Un día, parco de equipaje, quisimos embarcarnos en una aventura sin retorno ni final.

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Un día, parco de equipaje, quisimos embarcarnos en una aventura sin

retorno ni final.

¿O sólo era un sueño irrealizable?

Sólidas eran las amarras que nos unían al rocoso acantilado de nuestra

mezquindad;…

…y no había sonado -dijimos- la hora de nuestra partida.

¡Tanto quedaba por hacer!

Las olas de la incertidumbre se erguían amenazantes,…

…y nuestra barquilla ¡era tan frágil!

Y, sin embargo, ¿por qué no rompimos nuestras ataduras hasta viajar por la

plenitud del océano?

Con el último suspiro del retorno de las gaviotas….

…y la tenue languidez de la joya del ocaso,…

…¿por qué no nos desvanecimos en la quietud luminosa de la noche?

Mujer, ¿quién sino tú?

Un día, parco de equipaje, quisimos embarcarnos en una aventura sin retorno ni final. ¿O sólo era un sueño irrealizable?

Sólidas eran las amarras que nos unían al rocoso acantilado de nuestra mezquindad; y no había sonado -dijimos- la hora de nuestra partida.

¡Tanto quedaba por hacer! Las olas de la incertidumbre se

erguían amenazantes, y nuestra barquilla ¡era tan frágil! Y, sin embargo, ¿por qué no rompimos nuestras

ataduras hasta vagar por la inmensa plenitud del océano? Con

el último suspiro del retorno de las gaviotas y la tenue languidez de la joya del ocaso, ¿por qué no nos

desvanecimos en la quietud luminosa de la noche?

Mujer, ¿quién sino tú?Texto y composición: pedro martínez borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: Melodía

desencadenada – Richard Clayderman.

Esta reproducción: Vitanoble Powerpoints