Post on 02-Oct-2018
1
Por Prof. Rafael Stahlschmidt
Año 2011
PROLOGO
abiendo observado y asombrándome el haber visto las imágenes anteriores, entablé
mi primera incógnita ¿de dónde son estos bailarines?, sospecho que algunos son
rusos o húngaros (lo dejo que usted adivine), y los otros, sospecho que podrían ser
argentinos –al menos así se denominan- y no pude aguantarme y me puse a escribir, esperando
que algún argentino con interés, me lo explique, y se de cuenta de semejante barbaridad.
Sinceramente lo digo; espero que alguien me lo diga, pero eso sí, que antes estudie para luego
tratar de explicar lo inexplicable, el absurdo.
2
Soy un curioso de lo que encuentro sospechoso. No me interesa investigar más de lo que
ya sé, que no es mucho. Pero hay cuestiones que todavía no he sabido entender o saber, porque
nadie me las ha sabido explicar, o ¿porqué no puedo tener razón?
Leyendo historia, y un poco de sociología, lo que aprendí en mis estudios superiores, un
poco de sentido común, y estudiando páginas de investigadores de verdad, tanto de Folklore
como de Historia, y sus ciencias añadidas, no encuentro razón alguna que justifique todo lo que
se hace en nombre del Folklore.
El Folklore tiene una razón telúrica, de antaño, de la historia de la tierra, influida por
grandes distancias en el tiempo pero que ha sido traído a épocas más contemporáneas. Siguiendo
estas premisas, y más sabiendo lo que los mismos “folkloristas” dicen que es, alguien debe estar
equivocado porque Williams John Thoms ni fue científico, ni un estudioso, es más parecido a mí,
que lo único que hizo fue unificar en una palabra el significado de los usos y costumbres de
tiempos ha, pero con un sentido lógico.
Se identifica a esta palabra, por lo que cubre, como ciencia que como tal define para serlo
una serie de requisitos que no pueden ser cambiados, ni modificados, y mucho menos
actualizados, sin razón alguna. En sentido teológico, sería una herejía científica.
Entonces, hacer “algo” denominado Folklore, que ni por asomo lo es, es desconocimiento,
más aún, “una flor de desconocimiento”. Por ejemplo pretender “modernizar, actualizar,
modificar, inventar” cosas a las que se les puso nombres sui generis “folklorísticos”, por muchos
que, como en las fotografías previas, hacen creer que lo es, es de estultos. Y no lo digo yo, lo
dice la ciencia, y por lo tanto me baso en ella para decir que no puede ser, y menos hacer
aparecerlo como una parafernalia circense.
3
Entonces, me decidí a escribir, medio alborotado, algo sobre este tema que descubra
algunas de las cuestiones que hacen al “verdadero folklore”, cosa que deberían tener en cuenta los
“enseñadores de danzas” (que no es lo mismo que baile).
-I-
Puede que los que enseñan a bailar Folklore (sic) utilicen coreografías diferentes para un
mismo baile; eso podría ser tolerable científicamente, porque el 99% de ellas se desconocen, y
algo hay que hacer, salvo algunas que por simple costumbre han resultado similares, pero no
puede considerarse Folklore. El 1% restante de los bailes se inventaron con música y
coreografía, las que no son folklóricas en absoluto, en ambos casos porque no cumple con los
requisitos impuestos.
Ahora, ya que no se sabe, ¿por qué no se trata de hacer menos parafernalia y tratar de
adaptarlas lo más posible a lo que la historia, la etnografía, la geografía y otras ciencias den
alguna idea como de algo posible? Estudiar un poco nunca está de más, y más aún, cuando se
tiene que enseñar y obviamente si hace falta.
Inventar coreografías por “aproximación científica” es admisible, es más, identifica que
alguien estudió un poco, pero inventar coreografías que más se parecen a danzas clásicas, solo se
consigue dar un espectáculo híbrido que puede gustar, y surgidas de mentes ocurrentes en algunos
casos, pero no versados del todo en sentido científico. Coreografías sin valor alguno, sin
seguridad que sean de donde se dicen que son, o, como me corrigió una Licenciada en Folklore
diciéndome: “algo tienen de valor”, puede ser, como gimnasia puede ser valioso, se baja de
peso y se evita el colesterol.
Cuando estudiaba en el Instituto Superior de Folklore Andrés Chazarreta, se nos enseñaba
una serie de movimientos a tener en cuenta para que un baile sea más o menos vistoso, pero sin
perder de vista su aproximación a los estudios sociológicos, antropológicos, etnográficos,
geográficos; en una palabra, se nos exigía leer, estudiar y sacar conclusiones, de lo que se
supondría se puede haber hecho. O sea que por fuerza estábamos algo dentro de lo que se hacía
en la generalidad, pero aplicábamos la ciencia para tomar decisiones de tipo folklórico.
4
Esto me hace recordar que nuestra Escuela –Aspah Sumaj de ese Instituto Superior-, fue
designada representante de la provincia de Córdoba al 1er
Festival Juvenil de la Ciencia del
Folklore y sus Bailes- Fr. Salvador Tomas Salvador Santore, op, llevado a cabo en la ciudad de
San Miguel de Tucumán en el año 1967, en el cual participaban todas las provincias argentinas,
pero siempre que cumplieran con algunos requisitos; el principal era que cada delegación
presentara un 90% de bailes de la zona y un 80% de veracidad de la ropa mas usual al baile que
se hiciese. Esto le llevó a nuestro grupo casi un año de estudios intensivos y costó mucho
esfuerzo e investigación. No es mi pretensión que se dediquen a eso, es más, con el disgusto que
significa leer, pretender que se estudie es medio como tonto de mi parte; hay algunos que dicen
que “es una mala costumbre”. Pero, ya la cosa así, solo espero se trate al menos de no cometer
tonterías como las de las fotografías del principio.
Para este encuentro verdadero de Folklore, nos encontramos con un verdadero problema;
mientras más investigábamos, no encontrábamos cuales eran los bailes folklóricos de Córdoba, y
mucho menos la vestimenta que se usaban. Biblioteca universitaria, la Nacional, estudiosos
reconocidos, gente de las distintas zonas, viajes, libros, todo aquello que nos diese una referencia,
como los escritores que se dedicaron más a la zona norte de la provincia nos fue de utilidad, y
llegamos a la conclusión que “no teníamos baile típico, salvo, mal que les pese a algunos, El
Sombrerito”, y otros bailes que se aquerenciaron “de paso” por el camino real durante los siglos
XVII y XVIII. ¡¡¡Ni les cuento lo que fue identificar la ropa!!!. Bueno, presentamos el proyecto
con las aclaraciones del caso, y ganamos como mejor delegación por el simple motivo de no
haber “inventado” nada. No teníamos y no teníamos, así de simple. Hubo delegaciones que
estábamos muy cerca una de otras, pero hubo otras que, como ahora, inventan en vez de estudiar.
Así y todo, por comparación con lo que se hace ahora, aquello fue un centro académico.
Hay a quienes les gusta la investigación sociológica, etnográfica, de los arraigos e
idiosincrasias, del estudio de significados de los bailes. Esto nos lleva a la conclusión que desde
SIEMPRE, con raras excepciones, todo baile –al menos de los que se conoce algo y que son de
cortejada-, el varón siempre realiza una marcha coreográfica similar a la dama, pero al solo
efecto del galanteo; deja pasar a la dama, y una vez que lo hizo, paso detrás y completa la figura.
5
Eso es así desde el tiempo e’ñaupa hasta
hoy, es tradición. La galantería en especial en la
zona rural aún existe.
Hacer la figura igual, darle la espalda o
mirarla de lejos, significa un GRAN desprecio
por la dama, lo cual pierde el sentido
o significado del baile, ¿queda lindo?, ¿Qué
gusta?, sí, puede ser; Santo Tomás lo explica
filosóficamente y en latín a esto, pero yo lo voy a explicar mejor al estilo de las comadres que
hacían las relaciones, sentadas debajo de la higuera (porque las relaciones por lo general no la
hacían los bailarines), suelen aún hoy decir: “gustos son gustos, dijo una vieja, y se sentó en un
hormiguero”
Repito, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, el varón le da la espalda a la mujer.
Además SIEMPRE se termina el baile con la coronación, y no mirando para ningún lado de
forma hasta si se quiere incoherente (como se puede ver en la figura), suponiendo que sean
argentinos, si no pido disculpas. ¿o son polacos?
-II-
Otra de las situaciones ancestrales, tal vez de las menos conocidas (por no decir
desconocidas por los que bailan ahora en nombre del Folklore), de origen post colombino, es el
tema de los colores, que si bien es cierto por estos pagos se lo copiaron a los europeos, tienen un
sentido muy representativo –como que forma parte de una ciencia-, y que se trasladó a lo criollo,
a lo nativo en forma parcial, simplemente por desconocimiento total de su naturaleza, pero se
intuía que significaba.
Esta verdadera manifestación hizo que el tiempo la hiciera desconocer, y observamos que
el colorinche suplantó al significado, llegando a utilizar cualquier color en el uso del pañuelo
en los bailes. El color del pañuelo, no es significado de belleza o de “que bien disfrazado está”,
sino de motivación o no de una manifestación personal o de una señal; es una sensibilidad
sociológica, psicológica incluso. Es una representación de algo que se quiere decir y que es
6
imprescindible porque forma parte de la coreografía, y no para el lucimiento de la misma. Y esto
surge, como la mayoría de nuestros sentires telúricos, desde fines del siglo XVII por la influencia
europea, en Iberoamérica, que trajo esa singular novedad para estos lares, que es la CIENCIA el
simbolismo heráldico.
-III-
Para ubicarnos en contexto, muy brevemente diremos que la heráldica es la ciencia que se
define como el «arte de explicar y describir los escudos de armas de cada linaje, ciudad o
persona, por medio de colores y rampantes». Es también un campo de expresión artística, un
elemento del derecho medieval y de las dinastías reales hasta nuestros días. Más recientemente,
ha sido admitida dentro de las ciencias anexas de la historia junto con la sigilografía, la
vexilología, la falerística y la diplomática, a la cual se le agrega la ciencia del Folklore.
Se desarrolló durante la Edad Media en toda Europa, por necesidad de codificar
identificaciones y acciones, y que por su practicidad, progresivamente fue adoptada por la
nobleza y la Iglesia Católica se sumó, como un elemento que su utilización permitía reconocer
linajes, siendo igualmente adoptado por otros colectivos humanos, para la identificación de
familias, origen de apellidos, gremios y asociaciones, además de ser adoptado para la identidad
de ciudades, villas y territorios, feudos, condados y marquesados.
Es muy interesante y conveniente a la cultura general, estudiar algo de esta ciencia, pero
me limitaré a decir que, en primer lugar se le otorga como principal medio simbológico a los
colores, que se refleja en las vestimentas, en telas artísticas, de banderas, y de señalamiento,
como las banderolas de mar, porque resulta a simple vista, la identificación de sucesos o
sentimientos que de otra forma duraría mucho tiempo en explicar, o la lejanía impidiese sus
sonidos.
Su nombre de “heráldica”, proviene del heraldo, que venía a ser el asistente principal del
caballero de armas, o un joven de familia noble que se formaba en la caballería como cadete bajo
la protección de un caballero; este joven, era quien llevaba sus armas tangibles, y lucía en su
ropaje los colores del blasón del caballero a quien servía. Hasta que, logrado su formación, el
superior de la jerarquía: príncipe, duque, rey, emperador, le otorgaba el escudo de armas con un
7
significado determinado que, por lo general, era el de su profesión original que después se
transformaba en apellido. Para esto, los campos tenían colores que significaba la base, que,
aunque con los mismos o distintos colores, puestos de diferentes formas o relaciones, con solo
mirarlo se sabía a quién pertenecía.
Las figuras y las formas en el escudo del caballero significaban su familia, rango, condición,
jerarquía, y cuyos colores y armas eran protegidos por los heraldos, dan origen a la heráldica,
por eso es que, paradójicamente, la heráldica es esencialmente la ciencia de los heraldos, y su
origen no puede comprenderse sino a través de su rol, y si bien asume los colores del blasón
nobiliario, pero es su personaje el que la titula.
Aunque originalmente nació como un objetivo militar, estos elementos, armas y colores
blasonados, fueron retomados en todo su equipo –incluido el heraldo- para permitir reconocer al
titular, pero también para representar con los colores del estandarte y marcar su propiedad
(cascos y armaduras de caballos, territorio, reinados, imperios, etc).
Montaner Frutos, Alberto, en Identificación, evocación y conformación en los emblemas
heráldicos: el caso de las armas parlantes», Emblemata, vol. XVIII, dice en su tratado: “En un
principio reservadas a los jefes de guerra que las portaban en sus escudos (fin del Siglo XI), el
uso de armerías se extendió progresivamente a los caballeros y después a la nobleza (Siglo XII).
A través de la identificación de la persona por las armerías, notablemente en los sellos, el uso se
extendió a las mujeres y a los nobles prelados (fin del Siglo XII) y de los prelados a los
burgueses, artesanos y jueces, capítulos, corporaciones, comunidades urbanas (principios del
Siglo XIII), comunidades eclesiásticas y órdenes religiosas (Siglo XIV), señoríos, dominios,
provincias, universidades y administraciones civiles... Transformadas en un signo de identidad
social, las armas se vuelven hereditarias y designan a casas, es decir a las familias y vínculos de
parentesco (Siglo XV), después, y más generalmente, a vínculos sociales, que son cada vez más
representados”.
Además, se transforma en costumbres significativas a través de los colores para transmitir
sentimientos u ocurrencias populares, tanto en su vestimenta como en sus fiestas,
representaciones vulgares, ocasiones sociales, acorde a la clase de que se trate. Los vasallos de un
8
noble, los villeros, tenían sus fiestas y danzas, y siempre, en su mayoría utilizaban los colores de
su patrón como forma de identificarse, y estas costumbres, siglos después, Williams John
Thoms las incluyó dentro del campo del folklore.
La investigadora en heráldica, Ana Manzano Peral en su trabajo El simbolismo de los
colores - Iconos Medievales , expresa que “la expresión a través de los colores está dada por la
sensación que capta y causa un determinado color en mi espíritu primero y que quiero decir a
alguien. Esto ocasiona sensaciones que va removiendo mis condiciones espirituales. Cualquier
color no produce las mismas sensaciones, salvo que a cada quien no le importe lo que quiere
causar. A través de la vista, percibo por los colores sensaciones de ánimo, de amor, de rechazo,
de alegría o tristeza, de desamparo, de salud o de grandeza. De vida o muerte”.
Así es que, en forma definitiva y científica, cada color tiene su significado –para
simbolismos no puede ni debe ser de cualquier color, directamente sería inútil-, y este código
pasó a la significación de la heráldica. Como una forma de verlo dentro del campo folklórico, que
tomó Thoms, y anteriormente Hume, podemos tener en cuenta cuatro colores utilizables: El
blanco, el rojo, el verde y el azur (no el azul, lo digo “por si las moscas”) son los colores básicos
benéficos, mientras que el negro, el amarillo y el violeta evocan el duelo y la penitencia; el
rechazo.
Los reinos en especial utilizaron como símbolo de su majestad, familias nobles, heraldos,
burgueses ennoblecidos, favores, a los colores como significado de sus hazañas, aventuras,
cuentos, leyendas, misterios, estados de ánimo. Fue esta ciencia, la heráldica, la que fue
trasladada a América y aquí fue acomodada a nuestras costumbres, pero manteniendo las
representaciones básicas que tenían, y tienen todavía en la actualidad.
Es concluyente, entonces, que la Heráldica pasó a formar parte de la vida social de América,
y que etnográficamente la vamos a encontrar permanentemente, cualquiera sea el rango social.
Domingo-Arnau y Rovira en La primera representación heráldica de América, explica que
“las grandes migraciones españolas a América, trajo consigo la costumbre arraigada de siglos de
la heráldica, y que ella, con mayores y menores rangos, solicitaron nuevos escudos nobiliarios y
colores”.
9
Los colores se fueron haciendo
costumbre social en nuestro país, en
especial desde el virreinato. La falaz
Revolución de 1810, con sus idas y
venidas, que eran monarcas o eran
republicanos, llegaron a la famosa
Asamblea del Año XIII, en donde se
elimina todo, no lo necesario, en particular
todo lo que se distinguiera como nobleza,
incluso la simbología de los colores, pero ya era tarde; el pueblo la había adoptado a la
simbología por usos y costumbres; ya estaba imbuida en el sentimiento popular, en sus
fiestas, en sus halagos, en su actividad social. Ya no significaba nobleza, sino significados o
señales a transmitir, tanto civil como militar.
Se lo subestimó, pero ya estaba incluido en el Folklore. Los colores se trasladaron por
copia a los criollos, a los paisanos, cuyas costumbres calaron hondo en estas regiones. Y como
todo lo inconveniente para los gobiernos, para la historia de este país, lo que no pudo hacerse
desaparecer se lo transformo o degeneró, así se fabricó una historia oficial de facto.
En la imagen anterior, se ve el colorinche de los pañuelos, bellos por cierto, pero
inadecuados e inaceptables para que se llamen de Folklore. Mire mi estimado lector, llame usted
como quiera a eso que están haciendo, pero le puedo asegurar con certeza que no es Folklore, ni
siquiera tradicional. A nadie que sea un estudioso de la ciencia, o cuando menos tenga cierto
sentido común, puede ocurrírsele justificar “eso” como folklore. (Obviamente, no solo por los
colores, sino por varias particularidades que se explican en otros artículos)
Era y es obvio, que ni los mismos criollos paisanos estaban muy seguros de lo que eso
quería decir, pero lo habían visto por “la ventana” y lo utilizaban, porque intuían lo que quería
decir, no solo el color, sino los movimientos que con esa prenda se hacía, como los marinos
hacen señales con banderas de colores y movimientos codificados. No hace falta que diga que la
heráldica era desconocida para el paisano; ni idea tenían, como ni idea tienen los que ahora se
10
dicen folkloristas, pero aquellos paisanos al menos “algo” imaginaban que significaba por cómo
se usaba y cuando. Y LO USABAN, no se atrevían a no hacerlo.
Sensato es pensar que el paisano no sabía de heraldos y de edad media, no cualquiera podía
entender lo que significaban los colores y menos de la ciencia heráldica, pero llegó a utilizarlos
con cierta coherencia con solo aplicar una pizca de sentido común, mirando por la ventana en los
salones donde bailaba la alta sociedad de las grandes ciudades, preguntándose del porqué se
utilizaban esas gamas de colores, adivinaban o preguntaban a sus patrones y luego la aplicaban en
sus fiestas o tablaos.
Los colores se usan como significados, señales, representaciones, etc, y nada de esto es
casual (y ya me refiero a estos pagos), es el mismísimo caso de los colores de las banderas
nacionales, o Vexilología, como el caso de la nuestra, cuyos colores surgen de los colores de la
Medalla de Honor de Carlos III – Azur (repito: azur) y blanco, que no solo tiene significado
heráldico sino de ciencia, como en este caso a la religión y a la filosofía. Por si acaso no se
alcanza a entender, la bandera de la patria, tiene EL SENTIDO DE LA CONDICION DE LA
MISMA Y SUS COLORES HERALDICOS LA IDENTIFICAN, y no hay dos banderas iguales.
Eso se llama Vexilología.
Y esto no es consecuencia que nace en el siglo XIX, sino de mucho antes, pero de
exclusividad nativa, porque el color es representativo a través de la historia. Relativizar o no darle
importancia a los colores no es lo debido; antes de la colonización ya los colores por estos
andurriales pre-americanos, ya tenían un significado heráldico (sic). Esos colores formaban parte
de la sociedad en su conjunto, y reflejaba las condiciones que cada grupo o persona tenía en la
misma, o que quería decir con un simple símbolo. Cada tribu, población, imperio (azteca, maya)
tenía colores y escudos o símbolos que los identificaba. Hasta su armamento, flechas, arcos, eran
identificados por sus formas y pinturas de plumas y maderas. O sea que no es un capricho de los
que estudiamos Folklore, sino que guste o no, FORMA PARTE DE EL, desde ANTES de la
colonia.
Leonardo Flores Ávil, investigador sociológico de Cuba, en su trabajo El color: Influencia
sobre el estado anímico de las personas en los espacios arquitectónicos, dice que: “En América
11
las culturas Incas utilizaron el color fundamentalmente para el diseño de su vestuario, de
forma tal que esto permitiera diferenciar jerarquía e identificar la pertenencia a uno u otro grupo
étnico, el mundo de los colores era patrimonio casi exclusivo de la nobleza, por lo que es
frecuente encontrar la utilización de múltiples colores en el diseño Cumbi que era un tipo de
tejido fino reservado solo para la nobleza, en oposición de los colores naturales de la ropa
utilizada por los pobres.
En atención a ello, Santillán, citado por Gabriela Siracusano, historiadora del arte, expresó:"
Que cada uno vista y adorne conforme a la cualidad que tiene, el plebeyo como plebeyo y el
noble como noble (...)"
¿Hace falta que lo explique?.......
Esta tradición llega hasta la actualidad por lo que en algunos grupos quechuas existe una
división acorde al significado que se le quiere dar a los colores naturales, utilizados en telas
relacionadas con el trabajo o con el medio laboral, como el marrón y gris, y los colores
derivados del arco iris, el negro, blanco, el azul, verde, rojo, amarillo, asociados a ceremonias
sociales o como indicador de nivel o identidad social, muy utilizados en las provincias del Norte
Argentino y de Bolivia, Norte de chile, Sur del Perú, o sea todo lo que en origen era un solo
territorio que pertenecía a la Argentina (pero este es otro tema)
El cromatismo cosmogónico de la cultura maya de Teotihuacan tenía una orientación
geográfica de los colores, en virtud del cual, el levante del sol el nacimiento, la vida, era rojo; el
norte blanco, la búsqueda espiritual; el sur amarillo, la vida, la guía humana y el oeste negro, la
muerte, el apagón, la agonía y, el verde se relaciona con la vida íntegra, el paso por ella.
Entonces, no podemos hablar solo de influencia europea en nuestro folklore, cuando la
misma ciencia determina que lo tiene desde siglos antes de la colonización. No se puede arbitrar
como folklore a todo aquello que se les ocurra a los “enseñadores”, cuando no se ha estudiado
convenientemente. Al menos haber leído (y no me refiero a El Tony). Eso puede gustar, pero, en
lo personal pienso que NO REPRESENTA NADA DE LO NUESTRO; ESAS PANTOMIMAS
SON LA ANTITESIS DE LO QUE SE ENTIENDE EN LA CIENCIA DEL FOLKLORE.
12
Entonces, nos podemos dar cuenta que, estos significados de los colores no solo son para
moda o lucimiento; algo puede ser, pero tiene en nuestro origen una relevante importancia para
la vida social, que no resultó muy difícil por ello adaptarla a la heráldica venida de Europa, la
cual ¿casualidad?, tenía los mismos significados o muy parecidos a los que ya existían. Ergo: no
cualquier color es utilizado en cualquier baile.
No quiero multiplicar ejemplos sobre esto, porque estas menciones de investigación no son
un tratado. Prefiero que lo haga el lector, pero que quede claro que no es cuestión de usar el
“color al antojo”, sino que cada uno tiene su significado, europeo el que entra por el Este, y euro-
americano, el del camino del Inca, desde el Norte-noroeste, incas, aztecas, aimaraes, diaguitas.
Entonces, ignorar esos significados y tradiciones, no es bueno para el Folklore y la cultura en
general.
Los colores están íntimamente ligados al Folklore. Esto se da cuenta Williams Johns
Thoms, observa la cantidad de ciencias que componen un estudio social de usos y costumbres, e
inventa una palabra identificatoria. (No entiendo que a esto no se le dé importancia, y el
1er.
Congreso de Folklore realizado en Buenos Aires, haya realizado un escudo para identificar al
folklore, y encima le inventa una orientación que deja mucho que desear –para otro artículo-, pero
que le da importancia a los colores. ¿Se fijó usted?)
El emblema que representa a los folkloristas argentinos -
elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore en 1948 -
es el árbol, porque el folklore también hunde sus raíces en la
tradición, sus ramas representan el pensamiento, el sentido y la
imaginación por un lado y la obra de las manos, es decir la
creatividad artesanal por el otro. Las escasas hojas representan
la juventud primaveral de la ciencia. Las palomas, la unión de
lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore.
Y por último quiero hacer una aclaración. La ciencia, como tal lo he repetido innumerables
veces, tiene normas y requisitos de los que no se puede uno apartar. La ciencia de la Heráldica,
obviamente, tampoco, por eso es un absurdo cuando se ve que cada quien “fabrica” un escudo
13
representativo de algo, poniendo cualquier cosa que le parece bien, sin estudiar antes. Recuerdo
que tuve que hacer un escudo para una institución académica superior, y me pasé más de un año
estudiando y viendo cómo se podía diseñar una que cumpliera los requisitos.
¿Es tan difícil el folklore?...., por supuesto que no, solo no hay que hacer sonseras.
-IV-
Los colores, por su impronta, se hicieron de uso frecuente en los salones de las grandes
ciudades, y pasaron a ser parte de prendas y de todo otro objeto que se quisiera representar. Así
se llega al siglo XIX y entrado el XX, donde se acostumbraba a que los bailes de la alta sociedad
se hicieran principalmente aquello europeos o de estilo europeo, con sus colores significativos,
que de por sí ya estaban dando cuenta de la posible relación que pudieran tener sobre el pueblo
común.
Obviamente, eso influyo en las costumbres criollas, paisanas, hasta que se hizo costumbre
por influencia de dos ramas principales: la telúrica y la extranjera. Los avances e inventos
ridículos o desconocidos por falta de estudio, significó que se perdiera su filiación llegándose al
extremo de no darle importancia, transformándose en moda.
La ciencia considera a los colores como importantes, no solo para usarlos en la vestimenta,
según la condición de la dama o caballero. No es infrecuente, aún hoy en día, la utilización de
colores antinómicos como el blanco y el negro: pureza, vida, y luto, muerte, sino que eran prenda
de bailes folklóricos o de uso para él con sus representaciones.
De esos colores surgían las variaciones que los mismos permitían, menos los dorados o
plateados, por ejemplo, que eran colores especiales para los nobles o de condición real (Duques,
Príncipes, Reyes). La simbología heráldica era tan importante, que incluso se veía reflejada en los
uniformes de los distintos regimientos americanos.
Desdeñar, o no darle importancia a los colores dentro del ámbito folklórico desde el Siglo
XV en adelante, no es prudente; a nuestro alrededor, en nuestra vida cotidiana, en la historia de la
humanidad, los colores no solo han servido para la moda de las damas y caballeros, sino como
simbología especialmente para las relaciones interpersonales. Creer entonces que el Folklore no
lo contiene, es un absurdo, casi rayano con el desconocimiento. Ergo: No se puede hablar de
14
Williams John Thoms, alegremente, sin tener en cuenta todo esto. La ciencia no admite “medios”;
es “todo” o no es “nada”.
Yendo al campo de los bailes, además de las vestimentas, los paisanos por su condición
económica, solo lucían esos colores significativos, los principales, en especial en los pañuelos,
tanto sean estos para bailar, o cuando no, prendidos al cuello, y su color no era elegido al azar.
Se sabe a través de estudios realizados por excelentes investigadores, como Carmen Arolf,
en su obra Evocaciones Argentinas, toma como ejemplo que el medio de la relación entre
caballero y dama, y los nobles paisanos y paisanas, para bailar usaban pañuelos más grandes que
los comunes, y de colores que reflejaran lo que se insinuaba. No faltaba la dama que llevaba dos,
tres y hasta cuatro pañuelos, y según la situación que se presentara, era el color que elegía para
tener en la mano y a la vista. Incluso, llegado el caso, hasta el negro usaba si la situación se
volvía molesta o indeseable.
Las damas, por lo general usaban cuatro colores de pañuelo, y sus vestidos igual, aunque
esto era más liberal, pero siempre uno más que el del caballero: el negro. Los pañuelos que se
usaban eran:
El Pañuelo blanco: símbolo de la pureza, de virtudes, simboliza igualmente síntoma de
atracción, de aceptación, de “bueno dale”; es el color que significaba la fuerza del Génesis.
Símbolo de la inocencia. Color de la unidad y de la pureza. De unidad que dan vida a la
naturaleza.
El Pañuelo verde: Tranquilizador, ten calma, espera, esperanza, descanso, serenidad, ya
llegará. Aplaca las “ANSIEDADES”.
El Pañuelo azur: Símbolo espiritual. Religioso (por eso, aunque se piense lo contrario, era
de raro uso porque no era símbolo de bandera ni lo es en la ciencia heráldica). Significa la pureza
llevada al máximo, la castidad, el aire, el agua, el cristal y el diamante. Lo más preciado. El cielo,
el espacio, equilibrio, armonía y de alegría de vivir. Significa la aceptación de la entrega a algo
Superior. Simboliza lo tradicional, los valores permanentes, la eternidad sin tiempo.
15
El Pañuelo negro: Es la negación, el desprecio. El cese de la vida, la negación de lo
humano, la muerte. Es la antítesis del blanco, el otro color de la dualidad natural. Evidentemente
se ha atribuido a este color toda la maldad de la que es capaz la humanidad.
El Pañuelo rojo: Pasión arrolladora, era más demostración de “ANSIEDADES
DESMEDIDAS”, que de galanterías finas con intenciones adecuadas. Era muy difícil que se
usara, y menos cuando se tenía verdadero interés en la honestidad de los sentimientos. Era poco
usual.
Tomamos los colores básicos de los pañuelos usuales, pero no en vano si nos fijásemos,
esos colores no es que estén de moda solamente, tanto así que para guardar luto, por ejemplo,
puede ser blanco (en lugar del negro más usual), porque se cree en la vida eterna. (Esto hace a
otra ciencia: la Filosofía)
Como dice Alberto Franco en Leyendas del Tucumán, en el baile, tanto de salones como de
la paisanada campestre, el color era una singular forma de transmisión de sentimientos.
O sea que, el color blanco, azul y verde tenían objetivos de una fina galantería, el asunto era
cuanto de amistad se estaba dispuesto a otorgar. Pero, ¡ay si te sacaban el pañuelo negro! Y el
varón, el paisano, cuando veía que la “prienda” tenía pañuelo negro en la mano, ¡pobre de él!, ni
acercarse, pero solía inmediatamente sacar él un pañuelo negro representando también su dolor
y la pena, o el “rojo” que quería decir “ya vas a ver”, síntoma perverso de la venganza.
Entonces, ¿es de darse cuenta que no es una cuestión de moda dentro de la ciencia?
Definitivamente, forma parte de la Antropología Folklórica el color y su significado. Hoy en
día, por desconocimiento o por moda estoy casi seguro que, como dije anteriormente, es por
descuido de haber averiguado antes, aunque se haga lo que se quiera. Y eso no deja de ser una
ventaja: no se puede hacer lo que no se conoce, entonces se hace cualquier cosa. Aunque ver
bailar a esos “gauchos de fantasía” con colorinches dignos de gitanos húngaros, puede ser lindo
pero no es folklórico.
Pero, volviendo al tema folklórico, existía una singularidad que se daba: cuando la pareja
ya estaba consolidada ambos solían utilizar el color blanco, o el azur lo que significaba su
próxima unión. La pareja iba utilizando distintos colores hasta que se consolidaba una relación,
16
momento desde el cual ambos utilizaban el mismo color, cerrando el circuito caprichoso del
sentimiento.
O sea que, creer que los colores son por desvarío, investigadores de gran laya (al decir del
paisano), lo han descrito como una especie de obligación en el cortejo.
El Folklore no es una cuestión desestimable, por algo es ciencia.
Pareciera que el Folklore es nada más que bailar a los saltos. No, fíjese todos los aspectos
que intervienen nada más que en el baile.
La mayoría de los bailes la pareja se galantea permanentemente, ella lo hace bajando
siempre la mirada, casi sin mirar, y el hombre lleva las de andar pero de forma caballeresca,
siempre intentando cortejar a esa dama esquiva, pero que no se aleja demasiado (por el contrario,
la torpeza no es requisito para el cortejo), y por medio de un ritmo se envían permanente señales
gestuales y con el significado del color del pañuelo, prenda que se use o no siempre está en el
conjunto. Es esa la utilidad principal de una coreografía, que la lleva e incita la dama por lo
general, tratando de esquivar los embates amorosos del caballero, y que a veces cuando utilizan el
pañuelo con sus movimientos trata de enviar señales que, con los esquives de la dama, y el
movimiento del pañuelo, no le es permitido llegar demasiado cerca, salvo que ella así lo desee.
Entonces, es el mismo pañuelo el que dice si se aleja, que espere, que se acerque, o que
directamente se vaya.
No importa de qué baile se trate ni de qué país; el pañuelo y su color es una demostración de
sentimientos. El baile es un acto sociológico, de relación interpersonal, como lo era hasta hace
poco (y digo “era” porque ahora cada quien se mueve como quiere, solo o a la “que te criaste”)
No es seguro que determinados bailes se hayan bailado originalmente con o sin pañuelo,
pero que éste es símbolo de señales no quedan dudas, al igual que sus colores son importantes.
Incluso, existieron actitudes, relacionadas con festividades paganas, como el baile de las
cintas, en que el color es muy importante porque se están utilizando para espantar al “diablo”,
antes de la festividad de la Pachamama. Si bien no es un baile de parejas –incluso no hay
seguridad de que sea baile-, los colores de las cintas tampoco era algo caprichoso, sino que
promovían un ceremonial. En un Velorio de Angelito se bailaba, porque aunque éste era una
17
especie de fiesta, se procedía en parejas, pero no era baile de cortejo, sino de demostración,
siempre trasuntaba un luto, una pena, un dolor.
Tuve la oportunidad de contemplar un evento de este tipo, al noroeste de Santiago del
Estero, allá por alrededores de la primera mitad de la década de „70 aproximadamente, que
después de la chacarera de rigor, se bailaba una zamba con pañuelos de color negro. No era un
cortejo, era una demostración de pesar.
-V-
En cuanto a las coreografías en sí, no deja de ser un tema muy escabroso, incluso para los
investigadores. A través de estudios que se han realizado, y búsquedas en libros del Archivo de
la más antigua Universidad del Virreynato del Rio de la Plata, estaba claro que ya en el siglo
XVII existían ciertos movimientos con un mayor carácter coreográfico (como lo podríamos
llamar hoy), pero generalmente significaban homenajes a fiestas paganas, mixtas, mezclaban
ritos religiosos europeos con los de los pueblos originarios americanos, como surge de su primera
aparición en un manuscrito musical por Gaspar Fernández (1570-1629), fue el villancico
"Zarabanda tengue que tengue, zumba casú cucumbé". O como en 1746 los "conventículos" y
procesiones de mulatos y negros en la mayoría de América, con música de corneta y tambor, a
manera de comedias musicales caseras en las que prevalecía "grandísimo desorden", y esos
movimientos desordenados, es lo que se llamaba “conventículos” (de ahí deriva “conventillo”).
Cabe destacar que por esos grandísimos desórdenes, estas reuniones estaban prohibidas por
las autoridades, y de allí viene la denominación “conventículos” -Del lat. Conventicŭlum.- Junta
ilícita y clandestina de algunas personas. Real Academia Española // Conciliábulo s. m. Reunión
de personas que no ha sido convocado por persona autorizada o que se reúne para tratar un asunto
que se quiere mantener oculto. Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse
Editorial, S.L)
Es muy repetitivo lo de influencia europea, pero al criollo, al mestizo y mulato, la influencia
le venía de nuestros propios salones, en particular de las ciudades grandes y las trasladaba a sus
fiestas.
18
El hablar de movimientos coreográficos más o menos específicos, es hablar de 200 años a lo
sumo, pero totalmente indefinidos. Pero nuestro Folklore arrastra influencias de mucho tiempo
atrás, varios siglos diría, y no se conocen muchos de esos bailes, al menos de nombre, y menos
aún, tal como especifica José Antonio Robles Cahero en Un paseo por la música y el baile
populares de la Nueva España, no se conocen cuáles eran esas notaciones de bailes con
influencia europea como: El chuchumbé (1766-1784), El animal (1767-1769), el Pan de manteca
(1769-1796), La cosecha (1772 y 1778), el Pan de jarabe (1772-1796), Sacamandú (1778 y
1796), las Seguidillas (1784-1803), El jarabe gatuno (1801-1807), el Torito (1803) y el Vals
(1808 y 1817).1 Que sepa, NUNCA he visto bailar estas músicas, no se saben si tuvieron
coreografía, cosa que dudo, y razonable resulta que a nadie se le ocurrió inventar alguna sonsera.
No faltará quien las descubra, y le invente música, letra y coreografía; total, ¿Quién sabe?
Pero hay algo que unifica a los bailes folklóricos y no es una coreografía, sino que ésta
más bien la aleja de ser Folklore, vaya a saber uno cual era el movimiento que se quisiera hacer
tratando de significar lo que se sentía o creía. Recién en el Siglo XX, y bien entrado, se unifican
casi en todo, pero no todos los bailes, a los efectos de poder ser aprehendida de forma regulada;
pero lo modificado cuando es nuevamente modificado, se transforma es deformado o
desconocimiento. Ejemplos de esas deformaciones, que aunque no son folklóricas, pero son
antiguas, se encuentra la famosa Zamacueca, el Chorrillo, el Oficiante, etc, de los cuales surgen
otros bailes hasta que, de tanto invento, se pierde la condición de anónimo, y por lo tanto su
condición de Folklore. Y nada que ver con lo que pudiera ser lo más original, como el caso de la
Cueca en Chile.
En una palabra, no podemos asegurar que una pieza folklórica es “de tal forma” cuando no
conocemos como fue. Por ejemplo, en la zona del Norte del Litoral, la música tenía gran
influencia de la tradición jesuita y franciscana post colombina. Pero su Folklore es HOY
prácticamente desconocido; lo que se hace es “algo que se le ocurrió a alguien”, derivados de
polkas, shotis europeos, caso que se daba en todo el litoral en particular entre ambos grandes ríos.
La influencia, al igual que del Norte, solo provenía de Europa, no de Paraguay, sur del Brasil o
1 - José Antonio Robles Cahero - Un paseo por la música y el baile populares de la Nueva España Ed. Cenidim - España
19
Uruguay, porque esa zona PERTENECIA al Virreynato del Rio de la Plata, luego entregado,
como Bolivia y casi todo el Chile actual, por la mismísima Argentina, pero su influencia no era
extranjera sino propia.
La influencia del Norte y Oeste argentino, en cuanto a música y bailes folklóricos, la
mayoría eran “propios”; recién se podía hablar de influencia allá desde el Norte del Alto Perú. Y
la del Este y Noreste la influencia entraba o por Buenos Aires, la culta, fina, europeizante, o por
lo poco de música de estilo barroco, con inventos traídos por los inmigrantes del Siglo XX, con
sus pizzicas, derivadas en tarantelas y luego traídas aquí, cuya característica, vaya usted a saber,
era el pañuelo de los bailarines (¿casualidad?); las sevillanas españolas, de donde se cree que
puede haber tenido gran influencia para el chamamé; la tarántula (o taranta/taranta), que es de
gran influencia en la música popular del litoral, y que ¡oh casualidad!, se podía bailar, siempre en
parejas, pero de distinto o del mismo sexo. ¿Qué curioso no? Ni que hablar de las Seguidillas,
Sardanas y Muñeiras, mezcla de todas estos bailes hicieron el “inventado” Folklore litoraleño en
el siglo XX.
¿Y, muchachos?, hay muchas más bailes que la chacarera y la zamba, solo hay que ponerse
a estudiar.
Solo para aclarar, la música italiana, tiene mucho de propio, no tanto como la española que
tiene gran influencia de siglos de moros y judíos, cuya mistura aparcó por estas tierras entrando
por el Este. Y la música y bailes “de alta sociedad” entra por donde entró el europeísmo a la
Argentina: por Buenos Aires, que luego se expande por la curiosidad de paisanos criollos, con las
degeneraciones que se le iban produciendo, o sirviendo de base para nuevos bailes, como La
Condición, por ejemplo, baile tan particular en su origen. Los barcos que anclaban, bajaban su
carga en manos de negros, quienes agregaron para sus bailes de sus lejanas tierras, sin
instrumentos de otro tipo ponían solo ritos tamboriles, del que surge únicamente el cajón, que
ahora en la actualidad se lo ponen a todo, y encima eléctrico y con parlantes.
Al Norte, zona del Alto Perú, aunque estaban franciscanos y dominicos, la música siguió
teniendo sentido telúrico, y baste ver los distintos bailes actualmente, para saber que no hay
coreografías específicas. Pero bajando hacia el sur, entrando al ACTUAL suelo argentino, sigue
20
siendo la misma simplemente porque desde el Alto Perú nos pertenecía, Bolivia NO EXISTIA.
¿Entonces de que influencia boliviana se habla?
Las más acriolladas, ingresan por el oeste, por el lado de Chile, que la mayor parte de su
territorio actual pertenecía a nuestro país, por lo tanto ¿de qué influencia se habla?, aunque
paradójicamente, es la que mantiene más “el sabor” de sus bailes folklóricos, e influye de una
forma más folklórica en nuestro catálogo musical.
Y al Sur, se puede decir con cierta seguridad, que desde principios del Siglo XX se
comienza a inventarle un Folklore a toda la Patagonia, cuando los aborígenes sostenían fiestas
permanentes, sin ningún objetivo, solo para “la macha”, para alegría festejando por lo general los
robos, en donde la “ngolin” (borrachera) con licor de uva desecada, o de ese aguardiente robado
en malones traído de Chile, era lo común en sus festividades, o vendido por los tramposos
“blancos huincas”, porque ya los había en ese tiempo (lo de tramposos, me refiero)
Por eso decir “Folklore patagónico” es hacer mención de grandes bacanales conocidas ya
por investigaciones a mediados del siglo XIX y principios del XX y las describen muchos
historiadores conocidos. Los varones bailaban, gritaban, tomaban hasta que caían exhaustos,
mientras las mujeres golpeaban con palos gruesos troncos para dar un ritmo como salga. Más que
eso no tienen. Arrogar un Folklore, en la Patagonia, es casi diría, un atrevimiento fuera de lugar.
Pero, es bueno de abrir un interrogante investigativo, porque esas bacanales podrían tener
significado, entonces sí, pero ¿Quién lo sabe?
Se inventaron movimientos que más parecían “pringue rebañega” que luego algunos
inventores más contemporáneos llamaron Loncomeo, el Chorrillero, e instrumentos como el
Kultrun, simple tambor de cerámica con un solo parche. Y se acabó el Folklore. Por eso no
amerita hablar mucho sobre ello, aunque lo hay, pero no lo haré en este trabajo. ¿Qué suena
lindo?, obvio, a quien le guste dele nomás, pero que se sepa que con ese criterio podrían
llamarle “la cumbia patagónica”, y resultaría lo mismo; mal de cualquier forma.
-VI-
Personalmente, veo bien el haber uniformado posiciones y relaciones coreográficas de los
bailes, hasta es lógico, pero eso no significa ni que sea folklórica, ni que se le invente también un
21
lugar por donde se sabe, o se especula, como por caso del baile El Sombrerito, del cual se tienen
comprobaciones que surge en la región del Toco-Toco (zona de Cruz del Eje-Córdoba), que toma
ese nombre porque apantallaban el fuego alrededor de la fogata para derretir la grasa con el
sombrero, para hacer las velas, y su vestimenta aproximada, por lo que se sabe era poncho corto,
pantalón cortado en dos, sombrero panza de burro, y cáligas o ushutas de yute, o sea del típico
paisano cordobés de noroeste. ¿De dónde salió eso que se baila de coya y entró por Bolivia?..., no
sé, ¿y cuál es la coreografía?, tampoco se sabe en rigor…., a pesar de mis infructuosas y muy
escasas investigaciones.
También tenemos el caso de la Cueca, cuyo ingreso a nuestro territorio se le adjudica por
dos naciones distintas, lo cual se tendría que estudiar algo de geografía, porque tanto gran
parte de Chile,
Argentina, hasta el Alto Perú pertenecían a las
Provincias Unidas del Rio de la Plata, como
pueden verlo en cualquier mapa. Por eso, hablar
con soltura de la cueca es un atrevimiento
riesgoso; la Cueca chilena, con la Cueca norteña,
no tienen el mismo origen, para nada, ni siquiera
se baila igual. ¿No sé de donde salió que ambas
tienen la misma influencia, como la zamba que
deriva de la zamacueca? ¿Vieron cómo se baila la
cueca chilena? ¿por qué se dice entonces que es
diferente a la nuestra?, o ¿por qué la bailamos
distinta?, ¿Cuál es la verdadera?...., ya es hora de
que pensemos un poco. Y decir que entro por
Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay o Sur del
Brasil, es lo mismo que decir ARGENTINA
(Virreynato del Rio de la Plata), por lo tanto su
influencia, de tenerla, es de mucho más arriba del
22
Perú, en donde estaba el otro virreinato, y sus bailes eran llaneras, bambucos, curulaos,
joropos, y sus instrumentos eran la bandurria, la bandola, por decir algunos.
¿Me quieren decir cuál de estos bailes e instrumentos influyeron en nuestro folklore?
Antes de continuar, quiero dejar aclarado que no he pensado hablar sobre el llamado
“Folklore litoraleño”, porque llevaría mucho tiempo además que requiere otro análisis. Lo dejo
para otro análisis.
Muy bien mis estimados y pacientes lectores. De este alboroto de ideas puestas a
consideración, no se termina el asunto, pero solo se trata de intrigarlos sobre cuestiones
históricas o folklóricas, y también asumir de una vez por todas que lo que se hace actualmente no
es Folklore, y algunas cosas que se hacen, ni siquiera son tradicionales, pero eso ya es cuestión de
cada uno sobre el gusto. No es malo hacer algo que se parezca a lo tradicional, lo que no está bien
es creer que lo es.
Ahora, ¿qué sentido tiene tanta complejidad y tanto barullo para bailar un Gato o una
chacarera cuyo autor es conocido, y decir que es Folklore? ¿Por qué imprimirle una velocidad
rítmica increíble a lo poco conocido: chacarera y algo de zamba? ¿por qué inventar “danzas
nativas”, que parecen de fórmula I?
No es delito bailar a “lo que se me antoje y como se me antoje”, si gusta, allá vamos, ahora
bien; si baila una zamba a los saltos, es una cuestión de antojo, pero no es Folklore ni tradición.
Nadie puede adjudicar con certeza que tal o cual baile es folklórico, a aquellos que han
sido inventados con conocimiento del autor de la letra y música, según la ciencia, no. Habla mal
de aquellos que lo hacen, porque significa que, o no conocen la ciencia, o no les importa, o no
saben leer. Y el mismo caso es cuando, la música es de origen folklórico pero la letra no, porque
tiene propietario; es más, está en SADAIC y cobra.
Algo hemos mencionado sobre que formamos parte del Virreinato del Río de la Plata
(creado en 1776) pero también, más atrás en el tiempo, del Virreinato del Alto Perú. No está de
más –entonces- recordar que el del Río de la Plata incluía parte de la Argentina (catorce
provincias, sin el Sur) pero también amplios territorios que no forman parte actualmente de
nuestro país: las intendencias de La Paz, Cochabamba, Charcas y Paraguay, y las provincias de
23
Moxos, Chiquitos, Montevideo y Misiones (parte de esta última sería argentina). Y que el Sur se
integra al tiempo de Julio A. Roca.2
Ya habían penetrado en lo que es hoy Argentina, influencias extrañas, pero distorsionadas.
Aunque entraron de muy arriba, o por el puerto de Buenos Aires, dueño de la Aduana, o poco por
el puerto de La Serena/Coquimbo, en Chile. Debe entenderse entonces, que no tuvimos
influencia directa, sino que es mucho más amplia. De tal modo hacer una particularidad de las
notaciones coreográficas es cuando menos de relativa consistencia científica. Las condiciones
para que algo sea Folklore está muy sabido, por lo tanto es ese desconocimiento de autor lo que
da el muy probable desconocimiento sobre la verosimilitud de las formas de bailar. Entonces,
reitero, ¿de dónde se sacan las coreografías?
Pareciera que algunos tienen satisfacción en lucir desconocimiento.
La formación de nuestra nacionalidad fue muy lenta y tuvo dos rutas esenciales de
penetración: el Río de la Plata y el Río Paraná por el Este y los caminos del Inca y otras entradas
naturales del Noroeste (o sea que no existían los bolivianos porque no existía Bolivia).
En 1535 Pedro de Mendoza funda Nuestra Señora del Buen Ayre. Con él vinieron varios
músicos: Diego de Acosta fue Maestro de Ministriles, Antonio Rodrigues era flautista y cantante.
Juan de Salazar de Espinosa funda Asunción en 1537. En un artículo publicado para Mozarteum
– Jujuy, por Pablo Bardin, en el mismo se afirma que: “Continuarían en las siguientes décadas las
fundaciones de las capitales de todo nuestro Centro y Norte y el impulso civilizador se iría
expandiendo, pese a las dificultades de las grandes distancias o a las hostilidades de las etnias
aborígenes. Los militares trajeron su música y usaron, nos dice Vicente Gesualdo, “pífanos,
trompetas lisas, atabales y tambores o cajas de guerra, de larga caja cilíndrica”. Lange por
su parte considera que la calidad de la música militar fue muy baja pese a que abundó, y eso
produjo que la mistura con la que habría aquí, empeoró la cosa, pero se produjo lo telúrico, lo
folklórico, pero no se conoce cómo, aunque haya quienes lo desconozcan.
2 - Leer literatura sobre los indios araucanos chilenos, invasores del sur argentino, que sí tenían más musicología y
celebraciones que los nuestros, y que eran los verdaderos indios peligrosos, porque eran protegidos por Chile. La bibliografía
sobre ellos es voluminosa. Los nuestros muy poco, casi nada, tenían.
24
O sea que, a pesar de algunos, ya en 1550 había una especie de mezcla de músicas, incluso
de aquella que es la clásica, que en ese tiempo no lo era. ¿De dónde podían conseguir un pífano
los nativos?, puede ser de una tibia de animal o de humano, inclusive, y resultaba una flauta de
hueso, pero cabe preguntarse ¿cómo sonaría ejecutada por alguien que no sabía nada de música
integral, solo soplar?, la verdad no me imagino, y es de no creer a aquel que dice que algo puede
ser.
Además, si esto es simplemente demostrado, ¿de cuáles bailes y de que coreografías se
habla?..., es muy probable que El Bailecito (por decir algo) ya existiera, pero ¿quién sabe si tenía
coreografía?...., y además, siguiendo el razonamiento de los “enseñadores de danzas nativas”
entró por Bolivia, ¿con o sin coreografía?....¿venía del Perú?, si no es así entonces es de nuestro
territorio.
Los nativos de la zona, tenían sus instrumentos, en especial los del noreste, que obviamente,
pronto se vieron infiltrados por los extraños. Al ver los tambores extranjeros, sus cajas se
convirtieron en bombos y tamboriles; las guitarras en charangos, los violines en violín de una
cuerda; el arpa en sacha guitarra; clarinetes, oboes, los vientos en general, en tarkas, anatas, sikus,
sikuris, erkes, pero, lo que no pudieron remplazar fueron los músicos que supieran música, e
inventaron para nuestra gracia, lo que se puede considerar Folklore, esa desconocida ciencia que
nos da la identidad, y que nosotros nos encargamos de arruinar. ¿qué le gusta?...., y, si está bien
hecho dele nomás…., no está prohibido.
Ahora sí, me voy a detener brevemente en la zona del litoral, del Noreste y Este de nuestro
territorio y su musicalización.
La llegada de los conquistadores, trajo sacerdotes los que hicieron una labor extraordinaria
en la zona de Misiones y Paraguay que era en ese entonces hasta casi fines del Siglo XIX nuestro.
Las famosas ruinas de San Ignacio son una muestra de lo que hicieron y de cómo enseñaron
artesanías, y distintas profesiones que hizo que los indígenas cambiaran su ritmo de vida, a pesar
de los ataques alevosos de los bandeirantes de la zona portuguesa, con sus crímenes horrendos.
Pero, había un problema, la iglesia utilizaba -hasta el día de hoy porque no ha sido
derogado- la música sacra cuyo instrumento principal era el órgano. Traer semejante armatoste de
25
ese tiempo y armarlo, era imposible pensar. Entonces se arreglaban como podían, inventando
instrumentos como el famoso violín de una cuerda, la ocarina, la caña trunca.
Los indígenas se amoldaron a lo que se les enseñaba, a regañadientes se acostumbraron a lo
que se les inculcaba como fe, como religión en contra de sus milenarias creencias. La música y
algunos bailes eran sumamente extraño para ellos, pero la curiosidad y el gusto intrínseco de
aprender de todo hombre, los llevaba a imitar, aunque no les resultó fácil a los sacerdotes, porque
el paganismo se resistía a irse. Lo más difícil para los frailes era el tema de las costumbres
idólatras, sus bailes y las imperdibles fiestas paganas que, en el fondo, aún se tenían presente. Era
una mescolanza. Así es de suponer que había bailes, pero ninguno llegó a la actualidad, ni
siquiera en su conocimiento, porque desapareció junto a esas civilizaciones. Esa oscuridad se
mantuvo y mantiene en algún lugar de la historia de la colonia. Tenemos una valiosa referencia
relatada por el Padre Francisco Javier Miranda con respecto al mantenimiento de la música en la
Colonia: y en las funciones eclesiásticas ordinarias se contentaban con cantar lo que ocurría a
capricho, con un organillo mal o bien aporreado, de una harpa mal arañada, y de alguna guitarrilla
de mala muerte”. “En las fiestas regias y más clásicas nos pedían las Catedrales y los Conventos
nuestra Música instrumental y vocal, toda compuesta de nuestros negros esclavos, que les
concedíamos con mucho gusto, sin paga de interés alguno”. Desgraciadamente no nos han
llegado inventarios de los repertorios, que hubieran sido fascinante lectura, pero en cambio hubo
abundante mención de instrumentos, que fueron en verdad abundantes e incluyeron algunos de
uso renacentista, desfasados con respecto al Barroco europeo, como los rabeles o los salterios y
las liras. Incluso pudieron identificarse las especialidades de ciertas misiones en la construcción
de determinados instrumentos (p.ej., arpas, claves y campanas en la Candelaria, o rabeles en
Yapeyú)3.
Los sacerdotes debían oficiar misa –como ahora y siempre-, por dos motivos: porque es su
obligación hacerlo todos los días, y segundo, porque les servía para hablarles a los indígenas e
incentivarlos a comprender que lo que le decían era verdad.
3 -Ref: La influencia de la música europea sobre los argentinos Articulo para Mozarteum Jujuy por Pablo Bardin
26
La música en el templo, llamémosle así por ahora al lugar que sea en donde celebraban
(aunque basta ver la Iglesia principal en San Ignacio en Misiones, San Bernardo en Paraguay,
para darse cuenta que semejante imponencia no era fruto de la casualidad). La música sacra se
realizaba con los instrumentos que tenían, que conservaban pero que se agotaban; no tenían
reparación, eran remplazados con otros de fabricación ya local y así nacen varios de los
instrumentos –bocinas, cornetas y trompas-, que hoy, si los conocemos, si serían folklóricos,
pero que se expanden por poco tiempo. Obviamente, los órganos existían muy pocos, y de mala
calidad y fabricados “sin técnica alguna”, que obviamente significaba toda una proeza su
construcción y la preparación de organeros, que procedían por intuición y prueba y error y no por
método. Sin embargo, el francés Luis Joben fabricó algunos órganos de buena técnica si se tiene
en cuenta los materiales que usa, a partir de 1785; uno de ellos se conserva en la Catedral de
Buenos Aires.4 Así y todo, no alcanzaban para cubrir todo el amplio territorio de las misiones, y
por eso resultó de gran ayuda la aparición del sistema de acordeones, pero sólo el órgano podía
ser utilizado como Órgano.
En el punto 120 Sobre La Sagrada Liturgia5, de la Iglesia Católica, ratifica el uso del
Órgano para las celebraciones litúrgicas: “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de
tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a
las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades
celestiales”, por lo tanto en aquellas épocas en donde la Iglesia era más estricta que ahora, solo
hay que imaginarse la desesperación de los curas.
El griego Ctesibios de Alejandría, es su inventor hacia el año 246 a.C. La primera
aplicación musical de este instrumento en Occidente fue el órgano hidráulico (organa
hydraulica). El Órgano no significaba –ni significa- un capricho de los frailes, sino que estaba
instituido – y está- como el instrumento principal para la música sacra, porque da un espíritu
especial a la liturgia religiosa, por su especial sonido que apoyaba perfectamente los ritos, y su
sonido permite una meditación sin interrupciones.
4 -Ref: La influencia de la música europea sobre los argentinos Articulo para Mozarteum Jujuy por Pablo Bardin
5 - Constitución Sacrosanctum Concilium – Concilio Vaticano II
27
A simple aclaración, aquí se da también una paradoja. La música sacra proviene de los
orígenes de la Iglesia, y se ha ido modificando acorde a los antojos del clero, de los ignorantes de
música, de los de cultura general, incluso, como ahora, de los que quieren modificar lo
modificado. Para aquellos que toman la guitarra y la batería, y pegan gritos desaforados en el
templo, aduciendo que es permitido por el CV.II, les digo que no, pero como siempre, aducen lo
que no saben, o sea, en este caso leer los documentos del mencionado Concilio, y se darán cuenta
que no es como lo dicen. “Punto 121: Cualidades y misión de los compositores. Los
compositores verdaderamente cristianos deben sentirse llamados a cultivar la música sacra y a
acrecentar su tesoro. Compongan obras que presenten las características de verdadera música
sacra y que no sólo puedan ser cantadas por las mayores "Scholae cantorum", sino que también
estén al alcance de los coros más modestos y fomenten la participación activa de toda la asamblea
de los fieles. Los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina
católica; más aún: deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes
litúrgicas.6
Entonces no es difícil darse cuenta no solo de la importancia del órgano, sino de todos los
instrumentos que de una forma u otra, se inventaban para remplazarlo, y que algunos quedaron y
otros desaparecieron. Aprovecho para decir que, como existen falsos gauchos festivaleros,
también hay curas que hacen de la Santa Misa un festival de estupideces, sin que nadie le diga
nada, al contrario, les resulta lindo y les gusta. ¡Y bueh!, al que le guste dele nomás, pero sepa
que no es lo que dice la Iglesia. ……¿qué parecido no?.....
Volviendo al tema, el órgano en ese entonces, era difícil de ejecutar, y de grandes
dimensiones, no era accesible todavía para estos pagos. Había que remplazarlo. Pero ¿con
qué?....., la música no era sacra como establecía el canon, se hacía lo más parecido o se intentaba
hacerla. La música no hace a la religión, pero “eleva el alma” lo que potencia lo espiritual.
Obviamente, hablo de la buena música.
Pero el tiempo, siglos, pasaban y el órgano sin aparecer. Entonces los frailes, llegado fines
del Siglo XVIII, principios del XIX se propusieron remplazar al órgano, por vía de un sacerdote
6 -Constitución Sacrosanctum Concilium – Concilio Vaticano II
28
del centro europeo que había visto cómo, artesanos europeos, a sabiendas de esta necesidad allá
en el sur de las Indias, se entregaron a diseñar y fabricar un instrumento que fuera portátil y que
remplazara al órgano; tenía que “sonar” como un órgano. Después de intentos, se desembocaría
finalmente en una creación del luthier Cyrill Demian del primer acordeón rústico. A botoneras de
notas y botones de bajos, sencillo, simple. Y es este instrumento el que viene a estos parajes, y
resulta muy útil para que sonara algo parecido al órgano, con un sonido muy similar al “órgano
de boca; la lengüeta libre; principio sonoro”7
Ahora, veamos la situación planteada: ¿cuál es para “algunos” el instrumento folklórico por
excelencia del litoral?, el acordeón a piano, más exactamente un instrumento cuyo SISTEMA es
el acordeón (o sea funciona como un fuelle), no es un instrumento en sí; hay muchas variedades
de acordeón, incluso el bandoneón es un acordeón (acordion). Este sistema fue inventado en
1829, por el austríaco Marck Muñichz, y posteriormente aparece el Konzertina (o bandoneón),
lo cual no solo que ambos tienen fabricante conocido, que eso está en disputa entre Carl
Friedrich Uhlig (1830) y Carl Zimmermann (1849), aunque su nombre proviene de Heinrich
Band (1821-1860) porque éste había sido el comerciante del instrumentos. Este instrumento
viene en la primera mitad del Siglo XIX, se estima, y fue un estallido de mejoría con relación al
órgano, y lo remplaza principalmente en las zonas adonde no podían llegar los órganos grandes,
aparatosos, aunque ya en el Rio de la Plata existían un par de ellos en grandes iglesias, pero no en
el norte. El éxito del acordeón para la música sacra fue inmediato, y el bandoneón fue adoptado
por las provincias del Rio de la Plata, incluyendo Uruguay, y es Buenos Aires quien “se apodera”
del instrumento. O sea que, adjudicarle a Santiago del Estero, Mendoza, Jujuy, el acordeón es una
falsedad folklórica. Ahora, repito, al que le guste allá él.
Después de estas aclaraciones, desde el vamos nos damos cuenta que, con guitarras,
acordeones y bajos, conocidos sus autores la explosión de una música popular, cuyo ritmo está
influenciada directamente por músicas europeas, nada de América, es imposible considerarla
folklórica; puede que tradicional, pero dificulto hasta eso.
7-Pablo Cepeda – Historia y Evolución del acordeón – Nº 5 Verano de 2001
29
La gran inmigración que los “ilustres próceres” argentinos promovieron a destajo, que les
salió mal porque esperaban ingleses y franceses rubios de ojos azules, y llegaron italianos,
españoles, judíos y los famosos “turcos”, y les arruinaron la nueva raza que ellos pretendían.
Mal que les pese a los oligarcas porteños, esa inmigración en su
inmensa mayoría, junto a los criollos, hizo grande al país, pero los
inmigrantes trajeron consigo sus costumbres, lo cual resultaba lógico.
Casi todos los judíos, croatas, polacos, griegos, se instalaron
en el litoral, y vinieron con su famoso instrumento portátil, muy
conocido en sus pueblos, y eran eficaces ejecutores de acordeón, y ya estamos hablando de fines
del Siglo XIX y principios del XX, cuyo instrumento básico: el acordeón diatónico era el más
usado en el litoral.
Junto con sus instrumentos, sumado a sus bailes y costumbres, se produce una simbiosis que
se convierte en tradicional. Se mezclan y por ende se funden, modificándose ambas tradiciones
folklóricas, y nace el famoso chamamé, mientras que particularmente en misiones, en donde el
arpa ya era de ñaupa instrumento común, ingresa la influencia del shotis, gavota y polkas, que
hasta hoy se escucha por esos parajes.
Instrumentos como el “pito de llaves”, el “xeremías”, el “alboca”, el “turuta de pregonero”,
“pífano”, “castrapuercas”, “pito de caja”, “flabiol”, “dulzaina”, eran instrumentos usuales, pero
que su agotamiento iba dando ideas para fabricar otros similares por estos lares, y que casualidad,
de ellos salen: la ocarina, la quena (diatónica y pentatónica), el clarinete y el bandoneón usado en
el tango, y así sucesivamente. Ahora, habría que preguntarse: ¿los instrumentos que consideramos
folklóricos, telúricos, son porque ya existían o porque se copiaron, o las dos cosas?....., pero ¿a
quién le interesa saberlo?.....
Los bailes y costumbres del litoral se vuelven aburrido, ya el tiempo corre, hasta el
automóvil aparece, ¡¡ya es hora de modificar lo modificado!!!, y es ahí, cuando por invento de
desconocedores de donde nacen, aprovechando el acordeón en su versión piano principalmente,
y la necesidad de una “aceleración” absurda, todas esas músicas cuarteteras que no son ni por
asomo folklóricas. En el caso del chamamé, que lo explico en la parte de anécdotas, es algo que
30
fue descartado. Acelerar el ritmo es la consigna, y los bailes argentinos se transforman de
formula I.
Fíjese usted como se puede eliminar un hecho folklórico por una inconciencia, o por
desconocimiento, o por no importar nada.
Es una pena que la escuela que tiene una trascendencia inconmensurable e importante, no
tenga presente estos temas, es más, tendría que tener historia, pero una historia en donde los
docentes estén preparados para ello, y no dejarse guiar por lo que los entes oficiales quieren que
enseñen, y los que dicen que saben lo que no saben es que son ignorantes. No es culpa de ellos,
pero tampoco tienen en donde capacitarse, y tampoco tienen tiempo si tienen familia, porque hay
que prepararse para las incoherencias festivaleras.
¡¡¡¡Aquiiiiii, Coooosquín…..!!!!, sabía decir Julio Maharbiz, y ya era criticado ese seudo
festival folklórico por lo “modernizado”. ¡¡Si lo viera ahora con los que suben al escenario!!
El Folklore, y sus ciencias colaboradoras, se desprenden de la ciencia madre; la Historia.
Hoy en día, leer y analizar la Historia, significa algo así como leer a Agatha Christie, ni eso,
es más importante y entretenida esta última. Y como estos, son innumerables los ejemplos que se
pueden citar a Francisco Uzal en Conferencias en Instituto Italiano de Cultura en 1977: “Y según
los objetivos trazados por ese novelón con que todos nosotros hemos aprendido en las tres etapas
de la escuela oficial, la primaria, la media y la universidad, esa materia que se ha dado en llamar
Historia Argentina”8 Así es, y si no se “escarba” un poco en ella, el Folklore desaparece y abre
las puertas a la estulticia que se acostumbra ahora en su nombre.
Y la Historia, como la antropología, y las ciencias sociales en general, está condicionada,
incluso no se le da importancia. No conocerla es no conocer una parte importante de ella, que es
el Folklore. Jorge Abelardo Ramos – de quien me separan lejanías ideológicas, pero nadie puede
negar su inteligencia ni la razón cuando la tiene-, en su obra Las Masas y las Lanzas9 , establece
una incógnita: “Cabe aquí introducir otro interrogante: ¿por qué se falsifica la historia argentina?,
8 - “La patria en dos poetas, Gabriel D‟Annunzio y Leopoldo Lugones” y “El napolitano Don Pedro de Angelis” - conferencias
en el Instituto Italiano de Cultura, Francisco H. Uzal- 1977
9 - N.A.: Recomiendo leer esta obra de Jorge Abelardo Ramos, de Editorial Hyspamérica, autor sobre el que me separan
bastantes diferencias de interpretación histórica e ideológica, pero que con gusto haría mío su „Prólogo para una nueva
historia‟, el cual transcribiría textual.
31
¿cuál es la causa de que los alumnos de la escuela primaria y del bachillerato se hastíen al
estudiar nuestro pasado, acribillado de imprecisas batallas, fechas misteriosas o héroes
abstractos? Debe existir alguna razón valedera para que los argentinos ignoren su propia historia
y se les antoje una especie de caos sin sentido.[...]“...solo la paciente mediocridad oficial y sus
medallones escolares han podido infundir a los argentinos desde su infancia una indiferencia tan
profunda hacia el pasado de su pueblo como el que se advierte en la enseñanza de la historia
nacional”.
El Folklore trae aparejado los valores razonables y nobles que antaño “el tiempo e‟ñaupa”,
daba por medio de la familia y la escuela. Esto duró poco, hasta Sarmiento como presidente,
cuando impuso la ley laica y gratuita. Lo que quería era destruir era esos valores que sin ser
religiosos, eran los valores que las misma tierra, nos daba.
A quien esto escribe, la madre lo enviaba a estudiar “danzas nativas”, para “que no
molestara en casa”, y así por esa casualidad, me agarro el gusto. Ahora se hace lo mismo, pero se
acepta la parafernalia payasesca porque es más divertida, eso es cierto, falta que bailar la
chacarera se cuelguen del trapecio (perdón…., les estoy dando la idea)
Entonces, visto y leído, si tuvo paciencia mi estimado lector, de todo lo anterior, que espero
haya sido comprendido, aunque no es lo demasiado intenso como para abundar más. Si quiero
decir como para ir terminando con esto, y entender cuáles son las razones por las cuales no se
puede llamar algo que no es como si fuera. La papa es papa, no calabaza. Y eso es lo que hacen
los seudos ballet y academias de danzas (?), y no quiero abrir un juicio taxativo de los porqué,
simplemente porque la necedad abunda y es plaga (además no tengo ganas de seguir escribiendo)
Como se dijo, no está mal homogeneizar las coreografías, pero inventar orígenes es
peligroso. La investigación, como todas, lleva años, siglos, y a veces ni siquiera se llegan a saber;
solo se especula. Y en cuanto a los bailes folklóricos en realidad son meras especulaciones sin
ningún valor científico. Esto, visto así es nada más que costumbre popular; costumbre que puede
ser buena o mala, o en el mejor de los casos en tradicional, que ya asume algunos valores, varios
paganos, otros mezcla de espiritual y esotérico, pero rescatan algunos de ellos. Pretender
“asegurar” por “donde ingresaron”, porqué se crearon y para que se realizaban, tanto festividades
32
como bailes, surgidos vaya a saber dónde, la gran mayoría precolombinas, es un absurdo. Y de
aquellos otros que son post colombinos, con mayor razón, en menos razonable inventarles
historias que no resisten argumento.
¿Observaron algunas páginas dedicadas a este tema? Todas las danzas (que no se
denominan así), tienen un común denominador: “entraron por……..”, pero ninguna se aduce que
“entró por el mar….”. Ninguna tiene explicación SEGURA de sus orígenes inventados o
especulados. Y si no se animan de endilgarles un origen, se le inventa una leyenda, un cuento, y
yo le agregaría de “algún gaucho en grave estado de ebriedad en una pulpería”, que hablaba
sonseras, tomadas por algún “científico trucho” que justo estaba allí, que en vez de contar que era
un paisano borracho, contó cómo cierto las estupideces que decía. (y SIEMPRE citan a “otro” que
lo dijo, y no asumen la responsabilidad de estudiar e investigar, o al menos leer las otras ciencias
de apoyatura que ayudan, y cómo)
Acápite: Estimado amigo lector. Si usted quiere que diga que “lo que se hace y se ve es
bello, lindo”, desde ya cuente conmigo, porque hay cosas verdaderamente bien hechas. Ahora
bien, si usted quiere que diga que es Folklore, eso ya es otra cosa, categóricamente no. Y es eso lo
que cuestiono. Que no se diga, a mi juicio, que es lo que no es.
---------------------*----------------------
33
Bibliografía
Es muchísima que hay sobre el tema. Este solo es alguna como referencia. Solo hay que
buscarla. El asunto es que, no siempre estarán de acuerdo con mis opiniones; ese no es el
problema. El asunto está en que se lea, se aprenda y se saque conclusiones. No he escrito esto
para discutir, sino para alertar. Si usted no está de acuerdo con lo escrito, es porque ha leído,
estudiado, y con eso me basta. Es más, hasta me hace cambiar de opinión llegado el caso. Sobre
lo que estoy muy seguro es sobre los requisitos del folklore, para que una pieza sea folklórica; lo
demás es investigación.
Acevedo Hernández, A. 1953 La Cueca: Orígenes, historia y antología Santiago, Chile: Ed.
Nacimiento
Anderson, Lambert. 1975 Instrumentos musicales ticuna. Entrevista. Lima. Texto
mecanografiado. Instituto Nacional de Cultura. Lima: Oficina de Música y Danza
Benigno Farfán, José María-"Los himnos Quechuas Católicos Cusqueños." Folklore
Americano, 1955
Carlos Isamitt: Folklore e Indigenismo Revista Musical Chilena, Número Especial 2002 por
Raquel Barros / Manuel Dannemann
Cortázar A.R., Aspectos anecdóticos de la investigación de campo,-Andanzas de un
folklorista Bs. As. Eudeba 1964
Cortázar A.R., Los libros y la realidad viviente en la investigación folklórica, 1957.
Daus Federico A., Geografía y Unidad Argentina, Bs. As. Ed. Nova, 1957
Echeverría Uribe Juan - Folklore Americano Año VIII Nº 8 – Año IX Nº 9 – Lima 1960
El folklore como elemento básico del Liceo Renovado. Revista Musical Chilena, Año II, N°
13, 1946
George List and J. Arrego-Salas - Music in the Americas, eds. Indiana University Research
Center in Antropology, Folklore and Linguistics. 1967 – collection La Heredad
Malinowski Bronislaw, Una teoría científica de la cultura y otros ensayos, Bs. As.,
Sudamericana 1948
Mendizábal Pedro Roel: "De Folklore a culturas híbridas: rescatando raíces, redefiniendo
fronteras entre nos/otros", en Carlos Iván Degregori (ed.), No hay país más diverso.
Compendio de antropología peruana. Lima, Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales,
2000.
Pan American Institute of Geography and History - Folklore americano, Números 1-2 - Pan
American Institute of Geography and History. Comité Interamericano de Folklore, -1953
Paulo de Carvalho Neto – Folklore y Educación – Quito – Ed. Casa Cultura Ecuador 1961