“Salmo 129”

Miguel-A.

Dedicado a Neri M. (de Zaragoza).

179 seg.(Nuevo Mester)

Un cura encuentra en el aeropuerto a una monja conocida, y, ya que le pilla de camino, se ofrece a llevarla en su coche hasta el convento.

La monja acepta. Pone su equipaje en el asiento trasero, y ella pasa a ocupar el asiento delantero.

En el trayecto, se abre un poco el hábito de la monja, y deja entrever una hermosa pierna.

Cuando el cura lo advierte, casi ocurre un accidente. Consigue controlar el coche. Aunque, luego, no resiste la tentación, y pone la mano sobre la rodilla de la monja.

La monja mira detenidamente al cura, y le dice:

- ¡Padre, recuerde usted el salmo 129!.

El cura retira rápidamente su mano, y pide disculpas por haber cedido a la tentación. Sin embargo, sus ojos se resisten a dejar de mirar a la pierna de la monja.

Poco después, la mano salta de nuevo desde la palanca de cambios a la rodilla de la monja.

Ante eso, la monja le repite:

- ¡Padre, recuerde usted el salmo 129!.

El cura, contrariado, pide disculpas otra vez, y trata de explicarse:

- ¡La carne es débil, hermana!.

Llegan al convento. La monja mira al cura de forma muy significativa. El cura baja la vista. Le agradece el favor de haberla acercado hasta el convento, en un tono entrecortado de voz. Y se despiden.

El cura sigue su viaje.

Cuando llega a casa, corre a buscar en la Biblia lo que dice el salmo 129.

Salmo 129: "...sigue adelante e inténtalo, y encontrarás la gloria.".

Moraleja: “¡ Por muy entendido que te creas en tu profesión, valora siempre cualquier otra opinión, aunque no provenga de un experto!”.