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INTRODUCCIÓN
La guerra federal favoreció el ascenso al poder de un sector político
emergente que aspiraba dirigir el destino de las regiones y del país; en su
mayoría eran jóvenes militares, políticos e intelectuales que habían logrado
ascenso social gracias a la apertura democrática heredada de la aún joven
república. Constituyeron un colectivo social, que sin considerar su origen
mestizo o ilegítimo, tuvieron la posibilidad de acceder a los negocios, la
educación, los cargos públicos y militares; esta circunstancia le permitiría
constituir una generación que relevaría a los dirigentes que tuvieron la
responsabilidad de lograr la transición del estado monárquico al republicano.
El carácter político de la Guerra Federal se demuestra en el caso de
Maracaibo, la discusión sobre la federación y soberanía del pueblo estuvo
presente durante todo el período federal en las distintas coyunturas
marcadas por las tensiones locales. La historiografía al hacer una lectura de
poco alcance del discurso político de la época ha interpretado que el
protagonismo del pueblo al que se hacía referencia connotaba lo popular, lo
que estaba en discusión era la representatividad y legitimidad de los
ciudadanos destinados a acceder al poder y la forma de gobierno que
garantizara la democracia. Las modalidades del debate sobre el federalismo
y el alcance del componente federal de las constituciones republicanas, sólo
se pueden comprender en su real dimensión al abordarlo en cada momento
político en función del poder y cambios en los liderazgos locales.
En este escenario se mide el verdadero alcance de la lucha por la
autonomía, concepción de la soberanía y fuerza del constitucionalismo
histórico.
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La Cosiata. Concepto y posición de Maracaibo
Fue un movimiento separatista ocurrido en 1826, cuyo centro estuvo
en la municipalidad de la ciudad de Valencia.
En este movimiento se colocan alrededor de la figura de José Antonio
Páez dos grupos. Por una parte el de los antisanderistas valencianos,
comandados por el doctor Miguel Peña y, por otra, el de los antibogotanos,
reformistas dirigidos por la oligarquía caraqueña, este último grupo se le une
como aliado en la búsqueda de sus fines políticos.
Tanto el paecismo en Venezuela, como el santanderismo en la Nueva
Granada y el grupo de catedráticos de legislación y economía política que
mueven la masa estudiantil, se encargan de fomentar el descontento contra
el Libertador. Lo presentan como una figura proclive a la tiranía y critican
todos los actos de su gobierno.
Para ellos Bolívar era un usurpador de los derechos del pueblo, que
quería imponer el despotismo militar por encima del orden y la potestad de
las leyes. Predicaban el odio contra él, mientras procuran enaltecer la
personalidad de Santander como digna de respeto y admiración.
La Cosiata (de la cosa esa) o revolución de los morrocoyes fue un
movimiento político que estalló en Valencia llevado a cabo por el general
Patricio López el 30 de abril de 1826 con la finalidad de separar a Venezuela
de "La Gran Colombia". Originalmente no tuvo la intención de separar a
Venezuela de la Gran Colombia, sino de exigir la reforma de la Constitución
de Cúcuta y anunciar su rompimiento con las autoridades de Bogotá, aunque
manteniéndose bajo la protección del Libertador. Un movimiento similar hacia
1829 logró la separación completa del departamento de Venezuela de la
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antigua Colombia. Los críticos de Páez consideraron que con este evento
traicionaba a Simón Bolívar y su idea unificadora, para conseguir la
formación de la República de Venezuela, auspiciada en gran parte por "José
Antonio Páez".
Mientras bandas de bandoleros pululaban en Venezuela que estaba
recuperándose de la guerra emancipadora, ante el temor de una supuesta
Santa Alianza, mediante la cual se estaría formando en Europa un poderoso
ejército para reconquistar a América, Santander decreta el 31 de agosto de
1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos, de dieciséis hasta
cincuenta años, con las excepciones del caso.
La palabra «Cosiata» ha servido para designar el confuso curso que
tomaron los acontecimientos centrados en el departamento de Venezuela
entre los meses de abril y diciembre de 1826, con prolongaciones y
derivaciones que suelen llegar, según el criterio con que se estudie, hasta
1827 o 1830, bien sea que se lo vea como un proceso cerrado con el regreso
de Simón Bolívar a Caracas y la subsecuente reorganización que hizo de la
vida político administrativa del país, o como el proceso global que cubre la
secuencia completa de la secesión e independencia definitiva de la «antigua
Venezuela» de la Gran Colombia. Por lo general La Cosiata ha sido
estudiada desde la perspectiva de la historia episódica a través de la crónica
o narración de lo sucedido durante aquellos 8 meses expresivos de la difícil
integración de Venezuela en Colombia y el comienzo de su definitiva
separación.
Vale la pena advertir que la denominación «Venezuela», en cuanto se
refiere al desarrollo de la «Cosiata» posee 2 acepciones diferentes cuya
clarificación es fundamental: 1) una acepción en sentido amplio que, a
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grosso modo, la lleva a corresponderse territorialmente, a) bien con la
«antigua Venezuela» de la capitanía general (creada en 1777 con las
originarias provincias de Caracas, Cumaná, Guayana, Maracaibo, Margarita
y Trinidad), b) bien con la República Federal (creada en 1811 con las nuevas
provincias de Caracas, Cumaná, Barcelona, Barinas, Margarita, Mérida y
Trujillo, a las que faltaba incorporar Maracaibo y Guayana, aún leales a
España). 2) La otra acepción, en sentido restringido la llevaría a
corresponderse con a) la antigua provincia de Caracas también llamada de
Venezuela (de allí la confusión), la cual pasó a constituir, unida a la de
Barinas, b) el departamento de Venezuela, cuando por ley del 2 de octubre
de 1821 se crearon también los departamentos de Orinoco y Zulia.
Los 3 departamentos así constituidos por ley, coincidían
sensiblemente con la antigua capitanía general, y unidos a los que se
constituirían al departamentalizarse a su vez el Nuevo Reino de Granada
(incluida la Presidencia de Quito) integrarían, con alguna variable ulterior, la
República de Colombia, cuya existencia formal se consagraba en la
Constitución de Cúcuta promulgada ese mismo año de 1821. Este orden
político-constitucional era, sin embargo, impreciso y en cierto modo
provisional, pues se preveía la posibilidad de su reajuste o eventual reforma
al cabo de 10 años mediante la convocatoria de una Gran Convención. El
poder central de la República tenía su sede en Bogotá, donde el Ejecutivo,
por ausencia del presidente Bolívar en sus campañas del sur, era ejercido
por el vicepresidente Francisco de Paula Santander.
A la cabeza de cada departamento (y por consiguiente en el de
Venezuela) se contemplaba la figura de un intendente como máxima
autoridad civil; en razón de que los temores a una invasión, amenazas de
guerra y de reacción no habían desaparecido del todo en dicho
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departamento, se había nombrado el mismo año de 1821 una autoridad
militar con el título de comandante general en la persona del general José
Antonio Páez y a su vez, un director de la guerra en funciones de
coordinador para todo el país, que lo fuera el general Carlos Soublette en los
primeros momentos. El poder así repartido en aquella circunscripción tenía
otras instancias y portadores a distintas escalas y niveles en los ámbitos
político-administrativo y militar como los gobernadores de provincia y los
comandantes de armas, y el resto de los cargos subalternos dependientes en
última instancia del intendente y del comandante general. Pero también
existía una peculiar y arraigada concentración de poderes en las
municipalidades, y otra no menos importante en los jefes militares que con
cargos o sin ellos continuaban participando frecuentemente en la vida pública
de un país todavía no pacificado.
En consecuencia, se daba el caso de la existencia de instancias de
poder insuficientemente perfiladas y poco o nada institucionalizadas en su
convivencia que podríamos clasificar en 3 grupos: 1) instancias de poder de
nuevo cuño específicamente contempladas por la Constitución de Cúcuta; 2)
instancias de poder militar requeridas por alguna situación excepcional o
provocadas por las circunstancias previstas o no por la mencionada
Constitución y 3) junto a ellas, y frecuentemente frente a ellas, los municipios
que, en los distintos departamentos de aquella «antigua Venezuela» ahora
triplemente dividida pero integrada a Colombia, habían vuelto a sus antiguos
usos actualizando una peculiar y bien arraigada concepción ascendente del
gobierno nutrida durante los siglos anteriores.
Así, coexistían y competían en aquella situación de ensayo político de
Colombia, con un reparto de funciones todavía impreciso y carente del hábito
institucional, nuevos y viejos poderes, emanados de la Constitución, de la
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necesidad y del prestigio de la guerra y de la tradición municipal,
consecuentemente sustentados en los 3 tipos de legitimidad racional,
carismática y tradicional clasificados por Max Weber, en difícil armonía
diacrónica. A ello se añadía, además, el hecho de que en una sociedad
trastocada por la guerra y que no podía haberse repuesto aún de los años
tremendos de 1812-1821 cuando la lucha provocara la virtual disolución del
orden social, económico y político, cada uno de estos 3 tipos de poderes con
sus distintas legitimidades podía muy bien ser ejercido por personajes del
más diverso origen social, con la posible excepción, quizás, de los
Ayuntamientos que, dado su carácter, formaban conjuntos más homogéneos.
Este precipitado ensayo de convivencia de poderes del que resultaba
tan variopinto panorama político era propicio para tensiones, pugnacidades y
enfrentamientos debidos a la imprecisión y roces entre competencias con
diferente arraigo y proyección. Así, eran patentes las tensiones entre los
notables de Caracas y su Municipalidad con el gobierno central de Bogotá
por una doble, evidente y comprensible razón: la de marginalidad debida al
desplazamiento de la capital a una ciudad distante y un tanto extraña, y la de
cierta desvinculación de la nueva voluntad nacional por no haber participado
en el Congreso Constituyente de Cúcuta, puesto que durante su
convocatoria y período de sesiones, Caracas seguía estando bajo el poder
español.
Ello había provocado, primero resistencias y luego condiciones a la
jura de la Constitución por las autoridades caraqueñas, al tiempo que había
nutrido tendencias federalistas en el seno de la inconforme, y un tanto goda,
élite civil. Por otra parte, en su calidad de comandante general del
departamento, Páez había tenido violentos roces en 1824 con la
Municipalidad de Puerto Cabello con ocasión de una recluta ordenada por el
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gobierno central a fin de enviar refuerzos a Bolívar en el sur, y relaciones
difíciles con el intendente, general Juan de Escalona y con la Municipalidad
de Caracas con ocasión de las medidas extraordinarias que tomara para
acallar el peligroso curso que en aquel ambiente podía tomar el proceso
judicial de los implicados en una asonada realista en Petare. A su vez, las
tensiones constantes entre Caracas y Bogotá se habían nutrido asimismo de
las diferencias de perspectiva en la concepción del sistema de milicias,
especialmente cuando en Caracas, donde ya se había elaborado un plan
propio para el establecimiento de milicias cívicas, se tuvo conocimiento del
decreto emanado del gobierno en 1824 para su reglamentación centralizada
en el país.
Así las cosas, en 1824-1825 José Antonio Páez se convirtió en el
personaje clave alrededor del cual giraron los acontecimientos en el
departamento de Venezuela. El primer suceso relevante del ciclo que, a la
larga conduciría a la separación de la «antigua Venezuela» de Colombia lo
constituyó el «bando» sobre alistamiento de milicias que el citado general,
cumpliendo órdenes del gobierno central dictó en Caracas en diciembre de
1825, reactualizando la medida que en 1824 había tropezado con las
resistencias antes señaladas para su cabal efectividad. Dicho «bando» se
dirigía, pues, a una población sensibilizada y reacia a esta forma de
reglamentación de las milicias, a la que no le era grato el comandante
general por motivos que, como hemos señalado, poco se remontaban en el
tiempo. Pero como Páez estaba decidido a hacer cumplir la disposición del
gobierno central, su insistencia y algún verosímil exceso de sus subalternos
agudizaron las tensiones y las diferencias ya existentes con el intendente y
con la Municipalidad, celosos de sus competencias de poderes civiles frente
al poder militar. Entonces, enemistado con ambos por las supuestas o
efectivas vejaciones en la ejecución del «bando», Páez fue acusado por el
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intendente Escalona ante el Ejecutivo, y por la Municipalidad ante el
Congreso de Bogotá. La acusación fue admitida por éste, y Páez cesado de
su cargo por el Ejecutivo y sustituido por el ex intendente Escalona, a quien
Cristóbal de Mendoza había sucedido en la Intendencia.
La tal vez imprudente y desacertada medida, incluso al decir del
mismo Santander, no podía ser acogida con beneplácito por el general Páez,
quien, sin embargo, la acató y se dispuso a comparecer ante el Senado a
defenderse de los cargos que se le hacían. Pero su sucesor había sido
Escalona, persona no demasiado grata en Valencia, ciudad en la que residía
Páez frecuentemente. Y precisamente allí no se hizo esperar la reacción por
parte de la Municipalidad que, el 27 de abril de 1826 manifestó su desagrado
por la separación de Páez de la Comandancia general. Tres días después,
en medio de una situación de orden público incierta, tensa y hasta violenta,
dicha Municipalidad desconoció abiertamente el gobierno constitucional de
Bogotá y restituyó a Páez en el mando militar. A continuación se fueron
sumando al movimiento promovido en Valencia numerosas municipalidades
y curiosamente, la de Caracas que había acusado a Páez, tardó pocos días
en adherírsele: tal era el confuso, inseguro aunque no menos apasionado
criterio que imperaba. Los otros departamentos no se sumaron entonces a la
rebelión: ni Bermúdez en Orinoco, ni Rafael Urdaneta en Zulia se
apresuraban por seguir a Páez y optaban por el mantenimiento del orden
constitucional.
El 8 de julio, Santander, en nombre del Ejecutivo, declaró a Páez en
rebeldía. Los sucesos del 30 de abril habían roto la precaria línea de
desarrollo institucional alterando el rumbo y el ritmo de las cosas,
adelantándose de hecho a la Convención y a las previstas reformas por vía
institucional, colocando a Páez en el eje de un remolino de tendencias
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confusas y diversas que coincidían en el interés por la reforma de la
Constitución de 1821 y por la vuelta de Bolívar para la actualización de una
forma política distinta. El movimiento inconstitucional iniciado en Valencia
puede ser contemplado desde 3 perspectivas espaciales diferentes: 1)
Desde la del propio departamento de Venezuela tal movimiento se expandió
por adhesiones sucesivas como en una oleada de contagio, de las
municipalidades más cercanas hasta las más alejadas, siendo la de mayor
peso la adhesión de Caracas que pasado un tiempo tendería a capitalizar el
movimiento. Las aspiraciones generales de estos ayuntamientos cuajaron en
una Asamblea de Municipalidades reunida en Valencia el 29 de junio con el
fin de pedir el adelanto de la reunión de la Gran Convención, pero volcada de
hecho a manifestar su actitud antisantanderista en descargo de Páez.
En todo el departamento, sin embargo, las ideas eran confusas,
quizás subconscientemente inconfesadas y abocadas a lo inmediato. Se
clamaba por «reformas y Bolívar», pero no era fácil conciliar el
reconocimiento de la autoridad de Bolívar y negar el orden constitucional que
él avalaba al mismo tiempo; los hechos proclamaban la contradicción y, o se
aceptaban sin razonamiento o había que argumentar muy bien para
justificarlos.
La tendencia federal acariciada en años anteriores por parte de la élite
hizo irrupción en Puerto Cabello el 8 de agosto y fue secundada por Caracas
el 25 del mismo mes al pedirse una federación para toda Colombia a través
de una Convención; Valencia ratificaba la tendencia el 5 de octubre con una
manifestación que pedía la Convención y un gobierno federal similar al de
Estados Unidos. 2) Desde la perspectiva de la «antigua Venezuela», a pesar
de que los departamentos de Zulia y Orinoco no habían secundado a
Valencia de inmediato, en el primero de ellos ya el 21 y 22 de julio se
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manifestaban los notables de Maracaibo, y el 31 del mismo mes los de
Gibraltar pidiendo reformas de la Constitución, pero la severa autoridad de
Urdaneta se hizo sentir extendiendo su influjo hasta una Mérida inquieta que
el 11 de septiembre se manifestaba sin ambages por el orden constitucional.
Hacia octubre, no obstante, Maracaibo volvía a alterarse pidiendo la
Convención y la vuelta de Bolívar. En el departamento de Orinoco los hechos
fueron más complejos y llevaron al borde de la guerra civil: ya el 31 de
agosto Aragua de Barcelona pedía el adelanto de la Convención; a
comienzos de septiembre Carúpano se pronunciaba por Páez y la
federación, mientras Cariaco, Cumaná y Maturín coincidían, seguidas por La
Asunción el 30 de octubre, en su clamor por la Convención. Angostura,
secundando a Caracas, había pedido la federación el 18 de aquel mismo
mes. Desde una Barcelona leal, Bermúdez intentó la toma de Cumaná el 5
de noviembre, pero fue desconocido el 26 por el Cabildo que reconocía a
Páez, y desplazado de su liderazgo por Santiago Mariño, quien, animador del
movimiento de Valencia, tomaba las riendas de la situación en Oriente. Hacia
fines de octubre, Caracas había capitalizado las confusas tendencias en toda
la «antigua Venezuela»; convertida en un hervidero de opiniones y
movimientos y, vigilada de cerca por Páez y sus leales, se convierte en
escenario de una reunión masiva de notables en la iglesia de San Francisco
los días 2 y 3 de noviembre, en medio de una agitación que culmina el día 7
pidiendo la convocatoria de un Congreso Constituyente para diciembre de
1826, al que se invitaría a participar a todas las provincias de la «antigua
Venezuela».
Los días comprendidos entre el 28 de octubre y el 7 de noviembre
fueron, en Caracas, y para todo el país, el período culminante de La Cosiata;
coincidían varias cosas: a) la vuelta de Antonio Leocadio Guzmán del Perú
con alarmantes noticias y con supuestas o efectivas recomendaciones de
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Bolívar para la adopción de la Constitución Boliviana; b) la toma de
conciencia de la inexistencia del gobierno constitucional de Colombia; c) el
reconocimiento del poder fáctico de Páez, y d) la necesidad de buscar de
inmediato una nueva fórmula venezolana de convivencia política. Habían
hecho irrupción en aquel lapso los deseos confusos y contenidos de los
meses anteriores y, al tiempo que se revelaba un Páez manipulador político
de la situación, se empezaba a cuestionar, bien que todavía débilmente, la
auctoritas de Bolívar. 3) Desde la perspectiva general grancolombiana, el
movimiento de los «cosiateros» de Valencia y sus seguidores no era, hacia
noviembre, un movimiento aislado de ciudades o circunscrito al
departamento de Venezuela, pues desde julio la inquietud en los
departamentos del sur era manifiesta. Guayaquil había proclamado la
dictadura de Bolívar en agosto, Quito en septiembre y desde Panamá y
Cartagena, se pedía en octubre que le fuesen concedidas facultades
extraordinarias.
Todos estos sucesos habían acelerado la vuelta de Bolívar del Perú, y
para el 14 de noviembre ya se hallaba en Bogotá; en virtud del artículo 128
de la Constitución asumía poderes extraordinarios el 23. Hacia el 20 de
noviembre la guarnición de Puerto Cabello se sublevó contra Páez y sus
seguidores; el general Pedro Briceño Méndez tomó el mando y puso la plaza
fuerte a las órdenes del Libertador. Ante este hecho, el general Páez dispuso
que Cristóbal de Mendoza fuese expulsado de Venezuela y que lo
sustituyese al frente de la Intendencia Mariano Echezuría, adicto a La
Cosiata. En toda Venezuela los comienzos de diciembre no fueron tiempos
más claros para la cuestión: pronunciamiento en Maracaibo por Páez y la
federación abortado por Urdaneta, mientras Angostura se pronunciaba por la
Constitución y por Bolívar; constitución del Colegio Electoral en Caracas para
elegir diputados al Congreso Constituyente que debía reunirse en Valencia;
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tensiones, desasosiego e incertidumbre por la vuelta de Bolívar a aquella
casa revuelta, cuya llegada anunciaba un Páez cauteloso el 15 de diciembre
de 1826. Entre tanto, fuerzas leales a Bolívar avanzaban por los Andes hacia
el centro. Por fin, el Libertador llegó a Maracaibo el 16 y convocó la Gran
Convención el 19.
De allí pasó a Coro y luego a Puerto Cabello, adonde llegó el 31 de
diciembre. El día 1 de enero de 1827 Bolívar, en virtud de las facultades
extraordinarias de que se hallaba investido, dictó un decreto de amnistía para
todos los comprometidos en el movimiento, advirtiendo que a partir de
aquella fecha todo acto de hostilidad contra él, como presidente de la
República que era, sería considerado un delito de Estado. Páez acató la
autoridad de Bolívar y éste lo nombró jefe superior civil y militar de
Venezuela, con lo cual su poder quedó intacto y más bien se acrecentó. El 4
de enero, en Valencia, se produjo la entrevista entre Bolívar y Páez.
El 10 de enero de 1827 entraba en una Caracas que estallaba de
alegría al verlo llegar acompañado por Páez, cuyo poder había reconocido,
pues aquellas circunstancias no parecían ofrecerle mejor solución. Quizás no
haya habido en la historia de Venezuela un período tan crucial; tan denso de
ideas y de tendencias; tan confuso y difícil; tan tenso y de un ritmo tan
precipitado a la vez que insoportablemente lento como el de aquellos meses
en los que se confrontaban tantas alternativas y se aguardaba un desenlace
con tanta ansiedad: bolivarismo, paecismo y santanderismo; federalismo y
centralismo; monarquía y república; godismo y patriotismo; militarismo y
civilismo; dependencia y autonomía; Constitución de Bolivia y Congreso
Constituyente. Ni siquiera en 1810 se habían planteado problemas de aquel
calibre con tal intensidad y urgencia, y en 1826 difícilmente se sabía su
solución efectiva. No era pues, gratuita, la denominación de «Cosiata» para
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aquella «cosa innominada» y «embrollada» cuyo objetivo final se deseaba e
intuía aunque nadie se atrevía abiertamente a confesarlo. Pero aquellas
alternativas no habían irrumpido abruptamente en 1826.
Estaban, obviamente en el ambiente desde mucho antes; se habían
gestado incluso desde 1810 al hilo del transcurrir en los apremios y en las
treguas que imponía el acontecer. Habían surgido, en un principio como
simples actitudes frente a la Independencia que, como muy bien observaría
Páez en su Autobiografía, cubrían un espectro que iba desde la actitud más
propiamente patriota decidida por la separación de España, pasando por la
demagogia, la indiferencia o, en el caso de los estratos inferiores, la
irracionalidad manipulable hasta el godismo más exacerbado. Cuando a
partir de 1821 todos los grupos expresivos de estas actitudes tuvieron que
convivir bajo la Constitución de Colombia, no se cuestionaba ya la
independencia a la que se veía como irreversible, pero las incoadas o
expresas inclinaciones de aquellos actores los llevaron a tomar partido, en
cada momento, por aquellas tendencias que favorecieran más sus
preferencias o intereses predispuestos. De aquí que ya antes de 1826, y
entonces más abiertamente, se agruparan alrededor de personas, ideas,
instituciones según les fueran más o menos propicios. Eran las suyas
tendencias complementarias o excluyentes que no se sistematizaban en una
ideología permanente definidora de algo que mereciera cabalmente el
nombre de «partido».
Eran, en suma, actitudes con fundamento y explicación, pero con
manifestaciones episódicas que se expresaban a través de la prensa, de los
ayuntamientos o de la pura protesta personal y que, sin duda, estaban en la
base de las tensiones y conflictos entre poderes que mencionáramos líneas
arriba. Sólo así se explican los cambios de actitud a favor de Páez a partir de
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abril de 1826 y dentro de ellos el viraje de 180° que dio la Municipalidad de
Caracas cuando percibió las ventajas que podría ofrecerle la nueva situación.
No pocas veces se percibe en Hispanoamérica que el curso del suceder
depende de la confluencia de distintas fuerzas imprecisas que imprimen
impulsos a la historia por rumbos y lapsos proporcionales al grado y a la
capacidad de coherencia de dichas fuerzas. En medio de aquellos sucesos, y
precisamente por la confusión que emanaba de las circunstancias, sólo una
voluntad personal se veía capaz de llevar el rumbo, al tiempo que se sabía
llevada por tendencias irrefrenables en la coerción de la realidad. El prestigio
personal surgido en la guerra era aprovechado por el impulso separatista, y
ambos rompían la coexistencia política de Venezuela en Colombia
quebrando aquel difícil ensayo institucional fundado en el endeble y complejo
orden constitucional de Cúcuta. Por eso La Cosiata señala la plena iniciación
de Páez como político: su ascendiente y su posición relativa en aquel
esquema de relaciones de poder lo colocaban en situación propicia para
asumirlo plenamente a costa de la formalidad constitucional. Páez, quien
más de una vez se lamentaría de los sucesos del año 26, sería sin embargo,
el principal y más efectivo animador del orden constitucional que la sociedad
venezolana iniciaría en 1830 y que tendría una duración de más de 3 lustros.
El regreso de Bolívar en 1827 no detuvo el proceso: relevó tensiones,
canceló eventuales oposiciones a su persona e impuso la autoridad que
emanaba de su todavía incompatible carisma, pero sólo abrió un compás de
espera al imponer un nuevo ritmo a los acontecimientos que, a la larga
llevarían, en 1830, a la reunión del Congreso Constituyente de Valencia y a
la ruptura de una Colombia en la que ya no creía ni el propio Libertador. Los
sucesos de 1828-1830, en consecuencia (Convención de Ocaña, Dictadura
de Bolívar, Congreso Admirable, etc.) precipitan la escisión y señalan nuevo
punto de partida a la vida independiente de los 3 países que habían
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constituido la Gran República de Colombia. Bolívar Dictador: A consecuencia
de los sucesos de La Cosiata el Libertador regresa a la Gran Colombia, llega
a Bogotá el 14 de noviembre de 1826 y recibe el Poder Ejecutivo de manos
de Santander. Pocos días después, el 25, sale hacia Venezuela, provisto de
facultades extraordinarias para restablecer la paz en su país natal. Santander
vuelve a encargarse de la Presidencia durante la ausencia de Bolívar, y
ejerce el mando sobre Nueva Granada y Ecuador, mientras Bolívar lo ejerce
en Venezuela; durante ese período el Libertador tiene a su lado, como
secretario general, a José Rafael Revenga.
Por la vía de Maracaibo y Coro llega a Puerto Cabello, donde el 1 de
enero de 1827 expide un decreto de amnistía para quienes han participado
en el movimiento de La Cosiata. Reconocida y acatada su autoridad por el
general José Antonio Páez, en compañía del cual entra en Caracas el 10 de
enero, el Libertador ejerce el mando en Venezuela en virtud de las facultades
extraordinarias de que había sido investido como presidente de la Gran
Colombia. El 6 de febrero de 1827, desde Caracas, remite su renuncia a la
Presidencia de la República al Congreso reunido entonces en Bogotá, pero
dicho cuerpo no se la acepta y lo incita, el 6 de junio de 1827, a regresar a
aquella capital para posesionarse de la Presidencia; durante esos meses se
ha ensanchado el distanciamiento político entre Bolívar y Santander, cuyas
relaciones de amistad quedan rotas. Bolívar sale de Venezuela el 5 de julio
de 1827 y por la vía de Cartagena se dirige a Bogotá, donde llega el 10 de
septiembre de 1827 y toma posesión de la Presidencia ante el Congreso; ese
mismo día, Revenga presenta al Poder Legislativo una exposición de lo
realizado por Bolívar durante su reciente permanencia en Venezuela. El 14
de marzo de 1828, el Libertador sale de Bogotá hacia Bucaramanga, donde
permanece hasta el 9 de junio; durante ese período se comunica oficialmente
con los ministros y otras autoridades a través del general Carlos Soublette,
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quien desempeña a su lado las funciones de secretario general. Después del
fracaso de la Convención de Ocaña, que se logrado ha disuelto sin haber
logrado aprobar una nueva Constitución, Bolívar es llamado a Bogotá, a
donde llega el 24 de junio de 1828, encargándose de inmediato del Ejecutivo
con el carácter de dictador para salvar a la República, como se hacía en la
antigua Roma. El 27 de agosto de 1828, expide un decreto orgánico por el
cual reglamenta sus funciones como jefe de Estado mientras duren las
circunstancias excepcionales entonces vigentes. El 20 de septiembre de
1828 reorganiza el gobierno, creando un Consejo de Estado cuya
presidencia ejerce el propio Bolívar cuando está en la capital y en su
ausencia lo preside el ministro secretario de Estado más antiguo. Durante
esta época, Bolívar es designado oficialmente Libertador Presidente de
Colombia. Luego de superada la situación de emergencia producida por el
atentado del 25 de septiembre de 1828, Bolívar convoca el 24 de diciembre
de ese año a elecciones para diputados a un Congreso Constituyente cuya
reunión está prevista para el 1 de enero de 1830. El 25 de diciembre de 1828
sale de Bogotá hacia Ecuador, amenazado por la invasión de fuerzas
peruanas, y allí permanece hasta fines del año 1829.
Durante ese período, se halla a su lado, como secretario general, José
Domingo Espinar, a través del cual mantiene constante comunicación de
oficio con el Consejo de Gobierno de Bogotá, que tiene a su cargo la
administración de los asuntos corrientes y con otros altos funcionarios, entre
los cuales se destaca el general José Antonio Páez, quien ejerce en
Venezuela la máxima autoridad con el título de jefe civil y militar de los
Departamentos del Norte. El 15 de enero de 1830, Bolívar llega de regreso a
Bogotá, donde días después se instala el Congreso Constituyente al cual
dirige un mensaje sobre el estado de la República, amenazada de disolución;
pocas semanas antes, a fines de noviembre de 1829, había renacido en
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Venezuela con mayor ímpetu el movimiento separatista, acaudillado por el
general Páez; de hecho, la autoridad de Bolívar fue desconocida desde
entonces por las autoridades de Venezuela, y ésta se reconstituyó como
Nación independiente desvinculada de la Gran Colombia. El 27 de abril de
1830 el Libertador presenta ante el Congreso su renuncia a la Presidencia de
la República, y el 8 de mayo sale de Bogotá hacia Cartagena. Desde ese
momento, no volverá a ejercer el mando del Estado. A comienzos de
septiembre, se producen pronunciamientos en Bogotá y otras poblaciones de
Nueva Granada y Ecuador, llamándole a encargarse nuevamente del
gobierno y el general Rafael Urdaneta ejerce provisionalmente la jefatura del
Estado en Bogotá mientras se espera que regrese Bolívar. Pero, el 25 de
septiembre de 1830 éste ratifica desde Cartagena su decisión de no
encargarse de nuevo del Poder Ejecutivo.
La Dictadura de Bolívar: La solución al vacío de gobierno dejado por la
tristemente llamada Convención de Ocaña, vino de Bogotá. El Intendente de
Cundinamarca, general Pedro Alcántara Herrán, convocó una asamblea
popular en la Capital de la República, la cual acordó desconocer las
decisiones de la Convención, retirar la representación a los diputados de la
Provincia y conferirle el mando supremo a El Libertador, con facultades
discrecionales; otras provincias siguieron el ejemplo de Bogotá. A Bolívar le
costó mucho aceptar la dictadura, pero al fin la aceptó, como un servicio a la
República, pues "yo estoy mirando venir el África a apoderarse de la América
y todas las legiones infernales establecerse en nuestro país" -decía-o
Reglamentó el gobierno que debería ser ejercido por él como Libertador-
Presidente, un Consejo de Estado formado por los Ministros de su Despacho
y uno o dos representantes de los diversos departamentos de la República:
la justicia sería ejercida por la Alta Corte; la religión oficial del Estado sería la
católica. Al asumir la dictadura, dirigió a los colombianos una patética
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proclama que descubría sus profundos sentimientos de demócrata; en ella
estampa estas palabras que admiran y conmueven: "Colombianos! No os
diré nada de libertad, porque si cumplo mis promesas, seréis más que libres,
seréis respetados.
Además, bajo la dictadura ¿quién puede hablar de libertad?
Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que
manda solo". La paz volvió a la República y el espíritu de los patriotas
recobró alientos y sosiego. Pero por poco tiempo. Santander y sus secuaces,
desplazados del gobierno, continuaron conspirando entre tinieblas. Según
O'Leary, se formaron sociedades secretas llamadas "Círculos", cuyo fin era
mantener la agitación y desprestigiar a El Libertador. Cada Círculo estaba
formado por 12 miembros; cada una de estas personas debía dirigir otro
círculo también de 12. Así el número de conspiradores se multiplicaba
matemáticamente. El Círculo principal estaba en Bogotá y era dirigido por
Santander, Soto y Azuero. Pero los conspiradores se dieron cuenta de que el
prestigio de Bolívar era demasiado grande como para ser destruido con
panfletos y tertulias clandestinas, y decidieron acudir al atentado personal.
Cuando El Libertador estaba en Bucaramanga recibió noticias de que se le
quería asesinar; pero no les dio importancia, creyó que se trataba de
rumores alarmistas. Los conjurados planearon asesinarlo en el gran baile de
máscaras programado para la celebración del Aniversario de la Batalla de
Boyacá, el 10 de agosto. Manuelita se enteró del atentado y trató de disuadir
a Bolívar de su propósito de asistir al baile; viendo frustrado su empeño,
acudió a una estratagema propia de su carácter: minutos antes de la hora
convenida por los conjurados para dar el golpe, se presentó en el Palacio
vestida estrafalariamente; cuando el oficial encargado del control de los
participantes a la fiesta la detuvo porque no llevaba el traje apropiado, ella
discutió violentamente de manera que pudiera ser oída por El Libertador. Y
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Bolívar escuchó los gritos estentóreos de su dama, se indignó sobremanera
y abandonó bruscamente el salón, para ir a dejarse devorar por la rabia
contra Manuela. Ella no lloró ni se entristeció por la reacción violenta de
Bolívar; al contrario, se sintió feliz porque lo había salvado de una muerte
segura. El Héroe ya necesitaba ayuda para continuar su tarea de caminero.
Posición de Maracaibo
La confrontación entre las autonomías provinciales y el poder
centralizado y reconocido en Caracas, sumada a la confusión administrativa
producto de un gobierno centro-federal, se expresó en la contradicción entre
los poderes de las distintas ciudades, proceso que se manifestó de manera
evidente durante el período federal, comprendido entre 1859 y 1870, como
se demuestra en el estudio del proceso sociopolítico zuliano. En esta
coyuntura, al sector político tradicional se enfrentó al nuevo partido
denominado federalista que representaba a sectores mayoritarios
insatisfechos con los gobiernos nacionales y regionales. Juan Crisóstomo
Falcón lideró este movimiento que se resolvió a su favor al culminar la guerra
federal.
La inestabilidad política interna existente en el Zulia a mediados del
siglo XIX por la contienda federal sumada al concepto que tenían en la
provincia sobre los federalistas insurrectos hicieron de estos años un
verdadero calvario para la población. El colectivo, impactado por una
sistemática campaña de oposición y por los efectos de gobiernos convulsivos
y desorientados, responsabilizó al movimiento federalista de todos los
traumas vividos desde l859. Según Manuel Dagnino, representante del
sector tradicional desplazado, esta fue “época de marañas y malas artes
políticas”, “tiempos tan anómalos y tan movedizos, por no decir peligrosos”
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donde muchos “se morían de miedo a todas horas temiendo, unas veces por
su libertad y su dignidad personal y también por sus intereses”.
La situación en Maracaibo había tomado un nuevo rumbo al
declararse en 1861 independiente de la República de Venezuela, el pueblo
reasumía su soberanía en vista de que el gobierno establecido en Caracas
rompía con el pacto de asociación reconocido en la Constitución vigente. Dos
meses después, el gobierno autónomo zuliano se pronunció a favor de la
federación y se reincorpora al Estado venezolano pero el nuevo gobierno
establece alianza secreta con Sutherland a través de su compadre Juan
Crisóstomo Falcón, en menoscabo de su rival Venancio Pulgar.
El sector federalista triunfante debió enfrentar la división interna de sus
partidarios al aglutinarse alrededor de dos líderes, quienes pugnaban por el
control de la presidencia del Zulia.; en esta coyuntura marcada por la
incertidumbre, se debilitó una generación política en declive en beneficio del
sector emergente.
Oligarquía Conservadora
En términos generales, podemos referirnos al término Oligarquía como
al gobierno ejercido exclusivamente por algunos grupos poderosos. Con
relación a nuestro pasado, tenemos que fue el historiador José Gil Fortoul
quien denominó como «oligarquías Conservadoras y Liberales», a aquellos
sectores que detentaron el poder en diferentes momentos de nuestra
historia. En cuanto a los conservadores, de acuerdo con dicho autor fue el
círculo gobernante, esencialmente identificado con el sector económico de
los comerciantes, que dirigió los destinos de Venezuela entre 1830 y 1847.
Durante este período ejercieron sucesivamente la Presidencia de la
República: José Antonio Páez (1830-1835); José María Vargas (1835-1836),
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cuyo mandato constitucional fue completado por el vicepresidente Andrés
Narvarte (1836-1837), primero y, luego, por el vicepresidente Carlos
Soublette (1837-1839); de nuevo José Antonio Páez (1839-1843) y Carlos
Soublette (1843-1847). El personaje política y militarmente más influyente en
esta etapa fue el general Páez. En los primeros meses del mandato del
presidente José Tadeo Monagas, a partir de marzo de 1847, ese círculo fue
paulatinamente marginado del poder, hasta quedar completamente derrotado
después de su enfrentamiento con el presidente Monagas en enero de 1848.
Historiadores como Augusto Mijares han llamado al lapso 1830-1847
«Gobierno Deliberativo», basándose en el hecho de que durante el mismo
hubo una abierta discusión de los problemas nacionales y cierto equilibrio
entre las ramas Ejecutiva y Legislativa del Poder Público.
La oligarquía conservadora 1830-1848
Al crearse la República de Venezuela como Estado soberano e
independiente de Colombia, asume como Presidente Provisional (1830-1831)
por la Constituyente de Valencia José Antonio Páez. Este primer gobierno se
forma con el apoyo de jefes militares, intelectuales, comerciantes,
campesinos y los sectores económicos de la sociedad. Durante este período
el país sale del dominio colonialista para pasar a un dominio oligárquico,
donde los grandes terratenientes, los caudillos militares son quienes van a
dirigir la vida del país en todos los órdenes, pero no en armonía sino en
feroces luchas rivales.
En relación a la sociedad, en este período es atrasada como en la
colonia, su situación es de analfabetismo generalizado, razón por la cual, la
mayoría de la población es excluida del sistema democrático. En materia
económica, se caracteriza por la adopción de las ideas liberales de Adam
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Smith, basadas en el libre juego de la oferta y la demanda, como reguladora
del mercado en contraposición con el proteccionismo estatal.
A pesar de la inestabilidad y confusión del pasado, se convoca al
pueblo para escoger sus representantes a una Asamblea Constituyente. La
importancia de esta Asamblea, estriba en el hecho de haberse fijado en él las
bases para refundar la República como nación autónoma y soberana. Unida
a esta Asamblea va la estructura de la Constitución Nacional, la cual adopta
un sistema centro-federalista. En ella se establece el derecho al sufragio
pero de naturaleza censitaria. Esto quiere decir, que se realizará un censo
para determinar quiénes poseían bienes o gozaban de una renta anual, para
que pudieran cumplir con el derecho al voto.
Las diferentes facetas que transcurrieron desde 1830 hasta 1935,
fueron el resultado de conveniencias políticas en los gobernantes de cada
época en que sucedieron, tal es el caso de las revoluciones y momentos de
crisis que se presentaron en el transcurso de la llamada Cuarta República.
Oligarquía Reformista
Con esta denominación definió Gil Fortoul a los distintos gobiernos
que se sucedieron en Venezuela desde el año 1847 hasta 1858 (José Tadeo
y José Gregorio Monagas). La oligarquía liberal-reformista estuvo
profundamente relacionada con el surgimiento del Partido Liberal Amarillo, el
cual se originó entre otros factores por las contradicciones políticas y
sociales que atravesó Venezuela al concluir la Guerra de Independencia.
Contradicciones que se expresan en la lucha entre los seguidores de
Bolívar y los de Páez, y que quedan en evidencia durante la "Revolución de
las Reformas". El movimiento liberal presenta poco o nada de liberalismo en
23
sus doctrinas y planteamientos, ya que surge más como un grupo de
oposición a los gobiernos de los conservadores.
La Revolución de las Reformas fue un movimiento militar en
Venezuela entre el 7 de junio de 1835 y 1836, en contra del gobierno de José
María Vargas, del Congreso conservador y de la influencia de José Antonio
Páez. Fue protagonizada por destacados próceres de la independencia como
Santiago Mariño, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, José Laurencio Silva,
José María Melo, Blas Bruzual, Luis Perú de Lacroix, Pedro Carujo, José
Tadeo Monagas, Andrés Level de Goda y Estanislao Rendón.
Algunos historiadores prefieren referirse a este periodo como la era
del "Nepotismo de los Monagas", para destacar el carácter personalista,
familiar y despótico del gobierno de ambos hermanos (nepotismo es la
definición de una forma de gobierno en que se favorece a un grupo familiar
en particular). Generalmente se ha descrito la década de los Monagas como
una etapa en que se acentuó el deterioro de la nación, aumentó la
desintegración política y la ineficacia administrativa, por lo que, para la
mayoría de los historiadores, este periodo tiene un balance general negativo.
Revolución Federal
La Revolución Federal: 20 de Febrero de 1859
Cuando José Tadeo Monagas renunció a la Presidencia y tomó parte
en la Revolución Francesa en Marzo 15 de 1858, Pedro Gual cedió el
Gobierno a Julián Castro (siglo 18). El Partido Conservador, el cual había
convenido en Febrero 2, nombró a Castro como el Jefe Provisional del
Estado en Julio 8 de ese mismo año. Una nueva Constitución el cual adoptó
variadas reformas para una Federación fue pasada en Diciembre 31.
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Mientras en San Tomas, un grupo de exiliados formaba la Junta Patriótica de
Venezuela en Octubre, 15th de manera de planear un levantamiento contra
el Gobierno Conservacionista o Centralista y planear los lineamientos del
Sistema Federalista, el cual nombró a Juan Crisóstomo Falcón como su Jefe.
Cuando la convención en Valencia finalizó, el país confrontaba momentos de
turbulencia por las continuas manifestadas orquestadas por los caudillos.
La Guerra comenzó se dice con un golpe fallido en Carabobo en Julio
de 1858. Sin embargo, su comienzo se cita con un asalto en Coro el 20 de
Febrero de 1859. Durante el primer año de lucha los grandes líderes
federalistas fueron: Falcón y Ezequiel Zamora, asesinado en Enero de 1860
en San Carlos. Las batallas de Santa Inés el 10 de Diciembre 1859, y Coplé
el 17 de Febrero de 1860, fueron las batallas decisivas más grandes durante
la Revolución Federal.
Los Federalistas ganaron la primera, y los Centralistas la segunda,
pero ninguna de las batallas probó ser decisiva porque no hubo destrucción
de armas. Castro no supo cómo ordenar un Gobierno con Gabinetes
alternados entre Conservadores y Liberales. En Junio 7, 1859, Castro
entonces cedió su Gobierno a su Vice-Presidente, Manuel Felipe de Tovar, el
cual retomó el día 12, y entonces finalmente renunció a la Presidencia,
después de un levantamiento militar el 1 de Agosto. Cuando Tovar,
entonces, marchó desde Caracas para resolver los problemas, "El
Designado", como era llamado, Pedro Gual se encargó del Gobierno hasta
que Tovar retornó el 29 de Septiembre. El 12 de Abril de 1860, Tovar fue
electo Presidente, pero este renunció en Mayo de 1861, en vista de las
condiciones de anarquía presentes en el País y por las continuas presiones
ejercidas por los seguidores de José Antonio Páez. Gual, entonces subió a la
25
Presidencia, pero su término finalizó el 29 de Agosto, cuando Páez se hizo
dictador.
Gual fue sacado del cargo porque le pidió a Páez su renuncia cuando
este hizo un intento de reconciliación con los Federalistas. Después de otro
fallido intento de reconciliación el 8 de Diciembre, la lucha emergió otra vez.
Cuando oficiales desertaron el Movimiento Federalista, Páez concedió
autoridad al gobierno de continuar en la Batalla. Un tratado de Paz fue
firmado en Coche el 24 de Abril de 1863, modificado en Caracas el 22 de
Mayo, y ratificado por Páez el 6 de Junio. El 17 de Junio una asamblea se
reunió en la Victoria declarando a Falcón, Presidente Provisional y a Antonio
Guzmán Blanco su Vice-Presidente. Páez renunció al cargo de Presidente el
17 de Julio, y Falcón formó un Gobierno en Caracas el 24 de Julio. La
victoria Federalista así descentralizó todos los futuros conflictos civiles entre
los 20 estados autónomos.
Motín de San Carlos
Las tensiones con las autoridades y población de Altagracia, Perijá,
San Carlos del Zulia y Gibraltar se vieron incrementadas por la aplicación de
medidas que atentaban contra los bienes materiales y estabilidad familiar: la
recluta legitimada como una necesidad para defenderse de la invasión de los
federalistas, y los empréstitos forzosos Desde Perijá, notificaba el Jefe
Político del Cantón, que en el mes de febrero han ocurrido actos cometidos
por “algunos ilusos” que se resisten al gobierno de Maracaibo. La llegada de
las tropas maracaiberas han resuelto el problema y se mantiene la vigilancia
para evitar “que asiente su planta impura ni el poder despótico de Rojas, ni la
fementida Federación”. Reitera esta información el Jefe de las Tropas de Mar
y Tierra, General Mora, quien notifica: “Este pueblo fue desalojado por los
26
alzados que cobardes huyeron a las montañas, habiendo dejado las
trincheras en las cuales se propusieron esperar nuestras fuerzas”.
. El movimiento de Maracaibo también tuvo su oposición en otros
sectores de la milicia. En el Castillo de San Carlos ocurrió un motín en apoyo
al gobierno dictatorial de Páez, de suma gravedad pues generaba “conatos
de deserción en perjuicio de la causa pública y disciplina del Ejército”, sobre
todo en momentos que la Provincia se ve amenazada por invasiones
organizadas desde otras provincias. Se denunciaba que este motín contaba
el apoyo de la población de la isla de San Carlos quienes han llegado a
“manifestar con orgullo su odio por la causa federal últimamente proclamada
con conceptos amenazantes”
. Este ambiente de inestabilidad acentuaba a su vez la necesidad de
reclutar más hombres para reforzar la milicia de la Provincia. La ejecución de
esta medida se dificultaba pues al ser conocida en los cantones los
pobladores “huían al monte” por días. Se oponían a acatar las órdenes
porque conocedores de la realidad de sus localidades sabían la repercusión
de esta acción. Desde Sinamaica señalaba la autoridad: “sólo existen en esta
parroquia hombres… dueños y peones de haciendas agrícolas y pecuarias,
dueños y peones que hacen la navegación” y para reclutarlos debe ser una
urgida necesidad”.
Creación del Estado Zulia
La historia del estado Zulia comienza con el descubrimiento del Golfo
de Venezuela y Lago de Maracaibo por Alonso de Ojeda el 22 de agosto de
1499. Los nativos que consiguió Ojeda llamaban al lago Coquivacoa, pero
este lo bautizó como San Bartolomé.
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En junio de 1501, Ojeda fue nombrado gobernador de la Provincia de
Coquivacoa y en 1502 fundó una fortaleza cerca de Castilletes que fue
ocupada hasta septiembre de ese mismo año. El 8 de septiembre de 1529,
Ojeda fundó la Villa de Maracaibo pero por el mal trato a las tribus y la
reacción agresiva de estas, el Rey ordenó el despoblamiento de la ciudad en
1534. En 1569, el poblado fue fundado de nuevo por Alonso Pacheco como
Ciudad Rodrigo, pero por la oposición de los indios, Pacheco se marchó en
1573.
Pedro Maldonado finalmente fue enviado por el gobernador a repoblar
el sitio con 35 colonos. En 1574 bautiza al nuevo asentamiento como Nueva
Zamora del Lago de Maracaibo, futura Maracaibo. La provincia, luego de su
notable crecimiento y debido a las guerras europeas, fue azotada por piratas.
Entre los más notables estuvieron el holandés Henrique Gerardo, quien en
1641 entró al lago y saqueó las haciendas circundantes. El 23 de diciembre
de 1642 el inglés William Jackson con una flotilla de once buques y mil
piratas saqueó Maracaibo y la ocupó hasta el 1 de febrero de 1643.
A raíz del asalto de Jackson, se inició la construcción en 1643 de las
fortalezas de la barra, cuyos trabajos se prolongarán por décadas. Para
entonces existían fortificaciones a orillas de la bahía de Santa Lucía, Punta
Arrieta, El Empedrado y frente al Hospital de Caridad (Central Dr.
Urquinaona). En el lago existían el fuerte Fuerza de Santa Cruz en el cabo
Paijana, y el castillo San Sebastián de la Barra Principal en la isla de San
Carlos. Todos los esfuerzos resultarán inútiles. De las fortificaciones
construidas con posterioridad, sólo quedan la del Castillo de San Carlos y
una torre en Zapara. En 1665 8 barcos y 400 hombres al mando del pirata
francés François L'Olonnais saquearon Maracaibo y Gibraltar. Junto a sus
hombres L'Olonnais aterrorizó a la población con violaciones y homicidios
28
hasta que partió con 260.000 pesos fuertes y grandes cantidades de vajillas
de plata, seda y joyas. Esta fue la más sangrienta y costosa incursión de
piratas en Maracaibo, quien a su salida destruyó las defensas de la isla de
San Carlos.
En enero de 1669 Henry Morgan llegó a la fortaleza de Zapara, que
había sido reconstruida después del ataque del Olonés, y la población huyó
dejando atrás esclavos y enfermos. Morgan saqueó la ciudad y siguió hacia
Gibraltar, donde hizo lo mismo durante cinco semanas. De regreso a
Maracaibo, se topó con la armada del vicealmirante Alonso del Campo que lo
esperaba en la barra, pero logró destruir la flota española y escapar tras
cobrar un cuantioso rescate. Morgan más tarde fue nombrado caballero (Sir)
en 1671 y gobernador de Jamaica en 1674.
Entonces, el territorio actual del Zulia estaba dividido en dos áreas:
Maracaibo, que pertenecía a la provincia de Venezuela, y Gibraltar, que
pertenecía a Santa Fe de Bogotá. La Corona Española, con el fin de unificar
esta importante zona, el 13 de diciembre de 1676 creó la Provincia de
Mérida, La Grita y ciudad de Maracaibo, sujeta a la Audiencia del Reino de
Nueva Granada.
También en la época colonial, se fundaron varias ciudades alrededor
del estado, entre las que destacan La Villa del Rosario (1722), Machiques
(1750), Santa Rita de Punta Camacho (1790), Quisiro (1753), Ciruma (1760),
Sinamaica (1775) San Carlos del Zulia (1778), Santa Bárbara (1704,
refundada en 1778), Santa Cruz del Zulia (1781) y Santa Rita (1790). El 8 de
septiembre de 1777 se creó la Capitanía General de Venezuela y Maracaibo
pasó de Colombia a Venezuela. Para 1786 la Provincia de Maracaibo
adquirió la condición de autónoma.
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Desde los primeros tiempos de la Colonia, los wayuu, desde Riohacha
hasta Maracaibo hostigaban a los españoles que transitaban por sus
territorios y por el camino real hasta que en agosto de 1796, el jefe guajiro
llegó a un pacto con el gobernador de Maracaibo que provocó un cese
relativo de las hostilidades.
En 1819 se creó la Gran Colombia, en noviembre de 1820 España
firmó un armisticio y se señalaron los límites de los territorios ocupados por
los respectivos ejércitos. El Zulia era territorio realista y baluarte de lo que
quedaba de la monarquía española. El 28 de enero de 1821, en pleno
armisticio, y por insistencia de Rafael Urdaneta, el gobernador realista de
Maracaibo, coronel Francisco Delgado, se declaró patriota, salió al balcón del
Ayuntamiento y declaró ante el pueblo de Maracaibo que su provincia era
libre e independiente del gobierno español y estaba unida a la Gran
Colombia. Este pronunciamiento de Maracaibo acabó con el armisticio y
condujo a la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821.
El 30 de agosto de 1821, Simón Bolívar visitó a Maracaibo por primera
vez y permaneció 15 días en la ciudad. Venía de la Batalla de Carabobo y se
dirigía a Nueva Granada. Morales el 24 de abril de 1822 en la batalla de
Juana de Ávila intentó nuevamente apoderarse de Maracaibo mediante dos
columnas, las cuales fueron derrotadas por el coronel Rafael de Las Heras.
El 7 de septiembre el general Morales se apoderó de nuevo de Maracaibo.
La ocupación de Morales duró hasta el 24 de julio de 1823, cuando se llevó a
cabo la Batalla Naval del Lago. Morales capituló el 3 de agosto del mismo
año.
Posteriormente hubo varios intentos de romper con el gobierno central
y proclamar al estado como estado independiente, pero ninguno tuvo éxito.
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El más notorio de todos fue el de Venancio Pulgar en 1869, que separó al
Zulia brevemente de la federación venezolana. En agosto de 2003 se
promulgó la Constitución del Estado Zulia.
Revolución Azul
Dicho proceso revolucionario forma parte de los numerosos
movimientos insurreccionales que se desarrollaron en el trascurso de la
historia política de la Venezuela decimonónica. Mediante este movimiento
armado, diversos sectores políticos y regionales derrocaron al presidente de
la República Juan Crisóstomo Falcón y a su sucesor interino Manuel
Ezequiel Bruzual. En síntesis, con las acciones emprendidas bajo el nombre
de Revolución Azul se definió, en su fase militar, el conflicto político que
enfrentó en 1868 a importantes núcleos liberales y al gobierno de Juan
Crisóstomo Falcón.
Las causas de este movimiento insurreccional se suelen ubicar en
1864, es decir, al año siguiente del triunfo de la Guerra Federal y por lo tanto
fecha del acceso al poder de su principal líder, Falcón. De acuerdo con
varios historiadores, desde su llegada al poder, Falcón debió enfrentar una
fuerte disidencia proveniente del propio seno del proceso revolucionario, que
empezó a armarse, y por espacio de 3 años, acumuló experiencias militares
y políticas en casi todo el país, destacándose entre los enemigos más
encarnizados del gobierno connotados dirigentes liberales quienes, por
fidelidad a su crédito político, debieron haber sido solidarios con el mariscal
presidente y su gestión. Estos primeros pronunciamientos, llevados a cabo
sobre todo a nivel regional, fueron exitosamente combatidos. No obstante, a
partir de 1867 la oposición al gobierno de Falcón se fue intensificando a en
31
todas las localidades de la República, como consecuencia del carácter
represivo que había tomado la gestión de éste.
Finalmente, el 25 de marzo, el general Monagas, quien contaba con
más de ochenta años de edad, publicó un manifiesto en el cual tomaba
partido contra el gobierno. La revolución, por lo tanto, tenía ya dos jefes: el
general Miguel Antonio Rojas, quien comandaba el movimiento
Reconquistador en el centro y José Tadeo Monagas, el caudillo de oriente.
La situación nacional empeoró aún más con la instalación del Congreso en
Caracas el 24 de abril, ya que, la oposición que lo controlaba, pretendió
excluir a los senadores y diputados que hubiesen prestado servicios públicos
o militares al gobierno. Como consecuencia de esta maniobra por parte de
los elementos opositores al régimen de Falcón, el Congreso dejó de
funcionar por falta de quórum en la Cámara de Diputados; por lo tanto el acto
legislativo de la elección de los designados no podía cumplirse porque una
sola cámara no formaba Congreso.
Ante esta difícil situación, Falcón resolvió reorganizar el gobierno el 28
de abril, mediante el nombramiento de nuevos ministros y retirándose de la
presidencia para ponerse al frente del ejército, siendo elegido como
presidente- encargado, el general Manuel Ezequiel Bruzual, quien asumió el
cargo el día 30 de abril. El 4 de mayo, Falcón marchó a Coro y no volvió a
tener figuración política. El 5 se libró un combate entre Antímano y Palo
Negro, al oeste de Caracas, en el que se enfrentaron las tropas del gobierno
y las de Miguel Antonio Rodríguez. El 6 de mayo, otros insurrectos atacaron
por el oriente la ciudad, entre La Candelaria y San Lázaro; la capital estaba
rodeada. Sin embargo, los jefes militares de los bandos en conflicto
convinieron en una tregua para realizar conversaciones de paz, las cuales se
materializaron el 11 de mayo con la firma del llamado Tratado de Antímano,
32
por el que Rojas reconocía la legitimidad del gobierno, y era nombrado
comandante en jefe de los ejércitos de occidente, centro y oriente de la
República.
El 16 de mayo hizo su entrada a Caracas el ejército Reconquistador,
comandado por el general Rojas. Por su parte, la reacción de los orientales
no se hizo esperar: un grupo revolucionario que desconocía el convenio
reconoció como único jefe al general José Tadeo Monagas, quien lanzó
desde su cuartel general de Barcelona una proclama anunciando la marcha
de sus fuerzas sobre Caracas, contra lo que calificó como una “usurpación”.
El 12 de junio llegó Monagas a Guatire con su ejército; desde allí envió
emisarios a oír las proposiciones de paz que pudiera hacer el gobierno.
El fracaso de las conversaciones señaló el comienzo de las
hostilidades. El 22 de junio se rompieron los fuegos en Chacaíto y el 25 el
pabellón azul ondeaba en la plaza Bolívar de Caracas; el 26 entró a la ciudad
José Tadeo Monagas y el 27 lanzó un decreto anunciando los propósitos
institucionales de la revolución. Nombró un gabinete de entre cuyos
integrantes debía escogerse un presidente provisional; al día siguiente, este
cuerpo eligió para dicho cargo a Guillermo Tell Villegas. Por su parte, José
Tadeo Monagas se reservó el comando general del ejército, como garante de
la estabilidad institucional y en nombre de la Revolución Azul. En definitiva,
con estos acontecimientos se inició el régimen, denominado gobierno de los
“azules” en la historiografía venezolana.
Venancio Pulgar
El General Venancio Pulgar nació en Maracaibo, Edo. Zulia, el 7 de
noviembre de 1838. Militar de carrera, participó activamente en los sucesos
acaecidos de la insurrección de Maracaibo, el 20 de Agosto de 1862.
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Liderizó dicho movimiento en contra del Secretario General Pedro
José Rojas, pero apoyando el Gobierno del General José Antonio Páez. En
asamblea de ciudadanos desconocen la autoridad del Sr. Rojas, pidiendo su
salida del Gobierno por traidor y mal ciudadano. Después de algunas
escaramuzas, se forma un Gobierno Provisorio, siendo nombrado Pulgar
Comandante de Armas, ostentando el grado de Coronel. Pero en Caracas,
Venancio Pulgar era acusado de traidor, enviando el Gral. Páez una
comisión de paz. Los resultados fueron negativos y el apoyo popular de
Pulgar crecía en toda la región. El 25 de septiembre, el Gobierno bloqueó a
Maracaibo, cerrando todo el paso marítimo.
El 28 de octubre, Pulgar se entrevista con los oficiales del Gobierno y
llegan a un acuerdo, aceptándose todas las propuestas de Pulgar, entre ellas
la de envío de una comisión negociadora. Pero, el General federalista Juan
Crisóstomo Falcón aprovecha esta situación y designa al Coronel federalista
Jorge Sutherland para llegar a acuerdos con Pulgar. incitándolo a pasarse al
bando federalista. El General Falcón asciende a ambos oficiales a General, y
cuando la comisión negociadora llega a la Barra de Maracaibo, estos
oficiales le negaron la entrada a Maracaibo, presentándoles sus propuestas.
No llegaron a ningún acuerdo, pero los sucesos del centro del país
reclamaban la atención del Gobierno y difirieron este problema. Es de
recordar que el país se encontraba sumido en plena Guerra Federal (1859-
1863).
El 20 de marzo de 1863 se proclama la Federación del Zulia, siendo
designado el General Sutherland Gobernador y el General Venancio Pulgar
es nombrado Comandante General del Ejército en Maracaibo y ascendido a
General en Jefe. Sin embargo, Pulgar es anulado políticamente por
Sutherland, quien cuenta con el apoyo del General Falcón, y sale al destierro
34
a Curazao. Pulgar intenta la retoma de Maracaibo en los años 1864, 1865 y
1866, siendo herido en éste último año, hecho prisionero y enviado a
Caracas. En 1868 participa en la Revolución Azul, distinguiéndose en la toma
de Caracas en 1868, siendo nombrado Jefe de Operaciones del Zulia y los
Andes.
Pero los problemas entre el Gobierno central y el de Maracaibo se
acentúan, cuando le quitan a la región la aduana de Maracaibo para ser
administrada por el Gobierno central. Este clímax de confrontación explota el
20 de mayo de 1860, cuando Venancio Pulgar desconoce al Gobierno
Nacional, declara la autonomía del Zulia y pone al estado en pie de guerra.
El General José Ruperto Monagas llega a Maracaibo, domina la situación y
el 28 de octubre de ese mismo año, Pulgar es hecho preso y enviado al
Castillo de Puerto Cabello. En los sucesos del año 1870 contra el Presidente
Guzmán Blanco, Pulgar subvierte la guarnición de Puerto Cabello, último
bastión de los "azules", entregándosela al Presidente Guzmán.
Posteriormente, Pulgar se apodera de Coro y el 7 de diciembre de 1870
entra a Maracaibo. Gobierna al Zulia hasta el año 1874, alternando el cargo
con misiones militares a la orden del General Guzmán Blanco, como fue la
derrota infringida a los Generales Juan Bautista Araujo y al General Matías
Salazar.
En el año 1874 es enviado Pulgar a Francia en cargo diplomático.
Durante la Presidencia del Gral. Linares Alcántara, en 1878, es reducido a
prisión y expulsado del país, a raíz de la reacción contra Guzmán Blanco.
Con el retorno del guzmancismo al poder, en 1879, Pulgar entra a formar
parte del Consejo de Gobierno. Posteriormente es nombrado Gobernador del
Distrito Federal y en 1880, encabeza al ejército en contra de la sublevación
del General Pío Rebolledo, en Ciudad Bolívar. En 1881 celebra un contrato
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con el Gobierno por el cual adquiere el derecho de explotar todas las minas
metalíferas o de cualquier naturaleza, descubiertas o por descubrirse en el
Edo. Bolívar. Renueva este contrato en 1883. Para el año 1884, Pulgar
rompe con el General Guzmán Blanco, disgustado por el favoritismo del
Ilustre Americano hacia el General Joaquín Crespo, quien es electo
Presidente de la República para el período 1884-1886. En el año 1885,
insurge contra el Presidente Crespo, siendo derrotado, refugiándose en
República Dominicana. Hace las paces con el Gral. Guzmán y regresa al
país en 1888, figurando como vocal dentro del Gran Consejo Militar, creado
por el General Crespo. Muere el General Pulgar en Caracas, el 8 de octubre
de 1897, siendo sepultado en el Cementerio General del Sur. Tenía 59 años
de edad. El 20 de enero de 1995, sus restos fueron trasladados al Panteón
de la Zulianidad, en Maracaibo.
Guzmancismo
Durante casi 2 décadas, de 1870 a 1888, Antonio Guzmán Blanco
dominó la escena política venezolana. Bien como presidente, o en los
interregnos desde Europa, su influencia marcó a la Venezuela del siglo XIX.
Durante los dieciocho años en los que predominó su autoritaria voluntad, se
mantuvieron las apariencias de "alternabilidad constitucional", porque
Guzmán Blanco se separó dos veces del poder y dejó en él a generales
amigos que se lo devolverían al concluir sus mandatos. Gobernó
personalmente durante tres períodos constitucionales no consecutivos que
suelen denominarse de acuerdo con el número de años que duró cada uno
de ellos: el Septenio (1870-1877), el Quinquenio (1879-1884) y el Bienio
(1886-1888). En los períodos intermedios la Presidencia fue ocupada por
Francisco Linares Alcántara y por Joaquín Crespo.
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Guzmán Blanco fue el primer jefe de Estado venezolano, a partir de
1830, que combinó en sí los talentos de un gran político y un eficiente
administrador. Atrajo inversiones extranjeras, utilizándolas en la
modernización del sistema de transporte venezolano y la explotación de los
recursos mineros del país. Fue un Político, estadista, jefe militar de la Guerra
Federal, un caudillo del Partido Liberal Amarillo y presidente de la República
varias veces entre 1870 y 1888. Es conocido a través de la historia como el
"Autócrata Civilizador", por los títulos de "Ilustre Americano", y "Regenerador
y Pacificador", que se los dieron en su momento por el Congreso de la
República. Es Hijo del político Antonio Leocadio Guzmán, fundador del
Partido Liberal, y de Carlota Blanco Jerez de Aristiguieta, pariente cercano
de la familia Bolívar. Empezó sus estudios en Caracas en el colegio
Independencia de Feliciano Montenegro y Colón. Con 19 años de edad,
desempeña su primer cargo público, como jefe de sección en la Secretaria
de Relaciones Exteriores.
En 1859, con la Guerra Federal, Guzmán Blanco inició su carrera
política y militar. Estuvo al lado de Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel
Zamora quienes eran líderes liberales, a los que más tarde traicionará, y
comenzó a cosechar sus primeros triunfos.
Con la Revolución de 1863, Guzmán escaló posiciones y ganó el
prestigio que le llevó poco a poco al poder. En 1870, encabezó una nueva
revolución y, tres años más tarde, fue elegido Presidente de la República.
Nace en Caracas el 20 de febrero de 1829. Muere en París el 28 de julio de
1899.
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El Septenio (1870-1876)
El comienzo de la hegemonía de Antonio Guzmán Blanco puede
situarse en 1870, cuando se convierte en jefe de la Revolución de Abril que
habría de conducirlo al poder. Inauguró un lapso estable de administración
que modifica los rasgos del proceso precedente, a través de una férrea
orientación hacia el centralismo político y la modernización del país. El 7 de
mayo dicta varios decretos importantes. En ellos se declaraba que el Estado
asumía las deudas de los trabajadores que habían abrazado la causa de la
revolución; se redimían los censos; se reorganizaba la Universidad Central
de Venezuela; se creaba un Conservatorio de Bellas Artes y se procedía a
reestructurar la Alta Corte Federal.
El 27 de junio de 1870, Guzmán Blanco dicta el decreto de Instrucción
Primaria Pública y Obligatoria; se estableció, para cumplir este cometido, la
Dirección Nacional de Instrucción Primaria. Guzmán Blanco abolió los
peajes, que constituían tradición secular, e inició los trabajos de las
carreteras del este y del sur de Caracas. Simultáneamente, ordenaba el
remozamiento de la plaza Bolívar de la capital. El 3 de noviembre de 1870,
Guzmán Blanco dicta el decreto de Instrucción Primaria Pública y Obligatoria;
se estableció, para cumplir este cometido, la Dirección Nacional de
Instrucción Primaria. Guzmán Blanco abolió los peajes, que constituían
tradición secular, e inició los trabajos de las carreteras del este y del sur de
Caracas. Simultáneamente, ordenaba el remozamiento de la plaza Bolívar de
la capital. El 3 de noviembre de 1870, dicta un decreto de especial
significación: el de la fundación de una Junta de Crédito Público, con el
objeto de buscar fórmulas para la amortización de la deuda y la movilización
de capitales. Gracias a los oficios de esta junta, logra el ministro de
Hacienda, Jacinto Gutiérrez, crear una Compañía de Crédito destinada a
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proporcionar anticipos al Gobierno sobre las rentas públicas y ocupadas de
hacer más expeditas las demás operaciones fiscales.
El Quinquenio (1879-1884)
En febrero de 1877, asciende Francisco Linares Alcántara a la
presidencia. En su primer manifiesto al país promete continuar la política del
«Ilustre Americano», título que la adulación cortesana había conferido a
Guzmán Blanco desde 1873. Sin embargo, el cambio de gobierno propició la
reacción contra éste. En los periódicos El Comercio y El Venezolano,
diversos escritores se pronunciaban por la inauguración de una era sin
presiones ni confinamientos y con libertad de prensa. En Caracas, comenzó
a atacarse a Guzmán Blanco a propósito del contrato del proyectado
ferrocarril Caracas-La Guaira. En el Congreso, el líder del movimiento
intelectual antiguzmancista va a ser el general Nicanor Bolet Peraza.
Guzmán Blanco optó entonces por retirarse del país con el cargo de ministro
plenipotenciario de Venezuela en Alemania, España, Francia, Italia y la
Santa Sede, cargo que no desempeñó, ya que renunció a él poco después.
La salida de Guzmán Blanco precipitó el movimiento reaccionario. La
Asamblea ordenó demoler las estatuas de Guzmán Blanco y anuló los
decretos de honores que se le habían conferido.
La Asamblea nombró como primer designado al general José Gregorio
Valera, medio hermano de Linares Alcántara, y segundo designado al
general José Gregorio Cedeño. Este último no aceptó la designación, influido
por el círculo guzmancista de Carabobo, del cual era alma Francisco
González Guinán, y encabezó la Revolución Reivindicadora, reconociendo
como jefe a Guzmán Blanco. El 21 de febrero de 1879 Guzmán Blanco,
proclamado director supremo por los revolucionarios, llega a Puerto Cabello.
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El Congreso se reunió el 27 de abril y ante él, esbozó Guzmán Blanco los
puntos más sobresalientes de la reforma. El Congreso, que no tenía el
carácter de constituyente, se limitó a restaurar la vigencia de la Constitución
de 1864, nombró a Guzmán Blanco presidente provisional, anuló los actos de
Linares Alcántara y repuso en sus pedestales las estatuas demolidas.
Confirmado por el Congreso, Guzmán Blanco pidió permiso para ausentarse
a Europa y dejó encargado del poder al ministro del interior Diego Bautista
Urbaneja. Para el 1 de diciembre de 1879, había regresado Guzmán Blanco
y se había encargado del Gobierno. Los diputados de los 20 estados votaron
por Guzmán Blanco, sin que hubiera oposición política alguna, para
desempeñar la presidencia.
El Congreso aprobó una nueva Constitución con las reformas
propuestas por Guzmán Blanco. El presidente de la República duraría 2
años; los otros poderes 4. El Congreso, antes de disolverse, prorrogó a
Guzmán Blanco las facultades extraordinarias que venía ejerciendo. Guzmán
Blanco declara, esta vez seriamente, su intención de no mantenerse en el
poder. Los miembros del Consejo Federal al cual correspondía la elección le
pidieron a Guzmán Blanco «pistas» sobre quién debía ser el nuevo
presidente.
El Bienio (1886-1887)
Hasta 1886 gobierna Crespo sin que se desarrolle una oposición frontal al
guzmancismo. El nuevo presidente prefiere acomodar a su clientela política
con el objeto de fabricar un parapeto de apoyo que le permita negociar con
Guzmán Blanco sin desplazarlo. Surgen posturas intermitentes de rechazo a
Guzmán Blanco y hasta un intento armado que fracasa, pero el presidente
Crespo culmina su bienio proponiendo la candidatura de su compadre y
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mentor Antonio Guzmán Blanco. Los publicistas afectos al Gobierno hacen
que Guzmán Blanco (ausente entonces en Europa) sea incluido en la nómina
del Consejo Federal. Ahora modifica el estilo que lo había distinguido
anteriormente, ya que en lugar de manipular el escenario para el ejercicio de
un influjo directo e inmediato, mueve las piezas con el objeto de dirigir el
gobierno por interpuesta persona, mientras permanece en el extranjero. Su
regreso coincide con el mejoramiento de la actividad económica y con el
aumento de valor de los títulos de la deuda pública, circunstancias que
aprovecha para presentarse como superdotado en la solución de los
problemas surgidos durante el mandato de Crespo. En principio, continuó los
programas de obras públicas con el énfasis del Quinquenio. Así, por ejemplo,
adelanta los trabajos del ferrocarril Caracas-Petare y la línea férrea de la
capital hacia Antímano; hace construir en Caracas el puente del Guanábano
y funda la Casa de la Moneda con equipos modernos de acuñación. A
mediados de 1887, Guzmán Blanco no parece interesado en mantenerse
mucho tiempo en el ejercicio directo del mando. Guzmán Blanco rechaza la
proposición de una sociedad bicéfala y exclusiva.
Revolución Legalista
La Revolución Legalista fue un movimiento de insurrección armada
que comenzó el 11 de marzo de 1892 contra el entonces presidente de
Venezuela, Raimundo Andueza Palacio. Este movimiento fue dirigido por el
General Joaquín Crespo, quien había sido Ministro de Guerra y Marina
durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco (1884), luego elegido
senador, y posteriormente designado por el Congreso como Presidente de la
República para el período 1884-1886. Ese día, Crespo salió del Hato "El
Totumo", ubicado en Guárico, y sus acciones fueron propagándose
inmediatamente por todo el país.
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El movimiento de insurrección tomó el nombre de Revolución
Legalista, porque quienes la integraban estaban en desacuerdo con las
nuevas reformas de la Constitución que había propuesto el gobierno de
Andueza Palacio, ya que ésta prolongaba el mandato presidencial a cuatro
años, y por tanto era considerada como una medida continuista. El
presidente Andueza designó a Sebastián Casañas como Comandante del
Ejército para que sofocara las acciones insurrectas encabezadas por Crespo,
pero éste fracasó en su intento.
En la Revolución Legalista también participaron Ramón Guerra,
Wenceslao Casado y José Manuel Hernández, conocido como el Mocho
Hernández. Ellos, junto con Crespo y otros hombres, proponían crear un
Consejo de Gobierno que tuviera la potestad de designar un presidente para
que ejerciera funciones por dos años, tal como lo contemplaba la
Constitución de 1881.
Esta revolución finalizó el 6 de octubre de 1892, cuando el General Crespo
entró a Caracas, y tomó el control del poder político en el país. Al día
siguiente, asumió la presidencia de lo que sería su segundo mandato (1892-
1898).
Revolución Liberal Restauradora
Las revoluciones que se han dado en Venezuela en diferentes épocas
de la historia, han tenido como causa determinante la ambición de poder de
los caudillos de turno, disfrazados de posiciones legalistas apoyados por el
pueblo, quienes tienen esperanzas de encontrar en los líderes y en las
promesas de éstos, solución a los problemas sociales que los aquejan.
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Fue un movimiento político-militar que se desarrolló en el país desde
el 23 de mayo de 1899 hasta el 24 de octubre del mismo año, al entrar
triunfantes a Caracas los restauradores estableciendo el gobierno.
Los jefes de esta revolución fueron: El general Cipriano Castro y el
coronel Juan Vicente Gómez, los cuales se encontraban desterrados de
Venezuela desde el gobierno de Joaquín Crespo.
El 23 de mayo de 1899 se inició desde Colombia una invasión a
Venezuela acaudillada por Cipriano Castro, la cual tuvo como finalidad
derrocar el gobierno del presidente Ignacio Andrade. Dicha campaña militar
conocida como la Revolución Liberal Restauradora o la "invasión de los 60",
representó la primera participación masiva de los andinos en la política
nacional y la finalización de la hegemonía del Liberalismo Amarillo. Previo a
su participación en este alzamiento, Cipriano Castro estuvo exiliado durante
7 años en Colombia (1892-1899), desde donde esperaba para asaltar el
poder.
En este sentido, la crisis política experimentada por el liberalismo
tradicional y el régimen de Ignacio Andrade, permitió el desarrollo cabal del
movimiento revolucionario castrista. Desde mediados de 1898 el partido
castrista del Táchira había iniciado una gran actividad y se convierte en una
célula conspirativa, al observar la fragilidad del gobierno. Por su parte, Castro
intenta entonces formar una alianza con otro caudillo tachirense exiliado en
Colombia, Carlos Rangel Garbiras, con el objeto de coordinar una
insurrección; pero, el fracaso de las conversaciones sobre el particular lo
lleva a la determinación de llevar a cabo la invasión con sus fuerzas, en las
que figuraban personajes tales como Juan Vicente Gómez, Manuel Antonio
Pulido, José María Méndez, Emilio Fernández, Jorge Bello y Pedro María
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Cárdenas. En definitiva, Castro logra juntar un contingente de unas 60
personas que invaden por la frontera colombiana el 23 de mayo de 1899,
acusando al gobierno de Ignacio Andrade de haber violado la Constitución
Nacional de 1893, la cual restauraría el movimiento castrista.
El 24 de mayo de 1899, Castro lee su primera proclama revolucionaria
y organiza un ejército de 1.500 hombres con el objeto de marchar hacia San
Cristóbal, plaza que defendía el general Juan Pablo Peñalosa. Como una
maniobra destinada a impedir la llegada de refuerzos a la capital de la
sección de Táchira, Castro decidió enfrentarse en primer lugar a las tropas
de que se dirigían hacia ella, dando como resultado 3 triunfos consecutivos a
las tropas castristas en los combates de Toconó (24.5.1899), Las Pilas
(27.5.1899) y El Zumbador (9.6.1899). Luego de esto, sitia a San Cristóbal
durante 20 días (23.6-12.7.1899), pero abandona esta posición cuando se
entera de la proximidad de un poderoso ejército de 5.000 hombres al mando
del general Antonio Fernández. A pesar de lo numeroso del ejército
gubernamental, Castro logra derrotarlo en el combate de Cordero
(28.7.1899), gracias a su conocimiento de la región y a las dificultades que
ofrecía el terreno a soldados procedentes del centro del país. Tras esta
importante victoria, Castro toma la decisión de marchar hacia Caracas por la
ruta de Mérida y Trujillo. Sin embargo, antes de salir de los Andes sale
victorioso en un enfrentamiento con el general Rafael González Pacheco en
Tovar (6.8.1899), y toma Valera (15.8.1899) donde no encontró mayor
resistencia.
En su ruta hacia Caracas Castro libra el combate de Parapara
(26.8.1899), en las inmediaciones de Carora, derrotando una vez más a las
tropas del gobierno y captura un cañón Krupp. Después de flanquear la
ciudad de Barquisimeto, su ejército aumenta gracias a la incorporación de 2
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batallones procedentes de los alrededores de Nirgua, la cual sitia y captura el
9 de septiembre. Durante este trayecto hacia la capital, las fuerzas de Castro
fueron aumentando a medida que se iban sumando a la revolución varios
contingentes de partidarios del general José Manuel Hernández, el Mocho,
quien se encontraba prisionero por haberse alzado contra el gobierno de
Ignacio Andrade; lo que en definitiva resultó una alianza clave el movimiento
restaurador. Ante el avance incontenible Castro y sus tropas, Andrade
reorganizó el ejército con la intención de derrotar a éste en un combate final.
En consecuencia, sale de Valencia un contingente de 5.500 hombres
al mando del ministro de Guerra y Marina, el general Diego Bautista Ferrer,
que a su vez contaba con el apoyo del general Antonio Fernández. Aunque
el ejército del gobierno tenía grandes posibilidades de derrotar a Castro, las
desavenencias entre Ferrer y Fernández, condujo a la derrota de Tocuyito
(14.9.1899), donde sufrieron 1.000 bajas. Después de vencer este obstáculo
en su marcha hacia Caracas, Castro de dirige el 16 de septiembre de 1899 a
Valencia, donde se comienzan a producir las negociaciones políticas que
pronto lo llevarán al poder.
Cuando Castro se disponía a enfrentar en La Victoria a Luciano
Mendoza, quien representaba la última defensa del régimen de Andrade, se
encontró con la sorpresa que dicho jefe decidió desobedecer las órdenes del
gobierno y no hacerle frente. Ante la inminente llegada de Castro a Caracas,
diversos emisarios enviados por Ignacio Andrade, entre ellos el ministro de
Hacienda Manuel Antonio Matos, entraron en conversaciones con éste para
llegar a un acuerdo de paz. No obstante, Andrade al notar que sus
funcionarios se estaban pasando a la causa restauradora, y que no tenía
ejército que defendiera su gobierno, resolvió marcharse de Venezuela el 19
de octubre de 1899, mientras se encargaba transitoriamente del Ejecutivo al
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general Víctor Rodríguez. Finalmente, el 23 de octubre de 1899, entra
Cipriano Castro a Caracas, iniciando el gobierno de la Restauración Liberal y
comenzado una etapa en la historia política de Venezuela.
Se le llamó Restauradora, porque la misma trató de poner en vigencia
los aspectos legales establecidos en la Constitución de 188l, declarando
como bandera la ideología liberal y prometiendo reformar todos los cuadros
de la administración pública para adecuarla a las necesidades el país.
El desarrollo de la invasión se presentó con fuerza arrolladora,
derrotando a su paso todas las fuerzas gubernamentales de San Cristóbal,
Toconó, Paramillo y Táriba. En el Estado Mérida, en la localidad de Tovar en
un enfrentamiento vencieron a las tropas del general González Pacheco sin
encontrar resistencia continuaron hasta Barquisimeto donde derrotaron al
General Elías Aular quien era presidente del Estado Lara; continuaron por
Yaracuy hasta el centro. Siguieron por Nirgua venciendo al General Rosendo
Medina (padre de Isaías Medina).
Los sucesos ocurridos en Tocuyito el 13 de septiembre de 1899 fueron
decisivos para el movimiento insurreccional, pues las tropas entraron a
Caracas triunfantes.
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CONCLUSIÓN
Venezuela se declaró independiente de la Gran Colombia en 1830. El
general José Antonio Páez se convirtió en el hombre fuerte de Venezuela
hasta 1848, bien como presidente de la república (1830-1835 y 1839-1843) o
como general en jefe. Durante 18 años el país estuvo gobernado por la
llamada oligarquía conservadora, representada por Páez, José María Vargas
y Carlos Soublette. En este periodo el país se recuperó de la guerra, se
proclamó la Constitución de 1830 y se firmó un tratado de paz con España
(1845). En las elecciones de 1846 la oligarquía conservadora impuso en la
presidencia al general José Tadeo Monagas, que se liberó de la tutela de los
conservadores y se aproximó a los liberales. Hasta 1858, el poder fue
ejercido de forma dictatorial por José Tadeo Monagas (1847-1851 y 1855-
1858) y su hermano José Gregorio (1851-1855). Derrocó a José Tadeo
Monagas el general Julián Castro (1858-1859). Después de una guerra civil
entre federalistas y centralistas que duró cinco años, el tratado de Coche
(1863) puso fin a la contienda con el triunfo federalista y ocupó la presidencia
el general Juan Crisóstomo Falcón (1863-1868).
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
http://www.monografias.com/trabajos87/venezuela-caracteristicas/venezuela-
caracteristicas.shtml#ixzz2a19kHq9T
Romero, V. Qué celebramos hoy: El libro de las efemérides venezolanas.
Editorial Actualidad Escolar, Caracas, 2007, pp. 105-106. Disponible en
http://www.efemeridesvenezolanas.com/html/legalista.htm
Cuadernos Historia de Venezuela. Caracas, Cadena Capriles, s/a, p. 360.
Archivo Histórico De Miraflores
http://www.venezuelatuya.com/historia/revolucion_azul.htm
Urdaneta, A. Soberanía Popular, Independencia y Nuevo Liderazgo en el
Zulia Federal
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/17622/2/articulo6.pdf