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TEXTOS, CONTEXTOS Y PRETEXTOS
TEOLOGA FUNDAMENTAL
ALBERTO PARRA S.J.
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Alberto Parra S.J., nacido en Bogot,
estudi humanidades, pedagoga, filosofa
y teologa en Bogot y Roma.
En 1973 se doctor en teologa en Estrasburgo
bajo la direccin de Charles Wackenheim.
Es profesor ordinario en la Facultad de Teologa
de la Pontificia Universidad Javeriana,
director de la Unidad de Posgrados
y miembro de la Asociacin Ecumnica
de Telogos del Tercer Mundo.
Numerosas publicaciones de libros y artculos.
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PRLOGO
Anteceden a este escrito treinta aos de docencia en los aspectos generales de
lo que hoy puede entenderse como una teologa fundamental.
Anteceden tambin tres escritos previos, el uno de 1974 propuesto como una
Introduccin a la Hermenutica Teolgica; el otro de 1988 bajo el ttulo Dar Razn
de nuestra Esperanza; y el ltimo de 1997 propuesto como una Teologa
Fundamental desde Amrica Latina.
Ninguno de los tres escritos es reproposicin del anterior, sino su desarrollo y
ampliacin, pero sobre todo, su necesaria puesta al da, en el intento permanente de
acercar a los fundamentos de la revelacin y de la fe a jvenes generaciones de
estudiantes de teologa que se desprendan apenas de la apologtica en boga, o que se
abran a la solicitacin de la liberacin, o que se encaminaban ya por senderos
inditos de tarda modernidad.
En efecto, como se deca en el prlogo de 1988, cuando el caminar cristiano
tuvo que ser declarado a los filsofos de la Idea, del Ser y del Uno y entablar su
defensa frente a los sofistas e impugnadores, el dar razn de nuestra esperanza se
llam apologtica.
Cuando el asunto tuvo que ser la razonabilidad del acto de fe frente a los
racionalistas e intelectuales de las ideas claras y distintas, el dar razn de nuestra
esperanza vino a ser un tratado escolstico riguroso sobre la doctrina de la revelacin
y de la fe.
Cuando en el mundo del desarrollo hay que rescatar el sentido perdido de la
revelacin, de la fe y del valor religioso, el dar razn de nuestra esperanza se llama
teologa fundamental progresista, que abunda en los anaqueles de la produccin
teolgica europea.
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Cuando desde el submundo, desde la carencia extrema, desde la injusticia
hiriente, desde el avasallamiento cultural, desde la opresin poltica y la explotacin
econmica nos aclaramos el cmo y el por qu de nuestro caminar liberador a la luz
de la fe, entonces dar razn de nuestra esperanza se llama teologa fundamental de la
praxis cristiana de liberacin.
Hoy, sin renuncias ni vergenzas, percibimos que la teora general que puede
llamarse teologa fundamental debe indagar por la posibilidad de la revelacin
creble y de la fe responsable en conexin ntima con la autocomprensin de las
nuevas generaciones solicitadas por el paso del entender al comprender, de la verdad
al sentido, de la teorizacin a la experiencia, de la metafsica a la historia y a la tica,
de los sistemas cerrados a la teora crtica de la sociedad, de las especializaciones
monolgicas a los consensos comunicativos, del cientismo a la teora general de las
ciencias en toda su entidad y valor, de las instituciones fras al supremo valor de la
religin, de la gracia y del amor.
As, por teologa fundamental queremos entender la teora teolgica que, por
sus generalidades, atraviesa todos los dems dominios especializados de la teologa,
pues establece sus bases fundantes y fundamentales con relacin a los textos santos
de tradicin divino-apostlica que la norman, a los contextos histricos de
interrogacin del sentido en los que se inscribe, y a los pretextos ticos de liberacin
humana a los que tiende en el plano inmanente y trascendente.
De ah el ttulo mismo del escrito Textos, Contextos y Pretextos que
proponemos ahora como una Teologa Fundamental.
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CAPTULO I
LA TEORA HERMENUTICA
EN EL CRCULO DE LA COMPRENSIN
Para su produccin teolgica y pastoral, los terceros
mundos apropian la circularidad hermenutica, que
les permita la lectura del texto santo de tradicin,
desde los contextos histricos de situacin, con el
pretexto tico de su liberacin en Cristo.
1. LA HERENCIA GRIEGA
Superar los objetivismos le permiti a la humanidad remontar la premodernidad y superar los
subjetivismos le ha posibilitado encaminarse ms all de la primera modernidad. Y en ese empeo de
correlacionar los opuestos, objeto y sujeto, el viejo tema y problema de la hermenutica ha sido
herramienta de primera magnitud para el proceso de intepreterse los sujetos existenciales en los
horizontes de lo dado y recibido. En todos los rdenes del conocimiento metdico y de las disciplinas
la hermenutica ha devenido indispensable y central, como en el caso particular de los procesos
teolgicos que se han elaborado en las ltimas dcadas en el mundo de la marginalidad. Eso ha sido y
ser posible a condicin de distinguir y tambin de superar la vieja hermenutica con relacin a la
nueva. A ofrecer los contornos ms generales de la antigua y de la nueva hermenutica est consagrado
este captulo inicial
El vocablo hermenutica procede del verbo griego que significa interpretar. Y son sus derivados los sustantivos s, el intrprete; , la destreza, el arte o el oficio de interpretar, y los adjetivos s, , lo interpretado. Significados afines o sinnimos de interpretar son afirmar, proclamar, esclarecer, traducir y en todos ellos
predomina la idea de algo que debe ser entendido, captado, percibido.
Filolgicamente el trmino hermenutica dice relacin con el personaje mitolgico s heraldo de los dioses para interpretar sus mensajes, propuestos generalmente en jeroglficos y signos
oscuros. Por eso, en el panten griego se atribuy a Hermes el origen de la lengua y de la escritura por
ser smbolos que permiten interpretar la interioridad de dioses y de hombres. Desde entonces todo arte
de captacin, de comprensin, de interpretacin del sentido, fue relacionado con Hermes y conocido
como hermenutica, siendo significativo que, en el contexto helnico que relatan los Hechos de los
Apstoles 14,11-13, Pablo como intrprete de la palabra fuera tenido por Hermes.
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En el terreno filosfico Aristteles nos leg el pequeo opsculo s, Sobre el arte de la interpretacin. La obrita pertenece a la lgica y su finalidad es contribuir al esclarecimiento de los smbolos gramaticales, como nica posibilidad de captar los significados dl discurso en los que
el hombre se expresa, como afirma el mismo Aristteles: Los sonidos emitidos por la voz son smbolo
de los estados interiores de nimo, y las palabras escritas son smbolo de las palabras emitidas por la
voz. Al igual que la escritura no es la misma para todos los hombres, tampoco las palabras habladas
son las mismas, aunque los estados de nimo puedan ser idnticos, como son idnticos los seres de los
cuales son smbolo los estados de nimo 1
Las palabras, la escritura, los estados de nimo son, para el filsofo, smbolos del hombre. Por
eso se hace indispensable esclarecer, traducir e interpretar los smbolos para percibir la realidad
expresada. De ah que todo trabajo de captacin sea trabajo de interpretacin, siendo la hermenutica el
quehacer ms general y sustantivo de la humanidad..
2. LA ACTIVIDAD HERMENUTICA
Una accin hermenutica o interpretativa es requerida por todo smbolo verbal o no verbal,
cuya finalidad primera es suscitar una captacin de significado (Bedeutung, meaning) o de sentido
(Sinn, sense), convertir algo en percibido y entendido. Interpretar o captar el significado o el sentido de
estmulos, signos, vocablos, conceptos, eso es entender. Quien no puede interpretar, tampoco puede
comprender.
En particular el vocablo y luego el discurso en cuanto tejido sensato de palabras son entidades
que requieren de la interpretacin para su captacin. Con mayor razn la exige una expresin o texto
oscuro, difcilmente inteligible. Mientras no se esclarezcan el smbolo, el vocablo, la polabra y el
discurso no se puede acceder a la realidad por ellos referida..
La traduccin de vocablos, palabras, frases o textos de un idioma a otro consiste tambin en la
traslacin del significado y del sentido de un sistema lingstico a otro horizonte de comprensin o
mundo hermenutico para obtener, en nuevas circunstancias y en nuevos smbolos, una expresin
anloga del mismo signiificado o sentido idiomtico. De ah que conocer otro idioma es saber
interpretar nuevos smbolos y saber simbolizarse en ellos. Nuevos smbolos que, en el conocimiento
profundo de un idioma, no se reducen a los smbolos gramaticales y fonticos, sino que se extienden a
todos los smbolos antropolgicos y sociales de un pueblo y de una cultura, de la cual el idioma es
apenas uno de sus smbolos y manifestaciones.
Ya que ni la palabra ni el idioma constituyen todo el lenguaje de un hombre o de un pueblo, la
actividad hermenutica se extiende a la interpretacin de toda la simblica plasmada en la cultura y
entendida como el sistema de representacin de los valores, cosmovisiones, procederes, tradiciones,
costumbres, mitos y ritos de los pueblos.
1 Aristteles, s, Paris 1946.
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En particular, la hermenutica de la obra de arte, sea que se trate de pintura o escultura,
arquitectura o msica, estructura social o rito religioso, es camino obligado hacia el encuentro con la
conciencia individual de un hombre y colectiva de un pueblo que, en sus obras, expresa sus gustos e
inclinaciones, grandezas y fracasos, su lectura de Dios y de la historia, sus superaciones y esclavitudes,
su progreso social, cientfico y tcnico.
La interpretacin de obras literarias, testimonios histricos, cdigos legales, y escrituras
primitivas se emple ya desde la antigedad cuando se trat de dilucidar el significado y sentido que
los autores o escritores quisieron expresar en los textos.
Por lo que a la Biblia se refiere, la hermenutica textual le fue aplicada en el mismo Israel. All
los maestros de la ley fueron escrutadores e intrpretes del sentido de las Escrituras y sobresalientes en
la exgesis. Y el mismo Seor Jess, con autoridad superior a la de los habituales intrpretes de la ley,
hizo labor de interpretacin como dador del genuino sentido de los textos de la Escritura Qu faltos
de comprensin son ustedes y qu lentos para creer todo lo que dijeron los profetas! Luego se puso a
explicarles () todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de l, comenzando por los libros de Moiss y siguiendo por todos los libros de los profetas (Lc 24, 25-28).
La tarea apostlica, la propia de la Iglesia primitiva y de las subsiguientes comunidades
cristianas de todas las pocas ha sido labor de interpretacin de las manifestaciones mltiples del
Espritu para hacer de ellas un discurso sensato y comprensible a los dems (lCor. 12,10; 14,9). Y por
lo general, el mismo Espritu, no solo opera la revelacin y la profeca, sino tambin la interpretacin
de los discursos () (lCor 12,4-11).
Por lo dems, a partir de Justino y de Ireneo, de Clemente de Alejandra y Orgenes, de
Atanasio y Efrn, de Juan Crisstomo, Gregorio de Nisa y Cirilo de Alejandra, el cristianismo en
Oriente se dio a la tarea hermenutica de la exgesis, como lo hicieron en Occidente, Tertuliano,
Agustn y Jernimo, entre otros.
Todos ellos fueron a la bsqueda de los significados gramaticales y textuales, a la
fundamentacin de los varios sentidos en los que un texto puede ser entendido: literal (prout sonat, tal
como suena), alegrico (prout interpraetatur, tal como se interpreta), espiritual (prout patet solis
mysticis seu perfectis, segn lo captan slo los msticos y perfectos), plenario (prout anticum impletur
in novo, segn que el sentido antiguo se cumple en el nuevo).
Hoy a la Escritura se aplican con rigor los mtodos histrico-crticos, histrico-genticos y
crtico-textuales para identificar la historia de las tradiciones que concurrieron a la formacin de la
Escritura, as como la historia de las formas y gneros literarios que la Escritura presenta. La
hermenutica textual bblica constituye una ciencia amplia y difcil, asistida por un buen nmero de
ciencias auxiliares, tendientes todas a esclarecer, traducir e interpretar exegticamente el texto escrito
de la Biblia, en orden a la captacin de su signficado (Bedeutung), y en ltimo trmino de su sentido
(Sinn).
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Pero fue a mediados del siglo XX cuando la cuestin hermenutica irrumpi de lleno en el
asunto teolgico. Para entonces, la hermenutica seal, en las corrientes teolgicas europeas, un
notable progreso que desbloque todo el cuerpo de la dogmtica eclesial y la sustrajo de las estrechas
perspectivas histrico-genticas y crtico-textuales. Se trataba de avanzar hacia la recuperacin de
sentidos existenciales y pastorales que no signficaran entrar a saco en la razn objetiva de los textos
para imponer en ellos la razn subjetviva de los intrpretes, al estilo del romanticismo alemn En esta
perspectiva, la hermenutica seal para la teologa un notable progreso.
Con todo, la primera teologa de los terceros mundos fue renuente y, en buena medida,
difidente respecto de la hermenutica. Y es porque, en las corrientes divulgativas de la hermenutica
teolgica, todo el asunto se resolvi en volver a leer textos y tradiciones del pasado para reencontrarles
actualizacin en el presente. Aggiornamento, puesta al da fue para entonces tarea importante,
aunque insuficiente. Porque los verdaderos asuntos de la hermenutica no pueden resolverse en sacudir
el polvo de la historia a textos y documentos y dogmas del pasado y prestarles el servicio de
remozarlos de alguna manera en nuevos lenguajes o actualizadas traducciones. Decir lo mismo de
manera nueva, tal parece ser el asunto del progresismo hermenutico en sus formas de divulgacin.
Como tal se tratara de un remanejo para embellecer o readaptar lo externo de la casa, sin ir a la casa
misma, a su diseo, a su estructura, a sus fundamentos, a sus nuevas posibilidades en horizontes
humanos diferentes.
3. LA ANTIGUA HERMENUTICA: EL HISTORICISMO DOGMATICO
3.1. CRITICA DE LA RAZON POSITIVISTA
Las corrientes idealistas y racionalistas de toda poca, pero especialmente del siglo XVIII en las
que el existir se deduce del pensar, sealaron al concepto, a la idea, al producto de la deduccin
racional lgica como nica va de acceso del hombre a la realidad del ser y ello con todas las
sobrecargas de individualismo y de subjetivismo de que han sido justamente reconvenidos esos y todos
los idealismos. La historia, la sicologa y la sociologa del conocimiento no lograron operar como
elementos determinantes del acceso del hombre a la realidad y a la construccin del concepto y de la
idea.
A su vez, las corrientes histrico-positivistas de toda poca, pero especialmente del siglo XIX,
quisieron contrarrestar las pretensiones de los racionalismos e idealismos y sealaron una va alterna
para el encuentro con el ser y con la realidad: la historia de ayer vivida por el hombre de siempre.
Camino garantizado para el acceso a la verdad no sera lo intelectual y simplemente racional y
especulativo, sino el anlisis de la historia del pasado que debera servir al hombre como norma del
presente.
La historia fue exaltada a lugar de la verdad y del encuentro con la realidad. Analizar los
procesos histricos, en forma anloga a los anlisis efectuados por las ciencias empricas, equivaldra a
indagar por el proceso de la verdad y de la realidad. Ms an, nada mostrara ser verdadero hasta tanto
no fuera experimentado en sus desarrollos histricos, en su gnesis histrica, en sus condicionamientos
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y leyes histricas. De esta forma se desplazaba lo terico del idealismo hacia lo emprico del
historicismo. Los anlisis de la historia del pasado seran el inequvoco soporte de las ciencias, no la
deduccin de principios abstractos.
Surgi entonces la escuela histrica de derecho, en la que ste tiene su fundamento, no en la
lgica, sino en la costumbre histrica de individuos o de pueblos: a mayor y ms antigua costumbre
correspondera un ms fundamentado derecho, as como la continuidad pragmtica en la interpretacin
y aplicacin de la norma constituira la fuerza de la jurisprudencia, que vino a erigirse casi en primer
principio de esa mecnica historicista y positivista propia del mundo de los cnones, de los cdigos y
de los tribunales.
De modo anlogo apareci tambin la escuela histrica de economa poltica en la Alemania de
1800, como reaccin contra los tericos de la economa. Para la nueva escuela, la economa y sus leyes
no se basaran en suposiciones abstractas y en imaginarias hiptesis sobre los previsibles
comportamientos lgicos de la economa, sino en los datos reales y empricos de lo sucedido, en el
anlisis experimental de los desarrollos econmicos del pasado. La economa se aprendera leyendo la
historia, no calculando especulativamente el incierto futuro.
En teologa los datos histricos del pasado vinieron a ser poco menos que hipostatizaciones de
la verdad. Los elementos de la tradicin, historicistamente entendida, parecieron excusar de toda
ulterior reflexin y previsin. Hacer teologa lleg a ser casi sinnimo de conocer los datos histricos
del pasado: la historia de Israel, la historia del paleocristianismo, la historia de los padres, de los
concilios y de los dogmas. Se configuraba as un concepto de tradicin entendida como
comportamiento histrico constante, invariable y fijo, que vino a ser fuente primaria y casi nica de la
teologa. As se construyeron currculos repetitivos y formales en seminarios y facultades, parapetados
en los mtodos histricos genticos que, en definitiva, son dogmticos. En el respaldo del pasado
estara salvaguardada la verdad del presente, as como la historia del pasado sera la razn explicativa
del hoy cristiano.
La filosofa tendi a ser sustituida por el anlisis positivista de la historia. Para un filsofo
como Dilthey (1833-1911) que pag tributo al historicismo antimetafsico, el mtodo de las ciencias no
podra fundamentarse ni en la metafsica ni en el a priori, como lo hubieran pretendido los idealistas,
sino en el anlisis y en la descripcin. La manera de hacer ciencia sera describiendo la realidad vivida
y los hechos histricos en el conjunto de que forman parte. Para este mismo filsofo y las corrientes
anejas, los modelos sociales, polticos, culturales, econmicos se repiten: todo dejara su huella
imborrable en la costumbre, en el arte, en los documentos del pasado y all sera donde el hombre
aferra la realidad y su propia condicin de ser histrico.
La prctica del sabio vendra a ser, entonces, la repeticin de unos mismos modelos, ya que el
hombre de hoy es el mismo de siempre. Ms an la historia de hoy sera verdadera en cuanto
coincidente con la historia de ayer. Al coincidir las dos, la historia de ayer se hara contempornea al
hombre de hoy. As se entendera que la historia es maestra de la vida. El hombre de hoy debera
simplemente traducir la historia en conocimiento para saber comportarse como conviene.
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Por su exaltacin desmedida de la historia del pasado (memoria rerum gestarum, memoria de
las cosas sucedidas) como norma y dogma del comportamiento general del presente, el historicismo
apunt hacia un determinismo histrico y un consiguiente fatalismo determinista. Aboc a una
negacin de la libertad del hombre, que no podra sino aceptar la historia, conocer la historia,
conformarse con la historia, repetir la historia. Todo lo cual conduce en definitiva a un grave fenmeno
de despersonalizacin de hombres y de mujeres, incapaces de ser ellos mismos en su originalidad,
autonoma, singularidad y creatividad, sino repetidores de cuanto otros en el pasado dijeron e hicieron.
Si se quisieran subrayar los contornos ms sobresalientes del historicismo habra que decir que
persigui un pretendido objetivismo histrico, contrastante con el subjetivismo racionalista e idealista.
Su concepcin del tiempo fue ms circular-mtica que lineal-histrica, en cuanto que la historia
pareciera repetirse delante de un hombre que permanece idntico e inalterado en todas las pocas y
circunstancias. Por eso, las mitologas del retorno parecen encontrar aqu puesto de honor: nihil sub
sole novi, nada hay nuevo bajo el sol, sino que gira el eterno carrusel de la historia y vuelven a
representarse los mismos papeles en el teatro de la vida. La herencia, la tradicin y la costumbre
vendran a ser dogmas para fundamentar las ciencias de tipo humanstico, as como el anlisis positivo
sera el fundamento de las ciencias empricas. De ah que la investigacin crtica en el terreno de las
ciencias humanas hallara su objeto, no en los sistemas de previsin y de anticipo, sino en los sistemas
de vida del pasado que se constituyen en paradigmas de comportamiento en el presente.
3.2. CRITICA DE LA RAZON EXEGTICA
El historicismo dogmtico condujo imperiosamente al dogmatismo textual. Porque al pasado
histrico se tendra acceso por la interpretacin de los documentos del pasado, de los textos, doctrinas
y obras que narran las experiencias y los logros del hombre de ayer. De ah que los textos en los que se
consignaron las experiencias y saberes vendran a constituirse, tambin ellos, en dogmas y paradigmas
a los que sera preciso atenerse. La historia qued aprisionada por el texto; el texto fue identificado con
la tradicin; y la tradicin fue convertida en doctrinas normativas antiguas para ser sabidas y aplicadas
siempre y en toda circunstancia.
En tales perspectivas, la actividad hermenutica se vio limitada a la labor exegtica o
interpretacin textual para establecer significados. El texto es exaltado a la categora de primer
principio, vlido por s, originario de la verdad y del acceso a la realidad. En ciertas esferas, en especial
religiosas, se cree todava que basta con lanzar textos de autoridad y enseanzas de tradicin sobre las
preguntas y perplejidades de hombres y de mujeres situados.
Entonces la razn exegtica vino a ser clave de la inteligibilidad de la historia. Asentado el
principio historicista de que las experiencias histricas se objetivan en vocablos y en formulaciones, a
la interpretacin textual se asigna por afanosa finalidad desentraar lo de ayer para revivirlo y
actualizarlo hoy, y establecer los dogmas histricos que vengan a ser para la conducta humana lo que
los primeros principios son para las ciencias. Por eso, el fruto de la interpretacin textual sera obtener
de los textos unos arquetipos de comportamiento (doctrinas), vlidos hoy como ayer, dada la supuesta
identidad histrica del hombre. Entonces la preocupacin dominante de la racionalidad exegtica es la
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de desentraar por todo medio posible lo que el autor o autores quisieron expresar, ms con la
preocupacin de establecer significados dados y concluidos, antes que sentidos abiertos en situaciones
nuevas.
4. LA NUEVA HERMENUTICA
Si el historicismo dogmtico y el dogmatismo textual significaron un anclarse en el pasado, la
que hoy se denomina nueva hermenutica seala el esfuerzo por rescatar el presente, el aqu, el ahora,
la esencial dimensin de historicidad del ser situado. Historicidad indica el movimiento humano en la
historia, o la historia, no en cuanto memoria yerta del pasado, sino en su dinmica y procesualidad de
siempre. La nueva hermenutca es, por eso, el correlato interpretativo del ser-ah, del ser en devenir,
del ser siendo, del acontencer del ser.
Porque es la historicidad del ser en cuanto dinamismo y movimiento la que precisa ser
interpretada para el encuentro con el ser y con la realidad. Y no ya en el plano de lo contemplativo y
conceptual idealista; tampoco en el plano de lo imitativo positivista; sino en el plano de una historia
personal y colectiva, que ofrezca espacio al crecimiento del hombre, a su personalizacin y a su
liberacin en cuanto posibilidad de ser s mismo autnoma e irrepetiblemente.
No se oculta que la nueva hermenutica conecta, de alguna forma, con la fenomenologa de
Husserl y, sobre todo, con la analtica existencial de Heidegger. Con l termin la historia positivista
del ser, tanto como las metafsicas, y se di paso al ser como acontecimiento, como suceder, como
dinmica; en cuanto que el ser siendo es probablemente una comprensin mucho ms adecuada que
las intelecciones petrificadas del ser sido o del ser que es siempre el mismo, inmodificado e
inmutable.
En sus estadios anteriores, la hermenutica haba sido circunscrita a la gramtica y despus al
dogmatismo historico y textual, por lo que la hermenutica fue sinnimo de exgesis de escritos y de
documentos del pasado histrico. Antes de Schleiermacher la hermenutica no fue zona de los sujetos,
sino de los objetos y cubri con su espectro el conjunto de disciplinas que servieron a la interpretacin
de textos y al rescate de siginficados, tanto en filosofa, como en derecho, como en teologa. Fue mrito
de Schleiermacher situar la comprensin de los textos del pasado en la sensibilidad de los sujetos del
presente, pero fue mrito de Heidegger haber desbloqueado la comprensin misma de la
hermenutica en el acto desbloquear la comprensin misma del ser.
En efecto, con Heidegger la metafsica clasica lleg a su ocaso y las pretensiones de acceso a
las esencias y a las categoras trascendentales del ser se resquebrajaron, no por su falsedad, cuanto por
su permanente olvido del ser real, que es el existencial: Ahora bien, en cuanto que la existencia
determina el ser-ah, la analtica ontolgica de ste ente ha menester siempre de echar una mirada
previa a la existenciariedad. Mas por sta comprendemos la constitucin del ser del ente que existe. Y
en la idea de semejante constitucin del ser est ya implicita la idea de ser. Tambin la posibilidad de
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una acabada analitica del ser-ah depende, pues, de un desarrollo previo de la pregunta que interroga
por el sentido del ser en general. 2
El giro que va desde las seculares elaboraciones metafsicas del ser y de los universales a la
pregunta por el sentido del ser en mundanidad, historicidad y temporalidad lo advierten tan solo
aquellos a quienes duele en su carne y en su piel el esquema dualista y gravemente opresor que gener
la distincin entre ideas subsistentes y sombras de la ceverna; entre deber ser y ser; entre arquetipo
pensado y realizacin histrica; entre esencia y existencia; entre sustancia y accidentes; entre
naturaleza y gnero; entre trascendentalidad y categorialidad; entre metarrelato englobante y relatos de
fragmento. Ah se cultivaron tantas inferioridades, tantas negaciones y tanto extraamiento del ser real,
que es el existencial.
Porque el supuesto metafsico es que el ente real y existencial constituye categora inferior a su
idea subsistente, de donde el existencial resulta en extraamiento de su propia esencia. Que el existente
no agota el deber ser, sino que es un eterno peregrino, insatisfecho de ser. Que la realizacin histrica
no agota el arquetipo mental. Que los accidentes estn apenas soportados en la sustancia o entelequia
previa a toda determinacin de situacin, de color, de sabor, de peso, de medida, de tiempo y de
epacio. Que los gneros son formas parciales y, entonces, incompletas de una naturaleza compartida y
repartida. Que la categorialidad de nuestra pequeez y finitud constituye un a ms no poder de la
trascendentalidad, esa s constitutiva y constituyente. Y que el relato particular y menor es un captulo
limitado y efmero del gran relato de los universales metafsicos, en los que supuestamante estn
soportados la ciencia rigurosa, el pensamiento fuerte, la civilizacin occidental y su versin cristiana.
Fuentes de violentamiento y de asimetra en la gnesis misma del pensar sobre el ser son las
tesis ilustradas del primado ntico y lgico de la esencia sobre la existencia, de la sustancia sobre el
accidente, de la naturaleza sobre el gnero, de la especie sobre la ltima diferencia. Fuentes de
liberacin, en cambio, desde Nietzsche y Heidegger hasta los postmodernos, son el declinar mismo de
las metafsicas y la proclamacin de que el ser es su existir; que la sustancia es su propia accidentalidad
mundana, temporal e histrica; que el gnero femenino es la naturaleza humana tota et totaliter; y que
nuestra especie es, para gozo de todas y de todos, nuestra propia individualidad amada y diferenciada.
Quizs esa y no otra sea la cabida del desfigurado concepto nietzscheniano del ber Mensh, el
superhumano.
Por lo dems, el trazado de la ontologa de la comprensin de los entes existenciarios ni se
aparta ni abomina del reclamo permanente del entendimiento por la onticidad misma del ser como tal.
A las cosas mismas es constante preocupacin de la analtica existencial: Cuando hoy se enmplea
ontologa y ontolgico como frase hecha y nombre de tendencias, se usan estas expresiones en forma muy superficial y con desconocimiento de toda problemtica. Se tiene la errnea opinin de
que la ontologa como pregunta por el ser del ente significa una posisicn realista (ingenua o
acrtica) frente a la idealista. La problemtica ontolgica tiene tanpoco que ver con el realismo que, justamente Kant, en y con su planteamiento trascendental, pudo dar el primer paso decisivo desde
Platn y Aristteles, para una expresa fundamentacin de la ontologa. Por eso, por adherirse a la
2 Heidegger Martin, El Ser y el Tiempo, Fondo de Cultura Econmica, Mxico 1967, 22-23.
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realidad del mundo exterior no se est ya orientado ontolgicamente. Ontolgico" tomado en el sentido filosfico vulgar- mienta pues y en esto se manifiesta la irremediable confusin- aquello que
ms bien debe llamarse ntico, es decir, una postura que deja ser al ente en s mismo lo que es y como
es. Pero con ello no se ha planteado, ni mucho menos se ha obtenido el fundamento para la
posibilidad de una ontologa 3
Pero a las cosas mismas no se accede sino por su ser en el mundo, por su historicidad y su
finitud, por su categorialidad existencial: La esencia del ente est en su ser relativamente a; el qu es (essentia) de este ente hasta donde puede hablarse de l, tiene que concebirse partiendo de
su ser (existentia). El problema ontolgico es justamente el de mostrar que si elegimos el trmino de
existencia para designar el ser de este ente, ste trmino no tiene ni puede tener la significacin
ontolgica del trmino tradicional existentia: existentia quiere decir ontologicamente ser ante los
ojos, una forma de ser que por esencia conviene al ente del carcter del ser-ah. La esencia del
ser-ah est en su existencia. Los caracteres que pueden ponerse de manifiesto en este ente no son por
ende peculiaridades o tal cual aspecto, sino modos de ser posibles en cada caso. Todo ser tal de
ste ente es primariamente ser. De donde el trmino ser ah, con que designamos ste ente, no exprese su qu es, como mesa, casa, rbol, sino el ser.4
Solo que al ser del ente, a la onticidad mista, no se accede sino atravs de los mismos
fenmenos revelatorios del ser, que vienen a constiturse en epifana del ser, en mostracin del ser en
los modos en los que el ser quiere mostrarse y ser percibido: La expresin griega , a la que se remonta el termino fenmeno, se deriva del griego que significa mostrarse. quiere por ende decir: lo que se muestra, lo patente. por su parte es una forma media de poner o sacar a la luz del da o a la luz en general. pertenece a la raz , como s, la luz, es decir, aquello en que algo puede hacerse patente, visible en s mismo. Como significacin de la expresin fenmeno hay que fijar sta: lo que se muestra en s mismo, lo patente.
Los , los fenmenos son entonces la totalidad de lo que est o puede ponerce a la luz, lo que los griegos identificaron a veces simplemente con (los entes) 5
De donde resulta que la exgesis del ser no se establece sino por la exgesis del ser-ah. Pero la
exgesis del ser-ah no acontece sino mediante la fenomenologa histrica del ser-ah. Y la exgesis de
la fenomenologa histrica exige un mtodo para la comprensin de la existenciariedad del ser; trmino
que se resuelve en la percepcin de la mundanidad, temporalidad, historicidad, finitud y declinar, que
son los grandes categoriales que constituyen y definen al ser en el mundo y su fenomenologa
histrica..
3 Heidegger Martin, "Ser, Verdad y Fundamento" en Qu es la metafsica?, Ediciones SigloXX,
Buenos Aires (sin fecha),nota 14, 69-70 4 Ibd, 54.
5 Ibd, 39.
14
De ah que la pregunta que interroga por el sentido del ser-ah, es decir por su ser en el mundo,
no solo despliega una ontologa de la comprensin, sino tambin un mtodo para la comprensin del
sentido del ser. Y tal mtodo es la hermenutica en el mejor de sus sentidos y finalidades: El s de la fenomenologa del ser-ah tiene el carcter de , mediante el cual, se le dan a conocer a la comprensin del ser inherente del ser-ah, el sentido propio del ser y las estructuras fundamentales
de su peculiar ser. Fenomenologa del ser-ah en la significacin primitiva de la palabra, es la que
designa el negocio de la interpretacin. Mas en tanto que con el descubrimiento del sentido del ser y
de las estructuras fundamentales del ser-ah, queda puesto de manifiesto el horizonte de toda
investigacin ontolgica, an de los seres que no tienen la forma del ser-ah, resulta sta
hermneutica, a la par, hermenutica en el sentido de un desarrollo de las condiciones de posibilidad
de toda investigacin ontolgica. Y en tanto finalmente, que el ser-ah tiene la preminencia ontolgica
sobre todo ente, cobra la hermenutica, como interpretacin del ser del ser-ah, un tercer sentido
especifico: el filosoficamente primario, de una analtica de la existenciariedad de la existencia. En
esta hermenutica, en tanto que desarrolla ontolgicamente la historicidad del ser-ah, como
condicin ontica de la posibilidad de historiografa, tiene sus races lo que solo derivadamente puede
llamarse hermenutica: la mtodologa de las ciencias historiograficas del espiritu. 6
Decidirse, pues, por la hermenutica en su genuino significado actual es decidirse por la
ontologa de la historicidad del ser en situacin y concrecin. Es decidirse por el anlisis existencial del
acontecer del ser en sus fenmenos de vida y duracin. Es decidirse por el sentido abierto, antes que
por la significacin cerrada. Es decidirse, en fin, por un mtodo que, ms que mtodo y antes que
mtodo, es elemento interno de la ontologa de la comprensin del ser-ah. La decisin hermenutica
implica decisiones altas y previas de orden ontolgico y epistemolgico. Porque no podramos alardear
de mentalidad y de prctica hermenutica, sin desbloquear de modo previo nuestras presuposiciones
metafsicas, nuestros prejuicios esencialistas o historicistas: Una vez liberada de las inhibiciones
ontolgicas del concepto cientfico de la verdad, la hermenutica puede hacer justicia a la
historicidad de la comprensin 7
5. ELEMENTOS DE LA RAZON HERMENUTICA
En las nuevas racionalidades teolgicas ha sido claro desde dcadas pasadas que La teologa
latinoamericana nos propone, no tanto un nuevo tema para la reflexin, cuanto una nueva manera de
hacer teologa.8 Y hoy comprendemos que no se trata tanto de revisar y de ampliar los clsicos
6 Ibd, 48.
7 Gadamer, Hans-Georg., Verdad y Mtodo, Fondo de Cultura Econmica, Bogot 1967, 331
8 Gutirrez, Gustavo, Teologa de la Liberacin. Perspectivas, Editorial San Pablo, Bogot 1972,
70
15
lugares teolgicos, sino de cambiar nuestra propia manera de teologizar. Porque el nuevo mtodo
tiene menos de lugares nuevos que de racionalidades nuevas 9
Si la fundamentacin de la teologa debe determinarse en su punto de partida por el mtodo es
porque honramos el axioma probado y comprobado en la larga tradicin aristotlico-tomista scientia
specificatur a methodo, la ciencia se especifica por su mtodo. Ello equivale a decir que la identidad del mtodo define la identidad misma de nuestra disciplina y que la disciplina metdica determina la
cualidad misma de la materia que se elabora. La teologa latinoamericana no es tal por su
determinacin geogrfica y mucho menos por su determinacin temtica. Lo es por su determinacin
metodolgica y su determinacin metodolgica y epistemolgica es la hermenutica.
Desde tal racionalidad hermenutica cules son los elementos que intervienen en el juego y
que se constituyen en elementos internos del mtodo hermenutico, de tanta inspiracin para la
teologa? cmo interactan recprocamente los elementos que la hermenutica pone en juego?
5.1. ELEMENTOS DEL JUEGO HERMENUTICO
El primero y principal de los elementos constitutivos de toda elaboracin teolgica, as como de
toda praxis y espiritualidad cristianas, es el texto de tradicin. El texto tiene el primado en el catlogo
de los loci theologi, lugares teolgicos, tanto ahora como en el pasado. Ello a condicin de que el
texto sea percibido, no como entramado escrito de datos histricos positivistas y de doctrinas
petrificadas y autoritarias, sino precisamente, como campo hermenutico abierto a la intepretacin del
sentido que por mediacin del texto elaboran los sujetos en el proceso de comprenderse.
En efecto, la rplica que levant la Ilustracin, tanto contra el texto de la Sagrada Escritura
como contra la tradicin, se debi al hecho de que Escritura y tradicin perdieron lo ms importante y
especifico que debe caracterizarlos y se convirtieron en elementos de pavorosa rigidez dogmtica y
autoritaria que, por veces, pareci descartar el uso indispensable de la razn y de la libertad. Sobre el
texto y sobre la tradicin as percibidos, se alz luego la autoridad doctrinal y dogmtica para
reivindicar la exclusividad en la interpretacin del texto escrito y en la declaracin de sentidos
cerrados; cuando en verdad Ni la autoridad del magisterio papal ni la apelacin a la tradicin
pueden hacer superfluo el quehacer hermenutico, cuya tarea es defender el sentido razonable del
texto contra toda imposicin10
Por texto debe entenderse el referente del acto revelatorio y locutivo de Dios en el que, por
medio de la historicidad fenomenolgica del acontecer histrico, el mismo Dios desvela aquello que l
quiere ser y significar para el proceso humano.
9 Geffr, Claude, El cristianismo ante el riesgo de la interpretacin, Ediciones Sgueme,
Salamanca 1987, 37 10
Gadamer, H.G, Verdad y Mtodo 345.
16
Texto es referencia a las formas de experimentar y de tematizar el desvelamiento de Dios en un
segmento de tipo categorial, acontecido en la historia de una nacin que fue Israel y en una biografa de
hombre que se llam Jess.
Texto es la referencia al traditum, lo dado; dado primero por la gratuidad del ser que se
revela; y comunicado por el testimonio de quienes vieron, oyeron, y palparon el acaecer
fenomenolgico de Dios que se hizo patente en las formas que en quiso ser patente.
Texto, es adems, el referente fundamental para establecer cmo se desvela Dios siempre que
se desvela. Es decir, el texto es mostrativo de la dinmica de la revelacin, que no se agota ni en el
segmento de Israel, ni siquiera en el de Jess, y que no es cdigo ni doctrina de aislado y monogrfico
suceder de Dios en segmentos privilegiados, exclusivos y excluyentes.
Por fin, texto es referente formal de la disciplina teolgica, que se caracteriza por la captacin
de la vida y de la historia sub ratione Dei et salutis, bajo la ptica de Dios y de la salvacin.
Todo esto indica que por texto hemos de entender, no tanto la materialidad de un escrito, sino
un campo hermenutico determinado y objetivo, al cual un interprete situado se abre para percibir tanto
los horizontes dados, como sus propios horizontes situados y existenciales: La tarea hermenutica se
convierte por s misma en un planteamiento objetivo y est siempre determinada en parte por ste.
Con ello la empresa hermenutica gana un suelo firme bajo sus pies. El que quiere comprender no
puede entregarse desde el principio al azar de sus propias opiniones previas e ignorar obstinada y
consecuentemente la opinin del texto, hasta que ste finalmente ya no pueda ser ignorado y d al
traste con la supuesta comprensin. El que quiere comprender un texto tiene que estar en principio
dispuesto a dejarse decir algo por l. Una conciencia formada hermenuticamente tiene que mostrarse
receptiva desde el principio para la alteridad del texto 11
Solo que el trabajo hermenutico sobre el texto no puede abordarse al margen o con
independencia de su interprete, pues en principio puede decirse que el ncleo fundamental de la
hermenutica es acercar la distancia que va entre el texto y su interprete, si se puediera decir, entre el
objeto y el sujeto. La alteridad del texto y su objetividad deben ser siempre salvaguardadas; pero el
horizonte del texto de tradicin y el horizonte del contexto de situacin del interprete podrn ser
distinguidos, pero nunca separados: Un pensamiento verdaderamente histrico tiene que ser capaz,
de pensar, al mismo tiempo, su propia historicidad. Solo entonces dejar de perseguir el fantasma de
un objeto histrico que lo sea de una investigacin progresiva, aprender a conocer en el objeto lo
diferente de lo propio, y conocer tanto lo uno como lo otro. El verdadero objeto histrico no es un
objeto, sino que es la unidad de lo uno y de lo otro, una relacin en la que la realidad de la historia
persiste igual que la realidad del comprender histrico. Una hermenutica adecuada debe mostrar en
la comprensin misma la realidad de la historia. Al contenido de este requisito yo lo llamara
historia efectual. Entender es, esencialmente, un proceso de historia efectual 12
11
Gadamer, H.G., Verdad y Mtodo 335 12
Ibd,
17
En efecto quien se abre a un campo textual o mundo hermenutico no lo hace para entender
(erklren) de modo objetivo y distante la alteridad absoluta del texto, sino para interrogarlo por el
sentido acuciante del suceder histrico, dramtico las ms de las veces, del interprete existencial: La
productividad hermenutica de la distancia en el tiempo solo puede ser pensada desde el giro
ontolgico que dio Heidegger a la comprensin como factum existencial y desde la interpretacin temporal que ofreci para el modo de ser del ser-ah. El tiempo ya no es primariamente un abismo que
hubiera de ser salvado porque por s mismo sera causa de divisin y lejana, sino que es en realidad
el fundamento que sustenta el acontecer en el que tiene sus races el presente. La distancia en el
tiempo no es en consecuencia algo que tenga que ser superado. Ese era el presupuesto ingenuo del
historicismo: que haba que desplazarse al espritu de la poca, pensar con sus conceptos y
representaciones y no con las propias, y que solo as podra avanzar en el sentido de una objetividad
histrica. Por el contrario de lo que se trata es de reconocer la distancia en el tiempo como una
posibilidad positiva y productiva del comprender. No es un abismo devorador, sino que est cubierto
por la continuidad de la procedencia y de la tradicin, a cuya luz se nos muestra todo lo
transmitido13
Con el respeto que merece la alteridad y la objetividad del texto, el negocio de la
interpretacin, como designa Heidegger la hermenutica, no persigue un objetivismo ni un
historicismo ni un sentido en s, que pueda ser contradistinto a la pregunta del interprete que interroga
por el sentido. El acto de la comprensin del texto es acto de fusin de los horizontes propios del texto
con los horizontes propios del interprete del texto. Por lo cual, como afirma Gadamer, el ejercicio
hermenutico no es simple reproduccin de los horizontes del texto, sino que es tambin produccin de
los horizontes existenciales de quien interroga. Comprender no es reproducir, sino tambin elaborar:
En la comprensin habr siempre algo ms que la reconstruccin histrica del mundo pasado al
que perteneci la obra; nuestra comprensin contendr siempre, al mismo tiempo, la conciencia de la
propia pertenencia a ese mundo. Y con esto se corresponde tambin la pertenencia de la obra a
nuestro propio mundo 14
Es que, en efecto, un conocido tradicionalismo reduce el texto a contexto del pasado y todo su
afn es el de reconstruir la historia contextual del texto o desentraar por todos los medios posibles
aquello que el autor o autores quisieron decir. Florecen ah las pretensiones historicistas y positivistas,
porque en verdad El sentido de un texto supera a su autor, no ocasionalmente sino siempre. Por eso
la comprensin no es nunca un comportamiento solo reproductivo, sino que es a su vez siempre
productivo 15
Por lo dems, un interprete puede abordar el texto de tradicin desde inevitables
precomprensiones y aun prejuicios. Ello no es malo; es simplemente humano. Aquello que importa es
13
Ibd, 367 14
Gadamer, H.G, Verdad y Mtodo, 359 15
Ibd, 366
18
permanecer consciente de las precomprensiones y prejuicios propios de la subjetividad y discernir las
justas preguntas que pueden lanzarse al campo hermenutico de la tradicin, que en nuestro caso
teolgico es el texto de la positividad cristiana y, en particular, la Santa Escritura. El texto de tradicin
bblico-cristiana no admite preguntas por fuera del propsito revelatorio de Dios, que es siempre la
manifestacin de lo que l quiere ser para nosotros. Nadie interrogar con validez al texto santo por
fuera de aquello que hay que precomprender como propsito mismo del acto de revelacin de Dios,
pues el propsito del texto lo es de la salvacin, de la redencin y de la liberacin y esa es su ptica
fundante y fundamental. El proceso hermenutico que interroga por el sentido desata y pone en
movimiento el propsito mismo de la revelacin testificada por el texto: El texto de un mensaje
religioso no desea ser comprendido como un mero documento histrico, sino de manera que pueda
ejercer su efecto redentor. Esto implica que si el texto, ley o mensaje de salvacin, ha de ser entendido
adecuadamente, esto es, de acuerdo con las pretensiones que l mismo mantiene, debe ser
comprendido en cada momento y en cada situacin concreta de una manera nueva y distinta.
Comprender es siempre tambin aplicar.16
Los aportes de la teora hermenutica indican, pues, que el texto de tradicin, el contexto de
situacin y el propsito redentor y liberador son los elementos en juego en el negocio de la
interpretacin. Y con esos tres elementos en juego es como procede ontolgica, epistemolgica y
metodolgicamente una teologa alterna de la usual.
En primer lugar, el viejo y agotado mtodo de la exgesis positivista de los textos de la
Escritura y de los dogmas es el que ha sido sustituido por el mtodo de la interpretacin del sentido
situado y situacional de los textos, en correlacin cierta con el intrprete histrico que no registra
verdades neutras que le sean ajenas, sino fusin de sus propios horizontes con los horizontes del texto
de tradicin interpretado.
En segundo lugar, la vieja mediacin de la abstraccin metafsica de la realidad histrica se
ha visto urgida de sustitucin por la as llamada mediacin social analtica, que corresponde con el
momento sustantivo de anlisis e interpretacin de los contextos de situacin que forman parte del
sujeto ah, en condiciones ah, en temporalidad del estar ah, en limitaciones de aherrojamiento ah. Y
aunque no se oculta que la mediacin social analtica ha ido por cuenta de las ciencias de lo social, de
lo poltico y de lo econmico, extraadas antes por completo en el juego de la racionalidad teolgica,
sin embargo el mismo proceso metodolgico de la hermenutica es el que urge a comprender la
historicidad situada del intrprete en el acto mismo de interrogarse por el sentido de s con relacin al
sentido del texto interpretado. La historicidad de la comprensin como principio hermenutico es
elemento de primer alcance entre los fundamentos para una teora de la experiencia hermenutica
segn Gadamer.
Y para l mismo, para quien la hermenutica no es acto repetitivo de los horizontes del texto,
sino por sobre todo acto productivo en el horizonte del intrprete, la comprensin como factum
existencial propuesta por Heidegger y la interpretacin temporal que ofreci para el modo de ser del
estar ah arroja por necesidad la inclusin del contexto de situacin del intrprete en el acto mismo de
16
Ibd, 380
19
interpretar, as como la dilucidacin de los interrogantes polticos o sociales o econmicos de situacin
que el intrprete proponga como pregunta por el sentido de su propio existir.
En tercer lugar, el oscurecimiento secular del primado de la prctica o, demasiadas veces, la
ausencia total de prctica en el proceso teolgico, es lo que ha necesitado ser llenado con urgencia en la
nueva manera de hacer teologa. La mediacin prctica o prxica ha reconquistado su primado y ha
devenido en elemento primario y fundamental, fuente de donde la teologa extrae su vigor, com-prueba
su verdad y veri-fica su eficacia al servicio de la salvacin y liberacin de los hermanos: En la vieja
tradicin de la hermenutica, que se perdi completamente en la autoconciencia histrica de la teora
postromntica de la ciencia, este problema no haba tenido un desarrollo sistemtico. El problema
hermenutico se divida como sigue: se distingua una subtilitas intelligendi, la comprensin, de una
subtilitas explicandi, la interpretacin, y durante el pietismo se aadi como tercer componente la
subtilitas applicandi, la aplicacin. La fusin interna de comprensin e interpretacin trajo como
consecuencia la completa desconexin del tercer momento de la problemtica hermenutica, el de la
aplicacin, respecto al contexto de la hermenutica" 17
De ah que con verdadera uncin cristiana y teolgica aada Gadamer: La aplicacin
edificante que permite, por ejemplo, la sagrada Escritura en el apostolado y predicacin cristiana
pareca algo completamente distinto de su comprensin histrica y teolgica. Sin embargo, nuestras
consideraciones nos fuerzan a admitir que en la comprensin siempre tiene lugar algo as como una
aplicacin del texto que se quiere comprender a la situacin actual del intrprete. En este sentido nos
vemos obligados a dar un paso ms all de la hermenutica romntica, considerando como un
proceso unitario no slo el de la comprensin e interpretacin, sino tambin el de la aplicacin. No es
que con esto volvamos a la distincin tradicional de las tres habilidades de las que hablaba el
pietismo, sino que pensamos por el contrario que la aplicacin es un momento del proceso
hermenutico tan esencial e integral como la comprensin e interpretacin 18
5.2. EL CIRCULO HERMENUTICO
Para su produccin teolgica y pastoral, los terceros mundos apropian la circularidad
hermenutica que les permita la lectura del texto de tradicin, desde los contextos histricos de
situacin, con el pretexto tico de nuestra liberacin en Cristo. Es porque el plano lineal de los
elementos metodolgicos de texto, contexto y pretexto; o de comprensin, interpretacin y aplicacin
resultan en puro paralelismo o tangencialidad ocasional, si opera una verdadera circularidad entre los
elementos dichos, de modo que el pretexto de liberacin modifique el anlisis de situacin y la
comprensin de la tradicin; que el texto santo de tradicin divino-apostlica modifique el contexto y
el pretexto; y que textos, contextos y pretextos jueguen la comprensin del sentido operativo y
transformador de la existencia y del entorno: Merced a la idea de que al comprender los contenidos
17
Gadamer, Verdad y Mtodo 378-379. 18
Ibd 379.
20
histricos se modifica el horizonte mismo de la inteleccin y se advierte con claridad que esta
modificacin es parte constitutiva necesaria del objeto, se ha alcanzado un nivel de reflexin del que
la conciencia teolgica hermenutica no puede descender. Para la teologa la tarea consiste en
esclarecer, es ente nivel de los problemas, el proceso de la experiencia histrica. El horizonte
histrico propio debe ser introducido como preconocimiento del objeto, primero a travs del anlisis
de la propia situacin, previamente dada, y luego poniendo de relieve la diferencia entre esta
situacin y el acontecimiento histrico. En el crculo hermenutico no es posible saltar por encima de
la diferencia histrica, dado que es esta diferencia la que constituye el crculo precisamente como
diferencia entre el preconocimiento y el objeto a conocer 19
Para salvaguardar la diferencia de los elementos del juego hermenutico y asegurarse de su
dialctica reciprocidad hay que acompaar a Gadamer en su toma de distancia tanto del crculo
hermenutico que postul Schleiermacher en el cual el intrprete entra de lleno en el autor y resuelve
desde all todo lo extrao y extraante del texto 20 y de Heidegger que describe este crculo en
forma tal que la comprensin del texto se encuentre determinada continuamente por el movimiento
anticipatario de la precomprensin" 21
El mrito de Gadamer estriba en mostrar que el texto no es materia disponible a voluntad de su
intrprete, ni que pueda ser reformado desde los necesarios prejuicios o precomprensiones que
pudieran jugar como determinantes inhibitorios del sentido total: El crculo del todo y las partes no se
anula en la comprensin total, sino que alcanza en ella su realizacin ms autntica. El crculo no es,
pues, de naturaleza formal; no es subjetivo ni objetivo, sino que describe la comprensin como la
interpretacin del movimiento de la tradicin y del movimiento del intrprete. El crculo de la
comprensin no es en este sentido un crculo metodolgico sino que describe un momento estructural ontolgico de la comprensin"
22
Nos situamos, pues, en el crculo de la comprensin; no en una geometra tangencial ni
tampoco de planos paralelos. Porque en la vieja elaboracin teolgica, el texto, el contexto y el
pretexto, si acaso se encontraron, fue en una tangencialidad por la que el exto de tradicin apenas si
toc la existencia real; el contexto de situacin apenas signific algo para la interpretacin del texto; en
tanto que el pretexto de redencin y de liberacin apenas determin algo en la apropiacin del texto y
en la actuacin liberadora del contexto. Se trat siempre de planos tangenciales y, peor, de planos
paralelos o acaso yuxtapuestos..
Crculo significa, no la confusin de las objetividades propias de los tres elementos en juego,
como si se quisiera hacer del texto contexto y de los anteriores puro pretexto de liberacin politica o
social. Crculo o, mejor, circularidad significa el movimiento de interaccin de los elementos en juego,
19
Peukert Helmut, Teora de la ciencia y teologa fundamental, Editorial Herder, Barcelona 2000, 50-51 20
Gadamer, Verdad y Mtodo 363. 21
Ibd 380. 22
Ibd 363.
21
es decir la interaccin del movimiento de la tradiccin y del movimiento del interprete. All quedan vencidas las distancias, las tangencialidades y los planos paralelos.
En fin, el crculo no es solo un elemento metodolgico al servicio funcional de un solo campo
cientfico que seran las ciencias del espritu. No porque la hermenutica no sea el mtodo propio de
las ciencias del espritu, sino porque, ms que mtodo y antes que mtodo, la crcularidad
hermenutica describe la estructura ontolgica de la comprensin misma. Tan hermenutica e
interpretativa es la captacin del texto santo de tradicin divino-apostolica, como hermenutica e
interpretativa es la captacin del contexto historico de nuestra dramtica situacin, como
hermenuticos son los propositos planificados en nuestro pretexto tico de liberacin. La hermenutica
sirve a cada uno y a todos los elementos en juego en el asunto plenario de la comprensin.
Quin sabe si quienes reaccionaron con tanta clera a la propuesta metodolgica
latinoamericana entendieron las razones que subyacen a la comprensin de nuestro sentido total. Y
quin sabe si todos los que se reclaman a una teologa liberadora son conscientes de que lo que
caracteriza a esa teologa, no son nuevos temas para la reflexin, sino una nueva racionalidad histrica
en la comprensin del sentido vertiginoso del acontecer del ser!
La nueva hermenutica no persigue un imposible objetivismo histrico de tipo positivista ni de
tipo metafsico que permita prescindir del sujeto histrico que realiza su historicidad propia hoy, aqu y
ahora y que debe actuar su propio ser en la propia historia de su devenir. Es que el encuentro con el ser
real y con la realidad real no acaece por la acomodacin simple y llana a la historia del pasado, ni por
la embelesada contemplacin de !a misma, tampoco por el gran relato metafsico de la historia del ser
universal, sino por la realizacin histrica del ser que acontece y del sentido vertiginoso del ser. De ah
que la historia no se repita como en las mitologas del retorno y en las concepciones circulares del
tiempo para las cuales pareciera que ya todo est dicho, todo pensado, todo resuelto.
Por el contrario: la historia se individualiza y se particulariza por el hombre concreto que la
realiza y que la vive. Es decir, que el hombre se comprende a si mismo, no simplemente
comprendiendo la historia del pasado, sino al vivir su propia historia en una radical experiencia de s
mismo, de su mundo, de sus situaciones, circunstancias, cautividades y empeos por su liberacin. Y
no se trata de que el hombre y las comunidades primero interpreten y despus acten, sino de que se
autointerpreten como gestores y realizadores de su propia historia e historicidad en la accin
transformadora, original e indita de sus propios compromisos y responsabilidades.
De ah que nuestro quehacer no sea el interpretar la historia pasada para ser nosotros mismos,
sino el ser nosotros mismos ayudados posiblemente por la historia del pasado.
Por eso los dogmas histricos fijos e invariables del pasado no pueden pretender fundar por s
solos el ser, la conciencia y la accin, como tampoco fundar de una vez para siempre la politica, la
economa, el derecho o la religin.
En particular, la nueva hermenutica pone en guardia contra la absolutizacin de datos y de
dogmas no relativos a las circunstancias histricas que los originaron y que los explican, y por ello
22
valora todo dato dentro de su correspondiente marco histrico sin pretensiones de experiencias o de
expresiones totalizadoras que pudieran ser negantes o paralizantes de otras posibles experiencias y
expresiones histricas.
Por lo que hace al cristianismo, las venerables tradiciones de su historia pasada y la
respetabilidad de su dogmtica habrn de valorarse sin prescindencia de sus correspondientes
coordenadas de tiempo y espacio y sin pretensiones de recoger y de expresar de una vez por todas y
para siempre todas las experiencias histricas posibles del decurso de la historia.
Eso sin decir que el cristianismo no puede ser entendido en forma positivista como transmisin
de dogmas y de doctrinas para que se repitan, sino como impulsor de una experiencia fundante de fe
que no le ahorra a nadie la aventura por su propia experiencia y por su propia interpretacin actuante
de la historia, del mundo, de la salvacin. En ese fondo puede situarse la intuicin bultmanniana de no
ser primaria y ms importante la Textexegese, exgesis del texto, sino la Lebensaktexegese, exgesis
del acto de vida, en relacin con posibles textos, doctrinas y dogmas del pasado.
La conjuncin del texto con la situacin histrica real de contexto, desde los pretextos ticos
que impone la existencia de individuos y de pueblos, se hace sobre principios, tales como estos:
El yo que interpreta no es un ser abstracto, asptico, que pueda prescindir de s mismo al
momento de interpretar para buscar con simleza el significado textual en s. El yo que interpreta
interroga a los textos desde su mismidad, es decir, desde su situacin y su historicidad.
El yo que interpreta es parte constitutiva de la interpretacin misma. El intrprete es elemento
interno de la interpretacin. De ah que cada intrprete deja la impronta de s mismo en cada una de
las interpretaciones que hace. Y es porque interpretar es percibirse y autocomprenderse con relacin al
momento histrico, por una parte; y al texto interpretado, por otra. La recta hermenutica trata de
referir un texto al contexto actual de vida y de iluminar dinmicamente el texto con el contexto y el
contexto con el texto.
Los textos del pasado no pudieron ciertamente prever las circunstancias histricas y las
situaciones particulares de los intrpretes en el decurso de la historia subsiguiente. Pero si el texto no
es apto para establecer la analoga de proporcionalidad o la correlacin cierta con las circunstancias
particulares del intrprete situado, ello significara que el texto no es hermenuticamente renovable ni
apto para transmitir mensaje alguno a la realidad actual, sino tan slo datos del pasado remoto con el
nico inters de saber cmo fueron las cosas in illo tempore.
Los textos del pasado, especialmente de la Escritura, adquieren sentido operativo cuando
ayudan a percibir el presente de nuestra salvacin y en cuanto ofrecen un puente de correlacin con la
historia de salvacin que acontece hoy, aqu, ahora. Si el evangelio de Marcos o los textos de Pablo no
pueden ser hermenuticamente correlacionados con la problemtica conflictual de los terceros mundos,
con sus ansias, esperanzas, logros y fracasos, significara que la Escritura ha llegado a ser un artefacto
de museo y pieza de archivo.
23
Nadie pone en duda que la interpretacin para una comprensin con sentido operativo acaece
en el punto de convergencia entre situacin histrica del intrprete y texto interpretado.
6. LA VERDAD Y EL SENTIDO
La carencia de sentido de las frmulas tradicionales no prejuzga de la verdad de las mismas.
Algo puede ser verdadero y, sin embargo, carecer de sentido, no ser comprensible, no caer en el mbito
de la experiencia personal o grupal, no entrar en el propio horizonte de comprensin, no ofrecer
relacin con la problemtica y la situacin real de las personas, no saberse para qu sirve, qu dice a la
situacin, qu aporta a existencias concretas especialmente a aquellas en lucha por su subsistencia, su
dignidad, su liberacin.
Son verdaderos los postulados de una geometra unidimensional, pero son obsoletos porque el
hombre pertenece a otras dimensiones y planos; la geometra de Euclides hace parte de un mundo
hermenutico ya superado por los volmenes modernos y por el ciberespacio postmoderno y la
realidad virtual.
El drama de la verdad-en-s de las frmulas tradicionales es que no afectan al hombre ni a la
mujer de nuestro medio. Las formulaciones tradicionales y su contenido pueden no ser ni verdaderas ni
falsas, puesto que toda verdad o falsedad es discernible sobre el presupuesto de su captacin, de la
experiencia personal acerca de su valor, de su sentido operativo, de su utilidad terico-prctica, a partir
de lo cual el hombre asiente o niega.
Cautela y buen uso de la razn es lo menos que puede pedirse a quienes involucionan hacia la
verdad-en-s objetiva y premoderna. Porque el asunto de la verdad-en-s y de la confesin ortodoxa de
la fe hace tiempos que se desplaz hacia el problema del sentido existencial en las teologas
progresistas y del sentido operativo y transformador en las teologas liberadoras.
El creciente comportamiento "ateo" de las personas tiene su raz profunda, no en la negacin de
la verdad-en-s de las formulaciones teolgicas o dogmticas o kerigmticas, sino en la no percepcin
de fuerza liberadora, en su extraamiento de la praxis transformadora, en ser lastre y jeroglfico antes
que dinamismo impulsor de metas mejores. Por eso muchas preocupaciones por la no creencia haran
mejor papel si revisaran las causas reales de increencia en el mundo universitario, obrero o campesino,
sectores en que las formulaciones verdaderas de la fe resultan poco menos que galimatas y
jeroglficos.
Y es que por lo general la teologa cristiana y la predicacin eclesial apuntaron ms al problema
de la verdad antes que al sentido. Por ello es quizs importante pero insuficiente la vuelta al catecismo
o resumen de las verdades cristianas de la fe. En un muro blanco una mano ortodoxa escribi: "Cristo
es la respuesta!". Debajo, la mano de un hombre cualquiera aadi: "Y cul es la pregunta?". Para el
ortodoxo el asunto era de proclamacin de la verdad; para el hombre cualquiera el asunto era de
percepcin del sentido.
24
7. FORMAR LA CONCIENCIA HERMENUTICA
Los planos paralelos o apenas tangenciales propios de las racionalidades especilizadas en cada
uno de los elementos del juego hermenutico di por resultado la distincin divisioria que seala
Gadamer entre subtilitas inteligendi, subtilitas interpraetandi y subtilitas applicandi. As se
configur una teologa biblica propia de exegetas, de semnticos y de gramticos; una teologa de la
historia que, desde los contextos, atendi al paso de Dios por los procesos civilizatorios y culturales
de la humanidad desde las cavernas hasta la cibernetica; y una teologa de lo poltico que fue sensible
a la presencia martirial de Dios en el martirio de los empobrecidos de la tierra. A esas racionalidades
especializadas y funcionales hay que referirse despus.
Solo que antes de cerrar este captulo, hay que advertir que la teologa acadmica de alta
investigacin y anlisis, la teologa de laboratorio y de profesionales parece seguir utilizando todo su
boato cientfico y su intrincada terminologa incomprensible para el no iniciado; y que parece
permanecer al margen de la vida real. En cambio, la teologa pastoral trata de hacer bajar de su
encumbrada altura a la teologa acadmica para acomodarla a la capacidad del hombre ordinario o para
compaginarla o aplicarla de alguna manera a su gran problemtica. Sigue deslinddose as un estrato
de la teologa que puede ser verdadera aunque carente de sentido, y otro estrato de la misma
supuestamente plena de sentido pero sin las complicaciones de la verdad..
A esas funciones cientficas y pastorales de la teologa se hizo seguir en ms de una nacin la
real y la efectiva separacin de un doble servicio eclesial: el de los telogos de profesin y el de los
pastoralistas directamente vinculados a las comunidades cristianas. Para unos y otros se concibieron
planes de formacin diferenciada: intensa, exigente, fundamentada, complicada y abstracta para los
telogos de profesin; rpida, fcil, practicista, poco elaborada, repetitiva y acrtica para los
pastoralistas de oficio.
Tal situacin favorece la aparicin de un clero alto y de uno bajo, en medio de una comunidad
laical enteramente desprovista. Reedicin tarda del clacismo curial de la edad media, que distingui
entre prncipes ilustrados y curas de misa y olla. Entonces el divorcio creciente entre la reflexin
ajustada con seriedad a los mtodos cientficos y una labor pastoral de catequesis y de ordinaria
predicacin desgarbada y descuidada.
Entonces se extende carta de ciudadana a la existencia de telogos de profesin, ufanos en su
ciencia e hinchados de su verdad-en-s, ininteligibles y abstractos, separados mental y existencialmente
del mundo de lo real, sin inters posible para nadie. En tanto que las comunidades cristianas, la palabra
viva, la tradicin activa de la fe, parecen confiados a personas facilitonas y cortas en su saber y
entender.
No hay para qu esconder el corto circuito que se opera, y que cada vez tiende a agudizarse
ms, entre una teologa cientfica y crtica y unas curias desprovistas desde donde, paradjicamente, se
manejan los controles y las instancias de la ortodoxia y recta doctrina.
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Es necesario avanzar hacia la superacin de los dualismos, tangencialidades, planos paralelos y
separaciones entre la verdad y el sentido, entre la teologa y la pastoral, entre el clero sabio y el pueblo
ignaro, entre los clrigos ilustrados y los laicos desprovistos.
Que toda genuina teologa es pastoral y que toda autntica pastoral es hondamente teolgica es
consecuencia obvia de la teora hermenutica Que el texto de tradicin no es recuperable en su verdad
y en su sentido sino desde el contexto de situacin y con el pretexto de liberacin es una experiencia
comn en las prcticas teolgicas y pastorales propias de nuestro medio.
26
CAPITULO II
RACIONALIDADES TEOLGICAS ESPECIALIZADAS
Y TEORA COMUNICATIVA
En los terceros mundos, por obvias razones, se
privilegia la funcin liberadora de la teologa, sin
que puedan excluirse la funcin kerigmtica ni la
teologa de la historia.
1. LA RAZN ESPECIALIZADA
Con las aportes de la Analtica Existencial de Heidegger y de los Fundamentos para una Teora
de la Experiencia Hermenutica de Gadamer distinguimos y unimos en el captulo anterior, tanto los
elementos propios para una ontologa de la comprensin, como los elementos en juego en la
circularidad hermenutica.
Distinguir no debiera significar confundir, como tampoco tampoco separar, sino mantener en
dialctica reciprocidad. Sin confusin, sin mezcla, sin separacin, fue frmula feliz con que el
Concilio de Calcedonia fundament la diferenciacin distinta de naturalezas en Cristo, en la unidad de
una sola persona. Se trataba de unir sin mezclar ni confundir los elementos en juego; y sin que la
unidad misma hiciera desaparecer la identidad diferencial de los elementos integrados por la unidad.
Ese ha sido conocido hasta hoy como mtodo calcednico y a su luz quisiramos referir en este
captulo la distincin de los planos teolgicos y la reciprocidad indispensable de los mismos.
Pues, en en efecto, la integracin de elementos diferentes en mutua relacin no indica
tangencialidad de planos y menos an paralelo de planos. Eso es lo que permite postular el crculo
hermenutico como dinmica interactiva e interactuante del horizonte en que se comprende, del ser
que comprende y de la teleologa misma del comprender. Al horizonte en que se comprende lo
denominamos texto; al ser que comprende, circunscrito en mundanidad e historicidad, lo llamamos
contexto; a la finalidad de la comprensin la denominamos pretexto de salvacin y de liberacin.
La circularidad misma de los elementos en juego no indica tan solo un proceso de
fundamentacin de cada uno de ellos, sino tambin un proceso de desfundamentacin de cada uno,
dado que el texto no halla su consistencia ltima en la pura y simple objetvidad de s mismo, sino a
partir de la subjetividad de quien lo interroga y en l se autocomprende; en tanto que el pretexto de
aplicacin a una realidad dada desfundamenta la pretensiones previas del texto y de la subjetvidad
personal de quien lo interroga. Si el texto no supusiera las pregundas de contexto no sera texto; por
eso el texto no tiene fundamento ltimo en s, sino en su interprete contextualizado. Adems, si el
27
contexto no supusiera la aplicabilidad modificatoria que reclama el pretexto, entonces el contexto no
sera tal, ni la circularidad sera posible.
Solo que, no muy sensibles a la interaccin y a la reciprocidad de los elementos en juego, ciertos
productores de conocimiento no solo distinguieron, sino que tambin separaron los planos propios de
la comprensin y de los mtodos. Se generaron as la subtilitas (habilidad) intelilligendi, la subtilitas
interpraetandi y la subtilitas applicandi, como refiere Gadamer. Estas habilidades especializadas en el
campo propio del texto, del contexto y del pretexto fueron, no solo distinguidos, sino
lamentablemente separados. Llev la peor parte el campo de la aplicacin, que se perdi del todo. Y en
tanto que no pudo ponerse en movimiento el propsito redentor del texto, los tericos de la inteleccin
y de la interpretacin quedaron atrapados en el callejn sin salida de sus propias elucubraciones al
margen de la vida real y extraados de los procesos prcticos del drama humano, en los que se deben
verificar y compruebar los actos de entender y de interpretar.
Con ese fondo vino a generarse una provincia teolgica especializada en la inteligencia positiva,
muchas veces positivista, de la tradicin cristiana, referida de manera especial por el texto. Se trat de
una inteligencia acerca de la Palabra, es decir, de una teologa kerigmtica. Naci tambin la provincia
teolgica de la interpretacin de la razonabilidad de la fe, mediante el empleo de mediaciones de
indole racional y filosfica, que conform la denominada teologa sistemtica. En fin, surgi tmida la
asi llamada teologa pastoral, menor en entidad y consistencia, que quiso ser elemento de aplicacin de
la verdad, entendida y razonada, a la mudable y cambiante realidad de la historia.
Tal vez con ello se secundaba la clasificacin clsica de las ciencias, que Aristteles dividi en
metafsica, fsica y tica, en correspondencia con una visin compartimentada de los planos objetivos
en los que opera el conocimiento humano. La clasificacin de ciencias y disciplinas fue desde entonces
una constante en todas las teorizaciones de las ciencias, mucho ms a partir de la Ilustracin, con la
que irrumpi, no solo la ciencia ilustrada, sino tambin la ciencia especializada.
Conocida es la clasificacin de Bacon segn las potencias del alma: la razn, sede de la
matemtica, de la fsica y de la filosofa; la memoria, sede de la historia; y la imaginacin, sede de las
artes y de las letras. Otros, como Spencer, clasificaron por grados de abstraccin, desde las ciencias del
concreto puro (geologa, biologa, sociologa); ciencias abstracto-concretas (mecnica, fsica, qumica);
hasta las ciencias de la abstraccin pura (matemtica, metafsica). Otros, como Comte, clasificaron en
perspectiva lineal, desde espectros ms generales hasta los ms particulares, como ocurre desde la
metafsica hasta la lgica y desde la matemtica hasta la aritmtica.
La moderna clasificacin de las ciencias, en la perspectivas de Habermas, procede desde los
intereses rectores del conocimiento: el inters adaptativo origina y sustenta las ciencias de la
naturaleza; el inters comunicativo fundamenta las ciencias del espritu; el inters emancipador o
liberador origina las ciencias y disciplinas de carcter social,
No hay duda que toda clasificacin de las ciencias y de las disciplinas aduce un grado de
especializacin del conocimiento, un compartimentar y dividir la realidad conocida y un surgir
paulatino pero inexorable de la denominada razn instrumental o funcional.
28
En el mbito de la teologa, Eusebio de Cesara es un telogo de la historia eclesistica. Ireneo
de Lyon es un telogo de controversia. Los Alejandrinos y los Antioquenos son telogos de las
Sagradas Escrituras. Los canonistas medievales son telogos del derecho. Las Sumas Teolgicas son,
por vez primera, teologas complexivas en las que el objeto del conocimiento teolgico se percibe en
las divisiones en que Aristteles clasific las ciencias y en las subdivisiones teolgicas que
corresponden hasta hoy a los clebres tratados: De Dios uno y trino, De encarnacin, De creacin, De
ngeles, De antropologa, De gracia, De virtudes, De fin sobrenatural y escatologa, De pecado, De
redencin, De sacramentos, De derecho y justicia.
Todo lo anterior aduce que un autor ya no se considera capaz de un saber general aunque
compartimentado, sino de un saber particular y especializado. El saber especializado presenta los
graves inconvenientes de los que ha sido reconvenida la razn funcional, en cuanto que las
especializaciones funcionales rompen la unidad del ser y del saber, hacen de la realidad fragmentos y
de las ciencias compartimentos autnomos e incomunicados y, en definitiva, sirven a campos estrechos
y no precisamente al mundo comn, en horizontes comunes y compartidos. La organizacin
curricular, dividida ya desde el primer grado a la temprana edad de seis o siete aos en reas del
conocimiento con muy poca o ninguna relacin entre s, fragmenta el conocimiento de una manera
que ste no es el resultado de una diferenciacin analtica progresiva hecha por los estudiantes. Por el
contrario, el conocimiento se les presenta atomizado, recortado en sus aspectos fsicos, qumicos,
biolgicos, geogrficos, histricos, religiosos, etc., simplifcndolo excesivamente, presentndolo
como una realidad fija y esttica que deben aceptar, y borrando casi todas las relaciones que exiten
entre los componentes curriculares. Esta presentacin fragmentada del conocimiento pocas veces se
complementa con actividades pedaggicas que les permitan a los alumnos reconstruir la totalidad.23
Eso que ocurre en la academia desemboca de modo preocupante en nuestra endmica
imposibilidad de crear relaciones comunicativas, interrelacin de visiones, comunidad de smbolos e
integracin entre fe cristiana y vida, entre fe cristiana y ciencia, entre fe cristiana y cultura, entre fe
cristiana y procesos reales de nuestros conglomerados.
Pero la especialidad funcional tiene muchas razones en su haber. La especialidad asegura contra
el diletantismo y las generalizaciones indiferenciadas; especializa los campos para un manejo adecuado
y esmerado de los mtodos y de los lenguajes; y hace respetables los varios juegos de lenguaje propios
de cada una de las especializaciones funcionales.
2. CRTICA DE LA RAZN FUNCIONALISTA
La razn especializada, a partir de la diferenciacin de los planos objetivos del conocimiento, de
los diversos procesos metodolgicos, de los diversos juegos de lenguaje y de las diversas teleologas
del conocimiento, son marca de fbrica de la modernidad, como se ha dicho. Ir ms all de la
23
Vasco Carlos Eduardo y otros, El Saber tiene Sentido: Una propuesta de integracin curricular, Ediciones del Cinep, Bogot, 1999, 11.
29
modernidad e intentar una crtica analtica de la razn moderna es lo que ha hecho con sabidura el
ltimo terico de las ciencias, Jrgen Habermas 24
Crtica es la revisin de los principios tericos de sustentacin de las ciencias, de sus mtodos
procedimentales, de sus resultados empricos y de su impacto social. Ya Heidegger afirm que el
verdadero movimiento de las ciencias es el de revisin de sus conceptos fundamentales. El nivel de
una ciencia se determina por su capacidad para experimentar una crisis de sus conceptos
fundamentales. En tales crisis inmanentes de las ciencias vacila la relacin misma de la investigacin
positiva con las cosas a las que se pregunta. Por todas partes se han despertado hoy en las distintas
disciplinas tendencias a poner la investigacin sobre nuevos fundamentos 25
La racionalidad debe entenderse como la forma en que los sujetos, capaces de lenguaje y de
accin, hacen uso de su propio conocimiento.
La funcionalizacin del conocimiento, llamada tambin instrumentalizacin de la racionabilidad
cognitiva, tiene la connotacin de una afirmacin con xito en el mundo objetivo, posibilitada por la capacidad de manipular informadamente y de adaptarse inteligentemente a las condiciones de un
entorno contingente 26
Tal racionalidad funcionalista o congnitivo instrumental contrasta con una racionalidad
comunicativa que posee connotaciones que en ltima instancia se remontan a la experiencia central
de la capacidad de aunar sin coacciones y de generar consenso que tiene un habla argumentativa, en
que diversos participantes superan la subjetividad inicial de sus respectivos puntos de vista y, merced
a una comunidad de conviciones racionalmente motivadas, se aseguran a la vez de la unidad del
mundo objetivo y de la intersubjetividad del contexto en que desarrollan sus vidas 27
Es que toda la duracin de la modernidad ha sido tambin duracin de la razn especializada
subjetiva y funcional para dirigirse a campos particulares del conocimiento objetivo y para
fundamentar la autoridad (tambin el poder) de los productores de conocimientos especificos. Esa
particularizacin especializada de la ciencia ha sido tambin una atomizacin permanente del ser y del
saber, una instrumentalizacin de la razn y de la ciencia con fines particulares y una colonizacin del mundo de la vida: La razn centrada subjetivamente es el resultado de una ruptura y de una
ursurpacin con relacin al proceso social, en cuyo desarrollo, un momento subordinado ha ocupado
el lugar del todo, sin poseer la fuerza para poder asimilar la totalidad.28
24
Habermas Jrgen, Teoria de la Accin Comunicativa, Tomo II: Crtica de la Razn Funcionalista, Taurus ediciones, Madrid, 1987. 25
Heidegger Martin, El Ser y el Tiempo, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1969, 19. 26
Habermas, op. cit 27 27
Ibd, 27 28
Ibd, 27
30
Todo proceso de especializacin lo es tambin de instrumentalizacin del conocimiento con
arreglo a fines particulares. A la especializacin e instrumentalizacin hay que atribuir la
fragmentacin del ser y del saber, la informacin en juegos de lenguaje cerrados y especializados, la
fragmentacin en carreras y oficios, el saber monolgico, el conocer cada vez ms de cada vez menos,
el supeditar la ciencia y el conocimiento al trfico del comercio y a la inmediatez estrecha y foquista
del negocio y del lucro en provecho propio.
Semejante estatuto de las ciencias arroja por resultado, en el mbito de las personas, la creacin
de subjetividades e individualidades cerradas, solas, egostas, narcisistas, incomunicadas, no
relacionadas ni por temas, ni por problemas, ni por propsitos.
En el mbito de la sociedad, los frutos exquisitos de las racionalidades funcionales son la
generacin del montn sin relacin, la pura y simple yustaposicin de personas una al lado de la otra,
la masa, el anonimato, el impersonalismo de toda relacin, la inexistencia de horizontes que puedan
ser comunes y, en ltimas, la imposibilidad de sociedad y de comunin. Todo ello por cuenta del
mbito cientfico y acadmico, que debiera ser espacio generador de comunidad y de comunicacin.
El hombre y l