal es el caso de Ed Cherry yJohn Lee. Escribiendo en el busca-dor de YouTube: Dizzy Gillespie AndThe United Nation Orchestra,puede encontrarse el concierto envivo en el he Royal Hall Festival(1989), dividido en diez partes; allípodrás marcar “Me gusta”.
YouTube
M ú s i c a
“A medida que las sociedades se com-
plejizaron, se fueron alienando los ac-
tos de creación”, señaló el escritor y
traductor argentino-canadiense Al-
berto Manguel, en el marco del en-
cuentro internacional organizado por
la Feria del Libro, al que fue invitado
para hablar sobre la lectura en el siglo
XXI.
“En la sociedad prehistórica se daban
espacios de pintura en cavernas o se
generaban congregaciones alrededor
del fuego para contar historias. Nos-
otros hemos alejado cada vez más esos
eventos”, expresó el autor de «Con-
versaciones con un amigo» (2011).
Y explicó: “Hemos creado museos
para los cuadros, editoriales y librerías
para los textos y, claro, el concepto de
literatura que, finalmente, es ajeno al
acto literario en sí”.
“Entre las nociones que tiene el con-
cepto de literatura, está la de crear
imaginativamente una narración del
mundo, pero en gran medida, ese con-
cepto está definido por el uso comer-
cial que hemos hecho de ese acto cre-
ativo”, señaló Manguel.
Para el escritor, “hay lugares donde la
literatura adquiere una importancia
vital, realmente vital, en el sentido que
te ayuda a sobrevivir: un amigo mío
se encontraba en Irak, en una zona
peligrosa, no entendía el idioma y pa-
recía que lo iban a secuestrar; entonces
mencionó a un poeta iraquí que vivía
en Londres y todo cambió. La litera-
tura entró ahí”.
Durante la entrevista analizó la noción
de autor, a partir de “los cambios en
el modelo editorial, que se ha conver-
tido en algo industrial, de supermer-
cado, han modificado lo que era la re-
lación del editor con el escritor: una
suerte de alentador que le daba un lu-
gar donde ejercitar su obra, que nunca
es definitiva. Borges decía que la obra
definitiva pertenecía únicamente a la
religión o al cansancio".
Santo Tomás de Aquino, mencionó,
“fue quien inventó el concepto de la
intención del autor como un procedi-
miento retórico, pero no deja de ser
una invención. Pavese decía, cuando
alguien señalaba algo en su obra, que
eso efectivamente estaba allí, pero que
él no lo había puesto”.
Antes, agregó el escritor, “estaba cons-
tantemente ejercitando su obra, con
errores, con fracasos, así iba apren-
diendo, y la función del editor era con-
tenerlo. Ahora es distinto. Al editor
no le interesa el autor, sino el éxito de
alguna obra: de las 15 novelas de Na-
bokov, sólo le interesa «Lolita» (1955),
porque es la única que se vende”.
A su criterio, “eso demuestra la in-
comprensión de cómo funciona el
acto creativo y deja en evidencia cuál
es el interés de fondo: hacer plata. Es
un juego peligroso, porque nadie crea
en el vacío, no es que de pronto Cer-
vantes escribió «El Quijote», hay todo
un proceso atrás”.
Por esta razón, “el mercado editorial
alienta la producción de best-sellers
que se pueden escribir con fórmulas:
aparece un libro, funciona un tiempo,
luego se tira y aparece otro igual o pa-
recido, pero «El Quijote», «Lolita» o
«Ficciones» no se pueden escribir así”.
Seis meses antes de ganar el Premio
Nobel de Literatura -contó el escritor-
, Doris Lessing, “de quien soy amigo
hace mucho tiempo, me escribió una
carta diciendo que estaba desesperada
porque acababa de terminar una no-
vela, «Las abuelas», y una nouvelle,
«La grieta», y que su editor inglés le
había dicho que escribía demasiado y
no la podía publicar, y el editor ame-
ricano que necesitaba libros de gente
más joven”.
“Hablamos de una mujer de 80 años
con más de 40 libros publicados; des-
pués ganó el Nobel y claro, la cosas
cambiaron: eso habla de cómo fun-
ciona el mercado”, apuntó.
Para Manguel, “los éxitos no son in-
teresantes; cuando uno crea el reflejo
exacto de lo que imaginó, puede estar
seguro de que no es interesante: hay
un espacio entre lo que el escritor ima-
gina y lo que realiza en donde entra el
lector”.
“Las obras maestras son obras malo-
gradas: en «El Quijote» hay pasajes
muy largos, pases de estilo; en Borges
puede haber una falta de psicología
en los personajes, cierta artificialidad;
en Joyce pueden ser muy evidentes al-
gunas formas narrativas, pero eso a
nosotros, los lectores, no nos im-
porta”, sostuvo Manguel. Y concluyó:
“es como enamorase de alguien, si lo
miramos de cerca, seguro vamos a en-
contrar defectos, pero todo eso, final-
mente, es lo que uno ama”.
4SALTA, DOMINGO 6 De MAYO De 2012
Por Juan Manuel Rapacioli
La lectura en el siglo XXI
LAS OBRAS MAESTRAS
SON OBRAS MALOGRADAS
El mercado editorial alienta laproducción de best-sellers que sepueden escribir con fórmulas:aparece un libro, funciona un tiempo,luego se tira y aparece otro igual oparecido, pero «El Quijote»,«Lolita» o «Ficciones» no sepueden escribir así
Alberto Manguel, escritor y traductor argentino-canadiense.
Entrevista a Alberto Manguel
4-1:Maquetación 1 06/05/2012 04:50 a.m. Página 1