Transformaciones políticas e ideológicas en los mexica-tenochcas. Del ordenamiento zuyuano a la...

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Transformaciones políticas e ideológicas en los mexica-tenochcas: del

ordenamiento zuyuano a la supremacía Huitzilopochtli.

El trabajo abarca aspectos de la estructura política mexica en su interacción con la

ideología.

Según la hipótesis de Joanna Broda “la teoría religiosa (mito) y la practica (rito) tenían una

importante función en la legitimación de las condiciones sociopolíticas y económicas

existentes”. La ideología en tanto constituye el producto de las relaciones entre hombres

dentro de la sociedad y de éstos con la naturaleza, cambia conforme evolucionan las

relaciones sociales: es la ideología religiosa la que sirve para legitimar estas nuevas

relaciones.

La ideología, como sabemos, responde en cada momento histórico a necesidades

específicas de justificación, consolidación y acción política. Sin embargo, cuando las

transformaciones son súbitas, como en el caso de los mexicas, tanto el ajuste como la

reelaboración ideológica resultan complejos. Más aun cuando la base ideológica sigue

tradiciones y relatos míticos tan antiguos, tal como lo explican López Austin y López

Lujan. En el caso mesoamericano se fue conformando a través de los siglos hasta que en

el posclásico tardío, un conjunto de componentes emergieron como centrales, con la

capacidad de adecuarse a las transformaciones políticas y sociales: lo que López Austin y

López Luján llaman núcleo duro, y dentro de este la diada Tollán-Quetzalcóatl.

Cuestión 1: El origen del ser humano y de la sociedad.

En primer lugar, este núcleo duro permitía explicar una de las anomalías fundamentales

del origen del ser humano: el hecho de que todos los hombres se consideraran parte de la

misma especie, pero diferentes en tanto sus particularidades étnicas.

El mito explica que Quetzalcoatl creo toda la humanidad en su Tollán anecumeica

(definido por López Lujan y López Austin como el espacio exclusivo de los seres

sobrenaturales) lo que explica los rasgos compartidos. Pero las deidades que surgen del

desdoblamiento del dios protagonizan un segundo tipo de mito de origen, explicativo de la

diferenciación étnica: al momento de la salida de Tollán, cada pueblo sale guiado por las

diferentes advocaciones de Quetzalcoatl con el objetivo de poblar el mundo.

A partir de este mito surge la leyenda del gobernador Topiltzin Quetzalcoatl y su Tula

terrenal, una ciudad prototípica. Así nos encontramos con un conjunto de ciudades

sagradas (Teotihuacán, Cholula, Tula, Tenochtitlan) que serían las réplicas terrenales de

la Tollán anecumeica de Quetzalcoatl.

Cuestión 2: Un nuevo orden político: el zuyuano.

Durante el epiclásico y posclásico esta diada sirvió para legitimar un nuevo orden político

basado en estados pluriétnicos, militarizados, cabeceras de sistemas regionales que

rivalizaban entre sí por el control del comercio: el orden zuyuano.

Este no destruía las ancestrales configuraciones políticas, sino que las agrupaba en

unidades territoriales mayores dentro de una formación estatal más compleja, con división

de tareas entre los distintos centros integrantes.

Este orden buscaba implantar en la tierra el modelo de la Tollán mítica donde los grupos

humanos habían existido sin distinción étnica y lingüística en una paz y armonía

arquetípica. La realidad era que la implantación del modelo solo se lograba mediante la

fuerza.

Todas las etnias debían quedar bajo la dirección de los representantes de Quetzalcoatl.

Uno de los instrumentos de dominio era una triple alianza formada por los estados más

fuertes de la región: la Excan-Tlatoloyan, cuya primera expresión es, según Davies, la

formada por Tula-Xicocotitlán (o Tula arqueológica), Culhuacán y Otompan.

Cuestión 3: Los mexicas y la llegada al valle.

Los mexicas van a compartir estas tradiciones mesoamericanas y las van a ir modificando

de acuerdo a los cambios políticos que debieron atravesar. Según sus relatos, creían ser

el último pueblo que había abandonado su lugar de origen y llegado al valle de México,

cuando este ya había sido ocupado por otros grupos. Eran parte de las oleadas de grupos

chichimecas provenientes de la frontera móvil del norte que habían llegado luego de la

caída de Tula. Si bien eran representados como grupos barbaros y nómades, en realidad

ya estaban integrados a la cultura mesoamericana en gran medida. No obstante traen

consigo una nueva carga militarista que proclamaba ese nuevo orden regional pluriétnico

y el uso de la fuerza. A medida que su posición en el valle se modifica también lo hace su

ideología, aunque la rapidez de los cambios hace difícil su ajuste.

Relato de origen.

En primer lugar vamos a referirnos a la modificación del relato de origen: diversas

crónicas hacen referencia a un lugar llamado Aztlán al norte del valle, aunque no se sabe

con exactitud su ubicación, o incluso si es de carácter mítico que sirve como justificación

de la localización posterior de los mexicas en Tenochtitlan.

Los mexicas salen de allí escapando del dominio azteca guiados por su jefe Huitzil, ya

que su dios les había prometido llevarlos a otro lugar, que acabaría siendo Tenochtitlan.

No obstante llegan primero a Coatepec, donde surge uno de los principales mitos

mexicas: el nacimiento y la lucha de su dios Huitzilopochtli. Este nació de Coatlicue, la

madre tierra, quien quedó embarazada de unas plumas mientras barría en penitencia los

templos de Tollán. Huitzilopochtli nació y ejecuto a sus hermanos, quienes, a instancias

de su hermana Coyolxauhqui, intentaban matarlo para ocultar la deshonra. También mató

a Coyolxauhqui y, arrojo su cabeza al cielo, transformándola en luna. Lo que era una

lucha interna entre barrios por el control se mitifica apareciendo como una lucha entre

dioses.

Significaciones del relato de origen.

Aquí queda delimitada la caracterización de Huitzilopochtli como dios solar y de la guerra:

Por un lado se muestra el destino guerrero del hombre mexica, que al igual que su dios

nació para combatir.

Por otro, queda demostrado el triunfo diario del sol sobre los poderes nocturnos.

Según Matos Moctezuma, para que el mito perdure y esté presente, surge el rito, donde

se lo reproduce, o en palabras de Erdheim, el mito es la teoría de la realidad y el rito la

experiencia que comprueba su verdad.

La llegada a la tierra prometida y fundación de Tenochtitlan.

Cuando finalmente llegan al valle se asientan en el lugar indicado por su dios tutelar

Huitzilopochtli: plantas y animales blancos, relacionados con la simbología tolteca con la

cual se buscaba establecer continuidad; y luego sus propios símbolos: un águila sobre un

nopal devorando serpientes que representa el triunfo del dios solar sobre sus enemigos.

Tenochtitlan va a ser fundada a imagen y semejanza del cosmos -es decir, dividida en 4-

y de su propia tierra de origen Aztlán –por la concepción cíclica del tiempo en

Mesoamérica-. Algunos pobladores van a emigrar a una tierra inmediata para fundar la

ciudad de Tlatelolco.

Bajo dominio tepaneca, los mexicas van a solicitar una rama del linaje noble de

Culhuacán –último bastión del poderío tolteca- para establecer una dinastía real con el fin

de sustituir sus jefes militares. Así, obtienen a su primer tlatoani: Acamapichtli.

Victoria sobre los tepanecas y triple alianza.

La situación cambia cuando los mexicas derrotan a los tepanecas, a quienes habían

servido como guerreros, bajo el mando de Itzcoatl. Forman a continuación una triple

alianza con Texcoco y Tacuba. Debido a la función militar de Tenochtitlan en la Excan-

Tlatoloyan supero en poder a sus aliados y pretendió elevarse políticamente sobre ellos.

Para eso utilizo diversos recursos ideológicos:

Reclamo un vínculo directo con Quetzalcoatl afirmando que había sido señor de Aztlán,

cuna de los mexicas.

Afirmo ser legítima heredera del poder de Tula, el cual habría sido otorgado directamente

por los dioses. Según el mito (modificado) el último rey de Tula jugo un partido de pelota

con los dioses y se burló de ellos. Los dioses se enojaron, causaron una sequía de 4 años

y pronosticaron la caída de los toltecas y el ascenso mexica. Como bien explican Broda y

López Austin-López Luján, este relato que hace contemporáneos a los toltecas y a los

mexicas, pone de manifiesto una alteración política del relato de manera que los mexicas

aparezcan como legítimos sucesores de los toltecas.

Identifico la ciudad como la Tollán mítica.

Elevación de Huitzilopochtli y expansión mexica.

Al llegar a este punto los mexica le dan la espalda al orden zuyuano de la diada

Quetzalcoatl-Tollán para reclamar el mando supremo para su dios Huitzilopochtli, quien

habría sido encomendado por los dioses para dominar el mundo. La prueba era la

potencia de sus ejércitos.

Este cambio formo parte de las reformas emprendidas luego de la victoria sobre los

tepanecas para legitimar su nuevo poder y la intensificación de las desigualdades dentro

de la sociedad mexica.

Huitzilopochtli paso a ser uno de los dioses supremos del panteón mesoamericano, y se

formuló un culto estatal que combinaba la nueva centralidad de su divinidad protectora,

las ambiciones militares mexicas y creencias más antiguas –como los ritos de guerra y

sacrificio humano-.

La cosmología mexica sostenía que eran ellos quienes debían alimentar al Quinto Sol con

la sustancia que contenía la sangre de los prisiones de guerra para retrasar la

destrucción. La guerra se volvía sacra y la expansión una necesidad divina.

Como explican Conrad y Demarest, las guerras y el sacrificio se convirtieron en el eje de

la vida individual, social, militar y religiosa. Este conjunto sagrado era un fenómeno

racional desde el contexto ideológico de las creencias mesoamericanas. Pero también

racional desde de los concretos intereses políticos y económicos del pueblo, ya que como

señala Broda, las campañas de conquista tenían objetivos claros de naturaleza

económica y política propios de un estado en expansión, donde la religión aparecía como

una forma de garantizar la continuidad del sistema social.

Problemas del nuevo sistema ideológico.

Este culto fue utilizado por la elite guerrera para fundamentar ideológicamente su poder

político, tanto hacia el exterior (conquista y expansión) como al interior de la sociedad

(desigualdades y control social). La religión servía para mistificar el contenido real de esta

situación.

En lugar de crear una administración imperial más sólida y centralizada, la clase

dominante incremento cada vez más los mecanismos ideológicos que le permitían

controlar su precario poder, como explica Broda.

Esta nueva ideología, sin embargo, no cristalizo completamente, y la figura de

Quetzalcoatl persistió como fuente de poder. Como muestra de esto último, señalan

López Austin y López Lujan, la llegada de los españoles fue interpretada como el regreso

de Quetzalcoatl como reclamo del lugar del que había sido desplazado.