SOCIOLOGÍA DE LA ESCULTURA MEXICANA€¦ · donde más de una revolución ha ... partes se...

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36UNIVERSIDAD DE MEXICO

MARIO MONTEf'oRTE TOLEDO, Las piedras vivas. Escultu-ra y sociedad enMexico, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad NacionalAutónoma de México, 1965, 231 pp. de texto y 188 pp, de ilustraciones.

SOCIOLOGÍA DE LAESCULTURA MEXICANA

ABELARDO V/LLEGAS

los más interesantes en AméricaLatina.

Sin duda son de los más at~c'

tivos estos capltulos donde se hablade la vida cultural, de las visitasa Argentina de Ortega y Gasset.·Waldo Frank, Etnest Anserment.Hermann Keyserling, Einstein; dela aparición de revistas como Sur,

[mago Mlmdi, de grandes edito­riales como Losada -hacia 1946pasaban de cuatrocientas las edito­riales argentil~as-; de pensadorescomo Ezequiel Martíllez Estrada.Francisco Romero, H. A. Murena.hasta las generaciones más actua­les como Ernesto L. Castro, Alfre­do Varela, David Vilias. BeatrizGuido, Alberto Rodríguez, etcéte­ra, que han renovado con nuevospuntos de .vista los temas tradi·cionales. .

Así, del libro de Romero se des·prende que, habiendo pasado conmucho la mitad del siglo, Argenti­na presenta el panorama de ungran país, dinámico, culto, plenode energías, pero en el que ciertassupervivencias ya anacrónicas frus­tran la plenitud de su desarrollo. Apesar de sus peculiaridades muyarraigadas, es un gran espejo enel que se puede reflejar la AméricaLatina; país de grandes extremosdonde más de una revolución hasido abortada -concretamente -enlos regímenes Yrigoyen y Perón-.lo nuevo debe liquidar a lo viejo.la sociedad tradicional que ha sidocapaz de asimilar los elementos mo­dernos sin conmoverse en lo fun­damental, debe desaparecer, liqui.dándose así ese pesado lastre queno permite abandonar todavía elsiglo xtx.

posee la escultura. Y aquí surgeuna primera afirmación que nosparece un tanto aventurada, por,que: ¿cómo justificar suficiente ynecesariamente la elección de la es­cultura COIDO arte que mejor reflejala sociedad? en todo caso ¿hastadónde es posible encontrar en laescultura el reflejo social? El em­pleo de la noción "distancia social",hubiera resuelto estos problemas de

La definición nacional ha sidoproblema que ha preocupado a casitodos los intelectuales argentinos,por los motivos expuestos. Des­de tradicionalistas como RicardoRojas, Juan Agustín Carcía, JoséMaría Ramos Mejía que al prin­cipio del siglo usaron el positivis­mo para definir la "restauraciónnacional", pasando por un filósofotan importante, como AlejandroKorn, que propugnaba la redacciónde unas nuevas Bases tan influyen­tes como la que en el siglo anteriorhabía elaborado Alberdi, hasta elartepurismo del grupo Martín Fie­rro aparecido en la década de losveimes, constituido por Jorge LuisBorges, Ricardo Güiraldes, PabloRojas Paz, Leopoldo Marechal, yotros muchos, animados tambiénpor Pedro Henríquez Ureña y Al­fonso Reyes, entonces embajadormexicano en Argentina. Este gru­po, dice Romero, impulsado porun espíritu de élite, tenía una carapopular. "Amó la l-ealidad inme­cliata, la de la ciudad de BuenosAires. con sus suburbios y sus re­sabios de ciudad de campo" (125).Con ellos se inició el descubrimien­to del folklore citadino, uno de

El libro de Monteforte Toledo pro­duce una reacción inmediata: ale­gría porque al fin los estudiosos delas ciencias sociales se ocupan delarte, lo cual puede ayudar a larigorización de los a.nálisis delezna­bles que sufrimos cotidianamente.El capitulado de la obra acentúa

el optimismo. Se trata, al parecer.como el subtítulo lo indica, de en­focar la escul tura como /'eflejo desu tiempo. En el índice leemos losnombres de apartados tan intere­santes como: "consolidación de la

burguesía", "bases de los senti­mientos nacionales", "evaluacióusocioestética de la escultura ac­tual" ... y, en fin, confiamos enenh'entarnos a una de las obrasesperadas.

El prefacio aduce varios argu­mentos para justificar la obra: laescasa bibliografía sobre el tema. lanecesidad de superar la "huecaterminología" de los enfoques es­teticistas, el carácter determinadopor el grupo social dominante que

nacionalizaciones. Todo ello fuedetenido e interrumpido por laantigua oligarquía, incrustada aúnen el congreso. y que aprovechó lacrisís internacional de mercados de1930 para derrocar al anciano lídery reiterar sus viejos hábitos de su­misión económica al extranjero.

Respecto al obrerismo, Romerohace notar cómo proviniendo losinmigrados de Italia o Inglaterray otros países donde la lucha sodalestaba en su punto más alto, lesfue fácil introducir las doctrinassocialistas y luego organizar el par·tido. Importantes exponentes elelpensamiento y la práctica socialis­tas fueron Juan B. Justo,! José In­genieros, Aníbal Ponce, Alfredo L.

.Palacios, y Lisandro de la Torre.Sin embargo, sólo hasta 1944 el go­bierno de Juan Domingo Perónlevantó las banderas obreristas ~'

organizó a la clase como tal. Acer­ca del carácter del gobierno dePerón, que derrocó a la antiguaoligarquía, dice Romero: " ... tu­

vieron mucha influencia las condi­ciones cívicas en que se habían

educado las nuevas generaciones,dentro de la opresión del fraudeconservador, y acaso también laimpotencia de las fuerzas políticaspara llegar con un nuevo lenguajea su espíritu ... el hecho innega­ble era que .la nueva sensibilidadpredominaba. y respondió al llama­do de la demagogia que se hizopasar por auténtico espíritu revo­lucionario sin serlo, aunque parapoder fingirlo tuvo que satisfaceren parte las necesidades más impe­riosas de la masa que aspiraba aconquistar" (p. 152) . "Perón habíadeclarado en 1944: 'La RepúblicaArgentina es producto de la colo­nización )' conquista hispánica, quetrajo hermandades a nuestl'a tierra,en una sola voluntad, la cruz y laespada. Y en los momentos actua­les parece que vuelve a formarseesa extl'aordinaria conjunción defuerzas espirituales y de poder querepresentan los dos más grandesatributos de la humanidad: elEvangelio y la Espada: Tal el'a, enel fondo, su pensamiento político.

y sólo para disimular su contenidoprofundo fueron inventadas nuevasfórmulas verbales" (p. 144). Contodos sus matices fascistas y todasu simulación, el peronismo perdu-ra porque el de Perón ha sido elllllico gobierno argentino que seha declarado abiertamente obrerista.

ra averiguar en cuál de las dospartes se encuen tra la· verdaderanación argentina. El legado de estageneración del 80 es claro: "El país

perdía, ciertamente, el primitivoestilo criollo, pero no adquiría otroy ofrecía cada vez más una fisono­mía imprecisa e inasible" (p. 18) .Semidesintegrada la sociedad tradi­cional por obra del europeísmoochentista, los argentinos sintieronno haber ganado los contornos pre­cisos de una nación; la generación(lirigente se convirtió en una oli­

garquía política y cultural. Se ha­bía enriquecido en el comercio conJos ingleses, había manejado laselecciones para perpetuarse en elpoder, a los inmigrados los habíacxcluido de la vida cívica mediante

leyes precisas, para que no pertur­haran el orden y. naturalmente. nosc había preocupado por asimilar­los. Sus componentes se sentíanajenos a la dura y descarnada luchapor la vida, dicc Romero. "se con­

"cncieron <le que constituían lo quequcdaba de puro, ele prístino. encl país. y que se merecían todo, arausa de ese mérito, que no erasuyo. sino determinado por lo que

había cambiado a su alrededor. Lasordidez ele su propia lucha por lariqueza parecía' ocult¡lrseles",­

(p. 18) ,Esta generación es la que plantea

los prohlemas políticos y socialesdel siglo xx. En la política. laexclusión legal de las mayorías dela vida cívica; en la economía. ladependencia casi absoluta del im­perio económico inglés y, en gene­ral, de los cambios del mercadointernacional; en lo social, las rei­l'idicaciones de un proletariado. ensu mayor parte inmigrado, confi­nado en la ciudad por falta de ga­rantías en el campo; en lo cultural.una clara falta ele integración entreel criollismo tradicional, las fuertesinfluencias de la cultura europea ylos hábitos y costumbres de los

inmigrados,En los alÍos anteriores y posterio­

res al Centenario de la Indepen­dencia estos problemas hacen crisis,El descontento político es el queva a dar lugar y en el que va arecibir apoyo el movimiento radi­cal encabezado por Hipólito Yrigo­

yen, frustrado, según este mismocaudillo, porque llegó el poder porvía democrática y no por revolu­ción, tal como inicialmente lo in­tentó, En 1916 y en 1928 quiso rea­lizar Yrigoyen un gobierno de clasemedia. paternalista con los obrerosy tendiente a lograr la emancipa­ción económica mediante sucesivas

UNIVERSIDAD DE, MEXICO 37

ESTÉTICA SIN HISTORIA

RAYMOND BAYER, Historia de la estcUca" Fondo de Cultura Económica.,México, 1965.

fund~entación: cada arte está de­terminado gradualmente en relacióncon los medios de eXpresión que leson propios. Esto·lo aclara Hauser,entre otrlJS, a quien' Monteforte citamás adelante.

El capítulo priJ:!lero, dedicado alas sociedades preÍúspánicas, estádividido en dos formas contradicto­rias: por una parte, se inicia tra·lando' el paleolltico y el neolítico,lo cual hace esperár una divisiónpor estructuras; pero se sigue por"pueblos" y lo que es ,más grave,aislándolos eÍl olmeéas, mayas, tol­lecas, teotihuacanos, etcétera. Lacontradfcción consiste en que no esposible conciliar el 'tratamiento tra­dicional de la' época prehispánicapor 'grupos' particulares diferencia­dos por habitat, con un enfoquesociológico que necesariamente esde tal manera general que parte denociones como "sociedad esclavis­la", "revolución urbana", a quienata Monteforte,.para inferir lo par­ticular mediante el análisis de lasobras. De esta manera, se lograríala distinción, ausente de la biblio­grafía sobre lo prehispánico, entreexpresiones mágicas, animistas, ypropiamente religiosas, politeístas.Justamente, este tipo de precisio­nes es lo que se espera de la obrade un sociólogo.

Al iniciar el tratamiento de laépoca colonial, Monteforte planteala necesidad 'de enfo"car el "Choquecultural" y analiza sumariamentelas caracteríslicas del Renacimientoespañol y de los "grupos pioneros"de conquistadores. Califica a nues­Ira sociedad como feudal, sin ad­vertir que esto podría ser discutiblesi se toma como modelo el feuda·lismo europeo. Pero lo que pudieraperjudicar en un análisis llevadoal último detalle, no importa parael estupendo resumen del condi·cionamiento social del siglo XVI

que logra.Arnold Hauser, apoya una estu­

penda introducción de Monteforteal estudio del barroco, que supe­ra al fín toda aquella verborrea cur­si del horror al vacío. Por fin, seapunta la importancia de estudiarel manierismo' y su influencia.

La explicación del ultrabarroconuevamente nos enfrenta a unacuidadosa descripción de las con­diciones sociales desde fines delXVI hasta la Guerra de Indepen­dencia. El reemplazo del predomi­nio eclesiástico por el civil, pasópor la presencia del clero secularcomo casta patrocinadora de unaintegración nacional. Aun cuandoesto merecería un estudio más de­licado, es obvio ql;le sirve para en­contrar la raíz del neoclásico yabandonar el prejuicio de que éstees feo y malo por antibarroco.

Al tratar de la época republicana,la obra de Monteforte, apunta, sinacentuarla, la posibilidad de fun­damentar el estudio del inicio delarte moderno, cosa que está porhacerse. Desde su estudio del ultra­harroco, va señalando la presenciatle un grupo nuevo que aspira alpoder sodal; el burgués se prefigu­ra en el acumulador de tierras y

la llamada "clase media" inicia laconfiguración nacional. Monteforteno discute hasta qué punto puedehablarse de capitalismo, de bur­guesía, de nación; pero sí caracte­riza el siglo XIX como época detransición, lo cual es lo más im­portante, puesto que se encuentrala razón de que ese análisis debaempezar el estudio de toda moder­nidad. Así, la falla de Montefortede acentuar la generalidad socialen detrimen to de la consecuenciaartística -caso de explicar el indi­vidualismo- resulta trivial si seconsidera que su libro significa unhito en nuestro medio artístico. Aotros tocará precisar sus plantea-mientos 'generales. ¡

Lo mismo que se afirmó del ca­pítulo anterior se aplica al delPorfirismo. No es muy grave quehable de burguesía porfiriana sincaracterizarla más a fondo, puestoque la trascendencia del libro im­porta más para la investigaciónartística que para la sociológica; ala larga, ambas se enriquecerán.Pero no está por demás anotar al­gunas deficiencias de este 'capítulo:la presen tación del indigenismo co­mo puro gusto y el entendimientodel art llouveau como puro afán deretorcimiento, cuando es el iniciodel empleo de los materiales mo­dernos que en México no operópor su desarrollo no industrializado.

Correctamente, Monteforte em­pieza el estudio de los últimostiempos con un apuntamiento delas dificultades para enfocar la Re-

volución de 1910, dificultades quelo envolvieron y obligaron a resu­mir por separado la dinámica de laRevolución; lo que oculTía en elarte europeo y lo que pasó en el ar­te mexicano. La época contempo­ránea la hace arrancar de la con­solidación burguesa posterior aCarranza; su apego a los criteriostradicionales, a su temor a rebatir­los, que es lo mismo, lo hace sos­layar el análisis a fondo del nacio­nalismo que es presentado, comohabía ocurrido antes con el indige­nismo, como una especie de gusto.Apenas deja constancia de la inva­lidez del realismo socialista sinrelacionarlo con el auge nacionalis­ta al que en realidad sirvió ennuestro medio. Pasa después, sincontinuidad alguna, a estudiar la es­cultura moderna basada en laactividad personal de algunos artis­tas.Como antes el nacionalismo, ahorael internacionalismo no se funda­menla más que en una actividad

personal de Tamayo. Apenas seanota el carácter subdesarrollado,copión, de nuestra pequeña burgue·sía, sin destacar sus característicasmás profundas, su raiz.

Resulta, tal vez, exagerado titularel último apartado "Evaluación So­cioestética de la Escultura Actual",puesto que sólo se hace un catálogode grupos y personalidades. Aspec·tos tan importantes como la inte·gración pl¡ística apenas si se men-

Cuatro ailos después de publicadoel texto francés de Bayer aparece enespañol, traducido con esmero yacierto por Jasmin Reuter. Es unlibro que en el medio cultural la­tinoamericano, en términos genera­les todavía muy pobre en el ma­nejo instrumelHal de otros idiomas,viene a significar la posibilidad decontribuir muy eficazmente en laformación teórica de un público,cada vez mayor, que se preocupapor la reflexión filosófica de losproblemas del arte. Durante muchotiempo los lectores de habla espa­iíola interesados en el conocimientodel l'ecorrido histórico de la Esté·tica sólo podian acudir a la obrade Menéndez Pelayo, Historia de lllsideas estéticas en EslJa1ia. Todo lodemás que se escribía en espaliol,

o se traducía, eran estudios mono­gráficos sobre teóricos del arte ode momentos y tendencias de laEstética, o bien, historias del arte.Pero pat'a establecer la relación eilación, () ruptura, entre las diversasconcepciones es'éticas, necesaria­mente había que recurrir a la ex­posición del famoso erudito. Y, na­turalmente, la posibilidad de esawntinuidad sistemática que halla·han sus lectores quedaba interrum­pida con la distancia que se fueestableciendo entre el tiempo y pro­blemas que abarcaba y el surgi­miento de nuevas corrientes artís­ticas y de pensamiento en materiade estética. La Historia de la esté·tica, de Bosanquet, publicada enInglaterra en 1932, más penetranteen su an;ílisis filosófico que la deMenéndez Pelayo, y que habría he­cho posible reanudar, hasta su mo·mento, la secuencia que los lectoresen espaliol buscaban encontrar des­arrollada, se tradujo, sin embargo,hasta 1961 (Ediciones Nueva Visión,Huenos ,Aires) .

cionan. En fin, ya lo habíamosdicho: aunque pueden encontrarsedeficiencias en aspectos particula­res, la obra representa el primerintento en nuestro medio por anu­lar el subjetivismo del análisisartístico y en particular la primeraobra que intenta un estudio de laescultura en México. Esto la con­vertirá en clásica.

AUIERTO HíJAR

Estos datos confirman la impor­tancia de verter a nuestro idioma laobra de Bayer, importancia queresulta todavía más apreciable te­niendo en cuenta que el autor nose limita simplemente a poner aldía la información del trayecto his­tórico de la Estética, sino, adentrán­dose en el fondo de los problemas,conduce una investigación que bus­ca llegar a la médula de las prin­cipales teorías y tendencias estéticas.

El de Bayer, por ello, es uno deesos libros cuya lectura se hacenecesaria tanto ,para quienes seinician en el estudio de ·su ,disci­plina, buscando un panorama deconjunto, como para quienes, noobstante poseerlo con el enfoque desu propia formación, encontraráninterés en confrontarlo con la inter'pretación que hace Bayer, la cual,en todo caso, constituye una orien­tación que puede compartirse o dis­cutirse, pero no desconocerse.

Desde los antecedentes de la for­mación de la conciencia estética,que se manifiestan en las expresio­nes del arte prehistórico, hasta lasencontradas posiciones de nuestrosiglo ... El libro expone la historiade las ideas y teorías sohre el artey si, como es obvio, "la Prehistoriano posee autores de estética, los tes­timonios materia.les que nos hanlegado nuestros lejanos antepasadosconstituyen, en cierta medida, Tex­tos", Bayer se sirve de esas fuentesque nos permiten" "representarnosla mentalidad y l¡¡. sensibilidad delos hombres que han creado talesobras, incluso si esa mentalidad esinconsciente", para explicar la ges­tación de la estética. Apunta cómodesde un principio hay una inten­ción en el hombre de no reducirsus formas expresivas a un realismosimplemente imitativo de su reali­dad circundante, sino que "el arteprehistórico es un arte intelectualen el sentido de que el artista seconcede cierta libertad para defor­mar esta o aquella parte del ani·mal con el fin de darle mayor fuer­za o expresión".

En seguida, con todo. detenimien­to, Bayer aborda la poesía de Hesío­do y Homero, canto al mundo y asus bellezas, para recoger o interpre­tar su preocupación por la deter­minación de lo Bello y las dife­rencias que se hacen de su conceplocon otros, lo bueno, lo útil; tam­bién de sus géneros y grados. Asíenfila hacia los clásicos de la filo-