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Juntos pero no revueltos: Inclusin y cohesin social en casos de proximidad residencial
entre hogares de distinto nivel de ingresos. 1
Alejandra Rasse Figueroa. Estudiante del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos
Pontificia Universidad Catlica de Chile, profesor auxiliar Universidad Catlica del Maule.
Resumen
Hoy en da existe consenso en reconocer que la segregacin residencial a gran escala de los
hogares de bajos recursos genera una serie de consecuencias negativas para ellos, en
empleo, educacin, calidad de vida, salud mental, entre otras. La alternativa ms evidente
frente a este proceso sera generar polticas urbanas y habitacionales orientadas a generar
una mayor mezcla social en el espacio, o bien, potenciar la mezcla que la misma dinmica
inmobiliaria ha ido generando al instalar barrios cerrados en comunas previamente
populares. Sin embargo, esta alternativa presenta serias dificultades en la prctica.
En primer lugar, existe resistencia de los desarrolladores inmobiliarios a embarcarse en
proyectos de vivienda integrada, ya que sealan que, al no ser lo que los consumidores
buscan, el riesgo y la dificultad de venta son mayores.
Por otra parte, no existe acuerdo entre los acadmicos en que la proximidad residencial
tenga efectos positivos. Las rejas y muros divisorios que surgen en este tipo de espacios
aparecen ante algunos como violencia simblica; para otros, la proximidad generara
ventajas funcionales para los hogares de menores ingresos, como la obtencin de empleo en
las casas de mayores recursos, o la llegada de instalaciones comerciales al barrio.
El presente trabajo indaga en las dinmicas sociales que se generan producto de la
proximidad residencial entre hogares de distinto nivel socioeconmico. Ms que generar un
diagnstico general a la proximidad, el estudio reconstruye la forma en que los grupos en
contacto reaccionan frente al otro, generando dinmicas de inclusin social, cohesin social,
indiferencia, conflicto, etc. Para ello, este trabajo se basa en una serie de entrevistas semi-
estructuradas en casos de proximidad entre conjuntos habitacionales de distinto nivel
1 Este trabajo es parte del documento de la tesis de doctorado de la autora, Juntos pero no revueltos, an en desarrollo al alero del Programa de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Catlica de Chile. La tesis es parte de los proyectos Risk Habitat Megacities y Cultura de Cohesin e Integracin Social en las Ciudades Chilenas, y ha contado con el apoyo econmico de CONICYT.
socioeconmico, que exploran qu pasa cuando la desigualdad se aloja no al otro extremo
de la ciudad, sino en la vereda del frente.
Introduccin y contexto
Desde hace ya varias dcadas, el diseo de la poltica de vivienda social, basada en el
subsidio a la demanda, ha generado fuertes procesos de segregacin residencial asociados
al acceso a vivienda de los hogares de menores ingresos, tanto en la ciudad de Santiago
como en el resto del pas (Ducci, 2000; Sabatini, Cceres y Cerda, 2001; Sabatini, 2003;
Arriagada y Rodrguez, 2003; Sabatini y Cceres 2004; Hidalgo, 2004; Borsdof e Hidalgo,
2004; Sabatini, Wormald, Sierralta y Peters 2007). Esto, que ha sido ampliamente descrito
desde la academia, tambin es evidente para los propios habitantes de la ciudad, que son
capaces de identificar amplios sectores de la ciudad correspondientes puramente a estratos
bajos, como algunas reas de Puente Alto, San Bernardo o La Pintana (entre otras). Estos
sectores se caracterizan tanto por su lejana respecto del centro de la ciudad, como por un
dficit en su infraestructura, a lo que se agrega una ausencia importante de equipamientos,
y servicios pblicos y privados. A la precaria dotacin de servicios y equipamiento realizada
por el Estado en dichos lugares, se suma la falta de inters del mercado por invertir en reas
econmicamente deprimidas. Por ltimo, quienes habitan estos sectores deben
experimentar cotidianamente el peso del estigma que se ha ido consolidando sobre ellos.
Esta aglomeracin de hogares carenciados en este tipo de espacios ha tenido graves
consecuencias tanto desde el punto de vista de la vida cotidiana de quienes viven ah, como
en trminos del acceso a las oportunidades que la ciudad brinda a sus habitantes (Sabatini,
Wormald y Salcedo, 2008; Flores, 2008; Sierralta, 2008).
Por una parte, se ha producido un importante deterioro de los espacios pblicos y
comunitarios, as como de los escasos equipamientos existentes. Por otra parte, se ha
generado un deterioro de las condiciones de vida de quienes viven en estos sectores,
quienes se han visto expuestos a la falta de oportunidades de empleo, baja calidad de las
escuelas, lejana de los servicios pblicos, y estigmatizacin. Todo esto ha tenido como
consecuencia situaciones de desempleo prolongado, desercin escolar e inactividad juvenil,
problemas de delincuencia, trfico y consumo de drogas, y una fuerte desvinculacin
respecto del lugar en que se vive y sus organizaciones, en la medida en que slo se desea
poder salir de ah, dado que no se ve solucin a lo que ocurre en el sector. Todos estos
problemas han gatillado el desarrollo de programas pblicos que, ya a travs de
intervenciones barriales o en subsidios complementarios para aumentar la capacidad de
pago por suelo, ha buscado mejorar tanto la calidad de vida de los hogares que viven en
sectores deteriorados, como mejorar las opciones de localizacin para quienes hoy en da
buscan comprar una vivienda.
Por otra parte, desde hace algunos aos, diversos estudios han venido constatando un
cambio incipiente en el patrn de distribucin de los grupos socioeconmicos en el Gran
Santiago (Sabatini y Cceres 2004; Hidalgo, 2004; Sabatini y Salcedo 2007; Sabatini,
Wormald, Sierralta y Peters, 2007). Independientemente de que se interpreten como
indicios de un cambio significativo, o como situaciones particulares, lo interesante es que se
en la prctica lo que se constata es que existe una serie de sectores tradicionalmente
asociados a grupos populares que hoy en da han comenzado a atraer grupos de estratos
medios, e inclusive de estratos altos, bajo una modalidad de urbanizacin especfica: el
condominio cerrado. En este sentido, se han generado nuevas proximidades, pero mediadas
por la instalacin de muros y rejas, lo que ha generado tanto una fragmentacin del espacio
como una privatizacin de los espacios colindantes a las residencias de los nuevos vecinos,
lo que refleja un grado de hostilidad hacia el entorno receptor.
Esta ambivalencia entre proximidad y fragmentacin hace difcil la interpretacin de este
fenmeno: mientras algunos sealan que se trata en la prctica de un aumento de la
segregacin efectiva (Hidalgo, 2004; Prez, 2009), otros destacan los posibles efectos
positivos de la cercana (Sabatini y Cceres 2004; Salcedo y Torres, 2004; Gatica, 2004;
Hidalgo, 2004; Sabatini, Campos, Cceres y Blonda, 2006; Sabatini y Salcedo 2007; Sabatini,
Wormald, Sierralta y Peters, 2007), dados principalmente por ventajas funcionales
vinculadas al surgimiento de comercio y oportunidades laborales en el rea.
Ms all de estas diferencias interpretativas, lo claro es que, como sealan Sabatini,
Campos, Cceres y Blonda (2006), la proliferacin de estos barrios cerrados implica que hoy
en da es posible el reconocimiento de dos tipos de pobreza urbana: aquella confinada a
espacios socialmente homogneos, y aquella que tiene lugar en espacios socialmente
mixtos. La experiencia cotidiana de vida en los espacios homogneos ya ha sido descrita, y
se han identificado sus efectos negativos; lo que ocurre en los espacios mixtos, sin embargo,
queda mucho menos claro.
En el contexto de la verificacin en las ciudades chilenas de consecuencias negativas de la
segregacin residencial (entendida como homogeneidad social) sobre la calidad de vida de
los hogares ms pobres, el surgimiento de espacios mixtos, incluso con estas caractersticas
de fragmentacin, aparece como una alternativa positiva. Esto se ve reforzado por la
descripcin en diversos estudios de indicios de consecuencias positivas, especialmente en lo
relativo al trabajo. Sin embargo, junto a esta evidencia es posible encontrar la existencia de
bulladas historias de conflicto en algunos casos de proximidad entre distintos grupos
sociales, y con los temores respecto a la mezcla social en el espacio, tanto entre hogares de
estratos altos como entre desarrolladores inmobiliarios.
Estos temores y conflictos son tan relevantes como los efectos positivos en empleo y
comercio reportados en los casos mixtos, ya que remiten a la imagen que se tiene de los
otros diferentes, a la forma en que se evalan las relaciones entre grupos sociales distintos
en nuestra sociedad, y en ltimo trmino la negociacin identitaria que se produce en estos
espacios. En la medida en que estos temores no se tomen en cuenta, podran incluso anular
dichas consecuencias positivas, al minar la confianza necesaria para que se produzcan los
intercambios comerciales y laborales antes sealados.
De este modo, ms all de los efectos, se hace necesario indagar cualitativamente en los
procesos que generan dichos efectos. Esta investigacin se plantea especficamente en este
ltimo problema: los procesos sociales que tienen lugar cuando hogares de distinto estrato
social viven en frontera. Estudiar los procesos sociales que se generan permitira no slo
comprender por qu se llega a algunos efectos no deseados, sino tambin desarrollar
herramientas ms adecuadas al momento de pensar en polticas de mix residencial.
Lineamientos conceptuales
a. La relacin entre segregacin e integracin
La traduccin inmediata de los muros y rejas como un aumento de la segregacin tiene
origen en la identificacin de la segregacin como opuesto a la integracin. Sin embargo,
ambos conceptos no se relacionan de manera directa, sino que pertenecen a tradiciones
tericas muy distintas.
En primer lugar, la segregacin residencial se refiere al grado de separacin o distancia
espacial entre dos grupos sociales. La definicin clsica de segregacin es la provista por
Masey y Denton (1998): el grado en que uno o ms grupos viven separados uno de otro, en
diferentes partes del entorno urbano. En este sentido, la segregacin refiere a la
configuracin espacial de la ciudad. Si bien involucra grupos sociales, para efectos del
estudio de la segregacin estos se toman como dados, y el foco de la indagacin es la
disposicin espacial de dichos grupos. En este sentido, el opuesto a la segregacin no es la
integracin, sino la proximidad espacial.
Adicionalmente, la segregacin es un fenmeno complejo, que consta de varias
dimensiones, es decir, es posible reconocer un territorio como segregado por diversos
motivos. Siguiendo a Sabatini, Cceres y Cerda (2001), es posible reconocer tres
dimensiones de la segregacin: la concentracin de un grupo social en un determinado
territorio, la homogeneidad social de un territorio, y el prestigio o desprestigio de una
determinada rea de la ciudad. En este sentido, un sector de la ciudad puede considerarse
segregado ya sea porque gran parte de la poblacin de un grupo social reside en l, o
porque su composicin social es totalmente homognea. Tambin se lo puede considerar
segregado porque las personas lo asocian a determinados atributos, buenos o malos, que
tienden a hacer que sea considerado como separado del resto de la ciudad.
Por una parte, las distintas dimensiones de la segregacin se combinan en un patrn de
distribucin de los grupos sociales especfico. Asimismo, la segregacin y la proximidad
corresponden a dos polos de un continuo que se combinan de manera particular en cada
ciudad. De esta forma, el patrn de segregacin de cada ciudad es nico en sus
especificidades, en la medida que resulta de la combinacin de diversos factores que se
expresan en una determinada distribucin espacial.
La integracin social, a diferencia de la segregacin, se refiere a la unidad de la sociedad. En
este sentido, el concepto integracin social responde a la pregunta qu hace posible
representarse a la sociedad como un todo unificado. Esta pregunta ha estado presente
desde los orgenes de la sociologa, y forma parte del corazn de la disciplina. Por ello, ha
recibido distintas respuestas, y como consecuencia, la nocin de integracin ha sido
concebida de diversas formas. Ms all de dicha diversidad, es posible reconocer dos
grandes formas de concebir la unidad de la sociedad: a travs de un plano normativo, o en
un plano funcional.
La unidad normativa corresponde a lo que Durkheim (1893) llam solidaridad mecnica, o al
concepto de comunidad de Tennies (1887). Desde esta perspectiva, la existencia de
creencias y normas comunes a todos los sujetos generan una base identitaria comn que
fomenta la sociabilidad y permite reconocer la sociedad como un todo. La unidad en un
sentido funcional, en cambio, refiere a la nocin de solidaridad orgnica (Durkheim, 1983) o
a la idea de sociedad de Tennies (1987), en que las relaciones se dan de forma asociativa,
por interdependencia funcional.
Si bien ambos autores utilizan dichos conceptos para describir el paso de sociedades pre-
modernas a sociedades modernas, es posible reconocer ambos fundamentos de unidad en
todas las sociedades. De este modo, cada sociedad puede ser comprendida como un todo,
tanto en trminos identitarios como funcionales.
La dimensin normativa de la integracin social suele abordarse bajo el concepto de
cohesin social, y la dimensin funcional bajo la nocin de inclusin social.
Se comprende como cohesin social la existencia de una base normativa y parmetros de
valoracin compartidos en un grupo, que los dispone positivamente a vincularse o
considerarse parte de un mismo todo social. El opuesto a la cohesin social es la anomia, o
falta de normas compartidas.
Se entiende como inclusin social la participacin de los individuos en las oportunidades y
recursos existentes en la sociedad. El opuesto a la inclusin social es la exclusin social. La
inclusin y la exclusin son ms bien polos de un continuo o tipos ideales, en que los sujetos
estn ms o menos incluidos dependiendo de las esferas sociales u oportunidades a las que
tienen acceso. Sin embargo, es importante notar que la exclusin de algunos mbitos (por
ejemplo, la educacin formal, o la vivienda formal) genera exclusiones en otros mbitos
(siguiendo el ejemplo, el trabajo), de forma tal que las exclusiones quedan concentradas en
algunos individuos, a travs de un proceso de acumulacin de desventajas (Sarav, 2005).
En la experiencia de los individuos los planos normativo y funcional son indivisibles: la
norma significa el espacio funcional, y la posicin de cada individuo en lo funcional le
permite acceder a una posicin significativa (identidad o estatus) y a una perspectiva en el
plano simblico. De este modo, la integracin social se produce tanto desde las normas
como desde las relaciones funcionales, y su debilitamiento, es decir, la dificultad para
entender la sociedad como un todo, puede entenderse como fragmentacin social: el
proceso por el que las partes comienzan a distinguirse con ms evidencia que el todo social
unitario.
Queda en evidencia, al analizar los conceptos, que la integracin no puede simplemente
entenderse como el opuesto a la segregacin, y que una disminucin de esta ltima no
necesariamente llevar a un aumento en la integracin social. Sin embargo, es posible
pensar que tanto la lejana como la cercana entre grupos sociales pueden tener efectos en
trminos de la integracin social del conjunto. A continuacin se revisar de qu forma
puede producirse esto.
b. Efectos de la segregacin
La segregacin, por si misma, no es necesariamente negativa. Sin embargo, se han descrito
consecuencias negativas para la segregacin en su dimensin de homogeneidad. Los
procesos sociales derivados de la segregacin y aislamiento de los barrios ms pobres han
sido ampliamente estudiados, y pueden agruparse en cuatro tipos: los de efecto barrio, los
relacionados con la geografa de oportunidades, los relativos a reduccin de la eficacia
colectiva, y los relacionados a la creacin de estigmas territoriales.
El efecto barrio se refiere al traspaso de caractersticas del barrio a los individuos. De
acuerdo a Flores (2006), este traspaso puede darse tanto a travs de contagio o efecto
pares (en que la exposicin continuada a conductas desviadas termina por ser legitimada y
adoptada entre los nios y jvenes), como desde los adultos, que actan como modelos de
rol a travs de los cuales los nios y jvenes pueden visualizar su propio futuro (o sus
futuros posibles), y tomar decisiones en base a esto. Por ltimo, tambin las instituciones
traspasan expectativas que tienen de ellos (que pueden ser distintas de las que se tiene
respecto a otros grupos), socializndolos en dicha imagen. En suma, los nios y jvenes, en
barrios pobres homogneos se ven expuestos a conductas desviadas de sus pares (desercin
escolar o el trabajo infantil), a modelos de rol desempleados o con empleos inestables o
precarios, y a establecimientos educacionales que tienen bajas expectativas respecto de lo
que ellos pueden lograr. La formacin de expectativas, en este contexto, puede distar de
aquellas que desarrollan nios y jvenes en sectores de la ciudad de mayor heterogeneidad.
La nocin de geografa de oportunidades (Galster y Killen, 1995) refiere tanto a la geografa
objetiva de oportunidades, entendida como las oportunidades presentes en el entorno (que
en los espacios segregados puede entenderse como falta de oportunidades), como a la
geografa subjetiva de oportunidades o percepcin de las oportunidades, que est filtrada
por la red local y la propia percepcin respecto de si mismo, sus capacidades y opciones, y
los resultados esperados de la toma de estas opciones. En este sentido, a las empobrecidas
oportunidades presentes en sectores segregados se suma la falta de informacin de las
redes locales, la falta de expectativas de nios y jvenes, las frustraciones del propio joven y
las que ha visto en sus modelos de rol al acercarse al sistema educacional o al mercado del
trabajo, etc., todo lo cual modela una geografa subjetiva de oportunidades tambin
empobrecida. Como se puede ver, el efecto barrio y la geografa de oportunidades
funcionan juntos, potencindose entre s, en la medida en que el primero influye en la
formacin de la geografa de oportunidades subjetiva.
La eficacia colectiva, de acuerdo a Sampson, Raudenbush y Earls (1997), refiere a dos
caractersticas de la comunidad barrial que permitiran a los vecinos reforzar con ms
facilidad las normas, y por lo tanto, debilitar las conductas delictivas en su interior: el capital
social barrial (vnculos entre vecinos y participacin), y la capacidad vecinal de supervisar e
intervenir si es necesario (basada en la percepcin de que se comparten las normas y si se
interviene los dems respaldarn la accin). Sin embargo, las caractersticas individuales de
quienes viven en barrios pobres dificultan el surgimiento de la eficacia colectiva: muchos de
ellos sienten que no pueden tomar el riesgo de intervenir (porque tienen muy poco y no lo
quieren perder, o porque ya han perdido muchas veces antes), y por ende les es ms difcil
intervenir a favor del colectivo. Adicionalmente, es posible suponer que existe mayor
identidad normativa en aquellos barrios en donde se escoge vivir (por algo se opt por ellos)
que en aquellos barrios en donde te envan a vivir, de lo que se desprende que en los
barrios pobres, en que las familias tuvieron poco margen de decisin, es ms difcil que se
generen las condiciones para la eficacia colectiva.
Por ltimo, los barrios homogneamente pobres tambin cargan con los efectos de
estigmas territoriales (Sampson, 2004; 2009), y deben lidiar con las consecuencias objetivas
de dicho estigma: discriminacin, trato despectivo en servicios pblicos, dificultades para
encontrar trabajo, etc. Adicionalmente, segn el autor, dado que el estigma fue aplicado al
territorio por las caractersticas de sus habitantes (ms all de las caractersticas de
peligrosidad o inseguridad real de dicho territorio), lo que prima es el prejuicio respecto del
tipo de personas que habitan el sector, y cualquier signo espacial (grafitti, jvenes en las
calles, etc.) ser interpretado de acuerdo a lo que se piensa del grupo social que habita el
lugar. As, las intervenciones fsicas estn condenadas al fracaso, y lo nico que puede
debilitar el estigma es la llegada de personas distintas al barrio que, al generar
heterogeneidad, impidan asociarlo directamente a una categora social.
Todos estos factores actan en conjunto deteriorando la calidad de vida de los hogares que
habitan sectores homogneamente pobres de la ciudad, y minando sus oportunidades. El
caso de Santiago no es distinto, y los sectores de mayor segregacin exhiben mayor
desempleo e inactividad juvenil (Sabatini, Wormald, Sierralta y Peters, 2007; Sabatini,
Salcedo y Wormald, 2008; Sierralta, 2008), menor participacin laboral femenina, peores
sueldos, y mayores tiempos de viaje (Sabatini, Salcedo y Wormald, 2008), peores resultados
educativos que el resto de la ciudad y bajas expectativas educacionales (Flores, 2008),
trivializacin de la violencia (Flores, 2008), y en suma, una mucho ms baja movilidad social
que la que se produce en sectores no segregados (Sabatini, Salcedo y Wormald, 2008).
c. Efectos de la proximidad
Respecto de los efectos de la proximidad, hay mucha menos claridad. Algunos autores
(Janoschka, 2002; Hidalgo, 2004) sealan que la disminucin de la escala de la segregacin
slo generar un aumento en la intensidad de la segregacin, o en palabras de Janoschka,
un cambio en el lugar de la confrontacin. En este tipo de interpretaciones se asumen una
total correspondencia entre lo social y lo espacial, entendiendo las divisiones materiales
como muros y rejas como un sinnimo de exclusin.
Caldeira (2000) sugiere otra interpretacin al analizar los barrios cerrados en Sao Paulo. Los
cierres, al igual que la discriminacin, son expresin espacial del miedo al otro. Los barrios
cerrados, en este sentido, generan una identidad entre espacio seguro y espacio de
convivencia entre iguales, en desmedro de los espacios de mayor diversidad. Mrquez
(2004) observa este mismo afn en el caso de los condominios cerrados de Huechuraba en
Santiago, lo que redunda en ltimo trmino en la fragmentacin de la identidad comn y la
afirmacin de una ciudadana ms bien privada.
Para otros autores, en cambio, el surgimiento de barrios cerrados, ms all de los cierres,
(Sabatini y Cceres, 2004; Salcedo y Torres 2004; Campos y Garca, 2004a; 2004b; Sabatini y
Salcedo, 2007), permite el surgimiento de mayores oportunidades de trabajo y consumo
para los ms pobres, adems de una mejora en la infraestructura. Lo interesante de estas
interpretaciones es que reconocen que se puede dar de forma simultnea el conflicto entre
grupos y una serie de beneficios para los hogares de menores ingresos. Como sealan
Campos y Garca (2004a), la mezcla social en el espacio no supone necesariamente la
armona en las relaciones entre los diferentes grupos. Ahora bien, este conflicto (o
posibilidad del mismo) no niega la posibilidad de una integracin (p.61).
En la prctica, una serie de estudios detecta consecuencias positivas de la proximidad sobre
el empleo de en los hogares de menores ingresos (Salcedo y Torres, 2004; Campos y Garca,
2004a; 2004b; Morand, 2007; Sabatini y Salcedo, 2008; MINVU, 2009); estas
oportunidades de empleo se generan tanto en los hogares de mayores recursos (que
tambin valoran que sus trabajadores vivan cerca), como en centros comerciales y
supermercados que se instalan en el sector atrados por la existencia de hogares con mayor
poder de compra. Adicionalmente, los hogares populares en comunas de mayores ingresos
perciben una mejor calidad de los servicios pblicos (Morand, 2007).
Los vecinos de menor nivel socioeconmico tambin perciben efectos positivos en su
entorno (Salcedo y Torres, 2004; Gatica, 2004; MINVU, 2009), en especial la presencia
cercana de comercio y servicios, que no se da en los sectores populares homogneos de la
ciudad. Adicionalmente, Gatica (2004) seala que los vecinos de menores ingresos
interpretan la llegada de hogares de mayores ingresos como un incentivo su propio proceso
de movilidad social.
Por ltimo, el vivir en sectores mezclados le permite a los hogares de bajos ingresos tener
un lugar de residencia que se asocia a caractersticas positivas (Salcedo y Torres, 2004;
Morand 2007; Sabatini y Salcedo 2008; MINVU, 2009), lo que incluso se traducira en un
alza del valor de las viviendas (Salcedo y Torres, 2004). Lo contrario ocurre con los hogares
de estrato alto: stos sealan que esta mezcla genera la estigmatizacin de los territorios, y
una consecuente baja en el valor de las viviendas (Morand, 2007; MINVU, 2009).
Ms all de los beneficios, en trminos de las relaciones entre los vecinos de distinto
ingreso, si bien se produce contacto entre los adultos, principalmente en espacios
comerciales (Salcedo y Torres, 2004, MINVU, 2009), el contacto entre nios es
prcticamente nulo (Prez y Roca, 2009), y no se registran vnculos de sociabilidad o
asociatividad (Salcedo y Torres, 2004; Sabatini y Salcedo, 2008; MINVU, 2009).
Las dificultades de la convivencia se generan principalmente por diferencias en las
costumbres; los hogares de estrato alto nombran como principales problemas el ruido, las
personas tomando en las calles, las peleas y las malas palabras (Morand, 2007; MINVU,
2009; Gonzlez y Rodrguez, 2009). Los hogares de estrato bajo reclaman la estigmatizacin
que se hace de ellos (MINVU, 2009), y algunos acusan la existencia de discriminacin
(Gatica, 2004).
La sensacin de inseguridad no necesariamente pasa por los vecinos que se tiene al lado,
sino por los niveles de delincuencia en la ciudad en general (Salcedo y Torres, 2004). Prez y
Roca (2009) sealan que el caso de los nios que viven en sectores mezclados, las
percepciones no son basadas en el contacto (que no existe) sino relacionadas con la
informacin de los medios. En este sentido, la proximidad no hara la diferencia: las
impresiones son mediadas, tal como las opiniones existentes en casos de personas de altos
ingresos que habitan sectores homogneos, que no se basan en la experiencia (MINVU,
2009).
Asimismo, el estudio del MINVU (2009) revela que si bien existen experiencias positivas de
proximidad, tambin hay otras conflictivas: de este modo, el efecto de la proximidad no
sera lineal. Esto vuelve a centrar la atencin sobre los procesos ms que sobre los
resultados, ya que comprender la dinmica social que se produce en situaciones de
proximidad podra aportar a disear polticas pblicas que permitan aumentar los beneficios
de la cercana y disminuir los problemas que se dan en este tipo de barrios.
Metodologa
Este trabajo se basa en 82 entrevistas semi-estructuradas, llevadas a cabo en 4 casos de
frontera entre conjuntos habitacionales de bajos ingresos, y conjuntos habitacionales de
ingresos medios o altos. Para la seleccin de los casos, se tom en cuenta no slo los
estratos sociales en contacto, sino tambin el contexto comunal ms amplio (distinguiendo
si se trata de estratos bajos que se instalan en un sector de altos ingresos, o estratos medios
o altos que se instalan en un sector de bajos ingresos). Adicionalmente, se tom en
consideracin si, de acuerdo a la informacin proveniente de estudios previos, se trataba de
casos con una historia de convivencia positiva o negativa. Con estos criterios se busc dar a
la muestra de casos la mayor variabilidad posible. La muestra de casos de estudios
correspondi a:
1. Bosque de la Villa/ Cerro Apoquindo, Las Condes: corresponde a una frontera de estratos
altos y medios altos con estrato bajo, con una historia de convivencia positiva.
2. La Ermita/ Sector Plaza San Enrique, Lo Barnechea: corresponde a una frontera de
estratos altos y medios altos con estrato bajo, con una historia de convivencia negativa.
3. La Travesa/ Sector Alto Jahuel, Pudahuel: corresponde a una frontera de estratos medios
con estrato bajo, con una historia de convivencia positiva.
4. Vichuqun/ Los Olmos, Pealoln: corresponde a una frontera de estratos medios con
estrato bajo, con historia de convivencia negativa.
Al interior de cada caso, se aplicaron alrededor de 10 entrevistas a cada lado de la frontera
(10 entrevistas a hogares de estratos bajos y 10 a estratos medios o altos). Estas 10
entrevistas se dividieron entre jefes de hogar, dueas de casa, jvenes y dirigentes.
Las entrevistas fueron sometidas a codificacin temtica, de acuerdo a las variables y
dimensiones de anlisis predefinidas, y adems se realiz un proceso de codificacin abierta
y axial de los documentos, luego de lo cual se procedi a su anlisis.
Principales hallazgos
A pesar de todas estas diferencias entre los casos (escogidos intencionalmente como
distintos, para aportar variabilidad), los relatos de los vecinos presentan una serie de
continuidades interesantes de revisar.
En primer lugar, es interesante sealar que, en todos los casos estudiados, lo que lleva a los
vecinos de mayores ingresos a optar por una vivienda que queda en un conjunto contiguo a
un sector de bajos ingresos es alguna caracterstica irreductible del lugar, que no se
encuentra con facilidad en otros. En el caso de Las Condes, se trata de las caractersticas del
entorno natural: Cerro Apoquindo provee a sus habitantes un entorno natural y una vista de
la ciudad privilegiada, sin tener que vivir demasiado lejos del resto la ciudad para poder
conseguirlo. En el caso de Lo Barnechea, al entorno natural se une la identidad campesina
del sector, y el arraigo: la mayor parte de los vecinos lleva dcadas en el sector, en distintas
viviendas. En el caso de Pealoln, el entorno natural tambin es valorado, pero en mucho
menor medida: lo que se valora es la posibilidad de comprar una vivienda nueva y amplia a
un precio por el que no conseguiran nada en una comuna consolidada, como uoa o
Providencia. Por ltimo, en el caso de Pudahuel, el factor es el arraigo: todos los
encuestados vivan en la misma comuna o en las aledaas, y tras un proceso de movilidad
social, decidieron quedarse en el sector, pero en una mejor vivienda. En los casos de
Pudahuel y Lo Barnechea, la existencia de elementos de identidad y arraigo generan desde
el principio elementos transversales, que permiten construir identidad con los vecinos de
distinto estrato.
En segundo lugar, es evidente la mejora en el entorno dada la presencia de vecinos de
mayor estrato social. En todos estos sectores existen supermercados, farmacias, y otros
comercios y servicios, que no slo quedan disponibles para el uso de los vecinos de menores
recursos, sino que tambin generan oportunidades de empleo. A esto se suma el
mejoramiento del estndar urbano en el entorno (mejoramiento de calles y avenidas
principalmente), y en el caso de Las Condes, la subida del estndar de todos los servicios
provistos por el municipio.
Ms all de esto, llama la atencin la centralidad de la movilidad social en los discursos en
los distintos grupos, ya sea como eje de continuidad entre los distintos estratos sociales, o
como fundamento de la legitimidad de las diferencias existentes. Los vecinos de menores
ingresos se entienden en continuidad con los vecinos ms adinerados porque comprenden
que ambos estn en distintos puntos de un mismo proceso de movilidad social (y que
probablemente sus hijos, a travs de la educacin y el esfuerzo personal, podrn acceder al
nivel de bienestar de los vecinos). Los vecinos de mayores ingresos son capaces de
identificar en su familia un proceso de movilidad social que los vincula, en su origen, a las
familias de menores ingresos del sector (en los casos de estratos medios, ellos mismos
muchas veces vivieron su niez en viviendas como las de sus vecinos de menores ingresos;
en los casos de estratos altos, sealan que sus padres no tenan un nivel de vida tan
acomodado como el de ellos; por ltimo, todos se identifican con las familias de menores
ingresos en tanto personas de esfuerzo).
La diferencia socioeconmica solo se vuelve relevante en casos extremos: entre los hogares
ms carenciados de Las Condes en relacin a los hogares de mayores ingresos de Cerro
Apoquindo; y en Lo Barnechea, en que si bien la diferencia con los vecinos del sector se
entiende como remontable, la diferencia con los vecinos de sectores exclusivos como Valle
Escondido se percibe como irreductible.
Esto revela la existencia de la percepcin de una sociedad bastante abierta, en que las
oportunidades estn disponibles para quienes quieran tomarlas. Esto no implica pensar que
las oportunidades son equitativas, pero s que las fronteras entre los distintos grupos
sociales son en extremo permeables. Esta percepcin es especialmente fuerte entre los
conjuntos de estratos bajos, y ms an entre los jvenes de estos conjuntos; tambin en el
caso de Pudahuel, en que la distancia social es menor. Por el contrario, los hogares de
estratos medios y altos, si bien ven la continuidad identitaria, tienen mucha ms claridad
respecto de las dificultades de ascender socialmente.
La nocin de movilidad est ntimamente ligada a la de esfuerzo, que aparece como un valor
que permite la identificacin de las personas ms all del estrato social de pertenencia. En
una sociedad en constante movimiento, en que existen amplias diferencias, y en que el
estrato en el que se parte no necesariamente guarda relacin con el estrato en el que se
termina, la nocin de esfuerzo permite distinguir entre posiciones (y posesiones) legtimas e
ilegtimas, y en ltimo trmino, dar legitimidad a los arreglos institucionales en general.
Tambin es interesante que en ambos casos los espacios de mayor mezcla son al mismo
tiempo a los que se les atribuye una menor importancia, al punto de que la gente no los
reconoce como espacios de contacto a menos que se pregunte explcitamente: el
supermercado es el lugar reconocido por todos como el ms mezclado, y como
completamente no conflictivo. Asimismo, los vnculos, cuando existen, son de tipo laboral, y
tampoco son reconocidos en primera instancia: slo se los nombra cuando se pregunta por
ellos. En este sentido, la sensacin de aislamiento entre ambos grupos sociales es mayor
que el aislamiento que se experimenta en la realidad.
Adicionalmente, es importante sealar que el contacto y los vnculos de carcter funcional
tienen consecuencias que sobrepasan dicha esfera.
A pesar de que las personas no valoren el contacto y/o vinculacin que se da en el plano
funcional, es importante sealar que este s tiene consecuencias que van ms all de las
oportunidades econmicas. Esto se nota, por ejemplo, en la reivindicacin que las personas
de mayores ingresos hacen de sus vecinos de menores recursos, basada en la observacin
de sus rutinas cotidianas centradas en el trabajo y la escuela. Esto constituye un refuerzo en
la constitucin de identidad ms all de las diferencias socioeconmicas, en especial si se
toma en cuenta la centralidad de la nocin de esfuerzo en el discurso de los entrevistados.
Adicionalmente, la observacin de una vida cotidiana esforzada dificulta la estigmatizacicn
del territorio completo, a pesar de la existencia de vivencias (propias o vicarias) de algn
grado de violencia o enemistad de parte del grupo de vecinos de menores ingresos.
Tambin es posible notar este tipo de consecuencias ms amplias en la distincin que
algunos jvenes al interior de los barrios hacen entre los flaites y los normales, y
asimilando las caractersticas de los normales (entre los cuales se cuentan quienes viven
en los sectores de mayores ingresos). En este sentido, a pesar de la ausencia de vnculos de
sociabilidad o asociatividad entre los vecinos diversos, pareciera que se establecen modelos
de rol diversos en el barrio.
Es importante sealar que, en el caso de Pudahuel, en que la distancia social es menor, si se
evidenciaron vnculos de sociabilidad y asociatividad, ms all de lo puramente funcional. En
este caso se da contacto entre los vecinos distintos en establecimientos educacionales
particular subvencionados. Este contacto permite el conocimiento del otro grupo en un
espacio en que, si bien se notan las diferencias, no es conflictivo, e incluso da origen a
amistades entre los jvenes.
En esta misma lnea, es interesante sealar que la falta de relacin ms all de lo comercial
o laboral no tiene que ver con la existencia de una predisposicin negativa hacia el otro, sino
simplemente con la falta de actividades que conciten el inters de ambos tipos de vecinos.
Incluso a pesar de la amplia oferta de actividades y servicios que ofrece el municipio de Las
Condes, estas no son comparables a las que pueden tener acceso los vecinos de Cerro
Apoquindo a travs de sus recursos privados. Sera interesante saber qu pasara en el caso
de actividades o servicios originales, no disponibles en el mercado. En el caso de la comuna
de Pealoln, la menor capacidad de pago de los vecinos de Los Olmos lleva a que ellos
recurran a los servicios municipales en casos especficos en que el servicio es bueno y
atractivo para ellos (un ejemplo de esto son los talleres que se imparten en el centro
deportivo y cultural Chinkowe, del cual se realizar un ejercicio de observacin para ser
incluido entre los datos de la entrega final). En el caso de Lo Barnechea, las actividades
relacionadas con la identidad campesina de la comuna (rodeo, cuasimodo, etc.) generan una
adhesin bastante transversal. En este sentido, una oferta pblica que no puede ser
igualada o mejorada por la oferta privada si genera instancias de contacto.
Esto no implica que no exista ningn tipo de visin negativa sobre los vecinos distintos. En
los casos en que son los vecinos de menores ingresos los que llegan a una comuna de altos
ingresos, la predisposicin negativa inicial es muy fuerte. Sin embargo, como se seal ms
arriba, la continua convivencia lleva a atenuar los juicios respecto del conjunto de menores
ingresos, y a desarrollar un discurso ms ponderado: hay gente buena y gente mala. Esta
misma constatacin, sin embargo, lleva a tomar precauciones en las circulaciones
cotidianas: la gente declara que se cuida de no andar solo de noche, y de no circular por los
conjuntos de menores ingresos. En el caso de Las Condes, en que necesariamente hay que
pasar por Bosque de la Villa para llegar a Cerro Apoquindo, las familias expresan una
importante preocupacin por los jvenes que se movilizan en micro: la caminata de cinco
minutos pasando por la villa les genera temor no slo en trminos de posibles asaltos, sino
porque los vecinos de menores ingresos usan mas la calle, y pueden acosar a quienes pasan
por ah. De hecho, abundan los relatos de este tipo de situaciones (en que las personas de
Bosque de la Villa les gritan cosas o obstaculizan el paso), y muchas familias con nios
pequeos se preocupan al pensar qu harn cuando crezcan y circulen solos.
Entre los vecinos de menores ingresos, en cambio, en general no se da una disposicin
negativa hacia los vecinos de mayores ingresos. Incluso se legitiman las medidas de
seguridad, ya que sealan que si ellos pudieran, tambin se protegeran de la misma forma.
Slo en algunos casos aparecen percepciones negativas, generalmente vinculadas a que la
gente de mayores ingresos algunas veces mira en menos a los que tienen menos.
En trminos de las diferencias entre los casos, existen tres elementos centrales. En primer
lugar, el rol jugado por el municipio de Las Condes y el de Lo Barnechea en los condominios
de vivienda social y su entorno ha sido crucial en el modo en que ha evolucionado el sector.
Por una parte, el que en Las Condes se trate de condominios de vivienda social, cerrados,
con seguridad y mantencin de jardines (todo esto provisto municipalmente) lleva a que la
imagen del sector sea muy distinta a la de otros sectores de vivienda social (entre ellos, el
caso revisado en Pealoln, por ejemplo). En el caso de Lo Barnechea, si bien no se trata de
conjuntos cerrados, el cuidado municipal de la infraestructura y equipamiento urbano es
evidente. Se evidencia en ambos casos el esfuerzo por mantener un estndar mnimo, lo
que es reconocido por los vecinos de altos ingresos, que destacan las caractersticas
estticas de los conjuntos. Adicionalmente, en Las Condes el cierre de los conjuntos y la
presencia de guardias, as como la existencia de jardines interiores en los condominios de
vivienda social, aminoran el impacto en el entorno (tanto en trminos de inseguridad como
en cuanto a circulacin de personas y actividades realizadas en la va pblica). Por ltimo, el
apoyo municipal a travs de los distintos servicios brindados a los vecinos de menores
ingresos probablemente sea uno de los factores clave en los procesos de movilidad social
que se evidencia en las familias del sector (lo cual ha permitido reducir en parte la enorme
diferencia con el entorno de mayores ingresos).
En segundo lugar, pareciera que una mayor distancia social, a una misma proximidad
espacial, genera una disminucin del contacto. Los casos de frontera entre estratos altos y
bajos (Las Condes y Lo Barnechea) revelan mucho menor contacto que aquellos de estratos
medios y bajos (Pudahuel y Pealoln). La total motorizacin de los vecinos, unida a rutinas
cotidianas que incluyen traslados fuera de la comuna, llevan a que el contacto entre vecinos
sea mucho menor.
Por ltimo, en el caso de Las Condes se evidencia que, si bien el contacto con los vecinos de
Cerro Apoquindo es escaso, el contacto con vecinos de mayores ingresos es muy amplio, e
incluye instancias relevantes, como la escuela. El apoyo del municipio a los vecinos de
menores ingresos lleva a que muchos puedan optar a colegios en que el grueso de los
alumnos pertenecen a un estrato socioeconmico ms alto. Adicionalmente, los procesos de
movilidad social que ocurren dentro de los conjuntos, as como los procesos de movilidad
social ms largos, ocurridos en el entorno (familias originalmente populares en Avda. Coln
y Avda. Fleming, que hoy son de estratos medios) generan una importante diversidad social
tanto dentro de los conjuntos como en su entorno inmediato. En este sentido, a pesar de
tratarse de una zona en que se concentran los vecinos de menores ingresos de la comuna,
este segmento de vecinos es de una alta heterogeneidad social, lo que diversifica los
modelos de rol en el entorno, la informacin y contactos disponibles, etc.
Conclusiones
Los resultados obtenidos sugieren varias conclusiones relevantes en trminos de los
procesos sociales que se dan en sectores socialmente mezclados.
En primer lugar, es interesante destacar que la proximidad, por si misma, genera un impacto
positivo en el derribo de prejuicios en relacin al otro. La observacin repetida de las rutinas
cotidianas del otro permite identificarse con l desde la cotidianeidad, y desarrollar una
visin menos totalizante del otro grupo: los vecinos distintos son un grupo heterogneo, en
que si bien hay excepciones, la mayora de la gente es buena, y con rutinas cotidianas
bastante parecidas a las de uno mismo. En este sentido, el contacto, aun sin generar vnculo,
se vuelve relevante.
Asimismo, el efecto de la proximidad en el entorno, tanto en trminos de infraestructura y
equipamiento pblico como en trminos de comercios y servicios es evidente. Gracias a la
proximidad, los vecinos de menores ingresos pueden acceder a un estndar urbano mucho
ms alto que el que experimentaran en un sector segregado. Esto es especialmente claro
en el caso de las comunas de mayores ingresos, en que la mejora del estndar llega incluso
dentro de los conjuntos populares. En los casos de las comunas de menores ingresos, se
produce un fuerte contraste entre el afuera y el adentro de la poblacin. Este contraste es
evidente para todos los habitantes del sector, lo que no contribuye a la integracin al
generar elementos tiles para generar fronteras (simblicas y espaciales) que, sin ser
cierres, tienen consecuencias de facto.
En segundo lugar, resulta interesante el que existan ciertos atributos que permiten atraer
vecinos de altos ingresos incluso en sectores de conjuntos de bajos ingresos. Esto abre
espacios para pensar en polticas habitacionales de mezcla social que no slo sean atractivas
para los hogares de menores ingresos, sino tambin para los vecinos de mayores recursos.
En especial, llama la atencin el caso de Pudahuel, que evidencia que, existiendo una oferta
adecuada, las comunas pueden retener a las familias que experimentan movilidad social,
generando mayor heterogeneidad desde dentro.
Por ltimo, el resultado que aparece con ms fuerza es que los vecinos diferentes, en lugar
de polarizar la diferencia (generando un quiebre en trminos de cohesin social),
reconstruyen la unidad a travs de la idea de movilidad social y esfuerzo. Esto es posible en
la medida en que la experiencia de movilidad social, o al menos de progreso material, es
muy comn en la sociedad chilena, que ha aumentado radicalmente su ingreso per cpita en
las ltimas dcadas, y disminuido sus niveles de pobreza. En este sentido, la percepcin de
apertura a la movilidad social acta como fundamento de legitimidad de las diferencias.
Esto lleva a la reflexin respecto a la cohesin social en el contexto de desigualdad actual de
la sociedad chilena: en la medida en que la percepcin de fluidez se mantenga, y en que la
educacin y el esfuerzo efectivamente permitan la movilidad social, los niveles de
polarizacin permanecern estables; sin embargo, la generalizacin de la percepcin de
reproduccin de la desigualdad a travs de la educacin, o la visualizacin de lmites o
fronteras a la movilidad, puede poner en crisis el fundamento de legitimidad de las
diferencias socioeconmicas actualmente existentes.
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