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Historias de la Medicina
EL ESTETOSCOPIO REVOLUCIONA LA OBSTETRICIA
Fernando D. Saraví
Instituto de Fisiología, Departamento de Morfofisiología, Facultad de Ciencias
Médicas, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.
Servicio de Densitometría Ósea, Fundación Escuela de Medicina Nuclear,
Mendoza, Argentina.
Correo electrónico de contacto: fsaravi@fcm.uncu.edu.ar
Vol 10 – Nº2 – 2014
ISSN 1669-8991
2
RESUMEN
Con el estetoscopio inventado por su amigo Laennec, el médico francés
Kergaradec descubrió en 1821 que podía auscultar el corazón fetal. Él
respondió adecuadamente los cuestionamientos sobre la factibilidad y utilidad
del descubrimiento. La auscultación obstétrica se desarrolló precozmente en
Alemania e Irlanda. En Francia, se revalorizó desde 1835; allí también Pinard
inventó el estetoscopio obstétrico en uso hasta hoy. La auscultación del
corazón fetal devino el primer signo seguro para diagnosticar el embarazo y
evaluar la vitalidad fetal. También hizo tomar conciencia de la responsabilidad
del obstetra de cuidar tanto del feto tanto como de la madre.
Palabras claves: Auscultación obstétrica, estetoscopio, Kergaradec, monitoreo
fetal, Pinard.
ABSTRACT
Using the stethoscope invented by his friend Laennec, Kergaradec, a French
physician, discovered in 1821 that he was able to hear the fetal heartbeat. He
answered appropriately the objections raised about the feasibility and utility of
his findings. Obstetric auscultation was early developed in Germany and
Ireland. In France it was generally appreciated since 1835; in the same country,
Pinard invented the obstetric stethoscope still in use. Fetal heart auscultation
became the first certain sign for the diagnosis of pregnancy and a method to
assess fetal well-being. The discovery also generated an awareness of the
obstetrician’s responsibility to care for both the mother and the fetus.
Key words: Fetal monitoring, Kergaradec, obstetric auscultation, Pinard,
stethoscope.
3
INTRODUCCIÓN
En mi artículo sobre René T. H. Laennec y la invención del estetoscopio,
publicado en dos partes en esta misma revista [1, 2], mencioné brevemente la
aplicación del invento de Laennec a la auscultación fetal. No obstante, por su
importancia médica y humana, este tema merece ser ampliado.
ANTECEDENTES
Hasta 1821 solamente había un par de noticias sobre la auscultación del latido
cardíaco fetal. En ambos casos, el relato no provenía del propio observador,
sino de un contemporáneo.
Una de estas noticias databa del siglo XVII. Se había suscitado una
polémica sobre la fisiología fetal entre médicos de la ciudad de Niort, en el
oeste de Francia. Al parecer, un bando – liderado por Philippe Le Goust –
negaba la existencia del latido fetal mientras que otro bando afirmaba su
existencia. Uno de los colegas y amigos de confianza de Le Goust, un tal
Marsac, cambió de bando, supuestamente tras haber escuchado el latido de un
corazón fetal. Le Goust castigó tal “traición” con un poema satírico escrito en
su dialecto natal (limosín) incluido en una obra suya sobre fisiología fetal,
publicada en Niord en 1650 [3]. Para nuestro tema, la parte más interesante de
la oda de Le Goust dice sobre Marsac:
Y cuando él cantó agudamente que el corazón galopa
como una tarabilla de molino y forja sus espíritus sin
materia de sangre y aire,
la Naturaleza expulsó a Galeno rebuznando,
por haber dicho otra cosa en sus escritos [4].
4
Ahora bien, es cierto cuando un antiguo molino harinero estaba
funcionando, la pieza de madera conocida como tarabilla o cítola traqueteaba
con una frecuencia próxima a la del latido de un corazón fetal. Por tanto, es
probable que Marsac hubiera verdaderamente oído tal latido. Ya que el
estetoscopio no se había inventado aún, debe de haberlo oído por auscultación
inmediata.
La segunda noticia aparece en una revista mensual de Ginebra, llamada
Bibliothèque Universelle des Sciences, Belles-Lettres, et Arts. En su edición de
noviembre de 1818 hay un informe sobre una reunión de la Academia Real de
Ciencias de París, donde se había presentado una memoria relativa a la
auscultación del tórax, del “Dr. Lenuce” (seguramente Laennec, quien presentó
su informe ese año [2]). En una nota editorial, tal vez coloreada de cierto
orgullo local, se mencionaba que las observaciones de Laennec recordaban las
del “hábil cirujano ginebrino” François Isaac Mayor (1799-1854), quien estaba
interesado en la obstetricia y la medicina legal:
Este cirujano ha descubierto que se puede reconocer si un feto,
llegado cerca del término de la gestación, está vivo o no,
aplicando la oreja al vientre de su madre. Si está vivo, uno puede
oír los latidos de su corazón, que son muy fáciles de distinguir del
latido materno; si está muerto, uno no percibe nada [3].
Al parecer el descubrimiento de Mayor había sido transmitido oralmente,
ya que no se ha conservado ningún documento escrito de su autoría.
En definitiva, aunque el latido del corazón fetal parece haber sido oído
por auscultación inmediata primeramente por Marsac en Francia y luego por
Mayor en Suiza, ninguno de ellos dejó un informe escrito, ni investigó
5
Figura 1: Jacques-Alexandre Lejumeau, vizconde de Kergaradec (1787-1877), descubridor de la auscultación obstétrica. Fuente; BIU Santé (Paris). www2.biusante.parisdescartes.fr/img/?refbiogr=9064&mod=s
adicionalmente el tema, ni vislumbró sus aplicaciones [5]. Estas observaciones
hubieran permanecido en el desván de lo meramente anecdótico de no ser por
la obra de Kergaradec.
6
KERGARADEC
Jacques-Alexandre Lejumeau, vizconde de Kergaradec, nació en Morlaix
(Bretaña) el 20 de septiembre de 1787 y falleció en París el 5 de febrero de
1877 (Fig. 1). Luego de la Revolución Francesa, su padre debió exiliarse en
Rusia, donde falleció en 1799. Su madre, Julie Gratien de St. Maurice (1758-
1797) fue separada de sus nueve hijos e internada en un convento. Jacques-
Alexandre, sus cuatro hermanos y sus cuatro hermanas fueron criados por el
abuelo materno. Este anciano predijo que Jacques-Alexandre sería médico.
A los 11 años, Jacques-Alexandre inició sus estudios en el Hospital
Militar de Morlaix y solamente cuatro años después partió hacia París con las
certificaciones otorgadas por sus maestros. Laennec había llegado el año
anterior. Es probable que ambos jóvenes se hayan conocido en la sociedad
religiosa conocida como la Congregación [1]. Aunque su condición económica y
su temperamento eran muy diferentes, ambos eran bretones, partidarios de la
corona, devotos católicos y apasionados por la medicina. Laennec recibió su
doctorado en 1804 [1] y Kergaradec en 1809 [4]. La tesis de Kergaradec
versaba sobre la utilidad y dignidad de la medicina y las cualidades necesarias
en un médico [5].
NACE LA AUSCULTACIÓN MEDIATA DEL LATIDO FETAL
Luego de que Laennec inventase el estetoscopio, Kergaradec devino un
entusiasta del intrumento y su empleo, tema sobre el cual escribió una extensa
reseña [2]. Jacques-Alexandre Lejumeau de Kergaradec fue también el
primero en emplear el nuevo invento a la auscultación del abdomen de mujeres
encintas. Presentó el resultado de sus investigaciones a la Academia Real de
Medicina de París el 26 de diciembre de 1821, con el título de Memoria sobre la
7
auscultación aplicada al estudio de embarazo [6]. Aunque no era obstetra,
Jacques-Alexandre se interesó en la posibilidad de la existencia de signos
acústicos del embarazo, en particular sonidos que pudieran ser generados por
los movimientos fetales. Lo que encontró fue mucho más interesante y
significativo. En sus propias palabras:
Un día, mientras examinaba a una paciente cerca de término y
trataba de seguir los movimientos del feto con el estetoscopio,
tomé súbitamente conciencia de un sonido que no había percibido
antes. Era como el tictac de un reloj. Al principio creí que estaba
equivocado, pero fui capaz de repetir la observación una y otra
vez. Al contar los latidos, hallé que tenían una frecuencia de 143
a 148 por minuto, mientras que el pulso de la paciente era de
solamente 72 por minuto.
Al continuar sus observaciones, Kergadarec descubrió un segundo
sonido soplante suave, que correctamente atribuyó a la circulación placentaria.
A diferencia de sus oscuros predecesores, Kergaradec concibió con gran
lucidez varias posibles aplicaciones para su descubrimiento, algunas
reconocidamente hipotéticas, a saber:
• La auscultación del latido fetal como signo cierto de embarazo y de feto
vivo, a partir de los cuatro meses y medio de gestación.
• La localización del latido como variable para determinar la posición fetal o la
existencia de un embarazo ectópico.
• Las variaciones en los latidos como indicativas de la salud fetal; en
particular, el debilitamiento o la reducción de la frecuencia como signo de
sufrimiento fetal.
8
• La auscultación de más de un latido fetal para el diagnóstico de embarazo
múltiple
• La localización del soplo placentario para establecer la posición de la
placenta.
Se ha destacado que “uno puede hablar de auscultación obstétrica en el
sentido de monitoreo fetal solamente desde el trabajo de Kergaradec…” [5].
La comisión evaluadora de la Memoria estaba formada por el doctor
Adrien Jacques de Lens (1786-1846), el propio Laennec y tres sobresalientes
obstetras: Antoine Dubois (1756-1837), Louis-Charles Deneux (1767-1846) y
Marie-Alexandre Desormeaux (1778-1829). Deneux fue quien atendió el parto
de los tres hijos de la duquesa de Berry [7], paciente dilecta del gran Laennec
[2].
La comisión aprobó por unanimidad la Memoria de Kergaradec. A pesar
de ello, la aceptación de sus ideas en Francia sufrió demora, en parte por
prejuicios políticos contra el noble bretón y en parte por un excesivo
conservadurismo médico [4, 8]. Ejemplo de este último es un panfleto contra
Kergaradec en el cual se le aconsejaba que abandonase esos “sonajeros de
ignorancia, verdaderamente perjudiciales para la ciencia y los intereses del
sexo agradable e interesante”. El autor afirmaba que el descubrimiento de
Kergaradec no reemplazaría jamás “al tacto, acción donde el obstetra debe, en
la punta de su dedo, hallar su ojo, su oído y toda su ciencia” [7].
Más importante, por su argumentación y su origen, fue la dura crítica del
joven médico Antoine-Louis Dugés. Para justipreciar su potencial impacto, es
conveniente conocer algo del desarrollo de la obstetricia en la Francia
napoleónica y de la influencia de la famosa tía de Dugès, Mme. Lachapelle.
9
Figura 2: Marie-Louise Dugès, Madame Lachapelle (1769-1821).
Fuente: BIU Santé (Paris)
www2.biusante.parisdescartes.fr/histmed/image?CIPHO236
MADAME LACHAPELLE
Francia tuvo la notable distinción de ser el primer estado del mundo en
organizar un vasto sistema nacional para la enseñanza y práctica de la
obstetricia, cuya nave insignia fue el Hospital de la Maternidad. La iniciativa
prosperó gracias a la voluntad política de Napoleón, el genio administrativo de
Jean-Antoine Chaptal (1756-1832), médico y químico que fue su Ministro del
Interior entre 1800 y 1804, y el conocimiento y la dedicación de la más famosa
de las parteras o matronas francesas, Madame Lachapelle.
10
Marie-Louise Dugès (Fig. 2), nacida en París el 1 de enero de 1769, era
hija del médico Louis Dugès y de Marie Jonet, quien fue jefa de parteras de la
maternidad del Hôtel-Dieu. Marie-Louise fue instruida por su madre y llegó a
ser una matrona experimentada ya en su adolescencia. Se casó en 1792 con
un cirujano de apellido Lachapelle, con quien tuvo su única hija, pero enviudó
sólo tres años después. Desde entonces dedicó todos sus esfuerzos a
perfeccionar y enseñar su oficio.
Tras el fallecimiento de su madre, Mme. Lachapelle la sucedió en el
Hôtel-Dieu. Cuando surgió la iniciativa de crear un sistema nacional de
enseñanza de la obstetricia, colaboró sin reservas con el Ministro Chaptal y fue
la primera jefa de parteras del nuevo Hospice de la Maternité, luego llamado
Maison d’Accouchemens (Casa de partos), donde fue profesor Jean-Louis
Baudelocque (1746-1810). Este último era un famoso cirujano y médico
obstetra, autor de importantes tratados, a quien – a diferencia de muchos de
sus contemporáneos – le agradaba educar a las mujeres.
Por su parte, Mme. Lachapelle conjugaba un número de cualidades que
raramente se manifiestan en una misma persona, que la hicieron ser tan
amada como respetada [9]. Su destreza y conocimiento eran indudables. Fue
una aguda observadora y su autoridad era reconocida por todos. Escribió
numerosos artículos en el Annuaire Médico-Chirugical. Tenía una
extraordinaria aptitud para enseñar. Su celo y dedicación eran inagotables. Al
mismo tiempo, trataba a sus alumnas como si fueran de su familia,
apoyándolas en todo sentido. Su mera presencia en una situación difícil era
tranquilizante. Tenía el don de infundir aliento a cada embarazada y el
discernimiento para hallar la palabra justa en el momento oportuno. Por otra
11
parte, fuera de su ámbito profesional era en extremo humilde y jamás exhibía
su conocimiento ni experiencia en situaciones en las que no tenían aplicación
práctica.
Como parte de su educación, se les enseñaba a las estudiantes a
redactar historias clínicas, que eran revisadas y corregidas por Mme.
Lachapelle y el profesor Baudelocque. La misma Mme Lachapelle llegó a
compilar registros de cuarenta mil partos. De estos registros se comprueba su
decidida defensa del parto natural. Entre los cuarenta mil partos solamente se
realizaron versiones en 125, se usaron fórceps en 93, se realizó sinfisiotomía
en dos, y hubo una sola cesárea [10].
Mme. Lachapelle destiló su experiencia en su obra magna, Pratique des
accouchemens, ou Mémoires et observations choisies, sur les points les plus
importants de l’art (La práctica de los partos, o Memorias y observaciones
selectas sobre los puntos más importantes del arte). Lamentablemente, Mme
Lachapelle falleció prematuramente a los 52 años, el 4 de octubre en 1821, y
no llegó a publicar esta obra. No obstante, fue finalmente compilada y
completada por su sobrino, el médico obstetra Antoine-Louis Dugés (1797-
1838); Fig. 3. La obra se publico en tres volúmenes entre 1821 y 1825. En la
portada hay una cita del famoso cirujano y obstetra François Mauriceau (1637-
1709): “Los ejemplos persuaden más que los simples razonamientos y la
experiencia proporciona la perfección a todas las artes”. Nunca sabremos qué
hubiera opinado Mme. Lachapelle acerca de los hallazgos de Kergaradec, pues
ella falleció antes de que fuesen presentados. No obstante, su sobrino llegó a
ser el principal crítico de la auscultación fetal.
12
Figura 3: Antoine-Louis Dugès (1797-1838), sobrino de Mme. Lachapelle y rival de Kergaradec. Imagen de dominio público. Fuente: es.wikipedia.org
EL CUESTIONAMENTO DE DUGÈS
Formado por su ilustre tía y los destacados médicos obstetras François
Chaussier (1746-1828) y el ya mencionado Antoine Dubois, Dugès parece
haber considerado a Kergaradec – quien, como dije, no era obstetra – como
una especie de intruso en su propio territorio. También hay que mencionar que
Dugès era amigo del declarado adversario de Laennec, François Broussais [2].
En una reseña publicada en el número 8 de la Revue Médicale en 1822,
Dugés lanzó un ataque contra Kergaradec, no sin antes declararse abierto a
13
cualquier contribución a la obstetricia, y en particular a cualquier avance en el
estudio de la vida intrauterina. En su crítica, en primer lugar mezcló las
afirmaciones e hipótesis de Kergaradec, haciendo aparecer al bretón como
presuntuoso.
A continuación presentaba razones teóricas por las cuales era imposible
distinguir los diferentes sonidos del abdomen grávido, basadas en cuestiones
de física acústica e hidrostática, anatomía y fisiología. Seguramente – decía –,
la variedad de ruidos procedentes del abdomen era mayor que la que podría
llegar a percibir un director de orquesta.
Luego aportaba su propia experiencia. Aunque Dugès estaba
familiarizado con el uso del estetoscopio para la auscultación del tórax, no
había logrado percibir nada en el abdomen de cinco mujeres con gestaciones
de siete a nueve meses. No obstante, dado que su interno César Auguste
Baudelocque (sobrino de Jean-Louis) había percibido algo – no sabemos
exactamente qué – por auscultación inmediata, Dugès estudió otras siete
mujeres, de nuevo con resultados negativos.
Es llamativo que, en este caso, el innovador fuera un hombre de ideas
políticas conservadoras, mientras que el prejuicioso – por no decir reaccionario
– fuera uno de ideas progresistas. Sin embargo, esta situación reeditaba lo ya
ocurrido con la controversia entre Laennec y Broussais [2].
La respuesta de Kergaradec fue breve y respetuosa, al tiempo que
rápida y contundente. Escribió que ni los argumentos teóricos más sólidos
podían refutar hechos bien constatados. De la experiencia negativa de Dugès,
solamente podía concluirse que, en sus doce casos, él no había podido percibir
lo que sí habían podido escuchar muchos otros famosos doctores y profesores
14
(¡nombra dieciocho!). Finalmente, Kergaradec deploraba que Dugès hubiera
tergiversado el texto, al presentar como afirmaciones cosas que él había
presentado prudentemente como conjeturas.
No obstante, lo que puso fin a la que podría haber sido una larga
controversia fue un inédito “duelo” propuesto por Kergaradec.
EL DUELO KERGARADEC-DUGÈS
Kergaradec citó a su rival para un encuentro a fines de julio en el antiguo Hotel
Le Rebours, situado en el número 12 de la calle Neuve-Saint-Merri (Fig. 4),
donde el bretón tuvo su hogar y su consultorio entre 1817 y 1830. Deneux
actuó como testigo de Kergaradec y el joven Baudelocque como testigo de
Dugès. Como parte ofendida, Kergaradec eligió el arma, que no era otra que el
cilindro (estetoscopio) de Laennec. Los duelistas y sus testigos examinaron allí
una mujer con ocho meses de embarazo, y Kergaradec salió victorioso.
El resultado del duelo lo narró el propio Dugés en el siguiente número (9)
de la Revue Médicale del mismo año 1822: “… por primera vez distinguí
perfectamente, con ayuda del estetoscopio, los rápidos y dobles latidos como
aquéllos del corazón.” Posteriormente repitió por su cuenta la experiencia, con
el estetoscopio y mediante auscultación inmediata, en el Hospice de la
Maternité, donde los latidos fetales fueron también oídos por Mme. Legrand,
por entonces jefa de parteras, y por una estudiante avanzada [7].
Está claro que Dugès se retractó, reconociendo su error formal y
públicamente. Sin embargo, nunca parece haber llegado a ser un practicante
asiduo de la auscultación fetal. En el manual de obstetricia que publicó en 1826
– probablemente su obra más importante – apenas dos veces se refiere a la
15
Figura 4: El Hotel Les Rebours, en el número 12 de la Rue Neuve Saint-Merri en París. Foto reproducida con autorización. Fuente: Vivelemarais.typad.fr/blog/2014/07/h%C3%B4tel-le-rebours.html
auscultación fetal. En la página 80 describe el latido cardíaco fetal que, tal vez
influenciado por el error de Laennec [2] atribuye a la contracción de aurículas y
ventrículos. Por cierto, menciona a Kergaradec como autoridad, pero le dedica
al tema exactamente dieciséis líneas. Luego, en la página 82 menciona la
ausencia de latidos fetales como signo de muerte intrauterina. Y eso es todo.
16
En contraste, en la segunda edición de su tratado sobre la auscultación
[12], Laennec le dedicó 10 páginas del segundo tomo al empleo de la
auscultación durante el embarazo, y reconoció incondicionalmente el mérito de
Kergaradec:
Yo no había pensado en aplicar la auscultación al estudio de los
fenómenos del embarazo. Esta brillante idea se debe a mi
compatriota y amigo, Monsieur le Docteur Kergaradec (Tomo 2,
página 457).
CURSO POSTERIOR DE LA AUSCULTACIÓN FETAL
Como un ejemplo del dicho evangélico de que a “un profeta no se le honra en
su propia tierra” (Juan 4:44), durante años la auscultación fetal no tuvo mayor
desarrollo en Francia. Los pocos destacados obstetras que empleaban la
auscultación, citados por Kergadarec en su respuesta a Dugès, nunca
publicaron los resultados de sus experiencias.
Por otra parte, poco después de publicada la Memoria hubo noticia de
ella en Alemania, por una traducción al alemán publicada en mayo y junio de
1822 por el quincenario de Ludwig Friedrich von Froriep, Notizen aus dem
Gebiete der Natur- und Helikunde (Notas desde el campo de la naturaleza y la
medicina) [3]. Si bien algunos, como el anatomista, cirujano y obstetra Adam
Elias von Siebold (1775-1828) [5], no le dieron importancia al nuevo método de
estudio, ya en 1823 comenzaron a aparecer trabajos alemanes sobre el empleo
del estetoscopio en obstetricia.
Curiosamente, los primeros trabajos provinieron de discípulos del
sucesor de von Siebold en la cátedra de la Universidad de Würzburg, Joseph
17
Figura 5: Primera tesis doctoral sobre la auscultación obstétrica.
Servatius d’Outrepont (1775-1845). El primero de ellos fue Adam Ulsamer
(1795- ca. 1840), quien en 1823 subrayó que las pulsaciones fetales eran tan
características que no podían ser confundidas con ningún otro sonido. En el
mismo año, su colega C. J. Haus narró un caso en el que la persistencia del
18
latido fetal en un parto distócico llevaron a d’Outrepont a emplear fórceps, con
lo cual el niño nació vivo [5].
El 11 de abril 1823 se publicó la primera tesis doctoral sobre el uso
obstétrico del estetoscopio, con el título de El estetoscopio en la averiguación
de la eficacia del embarazo (Fig. 5). Su autor era Karl August Lau, discípulo
del profesor de Berlín, Karl Alexander Ferdinand Kluge (1782-1844). Otras tesis
seguirían en 1824 y 1826.
En las islas británicas, el primero en haber escuchado los latidos de un
corazón fetal fue John Creery Ferguson (1802-1865), un médico irlandés quien,
entre otras cosas, fue Profesor de la Práctica de Medicina en el Trinity College
de Dublin y Profesor de Medicina del Queen’s College de Belfast (Fig. 6).
Como había ocurrido con Kergaradec, Ferguson no era obstetra. No obstante,
como estudiante avanzado de medicina había estado en París y había
aprendido auscultación con Laennec y Kergaradec. También fue discípulo y
amigo de William Stokes, quien contribuyó a difundir el empleo del estetoscopio
en Gran Bretaña. Ya graduado, Ferguson auscultó un corazón fetal en el
Dispensario General de Dublin por vez primera en noviembre de 1827 [13].
Ferguson comenzó a auscultar a todas las mujeres embarazadas que lo
consultaban y llegó a considerar la detección del latido fetal como el único
signo seguro de embarazo. También diagnosticó, por auscultación, gestaciones
en mujeres que no sospechaban estar embarazadas, o negaban
vehementemente estar encintas. Ferguson resumió su experiencia en un
trabajo titulado La auscultación, el único signo inequívoco del embarazo [14].
Uno de los casos presentados, motivo de gran alegría, fue el de una señora
que anhelaba tener un hijo pero creía ser estéril. Menos felices eran varios
19
Figura 6: John Creery Ferguson (1802-1865), Profesor de Medicina de Dublín y pionero de la auscultación obstétrica en las islas británicas [13]. Open access at openi.nlm.nih.gov
casos de madres solteras, que preocupaban a Ferguson porque el estigma
social resultante podía llevar a la joven al suicidio o al infanticidio. Otro tema,
ajeno a la sociedad moderna pero muy importante en el siglo XIX, concernía a
las mujeres que eran condenadas a muerte, en quienes la pena era conmutada
o postergada en el caso de estar fehacientemente embarazadas.
El trabajo de Ferguson llegó a ser un clásico, a pesar de haber sido
criticado en Inglaterra por un anónimo crítico, al parecer prejuiciado contra los
médicos irlandeses [15].
20
A igual que sus colegas alemanes, los obstetras irlandeses probaron y
adoptaron la auscultación fetal precozmente, de modo que pronto llegó a
emplearse de manera rutinaria en el gran hospital maternal de Dublín –
conocido familiarmente como el Hospital de la Rotonda – que asistía más de
2000 mujeres por año. Uno de estos obstetra, fundador y primer presidente de
la Sociedad Obstétrica de Dublín [16] fue Evory Kennedy (1806-1886). Llegó a
ser Jefe (Master) de “la Rotonda” en 1833. En el mismo año publicó su principal
obra, Observaciones sobre la auscultación obstétrica [17] (Fig. 7].
Refiriéndose a los problemas entonces corrientes para el diagnóstico del
embarazo, decía Kennedy (p. 3):
En este estado de deficiencia en nuestro diagnóstico, más de diez
años han transcurrido desde que la atención de la profesión fue
dirigida hacia la auscultación por el Dr. Kergaradec, quien publicó
algunos casos, probando su utilidad al respecto; empero, es
extraño decir, no obstante los espléndidos resultados que, en el
curso de muy pocos años, han concurrido a su empleo como
medio diagnóstico en otras ramas de la investigación fisiológica y
patológica, la auscultación en el embarazo hasta aquí o bien ha
escapado al conocimiento de los autores y sido totalmente
omitida en las obras sistemáticas y otras sobre obstetricia que
salen diariamente de la imprenta, o bien ha sido notada de un
modo tan somero que demuestra que no ha llamado la atención o
sobrellevado el escrutinio que merece un descubrimiento tan útil e
interesante.
21
Figura 7. Portada del influyente tratado de Evory Kennedy sobre auscultación fetal. Fuente; Open Library. openlibrary.org/books/OL24232945M/Observations_on_obstetric_auscultation
El libro de Kennedy, publicado en Dublín, Londres y Glasgow, fue muy
bien recibido en las islas británicas. Como ejemplo, un extensa reseña –
curiosamente publicada en el mismo periódico donde Ferguson había sido
duramente criticado – concluía con estas palabras:
Es, de hecho, gratificante destacar el celo, la dedicación y la
elevada capacidad profesional que distinguen tanto a muchos de
22
nuestros hermanos (sic) en Dublín. El Dr. Kennedy ha
demostrado ser uno de los más capaces entre ellos y ha otorgado
un gran beneficio práctico al público general con la publicación de
sus excelentes observaciones [18].
Adicionalmente, en 1843 se publicó una edición del libro de Kennedy en
Nueva York, que tuvo gran influencia en el desarrollo y la práctica de la
obstetricia estadounidense [19].
También contribuyó a la difusión de la auscultación obstétrica en Gran
Bretaña y luego en Estados Unidos la traducción y adaptación del tratado de
Laennec preparada por John Forbes, que incluía la sección dedicada a la
auscultación en el embarazo [20].
Entre tanto, en la cuna de la auscultación fetal el progreso fue muy lento.
Todavía en 1832, el reconocido Profesor de Obstetricia y Ginecología y
miembro de la Academia Nacional de Medicina, Joseph Capuron (1776-1850)
afirmaba que, en obstetricia, la auscultación nunca debía ser preferida a la
palpación por una mano entrenada. Con respecto al empleo del estetoscopio
para el diagnóstico del embarazo y de las enfermedades torácicas, afirmaba
con arrogante certeza que las ventajas del estetoscopio habían sido
exageradas en ambos casos [21].
La situación comenzó a cambiar hacia 1835, en parte gracias al
prestigiosísimo anatomista, cirujano y obstetra Alfred-Armand-Louis-Marie
Velpeau (1795-1867). En su extenso Tratado completo del Arte de los Partos
llamó la atención sobre el desarrollo de la auscultación obstétrica en Alemania
y Gran Bretaña. Además dedicó específicamente al tema 17 páginas (197-213)
23
Figura 8: Adolphe Pinard (1844-1934), pionero de la neonatología y la puericultura. Fuente: Wikimedia Commons. commons.wikimedia.org/wiki/Category:Adolphe_Pinard
del tomo primero de su tratado [22]. A partir de 1837, comenzaron a aparecer
tesis sobre auscultación obstétrica en Francia.
UN INSTRUMENTO PERDURABLE: EL ESTETOSCOPIO DE PINARD
En la segunda mitad del siglo XIX, Francia se tornó la pionera de la medicina
perinatal, en particular debido a los esfuerzos de Étienne Stéphane Tarnier
(1828-1897). De sus muchas contribuciones valiosas sobresalen la
24
introducción de la asepsia y antisepsia en obstetricia, que redujo drásticamente
la mortalidad causada por la fiebre puerperal, y la introducción de la incubadora
para el cuidado de los recién nacidos prematuros [23].
La vasta e importante obra de Tranier fue continuada por sus dos
principales discípulos, Pierre Constant Budin (1846-1907) y Adolphe Pinard
(1844-1934; Fig. 8), entre quienes hubo cierta rivalidad [24]. En todo caso,
Tarnier y sus dos brillantes discípulos pueden ser considerados los padres de
la neonatología, aunque el término en sí no fuese acuñado sino hasta 1960 por
Alexander Schaffer [25].
Budin estaba principalmente interesado en mejorar la sobrevida de los
“débiles” (niños nacidos prematuramente o con enfermedades congénitas),
mientras que Pinard centró su interés en la atención perinatal de la madre y del
niño sano, a través de la puericultura, término que no inventó pero sí definió
cuidadosamente como:
El conjunto de normas y procedimientos diseñados para proteger
la salud y promover el crecimiento y desarrollo óptimos del niño,
según sus capacidades y su potencial genético [26].
En la práctica, esto consistía en educar, en un ambiente propicio, a las
madres para el cuidado óptimo de sus hijos recién nacidos. Pinard abogó
decididamente por la concesión de licencias por maternidad y también se
ocupó de proporcionar las condiciones apropiadas para las embarazadas de
escasos recursos, lo cual, según demostró, reducía significativamente la
incidencia de prematurez [24].
Pinard puede considerarse el iniciador del cuidado pediátrico prenatal
[27]. En 1895, inventó el estetoscopio que lleva su nombre. Mientras que el
25
Figura 9: Una enfermera de la reserva del Ejército de Estados Unidos empleando el estetoscopio de Pinard en Uganda. Fuente: Wikimedia Commons. en.wikipedia.org/wiki/Pinard_horn
primitivo cilindro de Laennec dio posteriormente paso a los modernos
estetoscopios binaurales con campana y diafragma, el estetoscopio de Pinard
continúa empleándose para la auscultación obstétrica, casi 120 años después
de su invención (Fig. 9).
Actualmente y pese al desarrollo de sistemas más o menos sofisticados
de monitoreo fetal – como electrocardiografía, ultrasonido, determinación de
26
pH, oximetría – [28-30], la auscultación fetal intermitente continúa siendo un
método útil [31] y se considera el principal medio de monitoreo durante el parto
para embarazos de término, de bajo riesgo, en mujeres saludables [32-35].
Para estos casos, una moderna guía clínica afirma lo siguiente:
La auscultación intermitente siguiendo un protocolo establecido
de vigilancia y respuesta es el método recomendado de vigilancia
fetal; en comparación con el monitoreo fetal electrónico, tiene
menores tasas de intervención, sin evidencia de que comprometa
el resultado neonatal [33].
EPÍLOGO
Desde el siglo XVIII hubo un interés médico creciente en el cuidado de la mujer
embarazada y la atención del parto. No obstante, hasta bien entrado el siglo
XIX la atención se concentraba en la mujer, ya que no había modo práctico de
evaluar la salud del nonato y adoptar oportunamente medidas para su
preservación.
La auscultación fue la primera herramienta útil y práctica para obtener
información fisiológica acerca del feto y a casi dos siglos de su introducción,
conserva su valor.
La detección del latido cardíaco fetal tuvo otro resultado, no menos
importante. Fue el de crear plena conciencia de que el feto es un ser humano,
merecedor de la mayor atención por parte del personal de salud. Esto tiene
obvias implicaciones médico-legales y, por otra parte, dio lugar, con el tiempo,
al surgimiento de la denominada medicina fetal [36].
27
La importancia del descubrimiento de Kergaradec no fue sólo la
interpretación de los sonidos cardíacos fetales, sino que
revalorizó la presencia del feto, pasando éste de ser considerado
un “objeto” a ser tenido como un “sujeto”. A partir de allí, el futuro
del feto comenzó a incluirse en la propia responsabilidad del
médico obstetra [37].
A lo cual debe añadirse que un corazón palpitante es una reconocida
manifestación de la vida, cuyo valor simbólico trasciende el terreno médico.
Kergaradec nos legó el don de poder percibir, de manera inequívoca, una
nueva vida gestándose en el vientre materno, fuente perpetua de asombro,
reverencia, alegría y esperanza.
Conflicto de interés: Ninguno.
28
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